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El cultivo del frambueso




Enviado por lexquilax



    (Rubus idaeus L.)

    1. Resumen
    2. Origen de la
      frambuesa
    3. Caracteres
      botánicos
    4. Características
      de la planta y hábitos de
      producción
    5. Variedades
    6. Utilización de la
      frambuesa
    7. Medio
      ambiente
    8. Cosecha
    9. Plagas y
      enfermedades
    10. Bibliografía

    RESUMEN

    El presente trabajo es una
    revisión sobre los aspectos de más importancia del
    sistema de
    producción del cultivo del frambueso,
    haciendo énfasis sobre las plagas y enfermedades que atacan a
    este cultivo.

    Palabras claves: frambuesa, Sistemas de
    producción, Frutales, plagas y enfermedades.

    INTRODUCCIÓN

    La frambuesa roja (Rubus idaeus L.), se cultiva
    intensamente en algunos países de Europa y de
    Norteamérica y en menor grado en Australia y Nueva
    Zelanda. En México era
    prácticamente desconocida, debido a que por mucho tiempo se
    creyó que no se adaptaría a las necesidades
    climáticas del país. En estudios climáticos
    se observó que el país si tiene condiciones
    favorables para el desarrollo de
    la frambuesa, además de ser éste cultivo una buena
    fuente de trabajo rural, pudiera tener buenas perspectivas de
    exportación por su época de cosecha
    más temprana aquí que en la mayoría de los
    países exportadores. Al mercado interno,
    la frambuesa agregaría un fruto sabroso y nutritivo que
    además se ha señalado que su consumo puede
    inhibir el
    cáncer.

    Este cultivo, por su rapidez para entrar en producción
    (un año las productoras de otoño y dos las de
    verano), permite al fruticultor evaluar su potencial
    económico y decidir sobre su explotación, sin
    incurrir en una gran inversión inicial (Rodríguez,
    1984).

    En México, la frambuesa está aumentando el
    área cubierta, encontrándose en el Estado de
    México, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Puebla,
    Tlaxcala.

    Debido a algunas ventajas que puede presentar el cultivo de la
    frambuesa en México, entre las cuales están:
    mercados
    compradores de la fruta, excelente respuesta de algunas
    variedades productoras de otoño en diferentes regiones de
    climas templados y subtropicales que permiten obtener cosechas en
    forma escalonada, impidiendo los indeseados picos de
    producción en una sola temporada, pudiendo ofrecer fruta
    los 12 meses del año; la rápida entrada a
    producción (4-6 meses) que estimula a los productores
    generar empleo
    permanente, entre otras.

    Por lo tanto es necesario el estudio de los factores, tanto
    del ambiente como
    de manejo del cultivo, que influyen en la producción. Es
    conveniente explotar al máximo el potencial productivo de
    la especie y para lograrlo es indispensable darle a las plantas las
    condiciones edafoclimáticas y prácticas culturales
    más adecuadas a sus necesidades específicas.

    ORIGEN DE LA FRAMBUESA

    Se consideran dos centros de origen, uno de ellos es el este
    de Asia de donde
    proviene el subgénero Idaeobatis que tiene 195
    especies reconocidas, dentro de las cuales están las
    más conocidas por sus frutos comestibles: Frambuesas
    europeas (R. idaeus L.) var. vulgatus, y las frambuesas
    americanas (R. occidentalis L.) y R. idaeus L. var.
    strigosus (frambuesa roja) y otras. El otro centro
    considerado es Norteamérica, del cual es originaria la
    frambuesa roja (R. idaeus L.) var. strigosus que no
    tiene subespecies identificadas debido a que presenta amplia
    variabilidad.

    La especie R. idaeus es el denominado frambuesa Europeo
    de frutos generalmente rojos pero que también pueden ser
    claros o de color amarillo,
    esta especie crece espontáneamente en el antiguo
    continente y la leyenda dice que es originaria del monte Ida
    (Isla de Creta) y del que Lineo adoptó su nombre
    específico (idaeus), encontrándose también
    en estado natural
    en Asia menor (Paglietta, 1984).

    CARACTERES BOTÁNICOS

    El frambueso es un arbusto de la gran familia de las
    Rosáseas, perteneciente al género
    Rubus. Las especies más conocidas del género
    Rubus son: Rubus idaeus, R. strigosus y
    R. occidentalis.

    El Rubus idaeus es el denominado frambueso
    europeo. De manera general es un arbusto en forma de mata con sus
    ramas inicialmente erectas en el primer período vegetativo
    y después encorvadas bajo el peso de la vegetación. Las ramas del frambueso son
    bienales. Contrariamente a la parte aérea, las
    raíces son perennes, dotadas de una densa cabellera
    radicular; se encuentran preferentemente en la parte más
    superficial (aproximadamente en los primeros 25 cm.), pero a
    veces pueden profundizar si encuentran un substrato
    suficientemente suelto.

    Cada año y a partir de las raíces, emerge un
    número variable de vigorosos retoños que, junto con
    las ramas nacidas de la corona llevarán los frutos en la
    siguiente estación vegetativa (variedades "uniferas") o
    bien en el mismo año de su formación como en el
    siguiente (variedades "bíferas"). Los retoños
    pueden alcanzar una altura máxima de 3-4 m., pero en
    muchas variedades esta altura es menor, dependiendo
    también de su vigor, así como de que las
    condiciones ambientales y nutricionales bajo las cuales se
    desarrollen, sean más o menos favorables para ello. Al
    final del segundo período vegetativo, después de la
    fructificación, los tallos se secan. En la mayoría
    de los casos, la corteza de los retoños está
    provista de numerosas y pequeñas espinas que son de
    diferente rigidez según la variedad. Las espinas del
    frambueso no son tan punzantes que limiten el manejo del cultivo,
    lo más que llegan a ocasionar son ligeros arañazos.
    No obstante existen variedades que son glabras, las cuales son
    preferidas en las pequeñas plantaciones de carácter familiar (Paglietta, 1984).

    El color, la forma y la longitud de las espinas y su densidad, pueden
    constituir elementos útiles para el reconocimiento
    varietal, junto con el color de la corteza y la presencia de
    puvina.

    Las hojas son compuestas, de borde aserrado, provistas
    de un largo pedúnculo y pueden tener 3 a 5 foliolos
    (generalmente 5). El color de las hojas es verde intenso en el
    haz y verde grisáceo en el envés; el limbo esta
    surcado por venación muy conspicua que hacen su superficie
    más o menos arrugada; también este es un
    carácter varietal distintivo.

    Sobre los brotes fructíferos se cuentan 4-5 hojas , de
    las más grandes son las basales: en su axila se
    desarrollan los racimos florales, pero sólo los del
    ápice del brote están suficientemente desarrollados
    y producen los mejores frutos.

    Las flores tienen una corola compuesta por 5 pequeños
    pétalos caducos, provistos de un grueso cáliz en
    forma de estrella que permanece soldado al receptáculo
    floral. El androceo está formado por unos cincuenta de
    estambres y el gineceo de 50 a 100 pistilos. A partir del ovario,
    de cada pistilo, fecundado se originará una pequeña
    drupa y todas estas drupeolas reunidas en el receptáculo y
    agregadas entre sí, darán forma a una mora (fruto
    agregado), llamada comúnmente frambuesa.

    La floración es escalonada, su duración es
    aproximadamente de 4 semanas y varía según los
    cultivares.

    La maduración de los frutos, al igual que la
    floración se produce escalonadamente y tiene una
    duración de un mes aproximadamente, una vez que la fruta
    alcanza su madurez, se desprende fácilmente del
    receptáculo mediante una ligera tracción
    (Paglietta, 1984).

    CARACTERÍSTICAS DE LA PLANTA Y
    HÁBITOS DE PRODUCCIÓN

    Hay variedades de hábito de crecimiento rastrero,
    semierecto y erecto. La planta de frambuesa denominada productora
    de verano es de hábito bienal, crece durante un año
    y fructifica al siguiente. La caña fructificante muere
    después de haber terminado su producción y para
    entonces la caña vegetativa ya ha crecido para estar en
    condiciones de producir al año siguiente. Los frutos se
    producen en inflorescencias, que cuando presentan alargamiento y
    hojas se les denomina laterales; las flores son perfectas
    (hermafroditas) y dependen en alto grado de la
    polinización por abejas para producir frutos bien formados
    y de valor
    comercial. Las inflorescencias brotan de yemas axilares.

    Las frambuesas denominadas productoras de otoño,
    presentan un comportamiento
    algo diferente, en que los brotes vegetativos en el primer
    año dan la primera cosecha en la parte terminal de la
    caña, de octubre a noviembre y las yemas axilares
    subapicales producen una segunda cosecha de mayo a julio del
    año siguiente.

    VARIEDADES

    HERITAGE: Planta vigorosa, espinosa, de porte erecto. Los
    frutos son de tamaño medio al principio de la
    fructificación y después decididamente
    pequeños, redondos, de buena consistencia y dulzura pero
    poco aromáticos. Con buena calidad y
    conservación.

    La producción sobre tallos viejos comienza a principios de
    julio pero no es muy importante, es más interesante la que
    se produce sobre brotes anticipados, que ya comienza a mediados
    de agosto y dura casi un mes. Los brotes laterales son a veces
    excesivamente largos y pueden sufrir daños en zonas de
    vientos fuertes (Paglietta, 1984).

    La porción de la caña que producirá en la
    primavera aún no se ha logrado aprovecharla totalmente ya
    que sus necesidades de frío, en las actuales áreas
    productoras no se satisfacen totalmente. En México se le
    cultiva sin espalderas. Es el cultivar productor de otoño
    más extendido en el mundo. Esta variedad es
    señalada como susceptible al ataque de araña roja,
    así como a la pudrición gris.

    UTILIZACIÓN DE LA FRAMBUESA

    Las frambuesas han dejado de ser simplemente unos frutos
    silvestres y en algunos casos exóticos poco consumidos,
    para pasar a ocupar el lugar que les corresponde en atención a su delicioso sabor y aroma que
    les hace muy agradables.

    Esta frutilla (polidrupa) es de consistencia suave, delicado y
    muy perecedero; el consumo en fresco está antecedido y
    apoyado por grandes cuidados técnicos que permiten llevar
    el fruto de la planta a la mesa del consumidor.
    Existen varias opciones para aprovechar la fruta que no se
    consume en fresco, como lo es la producción de pulpas
    concentradas para la elaboración de yogurt, helados,
    jugos, mermeladas, congelados, licores, jarabes, esencia, etc. En
    los países compradores de esta frutilla, el consumo de
    frutos congelados ocupa la segunda posición después
    del consumo en fresco.

    MEDIO
    AMBIENTE

    CLIMA

    El frambueso es bastante resistente a las bajas temperaturas
    invernales y también puede soportar fuertes calores
    estivales.

    Las condiciones favorables para esta planta son las de
    inviernos con bajas temperaturas constantes, pero no excesivas y
    verano relativamente fresco, caracterizado por una
    oscilación térmica entre el día y la
    noche.

    Necesita por lo menos de 700 a 900 mm anuales de lluvia, si
    las precipitaciones son muy abundantes en el período
    invernal, no perjudican al frambueso, siempre que no se produzcan
    encharcamientos en la superficie; por otra parte si se producen
    lluvias en las épocas próximas a la madurez de los
    frutos, estos se ponen demasiado blandos, se deterioran
    rápidamente una vez recogidos y se pueden enmohecer
    (Paglietta, 1984).

    La frambuesa roja es una especie de clima templado,
    que en general requiere de 700 a 1700 horas abajo de
    7° C; Sin
    embargo algunas variedades desarrollan bajo condiciones de
    inviernos benignos (Rodríguez, 1984). Descensos fuertes de
    temperatura a
    comienzos del otoño pueden dañar las partes
    apicales de los rebrotes más vigorosos, aún no
    lignificados, aunque los daños de los brotes se eliminan
    en la poda de invierno.

    Son más perjudiciales las heladas que se producen
    durante el reposo de la planta, las yemas son muy sensibles al
    frío y un descenso brusco de la temperatura puede
    necrosarlas. Las heladas primaverales pueden dañar a veces
    los tiernos brotes (Paglietta, 1984).

    Se considera que en lugares con inviernos más
    fríos la planta podría desarrollar mejor y sin
    riesgos
    grandes daños por heladas, ya que brota tarde y las flores
    aparecen después del alargamiento lateral, la cual soporta
    bajas temperaturas (Rodríguez, 1984).

    Existe un límite de altitud de 1000 a 1200 msnm,
    debido tanto al excesivo frío invernal como a la
    insuficiente cantidad de calor en
    verano. Sin embargo no existe límite en el sentido inverso
    y se pueden encontrar cultivos de frambueso próximos al
    mar, en zonas protegidas de vientos salinos.

    Con relación al viento conviene advertir que
    tanto los retoños como los tallos fructíferos,
    pueden ser dañados. Cuando el viento es constante puede
    provocar una excesiva deshidratación de los tejidos
    herbáceos con la consiguiente marchites, cuando sopla con
    violencia
    puede producir la caída de los frutos maduros o la ruptura
    de los brotes fructíferos en el punto de inserción
    sobre el tallo (Paglietta, 1984).

    La protección contra el viento es un factor muy
    importante, por que si la plantación no tiene espalderas
    para mantener las cañas firmes, puede haber ruptura de
    laterales y de las plantas a nivel de cuello. El uso de
    espalderas es imprescindible para sostener las plantas si se usan
    variedades rastreras o semierectas (Rodríguez,
    1984).

    SUELO

    El factor suelo representa
    un papel muy importante en el cultivo del frambueso, ante todo es
    necesario que no sea compacto, ya que el sistema radical de esta
    planta no soporta los estancamientos de agua. El tipo
    de suelo óptimo debe ser rico en materia
    orgánica, con elevada capacidad de retención de
    humedad, profundo y suelto. Las raíces del frambueso no
    exigen un suelo profundo, ya que son preferentemente
    superficiales y ocupan una capa de suelo de 25 cm de espesor, sin
    embargo pueden darse raíces de gran geotropismo positivo
    que llegan a alcanzar 1.8 m de profundidad y son las que sirven
    para el mantenimiento
    de la planta en períodos críticos de
    sequía.

    Existen cultivares que se pueden adaptar a terrenos
    arcillosos, sin embargo hay que evitar dicho tipo de terreno, ya
    que al cabo de los años pueden producirse muertes por
    asfixia radical, debido a la compactación del suelo,
    producida por el paso de maquinaria.

    Tampoco son recomendables los suelos demasiado
    sueltos, con elevados porcentajes de arena, ya que requieren
    riegos muy frecuentes (Paglietta, 1984).

    La frambuesa requiere de suelos profundos (0.60 a 1.20
    m), de textura franca o franco arcillosa, pero es fundamental un
    buen drenaje, para que la plantación pueda permanecer
    productiva por un período de 10 años o más.
    El pH en el cual
    este frutal prospera varía de 5.5 a 7.0 y no tolera
    excesos de cloro o sodio

    También son limitantes los suelos ricos en
    calcio, puesto que pueden presentarse deficiencias de hierro, de
    manganeso o de ambos y en consecuencia los rendimientos bajan
    fuertemente (Rodríguez, 1984).

    ESTABLECIMIENTO DE
    VIVEROS

    La frambuesa roja (R. idaeus), es una especie que
    comercialmente se propaga por medio de hijuelos provenientes de
    yemas adventicias de raíz, o bien utilizando partes o
    estacas de la misma, obteniendo de esta manera plantas completas
    a partir de yemas adventicias. Sin embargo, las plantas
    propagadas de ésta manera son susceptibles de contraer
    enfermedades existentes en el suelo como la conocida "agalla de
    la corona", entre otras.

    Para tener un buen éxito
    en la plantación, es esencial el uso de plantas libres de
    plagas y enfermedades. Si no se dispone de material certificado,
    se recomienda establecer viveros con plantas que tengan buen
    desarrollo y frutos bien formados.

    La propagación puede hacerse por hijuelos
    provenientes de la raíz o bien por estacas de raíz.
    La mejor época para establecer el vivero es la segunda
    quincena de febrero.

    Los hijuelos (cañas), que se van a utilizar para
    la propagación se extraen antes de reiniciarse el
    crecimiento es decir en el invierno. Se manejan a raíz
    desnuda y pueden almacenarse bajo refrigeración dentro de bolsas de
    polietileno hasta que se les vaya a plantar. La temperatura del
    refrigerador debe oscilar entre -2 y +2° C y es recomendable sumergir las
    raíces de las plantas en un fungicida, para evitar el
    desarrollo de hongos. Se pueden
    dejar algunas plantas en el vivero para generar nuevas
    plantas.

    Al preparar el terreno se recomienda una buena labor de
    limpieza para tener luego menos problemas con
    el combate de malas hierbas. Asimismo, es conveniente hacer un
    análisis fitopatológico del suelo y
    en caso de encontrar nemátodos, realizar una
    fumigación con Telone (1, 3-dicloro propeno), en las dosis
    recomendadas por el fabricante. Es importante usar
    estiércol si el suelo tiene un contenido bajo de materia
    orgánica, a razón de 40 ton/ha,
    incorporándolas bien con el arado, junto con 300 kg de
    P2O5 y 300 de K2O por
    hectárea, previos a la plantación.

    Cuando se usan hijuelos se manejan con una
    porción de tallo y se colocan cada 50 cm, en surcos
    separados de 92 a 100 cm, procurando que las yemas adventicias
    queden a una profundidad de 4 a 8 cm, para asegurar una buena
    emergencia de las nuevas plantas. Aproximadamente 15 a 20
    días después de emerger los hijuelos, los tocones
    de la planta original se cortan al ras del suelo. Para hacer
    viveros e incluso plantaciones, usando estacas de raíz,
    pueden utilizarse las raíces que quedan en el terreno
    después de las plantas que se usarán para
    establecer la plantación o más viveros. Se toman
    las raíces de mayor diámetro en porciones de 5 a 8
    cm y se cubren con una delgada capa de suelo (5 cm) en el fondo
    del surco. Se pueden utilizar los distanciamientos especificados
    para el uso de hijuelos.

    Es importante que en el vivero no se dejen plantas con
    frutos, ya que las semillas que éstos producen caen al
    suelo y pueden dar origen a plantas de características
    diferentes a las variedades manejadas, debido a cruzamientos
    entre ellas.

    ESTABLECIMIENTO DE LA
    PLANTACIÓN

    La preparación del terreno y la plantación
    de los materiales
    siguen las indicaciones descritas para el establecimiento de
    viveros, cuidando que las plantas se coloquen en el fondo del
    surco, para que sobre éste se apliquen los riegos y
    fertilizante.

    El sistema de plantación es otro aspecto
    importante que hay que considerar. Se recomienda el sistema de
    setos y si se va a utilizar maquinaria, dejar los espaciamientos
    adecuados entre setos o hileras de plantas para su funcionamiento
    adecuado.

    Si se pretende hacer uso intensivo del terreno, se
    recomienda el empleo de tractores pequeños para
    incrementar la cantidad de setos por hectárea. Bajo este
    sistema, la separación entre setos puede ser de 1.5 m,
    estableciendo una caña cada 50 cm, para contar desde el
    primer año con una buena cantidad de plantas y así
    obtener una cosecha inicial aceptable. Cada año
    producirá otras nuevas y esta proliferación
    permitirá obtener la densidad deseada en los años
    posteriores.

    En caso de utilizar variedades rastreras o semierectas,
    es indispensable el uso de espalderas para el sostén de
    las plantas. Variedades erectas como Citadel y Heritage tienen un
    tallo fuerte que les permite sostenerse por sí
    solas.

    Los postes a usar deben ser lo suficientemente fuertes
    como para sostener el alambre que permite mantener erectas y
    separadas las cañas. Pueden ser de cualquier material;
    pero en caso de que se use madera y se
    traten con algunos protectores (P. ej. pentaclorofenol), deben
    dejarse reposar durante algún tiempo antes de usarlos,
    puesto que los gases de estos
    productos
    pueden causar daños a las plantas.

    MANEJO DE LA
    PLANTACIÓN

    Productoras de verano. En éstas de
    realizan dos tipos básicos de poda: de aclareo y de
    invierno. Las de aclareo se practican en dos épocas
    diferentes. La primera, durante el período de crecimiento
    y tiene como finalidad suprimir todas las cañas que
    aparecen hasta el mes de abril, debido a que hay emisión
    continua durante la primavera y el verano. Se eliminan las que
    han alcanzado 20 cm de altura, lo cual puede hacerse
    mecánicamente o con productos químicos como Dinoseb
    (2-sec-butil-4, 6-dinitrofenol) y Citrolina en dosis de 500 y 700
    cc en 100 litros de agua, respectivamente.

    Después del 1º de abril sólo se
    eliminan las cañas que haya en exceso,
    recomendándose dejar de 20 a 24 por cada 2 m de seto para
    tener una densidad de 65 75,000 cañas por hectárea
    (con separación de 1.5 m entre setos). También
    puede utilizarse una separación de 15 a 20 cm entre
    cañas dentro del seto.

    Con las densidades mencionadas se pueden obtener altos
    rendimientos de fruto por unidad de superficie, ya que una
    caña de la variedad Malling Exploit puede producir de 200
    a 300 g en promedio.

    La segunda poda de aclareo se realiza después de
    la cosecha (otoño-invierno) y consiste en cortar al ras
    del suelo inmediatamente después de terminada la cosecha
    aquellas cañas que fructificaron, para evitar problemas de
    plagas y enfermedades. Además, deben suprimirse las
    plantas débiles (menores de 0.8 m de altura y de
    diámetro reducido), dañadas o enfermas.

    La poda de invierno (despunte) se realiza en la segunda
    quincena de febrero y tiene como finalidad promover la
    brotación más uniforme de las yemas laterales de la
    caña, al evitar los efectos de dominancia apical, que
    causan que las primeras floraciones se produzcan por lo general
    en las yemas apicales, debido a que requieren de una menor
    cantidad de frío para salir del reposo invernal. Cuando
    brotan únicamente las yemas terminales se reduce el
    rendimiento del fruto y la maduración es más
    temprana. Con base en experimentación realizada se
    recomienda podar un 15% de la longitud total de las cañas
    o bien dejarlas a una longitud uniforme de 0.8 m. Si hubiera muy
    altas deficiencias de frío, será necesario realizar
    despuntes más fuertes, de hasta un 40% de la longitud de
    las cañas (en caso de no aplicar productos compensadores
    de frío), siempre y cuando éstas no sean de portes
    menores de 0.8 m, pues entonces el despunte podría causar
    mermas muy serias del rendimiento.

    Productoras de otoño. En éstas la
    poda difiere un poco, las cañas que aparecen desde el
    inicio del período de crecimiento se dejan desarrollar,
    eliminando únicamente los excesos, puesto que se ha
    determinado que 35 cañas por cada 2 m de seto es una buena
    densidad para la producción de otoño. En el
    invierno se despuntan las plantas que fructificaron durante el
    otoño anterior y se aclara dejando un promedio de 15
    cañas por cada 2 m de seto, con el fin de obtener tanto la
    cosecha de otoño como la de primavera-verano aprovechando
    de esta manera el potencial que presentan estas variedades. En
    algunos países estas frambuesas son manejadas
    exclusivamente para producir en otoño, ya que al
    término de la cosecha se cortan las cañas al ras
    del suelo, lo que representa ciertas ventajas de manejo
    mecanizado.

    En los ensayos
    realizados con la variedad Citadel, se han obtenido alrededor de
    4 ton/ ha en la cosecha en otoño y 4.6 t/ha en la de
    primavera-verano, de la misma plantación.

    PODA

    Investigaciones hechas con la variedad Malling exploit,
    revelaron que:

    – Hay una tendencia a incrementar la producción
    por caña

    – La calidad del fruto y el calendario de cosecha no se
    ve afectado por los tratamientos de poda y densidad.

    – La densidad de población afecta la longitud de las
    laterales fructificantes (Rodríguez, 1978).

    APLICADORES DE COMPENSADORES
    DE FRÍO

    La frambuesa roja bajo las condiciones de invierno
    benigno y subtropical, presenta escasa brotación de
    laterales, dominancia apical, brotación retrasada y
    prolongada y por lo tanto bajos rendimientos. Para evitar estos
    problemas se recomienda aplicar 4% de Citrolina + 0.12% de DNSBP
    (dinitro-ortho-sec-butil fenol, comercialmente Hormox) + 2% de un
    agente emulsivo; esta formulación debe aplicarse unos 15
    días antes del inicio de las primeras brotaciones de
    yemas, lo cual generalmente ocurre del 1º al 15 de marzo.
    Para la aplicación puede usarse una bomba aspersora o una
    brocha, dependiendo de la cantidad de plantas que se tenga,
    procurando mojar uniformemente todas las yemas, debido a que la
    emulsión tiene un efecto localizado.

    APLICACIÓN DE
    ÁCIDO GIBERELICO

    La variedad Citadel, productora de verano, requiere de
    la aplicación de ácido giberélico para
    obtener la producción de otoño. Se recomienda usar
    una dosis de 50 ppm y hacer la aplicación con bomba
    aspersora, del 1 al 4 de julio, para forzar el alargamiento de la
    yema terminal. Si se quiere adelantar la producción para
    evitar daños por heladas tempranas, será necesario
    hacer una segunda aplicación 15 días
    después. Las otras variedades productoras de otoño
    no requieren aplicaciones de giberelinas, pues la
    producción se presenta en forma natural en esa
    época del año.

    FERTILIZACIÓN

    El elemento que más requiere este cultivo es el
    nitrógeno, con una dosis de 100 a 120 kg/ha de
    nitrógeno por año, las plantas se desarrollan bien
    y se obtienen buenos rendimientos. Además se recomienda
    aplicar fósforo y potasio, en dosis de 70 a 90 kg/ha,
    respectivamente. El nitrógeno puede aplicarse en tres
    partes: 1/3 del total al inicio del crecimiento, 1/3 a mediados
    de mayo y el resto después de la cosecha. El
    fósforo y el potasio pueden aplicarse durante la
    época de lluvias, a lo largo de los setos. La
    fertilización en combinación con otras
    prácticas como la eliminación del exceso de
    cañas, combate de plagas y riego adecuado, tiene por
    objeto obtener cañas más vigorosas y
    productivas.

    RIEGO

    Es indispensable regar inmediatamente después de
    realizada la plantación. Posteriormente la frecuencia de
    los riegos dependerá del tipo de suelo y de la cantidad de
    lluvia, fluctuando entre cada 8 a 10 días durante la
    época de brotación, floración y cosecha y de
    15 a 21 días durante el invierno. Debido a que el sistema
    radical de la frambuesa es superficial, conviene observar
    constantemente los niveles de humedad del suelo y procurar que
    el agua moje
    hasta una profundidad de 30 cm. En la época de lluvias
    generalmente no se requiere de agua adicional. El riego durante
    el invierno provoca la brotación de yemas y no hay peligro
    de que éstas puedan ser dañadas por heladas; pero
    se recalca que sí es necesario regar en lugares donde no
    llueva en esta temporada. La sequía durante el invierno
    puede provocar una brotación más temprana de
    laterales, pero estas son más pequeñas y en menor
    número.

    COMBATE DE MALAS
    HIERBAS

    Para el combate de zacates y plántulas de hoja
    ancha se recomienda aplicar 3.4 l/ha de Gesatop (Simazina). Si
    las malezas están muy desarrolladas, conviene adicionar de
    5.5 a 11 l/ ha de Gramoxone (Paraquat). La aplicación de
    Dinozeb ayuda al control de
    malezas siempre y cuando éstas tengan de 8 a 15 cm de
    altura, además de eliminar los primeros brotes de
    cañas. Se recomienda aplicar 1.9 l/ha de Citrolina + 450
    cc de un agente emulsivo en 375 l/ha de agua. Esta mezcla debe
    usarse únicamente en plantaciones con cañas
    vigorosas. Cuando ya existen cañas vegetativas definitivas
    y brotación o ambas, debe suspenderse la aplicación
    de herbicidas y hacer el control de malezas manualmente. Para
    ello pueden utilizarse azadones tipo "fresero", los cuales son
    prácticos y no lastiman la base de las
    cañas.

    COSECHA

    Se inicia a mediados de mayo y termina a principios de
    julio, presentándose ligeras diferencias de de precocidad
    de acuerdo con las variedades.

    Se deben cosechar sólo aquellos frutos maduros
    que se desprendan fácilmente y enteros, tomándolos
    individualmente y depositándolos de inmediato en
    recipientes pequeños sin rebordes en las paredes, para
    evitar el deterioro de la calidad. Se recomienda hacer la
    recolección cada tres días, de preferencia por la
    mañana y suspendiéndola cuando el sol
    esté fuerte, para evitar el deterioro del producto.

    Para la cosecha se requiere de 8 a 10 personas por
    hectárea durante el inicio y final del período
    productivo y de 24 a 30 cuando se presenta el máximo de
    producción. Se ha calculado que una persona puede
    cosechar aproximadamente 45 kg en 6 horas. Comercialmente la
    frambuesa rara vez se almacena. Si la producción va a
    destinarse al consumo en fresco es necesario llevarla lo
    más pronto posible al centro distribuidor o directamente
    al mercado. Si fuere necesario almacenarla, deberá
    mantenerse a temperatura de -0.5 a 0° C y humedad relativa del 90 al 95%,
    lo que requerirá de instalaciones especiales.

    PLAGAS Y ENFERMEDADES

    La frambuesa, al igual que otras plantas, es atacada por
    diversas plagas y enfermedades siendo las principales plagas que
    atacan al cultivo en México: Araña roja
    (Tetranychus urticae Kotch.) y frailecillo
    (Macrodacty1us mexicanus).

    Dentro de las enfermedades se puede mencionar, que es
    atacada por virus, hongos y
    bacterias.

    Entre las enfermedades ocasionadas por hongos destacan
    la pudrición del fruto (Botrytis cinerea Pers. ex
    Fries.) y el tizón de la caña (Didymella
    applanata
    [Niess] Sacc.).

    Las enfermedades virosas no son muy comunes
    (Rodríguez y Avitia, 1984) y hasta ahora no representan un
    problema de consideración.

    Las bacterias fitopatógenas se han conocido desde
    1882; y son el grupo
    más grande de procariontes, causan varios síntomas
    de enfermedad en las plantas. Muchas especies de todas las
    familias principales de plantas superiores pueden ser atacadas
    por una o varias bacterias que tengan diversos
    hospedantes.

    Desde el punto de vista fitosanitario, todos los
    cultivos de explotación económica están
    sometidos a los insectos y enfermedades, factores naturales
    contra los que tiene que luchar el agricultor dedicado a
    cualquier cultivo. En el caso de la frambuesa en México,
    es atacada por las siguientes plagas y enfermedades:

    PLAGAS

    Áfidos

    Aparecen sobre los brotes tiernos numerosas colonias de
    áfidos, que se denotan sobre todo por el ir y venir de
    hormigas y por las gotas de sus secreciones melosas. Estos
    parásitos se localizan generalmente en el envés de
    las hojas apicales que se enrollan como consecuencia de las
    picaduras.

    Estos insectos se nutren de la savia de las plantas y su
    daño
    directo no es muy grave; sin embargo pueden causar daños
    bastante graves ya que son portadores de innumerables
    enfermedades virosas. Cabe señalar entre las especies
    más peligrosas a Amphorophora rubi. El ataque se
    puede producir en cualquier momento durante el verano, por nuevas
    infestaciones de individuos alados procedentes de zarzamoras
    silvestres.

    Mediante pulverizaciones a base de sulfato de nicotina
    pueden lograrse algunos resultados pero no en forma definitiva;
    son bastante más eficaces los insecticidas
    sistémicos, que se incorporan a la circulación de
    la savia de la planta y de esta forma atacan a los
    parásitos que se alimentan de ella. Los productos
    sistémicos tienen una acción
    de corta duración, por lo que es necesario repetir los
    tratamientos, con el consiguiente elevado costo;
    además en la época de recolección se deben
    suspender las pulverizaciones por lo menos 15 días antes,
    para evitar que los frutos contengan residuos nocivos para los
    consumidores. También se recomienda eliminar las zarzas
    silvestres que crezcan en las cercanías del
    cultivo.

    Agallas del tallo Lasioptera
    rubi

    A lo largo del tallo se pueden observar frecuentemente
    vistosas agallas, del tamaño a veces de una nuez,
    originadas por la larva de un insecto cecidómico
    (Lasioptera rubi). El adulto, un pequeño mosquito
    de negro de alas blancas, de una longitud de 2 mm pone numerosos
    huevecillos sobre los brotes jóvenes en el mes de mayo.
    Cada larva forma una agalla y permanece en su interior hasta la
    primavera siguiente; la nudosidad que se forma obstaculiza la
    circulación de la savia y el tallo está expuesto a
    romperse fácilmente si se le deja fructificar al
    año siguiente.

    Como medida de control es suficiente eliminar en la poda
    invernal los rebrotes atacados si la agalla está en
    posición basal, o bien cortarlo por debajo de la nudosidad
    si ésta se encuentra en posición apical. Las ramas
    que tengan agallas deberán quemarse.

    Gusanos de los frutos Byturus
    tomentosus y Byturus fumatus

    Dos pequeños coleópteros pueden ser causa
    de graves daños en los frutos, haciéndolos no
    comercializables.

    Las dos especies son diferentes entre sí: el
    adulto de la primera especie tiene una longitud de 3-4 mm, de
    color oscuro; mientras que el de la segunda es ligeramente mayor
    y de color gris-amarillento.

    Los adultos ponen un sólo huevo por flor, en
    plena floración; al cabo de 40 días salen larvas
    amarillentas, que se nutren del receptáculo del fruto,
    perforándolo con numerosas galerías. También
    se pueden alimentar de algunas drupeolas, y antes de la
    maduración del fruto, bajan y se entierran al pie de las
    plantas donde pasan el invierno en estado adulto.

    El control debe hacerse antes de que los adultos
    ovipositen; los tratamientos hechos antes de abril, cuando los
    botones florales están aún bien cerrados. Se pueden
    emplear inidistintamente productos a base de Sevin o Diazinon o
    Guthion (éste último es el más tóxico
    para el
    hombre).

    Escarabajo de mayo y junio
    Phyllophaga spp. y Colaspis sp

    Incluyen diferentes especies que se alimentan de las
    raíces de las especies del género Rubus,
    entre otras plantas; se pueden reducir las poblaciones con la
    utilización de hongos entomopatógenos como
    Beauveria bassiana y nemátodos entomófagos
    del género Steinernema.

    Ácaros Tetranychus
    urticae Kotch.

    Son de las plagas más severas en frambuesa, por
    lo que aún utilizando un amplio espectro de acaricidas, no
    se logra un control totalmente satisfactorio, por lo que en los
    cultivos establecidos se puede seguir la recomendación de
    las casas de productos químicos comerciales contra esta
    plaga, pero tomando las precauciones necesarias si se está
    en cosecha. En Chile y Nueva Zelanda se aplican los productos
    registrados oficialmente por el Departamento de Agricultura de
    Estados
    Unidos, ya que el 50% de su exportación es para ese
    país. Dicofol es uno de ellos, pero no tiene un control
    adecuado. Es recomendable hacer microaspersiones con agua para
    lavar el envés de las hojas.

    Araña roja Tetranychus
    urticae

    Se alimenta en el envés de las hojas y durante
    períodos secos y calientes se incrementa tan
    rápidamente que provoca amarillamiento de las hojas,
    reduciendo los rendimientos, especialmente si la
    infestación ocurre en una etapa temprana del desarrollo de
    las plantas. Este ácaro debe combatirse desde la
    brotación, pues más tarde la estructura
    misma de la hoja hace difícil el control, aunado a esto la
    resistencia que
    la plaga presenta a ciertos acaricidas. El uso de compensadores
    de frío ayuda a controlar la plaga, pero de cualquier
    manera deben aplicarse otros productos como Akar (clorobencilato)
    y Kelthane (dicofenol) en dosis de 120 a 150 cc por cada 100
    litros de agua.

    Frailecillo Macrodactylus
    spp.

    Conocido como "burro" o "frailecillo", es un escarabajo
    que provoca daños severos al follaje, flor y fruto, la
    incidencia es de finales de mayo a septiembre. La
    infestación ocurre de un momento a otro y en gran cantidad
    durante el período de lluvias, por lo cual es muy
    importante mantener una estrecha vigilancia en este aspecto. Su
    control físico es difícil y hasta ahora los
    productores se inclinan por el químico Para el combate se
    puede utilizar Malatión en dosis de 123 a 200 cc por 100
    litros de agua, ya que coincide su ataque en presencia de fruto
    verde y maduro).

    Existen feromonas o atrayentes que confunden a los
    machos del "frailecillo" y reduce la localización y la
    fecundación de las hembras; otra
    técnica es el uso del hongo Beauveria bassiana en
    formulación aceitosa que asperjada abate la
    población del escarabajo y del complejo de chinches que
    atacan a las especies del género Rubus.

    ENFERMEDADES

    Chancro del tallo Didymella
    applanata [Niess.] Sacc.

    Los síntomas se pueden observar todo el
    año, tanto en las ramas como en los rebrotes
    jóvenes. La enfermedad se manifiesta en la base de los
    rebrotes nuevo: en torno a las
    yemas, en la zona del nudo, se observan manchas violáceas
    que poco a poco se alargan, mientras que las hojas situadas en el
    nudo afectado amarillean y caen dejando el pedúnculo unido
    al tallo. A veces el hongo ataca primero a las hojas, que
    muestran un oscurecimiento a lo largo del nervio principal
    ensanchándose en forma de V hacia el
    ápice.

    Las manchas del tallo pueden a veces confluir entre
    sí; durante el invierno la corteza se puede hendir
    longitudinalmente. Al inicio de la primavera siguiente las zonas
    afectadas adquieren un color gris claro y sobre ellas se observan
    pequeñas pústulas negras que son las
    fructificaciones sexuales del hongo. Al parecer los cultivares
    con rebrotes de epidermis "rugosa" son más sensibles que
    los de superficie lisa, por que retienen durante más
    tiempo la humedad. También en terrenos con alto contenido
    de nitrógeno o muy ácidos
    aumentan la sensibilidad de las plantas a este hongo.

    Como medida preventiva, se aconseja en las nuevas
    plantaciones la eliminación con tijeras de la parte de la
    planta recién instalada que quede fuera de la tierra,
    cuando empiezan a despuntar los nuevos rebrotes, con objeto de
    eliminar una posible fuente de infección. El control
    químico se debe seguir bajo el siguiente
    esquema:

    – Período invernal: Tratamiento con polisulfuro
    de bario.

    – Período de actividad vegetativa: Tratamiento a
    base de Captan o productos similares, cuando las flores
    están en botón (y los rebrotes tienen unos 25 a 30
    cm de altura) debe repetirse 15 días más tarde e
    inmediatamente después de realizar la
    recolección.

    En México se le ha dado el nombre común de
    Tizón de la caña, dándole el siguiente
    manejo: Una forma de prevenir la enfermedad es evitar tanto el
    exceso de cañas en el seto como el uso excesivo de
    nitrógeno. También es recomendable la poda
    inmediata de las cañas que hayan terminado de producir.
    Para su control se puede utilizar Caldo bordelés 10-10-100
    o captan al 0.1% al inicio de las lluvias.

    Antracnosis Elsinoe
    veneta

    La antracnosis es reconocible por las manchas
    redondeadas, primeramente violáceas y después
    grises, a lo largo del tallo, especialmente en el lado expuesto
    al sol. Cuando la planta está fuertemente atacada, la
    corteza se desprende durante el invierno. A la primavera
    siguiente sobre la corteza se forman las esporas que son
    diseminadas por la lluvia sobre la nueva
    vegetación

    Cuando la infección es bastante grave, se produce
    la muerte de
    los rebrotes o su ruptura; se pueden manifestar pequeñas
    lesiones sobre el pedúnculo del fruto que impiden a
    éste madurar.

    A veces las frambuesas procedentes de plantas atacadas
    de antracnosis tienen sabor amargo y presentan drupeólas
    con distinto grado de maduración sobre el mismo
    fruto.

    Para su control se recomienda hacer el mismo que para
    Didymella .

    Las pudriciones radicales son comunes en la frambuesa,
    principalmente las causadas por especies de hongos de los
    géneros Phytophthora, Pythium, Ryzoctonia, Verticillium
    y Fusarium.
    El problema se agrava cuando el suelo tiene mal
    drenaje, lo que provoca marchitamiento y muerte del
    tallo o la planta entera en casos severos. La medida de control
    más indicado sería la resistencia genética;
    el uso de fungicidas como Benlate o Tecto-60 y Aliette combinados
    han dado buenos resultados (Muratalla, 1993).

    Verticilosis Verticillium
    alboatrum

    Los daños se manifiestan de modo particular
    cuando se efectúan plantaciones en terrenos donde se han
    cultivado con anterioridad (inclusive 3-4 años) especies
    de la familia
    Solanáceas o también plantas de cerezo o
    albaricoquero. A mediados del verano se manifiestan los
    síntomas de la enfermedad: las plantas afectadas dejan de
    crecer, las hojas se marchitan y amarillean o se vuelven de color
    oscuro. El tallo de los rebrotes se torna de color azul
    oscuro.

    No se conoce un método de
    control eficaz, una vez que la enfermedad se haya manifestado, se
    puede recurrir a fumigaciones del suelo algunos meses antes de la
    plantación, utilizando productos a base de Vapam, Telone,
    Cloropicrina o Metilbromida. Tales productos, aunque no son de
    una eficacia segura
    contra este hongo, si lo son contra nemátodos.

    Podredumbre gris de los frutos
    Botrytis cinerea

    La mayor o menor actividad de este hongo depende en gran
    parte de las condiciones meteorológicas en las
    proximidades de la época de cosecha: si la estación
    transcurre seca no se manifiesta ningún daño,
    mientras que si se producen precipitaciones se pueden producir
    ataques incluso masivos.

    En la época de maduración se manifiesta
    una pequeña mancha blanco-amarillenta sobre el fruto; en
    poco tiempo el moho se extiende a todo el fruto y contamina
    también a los vecinos. En la recolección es preciso
    descartar los frutos que tengan incluso una pequeña mancha
    grisácea, por que si se ponen en contacto con los frutos
    sanos pueden rápidamente infectarlos.

    Para el control es necesario intervenir inmediatamente
    después del final de la floración se recomienda
    aplicar Captan al final de la floración y repetir las
    aplicaciones antes de la recolección de la fruta
    (Paglietta, 1986). Se ha utilizado Captan, con resultados
    satisfactorios, siendo además el menos peligroso para el
    hombre.

    Se han hecho aplicaciones durante la floración
    con fungicidas, tales como Promyl (Benomyl) en dosis de 50 a 80 g
    por 100 litros de agua. Puede ser necesario hacer varias
    aplicaciones, debido a que las lluvias favorecen el desarrollo de
    estos microorganismos.

    Oidio o mal blanco
    Sphaerotheca humuli

    Las hojas afectadas quedan más pequeñas
    que las otras, arrugadas y descoloridas y podrían parecer
    afectadas por virosis si las esporas blancas no revelaran la
    presencia del hongo.

    En general los ataques de oidio son esporádicos;
    cuando se manifiesta es necesario intervenir rápidamente y
    evitar el número de brotes para la estación
    siguiente quede muy reducido.

    Los tratamientos a base de azufre en polvo o en
    suspensión acuosa no resultan eficaces, en su lugar se
    pueden aconsejar pulverizaciones con Karathane a partir del
    comienzo de la apertura de las flores hasta que los frutos
    estén formados, con intervalos semanales. Los tratamientos
    se deben suspender al menos una decena de días antes de la
    recolección.

    Agallas de las raíces
    Agrobacterium tumefaciens y cuello Agrobacterium
    rubi

    Las plantas de la frambuesa son susceptibles de contraer
    enfermedades existentes en el suelo, como la agalla de la corona
    causada por la bacteria Agrobacterium tumefaciens (Sm Tw)
    Conn. Esta bacteria ataca al nivel del cuello de la planta,
    causando tumores (agallas) y deformaciones en las raíces
    por un crecimiento anormal, además puede diseminarse
    fácil y rápidamente e infectar a toda la
    plantación o el vivero e incluso a plantaciones de otros
    cultivos susceptibles como el manzano, cereza, durazno, entre
    otros, que se encuentren cerca.

    La bacteria Agrobacterium tumefaciens causante de
    la agalla de la corona es un patógeno que ataca
    plantas dicotiledóneas tanto leñosas como
    herbáceas tan variadas y diferentes que se agrupan en 61
    familias botánicas. Entre los hospedantes que destacan
    están las rosáceas, vid, remolacha, hortalizas,
    ornamentales y forestales. Las plantas monocotiledóneas
    son inmunes al ataque de esta bacteria.

    La agalla de la corona es una enfermedad que ataca a
    nivel del cuello de la planta, causando tumores (agallas) y
    deformaciones en las raíces por un crecimiento anormal y
    puede diseminarse fácil y rápidamente e infectar a
    toda la plantación o el vivero e incluso a plantaciones de
    otros cultivos susceptibles como manzano, cereza, durazno, entre
    otros, que se encuentren cerca.

    El tumor que aparece en las plantas infectadas por A.
    tumefaciens se debe a la capacidad de la bacteria para transferir
    una parte de su plásmido Ti al núcleo de la
    célula
    vegetal. El ADN transferido
    se conoce como ADN-T el cual se integra en el ADN
    cromosómico de la planta, acaba con el sistema de
    regulación hormonal de la división celular e induce
    una proliferación desordenada de células
    para formar un tumor.

    La agalla de la corona causada por Agrobacterium
    tumefaciens
    que induce la formación de tumores en la
    raíz y el cuello de las especies de Rubus, entre otros
    géneros, puede disminuir el vigor de la planta si en el
    sistema radical y la corona se forman agallas profusas. Esto
    normalmente no ocurre, pero es conveniente el recomendar
    establecer las plantaciones en áreas sanas y con plantas
    vigorosas, sanas y libres de enfermedades. En un terreno con
    presencia de esta bacteria, la planta será infestada
    vía daños ocasionados por las escoriaciones hechas
    al cuello y raíz por la herramienta de trabajo o por los
    ataques de gallina ciega, larvas de "frailecillo" o por
    hongos.

    El mejor método de control contra la agalla es el
    de plantar plantas sanas en suelo libre del patógeno.
    Agrios (1996), y otros autores mencionan la posibilidad del uso
    de bacterias antagónicas, sin embargo se ha encontrado que
    la acción de A. radiobacter sobre A.
    tumefaciens
    no es permanente. El uso de antibióticos
    como Agrimicin dirigido al pie de la planta reduce la
    expresión de los tumores o agallas, pero no hay control
    total. El cultivar Willamette de frambuesa tiene algo de
    resistencia a esta enfermedad (Muratalla et al.,
    1993).

    Las especies de mayor importancia agrícola en
    éste género son: A. tumefaciens, A. radiobacter,
    A. rubi, A. rhizogenes.

    A excepción de la especie A. radiobacter,
    un habitante no patogénico del suelo, las especies de
    Agrobacterium inducen hipertrofias en sus plantas
    huésped. La división en especies del género
    se ha basado principalmente en características de
    patogenicidad: A. radiobacter, no patógeno; A.
    tumefaciens,
    causante de tumores; A. rhizogenes,
    rizogénico, causante de la enfermedad de raíces
    filiformes, y A. rubi, que causa tumores y se
    describió originalmente sobre especies de Rubus.
    Sin embargo, hoy se sabe que la patogenicidad de las
    agrobacterias está determinada por plásmidos, que
    pueden transferirse con facilidad a otras agrobacterias
    virulentas o avirulentas y que por tanto, no pueden utilizarse
    como base para la taxonomía.

    A. tumefaciens es la causante de la enfermedad
    conocida como "agalla de la corona" que también se conoce
    como "cáncer de los vegetales" por analogía con los
    tumores malignos de los animales.

    Ha sido encontrada atacando a más de 170 especies
    diferentes de plantas. Es una de las afecciones bacterianas
    más importantes en arboricultura ornamental.

    La importancia de está enfermedad radica en el
    gran número de especies de plantas que ataca y su amplia
    distribución geográfica. Sin
    embargo, el grado en que afecta a los cultivos y en que se
    presenta no ha sido evaluado debidamente. En algunos cultivos de
    frutales si puede establecerse su importancia económica,
    por atacar a las plantas en los almácigos o en los
    viveros, siendo necesario desechar aquellas plantas atacadas y
    que en algunos casos se cuentan por miles. También es de
    considerarse el ataque en los injertos de árboles
    frutales y en el cultivo de la vid, por ser cultivos de alto
    valor unitario.

    Los efectos del cáncer bacteriano en el vigor,
    producción y duración de la planta, depende de su
    localización, tamaño, así como del
    número de tumores y de la edad de la planta en el momento
    de la infección.

    A. tumefaciens ataca tanto plantas leñosas
    como herbáceas, en la literatura se señala
    que plantas incluidas en 61 Familias botánicas, son
    atacadas por el mencionado patógeno, por lo que se puede
    decir que su distribución es cosmopolita.

    Entre los hospedantes que destacan están las
    rosáceas con todas sus tribus; vid, remolacha, forestales,
    plantas ornamentales (azaleas, dalia y crisantemo) causa
    también daño a la grosella. Las gramíneas
    constituyen una de las pocas Familias resistentes.

    La penetración de este patógeno en sus
    hospedantes tiene lugar a través de las heridas, la
    bacteria una vez instalada, estimula la división
    anárquica de todas las células.

    La transmisión del patógeno a larga
    distancia y en áreas no infestadas, normalmente se lleva a
    cabo con material vegetal de propagación, contaminado; en
    la diseminación a corta distancia la lluvia y el agua de
    riego o del suelo son muy importantes. La bacteria también
    se dispersa por medio del suelo, de insectos del suelo, de
    animales y del hombre, así como por herramientas y
    maquinaria utilizada en las prácticas culturales. Para que
    una infección tenga éxito parece ser indispensable
    que haya heridas recientes debidas a prácticas culturales,
    injerto, insectos, granizo, heladas, daños hechos con
    herramientas.

    A.tumefaciens inverna principalmente en tumores y
    en el suelo. La bacteria se considera en general como un
    verdadero habitante del suelo ya que en el, puede persistir
    indefinidamente.

    La bacteria (A. tumefaciens) , agente causal de
    la agalla de la corona, se observa al microscopio en
    forma de un pequeño bastón de 2 a 4 micras de
    largo, provistas de cuatro flagelos los que le aseguran una gran
    movilidad en medio líquido. Se conserva en el suelo o en
    los tumores.

    La propiedad
    más característica de esta bacteria es su capacidad
    para transformar, en cortos períodos de tiempo las
    células vegetales normales a células tumorosas. Una
    vez que se han transformado en células tumorosas, dichas
    células se hacen independientes de la bacteria y
    continúan creciendo y dividiéndose anormalmente
    aún en ausencia del patógeno (Agrios,
    1996).

    La agalla de la corona se caracteriza por la
    formación de tumores o agallas, que varían
    considerablemente en forma y tamaño. En las raíces,
    generalmente, son mucho más pequeños que el cuello
    de la corona. En los tallos leñosos son siempre
    duros.

    Esta es una enfermedad del parénquima que se
    inicia atacando al tejido meristemático, causando una
    rápida proliferación de células; lo que da
    lugar a la formación de tumores o agallas, que es el
    síntoma típico que le da nombre a la enfermedad;
    produce mermas en la producción; achaparramientos,
    amarillamientos o debilitamiento parcial o total; al principio
    del desarrollo de las agallas, cuando se puede confundir
    éstas con los daños de algunos pulgones y
    nemátodos, así como con cicatrices de
    heridas.

    La enfermedad aparece al principio en forma de
    pequeños crecimientos excesivos del tallo y de las
    raíces de la planta, particularmente a nivel de la
    superficie del suelo. En las primeras etapas de su desarrollo los
    tumores son casi esféricos, blancos o de colores vivos y
    bastante blandos. Debido a que se originan de heridas que al
    principio no pueden distinguirse de una callosidad. Sin embargo,
    a menudo se desarrollan más rápidamente que un
    callo. Conforme crecen, sus superficies se hacen más o
    menos irregulares (rugosos); con el tiempo, los tejidos de su
    superficie se vuelven pardo-obscuros o negros, debido a la muerte
    o pudrición de las células periféricas. En
    cuanto al tamaño, varían según la
    dimensión y el vigor del órgano en que se localiza,
    variando desde el tamaño de un grano de frijol (1.5 cm)
    hasta los 15 cm de diámetro (Agrios, 1996).

    De acuerdo con su ubicación, según se ha
    visto, los tumores más comunes son los subterráneos
    cerca de la superficie del suelo y en la base del tallo (corona)
    , pero los puede haber también aéreos, en los
    tallos y ramas, y aún en las hojas.

    En ocasiones no hay indicio para distinguir los límites
    entre el tumor y el tejido normal de la planta,
    presentándose como un hinchamiento irregular de los
    tejidos en torno al tallo o la raíz. La estructura o
    consistencia del tumor depende de la planta donde se encuentre;
    así, pueden ser blandas en las plantas herbáceas,
    donde crecen rápidamente (crisantemo, zanahoria, betabel)
    y duras o leñosas; en hospedantes perennes (manzano,
    durazno, etc.) donde crecen muy lentamente, pero por mucho
    tiempo, es en estas especies donde llegan a adquirir sus mayores
    volúmenes.

    Otro síntoma es un crecimiento excesivo de
    raíces, tallos y ramas. Eventualmente viene la marchites
    de la planta, normalmente solo plantas jóvenes o
    herbáceas mueren por el efecto de la
    enfermedad.

    Las bacterias se encuentran intercelularmente en la
    periferia del tumor y no en la parte central. La
    degradación de los tejidos tumorosos periféricos libera en el suelo a las
    bacterias que pueden ser transportadas por el agua e infectan a
    otras plantas.

    La enfermedad es más frecuente en los
    árboles, en los que puede llegar a producir graves
    daños, especialmente en aquellos en que el injerto se
    realiza a nivel del suelo, quedando predispuesto a la
    penetración de la bacteria a través de las heridas.
    Cabe recalcar que los mayores daños se producen en los
    viveros, en los cuales las plantas no pueden ser vendidas o
    trasplantadas a los huertos o jardines, debido a que el
    patógeno puede permanecer latente en dicha
    planta.

    En cuanto a las plantas adultas resulta una enfermedad
    de tipo crónico, ésta se caracteriza porque sus
    efectos aparecen a medida que pasa el tiempo. Estas plantas
    resisten mejor el ataque en comparación con las plantas
    jóvenes.

    Ellis et al., (1991) señala que la agalla de la
    corona es una enfermedad muy común y destructiva en todas
    las especies del género Rubus, puede ser un factor
    limitante para la producción de plantas frambuesas y
    zarzamoras en vivero. La enfermedad produce agallas que pueden
    estar localizadas en la corona de la planta o justamente abajo de
    la superficie del suelo; las agallas pueden ocurrir en otras
    partes de la planta incluyendo raíces y
    cañas.

    El mismo autor indica que el impacto de la enfermedad en
    el crecimiento y producción de las plantas puede presentar
    un efecto no aparente de muerte en las mismas. El daño es
    más grande cuando las plantas jóvenes son
    infectadas durante el año en que fueron
    plantadas.

    Las plantas que presentan un número considerable
    de agallas se debilitan, achaparran y pueden ser improductivas.
    La proliferación anormal de tejido en las plantas da como
    resultado la formación de agallas que provocan trastornos
    en el transporte de
    agua y nutrimentos en la planta.

    En caso de ataques muy graves los daños pueden
    ser notables, en tanto que tiene obstaculizada la
    circulación de la savia en la planta; éstas pueden
    morir o permanecer débiles y escasamente
    productivas.

    A. tumefaciens es una bacteria que penetra
    únicamente a través de heridas recientes, se ubica
    principalmente a nivel intercelular y estimula a las
    células circundantes a que se dividan. En la corteza o en
    la capa del cambium aparecen uno o varios grupos o
    verticilos de células hipertróficas e
    hiperplásicas, dependiendo de la profundidad de la herida
    por donde ocurrió la penetración. Los grupos de
    células se dividen con gran rapidez, produciendo
    células que no muestran orientación ni
    diferenciación, y al cabo de 10-15 días de la
    penetración pueden observarse a simple vista las
    pequeñas hinchazones, conforme la división y el
    crecimiento irregular de las células continúa, la
    hinchazón se agranda y se desarrolla un tumor.

    Conforme aumenta el tamaño y la cantidad de las
    células tumorosas, se ejerce presión
    sobre los tejidos circundantes y subyacentes, los cuales pueden
    aplastarse y deformarse. Al comprimirse los vasos
    xilemáticos, se disminuye la afluencia del agua y
    nutrientes hacia la parte superior.

    Los tumores jóvenes, blandos y lisos, con mucha
    facilidad son atacados y dañados por los insectos y
    microorganismos saprófitos que producen su
    descomposición, causando liberación de bacterias al
    suelo, que posteriormente son transportados por el agua e
    infectan a otras plantas (Agrios, 1996).

    A. tumefaciens es una bacteria que es muy
    favorecida por los excesos de humedad, pues es diseminada
    principalmente por el agua, siendo además muy sensible a
    la luz y al aire seco. Las
    temperaturas cardinales para la bacteria en cultivo son 10, 22 y
    34 ° C;
    experimentalmente se ha determinado que las temperaturas
    óptimas para el desarrollo de la enfermedad por ella
    causada, se encuentran entre los 20 y 25 ° C, siendo la máxima
    de 30 °
    C.

    Tanto la bacteria como el desarrollo de la enfermedad
    son afectadas por el pH, la bacteria pierde virulencia; se ha
    visto que la resistencia de algunas plantas depende de la acidez
    de sus jugos celulares.

    PAPEL DE LAS FITOHORMONAS EN LA AGALLA DE LA
    CORONA

    El primer tipo de fitohormonas implicado en la agalla de
    la corona fueron las auxinas. En A. tumefaciens se
    detectan auxinas de tipo ácido indol-acético (IAA),
    que tienen por efecto estimular la división celular, por
    ejemplo: la formación de callos. Cuando el patógeno
    entra en contacto con su hospedante produce o sintetiza IAA,
    después de cierto tiempo la bacteria induce a que la
    planta lo produzca en más cantidad de lo
    normal.

    La acción estimulante de la auxina se
    confirmó al cultivar tejidos estériles de tumor con
    niveles de IAA capaces de promover el crecimiento y la
    división de la célula,
    en ausencia de la bacteria y que la tumorogénesis de la
    agalla de la corona resulta de la producción de auxinas y
    de factores de la división celular por las células
    del tumor.

    CONTROL

    El control de la agalla de la corona se basa
    principalmente en ciertos métodos de
    cultivos y medidas sanitarias:

    – Las plantas susceptibles de los viveros no deben
    plantarse en campos infestados por el patógeno. En lugar
    de ello, dichos campos deben sembrarse con maíz u
    otras gramíneas durante varios años antes de que
    sean plantados con plantas del vivero.

    – Debido a que las bacterias sólo penetran a
    través de heridas relativamente frescas, debe evitarse el
    producir heridas en las y raíces de las plantas durante el
    cultivo (Agrios, 1996).

    – Destruir las plantas atacadas.

    – Desinfectar los útiles en el momento de los
    injertos o sumergirlos en una solución de alcohol o de
    formol. Cuando en la plantación ya adulta se encuentran
    algunas plantas afectadas, conviene eliminar las plantas
    infectadas desinfectando las tijeras, después de cada
    corte, con una solución acuosa al 10% de lejía
    común (hipoclorito de sodio).

    – Evitar el establecer la plantación de material
    vegetal ya infectado (prestando atención a eliminar las
    plantas en que las agallas resulten evidentes) o bien no efectuar
    la plantación en terrenos anteriormente cultivados de
    frutales o de vivero, donde es probable que esta bacteria se
    encuentre en abundancia.

    – Desinfectar el suelo.

    – Proteger los injertos realizados al nivel o cerca del
    suelo con la ayuda de bandas adhesivas.

    – Suprimir los tumores, luego raspar y aplicar sobre las
    heridas una solución compuesta de una mezcla de alcohol y
    de dinitrocresilato de sodio.

    – Hacer control de las plagas del suelo (gallina ciega,
    larvas de frailecillo), que favorecen (por las heridas que
    causan) la penetración del agente
    patógeno.

    – Donde se haya detectado la enfermedad se
    deberán evitar los riegos pesados, especialmente
    tratándose de suelos arcillosos.

    – Es muy recomendable el acidificar el suelo mediante
    mejoradores como el azufre y con fertilizantes de residuo
    ácido.

    CONTROL
    BIOLÓGICO

    Hasta ahora, un método de control
    biológico desarrollado por primera vez en Australia,
    ofrece el control más prometedor de la agalla de la
    corona. De acuerdo con esto, se obtiene un control excelente de
    la enfermedad al sumergir las plántulas o los injertos de
    los viveros en una suspensión de alguna cepa en particular
    (la número 84) de Agrobacterium radiobacter, que es
    antagónica a la mayoría de las cepas de A.
    tumefaciens
    (Agrios, 1996).

    El mecanismo de acción de A. radiobacter
    es la producción de una sustancia antibiótico: la
    agrocina, que juega el papel de barrera impidiendo la
    penetración del patógeno en los tejidos.

    El producto comercial Galeina A, se presenta en una caja
    de petri que contiene el cultivo bacteriano en líquido
    gelosado. Bajo esta condición, las bacterias se pueden
    conservar durante un mes, a una temperatura de 4-12
    ° C. El contenido
    de una caja, mezclado con el agua, permite la preparación
    de un litro de una suspensión asegura la
    protección, por absorción, de alrededor de 400
    plantas.

    Se recomienda tratar las raíces de las plantas
    jóvenes, sobre todo los órganos utilizados en
    multiplicación vegetativa. La aplicación de esta
    suspensión debe hacerse imperativamente en los
    órganos sanos, ya que la acción de la bacteria es
    únicamente preventiva. También es posible la
    aplicación en el suelo por riego.

    Burr et al., (1993) trabajando en la estación
    experimental agrícola del estado de Nueva York con plantas
    de frambuesa de diversa procedencia encontró que el
    control de A. tumefaciens por A. radiobacter (K-84)
    fue muy errático, lo que comprobó con pruebas de
    laboratorio
    donde la Galeina A no fue capaz de inhibir el crecimiento de
    A. tumefaciens.

    CONTROL
    QUÍMICO

    El método anterior, ha dado resultados
    satisfactorios, pero parece tener desventajas en su efectividad,
    ya que el frío, la sequía y el calor son factores
    que reducen considerablemente la eficacia del tratamiento,
    destruyendo la película bacteriana "depositada en los
    órganos vegetativos", por lo que se propone como control
    químico lo siguiente:

    – Regar el suelo con una solución a la dosis de
    160 g. de metan-sodio.

    – Agregar al medio acuoso en el momento del
    garapiñado o de trasplante.

    ENFERMEDADES NO
    PARASITARIAS

    Las plantas del frambuesa manifiestan a veces
    síntomas que pueden interpretarse erróneamente como
    consecuencia de ataques de parásitos, cuando en realidad
    dependen de causas de otra naturaleza,
    como adversidades atmosféricas, mala composición
    del suelo etc.

    DAÑOS POR
    FRÍO

    La frambuesa roja es de todos los Rubus cultivados el
    más resistente a las bajas temperaturas invernales; a
    pesar de ello puede sufrir daños por el frío desde
    finales de otoño hasta bien avanzada la
    primavera.

    Los daños producidos por el frío se notan
    especialmente al principio de la brotación,
    observándose numerosas yemas que permanecen cerradas y de
    color oscuro, especialmente las de la parte apical de los brotes.
    Los brotes fructíferos son débiles y en menor
    número de lo normal; la vegetación de los tallos es
    en conjunto pobre y como consecuencia final se produce una gran
    merma en la producción. Como precaución, en zonas
    con fuertes fríos invernales o con heladas tardías
    es aconsejable hacer un despunte de los tallos una vez iniciada
    la primavera; de esta manera se puede valorar mejor los
    daños por hielo y remediarlos en parte mediante una poda
    más larga (Paglietta, 1984).

    ASFIXIA
    RADICULAR

    El sistema radicular de la frambuesa es particularmente
    sensible a un exceso de humedad en el terreno. En el caso de una
    completa sumersión durante un período superior a 24
    horas las raíces mueren por asfixia, con los consiguientes
    fenómenos de amarillamiento de las hojas, marchites y
    desecación de los brotes fructíferos. Es por ello
    muy importante, un buen drenaje del terreno especialmente si es
    de naturaleza compacta, evitar de forma absoluta su
    plantación en aquellos terrenos donde sean frecuentes los
    estancamientos de agua.

    DAÑOS POR
    VIENTO

    En zonas expuestas a vientos fuertes se pueden producir
    daños a veces graves. Además de la ruptura de los
    brotes fructíferos o las manchas obscuras en la corteza
    debidas al rozamiento recíproco de los brotes,
    también puede producir la rotura parcial de los rebrotes
    en su base, bajo tierra, ya que
    el punto de inserción en las raíces es
    frágil. Por esta razón la planta puede amarillear o
    marchitarse, con unos síntomas que pueden confundirse con
    los producidos por enfermedades virosas, daños por hielo o
    ataque de insectos radicales. En zonas donde hay mucho viento es
    aconsejable siempre el atar los rebrotes en alambres a medida que
    van creciendo, para evitar estos posibles
    daños.

    DESGRANAMIENTO DE
    FRUTOS

    En plantas aparentemente sanas, cuando llegan a la
    madurez algunas de las drupeólas que forman la frambuesa,
    tienden a separarse. No se conoce todavía la causa de este
    fenómeno; se piensa que este desgranamiento está
    relacionado en la mayor parte de los casos con la presencia de
    algún virus desconocido, aunque a veces puede depender
    también de las condiciones climáticas o de
    desequilibrios nutricionales (Paglietta, 1984).

    BIBLIOGRAFÍA

    Agrios George N.
    1996. Fitopatología. Ed. LIMUSA. México,
    D.F.

    Ellis, Michael A. 1991. Compendium of reaspberry and
    blackberry diseases and insects. The American Phytopathological
    Society. USA.

    Muratalla L. A. 1993. El cultivo de la zarzamora y
    frambuesa. Apuntes del centro de fruticultura. Colegio de
    Postgraduados. Montecillos, México.

    López Baltazar J. 1990. Propagación in
    vitro de 4 cultivares de frambueso (Rubus spp.).
    Tesis.

    Ríos Martínez Y. 1996. Efecto de
    Agrobacterium tumefaciens (Sm. Tw.) Conn, sobre el
    desarrollo radicular de frambuesa roja. Tesis de Licenciatura.
    Depto. de Parasitología.

    Rodríguez Alcázar J. 1978. Efecto de
    intensidad de poda y densidad de población en frambuesa
    roja (Rubus idaeus L.). Tesis de Maestría.
    Colegio de Postgraduados.

    Rodríguez Alcázar J. 1984. El cultivo de
    la frambuesa roja. Talleres Gráficos de la Nación. México, D.F.

    Paglietta Roberto. 1986. El frambueso. Ediciones
    Mundiprensa. Madrid,
    España.

    Villegas Montes A. (editor). 1994. 2ª
    Reunión nacional de frutales nativos e introducidos con
    demanda
    nacional e internacional. 285 p. Montecillos,
    México.

    MC. Luis López Pérez

    Instituto de Investigaciones
    Agropecuarias y Forestales de la

    Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

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