Gracias al regalo que obtuvimos de un amigo llegó
a nuestras manos El código
Da Vinci, una novela que relata
la historia del
enigma de los templarios, éstos figuraban como miembros de
una orden medieval de carácter religioso y militar, cuya
denominación oficial era Orden de los Pobres Caballeros de
Cristo.
La Orden fue conformada en el año de 1119 por dos
caballeros franceses, Hughes de Payns y Godofredo de Saint Omer.
Su objetivo era
proteger a los peregrinos que visitaban Palestina tras la primera
Cruzada o ese era supuestamente su trabajo.
En este relato se devela el propósito de estos
caballeros, el cual consistía en ocultar el Santo Grial de
las manos de la Iglesia
Católica.
Entendido aquí el Santo Grial como un conjunto de
documentos que
pone en tela de juicio la argumentación religiosa del
catolicismo y su instauración como Iglesia y no, como se
acostumbra, creer que éste es el cáliz donde
Jesucristo degusto vino, por última vez, con sus
apóstoles y donde se encuentra su sangre.
La obra tiene como eje principal el desmenuzamiento de
las incógnitas que se ocultan en los cuadros elaborados
por Leonardo Da Vinci, el cual, se especula, fungió como
uno de los miembros principales (Maestre) de una antigua organización llamada el Priorato de
Sión, la cual es la evolución de la orden templaria.
Se supone, pues, que Da Vinci puso en sus obras varios
símbolos de la Orden que permiten encontrar
el verdadero paradero del Santo Grial.
Si regresamos a esta orden denominada el Priorato de
Sión podemos encontrar, dentro de la obra, que es una
hermandad -según esto que aún existe-, la cual
busca proteger antiguos textos históricos que evidencian
la importancia que tuvo María Magdalena en la constitución del pensamiento
cristiano y, por ende, en la construcción de la Iglesia
Católica.
Estos textos parecen aludir a aquéllos que se
encontraron a orillas del Mar Muerto en 1947 en unas cuevas de
Jordania y que se denominaron evangelios
gnósticos.
La importancia que tiene, en este sentido, la novela a la
que nos referimos y los evangelios antes citados, es que quien
debería ser considerada "la piedra sobre la que se asienta
el reino de Dios", debería ser una mujer (María
Magdalena) y no un hombre (Pedro)
como lo tenemos entendido gracias al Nuevo
Testamento.
Es más dentro de la obra una de las cuestiones que
más se manejan es esa otra tarea de los neo templarios que
consiste en resguardar y mantener alejada a la descendencia de
María Magdalena y Jesucristo de la Iglesia
Católica, pues dentro de los argumentos del libro se habla
de que Magdalena fue una apóstol más de
Jesús y en este encuentro se da una relación
sentimental, de la cual surgen dos hijas (una de ellas llamada
Sara).
Desde entonces ellas y su linaje son perseguidos por los
católicos, pues representan una amenaza política a la
organización de la Iglesia en el mundo occidental.
En el relato, la disputa se da contra el Opus Dei, el cual
busca deshacerse de los documentos que comprometen a la Iglesia y
para ello busca a los dirigentes del Priorato para
asesinarlos.
El Opus Dei es una prelatura personal de la
Iglesia católica que fue fundada en 1928, en la ciudad de
Madrid,
España,
por Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote
español
que fue beatificado en el año de 1992.
Es así pues, que al ser María Magdalena el
apóstol que más relación tuvo con
Jesús, los conocimientos y la verdadera fe de éste
debieron ser impulsados por esta mujer; sin embargo, la envidia
de los demás apóstoles y la muerte de
Jesús propiciaron que Pedro buscara la manera de difamar a
Magdalena y, de esta forma, convenció a otros de sus
compañeros como Marcos o Mateo para que escribieran en sus
testimonios que en realidad ella había sido una prostituta
que Jesús había redimido; pero que siempre
tendría como etiqueta el hecho de ser pecadora e incitar a
las "bajas pasiones".
A partir de ese momento, la gran mentira del pecado en nuestra
religión
sienta sus bases en el icono de inferioridad,
subordinación y sometimiento que significa Magdalena y por
la cual se "fundamenta" que las mujeres deben ser vistas como un
error divino que debe día a día eximirse de su
maldad para que pueda ser bien vista y aceptada por Dios.
Ahora bien, el papel de la mujer en la
actualidad no dista mucho de la que existía antaño,
pues en la familia
tradicional mexicana la mujer es símbolo de
abnegación y obediencia.
A pesar de todo es muy claro el hecho de que en cada grupo familiar
la persona que
organiza, distribuye y controla ha sido la mujer y, no obstante,
en esta evolución que realizan para evitar verse
discriminadas, ellas mismas permiten la involución de sus
acciones al
promover la diferencia entre sexos.
Un ejemplo es la distribución de los quehaceres tanto para
el niño como para la niña. Mientras al primero se
le permite cualquier tipo de diversión física extrema a la
segunda se le relega a tareas domésticas.
Esta sería una de las primeras acciones a erradicar
para que la situación de racismo contra la
mujer terminara.
Esta visión ha sido promovida por la Iglesia, como
decíamos, a partir de que en su discurso
maneja que la mujer solamente debe ser vista como promotora del
pecado, pues en el mismo Génesis, de la Biblia, se le
culpa de haber comido y ofrecido una manzana al hombre del
árbol "prohibido". A partir de entonces, la mujer tiene la
etiqueta de embustera, perversa y corrompida, por lo que a ojos
de la "buena etiqueta" de la religión no se le permite
tener una condición igualitaria con el hombre.
Al reconocer, pues, que la mujer es la principal fomentadora
de malas conductas, las cuales según la religión
ofenden a Dios, lleva a que el catolicismo pregone que debe
reprimírsele todo tipo de pasiones, pues no tiene control de
ellas.
Estos nos explica cómo este argumento fue y ha sido
utilizado para limitar la vida política de la mujer, pues
al ver en ellas a un ser que está incapacitado para
dominar sus pasiones, automáticamente se piensa que el
hombre tiene un papel fundamental para ayudar a controlarla y
evitar desastres que pudieran venir de sus "desequilibrios"
sentimentales.
Por tal motivo, era imposible -y para muchos lo sigue siendo-
pensar en la mujer como un elemento de gobierno.
Para nosotros, entonces, la obra de Dan Brown permite
reflexionar sobre el papel primordial que debería tener la
mujer en la vida cotidiana y la imposición moral de la
religión que no le permite escalar sitios de
jerarquía social o política.
Esta situación debería ser erradicada, pues,
para nuestra concepción, el gobierno que pudiera ejercer
una mujer tendría un mayor nivel de organización,
responsabilidad y transparencia.
Es evidente que tomando en cuenta la historia de los gobiernos
encabezados por hombres, éstos han llevado a la población mundial a vivir en tiempos de
violencia y
terror, ya que todo se pretende solucionar organizando guerras, tal
parece que el rol que juega la testosterona en las cúpulas
de poder ha
originado que la convivencia entre los humanos ya no sea pacifica
y se mantenga un ambiente de
miedo generalizado entre todos los individuos.
Por lo tanto, nosotros creemos que es momento de que a la
mujer se le dé la oportunidad de gobernar, pues entre
algunas de sus características se encuentran la paciencia,
la creatividad y
la espontaneidad, las cuales pueden darle un mejor desarrollo a
la vida humana.
Es imprescindible, por tanto, retomar la hipótesis de la novela que gira en torno a la
importancia que pudo haber tenido María Magdalena para
consolidar una religión y de esta forma reconocer que otro
mundo sería, hablando de ideología y prácticas políticas,
si las mujeres organizaran la vida de los individuos, ya que no
podemos dejar de lado que, en primer lugar, ellas representan un
número poblacional mayor y que, en segundo lugar, su
carácter y maneras de actuar les permitirían regir
de una manera más sistemática y controlada.
Queda, pues, en el aire esa
oportunidad de disfrutar o, si se quiere, de "padecer" el
gobierno femenino para que se pudiera hacer un balance.
Asimismo, no restaría más que esperar si en
realidad algún día se develará el enigma del
Grial y si, por consecuencia, se abre el paso decisivo de la
mujer en la equidad de
oportunidades en el ámbito religioso, cultural, social,
económico y político.
No hay que olvidar, por último, que es necesario que la
mujer tome conciencia de su
posición y ponga manos a la obra para lograr la
consolidación de sus derechos.
Erika Bobadilla Quiroz
Javier Cervantes
Mejía