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Apuntes de viaje. Expedición Vilcabamba 1998



    1. Introducción
    2. Identidad: realidad y
      leyenda
    3. Vivir y
      sobrevivir
    4. Banderas
    5. Un Dios
      mestizo
    6. Conclusión

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    PRÓLOGO

    Por

    Fernando Jorge Soto
    Roland

    Profesor en Historia

    A Eugene con el afecto
    eterno

    De amigo y
    hermano.

    A fines del año 1998, tras haber realizado con
    éxito
    la Expedición Vilcabamba al Perú, el municipio de
    la ciudad de Mar del Plata (Pcia. de Buenos Aires,
    Argentina), que patrocinara en parte el proyecto
    declarándonos Embajadores Turísticos, nos
    solicitó que escribiéramos el resultado de tan
    maravillosa experiencia exploratoria, para ser publicada
    enteramente por el gobierno local.
    Por tal efecto nos pusimos en campaña, invirtiendo los
    meses del verano de 1999 para transcribir nuestros respectivos
    Diarios de Viaje, analizando en profundidad los datos e
    informaciones recopilados en la selva peruana.

    Quiso el destino, o la mala voluntad de algún
    político de turno, que ese libro nunca se
    publicara, pasando a ser parte del arcón de las promesas
    incumplidas.

    Invertimos mucho tiempo en su
    redacción; aunque pecaría de mendaz
    si digo que, en lo personal, no
    disfrute del proceso.
    Revivir cada día de la expedición, alimentando
    la memoria con
    los apuntes y grabaciones, fotos y
    filmaciones, me llenó de placer. Pero no todos, como es
    lógico, disfrutamos de las mismas cosas. Para Eugenio
    Rosalini, co-director del proyecto, ponerse a escribir le
    resultaba una verdadera tortura. Y no es que lo haga mal; todo lo
    contrario. "Sir Eugene" —como lo llamamos
    cariñosamente— no sólo es un excelente
    dibujante, sino un muy buen escritor.

    Exacto, medido, poco proclive a los adjetivos
    rimbombantes y, fundamentalmente, "empírico", como a
    él le gusta llamarse, Rosalini volcó al papel su
    propia experiencia personal de un modo claro y ameno, a la vez
    que ilustrativo.

    Las circunstancias de la vida quisieron que yo publicara
    mis propios resultados de la expedición, por cuenta
    propia, en un sitio de Internet (www.librosenred.com);
    y más tarde, cuando los derechos de la editorial
    vencieran, acceder al público en general a través
    de la página www.la-lectura.com,
    editada por el señor Joaquín González
    Graña. Pero los "Apuntes de Viaje" de mi
    socio y amigo quedaron archivados y olvidados en alguna parte de
    la
    computadora, sin que salieran a la luz.

    Guiado por una filosofía que él mismo ha
    denominado como de "anárquica bohemia", Sir
    Eugene no se preocupó por hacer conocer su trabajo y
    parte de la experiencia en el Perú, que compartimos
    exaltados de felicidad, nunca fue leída por
    nadie.

    Días pasados, revisando viejos diskettes y
    apuntes, inesperadamente, los escritos de Rosalini volvieron a
    emerger. Los leí con detenimiento después de seis
    largos años y en verdad disfruté con su lectura. Por
    eso quisiera darles a muchos esa misma oportunidad
    publicándolos.

    FJSR

    Febrero de 2005

    Buenos Aires,
    Argentina. 

    INTRODUCCIÓN

    El trabajo de la expedición consistió en
    realizar un relevamiento de la extensa zona de Vilcabamba, a unos
    doscientos kilómetros al noroeste de Cusco y alcanzar las
    ruinas de "Espíritu Pampa", última capital inca
    en el exilio.

    Descontando el tiempo que nos insumió el viaje y
    los días que permanecimos en Cusco y Lima, la
    estadía en la región fue de doce días, de
    los cuales seis de ellos nos llevó la travesía a
    pie, pasando por todos los pisos ecológicos de puna, ceja
    de selva y selva tropical, caminando unos 20 Km. diarios en una
    geografía
    muy trabada y de difícil acceso. Además del
    guía, viajaron con nosotros dos arrieros y seis caballos
    de carga con provisiones y equipo.

    Este trabajo tiene un carácter exploratorio, empírico. La
    única fuente de datos es la exploración sobre el
    terreno. La observación, el contacto con la gente en
    los vínculos con la vida cotidiana, y nuestro guía
    y arrieros, que en ocasiones también colaboraron como
    informantes claves, me sirvieron de metodología.

    Con este material y métodos es
    que pretendo aproximarme a la realidad peruana en la zona que va
    de Cusco hasta "Vilcabamba "La Vieja".

    He decidido alejarme de un discurso
    especulativo, eminentemente teórico, para instalarme en un
    espacio fenomenológico. Procuro abordar la cuestión
    de captar una manera de ser, cultural, ideológica y
    mental, encarnada en una realidad social concreta.

    El lector tiene la libertad para
    compartir o apartarse de mi punto de vista y sacar sus propias
    conclusiones.

    IDENTIDAD:
    REALIDAD Y LEYENDA.

    En la obra de Göethe, El Fausto, éste
    se pregunta si en el principio existía la palabra. Duda, y
    después de algunas cavilaciones concluye que: en el
    principio existía la acción
    .

    Tomando la posta del gran poeta, sigo un paso más
    adelante y digo "que en el principio existía el afecto,
    el sentimiento
    ".

    Una primera experiencia que se percibe al viajar al
    extranjero, incluso al salir de la propia comunidad, es el
    idioma o lenguaje.
    Juntamente con ello podemos agregar el transporte y
    la alimentación. Desde los orígenes de
    la Humanidad, la
    comunicación, los medios para
    trasladarse de una lado a otro y la dieta, han sido claves en la
    evolución
    del hombre.

    Considero que el certificado de defunción de
    cualquier cultura se
    extiende con la muerte de
    la lengua, tal
    cuál denominamos, por ejemplo, "lenguas muertas" al
    latín y al griego antiguo. Asocio el lenguaje a
    los afectos, motor de toda
    acción
    humana, además de ser la materia prima
    con la que se elabora la socialización primaria.

    Si aceptamos lo dicho renglones arriba, debemos concluir
    que muerta una lengua finaliza con ella la socialización
    nombrada, base y origen de toda cultura.

    Durante la ocupación de Indochina por Francia se
    cuenta que el padre de Ho Chi Min se negó a aprender
    francés como resistencia al
    país invasor. Cuando le preguntaron por qué,
    contestó: "Porque amo la lengua que me
    enseñó mi madre
    ".

    En este sentido la cultura inca está viva, y viva
    más allá de algunas costumbres residuales, o como
    producto del
    consumo
    turístico o interés
    histórico /arqueológico del pasado. Me refiero a
    una cultura que está viva aquí y ahora.

    En toda la región que transitamos, desde Cusco
    hasta Espíritu Pampa, se habla español y
    quechua. He notado que la lengua contiene esa carga afectiva que
    surge en esa primera socialización, en tanto el
    español refleja una socialización secundaria que,
    aunque total y completa, no alcanza la intimidad, la profundidad,
    que nos sugiere siempre un origen más primitivo,
    más interior. Esto me trae a la memoria un
    ejemplo de Berger y Lukman: "Es necesario amar a la madre,
    pero no a la maestra
    ". Yo diría: "es necesario amar lo
    quechua, pero no lo español".

    Más allá de las dos placas que se
    encuentran en la Plaza de Armas, una en
    conmemoración de los 500 años de la llegada de los
    españoles a América, y la otra en honor a Túpac
    Amaru II y sus compañeros por la heroica resistencia y su
    cruel ejecución, considero que un pueblo que mantuvo vivo
    su lenguaje durante más de cuatrocientos años, no
    es poca cosa. Con mayor razón, si se tiene en cuenta el
    duro sometimiento de que fue objeto.

    Todo esto se ve reflejado en algunas cuestiones. Una de
    ellas es la diferente denominación de algunas ruinas donde
    se usan nombres españoles y quechuas, que parecen reflejar
    esa lucha y resistencia por la identidad,
    además de presentarse a confusión, pensando a veces
    que se tratan de dos lugares, cuando en realidad se está
    hablando de lo mismo. A esto también se agregan ciertos
    regionalismos o incluso palabras que vienen de etnias diferentes
    y culturas preincaicas. Así, por ejemplo, se habla de dos
    "Vilcabambas", una española y otra inca, que a su vez,
    pueden asumir los nombres de San Francisco de la Victoria y
    Espíritu Pampa. Otro ejemplo es el de las ruinas
    denominadas Rosaspata o también Vitcos. Aunque algunos
    expertos en el tema sostienen que la denominación "Vitcos"
    hace mención de otras ruinas que aún se hallan
    perdidas en la región.

    Así es que, además de la dificultad de
    selvas y cerros interminables, también aparece el
    obstáculo del lenguaje.

    Siguiendo en este tema, pero en cuestiones más
    domésticas, recuerdo algunas anécdotas que nos
    contara una amiga nuestra en Cusco. En una ocasión una
    mujer extranjera
    le ordenó a su empleada que cocinara fideos con
    manteca. El resultado fue que los fideos se cocinaron con
    grasa y sabían pésimo. La confusión se
    produjo porque a la manteca la denominan "mantequilla" y a
    la manteca "grasa". En otra oportunidad, pasó algo
    similar. La Empleada salió al patio a buscar una pava. Su
    patrona le había dicho "que pusiera a calentar la
    pava
    ", pero la acepción que nosotros le damos a la
    palabra pava, para ellos es "calentadora". Estas
    confusiones en temas histórico/arqueológico cobran
    la relevancia que, en temas domésticos, son meras
    anécdotas.

    Dicho sea de paso, compartimos con esa señora y
    su hija unos buenos mates argentinos y algunos almuerzos
    realmente agradables.

    Volviendo al tema que me ocupa, quiero mencionar una
    conversación que tuve con José, un peruano de unos
    treinta años, que arrienda un hostal en Cusco. Originario
    del pueblo de San Bartolomé, estudió turismo y administración. Es hijo de campesinos y
    tiene cuatro hermanos. Me comentó que durante su adolescencia
    se había negado a hablar quechua por vergüenza, pero
    luego, ya mayor, retomó la lengua natal y estaba tan
    orgulloso de haberlo hecho como avergonzado de abandonarla tiempo
    atrás. Me contó también que el presidente
    actual (Alberto Fujimori) había reemplazado en las
    escuelas el inglés
    por el quechua, pero no había dado resultado. Los alumnos
    hablaban el quechua mejor que sus maestros y vivían
    burlándose de ellos.

    Esto tiene mucho que decir, en cuanto a una cultura que
    vive y sigue evolucionando, y al importante papel que cumple la
    lengua en la identidad de una cultura.

    Esta rivalidad de lenguajes, entre el español y
    el quechua, que aún pervive, también tiene que ver
    con lo que para algunos es leyenda y para otros es realidad. Se
    trata nada menos que del Paititi. Según se cuenta, es una
    ciudad sagrada repleta de oro y
    secretos, que se halla perdida dentro del perímetro de una
    extensa región selvática.

    Hablando con un profesor del
    poblado de Lucma, llamado Samuel, nos contaba que él no
    acepta que Vilcabamba, o Espíritu Pampa, sea realmente la
    última capital Inca. Sostiene que ésta aún
    se halla perdida y la identifica con el Paititi. Tampoco algunos
    historiadores aceptan que Espíritu Pampa sea la
    última capital inca, aunque sus argumentos no apunten en
    dirección al Paititi.

    Por otra parte, mientras compartíamos un café
    con nuestro amigo Enrique Palomino, un ingeniero de Cusco,
    éste nos explicaba que se identifica al Paititi, tanto con
    una extensa región como con una ciudad y, lo más
    importante, con un nuevo Cusco.

    Aquí también, este Paititi refleja ese
    espíritu de resistencia e identidad cultural. Una realidad
    que deviene leyenda y quizás, para convertirse a su vez en
    otra clase de
    realidad, más mística y espiritual. Recuerdo que en
    una oportunidad, hablando sobre el tema, Enrique le
    contestó a mi compañero Fernando: "En
    definitiva, el Paititi está donde usted se sienta feliz,
    amigo
    ".

    Es cierto que hay preguntas que todavía no tienen
    una respuesta concluyente y puede ser que nunca las tengan. Por
    ejemplo: cuánto tiempo permanecieron los incas en las
    selvas; cómo fueron diluyéndose entre las tribus
    selváticas; hasta dónde realmente se extendieron y
    qué tesoros, herramientas,
    secretos se llevaron con ellos.

    Para concluir, quiero decir que, en una
    conversación mantenida con unos jóvenes (todos
    guardias de seguridad en el
    aeropuerto de Lima) observé que se sentían
    orgullosos de su pasado cultural incaico y uno de ellos me hizo
    notar que nosotros, los argentinos, carecíamos de
    ello.

    En definitiva, se observa una identidad cultural viva,
    que valora lo propio más allá de lo meramente
    folclórico. Seguros de su
    identidad, no temen incorporar aspectos extranjeros, si lo juzgan
    positivo; integrando y elaborando una equilibrada síntesis.

    Actualmente en la selva, con los cambios que se
    están produciendo desde hace, más o menos, unos
    ocho años, la gente espera nuevos desafíos. En gran
    medida una geografía difícil, que hace lento el
    avance en las comunicaciones, les ha servido de
    protección. Si aparecen nuevos caminos, el aumento del
    turismo y las modernas comunicaciones, sobre todo de
    carácter masivo, tendremos que esperar que el tiempo nos
    dé su última palabra respecto a los cambios
    culturales.

    VIVIR Y
    SOBREVIVIR

    Hace un tiempo atrás, veía por televisión
    un reportaje a un pintor italiano de la Toscana. Le decía
    al periodista que él vivía de la pintura, pero
    que sobrevivía vendiendo sus cuadros en exposiciones. Se
    encargó muy cuidadosamente de remarcar esta diferencia
    entre vivir y sobrevivir, procurando ser lo más claro
    posible para que el periodista lo comprendiera. Luego
    soltó una leve sonrisa y ambos se quedaron unos instantes
    en silencio.

    Cuando llegamos al Aeropuerto de Lima, estábamos
    cansados. Esperamos largas horas en la confitería hasta
    tomar el vuelo para Cusco. Inmediatamente extrañamos el
    café express y la dieta a la que estamos acostumbrados. La
    camarera, gentilmente, nos ofreció un café
    más cargado en reemplazo del express tan deseado. Comimos
    unas desabridas hamburguesas, ya que es difícil conseguir
    carne vacuna como en Argentina. El ganado carece de los generosos
    pastos de la pampa húmeda. Sólo más tarde,
    en Cusco, encontraríamos lugares donde comer pastas y
    pizzas más acordes con nuestros gustos
    culinarios.

    Ciertamente, con Fernando y Juan, probamos algunos
    platos regionales como el cebiche y el cuy, sabrosos y ricos.
    Tampoco puedo olvidarme del rocoto, un ají "delicioso"
    pero extremadamente picante.

    En síntesis, la alimentación frecuente es
    el pollo y el cordero. Todo muy condimentado. Suelen preparar el
    rocoto relleno con verduras y arroz. Éste acompaña
    a casi todas las comidas, al igual que la sopa, generalmente de
    vegetales. Paltas, pepinos y queso, son también parte de
    la dieta. La papa y el maíz casi
    son infaltables.

    En el poblado de Puquiura, la tía de nuestro
    guía nos sirvió sopa con papas fritas en su
    interior, que nos resultó muy sabrosa preparada de ese
    modo. La alimentación es diferente, no aparece por
    allí la cultura del sándwich; también es
    rara la salchicha y su compañero, el pancho. No comen
    pizza, ni se conoce el pan francés, que no se consigue ni
    en Cusco. Tampoco las facturas que aquí solemos comer con
    nuestro tradicional mate; que dicho sea de paso extrañamos
    enormemente. La yerba que teníamos decidimos
    dejársela a una buena amiga de Cusco. Ella también
    nos comentó que le costó adaptarse tanto a la
    alimentación como a la altura, que en Cusco llega a los
    3.400 m.s.n.m.

    Quiero mencionar ciertas costumbres particulares, como
    por ejemplo el no comer pan en las comidas, ni beber hasta
    después de finalizar el almuerzo o la cena. Al café
    lo preparan haciendo una especie de esencia y luego le agregan
    agua caliente.
    Suele llamárselo "café al agua" para
    distinguirlo del express, que por suerte, pudimos disfrutar en
    algunos bares de Cusco,

    También existe otra dificultad: por la altura,
    el agua hierve
    a menos temperatura,
    lo que dificulta tomar bebidas bien calientes y hay que ser muy
    diestro para que la comida no salga un verdadero
    sancoche.

    Algo que me llamó la atención fue observar, en algunos lugares,
    colocar un rollo de papel higiénico sobre la mesa como
    servilletas, cosa común y frecuente. Las bebidas
    tradicionales son la chicha y el pisco. No se acostumbra a
    tomarlas muy frías, menos aún con hielo, aunque el
    calor sea
    intenso. De lo que no voy a olvidarme es de los exquisitos jugos
    de frutas que tomamos en Quillabamba.

    Describo estos temas, que puedes quizá ser
    triviales, para abordar la cuestión de la economía en la zona
    andina.

    En una conversación con Francisco, nuestro
    guía, nos explicó sintéticamente el sistema de
    producción. En la zona de alta
    montaña se dedican a la cosecha de una papa muy nutritiva;
    descendiendo a lo que sería la ceja de selva se cosecha
    maíz y, ya en la selva propiamente dicha, se produce
    café, cacao y frutas.

    El intercambio de los productos es
    constante entre la gente que habita los distintos pisos
    ecológicos. Este intercambio es el motor productivo y que,
    incluso, abastece hasta las grandes ciudades, incluyendo Cusco y
    Lima.

    En la actualidad, la tormenta desatada por el
    fenómeno de "El Niño", jaqueó duramente la
    producción y el intercambio a raíz de la
    destrucción de caminos y vías férreas,
    incluso dejando a algunas ciudades sin luz ni agua, Tal fue el
    caso de Quillabamba, que estuvo por más de dos meses sin
    estos servicios
    básicos, al quedar sepultada bajo 70 metros de agua y lodo
    la usina de Machu Picchu.

    Según me comentara Francisco, son las grandes
    ciudades las formadoras de precios, lo
    que en ocasiones no favorecen al campesinado, que tiene que
    vender sus materias primas a precios muy bajos.

    La reforma
    agraria solucionó el abuso de los grandes hacendados y
    terratenientes, pero como los campesinos sólo están
    organizados en pequeñas comunas y no han modernizado sus
    medios de producción, utilizando los mismos instrumentos
    que en la época de los incas, dicha situación los
    ubica desventajosamente.

    Los profesores de Lucma nos comentaban que se esfuerza
    para que el campesinado se motive para modernizar la agricultura y
    que sus alumnos vayan incorporando el pensamiento
    científico. En otros aspectos, carecen de problemas
    sociales en los poblados más alejados, como robos,
    violencia y
    drogas. Los
    campesinos se ordenan en comunas eligiendo
    democráticamente a un líder a
    que denominan comunero. Por lo general se respetan a sí
    mismos y no sienten la necesidad de alambrar sus tierras y cercar
    sus casas. A uno le da la sensación de una vida más
    libre y abierta que la existente en las trabadas
    ciudades.

    Por lo general, los maestros no viven exclusivamente de
    su profesión docente, dedicándose al trabajo de
    la tierra o a
    cualquier actividad comercial.

    La economía está a un nivel de
    subsistencia en toda la región que transitamos; y el
    contacto con centros urbanos importantes, debido a la precaria
    transitabilidad de los caminos, por lo general suele ser una
    aventura llena de riesgos y
    peligros.

    Cuando salimos de Cusco para Quillabamba vimos mucha
    actividad. Venta ambulante,
    gente en las veredas con sus carritos de comida, personas
    desayunando en la calle, cargando en los colectivos todo tipo de
    cosas. Me llamó la atención de fideos y habas
    tostadas, que vendían a los pasajeros en el interior de
    los micros. Por el camino era frecuente ver hombres extrayendo
    tierra de las
    montañas para fabricar ladrillos, los cuales
    veíamos en los moldes, secándose al sol al costado
    de la ruta. En la ciudad de Quillabamba hay un gran
    interés por fomentar el turismo en toda la
    región.

    El sistema por el cual se van poblando los cerros y
    conquistando la selva, es el siguiente: cualquier persona puede
    instalarse en una montaña que no está ya ocupada,
    hacer su parcela y cultivar su chacra. Allí
    producirá papa o maíz y quizá podrá
    tener algún animal de corral. Primero se desmonta a
    machete, luego se quema la maleza y se limpia el terreno para,
    posteriormente, comenzar a sembrar.

    En todo el camino suelen verse columnas de humo: se
    trata de campesinos ganándoles terreno a la selva. En una
    ocasión, en Quillabamba, sentados en el patio del hostal,
    Juan me hizo notar que caía, apenas perceptible,
    hollín sobre nuestras ropas. Provenía de los
    lejanos cerros que rodean la ciudad, a kilómetros de
    distancia, , donde el humo que observamos revelaba el proceso
    antes mencionado.

    La técnica, digámoslo, es lenta. Desde los
    pueblos habitados durante la conquista española, unos diez
    o doce, sólo han aumentado al día de hoy en casi el
    doble. En cuatrocientos años sólo se han formado
    otros ocho o diez pueblos nuevos, con no más de una
    población de 200 personas cada
    uno.

    Cuando los hijos del campesino
    crecen y forman su propia familia,
    éstos se retiran unos cientos de metros, donde instalan su
    nueva cabaña, construyen y cultivan su chacra. Así
    van formándose los poblados, lentamente pero sin pausa. A
    medida que comienza a faltar espacio la gente se va más
    lejos, aventurándose en la espesura del monte. En ciertos
    lugares la población consiste en dos o tres familias, por
    supuesto emparentadas. Este es el caso de Urpipata, donde
    acampamos una noche, antes de proseguir nuestro viaje a
    Espíritu Pampa, donde la jungla y la montaña
    parecen devorarlo a uno, viven dos familias, el padre y su hijo.
    El primero tiene diez hijos, el mayor se casó y
    formó su propia familia, viviendo a unos trescientos
    metros de su padre donde levantó su cabaña. Las
    viviendas son de caña de bambú y techos de paja.
    Viven muy precariamente, pero son generosos: mientras
    acampábamos nos acercaron una olla con papas hervidas.
    Obvio que no hay luz y el agua se extrae de los arroyos
    provenientes de los deshielos, que viajan por las cañadas,
    desde los lejanos nevados. Esta gente se encarga de mantener
    transitables los precarios puentes, cuidando sus
    territorios.

    En Espíritu Pampa, los campesinos nos pidieron
    que sirviéramos de intermediarios ante las autoridades de
    Quillabamba a fin de que éstas delimitaran el área
    arqueológica para evitar los conflictos
    suscitados entre los cultivos de las tierras y las ruinas
    vecinas.

    En estas alejadas zonas, sería interesante
    estudiar las costumbres de la población con más
    detalle, normas y valores que
    posee la familia.
    Por lo dicho, el límite entre la familia nuclear y la
    consanguínea es muy estrecho. Por razones de tiempo no me
    fue posible estudiar el tema en detalle. Sí, puedo afirmar
    que los vínculos familiares son fuertes y que poseen
    características propias que nosotros denominaríamos
    "familia tradicional"

    La gente es generosa y bien dispuesta, como lo
    comprobamos al hablar con un ingeniero y un arquitecto,
    encargados del área de planificación en la alcaldía de
    Quillabamba, realmente comprometidos con su gente para brindarles
    una mejor calidad de
    vida.

    Antes de abordar la conclusión, quiero mencionar
    algunas similitudes con las poblaciones de Oriente que van desde
    su aspecto físico hasta la tonalidad de su idioma. La
    misma geografía me hizo recordar paisajes de algunas
    películas sobre el sudeste asiático.

    Para concluir quiero citar tres visiones sobre estas
    cuestiones socioeconómicas. Una de ellas dada por una
    chica cordobesa que conocimos en Cusco, de profesión
    contadora y que se dedica a la investigación de economías
    comparadas. En una oportunidad nos dijo: "Vengo al Perú
    a ver el futuro
    ". Se refería, con cierta nostalgia y
    tristeza, a que la Argentina transita también hacia una
    economía primaria e inequitativa.

    La segunda visión es la de un gran amigo peruano,
    escritor. Conversando sobre si el oficio de escritor era rentable
    nos contestó: "No da grandes ganancias, pero siempre
    ayuda; como dice el dicho: no llueve pero gotea
    ".
    También refleja, en cierta medida, el tema de la
    subsistencia pero de un modo más optimista, realista pero
    no resignado.

    Por último, la visión del pintor de la
    Toscana. Como un ascenso hacia la luz de la conciencia. Desde
    la nostalgia y la tristeza a la aceptación humilde y, de
    ella al discernimiento claro por donde, en definitiva, pasa la
    vida.

    Por un lado gente que vive y lucha, que posee y produce
    cultura y, por otro lado, modelos y
    sistemas
    económicos que se han hecho tan complicados que se
    asemejan al oscurantismo teológico y bizantino de una
    época pasada.

    En cierto sentido, un pintor del Primer Mundo comulga
    con una realidad latinoamericana. Uno por vocación, otra
    por destino. Pero vocación y destino están unidos y
    expresan un mensaje. Estoy convencido que es un mensaje de
    optimismo y esperanza.

    BANDERAS

    A los tres nos llamó la atención ver en
    plena selva, en una pequeña cabaña ubicada sobre
    una quebrada, entre los cerros, la bandera peruana flameando. Era
    el día de la independencia.
    Nos pareció que una persona, que iza su bandera en un
    lugar desolado, comulga con una convicción personal
    más que de un acto meramente social. Durante la
    travesía vimos varias veces esta escena. Ya en Puquiura,
    un día antes de la celebración de la independencia
    del Perú, el pueblo dejaba lugar para lucir en ventanas y
    puertas de las casas la bandera roja y blanca.

    El día de la independencia la pasamos en Ututo,
    plena selva. Acampamos en las cercanías de la
    cabaña de un colono que nos acompañó en la
    cena. Después de comer, festejando el día patrio,
    nos quedamos hasta bien entrada la madrugada junto a la fogata,
    bebiendo. En un momento, Pancho abrió una botella de
    champaña que había traído secretamente desde
    Cusco para ese día. Seguimos con ron y luego nos fuimos a
    dormir.

    Se nota en toda la gente un sentido cariño por su
    patria, pero mejor sería decir por su tierra, pues no se
    trata de un cariño abstracto. En su mayoría son
    orgullosos de su cultura y su historia.

    En Quillabamba, el mismo día que salimos, se
    celebraba la fiesta de la fundación de la ciudad. El
    día anterior observábamos con qué
    cariño y entusiasmo preparaban los festejos. Acostumbran a
    realizar desfiles cívicos – militares, participando en
    ellos tanto alumnos como profesores; compitiendo por quién
    desfila mejor y confecciona el mejor estandarte. En Cusco, este
    tipo de desfile se realiza todos los domingos, e izan en el
    mástil de la Plaza de Armas la bandera peruana junto a la
    del Imperio Inca.

    Observamos un marcado regionalismo en toda la zona,
    producto de su geografía tan cerrada y trabada, como
    también de su diversidad, étnica. En tal sentido,
    recuerdo el diálogo
    con un vendedor de tapices, en Cusco, respecto del alcalde
    actual, no querido por los cusqueños y apodado "El Loco".
    Me relató que el alcalde es originario de Santo
    Tomás, de las provincias altas, pasando más
    allá de Arequipa. Allí, la gente es ruda, combaten
    entre ellos con hondas sin importarles morir. Parece que cada
    comunidad tiene su característica particular y se encarga
    no sólo de conservarla, sino de cultivarla, esto no va en
    desmedro de la unidad nacional que se revela fuerte, tanto como
    el regionalismo, con el mismo fervor y entusiasmo.

    Volviendo al tema de la rudeza, lo vi reflejado en la
    comisaría de Puquiura. Sobre un armario observé dos
    cráneos con sus respectivos birretes. Al preguntar, nos
    contaron que pertenecían a dos de sus camaradas muertos
    por la guerrilla, encontrados tiempo después. Estaban
    allí, sobre el mueble, como testimonio.

    Podría mencionar otros episodios, como lo
    sucedido con los empleados de una obra de camino, a los que el
    alcalde de Cusco, enterado de que estas personas habían
    estado
    hablando mal de él, fue a verlos y, personalmente, los
    hizo arrodillar, pedirle disculpas y luego los despidió a
    todos. O la medida inconsulta que tomó, cortando los
    antiquísimos árboles
    de la Plaza de Armas de Cusco, porque tapaba la vista de la
    Catedral.

    Un cusqueño, José, que como ya
    mencioné arrienda un hostal en donde pasamos unos
    días, me comentó que en San Bartolomé, de
    donde es originario, la gente conserva sus tradiciones y se
    quejó porque su hermano menor había abandonado las
    viejas tradiciones. Me relató que su abuelo, cuando su
    padre quería salir, arrojaba un escupitajo al suelo y le
    decía que debía volver antes que se secara en la
    tierra.

    La gente de la región que conocimos combina
    cierta rudeza con la calidez humana. La devoción de
    ciertos valores como la amistad, cumplir
    la palabra empeñada, es cultivada con el mantenimiento
    de viejas tradiciones y algunas convenciones sociales. El
    principio de autoridad es
    muy importante y respetado, lo que no dificulta la generosidad y
    buena disposición entre la gente. La familia tradicional
    es todavía común y la mujer carece
    de las libertades que se ven en las grandes ciudades. Aunque
    parece que esto, lentamente, tiende a modificarse.

    Por lo general, la gente con la que nos cruzamos durante
    la expedición, constituye una hermosa síntesis
    entre el indio y el español. Gente alegre, optimista,
    orgullosa de su raza, de su origen, emprendedora, modesta,
    generosa y segura de sí misma. Reflejan otra
    dimensión del hombre,
    producto de su cultura, su geografía y su
    historia.

    Una de las razones de que la gente regrese tan contenta
    del Perú y deseen volver es el contagio de esa
    alegría y optimismo. Su espíritu de lucha, solidaridad y
    cordialidad, además de la belleza de su tierra.

    El tema de la guerrilla merecería un análisis aparte y tener un conocimiento
    más profundo sobre él. Sólo puedo referir lo
    que observé y las conclusiones a la que
    arribé.

    Algunas personas prefieren evitar el tema o si hablan no
    toman una posición clara. Para unos la guerrilla
    está terminada; otros refieren que al fin de cuentas los
    únicos perjudicados son los campesinos.

    La señora que nos trasladó del aeropuerto
    de Cusco al Hostal nos comentó que a la región a
    donde íbamos, un tiempo atrás fue declarada "Zona
    Roja". Lo cierto es que, el episodio de los cráneos en la
    comisaría de Puquiura y los relatos que nos contaron sobre
    los enfrentamientos en la zona, evidentemente hablaban de
    conflictos armados. Pero en la actualidad es una región
    tranquila y no percibimos la menor señal de peligro
    alguno.

    Desde mi punto de vista, si la guerrilla no obtuvo el
    apoyo del campesinado en la región se debe en gran medida
    a que no existen allí latifundios, cada campesino tiene su
    tierra donde trabaja libremente y de manera independiente. Por
    otra parte, la ideología guerrillera moderna y atea no
    pudo llegar a la cosmovisión del campesinado, ni a sus
    costumbres y creencias. También influye el regionalismo y
    las particularidades regionales de cada región.

    De todos modos, en Lima, antes de salir, oímos
    que habían ocurrido dos atentados en la región de
    Ayacucho en donde parecería ser que la guerrilla se
    mantiene bastante firma (aunque en agonía).

    Algo característico en la estructura de
    pensamiento de estas personas es la particularidad de una
    razonamiento basado en la experiencia y que tiene como centro a
    la misma. Un criterio empirista como filosofía, una
    mentalidad práctica. Parece predominar una manera de
    razonar analógica y comparativa, más
    elástica y flexible que un estricto razonamiento
    analítico. Este tipo de visión permite los
    contrastes, pero no las contradicciones; perdiendo en justeza y
    previsión pero ganado en integración y cierta armonía. Me
    parece muy similar a un pensamiento oriental más destinado
    a la síntesis que al análisis.

    UN DIOS MESTIZO

    Casi siempre es el mismo sueño. Querríamos
    un Dios tan puro, limpio y claro, como la teología, tan
    bien ordenada y dispuesta en sus proposiciones deducibles como un
    teorema divino. Pero debe ser un capricho de Dios presentarse a
    menudo, sucio, desprolijo, contradictorio, hijo de campesinos o
    artesanos, fundamentalmente provincianos, y nos cuesta no
    sólo aceptarlo sino reconocerlo.

    Cusco está llenó de iglesias. Todas son de
    estilo barroco de
    arriba abajo, por dentro y por fuera. Recorrimos algunas.
    Particularmente no me gusta el estilo barroco, recargado,
    construido por espíritus complicados. Iglesias oscuras,
    repletas de santos pomposamente vestidos. Pero dentro de ellas se
    respira historia y devoción. En su interior he visto mucha
    gente orar devotamente, independientemente de su clase social o
    nacionalidad.

    Son frecuentes las procesiones, se trate de santos o de
    la Virgen bajo alguna advocasión. Me pareció que en
    su mayoría a las iglesias les falta mantenimiento pero
    todas están muy limpias y se demuestra mucho respeto al
    ingresar en ellas. Muchas están desatendidas. Un
    monasterio Jesuita, realmente bello, fue alquilado y funciona
    como un hotel de cinco estrellas. La
    antigua capilla pasó a ser su salón de
    conferencias.

    Personalmente me gustó el monasterio de las
    carmelitas. Entré allí un día de semana muy
    temprano, estaban por celebrar misa. Había bastante gente
    y me llamó la atención que durante un día
    laborar hubiese tantos fieles.

    Ignoro el trabajo
    apostólico de Cusco y alrededores, pero todos son
    católicos. He notado que la gente es religiosa por
    convicción y modo de ver las cosas más que por
    cuestiones ideológicas o doctrinarias. El secularismo no
    ha llegado a Cusco y mucho menos a la región de
    Vilcabamba. Por otra parte, salvo grupos muy
    pequeños del lugar, se muestran indiferentes a las nuevas
    corrientes espiritualistas, como la New Age y
    otros tipos de movimientos que se dedican a la búsqueda de
    "energías" y cosas por el estilo.

    Su cosmovisión religiosa es más antigua y
    tradicional en el modo de expresarse. Una extraña
    síntesis entre cristianismo y
    viejas creencias. En ningún lugar vi presencia
    evangélica protestante, aunque tuve noticias que
    también están en la zona.

    Creo que la gente de estos lugares no piensa tanto su
    religión,
    la percibe y la siente, así la viven. Me imagino que si
    alguien fuera por allí con alguno de esos lemas religiosos
    que vemos y oímos en nuestras iglesias no lo
    comprenderían. Basta ver un atardecer en la región,
    o el correr del río silencioso en lo profundo del valle
    desde las montañas. No se necesitan palabras en ese lugar
    para explicar la realidad.

    Me llamó la atención, de regreso a Cusco,
    cuando paramos con el micro en una cantina para cenar, ver un
    cartel que decía: "No molestar con propaganda
    protestante u otras sectas. ¡Viva la Virgen de Guadalupe!".
    Jamás me hubiera imaginado encontrar un texto de estas
    características en mi ciudad o incluso en mi país.
    El dueño de la cantina, con quien conversamos unos minutos
    antes de partir, era tan vivaz y entusiasta como el texto del
    cartel, además de demostrar muy buenas dotes como
    comerciante. Me pareció el perfil de un típico
    hombre emprendedor y aventurero.

    En la zona específica de la expedición no
    vi en ningún momento la presencia de clérigos o
    misioneros.

    Saliendo de Quillabamba, en todo el trayecto, pasando
    por los poblados más importantes de Lucma y Puquiura, y
    más tarde por Changuire, Yubeni y Kiteni, la presencia de
    la iglesia es
    inexistente. Lo único que vimos fue una misión de
    laicos de origen italiana denominada "Operación Matto
    Grosso
    " que, además de Perú, abarca Ecuador,
    Bolivia y
    Brasil. Son
    laicos voluntarios que juntan fondos y no reciben ningún
    apoyo oficial de su país. Su objetivo es
    que de la misión salgan algunos nuevos sacerdotes. Tienen
    un colegio en Lucma y otro en Vilcabamba "La Nueva". Se trata de
    colegios de internados, enseñándoles a los niños
    artesanías diversas. Conversamos con algunos de los
    italianos que nos invitaron a tomar un café en el colegio,
    sitio en el que se practica una espiritualidad
    salesiana.

    Es de extrañar que a pesar de no distar
    más de 200 metros entre la escuela local y
    la misión italiana no tengan contactos entre
    ambas.

    Pancho nos comentó que por la región la
    cuestión religiosa estaba abandonada pero se había
    reactivado con la presencia de los italianos y que la gente del
    lugar estaba muy contenta con ellos.

    Recuerdo que en una breve travesía, como adiestramiento
    previo para lanzarnos a la selva, recorrimos la zona de las
    ruinas de Rosaspata, frente al poblado de Puquiura. Allí
    encontramos una cabaña abandonada. Revisamos su interior y
    Fernando halló en un viejo baúl dos libretas, que
    tenían anotaciones religiosas. Parecían apuntes de
    catequesis muy antiguos y mi compañero se las trajo
    consigo para un posterior estudio.

    En estas regiones, si bien es posible ser uno ateo, al
    menos cabe replantearse la cuestión religiosa.

    Sentí con mis compañeros cierta
    emoción cuando arribamos a orillas del río
    Urubamba, después de cinco o seis horas en camioneta, por
    un peligroso sendero de cornisa. El Urubamba fue el río
    sagrado de los incas. Más adelante, en el cruce de
    Chaullay, lugar donde terminaba el dominio
    español en el siglo XVI, Fernando recogió una
    naranja que había en el suelo, la besó y nos la
    pasó a nosotros. Hicimos lo mismo y luego la arrojamos al
    río, siguiéndola con la mirada. Sabíamos que
    esa fruta, simbólicamente, navegaría por el
    río sagrado, atravesando el amazonas, hasta desembocar en
    el océano Atlántico. Experimentamos un sentimiento
    de identificación y comunión con la naturaleza. De
    algún modo, nuestro espíritu viajaría con
    aquella naranja hasta lo más profundo de la
    selva.

    Lo sagrado se impone casi sin que uno se dé
    cuenta. No se trata de una religiosidad doctrinal, social,
    masticada y requetemasticada por eruditos y teólogos. Se
    trata de una religiosidad personal, existencial e intuitiva. La
    experiencia que cada hombre tiene a solas, mano a mano con lo
    sagrado.

    Nuestro guía era uno de estos hombres. Quiero
    citar algunas frases que tienen que ver con esto.

    Antes de partir hacia el Abra de Qollpaqasa, a
    más de 4000 metros de altura, paso obligado para dirigirse
    a la selva, cuando le preguntamos cómo le parecía
    que iría la expedición, Francisco dijo
    tranquilamente: "El camino nos lo ha de decir". Para un
    hombre que trabaja de guía, que viaja de aquí para
    allá, el camino se vuelve una experiencia de vida,
    adquiere un significado que trasciende el mero trasladado de un
    lugar a otro.

    Una persona tan atenta a su experiencia de vida,
    precisamente, es allí en donde encuentra lo sagrado. Tal
    es así que el mismo Francisco lo menciona, diciendo:
    "Mi destino es el camino". De esa experiencia particular
    elabora algo más universal y existencial.

    En otra ocasión, en que pasábamos por
    algunas dificultades, que por suerte solucionamos con ayuda de
    otras personas, Pancho comentó: "En el camino de Dios
    todos nos conocemos
    ". Estas frases reflejan cierta vivencia
    personal e intuitiva de lo sagrado.

    Esa costumbre de usar sentencias, dichos o proverbios
    casi se ha perdido en la Argentina, y con esto se ha perdido una
    experiencia significativa trasmitida por generaciones pasadas,
    reemplazándola en su lugar por un puñado de
    sensaciones inconexas y un mundo mental de ideas preconcebidas
    repleta de prejuicios.

    La geografía, la tierra, cumple un papel muy
    importante es toda esta expresión religiosa,
    síntesis de antiguas creencias con el catolicismo. Esto se
    expresa en la Pachamama. Lo que refleja en definitiva, es aquello
    que cualquier hombre que ha experimentado la vida en la
    naturaleza sabe: que tanto se presenta como generosa o terrible,
    bienhechora o cruel. De allí que el hombre
    pague su tributo a la Madre Tierra si quiere preservar su vida en
    una travesía, para que los espíritus de las
    montañas lo protejan, o bien en agradecimiento por los
    beneficios que se extraen de ella.

    No creo que sea sólo el lugar, con su inmensidad
    de cerros y selva, también las vivencias de la gente
    tienen que ver con esto. Sólo ellos saben realmente lo que
    han experimentado en esas inmensidades abismales. Tanto es
    así que Samuel, el profesor de Lucma, nos comentó
    que es difícil la exploración porque la gente que
    más conocimiento tiene le teme a los Apus y Aukis
    (espíritus guardianes de las montañas). Creo que
    estas creencias como otras similares ayudan a exorcizar los
    peligros que esa geografía desmesurada plantea al hombre
    que vive y se mueve en ella.

    Naturaleza bella y peligrosa, lugares donde nadie se ha
    aventurado, crean un clima especial
    que seduce y hace temer al mismo tiempo, tanto al lugareño
    como al aventurero. Pero cuando la seducción es muy
    grande, entonces la aventura se hace impostergable.

    Coco, uno de nuestros arrieros, nos contaba que hay
    "osos" en los cerros, de un metro sesenta de alto, que cazan
    ganado menor y, cargándolos sobre los hombros, los suben a
    los árboles. Nosotros no le creíamos, pero basta
    levantar la vista a esos cerros y observar la espesura de la
    vegetación, y esa bruma constante sobre las
    crestas de las montañas, para que uno termine por pensar
    que en esos lugares puede haber "cualquier cosa".

    Recuerdo nuestro campamento en Ututo. La niebla, a
    medida que avanzaba la noche, fue descendiendo desde las cimas de
    las montañas sobre el valle como un manto, al punto que en
    un momento, a la luz de nuestro farol, podíamos mirar
    nuestras sombras reflejadas en la niebla. Allí
    estábamos, en esa naturaleza inmensa, bella, misteriosa y
    peligrosa a la vez.

    CONCLUSIÓN

    Para el final creo que no hay mejor modo de sintetizar
    la cosmovisión de la gente de esta región que la
    que brota de su propia fuente y perdura desde la antigüedad
    a nuestros días.

    Cuando por un desperfecto paramos en Chinchero,
    estábamos atravesando el valle sagrado. Mientras
    esperábamos reanudar la marcha caminamos por el lugar con
    nuestro guía. Nos comentó que para los incas el
    cóndor simbolizaba la comunicación, el puma el trabajo y la
    serpiente la sabiduría. Creo que, independientemente del
    acuerdo de los especialistas en este tema, dichas palabras:
    comunicación, trabajo y sabiduría fue lo que
    observé a lo largo de esta expedición en la gente
    de la zona. Abiertos al diálogo, su comunicación
    siempre es agradable y esencial. Trabajadores y luchadores
    incansables, como lo revela esa cadena de hombres interminable,
    ese hormigueo infatigable de personas que cubren todos los pisos
    ecológicos y forma la inmensa red social y
    económica, de subsistencia, pero inteligente, digna y
    honrosa. Su prudencia, se refleja en saberse llevar por la
    experiencia más que por ideas y teorías
    sobre las que a menudo nos preguntamos cuál es su
    base.

    Tal vez, más allá de cualquier tipo de
    aculturación y otros males que toda organización social tiene, supervive en
    mayor o menor medida aquellos preceptos éticos que en
    más de una ocasión nos comentó nuestro amigo
    Enrique palomino que, según él, los incas
    transmitían sin cesar: "No seas ladrón, no seas
    ocioso y no seas mentiroso".

    Esto no significa que dichos valores sean absolutos pero
    sí que lo opuesto a ellos todavía son desviaciones
    que no han alcanzado el rango de legitimidad social como
    quizá, lo deja reflejar nuestro célebre tango
    "Cambalache".

    Quiero despedirme con un brindis, el mismo que
    realizamos el día de la independencia del Perú,
    acampando en Ututo.

    Después de dar gracias a Dios, derramamos unas
    gotas de nuestras bebidas a la tierra agradeciendo a la
    Pachamama. Luego levantando nuestros vasos de campaña en
    alto, agradecimos al padre Sol. Acto seguido los dirigimos hacia
    delante, con nuestros brazos extendidos en símbolo de
    amistad y, al final, los llevamos hacia nuestros pechos, junto a
    nuestro corazón,
    en símbolo de afecto y amor.

    Entonces sí, bebimos en paz.

    Eugenio Rosalini

    Mar del Plata Julio de
    1998

    Por

    Profesor Eugenio César Rosalini

    Co-Director de la Expedición
    Vilcabamba

    Fernando Soto Roland

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