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La Historia del Hospital Argerich




Enviado por robertolit1



    La Historia del Hospital Argerich comienza con la
    llegada de las primeras expediciones a Buenos Aires, ya
    que, como veremos, la Historia del Argerich está ligada a
    una zona cuyo crecimiento y desarrollo se
    basó en la inmigración, La Boca.

    Ese barrio que se formaba junto al Riachuelo supo
    representar las ilusiones y esperanzas de trabajadores de todo el
    mundo que llegaban a nuestro país y que se quedaban en la
    Ciudad de Buenos Aires.

    Entonces, podemos decir que el Argerich tiene otra
    historia y que ésta comienza prácticamente con la
    llegada de los primeros adelantados: Don Pedro de Mendoza y Juan
    de Garay.

    Vienen a fundar una nueva Ciudad en nombre de los Reyes
    de España,
    pero tanto Mendoza primero, y luego Garay en segundo
    término, tratando de enmendar los fracasos del primero,
    han tomado esta empresa de
    aventura y conquista a su propio riesgo, la Corona
    solo les dará parte de lo que ellos encuentren, si
    fracasan nada tendrán. Entonces se deben ocupar de los
    navíos, de los elementos que necesiten para tan largo
    viaje, de las armas, de sortear
    los peligros de la navegación, de la disciplina, de
    alimentar a sus hombres, y de la salud… pues para eso
    están los médicos, luego los hospitales… y
    alrededor de 450 años mas tarde… el Argerich.

    Para mejor contar esta historia, o sea, estos 450
    años y también nosotros como "adelantados" le
    explicaremos como ha sido estructurado este trabajo: En el
    comienzo, gracias a la ayuda del Licenciado Ángel
    Jankilevich, especialista en historia de la
    medicina Argentina, hicimos un breve resumen de los inicios
    de la medicina en el
    Virreinato del Río de la Plata hasta los albores de los
    movimientos de Independencia,
    lo que aprovechamos para introducir la figura del Dr. Cosme
    Mariano Argerich, indisolublemente ligado a los acontecimientos
    de Mayo de 1810 y del pensamiento
    revolucionario de la época.

    Luego pasamos a explicar los movimientos inmigratorios y
    su asentamiento en la zona de la Boca , en este caso recurrimos a
    la ayuda, los conocimientos y la generosidad del Sr. Rubén
    Granara Insúa, Presidente del Museo Histórico de la
    Boca y tres veces Presidente de la República de la Boca,
    creemos que gracias a él podemos brindar un claro panorama
    de la formación y las principales características
    socio-culturales del Barrio.

    Así llegamos a 1897, y quien nos motivó
    para el camino que emprendimos desde aquí, sin duda alguna
    fue el Dr. Edgardo Schapachnik, quien, primero en las reuniones
    del Comité de Cultura del
    Hospital y luego en charlas personales, no solo despertó
    mi interés
    hacia esta investigación sinó que fue
    extraordinariamente generoso con datos y contactos
    sin los cuales este trabajo hubiera sido imposible. La
    pasión y amor que tiene
    por el Barrio de la boca y por "su Hospital" fueron un incentivo
    permanente en mi tarea.

    También por influencia del Dr. Schapachnik
    conocí por primera vez el viejo Hospital de la Boca de la
    calle Pínzón, el día de la visita nos
    habíamos citado a las 10 hs. de la mañana y yo era
    parte de un grupo de diez
    personas que lo querían conocer, llegué puntual
    pero el resto del grupo lo hizo mas tarde así que
    ingresé solo al viejo edificio y en el momento que
    traspasé su portón de hierro supe
    que iba a ser atrapado por su pasado, es una sensación que
    ya he sentido antes de iniciar otras investigaciones
    históricas y es un presentimiento que suele ser verdad y
    que incentiva a persistir ante los obstáculos que muchas
    veces presenta la complejidad del trabajo.

    En este caso, conformando un muy reducido grupo y algo
    presionados por los tiempos comenzamos por desempolvar registros y
    documentos de
    la Legislatura de
    la Ciudad de Buenos Aires, del Instituto Histórico de la
    Ciudad, de la Biblioteca
    Gálvez, de la Biblioteca Joaquin V. González de la
    Boca, de las Bibliotecas de la
    Facultad de Medicina, de la Asociación Médica
    Argentina y del Hospital Argerich, del Museo Mitre, de la
    Academia Nacional de Historia, del Archivo General
    de la Nación
    y de algún otro lugar que seguro nos
    olvidamos.

    Y no solo hemos rescatado documentos, sino
    también un material fotográfico inédito del
    pasado del Hospital que merece ser conocido, la etapa de la
    Ambulancia a Caballo, de los Pabellones recién construidos
    con árboles
    a su alrededor y del frente de la Antigua Salita de la Boca con
    médicos y enfermeros que conforman una postal detenida en
    el tiempo.

    Veremos también que, por vaya uno a saber que
    extraño mecanismo del destino, por cada pregunta que
    contestamos aparecen otras que quedan sin respuesta, son como
    eslabones de una interminable cadena que quedan sueltos, pero
    nuestra experiencia indica que muchas veces esas lagunas se
    completan en otra etapa del camino y de manera mucho más
    rica que si quisiéramos hacerlo ya, así que dejemos
    esas incógnitas a un costado de la mesa de luz que el tiempo
    y una nueva mirada se ocuparán de ellas.

    El lector podrá enterarse de que manera la
    pequeña salita de primeros
    auxilios comienza a atender al público en 1897, al
    llegar a 1904 lo invitaremos a hacer una pausa para conocer de
    que manera se produce el hecho del cual ahora se conmemoran los
    cien años: el ahora; Hospital Vecinal de la Boca pasa a
    llamarse Hospital Argerich y juntos nos introducimos en las
    curiosas discusiones que culminan en la designación de su
    actual nombre.

    Entonces este será el momento apropiado para completar
    la biografía de quien antes habíamos
    comenzado a esbozar su perfil dentro de la historia de la
    medicina, nos referimos obviamente al Dr. Cosme Argerich.

    Y seguramente los vecinos de la Boca se sentirán
    orgullosos de que el nombre del Dr. Argerich sea parte del
    hospital y la Comunidad
    médica compartirá ese sentimiento y sumará
    al mismo la responsabilidad y el compromiso de seguir su
    ejemplo el cual fue entregarse con pasión a las causas en
    las que uno cree, por eso su compromiso con la formación
    médica, con la causa de la libertad y con
    el mejoramiento de los hombres en su totalidad.

    En esta etapa nuevamente es imposible no agradecer a los
    brillantes trabajos de Angel Jankelevich y a los generosos
    aportes de Paula Mariel Zabuski y
    Anibal Fryc. del
    Mercurio de la Salud.

    Hemos insertado en este punto una serie de estadísticas de la atención médica del Argerich en esos
    años, datos técnicos que, como sucede siempre con
    los datos, resultan algo aburridos pero nos pareció que
    sería útil compilarlos en este trabajo antes que el
    tiempo dificultara poder
    encontrarlos nuevamente. Si uno apela a la paciencia, les presta
    atención y los compara con datos de la actualidad
    comprenderá mejor esas épocas y las decisiones que
    se tomaban .

    También rescatamos los nombres de muchos de los
    profesionales que prestaron servicios en
    la institución durante las décadas del 30 y del 40
    y que deben estar todavía en la memoria de
    los mayores.

    En otras etapas el lector encontrará testimonios
    donde se cuentan anécdotas de muchas de las personas que
    se nombran y que permiten conocer facetas muy ricas de sus
    personalidades.

    Después, nuevamente nos ayuda Rubén
    Insúa para conocer como era la relación del
    Hospital con la comunidad en sus inicios, los problemas
    sociales de la zona, y los benefactores de la
    Institución, entre los que se destaca desde luego el
    Maestro Benito Quinquela Martín pero que a fuerza de
    sinceros conforman una lista afortunadamente
    interminable.

    En la actualidad es la Sra. Clara Alonso la responsable
    de dirigir y coordinar los esfuerzos de la Asociación
    Cooperadora del Hospital, gracias a su generosidad pudimos
    acceder a registros inéditos de gran valor para
    nuestra investigación y cuya lectura
    provoca no poca emoción.

    Era realmente una obligación moral que
    cumplimos con gran satisfacción poder entrevistar a
    Antonio Yacarino quien nos relató las divertidas
    anécdotas de los médicos en el Bodegón
    Yacarino, bar de su padre que funcionaba en la esquina del
    primitivo Hospital pero que era el refugio infaltable de los
    profesionales con la excusa de sobrellevar el stress
    cotidiano.

    Luego recorremos las primeras décadas del
    Argerich en la Calle Pinzón gracias a los recuerdos que la
    exquisita sensibilidad y el humor del Dr. Rubén Nemirovsky
    nos dejara en su libro sobre el
    Hospital, estos recuerdos fueron completados por el Dr. Goldvarg
    que con sus casi 90 años nos revivió su paso por el
    "viejo Hospital Argerich de la Calle Pinzón" con una
    pincelada muy especial de amor, cariño por esa etapa de
    mucho esfuerzo pero que también tuvo el color humano de
    una de inocente picardía.

    Llegamos entonces a la mudanza a Almirante Brown, un
    salto a la modernidad no
    exento de luchas para recuperar el Argerich que parecía
    perdido. Aquí los diarios de la época, los
    registros de periódicos médicos y nuevamente la
    memoria de
    vecinos e instituciones
    de la Boca nos han ayudado ha reconstruir los sucesos que se
    dieron de 1940 a 1946 y que unieron al Barrio en defensa de "su
    hospital".

    Finalmente nos acercaremos al presente, a la etapa de
    consolidación y de reconocimiento nacional e
    internacional, el Hospital Argerich, el de la atención
    clínica cotidiana a los vecinos del Barrio pero
    también, ahora, el Hospital de Alta Complejidad a la
    vanguardia de
    las prácticas médicas de última
    generación y de la investigación científica.

    Es también la etapa de una responsabilidad
    diferente producto de
    haber sido elegidos como el Hospital Presidencial pero sin
    descuidar el compromiso con la salud de la Comunidad y con el
    futuro.

    ……………………………………..

    Lunes 24 de Noviembre del 2003

    Diario Clarín

    " Seguramente, ningún inmigrante italiano del
    puñado que fundó en 1897 la Unidad Sanitaria de La
    Boca haya imaginado que alguna vez un presidente de la Nación
    la usaría como sanatorio de cabecera. Un siglo y
    seis años después, aquella salita de barrio se
    convirtió en el Argerich, el hospital público de
    mayor complejidad del país y uno de los mejores de
    Latinoamérica. Ahora también va a
    ser el sello sanitario de la gestión K:
    el presidente Néstor Kirchner lo eligió para
    atenderse, en caso de necesitarlo, hasta que termine su gestión
    en 2007…"

    ……………………………………….

    Podríamos agregar que muchas
    cosas han pasado en estos aproximadamente 400 años desde
    las primeras preocupaciones de los vecinos cuando la Ciudad no
    contaba aún con 1000 habitantes hasta la decisión
    de convertir al Argerich en el Hospital responsable de la salud
    del Presidente.

    De esto trata este libro: rescatar los
    inicios del Hospital Argerich, contar cómo se vivía
    y cómo se cuidaba la salud de los vecinos en las
    épocas en que el Hospital Vecinal de la Boca comienza a
    brindar servicios, su inserción comunitaria y su
    designación como "Hospital Dr. Cosme Argerich", su nueva
    ubicación y las anécdotas y recuerdos que unen la
    pequeña salita de la calle Pínzón con el
    actual edificio de la Avenida Almirante Brown.

    Cuando se cotejan los documentos
    legislativos y municipales con las publicaciones y diarios de la
    época y cuando se escuchan los testimonios que
    espontáneamente historiadores amigos, vecinos de la Boca y
    los médicos nos brindaban, se llega a la conclusión
    de que el camino que ha recorrido el Hospital no ha sido
    fácil y hubiera sido imposible sin la valentía y
    generosidad de lo que podríamos llamar la comunidad
    hospitalaria
    .

    Desde sus inicios el Argerich tuvo que
    pelear por su espacio y en muchas ocasiones fue rescatado del
    peligro por vecinos a veces anónimos y a veces ilustres
    como Quinquela Martín, por legisladores que podían
    dudar pero finalmente encontraban la firmeza que sus legislados
    les exigían, y por los miembros médicos y no
    médicos del propio hospital que habían tejido una
    relación de afecto, compromiso y solidaridad con
    el barrio y con quienes requerían de su
    auxilio.

    En este libro el lector
    encontrará también anécdotas que hoy le
    parecerán absurdas y risueñas: curiosidades de
    cómo se practicaba el arte de curar en
    una época lejana que quizás despierten en él
    una sonrisa, pero que seguramente también evocarán
    recuerdos emotivos de sus mayores y de las creencias y
    hábitos con que enfrentaban las enfermedades en otros
    tiempos.

    Estamos seguros que se
    sorprenderá con muchos de los datos y documentos que
    aquí le presentamos: en muchos casos hemos preferido
    citarlos en forma textual y con las referencias necesarias para
    que pueda cotejarlos si quisiera hacerlo. La lectura
    atenta de los mismos no sólo no lo librarán de la
    incredulidad sino que quedará atrapado en una historia
    apasionante: la historia de cómo una comunidad ha
    enfrentado el sufrimiento, la historia de la Ciencia, la
    Tecnología
    y el
    Conocimiento como armas de médicos, auxiliares y
    personal del
    Hospital Argerich, pero también historias de solidaridad,
    de pasión y muchas veces del sacrificio de la propia
    vida.

    Lo invitamos a disfrutar y recorrer este
    camino hacia el pasado para compartir la alegría de los
    cien años del Hospital Argerich.

    A modo de rápido avance de nuestro trabajo van
    estos adelantos de algunos capítulos del libro los cuales
    iniciamos con una entrevista a
    su actual Director, el Dr. Nestor Hernández.

    Pero, de manera que parecerá paradójica,
    comenzamos este trabajo de historia tratando de conocer un suceso
    reciente en el tiempo.

    Nos referimos a la decisión del Presidente de la
    Nación , el Dr. Nestor Kirchner en cual designó al
    Hospital Argerich para atender su salud y la de su familia. A
    nuestro entender este no es un dato menor y quienes conforman el
    Hospital saben que esta responsabilidad es el resultado de una
    larga trayectoria que trataremos de contar pero que
    podríamos resumir como ¨cien años de compromiso
    con la salud".

    El Dr. Hernández ejerce en la actualidad el cargo
    de director Hospital Argerich, en ese momento era el Sub-director
    y la dirección era ejercida por el Dr. Donato
    Spacavento, ambos se enteran de la decisión presidencial a
    través del Dr. Bollomo, médico personal del
    Presidente, quien les expresa que en función
    del interés y de la confianza del mismo en la Salud
    Pública y merced que el grupo de médicos que lo
    asesoraba le había indicado que en el Hospital Argerich
    podía encontrar una excelente respuesta a cualquier
    requerimiento para el cuidado de la salud de los miembros del
    Poder
    Ejecutivo decide asignarle esa responsabilidad.

    El Dr. Hernández se formó dentro de la
    órbita de la Salud Pública por lo que la noticia lo
    llenó de orgullo y considera que el mismo debe ser
    extensivo a todos los médicos de los Hospitales
    Públicos, " el Argerich es en
    este caso es el estandarte y el ejemplo de otros hospitales pues
    muestra donde
    se puede llegar en base al esfuerzo, a la capacitación y a la superación
    personal.

    Hoy en el Argerich se realizan
    trasplantes cardíacos, hepáticos, renales, se hace
    la cirugía de más alta complejidad en el
    país, y a la vez cuenta con profesionales que son
    Profesores Titulares de las Cátedras más
    prestigiosas por lo que, junto con el Hospital, son referentes
    nacionales e internacionales y Presidentes de Congresos que
    reúnen a los médicos más importantes del
    Mundo. Y obviamente esto es así gracias al esfuerzo de la
    comunidad médica de este centro en pos de una idea y esta
    es que el Hospital Público debe ser la Primer Referencia
    en el Tema de la Salud y donde se encuentren los profesionales
    mas capacitados a disposición de la población, este es un compromiso que toman
    todos los médicos de esta institución.

    Por eso el slogan que nos representa a
    todos, a médicos y no médicos del Hospital
    Argerich, en estos cien años; " comprometidos con la Salud
    Pública ".

    Finalmente se concreta la propuesta
    presidencial con el acondicionamiento de un sector para que pueda
    brindar la seguridad que el
    primer mandatario debe tener, y con la atención similar a
    la que recibe cualquier ciudadano con la única diferencia
    de que goza con la mayor flexibilidad para cubrir las distintas
    alternativas de un tratamiento y la vez con comodidades para
    permitirle seguir ejerciendo las responsabilidades de su
    cargo.

    En el Argerich siempre fue importante la
    superación profesional y de servicios y siempre
    contó con grandes profesores para lograr la mejor
    capacitación.

    El Hospital siempre fue referencia en
    Cirugía, en Cardiología, en Tocoginecología.
    La guardia siempre fue reconocida por la cantidad de pacientes
    que atiende y por la calidad de esa
    atención.

    Es de destacar el cambio que se
    produce en el Hospital a partir de la década del 60 con la
    creación de las residencias, esto provoca un mejoramiento
    extraordinario en la formación médica. La
    Secretaría de Salud del Gobierno de la
    Ciudad supo apreciar las posibilidades que brindaba esta
    reorganización y su apoyo permitió el beneficio en
    la capacitación profesional hospitalaria y por ende en la
    atención de la población. Y el Argerich siempre fue
    un Hospital Escuela de
    excelencia que exigía para ingresar el mayor esfuerzo y
    los mejores promedios lo que permitió su
    jerarquización y su permanente superación y lo
    distinguió con el reconocimiento de los Hospitales de la
    Argentina.

    La actividad del Hospital empieza a
    tener mayor trascendencia a fines de los 80, ya que a partir de
    la conformación del área de diálisis
    comienzan a realizarse los trasplantes renales, allí la
    labor del hospital toma notoriedad y luego siguen los trasplantes
    hepáticos y los cardíacos. También el
    área de cirugía cardiovascular es líder
    en el área, un servicio de
    cirugía formada con procedimientos y
    equipamiento de última generación, el hospital
    también es centro de referencia en otras áreas
    médicas entre las cuales se destacan cirugía
    ileopancreática y diagnósticos y tratamientos
    hemodinamicos.

    A todo esto se suma un
    completísimo equipamiento de avanzada entre los que se
    destacan los de tomografía helicoidal, resonancia nuclear
    magnética, ecógrafos de
    última generación y cámara gamma.

    En el futuro el Hospital Argerich
    seguramente consolidará su posición como espacio de
    referencia para Medicina de Alta Complejidad fundamentalmente en
    las áreas quirúrgicas donde se destaca como
    Hospital de Avanzada y hará aún mas firme su
    compromiso con la salud pública de los
    argentinos"

    CAPITULO 1

    Los comienzos de
    la medicina o algo parecido en el Virreynato del Río de la
    Plata.

    La idea de hospitales como lugar de atención de
    los enfermos no tiene un significado unívoco, ni siquiera
    será igual en el Viejo Continente que en las nuevas
    regiones de América, así que para entender un
    poco mejor el sentido y funciones del
    Hospital moderno y como estas fueron cambiando a medida que la
    sociedad
    también cambiaba decidimos empezar con un breve recorrido
    por la historia de la ciudad de Buenos Aires.

    Sucede que, en 1536, Pedro de Mendoza se pone de acuerdo
    con el Rey de España y decide venir a estas tierras a
    fundar la ciudad de Santa María de los Buenos Aires , trae
    a Hernando de Zamora, médico personal del adelantado quien
    se decía cirujano de su majestad, ser cirujanos en esa
    época no era garantía de nada, digamos que ahora
    tampoco pero en esa época menos, había Doctores
    recibidos en prestigiosas universidades europeas pero no era este
    el caso de los primeros cirujanos que vinieron a estas tierras
    .

    Mendoza le promete fama y fortuna, pero como Zamora no
    se decide le ofrece también 50.000 maravedíes como
    honorarios, no hubo ni lo uno ni lo otro y el pobre Dr. Zamora se
    pasó años reclamando su dinero a quien
    quisiera escucharlo pero con escasa suerte.

    Por lo que sabemos don Pedro de Mendoza, el 2 de febrero
    de 1536, funda la Ciudad de Santa María de Buenos Aires,
    muy cerca de la Boca, se cree que se asentó en la zona
    cercana a Parque Lezama, así que es razonable pensar que
    habrá pisado los terrenos del hospital hace mas de 400
    años y que Mendoza habrá quedado bastante
    preocupado ya que el mismo todavía no estaba construido y
    era bien poca la confianza que este tenía sobre su
    médico personal. Esta situación, la naturaleza
    poco amigable de los indios y seguramente las discusiones con su
    "médico" minaron su salud. Y como cinco siglos era mucho
    tiempo para esperar un turno en el Argerich decidió volver
    a España, cosa que hizo apenas a tiempo para
    morir.

    Otros médicos que también hubo en la zona
    fueron Sebastián León y Blas de Testanova : no
    queda claro si vinieron a ejercer el arte de curar o en pos de
    fortuna y aventura, ya hay testimonios de sus quejas por la
    miseria que que pasaban, es probable que hayan pensado que muy
    rápidamente se harían de oro y plata
    pero esta no era la realidad del Río de la Plata, y al
    igual que sus potenciales pacientes debían tomar la azada
    y la espada para sobrevivir mientras hacían uno que otro
    sangrado y ponían unas que otras ventosas, es de creer que
    al poco tiempo tomaban conciencia estos
    viajes al
    nuevo mundo eran un desafío en el que muchas veces se
    perdía la vida.

    . Pues bien, como es sabido, Mendoza regresa a
    España y sus hombres se dispersan principalmente hacia el
    norte así que su esfuerzo ha terminado en un
    fracaso.

    Tanto Pedro de Mendoza como su predecesor harán
    acuerdos con el Rey que se llamaban Capitulaciones, por medio de
    las mismas el Rey autoriza la realización de la
    expedición, da al responsable el poder y autoridad para
    realizarla, le indica los límites de
    su poder y que actos deberá cumplir durante su tarea.
    Así mismo se fijaban porcentajes de las utilidades que
    habría para cada uno pero quedaba claro que el
    expedicionario y sus hombres arriesgaban su capital y sus
    vidas y si no conseguían o conquistaban nada, nada ganaban
    y nada se llevaban más debían pagar todos los
    gastos
    ocasionados por la aventura.

    En líneas generales eso dicen las capitulaciones,
    mas allá de una serie de indicaciones y ordenes que se
    cumplían y controlaban de acuerdo a las
    circunstancias.

    A Juan de Garay le corresponde el segundo intento, como
    veremos hay una serie de ordenanzas y decretos sobre el
    establecimientos de hospitales a fin de brindar asistencia a
    pobres y necesitados, Angel Jankilevich, merced a un riguroso
    trabajo de investigación ensaya una explicación de
    lo sucedido y porqué Buenos Aires tarda en tener su
    hospital.

    "…llama la atención que un
    fundador de pueblos como Garay, no hubiera traído
    algún licenciado, cirujano o sangrador, cuanto menos civil
    o religioso, ya que algunos misioneros ejercían la
    medicina con verdadero acierto, tampoco hubo sacerdote alguno
    destinado a la nueva población, nació pues la
    ciudad de Buenos Aires, sin tener médicos, boticario, ni
    cura, trinidad infaltable en todo pueblo de habla hispana.
    "

    " Ley 1 de las
    Leyes de
    Indias del 7 de Octubre de 1541

    Que se funden hospitales en todos los
    pueblos de Españoles e Indios.

    Encargamos y mandamos a nuestros
    Virreyes, Audiencias y Gobernadores, que con especial cuidado
    provean, que en todos los pueblos de Españoles e Indios de
    provincias y jurisdicciones, se funden hospitales donde sean
    curados los pobres enfermos, y se ejercite la caridad
    cristiana…".

    En los comienzos de 1580 Juan de Garay intenta una nueva
    Fundación, no trae médicos, pero cuando ordena la
    ciudad en manzanas elige una para un futuro hospital. Este
    hospital va a estar regido por el Cabildo por
    administradores nombrados por el Cabildo y a pesar de que las
    órdenes para construir hospitales eran órdenes
    reales quienes eran responsables económicos de su construcción y mantenimiento
    eran los pobladores a través del órgano de gobierno
    de ellos o sea el Cabildo.

    Llama la atención la similitud con la
    época actual en cuanto a responsabilidades y organización médica de la Ciudad, y
    no es esto un juicio de valor, solo una observación sobre un hecho que por lo menos
    debería mover a la reflexión.

    Esto da a lugar que; al ser pequeña las
    cantidades de vecinos, a que la salud era relativamente buena, a
    que los recursos eran
    escasos y a que las costumbres hacían que fuese suficiente
    con algún "médico" que concurriera a la casa del
    enfermo a realizar curaciones que no se sentía la
    necesidad imperiosa de construir el hospital.

    Para los vecinos: los cirujanos. Para
    los humildes y necesitados…

    " El 11 de Noviembre de 1614, con motivo
    del solemne traslado de la imagen del Santo
    de San Martín desde la Iglesia Mayor
    hasta el hospital, situado en el cruce de las actuales calles
    México y
    Defensa ( en la manzana que completaban Balcarce y Chile) se
    inaugura oficialmente el Primer Hospital de Buenos Aires, para
    beneficio de los 930 habitantes con que contaba la ciudad en eso
    momento…"

    Así que finalmente se designa un hospital, aunque
    sea en otra manzana de la acordada inicialmente.

    En la misma época el Cabildo contrata con una muy
    buena asignación a Manuel Álvarez como "zurujano"
    de los españoles ya que esta tarea las personas pudientes
    preferían que se realizara en sus casas. El hospital
    estaba pensado como lugar de estadía de soldados heridos,
    pobres, indios o enfermos que carecían de sustento, pero
    en todo caso personas a las que no consideraban como formando
    parte del mismo vecindario.

    Creemos que José
    Ingenieros, gracias al el estilo irónico de su pluma y
    a una excelente y bien documentada investigación hace una
    excelente descripción de la situación en
    Buenos Aires en ese momento:

    " En enero de 1605, se presentó
    al Cabildo el sujeto Manuel Álvarez, "Médico
    Zurujano esamynado", ofreciendo sus servicios por un salario anual que
    pagarían a escote los vecinos; el Cabildo cerró con
    él formal contrato el 7 de
    marzo, obligándose Álvarez a servir "en esta ciudad
    a toda ella, a los vezinos y moradores y yndios esclavos dellos,
    en todas sus enfermedades que tubiesen de cualquier género que
    fuesen y sangrarlos y ventosearlos, pagándole el
    estipendio que buenamente fuesen para su sustento", aparte del
    salario anual que el Cabildo le pagaría en frutos del
    país (I, 120 y 127). El incauto sangrador intentó
    ausentarse a los dos meses, pero el Cabildo le ordenó
    permanecer en la ciudad, por el año de su contrata (I,
    137); no lograba Álvarez cobrar su estipendio,
    reclamándolo en vano el 11 de julio (I, 147), y volviendo
    a reclamarlo el 27 de febrero de 1606 (I, 187).
    Desapareció de la ciudad, y en diciembre de 1608, el
    Procurador General pidió al Cabildo que "al vien de los
    vezinos y rrepública, convenía se asalariase a
    Francisco Bernardo Jijón, médico que reside en esta
    ciudad por tiempo de un año" (II, 113). A poco de atender
    su tareas, advirtió Jijón que le era imposible
    vencer la competencia de
    los frailes y curanderos, que le disputaban la clientela; Juan
    Cordero, Francisco de Villabánez, Jerónimo de
    Miranda y Francisco Bernardo, curaban "de zixuxía y
    medizina" sin haber presentado sus cartas de examen
    ni pedido licencia. El 30 de marzo de 1609, el Cabildo
    defirió a las quejas de, Jijón y los conminó
    a presentar sus títulos y justificaciones (II, 150). El 13
    de abril exhibió Jijón los suyos, que eran muy
    buenos, y el Cabildo los aprobó; pero le haría poca
    gracia el ver que en la misma sección autorizó al
    "herrador y albeitar", Juan Cordero Margallo, para que "cure
    lamparones", enfermedad en que le consideró especialista
    (II, 251). Se habría marchado Jijón, que estaba en
    la ciudad por un año, cuando el Cabildo entró en
    alarmas, porque amenazaba ausentarse al Brasil el
    "barbero y zurujano" Antonio Navarro, desamparando a los que
    precisaran de sus lancetas y sanguijuelas; y en el acuerdo del 9
    de enero de 1612, resolvió obligarlo a quedar, pidiendo al
    Gobernador que le impidiera embarcarse (II, 414). Así
    vivía la aldea, sin más médico ni botica que
    algún arribado con las tropas o en buque de registro, no
    hallando modo de conseguir que ninguno permaneciera; y era tal la
    común pobreza, que los
    mismos sangradores y ventoseros que por acá llegaban,
    huían hacia el Perú o el Brasil, en busca de mejor
    acomodo. Sólo curandeaba algún pícaro, y de
    tiempo en tiempo el Cabildo necesitaba conminar a los fingidos
    "zurujanos", para que presentaran sus títulos y pidiesen
    licencias, lo que bastaba para ahuyentarlos (III, 32).
    El Hospital San Martín, formado en 1611, seguía sin
    enfermos y quemando cera en la capilla, consagrada a Nuestra
    Señora de Copa Cabana; sólo algún infeliz se
    atrevía a refugiarse en él, seguro de no hallar
    quien le asistiera, ni con qué. El vecindario creyó
    que mejoraría su situación cuando llegó a la
    ciudad un franciscano, Fray Polaino, que parecía estar
    examinado en medicina y cirugía, titulándose
    "especialista en ebacuaciones". Venía de España y
    pidió licencia al Cabildo para curar, la que le fue
    acordada el 24 de febrero de 1620; al mismo tiempo se
    acordó tratar con él sobre el tiempo que
    podría quedarse en la ciudad para asistir a los enfermos
    (IV, 360). Le prometieron buscar algunas limosnas "para las
    medicinas"; y como se cumpliría con él lo mismo que
    con su antecesores, Fray Polaino dejó la aldea en busca de
    mejor suerte."

    Responsabilidad del Cabildo en el cuidado de la
    Salud

    Los vecinos de Buenos Aires, estaban remisos a realizar
    los gastos que resultaban del mantenimiento de un hospital cuando
    los recursos y la población todavía eran escasos
    pero por otro lado ocuparse de la salud pública no era un
    tema que preocupara a la Corona.

    Pero si es importante como antecedente de la
    situación sanitaria actual que la institución que
    pasaba a hacerse cargo de estos temas era el Cabildo, que no
    sólo no representaba a las autoridades de la Colonia sino
    que era el órgano de poder de los vecinos que representaba
    la descentralización del poder de la Corona y
    que incluso con el correr del tiempo la autonomía se
    transforma en oposición así que comienza a
    destituir virreyes para cambiarlos por otros y finalmente,
    durante los sucesos de Mayo, los cambia por un gobierno
    independiente de España.

    En esos años el Cabildo regula con distintos
    individuos las autorizaciones para que estos " practiquen el
    arte de curar ya sea con ventosas, sangrados y otros menesteres
    que fueran necesarios."
    . Y el Cabildo debió recurrir
    a lo que sería una primitiva mutualización para que
    los vecinos aportaran una cantidad de bienes y
    dineros para los médicos a fin de que estos prestaran
    atención a ellos y sus familias.

    Mientras tanto el Hospital presta atención solo
    con una especie de encargado o enfermero.

    En 1634, con la ciudad en camino de contar con 2000
    vecinos, Fray Alonso de Benavides Cadena, Vicario Provincial de
    la Orden San Juan de Dios, trata de llegar a un acuerdo con el
    Cabildo para traer religiosos al hospital a fin de mejorar las
    tareas asistenciales, pero la Corona le niega autorización
    al Cabildo para que se entregara o se construyera un nuevo
    Hospital con dinero de la Hacienda Real y que en todo caso
    encontraran la forma de mejorar la atención sin afectar
    sus recursos.

    En 1642 se derrumba el pequeño rancho de paja y
    adobe donde funcionaba el Hospital San Martín y es
    reconstruido para uso de soldados accidentados y presos enfermos
    y sanos.

    En 1663, con 3000 habitantes en Buenos Aires, asume
    José Martínez de Salazar con intenciones de cuidar
    los intereses de las autoridades de la Colonia luchando contra el
    contrabando,
    para esto debe acrecentar la guarnición y por lo tanto
    ocuparse del Hospital que formaba parte de las estructuras y
    necesidades militares.

    Salazar escribe al Rey solicitando su ayuda para
    implementar una reestructuración completa de la
    atención sanitaria, pedía enfermeros, cirujanos y
    hermanos de la Orden de San Juan de Dios, quería lograr
    una solución más integral al problema.
    Pretendía transformar el Hospital Militar en General y
    obtener el apoyo de la población.

    En su pedido detalla incluso las necesidades materiales, (
    2 cajas de medicinas y cirugía, sábanas, mantas, y
    el personal: un sacerdote, 2 cirujanos, practicantes y un
    enfermero).

    En 1665 el Consejo Real le niega autorización
    para llevar adelante su emprendimiento, en 1667 Salazar, con el
    apoyo del Cabildo, insiste con un informe que
    sorprende con el detalle que ha planificado todos los aspectos de
    su propuesta

    El Consejo de su Majestad responde que no consideraba
    oportuno tomar ingerencia en el asunto y recomendaba resolver las
    cosas conforme a los propios recursos y posibilidades de la
    ciudad.

    De allí en mas el Hospital pasaría a ser
    casa de religiosos y luego nuevamente hospital, de acuerdo a los
    gobiernos de turno de la Ciudad.

    De alguna manera nos parece necesario citar estos
    antecedentes generales sobre los orígenes de la
    organización para la atención de la salud de la
    población y la relación de los Hospitales con la
    comunidad. En la etapa histórica que estamos considerando
    los vecinos de Buenos Aires veían en el Hospital parte del
    aparato y el poder colonial y de su poder económico
    policial al controlar el puerto, por lo que la opinión
    pública se sumaba a la idea de suprimirlo como
    institución. El Obispo de Buenos Aires en una carta de Enero de
    1692 dirigida al Rey, plantea la inutilidad del hospital del cual
    dice los vecinos desconfían y en su defecto defiende la
    caridad con que se aplica la medicina
    casera.

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    Roberto Litvachkes

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