Manuel Guerrero A.
Prólogo
"La característica más notable del
poder es que
algunos hombres pueden, más o menos por completo,
determinar la conducta de
otros hombres pero nunca exhaustiva ni coercitivamente. Un
hombre que
es encadenado y golpeado está sujeto a la fuerza que
se ejecuta sobre él. No al poder. Pero
si puede ser inducido a hablar, cuando su último recurso
podría haber sido morderse la lengua y
preferir la muerte,
entonces ha sido orillado a actuar de cierto modo. Su libertad ha
sido sujeta al poder. Ha
sido sujeta al gobierno."
(Michel Foucault)
En 1985, en plena dictadura
chilena, cuando tenía quince años de edad, me
encontraba abrazado a mi polola observando desde un octavo piso
el crepúsculo santiaguino. Ver el sol posarse
sobre el horizonte urbano nos llenaba de tranquilidad en aquellos
duros días de intensa actividad. Dentro de todo ese
momento de ternura, de pronto, desde mi más profundo
interior me surgió intempestivamente una duda. A boca de
jarro le pregunté a mi chica si ella sería capaz de
aguantar la tortura. Mi sorpresa fue grande cuando ella con toda
naturalidad me respondió que por supuesto. Me sentí
muy incómodo. Me molestó su seguridad. Yo no
estaba tan seguro de
mí mismo. Ella me miraba en silencio mientras le confesaba
que yo creía que no iba a aguantar. No nos dijimos nada
más. El silencio era elocuente. Mientras el sol resbalaba
a lo lejos, yo ya había perdido su respeto.
Este trabajo, más que un trabajo de investigación, es sólo una modesta
entrada a un problema muy delicado. Frente a la inminencia de la
llegada del momento de la tortura y el encierro, ¿Podemos
prepararnos de alguna manera para ese momento, a partir de
algún conocimiento
recogido desde las entrañas mismas del poder, y
generado por él?
La respuesta a esta pregunta requiere de una
dedicación que, por la premura de tiempo de un
estudiante, no se lo he podido dar. Por eso lo que más
rescato, con mucho respeto, es la
autenticidad de las entrevistas, y
la disposición de los entrevistados a discutir un problema
tan cercano y lleno de heridas abiertas como éste. Para
esos hermanos y compañeros van mis reales agradecimientos
y admiración.
I. Planteamiento del problema
Este trabajo es la continuación de dos anteriores
que he presentado, para Taller de Observación y Taller de Preguntas, en
torno a la
temática de la cárcel. El primero se refería
al "Encierro como experiencia límite", en el que se
trataba de sistematizar, en forma general, los distintos momentos
que conducen a la cárcel, y a la interacción de los
presos con los nuevos espacios y elementos de la
reclusión. El segundo se refería más
específicamente a la Cárcel de Alta Seguridad,
intentando caracterizar, también en forma gruesa, aquella
cárcel.
Para el análisis de los elementos recogidos,
entrevistas y
testimonios escritos, elegí como marco de referencia
teórica, algunos elementos tratados por el
filósofo francés Michel Foucault. Usando
sus conceptos intenté formular preguntas en torno a la
cárcel. Una de las que más me llamó la
atención, y de ahí la conexión con el tema
de este trabajo, es una que habla de la relación
poder-saber foucaultiana: ¿Genera la cárcel
algún tipo de conocimiento,
de saber que "ilustre" tanto al que domina como al dominado, en
el tiempo-espacio
del encierro?
Esta pregunta, a partir de un trabajo más
teórico presentado como anexo, debiera tener una respuesta
positiva. En términos generales, siempre desde Foucault, el
poder ejercido crea no sólo resistencia, sino
que, además, crea un saber que, en el caso del poder que
domina, tiene efectos de verdad que, de paso, legitima las
relaciones de dominación por medio de la generación
de disciplina.
Entonces, donde hay poder hay resistencia, pero
esa resistencia
¿logra generar su propio saber? ¿Logra producir
mecanismos efectivos de formación y acumulación de
saber, métodos de
observación, técnicas de registro,
procedimientos
de indagación y aparatos de
verificación?
A partir de los trabajos anteriores he trabajado la
hipótesis de que el poder al mostrarse en
forma descarada y desnuda en la cárcel, sí genera
un conocimiento
tanto en los vigilantes como en los vigilados. Este conocimiento
se da desde el aprendizaje de
rutinas hasta la formulación "orgánica" de un
posible contraponer que le gana espacios al poder. Vale decir,
el
conocimiento socialmente construido, vía la
transmisión y una posible conceptualización, se
puede volver saber.
Deliberadamente elegí para el presente trabajo
esta última hipótesis. Es decir, partí del
convencimiento de que experiencias límites tales como la
tortura y el encierro sí generan un saber que puede ser
"utilizable" por las resistencias.
Vale decir, partí con la respuesta ya dada y luego
salí a "terreno" a comprobar mi hipótesis. Esto me ayudó para la
formulación de preguntas que iban dirigidas a encontrar
elementos que apoyaran mi teoría.
Reconozco que hay una violencia en
esto, pero fue la única forma de la que me pude valer para
focalizar algo tan amplio en vivencias, por su singularidad, como
lo son la tortura y el encierro. Elegí, entonces,
contrastar mi teoría
con las respuestas que me iba dando el "terreno".
Para comprobar mi hipótesis opté, por una parte,
nutrirme del sustento teórico ya mencionado, de manera que
me sirviera como piso para la formulación del problema y
las preguntas. Para esto confronté a Michel Foucault con
Max Weber,
para descubrir, por contraste y comparación, qué
había en sus teorías
sobre el poder que me acercaran a la relación
poder-saber.
Por otra parte elegí la técnica de
la entrevista,
cuya transcripción y análisis presento en este trabajo. La
finalidad de la entrevista
era obtener algún tipo de información que comprobara o desaprobara mi
hipótesis.
Problema de investigación:
¿Existe la construcción social de saberes compartidos
a raíz de experiencias límite como la
tortura?
Este estudio, se inserta dentro de una
orientación fenomenológica. Se busca encontrar
elementos en los discursos de
personas que puedan indicar el fenómeno de la construcción social del "saber
resistencial" a partir del poder ejercido sobre los cuerpos,
desde la perspectiva de actores que han vivido su cotidianidad en
lugares como la cárcel, la clandestinidad y la militancia
política
orgánica, entorno desde los cuales el sujeto tiene una
perspectiva de lo social.
II. Marco teórico
a) El problema del poder en Michel Foucault y Max
Weber
Al realizar los trabajos de observación en torno a la
cárcel en general, y a la Cárcel de Alta Seguridad en
particular, y ahora sobre la tortura, nos hemos topado con el
inconveniente de no manejar un lenguaje que
exprese la tensión ahí observada, por una parte, y
con la insuficiencia teórica que poseemos para analizar la
experiencia recogida.
En mi caso personal esto se
centra, sobre todo, en la cuestión del conflicto que
se muestra
particularmente desenmascarado en la tortura, en la disciplina
horrible a la que son sometidos los reclusos y a la resistencia u
obediencia con la que ellos reaccionan ante la privación,
impuesta, de la libertad, e
incluso de subjetividad.
Concretamente me interesa el "rendimiento" que genera la
cárcel tanto para los carceleros como para los presos, y a
un nivel más extremo, la tortura tanto para torturadores y
torturados.
¿Genera la cárcel algún tipo de
conocimiento,
de saber que "ilustre" tanto al que domina como al dominado, en
el espacio concreto de la
cárcel? ¿Genera la tortura algún tipo de
saber tanto para el que domina como para el dominado?
Para superar esta invalidez teórica, a la que
hacía mención, he tomado a dos "grandes
teóricos de la teoría
del poder". Mi interés no
es demostrar cual de ellos es más objetivo o
está más cerca de la verdad. No. Simplemente he
intentado confrontar dos teorías, dos lenguajes, con el fin de
enriquecer el arsenal teórico básico que poseo,
para usarlo como herramientas
analíticas de lo observado en torno a la
cárcel y la tortura: el poder.
El poder en Michel Foucault
Lo central que logra Foucault con su
noción de poder, es desplazar las preguntas
clásicas acerca de él (la del sujeto:
¿quién detenta el poder? ¿quién lo
soporta?; el lugar de ejercicio ¿en dónde
está ubicado?; y la esencia del poder ¿qué
es el poder?), con la pregunta por el modo de funcionamiento
específico (cómo funciona) y la de sus efectos,
(qué produce el poder).
Para el análisis de las relaciones de poder
Foucault apunta que "… apenas si disponemos por el momento
más que de dos modelos: el
que nos propone el derecho (el poder como ley,
prohibición, institución) y el modelo
guerrero o estratégico en términos de
relación de fuerzas".1 Vale decir, tenemos el
contractualismo de la filosofía política
clásica, -considerada desde sus orígenes hasta
Norberto Bobbio- y, por otra parte, la "tradición"
crítica de "desencantadores" -que pasa por las figuras
centrales como Marx, Nietzsche,
Freud de
alguna manera, hasta Foucault mismo-.
El perfil propio de Foucault es la preocupación
de la relación genealógica del poder con el saber
como fenómeno que produce verdad. Su búsqueda va
por el lado del análisis de la maquinaria de poder,
entendiéndola como tecnología
específica con tácticas y estrategias, las
que generan discursos que
se imponen como verdades. Más concretamente persigue
definir el cómo el poder se convierte en un saber que se
instala como verdad, y el cómo a través de esta
verdad se legitima la exclusión, el dominio y el
castigo en el cuerpo social.
Foucault critica, por tanto, principalmente los
postulados que se refieren al poder como propiedad,
como localización, como subordinación, como modo de
acción y como legalidad. En el primer caso se postula
tradicionalmente que el poder es algo que lo posee la clase
dominante. Foucault dice que el poder no se posee, se ejerce. No
es una propiedad sino
una estrategia, algo
que está en juego. El
segundo postulado ubica al poder en el Estado.
Frente a esto Foucault sostiene que el poder no tiene un lugar
privilegiado, su poder es un efecto de conjunto. El hecho de
pensar que es en el Estado
desde donde se ejerce el poder ha llevado al error de pensar en
la toma del poder como toma del Estado, y la
intención de crear un contra-Estado, como
la forma de ejercer el poder. Luego la visión de la
subordinación apunta a que el poder estaría
supeditado a un modo de producción que sería su
infraestructura. Foucault resalta que el poder no es una
superestructura, un epifenómeno de lo económico. El
cuarto postulado sostiene que el poder actúa a
través de mecanismos represivos e ideológicos.
Foucault insiste, por el contrario, por una imagen positiva
del poder: Este produce lo real, transformando
técnicamente a los individuos, la normalización. El último
postulado dice que la Ley es la
expresión del poder del Estado. a la
ley, Foucault
la concibe como el ejercicio actual de unas estrategias, que
entre otras cosas, gestionan diferentes órdenes de
ilegalismos.
Foucault encuentra algunos lugares donde el poder se
muestra
descaradamente. Estos son las prisiones, las escuelas, los
hospitales, los sanatorios para enfermos mentales y las
fábricas. En la prisión, por ejemplo, el poder se
muestra tan
abiertamente porque tiene una justificación moral que lo
legitima y justifica, dominando sobre el Bien y el Mal, el orden
y el desorden.
Por otra parte Foucault manifiesta que el problema de la
explotación, de quién se lleva el beneficio, por
donde pasa y se invierte, está relativamente claro.
Más no así, el problema del poder. Intenta
especificar hasta dónde se ejerce este poder que se
muestra o
está oculto a la vez, que está en todas partes,
hasta qué instancias se ejerce. "Nadie, hablando con
propiedad, es
su titular y, sin embargo, se ejerce en determinada dirección, con unos a un lado y los otros
en el otro; no sabemos quién lo tiene exactamente, pero
sabemos quién no lo tiene."2
Las reducciones de las que ha sido víctima el
análisis del poder ha llevado a hacer valer
el esquema de que el poder es homogéneo en todas partes y
a cualquier nivel de dominación. Además se ha
planteado en los términos dicotómicos de que el
poder, que sería sobre todo negativo, tiene por un lado un
soberano que prohibe, y por el otro, un sujeto que se somete
afirmando esta prohibición. Esta forma de
explicación es la que ha adoptado el derecho
occidental.
Por el contrario, para Foucault el poder es coextensivo
al cuerpo social; las relaciones de poder son inmanentes a todos
los tipos de relación, de producción, de alianzas, familiares,
sexuales, jugando roles de condicionante y condicionado; es
multiforme, no obedece sólo a la forma de
prohibición y castigo; son estrategias en la
que se dan relaciones de fuerzas históricas, no se realiza
exclusivamente entre instituciones,
clases y grupos
políticos, es decir sujetos constituidos social e
institucionalmente, ya que el poder no está nunca en la
exterioridad, más bien cruza los cuerpos y los produce y
reproduce, desde el momento en que las relaciones de los hombres
se basan sobre rituales corporales cuyo efecto es la verdad
(ejemplo de ello son los reglamentos). El poder está en
las prácticas que se ejercen sobre el cuerpo.
Después vienen los discursos,
como efectos de estas prácticas.
Foucault saca como conclusión que la sociedad moderna
burguesa es una sociedad
disciplinaria. Ejemplos de ello son la arquitectura de
las escuelas, hospitales, cárceles, que son disciplinantes
institucionales. La crítica fundamental a los postulados
clásicos del poder, en definitiva, es a la idea que la
teoría
se tiene sobre sí misma como un lugar neutro con respecto
al poder, más sin embargo, el poder viene y cruza por
todas partes. Las relaciones de poder "sirven", no en la medida
de que están al servicio de
ciertos intereses económicos, sino porque pueden ser
usadas como estrategias.
No obstante, no hay relaciones de poder sin resistencias.
Estas se forman en el lugar preciso en que se ejercen las
relaciones de poder. La resistencia no es
externa al poder, existe por que está donde está el
poder, es múltiple tal como el poder.
El papel de la
teoría
en este sentido no es la formulación de sistemas globales
que clasifican, sino el estudiar, analizar lo específico
de los mecanismos de poder, descubriendo sus enlaces, las
extensiones, en pro de la construcción de un saber
estratégico.
Antes de pasar a Weber, para
ver su noción de poder, precisaré algunas de las
cosas antes dichas.
•En forma general se puede decir que el poder para
Foucault es una tecnología. Esta atraviesa
todos los cuerpos, al conjunto de las relaciones sociales. Es una
maquinaria que produce efectos de dominación
basándose en estrategias y
tácticas específicas. Tanto dominantes como
dominados son cruzados por las técnicas de funcionamiento
del poder. Este no se encuentra fijo ni localizado per secula
seculorum, ni es propiedad de
algunos individuos, clases o instituciones.
Se difunde diariamente por medio de incontables mecanismos y
prácticas sociales, las que al actuar, producen relaciones
móviles asimétricas.
•Al poder se le debe entender no como una esencia
o sustancia definitiva, sino como relación
desigual de fuerzas, como guerra. Lo principal
es su modalidad de lucha y enfrentamiento de fuerzas
distintas.
•Por otra parte, donde hay poder hay
resistencia. Estas se encuentran en una relación
de interioridad, generando cualquier ejercicio del poder, una
resistencia frente al mismo por parte de los sujetos dominados.
De la misma manera como el poder tiene la característica de estar diversificado,
atomizado, de la misma forma se despliegan las resistencias, ante los innumerables
micropoderes. Las formas de las resistencias
son variables,
pudiendo ser individuales o colectivas, pacíficas o
violentas, espontáneas u organizadas, de corto o largo
alcance. Lo principal es que son respuestas específicas
a micropoderes específicos, que actúan
interrelacionados como estrategias del poder.
•De lo anteriormente dicho se debe desprender la
noción de que no existe un poder
central, que tenga solamente como referente lo
político. Las formas y prácticas del poder son
múltiples, por lo que Foucault prioriza la pregunta del
cómo se ejerce el poder, antes que la de quién lo
personifica. Para él todo poder es un modo, manera de
acción de unos sobre otros. Se ejerce el poder en la
medida de que unos individuos sean capaces de "gobernar y
dirigir las conductas" de los otros.3 Para Foucault
cualquier modalidad de gobierno
implica una práctica política mediante
la cual se persigue estructurar una disciplina.
Conducir conductas significa gobernar, siendo esta la forma
más lograda del poder. Sin embargo el poder como
gobierno no
es sinónimo de sometimiento total de las conductas de
los "sujetos" sociales. El poder siempre se enfrentará a
sus propios límites, existiendo la rebeldía, la
contestación, el suicidio como
posibilidades de resistencia y contrapoder de los sometidos. "
La característica más notable del
poder es que algunos hombres pueden, más o menos por
completo, determinar la conducta de
otros hombres pero nunca exhaustiva ni coercitivamente. Un
hombre
encadenado y golpeado está sujeto a la fuerza que
se ejecuta sobre él. No al poder. Pero si puede ser
inducido a hablar, cuando su último recurso
podría haber sido morderse la lengua y
preferir la muerte,
entonces ha sido orillado a actuar de cierto modo. Su libertad ha
sido sujeta al poder. Ha sido sometido al gobierno"4
•Los poderes microfísicos se
conjugan, conjugándose en una
macrofísica de poder, pero "… para que
el Estado
funcione como funciona es necesario que haya del hombre a
la mujer o
del adulto al niño relaciones de dominación bien
específicas que tienen su configuración propia y
relativa autonomía".5
•Para Foucault el análisis del poder
no debe ir por el lado de la subjetividad de los
individuos que detentan el poder. Las intenciones y
voluntades de los poderosos no son la importantes, sino
más bien la microfísica del poder, las
prácticas y los dispositivos tecnológicos de
dominación. Así por ejemplo, no la
ideología de los sujetos particulares, sino los puestos
y funciones
sociales que desempeñan y desde los cuales ejercen y
reproducen las prácticas del poder.
•Foucault cambia, como decíamos antes, la
noción negativa acerca del poder. Pero el que el
poder sea positivo no significa que
sea contrario a lo negativo, vale decir que sea "bueno" y no
"malo". Lo que lo vuelve positivo es su producción de efectos, controles,
necesidades, regulaciones del cuerpo social. No es el
antónimo de un poder negativo que todo lo prohiba,
censure y reprima. Es la producción de deseo, de prácticas
y saberes. No es que la ley exista
para, mediante la prohibición, destruir, sino que su
función es la de reproducir el poder acorde a las
relaciones de dominación y explotación existentes
socialmente. Así :"…se educa a poblaciones enteras
para que se maten mutuamente en nombre de la necesidad que
tienen de vivir".6
•Para Foucault el poder y el saber
están relacionados dialécticamente, ya
que toda forma de poder conlleva un discurso que
legitima y reproduce las relaciones de dominación. El
poder "crea objetos de saber, los hace emerger acumula
informaciones, las utiliza. No puede comprenderse nada del
saber económico si no se sabe cómo se
ejercía, en su cotidianidad, el poder y el poder
económico. El ejercicio del poder crea perpetuamente
saber e inversamente el saber conlleva efectos de
poder."7 El ejercicio del poder es, en cierta
medida, la producción de discursos
que se vuelven verdades incuestionadas. El discurso es
una forma específica de poder. Procura la
legitimación del mismo, mientras el poder
institucionaliza al saber. La "verdad" es para Foucault "un
conjunto de procedimientos
reglamentados por la producción, la ley, la
repartición, la puesta en circulación, y el
funcionamiento de los enunciados" 8 legitimadores
del poder. Pero el saber no es sólo legitimación,
sino además es la producción de mecanismos efectivos de
formación y acumulación de saber, métodos
de observación, técnicas de registro,
procedimientos
de indagación y aparatos de
verificación.
•La relación entre poder-saber-verdad en
el capitalismo se da en la forma de la
exclusión y la disciplina como
técnicas específicas de él. Concretamente,
el discurso del
capitalismo
excluye y censura al constituir al saber en Ciencia, en
la verdad absoluta.
•El discurso como forma de poder
puede ser asumido a su vez, por grupos
sociales e intelectuales contestatarios como medios de
resistencia frente a los poderes opresivos. "…Los
discursos,
al igual que los silencios, no están de una vez por
todas sometidos al poder o levantados contra él. Hay que
admitir un juego
complejo e inestable donde el discurso
puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero
también obstáculo, tope, punto de resistencia y
de partida para una estrategia
opuesta. el discurso
transporta y produce poder; lo refuerza pero también lo
mina, lo expone, lo torna frágil y permite
detenerlo".9 Pero, para que la teoría sea critica y logre desenmascarar
al poder, no puede plantearse como un sistema
totalizador de verdades. Para e invertir los poderes
microfísicos propone la construcción de un discurso
crítico, que se vea a sí mismo como herramienta
de lucha, que analice, cuestione, denuncie públicamente
al poder, sus núcleos, y revelar cómo
actúa y quién lo sostiene. La teoría contra el poder debe denunciar,
formular preguntas, dudar, intuir, y plantear posibilidades de
soluciones
prácticas. Sin embargo, Foucault se opone radicalmente a
que sean los intelectuales quienes hablen por las clases
dominadas. Los humillados y ofendidos son los que deben hablar
por sí mismos, y no los favorecidos por el sistema del
poder-saber que se levantan a sí mismos como los
líderes de los oprimidos. Finalmente, la noción
importantísima, de que:
•El poder es inmanente. Con esto
critica el postulado dualista que divide el cuerpo social en
estructura
(las relaciones de producción) y superestructura (
ideología, política, moral). El
poder no es un invento de la ideología dominante, ni es
un epifenómeno de la lucha de clases. El poder es
inherente a las relaciones de producción, a las sexuales, familiares,
escolares, religiosas y políticas. Para Foucault el poder es un
fenómeno propio, indisociable de cualquier
práctica social.
El poder en Max Weber
Para Max Weber
poder significa "la probabilidad de
imponer la propia voluntad, dentro de una relación social,
aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el
fundamento de esa probabilidad".10 Como encuentra que
este concepto es
sociológicamente amorfo, ya que son múltiples las
situaciones en las que alguien está en posición de
imponer su voluntad sobre ellas, desarrolla el concepto de
dominación. Por esta entiende la "probabilidad de
encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre
personas dadas", vale decir, que "sólo puede significar la
probabilidad
de que un mandato sea obedecido".11 Por disciplina
"debe entenderse la probabilidad de
encontrar obediencia para un mandato por parte de un conjunto de
personas que, en virtud de actitudes
arraigadas, sea pronta, simple y automática".12
Vale decir, la "obediencia habitual" de las masas sin resistencia
ni crítica, afirma Weber. Para
él, la situación de dominación necesita de
alguien que mande eficazmente a otro, estando unida
a la existencia de un cuadro administrativo o una
asociación, o a ambas. La asociación es
asociación de dominación cuando sus miembros
"están sometidos a relaciones de dominación en
virtud del orden vigente".13
Como vemos, en sus definiciones sobre el poder, Weber es fiel
a su punto de partida para la construcción de sus análisis, a saber, el actor y la
acción social, las relaciones sociales y los hombres
interactuando. Sus preocupaciones principales van orientadas
hacia la subjetividad de los actores, a las voluntades, la
agencia humana y el esfuerzo. Para él es fundamental la
noción de que los individuos albergan fines e intenciones
en sus actos. Así, por ejemplo, las acciones
sociales (acciones
orientadas por las acciones de
otros, que tienen en cuenta la actividad de
terceros),14 y las relaciones sociales (conducta de
varios, que se presenta como recíprocamente referida,
orientándose por esa reciprocidad, consistiendo en la
probabilidad de que se actuará socialmente en una forma,
con sentido, indicable)15, pueden orientarse en la
representación de un orden legítimo, en la validez
de ese orden. La legitimidad del orden puede estar garantizada,
según Weber, de
manera puramente íntima (por entrega sentimental; racional
con arreglo a valores;
religiosa), o por las expectativas de consecuencias externas, por
una situación de intereses. Por esto un orden puede
llamarse convención (cuando, por ejemplo, una
conducta
discordante tiene como respuesta la reprobación general),
o derecho (cuando existe la probabilidad de la
coacción -física o
psíquica- ejercida por un cuadro de individuos que obliga
la obediencia a ese orden y castiga la
transgresión).
Como vemos, Weber
encuentra las causas del orden, de su legitimidad, de su validez
en la voluntad de los individuos mismos, ya sea voluntad
orientada "voluntariamente" o por coacción, pero voluntad
al fin. Así, los actores sociales creen en una legalidad
legítima, en virtud de un pacto, o en virtud del
"otorgamiento" por una autoridad
considerada como legítima y del sometimiento
correspondiente".16
Los sujetos otorgan validez, quitan validez, someten y
también luchan: "una relación social es de
lucha cuando la acción se orienta por el
propósito de imponer la propia voluntad contra la
resistencia de la otra u otras partes".17 En otras
palabras, se lucha para obtener mayores cuotas de poder, es
decir, de imponer la propia voluntad aun contra toda resistencia.
De manera que el poder se posee. Esto queda más claro
aún cuando Weber habla de la división del poder en
la comunidad.
Weber supera, desde su punto de vista, también la
noción de que el poder "en general", dice él, tenga
como origen sólo al poder económico. Él
sostiene que ocurre lo contrario, que el origen de este
último puede ser la consecuencia de un poder ya existente
por otros motivos. El poder, incluyendo al económico,
puede ser valorado "por sí mismo". Uno de los motivos
puede ser el honor social que produce el poseer poder.
Weber sostiene, como decíamos, que el poder se
distribuye dentro de una comunidad por las
"clases", los "estamentos" y los "partidos". Las clases son
producidas por intereses vinculados a la existencia del mercado. El
destino de los hombres que son miembros de una clase se define
por las probabilidades de valorizar en el mercado sus
bienes o su
trabajo, vale decir "la situación de clase", la
posición ocupada en el mercado. El
estamento en cambio tiene
rasgos más comunitarios, caracterizándose la
situación estamental, no solamente por rasgos
económicos, "sino que por una estimación social
específica, positiva o negativa, del "honor" adscrito a
alguna cualidad común a muchas personas."18 Las
clases son, por tanto, parte del orden económico, los
estamentos del orden social -en la esfera de la
repartición del honor-, y los partidos "se mueven
primariamente dentro de la esfera del "poder". Su acción
está encaminada al "poder" social, es decir, tiende a
ejercer una influencia sobre una acción comunitaria,
cualquiera sea su contenido… La acción comunitaria de
los partidos, [en oposición a la de las clases y los
estamentos], contiene siempre una socialización. Pues va
siempre dirigida a un fin metódicamente establecido, tanto
si se trata de un fin "objetivo"
-realización de un programa con
propósitos ideales o materiales-
como de un fin "personal"
-prebendas, poder y, como consecuencia de ello, honor para sus
jefes y secuaces o todo esto a la vez."19
Más adelante afirma Weber, los medios de los
partidos
políticos "para alcanzar el poder pueden ser muy
diversos, desde el empleo de la
simple violencia
hasta la propaganda y
el sufragio por procedimientos
rudos o delicados".20
Vale decir, hay una esfera del poder -probablemente
central, esto queda más claro en la noción
de burocracia
moderna- que se alcanza, y que tiene directa relación, o
está determinada por ser, acción comunitaria
socializadora.
Derechamente el poder no es una
tecnología, como para Foucault, sino que es una
esfera por la que se lucha, se alcanza, se apropia y se
distribuye.
Podríamos ver en la noción de poder en
Weber, también una relación desigual de
fuerzas, en las situaciones de dominación en las
clases y los estamentos frente a los partidos, pero estos tres
operan cada uno en su propia esfera, mientras que para Foucault
no es que haya una relación desigual de fuerzas frente al
poder de unos, sino que el poder es una relación,
vale decir que hay poder en tanto que hay relación,
teniendo la característica de ser desigual,
asimétrica.
Por otra parte, el poder para Weber tiene que ver con la
voluntad impuesta sobre otro u otros, llegando a la
conclusión, relativamente semejante a la de Foucault, de
que hay variadas formas de poder. La dominación
sería un caso especial del poder. Aunque entiende al poder
como propiedad,
sostiene también una postura distinta al economicismo, en
la figura de que "como ocurre en otras formas del poder, en la
dominación no existe de ningún modo una tendencia
exclusiva o siquiera constante, por parte de sus beneficiarios, a
perseguir intereses puramente económicos, o a ocuparse
preferentemente de bienes
económicos."21 Esto resulta interesante porque
le permite pensar otras formas de dominación que no se
sirvan sólo del medio económico, y de puros fines
económicos. Como condición para la
dominación de una pluralidad de hombres, Weber
señala que se requiere "de un modo normal… un cuadro
administrativo; es decir la probabilidad, en la que se puede
confiar, de que se dará actividad, dirigida a la
ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos
concretos, por parte de un grupo de
hombres cuya obediencia se espera."22
Esta definición totalizante del cuadro
administrativo, se contrapone a la noción de especificidad
de las formas en que actúa el poder según Foucault.
Y esto no sólo tiene que ver con los análisis que se hagan con respecto al
poder, sino que a la metodología diametralmente distintas, (con
contadas excepciones según la lectura que
uno haga de Foucault-por ejemplo si el panóptico
sería un tipo ideal de dominación, lo que
llevaría a la conclusión de que Foucault trabaja a
partir de tipos deales-), utilizadas, a las que nos referiremos
al final.
En Weber es a partir de las clases de legitimidad que se
dan los distintos tipos de obediencia y del cuadro administrativo
que busca asegurarla, como del carácter "que toma el
ejercicio de la dominación". Es por esto que distingue
diferentes tipos de dominación según sus
pretensiones típicas de legitimidad. Porque la
dominación "por su propia pretensión de
legitimidad, por su índole la hace "válida" en
grado relevante, consolida su existencia y codetermina la
naturaleza del
medio de dominación."23 esto también
resulta interesante por asemejarse a la idea foucaultiana de los
discursos que produce el poder, que tienen efectos de verdad.
Claro que en Foucault esto no es causal, sino que es inmanente a
las prácticas de poder.
Otra noción que los acerca es la que se refiere a
la "obediencia" (disciplinamiento o normalización en Foucault). "Significa que
la acción del que obedece transcurre como si el contenido
del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en
máxima de su conducta; y eso
únicamente en méritos de la relación formal
de obediencia, sin tener en cuenta la propia opinión sobre
el valor o
desvalor del mandato como tal."24
Con respecto a los poderes microfísicos cuyas
prácticas resultan totalizantes, Weber menciona "el
ámbito de la influencia autoritaria de las relaciones
sociales y de los fenómenos culturales es mucho mayor de
lo que a primera vista se parece. Valga como ejemplo la suerte de
dominación que se ejerce en la escuela mediante
la cual se imponen las formas del lenguaje oral
y escrito que valen como ortodoxias… La autoridad de
los padres y de la escuela lleva su
influencia mucho más allá de aquellos bienes
culturales de carácter (aparentemente) formal, pues
conforman a la juventud y de
esa manera a los hombres."25
En este sentido, podemos decir que Weber no tiene una
pura noción negativa, prohibitiva de la dominación,
del poder. Al menos los efectos de las dominaciones producen un
tipo saber y también de sujetos. La diferencia entre los
autores radica en el concepto de
legitimidad, que en Weber -como veíamos antes en torno al derecho
y la convención-, es producto de
los sujetos mismos que se valen luego del poder, y no ellos
productos del
poder que es la visión foucuoltiana, más
dialéctica a nuestros ojos.
Weber distingue, como es conocido, tres tipos puros de
dominación legítima: la de carácter
racional, la tradicional y la carismática. Nos detendremos
brevemente en la primera, en su versión de
dominación legal con administración burocrática, que es
la específicamente moderna según Weber. En forma
general Weber define la dominación racional, como la que
"descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones
estatuidas y de los derechos de mando de los
llamados por esas ordenaciones a ejercer la autoridad"26, que sería la
autoridad
legal. El tipo más puro de esta dominación es la
que se ejerce por medio de un cuadro administrativo
burocrático, cuya aparición es el germen del
estado moderno
occidental. En este sentido lo que nos interesa de lo que resalta
Weber, es que "el gran instrumento de la superioridad de la
administración burocrática es… es
saber profesional especializado… La dominación
burocrática significa dominación gracias al
saber; éste representa su carácter racional
fundamental y específico."27
Esta idea es muy cercana a la que
señalábamos en Foucault, en cuanto el poder y el
saber están relacionados dialécticamente, aunque en
Weber quizás no se pueda hablar de dialéctica, sino
más bien el parte con su idea de racionalidad.
Luego Weber continúa "… y lo mismo que los
dominados sólo pueden defenderse normalmente de una
dominación burocrática existente mediante la
creación de una contraorganización propia,
igualmente sometida a la burocratización, así
también el aparato burocrático mismo está
ligado a la continuidad de su propio funcionamiento por intereses
compulsivos tanto materiales
como objetivos, es
decir, ideales… La burocracia
continúa funcionando para la revolución
triunfante o el enemigo en ocupación, lo mismo que lo
hacía con el gobierno hasta
ese momento legal."
Resaltamos esta idea, porque es la que más se
acerca a la noción de inmanencia de poder en Foucault a
toda práctica social, aunque en la figura de la burocracia. Para
Weber, aunque haya capitalismo o
socialismo, la
burocracia no
desaparecerá, ya que es lo característico de este momento
histórico. El socialismo
sólo logrará un perfeccionamiento de los métodos
burocráticos. Por eso para Weber "la cuestión es
siempre ésta: ¿quién domina el
aparato burocrático existente?"28 Para
Foucault, la burocracia es
evidentemente un efecto más del poder, ya que su
"definición" de poder es radicalmente distinta como hemos
visto. Para él el poder es la práctica social
misma, por lo que no desaparece.
Metodologías empleadas por los
autores
Mientras Weber ocupa "… la metodología propuesta para la construcción de tipos ideales… (que) para
explicar un comportamiento
político, por ejemplo, hay que fijar primero cómo
se hubiera desarrollado esa acción de haberse conocido
todas las circunstancias y todas las intenciones de los
protagonistas y de haberse orientado éstos para la
elección de medios, de un
modo racional en relación con los fines. Este tipo-ideal
así concebido permitirá analizar las acciones
reales como desviaciones de ese modelo"29, Foucault se opone a la
noción unitaria y totalizante de un discurso
omnicomprensivo, lineal y en permanente desarrollo
lógico. "Frente a la continuidad se subraya la
discontinuidad, con relación a la unidad se prioriza la
diferencia, en vez de la totalidad se reivindica la
dispersión y la autonomía."30
Mientras en Weber "tanto como una sociología hay en él una
filosofía de la historia, recorrida por una
idea-fuerza, la de
la Racionalidad: El desarrollo del
hombre es el
de una creciente racionalidad en su relación con el
mundo"31, Foucault critica la concepción
trascendental de la historia, "la cual postula
la existencia de un origen y un final de las
cosas,… rechaza cualquier forma de teleología y
causalismo, renuncia a los conceptos de devenir y progreso, y se
aparta del planteamiento de un macrosujeto racional… Busca, en
definitiva, cuestionar la tradicional concepción
historicista del devenir, a la cual sustituye por el
análisis de las transformaciones y
discontinuidades de los discursos en su
especificidad."32
Conclusiones de la discusión
Foucault-Weber
Como vemos, ambos autores hacen un estudio exhaustivo
del poder, de las relaciones de poder y de la dominación.
Curiosamente, por el orden que le hemos dado a nuestra
exposición, hemos hecho prácticamente una lectura
foucoultiana de Weber. Esto en el sentido de que hemos
confrontado categorías gruesas de Foucault con la
sistematicidad que caracteriza a Weber.
Más allá de las diferencias, tanto
epocales como epistemológicas, hemos encontrado un gran
nexo, que es al que brindamos mayor interés:
La relación entre poder y saber. Ambos autores tocan esta
relación llegando a conclusiones bastante cercanas, al
menos en el sentido de su "inmanencia", de su
determinación mutua. Es en esta línea, la del
poder-saber que tiene efectos de verdad que legitiman ciertas
prácticas de dominación, y la de la creciente
racionalización weberiana que lleva al poder de los
especialistas, legitimando al poder burocrático, que nos
interesará continuar una investigación que complemente el aspecto
teórico con su versión empírica. Las
categorías utilizadas por ambos autores nos ofrecen un
amplio espectro de análisis para las observaciones e investigaciones
que queramos emprender.
b) Fuentes
posibles de la construcción del "saber
resistencial"
Los relatos e historias de la vida diaria de estas
personas podrían constituirse en posibles fuentes de
este saber específico que hemos llamado "resistencial". En
las conversaciones o a través de los medios de
difusión de información propios de sus entornos
particulares, se debiera advertir la recurrencia de narraciones
de torturas, donde debieran quedar registrados los indicios que
manifiestan la peligrosidad de una situación perfectamente
posible para ellos. En estas historias debieran aparecer una
víctima y un victimario en un escenario, su encuentro, la
interacción mediada por técnicas específicas
y el resultado del encuentro. Estos elementos de registro
colectivo constituirían al "saber
resistencial".
De esta manera, surge una producción de todo un conocimiento que
comprende el proceso de
reconocimiento e identificación de los actores y de los
resultados de sus acciones, pues
los relatos revelan la identidad y la
lógica
de la actuación del torturador, aspecto que permite al
lector o al oyente, proyectarse o anticipar la posibilidad de
constituirse en víctima potencial y planificar acciones
preventivas. Por tanto, se aprende cuándo, dónde y
frente a quién actuar de determinada manera. Se
actúa pues, porque hay sujetos y situaciones definidas
socialmente como amenazantes. Se comparten en estos "saberes
resistenciales" también toda una serie de medidas, las que
se materializan en el despliegue de una serie de acciones
planificadas para proteger la información poseída y a las personas
de las que se tiene conocimiento, hacer más difícil
el acceso del torturador a esta información preciosa, y en lo posible
neutralizar su acción.
En la conformación del saber intervienen pues, la
confrontación de hechos y procesos
simbólicos y comunicacionales tales como: la experiencia
misma de la tortura y el acceso a los diferentes relatos de
experiencias de este tipo por otras personas, que se obtienen
de:
- La comunicación de las experiencias a
través de la conversación cotidiana de estas
personas en las relaciones cara a cara; - la recepción de mensajes provenientes de
diferentes medios de
difusión "especializados" de información, como libros-testimonios, estudios, etc.
S esto así fuese, en la experiencia de la
tortura, el sujeto se presenta ya con imágenes y
categorías preconcebidas obtenidas de narraciones
anteriores, que le orientan sobre el posible curso de la
interacción. Pero así mismo la vivencia de la
tortura introduce elementos que podrían "enriquecer" en
más información las diferentes versiones, para
luego traspasarla a otros (saber colectivo).
Ambos procesos
comprenden la construcción de tipificaciones, en el
primero de la experiencia de primera fuente, en el segundo de la
narración de otros con los cuales existe una
identificación. Tanto el uno como el otro se introducen en
un proceso
continuo de representación y acumulación de
conocimiento asociado al evento del encuentro.
a) La experiencia de la tortura
La experiencia de la tortura, es la vivencia que
confronta al sujeto (a pesar de su resistencia) con el hecho de
relacionarse con un Otro que resulta ser "predador" de la propia
integridad, y a sí mismo como "presa". La experiencia de
la tortura es una experiencia límite en el sentido de
instaurar la permanente desconfianza en los límites de uno
mismo y de la
organización a la cual uno pertenece y la certeza de
la factibilidad
del acto. La vivencia de la tortura se convierte en un testimonio
indudable asentado en la legitimidad del interlocutor. Es fuente
directa de la posible construcción de versiones que se
transmitirán y se tipificarán constituyendo ellas
mismas fuentes
"verdaderas" para el continuo proceso de
categorización y tipificación, que confirman la
realidad material del hecho.
b) Los relatos de tortura en la conversación
cotidiana:
Una de las principales fuentes de la
conformación del "saber resistencial" a la tortura, es la
presencia y recurrencia del tema en las conversaciones de la vida
cotidiana de estas personas. A través de la
conversación, se transmiten y comunican los relatos
acotando los comportamientos y características posibles de
los actores y contextos.
El hecho de participar en narraciones que presentan
situaciones de tortura en las cuales la víctima resulta un
sujeto conocido, -un amigo, un camarada, un hermano-, constituye
la prueba material de la factibilidad del
hecho. Se puede decir que existe un principio de
identificación entre aquellos que participan en el relato,
que les permite asumir que lo que le pasó a otro con el
que se comparten ciertas condiciones de vida, le puede suceder
verosímilmente al sujeto. Es decir, el sujeto se plantea:
"yo pude estar en su lugar".
De este modo, la conversación de la vida
cotidiana es una fuente donde privilegiadamente se reúnen
sujetos semejantes a compartir experiencias similares, pues los
grupos a los
cuales pertenece la persona le
predisponen a introducirse en ciertos contextos conversacionales,
así como a determinados contenidos conversacionales en
lugar de otros. Se puede pensar que en cada conversación
se ofrecen casos y personajes posibles, se fijan los modos e
identidades de los actores, y la víctima es alguien como
uno mismo.
La información acumulada aparece como un
oráculo colectivo que indica lo que ha ocurrido y
ocurrirá, señalando el peligro de la vida y
la
organización. Probablemente cada narración
gatillen otras narraciones, en un flujo comunicacional entre los
hablantes que producen tablas categoriales y taxonomías
propias que ordenan la información dispersa. Esta
sistematización colectiva, el "saber resistencial",
cumplirá la función de adquisición de
conocimientos que permitirán el despliegue de
prácticas de evitación y defensa.
En este sentido, se va acumulando todo un conocimiento
en torno al encuentro. Pero es un conocimiento singular, ya que
el contenido y eficacia de las
diferentes historias se fundamenta en la gama posible de
vivencias comunes, (en virtud de compartir condiciones sociales y
materiales de
existencia) que en términos generales delimitarían
las circunstancias del evento para cada grupo de
víctimas posibles, permitiendo así el compartir y
creer la veracidad de las historias. De este modo, la
posesión de recursos y
objetos, el tipo de vida que se mantiene (ser ex-preso
político por ejemplo) y la red de proyectos y
valores del
grupo, es
esencial como escenario y como elemento estructurador de los
relatos posibles.
III. Método del
presente estudio
El principio teórico que subyace en este estudio
se inserta dentro de la tradición fenomenológica de
las ciencias
sociales (Alfred Schutz y Harold Garfinkel) junto con
elementos del teórico del saber-poder, Michel Foucault. Es
decir, partimos de la premisa que sostiene que la conducta humana
-lo que dice y hace la gente-, es producto del
modo en que define su realidad (Taylor, S. J y R.
Bodgan: 1990).
En nuestro estudio ampliamos esta definición con
la noción foucaltiana de poder, que viene de una
tradición distinta a la fenomenológica.
Según ésta, como lo hemos discutido, el poder es
una tecnología que cruza todos los cuerpos,
produciendo efectos de dominación basándose en
estrategias y tácticas específicas. Es una
relación desigual de fuerzas, que tiene una modalidad de
lucha de fuerzas distintas. Pero lo más importante, y de
ahí que se nos haga posible entroncarla con la construcción social de la realidad: donde
hay poder hay resistencia. Estas se encuentran en una
relación de interioridad, generando cualquier ejercicio
del poder, una resistencia frente al mismo por parte de los
sujetos dominados. El poder es positivo, en el sentido que es la
producción de deseo, de prácticas y
saberes.
En términos específicos, cuando hablamos
de la construcción social de "saberes resistenciales", se
quiere explorar fundamentalmente los procesos y
fuentes
comunicacionales, así como un conocimiento del sentido
común elaborado en torno a la posibilidad del encuentro
con un Otro amenazante. Este se expresa en un discurso que
contiene los relatos y explicaciones que codifican el evento (el
encuentro) permitiendo así a los sujetos la
definición y aprehensión del
fenómeno.
Como estrategia de
investigación, se ha decidido implementar
la metodología cualitativa pues se asocia al
estudio fenomenológico de la vida social (Taylor, S. J y R.
Bodgan. 1990). Este modo de investigación permite la producción
de datos
descriptivos, que constituyen ellos mismos la perspectiva de los
actores investigados: sus palabras, sus acciones. De acuerdo con
esta idea, se ha implementado una metodología de carácter cualitativo
como modo de investigar el discurso y la experiencia asociados a
la vivencia de la tortura.
a) Técnica de recolección de información: La entrevista
grupal
Se ha implementado la entrevista
grupal como estrategia
metodológica, pues permite acceder a los significados y a
los relatos estructurados verbalmente, que se asocian a la
experiencia de la tortura. La entrevista
es un método que
se adapta a los propósitos de este estudio, pues permite
explorar y registrar lo que es importante para los sujetos; sus
perspectivas y definiciones; el modo en que ven, clasifican y
experimentan ellos mismos su realidad (Taylor, S. J y R.
Bodgan. 1990). En su versión grupal, la entrevista
permite acceder a la trama colectiva que significa las
experiencias vividas, por medio de un habla y una escucha
grupal.
Por lo delicado del tema, la tortura, no
diseñé una entrevista
dirigida que tuviera un cuestionario
escrito de antemano. Preferí lanzarme a una entrevista no
dirigida, para darle la iniciativa casi plena a mis
entrevistados. Esto, por el temor a la posibilidad de no poder
siquiera lograr algún nexo de confianza para que me
hablaran de sus experiencias y reflexiones. Mis preguntas, que de
todas maneras tenían cierta intencionalidad dirigida, las
intenté formular de tal manera que mis entrevistados
pudiesen narrar sus propios puntos de vista y
vivencias.
El riesgo de basarse
en la entrevista
es la probabilidad de distorsión que puede haber de mi
parte como entrevistador con lo que ellos me han transmitido. He
transcrito, por esto, la entrevista
en su integridad y en forma literal. La otra deformación
es la que puede venir de ellos por problemas de
memoria; por
el tiempo
transcurrido entre, por ejemplo, el momento de la tortura y
la entrevista
-varios años-; por el que inconscientemente la memoria
haya querido seleccionar sólo algunos aspectos de lo
acontecido; y, algo no menos relevante, por tratarse de un tema
tan desgarrador -el haber aguantado o no la tortura, es una
información profundamente íntima y
compleja-, el olvido puede haber operado tanto por motivos de
"auto análisis", como por la presencia al temor a
posibles problemas de
seguridad. Debido
a estas razones es muy probable que el habla entrevistada
esté autocensurada, y halla elegido voluntariamente obviar
ciertas informaciones o deformarlas conscientemente.
Sin embargo, he optado, por respeto hacia
ellos y por tratarse de una única entrevista, no
sospechar de sus palabras y tomarlas como verdaderas, asumiendo
que tras los contenidos manifiestos expresados también
habitan contenidos latentes a dilucidar.
Un elemento que resultó recurrente, y que pudo
entorpecer la entrevista,
fue el problema del vocabulario. Tras un tiempo de
lecturas académicas y sociológicas, mi forma de
expresión ha cambiado sustantivamente, alejándose
del "sentido común". Por lo tanto hablo, sin notarlo, con
conceptos y categorías que para mí resultan claros
y precisos, pero no así para mis entrevistados. Los
significantes que lanzo pueden significarse de maneras totalmente
distintas a la perseguida. Esto constituye un "obstáculo
epistemológico" importante a superar. Por el hecho de no
haber operado con una entrevista
estructurada este problema aparecía con mayor facilidad.
En el curso de la entrevista
intenté corregir esta falencia, tratando de ponerme en un
papel, que por
lo demás era como me miraban ellos, de igual a igual,
incluyendo a lo que se refiere al lenguaje. (En
la transcripción de la entrevista se puede observar esto
con mayor detalle).
b) La muestra
Dadas las premisas de este estudio, se consideró
desde el principio entrevistar a personas que hayan vivido la
experiencia de la tortura. Además, se quiso tomar en
cuenta la experiencia de la tortura en diferentes épocas,
tanto en dictadura como
en democracia.
Por ello, cada informante que nos ofreció su habla
constituyó un aporte de valor
inestimable para la comprensión del problema que
estudiamos.
Elegí tres entrevistados como medida para
favorecer una posible discusión a partir de un escucharse
colectivo. Para mi sorpresa, después de asegurarles el
anonimato y el buen manejo de la información, esta
discusión se dio fácilmente lo que hizo olvidar, de
alguna manera, que lo que los convocaba era el dispositivo de una
entrevista. El hecho de que dos de los entrevistados me
conocieran, o tuvieran al menos antecedentes sobre mí,
facilitó que se hablara con soltura y
confianza.
c) Proceso de
Recolección de Información
Este proceso se
llevó a cabo en dos etapas. Una exploratoria y otra de la
entrevista misma. El proceso se desarrolló entre los meses
de septiembre y noviembre de 1998 en la Universidad
Arcis.
La fase exploratoria consistió en una serie de
conversaciones abiertas, utilizando el sistema de
rastreo "bola de nieve". El propósito de estas
conversaciones fue principalmente el intentar asegurar la
configuración de un "grupo
auténtico" y rico en información para el momento de
la entrevista grupal, simultáneamente que "legitimar" al
propio entrevistador, de manera que me tuvieran suficiente
confianza ("ir dateado") para el tipo de información que
se me iba a ofrecer. Estas conversaciones sirvieron,
además, para ir tanteando tópicos a tocar y
profundizar como para descartar otros.
La entrevista se realizó en un ambiente
conocido y cotidiano para los entrevistados, de manera que el
entorno del encuentro interfiriera lo más mínimo
posible en la entrevista misma. Frente a mi propuesta de realizar
la entrevista en un lugar privado, mis entrevistados prefirieron
hacerla en un lugar lo más público
posible.
d) Procedimiento
analítico
El análisis de resultados comprendió
fundamentalmente el análisis de contenido de la entrevista
y la
organización e interpretación de la
información para dar cuenta del
fenómeno.
IV. La entrevista
Tenemos tres entrevistados, a los que
llamaremos Esteban, Bernardo y Jorge. Los tres pasaron por la
tortura, estuvieron presos durante varios años, y luego
fueron dejados en libertad.
Bernardo y Esteban estuvieron en la cárcel en el
período de la dictadura, y
Jorge en democracia.
Los tres pertenecían a orgánicas paramilitares de
izquierda. La transcripción es literal.
*¿Creen ustedes haber desarrollado
algún tipo de conocimiento en la
cárcel?
B: Es una buena pregunta,
desarróllala más. Justamente por ese tema me he
peleado con muchos.
J: ¿Con conocimiento tú te
refieres a si hay alguna relación que se genera ahí
dentro, con el guardia?
*Por ejemplo, si es que ustedes antes de caer a la
cárcel ya estaban preparados para caer a la
cárcel… si es que habían trabajado la idea de
cómo iba a ser cuando cayeran en la
cárcel.
B: No. (Sí, es una buena pregunta.)
Incluso eso fue motivo de discusión por la idea de generar
una cartilla, una pauta, una guía para
entregárselas a los compañeros que cayeran. Es
decir una cartilla que indicara cómo enfrentar la tortura,
qué decir, qué contar.
E: Yo cacho que en esta huevá
siempre hubo una previsión respecto a esta huevá.
Se supone que las chapas, el manto y la leyenda tenían
relación con que tú tenías que construirte
una historia, una
justificación del porqué tú te encontrabas
en el lugar, cachái. Eso también tenía mucha
dependencia con la forma como te detenían. Si te
detenían en un asalto, donde te agarraban a balazos
obviamente no tenías muchos… Pero en otras fases
había, digamos, una estructuración y
revisión respecto a este problema. Igual la gente
asimilaba o no, consciente o no, siempre yo creo que estuvo la
idea de preparar a la gente para el interrogatorio, y para la
tortura. A lo mejor hubieron otros casos, pero no es la
oportunidad para traerlos acá. Pero esa es la
impresión que tengo yo.
*Pero en el caso tuyo J. ¿se dio una
preparación antes, una discusión en torno como
enfrentar la tortura o la cana?
J: Bueno, mi condición es bien
particular. Pero yo cacho que cualquier persona de
izquierda en tiempo de
dictadura o
que siguió actuando posterior a eso, contemplaba dos
alternativas: una era la muerte y la
otra caer preso. Aunque el siempre el caer preso era una cosa que
nunca le iba a pasar a uno. Cachái, no estaba dentro de
los cánones esa posibilidad, o muerte o nada,
cachái o no, o la clandestinidad absoluta. Pero siempre
estaba como alternativa también posible. Pero dentro de
todo eso yo creo que lo que ayudaba para poder sostenerse, lo que
en definitiva uno, o cualquiera de los presos con los que yo al
menos he conversado, sostenían que había una
preparación, en el sentido de que se sabía que si
uno entrega a alguien cuando cae preso y en la tortura, ese
alguien iba a tener hijos, iba a tener padre y madre, entonces la
seguidilla iba a ser muy grande, y la gente que iba a sentir
dolor iba a ser muy grande, entonces uno buscaba la forma de
cómo poder soportar eso para poder decir lo menos posible,
o no decir nada.
*Por ejemplo el año 74-75 hubo mucha gente
de otra generación que cayó presa y que pasó
por la tortura, el tiempo en que se armó el Comando
Conjunto etcétera, ¿Hubo un traspaso de alguna
forma de la experiencia de ellos, hacia ustedes por
ejemplo?
B: No.
J: Yo creo que en la lectura
sí. Uno podía constatar a través de la
cuestión teórica…
*En la lectura,
¿Pero, por ejemplo, a nivel orgánico hubo un
nexo?
E: No, por que yo te digo que la gente del
74 o del 73 es gente que se fue al exilio después de la
tortura. Sólo nos llegaban resonancias desde Europa, pero nada
más. La que se quedó se quedó, no sé
poh, en Melinka, otras varias ligadas a centros de tortura. Ellas
quedaron locas, o los reventaron, digamos, la gente pensaba con
la suerte de que esta huevá iba a bajar de perfil. Creo
que de alguna medida hubieron ciertos sectores que empezaron a
funcionar seriamente frente a esto, alrededor del 78.
B: Yo, por lo que me acuerdo, por ejemplo
todas las experiencias anteriores que hayan tenido otros
militantes desde año del golpe, todo esas experiencias,
por lo que yo tengo claro, se fiscalizaron en manuales de
seguridad
personal.
Ahora, esos incluso fueron complementados con todo lo que eran
las técnicas operativas que se aprendieron afuera. Pero yo
insisto, una preparación que tuviera cuerpo, que fuera
constante en función de enfrentar la tortura, o la
cárcel, no hubo. A lo que se refiere E. quizás son
las representaciones típicas y naturales que uno se hace,
bajo las posibilidades de ser detenido. Incluso hay experiencias
tan vulgares, tan pencas con respecto a ese trabajo, que
simplemente muchas veces esas dudas se obviaban con el simple
decir que "el Rodriguista o el Combatiente en la tortura no
habla". Lo cual era totalmente ajeno a la realidad, la
mayoría de los combatientes que caían sí
hablaban, sí entregaban información. Nunca callaban
en su totalidad. Yo insisto, nunca hubo una preparación
dirigida, nunca hubo una cartilla que dijera, puta,
prepárense pa' esto, pa' esto otro, lo demás eran
simplemente imágenes
que uno se hacía bajo la alternativa de caer muerto o caer
preso.
*¿Ustedes creen que si hubiese habido esa
preparación hubiese sido más fácil enfrentar
la tortura, por ejemplo?
B: Por supuesto.
E: No.
J: Yo tengo otra teoría
al respecto. O no teoría,
sino lo que a mí me ha tocado ver o lo que otros presos me
han contado, que han hablado o que no. Había como una
especie de…, quizás no habían estas cartillas que
dice este loco, quizás lo que se aprendía o se
enseñaba a través de esta teoría,
de escribir algunas cosas, eran las determinadas formas de
trabajar, de conspirar etcétera. Pero no había algo
más allá, que dijera " en la tortura tienes que
hacer esto o lo otro". Si no que lo que había era lo que
hacía cada mando, cada grupo, cada
gente que trabajaba, el jefe, por que mucho estaba determinado
por el jefe que tuvieras, ya que los mandos eran unipersonales,
entonces el jefe era el que te determinaba toda una forma de
trabajo al resto. Entonces se puede notar, si se hiciera un
análisis sociológico de cómo se
distribuían orgánicamente, se podría ver que
cada jefe incidía a su manera sobre la situación de
este u otro, de cuando cayeron presos o del enfrentamiento, si es
que se enfrentaron. Entonces, también uno tendía a
hacer ciertos compromisos entre amigos, y eso te seguía
hasta el momento en que tenías que pensar en que ibas a
caer en la cana. El compromiso ese en el que uno se decía
"nunca hay que hablar, nunca voy a decir", ese te
perseguía durante toda la vida. Te ibas fortaleciendo en
las conversaciones. Eran la forma de fortalecerte para una
actitud en un
momento determinado.
*Osea, si de alguna manera interpreto bien lo que
tú dices, ¿Ese compromiso que había
suplía de alguna manera, esta falta de conocimiento acerca
de la tortura?
J: Sí, es que un conocimiento…
por que tú puedes leer, de hecho uno lee los documentos de los
que han salido de la tortura, que claro uno no logra imaginarse
lo que sienten. Podrás leer que, claro, le pegaban con un
palo, que lo metían en un submarino, que le pegaban
cachetadas en las orejas, etc., pero son cosas que uno,
independientemente de estar leyéndolas, no se imagina el
dolor que se puede sentir. O si es la tortura psicológica,
que te dicen que tu hermana está ahí, que tú
mamá está ahí y la están torturando,
que se siente cómo llora, todas esas cuestiones… Por eso
hay dos tipos de tortura, las que han utilizado en este gobierno:
una es la dura…
B y E: La física…
J: y la tortura psicológica, en que
te meten veinticinco días incomunicado, en la cual
tú no sabí nada, si cayó toda la gente, si
no cayó toda la gente, si realmente tienen a tu
mamá ahí o no la tienen, cachái o no,
entonces todo eso te va generando las posibilidades para
quebrarte. Hay mucha gente que la quebraron así, que
quizás no le pegaron ninguna cachetada, pero le dijeron
que estaba la mamá ahí.
E: Osea, hay que hilar finito. Estos
huevones en un transcurso de tiempo se perfeccionaron,
aprendieron. Y esto tiene que ver con que los tipos percibieron
qué es lo que era más efectivo. Había un
tratamiento que los tipos lo definían como la política del
ablandamiento. Te cachaban que tú no queríai hablar
y no te preguntaban ninguna huevá, te daban, te sacaban la
conchatumadre, onda, veinticuatro horas, cuarenta y ocho horas,
setenta y dos horas, te daban duro, cosa que cuando el
huevón llegara a preguntarte vos cacharai la mala de los
huevones, esa era la más brutal, cachai. Pero la
más efectiva, donde te hacían simulacros, de
repente te percutaban una pistola y la huevá estaba,
chucha, sin balas cachai; o te ponían en un muro y te
disparaban al lado, y la bala caía en un polígono,
y no te atrevíai ni a mover ni un dedo porque no
sabías si estabas vivo, cachai. Huevás como esas…
y lo otro era el truco, que oías lo que ocurría en
la otra celda, te ponían mucho ruido, muchos
alaridos de dolor, entonces tú no cachabai lo que estaban
haciendo.
*Osea, por el lado de ellos, de los torturadores,
del poder llamémosle, tomaron
conocimiento…
J: Aprendieron, por que utilizaban tres
métodos en
términos generales que yo puedo constatar. Uno era la
parte física,
que principalmente si tú erai ideológico esa
huevá vos la aguantabas y les gritabas miles de
huevás, y te íbai en la dura con ellos, en la
indiada, eso te generaba mayor rabia, y mayor deseos de gritarles
huevás y mantenerte callado. Porque, en definitiva, te
estaban golpeando. Si no eras ideológico, obviamente al
primer cachetazo el huevón gritaba todo.
La segunda era la cuestión psicológica,
que estaba dividido en dos: una era para subirte la moral,
tratarte como jefe, ya que hay una huevá de ego,
cachái. Cuando te dicen "vos soy jefe en esta
huevá, poh", entonces vos como estái picado con la
huevá le decí "sí poh, y puse una bomba y
los cagué". ¿Y qué lo que estabai ganando
con eso? Era entregarte más, cachai. Otra era que te
decían que tu familia estaba
ahí y te poníai a hablar huevás,
judicialmente jodidas. Lo importante para ellos era que hablarai,
que le cerraras el círculo, porque ellos tenían
miles de elementos que manejaban, pero les faltaba el
tuyo.
El problema es que uno no sabe hasta dónde ellos
pueden saber. Pero si tú estás
ideológicamente claro que si tú, independientemente
de lo que ellos sepan, no les dices nada, vas a salir bien,
orgulloso de la huevá que hiciste. Es una pelea más
que tú tení que dar.
* En la medida en que ustedes van contando,
ustedes detectaron técnicas que ellos utilizaban.
Quizás transmitiendo estas técnicas a nuevas
orgánicas, ¿Puede ser posible que otros puedan
aguantar más o aprovechar estas
técnicas?
E: Es que era muy difícil pensar en elaborar un
documento que sirviera para enfrentar la tortura. Primero,
porque, bueno tú puedes a lo mejor resistir la tortura
física,
porque tú tienes un umbral de dolor, en el que tu llegas
al umbral y de ahí no pasai…
J: No sentí nada
más…
E: eso es lo que lograi experimentar.
Ahora, dentro de la huevá psicológica, que era lo
más brutal, hay elementos distintos. Derrepente te
preguntaban huevás na' que ver, tú negando
afirmabai huevás de otras cosas, de otros líos que
habían por ahí, y los huevones ya cuadraban una
idea. Osea, incluso yo, como lectura de
esta huevá, he cachao que, consciente o inconscientemente,
siempre tu igual entregabai información. Porque la
máquina de los huevones era muy grande, osea,
tenían psicoanalistas, teníai psiquiatras,
teníai psicólogos, tenían médicos,
huevón, que te oscultaban pa' saber si tú
resistíai más. Te drogaban, te ponían
Pentotal, sólido y líquida, vía pastillas o
vía pene. Entonces, puta el pentotal qué lo que
hace: te desconecta el consciente del inconsciente, entonces
tú en tanto estai drogado, los huevones te meten un rollo,
y te lo hacen escribir o te lo hacen hablar. Ahora
¿qué te hacen hablar?: hablai las mismas
huevás que te hablaron los compadres. Es como depositar
pa' que después vomití, entonces qué es lo
que hacían los huevones, jugaban mucho al truco de
filmarte y de grabarte, entonces después editaban una
declaración y te la mostraban. Entonces, ah!, puta
qué efectivo, el suero de la verdad, cachái.
Entonces vos te veíai quizás hablando huevás
y entregando información concreta, es decir la
cagué y no me dí cuenta. Y esa es una
técnica pa' decirte, "oye huevón, ya cagaste,
nosotros ya sabemos, y ordenemos la huevá de la mejor
forma", cachái. Y con ese truco te cagaban "ene"
compadres.
Maña, huevón, pa' la tortura, lo
único que considero como lo más efectivo, son dos
elementos: la huevá ideológica compadre y el
corazón
bien puesto. Son dos elementos que bien puestos, dieron un muy
buen resultado, independientemente que tu hayas entregado
información en forma inconsciente, negando o afirmando
huevás, que no tenían que ver con lo que te estaban
preguntando ni con lo más próximo a ti.
Y en ese contexto era muy difícil huevón
de tratar de estructurar esta suerte de manual,
huevón, de instructivo, pa' poder orientar a la gente. Yo
creo que la huevá más fehaciente era haber probado
a los huevones, y haberlos maquineado… Pero la huevá era
muy siniestra también. Creo que se trataba de la capacidad
de cada hombre de
saber conjugar en la concreta cuáles son los pro y los
contras de esa situación.
J: Creo que dentro de todo esto, uno igual
aprendía cosas. Porque tú sabíai, y era una
huevá que siempre se decía, si tú
hablái una huevá, vay a tener que hablar
más. En cambio si
aguantabai, puede que los huevones en un momento dijeran, ah este
huevón no sabe na'. O hablar mucho de los recuerdos de
niño, que era otra de las cosas que decían, cuando
ibai a la escuela, para
hablar de eso, y no iba a ser lo que ellos querían que
hablaras.
B: Pero para resumir, osea, al margen de
todas las experiencias particulares que son muy
específicas, en el fondo hay una cosa: El enemigo siempre
se caracterizó por una preparación constante, por
una sistematización de la información, siempre
ellos fueron aprendiendo cosas nuevas, de cómo obtener
mejor información en función de desbaratar todo el
aparato, todas las orgánicas. En cambio
nosotros, desde la cúpula hacia abajo, nunca hubo eso. Al
margen de las cosas que cuentan ellos, conversaciones por
aquí y por allá, pero nunca se sistematizó.
Yo por ejemplo, eso que hablaban del pentotal lo
desconocía Esa es la gran diferencia, que generó
discusiones, discrepancia. Todos estos lugares comunes de decir
lo del corazón,
las convulsiones, el Rodriguista no habla en la tortura…,
entonces, yo creo que por ejemplo, esa falta de conocimiento,
contribuyó y ayudó caleta a que los procesos, que
podrían haber sido mucho más simples, y por ende
mucho más fácil de obtener la libertad, se
hicieron mucho más difíciles. Porque no solamente
no te preparaban para la tortura, sino que no te decían
que la declaración extrajudicial no tenía
ningún peso, y en el fondo llegabai a las fiscalías y declarabai sin ningún
conocimiento ni preparación, y la cagabai. Y eso era
responsabilidad de las direcciones, de haberlo
sistematizado, y haber hecho un manual bastante
amplio. Si manuales
habían, de operaciones
militares, de seguridad personal,
métodos
conspirativos habían, pero ninguna cosa hablaba de estas
cosas. Fue un error, una falencia, un agujero.
*¿Por qué será que no se pudo
sistematizar esto?
J: Porque cada persona es
distinta a otra.
*Así también los torturadores…
pero ellos han sistematizado, han sacado experiencia, del tiempo
de los nazi, de las guerrillas, etc. …
J: Porque los torturadores obedecen a un
mando, y a una organización con todas las posibilidades de
orden que se puede dar en una organización, cachái. Tienen pautas,
y van elaborando esas pautas y las van ordenando. Mientras
nuestras organizaciones,
te vuelvo a decir, mucho dependía de los jefes, en la
medida en que ese jefe hubiese tenido experiencia anteriormente,
te podía preparar para cosas. Pero si teníai uno
sin experiencia, obviamente te iba a preparar mal.
B: Pero, fíjate que esa es la
respuesta que se da a porqué el enemigo, las fuerzas
armadas, qué se yo, el ejército, o el aparato de
seguridad, han podido sistematizar todo el aprendizaje
que ellos han tenido. Bueno, es entendible que ellos cuentan con
una infraestructura mucho más grande, ellos son un
ejército profesional, tienen todo el tiempo, trabajan en
eso, pero no justifica en nada eso en que nosotros no hayamos
sistematizado nuestra experiencia. Yo creo que las causas que
están en la base de la ausencia de esto, es desidia,
apatía, flojera. Porque…
J: No, yo no estoy de acuerdo con eso. Uno
de los problemas que
había era el cambio
constante, entonces no había una consecución
lógica…
* Pero ahora, por ejemplo, con ustedes que tienen
esa experiencia, ¿Si yo me metiera a un movimiento
ahora, adónde chucha acudo, que leo, etc.? Estaría
en las mismas condiciones que estuvieron
ustedes.
B: Claro.
J: Pero además, hay que
internalizar una cosa, que era lo que se decía. Si
tú les escribí, cachái, ésta es la
experiencia… los huevones, tú sabí que lo van a
tener en un momento dado. Entonces van a decir, ah mira, vamos a
cambiar el método.
Entonces, por eso la transmisión es oral. Les estai
diciendo cómo… no, es que, uno no puede hacer una
cartilla, que tome todos los aspectos…
B: Pero debiera haber habido alguien.
Debiera haberse preocupado alguien. Nadie tiene un banco de datos, un
informativo, un archivo, donde
haya recopilado toda la experiencia, frente a la tortura, frente
a la cárcel. Mal que mal ningún manual es
estático, definido para siempre, entonces, no se ha
enriquecido. Ahora menos, por la dispersión, la derrota,
la apatía que reina al conjunto de la izquierda…
además que el momento como que tampoco está.
Entonces toda la gente que cayó en el último tiempo
no tienen la posibilidad de acceder al aprendizaje. Ni
siquiera aprendieron los que cayeron de nuevo. Entonces,
así mismo, fíjate que tampoco se ha aprendido mucho
en términos políticos. No se ha aprendido, las
mismas discusiones que se generan en función de
rearticular la izquierda, son discusiones totalmente
añejas, elevadísimas, sin ningún asidero,
sin ninguna terrenalidad, se vuelve a lo mismo, se vuelve a
buscar la discusión, por discusión. Yo creo que no
se ha aprendido mucho. Yo no sé si será una
falencia idiosincrásica del chileno, de la izquierda
chilena, pero es una huevá cíclica. Las discusiones
son siempre los mismos tópicos, las mismas frases, los
mismos clichés, las mismas tendencias y los malos
hábitos, entonces no se aprendió. y no hay nadie
que quiera sistematizar y plantear un aprendizaje.
Además que ya está todo desarticulado, entonces no
tiene mucha vigencia, necesidad de discutir, ya nadie quiere
discutir. Toda le gente se fue para la casa, por lo menos la
generación nuestra. Están todos dedicados a
estudiar, a tener familia, y por lo
tanto el tiempo que le pueden dedicar a la militancia o tratar de
hacer algo es lo mínimo, y es sin fuerza y sin
ganas. Hay mucho dejo de derrota. Y eso, por más que no lo
quieran reconocer en el discurso, se manifiesta
implícitamente en la actitud. La
huevá de la abulia tiene su raíz en la derrota no
más. En que el discurso hoy día ya no suena, no
tiene eco, no tiene solidez, suena hueco. Entonces yo cacho que
hay que dejar el discurso y hacer huevás, pequeñas
cosas, que te vayan reafirmando, que le vayan dando cuerpo al
discurso, carne, contenido. Es muy difícil dejar
atrás la derrota. Inconsciente o conscientemente, yo cacho
que vamos a volver a repetir la misma experiencia… Eso del
mito demencial
del eterno retorno, todo vuelve a repetirse. Es diabólica
la huevá, pero es así. Yo pienso que vamos para
allá. a lo mejor va a ser distinta la forma, pero el mismo
contenido.
V. Análisis de los datos:
Experiencia límite y saber
a) La "cana"
Es considerada un momento posterior y estable a la
experiencia caótica de la vida en clandestinidad, la
detención y la tortura misma. El período de la
cárcel es percibido como un momento de relajo y seguridad,
por el hecho de haber sobrevivido la tortura. La cárcel,
es un "relajo" en el sentido que ya no hay que observar
complicadas normas de
seguridad, ni temer por la vida, sino que más bien, hay
que adaptarse a rutinas ya diseñadas que ofrecen una
cierta y mayor, en comparación a la clandestinidad,
estabilidad.
Respecto a la posibilidad planteada de la
construcción de un saber resistencial los entrevistados
(sobre todo Bernardo, al final de la entrevista) señalan
no haber aprendido a cómo no caer preso. Pero la
cárcel misma en cambio, por la
estabilidad que conlleva, elabora un aprendizaje
interno, tanto como preso, en particular, y como persona, en
general. Así, por ejemplo, hay quienes recién en la
cárcel pudieron terminar su enseñanza media (el
caso de Jorge), o desarrollaron su afición por la novela
latinoamericana (Bernardo).
Por otra parte se establece todo un entramado de
relaciones con los otros presos, vínculos humanos que
perdurarán a posteriori de la cárcel,
produciéndose un acercamiento natural entre los ex-presos
en tiempos de libertad. Incluso se crean lazos de amistad con
gendarmería, por el status ocupado en la cárcel
como preso político con rango que es respetado por los
guardias, por el buen comportamiento, y por la actitud de
vida de estos sobrevivientes. Esta actitud viene
marcada por la experiencia de la tortura. Esta experiencia es de
una fuerza tal,
que tras ella cualquier situación parece fácil, y
se asume la vida de una manera más intensa.
Los presos desarrollan en la cárcel todo un
trabajo que crea una rutina propia, que opera por sobre o por
debajo de la impuesta. Se adhiere a ciertos códigos
permitidos, desarrollando los presos los suyos propios. El
espacio de la cárcel es aceptado como "espacio propio"
provisoriamente, sin mayores cuestionamientos, aunque esto no
implica la formulación de ciertas demandas que pasan a
formar parte de la dinámica propia de la
cárcel.
En la cárcel, por tanto, se enlazan en forma
cruel, opresiva, esclavizante e injusta, dos sujetos: el guardia
y el recluso. Este antagonismo forzado crea un tipo de
relación tan compleja y ambivalente que ninguno de los dos
sujetos queda sin marca. Sin
embargo, podemos observar por medio de lo manifestado por los
entrevistados, que incluso en este ambiente de
asfixia normativa de institución total, el control nunca es
absoluto. Esto porque más allá de lo reglamentado
formalmente, guardias y reclusos negocian sus propias
interpretaciones del orden social, muchas veces atentando contra
las reglas formales y las técnicas de control,
sustituyéndolas con alternativas que devienen tan
formales, aunque de manera tácita, como aquellas que
reemplazan.
El orden generado sobre la base de negociaciones es la
consecuencia de una interacción de tipo "tira y afloja".
Este "orden pactado", fruto de acciones recíprocas y
entendimientos, es completamente ajeno a lo que aparecerá
en los relatos sobre la tortura, en la relación entre
torturador y torturado.
Por lo tanto, en la cárcel sí se configura
un aprendizaje a
partir de conocimientos elaborados socialmente, pero no me
atrevería a llamarlos un "saber de la resistencia". Esto
porque en los casos estudiados, el saber de "la cana" se refiere
más a un "orden pactado" que, por ejemplo, a la
preparación de una fuga, por lo que este saber se refiere
más a una adaptación recíproca entre
vigilantes y vigilados que a una pugna por el ejercicio del
poder, o por la neutralización de los efectos de este. No
obstante siempre nos quedará la duda respecto a un doble
valor que
puede adoptar este "saber del orden pactado":
- Perfectamente puede tratarse de un saber resistencial
"enmascarado", que opera negociando precisamente para
neutralizar los efectos disciplinantes y coercitivos del
poder; - O bien, puede tratarse de una artimaña, una
concesión estratégica del poder mismo que
aparentemente cede, para lograr neutralizar a un posible saber
resistencial potencial que se puede ir en su
contra.
b) La tortura
En el caso de la tortura, se sugiere que no ha habido
una sistematización de las experiencias individuales en un
saber aplicable por otros. La recomendación que se da, por
ejemplo, para resistir la tortura es "ser ideológico y
tener el corazón
bien puesto". Se reconoce como falencia, por una parte, el no
tener manuales en los
que se sistematice, en forma de saber, el cómo enfrentar
la tortura. Por otra se habla de una imposibilidad de esto, por
temor a que caiga en manos del enemigo y sea utilizado en contra
de los, llamémosles, insurgentes. Se tiene, por la derrota
es una de las explicaciones, la sensación de no haber
aprendido nada. Reconociendo, en cambio, el aprendizaje
sistemático por parte del enemigo.
Esto resulta curioso. Como podemos ver en la medida que
los entrevistados van hablando, sí se observa un
conocimiento, un cierto sentido común compartido, que
claro es vivencial, pero que en la medida que se deshilvanan los
testimonios y se entrecruzan los diálogos, se va
produciendo un discurso grupal en forma de saber.
Se habla de detalles técnicos de la tortura (el
pentanos, por ejemplo), y el cómo hacerles frente. Se
habla de los distintos tipos de tortura, clasificando a
ésta en distintas formas e incluso dándoles un
sentido metodológico al análisis de estas formas,
se elabora una taxonomía (por ejemplo, se distingue con
toda claridad entre tortura física y tortura
psicológica).
Sin embargo, no se reconoce este conocimiento como un
saber transmisible por el hecho de no estar escrito en forma de
manual o
cartilla. Es curiosa la identificación y reducción
de una sistematización del conocimiento con su forma
escrita de manual.
Se reconoce, por ejemplo, que hay una transmisión
oral de las experiencias, vivencias y reflexiones. Desde nuestro
estudio podríamos perfectamente catalogar al contenido de
estas transmisiones como saber que ha generado el mismo poder en
el momento del ejercicio descarnado de su dominación, como
lo es la tortura, y que es construido socialmente como "saber
resistencial" (que puede, por su relato, proyectar, anticipar al
Otro y al momento de la interacción).
Sin embargo, los entrevistados no le dan el estatuto de
saber a estas experiencias y transmisiones, sino que se insiste
en el perfil ideológico del que cae (perfil absolutamente
individual, distanciado de todo compartir un saber colectivo), y
no en su posible preparación por otros que han
caído.
Se destaca, por ejemplo, el papel personal de los
jefes en la preparación, y en otro momento se habla de
direcciones y de cúpula. De esta manera se reconoce como
saber lo que viene dado desde relaciones verticales, y no lo
producido en relaciones horizontales y transversales como en las
conversaciones entre compañeros y amigos. Estas
conversaciones tienen su importancia en cuanto al compromiso que
definirá una actitud en el
momento de caer, pero no son reconocidas como saber.
Podemos ver, entonces, por estas insistencias en el "no
se ha aprendido nada" – a pesar de haber aprendido
muchísimo podríamos decir nosotros-, una cierta
epistemia que domina la forma de enfrentar y analizar la
cuestión del saber. Más allá de llamarle
saber o no a la experiencia de dominación y resistencia
vivida, el contenido de este saber es el que no se realza como
algo valioso en sí. Se le ve siempre con relación a
otra cosa (cartilla, manual, etc.).
Respecto a la injerencia que puede tener el dominar este
posible "saber" antes de caer, en el aguantar en la tortura, no
hay acuerdo entre mis entrevistados. Uno piensa que
ayudaría y los otros dos piensan que no. El que cree en la
ayuda efectiva de este saber para enfrentar estas situaciones
límites, realza la importancia de lo aprendible por sobre
las características personales del que cae, que es lo que
realzan los otros dos.
VI. A manera de
conclusión
Más que conclusiones nos surgen nuevas preguntas,
que de todas maneras nos ayudan a avanzar en la cuestión
que queremos estudiar, y abren nuevos caminos a
investigar.
1.- Podemos decir que la tesis de que
el poder en su ejercicio genera un saber, tanto por el lado del
que domina como del dominado, sí es cierta. En los
términos en que hemos formulado la pregunta que guiaba
nuestra investigación podemos concluir que
sí existe la construcción social de saberes
compartidos a raíz de experiencias límites como la
tortura.
Sin embargo, esta categoría de saber es muy
imprecisa para dar cuenta de la diferencia que perciben
confusamente los propios sobrevivientes de la tortura,
distinciones, por ejemplo entre: saber y conocimiento, saber y
vivencia, saber y experiencia propia transmitida a terceros.
¿Estos terceros serán poseedores de este saber al
asimilarlo teóricamente, o el saber presupone la
experiencia práctica, propia? (Ver, por ejemplo, en la
entrevista la idea de "lo más fehaciente sería
probar a los huevones, y haberlos maquinado" [cita libre], vale
decir, hacer pasar a los propios compañeros por la
experiencia de la tortura para prepararlos frente a la tortura
posible. Es decir, la experiencia como única forma real de
conocimiento.)
Los relatos de la tortura en la conversación
cotidiana pierden potencia frente a
la prepotencia de la experiencia de la tortura. La peligrosidad
de la situación de la tortura posible es subsumida por la
experiencia que rebasa cualquier narración. La experiencia
límite, a pesar de que es hablada, no se deja decir
completamente, y este no decirse plenamente se constituye en el
horizonte de la conversación cotidiana. Horizonte en doble
sentido: por un lado horizonte como límite de la
conversación, ya que toda narración acerca del
escenario, la interacción, el encuentro y el resultado de
la tortura topan con un límite que es percibido como
natural, la experiencia misma. Por otro lado, horizonte en el
sentido que la experiencia como límite de la
narración se presenta como línea demarcatoria de un
más allá de la narración, más
allá infranqueable por el habla.
Si esto es así, entonces estamos diciendo que la
conversación queda muda a la hora de afrontar la
experiencia. Esta mudez, sin embargo creemos a raíz de
esta pequeña investigación, es la mudez que se refiere
exclusivamente a la imposibilidad de la experiencia límite
de saberse como saber compartido. La experiencia al narrarse
lleva al límite a las palabras mismas con las cuales se
narra. Las palabras quedan diminutas frente a lo vivido, y esta
ineficiencia del lenguaje deja
el sabor amargo al que narra su experiencia de que no ha podido
decirlo todo, y que como él los otros tampoco pueden
hacerlo, por lo que no se alcanza a constituir un saber.
Ojalá pudiésemos redactar un manual de la tortura
para resistir mejor, es la esperanza. Pero es una esperanza
desesperanzada porque a la vez que se traza una tarea anuncia su
imposibilidad.
No obstante, insistimos: sí se ha construido
socialmente un saber compartido a raíz de la experiencia
límite. Este saber compartido puede incluso constar de que
no ha sido posible el saber, o que es imposible. Pero este
acuerdo común ya constituye un saber. Es más, me
atrevería a decir que se ha construido socialmente un
saber compartido de carácter resistencial, con la paradoja
que no se sabe como tal.
El saber que genera el ejercicio del poder se constituye
de manera distinta desde el poder que desde la resistencia. El
poder sistematiza de la manera como tradicionalmente opera el
saber: identifica y asimila. La resistencia lo hace de manera
distinta. Hay una relación dispareja, por tanto, entre el
saber del poder que se alza casi omnipotente, y el de la
resistencia que es de carácter fragmentario.
Si podemos hablar desde los relatos estudiados de un
saber, y aquí subrayo la vaguedad de este concepto cuando
se lo confronta con la práctica, éste es un saber
que se resiste, por variadas razones, a saberse sistematizado y
escrito. La transmisión oral puede ser una forma de
resistencia de este saber a no verse utilizado por el poder, e
incluso a no ser saber. Vale decir, mantener su autonomía
como vivencia única, transmisible a medias "entre amigos",
pero no clasificable o disecable como saber constituido y
cerrado.
2.- Hemos sostenido, por tanto, que el poder genera
resistencia. Esta sentencia no quiere decir, sin embargo, que
en el acto de la tortura un yo se forma en
oposición a un otro yo. Y aquí debemos
tratar de hilar más fino. La identidad del
torturado no es reactiva, no se trata de un yo que se
constituye contra otro yo ya existente previamente. El
torturado durante la tortura misma, no alcanza siquiera a
desarrollar una identidad como
tal. Su cuerpo queda reducido al juego perverso
de una economía política que lo fija
a un campo de fuerzas, tan intenso, que queda vedada toda
posibilidad para una subjetividad de entrar en relación
consigo misma. Durante la tortura el torturado está
expuesto en un estado de
inmediatez con la tortura misma. El torturado es uno con la
tortura, en plena tortura se encuentra atormentado por la
sensibilidad, no produciéndose ningún tipo de
distancia. La inmediatez de la experiencia límite impide
que haya una experiencia para el torturado.
El poder por medio del ejercicio de la tortura tiene
efectos totalizantes, lo que para el torturado significa
encontrarse con la cruel paradoja de estar rebosante de vida,
lleno de vida. La cantidad de vida que tiene es tan
abundante, y síntoma de ello es el dolor que no termina
nunca, que no hay lugar para la subjetividad. El torturado no
puede relacionarse con su experiencia
límite, está en la experiencia,
expuesto a la intensidad del poder. Y en la experiencia no hay
nada que aprehender, no se puede aprehender. Este ejercicio
sólo se puede consumar a posteriori de la experiencia, y
ese es el momento de la construcción social de un saber.
Pero como es una reconstrucción, la tortura misma nunca se
dejará hablar en su totalidad.
Por ahora tenemos la sospecha de que la experiencia
límite al dejar sin palabras al torturado -y en eso
consiste la tortura: arrebatarle al otro el derecho soberano del
uso de la palabra para dejarlo sin secretos y destruir en
él, de esta manera, su alteridad-, vuelve al torturado en
un ser puro cuerpo en descomposición que jamás
podrá constituirse y asumirse como un yo torturado.
El torturado pierde toda posibilidad de ser una entidad estable,
tornándose en puro devenir tortuoso: no ser lo que ha sido
y no será lo que es.
La dureza de la tortura pulveriza toda distancia
reflexiva impidiendo elaborar, distinguir y descifrar lo vivido,
obstaculizando así la construcción de una
determinada pertenencia a un "nosotros" de la tortura. Los
relatos y narraciones pueden, como podemos ver en la entrevista,
configurar un "nosotros", pero este nosotros es ante la
tortura, y no en la tortura. Por los relatos se desprende
que en la tortura cada uno se las arregla como puede. Depende
exclusivamente de uno que sea "ideológico", que tenga el
corazón
bien puesto, que haya tenido la suerte de haber tenido un buen
jefe que lo haya marcado positivamente, etc. Es decir, uno
está abandonado a sus propios límites, a sus
propias limitaciones.*
De esto se sigue que sí es pertinente hablar de
resistencia. Esta, como producción, como efecto de una
relación desigual de fuerzas en un momento
específico de ejercicio del poder, permite como concepto alojar
la mudeza y singularidad de la experiencia límite de la
tortura. La resistencia no necesita de la formación de un
"yo". La resistencia es inmanente al ejercicio del poder, y en
esto consiste la paradoja existencial del poder: por donde quiera
que cruce genera resistencia.
Por lo tanto, al momento de enfrentarnos a la tortura
como problema, el problema de la tortura nos insta a abordar un
tópico difícil y profundo: los límites
(limitaciones) de hablar desde una filosofía del sujeto al
tratar este tema, ya que ésta, y aquí la sospecha,
no resiste abordar una experiencia como la de la tortura. Este es
un punto que queda abierto para una futura investigación.
3.- En el intento de abordar la no construcción
consciente de un saber resitencial, y agregamos consciente
a estas alturas de la investigación por las conclusiones que
hemos sacado, se nos presenta el problema del sentido.
¿Qué razón habría que justifique esta
no producción consciente, es decir de un saber que se sepa
necesario? Veamos:
De los relatos podemos desprender que todo el momento
previo a la captura, consiste en un juego
embriagador: la inconsciencia de los límites propios, que
expulsa toda noción real, material, efectiva de riesgo. Esta
embriaguez es la que permite operar "tranquilamente" en la
clandestinidad; bajo Estado de Sitio; durante un toque de queda;
o sobre (bajo) el escenario confuso y peligroso de una democracia
intervenida. Se trata de un ejercicio siempre frágil,
nunca rutinario, de jugar con fuego, al límite de lo
posible, arriesgando la integridad física en cada
acción, a cada minuto.
Hablamos, entonces, no de una autoconsciencia que se
desplaza consciente, valga la redundancia, de sí misma por
los vericuetos de la vida en peligro. Hablamos de una embriaguez
que como tal no hace sentido con la materialidad del peligro
real. [Ver lo que dice Jorge en la entrevista: "Aunque el siempre
el caer preso era una cosa que nunca le iba a pasar a
uno."]
Embriaguez, por tanto, de jugar con el límite, y
no resignación fatalista a que ‘igual vamos a caer,
qué más da’. De otra manera no podemos
explicar, por ejemplo, el sentimiento de arbitrariedad, violencia y
sorpresa con que se vive el momento mismo de ‘caer
preso’. Si mediara un cálculo
racional en la operatoria de la insurgencia, la detención
no sería un acontecimiento, y la eventualidad positiva de
la tortura se asumiría previniéndola con un tipo de
saber que anticipe los actores, los actos y las
situaciones.
La tortura, entonces, será el dispositivo a cargo
de quebrar la embriaguez, y en su función disciplinaria
instalará otra, de distinto tipo.
4.- El punto recién señalado se
refería a la no construcción de un saber
antes de la tortura. Veamos ahora su posibilidad, y
dificultad, tras la tortura.
Sospechemos. El saber colectivo: ¿supone una
experiencia común constituyente? Lo problemático de
esta pregunta no está sólo en que haya experiencia,
sino en que esta sea común. Se pueden dar distintas
interpretaciones de un mismo hecho, pero la multiplicidad de
enfoques no sería un problema para la constitución de un saber colectivo. El
problema surge cuando nos preguntamos si las interpretaciones se
ocupan del mismo hecho o no. Debido a que la tortura
maltrata al cuerpo de uno, a la hora de hablar sobre esta
experiencia nadie tiene la seguridad de estar hablando sobre lo
mismo. La crudeza de la experiencia pasada no permite su
articulación y pronunciamiento total, por lo que
éste (éstos) pasado(s) no encuentra(n) un lugar
único para descansar en paz. Este lugar podría ser
el saber colectivo. Sin embargo, la experiencia vivida no tiene
nombre, -cualquier nombre le queda pequeño-, no tiene
sentido, -la tortura suspende todo sentido, por la inmediatez no
permite hacer sentido-, y, por lo tanto, no tiene lugar para ser
fijado. Esta experiencia se agita, por tanto, en la existencia de
estas personas interminablemente, ensuciando la transparencia de
un posible presente puro. El poder ha dejado huellas, pero las
huellas sólo duelen, no se dejan hablar completamente,
como para "superar", "olvidar" lo acontecido. Fueron infringidas
en un momento finito, pero vinieron para quedarse y no se
irán más.**
Para los torturados, es la presencia de estos mugrientos
y ensangrentados recuerdos infijables los que no nos dejan ser.
O, más bien, nos hacen ser distintos
ontológicamente al resto. Ironía insoportable
porque nuestra lucha siempre ha consistido en poder llegar a ser
uno con todos. Pero, finalmente, sí hemos sido marcados:
llevamos el signo de Caín en la frente sin poder asumir
esa identidad ya
que no estuvimos ahí cuando nos la inscribieron.
Estábamos, pero sólo en el dolor insoportable, por
lo que estábamos ahí, dónde, pero
cuándo, en otro lugar, más allá o más
acá: solos, muy solos, sin saber.
No hay datos
fríos, realistas, generalizables, compartibles o donables
que podamos sacar de esta experiencia.
En este sentido, nuestro intento es y ha sido
complicado, porque tratamos de atrapar a un pez supuesto, que se
muestra pero
que se escurre de nuestras manos. Quizás en eso
está la esencia de un posible saber resistencial: No
dejarse atrapar, no dejarse sorprender, no dejarse dominar por el
poder, ni siquiera por un observador bien
intencionado.
La experiencia límite ha dejado a el habla muda,
en el sentido que hemos querido demostrar. Y a lo que a la
investigación del límite se refiere,
ésta no hace más que mostrar el límite de la
investigación.
BIBLIOGRAFÍA
1Michel Foucault. Un diálogo sobre
el poder, Madrid, Alianza, 1981.
2 M. Foucault, Op. cit.
3 M. Foucault. Cómo se ejerce el
poder, en La cultura en
México,
Revista
Siempre, 13/3/85, p. 41. Citado en Héctor Ceballos
Garibay. Foucault y el poder, Ediciones Coyoacán,
México,
1994, p. 38.
4 M.Foucault. Hacia una crítica de
la razón política, en la cultura en
México,
Revista
Siempre, 3/11/82, p.IX. Citado en Héctor Ceballos
Garibay. Foucault y …, ob. cit., p. 39.
5 M. Foucault. Microfísica del
poder, Ed. La Piqueta, Madrid, 1980, p. 157.
6M. Foucault. Historia de la
sexualidad, vol. I, siglo XXI, México,
1983, p.165.
7 M. Foucault. Microfísica…,
ob.cit. , p.99.
8 Ibid. , p. 189.
9 M. Foucault. Historia de la
sexualidad, vol. I, Siglo XXI, México,
1983, p. 123.
10 Max Weber.
Economía y sociedad, Ed. F.C.E., México,
1983, p. 43.
11 Ibid.
12 Ibid.
13 Ibid.
14Ibid. p.18
15 Ibid. p.21
16M. Weber. Economía y…, ob.
cit., p. 29.
17Ibid. p. 31.
18Ibid. p.687.
19Ibidem.
20Ibidem.
21 M.Weber.Economía y…, ob.
cit., p. 695.
22Ibid. p. 170.
23Ibid. p. 171
24Ibid. p.172.
25Ibidem. p. 172.
26Ibidem. p. 172.
27Ibidem. p.178.
28Weber. Economía y…, ob.
cit., p. 178.
29Juan Carlos Portantiero. La
sociología clásica: Durkheim y
Weber, Centro editor de América
Latina, p.29. [No aparecen más datos
bibliográficos; texto de
circulación interna ARCIS]
30H. Ceballos Garibay. Foucault y el
poder, ob. cit., p. 20.
31J.C.Portantiero. La sociología…, ob. cit.,
p.29.
32H.Ceballos Garibay. Foucault…, ob.
cit., p.20.
AUTOR DEL TRABAJO: Manuel Guerrero Antequera
e-mail:
estudios: Licenciatura en Sociología, Universidad
ARCIS, Santiago de Chile.