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Síntesis de México bárbaro




Enviado por la_caty



    1. Síntesis
    2. Conclusión

    México
    Bárbaro

    Ensayo
    sociopolítico

    Editorial época, s.a. de c.v.

    México, 1998

    1.1 Introducción

    En este ensayo
    político, Jhon Kenneth Turner logra poner el dedo en la
    llaga. Con un profundo sentido analítico y desde un punto
    de vista objetivo y
    claro por que no esta sujeto a ninguna influencia, nos muestra una
    realidad que en su momento vino a sacudir a un pueblo que
    parecía estar sumergido en un profundo letargo.

    Es la época de Porfirio Diaz;
    un momento en que la historia del pueblo mexicano
    llegó a una esquina del tiempo, y se
    empezó a cuestionar un sistema de
    gobierno que
    mantuvo a todo un pueblo sometido a una dictadura de
    30 años.

    A lo largo de este ensayo se hacen dos profecías:

    "…México está a punto de iniciar una
    revolución
    a favor de la democracia…" y
    "…los Estados Unidos
    intervendrán con fuerzas armadas, si es necesario, para
    sostener a Díaz o a un sucesor dispuesto a continuar su
    asociación especial con el capital
    norteamericano".

    Ambas profecías se cumplieron.

    1.2
    Síntesis

    Capítulo I.- Los
    esclavos de Yucatán.

    La historia comienza, cuando el periodista John Kenneth Turner
    se encuentra con cuatro reclusos mexicanos exiliados en la
    prisión de Los Ángeles
    por conspirar contra el gobierno de Díaz. Ellos le
    platican sobre la situación en México, donde aun se
    podían ver esclavos. Él quiere verlo con sus
    propios ojos, así que emprende un viaje.

    Narra las primeras experiencias que tuvo en México,
    específicamente en la península de Yucatán.
    Llegó ahí pretendiendo ser un inversionista
    adinerado para adentrarse en negocio henequenero, tras oír
    estos increíbles rumores de que aun existía
    esclavitud en
    América.

    La manera en que los "magnates del henequén", (planta
    cultivada durante siglos en la región), hacían
    trabajar en las grandes haciendas a indios mayas y yaquis
    mandados desde el norte del país por el mismo el gobierno,
    desterrándolos y arrebatándolos de sus familias.
    Eran forzados a trabajar jornadas excesivas e inclusive
    podían ser comprados y vendidos. Era el trabajo de
    estos esclavos los que hacían de Merida, Yucatán
    una de las ciudades más bellas y ricas del país,
    pero a un costo
    inhumano.

    Los hacendados exhibían su complicidad con el gobierno,
    mas nunca se atrevieron a llamarle esclavitud. Estaban concientes
    de que la esclavitud está prohibida en la constitución mexicana pero parecían
    creer que al nombrar a su sistema "servicio
    forzoso por deuda".

    En este capitulo relata varias escenas de la vida común
    de los esclavistas yucatecos y las torturas que, casi con gusto,
    infringían en sus trabajadores; al mismo tiempo que
    compara este tipo de esclavitud disfrazada con la que en
    algún tiempo hubo en su país. Lamentablemente los
    antiguos esclavos salían ganando.

    Capítulo II. El exterminio de los yaquis.

    Los yaquis eran "indios" mandados del norte, conocidos por ser
    los más fuertes, resistentes y confiables. A los
    norteamericanos del norte, dueños de los ferrocarriles,
    les molestaba que fueran exiliados para llevárselos a
    trabajar a Yucatán, pues los consideraban excelentes
    trabajadores. Ellos no los llamaban indios en el concepto
    norteamericano, pues éstos no son empleados.

    Explica la situación de estos yaquis, a partir de un
    decreto del propio presidente para mandarlos a Yucatán.
    Este decreto se valía del supuesto de que los yaquis eran
    conflictivos, a tal grado que para poderlos exterminar se
    ordenaba que a cualquier yaqui se le debería atrapar y
    mandarlo a Yucatán al sur del país para que
    sirvieran como esclavos en las haciendas henequeneras, donde
    morían a los seis meses por los malos tratos y el clima
    diferente.

    Este decreto también decía que las tierras de
    los yaquis debían ser confiscadas; aunque era de esperar
    que fueran los presidentes municipales, gobernadores de los
    estados y amigos de Díaz, quienes se quedaran con las
    tierras.

    Capítulo III. En la ruta del exilio.

    Acompaña en su largo viaje por tren a los indios yaquis
    desterrados a Yucatán para observar el "ultimo capitulo de
    la vida de la nación
    yaqui". Ahí es testigo de la forma en que familias enteras
    son desmembradas cruelmente, así como las confusiones que
    se daban al reclutar yaquis. Se llevaban a cualquier persona, aunque
    sólo estuviera pasando por ahí, no se hacían
    distinciones de otros grupos
    étnicos.

    Muchos de ellos ya eran trabajadores de familias a las que
    llevaban décadas ayudando en el campo, y a pesar de las
    suplicas que los patrones hacían por poder mantener
    aunque fuera a uno de ellos, hasta seguirlos era inútil.
    Las personas morían en el camino de semanas y eran
    enterrados entre ellos mismos, muchos niños
    quedaban huérfanos durante la travesía.

    Después de ser vendidos y comprados como muebles,
    pasaban a manos de sus amos, mal alimentados y enfermos muchos de
    ellos. Lo primero que vio al llegar fue como un yaqui era
    apaleado en una hacienda por la sola falta de no cumplir con la
    cantidad de trabajo del
    día.

    Al llegar a su destino los hacendados casaban a las mujeres
    con extraños para crear nuevas familias que produjeran
    más mano de obra, familias nuevas que podían ser
    vendidas después en mil pesos por persona. Las mujeres
    yaquis no podían evitar llorar ante la idea de regresar
    con sus familias al lugar de donde fueron arrancadas.

    Capítulo IV. Los esclavos contratados de Valle
    Nacional.

    Uno de los lugares más temidos del México de
    principios del
    siglo XX era la región tabacalera de Valle Nacional en
    el estado
    sureño de Oaxaca. Los esclavos que trabajaban en las
    haciendas tabacaleras eran gente era traída desde todos
    los puntos de la república ya fuera por medio de contratos falsos,
    por arresto policiaco o bien por secuestro
    descarado.

    Se enteró de otra forma de capturar esclavos, o peones.
    Para Valle Nacional había varios enganchadores que
    trabajaban para los dueños de estas haciendas, ellos
    estaban encargados de convencer a gente pobre de otras partes de
    la republica, prometiéndoles una gran paga y buena
    alimentación

    Al principio muchos de ellos llegan pensando que son
    trabajadores libres, pero en cuanto se les ocurre pedir que los
    dejen salir es cuando se dan cuenta de que son en realidad
    prisioneros. Los convencen de que tienen una deuda pendiente que
    solamente pueden pagar con trabajo.

    Las condiciones de trabajo, iguales para hombres, mujeres y
    niños, hacían que cualquier trabajador sólo
    aguantara de tres a cinco meses. Después de eso, cuando el
    agotamiento, el hambre y las palizas minaban su salud, los patrones se
    deshacían de ellos arrojándolos a los pantanos,
    donde eran devorados por los cocodrilos sin importar que
    estuvieran muertos o agonizantes.

    Capítulo V. En el valle de la
    muerte.

    Una vez más bajo el disfraz de un probable
    inversionista o comprador, Kenneth visita la región del
    Valle Nacional, en Oaxaca, haciéndose amigo de jefes y
    policías que jamás sospecharan que sus supuestos
    millones de dólares eran pura farsa.

    Logró observar la vida de los esclavos en las haciendas
    tabacaleras, y confirmó los rumores de algo que al
    principio no hubiera podido creer. Valle Nacional era mucho peor
    que Yucatán. Llevar a alguien a la cárcel era la
    vía más fácil de hacer que terminaran
    trabajando en el esa zona de tabacaleras también conocida
    como "tierra
    caliente".

    El jefe político de Pachuca, por ejemplo, tenía
    un convenio donde recibía dinero por
    cada trabajador que les mandara. Los conseguía
    aprehendiéndolos en las calles, ya sea por delitos reales
    o imaginarios, hasta que forman un acuadrilla y se les
    envía hasta ahí. No importaba tampoco la edad, pues
    se podían conseguir incluso niños para la
    jornada.

    De ahí caían en manos de los dueños de
    las haciendas. En esos lugares se les dejaba morir a la
    intemperie y el que intentara escapar se veía con una
    serie de trabas que hacia mejor ni siquiera intentarlo. Se les
    aplicaban castigos en forma de tortura, colgándolos de los
    dedos, dejaban que una gotera golpeara las palmas de las manos y
    la cabeza hasta que esta los volvía locos.

    Capítulo VI. Los peones del campo y los pobres de la
    ciudad.

    En algunas partes se admite que hay esclavitud en
    México, pero nunca se hace responsable de ello el gobierno
    a pesar de que resulta difícil de creer que no pueda estar
    enterado del asunto tan bochornoso en que la tercera parte de la
    población esta involucrada.

    Si bien las condiciones de los trabajadores del campo durante
    el Porfiriato no
    eran para nada justas, la vida en las ciudades mexicanas de
    principios del siglo pasado no era mucho mejor. No había
    ciudad que en ese entonces pudiera considerarse civilizada. Era
    increíble ver como muchos vivían con las
    condiciones insalubres de los barrios pobres.

    Conoció los mesones, albergues baratos para gente de
    clase
    trabajadora donde pudo observar que por tres centavos se
    podía rentar un pedazo de suelo en una
    habitación para pasar la noche. En dicha habitación
    se podía llegar a alojar hasta doscientos huéspedes
    sin distinción de sexo,
    situación que originaba que varias de las muchachas que
    entraran fueran acosadas por los hombres.

    México tiene todos los recursos para ser
    una nación
    tan prospera como cualquier otra y no hay ninguna razón
    para que sufra de tantas carencias y pobreza
    extrema.

    Capítulo VII. El sistema de Díaz

    Tal vez no deba de culparse a Porfirio Díaz de que
    antes un peón pudiera tener su pequeña parcela y
    ahora no tenga nada, o de que la esclavitud se haya restablecido
    en México. Principalmente se debe culpar de la
    degradación mexicana al sistema de Díaz, ya que
    aunque él sea pieza angular de éste, existen otras
    personas que lo sostienen y sin las cuales todo se vendría
    abajo.

    Díaz encabezo tres rebeliones contra un gobierno
    pacifico que además había sido elegido
    popularmente, y en tres ocasiones se presentó como
    candidato a la presidencia. Desde entonces se demostró que
    el pueblo no lo quería como su mandatario. Después
    entro a la capital de la república con su ejército
    y se proclamó a sí mismo presidente.

    Ya que no se puede gobernar un país contra su voluntad,
    Díaz lo privó de sus libertades. El régimen
    de Díaz se puede entender como uno donde el pueblo
    mexicano está controlado a la fuerza.
    Arreglando elecciones, interviniendo en la prensa, con la
    fuerza militar a su servicio y los fondos mal distribuidos, fue
    capaz de crear una farsa de su gobierno.

    Durante este tiempo prácticamente arrebató las
    tierras mexicanas a su pueblo que se veía desprotegido y
    se las entregó a extranjeros a cambio de
    dinero que no se vería utilizado en el bienestar del
    pueblo.

    Capítulo VII. Elementos represivos del
    régimen de Díaz.

    Para el gobierno de Díaz era de suma importancia contar
    con un elevado número de soldados, policías y
    rurales que se encargaran de poner orden entre la aterrorizada
    población.

    Se secuestraba gente para enviarla a trabajar a las haciendas
    y eliminaban a quienes se atrevían a criticar ese sistema
    inhumano de vida. Los poderes gubernamentales, a parte del
    ejecutivo, no eran más que el puro nombre y sombra de
    ellos. Ya no existía ningún puesto de
    elección popular, así era como hasta el mismo
    presidente se reelegía en varias ocasiones por una
    unanimidad que sólo podía darse ya que se encargaba
    de eliminar a todo adversario.

    Aquella perfecta dictadura no se había llevado a cabo
    sin lucha, muchos asesinatos tuvieron que presentarse y se
    seguían dando. Un sistema tan inhumano de opresión
    dictatorial no podía existir sin los elementos necesarios
    de intimidación a la población. El ejército
    era cinco veces más grande que antes, a pesar de que eran
    tiempos de paz. Se reforzaba internamente y no en la frontera,
    obviamente preparado para una revolución interna
    (más cercana que el pretexto de la invasión
    extranjera).

    Existían varias maneras de reprimir al pueblo mexicano,
    aunque siempre con violencia. La
    cuerda nacional, era el ejército; los rurales, eran la
    policía montada y la acordada, era una organización secreta de asesinos. Las
    principales prisiones del país en esa época, todas
    al doble de su capacidad, estaban en condiciones tan insalubres
    que tan sólo a los tres días de ingresar se
    contagiaban de varias enfermedades.

    Capítulo IX. La destrucción de los partidos
    de oposición.

    Muchos patriotas mexicanos murieron por tratar de sacar a su
    pueblo de la esclavitud. Durante el gobierno de Díaz los
    mexicanos seguían muriendo, pero ahora por causa del
    régimen inhumano al que eran sometidos.

    A través del ejército, los rurales, la
    policía secreta, y la acordada, intimidaban a la
    población eliminando a todo aquel que se atreviera a
    criticar o quejarse de su régimen o simplemente se
    dedicaban a secuestrarlos para llevarlos a trabajar en las
    haciendas y explotarlos como a los otros esclavos. La
    población vivía en constante temor.

    También eran aprehendidas y eliminadas aquellas
    personas que secretamente hacían reuniones con la gente
    que no estaba de acuerdo con el régimen porfirista, e
    intentaban formar algún tipo de agrupación o crear
    partidos
    políticos para tratar de derrocar a Porfirio
    Díaz

    México no gozaba en realidad de libertad
    política,
    todo eran promesas. Hubo importantes movimientos de
    oposición terminados de manera fatídica como en la
    matanza de Veracruz, y las misteriosas muertes de sus opositores
    electorales. "Mátalos en caliente" era su dictado.

    Capítulo X. La octava elección de Díaz
    por "unanimidad".

    La campaña presidencial del Presidente Díaz, con
    su octava "elección por unanimidad" fue seguida por los
    periódicos del país. A pesar de que estos estaban
    controlados por el mismo presidente y mucha de la información era manejada a su favor,
    narraban varios incidentes injustos que seguramente fueron peores
    de lo que decían, o podían decir.

    Durante la campaña el presidente anuncio en una
    entrevista que
    por ningún motivo consentiría en aceptar un nuevo
    periodo y que cualquier partido de oposición que se
    presentara seria tomado como un bien. Para él, nuestro
    país por fin estaba listo para una elección y
    cambio de gobierno.

    No hubo llamado a las armas o
    revolución en ninguna forma. El partido Demócrata
    de oposición fue creado en una atmósfera de respeto. Pero en
    cuanto comenzó a tener popularidad, el Gral. Díaz
    actuó para destruirlo. Procedió contra los
    militares y expulsó de sus escuelas a estudiantes,
    cualquiera que apoyara a Reyes o se expresara contra Díaz
    era acallado. Pronto los jefes del movimiento
    democrático sufrieron persecuciones y encarcelamientos por
    crímenes dudosos.

    El día de las elecciones había soldados
    vigilando las casillas, manteniendo una amenaza contra quien se
    atreviera a votar contra Díaz y Corral. El conteo fue una
    mera formalidad para anunciar que México había
    elegido a Díaz "casi por unanimidad".

    Capítulo XI. Cuatro huelgas mexicanas.

    Aunque hubo muchos acontecimientos que mancharon de sangre las manos
    de Porfirio Díaz, las huelgas de Cananea, en Sonora, y
    Río Blanco, en Veracruz, fueron los hechos más
    horribles de represión y de injusticia que se conozcan no
    solamente en México, sino en el mundo entero.

    La fábrica de textiles de Río Blanco no contaba
    con reglamentos contra el trabajo de menores,
    indemnización ni salario justo.
    Trabajaban en condiciones casi suicidas expuestos a
    químicos que deterioraban su salud. Literalmente no
    tenían derechos. Incluso
    así, la fabrica recibía pleno apoyo por parte del
    gobierno.

    Aparte de estas carencias, los empleados tenían que
    pagas dos pesos a la semana por albergue y recibían como
    salario cupones que solamente podían ser canjeados en
    tiendas que les cobraban casi el doble por artículo. De
    esa manera la empresa
    recuperaba su dinero, y mantenía a los inconformes
    obreros.

    Bajo estas condiciones era de pensarse que los trabajadores
    con justas razón terminarían por rebelarse.
    Después del transcurso cuatro huelgas que se dieron por
    los mismos motivos de tratos indignos, el estado
    ordenó la masacre inmisericorde del pueblo trabajador
    solamente por haberse atrevido a reclamar sus derechos.

    Capítulo XII. Críticas y
    comprobaciones.

    Después de la publicación de los primeros cinco
    capítulos de este libro en
    The American Magazine, Kenneth recibió una gran
    repuesta en cartas abiertas
    en otros periódicos o dirigidas personalmente.

    No todas están cartas lo apoyaban. Le fueron entregados
    documentos de
    personas que comprobaban sus investigaciones y
    aumentaban lo que quería dar a conocer. El resto de las
    cartas lo acusaban de difamador y exagerado, la mayoría
    venía de parte de estadounidenses que utilizaban el
    sistema mexicano para su beneficio y se sentían demasiado
    cómodos con éste como para dejar que fuera
    desacreditado.

    Trataban de describir a México suavizándolo de
    los horrores del sistema esclavista. De cualquier manera, muchos
    de ellos caían en contradicciones o terminaban por admitir
    parte de las afirmaciones.

    Capítulo XIII. El contubernio de Díaz con la
    prensa norteamericana.

    La influencia que el Presidente Díaz tenía sobre
    la prensa de estados unidos estaba basada en intereses mutuos. La
    situación en revistas al igual que libros es que
    muy pocos se atreven a criticar el gobierno de Díaz,
    mientras la gran mayoría lo alaban de manera
    exagerada.

    Pocas defensas hacia el libro de México Bárbaro
    se han hecho públicas en las revistas norteamericanas,
    pero se han apresurado las publicaciones muchos otros libros
    llenos de halagos hacia Díaz, e incluso se han suprimido
    impresiones de aquellos pocos tirajes que lo critican.

    Tal es el caso de El Egipto
    Americano, que a los seis meses de llegas a Estados Unidos era
    imposible conseguir una copia, aunque solamente mencionaba en
    alguna parte el esclavismo en
    Yucatán. Mientras muchas de las revistas pertenecen al
    Ferrocarril Sudpacífico y otras a los intereses de Wall
    Street, todas se unifican en alabanza a Díaz. Y es que
    tanto la Southern Pacific Railroad Co. como Wall Street se
    interesan en la explotación de México a su
    favor.

    Capítulo XIV. Los socios norteamericanos de
    Díaz.

    Se podría denominar a los Estados Unidos como socios
    por conveniencia en la esclavitud mexicana. Después de
    medio siglo de haber liberado a sus esclavos negros, se vuelve un
    esclavista en país extranjero. Todo esto tiene un provecho
    para Estados Unidos. Al estar a favor del régimen en
    México, se vuelven un factor importante para que
    éste continúe. De esa manera se dan asociaciones en
    negocios y
    alianzas que terminan por convertir a México en una
    "colonia esclava de Estados Unidos"

    La asociación del capital norteamericano con el
    Presidente Díaz, no sólo pone a los trabajadores
    esclavos a disposición de los capitalistas, sino que
    también les permite utilizar el sistema de peonaje y
    mantener a los asalariados en el nivel mas bajo de subsistencia.
    Es por eso que los Estados Unidos habrían de intervenir en
    el supuesto de una revolución contra Díaz, ya lo
    habían hecho aplastando los primeros síntomas de
    una revolución hasta que ésta asumiera mayor
    gravedad.

    Capítulo XV. La persecución norteamericana de
    los enemigos de Díaz.

    Dada esta unión entre norteamericanos y Porfirio
    Díaz, existen muchos casos en los que para exterminar a
    los enemigos de Díaz que se han refugiado en Estados
    Unidos, los funcionarios públicos hacen aun lado todos los
    principios respetados por siglos para permitir su captura por
    mercenarios.

    Incluso permitiéndole el uso de sus tropas para que
    Díaz pudiera vengarse de algunos de sus enemigos, Estados
    Unidos ayuda a ahogar un movimiento que desde mucho antes pudo
    haber adquirido la fuerza suficiente para regresarle a
    México su soberanía y libertad. Díaz
    mantenía en Estados Unidos a espías y mercenarios
    bajo el falso título de cónsules, provistos del
    dinero suficiente para sobornar a funcionarios norteamericanos,
    suprimir periódicos, encarcelar a sus directores y
    perseguir a cualquiera.

    Capítulo XVI. La
    personalidad de Porfirio Díaz.

    Muchos norteamericanos tienen la idea de que, en persona,
    Porfirio Díaz es una muy buena persona. Pueden
    atribuírsele grandes actos; pero si ha detenido el
    progreso de una nación entera, la historia no debe
    absolverlo de este delito. Lo que
    cuentan no son las pequeñas virtudes o defectos, sino el
    saldo.

    Considerando el concepto de criminalidad, y puesto que fue el
    dictador con más poder en ese tiempo, Porfirio Díaz
    debería ser llamado el criminal más grande de la
    época. Aun así es comprensible la concepción
    casi unánime que los norteamericanos tienen de su personalidad,
    no han tenido la posibilidad de juzgar por si mismos siendo
    más fácil seguir lo que otras personas dicen de
    él.

    Porfirio Díaz es en verdad un hombre
    sorprendente y debe ser un genio en algunos aspectos, sin embargo
    se le puede atribuir el retrazo de México en muchos
    aspectos, con una paz fingida y a punta de pistola. Puede que sea
    un ser generoso en cuanto a los amigos más cercanos, pero
    al hacerlo exhibo un desprecio hacia en bienestar
    público.

    Capítulo XVII. El pueblo mexicano.

    Finaliza la obra discutiendo los argumentos que los
    norteamericanos suelen usar para defender el sistema mexicano.
    Dicen que el mexicano, por su etnología, no es apto para
    ser tratado de otra manera, no está listo para la
    democracia, y la única manera de que sean de algún
    provecho es esclavizándolos.

    Es verdad que la mayoría del pueblo era iletrado; pero
    eso no significa que fuesen estúpidos. En realidad, los
    mexicanos tienen más fuertes tendencias artísticas
    y literarias que los norteamericanos y menor inclinación
    hacia el comercio y la
    mecánica. La falta de educación del pueblo
    mexicano no se debe a una inteligencia
    menor a la promedio, sino a las condiciones de pobreza que los
    obligan a trabajar desde pequeños y dejar a la educación como
    algo secundario.

    1.3
    Conclusión

    México Bárbaro es una obra donde se exponen
    temas que si bien en su época lograron estremecer a muchos
    mexicanos al igual que extranjeros, hoy en día
    todavía puede ser comparado con la realidad del
    país.

    Me parece muy interesante como normalmente reaccionamos
    enérgicamente ante las críticas extranjeras hechas
    hacia nuestro país, sobre todo si estas vienen de un
    norteamericano. Aun así, estas narraciones logran hacernos
    reflexionar sobre la decadencia de un país que por
    momentos ni siquiera parece ser el nuestro, aquel que creemos
    conocer.

    Kenneth presenta un México tan bárbaro en su
    obra, que resulta en principio un viaje difícil de seguir;
    pero que sin duda cautiva y nos mantiene enganchados ya sea por
    el morbo y la curiosidad o por el interés
    que genera.

    Tales relatos no se comparan con las reseñas
    históricas y documentos donde se pueden encontrar los
    aspectos de injusticia en esta época, aunque suavizados y
    puestos en comparación con el superávit alcanzado
    por nuestro país durante el porfiriato. Ninguno tan
    impresionante como el de Kennet Turner.

    A pesar de ser vivencias personales con pasajes
    conmovedores, logra mantener precisión en los lamentables
    datos de la
    realidad mexicana. Es posible que muchas de las escenas hayan
    sido adornadas quizás con el fin de causar una mayor
    impresión dramática, aun así expone sus
    ideas de manera que las podemos adoptar en un proceso casi
    inconsciente.

    Podríamos decir que la temática obra
    continuará siendo controversial a pesar de los
    años, ya que temas como la injusticia en el campo laboral, y la
    corrupción
    de los sistemas de
    gobierno, siempre estarán presentes.

    Catalina Rocha

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