Monografias.com > Religión
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

San Pablo el gran embustero




Enviado por ruanowilly



    1. Retorciendo las Sagradas
      Escrituras
    2. El gran
      adversario
    3. El gran
      traidor
    4. Demagogo y farsante a
      rabiar
    5. San maricón…un simple
      machista más
    6. San Pablo ¡El
      Anticristo!

    DESCRIPCIÓN

    Leemos desde 2 de Corintios 12:16 la frase que mejor
    describe a San Pablo como al más grande embustero de toda
    la Cristiandad.

    ¡Yo, como soy astuto, pude fácilmente
    engañaros!.

    El que engaña no es más que un embustero.
    Y quien se proclama a sí mismo como astuto y embustero, no
    es otro que un facineroso y envilecido ser.

    Simplemente, y de la manera más llana, tenemos
    que contarles que los han engaño vilmente, queridos
    lectores y lectoras. Don Pablo de Tarso o San Pablo –como
    usted lo prefiera- ¡Es el gran embustero!… y de eso, que
    no les quepa la menor duda.

    RETORCIENDO LAS
    SAGRADAS ESCRITURAS

    Lo que no podemos negar, y mucho menos restarle ese
    merecido apelativo, es que efectivamente a Pablo de Tarso, por
    haberse inventado todo ese relajo y haber tejido la maraña
    alrededor de la figura de un Jesús que no tiene nada que
    ver con el Jesús histórico, y que formó la
    trampa en la que miles de incautos han sido esquilmados, hay que
    reconocer que sólo a él compete llevar con toda la
    pompa del caso el gran honor de ser el Primer
    Cristiano.

    ¡Tan honorífica posición no le queda
    mejor que a San Pablo!.

    Leamos desde los Hechos de los Apóstoles 22:27 y
    28 la confirmación que de entrada nos confirmará y
    demostrará claramente que San Pablo no fue más que
    un demagogo y un politiquero como cualquier otro interesado en
    mantenerse en el goce profano de las mieles que destila el
    poder.

    ¡Olé!…:

    Vino el tribuno y le preguntó a Pablo:
    ¿Eres tu ciudadano romano? Y Pablo respondió:
    ¡Sí!. Soy romano por nacimiento.

    La ciudadanía romana, de la que Pablo hace uso
    para demostrar que la Ley Romana era la
    que tenía que aplicársele, demuestra que San Pablo
    tenía en sus progenitores una combinación harto
    pecaminosa. De cualquiera de ellos dos, ya sea de papá o
    de mamá, él heredaba la ciudadanía romana y
    eso hacía de San Pablo, ¡indiscutiblemente!, el
    producto de la
    combinación entre dos diferentes grupos raciales,
    sociales y culturales. O sea que siendo hijo de judíos,
    en las generaciones de uno de sus progenitores y también
    hijo de gentiles o
    romanos en su ascendencia por la herencia que en
    él desembocaba, la conclusión (ya lo dijimos
    ¡indiscutible!) es muy sencilla, ya que a tales productos de
    la unión entre dos personas de diferente grupo racial o
    étnico se les denomina mucho mejor con el nombre de
    mestizos.

    Y San Pablo, por eso mismo, es un mestizo.
    ¡Así de sencillo!.

    Deuteronomio 23:2 es el Mandamiento que ordena que
    personas como Pablo de Tarso no puedan ingresar legalmente a la
    Congregación que comprende el Culto del Dios
    bíblico, y mucho menos a vanagloriarse –como lo hace
    impune y tan burlescamente San Pablo- de ser el nuevo
    guía, el Ministro y el Apóstol de la
    Congregación del Dios Padre, porque el propio Padre
    Nuestro dejó ordenado tajantemente.

    ¡No entrará mestizo en la
    Congregación de Dios Vuestro Señor

    (Yahvé)! ¡Ni aún en la décima
    generación entrarán los mestizos en la
    Congregación del Padre Eterno!.

    Pablo, por nacimiento (como él mismo lo reconoce
    públicamente) es ciudadano romano o sea mestizo, y por lo
    tanto sabe perfectamente que no puede ni debe entrar a formar
    parte de los hombres, de los servicios y de
    los oficios públicos y privados que el Pueblo Santo de
    Dios Nuestro Señor (Yahvé el guerrero) lleva a cabo
    en la Congregación o Asamblea israelita. Y por lo tanto,
    sabiendo la limitación legal que no le permite ser parte
    de la nación
    Judía, San Pablo hace lo más sencillo se auto
    proclama el Ministro y el Apóstol de Dios Padre y el
    Primer Jerarca del Cristianismo,
    y por lo tanto, ¡el primer ser humano
    cristianizado!.

    ¿Qué les parece la audacia y el pecado
    vanidoso y la blasfemia de San Pablo?.

    Anonadados del despliegue tan vergonzosamente vulgar y
    prepotente del que hace gala San Pablo, leemos, con una sonora
    carcajada, las brutalidades que brotan del usurpador y
    delincuente confeso, al que hoy, desgraciadamente, han tomado y
    lo tienen en un lugar prominente.

    Pasemos a citar y a leer las burdas confesiones de este
    gran embustero que, retorciendo las Sagradas Escrituras a su
    sabor y antojo, sigue impunemente burlándose de
    Jesucristo, de Dios Padre y del atajo de borregos que, cayendo
    como moscas en las Iglesias Cristianas, no se imaginan,
    ¡tan siquiera!, la clase de
    maleante y demagogo que fue San Pablo.

    1 de Romanos 1:1 y 5 nos regalan la primorosa primera
    gran mentira paulina.

    Saludos, yo, Pablo, siervo de Jesucristo
    (¡qué infame! ¿de dónde te sacas esto
    embustero de porra?), llamado a ser apóstol
    (¡quién diablos te llamó, te nombró o
    te dio tal título, mentiroso y ufano!), apartado para
    el Evangelio de Dios
    (¿quién y por qué
    te habían de haber apartado para que fueras tu el vocero
    oficial del Evangelio?). Y que por medio de Jesucristo, del
    cual hemos recibido la gracia y el apostolado

    (¡qué bárbaro!), para la obediencia de la
    fe en todas las naciones por amor a su
    nombre.

    Para comenzar, leamos cual fue la real y expresa
    voluntad, el deseo y la orden directamente transmitida por
    Nuestro Señor Jesucristo sobre los aspectos que San Pablo
    usurpa tan desfachatadamente y que ahora mismo quedará, no
    sólo en entredicho este gran embustero, sino que
    desenmascarado.

    Mateo 10:1 se llama "Elección de los doce
    apóstoles" y en los versículos 5 y 6 que forman
    parte de lo que se ha titulado "Misión de
    los doce" y entre lo que se nos narra allí no hay
    alusión alguna a este elucubrado de Pablo o que Jesucristo
    dejara alguna pequeña posibilidad como para pensar que de
    allí es que este mentecato se haya agarrado y que a eso se
    deban las temerarias afirmaciones que nos hace Pablo desde
    Romanos.

    Los versículos 5 y 6 de Mateo 10 tajantemente
    establecen, y delimitan, la Santa Voluntad de
    Jesucristo.

    A estos doce (o sea a los doce apóstoles y Pablo
    ¡no está metido ni incluido en tal
    señalamiento!) envió Jesús y les dio
    instrucciones diciendo: ¡No vayáis por camino de
    gentiles
    (todo individuo o
    nación
    que no es hebreo y que no practica el Judaísmo es
    definido, señalado y rechazado con la palabra
    "gentil"), ni entréis en ciudades de samaritanos, sino
    id más bien a las ovejas perdidas de la Casa de Israel.

    Desde Marcos 4:11 y 12 leemos otro tropezón que se
    lleva este infuloso Pablo y desde allí Jesús,
    dirigiéndose a un selecto grupo y a los doce
    apóstoles, dentro de los cuales ¡no estaba incluido
    San Pablo el gran embustero!, les dice.

    ¡Sólo a vosotros os ha sido dado el Misterio
    del Reino de Dios!. A los que están fuera, todo se les
    presentará en parábolas, para que, por mucho que
    sigan mirando, vean ¡pero no perciban!. Y por mucho que
    sigan escuchando, oigan ¡pero no entiendan!.

    En la perorata de Pablo, él se auto denomina "Siervo de
    Jesucristo", y aquí es en donde empieza el chiste
    graciosísimo. Resulta que la palabra que han traducido, en
    nuestras Biblias de uso común y corriente, por "siervo",
    realmente el sentido que se le quiso dar es el de "esclavo". O
    sea aquel que, sujeto a la voluntad y a los deseos de otro,
    está completamente a la disposición y a la orden de
    quien es su dueño o de quien es su cautivo.

    Y resulta que la imaginación, y el poco decoro de
    Pablo, lo hace apropiarse de un título que es
    muchísimo más apantallador que cualquier otro,
    pues, siervos o esclavos exclusivos de Dios Nuestro Señor
    (Yahvé) lo fueron exclusivamente Moisés
    (Josué 1:1), David (Salmo 18 que en su título nos
    lo dice) y los grandes reyes, profetas y Cristos o Mesías
    del Padre Eterno.

    ¿De dónde acá se quiere lucir Pablo con
    tan honorable título que por ser ajeno a la
    Congregación del Padre Nuestro (por mestizo), no le
    correspondía usar?.

    Ahora bien, con el colmo de la demencia paulina al auto
    nombrarse Apóstol, hay, así mismo, mucha tela que
    cortar. Lucas 6:12-16 es la mejor descripción de lo selecto y exclusivo que
    conlleva el término Apóstol. Y, de eso, hay que
    inferir que Apóstoles ¡solamente doce hubo!, los
    cuales, y cada uno de ellos, son los únicos, léase,
    óigase y entiéndase bien, los únicos que
    fueron investidos como tales, directamente por Nuestro
    Señor Jesucristo, y que lamentablemente no incluía
    allí a San Pablo.

    ¿Qué tal?.

    Leamos a Lucas que nos dice la verdad, y a pesar que este
    Evangelista no es más que el discípulo fiel de San
    Pablo, no se parcializó por su jefe y, al contrario, lo
    desmiente clara y categóricamente de las presuntuosas
    declaraciones que hace cuando se dice de sí mismo
    Apóstol de Jesucristo.

    Aconteció en aquellos días que Jesús
    salió al monte a orar y pasó la noche entera en
    oración a Dios
    (como pidiendo iluminación para la elección de sus
    exclusivos Apóstoles). Y cuando se hizo de día,
    convocó a sus discípulos y escogió de entre
    ellos, doce, a quienes puso el nombre de Apóstoles.
    Simón, a quien puso por nombre Pedro (piedra) y
    Andrés su hermano; Jacobo y Juan; Felipe y
    Bartolomé; Mateo y Tomás; Jacobo, el hijo de Alfeo
    y Simón el llamado Zelote
    (guerrillero
    nacionalista); Judas el hermano de Jacobo y Judas
    Iscariote
    (criminal), que llegó a ser el
    traidor.

    Y a pesar de tan clara muestra,
    todavía el necio de Pablo defiende su proclama, y desde 1
    de Corintios 9:1 ss, nos dice prepotentemente, desde el
    título de "Pablo defiende su apostolado", y nos dice sin
    más que la vanagloria de su parte.

    ¿No soy Apóstol? ¿No soy libre?
    ¿No he visto a Jesús el Señor Nuestro?

    (¡qué estúpido eres Pablo!, si
    interesadamente pones como condicionante que para ser
    Apóstol únicamente se requiere de haber visto al
    Señor Jesucristo, pero desgraciadamente no aclaras si vivo
    o resucitado, hay que darte un par de coscorrones en tu dura
    mollera y decirte que entonces, eso que tu tan burdamente dices,
    muy bien pudo haber sido excusa para miles de personas con mucha
    más calidad moral y
    religiosa que tu, pues miles convivieron con él y tu nunca
    lo hiciste ¿Por qué no se proclamaron ellos o
    alguno de ellos Apóstoles o Apóstol de Jesucristo
    como tan vergonzosamente tu lo hiciste? ¡Por qué
    no!). Si para otros no soy Apóstol (¡para
    nadie eres Apóstol, embustero degenerado!), para
    vosotros ciertamente lo soy; porque vosotros
    (los de Corinto)
    sois el sello de mi Apostolado en el Señor.

    ¡Qué tamaña cara dura!.

    EL GRAN ADVERSARIO

    Nuestro Señor Jesucristo, en un arranque de divina
    inspiración, dejó establecido para Pablo de Tarso
    una consecuencia a su necedad y, anticipándose a este gran
    embustero, establece, con claridad meridiana, una advertencia
    imperativa que tenemos que tener presente en cada instante de
    nuestra relación Eclesiástica.

    Marcos 13:5 ss, nos deja expuesto lo siguiente.

    Y Jesús le comenzó a decir: ¡Mirad que
    nadie os engañe!. Pues vendrán en mi nombre muchos
    usurpadores y engañarán a muchos.

    ¿No fueron engaños y usurpación del
    nombre de Jesús y de Dios Padre todo lo que hizo San
    Pablo? ¿No fue eso lo que llevó a cabo?…

    El que anda tras la usurpación de funciones no es
    más que un adversario. Y si Pablo de Tarso demuestra con
    hechos palpables y decepcionantes tal posición, no queda
    de otra más que tomarlo como el gran adversario de Cristo.
    ¡O sea como el Anticristo!.

    Y desde 21 ss, cierra Marcos 13 la verdad clarividente del
    buen Jesús.

    Entonces si alguien dice: Mira, aquí está el
    Cristo o; mira, allí está, ¡no lo
    creáis!. Porque surgirán falsos Cristos y falsos
    profetas y harán señales
    y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los elegidos.
    Vosotros, pues, estad sobre aviso; os lo he dicho por
    anticipado.

    ¿Acaso le hicieron caso al Maestro? ¿Acaso
    tomaron en cuenta la advertencia de Cristo Jesús ante los
    "prodigios" de San Pablo y ante ese falso Apóstol,
    Ministro y Profeta que pretendió imponerse para sus fines
    aviesos?.

    Pero en donde retratan de cuerpo, mente y hasta
    espíritu (si hubiese) a Pablo, es desde el Apocalipsis. Ya
    que con la evocación de la posibilidad del simbolismo de
    las dos bestias monstruosas, San Juan no hace más que
    poner una clara alegoría a la
    personalidad dual de Pablo de Tarso y regalándonos
    desde 13:1-10 todo el acontecer del Gran Adversario que el
    Apóstol bien amado ve en Pablo de Tarso, comprenderemos
    que es a él que va dirigida la profecía y la
    revelación descritas.

    Esa simbología que encierran las dos bestias es muy
    rica en especialidades. La primera de las alimañas que
    surge no es más que el poder político. Y esta
    bestia vocifera, blasfema y despotrica contra Dios Padre, pero
    persiguiendo un fin y un interesado propósito. Y
    dígame usted que todo lo que especuló,
    mintió y falsificó San Pablo no lo hace figurar
    como esa bestia que persigue la entronización política y niegue que
    esa es la mejor descripción que se haya hecho del
    interesado propósito paulino, porque si no acepta usted
    esta posición, ¡caramba!, no ha entendido todo el
    alcance satánico y anticristiano que Pablo demostró
    en los pocos pasajes que hemos copiado para el deleite
    popular.

    La Segunda Bestia, según San Juan, es aquella que surge
    como una realidad religiosa. Y remedando al Cordero de Dios, o
    sea a Jesucristo, tiene la facilidad de hacer grandes prodigios
    engaña-bobos y engatusamientos de gente incauta que seduce
    a los hombres bajo la palabrería vana e inútil,
    para que obligados por el terror sacro implantado, puedan
    fácilmente adorar y rendirle amor y pleitesía a la
    Primera Bestia, o sea al Poder Político.

    Esta es la realidad que ustedes ya han constatado
    sucedió con Pablo y su engañadora, usurpadora y
    anticristiana actitud.
    ¿O no?…

    El Anticristo no es más que aquel que está en
    contra de las Ordenanzas y del Amor y de la Tolerancia de
    Cristo Jesús. Y si San Pablo abiertamente y sin tapujos
    reconoce y admite sin pena alguna que lo que dijo Jesús no
    vale nada y lo que dejó ordenado Dios Padre es paja
    ¿Cómo habrá que definir a tal
    alimaña?.

    Romanos 12:20 deja la ordenanza que sobre la cabeza de los
    enemigos lo que procede, según la locura de Pablo, es
    amontonar carbones encendidos sobre la cabeza de ellos y
    añade, emulando al violento Dios Nuestro Señor.

    No os venguéis vosotros mismos, amados, sino dejad
    lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
    ¡Mía es la venganza, yo pagare, dice el
    Señor!.

    Aquí, en esta perorata de Pablo, está el ejemplo
    típico de despotricar en contra del Padre y del Hijo.
    Mateo 5:44 deja el Mandamiento de Jesús, ¡contrario
    a lo que pide y exige San Pablo!.

    Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldigan,
    haced bien a los que os aborrecen.

    ¿Es o no el Anticristo San Pablo?. Y con la contra que
    le lleva al Padre Eterno, sólo habrá que recordar
    el asunto de la circuncisión, que Dios Nuestro
    Señor ya ordenó que todo varón debe ser
    circuncidado a los ocho días de nacido y que todo
    varón incircunciso será cortado del pueblo santo de
    Israel. Pero Pablo, abusivo y demente de él, desde
    Gálatas 2:7 pretende implantar el Evangelio de y para los
    incircuncisos. ¡Coño con San Descarado!.

    El Gran Adversario saca sus largas y afiladas uñas y
    clavándole implacablemente las banderillas en los lomos de
    Jesús, tira con su espada oratoria a
    matar. Este es el Anticristo, el adversario y el enemigo del que
    profetizaron desde el propio Jesús que así lo
    dejó dicho, hasta San Juan. Pablo, amigas y amigos
    míos, con lo que leeremos a continuación, deja
    tirado en una poza de sangre a
    Jesús, con lo que dice de él, pues, de esa manera
    un tanto sutil y como no queriendo la cosa, o aparentando que la
    vaina es con otros y por otro lado, muchos imbéciles que
    obviamente han leído tal perorata, porque no les conviene
    hacer la denuncia respectiva, han optado por lo más
    fácil y, haciéndose los locos, han tachado lo que
    está con letras acusadoras y de fuego en contra de
    Jesús, el paradigma del
    Cristianismo y el que sirve de puerta a los pecadores para
    obtener el cielo.

    Tito 3:9 y 10 establece la pequeña diferencia entre
    Jesús como el Hijo de Dios Padre y Pablo el nuevo Nazareno
    (nuevo siempre según él mismo) y nos deleita con
    esta sinfonía excelsa y maravillosa como una defensa a los
    proféticos y visionarios alcances que Jesús dejara,
    como avisos, en contra de gente como este gran embustero de
    Pablo.

    San Pablo mete en la tumba a Jesús y,
    amortajándolo nuevamente, describe la actitud pecaminosa y
    poco amorosa y muy poco tolerante de Nuestro Amado Maestro.

    ¡Evita las controversias necias y genealogías,
    porque son sin provecho y vanas!
    (efectivamente y en esto
    estamos completamente de acuerdo con este Anticristo que
    categóricamente deja muy bien apuntado esta locura que
    hicieron con el nacimiento y todo lo que se derivó de
    Jesús, de su Madre María y de su Padre Eterno, que
    si es cierta tal afirmación ¿por qué dos
    genealogías, ¡y diferentes para rematar!, sobre
    Jesús, si se supone que por ser Hijo de Dios es impensable
    que se nos deje la constancia a la estupidez mayúscula de
    describir dos sendas líneas ascendentes de Cristo
    Jesús en y por el lado de su padre terreno José
    siendo ambas genealogías totalmente diferentes?; pues
    Mateo y Lucas ni en eso pudieron guardar cordura con la que se
    suponía única inspiración del Espíritu
    Santo). Al que cause divisiones ¡Deséchalo!,
    sabiendo que el tal personaje no es más que un pervertidor
    que peca, habiéndose condenado así mismo.

    Mateo 10:34 se titula, dándole la razón a San
    Pablo en lo que recién leímos, "Jesucristo causa de
    división", que se enmarca perfectamente en la
    descripción paulina.

    He venido a enfrentar al hombre contra
    su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra
    ¡Y serán enemigos del hombre los de su propia
    casa!.

    Lamentable y decepcionantemente es ratificado por Lucas desde
    12:49 ss, que nos dicen.

    ¡Fuego vine a echar en la tierra y
    cómo deseo que se haya encendido ya!.
    ¿Pensáis que he venido a traer paz en la tierra?
    ¡NO! ¡Más bien he venido para traer
    división!. A partir de ahora estará divido el padre
    contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija
    y la hija contra la madre.

    Si Jesús, según Lucas "Profetiza divisiones por
    su causa", tal y como se llaman tales pasajes que recién
    hemos leído (¡asombrados! ¿me supongo,
    verdad?) esto sólo confirma la tesis que deja
    San Pablo sobre su adversario y aquí sí que de
    verdad, como lo habíamos anunciado, cae muerto
    Jesús y toda la divinidad que se suponía
    tenía este otro remedo de Dios, que eso y no otra cosa fue
    Nuestro Señor Jesucristo.

    Con todo respeto y lo que
    se quiera, pero eso y no otra cosa fue Jesús ¡Un
    gran fantoche elevado a categorías inmerecidas!.

    Todo el que cause divisiones, y más en el
    círculo familiar, o sea allí en dónde nace
    el verdadero amor que se derrama en los otros miembros de la
    sociedad, no
    será más que alguien monstruoso y degenerado que,
    de la manera más chiflada, pretende de alguna manera
    apuntalar una teoría
    o una tesis que nada tiene de fraterna, de tolerante y mucho
    menos de divina; tal y como se ha impuesto a los
    increíblemente tontuelos que se dicen fieles creyentes en
    Cristo, en su Santa Perorata y en sus Cuatro degenerados
    Evangelistas, amén de los que siguen al pie de la letra
    los dictados subversivos, terroristas, anacrónicos y
    anarquistas del gran embustero de San Pablo, llegado a Ministro y
    a Apóstol, por obra y gracia de sus propias
    elucubraciones.

    Jesucristo y Pablo, pues, no son más que un perro y un
    gato que, metidos en el mismo costal, pretenden, cada uno y cada
    cual a su manera, acabarse mutuamente. Y afilando las uñas
    y machetes y sus lenguas ofidias, arremeten inmisericordemente
    hasta acabarse. Lo gracioso y fatídico es que ambos
    están en el mismo bando Cristiano, o por lo menos eso nos
    han hecho creer.

    EL GRAN
    TRAIDOR

    Una de dos, mis queridos y queridas lectores y lectoras, o
    Jesús y Dios Nuestro Señor nos mintieron, o mejor
    dicho les mintieron a los Grandes Patriarcas y por ende al Pueblo
    Santo de Israel, o fue Pablo de Tarso el falsificador, el
    mentiroso y el gran traidor. Porque concebir que una es la
    enseñanza de Jesús el Cristo, que
    desde los Evangelios nos llegó y que Nuestra Madre
    Iglesia
    Cristiana evoca, es dejar sentadas las bases para que no quepa
    ninguna otra interpretación al respecto.

    ¡Clarísimo!.

    Pero encontrarnos con que Pablo no está de acuerdo con
    un sinnúmero de los Mandatos, Ordenes y Enseñanzas
    de Dios Padre y de Jesucristo, nos tiene que alarmar y llenar de
    sobresaltos sentimentales, pues, eso, significaría que uno
    de los dos bandos mintió y traicionó, así
    mismo, a los tontuelos que creyendo en la perorata que cada uno
    de ellos expuso, hoy, quedaría como un pelele
    embustero.

    ¿Quién traicionó y falseó las
    Sagradas Escrituras? ¿A quién corresponde que ahora
    lo desenmascaremos? ¿Está usted dispuesto a correr
    ese riesgo de
    enterarse quién es el culpable de maledicencia y de la
    vileza mayúscula que nadie jamás había hecho
    con el Cristianismo y con todos los Mandatos que Dios Padre en
    persona
    dejó para que se pusieran en práctica todos y cada
    uno de ellos sin discusión y menos que quedaran sujetos a
    cambio o
    degradación posible?… ¿Lo está?..
    ¡Muy bien!.

    Es desagradable e infortunado tener la penosa tarea de
    enfrentarse con la realidad que nunca ha cambiado, por más
    que nuestros degenerados Jerarcas Religiosos así lo hayan
    querido imponer. Con San Pablo pasa una cosa harto corriente y
    que consiste en que muy fácilmente, o mejor dicho
    infantilmente, él mismo se mete tropezones y, queriendo
    sacar aquella patota que ya metió, queda peor parado que
    como cuando empezó sus baladronadas.

    2 de Corintios 12:1 ss, es un escrito lleno de falsa modestia
    y de inmoderada vanidad; sólo que los feligreses, ahogados
    en la verborrea del cura o pastor no lo ven más que como
    una prueba de humildad de su querido y amado San Pablo. La
    humildad no es una virtud que tenga que exaltarse, contarse o
    vanagloriarse de ella, pues sentirse orgulloso de la humildad, es
    como demostrar valentía de la cobardía o
    frío del calor; una
    absoluta tontería lava cerebros de parte de San Pablo.

    Ciertamente no me conviene gloriarme (¿entonces
    por qué lo haces espíritu perverso y traidor?);
    pero me atengo a las visiones y a las revelaciones del
    Señor. Sé de un hombre en Cristo, que hace catorce
    años, si en el cuerpo no lo sé; si fuera del
    cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe, fue arrebatado hasta el
    Tercer Cielo. Y sé que el tal hombre, si en el cuerpo o
    fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe, fue arrebatado
    al Paraíso y oyó palabras inefables que no le es
    permitido al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré;
    pero de mí mismo en nada me gloriaré, a no ser en
    mis debilidades. Sin embargo sí quisiera
    gloriarme.

    ¡En qué quedamos por fin! ¿Te vas a
    gloriar o no?. Además y aquí sí que viene el
    chiste jocoso infaltable en las inspiraciones del Espíritu
    Santo; ese hombre, al que hace referencia Pablo sobre un arrebato
    en cuerpo o en forma incorpórea, y que fue llevado hasta,
    nada menos, el Tercer Cielo y hasta el Paraíso
    (¿cómo diablos se llamará el Primer Cielo y
    el Segundo Cielo? ¿Habrán cielos más
    allá de este Tercero que San Pablo nos hizo el favor de
    informarnos?) no es otro que él mismo. Y decir que de ese
    que tuvo esa privilegiada oportunidad de irse a dar una su vuelta
    por, nada menos, que el Tercer Cielo y por el Paraíso, es
    de quien sí está ufano y vanagloriosamente
    orgulloso, es la peor vaina de las que leemos de su Palabra
    traidora, pues ¿Cómo una persona cuerda y sana, en
    todo el sentido de la palabra, pueda sentirse orgullosa y
    vanidosamente henchida de gloria por una de sus múltiples
    personalidades?.

    ¡Una persona normal, cuerda y psicológicamente
    estable no tiene multiplicidad de personalidades! Y si San Pablo
    asegura y deja en blanco y negro la constancia de dos Pablos
    adentro de él mismo, ¡San Pablo es un caso digno de
    estudiar por psicólogos y siquiatras en esa su degenerada
    y pluripersonal gama de Pablos que pululan en su enfermiza y
    demente psiquis!.

    Se empieza a contradecir este chiflado desde 1 de Corintios
    11:23 al decirnos, tan locuazmente, su narración de los
    hechos.

    Porque yo recibí de parte del Señor lo que
    también os he enseñado.

    ¿Cómo está esta vaina? Si efectivamente
    todo lo que recibiste de parte del Señor, lo has
    enseñado, es que tu mismo te contradices. ¿No que
    te era prohibido y no permitido expresarlas y que ningún
    hombre tenía que saberlas? ¡Entonces por qué
    diablos las dijiste y te vanagloriaste de hacerlo!. Ay Pablo de
    Tarso, a cada momento y en cada pasaje que leemos de todas tus
    locuras no hay más que tonterías.

    Y haciendo una vuelta de ciento ochenta grados, ahora resulta
    que todo lo que Pablo pensó y creyó era Palabra
    infalible de Dios Padre, hecha llegar a él en persona, en
    visiones o en inspiración, no lo es tanto. Y como
    arrepentido de todo lo que se atrevió un día a
    dejar dicho, ahora compungido y acobardado, quiere rectificar la
    vaina y dándonos risa su pobre actitud, resulta que
    él reconoce que siempre estuvo errado.

    Gálatas 2:1 ss, nos lo cuenta mucho mejor y con todo
    lujo de detalle ese como sentimiento que le corroe el alma (si
    hubiese) a Pablo de Tarso y que confesándolo como quien no
    quiere la cosa, deja constancia a su propia inconstancia pues,
    retroceder ahora y luego de catorce años ante los que ya
    ha inoculado en mente y sentimientos de aquellos tontuelos que le
    escucharon, le creyeron y que murieron engañados con su
    demagogia, resulta cruel y despiadado. ¿No es
    verdad?…

    Después, pasados catorce años, subí
    otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando
    también conmigo a Tito. Pero subí según una
    revelación y les expuse el Evangelio que predico entre los
    gentiles, pero lo hice en privado a los que figuraban como
    dirigentes, no sea que yo esté corriendo o haya corrido en
    vano.

    ¡Por Dios Santo estúpido Pablo!
    ¿Qué te pasa?. Si a lo largo de tus
    tonterías has repetido hasta la saciedad que todo lo que
    sale de tu maldita boca y de tu impiedoso puño es
    revelación de Dios Padre y de Jesucristo
    ¡Cómo ahora reconoces que a lo mejor no fue cierta
    tal alcanzativa posición que asumiste?. Si efectivamente a
    lo largo de tu carrera política y de jerarca religioso,
    siempre mantuviste la postura de hablar en nombre de Dios Padre y
    de su Amado Hijo, que te habían dado
    inequívocamente el mandato claro y conciso de predicar el
    Evangelio de los gentiles ¿Cómo ahora resulta que
    cabe la posibilidad que unos hombres comunes y corrientes, pero
    "dirigentes" como tu los llamas, sean los que tengan que valorar,
    juzgar y dictar sentencia en cuanto si lo que tus locuras
    reflejaban era lo que Dios Padre quería o si eran mentiras
    y cosas inventadas por ti? ¿Cuánto de vano siempre
    hubo en ti?.

    ¿Cómo hombres como tu puedan catalogar sí
    hay o no cosas vanas o de Dios Padre en lo que predicaste?
    ¿Por qué hiciste una audición no
    pública y con gente que son dirigentes de algo que ni tu
    mismo defines lo que son o lo que dirigieron?.

    El Gran Traidor de San Pablo, pues es él de quien nos
    inspiramos para subtitular esta parte, representa para la Iglesia
    Cristiana en general la magnifica honra que Dios Nuestro
    Señor en persona usara para corregir lo que Jesús y
    los doce apóstoles y los discípulos no hicieron
    cuando tuvieron la oportunidad de hacer. Es decir que si Pablo
    resulta con que él representa el Nuevo Evangelio,
    diferente al de Jesús, pues el paulino es de y para los
    gentiles, y el de Cristo Jesús es para los judíos,
    tendremos que inferir que Jesús equivocó la
    estrategia y
    que por lo tanto Dios Padre, ¡en su infinita bondad y lleno
    de amor para el mundo!, rectifica a través de San Pablo
    haciendo que se extienda universalmente la Palabra que su Hijo
    Unigénito no pudo o no quiso extender.

    No hay que olvidar que Jesús dijo que "No hay que ir
    con su prédica a los gentiles".

    Pablo, pues, se vanagloria y llama a su locura "Mi Evangelio"
    y Romanos 2:16 lo dice.

    Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los
    hombres, conforme a mi Evangelio.

    Y si Pablo reconoce que a lo mejor estuvo arando en el mar
    durante catorce años, y así lo deja manifestado,
    tal y como ya lo leímos, y procede a dudar sobre que ese
    su Evangelio a lo mejor es vano ¿Cree usted que Pablo
    tenga capacidad como para que le dejemos por más tiempo en
    nuestros corazones sin delatarlo como el gran traidor y embustero
    Cristiano que fue?.

    ¿Cómo es posible creer en que hay un Evangelio
    de Pablo (mi Evangelio dice el Gran Embustero) y que sólo
    por medio de esa perorata sea como Dios Nuestro Señor se
    regirá para juzgar a vivos y a muertos?.

    Ya leímos lo que 2 de Corintios 12:1 ss, nos
    dejó dicho y llama la atención que hasta en esto hayan metido la
    cuchilla los Jerarcas, ya que cambiando lo que originalmente deja
    dicho el gran traidor de Pablo, han contribuido así a
    aumentar el amor, la
    pasión y hasta el enfermizo culto hacia Pablo de Tarso,
    cuando cambiando el básico significado y la
    entonación original que la pasión de Pablo dejara
    escrito en su Evangelio, quitaron todo el sabor traicionero y
    embustero que dejara puesto en esas letras que por conveniencia
    eclesiástica, y para más Gloria a Dios Padre,
    tasajearon y falsearon.

    ¡Qué le parece, falsedad sobre falsedad!.

    Lo que originalmente dice ese pasaje es Me es necesario
    jactarme o gloriarme.

    Y no burdamente como ahora leemos de "Ciertamente no me
    conviene gloriarme". Estando el concepto
    completamente tergiversado y cambiado habrá necesidad de
    tomar en cuenta esto cuando abramos nuestro Nuevo Testamento y
    leamos allí cualquier pasaje y preguntándonos en
    cual de todos los versículos con los que cuenta esa
    enseñanza divina no habrán cucheteado y cambiado la
    idea original nuestros ejemplares Jerarcas que así,
    quizá, protegían a sus hijitos de erróneas
    interpretaciones para leer la Biblia con un poco de más
    precaución y no creyendo en que todo lo que dice sea
    Palabra de Dios.

    Mejor dicho que nada de lo dicho allí es Palabra de
    Dios.

    El gran traidor y gran embustero de San Pablo queda, pues, tal
    y como lo fue y que en muchos de los casos ni siquiera se
    tomó la molestia de ocultarlo, como un ser humano que
    viendo la posibilidad de la riqueza y del poder fácil, se
    tiró de lleno a esa piscina y arremolinándola, hizo
    que los tontuelos que creyeron en su perorata, inmisericorde y
    jactanciosa, murieran en vida ahogados por esas aguas negras y
    putrefactas que de su enfermiza y perversa mente salieron.

    ¿Es usted o fue uno de esos que cayeron de manera por
    demás incauta en las redes tejidas por este gran
    traidor a la verdadera esencia del Judaísmo que
    Jesús, como correspondía, practicó y
    vivió revestido de las enseñanzas tradicionales de
    su Pueblo Elegido, que ahora o antes, usted, por la lavada de
    cerebro que
    basados en Pablo le hicieron en aquella Iglesia a la que
    asistió o asiste, practica o practicó creyendo que
    así Glorificaba a Dios Nuestro Señor? cuando lo que
    Glorifican es al gran embustero de Pablo de Tarso.

    ¡Aleluya por el gran traidor que tan bien dejó
    hecho su trabajo!.

    DEMAGOGO Y FARSANTE A
    RABIAR

    El demagogo es aquel que domina a la plebe con una facilidad
    pasmosa y que se sirve del halago hacia las pasiones de sus
    escuchas, para así, engatusarlos. Y aparentando tener un
    genuino interés en
    todo cuanto afecta a ese determinado grupo, con unas
    finísimas mentiras y unos cuentos
    asombrosos, se los duerme de lo lindo y quedan todos ellos
    comiendo en sus manos; para así, conquistar sus favores y
    el poder sobre todos los incautos que se tragaron su cuento.

    El farsante, no es otro que el mismo demagogo. Y siendo un
    cómico grotesco, despluma al que primero le pase por
    enfrente, trampeándolo de cualquier manera. Unos recurren
    al temor que infiltran en sus víctimas y otros, pasando
    por lo que no son, o sea siendo impostores, consiguen sus fines
    al 100%.

    Y todo eso, mis asombrados y asombradas lectores y lectoras,
    es lo que fue y lo que representa San Pablo. Y lo más
    gracioso de todo esto es que el propio Pablo nunca
    pretendió ocultar sus aviesas intenciones. Claro que
    divinizado y con auto bombo, el vanidoso "Apóstol y
    Discípulo para los gentiles", evitó que sus claras
    mentiras, que sus interminables embustes y que sus demagogos
    escritos, fuesen tomados como tales. Y por el contrario,
    sirvieron como base para que en el Concilio de Nicea, del
    año 325, se formalizara toda la Pantomima Religiosa que
    conocemos como Cristianismo.

    Veamos lo que significó el embuste y la patraña
    para San Grotesco y leamos desde Colosenses 3:8 ss, lo que en el
    colmo de la desfachatez se atrevió a dejar escrito Pablo
    impostor.

    Pero ahora desechad también vosotros todas estas
    cosas: Ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de
    vuestra boca. No mintáis los unos a los otros,
    habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
    prácticas.

    O sea que ese viejo hombre, el que no tenía aún
    acceso al Cristianismo (porque San Pablo no había sido
    nombrado Apóstol ni Discípulo de los y para los
    gentiles ni había nacido San Embustes), ¡sí
    podía mentir, blasfemar y ejecutar toda la serie de
    "pecados" que San Pablo ya describió y que prohíbe
    ahora que se lleven a cabo!.

    ¿Por qué antes sí y a partir de la
    gloriosa aparición de la locura de Pablo ya no? ¿No
    eran pecado esas acciones antes
    de San Demagogia? ¿Por qué a partir de Jesucristo,
    y de Pablo, que según la locura de San Demente vino para
    deshacer las obras del Demonio y a salvarnos del pecado, tales
    acciones empiezan a ser condenables por la Religión y por los
    Jerarcas encargados de Ministrar el perdón y la
    Salvación?.

    ¡Por qué!…

    Sencillamente porque son demagogia y farsa de San Impostor.
    Así es la cosa de sencilla con la verborrea santificada de
    San Pablo, que pretextando una interesada y justa
    intervención para "salvar" a los nuevos incautos,
    éstos, logren afianzarse en la Nueva Demagógica
    Religión.

    La ira, para comenzar a deshuesar a San Torpe, representa uno
    de los más grandes atributos de Dios Nuestro Señor,
    que sin rubor alguno el Padre Nuestro posee y pone de manifiesto,
    lo mismo que el Unigénito de Nuestro Señor
    Jesucristo.

    Ya veremos uno que otro caso de la ira de Dios Padre y de
    Jesucristo.

    San Juan nos hace el gran favor de describirnos otra ira y
    otra clase de furor de otro personaje, nada menos que el gran
    inspirador de San Pablo. Y desde Apocalipsis 12:12 nos dice.

    ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque
    el Diablo ha descendido a vosotros con gran furor, sabiendo que
    tiene poco tiempo.

    Solamente como una pequeña muestra de la locura
    completa que es la Biblia, permítasenos hacer este
    paréntesis y ver en lo que Juan dice, una -¡otra
    mejor dicho!- demagogia más. Si el Diablo ha descendido
    con gran furor, sabiendo que tiene poco tiempo, que nos hagan el
    gran favor de definirnos ¡cuántos segundos, horas o
    aún años abarca ese término de "poco
    tiempo"!, pues así, sabremos a qué atenernos.

    Por mi parte, yo estoy más que seguro que ese
    Diablo que describe San Juan, no es otro que el enemigo terrible
    que significó Pablo para los Cristianos de la línea
    de Jesús.

    Pero la ira no es posesión absoluta del Diablo y mucho
    menos del hombre pecador. ¡No!. La ira, y San Pablo incluso
    así lo reconoce, es potestad de Dios Nuestro
    Señor.

    Romanos 1:18 ss, así lo asegura y lo expresa.

    Porque la ira de Dios Padre se revela desde el
    cielo.

    Y si así es la cosa ¿A cuenta de qué se
    haya atrevido San Embuste a pedir que "desechemos a la ira y al
    enojo"? si Dios Nuestro Señor, en su infinita bondad, es
    furioso y, enojado, manifiesta su ira, ¿cómo es
    posible que el ser humano imperfecto e inferior, finito y mortal
    no la tenga o no la ponga de manifiesto? ¿Es posible no
    tener ira?…

    Y si Jesucristo fue un furioso y un gran iracundo y un
    tremendo colérico, ¿cómo usted, yo y
    cualquier hijo de vecino normal y sano, no pongamos de manifiesto
    también nuestra ira, cólera
    y furor?.

    Lucas 12:49 describe a un magnífico Jesucristo
    colérico, iracundo y feroz, y nos dice.

    ¡Fuego vine a echar en la Tierra! ¡Y
    cómo deseo que se haya encendido ya!.
    ¿Pensáis que he venido a traer la paz? ¡No!,
    ¡no he venido a traer la paz, sino
    división!.

    ¿No le bastó esta otra imagen (la
    verdadera) de Nuestro Señor Jesucristo?, pues para que
    sufra más, le vamos a obsequiar muchísimas muestras
    de ese espíritu nada fraterno y nada amoroso que tuvo el
    personaje que ya nos han metido en la cabeza como Hijo de
    Dios.

    Jesucristo, lleno de ira, ¡maldice a una pobre higuera
    estéril! (Marcos 11:21). El Cordero de Dios manifiesta la
    cólera de un juez, como el amo del servicio
    inexorable (Mateo 18:34 y 35). Y lo más gracioso es leer
    la ira de Nuestro Amorosísimo Señor desde Mateo
    11:20 ss, que nos dice.

    ¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti
    Betsaida!…

    Y ¿qué decir de cuando montado en tremenda
    cólera, la arremete con los mercaderes del Templo?. Ahora
    leamos lo que intolerante le increpa a sus propios escogidos como
    Apóstoles y Discípulos desde Juan 8:44 que nos
    cuentan.

    ¡Vosotros sois de vuestro Padre el Diablo!.

    San Pablo reconoce "la represión vengadora de la
    cólera divina sobre los malhechores" (Romanos 13:4), como
    para que ahora vestido de hermanita de la caridad, nos haga el
    cuento sobre que debemos desechar la ira, la cólera, el
    furor y el enojo.

    ¿No leemos desde Mateo 25:41 la maldición
    iracunda y diabólica de Jesús?.

    ¡Apartaos de mí, malditos!.

    Y si leemos que Pablo también fue un furioso, que lleno
    de ira, le reclama sus cosas a Pedro (Gálatas 2:11) eso de
    predicar con el ejemplo, para nada va con Pablo de Tarso.

    Pero cuando Pedro vino a Antioquia, ¡le
    resistí cara a cara, porque se había hecho digno de
    reprensión!.

    Leamos la increíble metida de pata y la
    confirmación que de él mismo como torpe, como
    demagogo y como farsante mayúsculo San Pablo deja
    constancia. Romanos 4:15 nos asegura.

    ¡La propia Ley produce ira!.

    Y si así es la cosa, ¿cómo diablos
    pretende San Burro que no manifestemos ira, enojo y maledicencia,
    si la propia Ley de Dios Padre produce esas pasionales reacciones
    en los que siguen la Ley del Padre Eterno?.

    Seamos sinceros y contestemos ¿es o no demagogo,
    farsante y un degenerado embustero San Pablo?.

    ¡Claro, por supuesto que sí!.

    SAN MARICÓN… UN
    SIMPLE MACHISTA MÁS

    Leer detenidamente cada una de las exposiciones que se
    atrevió a dejar en blanco y negro San Pablo, cuando de
    la mujer se
    trata, llena el ánimo de un sentimiento extraño.
    Hay una mezcla de cosas que afloran en uno. A lo mejor es el
    irrespeto, la burla y hasta el desprecio con el cual Pablo se
    dirige a las féminas, lo que hace que cualquier ser humano
    normal y sano que las tenga enfrente de sus ojos, vea en sus
    palabras sólo la aversión que un homosexual siente
    por aquellas a las que considera su competencia.

    ¿Tanto le molestaban las mujeres a San Maricón?
    ¿Qué decepción le hizo despotricar y poner
    en su nivel más bajo al sexo
    bello?.

    Es risible encontrarnos con frases que demuestran el alto
    grado de rechazo y hasta de repudio que este "varonil" Santo
    sentía por la mujer en general.
    Y llevando las cosas hasta el extremo, no dejó ni en la
    Virgen
    María lugar para sus venenosas punzadas. Es por eso
    que un investigador en su sano juicio y actuando adentro del
    marco de la imparcialidad, debe señalar en San Pablo un
    desequilibrio hormonal que hizo mella en su psiquis y lo
    convirtió –a no dudarlo- en ese inmundo ser humano
    que llenó de excrementos a las mujeres en general.

    Y como para la muestra con un solo botón basta,
    traigamos la primera prueba de lo que a lo mejor sea el primer
    escándalo en lo que para usted y millones significaba la
    figura recia, sabia y hasta santificada de este prototipo de
    maricón a la enésima potencia.

    Pablo, decepcionado y lleno de quejumbrosos reproches, pues ya
    nada puede hacer para cambiar la propia naturaleza de
    la mujer y de la manera normal y genética
    en que se lleva a cabo la procreación, nos hace llegar su
    crítica
    constructiva al respecto y, lamentándose grotescamente
    sobre que "Jesucristo quiso nacer de mujer" (Gálatas 4:4),
    pareciera que lo último que hubiese esperado este
    mariconcete de porra, es que el parto de
    María fuese el que permitió la venida al mundo a
    Jesús.

    ¿Le hubiese, a lo mejor, gustado que naciera de un
    homosexual?.

    Entonces sí que se podría hablar de milagro en
    todo el sentido de la palabra ¿verdad?.

    1 de Corintios 7:1 ss, se encarga muy bien de ilustrarnos al
    respecto y leyendo lo que San Perverso dejó escrito
    allí, después de soltar tremenda risotada,
    habrá que declarar que Pablo, aparte de maricón y
    falto de respeto hacia la mujer, no fue más que un ser
    lleno de complejos varoniles que lo hicieron sufrir rabiosa
    envidia de las mujeres.

    ¿Cuánto no hubiese querido Pablo ser mujer?.

    Recordemos que los psicólogos y psiquiatras aseguran
    que aquello que más nos ofende y rechazamos, es aquello
    que hubiésemos querido ser o hacer.

    Y leer, ¡asombrados!, del grado de descaro homosexual
    que destila éste, a quien le pica el ano escandalosamente
    buscando quién se lo rasque y el cerebro degenerado y
    perverso que posee, cuando de entrada grita, en le paroxismo de
    la peor de sus actuaciones, "¡Qué bien le
    está al hombre no fornicar con mujer!".

    ¿Querría acaso San Mariposa que solamente con
    hombres fornicaran los hombres, para dejar tamaña
    prohibición en la naturaleza genética que todo
    hombre y mujer traemos como código
    de reproducción placentera?.

    Si los "hombres" sólo pueden gozarse entre sí,
    ¡ave María Purísima con Pablo!
    ¡Qué clase de calentura anal la que relumbra en este
    pobre receptáculo de los fornicadores de
    homosexuales!.

    Ahora es fácil "comprender" los titulares, los
    comentarios, o aún las experiencias que vemos en los
    miembros de cualquier Iglesia Cristiana, cuando el cura, el
    pastor o el anciano se colocan como recipiendarios de la lascivia
    de jóvenes inexpertos o de degenerados adultos que los
    fornican día a día creyendo que con cada arremetida
    que le dan por el ano a tal homosexual "hombre de la Iglesia
    correcta", y de acuerdo al Mandato de Pablo, ya esa
    relación digna de rechazo y de penalidad, les
    permitió hacerse agradables a Dios Padre. Y que viendo
    Nuestro Señor Jesucristo la manera en que gozan o hacen
    que goce delirantemente aquel que yace abajo del fornicador, ya
    eso les permite la entrada triunfal en el Reino de los
    Cielos.

    Aunque la frase de "¡Que el hombre no
    fornique con mujer!", también ha sido tomada como el
    permiso para aquellos curas o pastores, no importa, que ven
    allí la santificación a la depravación y que
    eso les permite, sin dolor, sin sentimiento de culpa y sin
    penalidad alguna de parte de Dios Padre, mantener relaciones
    sexuales con niños,
    con niñas y con jovencitos de ambos géneros, pues
    sin que lleguen estos a una edad más allá de los 16
    ó 17 años (edad en que se supone ya son hombres los
    unos y mujeres las otras) estos límites
    les permiten no salirse de la raya que San Hijueputa ha demarcado
    en cosas homosexuales y degeneradas entre aquellos que no
    fornicando con mujeres formales, sí puedan hacerlo con
    niños y jovencitos de ambos géneros que no
    estén catalogados todavía por la inmadurez de su
    cuerpo y de su mente, como hombre y mujer formalmente
    hablando.

    ¿Ya se dio cuenta del alcance y de las consecuencias
    sociales en que ha degenerado la santificación de estas
    prácticas asquerosas por medio de las cuales
    muchísimos Jerarcas Religiosos Cristianos –por no
    decir todos ellos- han abusado sexualmente de aquellos
    niños y niñas, jovencitos y jovencitas indefensos o
    bien de aquellos hombres a los que han obligado, por a saber
    qué intercambio, a que los forniquen y a fornicarlos
    degeneradamente? Por supuesto que usted lee los
    periódicos, oye las noticias por
    la radio o
    bien mira los programas por
    la
    televisión en donde y por donde explícitamente,
    ¡casi a diario!, es noticia el que "un hombre santo de
    sotana", autonombrado sacerdote, cura o pastor, sale acusado por
    el iracundo padre de familia como
    violador e iniciador de las prácticas más cochinas
    y sadomasoquistas en su hijo que quedó a merced del
    año eléctrico o del pene impune de ese sotanudo
    que, Biblia en mano y delante de la feligresía, no saben
    que aquel que les está llevando –según ellos-
    la Palabra de Dios y de Salvación, es el mismo que les
    está cogiendo (literalmente) a sus hijos menores de edad,
    pero muy bien excusados en las frases que le permiten
    según lo que Pablo dejó expuesto como permiso
    divino, hacer tales cosas.

    "¡La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo,
    sino el marido!".

    ¡Qué bien!, ahora resulta que usted puede muy
    bien, agarrado de tal frase paulina, arremeter violentamente en
    el cuerpo de su esposa o de su mujer o de sus mujeres (pues San
    Pablo no aclara cuantas mujeres puede gozar, violentar y victimar
    un marido, ya que marido, es todo aquel que yace con una mujer. Y
    si hay hombres que yacen con varias mujeres, ese machazo no
    será más que marido de todas las que le den sus
    favores).

    ¿Está usted, mi querida lectora, como mujer
    menospreciada y aletargada por San Pablo, dispuesta y preparada
    para respetar religiosamente la orden bella, excelsa y machista
    de este marica acomplejado y dejar hacer, dejar pasar y dejarse
    violentar tan impunemente como es el Mandato claro de San
    Degenerado? ¡Lo está!…

    Y continúa San Pablo con sus homosexuales consejitos y
    nos dice Quisiera, más bien, que todos los hombres
    estuviesen como yo
    (¡qué bárbaro!
    ¡qué sueño más iluso e imbécil
    el tuyo!; ¿así que te gustaría que este
    mundo fuese sólo de maricas, de homosexuales y de
    degenerados, tal cual tú lo eras y tal cual ya
    aconsejaste?). ¡Qué los hombres no forniquen con
    mujer!
    (para el solaz y esparcimiento de los miles de
    degenerados como tu, ¿verdad?). Pero
    (desgraciadamente) cada uno tiene su propio don de Dios, uno
    de un modo y otro de otro modo.

    ¡Ahora sí que la cosa es descabellada y
    deslumbrantemente degenerada con este mariconcete de porra!.

    Resulta que para San Pablo tener eléctrico el trasero y
    que le pique el ano –como le picaba a rabiar a él
    mismo- no es más que un don divino.

    Es increíble el grado de aguante que han tenido los
    borricos que asistiendo, oyendo y viendo a cada rato los excesos
    que tienen los que poseen ese "don de Dios Padre", no haciendo
    nada, se han quedado como simples estúpidos espectadores
    de la violencia
    sexual que promueve este impune maricón en sus propias
    narices y quizás hasta con sus propias hijas e hijos (a
    los cuales se los esté gozando este propietario del "don
    divino del crimen sexual") lleguen las consecuencias de haber
    tolerado, permitido y aplaudido todas y cada una de las
    imbecilidades que se disparó el más grande de los
    embusteros, ahora convertido en proxeneta y en degenerado
    violador de todo aquel ser humano sujeto a ser fornicado; pero
    eso sí, cumpliendo religiosamente con la condición
    ineludible e infranqueable que todos los excesos sexuales,
    ¡aún los más impensables!, no sean y no se
    lleven a cabo con "mujer madura".

    ¡Gloria a Dios Padre por el don divino que tienen en el
    ano los homosexuales y en el pene los fornicadores de menores de
    edad santificados y legalizados piadosamente por San Alcahuete
    muy bien inspirado por el Santo Espíritu de Dios.

    Al hombre le irá bien en quedarse como está y
    ¡que no procure casarse!. Y todo padre de familia hace bien
    en no dar en casamiento a sus hijas.

    Con tales amonestaciones, y dichas con tal prepotencia, es
    bueno que las veamos tal cual son.

    Resulta inadmisible, y en contra de la propia Ley del Dios
    Padre, que el hombre no se case y que todo padre de familia no de
    en casamiento a sus hijas, pues, si no hemos olvidado el asunto,
    solamente con la unión sexual adentro del matrimonio es
    como Dios Nuestro Señor quiere que se perpetúe el
    pueblo santo de Israel.

    ¿Cómo se podrá hacer si Pablo interfiere
    bruscamente con la Ordenanza de "creced y multiplicaos", que
    tanto recomendó el Padre Nuestro a los hebreos?.

    Para crecer y para multiplicarse se necesitan mutuamente el
    hombre y la mujer. Solamente a través de la unión
    carnal entre un varón y una hembra la especie humana se
    puede reproducir. O bien, obviando el gustoso acto sexual por la
    inseminación artificial, se podría cumplir con la
    Ley y con el deseo divino de Dios Padre. Pero en la época
    de Pablo, no habiendo inseminación artificial, para poder
    crecer y hacer grande a la nación de Israel según
    la Sagrada Voluntad de Dios Padre, la mujer tenía que
    permitir que los jugos seminales del varón entraran
    directamente en su vagina para que los espermatozoides pudieran
    llegar hasta el óvulo maduro y listo de la hembra y
    sólo de esa manera llegar a concebir los hijos que alegran
    a la pareja de casados.

    Por lo tanto, leer las locuras y los disparates que se permite
    hacer San Oportunista, es digno de repudio y de rechazo firme de
    parte de todos los que se dicen hijos del Dios bíblico,
    pues yendo en dirección opuesta a los deseos y a la
    voluntad del Padre Nuestro, todo aquel que desobedezca los
    Mandatos del Dios Celestial será ¡maldito para
    siempre!; según ya nos lo dijo Dios Padre desde la cita
    correspondiente de Deuteronomio.

    SAN PABLO ¡EL
    ANTICRISTO!

    El Anticristo es la figura que encarna, en toda su
    dimensión, a aquel personaje que representa la antípoda posición del Cristo, tal y
    como lo tienen en su afiebrada mentalidad los Cristianos.

    Siempre se nos ha dicho que la estampa del Anticristo no es
    más que la que el Diablo, Satanás o el Maligno
    tiene y, simplemente, así mismo lo hemos aceptado sin
    ponernos a analizar un poco la definición del concepto
    aberrado, en su propia definición, de esa locura de un Ser
    y del Antiser.

    Si Cristo es el Hijo de Dios Padre, tal y como se han
    desgañitado por siglos los imbéciles curas,
    pastores y demás gritones desde el púlpito
    engaña-bobos, es o mejor dicho, sería
    ¡imposible! que existiera el Anticristo, como nos lo han
    implantado.

    Con la definición de esa estupidez llamada Anticristo,
    ya de allí hay o habrá que deducir muy
    fácilmente que Jesús, Dios Padre y toda la paja que
    nos han metido desde las Sagradas Escrituras, y muy especialmente
    desde la locura total del Nuevo Testamento, ¡son la mayor
    mentira que grupo religioso alguna jamás se hubiese
    inventado para engatusar a los incautos que caen como moscas en
    miel!.

    El Hijo de Dios, por su misma esencia de ser Único, no
    puede, no tiene y es inconcebible que posea una imagen mala que
    provoque el mal y que sea la inspiración de lo contrario
    al significado divino que Jesús dicen que tiene como
    tal.

    Por lo tanto será inútil mantenernos en tal
    mentira de un Jesucristo divino y un Anticristo que busca
    destruir todo lo que vino a hacer el Hijo de Dios Padre. Lo que
    sí es cierto, y de eso no hay ninguna duda, es que San
    Pablo con haberse abrogado papeles que no le correspondía
    tomar, sólo a él habrá que ver, que
    reconocer y que aceptar como el único Anticristo, pero
    conforme a que quiso tergiversar, dañar y hurtar todo
    el trabajo
    político que el Jesús histórico dejara para
    beneficio de la liberación del pueblo hebreo.

    San Pablo jugó con la propia vida íntima de los
    que le leían en sus estupideces que dejó escritas
    en cada una de sus epístolas. Y en una de ellas,
    inclusive, él mismo se señala como ese
    engañador Anticristo y diabólico ser que
    destruiría la doctrina divina.

    2 de Tesalonicenses 2:3 ss, nos regala un precioso relato que
    ha no dudarlo nos sacará lágrimas de la rabia y de
    la risa al comprobar el truco y la banalidad de este San
    Embuste.

    ¡Que nadie os engañe de ninguna manera!,
    porque no vendrá el mentiroso sin que antes venga la
    apostasía
    (o sea la negación del
    Judaísmo). El Hijo de la perdición es aquel que
    se opone y que se exalta él mismo sobre todo lo que Dios
    deja como objeto de culto, tanto que se hace pasar por
    Dios.

    Bueno, ahora sólo nos queda desenmascarar a este
    Anticristo y señalarlo como el apóstata mayor, o
    sea el Diablo o la Reencarnación del Anticristo.

    Resulta muy aleccionador que leamos desde 2 de Corintios 12:16
    la confesión que sobre sí mismo nos deja descrita
    San Perverso, que con esto se convierte en el enemigo
    número uno del Judaísmo.

    ¡Yo (dice San Pablo) como soy astuto, pude muy
    fácilmente engañaros!.

    Y si el propio Pablo de Tarso nos deja hecha la advertencia de
    que el Anticristo es aquel que fácilmente anda
    engañando a medio mundo, la señal roja y el
    señalamiento hacia la persona de Pablo es inmediata.
    ¡San Pablo es el Anticristo!, pues reconoce tan
    infantilmente que él, de manera por demás
    mañosa, anda engañando con la astucia
    característica del Demonio.

    Y si nos vamos con la otra condición, la que advierte
    sobre aquel que se vanagloria sobre las cosas divinas y que se
    atreve a ocupar posiciones que no le corresponde
    desempeñar, y a quien señala como Anticristo,
    veremos entonces que Pablo mismo es ese hijo de mala madre que
    abusó, se vanaglorió y ocupó posiciones que
    no le fueron concedidas. Declararse Apóstol, Ministro y
    Administrador
    de la Nueva Locura sobre el Evangelio para los Gentiles, es
    declararse el Anticristo.

    El individuo que está en contra de las cosas de Cristo,
    de la Prédica y de la Doctrina que Dios Padre y su amado
    Hijo Jesucristo dejaron como Ley, no es más que el
    Anticristo. Y Pablo de Tarso lo es sin ninguna duda.

    Es el propio perverso de San Embaucador que, pretendiendo con
    sus originalidades o excentricidades, a toda costa y bajo los
    más inverosímiles argumentos llegar a convertir al
    que más se resiste, hace uso de las demostraciones que
    rayan en una confesión de su locura.

    2 de Corintios 11:16 ss, así lo ratifica
    diciéndonos.

    ¡Recibidme como un loco, para que yo también
    pueda gloriarme!. Lo que hablo, no lo hablo según el
    Señor, ¡sino como en locura!. Y les pregunto
    hablando como si yo hubiese perdido el juicio, ¿son
    ustedes Ministros de Cristo?, pues, ¡yo lo soy
    más!.

    Reconociendo su grado inmenso de locura y de demencia, tenemos
    la confesión, quizás como signo de cansancio y de
    hastío, de este pobre ser humano trastornado por el poder,
    la gloria y el billete que los borricos seguidores de sus locuras
    le daban. Y ante esto no hay más que declarar,
    conjuntamente y haciéndonos eco con San Chiflado, que San
    Pablo, el creador de la pantomima religiosa que tiene por
    salvador a Jesucristo, fue sencillamente un ser humano con serios
    problemas de
    conducta o bien
    ¡un loco al 100%!.

    Claro que de esta locura y de todas las pantomimas que
    montó para mantenerse gozando de las mieles del poder y
    del billete fácil, se ha derivado la mayor
    aberración religiosa que experimentamos y la
    satanización de la práctica de conceptos que van en
    abierta contraposición con los Mandatos, Leyes y Ordenes
    que dejara expresamente Dios Nuestro Señor y su muy amado
    Hijo Jesucristo. Y todo esto recibe y tiene el nombre de
    Anticristianismo.

    Así como Pablo se sacó de sus
    esquizofrénicas elucubraciones la charada esa del
    Cristianismo, así mismo también dejó
    establecidos los parámetros que hacen de él la
    figura en la que El Anticristo es muy fácil de
    identificar, para que la unamos a todas sus glorias.

    La consideración religiosa y el lugar sagrado en el
    cual muchos de ustedes han tenido ubicado al Pablo demente, debe
    de caerse en este mismo instante. Ya no es posible –creo
    yo- que alguno de los que creían posibles todas las
    chifladuras de este perverso ser, sigan teniéndolas como
    tales; pues si el propio auto investido Apóstol, Ministro
    y dueño de la Única Inspiración de aquel
    Evangelio para los Gentiles, se dice y reconoce sin ningún
    empacho y mucho menos rubor de su parte, que él no es
    más que un loco y que como demente ha estado
    actuando, ya con este reconocimiento lo que nos queda es tratarlo
    como lo que es: ¡Todo un loco!.

    Gálatas 1:1 nos hace el favor de describirnos a este
    pobre Anticristo que envuelto en sus propios excrementos, se
    ahoga en ellos de manera por demás gozosa.

    Yo, Pablo, soy Apóstol, no de parte de hombres ni
    por medio de hombres ¡sino que por medio de Jesucristo y de
    Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos!.

    Si leemos detenidamente las presuntuosas declaraciones de San
    Pablo, leeremos, así mismo, todo el grado de demencia que
    tenía tal demagogo. No hay en ninguna parte del Nuevo
    Testamento aquel decreto, ordenanza o bien la opinión o la
    confesión de Dios Padre y mucho menos de Jesucristo, en
    donde conste, para la posteridad y para los que dudamos de tales
    aseveraciones de Pablo, que efectivamente así procedieron
    con Pablo las máximas figuras del Cristianismo.

    Y si no hay constancia a la desfachatada posición
    paulina, sólo nos resta deducir que allí, en esas
    oníricas y demenciales escrituras de Pablo de Tarso, no
    hay más que posiciones contrarias y mentirosas que,
    engañando al que se ha dejado, convierten a San Pablo en
    el único en quien debe de recaer el título honroso
    y digno para su persona de Anticristo.

    La contradicción, en todo lo que dice y sale de su
    perversa boca, hace de San Lengua todo un
    personaje folclórico, chistoso y digno de lástima,
    pues, el más grande hombre de la Cristiandad, el Primer
    Cristiano y a quien debemos la locura que casi mil millones de
    seres humanos practican, creyendo –torpes de ellos- que
    así alcanzarán la gloria y un palco de lujo en el
    Cielo, hoy, y luego de la lectura de
    estos pasajes que copiaremos, no creo que les queden ganas de
    regresar a verle la cara al imbécil cura o pastor que ha
    engañado de la manera más vil.

    1 de Corintios 14:2 nos dicen.

    Todo aquel que habla en lenguas ¡no habla a los
    hombres sino a Dios!, pues como nadie le entiende, sino que en
    espíritu, así habla en misterios.

    ¡Qué clase de payasada a lo Cantinflas se
    permitió hacer San Anticristo!.

    Pero leamos lo que desde el versículo 4 nos dice ahora
    este atolondrado Apóstol y Discípulo auto investido
    de Pablo.

    Todo aquel que habla en lenguas, así mismo se
    edifica, pero el que profetiza, edifica a la Iglesia.

    No olvidemos que este término Iglesia proviene del
    griego Ekklesia, que significa la reunión de personas con
    fines estrictamente políticos y no religiosos, como para
    que vayamos entendiendo la burda manera en que Pablo y secuaces
    se envolvieron a los tontuelos cristianizados que dejaron el
    cerebro, el billete y la dignidad en
    cada templo en el que adoran a Jesucristo.

    Ahora veamos la clara muestra de estar en completo desacuerdo
    con las Ordenes y los Dictámenes de Dios Padre y desde
    Hebreos 7:11 ss, leemos la desfachatez de este San Perverso.

    Si la perfección fuera por medio del sacerdocio
    levítico, ¡qué necesidad habría de que
    se levantase otro sacerdocio diferente, según la Orden de
    Melquisedec, el cual no fue nombrado según la Orden de
    Aarón!.

    Y la cita de Hebreos 10:1 ss, nos dice.

    La Ley (o sea todo el Antiguo Testamento) nunca
    puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen cada año,
    hacer perfectos a los que se acercan. Porque la sangre de los
    toros y de los machos cabríos ¡no pueden quitar los
    pecados!.

    ¡Qué poca madre la de este estúpido que
    nos tocó por creador del Cristianismo, pues, sin haberse
    atrevido a leer todo el libro de
    Levítico, allí y desde sus versículos,
    está la clara muestra de que Dios Nuestro Señor, en
    su infinita sabiduría y misericordia, perdona al pecador
    solamente a través de los sacrificios sanguinolentos y
    apestosos, como para que ahora resulte San Burro con otra de sus
    idioteces pretendiendo lavarles el cerebro a los tontuelos
    borricos del rebaño Cristiano.

    Leamos lo que Levítico 6:1 ss, nos deja advertido.

    Cuando una persona peque y haga prevaricación contra
    Dios padre y niegue a su prójimo, habiendo pecado y
    ofendido, por expiación de su culpa, traerá a Dios
    Vuestro Señor un carnero sin defecto de los rebaños
    y lo dará al sacerdote para la expiación de sus
    pecados y el Sacerdote hará expiación por él
    delante de Dios Padre y obtendrá perdón de
    cualquiera de todas las cosas en las cuales se suele ofender y
    pecar.

    Con esta muestra de los desacuerdos tan marcados en San
    Pendenciero, lo que nos resta hacer y mantener, es una sola cosa,
    hay que desechar a Pablo, a la Iglesia Cristiana y a todo aquello
    que huela a Cristianismo, pues, cada una de sus mentiras y
    apreciaciones solamente conducirán a ver a Dios Padre como
    todo un monigote, que todo aquel que quiera, puede muy
    fácilmente desmentirlo y hacer quedar muy mal parado ante
    propios y extraños.

    Si San Mentira pudo contradecir e ir en contra de los Mandatos
    tan claros para la expiación y perdón de los
    pecados, y si San Pablo asegura que eso nunca ha funcionado, no
    hay más que inferir que entonces ese sabio, ese poderoso y
    ese eterno Diosesito que presenta la Santa Biblia como el bueno y
    el magnánimo creador de todo cuanto existe, no es
    más que un bueno para nada.

    ¿En qué cabeza cabe que si durante más de
    cinco mil años les funcionó a los judíos el
    truco asqueroso y repulsivo de pedir perdón por la quema
    de mierda y demás porquerías de animales, para
    obtener perdón y reconciliación con Dios Nuestro
    Señor, ahora, y según la pantomima y la locura de
    Pablo, todo eso no fue cierto y que entonces significa que cinco
    mil años fueron en vano y perdidos para todos esos otros
    borriquitos que alzaron sus ofrendas
    asquerosas para obtener el perdón a sus pecados?.

    Willy Ruano

    Investigador y escritor

    www.editorialpiedraangular.com

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter