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La tortura: poder y saber resistencial




Enviado por meguerreroa



    Manuel Guerrero A.

    Prólogo

    "La característica más notable del
    poder es que
    algunos hombres pueden, más o menos por completo,
    determinar la conducta de
    otros hombres pero nunca exhaustiva ni coercitivamente. Un
    hombre que
    es encadenado y golpeado está sujeto a la fuerza que
    se ejecuta sobre él. No al poder. Pero
    si puede ser inducido a hablar, cuando su último recurso
    podría haber sido morderse la lengua y
    preferir la muerte,
    entonces ha sido orillado a actuar de cierto modo. Su libertad ha
    sido sujeta al poder. Ha
    sido sujeta al gobierno."
    (Michel Foucault)

    En 1985, en plena dictadura
    chilena, cuando tenía quince años de edad, me
    encontraba abrazado a mi polola observando desde un octavo piso
    el crepúsculo santiaguino. Ver el sol posarse
    sobre el horizonte urbano nos llenaba de tranquilidad en aquellos
    duros días de intensa actividad. Dentro de todo ese
    momento de ternura, de pronto, desde mi más profundo
    interior me surgió intempestivamente una duda. A boca de
    jarro le pregunté a mi chica si ella sería capaz de
    aguantar la tortura. Mi sorpresa fue grande cuando ella con toda
    naturalidad me respondió que por supuesto. Me sentí
    muy incómodo. Me molestó su seguridad. Yo no
    estaba tan seguro de
    mí mismo. Ella me miraba en silencio mientras le confesaba
    que yo creía que no iba a aguantar. No nos dijimos nada
    más. El silencio era elocuente. Mientras el sol resbalaba
    a lo lejos, yo ya había perdido su respeto.

    Este trabajo, más que un trabajo de investigación, es sólo una modesta
    entrada a un problema muy delicado. Frente a la inminencia de la
    llegada del momento de la tortura y el encierro, ¿Podemos
    prepararnos de alguna manera para ese momento, a partir de
    algún conocimiento
    recogido desde las entrañas mismas del poder, y
    generado por él?

    La respuesta a esta pregunta requiere de una
    dedicación que, por la premura de tiempo de un
    estudiante, no se lo he podido dar. Por eso lo que más
    rescato, con mucho respeto, es la
    autenticidad de las entrevistas, y
    la disposición de los entrevistados a discutir un problema
    tan cercano y lleno de heridas abiertas como éste. Para
    esos hermanos y compañeros van mis reales agradecimientos
    y admiración.

    I. Planteamiento del problema

    Este trabajo es la continuación de dos anteriores
    que he presentado, para Taller de Observación y Taller de Preguntas, en
    torno a la
    temática de la cárcel. El primero se refería
    al "Encierro como experiencia límite", en el que se
    trataba de sistematizar, en forma general, los distintos momentos
    que conducen a la cárcel, y a la interacción de los
    presos con los nuevos espacios y elementos de la
    reclusión. El segundo se refería más
    específicamente a la Cárcel de Alta Seguridad,
    intentando caracterizar, también en forma gruesa, aquella
    cárcel.

    Para el análisis de los elementos recogidos,
    entrevistas y
    testimonios escritos, elegí como marco de referencia
    teórica, algunos elementos tratados por el
    filósofo francés Michel Foucault. Usando
    sus conceptos intenté formular preguntas en torno a la
    cárcel. Una de las que más me llamó la
    atención, y de ahí la conexión con el tema
    de este trabajo, es una que habla de la relación
    poder-saber foucaultiana: ¿Genera la cárcel
    algún tipo de conocimiento,
    de saber que "ilustre" tanto al que domina como al dominado, en
    el tiempo-espacio
    del encierro?

    Esta pregunta, a partir de un trabajo más
    teórico presentado como anexo, debiera tener una respuesta
    positiva. En términos generales, siempre desde Foucault, el
    poder ejercido crea no sólo resistencia, sino
    que, además, crea un saber que, en el caso del poder que
    domina, tiene efectos de verdad que, de paso, legitima las
    relaciones de dominación por medio de la generación
    de disciplina.

    Entonces, donde hay poder hay resistencia, pero
    esa resistencia
    ¿logra generar su propio saber? ¿Logra producir
    mecanismos efectivos de formación y acumulación de
    saber, métodos de
    observación, técnicas de registro,
    procedimientos
    de indagación y aparatos de
    verificación?

    A partir de los trabajos anteriores he trabajado la
    hipótesis de que el poder al mostrarse en
    forma descarada y desnuda en la cárcel, sí genera
    un conocimiento
    tanto en los vigilantes como en los vigilados. Este conocimiento
    se da desde el aprendizaje de
    rutinas hasta la formulación "orgánica" de un
    posible contraponer que le gana espacios al poder. Vale decir,
    el
    conocimiento socialmente construido, vía la
    transmisión y una posible conceptualización, se
    puede volver saber.

    Deliberadamente elegí para el presente trabajo
    esta última hipótesis. Es decir, partí del
    convencimiento de que experiencias límites tales como la
    tortura y el encierro sí generan un saber que puede ser
    "utilizable" por las resistencias.
    Vale decir, partí con la respuesta ya dada y luego
    salí a "terreno" a comprobar mi hipótesis. Esto me ayudó para la
    formulación de preguntas que iban dirigidas a encontrar
    elementos que apoyaran mi teoría.
    Reconozco que hay una violencia en
    esto, pero fue la única forma de la que me pude valer para
    focalizar algo tan amplio en vivencias, por su singularidad, como
    lo son la tortura y el encierro. Elegí, entonces,
    contrastar mi teoría
    con las respuestas que me iba dando el "terreno".

    Para comprobar mi hipótesis opté, por una parte,
    nutrirme del sustento teórico ya mencionado, de manera que
    me sirviera como piso para la formulación del problema y
    las preguntas. Para esto confronté a Michel Foucault con
    Max Weber,
    para descubrir, por contraste y comparación, qué
    había en sus teorías
    sobre el poder que me acercaran a la relación
    poder-saber.

    Por otra parte elegí la técnica de
    la entrevista,
    cuya transcripción y análisis presento en este trabajo. La
    finalidad de la entrevista
    era obtener algún tipo de información que comprobara o desaprobara mi
    hipótesis.

    Problema de investigación:

    ¿Existe la construcción social de saberes compartidos
    a raíz de experiencias límite como la
    tortura?

    Este estudio, se inserta dentro de una
    orientación fenomenológica. Se busca encontrar
    elementos en los discursos de
    personas que puedan indicar el fenómeno de la construcción social del "saber
    resistencial" a partir del poder ejercido sobre los cuerpos,
    desde la perspectiva de actores que han vivido su cotidianidad en
    lugares como la cárcel, la clandestinidad y la militancia
    política
    orgánica, entorno desde los cuales el sujeto tiene una
    perspectiva de lo social.

    II. Marco teórico

    a) El problema del poder en Michel Foucault y Max
    Weber

    Al realizar los trabajos de observación en torno a la
    cárcel en general, y a la Cárcel de Alta Seguridad en
    particular, y ahora sobre la tortura, nos hemos topado con el
    inconveniente de no manejar un lenguaje que
    exprese la tensión ahí observada, por una parte, y
    con la insuficiencia teórica que poseemos para analizar la
    experiencia recogida.

    En mi caso personal esto se
    centra, sobre todo, en la cuestión del conflicto que
    se muestra
    particularmente desenmascarado en la tortura, en la disciplina
    horrible a la que son sometidos los reclusos y a la resistencia u
    obediencia con la que ellos reaccionan ante la privación,
    impuesta, de la libertad, e
    incluso de subjetividad.

    Concretamente me interesa el "rendimiento" que genera la
    cárcel tanto para los carceleros como para los presos, y a
    un nivel más extremo, la tortura tanto para torturadores y
    torturados.

    ¿Genera la cárcel algún tipo de
    conocimiento,
    de saber que "ilustre" tanto al que domina como al dominado, en
    el espacio concreto de la
    cárcel? ¿Genera la tortura algún tipo de
    saber tanto para el que domina como para el dominado?

    Para superar esta invalidez teórica, a la que
    hacía mención, he tomado a dos "grandes
    teóricos de la teoría
    del poder". Mi interés no
    es demostrar cual de ellos es más objetivo o
    está más cerca de la verdad. No. Simplemente he
    intentado confrontar dos teorías, dos lenguajes, con el fin de
    enriquecer el arsenal teórico básico que poseo,
    para usarlo como herramientas
    analíticas de lo observado en torno a la
    cárcel y la tortura: el poder.

    El poder en Michel Foucault

    Lo central que logra Foucault con su
    noción de poder, es desplazar las preguntas
    clásicas acerca de él (la del sujeto:
    ¿quién detenta el poder? ¿quién lo
    soporta?; el lugar de ejercicio ¿en dónde
    está ubicado?; y la esencia del poder ¿qué
    es el poder?), con la pregunta por el modo de funcionamiento
    específico (cómo funciona) y la de sus efectos,
    (qué produce el poder).

    Para el análisis de las relaciones de poder
    Foucault apunta que "… apenas si disponemos por el momento
    más que de dos modelos: el
    que nos propone el derecho (el poder como ley,
    prohibición, institución) y el modelo
    guerrero o estratégico en términos de
    relación de fuerzas".1 Vale decir, tenemos el
    contractualismo de la filosofía política
    clásica, -considerada desde sus orígenes hasta
    Norberto Bobbio- y, por otra parte, la "tradición"
    crítica de "desencantadores" -que pasa por las figuras
    centrales como Marx, Nietzsche,
    Freud de
    alguna manera, hasta Foucault mismo-.

    El perfil propio de Foucault es la preocupación
    de la relación genealógica del poder con el saber
    como fenómeno que produce verdad. Su búsqueda va
    por el lado del análisis de la maquinaria de poder,
    entendiéndola como tecnología
    específica con tácticas y estrategias, las
    que generan discursos que
    se imponen como verdades. Más concretamente persigue
    definir el cómo el poder se convierte en un saber que se
    instala como verdad, y el cómo a través de esta
    verdad se legitima la exclusión, el dominio y el
    castigo en el cuerpo social.

    Foucault critica, por tanto, principalmente los
    postulados que se refieren al poder como propiedad,
    como localización, como subordinación, como modo de
    acción y como legalidad. En el primer caso se postula
    tradicionalmente que el poder es algo que lo posee la clase
    dominante. Foucault dice que el poder no se posee, se ejerce. No
    es una propiedad sino
    una estrategia, algo
    que está en juego. El
    segundo postulado ubica al poder en el Estado.
    Frente a esto Foucault sostiene que el poder no tiene un lugar
    privilegiado, su poder es un efecto de conjunto. El hecho de
    pensar que es en el Estado
    desde donde se ejerce el poder ha llevado al error de pensar en
    la toma del poder como toma del Estado, y la
    intención de crear un contra-Estado, como
    la forma de ejercer el poder. Luego la visión de la
    subordinación apunta a que el poder estaría
    supeditado a un modo de producción que sería su
    infraestructura. Foucault resalta que el poder no es una
    superestructura, un epifenómeno de lo económico. El
    cuarto postulado sostiene que el poder actúa a
    través de mecanismos represivos e ideológicos.
    Foucault insiste, por el contrario, por una imagen positiva
    del poder: Este produce lo real, transformando
    técnicamente a los individuos, la normalización. El último
    postulado dice que la Ley es la
    expresión del poder del Estado. a la
    ley, Foucault
    la concibe como el ejercicio actual de unas estrategias, que
    entre otras cosas, gestionan diferentes órdenes de
    ilegalismos.

    Foucault encuentra algunos lugares donde el poder se
    muestra
    descaradamente. Estos son las prisiones, las escuelas, los
    hospitales, los sanatorios para enfermos mentales y las
    fábricas. En la prisión, por ejemplo, el poder se
    muestra tan
    abiertamente porque tiene una justificación moral que lo
    legitima y justifica, dominando sobre el Bien y el Mal, el orden
    y el desorden.

    Por otra parte Foucault manifiesta que el problema de la
    explotación, de quién se lleva el beneficio, por
    donde pasa y se invierte, está relativamente claro.
    Más no así, el problema del poder. Intenta
    especificar hasta dónde se ejerce este poder que se
    muestra o
    está oculto a la vez, que está en todas partes,
    hasta qué instancias se ejerce. "Nadie, hablando con
    propiedad, es
    su titular y, sin embargo, se ejerce en determinada dirección, con unos a un lado y los otros
    en el otro; no sabemos quién lo tiene exactamente, pero
    sabemos quién no lo tiene."2

    Las reducciones de las que ha sido víctima el
    análisis del poder ha llevado a hacer valer
    el esquema de que el poder es homogéneo en todas partes y
    a cualquier nivel de dominación. Además se ha
    planteado en los términos dicotómicos de que el
    poder, que sería sobre todo negativo, tiene por un lado un
    soberano que prohibe, y por el otro, un sujeto que se somete
    afirmando esta prohibición. Esta forma de
    explicación es la que ha adoptado el derecho
    occidental.

    Por el contrario, para Foucault el poder es coextensivo
    al cuerpo social; las relaciones de poder son inmanentes a todos
    los tipos de relación, de producción, de alianzas, familiares,
    sexuales, jugando roles de condicionante y condicionado; es
    multiforme, no obedece sólo a la forma de
    prohibición y castigo; son estrategias en la
    que se dan relaciones de fuerzas históricas, no se realiza
    exclusivamente entre instituciones,
    clases y grupos
    políticos, es decir sujetos constituidos social e
    institucionalmente, ya que el poder no está nunca en la
    exterioridad, más bien cruza los cuerpos y los produce y
    reproduce, desde el momento en que las relaciones de los hombres
    se basan sobre rituales corporales cuyo efecto es la verdad
    (ejemplo de ello son los reglamentos). El poder está en
    las prácticas que se ejercen sobre el cuerpo.
    Después vienen los discursos,
    como efectos de estas prácticas.

    Foucault saca como conclusión que la sociedad moderna
    burguesa es una sociedad
    disciplinaria. Ejemplos de ello son la arquitectura de
    las escuelas, hospitales, cárceles, que son disciplinantes
    institucionales. La crítica fundamental a los postulados
    clásicos del poder, en definitiva, es a la idea que la
    teoría
    se tiene sobre sí misma como un lugar neutro con respecto
    al poder, más sin embargo, el poder viene y cruza por
    todas partes. Las relaciones de poder "sirven", no en la medida
    de que están al servicio de
    ciertos intereses económicos, sino porque pueden ser
    usadas como estrategias.

    No obstante, no hay relaciones de poder sin resistencias.
    Estas se forman en el lugar preciso en que se ejercen las
    relaciones de poder. La resistencia no es
    externa al poder, existe por que está donde está el
    poder, es múltiple tal como el poder.

    El papel de la
    teoría
    en este sentido no es la formulación de sistemas globales
    que clasifican, sino el estudiar, analizar lo específico
    de los mecanismos de poder, descubriendo sus enlaces, las
    extensiones, en pro de la construcción de un saber
    estratégico.

    Antes de pasar a Weber, para
    ver su noción de poder, precisaré algunas de las
    cosas antes dichas.

    •En forma general se puede decir que el poder para
    Foucault es una tecnología. Esta atraviesa
    todos los cuerpos, al conjunto de las relaciones sociales. Es una
    maquinaria que produce efectos de dominación
    basándose en estrategias y
    tácticas específicas. Tanto dominantes como
    dominados son cruzados por las técnicas de funcionamiento
    del poder. Este no se encuentra fijo ni localizado per secula
    seculorum
    , ni es propiedad de
    algunos individuos, clases o instituciones.
    Se difunde diariamente por medio de incontables mecanismos y
    prácticas sociales, las que al actuar, producen relaciones
    móviles asimétricas.

    •Al poder se le debe entender no como una esencia
    o sustancia definitiva, sino como relación
    desigual de fuerzas
    , como guerra. Lo principal
    es su modalidad de lucha y enfrentamiento de fuerzas
    distintas.

    •Por otra parte, donde hay poder hay
    resistencia
    . Estas se encuentran en una relación
    de interioridad, generando cualquier ejercicio del poder, una
    resistencia frente al mismo por parte de los sujetos dominados.
    De la misma manera como el poder tiene la característica de estar diversificado,
    atomizado, de la misma forma se despliegan las resistencias, ante los innumerables
    micropoderes. Las formas de las resistencias
    son variables,
    pudiendo ser individuales o colectivas, pacíficas o
    violentas, espontáneas u organizadas, de corto o largo
    alcance. Lo principal es que son respuestas específicas
    a micropoderes específicos, que actúan
    interrelacionados como estrategias del poder.

    •De lo anteriormente dicho se debe desprender la
    noción de que no existe un poder
    central
    , que tenga solamente como referente lo
    político. Las formas y prácticas del poder son
    múltiples, por lo que Foucault prioriza la pregunta del
    cómo se ejerce el poder, antes que la de quién lo
    personifica. Para él todo poder es un modo, manera de
    acción de unos sobre otros. Se ejerce el poder en la
    medida de que unos individuos sean capaces de "gobernar y
    dirigir las conductas" de los otros.3 Para Foucault
    cualquier modalidad de gobierno
    implica una práctica política mediante
    la cual se persigue estructurar una disciplina.
    Conducir conductas significa gobernar, siendo esta la forma
    más lograda del poder. Sin embargo el poder como
    gobierno no
    es sinónimo de sometimiento total de las conductas de
    los "sujetos" sociales. El poder siempre se enfrentará a
    sus propios límites, existiendo la rebeldía, la
    contestación, el suicidio como
    posibilidades de resistencia y contrapoder de los sometidos. "
    La característica más notable del
    poder es que algunos hombres pueden, más o menos por
    completo, determinar la conducta de
    otros hombres pero nunca exhaustiva ni coercitivamente. Un
    hombre
    encadenado y golpeado está sujeto a la fuerza que
    se ejecuta sobre él. No al poder. Pero si puede ser
    inducido a hablar, cuando su último recurso
    podría haber sido morderse la lengua y
    preferir la muerte,
    entonces ha sido orillado a actuar de cierto modo. Su libertad ha
    sido sujeta al poder. Ha sido sometido al gobierno"4

    •Los poderes microfísicos se
    conjugan
    , conjugándose en una
    macrofísica de poder, pero "… para que
    el Estado
    funcione como funciona es necesario que haya del hombre a
    la mujer o
    del adulto al niño relaciones de dominación bien
    específicas que tienen su configuración propia y
    relativa autonomía".5

    •Para Foucault el análisis del poder
    no debe ir por el lado de la subjetividad de los
    individuos
    que detentan el poder. Las intenciones y
    voluntades de los poderosos no son la importantes, sino
    más bien la microfísica del poder, las
    prácticas y los dispositivos tecnológicos de
    dominación. Así por ejemplo, no la
    ideología de los sujetos particulares, sino los puestos
    y funciones
    sociales que desempeñan y desde los cuales ejercen y
    reproducen las prácticas del poder.

    •Foucault cambia, como decíamos antes, la
    noción negativa acerca del poder. Pero el que el
    poder sea positivo no significa que
    sea contrario a lo negativo, vale decir que sea "bueno" y no
    "malo". Lo que lo vuelve positivo es su producción de efectos, controles,
    necesidades, regulaciones del cuerpo social. No es el
    antónimo de un poder negativo que todo lo prohiba,
    censure y reprima. Es la producción de deseo, de prácticas
    y saberes. No es que la ley exista
    para, mediante la prohibición, destruir, sino que su
    función es la de reproducir el poder acorde a las
    relaciones de dominación y explotación existentes
    socialmente. Así :"…se educa a poblaciones enteras
    para que se maten mutuamente en nombre de la necesidad que
    tienen de vivir".6

    •Para Foucault el poder y el saber
    están relacionados dialécticamente
    , ya
    que toda forma de poder conlleva un discurso que
    legitima y reproduce las relaciones de dominación. El
    poder "crea objetos de saber, los hace emerger acumula
    informaciones, las utiliza. No puede comprenderse nada del
    saber económico si no se sabe cómo se
    ejercía, en su cotidianidad, el poder y el poder
    económico. El ejercicio del poder crea perpetuamente
    saber e inversamente el saber conlleva efectos de
    poder."7 El ejercicio del poder es, en cierta
    medida, la producción de discursos
    que se vuelven verdades incuestionadas. El discurso es
    una forma específica de poder. Procura la
    legitimación del mismo, mientras el poder
    institucionaliza al saber. La "verdad" es para Foucault "un
    conjunto de procedimientos
    reglamentados por la producción, la ley, la
    repartición, la puesta en circulación, y el
    funcionamiento de los enunciados" 8 legitimadores
    del poder. Pero el saber no es sólo legitimación,
    sino además es la producción de mecanismos efectivos de
    formación y acumulación de saber, métodos
    de observación, técnicas de registro,
    procedimientos
    de indagación y aparatos de
    verificación.

    •La relación entre poder-saber-verdad en
    el capitalismo se da en la forma de la
    exclusión y la disciplina como
    técnicas específicas de él. Concretamente,
    el discurso del
    capitalismo
    excluye y censura al constituir al saber en Ciencia, en
    la verdad absoluta.

    •El discurso como forma de poder
    puede ser asumido a su vez, por grupos
    sociales e intelectuales contestatarios como medios de
    resistencia
    frente a los poderes opresivos. "…Los
    discursos,
    al igual que los silencios, no están de una vez por
    todas sometidos al poder o levantados contra él. Hay que
    admitir un juego
    complejo e inestable donde el discurso
    puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero
    también obstáculo, tope, punto de resistencia y
    de partida para una estrategia
    opuesta. el discurso
    transporta y produce poder; lo refuerza pero también lo
    mina, lo expone, lo torna frágil y permite
    detenerlo".9 Pero, para que la teoría sea critica y logre desenmascarar
    al poder, no puede plantearse como un sistema
    totalizador de verdades. Para e invertir los poderes
    microfísicos propone la construcción de un discurso
    crítico, que se vea a sí mismo como herramienta
    de lucha, que analice, cuestione, denuncie públicamente
    al poder, sus núcleos, y revelar cómo
    actúa y quién lo sostiene. La teoría contra el poder debe denunciar,
    formular preguntas, dudar, intuir, y plantear posibilidades de
    soluciones
    prácticas. Sin embargo, Foucault se opone radicalmente a
    que sean los intelectuales quienes hablen por las clases
    dominadas. Los humillados y ofendidos son los que deben hablar
    por sí mismos, y no los favorecidos por el sistema del
    poder-saber que se levantan a sí mismos como los
    líderes de los oprimidos. Finalmente, la noción
    importantísima, de que:

    •El poder es inmanente. Con esto
    critica el postulado dualista que divide el cuerpo social en
    estructura
    (las relaciones de producción) y superestructura (
    ideología, política, moral). El
    poder no es un invento de la ideología dominante, ni es
    un epifenómeno de la lucha de clases. El poder es
    inherente a las relaciones de producción, a las sexuales, familiares,
    escolares, religiosas y políticas. Para Foucault el poder es un
    fenómeno propio, indisociable de cualquier
    práctica social.

    El poder en Max Weber

    Para Max Weber
    poder significa "la probabilidad de
    imponer la propia voluntad, dentro de una relación social,
    aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el
    fundamento de esa probabilidad".10 Como encuentra que
    este concepto es
    sociológicamente amorfo, ya que son múltiples las
    situaciones en las que alguien está en posición de
    imponer su voluntad sobre ellas, desarrolla el concepto de
    dominación. Por esta entiende la "probabilidad de
    encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre
    personas dadas", vale decir, que "sólo puede significar la
    probabilidad
    de que un mandato sea obedecido".11 Por disciplina
    "debe entenderse la probabilidad de
    encontrar obediencia para un mandato por parte de un conjunto de
    personas que, en virtud de actitudes
    arraigadas, sea pronta, simple y automática".12
    Vale decir, la "obediencia habitual" de las masas sin resistencia
    ni crítica, afirma Weber. Para
    él, la situación de dominación necesita de
    alguien que mande eficazmente a otro, estando unida
    a la existencia de un cuadro administrativo o una
    asociación, o a ambas. La asociación es
    asociación de dominación cuando sus miembros
    "están sometidos a relaciones de dominación en
    virtud del orden vigente".13

    Como vemos, en sus definiciones sobre el poder, Weber es fiel
    a su punto de partida para la construcción de sus análisis, a saber, el actor y la
    acción social, las relaciones sociales y los hombres
    interactuando. Sus preocupaciones principales van orientadas
    hacia la subjetividad de los actores, a las voluntades, la
    agencia humana y el esfuerzo. Para él es fundamental la
    noción de que los individuos albergan fines e intenciones
    en sus actos. Así, por ejemplo, las acciones
    sociales (acciones
    orientadas por las acciones de
    otros, que tienen en cuenta la actividad de
    terceros),14 y las relaciones sociales (conducta de
    varios, que se presenta como recíprocamente referida,
    orientándose por esa reciprocidad, consistiendo en la
    probabilidad de que se actuará socialmente en una forma,
    con sentido, indicable)15, pueden orientarse en la
    representación de un orden legítimo, en la validez
    de ese orden. La legitimidad del orden puede estar garantizada,
    según Weber, de
    manera puramente íntima (por entrega sentimental; racional
    con arreglo a valores;
    religiosa), o por las expectativas de consecuencias externas, por
    una situación de intereses. Por esto un orden puede
    llamarse convención (cuando, por ejemplo, una
    conducta
    discordante tiene como respuesta la reprobación general),
    o derecho (cuando existe la probabilidad de la
    coacción -física o
    psíquica- ejercida por un cuadro de individuos que obliga
    la obediencia a ese orden y castiga la
    transgresión).

    Como vemos, Weber
    encuentra las causas del orden, de su legitimidad, de su validez
    en la voluntad de los individuos mismos, ya sea voluntad
    orientada "voluntariamente" o por coacción, pero voluntad
    al fin. Así, los actores sociales creen en una legalidad
    legítima, en virtud de un pacto, o en virtud del
    "otorgamiento" por una autoridad
    considerada como legítima y del sometimiento
    correspondiente".16

    Los sujetos otorgan validez, quitan validez, someten y
    también luchan: "una relación social es de
    lucha cuando la acción se orienta por el
    propósito de imponer la propia voluntad contra la
    resistencia de la otra u otras partes".17 En otras
    palabras, se lucha para obtener mayores cuotas de poder, es
    decir, de imponer la propia voluntad aun contra toda resistencia.
    De manera que el poder se posee. Esto queda más claro
    aún cuando Weber habla de la división del poder en
    la comunidad.

    Weber supera, desde su punto de vista, también la
    noción de que el poder "en general", dice él, tenga
    como origen sólo al poder económico. Él
    sostiene que ocurre lo contrario, que el origen de este
    último puede ser la consecuencia de un poder ya existente
    por otros motivos. El poder, incluyendo al económico,
    puede ser valorado "por sí mismo". Uno de los motivos
    puede ser el honor social que produce el poseer poder.

    Weber sostiene, como decíamos, que el poder se
    distribuye dentro de una comunidad por las
    "clases", los "estamentos" y los "partidos". Las clases son
    producidas por intereses vinculados a la existencia del mercado. El
    destino de los hombres que son miembros de una clase se define
    por las probabilidades de valorizar en el mercado sus
    bienes o su
    trabajo, vale decir "la situación de clase", la
    posición ocupada en el mercado. El
    estamento en cambio tiene
    rasgos más comunitarios, caracterizándose la
    situación estamental, no solamente por rasgos
    económicos, "sino que por una estimación social
    específica, positiva o negativa, del "honor" adscrito a
    alguna cualidad común a muchas personas."18 Las
    clases son, por tanto, parte del orden económico, los
    estamentos del orden social -en la esfera de la
    repartición del honor-, y los partidos "se mueven
    primariamente dentro de la esfera del "poder". Su acción
    está encaminada al "poder" social, es decir, tiende a
    ejercer una influencia sobre una acción comunitaria,
    cualquiera sea su contenido… La acción comunitaria de
    los partidos, [en oposición a la de las clases y los
    estamentos], contiene siempre una socialización. Pues va
    siempre dirigida a un fin metódicamente establecido, tanto
    si se trata de un fin "objetivo"
    -realización de un programa con
    propósitos ideales o materiales-
    como de un fin "personal"
    -prebendas, poder y, como consecuencia de ello, honor para sus
    jefes y secuaces o todo esto a la vez."19

    Más adelante afirma Weber, los medios de los
    partidos
    políticos "para alcanzar el poder pueden ser muy
    diversos, desde el empleo de la
    simple violencia
    hasta la propaganda y
    el sufragio por procedimientos
    rudos o delicados".20

    Vale decir, hay una esfera del poder -probablemente
    central, esto queda más claro en la noción
    de burocracia
    moderna- que se alcanza, y que tiene directa relación, o
    está determinada por ser, acción comunitaria
    socializadora.

    Derechamente el poder no es una
    tecnología, como para Foucault, sino que es una
    esfera por la que se lucha, se alcanza, se apropia y se
    distribuye.

    Podríamos ver en la noción de poder en
    Weber, también una relación desigual de
    fuerzas,
    en las situaciones de dominación en las
    clases y los estamentos frente a los partidos, pero estos tres
    operan cada uno en su propia esfera, mientras que para Foucault
    no es que haya una relación desigual de fuerzas frente al
    poder de unos, sino que el poder es una relación,
    vale decir que hay poder en tanto que hay relación,
    teniendo la característica de ser desigual,
    asimétrica.

    Por otra parte, el poder para Weber tiene que ver con la
    voluntad impuesta sobre otro u otros, llegando a la
    conclusión, relativamente semejante a la de Foucault, de
    que hay variadas formas de poder. La dominación
    sería un caso especial del poder. Aunque entiende al poder
    como propiedad,
    sostiene también una postura distinta al economicismo, en
    la figura de que "como ocurre en otras formas del poder, en la
    dominación no existe de ningún modo una tendencia
    exclusiva o siquiera constante, por parte de sus beneficiarios, a
    perseguir intereses puramente económicos, o a ocuparse
    preferentemente de bienes
    económicos."21 Esto resulta interesante porque
    le permite pensar otras formas de dominación que no se
    sirvan sólo del medio económico, y de puros fines
    económicos. Como condición para la
    dominación de una pluralidad de hombres, Weber
    señala que se requiere "de un modo normal… un cuadro
    administrativo; es decir la probabilidad, en la que se puede
    confiar, de que se dará actividad, dirigida a la
    ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos
    concretos, por parte de un grupo de
    hombres cuya obediencia se espera."22

    Esta definición totalizante del cuadro
    administrativo, se contrapone a la noción de especificidad
    de las formas en que actúa el poder según Foucault.
    Y esto no sólo tiene que ver con los análisis que se hagan con respecto al
    poder, sino que a la metodología diametralmente distintas, (con
    contadas excepciones según la lectura que
    uno haga de Foucault-por ejemplo si el panóptico
    sería un tipo ideal de dominación, lo que
    llevaría a la conclusión de que Foucault trabaja a
    partir de tipos deales-), utilizadas, a las que nos referiremos
    al final.

    En Weber es a partir de las clases de legitimidad que se
    dan los distintos tipos de obediencia y del cuadro administrativo
    que busca asegurarla, como del carácter "que toma el
    ejercicio de la dominación". Es por esto que distingue
    diferentes tipos de dominación según sus
    pretensiones típicas de legitimidad. Porque la
    dominación "por su propia pretensión de
    legitimidad, por su índole la hace "válida" en
    grado relevante, consolida su existencia y codetermina la
    naturaleza del
    medio de dominación."23 esto también
    resulta interesante por asemejarse a la idea foucaultiana de los
    discursos que produce el poder, que tienen efectos de verdad.
    Claro que en Foucault esto no es causal, sino que es inmanente a
    las prácticas de poder.

    Otra noción que los acerca es la que se refiere a
    la "obediencia" (disciplinamiento o normalización en Foucault). "Significa que
    la acción del que obedece transcurre como si el contenido
    del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en
    máxima de su conducta; y eso
    únicamente en méritos de la relación formal
    de obediencia, sin tener en cuenta la propia opinión sobre
    el valor o
    desvalor del mandato como tal."24

    Con respecto a los poderes microfísicos cuyas
    prácticas resultan totalizantes, Weber menciona "el
    ámbito de la influencia autoritaria de las relaciones
    sociales y de los fenómenos culturales es mucho mayor de
    lo que a primera vista se parece. Valga como ejemplo la suerte de
    dominación que se ejerce en la escuela mediante
    la cual se imponen las formas del lenguaje oral
    y escrito que valen como ortodoxias… La autoridad de
    los padres y de la escuela lleva su
    influencia mucho más allá de aquellos bienes
    culturales de carácter (aparentemente) formal, pues
    conforman a la juventud y de
    esa manera a los hombres."25

    En este sentido, podemos decir que Weber no tiene una
    pura noción negativa, prohibitiva de la dominación,
    del poder. Al menos los efectos de las dominaciones producen un
    tipo saber y también de sujetos. La diferencia entre los
    autores radica en el concepto de
    legitimidad, que en Weber -como veíamos antes en torno al derecho
    y la convención-, es producto de
    los sujetos mismos que se valen luego del poder, y no ellos
    productos del
    poder que es la visión foucuoltiana, más
    dialéctica a nuestros ojos.

    Weber distingue, como es conocido, tres tipos puros de
    dominación legítima: la de carácter
    racional, la tradicional y la carismática. Nos detendremos
    brevemente en la primera, en su versión de
    dominación legal con administración burocrática, que es
    la específicamente moderna según Weber. En forma
    general Weber define la dominación racional, como la que
    "descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones
    estatuidas y de los derechos de mando de los
    llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad"26, que sería la
    autoridad
    legal. El tipo más puro de esta dominación es la
    que se ejerce por medio de un cuadro administrativo
    burocrático, cuya aparición es el germen del
    estado moderno
    occidental. En este sentido lo que nos interesa de lo que resalta
    Weber, es que "el gran instrumento de la superioridad de la
    administración burocrática es… es
    saber profesional especializado… La dominación
    burocrática significa dominación gracias al
    saber; éste representa su carácter racional
    fundamental y específico."27

    Esta idea es muy cercana a la que
    señalábamos en Foucault, en cuanto el poder y el
    saber están relacionados dialécticamente, aunque en
    Weber quizás no se pueda hablar de dialéctica, sino
    más bien el parte con su idea de racionalidad.

    Luego Weber continúa "… y lo mismo que los
    dominados sólo pueden defenderse normalmente de una
    dominación burocrática existente mediante la
    creación de una contraorganización propia,
    igualmente sometida a la burocratización, así
    también el aparato burocrático mismo está
    ligado a la continuidad de su propio funcionamiento por intereses
    compulsivos tanto materiales
    como objetivos, es
    decir, ideales… La burocracia
    continúa funcionando para la revolución
    triunfante o el enemigo en ocupación, lo mismo que lo
    hacía con el gobierno hasta
    ese momento legal."

    Resaltamos esta idea, porque es la que más se
    acerca a la noción de inmanencia de poder en Foucault a
    toda práctica social, aunque en la figura de la burocracia. Para
    Weber, aunque haya capitalismo o
    socialismo, la
    burocracia no
    desaparecerá, ya que es lo característico de este momento
    histórico. El socialismo
    sólo logrará un perfeccionamiento de los métodos
    burocráticos. Por eso para Weber "la cuestión es
    siempre ésta: ¿quién domina el
    aparato burocrático existente?"28 Para
    Foucault, la burocracia es
    evidentemente un efecto más del poder, ya que su
    "definición" de poder es radicalmente distinta como hemos
    visto. Para él el poder es la práctica social
    misma, por lo que no desaparece.

    Metodologías empleadas por los
    autores

    Mientras Weber ocupa "… la metodología propuesta para la construcción de tipos ideales… (que) para
    explicar un comportamiento
    político, por ejemplo, hay que fijar primero cómo
    se hubiera desarrollado esa acción de haberse conocido
    todas las circunstancias y todas las intenciones de los
    protagonistas y de haberse orientado éstos para la
    elección de medios, de un
    modo racional en relación con los fines. Este tipo-ideal
    así concebido permitirá analizar las acciones
    reales como desviaciones de ese modelo"29, Foucault se opone a la
    noción unitaria y totalizante de un discurso
    omnicomprensivo, lineal y en permanente desarrollo
    lógico. "Frente a la continuidad se subraya la
    discontinuidad, con relación a la unidad se prioriza la
    diferencia, en vez de la totalidad se reivindica la
    dispersión y la autonomía."30

    Mientras en Weber "tanto como una sociología hay en él una
    filosofía de la historia, recorrida por una
    idea-fuerza, la de
    la Racionalidad: El desarrollo del
    hombre es el
    de una creciente racionalidad en su relación con el
    mundo"31, Foucault critica la concepción
    trascendental de la historia, "la cual postula
    la existencia de un origen y un final de las
    cosas,… rechaza cualquier forma de teleología y
    causalismo, renuncia a los conceptos de devenir y progreso, y se
    aparta del planteamiento de un macrosujeto racional… Busca, en
    definitiva, cuestionar la tradicional concepción
    historicista del devenir, a la cual sustituye por el
    análisis de las transformaciones y
    discontinuidades de los discursos en su
    especificidad."32

    Conclusiones de la discusión
    Foucault-Weber

    Como vemos, ambos autores hacen un estudio exhaustivo
    del poder, de las relaciones de poder y de la dominación.
    Curiosamente, por el orden que le hemos dado a nuestra
    exposición, hemos hecho prácticamente una lectura
    foucoultiana de Weber. Esto en el sentido de que hemos
    confrontado categorías gruesas de Foucault con la
    sistematicidad que caracteriza a Weber.

    Más allá de las diferencias, tanto
    epocales como epistemológicas, hemos encontrado un gran
    nexo, que es al que brindamos mayor interés:
    La relación entre poder y saber. Ambos autores tocan esta
    relación llegando a conclusiones bastante cercanas, al
    menos en el sentido de su "inmanencia", de su
    determinación mutua. Es en esta línea, la del
    poder-saber que tiene efectos de verdad que legitiman ciertas
    prácticas de dominación, y la de la creciente
    racionalización weberiana que lleva al poder de los
    especialistas, legitimando al poder burocrático, que nos
    interesará continuar una investigación que complemente el aspecto
    teórico con su versión empírica. Las
    categorías utilizadas por ambos autores nos ofrecen un
    amplio espectro de análisis para las observaciones e investigaciones
    que queramos emprender.

    b) Fuentes
    posibles de la construcción del "saber
    resistencial"

    Los relatos e historias de la vida diaria de estas
    personas podrían constituirse en posibles fuentes de
    este saber específico que hemos llamado "resistencial". En
    las conversaciones o a través de los medios de
    difusión de información propios de sus entornos
    particulares, se debiera advertir la recurrencia de narraciones
    de torturas, donde debieran quedar registrados los indicios que
    manifiestan la peligrosidad de una situación perfectamente
    posible para ellos. En estas historias debieran aparecer una
    víctima y un victimario en un escenario, su encuentro, la
    interacción mediada por técnicas específicas
    y el resultado del encuentro. Estos elementos de registro
    colectivo constituirían al "saber
    resistencial".

    De esta manera, surge una producción de todo un conocimiento que
    comprende el proceso de
    reconocimiento e identificación de los actores y de los
    resultados de sus acciones, pues
    los relatos revelan la identidad y la
    lógica
    de la actuación del torturador, aspecto que permite al
    lector o al oyente, proyectarse o anticipar la posibilidad de
    constituirse en víctima potencial y planificar acciones
    preventivas. Por tanto, se aprende cuándo, dónde y
    frente a quién actuar de determinada manera. Se
    actúa pues, porque hay sujetos y situaciones definidas
    socialmente como amenazantes. Se comparten en estos "saberes
    resistenciales" también toda una serie de medidas, las que
    se materializan en el despliegue de una serie de acciones
    planificadas para proteger la información poseída y a las personas
    de las que se tiene conocimiento, hacer más difícil
    el acceso del torturador a esta información preciosa, y en lo posible
    neutralizar su acción.

    En la conformación del saber intervienen pues, la
    confrontación de hechos y procesos
    simbólicos y comunicacionales tales como: la experiencia
    misma de la tortura y el acceso a los diferentes relatos de
    experiencias de este tipo por otras personas, que se obtienen
    de:

    • La comunicación de las experiencias a
      través de la conversación cotidiana de estas
      personas en las relaciones cara a cara;
    • la recepción de mensajes provenientes de
      diferentes medios de
      difusión "especializados" de información, como libros-testimonios, estudios, etc.

    S esto así fuese, en la experiencia de la
    tortura, el sujeto se presenta ya con imágenes y
    categorías preconcebidas obtenidas de narraciones
    anteriores, que le orientan sobre el posible curso de la
    interacción. Pero así mismo la vivencia de la
    tortura introduce elementos que podrían "enriquecer" en
    más información las diferentes versiones, para
    luego traspasarla a otros (saber colectivo).

    Ambos procesos
    comprenden la construcción de tipificaciones, en el
    primero de la experiencia de primera fuente, en el segundo de la
    narración de otros con los cuales existe una
    identificación. Tanto el uno como el otro se introducen en
    un proceso
    continuo de representación y acumulación de
    conocimiento asociado al evento del encuentro.

    a) La experiencia de la tortura

    La experiencia de la tortura, es la vivencia que
    confronta al sujeto (a pesar de su resistencia) con el hecho de
    relacionarse con un Otro que resulta ser "predador" de la propia
    integridad, y a sí mismo como "presa". La experiencia de
    la tortura es una experiencia límite en el sentido de
    instaurar la permanente desconfianza en los límites de uno
    mismo y de la
    organización a la cual uno pertenece y la certeza de
    la factibilidad
    del acto. La vivencia de la tortura se convierte en un testimonio
    indudable asentado en la legitimidad del interlocutor. Es fuente
    directa de la posible construcción de versiones que se
    transmitirán y se tipificarán constituyendo ellas
    mismas fuentes
    "verdaderas" para el continuo proceso de
    categorización y tipificación, que confirman la
    realidad material del hecho.

    b) Los relatos de tortura en la conversación
    cotidiana:

    Una de las principales fuentes de la
    conformación del "saber resistencial" a la tortura, es la
    presencia y recurrencia del tema en las conversaciones de la vida
    cotidiana de estas personas. A través de la
    conversación, se transmiten y comunican los relatos
    acotando los comportamientos y características posibles de
    los actores y contextos.

    El hecho de participar en narraciones que presentan
    situaciones de tortura en las cuales la víctima resulta un
    sujeto conocido, -un amigo, un camarada, un hermano-, constituye
    la prueba material de la factibilidad del
    hecho. Se puede decir que existe un principio de
    identificación entre aquellos que participan en el relato,
    que les permite asumir que lo que le pasó a otro con el
    que se comparten ciertas condiciones de vida, le puede suceder
    verosímilmente al sujeto. Es decir, el sujeto se plantea:
    "yo pude estar en su lugar".

    De este modo, la conversación de la vida
    cotidiana es una fuente donde privilegiadamente se reúnen
    sujetos semejantes a compartir experiencias similares, pues los
    grupos a los
    cuales pertenece la persona le
    predisponen a introducirse en ciertos contextos conversacionales,
    así como a determinados contenidos conversacionales en
    lugar de otros. Se puede pensar que en cada conversación
    se ofrecen casos y personajes posibles, se fijan los modos e
    identidades de los actores, y la víctima es alguien como
    uno mismo.

    La información acumulada aparece como un
    oráculo colectivo que indica lo que ha ocurrido y
    ocurrirá, señalando el peligro de la vida y
    la
    organización. Probablemente cada narración
    gatillen otras narraciones, en un flujo comunicacional entre los
    hablantes que producen tablas categoriales y taxonomías
    propias que ordenan la información dispersa. Esta
    sistematización colectiva, el "saber resistencial",
    cumplirá la función de adquisición de
    conocimientos que permitirán el despliegue de
    prácticas de evitación y defensa.

    En este sentido, se va acumulando todo un conocimiento
    en torno al encuentro. Pero es un conocimiento singular, ya que
    el contenido y eficacia de las
    diferentes historias se fundamenta en la gama posible de
    vivencias comunes, (en virtud de compartir condiciones sociales y
    materiales de
    existencia) que en términos generales delimitarían
    las circunstancias del evento para cada grupo de
    víctimas posibles, permitiendo así el compartir y
    creer la veracidad de las historias. De este modo, la
    posesión de recursos y
    objetos, el tipo de vida que se mantiene (ser ex-preso
    político por ejemplo) y la red de proyectos y
    valores del
    grupo, es
    esencial como escenario y como elemento estructurador de los
    relatos posibles.

    III. Método del
    presente estudio

    El principio teórico que subyace en este estudio
    se inserta dentro de la tradición fenomenológica de
    las ciencias
    sociales (Alfred Schutz y Harold Garfinkel) junto con
    elementos del teórico del saber-poder, Michel Foucault. Es
    decir, partimos de la premisa que sostiene que la conducta humana
    -lo que dice y hace la gente-, es producto del
    modo en que define su realidad (Taylor, S. J y R.
    Bodgan: 1990).

    En nuestro estudio ampliamos esta definición con
    la noción foucaltiana de poder, que viene de una
    tradición distinta a la fenomenológica.
    Según ésta, como lo hemos discutido, el poder es
    una tecnología que cruza todos los cuerpos,
    produciendo efectos de dominación basándose en
    estrategias y tácticas específicas. Es una
    relación desigual de fuerzas, que tiene una modalidad de
    lucha de fuerzas distintas. Pero lo más importante, y de
    ahí que se nos haga posible entroncarla con la construcción social de la realidad: donde
    hay poder hay resistencia. Estas se encuentran en una
    relación de interioridad, generando cualquier ejercicio
    del poder, una resistencia frente al mismo por parte de los
    sujetos dominados. El poder es positivo, en el sentido que es la
    producción de deseo, de prácticas y
    saberes.

    En términos específicos, cuando hablamos
    de la construcción social de "saberes resistenciales", se
    quiere explorar fundamentalmente los procesos y
    fuentes
    comunicacionales, así como un conocimiento del sentido
    común elaborado en torno a la posibilidad del encuentro
    con un Otro amenazante. Este se expresa en un discurso que
    contiene los relatos y explicaciones que codifican el evento (el
    encuentro) permitiendo así a los sujetos la
    definición y aprehensión del
    fenómeno.

    Como estrategia de
    investigación, se ha decidido implementar
    la metodología cualitativa pues se asocia al
    estudio fenomenológico de la vida social (Taylor, S. J y R.
    Bodgan. 1990). Este modo de investigación permite la producción
    de datos
    descriptivos, que constituyen ellos mismos la perspectiva de los
    actores investigados: sus palabras, sus acciones. De acuerdo con
    esta idea, se ha implementado una metodología de carácter cualitativo
    como modo de investigar el discurso y la experiencia asociados a
    la vivencia de la tortura.

    a) Técnica de recolección de información: La entrevista
    grupal

    Se ha implementado la entrevista
    grupal como estrategia
    metodológica, pues permite acceder a los significados y a
    los relatos estructurados verbalmente, que se asocian a la
    experiencia de la tortura. La entrevista
    es un método que
    se adapta a los propósitos de este estudio, pues permite
    explorar y registrar lo que es importante para los sujetos; sus
    perspectivas y definiciones; el modo en que ven, clasifican y
    experimentan ellos mismos su realidad (Taylor, S. J y R.
    Bodgan. 1990). En su versión grupal, la entrevista
    permite acceder a la trama colectiva que significa las
    experiencias vividas, por medio de un habla y una escucha
    grupal.

    Por lo delicado del tema, la tortura, no
    diseñé una entrevista
    dirigida que tuviera un cuestionario
    escrito de antemano. Preferí lanzarme a una entrevista no
    dirigida, para darle la iniciativa casi plena a mis
    entrevistados. Esto, por el temor a la posibilidad de no poder
    siquiera lograr algún nexo de confianza para que me
    hablaran de sus experiencias y reflexiones. Mis preguntas, que de
    todas maneras tenían cierta intencionalidad dirigida, las
    intenté formular de tal manera que mis entrevistados
    pudiesen narrar sus propios puntos de vista y
    vivencias.

    El riesgo de basarse
    en la entrevista
    es la probabilidad de distorsión que puede haber de mi
    parte como entrevistador con lo que ellos me han transmitido. He
    transcrito, por esto, la entrevista
    en su integridad y en forma literal. La otra deformación
    es la que puede venir de ellos por problemas de
    memoria; por
    el tiempo
    transcurrido entre, por ejemplo, el momento de la tortura y
    la entrevista
    -varios años-; por el que inconscientemente la memoria
    haya querido seleccionar sólo algunos aspectos de lo
    acontecido; y, algo no menos relevante, por tratarse de un tema
    tan desgarrador -el haber aguantado o no la tortura, es una
    información profundamente íntima y
    compleja-, el olvido puede haber operado tanto por motivos de
    "auto análisis", como por la presencia al temor a
    posibles problemas de
    seguridad. Debido
    a estas razones es muy probable que el habla entrevistada
    esté autocensurada, y halla elegido voluntariamente obviar
    ciertas informaciones o deformarlas conscientemente.

    Sin embargo, he optado, por respeto hacia
    ellos y por tratarse de una única entrevista, no
    sospechar de sus palabras y tomarlas como verdaderas, asumiendo
    que tras los contenidos manifiestos expresados también
    habitan contenidos latentes a dilucidar.

    Un elemento que resultó recurrente, y que pudo
    entorpecer la entrevista,
    fue el problema del vocabulario. Tras un tiempo de
    lecturas académicas y sociológicas, mi forma de
    expresión ha cambiado sustantivamente, alejándose
    del "sentido común". Por lo tanto hablo, sin notarlo, con
    conceptos y categorías que para mí resultan claros
    y precisos, pero no así para mis entrevistados. Los
    significantes que lanzo pueden significarse de maneras totalmente
    distintas a la perseguida. Esto constituye un "obstáculo
    epistemológico" importante a superar. Por el hecho de no
    haber operado con una entrevista
    estructurada este problema aparecía con mayor facilidad.
    En el curso de la entrevista
    intenté corregir esta falencia, tratando de ponerme en un
    papel, que por
    lo demás era como me miraban ellos, de igual a igual,
    incluyendo a lo que se refiere al lenguaje. (En
    la transcripción de la entrevista se puede observar esto
    con mayor detalle).

    b) La muestra

    Dadas las premisas de este estudio, se consideró
    desde el principio entrevistar a personas que hayan vivido la
    experiencia de la tortura. Además, se quiso tomar en
    cuenta la experiencia de la tortura en diferentes épocas,
    tanto en dictadura como
    en democracia.
    Por ello, cada informante que nos ofreció su habla
    constituyó un aporte de valor
    inestimable para la comprensión del problema que
    estudiamos.

    Elegí tres entrevistados como medida para
    favorecer una posible discusión a partir de un escucharse
    colectivo. Para mi sorpresa, después de asegurarles el
    anonimato y el buen manejo de la información, esta
    discusión se dio fácilmente lo que hizo olvidar, de
    alguna manera, que lo que los convocaba era el dispositivo de una
    entrevista. El hecho de que dos de los entrevistados me
    conocieran, o tuvieran al menos antecedentes sobre mí,
    facilitó que se hablara con soltura y
    confianza.

    c) Proceso de
    Recolección de Información

    Este proceso se
    llevó a cabo en dos etapas. Una exploratoria y otra de la
    entrevista misma. El proceso se desarrolló entre los meses
    de septiembre y noviembre de 1998 en la Universidad
    Arcis.

    La fase exploratoria consistió en una serie de
    conversaciones abiertas, utilizando el sistema de
    rastreo "bola de nieve". El propósito de estas
    conversaciones fue principalmente el intentar asegurar la
    configuración de un "grupo
    auténtico" y rico en información para el momento de
    la entrevista grupal, simultáneamente que "legitimar" al
    propio entrevistador, de manera que me tuvieran suficiente
    confianza ("ir dateado") para el tipo de información que
    se me iba a ofrecer. Estas conversaciones sirvieron,
    además, para ir tanteando tópicos a tocar y
    profundizar como para descartar otros.

    La entrevista se realizó en un ambiente
    conocido y cotidiano para los entrevistados, de manera que el
    entorno del encuentro interfiriera lo más mínimo
    posible en la entrevista misma. Frente a mi propuesta de realizar
    la entrevista en un lugar privado, mis entrevistados prefirieron
    hacerla en un lugar lo más público
    posible.

    d) Procedimiento
    analítico

    El análisis de resultados comprendió
    fundamentalmente el análisis de contenido de la entrevista
    y la
    organización e interpretación de la
    información para dar cuenta del
    fenómeno.

    IV. La entrevista

    Tenemos tres entrevistados, a los que
    llamaremos Esteban, Bernardo y Jorge. Los tres pasaron por la
    tortura, estuvieron presos durante varios años, y luego
    fueron dejados en libertad.
    Bernardo y Esteban estuvieron en la cárcel en el
    período de la dictadura, y
    Jorge en democracia.
    Los tres pertenecían a orgánicas paramilitares de
    izquierda. La transcripción es literal.

    *¿Creen ustedes haber desarrollado
    algún tipo de conocimiento en la
    cárcel?

    B: Es una buena pregunta,
    desarróllala más. Justamente por ese tema me he
    peleado con muchos.

    J: ¿Con conocimiento tú te
    refieres a si hay alguna relación que se genera ahí
    dentro, con el guardia?

    *Por ejemplo, si es que ustedes antes de caer a la
    cárcel ya estaban preparados para caer a la
    cárcel… si es que habían trabajado la idea de
    cómo iba a ser cuando cayeran en la
    cárcel.

    B: No. (Sí, es una buena pregunta.)
    Incluso eso fue motivo de discusión por la idea de generar
    una cartilla, una pauta, una guía para
    entregárselas a los compañeros que cayeran. Es
    decir una cartilla que indicara cómo enfrentar la tortura,
    qué decir, qué contar.

    E: Yo cacho que en esta huevá
    siempre hubo una previsión respecto a esta huevá.
    Se supone que las chapas, el manto y la leyenda tenían
    relación con que tú tenías que construirte
    una historia, una
    justificación del porqué tú te encontrabas
    en el lugar, cachái. Eso también tenía mucha
    dependencia con la forma como te detenían. Si te
    detenían en un asalto, donde te agarraban a balazos
    obviamente no tenías muchos… Pero en otras fases
    había, digamos, una estructuración y
    revisión respecto a este problema. Igual la gente
    asimilaba o no, consciente o no, siempre yo creo que estuvo la
    idea de preparar a la gente para el interrogatorio, y para la
    tortura. A lo mejor hubieron otros casos, pero no es la
    oportunidad para traerlos acá. Pero esa es la
    impresión que tengo yo.

    *Pero en el caso tuyo J. ¿se dio una
    preparación antes, una discusión en torno como
    enfrentar la tortura o la cana?

    J: Bueno, mi condición es bien
    particular. Pero yo cacho que cualquier persona de
    izquierda en tiempo de
    dictadura o
    que siguió actuando posterior a eso, contemplaba dos
    alternativas: una era la muerte y la
    otra caer preso. Aunque el siempre el caer preso era una cosa que
    nunca le iba a pasar a uno. Cachái, no estaba dentro de
    los cánones esa posibilidad, o muerte o nada,
    cachái o no, o la clandestinidad absoluta. Pero siempre
    estaba como alternativa también posible. Pero dentro de
    todo eso yo creo que lo que ayudaba para poder sostenerse, lo que
    en definitiva uno, o cualquiera de los presos con los que yo al
    menos he conversado, sostenían que había una
    preparación, en el sentido de que se sabía que si
    uno entrega a alguien cuando cae preso y en la tortura, ese
    alguien iba a tener hijos, iba a tener padre y madre, entonces la
    seguidilla iba a ser muy grande, y la gente que iba a sentir
    dolor iba a ser muy grande, entonces uno buscaba la forma de
    cómo poder soportar eso para poder decir lo menos posible,
    o no decir nada.

    *Por ejemplo el año 74-75 hubo mucha gente
    de otra generación que cayó presa y que pasó
    por la tortura, el tiempo en que se armó el Comando
    Conjunto etcétera, ¿Hubo un traspaso de alguna
    forma de la experiencia de ellos, hacia ustedes por
    ejemplo?

    B: No.

    J: Yo creo que en la lectura
    sí. Uno podía constatar a través de la
    cuestión teórica…

    *En la lectura,
    ¿Pero, por ejemplo, a nivel orgánico hubo un
    nexo?

    E: No, por que yo te digo que la gente del
    74 o del 73 es gente que se fue al exilio después de la
    tortura. Sólo nos llegaban resonancias desde Europa, pero nada
    más. La que se quedó se quedó, no sé
    poh, en Melinka, otras varias ligadas a centros de tortura. Ellas
    quedaron locas, o los reventaron, digamos, la gente pensaba con
    la suerte de que esta huevá iba a bajar de perfil. Creo
    que de alguna medida hubieron ciertos sectores que empezaron a
    funcionar seriamente frente a esto, alrededor del 78.

    B: Yo, por lo que me acuerdo, por ejemplo
    todas las experiencias anteriores que hayan tenido otros
    militantes desde año del golpe, todo esas experiencias,
    por lo que yo tengo claro, se fiscalizaron en manuales de
    seguridad
    personal.
    Ahora, esos incluso fueron complementados con todo lo que eran
    las técnicas operativas que se aprendieron afuera. Pero yo
    insisto, una preparación que tuviera cuerpo, que fuera
    constante en función de enfrentar la tortura, o la
    cárcel, no hubo. A lo que se refiere E. quizás son
    las representaciones típicas y naturales que uno se hace,
    bajo las posibilidades de ser detenido. Incluso hay experiencias
    tan vulgares, tan pencas con respecto a ese trabajo, que
    simplemente muchas veces esas dudas se obviaban con el simple
    decir que "el Rodriguista o el Combatiente en la tortura no
    habla". Lo cual era totalmente ajeno a la realidad, la
    mayoría de los combatientes que caían sí
    hablaban, sí entregaban información. Nunca callaban
    en su totalidad. Yo insisto, nunca hubo una preparación
    dirigida, nunca hubo una cartilla que dijera, puta,
    prepárense pa' esto, pa' esto otro, lo demás eran
    simplemente imágenes
    que uno se hacía bajo la alternativa de caer muerto o caer
    preso.

    *¿Ustedes creen que si hubiese habido esa
    preparación hubiese sido más fácil enfrentar
    la tortura, por ejemplo?

    B: Por supuesto.

    E: No.

    J: Yo tengo otra teoría
    al respecto. O no teoría,
    sino lo que a mí me ha tocado ver o lo que otros presos me
    han contado, que han hablado o que no. Había como una
    especie de…, quizás no habían estas cartillas que
    dice este loco, quizás lo que se aprendía o se
    enseñaba a través de esta teoría,
    de escribir algunas cosas, eran las determinadas formas de
    trabajar, de conspirar etcétera. Pero no había algo
    más allá, que dijera " en la tortura tienes que
    hacer esto o lo otro". Si no que lo que había era lo que
    hacía cada mando, cada grupo, cada
    gente que trabajaba, el jefe, por que mucho estaba determinado
    por el jefe que tuvieras, ya que los mandos eran unipersonales,
    entonces el jefe era el que te determinaba toda una forma de
    trabajo al resto. Entonces se puede notar, si se hiciera un
    análisis sociológico de cómo se
    distribuían orgánicamente, se podría ver que
    cada jefe incidía a su manera sobre la situación de
    este u otro, de cuando cayeron presos o del enfrentamiento, si es
    que se enfrentaron. Entonces, también uno tendía a
    hacer ciertos compromisos entre amigos, y eso te seguía
    hasta el momento en que tenías que pensar en que ibas a
    caer en la cana. El compromiso ese en el que uno se decía
    "nunca hay que hablar, nunca voy a decir", ese te
    perseguía durante toda la vida. Te ibas fortaleciendo en
    las conversaciones. Eran la forma de fortalecerte para una
    actitud en un
    momento determinado.

    *Osea, si de alguna manera interpreto bien lo que
    tú dices, ¿Ese compromiso que había
    suplía de alguna manera, esta falta de conocimiento acerca
    de la tortura?

    J: Sí, es que un conocimiento…
    por que tú puedes leer, de hecho uno lee los documentos de los
    que han salido de la tortura, que claro uno no logra imaginarse
    lo que sienten. Podrás leer que, claro, le pegaban con un
    palo, que lo metían en un submarino, que le pegaban
    cachetadas en las orejas, etc., pero son cosas que uno,
    independientemente de estar leyéndolas, no se imagina el
    dolor que se puede sentir. O si es la tortura psicológica,
    que te dicen que tu hermana está ahí, que tú
    mamá está ahí y la están torturando,
    que se siente cómo llora, todas esas cuestiones… Por eso
    hay dos tipos de tortura, las que han utilizado en este gobierno:
    una es la dura…

    B y E: La física…

    J: y la tortura psicológica, en que
    te meten veinticinco días incomunicado, en la cual
    tú no sabí nada, si cayó toda la gente, si
    no cayó toda la gente, si realmente tienen a tu
    mamá ahí o no la tienen, cachái o no,
    entonces todo eso te va generando las posibilidades para
    quebrarte. Hay mucha gente que la quebraron así, que
    quizás no le pegaron ninguna cachetada, pero le dijeron
    que estaba la mamá ahí.

    E: Osea, hay que hilar finito. Estos
    huevones en un transcurso de tiempo se perfeccionaron,
    aprendieron. Y esto tiene que ver con que los tipos percibieron
    qué es lo que era más efectivo. Había un
    tratamiento que los tipos lo definían como la política del
    ablandamiento. Te cachaban que tú no queríai hablar
    y no te preguntaban ninguna huevá, te daban, te sacaban la
    conchatumadre, onda, veinticuatro horas, cuarenta y ocho horas,
    setenta y dos horas, te daban duro, cosa que cuando el
    huevón llegara a preguntarte vos cacharai la mala de los
    huevones, esa era la más brutal, cachai. Pero la
    más efectiva, donde te hacían simulacros, de
    repente te percutaban una pistola y la huevá estaba,
    chucha, sin balas cachai; o te ponían en un muro y te
    disparaban al lado, y la bala caía en un polígono,
    y no te atrevíai ni a mover ni un dedo porque no
    sabías si estabas vivo, cachai. Huevás como esas…
    y lo otro era el truco, que oías lo que ocurría en
    la otra celda, te ponían mucho ruido, muchos
    alaridos de dolor, entonces tú no cachabai lo que estaban
    haciendo.

    *Osea, por el lado de ellos, de los torturadores,
    del poder llamémosle, tomaron
    conocimiento…

    J: Aprendieron, por que utilizaban tres
    métodos en
    términos generales que yo puedo constatar. Uno era la
    parte física,
    que principalmente si tú erai ideológico esa
    huevá vos la aguantabas y les gritabas miles de
    huevás, y te íbai en la dura con ellos, en la
    indiada, eso te generaba mayor rabia, y mayor deseos de gritarles
    huevás y mantenerte callado. Porque, en definitiva, te
    estaban golpeando. Si no eras ideológico, obviamente al
    primer cachetazo el huevón gritaba todo.

    La segunda era la cuestión psicológica,
    que estaba dividido en dos: una era para subirte la moral,
    tratarte como jefe, ya que hay una huevá de ego,
    cachái. Cuando te dicen "vos soy jefe en esta
    huevá, poh", entonces vos como estái picado con la
    huevá le decí "sí poh, y puse una bomba y
    los cagué". ¿Y qué lo que estabai ganando
    con eso? Era entregarte más, cachai. Otra era que te
    decían que tu familia estaba
    ahí y te poníai a hablar huevás,
    judicialmente jodidas. Lo importante para ellos era que hablarai,
    que le cerraras el círculo, porque ellos tenían
    miles de elementos que manejaban, pero les faltaba el
    tuyo.

    El problema es que uno no sabe hasta dónde ellos
    pueden saber. Pero si tú estás
    ideológicamente claro que si tú, independientemente
    de lo que ellos sepan, no les dices nada, vas a salir bien,
    orgulloso de la huevá que hiciste. Es una pelea más
    que tú tení que dar.

    * En la medida en que ustedes van contando,
    ustedes detectaron técnicas que ellos utilizaban.
    Quizás transmitiendo estas técnicas a nuevas
    orgánicas, ¿Puede ser posible que otros puedan
    aguantar más o aprovechar estas
    técnicas?

    E: Es que era muy difícil pensar en elaborar un
    documento que sirviera para enfrentar la tortura. Primero,
    porque, bueno tú puedes a lo mejor resistir la tortura
    física,
    porque tú tienes un umbral de dolor, en el que tu llegas
    al umbral y de ahí no pasai…

    J: No sentí nada
    más…

    E: eso es lo que lograi experimentar.
    Ahora, dentro de la huevá psicológica, que era lo
    más brutal, hay elementos distintos. Derrepente te
    preguntaban huevás na' que ver, tú negando
    afirmabai huevás de otras cosas, de otros líos que
    habían por ahí, y los huevones ya cuadraban una
    idea. Osea, incluso yo, como lectura de
    esta huevá, he cachao que, consciente o inconscientemente,
    siempre tu igual entregabai información. Porque la
    máquina de los huevones era muy grande, osea,
    tenían psicoanalistas, teníai psiquiatras,
    teníai psicólogos, tenían médicos,
    huevón, que te oscultaban pa' saber si tú
    resistíai más. Te drogaban, te ponían
    Pentotal, sólido y líquida, vía pastillas o
    vía pene. Entonces, puta el pentotal qué lo que
    hace: te desconecta el consciente del inconsciente, entonces
    tú en tanto estai drogado, los huevones te meten un rollo,
    y te lo hacen escribir o te lo hacen hablar. Ahora
    ¿qué te hacen hablar?: hablai las mismas
    huevás que te hablaron los compadres. Es como depositar
    pa' que después vomití, entonces qué es lo
    que hacían los huevones, jugaban mucho al truco de
    filmarte y de grabarte, entonces después editaban una
    declaración y te la mostraban. Entonces, ah!, puta
    qué efectivo, el suero de la verdad, cachái.
    Entonces vos te veíai quizás hablando huevás
    y entregando información concreta, es decir la
    cagué y no me dí cuenta. Y esa es una
    técnica pa' decirte, "oye huevón, ya cagaste,
    nosotros ya sabemos, y ordenemos la huevá de la mejor
    forma", cachái. Y con ese truco te cagaban "ene"
    compadres.

    Maña, huevón, pa' la tortura, lo
    único que considero como lo más efectivo, son dos
    elementos: la huevá ideológica compadre y el
    corazón
    bien puesto. Son dos elementos que bien puestos, dieron un muy
    buen resultado, independientemente que tu hayas entregado
    información en forma inconsciente, negando o afirmando
    huevás, que no tenían que ver con lo que te estaban
    preguntando ni con lo más próximo a ti.

    Y en ese contexto era muy difícil huevón
    de tratar de estructurar esta suerte de manual,
    huevón, de instructivo, pa' poder orientar a la gente. Yo
    creo que la huevá más fehaciente era haber probado
    a los huevones, y haberlos maquineado… Pero la huevá era
    muy siniestra también. Creo que se trataba de la capacidad
    de cada hombre de
    saber conjugar en la concreta cuáles son los pro y los
    contras de esa situación.

    J: Creo que dentro de todo esto, uno igual
    aprendía cosas. Porque tú sabíai, y era una
    huevá que siempre se decía, si tú
    hablái una huevá, vay a tener que hablar
    más. En cambio si
    aguantabai, puede que los huevones en un momento dijeran, ah este
    huevón no sabe na'. O hablar mucho de los recuerdos de
    niño, que era otra de las cosas que decían, cuando
    ibai a la escuela, para
    hablar de eso, y no iba a ser lo que ellos querían que
    hablaras.

    B: Pero para resumir, osea, al margen de
    todas las experiencias particulares que son muy
    específicas, en el fondo hay una cosa: El enemigo siempre
    se caracterizó por una preparación constante, por
    una sistematización de la información, siempre
    ellos fueron aprendiendo cosas nuevas, de cómo obtener
    mejor información en función de desbaratar todo el
    aparato, todas las orgánicas. En cambio
    nosotros, desde la cúpula hacia abajo, nunca hubo eso. Al
    margen de las cosas que cuentan ellos, conversaciones por
    aquí y por allá, pero nunca se sistematizó.
    Yo por ejemplo, eso que hablaban del pentotal lo
    desconocía Esa es la gran diferencia, que generó
    discusiones, discrepancia. Todos estos lugares comunes de decir
    lo del corazón,
    las convulsiones, el Rodriguista no habla en la tortura…,
    entonces, yo creo que por ejemplo, esa falta de conocimiento,
    contribuyó y ayudó caleta a que los procesos, que
    podrían haber sido mucho más simples, y por ende
    mucho más fácil de obtener la libertad, se
    hicieron mucho más difíciles. Porque no solamente
    no te preparaban para la tortura, sino que no te decían
    que la declaración extrajudicial no tenía
    ningún peso, y en el fondo llegabai a las fiscalías y declarabai sin ningún
    conocimiento ni preparación, y la cagabai. Y eso era
    responsabilidad de las direcciones, de haberlo
    sistematizado, y haber hecho un manual bastante
    amplio. Si manuales
    habían, de operaciones
    militares, de seguridad personal,
    métodos
    conspirativos habían, pero ninguna cosa hablaba de estas
    cosas. Fue un error, una falencia, un agujero.

    *¿Por qué será que no se pudo
    sistematizar esto?

    J: Porque cada persona es
    distinta a otra.

    *Así también los torturadores…
    pero ellos han sistematizado, han sacado experiencia, del tiempo
    de los nazi, de las guerrillas, etc. …

    J: Porque los torturadores obedecen a un
    mando, y a una organización con todas las posibilidades de
    orden que se puede dar en una organización, cachái. Tienen pautas,
    y van elaborando esas pautas y las van ordenando. Mientras
    nuestras organizaciones,
    te vuelvo a decir, mucho dependía de los jefes, en la
    medida en que ese jefe hubiese tenido experiencia anteriormente,
    te podía preparar para cosas. Pero si teníai uno
    sin experiencia, obviamente te iba a preparar mal.

    B: Pero, fíjate que esa es la
    respuesta que se da a porqué el enemigo, las fuerzas
    armadas, qué se yo, el ejército, o el aparato de
    seguridad, han podido sistematizar todo el aprendizaje
    que ellos han tenido. Bueno, es entendible que ellos cuentan con
    una infraestructura mucho más grande, ellos son un
    ejército profesional, tienen todo el tiempo, trabajan en
    eso, pero no justifica en nada eso en que nosotros no hayamos
    sistematizado nuestra experiencia. Yo creo que las causas que
    están en la base de la ausencia de esto, es desidia,
    apatía, flojera. Porque…

    J: No, yo no estoy de acuerdo con eso. Uno
    de los problemas que
    había era el cambio
    constante, entonces no había una consecución
    lógica…

    * Pero ahora, por ejemplo, con ustedes que tienen
    esa experiencia, ¿Si yo me metiera a un movimiento
    ahora, adónde chucha acudo, que leo, etc.? Estaría
    en las mismas condiciones que estuvieron
    ustedes
    .

    B: Claro.

    J: Pero además, hay que
    internalizar una cosa, que era lo que se decía. Si
    tú les escribí, cachái, ésta es la
    experiencia… los huevones, tú sabí que lo van a
    tener en un momento dado. Entonces van a decir, ah mira, vamos a
    cambiar el método.
    Entonces, por eso la transmisión es oral. Les estai
    diciendo cómo… no, es que, uno no puede hacer una
    cartilla, que tome todos los aspectos…

    B: Pero debiera haber habido alguien.
    Debiera haberse preocupado alguien. Nadie tiene un banco de datos, un
    informativo, un archivo, donde
    haya recopilado toda la experiencia, frente a la tortura, frente
    a la cárcel. Mal que mal ningún manual es
    estático, definido para siempre, entonces, no se ha
    enriquecido. Ahora menos, por la dispersión, la derrota,
    la apatía que reina al conjunto de la izquierda…
    además que el momento como que tampoco está.
    Entonces toda la gente que cayó en el último tiempo
    no tienen la posibilidad de acceder al aprendizaje. Ni
    siquiera aprendieron los que cayeron de nuevo. Entonces,
    así mismo, fíjate que tampoco se ha aprendido mucho
    en términos políticos. No se ha aprendido, las
    mismas discusiones que se generan en función de
    rearticular la izquierda, son discusiones totalmente
    añejas, elevadísimas, sin ningún asidero,
    sin ninguna terrenalidad, se vuelve a lo mismo, se vuelve a
    buscar la discusión, por discusión. Yo creo que no
    se ha aprendido mucho. Yo no sé si será una
    falencia idiosincrásica del chileno, de la izquierda
    chilena, pero es una huevá cíclica. Las discusiones
    son siempre los mismos tópicos, las mismas frases, los
    mismos clichés, las mismas tendencias y los malos
    hábitos, entonces no se aprendió. y no hay nadie
    que quiera sistematizar y plantear un aprendizaje.
    Además que ya está todo desarticulado, entonces no
    tiene mucha vigencia, necesidad de discutir, ya nadie quiere
    discutir. Toda le gente se fue para la casa, por lo menos la
    generación nuestra. Están todos dedicados a
    estudiar, a tener familia, y por lo
    tanto el tiempo que le pueden dedicar a la militancia o tratar de
    hacer algo es lo mínimo, y es sin fuerza y sin
    ganas. Hay mucho dejo de derrota. Y eso, por más que no lo
    quieran reconocer en el discurso, se manifiesta
    implícitamente en la actitud. La
    huevá de la abulia tiene su raíz en la derrota no
    más. En que el discurso hoy día ya no suena, no
    tiene eco, no tiene solidez, suena hueco. Entonces yo cacho que
    hay que dejar el discurso y hacer huevás, pequeñas
    cosas, que te vayan reafirmando, que le vayan dando cuerpo al
    discurso, carne, contenido. Es muy difícil dejar
    atrás la derrota. Inconsciente o conscientemente, yo cacho
    que vamos a volver a repetir la misma experiencia… Eso del
    mito demencial
    del eterno retorno, todo vuelve a repetirse. Es diabólica
    la huevá, pero es así. Yo pienso que vamos para
    allá. a lo mejor va a ser distinta la forma, pero el mismo
    contenido.

    V. Análisis de los datos:
    Experiencia límite y saber

    a) La "cana"

    Es considerada un momento posterior y estable a la
    experiencia caótica de la vida en clandestinidad, la
    detención y la tortura misma. El período de la
    cárcel es percibido como un momento de relajo y seguridad,
    por el hecho de haber sobrevivido la tortura. La cárcel,
    es un "relajo" en el sentido que ya no hay que observar
    complicadas normas de
    seguridad, ni temer por la vida, sino que más bien, hay
    que adaptarse a rutinas ya diseñadas que ofrecen una
    cierta y mayor, en comparación a la clandestinidad,
    estabilidad.

    Respecto a la posibilidad planteada de la
    construcción de un saber resistencial los entrevistados
    (sobre todo Bernardo, al final de la entrevista) señalan
    no haber aprendido a cómo no caer preso. Pero la
    cárcel misma en cambio, por la
    estabilidad que conlleva, elabora un aprendizaje
    interno, tanto como preso, en particular, y como persona, en
    general. Así, por ejemplo, hay quienes recién en la
    cárcel pudieron terminar su enseñanza media (el
    caso de Jorge), o desarrollaron su afición por la novela
    latinoamericana (Bernardo).

    Por otra parte se establece todo un entramado de
    relaciones con los otros presos, vínculos humanos que
    perdurarán a posteriori de la cárcel,
    produciéndose un acercamiento natural entre los ex-presos
    en tiempos de libertad. Incluso se crean lazos de amistad con
    gendarmería, por el status ocupado en la cárcel
    como preso político con rango que es respetado por los
    guardias, por el buen comportamiento, y por la actitud de
    vida de estos sobrevivientes. Esta actitud viene
    marcada por la experiencia de la tortura. Esta experiencia es de
    una fuerza tal,
    que tras ella cualquier situación parece fácil, y
    se asume la vida de una manera más intensa.

    Los presos desarrollan en la cárcel todo un
    trabajo que crea una rutina propia, que opera por sobre o por
    debajo de la impuesta. Se adhiere a ciertos códigos
    permitidos, desarrollando los presos los suyos propios. El
    espacio de la cárcel es aceptado como "espacio propio"
    provisoriamente, sin mayores cuestionamientos, aunque esto no
    implica la formulación de ciertas demandas que pasan a
    formar parte de la dinámica propia de la
    cárcel.

    En la cárcel, por tanto, se enlazan en forma
    cruel, opresiva, esclavizante e injusta, dos sujetos: el guardia
    y el recluso. Este antagonismo forzado crea un tipo de
    relación tan compleja y ambivalente que ninguno de los dos
    sujetos queda sin marca. Sin
    embargo, podemos observar por medio de lo manifestado por los
    entrevistados, que incluso en este ambiente de
    asfixia normativa de institución total, el control nunca es
    absoluto. Esto porque más allá de lo reglamentado
    formalmente, guardias y reclusos negocian sus propias
    interpretaciones del orden social, muchas veces atentando contra
    las reglas formales y las técnicas de control,
    sustituyéndolas con alternativas que devienen tan
    formales, aunque de manera tácita, como aquellas que
    reemplazan.

    El orden generado sobre la base de negociaciones es la
    consecuencia de una interacción de tipo "tira y afloja".
    Este "orden pactado", fruto de acciones recíprocas y
    entendimientos, es completamente ajeno a lo que aparecerá
    en los relatos sobre la tortura, en la relación entre
    torturador y torturado.

    Por lo tanto, en la cárcel sí se configura
    un aprendizaje a
    partir de conocimientos elaborados socialmente, pero no me
    atrevería a llamarlos un "saber de la resistencia". Esto
    porque en los casos estudiados, el saber de "la cana" se refiere
    más a un "orden pactado" que, por ejemplo, a la
    preparación de una fuga, por lo que este saber se refiere
    más a una adaptación recíproca entre
    vigilantes y vigilados que a una pugna por el ejercicio del
    poder, o por la neutralización de los efectos de este. No
    obstante siempre nos quedará la duda respecto a un doble
    valor que
    puede adoptar este "saber del orden pactado":

    • Perfectamente puede tratarse de un saber resistencial
      "enmascarado", que opera negociando precisamente para
      neutralizar los efectos disciplinantes y coercitivos del
      poder;
    • O bien, puede tratarse de una artimaña, una
      concesión estratégica del poder mismo que
      aparentemente cede, para lograr neutralizar a un posible saber
      resistencial potencial que se puede ir en su
      contra.

    b) La tortura

    En el caso de la tortura, se sugiere que no ha habido
    una sistematización de las experiencias individuales en un
    saber aplicable por otros. La recomendación que se da, por
    ejemplo, para resistir la tortura es "ser ideológico y
    tener el corazón
    bien puesto". Se reconoce como falencia, por una parte, el no
    tener manuales en los
    que se sistematice, en forma de saber, el cómo enfrentar
    la tortura. Por otra se habla de una imposibilidad de esto, por
    temor a que caiga en manos del enemigo y sea utilizado en contra
    de los, llamémosles, insurgentes. Se tiene, por la derrota
    es una de las explicaciones, la sensación de no haber
    aprendido nada. Reconociendo, en cambio, el aprendizaje
    sistemático por parte del enemigo.

    Esto resulta curioso. Como podemos ver en la medida que
    los entrevistados van hablando, sí se observa un
    conocimiento, un cierto sentido común compartido, que
    claro es vivencial, pero que en la medida que se deshilvanan los
    testimonios y se entrecruzan los diálogos, se va
    produciendo un discurso grupal en forma de saber.

    Se habla de detalles técnicos de la tortura (el
    pentanos, por ejemplo), y el cómo hacerles frente. Se
    habla de los distintos tipos de tortura, clasificando a
    ésta en distintas formas e incluso dándoles un
    sentido metodológico al análisis de estas formas,
    se elabora una taxonomía (por ejemplo, se distingue con
    toda claridad entre tortura física y tortura
    psicológica).

    Sin embargo, no se reconoce este conocimiento como un
    saber transmisible por el hecho de no estar escrito en forma de
    manual o
    cartilla. Es curiosa la identificación y reducción
    de una sistematización del conocimiento con su forma
    escrita de manual.

    Se reconoce, por ejemplo, que hay una transmisión
    oral de las experiencias, vivencias y reflexiones. Desde nuestro
    estudio podríamos perfectamente catalogar al contenido de
    estas transmisiones como saber que ha generado el mismo poder en
    el momento del ejercicio descarnado de su dominación, como
    lo es la tortura, y que es construido socialmente como "saber
    resistencial" (que puede, por su relato, proyectar, anticipar al
    Otro y al momento de la interacción).

    Sin embargo, los entrevistados no le dan el estatuto de
    saber a estas experiencias y transmisiones, sino que se insiste
    en el perfil ideológico del que cae (perfil absolutamente
    individual, distanciado de todo compartir un saber colectivo), y
    no en su posible preparación por otros que han
    caído.

    Se destaca, por ejemplo, el papel personal de los
    jefes en la preparación, y en otro momento se habla de
    direcciones y de cúpula. De esta manera se reconoce como
    saber lo que viene dado desde relaciones verticales, y no lo
    producido en relaciones horizontales y transversales como en las
    conversaciones entre compañeros y amigos. Estas
    conversaciones tienen su importancia en cuanto al compromiso que
    definirá una actitud en el
    momento de caer, pero no son reconocidas como saber.

    Podemos ver, entonces, por estas insistencias en el "no
    se ha aprendido nada" – a pesar de haber aprendido
    muchísimo podríamos decir nosotros-, una cierta
    epistemia que domina la forma de enfrentar y analizar la
    cuestión del saber. Más allá de llamarle
    saber o no a la experiencia de dominación y resistencia
    vivida, el contenido de este saber es el que no se realza como
    algo valioso en sí. Se le ve siempre con relación a
    otra cosa (cartilla, manual, etc.).

    Respecto a la injerencia que puede tener el dominar este
    posible "saber" antes de caer, en el aguantar en la tortura, no
    hay acuerdo entre mis entrevistados. Uno piensa que
    ayudaría y los otros dos piensan que no. El que cree en la
    ayuda efectiva de este saber para enfrentar estas situaciones
    límites, realza la importancia de lo aprendible por sobre
    las características personales del que cae, que es lo que
    realzan los otros dos.

    VI. A manera de
    conclusión

    Más que conclusiones nos surgen nuevas preguntas,
    que de todas maneras nos ayudan a avanzar en la cuestión
    que queremos estudiar, y abren nuevos caminos a
    investigar.

    1.- Podemos decir que la tesis de que
    el poder en su ejercicio genera un saber, tanto por el lado del
    que domina como del dominado, sí es cierta. En los
    términos en que hemos formulado la pregunta que guiaba
    nuestra investigación podemos concluir que
    sí existe la construcción social de saberes
    compartidos a raíz de experiencias límites como la
    tortura.

    Sin embargo, esta categoría de saber es muy
    imprecisa para dar cuenta de la diferencia que perciben
    confusamente los propios sobrevivientes de la tortura,
    distinciones, por ejemplo entre: saber y conocimiento, saber y
    vivencia, saber y experiencia propia transmitida a terceros.
    ¿Estos terceros serán poseedores de este saber al
    asimilarlo teóricamente, o el saber presupone la
    experiencia práctica, propia? (Ver, por ejemplo, en la
    entrevista la idea de "lo más fehaciente sería
    probar a los huevones, y haberlos maquinado" [cita libre], vale
    decir, hacer pasar a los propios compañeros por la
    experiencia de la tortura para prepararlos frente a la tortura
    posible. Es decir, la experiencia como única forma real de
    conocimiento.)

    Los relatos de la tortura en la conversación
    cotidiana pierden potencia frente a
    la prepotencia de la experiencia de la tortura. La peligrosidad
    de la situación de la tortura posible es subsumida por la
    experiencia que rebasa cualquier narración. La experiencia
    límite, a pesar de que es hablada, no se deja decir
    completamente, y este no decirse plenamente se constituye en el
    horizonte de la conversación cotidiana. Horizonte en doble
    sentido: por un lado horizonte como límite de la
    conversación, ya que toda narración acerca del
    escenario, la interacción, el encuentro y el resultado de
    la tortura topan con un límite que es percibido como
    natural, la experiencia misma. Por otro lado, horizonte en el
    sentido que la experiencia como límite de la
    narración se presenta como línea demarcatoria de un
    más allá de la narración, más
    allá infranqueable por el habla.

    Si esto es así, entonces estamos diciendo que la
    conversación queda muda a la hora de afrontar la
    experiencia. Esta mudez, sin embargo creemos a raíz de
    esta pequeña investigación, es la mudez que se refiere
    exclusivamente a la imposibilidad de la experiencia límite
    de saberse como saber compartido. La experiencia al narrarse
    lleva al límite a las palabras mismas con las cuales se
    narra. Las palabras quedan diminutas frente a lo vivido, y esta
    ineficiencia del lenguaje deja
    el sabor amargo al que narra su experiencia de que no ha podido
    decirlo todo, y que como él los otros tampoco pueden
    hacerlo, por lo que no se alcanza a constituir un saber.
    Ojalá pudiésemos redactar un manual de la tortura
    para resistir mejor, es la esperanza. Pero es una esperanza
    desesperanzada porque a la vez que se traza una tarea anuncia su
    imposibilidad.

    No obstante, insistimos: sí se ha construido
    socialmente un saber compartido a raíz de la experiencia
    límite. Este saber compartido puede incluso constar de que
    no ha sido posible el saber, o que es imposible. Pero este
    acuerdo común ya constituye un saber. Es más, me
    atrevería a decir que se ha construido socialmente un
    saber compartido de carácter resistencial, con la paradoja
    que no se sabe como tal.

    El saber que genera el ejercicio del poder se constituye
    de manera distinta desde el poder que desde la resistencia. El
    poder sistematiza de la manera como tradicionalmente opera el
    saber: identifica y asimila. La resistencia lo hace de manera
    distinta. Hay una relación dispareja, por tanto, entre el
    saber del poder que se alza casi omnipotente, y el de la
    resistencia que es de carácter fragmentario.

    Si podemos hablar desde los relatos estudiados de un
    saber, y aquí subrayo la vaguedad de este concepto cuando
    se lo confronta con la práctica, éste es un saber
    que se resiste, por variadas razones, a saberse sistematizado y
    escrito. La transmisión oral puede ser una forma de
    resistencia de este saber a no verse utilizado por el poder, e
    incluso a no ser saber. Vale decir, mantener su autonomía
    como vivencia única, transmisible a medias "entre amigos",
    pero no clasificable o disecable como saber constituido y
    cerrado.

    2.- Hemos sostenido, por tanto, que el poder genera
    resistencia. Esta sentencia no quiere decir, sin embargo, que
    en el acto de la tortura un yo se forma en
    oposición a un otro yo. Y aquí debemos
    tratar de hilar más fino. La identidad del
    torturado no es reactiva, no se trata de un yo que se
    constituye contra otro yo ya existente previamente. El
    torturado durante la tortura misma, no alcanza siquiera a
    desarrollar una identidad como
    tal. Su cuerpo queda reducido al juego perverso
    de una economía política que lo fija
    a un campo de fuerzas, tan intenso, que queda vedada toda
    posibilidad para una subjetividad de entrar en relación
    consigo misma. Durante la tortura el torturado está
    expuesto en un estado de
    inmediatez con la tortura misma. El torturado es uno con la
    tortura, en plena tortura se encuentra atormentado por la
    sensibilidad, no produciéndose ningún tipo de
    distancia. La inmediatez de la experiencia límite impide
    que haya una experiencia para el torturado.

    El poder por medio del ejercicio de la tortura tiene
    efectos totalizantes, lo que para el torturado significa
    encontrarse con la cruel paradoja de estar rebosante de vida,
    lleno de vida. La cantidad de vida que tiene es tan
    abundante, y síntoma de ello es el dolor que no termina
    nunca, que no hay lugar para la subjetividad. El torturado no
    puede relacionarse
    con su experiencia
    límite, está en la experiencia,
    expuesto a la intensidad del poder. Y en la experiencia no hay
    nada que aprehender, no se puede aprehender. Este ejercicio
    sólo se puede consumar a posteriori de la experiencia, y
    ese es el momento de la construcción social de un saber.
    Pero como es una reconstrucción, la tortura misma nunca se
    dejará hablar en su totalidad.

    Por ahora tenemos la sospecha de que la experiencia
    límite al dejar sin palabras al torturado -y en eso
    consiste la tortura: arrebatarle al otro el derecho soberano del
    uso de la palabra para dejarlo sin secretos y destruir en
    él, de esta manera, su alteridad-, vuelve al torturado en
    un ser puro cuerpo en descomposición que jamás
    podrá constituirse y asumirse como un yo torturado.
    El torturado pierde toda posibilidad de ser una entidad estable,
    tornándose en puro devenir tortuoso: no ser lo que ha sido
    y no será lo que es.

    La dureza de la tortura pulveriza toda distancia
    reflexiva impidiendo elaborar, distinguir y descifrar lo vivido,
    obstaculizando así la construcción de una
    determinada pertenencia a un "nosotros" de la tortura. Los
    relatos y narraciones pueden, como podemos ver en la entrevista,
    configurar un "nosotros", pero este nosotros es ante la
    tortura, y no en la tortura. Por los relatos se desprende
    que en la tortura cada uno se las arregla como puede. Depende
    exclusivamente de uno que sea "ideológico", que tenga el
    corazón
    bien puesto, que haya tenido la suerte de haber tenido un buen
    jefe que lo haya marcado positivamente, etc. Es decir, uno
    está abandonado a sus propios límites, a sus
    propias limitaciones.*

    De esto se sigue que sí es pertinente hablar de
    resistencia. Esta, como producción, como efecto de una
    relación desigual de fuerzas en un momento
    específico de ejercicio del poder, permite como concepto alojar
    la mudeza y singularidad de la experiencia límite de la
    tortura. La resistencia no necesita de la formación de un
    "yo". La resistencia es inmanente al ejercicio del poder, y en
    esto consiste la paradoja existencial del poder: por donde quiera
    que cruce genera resistencia.

    Por lo tanto, al momento de enfrentarnos a la tortura
    como problema, el problema de la tortura nos insta a abordar un
    tópico difícil y profundo: los límites
    (limitaciones) de hablar desde una filosofía del sujeto al
    tratar este tema, ya que ésta, y aquí la sospecha,
    no resiste abordar una experiencia como la de la tortura. Este es
    un punto que queda abierto para una futura investigación.

    3.- En el intento de abordar la no construcción
    consciente de un saber resitencial, y agregamos consciente
    a estas alturas de la investigación por las conclusiones que
    hemos sacado, se nos presenta el problema del sentido.
    ¿Qué razón habría que justifique esta
    no producción consciente, es decir de un saber que se sepa
    necesario? Veamos:

    De los relatos podemos desprender que todo el momento
    previo a la captura, consiste en un juego
    embriagador: la inconsciencia de los límites propios, que
    expulsa toda noción real, material, efectiva de riesgo. Esta
    embriaguez es la que permite operar "tranquilamente" en la
    clandestinidad; bajo Estado de Sitio; durante un toque de queda;
    o sobre (bajo) el escenario confuso y peligroso de una democracia
    intervenida. Se trata de un ejercicio siempre frágil,
    nunca rutinario, de jugar con fuego, al límite de lo
    posible, arriesgando la integridad física en cada
    acción, a cada minuto.

    Hablamos, entonces, no de una autoconsciencia que se
    desplaza consciente, valga la redundancia, de sí misma por
    los vericuetos de la vida en peligro. Hablamos de una embriaguez
    que como tal no hace sentido con la materialidad del peligro
    real. [Ver lo que dice Jorge en la entrevista: "Aunque el siempre
    el caer preso era una cosa que nunca le iba a pasar a
    uno."]

    Embriaguez, por tanto, de jugar con el límite, y
    no resignación fatalista a que ‘igual vamos a caer,
    qué más da’. De otra manera no podemos
    explicar, por ejemplo, el sentimiento de arbitrariedad, violencia y
    sorpresa con que se vive el momento mismo de ‘caer
    preso’. Si mediara un cálculo
    racional en la operatoria de la insurgencia, la detención
    no sería un acontecimiento, y la eventualidad positiva de
    la tortura se asumiría previniéndola con un tipo de
    saber que anticipe los actores, los actos y las
    situaciones.

    La tortura, entonces, será el dispositivo a cargo
    de quebrar la embriaguez, y en su función disciplinaria
    instalará otra, de distinto tipo.

    4.- El punto recién señalado se
    refería a la no construcción de un saber
    antes de la tortura. Veamos ahora su posibilidad, y
    dificultad, tras la tortura.

    Sospechemos. El saber colectivo: ¿supone una
    experiencia común constituyente? Lo problemático de
    esta pregunta no está sólo en que haya experiencia,
    sino en que esta sea común. Se pueden dar distintas
    interpretaciones de un mismo hecho, pero la multiplicidad de
    enfoques no sería un problema para la constitución de un saber colectivo. El
    problema surge cuando nos preguntamos si las interpretaciones se
    ocupan del mismo hecho o no. Debido a que la tortura
    maltrata al cuerpo de uno, a la hora de hablar sobre esta
    experiencia nadie tiene la seguridad de estar hablando sobre lo
    mismo. La crudeza de la experiencia pasada no permite su
    articulación y pronunciamiento total, por lo que
    éste (éstos) pasado(s) no encuentra(n) un lugar
    único para descansar en paz. Este lugar podría ser
    el saber colectivo. Sin embargo, la experiencia vivida no tiene
    nombre, -cualquier nombre le queda pequeño-, no tiene
    sentido, -la tortura suspende todo sentido, por la inmediatez no
    permite hacer sentido-, y, por lo tanto, no tiene lugar para ser
    fijado. Esta experiencia se agita, por tanto, en la existencia de
    estas personas interminablemente, ensuciando la transparencia de
    un posible presente puro. El poder ha dejado huellas, pero las
    huellas sólo duelen, no se dejan hablar completamente,
    como para "superar", "olvidar" lo acontecido. Fueron infringidas
    en un momento finito, pero vinieron para quedarse y no se
    irán más.**

    Para los torturados, es la presencia de estos mugrientos
    y ensangrentados recuerdos infijables los que no nos dejan ser.
    O, más bien, nos hacen ser distintos
    ontológicamente al resto. Ironía insoportable
    porque nuestra lucha siempre ha consistido en poder llegar a ser
    uno con todos. Pero, finalmente, sí hemos sido marcados:
    llevamos el signo de Caín en la frente sin poder asumir
    esa identidad ya
    que no estuvimos ahí cuando nos la inscribieron.
    Estábamos, pero sólo en el dolor insoportable, por
    lo que estábamos ahí, dónde, pero
    cuándo, en otro lugar, más allá o más
    acá: solos, muy solos, sin saber.

    No hay datos
    fríos, realistas, generalizables, compartibles o donables
    que podamos sacar de esta experiencia.

    En este sentido, nuestro intento es y ha sido
    complicado, porque tratamos de atrapar a un pez supuesto, que se
    muestra pero
    que se escurre de nuestras manos. Quizás en eso
    está la esencia de un posible saber resistencial: No
    dejarse atrapar, no dejarse sorprender, no dejarse dominar por el
    poder, ni siquiera por un observador bien
    intencionado.

    La experiencia límite ha dejado a el habla muda,
    en el sentido que hemos querido demostrar. Y a lo que a la
    investigación del límite se refiere,
    ésta no hace más que mostrar el límite de la
    investigación.

    BIBLIOGRAFÍA

    1Michel Foucault. Un diálogo sobre
    el poder
    , Madrid, Alianza, 1981.

    2 M. Foucault, Op. cit.

    3 M. Foucault. Cómo se ejerce el
    poder
    , en La cultura en
    México,
    Revista
    Siempre, 13/3/85, p. 41. Citado en Héctor Ceballos
    Garibay. Foucault y el poder, Ediciones Coyoacán,
    México,
    1994, p. 38.

    4 M.Foucault. Hacia una crítica de
    la razón política
    , en la cultura en
    México,
    Revista
    Siempre, 3/11/82, p.IX. Citado en Héctor Ceballos
    Garibay. Foucault y …, ob. cit., p. 39.

    5 M. Foucault. Microfísica del
    poder
    , Ed. La Piqueta, Madrid, 1980, p. 157.

    6M. Foucault. Historia de la
    sexualidad
    , vol. I, siglo XXI, México,
    1983, p.165.

    7 M. Foucault. Microfísica…,
    ob.cit. , p.99.

    8 Ibid. , p. 189.

    9 M. Foucault. Historia de la
    sexualidad
    , vol. I, Siglo XXI, México,
    1983, p. 123.

    10 Max Weber.
    Economía y sociedad, Ed. F.C.E., México,
    1983, p. 43.

    11 Ibid.

    12 Ibid.

    13 Ibid.

    14Ibid. p.18

    15 Ibid. p.21

    16M. Weber. Economía y…, ob.
    cit., p. 29.

    17Ibid. p. 31.

    18Ibid. p.687.

    19Ibidem.

    20Ibidem.

    21 M.Weber.Economía y…, ob.
    cit., p. 695.

    22Ibid. p. 170.

    23Ibid. p. 171

    24Ibid. p.172.

    25Ibidem. p. 172.

    26Ibidem. p. 172.

    27Ibidem. p.178.

    28Weber. Economía y…, ob.
    cit., p. 178.

    29Juan Carlos Portantiero. La
    sociología clásica: Durkheim y
    Weber
    , Centro editor de América
    Latina, p.29. [No aparecen más datos
    bibliográficos; texto de
    circulación interna ARCIS]

    30H. Ceballos Garibay. Foucault y el
    poder
    , ob. cit., p. 20.

    31J.C.Portantiero. La sociología…, ob. cit.,
    p.29.

    32H.Ceballos Garibay. Foucault…, ob.
    cit., p.20.

    AUTOR DEL TRABAJO: Manuel Guerrero Antequera

    e-mail:

    estudios: Licenciatura en Sociología, Universidad
    ARCIS, Santiago de Chile.

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