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Analogías para la Formulación de un Problema




Enviado por mcruz



    1. Algunas cuestiones
      preliminares
    2. Un ejemplo de analogía
      en la formulación de un problema
    3. Referencias

    Algunas cuestiones preliminares

    Las ciencias
    matemáticas, así como el ejercicio
    de su enseñanza siempre han tenido, como
    principal medio y fin, la resolución de problemas
    matemáticos. P. Halmos expresó su convencimiento de
    que "los problemas son el corazón de
    la Matemática" (1980, p. 524). Desde esta
    perspectiva, en vista de que el contenido determina el método,
    esto nos conduce a afirmar que los problemas también son
    el "corazón" de la Didáctica de la
    Matemática.

    Al respecto, M. Murillo y V. Brenes han aseverado que:
    "[…] una clase de
    Matemática debe estar siempre centrada en (resolver)
    problemas y el papel del profesor debe
    ser el de ‘buscador’ de situaciones
    problémicas y significativas para el estudiante" (1994, p.
    378). Este hecho, por su parte, supone la concepción del
    maestro como un profesional de la educación
    innovador y creativo.

    La resolución y planteamiento de problemas hoy
    día constituyen un punto de mira para disímiles
    investigadores de todo el mundo. Mientras muchos se encargan del
    abordaje de los procesos de
    resolución, otros pocos se enfrentan a la
    formulación de problemas.

    A propósito de este último punto, G. Polya
    afirmó que "[e]l arte de encontrar
    un nuevo problema que sea a la vez interesante y accesible no es
    fácil; se necesita experiencia, buen gusto y suerte"
    (1952/1985, p. 171). Los calificativos "interesante" y
    "accesible" transparentan la complejidad del asunto. No se trata
    de elaborar problemas "a ciegas", sino que en el acto de
    formulación se contemplen las posibles vías de
    solución (Labarrere, 1988, p.
    51).

    Con relación a la "experiencia", el maestro debe
    dominar una serie de recursos
    (estrategias,
    procedimientos, control de sus
    actos metacognitivos); y en cuanto al logro de un "buen gusto"
    (carácter lúdico de la
    Matemática) debe desplegar a plenitud un pensamiento
    divergente, con plena conciencia de sus
    creencias sobre la naturaleza de
    los objetos matemáticos a los que se refiere. De tal
    forma, el maestro puede apelar menos a la "suerte", antes de
    inventar problemas para introducir una nueva materia,
    desarrollar ciertas habilidades, realizar trabajo
    diferenciado, etcétera.

    L. Campistrous y C. Rizo (1996) destacan cuatro acciones
    básicas para enseñar a formular problemas: la
    búsqueda (¿sobre qué voy a hacer el
    problema?), el planteo de una situación inicial
    (¿qué voy a considerar conocido?), la
    formulación de preguntas (¿qué quiero saber
    de lo conocido?), y la resolución del problema
    (¿cómo llego de lo conocido a lo
    desconocido?).

    Estos mismos autores han señalado que durante
    este proceso "el
    alumno se siente un creador y esto, además de estimular
    el
    aprendizaje, forma motivos fuertes para el trabajo con
    el problema, perdiendo el miedo que muchas veces se crea
    alrededor de esta importante actividad matemática". Polya,
    hizo un certero señalamiento al respecto: "La experiencia
    de un alumno en matemáticas será incompleta
    mientras no tenga ocasión de resolver problemas que
    él mismo haya inventado. Enseñando a los
    alumnos el modo de derivar un nuevo problema de un problema ya
    resuelto, el profesor logrará suscitar la curiosidad de
    sus alumnos" (op. cit., p. 173).

    J. Kilpatrick enfatizó la importancia de formular
    problemas matemáticos, no solo como medio sino
    también como meta de la enseñanza. Él
    señala: "la experiencia de descubrir y crear por sí
    mismos problemas matemáticos siempre debería ser
    parte de la educación de los
    estudiantes" (1987, p. 123). A propósito, el NCTM
    (National Council of Teachers of Mathematics, 1989) en sus
    "Standards" declara como objetivo
    común para todos los niveles educacionales "formular
    problemas a partir de situaciones cotidianas y
    matemáticas"; y en los niveles 9–12 declara que los
    estudiantes deben tener "alguna experiencia en reconocer y
    formular sus propios problemas, actividad que se encuentra en el
    centro mismo de la actividad matemática".

    Algo similar se plantea actualmente en las nuevas
    transformaciones del enfoque metodológico de la
    Matemática Educativa cubana. Así, de los cuatro
    objetivos
    generales de nuestra asignatura, el cuarto plantea: "Formular y
    resolver, con los recursos de la matemática elemental,
    problemas relacionados con el desarrollo
    político, económico y social del país y el
    mundo, así como con fenómenos y procesos
    científico–ambientales que les conduzcan a actitudes
    revolucionarias y responsables ante la vida" (MINED, 1999, p. 3).
    Más adelante se especifica que en el octavo grado el
    estudiante comenzará construyendo situaciones, para en el
    curso siguiente pasar a la etapa de
    formulación.

    En Álvarez y Cruz (1999) hemos propuesto un
    sistema de
    estrategias para facilitarle al maestro la formulación de
    nuevos problemas.

    Desde nuestra perspectiva, hemos enfocado este complejo
    proceso tomando en consideración el presupuesto
    siguiente: Formular un problema plausible dentro del
    ámbito escolar es un problema didáctico; por tanto,
    cualquier modelación se aproximará mucho a lo que
    unánimemente denominamos problemas abiertos. En lo que
    sigue nos limitaremos a la implementación de un recurzo
    sumamente eficaz, para el hallazgo de nuevos problemas: la
    utilización de analogías.

    Un ejemplo de
    analogía en la formulación de un
    problema

    Según Polya, es fácil imaginar nuevos
    problemas por poca que sea la experiencia que tengamos en los
    principales medios para
    transformarlos.

    Entre estos recursos él enfatiza cinco,
    principalmente: cambiar los papeles que juegan los datos y la
    incógnita, considerar como variables
    ciertos elementos del problema, generalizar, particularizar, y
    emplear analogías.

    Como operación lógica,
    la analogía no es más que el razonamiento sobre la
    pertenencia a cierto objeto de un determinado indicio (propiedad o
    relación), tomando como base la homología de
    indicios sustanciales con otro objeto. En el caso que nos ocupa
    deberemos manejar el término "problema análogo"
    cuando la similitud emerge del planteo, sin incluir en este
    conjunto todo lo concerniente a la idea de
    solución.

    A título de ejemplo, nosotros tomaremos como
    prototipo un conocido problema de la
    Planimetría:

    "Sea ABCD un cuadrado de lado 1. Sean P y Q dos
    puntos interiores de los segmentos DA y AB respectivamente, y
    tales que el ángulo QCP tiene una amplitud de 45º.
    Calcular el perímetro del triángulo
    PAQ
    ".

    Para resolver este ejercicio basta aplicar una
    rotación de ángulo recto al triángulo CDP en
    sentido antihorario, tomando por centro el punto C. Siendo M la
    imagen de P
    por esta rotación, entonces los puntos Q, B y M
    estarán alineados.

    Es evidente que el triángulo MCQ es congruente
    con el triángulo QCP; por tanto,

    QP = QM = QB + BM = QB + DP = (1 – AQ) + (1
    – PA),

    en fin,

    AQ + QP + PA = 2.

    Si ahora entre el conjunto de los cuadriláteros y
    el conjunto de los triángulos consideramos como
    análogos los elementos que son regulares, entonces podemos
    tratar de construir un problema similar para el caso de los
    triángulos equiláteros.

    En efecto, sea ABC un triángulo regular y
    tratemos de inscribir en él un ángulo de 45º,
    de manera que su vértice coincida con el vértice B
    del triángulo. No es difícil percatarse de que si
    las semirrectas del ángulo cortan interiormente el lado AC
    en los puntos P y Q, entonces no se formará el
    triángulo esperado.

    Para continuar razonando por analogía notemos
    que, en el ejercicio anterior, el punto C del cuadrado no solo es
    vértice, sino también un punto frontera. Si
    movemos este punto hasta el centro R del cuadrado, manteniendo en
    su lugar los vértices A, B y D, resultará un
    ejercicio análogo, con la única dificultad de que
    se forma un triángulo irregular (es
    rectángulo).

    En estas condiciones, en busca de analogías, es
    factible hallar M y N que son imágenes
    de B y D respectivamente, por una homotecia de centro R y una
    razón tal que el triángulo AMN resulte
    equilátero.

    Como R es imagen de C ubiquemos el vértice del
    ángulo PRQ tal y como aparece representado en la figura
    siguiente. Ahora el problema consiste en calcular el
    perímetro del triángulo AQP. En este caso el
    triángulo AMN se toma con lado 1.

     No es difícil demostrar que mientras se
    rota el ángulo PRQ con centro en R, de manera que P y Q se
    mantienen en el interior de los segmentos AN y AM
    respectivamente, entonces el perímetro del
    triángulo AQP varía de manera monótona.
    Realmente se obtiene una función
    que depende, digamos, del valor del
    ángulo MRQ.

    Esta situación no favorece el propósito
    que nos planteamos inicialmente.

    El autor del problema también tropezó con
    esta dificultad, sin embargo decidió prescindir (en
    términos de analogía) del valor del ángulo;
    examinó otros valores
    notables y finalmente decidió tomar como 60º la
    amplitud del ángulo PRQ. En este caso, queda establecida
    la semejenza entre dos triángulos, condición
    sine qua non para que el ejercicio sea más sencillo
    y elegante. De todos modos la solución no es un
    número entero como en el problema original. Para subsanar
    esa dificultad basta aplicar una semejanza de razón
    dos.

    En este caso, cambiando notaciones, el problema ya
    está conformado:

    "Sean ABC un triángulo regular de lado 2; R el
    punto medio del lado BC; P y Q puntos interiores de los lados AC
    y AB respectivamente, de tal manera que el ángulo QRP
    tiene una amplitud de 60º. Calcular el perímetro del
    triángulo AQP." (Propuesto por R. Ochoa en Siproma,
    Vol. 2, No. 3, 1998, p. 22).

    Para la solución, en la figura x, y, e z
    designan, respectivamente, las longitudes de los lados AQ, AP y
    QP.

    Si Q®
    A (x®
    0) entonces Ð CPR ® 90° , luego CP ® ½CR = ½; por tanto,
    . De igual manera
    se deduce que ,
    así que:

    x + y < 3 (1)

     De la semejanza entre los triángulos QBR y
    CPR resulta la relación:

    o bien,

    xy = 2(x + y) – 3. (2)

    En virtud de la ley de los
    cosenos tenemos que:

    z² = x² + y²
    – 2xy× cos60° = x² + y²
    – xy,

    o sea,

    (x + y)² – 3xy = z². (3)

    Sustituyendo (2) en (3) resulta (x + y)²
    – 6(x + y) + 9 =
    z², es decir, (x + y – 3)² = z². Luego, haciendo uso de la
    relación (1), se verifica que z = ½ x + y – 3½ = – x –
    y + 3. Finalmente, si denotamos por P el perímetro
    buscado, resulta que P = x + y + z = 3.

    Inconforme aún, el maestro debe tratar de obtener
    otros problemas interesantes a partir del que acaba de idear.
    Polya estableció un símil al respecto: "Hay ciertos
    puntos en común entre los problemas interesantes y ciertas
    familias de setas: vienen por grupos. Cuando
    usted encuentre uno, mire a su alrededor, hay muchas
    probabilidades de que haya otro en la vecindad". A
    propósito, después de examinar retrospectivamente
    el resultado anterior, podemos plantearnos múltiples
    interrogantes. He aquí una de ellas: ¿Para
    qué ángulos
    a el perímetro estudiado es siempre
    constante?
    Se trata de un ejercicio bastante
    complicado, pero muy interesante.

    Referencias

    ÁLVAREZ, S. y CRUZ, M. (1999) Estrategias
    metacognitivas en la formulación de problemas para la
    enseñanza de la Matemática.
    Publicación interna del ISP "José de
    la Luz y Caballero", Holguín.

    Campistrous, L. y Rizo, C. (1996) Aprende a
    resolver problemas
    aritméticos. Editorial Pueblo y
    Educación, La Habana.

    CRUZ, M. (1997) Estrategias para la
    elaboración de ejercicios del Análisis Diofántico. Tesis de
    maestría no publicada. ISP "José de la Luz y
    Caballero", Holguín.

    __________ (1999) Sobre el planteamiento de problemas
    matemáticos. En: Memorias del III Taller sobre la
    Enseñanza de la Matemática "Dulce María
    Escalona" in memoriam. ISP "Enrique José Varona", La
    Habana.

    Halmos, P. (1980) The heart of the mathematics. In:
    American Mathematical Monthly, 87, pp.
    519–524.

    Kilpatrick, J. (1987) Is teaching teachable? George
    Polya’s views on the training of mathematics teacher. In:
    Teaching and learning, a problem solving focus (pp.
    85–97). Reston, VA: National Council of Teacher of
    Mathematics.

    Labarrere, A. (1988) Como enseñar a los
    alumnos de primaria a resolver problemas. Editorial Pueblo
    y Educación, La Habana.

    MINED (1999) Programas de Matemática para
    las Secundarias Seleccionadas. La Habana.

    Murillo, M. y Brenes, V. (1994). Algunos objetos de
    estudio del constructivismo. En: Memorias de la Octava
    Reunión Centroamericana y del Caribe sobre
    formación de profesores e investigación en Matemática
    Educativa. Universidad
    Estatal a Distancia (pp. 373–378). San José de
    Costa
    Rica.

    NCTM (1989) Curriculum and evaluation standards for
    school mathematics. Reston, VA: National Council of Teacher
    of Mathematics.

    Polya, G. (1952/1985) Como plantear y resolver
    problemas. Editorial Trillas, México.

    M. Sc. Miguel Cruz Ramírez

    Lic. Adognis Aguilar Pérez

    ISPH, Matemáticas, Holguín 81000,
    CUBA

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