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Enclavijamiento endomedular de metacarpianos y falanges proximales




Enviado por pasm70



    Trabajo publicado en la REVISTA
    COLOMBIANA DE ORTOPEDIA Y TRAUMATOLOGIA, Volumen 16,
    Número 3, Septiembre 2002

    1. Resumen
    2. Marco
      teórico
    3. Justificación
    4. Objetivos
    5. Materiales y
      métodos
    6. Resultados
    7. Discusión
    8. Conclusiones
    9. Bibliografía

    Resumen:

    Estudio prospectivo, serie de casos; incluyó
    pacientes con fracturas de diáfisis y unión
    diáfisis-cuello o unión diáfisis-base de
    metacarpianos y falanges proximales, en quienes se
    practicó enclavijamiento endomedular anterógrado
    previa reducción cerrada de la fractura utilizando un
    clavo endomedular predoblado de 1,6 mm. (CEM 16) para fracturas
    de los metacarpianos y dos clavos predoblados de 1,0 mm. (CEM 10)
    para las fracturas de falanges proximales.

    Indicaciones: fracturas transversas y oblicuas
    cortas. Contraindicaciones: fracturas oblicuas largas,
    espiroideas y con conminución bicortical. Promedio de
    seguimiento de 5,7 meses. Frecuencia de 2,2 pacientes mensuales
    intervenidos. Se han operado con esta técnica
    quirúrgica 20 pacientes, 21 fracturas; 16 fracturas de
    metacarpianos y 5 fracturas de falanges proximales, realizando su
    evaluación con criterios clínicos y
    radiológicos. Resultados buenos 82%, regulares 18%,
    malos 0%, obteniendo consolidación ósea y
    rehabilitación temprana con incorporación a sus
    labores habituales.

    Palabras claves: Palabras clave: Fracturas de
    metacarpianos y falanges proximales, clavos
    endomedulares.

    Summary: Prospective study, series of cases; it
    included patients with diaphysis fractures and union
    diaphysis-neck or union diaphysis-base of metacarpal and proximal
    phalangeal, in whom was practiced anterograde intramedullary
    nailing previous closed reduction of the fracture, using prevent
    intramedullary nail of 1.6 mm. (CEM 16) for the metacarpal
    fractures, and two nail prevent of 1.0 mm. (CEM 10) for the
    proximal phalangeal fractures. Indications: transverse and
    oblique short fractures. Contraindications: long oblique
    fractures, spiral and with comminuting bicortical. Pursuit
    average is 5.7 months. Frequency surgical intervened patient: 2.2
    each month. Using this surgical technique a total of 20 (twenty)
    patients have been operated, 21 (twenty one) fractures; 16
    (sixteen) metacarpal fractures and 5 (five) proximal phalangeal
    fractures, all of them tested using clinical and radiological
    parameters. Results: good 82%, regular 18%, and bad 0%,
    obtaining bony consolidation and early rehabilitation with
    incorporation to their habitual works.

    Introducción

    Las fracturas de los metacarpianos y las falanges son
    las más comunes del aparato esquelético. En
    diversas series de grandes estudios se ha observado que las
    fracturas de los metacarpianos y las falanges proximales
    constituyen el 10% del total de todas las fracturas del cuerpo
    (Emmett y Breck, 1958). Las fracturas de la diáfisis
    representan 79% de las fracturas de la mano (Weinzweig, 2001),
    las de cabeza 1%, las de cuello 15% y las de la base 5% (Jupiter,
    1998), siendo más comunes en los varones entre 20 y 30
    años de edad. Según la población estudiada, hay mayores
    probabilidades que el mecanismo involucrado esté originado
    en accidentes
    industriales o traumatismos por agresión.

    Al observar la distribución de las fracturas de acuerdo
    con su localización es posible establecer que los
    metacarpianos del cuarto y quinto dedos sufren con mayor
    frecuencia este tipo de lesiones debido a que están
    más expuestos.

    Por otra parte, las falanges de los dedos centrales
    tienen mayor longitud y por ende sufren fracturas con más
    frecuencia que los otros.

    En los adultos, son más comunes las lesiones
    metacarpianas que las falángicas, mientras que en los
    niños
    sucede lo contrario.

    La mano comprende dos arcos: uno transversal, que
    corresponde a las articulaciones
    metacarpofalángicas y otro longitudinal, centrado en el
    tercer radio. Estos dos
    arcos, con concavidad palmar, confieren a la mano la forma de
    copa que favorece la prensión. El segundo y el tercer
    metacarpiano son fijos y están sólidamente unidos a
    la segunda fila del carpo; por el contrario, el primero, el
    cuarto y el quinto metacarpianos son móviles y contribuyen
    a ahuecar la mano y a mejorar la prensión.

    Los metacarpianos fijos no toleran deformaciones en su
    orientación y es por esto que debe recurrirse a todos los
    medios
    terapéuticos para restaurar su anatomía. Gracias a
    su movilidad carpometarcapiana y a la posibilidad de
    hiperextensión de las articulaciones
    metacarpofalángicas, las deformaciones postfractura son
    mejor toleradas en el cuarto y el quinto metacarpiano.
    Al restaurar el arco metacarpiano es posible preservar la
    fuerza de
    prensión de la mano, lo que explica la importancia de
    reducir las fracturas en esta zona (Merle, 1996).

    El principio de enclavijamiento endomedular fue
    introducido por Küntscher quién lo aplicó para
    las fracturas diafisarias del fémur durante la Segunda Guerra
    Mundial, en el año de 1942. Luego, en 1949, Rush
    retomó el concepto, aunque
    sólo fue hasta el año de 1969 que Ender lo
    aplicó para el manejo de las fracturas
    intertrocantéricas y subtrocantéricas del
    fémur.

    En 1976, Foucher aplicó el enclavijamiento
    fasciculado en las fracturas del cuello del quinto metacarpiano.
    Desde el año 2000, los cirujanos de mano del Miami Hand
    Center en Florida, Estados Unidos,
    practican enclavijamiento endomedular flexible con un clavo
    único para metacarpiano y clavo doble para las fracturas
    de las falanges proximales.

    El presente estudio busca mostrar la técnica de
    enclavijamiento endomedular para el tratamiento quirúrgico
    de las fracturas de los metacarpianos y las falanges proximales
    mediante el uso de clavos endomedulares predoblados y con mango
    (CEM 16 Y CEM 10), utilizados en forma única en los
    metacarpianos y dobles en las falanges proximales. Estos clavos
    están indicados para la fijación interna de
    fracturas diafisarias de los metacarpianos y las falanges
    proximales, controlando las fuerzas de angulación y
    torsión, actuando como un verdadero "tutor
    interno".

    Marco
    teórico

    Aproximadamente en el 80% de los casos las fracturas
    metacarpianas y falángicas son extra-articulares
    (Weinzweig, 2001), siendo la incidencia de las fracturas oblicuas
    extraarticulares en los metacarpianos del 46%, y de las
    transversas extraarticulares cercana a 29% (Jupiter, 1998).
    La reducción y la estabilización de las fracturas
    del esqueleto de los metacarpianos y falanges constituyen dos
    aspectos indispensables en las fracturas inestables para permitir
    la movilización precoz, que constituye el mejor medio para
    evitar el edema, la rigidez articular y las adherencias
    tendoperiósticas (M. Merle, 1996).

    Las fuerzas deformantes involucradas en la
    generación de las fracturas extra-articulares de la
    falange proximal están dadas por la flexión del
    fragmento proximal y extensión de la porción
    distal, que da como resultado una angulación volar. En los
    cuerpos de los metacarpianos ocurre lo contrario, pues las
    fuerzas deformantes de la musculatura intrínseca conllevan
    a una angulación dorsal (Widgerow, 1987).

    Los parámetros aceptables para el manejo
    ortopédico de las fracturas diafisarias de las falanges
    son: contacto mayor al 50% sin deformidad rotacional, 15° de
    angulación en el plano anteroposterior (plano del movimiento),
    angulación de 10° en el plano coronal; el acortamiento
    permisible es menor de 5 mm (González, 1995).

    En cuanto a las fracturas diafisarias de los
    metacarpianos, los parámetros aceptables para su manejo
    ortopédico son: un contacto mayor al 50% sin deformidad
    rotacional, angulación para el quinto metacarpiano menor
    de 40°, para el cuarto menor de 30° y para el tercero y
    segundo menor de 15°.

    Se consideran en las articulaciones
    interfalángicas y en la metacarpofalángicas los
    siguientes arcos de movimiento en flexión IFD 80°, IFP
    110°, MF 90° dando como resultado un Arco de Movimiento
    Activo Total (AMAT) de 280° (ASHS 1983, Gerstner
    1985).

    La cadena digital sólo tendrá esta
    función
    si la longitud del metacarpiano y de las falanges se inscribe en
    la serie numérica de Fibonacci, la cual resulta de la
    longitud de la falange proximal, que es la suma de la longitud de
    las falanges media y distal, lo cual implica un tratamiento
    rápido y seguro que
    restaure la longitud estricta de cada uno de sus
    componentes.

    No es aceptable rotación alguna, ya que incluso
    una tan reducida como de 5° en una fractura metacarpiana
    puede causar superposición digital hasta 1,5 cm. (Yang,
    Gerwin 1996). Para evaluar la inadecuada alineación
    rotacional, incluso discrepancias muy pequeñas que se
    observan por la sobreposición o divergencia con la
    flexión en la yema de los dedos hacia el escafoides, se
    hace que el paciente flexione las articulaciones
    metacarpofalángicas e interfalángicas proximales
    (Thomine JM, Mackin 1993).

    El manejo cerrado de las fracturas diafisarias o del
    cuello de los metacarpianos y falanges se logra realizando
    maniobras de reducción sencillas, como es el caso de la
    fractura del boxeador del cuello del quinto metacarpiano, en
    donde se aplica la maniobra de Jahss, descrita hace 60
    años por el doctor Jahss, quien advirtió que al
    flexionar 90° grados la articulación
    metacarpofalángica se relajaban los músculos
    intrínsecos (fuerza deformante) y se ponían tensos
    los ligamentos colaterales permitiendo que la falange proximal
    ejerciera presión
    hacia arriba sobre la cabeza metacarpiana, asociado al control del eje
    de rotación.

    En el transcurso de la historia y manejo de las
    fracturas metacarpianas y falángicas, se han descrito
    diferentes métodos de
    fijación interna (técnicas
    de estabilización de fracturas):

    1. Alambres de Kirschner: indicados en fracturas
    transversas, oblicuas y en espiral, cuyas ventajas están
    dadas por estar disponibles en las instituciones
    y por ser versátiles, fáciles de insertar,
    disección mínima e inserción
    percutánea; sus desventajas incluyen que carecen de
    rigidez, pueden aflojarse, desviar las fracturas,
    infección del trayecto de los clavos, requieren soporte
    externo, ferulado y tratamiento incómodo.

    2. Combinación de alambres K y amarras de
    alambre:
    indicado en fracturas transversas, oblicuas y en
    espiral cuyas ventajas son mayor rigidez que los clavos de
    Kirschner, perfil bajo, simple y disponible; sus desventajas
    incluyen: migración
    de clavos y alambre, retiro secundario (en ocasiones), la
    exposición puede ser
    significativa.

    3. Fijación interfragmentaria con
    tornillos:
    indicadas para las fracturas oblicuas largas y en
    espiral. Sus ventajas son el bajo perfil y rigidez y sus
    desventajas, el que requieren equipo especial y permiten un
    escaso margen de error.

    4. Placas y tornillos: indicadas en fracturas
    múltiples (como describe el grupo AO) con
    lesión de tejidos blandos o
    pérdida ósea, fracturas de la diáfisis
    notablemente desplazadas, en especial de los metacarpianos cuarto
    y quinto, fracturas intra y peri articulares,
    reconstrucción por falta de unión o unión
    deficiente. Sus ventajas son su fijación rígida y
    que restauran y mantienen la longitud. Las desventajas incluyen
    que requieren una técnica precisa, equipo especial y
    costoso, exposición extensa, pueden requerir
    remoción, refractura y falla del material de
    osteosíntesis.
    5. Fijación externa: indicadas en la restauración
    de la longitud en las fracturas conminutas y con pérdida
    ósea, lesión y pérdida de tejidos blandos,
    pseudoartrosis infectada cuyas ventajas son: preserva la
    longitud, permite acceso al hueso y tejidos blandos,
    inserción percutánea, evita la manipulación
    directa de la fractura, y sus desventajas son: infecciones del
    trayecto de los clavos (osteitis), osteomielitis, aflojamientos
    del material y lisis secundaria de los fragmentos,
    desviación excesiva: pseudoartrosis, lesión
    neurovascular, fracturas a través de los orificios de los
    clavos (Green, 1993).

    6. Los clavos endomedulares para metacarpianos y
    falanges proximales tienen las siguientes ventajas: en fracturas
    transversas y oblicuas cortas no requieren equipo especial, son
    fáciles de insertar, la disección es mínima,
    no hay exposición extensa, no son voluminosos,
    están disponibles universalmente, son mucho más
    ventajosos que otros métodos, permiten la
    movilización temprana sin fijación rígida,
    complementan otros métodos de fijación y puede
    permitir el rescate después del fracaso de técnicas
    más complejas que puede ser tema de otro estudio
    posterior, y sus desventajas son: inestabilidad rotatoria,
    migración de los clavos, aflojamiento, no es posible
    obtener una verdadera compresión o fijación
    rígida, los intentos múltiples pueden convertir a
    una fractura cerrada simple en una fractura abierta conminuta que
    resulta imposible fijar. Es un método de
    bajo costo y
    fácil de utilizar en un servicio de
    urgencias por la disponibilidad y versatilidad de sus materiales.

    Justificación

    • Mostrar una técnica de enclavijamiento
      endomedular anterógrado utilizando clavos flexibles
      predoblados para fracturas diafisarias de metacarpianos y
      falanges proximales, como una alternativa efectiva en el
      tratamiento quirúrgico de este tipo de lesiones,
      permitiendo la consolidación de la fractura y la
      incorporación del paciente al trabajo en
      forma rápida.

    Objetivo
    general

    • Mostrar la efectividad del enclavijamiento
      endomedular como un método sencillo y rápido para
      la estabilización y restauración de la
      anatomía ósea de las fracturas diafisarias de los
      metacarpianos y las falanges proximales.

    Objetivos específicos

    1- Dar a conocer el enclavijamiento endomedular como
    método efectivo en el tratamiento de las fracturas de los
    metacarpianos y falanges proximales.

    2- Mostrar que se trata de una técnica
    quirúrgica con excelente costo-beneficio en la
    estabilización de las fracturas de falanges y
    metacarpianos en un servicio de Urgencias.

    3- Cuantificar el tiempo de
    recuperación post quirúrgico del paciente tratado
    con esta técnica y su rápida
    movilización.

    Materiales y
    métodos

    Estudio prospectivo, serie de casos, realizado entre los
    meses de junio de 2001 hasta marzo de 2002 (9 meses), en la
    Clínica San Pedro Claver del ISS de Bogotá; el
    equipo estaba integrado por el grupo quirúrgico de
    Cirugía de Mano conformado por especialistas, residentes e
    internos en entrenamiento.

    Se incluyeron pacientes trabajadores afiliados,
    beneficiarios y SOAT los cuales ingresaban por urgencias del
    servicio de Cirugía de Mano durante las 24 horas del
    día de atención prestada. Se consideraron las
    siguientes variables:
    sexo
    (masculino y femenino), edad (16 a 60 años), fractura
    cerrada, mecanismo de fractura (caída de su propia altura
    en hiperextensión o hiperflexión de la mano o
    trauma directo), mano comprometida (derecha, izquierda o ambas),
    tiempo de evolución desde la ocurrencia del trauma
    (tabla 1, Anexo).

    Los criterios considerados para la clasificación
    de las fracturas fueron: hueso afectado y localización
    específica dentro del hueso(cabeza, cuello,
    diáfisis y base). También se tuvo en cuenta la
    dirección del trazo de la fractura, a
    saber: transverso, oblicuo corto, oblicuo largo y en espiral. Por
    último, se consideró el número de
    fragmentos, dividiendo así las fracturas en simples,
    conminutas unicorticales y conminutas bicorticales.

     Las indicaciones quirúrgicas
    incluyeron la presencia de fracturas transversas, oblicuas
    cortas, diafisarias, de la unión diáfisis-cuello y
    unión diáfisis-base de los metacarpianos y falanges
    proximales, cuyos parámetros de reducción
    estuvieron fuera de los mencionados como aceptables en el
    marco
    teórico.

    Las contraindicaciones que se tuvieron en cuenta
    fueron fracturas oblicuas largas, espirales, fracturas conminutas
    bicorticales y la presencia de un desplazamiento tan severo que
    la interposición de tendones u otras partes blandas
    impidiera la realineación correcta mediante
    manipulación. Los criterios de exclusión fueron:
    fracturas abiertas, fracturas del primer metacarpiano, de las
    falanges medias y dístales y fracturas en pacientes
    menores de 16 años y mayores de 60 años.

    En el presente trabajo se califican los resultados con
    base en los criterios dados por la escala de
    calificación (tabla 2) de nuestra
    autoría.

    El control de los pacientes se realiza con placa A-P y
    lateral de la mano con proyección oblicua a 30º; en
    caso de fracturas del 2º y 3er metacarpianos se coloca la
    mano en 30º de pronación y para el 4º y 5º
    metacarpianos en supinación.

    Se usan como clavos endomedulares, dispositivos
    esterilizables, de único uso, cuyas dimensiones son: 1,6
    mm X 80 mm, clavo único por su diseño
    de 20° de angulación en la punta, cuya forma roma favorece su
    ingreso al canal medular en las fracturas diafisarias de los
    metacarpianos. La dimensión de 1,0 mm x 55 mm y
    angulación de 20° en la punta permite su mejor acceso
    intracanal en falanges proximales. El mango anatómico
    está diseñado para empuje con el pulgar.

    El equipo participante en la técnica
    quirúrgica de enclavijamiento endomedular para las
    fracturas diafisarias de los metacarpianos y las falanges
    proximales estaba integrado por un cirujano y un ayudante, que
    colaboraba a mantener la reducción, utilizando un
    instrumental de pequeña cirugía (punta de dedo) de
    la siguiente manera:

    1. Anestesia local interdigital o bloqueo en la
    muñeca, bien sea en el nervio cubital o en el nervio
    mediano, dependiendo del metacarpiano a abordar; asepsia y
    antisepsia del campo operatorio y colocación de campos
    quirúrgicos.

    2. Maniobras de reducción cerrada según
    las técnicas convencionales (Jahss para
    metacarpianos).

    3. Incisión de 1 cm con una hoja de
    bisturí No 15, sobre los portales escogidos, centrada
    sobre la unión de la diáfisis-base en las
    falanges proximales como en los metacarpianos, identificando
    así el sitio de inserción anterógrada del
    clavo (figuras 1A, 1B, 1C, 1D).

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    superior

    4. Disección de piel y el
    tejido celular subcutáneo hasta el portal óseo
    escogido, por medio de una pinza de Kelly para proteger
    así las pequeñas ramas sensitivas y los tendones
    extensores.

    5. Se realiza un orificio suficiente utilizando un
    punzón metálico (escarificador) o broca de 1,5 mm,
    en falanges y de 2,0 mm en metacarpianos con una
    angulación de 45°, en la unión
    diáfisis-base del metacarpiano o de la falange penetrando
    hasta el canal medular (figura 2A, 2B).

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    6. Introducción del clavo escogido, a
    través del canal medular (figura 3A, 3B) utilizando
    el pulgar del cirujano para empujar el mango hacia delante, de
    tal manera que el clavo atraviese el foco de fractura hasta el
    hueso subcondral del fragmento distal. Esto se puede realizar con
    la ayuda del fluoroscopio.

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    7. Comprobación clínica de la correcta
    estabilidad y alineación de la reducción de la
    fractura, mediante movimientos activos del
    paciente en la mano comprometida, calificando así su eje
    rotacional y su acortamiento.

    8. Mediante una radiografía simple A-P y oblicua
    a 30° de la mano con énfasis en el foco de fractura,
    es posible observar la reducción de la misma (figuras
    4A, 4B y 5A, 5B, 5C, 5D
    ).

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    9. Una vez comprobada la reducción y
    estabilización de la fractura, se dobla el clavo en su
    extremo proximal con la ayuda de un alicate o pinza de alambre y
    se corta dejándolo por debajo de la piel; desechando el
    mango.

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      superior

    2. Inmovilización de la mano mediante una
      férula en posición funcional (figuras 6A y
      6B
      ).
    3. Control post-operatorio cada quince (15) días
      en consulta externa para hacer el seguimiento
      radiográfico a los 15 y a los 45 días (figuras
      7A y 7B
      ).

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    12. La férula se retira el día octavo
    (8º) del postoperatorio, y los puntos, en promedio, a los 12
    días.

    13. La fisioterapia se inicia a partir del octavo
    día (8º) post-operatorio indicando ejercicios pasivos
    y activos asistidos con una sindactilización (yugo) al
    dedo vecino.

    Resultados

    Se han operado con esta técnica quirúrgica
    veinte (20) pacientes, con veintiún (21) fracturas.
    Dieciséis (16) fracturas de metacarpianos, once (11)
    fracturas del quinto y cinco (5) fracturas del cuarto; y cinco
    (5) con fracturas de falanges proximales de las cuales tres (3)
    son de la falange proximal del 4º dedo y dos (2) son de la
    falange proximal del 3er dedo (figura 8).

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    Figura 8. Clavos endomedulares (CEM).

    Aplicando la escala de calificación cuantitativa,
    se obtiene como un resultado global 82% buenos, 18% regulares, 0%
    malos (tabla 3 y figura 9). El seguimiento de los
    pacientes se realizó en un rango de 2 a 9 meses, con
    promedio de 5,7 meses.

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    Mediante valoración radiográfica se
    comprobó la consolidación de todas las fracturas,
    con un rango de 4 a 6,5 semanas, con un promedio de 6 semanas.
    Incapacidad para el trabajo
    promedio de 6-5 semanas.

    El promedio de angulación fue de 4° para los
    metacarpianos, en un intervalo desde 0° hasta 7° en el
    plano A-P. No se encontró ningún paciente con
    angulaciones superiores a 4° en el plano oblicuo, y en las
    falanges el promedio de angulación es de 3° en el
    plano A-P; ningún paciente intervenido en las falanges
    mostró angulación en el plano lateral.

    El acortamiento de las fracturas, juzgado por
    comparación contralateral en el examen radiográfico
    mostró un promedio de acortamiento de 1,3 mm con un rango
    desde 0 hasta 3 mm en los metacarpianos; comparado con las
    falanges, no se encontró ningún
    acortamiento.

    Clínicamente, todos los pacientes ganaron 90°
    de flexión en las articulaciones
    metacarpofalángicas con extensión completa. El
    promedio de rango de movimiento de las articulaciones
    interfalángicas proximales fue de 90° (rango de
    70°–110°). Se presentó contractura en
    flexión de las articulaciones interfalángicas
    proximales en dos casos; en un caso de 20° y otro de 15°,
    ambos en fracturas de falanges proximales. El AMAT fue de
    250° promedio para los metacarpianos en un rango de 220°
    a 280°.

    El movimiento activo total (AMAT) fue 240° para las
    falanges proximales, con un rango de 210° hasta 280°.
    Ningún paciente tuvo deformidad en rotación tanto
    en las fracturas de los metacarpianos como en falanges
    proximales.

    Se trató una paciente con fractura mal rotada del
    cuello del quinto (5) metacarpiano a quien se le realizó
    corrección con reducción abierta y osteoclasia a
    las tres (3) semanas de evolución y se practicó
    fijación con clavo endomedular para metacarpiano (CEM16).
    No se encontraron infecciones.

    Respecto a la evolución de la herida
    quirúrgica, en los primeros dos (2) pacientes operados,
    uno (1) con enclavijamiento del metacarpiano y otro con
    enclavijamiento de falange próximal, en quienes se
    dejó el extremo próximal del clavo por fuera de la
    piel, se observó inflamación y engrosamiento de la piel
    alrededor del portal de abordaje, por tanto se decidió
    dejar en todos los casos restantes (dieciocho), el extremo
    próximal del CEM (Clavo Endomedular) por debajo de la
    piel, con un segmento suficiente para facilitar su posterior
    retiro (tabla 3 y figura 8).

    Discusión

    Küntscher (1943) y Ender (1969) recomiendan el
    enclavijamiento endomedular de las fracturas del fémur. De
    manera posterior, en 1973, Evrard recomienda el enclavijamiento
    endomedular de los metacarpianos, y luego Foucher toma este
    principio y lo adapta en 1976, describiendo el enclavijamiento
    fasciculado para las fracturas inestables del cuello del quinto
    metacarpiano.
    En los últimos dos años, ortopedistas del Miami
    Hand Center en Florida (Estados Unidos), retoman estos conceptos
    y describen el clavo endomedular para metacarpianos y falanges
    proximales. Basados en todos los anteriores estudios se
    diseña y desarrolla este estudio en nuestro medio, el cual
    arroja buenos resultados en 82% (figura
    7
    ).

    En el presente trabajo se encontró una
    consolidación ósea en todos los pacientes tratados con
    fracturas diafisarias o de la unión diáfisis-cuello
    o diáfisis-base de metacarpianos y falanges proximales, en
    un período de tiempo promedio de seis semanas, lo cual
    está de acuerdo con lo referido por Green y Stern (1996),
    quienes conceptúan que las fracturas manejadas en forma
    cerrada consolidan más pronto que aquellas que necesitan
    de reducción abierta.

    Según lo reportado por Barton, la duración
    media de suspensión del trabajo por causa de una fractura
    de falange proximal es de 4,3 a 8,4 semanas. Este estudio
    demostró una incapacidad para el trabajo en promedio de
    6,5 semanas, lo cual está acorde con el valor inferior
    de lo reportado por Barton.

    Consideramos que esta rápida recuperación
    del paciente, con una baja repercusión
    socio-económica, se debe principalmente a tres factores:
    reducción cerrada, estabilización adecuada y
    movilización precoz (a partir del octavo día de
    recuperación).

    Sabemos por estudios biomecánicos como el de
    Keikhosrow y otros realizados en 1993, que la fijación
    endomedular con clavos no es tan rígida, especialmente
    ante las fuerzas rotacionales, si se compara con otros
    métodos de fijación como son las placas y tornillos
    interfragmentarios.
    Sin embargo, cuando a la fijación endomedular se suman
    otros factores sinérgicos como son la no apertura del foco
    de fractura y la orientación de las fuerzas en el foco de
    fractura, de tal forma que el clavo endomedular actúa como
    un verdadero "tutor interno", logramos que este método
    cumpla con los objetivos
    primordiales de favorecer la consolidación de la fractura
    y permitir la movilización precoz de la misma combatiendo
    el edema y conservando los espacios de deslizamiento del aparato
    tendinoso en la mano (figura 10A y 10B)

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Conclusiones

    En todos los pacientes tratados con este método
    de enclavijamiento endomedular con clavos CEM, se obtuvo
    consolidación ósea y rehabilitación temprana
    con incorporación de los pacientes a sus labores
    habituales. Se evidencia que el enclavijamiento endomedular de
    las fracturas de los metacarpianos y las falanges proximales,
    cuando está indicado, es un método de tratamiento
    quirúrgico efectivo y fácil de realizar.

    Consideramos que este método de enclavijamiento
    endomedular se debe incorporar al armamentario actual del manejo
    quirúrgico de las fracturas inestables transversas y
    oblicuas cortas de los metacarpianos y las falanges proximales de
    la mano.

    Agradecimientos

    Departamento de Cirugía de Mano, Clínica
    San Pedro Claver Bogotá por su colaboración, y a
    todos los pacientes por darnos la oportunidad de expandir
    nuestros conocimientos.

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    Dr. Sánchez Mesa Pedro Antonio
    MD*

    * Profesor
    Asociado de pregrado y postgrado de la Universidad:
    F.U.S.M, Ortopedista y Traumatólogo. Clínica "Jorge
    Bejarano" E.S.E. Luis Carlos Galán Sarmiento. Miembro
    Titular SCCOT.

    .

    Bogotá, DC. Colombia.

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