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Reseñas sobre: "Ensayo sobre la Lucidez" de José Saramago y otros



    1. Datos biográficos del
      Autor
    2. Resumen de la Novela dando cuenta
      de la comprensión y la conceptualización
      presentada en el mismo
    3. Opinión y crítica
      personal

    1.)
    Reseña de Ensayo sobre la Lucidez de José
    Saramago.

    1.1) Datos
    biográficos del Autor.

    José Saramago, el autor del libro
    Ensayo sobre la Lucidez, nació en Portugal en el
    año de 1922. En resumidas cuentas es
    "novelista, poeta, autor de teatro y
    periodista", del Partido Comunista Portugués es miembro,
    en su profesión de periodista y novelista sufrió
    censura en la Dictadura de
    Salazar, al cabo que también fue perseguido por dicha
    dictadura.

    En 1974 la revolución
    de los claveles logró que Portugal se enfrascara en el
    sistema
    democrática, y José Saramago se unió a dicha
    revolución. Su profesión de periodista la desempeño en el Diario de Noticias de
    Lisboa, en donde también fue redactor y director. En
    algunas épocas del año reside, en la actualidad, en
    Lisboa, Capital de
    Portugal, y en otras épocas traslada su residencia las
    islas Canarias, específicamente en la Isla española
    de Lanzarote. En el año de 1998, José Saramago,
    recibe el premio Nóbel de Literatura, claro
    después de haber recibido un gran número de premios
    en distintas ciudades Europeas. Es característico este
    premio Nóbel, en tanto que es el primer premio
    Nóbel que recibe un escritor en lengua
    portuguesa. Ha escrito numerosas novelas, aunque
    no las citaré, si es curioso que aparezcan algunas
    referencias, en Ensayo sobre la Lucidez, de otra de sus
    obras titulada Ensayo sobre la Ceguera.

    1.2) Resumen de
    la Novela
    dando cuenta de la comprensión y la
    conceptualización presentada en el mismo.

    La novela se
    desarrolla en la Capital de un determinado país, que no se
    identifica plenamente, pero el narrador, antes del discurso que
    ofreció el Señor Presidente, de dicho país,
    aclara el lugar geográfico donde se desenvuelve la trama,
    que es Portugal y su Capital.

    Una vez hecha esta aclaración, vale comenzar
    exponiendo los sucesos primigenios del relato.

    En un día tormentoso, por efecto de las lluvias
    torrenciales y no por el proceso
    electoral, se celebran elecciones municipales en todo el
    país; es un día con una inclemencia
    climática que se extendió desde las horas de la
    mañana, hasta largas horas de la tarde.

    Un día especial, en todo caso, pues era la fecha
    en que el pueblo iba hacer ejercicio de sus derechos electorales
    (poder elegir y
    ser elegido), como todo pueblo democrático, en donde es
    permitido votar por el partido de la Derecha (pdd), o por el del
    medio (pdm), o si se prefiere por el de la izquierda (pdi), o en
    blanco. Así las cosas toda parecía armónico,
    excepto por las lluvias torrenciales que obligaron a los
    ciudadanos a resguardarse en las casas, impidiéndole el
    ejercicio de sus Derecho electorales.

    La novela comienza relatando la situación de
    preocupación que se vivía en la mesa 14 de
    votación, lugar donde los jurados de la mesa, con su
    respectivo presidente, llegaron a tiempo,
    aún cuando las lluvias caían sin compasión,
    para abrir la mesa electoral y permitir el inicio de la
    votación de las personas inscritas en dicha mesa, pero la
    ausencia de electores, tal vez a causa de la lluvia, era muy
    preocupante.

    El presidente comunicó la ausencia de electores
    al poder electoral, pero en la conversación, tal como
    puede indagarse, llegaron a la conclusión de que la
    ausencia de electores se debía al fenómeno
    climático.

    En la mesa electoral número 14 la tensión
    fue aumentado al pasar el tiempo; el narrador muestra la
    inconformidad de los personajes con la fecha de elecciones, pues
    para ellos, conociendo el mal tiempo, se debió aplazar las
    elecciones una semana mas. En todo caso, la tensión
    empezó a liberarse cuando llegó el primer elector,
    pues este hecho hizo desplegar una sonrisa en el presidente de la
    mesa, es así como se relata este hecho:

    "Casi una hora después
    entró el primer elector. Contra la expectativa general y
    para desaliento del vocal de la puerta, era un desconocido.
    Dejó el paraguas escurriendo en la entrada de la sala y,
    cubierto por una capa de plástico
    lustrosa por el agua,
    calzando botas de goma, avanzó hacia la mesa. El
    presidente se levantó con una sonrisa en los labios,
    este elector, hombre de
    edad avanzada, pero todavía robusto, anunciaba el
    regreso a la normalidad, a la habitual fila de cumplidores
    ciudadanos que avanzan lentamente, sin impaciencia, consciente,
    como dijo el delegado del pdd, de la transcendente importancia
    de estas elecciones municipales. El hombre le
    entregó al presidente su carnet de identidad y
    el documento que lo acreditaba como elector, éste
    anunció con voz vibrante, casi feliz, el número
    del carnet y el nombre de su poseedor,…"

    Por cuenta gota fueron llegando cada uno de los
    electores, iban votando sin ningún desorden,
    pues, fila alguna que estorbe, ni se hallaba ni se
    manifestaba. Visto no puede negarse, que al contrario del
    torrente, que del cielo caía, los electores
    aparecían con malicia o, tal vez,
    maestría, uno a uno
    votarían.

    La noche, ni corta ni perezosa, llegó, no por
    cansancio de "lucero mayor", mas bien deseosa de las resultas de
    las urnas, no repletas, pero un tanto grávidas. Alguna que
    otra fililla "avanzaba con la lentitud del caracol", dando por
    terminada la votación, los votos inmigraban de la urnas
    sin mortificación alguna, y la hesitación
    comenzó cuando el resultado se publicó:

    "Los votos válidos no llegaban al
    veinticinco por ciento, distribuidos entre el partido de la
    derecha, trece por ciento, partido del medio, nueve por ciento,
    y partido de la izquierda, dos y medio por ciento.
    Poquísimos los votos nulos, poquísimas las
    abstenciones. Todos los otros, más del setenta por
    ciento de la totalidad, estaban en blanco."

    "Oh si de … la abnegación es
    mucha", pero la preocupación del gobierno iba mas
    haya de una simple abnegación, que el clima estuviese
    no muy deseable, no borra el setenta y más por ciento de
    votos en blanco. Tal vez, para el gobierno, era mejor repetir las
    elecciones y esperar que el pueblo votase ordinariamente por sus
    partidos.

    Pero para no correr riesgos se
    desplegó, como una marea de hormigas, agentes para buscar
    los sospechosos de las resultas de la primera votación, no
    vaya a ser que se repitan éstas. No quiere ello decir, que
    en la primera votación, los agentes no hayan sido
    desplegados, sólo que para la votación que viene, o
    lo que es lo mismo: la repetición de la repetidera, el
    objetivo
    establecido, ellos, ya lo tienen. Es menester a los sospechosos
    encontrarlos.

    Así fue como la fantasmagórica ofensiva
    del gobierno se concentro en los alrededores de las mesas de
    votación. Allí carros llegaban, en busca de una
    zona azul, o mejor diría micrófonos de
    última generación, escondidos en aparatos movidos
    generalmente por un motor de combustión interna, con placas
    particulares, de todos los colores, casi
    imperceptibles, grabando conversaciones de transeúntes
    distraídos. Grabando una, dos o tres frases, cualquier
    cosa que pudiera indicar a los responsables de semejante atentado
    contra la democracia,
    que valga su fluctuación fue un atentado
    democrático.

    Muy de cerca se seguía al sospechoso, unas tres o
    cuatro personas atrás en la fila se hallaba nuestro
    dichoso agente, una persona, sin
    hesitación alguna, hábil, con potentes oídos
    e implacable memoria, una vez
    el ladino, el charlatán, el parlanchín, el
    malicioso confabulador diera su nombre y número de
    identificación, al jurado de votación, nuestro
    agente iría a telefonear e informar los datos del
    conspirador en potencia, del
    blanquero.

    La inteligencia
    en proceso no vacilaba, ni dudaba, frente a cualquier
    afirmación sospechosa, era necesario identificar
    plenamente al ladino, al sospechoso. El complot debía ser
    desarticulado desde sus bases. Aunque mas ligera, pero
    insultante, habría sido que los agentes leyeran la mente
    de los electores.

    En todo caso, concluidas las votaciones y la
    inteligencia, los resultados se mostraron, no muy satisfactorios
    para algunos, pues la repetición de la repetidera
    había llegado a su clímax cuando los blanqueros
    repitieron la hazaña.

    El voto en blanco, o el ochenta y tres por ciento de los
    blanqueros reincidieron en aquella conducta dolosa y
    premeditada, en aquél comportamiento
    vilipendioso que estigmatizaba el sistema
    político democrático. El voto en blanco
    repuntó con un ochenta y tres por ciento de los votos
    totales.

    No hay duda de que es un complot, una
    conspiración, una maquinación de un mente brillante
    situada en lo mas oscuro y cálido del reino de las
    tinieblas, un ochenta y tres por ciento de votos en blanco fue el
    punto de inestabilidad, para el gobierno, del sistema
    político, para otros, tal vez de los
    políticos.

    Viendo la álgida situación, el gobierno
    pone en marcha planes de defensa. Defensa u ofensiva, palabras
    que no define la novela, no lo sé. El gobierno decide
    mandar interrogar a todos los sospechosos de la crisis
    democrática, del complot, dispone interrogar a los
    posibles blanqueros. Ello, claro, después de una acalorada
    discusión, no de los caballeros de la mesa redonda
    del Rey Arturo, sino del gabinete ministerial. El ministro de
    defensa era el mas perplejo, un ochenta y tres por ciento, puede
    que no sea debido a grupos
    anarquistas, pero es un atentado, para el ministro de defensa,
    terrorista. Finalizada esta palabra el ministro de justicia
    contradice al jefe de la cartera de defensa, y le corrige en la
    extensión de la palabra "terrorista".

    Puede verse en la susodicha novela que el ministro del
    Interior y de Defensa promovían la declaratoria del
    estado de
    sitio, a fin de tomar las riendas del sistema, mientras que el
    ministro de Justicia y Cultura
    auscultaban que la realidad sólo definía que eran
    unos cuantos votos.

    Frente a estas posiciones se decidió, por parte
    del gabinete, establecer, por unanimidad, la declaratoria del
    estado de sitio.

    Mas de quinientas personas pasan horas respondiendo a
    preguntas tediosas, repetitivas, que buscaban una única
    respuesta, no la verdad, sino la respuesta que se quería
    escuchar. Cada agente purga con cada pregunta el
    recóndito, en cada mente, plan del
    blanqueo.

    En una y otra ocasión no obtenía mas que
    comprensibles sustos de los entrevistados, quienes afirmaban que
    votaron, o por el pdd, o por el pdm, y algunos cinco sostuvieron
    que votaron por el pdi. Pero nadie el blanco voto
    depositó.

    Alguna muchacha, tal vez atractiva, que como cebo de
    elocuencia planteara mástil reto a su interrogador,
    deseó evidenciar la carencia de objetividad, siendo, ella
    misma, la inquisidora de suaves y angelicales preguntas. La
    inteligencia del Estado tiene agente tales, pero este poco
    próvido, pero muy dadivoso, cede al deseo de la dama. Se
    conecta a la máquina de la verdad, al detector de
    mentiras, la mujer, como
    toda mujer, lo mira,
    respira profundo conteniendo el aire por,
    aproximadamente, tres segundos, y dice con voz vibrante, firme y
    airosa: BLANCO.

    El pobre hombre, nuestro ágil y seguro agente es
    traicionado por su cardiaco sistema. Las agujas del detector se
    desbocan cual caballo brioso, tal vez algo de sudoración
    – en realidad no lo recuerdo, igual, que más da,
    quien quiera saber si el hombre sudaba o no pues que lea la
    novela -, y viene la inquisidora, no se si la mujer o la
    pregunta; "La mujer …, preguntó en un tono de voz suave,
    casi tierno, Dígame, por favor, si votó en blanco."
    Hay que imaginarse la respuesta. Ajajaja, aunque
    pensándolo bien, mejor imagínese la agujilla del
    detector de mentirillas.

    Al tanto de la situación, de los interrogatorios,
    el ministro del interior se encontraba, y mas temprano que tarde
    el primer ministro le cuestionaba: qué se sabe de la
    investigación, es un complot, son
    anarquistas, quienes tuvieron la desfachatez de realizar
    semejante atentado democrático contra la democracia?;
    pregunta, en razonable natura, que iba descendiendo de
    escalón en la jerarquía mando-obediencia del
    Estado, el Ministro del Interior hacía la pregunta, la
    susodicha, al Director de la Policía Secreta, éste
    a sus asesores, y al final a los investigadores. Cual la
    respuesta, cual la repuesta, y en efecto respuesta ha de haber, o
    acaso el dinero que
    a los investigadores les paga el Estado no
    es para resultados obtener?, claro que hay respuesta, Pues
    entonces déjese de rodeos y responda, hay complot?, si,
    pero no, Explíquese, no hay pruebas.

    Lo que de manera natural baja, vuelve, también a
    subir, las respuestas subían de escaño en la
    jerarquía mando-obediencia. Diría el señor
    Ministro del Interior: no señor Primer Ministro,
    todavía no se sabe nada, aún no hay
    pruebas.

    La discusión en la mesa redonda seguía, y
    quien más quien menos, todos ya tenían la
    solución, en el inconsciente, pero sólo el
    Presidente pudo expresarla. Si la ciudad esta sitiada, y los
    enemigos están dentro de la ciudad, y el gobierno
    está dentro de la ciudad, hay que salir de ésta y
    dar con el paradero de los enemigos del sistema
    democrático, con los blanqueros.

    Cómo diría algún ministro, dejar a
    la Capital, abandonarla a su deriva. No, la Capital, como puede
    percibirse, se ha abandonado ella misma. De la Capital salieron
    las esferas del alto y medio gobierno, la policía y la
    secreta (o privada), no quedo alma alguna
    que representara al gobierno mas que el propio Alcalde de la
    Capital, pues éste, aunque elegido por el pueblo, no
    pierde su calidad de agente
    del gobierno.

    Extraña proeza, la salida, otros dirían,
    la huida, de la Capital, a las tres de la mañana, la
    comitiva prudencial no olvido nada, tan así el presencial
    temor salvó su honor. A medida que avanzaban, y se
    alejaban, la pesadumbres arrollada mostraba, su rocinante,
    rimbombante y elegante, su lobreguez y motriz salida.

    Que ni el temor se olvido, y mas se alimentaba al vivaz
    resuello de los swish de los bombillos. En las casas, a
    medida que pasaban o escapaban, encendidas se ponían las
    lamparillas y bombillas, no sin antes advertir el nugatorio
    trajín, aunque atentatorio, tramé buco alguno
    pensó en el tortuoso camino de asomar el perfil por el
    cristal.

    Mas tormentoso que asomarse a las ventanas para ver al
    gobierno salir de Capital, fue la misma proeza de salir. Y ya en
    los noticieros algún Darío Arizmendi anunciaba lo
    sabido. La CAPITAL ahora la capital, el gobierno se ha ido, y se
    espera alocución presidencial:

    "Os hablo con el corazón
    en la mano, os hablo roto de dolor de un alejamiento
    incomprensible, … pero lo que no podréis decir nunca
    es que la culpa la tienen estos a quienes la voluntad popular,
    libremente expresada en sucesivas, pacíficas y leales
    disputas democráticas, confió los destinos de la
    nación … No os quejéis de
    nosotros, quejaos ante vosotros mismos, … Durante siglos y
    siglos fuisteis la cabeza del país y orgullo de la
    nación, … Habéis traicionado
    la memoria
    de vuestros antepasados, he ahí la dura verdad que
    atormentará … Tal vez penséis, ilusoriamente,
    que , entregados a vuestro albedrío y a vuestros libres
    caprichos, seréis capaces de organizaros mejor y mejor
    defender vuestras vidas de lo que a su favor hicieron los
    métodos
    antiguos y las antiguas leyes. Terrible
    equívoco el vuestro. … Votar en blanco es un Derecho
    irrenunciable, … Volveréis a verme y a oírme el
    día que hayáis merecido el perdón que, a
    pesar de todo, estamos inclinados a conceder, yo, vuestro
    presidente, el gobierno que elegisteis en mejores tiempos, y la
    parte sana y pura de nuestro pueblo, esa de la que en estos
    momentos no sois dignos. …"

    Algunos en la capital hacían fiesta, el gobierno
    se ha ido, pero otros mas cuerdos se preguntaban:
    ¿qué festejan? Si nisiquiera hay cuerpo policial,
    aunque está la empresa de
    recolección de basuras, ésta entró en
    huelga. El
    primer día y único de la huelga, las mujeres
    salieron a limpiar las aceras del frente de sus inmuebles. Al
    día siguiente, llegaron los trabajadores, aunque sin
    overol, y dijeron que el sindicato
    está en huelga, pero ellos no.

    La breve conversación entre el Ministro del
    Interior y el Alcalde propendía por que se reactivara la
    huelga, pero sin policías y sin ningún elemento
    coercitivo, mas que el verbo, cómo podía
    convencerse a los trabajadores para que volviesen a la huelga. El
    Alcalde ganó el debate pero
    con la clara advertencia de que aún es agente del
    gobierno.

    Esa misma tarde, cuando la ciudad parecía
    tranquila, sin ningún percance mayor de delincuencia,
    y con una brevísima ayuda de los bomberos en algún
    caso aislado, estando el Alcalde cenando, en un restaurante cerca
    de la estación norte del metro, estalla una bomba, que le
    deja algunas heridas en la cara. El Alcalde se dirige al lugar
    del suceso, la estación norte del metro, no se sabe
    cuantos muertos hay, las llamas son vivaces y abrazan
    inhumanamente.

    De inmediato llegan los bomberos, aunque antes de ellos
    ya se aparecen los noticieros, y rodean al Alcalde, lo rodean de
    hecho y de cuestionamientos. Se apagan las llamas, y que da
    ahora, el Alcalde no puede hacer mas; los bomberos se encargaron
    del asunto.

    Al día siguiente el Alcalde renuncia, ya no es
    mas Alcalde de la capital, claro sin antes telefonear al Ministro
    del Interior para preguntarle quién había mandado
    poner la bomba donde murieron 34 personas, aunque en las noticias
    apareciese el dato de 28; era una pregunta con ínfulas de
    insinuación. El Ministro del Interior lo entendió
    bien, y de nuevo le recordó que siendo el Alcalde de la
    capital, y miembro del pdd (el mismo partido que se encuentra en
    el gobierno) no era muy leal insinuar aquello de lo cual
    podría arrepentirse, respuesta, del Alcalde, que mas
    contundente no podía ser, al afirmar que él ya no
    era Alcalde de la Capital.

    El entierro de las víctimas fue conjunto, aunque
    muy laico, pues ninguna congregación religiosa
    quería untarse mucho de política, lo que
    sería evidente si se hubiese dirigido la misa de entierro,
    según el narrador.

    La mitad de la población marchaba rechazando el atentado
    en el metro, y la otra mitad, afirmó el presidente,
    está a punto de salir.

    Algunas familias de la capital, que vislumbraban la
    crisis, no sólo democrática, sino real, decidieron
    salir de la ciudad, aunque de antemano sabían que la
    ciudad estaba sitiada y que nadie podría salir, deciden,
    siendo solidarios con sus respectivos partidos (pdd y pdm),
    armar, o mejor desarmar, todo, empacar y trastear todo, tal como
    siguió del ejemplo del gobierno, por la madrugada, no a
    las tres de la mañana pero sí a las cuatro de la
    madrugada.

    Así una fila de cientos de carros se aglomeraron
    a las afueras de la ciudad, sin poder salir, pues la orden
    impartida, a las fuerzas armadas, fue no dejar pasar ni un alma.
    Por esta razón, el Primer Ministro telefoneó al
    Presidente, quien decidió, en primera instancia, aceptar
    el paso de los vehículos, pues si aquellos son miembros de
    nuestro partido no sería malo dejarlos salir de la
    intempestiva ciudad. Así se acordó la orden, pero
    unos cinco minutos después el teléfono vuelve a sonar, de nuevo es el
    Primer Ministro, quien se inquieta si, por algún motivo,
    quienes pretender cruzar la frontera no
    son miembros del pdd y pdm, sino que son los blanqueros. Esto
    dejo pensando a los dos estadistas, hubo un silencia profundo,
    aunque se decidió, luego de pensar o no en el uso de las
    armas, que una
    alocución presidencial daría al traste con el
    escape de esas personas, que no se sabe si son votantes fieles, o
    blanqueros subversivos.

    Es así como, a las seis de la mañana,
    estando todas las radios, de los coches, encendidas y un
    helicóptero grabando y reportando la situación
    desde el aire, empieza la alocución, que tiene un final
    feliz, pues, desde el aire se observa, como el último
    vehículo dio media vuelta y retorna a la ciudad, y
    así cada uno de los vehículos. Salida triunfal del
    gobierno, salvo por cuanto que al entrar, el primer
    vehículo en la ciudad, fue atacado por los ciudadanos que
    no habían salido de la misma, casi una batalla campal se
    formó.

    Se deben tomar medidas que pongan freno a esta crisis,
    empezando porque la orden, del gobierno, de poner la bomba
    sólo tenía la pretensión de matar, por mucho
    a tres personas, no a todos los que murieron. En efecto se
    pensaban medidas como pasar, en próximas elecciones, los
    votos en blanco, proporcionalmente, a cada uno de los partidos,
    entre otras mas.

    Entre tanto, cuando no se avizoraba que rumbo
    podía tomar la novela, aparece que un hombre xx
    envió tres cartas, todas
    iguales, al Presidente, al Primer Ministro y al Ministro del
    Interior, indicando, y relatando, a algunas personas y hechos que
    podrían estar relacionados con el incidente de los
    blanqueros.

    El Presidente y el Primer Ministro discutieron la
    cuestión, la carta
    llegó a manos del Presidente, quien la leyó de
    inmediato, una vez finalizada la lectura
    llamó al Primer Ministro, quien hizo lo propio, perplejos
    se miraron, cuestionando aquél a éste: qué
    piensa?, el Primer Ministro convenció al Presidente de que
    no valía la pena iniciar una investigación en este
    asunto. Una carta donde se
    sindica que determinadas personas pueden estar involucradas con
    el democrático atentado de los blanqueros, no merece
    investigación, pues se alegan hechos ocurridos hace cuatro
    años, en donde hubo una epidemia de ceguera, media
    población se quedó ciega, entre ellas, las personas
    que se tratan en la carta, pero de éstas sólo una
    mujer no quedó ciega, y fue ella quien, tras varias
    acucias, pasando por el asesinato, logra liberar al grupo de
    ciegos de un hospitaloide. Una investigación de este
    talante traería problemas para
    la crisis actual, afirma el Primer Ministro, y convencido, el
    Presidente, asiente. Pero, claro no se pensara que no hay un
    pero, que ocurre si alguien se entera de la carta, sería
    terrible para el sistema democrático.

    Entre estos dos estadistas se decidió averiguar
    quien recibió la carta; no duro mucho esta
    averiguación, pues de inmediato la secretaria dio la
    información, el secretario había
    recibido la carta, y no sólo esto, sino que también
    la leyó. Ahora si sería grave, pues si este
    personaje cuenta algo, tal vez a su esposa, y ésta a su
    amiga, y esta no se sabe a quien, y todo se llega a saber la
    crisis, por efecto Doppler se agudizaría.

    Habrá que callar al secretario, no
    mandándolo al mundo celestial, hay que hablar con el
    Director de la Policía, pero aparece la objeción de
    que el propio Presidente se salta el conducto regular no
    informado de la situación al Ministro del Interior, y que
    tal si el Director de Policía le cuenta al susodicho
    Ministro. Hay que mantener la carta reservada, y la mejor manera
    es averiguar si el secretario, quien recibió la carta, es
    de entera confianza y no dirá nada al respecto, nisiquiera
    a su esposa. El secretario no tardo en llegar, y fue interrogado
    ampliamente, a la vez que sus respuestas fueron satisfactorias,
    pues convenció al Presidente y al Primer Ministro de su
    entera confianza.

    Una vez resuelta la situación sonó el
    teléfono, era nada mas y nada menos que el Ministro del
    Interior, habló con el Presidente y le dijo que:
    había llegado a su despacho una carta afirmando que un
    grupo de personas estaban relacionadas con los hechos del
    atentado democrático a la democracia, y que estaba,
    completamente, dispuesto a iniciar una
    investigación.

    No fue tarea fácil convencer al Presidente de que
    no iniciara una investigación, y menos sería
    fácil convencer al Ministro del Interior de lo mismo.
    Prácticamente era irremediable el inicio de la
    aludida.

    No fue difícil deducir que si había
    llegado una carta, dirigida al Presidente, y otra igual, dirigida
    al Ministro del Interior, también habría llegado
    otra dirigida al Primer Ministro, y en efecto así fue,
    pero el trámite de recepción de la misma no fue tan
    expedito que en los primeros despachos.

    Para llegar a cabo la aludida, hablo de la
    investigación, se nombraron a tres agentes de la
    policía secreta, un inspector (el Jefe), un comisario (el
    primer agente) y el segundo agente. Se les equipo con arma de
    dotación y un vehículo para los tres, tenían
    un apartamento, con fachada de empresa
    (providencial s.a. seguros y
    reaseguros), en el cual podían resguardarse los
    días que durase la investigación, y los gastos los
    sufragaría el Ministerio del Interior.

    Como es lógico, primero se iba a investigar al
    sujeto que envió las tres cartas, en ellas estaba su
    teléfono, dirección y correo
    electrónico, pero surgió la duda, entre los
    agentes, de cómo iniciar el interrogatorio, ello por
    cuanto que iniciar el interrogatorio bajo ofensiva pudo haber
    asustado o bloqueado al sujeto, y tal vez no diría todo lo
    que sabe.

    Los agentes decidieron iniciar la investigación
    de una forma amable y sin referirse, demasiado, al atentado
    democrático a la democracia, es decir, sin indagar muchos
    por los blanqueros. La estrategia que se
    adopto fue la de: preguntarle al hombre cuales habían sido
    los hechos que ocurrieron hace cuatro años, que se narran,
    ligeramente, en la carta, y averiguar cuales fueron los
    compañeros de éste en ese entonces.

    Así pues, se desarrolló el interrogatorio
    bajo lo lineamientos descritos, llegaron un sábado por la
    mañana, nuestros tres agentes y, el hombre que
    vivía cuarto piso, preguntó quien era, los agentes,
    una vez suelta la pregunta, se miraron, y el inspector
    afirmó que eran la policía, el hombre, con cierta
    alegría, responde que ya baja a abrir.

    Subieron los cuatro hombres al apartamento, el sujeto en
    cuestión solicitó un momento para terminar de
    arreglarse, específicamente para ponerse calzado, los
    agentes, en dicho intervalo, que no duró más de
    tres minutos, observaron la sala en la que estaban.

    Llegó el sujeto y afirmó que ya era hora
    que llegarán, los agentes asintieron y le manifestaron que
    venían por la carta que envió, al cabo que le
    preguntaban si habían enviado otra carta en
    cuestión a otra persona, el sujeto dijo, sonriente, si
    envié tres cartas al Presidente, al Primer Ministro y al
    Ministro del Interior, por si alguna de ellas se
    perdía.

    Empezó el interrogatorio, pero oh sorpresa la que
    se llevó el susodicho sujeto de la carta al ver, un tanto
    pasmado, que las preguntas se dirigían a averiguar los
    hechos que habían acaecido hace cuatro años, que en
    realidad no tienen mayor importancia, pero, y así lo
    pretendía el hombre, el interrogatorio debiendo dirigirse
    a hallar la relación de esos hechos con los
    acontecimientos de los subversivos blanqueros, tomo un rumbo, que
    puede decirse que fue histórico. El hombre atónico
    trató de responder, aunque no le preguntaran, cual era la
    relación entre los hechos acontecidos hace cuatro
    años con los blanqueros, pero los agentes, tratando de
    evitar éste tema, por estrategia interrogativa, no le
    permitieron continuar.

    El interrogatorio se centro, también por
    estrategia, en la averiguación de quienes conformaban
    grupo de personas que, el interrogado, había conocido hace
    cuatro años en los sucesos en cuestión. Al fin el
    sujeto interrogado manifestó que una de la personas que
    conformaba el grupo era su ex mujer, pero, y explicando lo
    sucedido, dijo que ella se habían separado por causa de
    los hechos en cuestión.

    Los agentes no comprendía, pero el sujeto, un
    tanto abatido, explicó que como las personas, que
    conformaban el grupo en cuestión, estaban todas ciegas,
    hace cuatro años, excepto una mujer, y recluidas en un
    hospitaloide de ciegos, los ciegos, ajenos al grupo,
    tenían toda la comida, y para que dieran comida
    exigían que las mujeres se acostaran con ellos. Unos de
    los agentes dijo de inmediato, y su mujer se acostó con
    ellos?, el hombre, sin poderlo mirar a la cara, respondió
    que ella estaba había estado debajo y eso el no lo pudo
    resistir; pero continuó el agente, un poco
    sarcástico, pero usted no comía el alimento que su
    mujer conseguía por estar debajo, el hombre no
    respondió.

    El hombre interrogado dijo que la mujer que no se
    había quedado ciega, era la esposa del oftalmólogo,
    y fue la que los ayudó a escapar de ese tenebroso lugar,
    ella asesinó a uno de los ciegos, al jefe, y ello los
    guió y alimentó, pues era la única que
    podía ver.

    Un agente preguntó si tenía alguna foto
    del grupo, el hombre respondió afirmativamente y se
    dirigió por ella, claro está que no fue
    sólo, pues, uno de los agentes lo acompaño mientras
    los otros dos esperaban. Los dos agentes que se quedaron el sala
    no percibieron nada extraño cuando llegaron el sujeto y el
    agente, que lo acompaño, con la foto. Aquellos se
    enteraron mucho tiempo después de que: el agente que
    acompaño al sujeto, para recoger la foto,
    desenvainó su arma, dejándole el seguro puesto, y
    la presionó contra el sujeto para que no se le fuera a
    olvidar en qué lugar había tenido la foto. El
    sujeto, como es de esperarse, encontró la foto en un
    santiamén, no porque el calibre del cañón,
    seguramente de una Beretta nueve milímetros o de una Cold
    45, le haya quedado marcada en la piel, sino,
    por el contrario, porque sabía perfectamente donde
    guardaba la foto, en principio.

    En la foto aparecían, con residuo de sonrisa, no
    mas de ocho seres, siete humanos y un mejor amigo, un can; de
    izquierda a Derecha eran: la mujer del oftalmólogo junto
    al mismo, el hombrecillo de la carta con su ex mujer, quien
    debajo de un ciego estuvo, violada y ultrajada, por poco de
    comida, seguía una meretriz, o al menos eso se pensaba,
    que en la foto sostenía, en su diestra mano, unas gafas
    negras, junto a ella estaba un viejo, ciego como todos, y con una
    venda negra que auscultaba, tal vez queratitis en residuos, el
    ojo izquierdo, quien después de los sucesos, y a falta de
    mucho tiempo, esponsales celebró con la hermosa meretriz,
    que ni se sabe si es una o la otra, por último un
    mozalbete que para la investigación poco o nada importa,
    junto a él la bestia cuadrúpeda forrado de un suave
    y esponjado pelo marrón, con hocico, casi tierno, pero no
    recomendable, era, en efecto, el can de la mujer del
    oftalmólogo.

    La colaboración del sujeto interrogado no
    llegó hasta la foto, pues suministró nombres,
    direcciones y teléfonos de todos los plasmados en la foto,
    claro, menos del infante. Los agentes se marcharon, el hombre
    quedó desconcertado, pues palabra alguna, para cuestionar
    la relación con los blanqueros, se
    mencionó.

    Al día siguiente, domingo, los agentes se
    dividirían el trabajo, el
    inspector iría a casa del oftalmólogo, para
    interrogar, en especial, a la mujer, el comisario iría a
    casa de la meretriz, que es la misma donde vive su viejo esposo
    con su venda negra, y por último, el segundo agente (el de
    más bajo rango) iría a cada de la ex mujer del
    hombre que envió la carta.

    Estaban convencidos, los agentes, que el hombre, que
    envió la carta, no les telefonearía, a los
    personajes de la foto, para informarlos de la
    investigación, pero tal vez los nuevos interrogados
    podrían telefonearse entre sí; para evitar eso, una
    comunicación entre los sospechosos, se
    coordinó, por parte de los tres agentes, la hora de las
    10:30 a.m. para tocar en cada una de las puertas de los
    sospechosos. Sospechosos de qué? Aún no se tiene
    idea.

    Así, pues, aconteció, salvo por que el
    inspector, después de dejar a cada uno de los otros
    agentes cerca del lugar de habitación de los sospechosos,
    se retraso y golpeó, no a las 10:30 a.m. sino a las 11:15
    a.m.

    La mujer del oftalmólogo, después de hacer
    pasar al inspector que era un hombre de unos 57 años de
    edad y, luego de ofrecerle una taza de café, y
    hechas preguntas muy concisas, respondió y confesó
    que ella había matado a un hombre, a un ciego, al jefe de
    los ciegos, que las había violado, a ella, a la ex mujer
    del hombre que envió la carta y a la meretriz (aunque no
    usó esta palabra); el asesinato fue con arma blanca, corto
    punzante, había introducido unas tijeras, no en el
    corazón del ciego, habría sido muy difícil,
    pues las mujeres no tienen tanta fuerza, aunque
    hay excepciones, sino que introdujo las tijeras en el cuello de
    la víctima, tal vez pensando en aquella gran vena, no la
    subclavia derecha, sino la yugular.

    Finalizado el interrogatorio, de forma abrupta, pues la
    mujer, a la defensiva, proyecto una
    ofensiva de preguntas, tales como: ¿si aquí en la
    capital la policía se fue para al gobierno le interesa
    investigar un crimen, del cual no pueden obtener, ni pruebas, mas
    que testimoniales, ni el arma del delito, ni el
    cuerpo de la víctima? Pregunta, precisamente no en estos
    términos, pero similar, que el inspector no quiso
    responden, no porque no quisiera, sino porque era incapaz, no
    habría una respuesta razonable para tan próvida
    pregunta.

    Los agentes se encontraron, luego de finiquitados los
    interrogatorios, en el apartamento de providencia s.a. seguros y
    reaseguros, intercambiaron las experiencias de los
    interrogatorios, cada uno dio su opinión, pero llegaron a
    la conclusión de que no había ninguna
    relación entre: los hechos ocurridos hace cuatro
    años y las el grupo de personas que interrogaron con el
    atentado democrático a la democracia, con el subversivo y
    maquinal voto en blanco, aunque su misión era
    encontrar la relación como fuese, así tuvieran que
    inventar las pruebas, en realidad no sólo era complicado
    dicha epopeya sino que era insultante para la
    profesión.

    Luego que el inspector entró en su cuarto, y
    después de despedirse de sus agentes, sonó el
    teléfono rojo. Este aparato hacía parte de una
    línea que estaba directamente comunicada con el inmueble,
    temporalmente ocupado, por el Ministerio del Interior. El
    inspector, quien es papagayo de mar, contesto, al otro lado de la
    bocina se encontraba albatros, mejor conocido como el Ministro
    del Interior. La conversación fue breve pero no muy
    confortante para el Ministro. Dentro de las muchas cosas que se
    tocaron, en la conversación, el Ministro se
    interesó en la foto, y le exigió a papagayo de mar
    que se la enviara. Para realizar el cometido, papagayo de mar
    debía encontrarse, a las nueve de la mañana, en el
    punto militar seis norte, y debía entregar la foto a un
    hombre detraje negro con pintas azules. El desconocido
    debía responde a un clave hablada. Dada la orden, por
    albatros, a papagayo de mar, se cortó la
    comunicación. No si antes reiterarle, albatros, que le
    iba ayudar con la investigación, y que no dudara de que
    los sospechosos tienen mucho que ver con el atentado
    democrático de los blanqueros.

    El inspector se levantó temprano al día
    siguiente, pero olvido preguntarle, al ministro del interior,
    donde quedaba el puesto seis norte, no había tiempo para
    llamar al ministro, y por lo pronto era menester sacar el mapa de
    la ciudad y tratar de encontrar el dichoso puesto seis norte. El
    inspector llegó a las 9:21 a.m. al puesto seis norte,
    allí se encontraba un hombre, con traje negro y pintas
    azules, que respondió a la clave hablada, y como era de
    esperarse se entregó el sobre contentivo de la
    foto.

    Seguidamente el inspector se dirigió a continuar
    el interrogatorio, que ayer había quedado inconcluso por
    causa de las airadas preguntas de la mujer del
    oftalmólogo. En dicho evento el inspector le
    comentó a la mujer, y a su marido, que el gobierno
    creía que ella y las personas de la foto eras las
    responsables del atentado democrático de los blanqueros.
    La mujer atónita no podía creerlo.

    Los otros dos agentes, mientras tanto, seguían a
    los otros sospechosos. Una vez finalizada la hazaña,
    llegaron al apartamento y a todos les parecía estar
    realizando una investigación sin sentido
    alguno.

    Papagayo de mar llamo, por el teléfono rojo, a
    albatros para informarle que él no considera que exista
    una relación entre: las personas investigadas y los
    sucesos de los blanqueros, y le solicita a albatros que lo
    aísle de la investigación. Albatros hace un
    último intento por convencer a papagayo de mar que
    está equivocado, pero ello es inútil. Albatros no
    ve mas camino que ordenarle a papagayo de mar que ordene a sus
    hombres ir al puesto seis norte mañana a las nueve de la
    mañana, pues allí los estará esperando un
    hombre con traje negro y pintas azules. Albatros también
    ordena, a papagayo de mar que se quede en el apartamento los
    cinco días iniciales que se dio como tiempo para la
    operación. Se cuelga el teléfono y el inspector
    sale, de la habitación, para informar a sus agentes lo que
    el Ministro del Interior le había ordenado. El inspector
    les solicita a sus agentes que, cuando los interroguen sobre la
    operación, digan toda la verdad de los interrogatorios
    hechos.

    Esa misma noche el inspector telefonea a casa de la
    mujer del oftalmólogo, habla con ella, y le pide que se
    vaya porque el ministro del interior decidió dar por
    terminada la investigación, pero no está seguro de
    que no hayan policías siguiéndola. La mujer un
    tanto asustada le agradece por haberla llamado, y se despiden
    cordialmente.

    El inspector, después de que se fueron sus
    agentes, sale y desayuna en un café, algo tranquilo, luego
    recorre la ciudad para matar el tiempo, y pasa por la calle donde
    vivía la mujer del oftalmólogo, se imagina que ya
    hay hombre (agentes) siguiéndola o esperando que salga, y,
    en efecto los identifica, sigue caminando hacia un parque cercano
    a dicha calle, y se sienta en un banco, es
    plácido estar allí, piensa el inspector, se respira
    un aire de tranquilidad. Luego suena un disparo que le ha
    entrado, al inspector, por el hueso occipital (esto me lo
    imaginé), quien ha disparado es el hombre de traje negro
    con pintas azules.

    Mas tarde la policía toca a la puerta del
    apartamento del oftalmólogo, enseguida abre la mujer de
    éste, los policías le solicitan que llame a su
    marido porque está detenido, la mujer pregunta porque, y
    los policías le recuerdan que la ciudad está en
    declaratoria de estado de sitio, y, por tanto, no están
    obligados a responder esa pregunta ni a mostrar orden de captura.
    El marido sale, la mujer quiere irse con él, pero los
    policías no le permiten que lo acompañe.

    Una vez ocurría aquello, el hombre de traje negro
    con pintas azules se ubicaba en la terraza del edificio del
    frente, y cuando la mujer salió, a la ventana, a tomar
    aire fresco, apenas posó sus manos sobre la fría
    baranda cuando se escucharon dos disparos, que le dieron a la
    mujer, ésta yace muerta en el piso, de inmediato el can
    empieza a ladrar, y se escucha otro disparo que calla al
    canino.

    Entre tanto dos ciegos caminan por la calle, y uno le
    pregunta al otro si escuchó algo, éste responde que
    sí, que fueron tres tiros, el último calló
    al can, y el otro ciego dice algo como: menos mal porque no me
    gusta escuchar a los perros
    aullando.

    1.3) opinión y
    crítica
    personal.

    La novela tiene elementos muy interesantes para realizar
    un análisis politológico. Aunque tiene
    elementos, que en mi humilde opinión, son marcadamente
    fantasiosos, gracias a éstos elementos puede desarrollar
    la trama de la novela.

    En la novela aparecen situaciones, que si se presentaran
    en la realidad, lo mas probable es que siguieran un rumbo
    distinto. La novela se alimenta de tramas, originadas por la
    desconfianza y falta de información de los personajes,
    aunque es agradable, e incluso chistosa, los relatos que muestra
    el autor, no puede negarse que a veces la novela se tornaba
    monótona.

    Esta monotonía se conjugaba con la rapidez con el
    autor avanzaba, que imprimía dinamismo a la novela, pero
    también dejaba muchas dudas, y claro, necesariamente,
    debían suplirse con la imaginación del lector. Tal
    vez por ello creo que las reseñas que realice cada lector,
    de la novela, serían muy diferentes, no en su contenido y
    trama general, pero sí dentro de su contenido
    específico.

    Creo que la novela es una fuente de información
    muy importante, al menos para la carrera de ciencia
    política, porque señala toda una serie de errores,
    de estadistas y servidores
    públicos de nivel medio, que entroniza la necesariedad de
    que las decisiones de alta y media política estén
    respaldadas por análisis de politólogos.

    Es decir, la novela evidencia los errores, en los que
    tal vez nadie incurriría si las decisiones, del Estado,
    estuvieran respaldadas en análisis mas profundos sobre las
    situaciones coyunturales. No quiero decir, que éstos
    análisis sean mas demorados o tediosos, sólo que
    para situaciones coyunturales, como estructurales, se requiere el
    consejo, para nada despreciable y en mayor medida realizable, de
    profesionales que estén enterados del sistema
    político en cuestión, y que tengan conocimiento
    de su características e insuficiencias, para, por lo
    menos, avizorar de manera superflua las consecuencias de
    determinadas decisiones.

    Lo que se evidencia en la novela, con la continuidad de
    errores tras errores, es la necesariedad de tecnificar las
    decisiones del Estado, aunque en alguna medida pueden estarlo, es
    irrebatible que las decisiones equívocas del gobierno, de
    la novela, constituyen una clara falta de información y
    una escasez de
    asesores para situaciones coyunturales.

    Aunque no puede negarse que la novela es completamente
    lógica,
    pero, y es algo paradójico, las consecuencias de aquel
    logicismo tal vez se constituyeron en ilógicas.

    Por otra parte, es claro que hay que establecer la cruda
    y real forma en que puede, en situaciones de alto riesgo, no me
    refiero a las de la novela, manifestarse la razón de
    Estado. Este concepto de:
    "razón de Estado" se muestra con real claridad en la
    novela, tal vez la causa que establece la novela es fantasiosa,
    pero lo que hay que extraer de la novela es la forma en que opera
    la razón de Estado, en donde no importa si una persona es
    inocente, o no, lo importantes es mantener la dignidad, en
    alto, del Estado y de sus gobernantes.

    La razón de Estado es aquella dignidad moral, que,
    aunque sólo sea en apariencias, debe proyectar una
    visión ejemplificante, a sus ciudadanos y a la comunidad
    internacional, de digno trato. Esta razón de Estado no es
    buena, pero tampoco es mala, sólo es el concepto de lo que
    se debe hacer en situaciones coyunturales, en donde el Estado
    debe salir lo mejor librado, aunque yo agregaría, en mi
    humilde opinión, que la razón de Estado
    debería tener presente los Derecho Humanos
    Fundamentales.

    Edgar Eduardo Manrique Muñoz

    Ponencia presentada al Curso de Sistema Político
    Colombiano de la Facultad de Derecho, Ciencias
    Políticas y Sociales de la Universidad
    Nacional de Colombia. Segundo
    Semestre de 2004.

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