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Ricardo Piglia y respiración artificial




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    1. Desarrollo
    2. Conclusiones
    3. Bibliografía

    Introducción

    Piglia escribe Respiración artificial en
    la Argentina, desde una situación histórica muy
    difícil. La restricción a la actividad cultural era
    enorme. Esto lo lleva a desarrollar un estilo enfocado a reflejar
    la situación represiva, y al mismo tiempo a
    escapar, por medio de una codificación particular, de la censura.
    Respiración artificial se publica cuatro
    años después del golpe militar del 76, en plena
    actividad del régimen del "Proceso de
    Reorganización Nacional".

    Lo cierto es que los intelectuales
    debieron buscar un lenguaje
    alternativo que lograra oponerse al régimen que sustentaba
    "el monopolio del
    saber, del poder y de la
    palabra." (Pons: 32)

    En el caso de Piglia, desarrolla en
    Respiración artificial un discurso que
    "se hace aún más interesante cuando descubrimos que
    la narración es utilizada para ocultar más que para
    mostrar" (Massman: 98). La forma de la novela compone
    una sucesión de elementos, de tipos discursivos (cartas,
    monólogos, diálogos, documentos) que
    son una metáfora de ese tiempo en el que se vivía
    en la oscuridad, la incomprensión, el miedo, la
    incertidumbre.

    "Estos subtextos que componen esta novela, si bien
    no hablan directamente de la realidad argentina, sí
    pretenden restaurar la polifonía de voces acallada por el
    régimen dictatorial." (Massman: 103) De hecho, a Piglia le
    interesa de la ficción su relación
    específica con la verdad, y encuentra que toda ideología o construcción de la realidad está
    hecha de ficción, de "historias". Le parece que la
    Argentina de la dictadura militar
    "es un buen lugar para ver hasta qué punto el discurso del
    poder adquiere a menudo la forma de una ficción criminal.
    El discurso militar ha tenido la pretensión de
    ficcionalizar lo real para borrar la opresión" (Piglia-c:
    11)

    Esto no quiere decir que Piglia esté de acuerdo
    del todo con posiciones como la de M. Foucault, en que
    toda realidad es una construcción hecha por medio de un
    discurso o una red de varios discursos,
    porque "hay zonas de la realidad, las relaciones de dominio y
    opresión por ejemplo, que no son meramente discursivas.
    Las relaciones de dominación son materiales y
    sobre ellas se establecen relaciones discursivas.(Piglia-c:11)"
    Una ficción es utilizada, entonces, como forma de
    dominación, como forma de promover y mantener ciertas
    relaciones materiales a las que se desea llevar a su
    realización:

    La sociedad
    vista como una trama de relatos, un conjunto de historias y de
    ficciones que circulan entre la gente. Hay un circuito personal,
    privado, de la narración. Y hay una voz pública,
    un movimiento
    social del relato. El Estado
    centraliza esas historias; el Estado
    narra. Cuando se ejerce el poder político se está
    siempre imponiendo una manera de contar la realidad (Piglia-c:
    43)

    El discurso que mantuvo la dictadura
    puede entenderse como una ficción no sólo por su
    poder diegético, sino porque –además-
    manifiesta el mensaje, el código,
    pero oscurece en gran medida el referente, por medio de figuras
    que distorsionan el "grado cero"del lenguaje, y por consiguiente
    obstruyendo una aprehensión conciente del mensaje
    implícito.

    De esta manera, en la dictadura militar, se construye
    una versión de la realidad, "los militares
    aparecían en ese mito como el
    reaseguro médico de la sociedad." Piglia describe esta
    ficción política como "la
    teoría
    del cuerpo extraño que había penetrado en el tejido
    social y que debía ser extirpado." Se anticipa lo que iba
    a suceder en secreto, se dice abiertamente el crimen de forma que
    parezca una metáfora, cuando era una realidad material,
    directa. Se desarrolla entonces una figura compleja, una
    vocación a ocultar la verdad al representarla como si se
    tratara de una figura retórica:

    "En verdad, ese relato venía a encubrir una
    realidad criminal, de cuerpos mutilados y operaciones
    sangrientas. Pero al mismo tiempo la aludía
    explícitamente. Decía todo y no decía nada:
    la estructura del
    relato de terror (Piglia-c: 114)."

    En este sentido puede entenderse que la
    misión
    de Luciano Ossorio, de Maggi y de Renzi; primero el del pensador,
    luego el del historiador y por último el del escritor de
    ficción, es comprender esas tramas de la ficción
    social que el poder controla, para descifrar la verdad escondida,
    y para poder reconstruir el "relato de los vencidos" que les
    revele la realidad histórica verdadera: "Podríamos
    decir que hay siempre una versión de los vencidos. Un
    relato fragmentado, casi anónimo, que resiste y construye
    interpretaciones alternativas y alegorías (Piglia-c:
    45)."

    Se tratará de analizar en las siguientes
    páginas cómo esta actividad es una estrategia que se
    encuentra implícita en la obra para que el lector, el
    destinatario del mensaje que quiere el narrador, pueda vislumbrar
    una manera de aproximarse a la verdad que le toca
    descodificar.

    Desarrollo

    El que Renzi reciba los papeles de Enrique es una
    incitación a que descubra la historia no oficial, la que
    está por debajo, la de los derrotados, de la que él
    como todos los otros personajes de Respiración
    artificial
    forman parte. Tardewski hace toda una
    filosofía personal en torno al fracaso,
    considerando que es la posición que un filósofo de
    verdad debe mantener para poder desarrollar correctamente su
    pensamiento
    sistemático y su vida: "Estaba convencido de que esos
    individuos eran los que ejercían, dijo, la verdadera
    función
    de conocimiento
    que siempre es destructiva (Piglia-a: 144)." "…ese fracaso
    que él había descubierto, tardíamente pero
    con total certeza, como la única verdadera forma de vivir
    que puede considerarse, de modo cabal, filosófica
    (Piglia-a: 156)."

    La novela por excelencia, tal como se ha
    desarrollado en la Argentina, como "una forma nacional de usar la
    ficción que viene de Sarmiento y llega hasta Macedonio y
    Marechal (Piglia-c: 100)", usa la red de ficciones que
    constituyen el fundamento social y lo reconstruye (Piglia-c:101).
    La novela política por excelencia es aquella que capta el
    núcleo social oculto por medio de su entramado de relatos.
    Es la literatura la
    que habla del futuro por medio del presente. La literatura
    política, para Piglia, debe ser una literatura que cuente
    una utopía:

    Muchos escritores han sido capaces de percibir en el
    presente las líneas básicas de la realidad
    futura. Eso ha sucedido en general en momentos de gran
    condensación, cuando no es sólo un sujeto el que
    percibe los núcleos de una sociedad, sino que hay
    grandes tensiones secretas que se hacen visibles y aparecen con
    nitidez los puntos de fuga del imaginario social (Piglia-c:
    46).

    Luciano Ossorio entiende entonces que la
    verdad de la historia
    argentina se trata de un enigma, y supone en un estado
    delirante que puede reducir la verdad de la Historia Nacional a
    una frase, a un silogismo. Descubre que si necesita contar su
    historia es para liberarse de ella, es para encontrar al fin la
    paz tan ansiada, "para borrar de la memoria
    todo lo que no sea el origen y el fin (Piglia-a: 52)". Descubre
    que el origen es Enrique Ossorio, puesto que todos los miembros
    de la familia le
    deben a él la riqueza que poseen, él ha marcado el
    destino de las siguientes generaciones, es a él a quien
    todos le deben el oro que
    consiguió por medio de un misterioso influjo en los
    Estados
    unidos.

    Isabel Quintana, al referirse a los personajes del
    senador Luciano Ossorio, Maggi y Renzi, advierte que están
    siempre abocados a la tarea huidiza de descifrar la vida de un
    hombre,
    luchando por entender sus propias vidas, y por extensión,
    la de la historia Nacional. Esta afirmación, habría
    que relativizarla por las características de cada
    personaje, que abordan esta misión desde estrategias
    diferentes.

    La serie de cartas que dominan todo el principio de la
    novela van desembocando lentamente en la figura de Enrique
    Ossorio. Para ello el narrador se va apropiando
    explícitamente de su lugar. Si bien al principio las
    cartas están expuestas con un grado de mimesis más
    directo, tienden cada vez más a estar sujetas a un
    monólogo de Renzi, hasta que al fin el narrador se apropia
    de la historia que aquél ha sabido reconstruir acerca de
    la figura de Enrique y cuenta su historia.

    Enrique Ossorio y Alberdi parecen ser
    personajes emparentados. Piglia lo toma como modelo y lo
    ficcionaliza. Las últimas palabras del personaje
    están destinadas a Alberdi (Piglia-a:27), que muere en el
    destierro y en el desprestigio, apasionado, lúcido y
    derrotado como él, también lo que hace es
    escribir:

    …lo único que hace Alberdi es escribir.
    Todo el tiempo. No hace otra cosa. Y es el más
    lúcido y el más desesperado. Realmente él
    es la verdad en América. En sus textos anticipa grandes
    ejes de los debates futuros. Lo interesante es la
    sensación de que la distancia y el destierro le permiten
    una lucidez que no tiene ninguno de sus contemporáneos.
    La distancia con respecto a la política inmediata parece
    la condición de la verdad (…) Se embarca en
    secreto, como un extranjero, con el baúl donde lleva sus
    papeles (…) Sus últimos meses de vida son
    realmente alucinantes. Se queda solo en París, muy
    delirado (…) entra en una especie de lucidez
    psicótica y delira noche y día. Y escribe. Manda
    cartas a direcciones inexistentes, a amigos muertos (Piglia-c:
    50-51)."

    Un baúl lleno de papeles
    también acompaña a Enrique Ossorio, en el que
    está escrita la realidad del porvenir: "Preveo:
    disensiones, divergencias, nuevas luchas. Interminablemente.
    Asesinatos, masacres, guerras
    fraticidas (piglia-a: 62)." El capítulo III de
    Respiración artificial se encarga de proveer
    fragmentos de textos de este personaje, el narrador focaliza la
    narración principalmente desde Maggi. Los textos se
    confunden en sus diferentes planos, leemos la experiencia que el
    historiador tiene con los manuscritos de su antepasado. Es claro
    que la selección
    de los textos dependen del momento en la que es narrada la
    historia, puesto que Maggi se ocupa de la etapa en que Enrique
    Ossorio está en Nueva York y es éste el material
    que se introduce como una serie de intertextos en la
    ficción.

    De hecho, en Respiración artificial se
    hace continuamente alusiones a la problemática que existe
    entre realidad y ficción; probemática de todo
    individuo. Un
    ejemplo es cuando Renzi, en una de las cartas que destina a
    Maggi, dice: "Todos nos inventamos historias diversas (que en el
    fondo son siempre la misma), para imaginar que nos ha pasado algo
    en la vida. Una historia o una serie de historias inventadas que
    al final son lo único que realmente hemos vivido
    (Piglia-a: 30)."

    En "El nombre falso", texto ambiguo
    que usualmente es considerado un cuento y que
    para otros -como Juan José Saer- se trata de una novela
    corta, Piglia mantiene su poética de unir varios
    géneros para producir un texto multiforme, en donde hay un
    enigma que debe resolverse. En este caso el detective tiene el
    mismo nombre del autor, y está narrado de tal forma que
    parece en efecto tratarse ilusoriamente de un texto de
    no-ficción. La mayoría de los intertextos son
    verificables y hay toda una armazón paratextual (notas a
    pie de página, diferentes segmentos, etc.) que funcionan
    para crear la ilusión de ser una narración que
    está efectivamente basada en hechos reales. Como en la
    segunda parte de Respiración artificial, Roberto Arlt
    tiene un papel predominante como referente de la
    narración, y en este caso todo el argumento gira en torno
    a un supuesto manuscrito inédito de este autor. Una de las
    ideas predominantes de esta narración es la
    siguiente:

    en más de un sentido el crítico es el
    investigador y el escritor es el criminal. Se podría
    pensar en la novela policial es la gran forma ficcional de la
    crítica
    literaria. O una utilización magistral por Edgar Poe
    de las posibilidades narrativas de la crítica. La representación
    paranoica del escritor delincuente que borra sus huellas y
    cifra sus crímenes perseguido por el crítico,
    descifrador de enigmas. (Piglia-c: 15)

    Sin duda, una de las formas en que Piglia denuncia la
    dictadura es por medio de la intertextualidad. En su obra hace
    continuamente referencia a las obras de otros autores y promueve
    a que se lean y que sus voces resuenen en su propia obra. Roberto
    Arlt es concebido como el que logra crear un estilo que es la voz
    amalgamada de la polifonía bonaerense; Kafka, a su vez, es
    el que ha aprehendido las profundidades del mal de su siglo,
    alucinado y aterrado. Ambos son los que han sabido
    escuchar.

    El escritor es aquel que distorsiona la literatura como
    ficción social, aquellos textos que se han establecido
    como canon por medio de la crítica. Al hacer suyos textos
    anteriores y transformarlos dentro de su propia obra, les dan
    nuevo sentido y escriben sobre el futuro:

    Lo básico para mí es que esa
    relación con otros textos, con los textos de otro que el
    escritor usa en su escritura,
    esa relación con la literatura ya escrita que funciona
    como condición de producción está cruzada y
    determinada por las relaciones de propiedad.
    Así el escritor enfrenta de un modo específico la
    contradicción entre escritura social y
    apropiación privada que aparece muy visiblemente en las
    cuestiones que suscitan el plagio, la cita, la parodia, la
    traducción, el pastiche, el
    apócrifo (Piglia-c: 76).

    Piglia manifiesta que la verdadera tradición
    literaria argentina posee una atmósfera
    ilícita: "Para Borges (como para
    Grombowicz) este lugar incierto permite un uso específico
    de la herencia
    cultural: los mecanismos de falsificación, la
    tentación del robo, la traducción como plagio, la
    mezcla, la combinación de registros, el
    entrevero de filiaciones. Ésa sería la
    tradición argentina.(Piglia-c: 36)". De esto trata "El
    nombre falso", el crítico que descubre al final una
    apropiación ilícita que el personaje Kostia hace de
    un texto de Roberto Arlt.

    Es interesante la condensación de voces de otros
    escritores y la posibilidad de ficcionalizar que tiene Piglia,
    usando como herramienta sus ideas sobre la literatura, su
    crítica y teoría literaria. En este sentido
    el ensayo se
    fusiona en sus novelas,
    manteniendo dos propósitos primordiales del género:
    enseñar y cautivar. Piglia se interesa en los
    géneros en la medida en que quiere narrar fuera de ellos,
    ellos son "un marco y a la vez (…) una máquina
    narrativa".(Piglia y Saer: 30)

    "Yo creo que hay una pasión de las
    ideas, como hay una pasión de los cuerpos (…) y es
    eso más bien lo que sucede en Respiración
    artificial
    , donde se empiezan a manejar ciertas ideas que
    entran en la ficción con una característica
    propia." (Piglia y Saer:14) A diferencia del ensayo
    tradicional, Piglia promueve el debate y el
    desarrollo de
    las ideas como medio de producir ficción, un "mundo de los
    conflictos de
    posiciones", en donde la razón y la pasión se
    aúnan y producen tensión narrativa. Es clara esta
    técnica en la exposición
    que hace Renzi sobre el papel que juegan Arlt y Borges en la
    literatura
    argentina, buscando convencer a Marconi de ello, en la
    tertulia literaria en el club, a principios de la
    segunda parte de Respiración artificial.

    Con toda la historia del encuentro de Kafka con Hitler contada
    por Tardewski (personaje que parece haberse inspirado en las
    figuras del "inglés"
    Rattlif y de Grombowicz), hay un deseo de hablar de la dictadura
    de forma más o menos cifrada. Muchos pasajes parecen estar
    dirigidos al régimen militar: "Usted leyó El
    proceso
    , me dice Tardewski. Kafka supo ver hasta en el
    detalle más preciso cómo se acumulaba el horror.
    Esa novela presenta de un modo alucinante el modelo
    clásico del Estado convertido en instrumento de terror
    (Piglia-a: 194)."

    Lo que se puede pensar se puede realizar, este es el
    pensamiento profundo, como buen discípulo de Witgenstein,
    al que Tardewski a llenado de sentido con su vida. Los
    regímenes de terror fueron primero una idea
    psicótica de Hitler, por ejemplo, que fue anticipada en la
    literatura de Kafka en toda su perversión. Pero lo opuesto
    también debe ser posible, alucinar un mundo mejor, un
    mundo utópico, y eso es lo que hace Enrique Ossorio,
    llegando a modificar el presente, produciendo un juego muy
    complejo entre los planos de ficción, en donde pareciera
    que estuviera escribiendo sobre los demás personajes que
    buscan entenderlo a él. Piglia entiende la utopía
    como sigue:

    Cuando yo digo utopía pienso en la revolución. (…) Ser realista es
    pedir lo imposible (…) En este país hay que hacer
    la revolución. Sobre esa base se puede empezar a hablar
    de política (Piglia-c: 102)." "Hay que estar en un lugar
    excéntrico, opuesto al orden establecido, fuera de todo.
    No tengo confianza en nada ni soy un hombre optimista, pero
    justamente por eso creo que hay que aspirar a la utopía
    y a la revolución (Piglia-c: 103).

    Respiración
    artificial
    , como se ha dicho ya, es la
    iniciación política de Renzi, al que al principio
    sólo le interesa nada más que la
    literatura:

    "Renzi está construido con algo
    que veo en mí con cierta ironía y con cierta
    distancia. En el sentido de que a Renzi sólo le interesa
    la literatura, habla siempre con citas, vive "literariamente" y
    es lo que yo espontáneamente hago o quiero hacer pero
    que controlo a través de mi conciencia
    política digamos, una relación diferente con la
    realidad. (…) En este sentido Renzi es una
    autobiografía. Hay una zona propia, pero en estado puro,
    ahí. Claro que Renzi es también un tipo de
    personaje, un tipo de héroe que se reitera en la
    literatura." (…) el joven esteta, frágil y
    romántico que trata de ser despiadado y lúcido.
    Ese personaje se enfrenta con el horror y la desilusión.
    Antes que nada yo diría que es una forma de enfrentar la
    experiencia (Piglia-c: 118)."

    Tardewki le enseña que el gran mérito del
    escritor es tener la capacidad de escuchar su propia
    época, de escuchar la verdad que se esconde detrás
    del murmullo de la historia. El gran escritor es el que saca a la
    luz la verdad
    en forma de una alegoría o de una parábola; no
    importa si se trata de la verdad d el terror y de la miseria que
    el presente y el pasado han significado. También es aquel
    que tiene la capacidad de escribir una utopía que pueda
    promover la realización de un ideal utópico, de
    libertad en el
    mundo:

    "La escritura de ficción se
    instala siempre en el futuro, trabaja con lo que todavía
    no es. Construye lo nuevo con los restos del
    presente.(Piglia.c: 14)" "La novela del astrólogo, que
    para mí es la obra maestra de Roberto Arlt, trabaja
    mundos posibles: sobre la posibilidad que tiene la
    ficción de transmutar la realidad. Los siete
    locos
    cuenta el proyecto del
    Astrólogo de construir una ficción que
    actúe y produzca efectos en la realidad.
    ¿Cuál es el poder de la ficción? El texto
    se pregunta eso todo el tiempo.(Piglia-c: 24)"

    La literatura contribuye a la posterior trama de relatos
    que subsisten en la sociedad como nueva realidad. Como dijeron
    Walter Benjamín y Tinianov, a su vez las series
    extralingüísticas y extraliterarias modifican la
    función poética en la literatura: "Esa trama de
    relatos [de las fuerzas sociales y políticas]
    expresa relaciones de fuerza. Las
    transforman podría decirse; en el fondo los relatos
    sociales son alegóricos, siempre dicen otra cosa. Hablan
    de lo que está por venir, son un modo cifrado de anticipar
    el futuro y de construirlo (Piglia-c: 45)." Se trata entonces de
    una influencia doble, y es el escritor el encargado real de
    promover la transformación de la función
    poética que requiere la sociedad para conocerse y
    superarse.

    Conclusiones

    Piglia propone una forma de leer. El sentido de la obra,
    que normalmente se halla en una o varias isotopías
    desarrolladas en el discurso, es a la vez formal y
    temática. Los diferentes discursos escogidos para contar
    la historia, que normalmente están diferenciados por
    consolidar los elementos de algún género, son
    fragmentos que el lector debe relacionar y que no sólo
    promueve el dialogismo, la discusión entre varios
    discursos que se superponen en busca de una verdad se manifiesta
    y se desarrolla por medio de sus contradicciones. Lo importante,
    además, es la técnica misma a la que el lector se
    ve obligado a participar, es una técnica que las obras de
    Piglia promueven a desarrollar de forma inmanente: Piglia propone
    la forma de la lectura del
    detective, del que toma lo que le interesa y que pierde el
    respeto por el
    texto como un todo cerrado y unívoco, del lector que se
    sumerge de forma comprometida en los varios niveles que comportan
    una infinidad de textos para buscar la tan ansiada respuesta:
    "Cada uno es dueño de leer lo que quiere en un texto.
    Bastante represión hay en la sociedad"(Piglia-c:
    9)

    Apreciamos entonces que el fin de su obra es una
    experiencia práctica de cómo abordar al texto como
    medio de tomar un camino propio, en donde lo que importa es la
    formación del sujeto y no la reverencia a la voz del
    narrador omnipotente, que subyuga al destinatario con su autoridad de
    demiurgo, en aquellas obras que han tenido la mala fortuna de
    estar ilusoriamente definidas por un metatexto que se ha impuesto como
    autoridad: "Por supuesto existen estereotipos, lecturas
    cristalizadas que pasan de un crítico a otro: se
    podría pensar que ésa es la lectura de
    época. (Piglia-c: 9)". Y llega aún más
    lejos, para él "un escritor es alguien que traiciona lo
    que lee, que se desvía y ficcionaliza [lo que lee]"
    (Piglia-c: 12) y esto es justamente lo que produce la nueva obra
    y la nueva literatura. Piglia parece así dispuesto a
    cumplir con un rol social que se acerca a una filosofía
    idealista, hegeliana, en el que sus obras son un ejercicio
    práctico para aprender a leer como sujeto responsable,
    pensante. Al mismo tiempo, Respiración artificial
    parece cumplir con el objetivo de
    ser una brújula de
    lecturas, un mapa que promueve a sus lectores a conocer o a
    reconsiderar desde nuevas ópticas obras que hablan del
    presente y del futuro. La intensidad que provocan sus narraciones
    en gran parte se debe a una pasión de las ideas, y esta
    pulsión se produce en el lector por el tan conocido efecto
    transrracional que tiene por objeto la función
    poética.

    La historia de Enrique Ossorio, el esbirro de Rosas que escapa
    de las garras del poder y consigue el oro, posee el valor de una
    parábola. Es el gran cuento que se busca descifrar, es la
    parábola de todo el libro. Como
    él, el verdadero héroe, todos los demás
    personajes buscan escapar de la represión, desean tener la
    lucidez necesaria para comprender el contexto en el que viven y
    para comprenderse a sí mismos. El oro, que funciona como
    símbolo, es el objeto milagroso de este éxito
    real, que Tardewski relaciona con su fracaso filosófico.
    En la narración hay una preocupación de impregnar
    toda la historia del influjo de Enrique Ossorio, comenzando por
    el hecho que destina sus cartas al futuro, y por esa idea suya de
    escribir una novela que justamente se desarrolla en el marco en
    el que la historia transcurre. Hay un sinfín de funciones
    catalíticas que expresan esto: el frío
    gélido en Enrique y en su nieto Luciano, la carta que
    Enrique destina a Maggi, y otras muchas figuras por el
    estilo.

    "Narrar es narrar en un ritmo, en una respiración
    de lenguaje: cuando uno tiene esa música la
    anécdota funciona sola, se transforma, se ramifica.
    (Piglia-c: 107)" El tono de la novela es, como se encuentra
    explicitado en el título, artificial. Está escrita
    de forma cifrada, tuvo que acoplarse a las exigencias de la
    censura y de la represión. Pero la pasión por una
    utopía revolucionaria desborda la mera lectura horizontal.
    Piglia consigue producir una verdadera transferencia
    temática y técnica que impulsa a los lectores a
    tomar más conciencia del estado represivo en el que
    vivían, y del que hoy todavía no hemos escapado
    realmente.

    Bibliografía

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    David Dickinson

    Estudiante de letras de la USAL

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