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¿Transversalidad en el currículo de educación profesional?




Enviado por harome



    1. Resumen
    2. ¿Transversalidad en el
      currículo de educación
      profesional?
    3. Fundamento de la transversalidad
      en el currículo
    4. Un currículo
      didáctico
    5. La veracidad en el
      currículo
    6. Formación de valores,
      como unidad, inmersa en la temática de las
      disciplinas
    7. Dimensión social del
      currículo

    RESUMEN

    El currículo como herramienta básica de
    estructura de
    educación es obligatorio en muchos países, el
    problema es cómo crearlo, como construirlo, cómo
    configurarlo y cómo adaptarlo para que pueda cumplir el
    propósito para el cual ha sido concebido. Teniendo en
    cuenta que el ser humano vive en sociedad, es
    necesario entonces que éste se centre en la persona, como
    generadora del pensamiento,
    el
    conocimiento y la voluntad para que su actuación en
    esa sociedad sea productiva en todo sentido.

    En un mundo cambiante permanentemente, es necesario
    adquirir la suficiente capacidad de adaptación a las
    transformaciones actuales y venideras, pero el hombre se
    debe centrar en el momento histórico-socio-cultural que le
    corresponde vivir y es por esto que su accionar, su praxis, y sus
    realizaciones han de estar contextualizadas, por lo tanto se
    propone la transversalidad en el currículo de
    educación profesional para que su eje central traspase,
    permeando en formación de valores a unos adultos que se
    supone, poseen un conocimiento
    previo y que aún tienen una apertura cognitiva con
    capacidad de asimilación de situaciones contextuales
    reales, que por medio de una adecuada socialización y con la guía de un
    conductor acertado pueden aportar de sí, para producir el
    cambio, o al
    menos el principio de cambio necesario para lograr una sociedad
    más justa, más equitativa y más
    humana.

    REA

    As a basic tool of the educational structure, the
    curriculum is
    mandatory in many countries; the problem is how to create it, how
    to construct it, how to design it and how to adapt it, so that it
    can reach the purpose for which has been conceived. Given the
    fact that the human being lives in society, therefore, it is
    necessary that the curriculum be centered in the person as a
    maker of the thought, the knowledge and the will so that his
    performance inside the society is productive in all
    senses.

    In a world that changes constantly it’s necessary
    to acquire enough capacity of adaptation to the present and
    future transformations, but man must center his self in the
    historical and socio-cultural moment that has to live and, for
    this reason, his actions, his praxis and his accomplishments
    should be placed in a context; therefore, it’s necessary to
    propose a transversal line in the curriculum of professional
    education so that its central idea cross as a permeating
    formation in values to an adult population that is supposed to
    have a previous knowledge and still has an openness to the
    knowledge with the ability to understand different, contextual
    and real situations that, through an adequate socialization and
    with the guide of a good leader is able to make his
    contributions, in order to make a difference or, at least, the
    beginning of the necessary change to reach a more just, equal and
    human society.

    ¿TRANSVERSALIDAD EN EL CURRÍCULO DE
    EDUCACIÓN PROFESIONAL? O ¿UN CURRÍCULO PARA
    LA FORMACIÓN DE VALORES?

    La sociedad se construye día a día y es
    precisamente la universidad como
    máximo rector de la formación personal, el un
    agente de transformación social que dinamiza esta construcción. Las comunidades y su tejido
    social tienen problemas y la
    formación universitaria se debe cuestionar a qué
    situaciones problemáticas puede y debe encontrar una
    respuesta a este cuestionamiento en su sistema
    educativo. Es pertinente entonces formar a los universitarios
    de manera sistematizada e intencional en una escala adecuada
    de valores sociales y actitudes
    coherentes, con base en las experiencias vividas en la actualidad
    para lograr la formación de una persona consciente y
    activa socialmente, adaptable y competitiva en un entorno
    histórico cultural que le tocó vivir, pero
    también justa y solidaria.

    Para que puedan estructurarse soluciones
    parciales a los problemas sociales es necesario que la educación
    superior universitaria, promueva la creatividad y
    la originalidad bajo propuestas viables que integren la magnitud
    de la problemática, con la elaboración de un
    planeamiento
    didáctico, ético y práctico que involucre
    los valores en
    los temas contenidos en los programas que
    ofrezca la institución en las distintas las
    disciplinas.

    La construcción de un currículo pertinente
    no sólo deberá corresponder entonces a uno de los
    objetivos
    principales del quehacer universitario, sino que deberá
    tender a fortalecer la integridad de la praxis en los campos en
    que el estudiante se desenvolverá en un futuro como
    profesional.

    De acuerdo con este planteamiento, la formación
    de valores, no debe corresponder a una unidad aislada, inmersa en
    el conglomerado temático que se imparte en la
    institución; antes por el contrario, debe hacer presencia
    en una sucesión de situaciones reales y concretas del
    contexto social en el que ocurren los acontecimientos
    histórico-culturales del momento, para poder de esta
    forma impartir una formación que sea garante de un
    ejercicio profesional corresponsal con la situación
    problemática que se está vivenciando, para que en
    conjunto y en actuación colectiva se tomen determinaciones
    acertadas que empiecen a formar barreras de saneamiento moral que
    produzcan efectos curativos a la praxis invasora de antivalores,
    tan común en la época actual.

    FUNDAMENTO DE LA
    TRANSVERSALIDAD EN EL CURRÍCULO

    Los vertiginosos cambios a los que se ve abocada a
    asumir la persona que inserta en la actual sociedad observa
    perpleja las transformaciones, impulsadas por la economía y la
    técnica, que han modificado significativamente las
    relaciones sociales tanto en el ámbito público como
    privado. Los avances en todos los campos son indiscutibles y
    junto a ellos, se observan también la permanencia de
    la pobreza, la
    incontenible brecha que profundiza desigualdades
    económicas y sociales tanto en el entorno inmediato como
    en el lejano, que inmisericordemente son la causa de tensiones en
    la convivencia entre grupos y
    personas. Estas tensiones desembocan en situaciones
    problemáticas, tales como la corrupción
    (número uno en algunos países), la violencia, los
    conflictos
    bélicos, las desigualdades sociales y económicas,
    la discriminación por sexo y/o
    pertenencia étnica, el consumismo, el hambre, las
    migraciones, la degradación del medio
    ambiente. Frente a ello es indispensable estructurar y
    fomentar acciones de
    cambio permanente y ha de ser la institución educativa,
    especialmente la que ofrece niveles profesionales la que produzca
    importantes iniciativas para promover el cambio de conciencia, de
    pensamiento, de actuación y de convivencia, de ahí
    se hace prioritaria la necesidad de formar en valores a los
    estudiantes que van a ocupar cargos de desempeño profesional, para que puedan
    actuar con coherencia en los ámbitos de
    intervención social.

    ¿Cambiar, entonces, el esquema mental de la
    persona?

    Un cambio de mentalidad en parámetros acertados,
    recobra aquí vital importancia, para que el objetivo de la
    formación de valores en la transversalidad aplicada al
    currículo no sea solamente un componente momentáneo
    como cumplimiento de un objetivo sino el condicionamiento
    necesario "centrado en la persona" (González, SF, p. 9),
    es decir que no sólo abarque la comprensión de los
    fenómenos que ocurren a su alrededor, sino que se
    interioricen, se inmiscuyan en ellos y puedan ser incorporados en
    su esquema mental, para que el estudiante se sensibilice ante la
    situación que se vive a su alrededor.

    Actuamos bajo una esperanza vacilante y frágil.
    La incertidumbre del porvenir proviene de una mentalidad de
    crisis y
    derrota, de corrupción e injusticia, de pérdida
    de certeza en progreso y en futuro. El hacer bastiones de lucha
    para un cambio de paradigmas
    mentales corresponde al campo de la educación
    fundamentada en la formación integral de la persona que en
    las puertas de su desempeño profesional aún se
    encuentra sin rumbo, titubeando ante los cambios y con temor a
    enfrentar la realidad. Hay que actuar a tiempo y
    empezar desde ahora, construyendo los pilares de la sociedad que
    hará historia a partir de hoy.
    Edgar Morin traduce su análisis acertado frente al problema:
    "Ahora, ciertamente, frente a esta situación fracasan los
    métodos
    tradicionales de análisis de la realidad y se impone, como
    no deja de repetirnos Edgar Morin, un "rearme intelectual", el
    cual postula una capacidad de problematización creciente y
    la movilización de todas las cualidades intelectuales
    para hacer frente a la complejidad de la realidad"
    (González Moena, p. 65).

    ¿Qué nos plantean estos pensadores?: El
    final de unas ideologías obsoletas, abstractas para el
    realismo y
    perniciosas para la construcción de salidas efectivas de
    situaciones que están enmarcadas en el campo de los
    antivalores y que a diario se presentan en todos los estamentos
    en los distintos niveles.

    ¿Qué se debe estructurar entonces en el
    currículo para producir un cambio de pensamiento coherente
    con el momento histórico social que vivimos?

    Al tratar sobre la teoría
    de la complejidad y lanzar propuestas para la integración del saber, sobre le pensamiento
    de Edgar Morin, Sergio Gonzalez Moena fundamenta
    epistemológicamente sus conceptos, entendiendo a la
    universidad como: "El espacio y el nivel educativo más
    adecuado para analizar y promover esta integración de los
    distintos saberes es la universidad, ya que ella se encuentra
    abierta por naturaleza a
    la universalidad del saber y su nombre sugiere la unidad dentro
    de la diversidad" (González Moena 1997, p. 80). A este
    concepto se
    podría añadir además que la creatividad
    adaptada al contexto, para producir un efecto que contenga un
    sentido de pertenencia y que sea pertinente a las necesidades de
    la sociedad, es ante todo el criterio que debe regir a quienes se
    encargan de producir currículo. Esta herramienta
    (obligatoria en nuestro medio), por fortuna permite cierta
    flexibilidad, aunque también obliga a incluir algunos
    estereotipados esquemas de acondicionamiento que ciertamente no
    producen los efectos positivos que faciliten la formación
    de una adecuada mente abierta a ideologías que posean el
    carácter necesario para preparar a la
    persona con el fin de que pueda asumir posturas concretas ante
    las situaciones que se presentan en un momento
    determinado.

    Es imperativo, entonces, que el continuismo no prospere
    en el currículo, que en él, se marquen
    parámetros de posiciones ante los contenidos tratados en todos
    los campos, que en él, se terminen las importaciones
    innecesarias de experiencias extranjeras; es preciso adaptar la
    práctica al medio y a las necesidades; por ejemplo, temas
    recargados de estadísticas extranjeras, adaptarlos al
    medio; contenidos vendados ante los peligros inminentes,
    correrles las vendas; exponer abiertamente ventajas y peligros de
    prácticas cotidianas, socializando el monumental material
    vivenciado que poseemos. La exposición
    permanente de una posición frente a un valor forma a
    la persona y adecúa a su vez un pensamiento colectivo,
    necesario para la transformación que se busca.

    ¿Qué ganarían la institución
    y el estudiante con un paquete completo de estructuración
    ética
    en ponencias magistrales? Para la institución
    universitaria, correspondería aproximadamente al
    equivalente del contenido de la conocida frase "arar en el
    desierto" y para el estudiante, sería el "relleno"
    obligatorio para la obtención de un título. Es
    preferible un timón acertado, una revisión de la
    orientación en los contenidos de las temáticas y
    una guía con un pensamiento transformador, innovador,
    creativo y centrado en vivencias concretas de necesidades
    sentidas.

    UN CURRÍCULO
    DIDÁCTICO

    Centrado en el paradigma
    cognitivo, al tratarse de currículo didáctico debe
    poseer entonces, una fundamentación filosófica,
    epistemológica (para un cambio de paradigmas), conceptual
    y pedagógico que orientado a un diseño
    de rescate de valores, proponga matices de nuevas
    ideologías, tendencias y pensamientos.

    Es claro que la quietud y la estática
    del conocimiento corresponden a un ayer que no puede permanecer
    si se quiere buscar la brillantez del mañana. El
    currículo didáctico debe apartarse del pasado
    mítico o del retorno al fundamentalismo que le impiden
    conquistar realidades nuevas y muy posiblemente, mejores. Es
    entonces el momento de empezar a indagarnos, a cuestionarnos y a
    concientizarnos sobre las necesidades fundamentales para
    estructurar el tipo de formación profesional que garantice
    conocimientos basados en la tecnología y en las
    humanidades.

    Los valores no se intuyen, los valores se forman en la
    persona a partir del conocimiento, de la experiencia, de las
    vivencias y desde la dimensión cognitiva, el hombre, como
    ser capaz de raciocinio los estructura para el establecimiento de
    una praxis adecuada. Los conceptos de valor marcan así la
    pauta para su normatividad Jiménez Vélez muestra la
    utilidad de
    los conceptos en la educación: "El estudio, del desarrollo
    humano y la apropiación de los conceptos desde lo
    educativo sólo se ha visto desde lo racional (esto se
    evidencia desde la formulación de los currículos y
    en los procesos
    evaluativos utilizados), originando un proceso de
    reducción y de mala interpretación de otras dimensiones que se
    deben potenciar a nivel humano [aquí cabe decir los
    valores…] … Procesos vistos como manifestaciones instintivas"
    (Jiménez Vélez 2000, p. 22).

    En síntesis,
    los valores se enseñan, deben ser didácticos y por
    lo tanto, es imperativo abordarlos en el currículo como
    materia
    rectora de su eje transversal. Por otra parte, la didáctica universitaria juega un papel
    importante en la creatividad, puesto que el cerebro de un
    adulto trabaja con base en lo que conserva y lo que conoce,
    según Vigotsky: "El
    cerebro no se limita a ser un órgano capaz de conservar o
    reproducir nuestras pasadas experiencias, es también un
    órgano combinador, creador, capaz de reelaborar y crear
    con elementos de experiencias pasadas, nuevas normas y
    planteamientos. Si la actividad del hombre se redujera a repetir
    el pasado, el hombre sería un ser vuelto exclusivamente
    hacia el ayer e incapaz de adaptarse al mañana diferente.
    Es precisamente la actividad creadora del hombre la que hace de
    él un ser proyectado hacia el futuro, un ser que
    contribuye a crear y que modifica su presente. (Vigotsky 1929).
    Es el currículo entonces el que debe apropiarse, mediante
    la inyección del conocimiento, de la formación del
    ser humano para enseñarle a actuar y a adaptarse a los
    cambios para que pueda lanzarse con firmeza al futuro que le
    espera.

    ¿Creación de crisis y
    sustitución de ideología?

    De hecho asistimos a una crisis de valores que
    esquematizados en una ideología permanecen como
    momificados en el presente, entonces, más bien se
    podría pensar en una concientización de un estado de
    crisis al cual estamos asistiendo en este momento
    histórico. La crisis de ideología presentada o
    provocada deja un vacío que hay que llenar
    rápidamente. El hombre no puede vivir sin pensar en un
    futuro, sin una esperanza que lo obligue a mejorar para lograr
    alcanzar una meta, pero el problema es: ¿Qué meta
    se quiere obtener? ¿Quién dirige la barcaza del
    cambio?

    El sentido y la finalidad de lo que se quiere cambiar lo
    indican inexorablemente las experiencias presentes en nuestro
    rededor cercano y lejano, lógicamente con un orden de
    prioridades que no obedecen a un capricho sino a realidades que
    comparadas taxativamente con sociedades
    ubicadas a distancias cada vez más superiores, muestran
    resultados en mayores o menores grados de descomposición
    que la nuestra, entonces ahí es donde nos vemos en la
    obligación de pensar, crear y actuar para proceder a
    efectuar las reformas del caso.

    La búsqueda de un rumbo acertado, es entonces,
    una tarea que nos compete a todos, por medio de instrumentos,
    metodologías y técnicas
    que permitan adoptar decisiones radicales para enderezar el
    recorrido.

    LA VERACIDAD EN EL
    CURRÍCULO

    La correspondencia entre lo que se plantea con lo que
    específicamente se practicará equivale a la
    adopción de currículos veraces, con
    capacidad de ofrecer una formación integral para un
    desempeño profesional.

    El posicionamiento
    del currículo frente a lo que al estudiante le va a servir
    en un futuro forma parte de la honestidad en la
    conformación del mismo. La veracidad debe ser uno de los
    principales ejes transversales que atraviese cada uno de los
    programas y por ende que trascienda a todas las disciplinas. En
    el momento de creación, conformación o
    transformación curricular, la institución
    universitaria deberán pensar en brindar una oferta sin
    sofismas de distracción como ejemplo de primera mano de
    uno de los valores que afirma la confianza y dispone la mente de
    quien acude a ella ávido de conocimientos y con una
    apertura a lo nuevo y a lo que cree fundamental para su vida
    futura, especialmente en su desempeño laboral.

    El inquietante mundo de la obediencia a normatividades y
    reglamentaciones obsoletas impuestos por los
    gobiernos y el entendimiento de una competencia
    insana en el ámbito educativo han hecho que muchas
    instituciones
    atiendan campos abstractos, obsoletos o sofisticados con el
    único objeto de materializar utilidades o politizar ideas,
    ideales o personas que más que beneficio a una sociedad le
    causarán males que ahondarán más el abismo
    en que se encuentran y esto ocurre porque quien acude a estas
    instituciones encuentra obnubilado y cegado buscando una punta de
    lanza que lo dispare a donde la realidad jamás le
    permitirá alcanzar.

    FORMACIÓN DE
    VALORES, COMO UNIDAD, INMERSA EN LA TEMÁTICA DE LAS
    DISCIPLINAS

    Partiendo de la premisa de que el proceso formativo es
    algo personal que depende de las motivaciones, capacidad y
    voluntad del que se forma; y el otro es el que se entiende como
    un proceso, más que algo acabado o terminado
    (Formación Inicial – Formación Continua), hay que
    tener en cuenta que el proceso de formación es una
    acción
    multidimensional, en la cual interactúan la
    institución, las personas, los saberes, las valoraciones,
    los procedimientos,
    el medio, etc. Los cambios en el diseño curricular
    están referidos a los valores, los ejes o núcleos
    sobre los cuales se estructura el diseño curricular,
    la
    organización del currículo, a la
    integración de saberes, de personas de facultades
    universitarias y el medio, la focalización,
    actualización, relevancia y concentración de los
    conocimientos teóricos y prácticos.

    El tema de los valores y su respectiva aplicabilidad,
    como unidad integradora inserta en la academia de las
    disciplinas, no sólo debe cubrir las necesidades de
    estudio, sino las personales, es decir, la integración,
    casa, calle, institución; familia,
    compañeros, sociedad; mi actuación, tu
    actuación, la de los demás. Vista así, en la
    realidad de esta complejidad, es donde se permean todos campos de
    la persona, se secundan o se constriñen sus pensamientos y
    por ende se penetra en su interior para permitir el cambio de
    mentalidad que se quiere.

    Desde la concepción pedagógica, el
    currículo se debe elaborar para que marque una huella en
    quien se aplique y si el concepto de currículo corresponde
    a la definición propuesta por Julián De
    Zubiría que es "la caracterización de los
    propósitos, los contenidos, la secuenciación, el
    método,
    los recursos
    didácticos y la evaluación" (De Zubiría Samper 2002,
    p. 17) se deduce lógicamente que la transversalidad que se
    le incluye en la formación de valores debe ser diferente
    para cada disciplina, es
    decir, no es lo mismo formar en valores a un matemático
    que a un filósofo o a un psicólogo.

    El currículo oculto o la estructura para formar
    integralmente al ser, es decir, la transversalidad
    implícita para cada campo debe ser de carácter
    obligatorio para favorecer el cambio social si se busca una
    formación para combatir los males y los vicios que
    corrompen en la época actual a instituciones y
    personas.

    En este orden de ideas, el paso a seguir sería la
    identificación de las características propias,
    concernientes al campo laboral, de los desempeños en cada
    disciplina, y de acuerdo a ellos introducir distintos elementos
    que regidos por pautas conductuales elegidas con pertinencia y
    criterio histórico cultural, se incluyan en el
    currículo y logren permear desde los propósitos
    hasta la evaluación.

    Los elementos contenientes en el currículo no se
    transmiten en tratados ni en cátedras, ni en ejercicios
    específicos, pero sí se exponen abiertamente en la
    temática y la secuenciación y lógicamente se
    evalúan en los criterios de contenido, de práctica
    y de actuación. Por último, lo más
    importante: deben tender a crear capacidad de análisis con
    criterio social y fijación mental.

    La transversalidad puede ser tan amplia como queramos,
    incluso, además de permitirse ser invasora, se puede dar
    en distintas direcciones y admite también su retroalimentación, es decir los nuevos
    conceptos adquiridos, pueden ser relanzados para formar nuevos
    criterios.

    Es cierto y bien conocido que en la formación,
    incluyendo la universitaria, las personas no logran producir
    cambios en los conceptos adquiridos en forma espontánea,
    los cuales son muy resistentes al cambio; esta resistencia viene
    determinada por el origen de los conceptos espontáneos,
    útiles algunos, perjudiciales otros y altamente
    predictivos en la vida cotidiana por su organización en forma de teorías
    o pirámides de conceptos (Pozo, 1989). Para la
    organización del currículo es importante contar con
    un alumno poseedor de un conocimiento previo así sea
    erróneo y su educador lo debe tener muy presente ya que
    constituyen la teoría con la cual el alumno opera en la
    vida cotidiana, y a través de situaciones
    didácticas bien pensadas y planificadas debe generar
    conflictos sociocognitivos que produzcan un desequilibrio en sus
    estructuras
    cognitivas con ayuda de su profesor
    mediador y de sus compañeros más aventajados
    (Vigotsky, en Coll y otros, 1992) de esta manera los educandos,
    desde su teoría y a través de situaciones
    didácticas adecuadas vivencian una nueva práctica
    que les permitirá modificar sus estructuras y construir
    una nueva teoría, la cual podrá ser nuevamente
    modificada si enfrenta un nuevo conflicto
    sociocognitivo, y así tenemos al estudiante en una
    actitud nueva,
    revisando permanentemente su teoría según los
    resultados de su práctica, por lo tanto fijará sus
    nuevos pensamientos en un vaivén entre
    teoría-práctica-teoría-práctica-teoría-práctica-teoría
    ….. hasta el infinito.

    Es importante, entonces, tener en cuenta la metodología que se utilizará para la
    formación de valores en el estudiante, de ello depende el
    éxito
    que se alcance. En el aspecto cognitivo hay que tener presente
    que "la capacidad de almacenar y procesar la información en los seres humanos –a
    diferencia de los computadores- varía con la edad y la
    experiencia. La capacidad que tengan en un momento dado de poner
    en funcionamiento su estructura cognitiva es llamada
    disposición; por tanto se refiere a la suficiencia que
    tenga la capacidad cognoscitiva para las tareas de aprendizaje" (De
    Zubiría, Julián 2000 p. 129). Es diferente formar
    niños,
    formar jóvenes o formar adultos; los gustos son distintos
    y de ahí el grado de atención que se logre para la
    captación del conocimiento o para la valoración de
    un hecho, de acuerdo con De Zubiría, Julián: "El
    principio sobre la linealidad y la continuidad en la
    educación –que postula la pedagogía tradicional- ha sido desvirtuado
    por la psicología
    genética
    al identificar los cuatro grandes períodos evolutivos y al
    encontrar diferencias significativas en la comprensión y
    explicación del mundo en cada uno de ellos. La escuela
    Histórico-cultural, por su parte, desde una óptica
    psicopedagógica, logró identificar las actividades
    dominantes a cada período, desde el juego infantil
    hasta la actividad colectiva predominante en los adolescentes"
    (De Zubiría 2000, p. 70).

    Partiendo de la premisa de que el aspecto cognitivo
    está satisfecho y de que se motive para crear una
    excelente disposición se procede a la formación de
    un criterio que el currículo debe tener expreso y claro en
    su lineamiento para finalizar con una fijación mental
    adecuada en cuanto a norma, criterio y actuación de la
    persona. Al hablar en sentido social se asocian unos intereses
    comunes a un número determinado de personas, por ello es
    vital fijar el tipo de intereses que se quieren plantear en un
    currículo y desde ahí tratar de formar el criterio
    del estudiante porque como lo dice De Zubiría: "Nuestros
    intereses crean filtros que moldean y dirigen la percepción" (De Zubiría,
    Julián 2000, p. 67).

    La formación de valores no es o no debe ser
    sólo un componente de la educación que
    adecúe criterios. A esta formación también
    hay que agregar la competencia para el ejercicio profesional en
    cuanto al reconocimiento de la capacidad personal para ello, en
    circunstancias concretas, en su forma de ser y de vivir, guiados
    por criterios de respeto, solidaridad,
    justicia y
    comprensión. Es por ello que la formación de
    valores considerada como un modo de educación más
    que una educación especializada debe estructurarse
    transversalmente en el currículo y no ser impartida
    independientemente con currículo propio. De esta manera se
    logra el objetivo de afecta no sólo al conjunto de las
    áreas curriculares sino que, además,
    permearía a los tres tipos de contenidos de aprendizaje:
    los que permiten conocer; aprender a aprender y hacer; y aprender
    a vivir juntos y a ser.

    Desde el punto de vista anterior la perspectiva
    holística y sistémica se convierte en la
    razón de ser de la promoción de la formación de valores
    inserta en transversalidad en el currículo. Por esto para
    su construcción se debe tener en cuenta que a fin de
    cumplir con el perfil propuesto para el tipo de ser humano a
    formar, en la concepción requerida, el modelo
    curricular integral deseable debe tener las siguientes
    características:

    • Globalidad: Que atraviese los aspectos formativos:
      humanísticos, científicos y
      tecnológicos.
    • Realista: Que parta de situaciones y problemas y
      vivencias concretas.
    • Adaptable: Contextualizado en el marco
      histórico cultural actuante en la sociedad presente. En
      pocas palabras que permita cambios.
    • Flexible: Que pueda declinar a alternativas cada vez
      más viables y benéficas.
    • Armónico: Que tenga capacidad de influir en la
      persona como ser humano, como profesional, como asistente, como
      actuante y como protagonista.
    • Envolvente: Que traspase las barreras de los
      prejuicios y pueda lograr una fijación
      mental.
    • Pertinente: Fundamentado en las exigencias que le
      plantea su disciplina y su perfil profesional, en un contexto
      relacionado con la situación socio-regional prospectiva
      del entorno donde se desempeñará el
      egresado.

    ¿Formación de valores en el
    currículo? o ¿Formación de valores en la
    institución universitaria?

    La formación de valores vinculada a los
    currículos a través de las diferentes ofertas
    institucionales para preparar a la persona para su
    desempeño en el campo laboral, es un medio para impulsar
    la calidad en la
    educación de profesionales, permitiendo de este modo abrir
    espacios para la relación de la institución con su
    entorno y así poder retroalimentarse con la realidad
    social, de acuerdo con Gómez.: "Los valores cimentan su
    orden de importancia en las necesidades, conocimientos e
    intereses que nacen en el seno mismo de las comunidades
    educativas y que propugnan por la humanización de espacios
    que lentamente se han ido sumergiendo en la automatización y en el cumplimiento de
    tareas" (Gómez, Daniel, 1999. p. 58). Por esto es
    importante la apertura de espacio para que la universidad forme
    personas adaptables a los cambios, comprometidos con la vida
    social del momento, con las responsabilidades inherentes a la
    pertenencia a una comunidad, al
    desarrollo de
    la solidaridad en su entorno social y a la preservación y
    construcción de su ambiente.

    En cuanto a los propósitos del currículo
    expresa Julián de Zubiría: "Los reglamentos
    educativos están llenos de caracterizaciones del hombre
    como ‘ser integral’ al cual hau que ayudar a formar
    ‘en la libertad y
    para la libertad’, mediante su promoción
    ‘valorativa’ y la generación de condiciones
    que garanticen la ‘calidad académica’, el
    ‘desarrollo intelectual’ y el ‘ejercicio de su
    autonomía’; los contenidos están llenos de
    informaciones que atentan contra el desarrollo del pensamiento y
    la creatividad de los estudiantes, y plagados de normas que
    prescriben lo divino y lo humano, impidiendo una formación
    en valores" (De Zubiría 2000, p 20). En la actualidad, la
    gran mayoría de los currículos existentes contienen
    algo en mayor o menor grado sobre valores y si no lo tienen, por
    lo menos han sido bellamente tratados y redactados en la
    filosofía de la institución, en su misión o
    en su visión, pero en muchas ocasiones no pasa de
    ahí, todo permanece en el papel o en el computador; no
    ha pasado nada, no ha habido una mínima
    preocupación o voluntad siquiera por realizar una
    socialización conciente entre la comunidad educativa y
    menos aún, una proyección social de
    promoción y concientización para elaboración
    de nuevos criterios o apertura de actualización de los
    mismos. Es decir, en muchas instituciones, los valores
    están abocados a estar circunscritos únicamente en
    el currículo.

    Ahora bien, si éste se pasa a la práctica,
    en orden a la integración al currículo de la
    transversalidad para la formación de valores hay que tener
    en cuenta, ante todo, los aspectos necesarios para la convivencia
    en sociedad y no sólo la convivencia sino la
    integración de la persona en la sociedad a la cual
    pertenece, con sus aportes y sus recepciones, sus cualidades, sus
    calidades, sus carencias y sus deficiencias. Es en este sentido
    en el que ha de estructurarse un currículo pertinente, y
    con los elementos capaces de brindar a los contenidos que va a
    afectar la suficiente fuerza de
    persuasión para lograr los objetivos
    propuestos.

    Por supuesto, esta fuerza de persuasión por
    sí sola no obra, tiene un intermediario, un transmisor en
    que descansa, un guía que la conduce y que es quien
    deberá configurar la ruta de acuerdo a los elementos
    tratados en cada caso; este guía es el profesor o
    catedrático que en cada disciplina o materia es el
    encargado de la transmisión del conocimiento y el que ha
    de velar permanentemente porque, desde el trazo de los objetivos
    hasta la evaluación final se llegue a la meta de la
    fijación en sus alumnos de unos criterios conformes con lo
    que se quiere obtener, atendiendo a los tópicos inherentes
    a su respectivo campo para lograr el modelo de ciudadano y de
    persona que creemos que es necesario promover en la sociedad
    actual.

    Es una realidad objetiva que los profesores o
    catedráticos, porque ya actúan en una universidad,
    están en proceso creciente de pérdida de la
    vigencia del lenguaje,
    entonces estamos en un lenguaje que confunde, un lenguaje que
    oculta la realidad de los hechos. En esta sucesión de
    hechos, al profesorado se le escapa de las manos la posibilidad
    de intervenir sobre la práctica misma, porque otras
    fuerzas, otros agentes, otras tendencias están tomando los
    poderes de decisión de la forma de impartir la
    práctica del currículo. El poder de convocatoria
    para la toma de decisiones de criterio está fuera del foco
    inherente a la disciplina respectiva y la falta de prontitud en
    cuanto a la actualización de los conocimientos del
    educador, en no pocas ocasiones van dejando campos descubiertos
    en los alumnos que se van convirtiendo en caldo de cultivo de
    filosofías y éticas incoherentes con las que se
    pretenden impartir en la universidad.

    La actitud del profesor en la institución
    formadora de valores y el código
    que formule y practique para su transmisión son la base
    del éxito de la aplicabilidad curricular en la
    transversalidad para la formación integral del alumno. De
    ahí se deriva que la universidad podría crear un
    currículo para la formación de sus educadores; no
    suena utópica esta propuesta si se tiene en cuenta que los
    criterios de selección
    de maestros se ha hecho con base en la filosofía que
    ostente la institución universitaria. Se podría
    afirmar que la clave, lo más difícil y lo
    más necesario es, precisamente, un cambio de mirada para
    una integración alumnado – profesorado que
    algún día sean capaces de crear, formar,
    fortalecer, configurar o adoptar:

    • Sentido de pertenencia institucional y social.
      Amor por lo
      que les rodea.
    • Conciencia de la existencia en una sociedad que vive
      un momento histórico cultural determinado.
    • Conciencia ecológica y respeto por la
      naturaleza y por el congénere.
    • Compromiso con la propia identidad:
      personal, regional y social.
    • Sentido de solidaridad y carencia de
      egoísmo.
    • Capacidad crítica y criterio propio, desde la
      persona como integrante de una sociedad.
    • Capacidad de rigor y exigencia personales y
      comunitarios.
    • Capacidad de asumir los cambios.

    Cuando se tengan presentes estas fortalezas, la persona
    podrá a la par haber sido formada en valores prioritarios
    como la honradez, el respeto, la solidaridad, la tolerancia, la
    honestidad, la creatividad, la responsabilidad social, la constancia, el
    patriotismo, y otros muchos valores para actuar en la sociedad
    como profesionales.

    Por todo lo anterior es importante perfilar en el
    estudiante:

    • La capacidad de trabajo en
      equipo para construir el tejido social que queremos,
      pensando siempre en que el hombre no está solo, vive en
      comunidad y esta comunidad necesita de su aporte.
    • La capacidad de liderazgo
      inherente al título que ha de obtener para que su
      posicionamiento sea el adecuado.
    • Una persona con iniciativa para elaborar propuestas
      que conduzcan a soluciones de problemas existentes.
    • Un pensador en sí mismo y en los demás,
      con mentalidad comunitaria. Capaz de elaborar proyectos para
      beneficio de todos.
    • Una persona creativa; que esté a la vanguardia,
      capaz de convertir la individualidad en colectividad.
      Investigador y generador de innovaciones.
    • En resumen, alguien con visión futurista,
      conocedor y pragmático.

    DIMENSIÓN
    SOCIAL DEL CURRÍCULO

    La integración de la formación de valores
    en el currículo como un eje que atraviese su ensamble debe
    pretender ser propender por ser dinámica y significativa, sin dejar de ser
    repetitiva para obtener la fijación mental necesaria,
    precisa tomar como referente la propia vida del estudiante tanto
    en el ámbito institucional como en el familiar y social y
    apostar para que su introducción en la vida de la comunidad,
    sea una introducción global y envolvente.

    La formación de valores debe integrarse en el
    currículo como algo vivo que impregne el conjunto de la
    vida universitaria y que afecte, por tanto, a la vida en general.
    No puede entenderse como una parcela del saber ni tampoco
    sólo como el conjunto de contenidos de aprendizaje que
    identificamos como actitudes, valores y normas.

    Las formas de interacción son a veces bastantes
    invisibles, sutiles y, en muchas ocasiones, contradictorias con
    los propios contenidos, y los objetivos que se tratan de divulgar
    y desarrollar a través de los currículos. La
    educación que se genere debe ser entendida desde la
    perspectiva de problemáticas existentes en el medio, de
    socializaciones de situaciones claras y palpables en las que nos
    encontramos, como las propiciadas por situaciones de abandono y
    corrupción o el conjunto de situaciones naturales y
    escenarios universitarios que, asistidos por la experiencia y "el
    saber hacer" de unos catedráticos profesionales, permitan
    que los que se están formando construyan su personalidad
    en interacción con el contexto histórico-cultural
    de la sociedad a la que pertenecen, porque el hombre es esencia y
    presencia y posee una mezcla que en ningún momento se
    puede filtrar: "Descendemos simultáneamente del
    pensamiento y del sentimiento" (De Zubiría, Miguel 1998 p.
    126)

    La propuesta de la formación de valores como eje
    transversal curricular se convierte en esta forma en la parte
    central de una formación para un accionar y una
    aplicabilidad de conocimientos en el medio en que el profesional
    se desenvuelva.

    En la medida en que sea posible crear el clima propicio
    para elaborar un proyecto
    educativo que sea propio, no mimético ni normativista y
    susceptible de ser considerado como referente, en especial, en el
    ámbito de los valores y en el de las formas de abordar las
    cuestiones sociales y, en concreto, en
    la construcción de un pensamiento propio, con criterio,
    convencimiento y aceptación, el currículo,
    estará cumpliendo su función.

    BIBLIOGRAFÍA

    DE ZUBIRÍA SAMPER, Julián. Tratado de
    pedagogía conceptual : Los modelos
    pedagógicos. Bogotá : Fundación
    internacional de pedagogía conceptual Alberto Merani,
    2000. 132 p.

    DE ZUBIRÍA SAMPER, Miguel. Mentefactos I.
    Bogotá : J. A. Vega Impresos, 1998. 238 p.

    GÓMEZ VARGAS, Daniel. La ética en nuestro
    medio. Bogotá : Universidad El Bosque, 1999.

    GONZÁLEZ MOENA, Sergio. Pensamiento complejo : En
    torno a Edgar
    Morín, América
    Latina y los procesos educativos. Bogotá : Cooperativa
    Editorial Magisterio, 1997. 106 p.

    GONZÁLEZ, Luis. SF. Teorías educativas,
    concepciones curriculares y corrientes pedagógicas.
    Revista
    Universitaria (CINDA). Chile.

    JIMÉNEZ VÉLEZ, Carlos Alberto. Cerebro
    creativo y lúdico : Hacia la construcción de una
    nueva didáctica para el siglo XXI. Bogotá
    : Cooperativa Editorial Magisterio, 2000. 181 p.

    VIGOTSKY, Lev. Pensamiento y lenguaje. En
    Compilación de obras (Vol. 2). Moscú : Ediciones de
    la Academia de Ciencias
    Pedagógicas, 1983.

    Por:

    Harold Romana Mena

    Lic. Educación con énfasis en
    pedagogía

    Esp. Docencia
    Universitaria

    Esp. Educación Personalizada

    Doctorante en Ciencias Pedagógicas.

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