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El queso y los gusanos: El repunte de la historia de la cultura popular



    La Escuela de los
    Annales se crea debido a la necesidad que se tenía de
    evitar caer en una historia "cientifista", donde predominara el
    excesivo uso de los documentos y de
    la deformación total de los análisis históricos para beneficiar
    a las clases más pudientes.

    La mayoría de los textos surgidos de la corriente
    positivista decimonónica se dedicaron a justificar el
    poder de las
    clases adineradas o políticamente "superiores" sobre los
    pobres.

    De esta manera, una de sus principales herramientas
    era obviar por completo la opinión o historia de "los de
    abajo", los oprimidos.

    Así pues, viene a darle esta corriente
    histórica de los Annales nuevas formas de enfrentar los
    hechos históricos, ya sea utilizando el análisis a
    partir del uso conjunto de la antropología, sociología, economía, entre
    otras, como el uso de las mentalidades. En este sentido,
    harían carrera los precursores de esta corriente: Marc
    Bloch y Lucien Febvre.

    Las continuas evoluciones que ha sufrido a lo largo de
    la historia esta nueva forma de hacer historia traen como
    consecuencia nuevos horizontes de análisis, entre los
    cuales destacan la microhistoria (italiana por supuesto) que va a
    ser un paradigma de
    estudio.

    Entendamos, pues, que si alguna diferencia existe entre
    la microhistoria mexicana, encabezada por Luis González y
    la microhistoria italiana, propuesta por Carlo Ginzburg es que la
    primera sólo va a ser una forma más perfeccionada
    de hacer historia regional, mientras que la segunda va a ser una
    propuesta innovadora en el sentido de que permite hacer el
    análisis de un acontecimiento histórico a partir de
    un estudio microscópico; es decir, llevar el objeto de
    estudio a un sistema de
    escalas, donde haya una dialéctica entre los procesos
    microhistóricos (un personaje relevante de una
    época, una ciudad trascendente o un conflicto
    paradigmático) y macrohistóricos (el nivel
    económico que rige universalmente una época, la
    religión,
    los valores).
    Carlo Ginzburg busca encontrar tal punto de partida en un
    paradigma indiciario, el cual debe ser el punto donde converjan
    esa microhistoria y esa macrohistoria. En este caso, Menocchio es
    su pretexto.

    El Queso y los gusanos es la obra
    característica de la microhistoria italiana. Este texto narra el
    transcurso del juicio por parte de la Inquisición que se
    hace a un molinero friulano (de la ciudad de Friuli), el cual es
    acusado de herejía y de blasfemia.

    En este sentido, el tipo de texto que nos ofrece
    Ginzburg gira en torno a la
    narración de un proceso
    judicial que sufre un condenado por religión. Una
    narración que lejos de quedarse en la crónica del
    acontecimiento, analiza las características que tuvo para
    así delimitar el pensamiento,
    valores y
    ética
    que regían la época circunscrita en el siglo XVI,
    haciendo explícito el sentir de religiosos (representantes
    de la clase
    dominante) y de los campesinos (representantes de las clases
    subalternas) en la figura de Menocchio (Domenico
    Scandella).

    Con esto, podemos inquirir que la principal necesidad del
    autor de la obra es mostrarnos una época determinada a
    través de una figura representativa.

    Para esto, Ginzburg escoge a Menocchio, un representante de la
    clase baja (que no oprimida, ya que señala el autor el
    molinero no era pobre) y así manifestar la
    cosmovisión que regía la vida en aquella
    época.

    El autor intenta hacer hablar a aquellos que se han quedado
    sin voz dentro de los procesos históricos y que, sin
    embargo, son los principales causantes de esas consecuencias
    históricas; no obstante su problematización va
    más allá, pues no sólo es hacerlos hablar
    sino entender cómo fue posible que estuvieran callados
    tanto tiempo.

    Es decir, la principal propuesta en el libro de
    Ginzburg es estudiar no ya la cultura producida por las clases
    populares, sino la cultura impuesta a las clases populares.

    Ginzburg maneja un esquema muy ameno donde proporciona
    capítulos breves en contenido; pero extensos en sustancia.
    Dentro de sesenta y dos capítulos que conforman su obra el
    autor nos relata los dos procesos judiciales por los cuales pasa
    el molinero para defenderse de sus denuncias o, bien, para
    atenuar más sus convicciones.

    A lo largo de la obra Ginzburg nos lleva desde el antecedente
    histórico de las ciudades de Italia y de la
    vida de Ginzburg hasta los pasajes de los interrogatorios hechos
    por la religión y sus influencias intelectuales.

    Así como nos ofrece todo un panorama de las creencias
    que Menocchio defendió durante el proceso inquisitorial y
    cuál era su cosmovisión acerca de la
    creación del mundo, la virginidad de María y la
    mortalidad de Jesucristo.

    La exposición
    del texto que hace Ginzburg habla muy bien de sus dotes de gran
    escritor, más cuando nos relata este acontecimiento como
    un drama policiaco, en donde el molinero tiene todas las
    desventajas que representaba la época en cuanto a que era
    acusado de hereje, la religión permeaba el estilo de vida
    del hombre que
    pasaba del medievo a la modernidad; pero
    que tenía la virtud de vivir varios procesos
    históricos relevantes: la Reforma y la aparición de
    la imprenta. Sin
    esto, para Menocchio hubiera sido muy difícil poder
    debatir a los religiosos en las querellas. Recordemos solamente
    que sus fuentes de
    inspiración fueron: en la fuente oral, Nicola de Porcia,
    como en la bibliográfica, libros como
    La Biblia en lengua vulgar,
    Florilegio de la Biblia, Il lucendario della
    Madonna
    , Il Lucendario de Santi, Historia del
    Giudicio
    , Il Cavalier Zuanne de Mandeville, Il
    Sogno del Caravio
    , El Decamerón, entre otros.
    Bajo este tenor, es evidente que los debates que transcurrieron
    tenían que llevar sus buenas dosis de citas de los libros
    antes mencionados, por lo que Ginzburg gusta dar estos
    pequeños fragmentos como armas
    intelectuales con las cuales se defendía Menocchio.

    El gusto de Ginzburg por la temática
    policíaca proviene desde un artículo denominado
    "Unu Testis", en donde: "se analizaba un progrom en la Edad Media y
    postulaba la idea de que un solo testigo –unus testis-era
    suficiente para establecer cómo habían sucedido los
    hechos." (AGUIRRE, Rojas, Carlos Antonio, "La historia cultural
    construida desde ‘la perspectiva de las
    víctimas’" ubicado en
    http://cceh.historia.umich.mx/nuevo_horizonte/Numero3/Aguirre.htm
    ).
    Así como en uno de sus últimos libros denominado El
    juez y el historiador donde: "acude en defensa de un amigo al que
    se ha declarado culpable de asesinato por la confesión de,
    precisamente, un solo testigo." (Ídem)

    Las finalidades explícitas del autor para
    realizar su obra radican en: realizar una historia que le
    dé cabida a los relatos de las clases populares u
    oprimidas; pero que expliquen, asimismo, el porqué de esa
    omisión de sus testimonios en las historias
    oficiales.

    Demostrar también que el análisis
    microhistórico puede ser un vinculador de los procesos
    microscópicos (microhistóricos) y los
    macrohistóricos.

    En el caso de esta obra Menocchio figura como el
    "eslabón" de esa convergencia, pues representa al sector
    campesino que
    es pobre y oprimido; pero que al tener la ventaja de saber leer y
    escribir tiene un nivel más decoroso para interaccionar
    con las clases dominantes, en este caso era un obstáculo
    para la Iglesia por
    sus ideas (él consideraba que en un principio todo era
    caos, y que al pasar el tiempo se formó una masa, como
    cuando se hace el queso con la leche y que en
    él se formaron gusanos y éstos fueron los
    ángeles.

    De ahí salió el mismo Dios). Los
    análisis implícitos dentro del texto
    girarían en torno a reconocer en Menocchio a ese
    "precursor", como le llama Ginzburg, de lo que
    representaría el hombre moderno. Lejos de ser
    herético manifestaba las ideas que concebía a
    partir de las lecturas que hacía. De ahí que
    condenara el hecho de que la Iglesia se hacía rica a costa
    de los creyentes o de que se aprovechaban en los juicios por el
    uso del latín, incomprensible para muchos
    acusados.

    Las fuentes utilizadas por Ginzburg radican en dos
    grandes grupos: primarias
    y secundarias. Dentro de las primeras tenemos todos los archivos
    consultados, ya sea el Archivo de la
    Curia Arzobispal de Udine, de Pordenone, el Archivo de Estado de
    Módena, de Pordenone, de Venecia, entre otros. Asimismo,
    los libros considerados por Menocchio para defenderse ante los
    tribunales de la Inquisición.

    Con respecto a las secundarias, contemplamos toda la
    bibliografía que
    Ginzburg nos ofrece durante sus notas a pie de página, la
    cual le sirvió para contextualizar de alguna manera Italia
    y la importancia de un campesino de esa región, así
    como la influencia eclesiástica dentro de ese ambiente.
    Así tendríamos que entre sus principales citas
    está Bloch, Landucci, Scalzinni, entre otros.

    Para este trabajo, es
    seguro que
    Ginzburg haya realizado un trabajo de fichaje en torno a la
    bibliografía antes señalada, donde realizó
    resúmenes de los pasajes más importantes,
    paráfrasis de autores con ideas que sirvieran a su estudio
    y de tipo mixto donde mezcló su opinión basada en
    lo consultado.

    Además de que es seguro el uso de fichas
    catalográficas que le dieran sistematización a la
    búsqueda de información en archivos. Con respecto al
    método
    usado dentro de la elaboración de su obra trasciende el
    inductivo (particular a general), ya que vemos cómo a
    partir del estudio de la vida de una persona que se
    entiende contextualizada en su entorno se puede explicar todo un
    proceso histórico acontecido en un siglo. Además,
    de que a lo largo de su texto Ginzburg utiliza la
    contrastación de fuentes para ejemplificar lo
    relatado.

    Los conceptos más recurrentes a los que el autor
    se vio enfrentado fueron: clases populares, clases dominantes,
    herejía, blasfemia, inquisición, juicio,
    etcétera.

    Hay que hacer explícito que la corriente que
    Ginzburg toma es la de la microhistoria italiana (incluso
    él es su precursor), por lo cual sus historias van a girar
    en torno al sistema de escala o niveles
    de estudio de los procesos.

    Este tipo de análisis se desprende de toda una
    tradición que constituyó la Escuela de los Annales
    (principalmente Marc Bloch) denominada Historia de las
    Mentalidades; sin embargo, Ginzburg prefiere denominar a su
    historia como estudio de la Cultura Popular para evitar las
    lagunas que todavía ofrece el término de
    mentalidad.

    Las variables que
    utlizó Ginburg para llevar a cabo su estudio se basan en
    la concepción de no caer en una biografía sin
    sentido, sino explicar un ejemplo de la vida italiana durante el
    siglo XVI, por tal razón es significativo que utilice a un
    hombre trascendental como Menocchio que sabe leer y escribir, y
    que vive una época en la que hay difusión literaria
    y un cuestionamiento grande a la Iglesia. La principal influencia
    de Ginzburg como ya fue explicad se deriva del estudio que
    él hace del trabajo de Marc Bloch, principalmente de la
    obra de Los reyes
    taumaturgos
    .

    Sigue, en este sentido, la originalidad de estudiar el proceso
    de las mentalidades en una sociedad; sin
    embargo, él innova con su concepto
    específico de cultura popular. Así, tenemos que no
    es gratuito el hecho de que a Ginzburg, con El queso y los
    gusanos
    , se le considere un paradigma en el estudio
    histórico.

    Para Ginzburg, relatar la vida de un molinero italiana que fue
    quemado en la hoguera por la Inquisición, representa una
    nueva forma de tratar las fuentes históricas.

    Es decir, su mayor aportación es la de encontrar en los
    documentos ya analizados o inhóspitos un indicio que nos
    dé otra perspectiva sobre un hecho para así nutrir
    más un acontecimiento histórico para que sea mejor
    entendido. La obra de Ginzburg en este sentido es, a mi gusto,
    una gran aportación al análisis de la historia
    después de que en 1968 el marxismo entra
    en crisis.

    Con El queso y los gusanos es evidente que el
    tratamiento de la historia lejos de ser finito siempre
    esté en constante evolución.

    Ahora las élites compartirán créditos con la historia popular, la de las
    clases bajas, gracias a la aportación italiana con su
    microhistoria, su historia de niveles, o la aportación de
    Ginzburg con su Historia Popular.

     

     

    Javier Cervantes
    Mejía

    Universidad Autónoma del Estado de México

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