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Desempeño en tareas de engaño táctico intencional en niños




Enviado por laly_073



    1. Resumen
    2. Objetivos
    3. Metodología
    4. Resultados
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía

    Resumen

    El presente trabajo
    tiene como finalidad describir el desempeño de niños
    (entre 3 y 4 años de edad) en tareas de engaño
    táctico dirigidas a adultos o jóvenes. Se
    tomó una muestra
    aleatoria de 40 niños (de ambos sexos) de estrato medio,
    los cuales asisten a un Centro de Bienestar Familiar en
    Barranquilla – Colombia,
    quienes vivieron la situación experimental de Chandler,
    Fritz y Hala (1989) sobre engaño tactico. Se
    observó que no existe una diferencia significativa en el
    desempeño de este tipo de tareas frente a personas
    cooperadoras o competidoras jóvenes. Se deben realizar
    pruebas con
    edades mayores para identificar a partir de qué edad los
    procesos
    cognitivos son determinantes para establecer diferencias en
    este tipo de tareas.

    Palabras claves:

    Engaño táctico intencional,
    niños, jovenes,
    adultos, Barranquilla.

    Introducción

    Desde el punto de vista del desarrollo
    cognoscitivo, se considera importante la manera en que el
    niño realiza actividades de engaño táctico
    intencional, es decir, observar cómo va desarrollando su
    destreza mental de engaño, cómo la emplea, y en
    qué casos más específicos la utiliza y con
    quienes. Estos estudios enriquecen al acervo investigativo acerca
    del desarrollo cognitivo de los niños en nuestro contexto,
    donde el engaño es en ocasiones un medio de supervivencia
    que permite tener mayores y mejores oportunidades en un contexto
    lleno de dificultades de toda índole. Los resultados
    permitirán el desarrollo de programas para
    fortalecer capacidades creativas y que mejoren la recursividad de
    los niños y jóvenes en contextos
    difíciles.

    El engaño, tal como es entendido en esta investigación, consiste en hacer creer a
    alguien, con palabras o de cualquier manera, una cosa que no es
    verdad (Martí,
    1997, p.57). Este tipo de comportamiento
    para bien o para mal, hace parte de nuestra sociedad
    actual y cuesta imaginar cómo funcionaría un
    grupo social
    que excluyera la mentira o el engaño de sus
    comportamientos sociales. Sin embargo, dejando de lado
    consideraciones éticas y morales, las cosas son más
    sencillas si aceptáramos que otras personas poseen
    creencias diferentes a las nuestras, y que para ocultar nuestras
    creencias, intenciones o deseos podemos llegar a alterar la
    información clave para ocultarla de
    diferentes maneras, y de esta manera surge la probabilidad de
    engañar (Martí,
    1997).

    Los niños consideran la mentira más grave
    en tanto más inverosímil sea y más lejana se
    encuentre de la realidad. El niño en virtud de su
    egocentrismo se ve llevado a acomodar la verdad según sus
    deseos y a ignorar el valor de la
    veracidad. La regla de no mentir – impuesta por los adultos – le
    parecerá tanto más sagrada y exigirá a sus
    ojos una interpretación más objetiva que en
    realidad no corresponde a una necesidad auténtica e
    interior de su espíritu (Piaget,
    1932/1971). En cuanto a la utilización clara y directa de
    comportamientos de engaño, se ha observado en investigaciones
    anteriores de Beate Sodian y Frith (1900, citado por
    Rivière y Núñez, 1996), como los
    niños están en capacidad de emplear una
    abstracción física o un sabotaje,
    para impedir que el competidor se apropie de un objeto deseable
    para todos. Además, Peter Lafréniere (1988, citado
    por Rivière y Núñez, 1996), demostró
    que los niños de tres años eran más
    incompetentes a la hora de engañar, que los de cuatro y
    cinco, y también eran menos capaces de inhibir expresiones
    emocionales.

    Es claro que la capacidad de engañar tiene un
    especial significado evolutivo en el desarrollo de la teoría
    de la mente (Rivière y Núñez, 1996), la cual
    hace alusión a la habilidad de interpretar el
    funcionamiento de procesos mentales propios y ajenos, en la
    medida que requiere de contenidos y representaciones. Una de las
    razones fundamentales que ayudó a investigadores como
    Perner (1991), Mitchell (1986), DeVeries (1970), Peskins (1989),
    Lafréniere (1988) y Chandler (1991) citados por
    Rivière y Nuñez (1996) a indagar y emprender sus
    estudios acerca del engaño táctico en los
    niños, han sido las investigaciones realizadas sobre las
    competencias
    de engaño en los primates como indicador de su desarrollo
    mental. Bustelo (2002), expresa que los primates, especialmente
    los antropoides (Chimpancés), son capaces no solamente de
    suprimir o esconder ciertas señales, sino también de proyectar
    falsas imágenes o
    simular que reaccionan a inexistentes sucesos para redirigir la
    atención de otros individuos en su propio
    provecho.

    Frente a estos datos, es
    importante observar cómo se comportan los niños en
    situaciones en las cuales se facilita que manifiesten
    comportamientos de engaño, para poder
    identificar sus respuestas más frecuentes, las cuales
    pueden ser de ingenuidad, sabotaje o engaño táctico
    intencional. La primera hace alusión a la conducta del
    niño de no engañar al experimentador sea cooperador
    o competidor, es decir, en el niño no se manifiesta la
    intención de mantener oculto el objeto que fue guardado
    antes de la entrada del (los) experimentador(es). La segunda
    respuesta se refiere a una conducta de apatía por parte
    del niño en la realización del experimento, es
    decir, el niño toma posesión del objeto que ha sido
    guardado dificultando el desarrollo del experimento. Y la tercera
    respuesta hace referencia a un niño que ha "comprendido"
    el papel que asume el experimentador, es decir una
    posición de competidor. En este último caso el
    niño ha comenzado a manipular las representaciones
    mentales del otro, viéndose abocado a prever las
    reacciones del otro y premeditar las propias.

    Hasta el momento no se han encontrado estudios que
    traten la temática de las diferencias entre los sexos en
    conductas de engaño táctico intencional, solo se
    encontraron estudios sobre la percepción
    de satisfacción de acuerdo a la edad de la persona
    engañada. Por ejemplo: en el caso de un competidor
    "adulto", se percibia en los niños inquietud y duda, pero
    los notaban mas "seguros" cuando
    se trataba de un competidor "niño". Cuando no
    engañaban al competidor "adulto" se mostraban cabizbajos,
    y cuando lograban engañar a un competidor "niño" se
    mostraban alegres. Además, se observo en otros estudios
    que a los niños les era difícil identificar cuando
    la persona – en el rol de adulto o de niño – era un
    competidor o cooperador, lo que los conducía a mostrar
    indecisión al principio, hasta que se daban cuenta e
    identificaban su rol. Cuando los cooperadores y competidores eran
    niños y les preguntaban dónde se encontraba el
    tesoro, estos respondian con la verdad y seguros, sin embargo
    otros niños al engañar se mostraban "contentos" de
    haber podido lograr esto con otros niños. Si los
    competidores y cooperadores eran adultos, los niños se
    mostraban nerviosos y con duda, e incluso se presentaron
    conductas de llanto y les aprecia difícil
    engañarlos. Los niños además se mostraban
    posesivos con el dulce que les era dado para esconder
    asumiéndolo como suyo.

    Lo anterior esboza un cuadro que alimenta cada vez
    más la teoría, a excepción de los estudios
    realizados por Chandler (1989, citado por Rivière y
    Núñez, 1996), con niños pequeños que
    no han sido corroborados por otros investigadores. Por esto, en
    esta investigación se ha llegado a formular el siguiente
    interrogante: ¿Cuál es el desempeño de
    niños entre 3 y 4 años en tareas de engaño
    táctico de acuerdo con el engañado (adulto o
    joven)? La hipótesis de trabajo se presenta de la
    siguiente manera: el desempeño de niños entre 3 y 4
    años de edad en situaciones de engaño
    táctico intencional variará de acuerdo con el
    sujeto engañado. Es decir que se espera observar
    diferencias significativas cuando el niño esta en una
    situación en la que puede engañar a un adulto o a
    un joven.

    Objetivos:

    General:

    Determinar si el desempeño de niños entre
    3 y 4 años en tareas de engaño táctico
    varía de acuerdo a si la persona engañada es un
    joven o un adulto.

    Específico:

    1. Determinar las características del
      desempeño en niños entre 3 y 4 años de
      edad cuando el sujeto engañado en situaciones de
      engaño táctico intencional es un
      joven.
    2. Determinar las características del
      desempeño en niños entre 3 y 4 años de
      edad cuando el sujeto engañado en situaciones de
      engaño táctico intencional es un
      adulto.
    3. Determinar las características del
      desempeño en situaciones de engaño
      táctico intencional de acuerdo al sexo de
      niños entre 3 y 4 años de edad.
    4. Determinar los tipos de comportamientos más
      frecuentes (ingenuidad, sabotaje, engaño
      táctico intencional) en los niños de 3 y 4
      años de edad en la situación
      experimental.

    Metodología

    Sujetos:

    En esta investigación exploratoria se tomó
    aleatoriamente una muestra de 40 niños entre 3 y 4
    años de edad en la ciudad de Barranquilla. A
    continuación se presentan sus características
    generales en la tabla 1:

    TABLA 1: Descripción de los participantes

    Sexo de los
    participantes

    Total

    Masculino

    Femenino

    Edad de los
    participantes

    3

    11

    10

    21

    4

    9

    10

    19

    Total

    20

    20

    40

    Técnicas e Instrumentos:

    La técnica utilizada fue la observación de la situación
    experimental, en la cual se utilizaron hojas de registro que
    permitieron evaluar los tipos de desempeño en tareas de
    engaño táctico medidas en tres categorías.
    El nivel 1: ingenuidad (cuando el niño no engaña y
    entrega el objeto deseado), nivel 2: sabotaje (cuando el
    niño perjudica intencionalmente la investigación y
    no sigue el juego) y nivel
    3: engaño táctico intencional (cuando el
    niño manipula las representaciones mentales del otro y
    logra quedarse con el objeto deseado). Los sujetos estaban en un
    cuarto donde estaba una maqueta que contenía dos juguetes (una
    muñeca y un carrito), así como un tesoro lleno
    dulces y chocolates y cuatro recipientes opacos con cierre
    hermético.

    Procedimiento:

    La situación experimental fue realizada tal como
    lo sugirió Chandler, Fritz y Hala (1989, citados por
    Rivière y Núñez, 1996). El experimento
    consistió en mostrarle al niño(a) un tesoro que
    debía ser ocultado por el (ella) mismo (a) a través
    de un juguete que el (ella) seleccionaría. Al niño
    se le explicaba que cuando el cooperador o el competidor entrara
    a la sala, el debía hacer todo lo posible para que
    éste no conociera el itinerario que lo guiaba al lugar
    donde minutos antes había escondido el tesoro. Esta misma
    estructura se
    repitió en cuatro ensayos
    (variando el orden de presentación de los personajes
    cooperadores o competidores). Dichos personajes fueron tanto
    jóvenes como adultos, ya que el propósito era
    observar si el desempeño del niño variaba en estas
    dos situaciones. Simultáneamente, dos observadores
    registraron la información, tomando nota de las acciones y
    respuestas de cada niño.

    El experimento tuvo como finalidad evaluar el
    desempeño de los niños en tareas de engaño
    táctico en términos del éxito
    objetivo de
    los niños, de las estrategias del
    engaño y de la capacidad de los niños de ocultar
    claves emocionales que den pista sobre la ubicación del
    tesoro. La investigación se llevo a cabo en tres fases: La
    primera fase consistió en seleccionar la muestra y adaptar
    los instrumentos. En la primera semana se observo el contexto
    socio-cultural y académico de los niños. Y en la
    segunda semana se realizó la adaptación y
    aplicación de los instrumentos de la réplica del
    experimento de Chandler, Fritz y Hala (1989, citados por
    Rivière y Núñez, 1996). La segunda fase se
    basó en la elaboración de los resultados arrojados
    por la investigación, donde se realizo un análisis acerca del desempeño de los
    niños en tareas de engaño táctico teniendo
    en cuenta la edad (3 a 4 años), el género
    (masculino y femenino), el éxito objetivo de los
    niños (considerado solo para el engaño
    intencional), las estrategias del engaño (borrar las
    huellas o trazar otro camino), y por último la capacidad
    de los niños de ocultar claves emocionales que den pistas
    sobre la ubicación del tesoro en el recipiente
    (seguimiento visual, bajar la mirada, expresión facial
    seria y/o actitud
    expectante). Por último, a partir de los resultados
    obtenidos, se elaboró la respectiva discusión del
    experimento comparando los resultados arrojados por la presente
    investigación junto con la teoría y los experimentos
    llevados a cabo por Chandler, Fritz y Hala (1989), con el fin de
    observar las analogías o discrepancias entre estos
    estudios y verificar la hipótesis
    planteada.

    Resultados

    Los resultados arrojados por la investigación
    indican que el desempeño en tareas de engaño
    táctico de niños de 3 años frente a
    jóvenes cooperadores y competidores de 11 años fue
    en mayor medida de ingenuidad; 13 niños presentaron
    ingenuidad, 3 sabotaje y 4 engaño táctico. A
    diferencia de los niños de 4 años, en los cuales 10
    presentaron ingenuidad, ninguno sabotaje y 10 engaño
    táctico. El estadígrafo Chi-cuadrado mostró
    que a pesar de la diferencia en los resultados para las edades de
    3 y 4 años, no existe una diferencia significativa en sus
    respuestas. Al parecer los procesos  cognitivos en estas
    edades no permiten establecer aún una diferencia
    observable con respecto a este comportamiento. Perner (1991)
    citado por Rivière y Nuñez (1996), encontró
    resultados similares al ver que los niños de 3 y 4
    años al realizar algunos experimentos en tareas de
    engaño táctico, a diferencia de los de 5,
    encuentran dificultades para engañar en situaciones
    experimentales que inducen a ello. Ver Tablas 2 y 3:

    Tabla 2: Respuesta frente a jóvenes

    Respuesta frente a los
    jóvenes

    Total

    Valor Chi2

    Ingenuidad

    Sabotaje

    Engaño táctico
    intencional

    6,57

    Edad de los
    participantes

    3

    14

    3

    4

    21

    Significancia:

    ,037

    4

    9

    10

    19

    Total

    23

    3

    14

    40

    Tabla 3: Respuesta frente a adultos

    Para ver la tabla seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Con relación al desempeño de acuerdo al
    sexo en tareas de engaño táctico frente a
    jóvenes y adultos, no hubo ninguna diferencia
    significativa, ya que los resultados estuvieron muy
    equilibrados,  presentando 11 niños y 12 niñas
    ingenuidad, mientras que 1 niño y 2 niñas sabotaje;
    asimismo 8 niños y 6 niñas engaño
    táctico intencional. Ver tabla 4 y 5:

    Tabla 4: Respuesta frente a jóvenes según
    sexo

    Para ver la tabla seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Tabla 5: Respuesta frente a adultos según
    sexo

    Para ver la tabla seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Con respecta a los tipos de comportamientos, encontramos
    que el 57.5% de los niños presentaron ingenuidad frente a
    las personas con edades de 11 años en sus papeles de
    cooperador y competidor. El 7.5% presentó sabotaje, y el
    35% engaño táctico intencional.  Frente a los
    adultos, el 52.5% de los niños mostraron ingenuidad, el
    15% sabotaje, y el 32.5% engaño táctico
    intencional. Cotejando los porcentajes de ambos resultados en
    tareas de engaño táctico intencional de acuerdo con
    el engañado, el estadígrafo (Chi-cuadrado) no
    certifica ninguna diferencia significativa en los datos
    encontrados. Se pudo observar que no hubo diferencia si el
    engañado era un niño o un adulto, ya que la
    presencia de engaño táctico se presentó casi
    en el mismo porcentaje para las dos situaciones (frente a un
    niño y adulto). Debido a esto nuestra hipótesis de
    trabajo no se probó, ya que no se presentaron diferencias
    realmente significativas para poder establecer si el
    engaño variaba según el engañado. Por esto
    se acepta la hipótesis nula en la cual se enuncian que no
    existen diferencias significativas entre las dos situaciones
    investigadas.

    Conclusiones

    Los resultados de este estudio exploratorio indican que
    no se encontraron diferencias en el desempeño de los
    niños de 3 y 4 años en tareas de engaño
    táctico de acuerdo con el sujeto engañado. Con esto
    se quiere decir que si bien los niños tienden a
    engañar más a jóvenes que a adultos, no
    existen diferencias significativas entre ambos grupos. De
    acuerdo a esto, la hipótesis de trabajo fue rechazada.
    Este resultado refuerza lo presentado por Perner (1991), Mitchell
    (1986), DeVeries (1970), Peskins (1989), Sodian y Schneider
    (1990), Russell, Mauthner, Sharpe y Tidswell (1991),
    LaFréniere (1988) y Chandler (1991) citados por
    Rivière y Nuñez (1996), entre otros, los cuales han
    llevado a cabo experimentos donde se comprueba que la
    mayoría de los niños entre 3 y 4 años no
    están en la capacidad de engañar a otro individuo
    debido al estado de su
    desarrollo cognitivo ya que en las tareas experimentales los
    niños delatan o dicen con espontaneidad el lugar donde se
    encuentra el objeto escondido.

    Con base a los resultados arrojados, se recomienda para
    próximos trabajos que las categorías del
    desempeño en tareas de engaño táctico
    intencional sean más precisas, haciendo dos divisiones en
    vez de tres. Estas serían: Sin engaño
    táctico intencional y Con engaño táctico
    intencional. A su vez, se debería tener un mayor rigor
    respecto a las variables
    propuestas por Rivière y Núñez (1996) como
    lo son la diferencia entre engañar para lograr un
    resultado deseable o para evitar uno indeseable; la exigencia o
    no de que el engaño sea verbal; el grado de control que la
    situación pide al niño; la activación de una
    verdadera motivación
    al engaño, y la exigencia cognitiva que éste
    conlleva, puesto que estos factores son determinantes en la
    precisión de los resultados del desempeño en tareas
    de engaño táctico de acuerdo con el
    engañado.

    Bibliografía

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    Autor:

    Mónica Berdugo

    Tatiana Figueroa

    Ana María Pérez

    Laura Puerta

    Patricia Silva

    Bianca Velázquez

    Estudiantes de Quinto Semestre del Programa de
    Psicología de la Universidad del
    Norte – Barranquilla.

    Investigación de pregrado de psicología
    realizada como requisito de la asignatura de Seminario Taller
    de Investigación Cuantitativo V por el Pr. Jorge
    Palacio.

    Para información adicional escribir al
    correo:

    Categoría: Psicología

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