Trabajo práctico de
Lengua
"Aureliano no pudo moverse. No porque lo
hubiera paralizado el estupor, sino porque en aquel instante
prodigioso se le revelaron las claves definitivas de
Melquíades, y vio el epígrafe de los pergaminos
perfectamente ordenado en el tiempo y
espacio de los hombres… Aureliano no había sido
más lúcido en ningún acto de su vida…
porque entonces sabía que en los pergaminos de
Melquíades estaba escrito su destino.
Era la historia de la familia,
escrita por Melquíades hasta en sus detalles más
triviales, con cien años de
anticipación.
Sin embargo, antes de llegar al verso
final ya había comprendido que no saldría
jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de
los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el
viento y desterrada de la memoria de
los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de
descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era
irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes
condenadas a cien años
de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre
la
tierra."
Gabriel García
Márquez
Cien años de soledad,
1967.
Aquí nos vemos, realizando esta suerte de
ensayo y una
pregunta nos aterra: ¿cómo vencer el miedo a la
hoja en blanco?
Las respuestas son pocas, las dudas muchas, pero los
ánimos no nos dejan decaer, ¡podemos
comenzar!
Y en este momento, hablar de un personaje (creemos
nosotros) de gran importancia en semejante historia, como lo es
"Cien años de soledad", es necesario decirle a aquellos
lectores de este material que no prejuzguen la capacidad de sus
autores, porque así como tenemos muy poca experiencia,
poseemos una excelente profesora y mentes capaces y
creativas.
Pero volvamos al tema que nos atañe. En este
trabajo
hablaremos acerca de Aureliano Babilonia, un personaje realmente
excelente, otra obra maestra de nuestro estimado Gabriel García
Márquez. Con él presentaremos nuestras
opiniones, pensamientos y planteos acerca de su valor en la
historia y de la importancia que juega en ella; así
también como su personalidad y
sentimientos.
¿Quién es Aureliano? ¿Por
qué es él quien descubre el significado de los
pergaminos y no otro? ¿Qué significado tiene esto
en el relato? Todas estas preguntas (y ojalá muchas
más) deseamos responderlas a continuación y si nos
lo permiten, de la mejor manera posible.
Aquí es necesario hacer un paréntesis para
expresar que, si bien hay otros personajes de gran relevancia en
la historia, es Aureliano Babilonia quien se lleva los laureles.
Es él, quien, con su genio, descubre el significado de los
escritos de Melquíades. En una palabra es el lector
perfecto de García Márquez; el final de la
historia, signado por la destrucción, sería vano
sin su participación. Tenemos el deber de decirles que
Aureliano da el giro final e inesperado al relato, con él
se cumple la profecía de Melquíades.
Esperamos francamente que esta obra sea del agrado del
lector y que disfrute, aprenda y valore al libro y su
autor, gracias a ella. ¡Adelante, entonces!
"El primero de la estirpe está
amarrado en un árbol
y al último se lo están
comiendo las hormigas."
La vida de Aureliano comienza y termina signada por la
desgracia. Él, hijo de Renata Remedios Buendía
(Meme) y Mauricio Babilonia, es considerado una desgracia por su
misma abuela, Fernanda del Carpio.
Aureliano fue el fruto inesperado de la relación
furtiva entre estos dos jóvenes. Citando al propio
Márquez:
"Se llamaba Mauricio Babilonia. Había nacido y
crecido en Macondo, y era aprendiz de mecánico en los
talleres de la compañía bananera. Meme lo
había conocido por casualidad una tarde en que fue
(…) a buscar el automóvil para dar un paseo por las
plantaciones.
Como el chofer estaba enfermo, lo encargaron a él
de conducirlas (…) y no volvió a ver a Mauricio
Babilonia en varios meses. Más tarde había de
recordar que durante el paseo le llamó la atención su belleza varonil, salvo la
brutalidad de las manos (…) El primer sábado en que
fue al cine con su
padre, volvió a ver a Mauricio Babilonia, (…) y
advirtió que él se desinteresaba de la
película para volverse a mirarla, (…) Mauricio
Babilonia se acercó a saludar a Aureliano Segundo, y
sólo entonces se enteró Meme que se
conocían…" 1
Aquí el autor nos hace una pequeña
descripción de lo que era Mauricio
Babilonia, y por lo visto, la masculinidad de su presencia y
actitudes
habían seducido de alguna forma a la joven Meme.
Además, contaba con cierta aprobación por parte de
su padre, quien ya lo conocía. De esta manera, Meme
dejó de molestarse por cierta actitud
altanera de parte de Mauricio. A pesar de sus ilusiones, su
madre, Fernanda del Carpio, habría de signar al pobre
(pero digno) Mauricio con una marca de
denigración. Franca y llanamente lo despreciaba pues no lo
consideraba digno de su hija. Es posible agregar algunas
líneas del propio autor acerca de la percepción
de Fernanda con respecto a Mauricio:
"(…) Fernanda reconoció la voz del
hombre que fue
a visitarla. Era joven, cetrino, con unos ojos oscuros y
melancólicos que no la habrían sorprendido tanto si
hubiera conocido a los gitanos, y un aire de
ensueño que a cualquier mujer de corazón
menos rígido le hubiera bastado para entender los motivos
de su hija. Vestía de lino muy usado, con zapatos
defendidos desesperadamente con cortezas superpuestas de blanco
de zinc, y llevaba en la mano un canotier comprado el
último sábado.
1_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 341.
A Fernanda, sin embargo, le bastó el verlo una
vez para intuir su condición de menestral. Se dio cuenta
de que llevaba puesta su única muda de los domingos, y que
debajo de la camisa tenía la piel carcomida
por la sarna de la compañía bananera. No le
permitió hablar. No le permitió siquiera pasar de
la puerta que un momento después tuvo que cerrar porque la
casa estaba llena de mariposas amarillas.
– Lárguese – le dijo – . Nada tiene que
venir a buscar entre la gente decente." 2
En este punto es de real importancia destacar la
apreciación tan despreciable que tenía Fernanda
sobre Mauricio. Es esta la causa de aquel amorío
efusivo, prohibido que protagonizan él y Meme. Las
verdaderas intenciones de Meme no se reflejan en la misma, pero
dejan entrever (además de las pasiones que Mauricio le
despertaba) un anhelo por quebrar la rigidez impuesta por su
madre. Es una especie de rasgo innato, evidentemente parte de
la
personalidad de su padre, Aureliano Segundo. Renata Remedios
es una joven aturdida por los reclamos y reprimendas de su madre.
Luego de haber soñado con Mauricio, le indignó el
saber que no soportaba más sin verlo y ansiaba con todo su
ser estar a solas con él. Era una especie de placer y, a
la vez, rabia. Rabia por saber que él se había
percatado de sus sentimientos y esto significó una
apreciación para el progreso de su relación. De
hecho, el mismo Mauricio le dejó una carta junto con
un presente. En ella le decía que la esperaba en el cine,
luego de ese encuentro nada volvió a ser lo mismo. Si nos
referimos al libro:
"Se volvió loca por él. Perdió el
sueño y el apetito, y se hundió tan profundamente
en la soledad, que hasta su padre se le convirtió en un
estorbo. Elaboró un intrincado enredo de compromisos
falsos para desorientar a Fernanda, perdió de vista a sus
amigas, saltó por encima de los convencionalismos para
verse con Mauricio Babilonia, a cualquier hora y en cualquier
parte. (…)
Se entregó a Mauricio Babilonia sin resistencia, sin
pudor, sin formalismos, y con una vocación tan fluida y
una intuición tan sabia, que un hombre más suspicaz
que el suyo hubiera podido confundirlas con una acendrada
experiencia." 3
Hasta aquí resulta evidente la actitud pasional
de Meme para con su amante Mauricio. No es simple expresarlo,
pero aquel sujeto estaba marcado por la desgracia. Siempre,
estuviera donde estuviera, fuera donde fuera, estaba
constantemente rodeado por una nube de mariposas amarillas. Estos
insectos son un signo nefasto de su catástrofe, son una
premonición atormentadora que revuela la cabeza y los
sentimientos tanto de Mauricio como de Meme, ya que ella
está ligada
2_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 340.
3_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 345, 347.
a él por su vínculo pasional. Esta
relación no terminaría bien (como lo hemos
mencionado anteriormente) y así lo relata García
Márquez:
"Lo único que intrigó a Úrsula
después de casi dos meses de castigo, fue que Meme no se
bañara a la mañana, (…) sino a las siete de
la noche. (…) Las mariposas amarillas invadían la
casa desde el atardecer. Todas las noches, al regresar del
baño, Meme encontraba a Fernanda desesperada, matando
mariposas con la bomba de insecticida. <<Esto es una
desgracia>>, decía. <<Toda la vida me contaron
que las mariposas nocturnas llaman la mala suerte. >> Una
noche, mientras Meme estaba en el baño, Fernanda
entró en su dormitorio por casualidad, y había
tantas mariposas que apenas se podía respirar.
Agarró cualquier trapo para espantarlas, y el
corazón se le heló de pavor al relacionar los
baños nocturnos de su hija con las cataplasmas de mostaza
que rodaron por el suelo.
No esperó un momento oportuno, como lo hizo la
primera vez. Al día siguiente invitó a almorzar al
nuevo alcalde, (…) y le pidió que estableciera una
guardia nocturna en el traspatio, porque tenía la
impresión de que se estaban robando las
gallinas.
Esa noche, la guardia derribó a Mauricio
Babilonia cuando levantaba las tejas para entrar en el
baño donde Meme lo esperaba, desnuda y temblando de amor
entre los alacranes y las mariposas, como lo había hecho
casi todas las noches de los últimos meses. Un proyectil
incrustado en la columna vertebral lo redujo a cama por el resto
de su vida.
Murió de viejo en la soledad, sin un quejido, sin
una protesta, sin una sola tentativa de infidencia, atormentado
por los recuerdos y por las mariposas amarillas que no le
concedieron un instante de paz, y públicamente repudiado
como ladrón de gallinas." 4
Creemos que la cita anterior es más que
suficiente para terminar de describir lo fatídico de la
relación entre estos jóvenes. Una vez más,
la familia
Buendía es marcada por la desgracia; otra vez un amor
incomprendido; otra vez pasiones prohibidas. Pero, ¿es
acaso el destino de la familia o tal vez el accionar represivo de
Fernanda el causante de todo esto? La respuesta puede ser tanto
una como otra; lo importante es que ya en este tiempo, Aureliano
Babilonia había sido concebido y todos estos hechos
afectaban directamente su destino. Para mal o para bien, aquellos
sucesos comenzaban a marcar características de lo que
sería su personalidad.
A nuestro parecer, hasta aquí se ha brindado al
lector la información y el análisis necesario para comprender lo que
sigue a continuación. Es apremiante en este instante
hablar con la voz del propio Márquez acerca de la llegada
de Aureliano a la familia Buendía:
"Aún no estaban de acuerdo el caluroso
miércoles en que llamó a la puerta de la
casa
4_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 348, 349.
una monja anciana que llevaba una canastilla colgada del
brazo. (…) tenía instrucciones de
entregársela personalmente, y bajo la reserva más
estricta, a Doña Fernanda del Carpio de Buendía.
Era el hijo de Meme. El antiguo director espiritual de Fernanda
le explicaba en una carta que había nacido dos meses
antes, y que se habían permitido bautizarlo con el nombre
de Aureliano, como su abuelo, porque la madre no despegó
sus labios para expresar su voluntad. Fernanda se sublevó
íntimamente contra aquella burla del destino, pero tuvo
fuerzas para disimularlo delante de la monja.
– Diremos que lo encontramos flotando en la canastilla
– sonrió.
– No se lo creerá nadie – dijo la
monja.
– Si se lo creyeron a las Sagradas Escrituras –
replicó Fernanda – , no veo por qué no han de
creérmelo a mí. (…)
Fernanda (…) lamentó que se hubiera
desechado la costumbre medieval de ahorcar al mensajero de malas
noticias."
5
Tras este relato podemos percibir en el pensamiento de
Fernanda una verdadera aberración por ese bebé que
había llegado para (según ella) arruinarle la vida
y convertirse en un estorbo. Es así como la familia recibe
a este nuevo e inocente integrante, es así como
continúan afectando su desarrollo con
sus actitudes despreciables y despreciativas, es así como
(y bien lo entienden los profesionales de la psiquis) marcan a
fuego, características en el esta criatura que ni el mejor
psicólogo podrá quitarle. Esas
características son las que lo convertirán (como
veremos más adelante) en aquel ser tan introvertido (cual
si fuera el Coronel Aureliano) que se encerraba en el laboratorio de
Melquíades a descifrar sus manuscritos. Son esos hechos
los que, junto a otros, lo moldearán como un amante
totalmente apasionado que cometía incesto con su
tía; y son estos hechos los que le permitirán
poseer un pensamiento ajeno a las circunstancias, tan ejercitado,
que fue capaz de ordenar y traducir los pergaminos del sabio
gitano.
Por otra parte, al año del arribo de Aureliano a
la casa Buendía, se produce la gran tragedia de Macondo en
la que los soldados matan a casi tres mil personas. Todos estos
hechos desastrosos fueron presenciados por José Arcadio
Segundo, que gracias a su suerte pudo escapar. Para su desgracia,
nadie le creyó en ese entonces ni nunca en su vida, por lo
que no se supo si en realidad pasó. Aquí es preciso
analizar la significación de este fenómeno narrado
por Márquez. Según lo que opinamos, el autor en
este segmento quiere expresarnos esa mala costumbre de los
dirigentes latinoamericanos, que provocaban exterminios y nunca
había testigos (o a los que habían visto todo los
consideraban locos, por lo que no les causaba mayor
problema).
5_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 357, 358.
Es una verdad cultural que el propio Gabriel nos
está escribiendo, una constante de desapariciones masivas
por conveniencia, o por temor a sublevaciones. Pero no nos
desviemos del tema que nos atañe; es hora de que veamos
como relata García Márquez la niñez de
Aureliano Babilonia:
"Llovió cuatro años, once meses y dos
días. (…) Fue por esos días que en un
descuido de Fernanda apareció en el corredor el
pequeño Aureliano, y su abuelo conoció el secreto
de su identidad. Le
cortó el pelo, lo vistió, le enseñó a
perderle el miedo a la gente, y muy pronto se vio que era un
legítimo Aureliano Buendía, con sus pómulos
altos, su mirada de asombro y su aire solitario. (…) Para
Amaranta Úrsula, que ya había mudado los dientes,
el sobrino fue como un juguete escurridizo que la consoló
del tedio de la
lluvia. (…) Amaranta Úrsula y el pequeño
Aureliano habrían de recordar el diluvio como una
época feliz. A pesar del rigor de Fernanda, chapaleaban en
los pantanos del patio, cazaban lagartos para descuartizarlos y
jugaban a envenenar la sopa echándole polvo de alas de
mariposas en los descuidos de Santa Sofía de la Piedad.
Úrsula era su juguete más entretenido."
6
Podemos observar que durante esta etapa, la niñez
de Aureliano (a pesar de estar marcada por el anonimato de su
identidad) fue una experiencia realmente feliz. Es preciso
destacar que sus juegos con
Amaranta Úrsula eran los de cualquier niño
común, por lo que no podemos entender el porqué de
su personalidad si no nos remitimos al libro. Bien lo dice
García Márquez que una vez que la familia supo de
su existencia, se convirtió en un verdadero Aureliano, con
su carácter reservado, solitario y de mirada
curiosa. Para entender un poco mejor la evolución del personaje, leamos un poco el
libro:
"(…) y el pequeño Aureliano se iba
volviendo esquivo y ensimismado a medida que se acercaba a la
pubertad.
(…) el propio Aureliano parecía preferir el
encierro y la soledad, y no revelaba la menor malicia por conocer
el mundo que empezaba en la puerta de la calle. Cuando
Úrsula hizo abrir el cuarto de Melquíades,
él se dio a rondarlo, a curiosear por la puerta entornada,
y nadie supo en qué momento terminó vinculado a
José Arcadio Segundo por un afecto
recíproco.
(…) a pesar de que todo el mundo lo tenía
por loco, José Arcadio Segundo era en aquel tiempo el
habitante más lúcido de la casa.
Enseñó al pequeño Aureliano a leer y a
escribir, lo inició en el estudio de los pergaminos, y le
inculcó una interpretación tan personal de lo
que significó para Macondo la compañía
bananera, que muchos años después, cuando Aureliano
se incorporara al mundo, había que pensarse que contaba
una versión alucinada, porque era radicalmente contraria a
la que los historiadores
habían admitido, y consagrado en los textos
escolares. (…)
6_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 390.
Ambos descubrieron al mismo tiempo que allí
siempre era marzo y siempre era lunes, y entonces comprendieron
que José Arcadio Buendía no estaba tan loco como
contaba la familia, sino que era el único que había
dispuesto de bastante lucidez para vislumbrar la verdad de que
también el tiempo sufría tropiezos y accidentes, y
podía por tanto astillarse y dejar en un cuarto una
fracción eternizada." 7
En este fragmento observamos una relación muy
particular entre José Arcadio Segundo (tío abuelo
de Aureliano) y Aureliano Babilonia. Ésta
contribuirá a afianzar su personalidad y forjar lo que
serán sus características de interpretador que le
valdrán el desciframiento de los pergaminos. Es gracias a
su mentor que podrá aprender a leer, a escribir, y se
sumergirá en el estudio de los escritos de
Melquíades.
Por esos tiempos, Aureliano Segundo terminó de
reunir el dinero
suficiente y envió a Amaranta Úrsula a estudiar a
Bruselas. De esta manera, la fiel tía de Aureliano se va
por años, hasta que se reencuentran en la centenaria casa
por última vez.
Con Aureliano ya hecho un adolescente, podemos leer
extractos del autor acerca de su vida en la casa
Buendía:
"Aureliano no abandonó en mucho tiempo el cuarto
de Melquíades. Se aprendió de memoria la
leyendas
fantásticas del libro desencuadernado, la síntesis
de los estudios de Hermann, el tullido; los apuntes sobre
la ciencia
demonológica, las claves de la piedra filosofal, las
Centurias de Nostradamus y sus investigaciones
sobre la peste, de modo que llegó a la adolescencia
sin saber nada de su tiempo, pero con los conocimientos
básicos del hombre medieval." 8
Leyendo este fragmento nos damos cuenta de que, cual si
fuera el Coronel Aureliano, el pequeño Babilonia,
seguía los pasos de su antecesor, e iba bien encaminado ya
que se pasaba todo el día dentro del cuarto de
Melquíades. Para probarlo, leamos estas
líneas:
"A cualquier hora que entrara en el cuarto, Santa
Sofía de la Piedad lo encontraba absorto en la lectura.
(…) Santa Sofía de la Piedad creía que
Aureliano hablaba solo. En realidad, conversaba con
Melquíades. Un mediodía ardiente, poco
después de la muerte de
los gemelos, vio contra la reverberación de la ventana al
anciano lúgubre con el sombrero de alas de cuervo, como la
materialización de un recuerdo que estaba en su memoria
desde mucho antes de nacer.
Aureliano había terminado de clasificar el
alfabeto de los pergaminos. Así que cuando
Melquíades le preguntó si había
descubierto en qué lengua estaban
escritos, él no vaciló para contestar.
7_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 414 – 416.
8_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 423.
– En sánscrito – dijo."
9
Luego de este breve tramo de la novela,
podemos observar que Aureliano estaba abocado total y solamente a
los pergaminos de Melquíades, no le importaba otra cosa.
Cual si fuera el Coronel, se tomaba una taza de café
sin azúcar
(que solícitamente le preparaba Santa Sofía de la
Piedad), apenas comía y descuidaba su presencia,
sólo Santa Sofía lo dejaba presentable
recortándole el pelo, sacándole las liendres y los
piojos. En una palabra, se había aislado del mundo para
descifrar los escritos a toda costa. Veamos cómo lo
expresa el autor:
"Aureliano avanzaba en los estudios del
sánscrito, mientras Melquíades iba
haciéndose cada vez menos asiduo y más lejano,
esfumándose en la claridad radiante del mediodía.
La última vez que Aureliano lo sintió era apenas
una presencia invisible que murmuraba: <<He muerto de
fiebre en los
médanos de Singapur. >> El cuarto se hizo entonces
vulnerable al polvo, al calor, al
comején, a las hormigas coloradas, a las polillas que
habían de convertir en aserrín la sabiduría
de los libros y los
pergaminos." 10
Aquí vemos que la presencia de Melquíades
desaparece y Aureliano comienza a valerse por sus propios
medios para
traducir los escritos. Cabe acotar que Melquíades le
comunica que los escritos no podrán ser descifrados hasta
que pasaran cien años de haberlos escrito.
Un buen día Santa Sofía de la Piedad,
cansada, vieja y harta de pelear sola contra el destino
irrevocable de destrucción de la casa, se marchó y
dejó solos a Fernanda y Aureliano. Éstos dos, no se
relacionaban para nada, cada uno (valga la redundancia)
vivía su soledad solo y sin contactarse con la vida normal
del pueblo. Pero leamos un poco más sobre los avances de
Aureliano:
"(…) Aureliano consiguió traducir el
primer pliego. No fue una labor inútil, pero
constituía apenas un primer paso en un camino cuya
longitud era imposible prever, porque el texto en
castellano no
significaba nada: eran versos cifrados."11
Como vemos, Aureliano consigue descifrar una parte de
los escritos, pero están codificados, por lo que de manera
irrevocable debe salir al mundo exterior para buscar las herramientas
necesarias para llevar a cabo su labor. De esta manera, comienza
a relacionarse con la gente de la ciudad, comienza a vivir lo que
es la vida de la ciudad, conoce a
los jóvenes que serán sus
compañeros de estudios y razonamiento. Conoce,
además, al viejo dueño de la librería, quien
será su proveedor de material de estudio. Será una
especie de libro abierto en el que Aureliano se sumergirá
hasta encontrar el significado mismo de los escritos.
9_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 424.
10_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 425.
11_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 431, 432.
Durante esta etapa regresa a casa José Arcadio
desde Roma. Vuelve
convertido en un homosexual que vive su vida de noche y que (al
igual que Fernanda) no se relaciona de ninguna manera con
Aureliano. Es otro personaje que pasa su existencia en soledad
dentro de la novela.
Este personaje tan atormentado y avergonzado por sus
propias actitudes de decadencia, terminará
suicidándose en la alberca donde solía darse sus
baños. A la muerte de
éste, Aureliano se da realmente cuenta de cómo
había comenzado a quererlo. Durante todo ese tiempo no se
había apartado de los pergaminos y continuaba con la ardua
tarea de su traducción. Pero la llegada de Amaranta
Úrsula cambió el rumbo de su vida. Veamos como lo
relata García Márquez:
"Amaranta Úrsula regresó con los primeros
ángeles de Diciembre, empujada por brisas de velero,
llevando al esposo amarrado por el cuello con un cordel de seda.
Apareció sin ningún anuncio, con un vestido
color de
marfil, un hilo de perlas que le daba casi a las rodillas,
sortijas de esmeraldas y topacios, y el cabello redondo y liso
rematado en las orejas con puntas de golondrinas.
(…)
Ni siquiera se permitió un día de descanso
al cabo del largo viaje. (…), y emprendió una nueva
restauración de la casa. (…)
Nunca se vio en la casa a nadie con mejor humor a toda
hora y en cualquier circunstancia, ni a nadie más
dispuesto a cantar y bailar, y a tirar en la basura las
cosas y las costumbres revenidas. De un escobazo acabó con
los recuerdos funerarios y los montones de cherembecos
inútiles y aparatos de superstición que se
apelotonaban en los rincones, y lo único que
conservó, por gratitud a Ursula, fue el daguerrotipo de
remedios en la sala." 12
Como podemos observar, la llegada de Amaranta Ursula
revolucionó toda la casa y la vida de Aureliano Babilonia.
Su personalidad tan moderna y espontánea hizo de los
embarazosos momentos de éste una experiencia relajante,
según Márquez:
"Era tan espontánea, tan emancipada, con un
espíritu tan moderno y libre, que Aureliano no supo que
hacer con el cuerpo cuando la vio llegar. <<
¡Qué bárbaro!>>, gritó ella,
feliz, con los brazos abiertos. << ¡Miren como ha
crecido mi adorado antropófago!>>."
13
12_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 448, 449.
13_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 449.
Para Aureliano Babilonia significó un cambio de
rutina que no pudo resistir. Amaranta Ursula le cambió su
guardarropa y le enseñó los bailes de moda; hasta lo
sacaba fuera de la casa cuando no salía del cuarto de
Melquíades por mucho tiempo.
La llegada de Amaranta Ursula, en pocas palabras, fue
como la reaparición de una cabeza visible, dinámica y activa al frente de la casa
Buendía. Su belleza provocativa era casi la de Remedios la
bella y su personalidad incansable se asemejaba a
Ursula.
El matrimonio
integrado por Amaranta Ursula y Gastón trató de
integrar a Aureliano Babilonia a la vida familiar. Gastón
se pasaba algunas tardes al lado de Aureliano tratando de crear
algún tipo de relación, pero ya lo dice el
autor:
"Tanto a Gastón como a su esposa les
habría gustado incorporarlo a la vida familiar, pero
Aureliano era hombre hermético, con una nube de misterio
que el tiempo iba haciendo más denso."
14
Pero a pesar de esto Aureliano salía más
asiduamente y Amaranta Ursula el había asignado una suma
de dinero para
gastos
personales. Se hizo visitante más común de la
librería del viejo catalán y comenzó a
constituirse una biblioteca tan
bien provista que daba envidia. Al parecer, compraba estos libros
más para comprobar que sus conocimientos eran correctos
que para estudiarlos.
A su vez, comenzó a frecuentar a la prostituta
Nigromante, quien, cuando comenzaba a hacerse ilusiones de amor,
recibió de boca de Aureliano Babilonia la noticia de su
pasión reprimida por Amaranta Ursula.
Por otra parte, la importante traducción de los
manuscritos iba por buen camino: Aureliano había aprendido
el sánscrito, el inglés,
el francés y un poco de latín y griego.
Por esa época, Gastón ya tenía
planificado su proyecto de la
compañía aérea, por lo que su alejamiento de
Amaranta Ursula era más grande.
Una tarde, luego de que se bañara Amaranta
Ursula, Aureliano entró furtivamente a su cuarto y
allí la amó por primera vez. A partir de ese
entonces, la denigración de la estirpe Buendía
alcanza límites
impensables. El incesto cometido por Aureliano Babilonia y
Amaranta Ursula (sobrino y tía respectivamente)
tendrá consecuencias ya advertidas cien años antes
a José Arcadio y Ursula.
La pasión desenfrenada de Amaranta y Aureliano se
consume de a poco y se transforma realmente en un amor hermoso,
del que obtendrán el fruto amargo de su
destrucción. Leamos este fragmento:
14_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 455.
"Cuando murió Pilar Ternera estaban esperando un
hijo. (…) Sobrevivían de milagro.
(…)
Atormentados por la certidumbre de que era hermano de su
mujer, Aureliano se dio una escapada a la casa cural para buscar
en los archivos
rezumantes y apolillados alguna pista de su filiación."
15
De esta manera vivían resignados a la vida
apacible en la pobreza de
manera admirable, como lo dice Márquez:
"A medida que avanzaba el embarazo se
iban convirtiendo en un ser único, se integraban cada vez
más en la soledad de una casa a la que solo le
hacía falta un último soplo para derrumbarse. Se
habían reducido a un espacio esencial, (…) donde
vislumbraron los encantos del amor sedentario, (…) donde
Amaranta Ursula se sentaba a tejer botitas y sombreritos de
recién nacido, y Aureliano a contestar las cartas
ocasionales del sabio catalán. El resto de la casa se
rindió al asedio tenaz de la destrucción."
16
Luego de estos hechos llegamos al tramo final, al cierre
con broche de oro de la
historia, leamos:
"Un domingo, a las seis de la tarde, Amaranta Ursula
sintió los apremios del parto. La
sonriente comadrona de las muchachitas que se acostaban por
hambre la hizo subir en la mesa del comedor, se le
acaballó en el vientre y la maltrató con galopes
cerriles hasta que sus gritos fueron acallados por los berridos
de un varón formidable.
A través de las lágrimas, Amaranta Ursula
vio que era un Buendía de los grandes, macizo y
voluntarioso como los José Arcadios, con los ojos abiertos
y clarividentes de los Aurelianos, y predispuesto para empezar la
estirpe otra vez por el principio y purificarla de sus vicios
perniciosos y su vocación solitaria, porque era el
único en un siglo que había sido engendrado con
amor. (…)
Solo cuando lo voltearon boca abajo, se dieron cuenta de
que tenía algo más que el resto de los hombres, y
se inclinaron para examinarlo. Era una cola de cerdo.
No se alarmaron. Aureliano y Amaranta Ursula no
conocían el precedente familiar, ni recordaban las
pavorosas admoniciones de Ursula, y la comadrona acabó de
tranquilizarlos con la suposición de que aquella cola
inútil podía cortarse cuando el niño mudara
los dientes. Luego no tuvieron ocasión de volver a pensar
en eso, porque Amaranta Ursula se desangraba en un manantial
incontenible. Trataron de socorrerla con apósitos de
telaraña y apelmazamientos de ceniza, pero era como querer
segar un surtidor con las manos.
15_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 484 – 486.
16_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 487.
En las primeras horas, ella hacía esfuerzos por
conservar el buen humor. Le tomaba la mano al asustado Aureliano,
y le suplicaba que no se preocupara, que la gente como ella no
estaba hecha para morirse contra la voluntad y se reventaba de
risa con los recursos
truculentos de la comadrona.
Pero a medida que a Aureliano lo abandonaban las
esperanzas, ella se iba haciendo menos visible, como si la
estuvieran borrando de la luz, hasta que se
hundió en el sopor. En la tarde, (…) supieron que
estaba muerta porque el caudal se agotó sin auxilios, y se
afiló el perfil, y los verdugones de la cara se le
desvanecieron en una aurora de alabastro, y volvió a
sonreír." 17
Luego de la muerte de su mujer, Aureliano queda
totalmente destruido y en una borrachera de tristeza incontenible
se encontró con la situación desconocida que lo
llevó a la cúspide de su conocimiento.
Leamos este último fragmento:
"Al amanecer, después de un sueño torpe y
breve, Aureliano recobró la conciencia de su
dolor de cabeza. Abrió los ojos y se acordó del
niño.
No lo encontró en la canastilla. Al primer
impacto experimentó una deflagración de
alegría, creyendo que Amaranta Ursula había
despertado de la muerte para ocuparse del niño. Pero el
cadáver era un promontorio de piedras bajo la manta.
(…)
Se derrumbó en el mecedor, (…) y en aquel
relámpago de lucidez tuvo la conciencia de que era incapaz
de resistir sobre su alma el peso
abrumador de tanto pasado. (…) Y entonces vio al
niño. Era un pellejo hinchado y reseco, que todas las
hormigas del mundo iban arrastrando trabajosamente hacia su
madriguera por el sendero de piedras del
jardín.
Aureliano no pudo moverse. No porque lo hubiera
paralizado el estupor, sino porque en aquel instante prodigioso
se le revelaron las claves definitivas de Melquíades, y
vio el epígrafe de los pergaminos perfectamente ordenado
en el tiempo y el espacio de los hombres: El primero de la
estirpe esta amarrado en un árbol y al último se lo
están comiendo las hormigas.
Aureliano no había sido más lúcido
en ningún acto de su vida (…) porque entonces
sabía que en los pergaminos de Melquíades estaba
escrito su destino. Los encontró intactos (…) y
allí mismo, de pie, sin la menor dificultad, como si
hubieran estado
escritos en castellano (…), empezó a descifrarlos
en voz alta. Era la historia de la familia, escrita por
Melquíades hasta en sus detalles más triviales, con
cien años de anticipación. (…)
Solo entonces descubrió que Amaranta Ursula no
era su hermana, sino su tía (…) Macondo era ya un
pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la
cólera
del huracán bíblico, cuando Aureliano (…)
empezó a descifrar el instante que estaba viviendo,
descifrándolo a medida que lo vivía,
profetizándose a si mismo en el acto de descifrar la
última página de los pergaminos, como si se
estuviera viendo en un espejo hablado. (…)
17_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 489, 490.
Sin embargo, antes de llegar al verso final ya
había comprendido que no saldría jamás de
ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o
los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada
de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano
Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo
escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre,
porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no
tenían una segunda oportunidad sobre la tierra."
18
Este es el final. Esta es la confirmación del
Aureliano Babilonia como descifrador y profeta de Macondo. Esta
es la reafirmación de la desgracia familiar como principio
y fin. Son estos los cien años de soledad de los
Buendía.
Es aquí cuando Aureliano Babilonia se convierte
en el alter ego de Melquíades. Si Melquíades es el
vidente de la tragedia Buendía, Aureliano Babilonia es
quien la vive, profetiza y finaliza.
Como Melquíades relata la historia completa, es
decir, el libro, Aureliano Babilonia es también el lector
perfecto de García Márquez. Es el elegido, el
designado (quien sabe sino por Melquíades) para terminar
con la estirpe.
El es el personaje supremo de la historia. No es posible
expresar la genialidad de Gabriel García Márquez al
crear una novela tan espectacular que ha logrado atrapar a
lectores de todo el mundo durante casi cuarenta
años.
Millones de ejemplares de "Cien años de soledad"
leídos en todas las lenguas y el premio Nobel de literatura coronando una
obra magnífica, son la más palpable
demostración de que la aventura fabulosa de la familia
Buendía, con sus milagros, fantasías, obsesiones,
tragedias, incestos, adulterios, rebeldías,
descubrimientos y condenas, representa al mismo tiempo el
mito y la
historia, la tragedia y el amor del
mundo entero.
18_ García Márquez, G, 2003, Cien
años de soledad, Argentina, Editorial Sudamericana,
Colección De Bolsillo, Pág. 492, 493,
495.
No es fácil realizar una conclusión de un
trabajo así, pero merece la pena el decir que hemos puesto
nuestros mejores esfuerzos en él, y creemos y esperamos
satisfaga sus expectativas.
Nuestra tesis es
válida. Aureliano Babilonia es el lector perfecto de
García Márquez y nos enorgullecemos en decir que
todo este trabajo es nuestro. No nos basamos en ningún
otro para realizarlo. Es el resultado de la unión de tres
mentes ávidas, creativas y jóvenes, que, sumadas al
conocimiento brindado por una profesora excelente han dado sus
frutos. Es por eso que no mencionamos ninguna bibliografía.
Reiteramos nuevamente el agradecimiento a Ud. Y le
decimos que sin la ayuda de mis padres (Folco) no
hubiéramos podido realizar este ensayo.
Nuestro más ferviente deseo es que cumpla con sus
requerimientos y que nuestra dedicación se vea
recompensada, tal como Aureliano obtuvo la recompensa a su
perseverancia (no del mismo tipo, por
supuesto).
Hugo Gerardo Agüero
Guillermo Víctor Caula
Gabriel Hernán Folco
Fecha: 19 de Noviembre de
2004