- Antecedentes históricos
del consentimiento informado - Elementos que integran el
consentimiento informado - Definición del
consentimiento y requisitos - Algunas aclaraciones
especiales - Evolución de la
relación Médico-Paciente - Responsabilidad moral en
medicina - El paternalismo como abuso del
principio de beneficencia - Paternalismo fuerte y
débil - Situaciones de paternalismo
justificado - Autonomía y
confianza - Modelos de relación
Medico- Paciente - Tipos de relación
médico-paciente según el grado de
participación - Tipos de relación
médico-paciente según el grado de
personalización - Tipos de relación
médico-paciente según el objetivo de la
relación - ¿Cuál es el papel
del familiar en esta relación
médico-paciente? - Recomendaciones a los
familiares para tener una buena relación
médico-paciente - Bibliografía
Antecedentes
históricos del consentimiento informado
Aunque en la literatura científica
médica el concepto
"Informed Consent" es citado en nueve ocasiones entre 1930 y
1956, fue utilizado como tal por vez primera en la
legislación en 1957 en un recurso judicial en California.
Varias sentencias posteriores en Estados Unidos
hicieron que el Consentimiento Informado se convirtiera en un
derecho de los pacientes y un deber de los
médicos.
En España, ya
en 1972, el Reglamento General de Gobierno y
Servicio de
las Instituciones
Sanitarias de la Seguridad
Social establecía que los enfermos tenían
derecho a autorizar -directamente o a través de sus
allegados- las intervenciones quirúrgicas y actuaciones
terapéuticas que implicaran riesgo notorio
previsible, así como a ser advertidos de su
gravedad.
En 1976, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de
Europa
aprobó un documento en el que se hacía un
llamamiento a los Estados miembros para que tomaran medidas de
forma que los pacientes estuvieran completamente informados, y
recomendaba la armonización de los derechos de los pacientes,
entre ellos el derecho básico del Consentimiento
Informado.
En 1986, el Instituto Nacional de la Salud español
puso en marcha un plan de
humanización de la atención sanitaria, con la
implantación de una Carta de Derechos
de los Pacientes. Basándose en los principios
recogidos en dicha Carta Magna, la Ley 14/1986
General de Sanidad, en su artículo 10 dice que todos
tienen derecho:
5. A que se les dé en términos
comprensibles, a él y a sus familiares o allegados,
información completa y continuada, verbal y
escrita sobre su proceso,
incluyendo diagnóstico, pronóstico, y
alternativas al tratamiento.
6. A la libre elección entre opciones que le
presente el responsable médico de su caso, siendo preciso
el previo consentimiento escrito del usuario para la
realización de cualquier intervención, excepto en
los siguientes casos:
- cuando la no intervención suponga un riesgo
para la salud
pública - cuando no esté capacitado para tomar
decisiones, en cuyo caso el derecho corresponderá a sus
familiares o personas a él allegadas - cuando la urgencia no permita demoras por poder
ocasionarse lesiones irreversibles o existir peligro de
fallecimiento
Hoy es comúnmente aceptado que el consentimiento
informado es un proceso gradual y verbal en el seno de la
relación médico-paciente, en virtud del cual, el
paciente acepta, o no, someterse a un procedimiento
diagnóstico o terapéutico, después de que el
médico le haya informado en calidad y
cantidad suficientes sobre la naturaleza,
los riesgos y
beneficios que el mismo conlleva, así como sus posibles
alternativas.
El formulario escrito de consentimiento representa el
soporte documental que verifica que el paciente ha recibido y
entendido la información facilitada por el
médico.
Elementos que
integran el consentimiento informado
Los contenidos mínimos que debería reunir
son:
1- Nombre y apellido del
paciente y médico que informa.
2- Explicar la naturaleza de
la enfermedad y su evolución natural.
3- Nombre del procedimiento a
realizar, especificando en que consiste y como se
llevará a cabo.
4- Explicar los beneficios que
razonablemente se puede esperar de la cirugía y
consecuencia de la denegación.
5- Información sobre
riesgos de la cirugía, probables complicaciones,
mortalidad y secuelas.
6- Planteo de alternativas de
tratamiento comparadas con la cirugía
propuesta.
7- Explicación sobre el
tipo de anestesia y sus riesgos.
8- Autorización para
obtener fotografías, videos o registros
gráficos en el pre, intra y
postoperatorio y para difundir resultados o iconografía
en Revistas Médicas y/o ámbitos
científicos.
9- Posibilidad de revocar el
consentimiento en cualquier momento antes de la
cirugía.
10- Satisfacción del paciente por la
información recibida y evacuación de sus
dudas.
11- Fecha y firma aclarada del médico, paciente
y testigos, si la hubiere.
El consentimiento informado es obligatorio, siendo el
formulario escrito conveniente para deslindar responsabilidad de sucesos previsibles, debiendo
aplicarse cualquiera sea la magnitud de la
cirugía.
Debe ser directo, breve y de lenguaje
simple. No tiene que contener palabras abreviadas, ni
terminología científica. Debe de estar de acuerdo
al nivel cultural de la población a la que está dirigida, en
nuestro país no debería superar el nivel de
educación
primaria.
Es de importancia tener en cuenta que este documento
libera al cirujano de responsabilidad por consecuencias
previsibles, pero no por negligencia, impericia, imprudencia o
inobservancia de sus deberes y obligaciones.
El mismo deberá hacerlos firmar el médico
tratante, con anticipación a todas las cirugías. Es
aconsejable entregar una copia al paciente y preferible aunque no
imprescindible, que la firme con testigos.
Definición del
consentimiento y requisitos
El "consentimiento informado" se puede definir como el
compromiso conjunto que establece el espacio comunicativo
destinado a informar en forma oral o escrita la naturaleza, los
propósitos, la forma de aplicación de los
instrumentos de recopilación de información o
aplicación de pruebas
experimentales, presentando los beneficios, los riesgos,
alternativas y medios del
proceso en el cual, quien recibe la información,
irá a convertirse en participante, objeto de
experimentación o contribuyente al análisis estadístico,
constituyéndose el documento resultante en el testimonio
escrito de quien va a ser investigado (o su tercero responsable,
autorizado por ley) para lograr una autorización clara,
competente, voluntaria y autónoma. Esto se convierte en
una real colaboración y beneficio en pro de la sociedad y de
la ciencia. El
"consentimiento informado" es la expresión de dos
voluntades debidamente conocedoras, competentes y
autónomas que deciden contribuir a un procedimiento
científico con proyección social, el cual garantiza
que el sujeto expresa (después de haber comprendido la
información que se le ha dado acerca de los objetivos y
procedimientos
del estudio su intención de participar en la entrega de
información y en la aplicación de la prueba o
instrumento de recopilación de información
(encuesta,
cuestionario,
test).
Los factores condicionantes para el cabal cumplimiento del
consentimiento informado son:
ausencia de coerción o engaño, capacidad, claridad
y autonomía del sujeto consultado o experimentado para
tomar decisiones, información completa sobre el qué
de la investigación, el cómo y el para
qué describiéndose en forma explícita el
propósito, el procedimiento, el instrumento de
recopilación de información como tal, y la
proyección y/o socialización de los resultados obtenidos
en dicho proceso.
Algunas
aclaraciones especiales
- Un documento que contiene información
demasiado sucinta y resumida no es suficiente como documento de
"consentimiento informado". - Los padres de un menor de edad, los terceros
responsables o acudientes legales pueden firmar el
consentimiento cuando éste no lo pueda hacer, siempre y
cuando manifiesten y determinen los mejores intereses y
beneficios hacia la persona menor o
incapacitada que representen o tengan la preparación
emocional y física para la
adecuada realización del proceso de recopilación
de información. - En el caso de menores de edad el consentimiento lo
otorgará siempre su representante legal (tutores) tras
haber recibido y comprendido la información mencionada.
Cuando las condiciones lo permitan, si el menor tiene 12
años o más, deberá además prestar
éste su propio consentimiento, y para ello debe
dársele toda la información y adaptarla a su
nivel de entendimiento. En tal caso deben anexarse ambos
documentos
firmados. - Se sugiere que el "consentimiento informado" sea
firmado por la persona que lo da o su acudiente legal, por el
investigador responsable y por el testigo de dicho compromiso,
incluyendo siempre el número de identificación de
todos los allí presentes. - Animar a la población sujeto – objeto de
la investigación, para que pregunte, o esclarezca toda
duda o expectativa que se pueda tener, antes de la
aplicación del procedimiento y si fuera necesario
también después. - Dejar siempre la voluntad explícita de los
investigadores de respetar la autonomía del investigado,
expresada en el libre retiro de la investigación en
cualquier momento. - El documento debe declarar que si el individuo
participante rechaza seguir en el proceso, puede continuar
asistiendo o recibiendo atención y servicio en dicha
institución (universitaria, clínica u
Hospitalaria) si lo solicita. - En la recopilación de información y en
la aplicación de pruebas no se puede imponer nunca el
interés de la ciencia como
justificación para llevar a cabo una prueba o
experimento, agrediendo la integridad física de las
personas. - Tener siempre presente en la práctica
investigativa la preeminencia de los derechos del sujeto antes
que el deseo de eficiencia
científica o investigativa. - En caso de experimentación con sustancias o
procesos
químicos, el grupo
investigador declara su voluntad de posible
indemnización o tratamiento en el caso de daño
físico o psicológico contemplado en la
legislación de salud pública.
Si la voluntariedad, la autonomía y la claridad
informativa son elementos esenciales, y "el consentimiento
informado" está en relación directa con la escala de
valores de
cada persona consultada, pueden aparecer algunas distorsiones de
su propósito como son:
Manipulación: debe evitarse el sesgo amañado y el
cruce de información.
Persuasión: debe evitarse la presentación del
compromiso a manera de publicidad o
mercadeo de un
producto.
Coacción: debe omitirse la presión o
amenaza tácita o explícita.
Se recomienda elaborar un documento único para cada
procedimiento investigativo, y con las siguientes
especificaciones:
- Hacerlo en el momento adecuado, con suficiente
anterioridad a la aplicación del instrumento o prueba,
evita momentos de tensión, ansiedad o depresión, que deja tiempo para
decidir. - Hacerlo en un lugar adecuado, pues las circunstancias
espacio temporales influyen en la coerción o
autonomía que puede tener la persona. - Hacerlo con la persona adecuada: una persona
idónea y conocedora de todo el proceso y no un delegado
o auxiliar, debe ser en lo posible quien la va a
realizar. - Asegurarse de la claridad con preguntas de
realimentación que comprueben la real
comprensión. - Deben evitarse dos extremos, ambos perjudiciales para
el real propósito del "consentimiento informado"
presentar tecnicismos que obstaculicen la claridad informativa,
o el excesivo detalle en la información, que lejos de
aclarar puede asustar y alejar, produciendo angustia o
desesperación. - Los consentimientos informados no deben hacerse
genéricos: cada procedimiento, con sus objetivos, es un
caso distinto. - Los documentos deben extenderse en lo posible por
duplicado, una copia para el grupo o institución que
realiza la investigación, la consulta o prueba, y otra
copia para el consultado o paciente.
Evolución de
la relación Medico-Paciente
Entre los aspectos que se pueden analizar para estudiar
la evolución de la relación médico-paciente
en cuanto a la autonomía de éste último,
señalaremos los siguientes: La constitución de la Medicina como
ciencia. La medicina en el pasado ofrecía una mayor
posibilidad de elección a los enfermos, por la
coexistencia de diversos sistemas o
teorías
médicas que fueron perdiendo vigencia a favor de un
único modelo: la
Medicina oficial. Al constituirse la medicina científica,
más centrada en la enfermedad y en los medios
diagnósticos y terapéuticos, que en el mismo
paciente, y expresada en un lenguaje científico. Se
incrementó la distancia del paciente y de sus familias
respecto del médico. El paciente, cada vez sabía
menos y confiaba menos en sí mismo, mientras que el
médico, por el contrario, cada vez contaba con más
datos, con
mejores medios diagnósticos y terapéuticos, por lo
que incrementaba su capacidad de decisión.
Paradójicamente, el desarrollo
científico, como afirmaba Peabody, empeoró la
relación médico-paciente en un momento en que la
medicina mejoró sensiblemente. Desde este punto de vista,
a lo largo del siglo XX, los enfermos tuvieron menos
autonomía que cien años atrás. El desarrollo
de las especialidades y los cambios en la
organización asistencial producidos a lo largo del s.
XX. La medicina hospitalaria, la consolidación de los
seguros de
enfermedad y de los procesos de colectivización, como la
Seguridad Social,
todos ellos han modificado el modelo de la profesión
médica y han favorecido la aparición de conflictos de
interés derivados del hecho de tener que responder, sobre
una misma actuación, ante distintos sujetos -el pagador o
contratante y el paciente- con intereses diferentes.
Responsabilidad moral en
medicina
La Moral es un valor por
antonomasia y abarca de un modo integral la actividad humana.
Ninguna otra disciplina
puede jerarquizar tanto los valores
humanos como la Moral. Toda
ciencia es autónoma pero, al mismo tiempo, toda ciencia
como actividad humana, es decir, realizada por y para el hombre en
una dimensión histórica existencial, no puede
escapar a los límites
que impone la Moral. Y esto es así porque el objetivo de la
Moral es el hombre, y
éste, como sujeto de finalidad inmanente y trascendente,
es un valor supremo, superior a cualquier valor que pueda
proporcionar la ciencia o la técnica. Hay quienes
sostienen que la Medicina, como ciencia, podría
encontrarse al margen de lo propiamente ético, moral y/o
religioso. Pero estar al margen no significa estar en contra o
ser contrario. El científico debe respetar las leyes y los
deberes morales, tiene que poseer una orientación moral.
Cuando hablamos de orientación moral en la Medicina no nos
referimos específicamente a la ciencia médica como
tal sino a sus representantes y cultores, y por ello sostenemos
que la persona del médico y toda su actividad
científica se mueve en el campo de la Moral. No es
lógico hablar de oposición entre Medicina y Moral;
esta última no entraña peligros ni
obstáculos para el interés de la
ciencia.
La Moral en Medicina no se refiere a los límites
de las posibilidades y conocimientos teóricos y
prácticos sino a los límites de los deberes y
derechos del científico como persona; se refiere a la
forma en que se alcanzan y se utilizan estos
conocimientos.
El médico debe aprender que los dramas morales
son tan reales como los fenómenos físicos y su
importancia es mucho mayor. La autoridad
moral del médico constituye la clave del éxito
terapéutico. La técnica sola nunca podrá
penetrar hasta la profunda raíz de ese ser misterioso
llamado hombre, que tiene necesidades que ni la técnica ni
la ciencia pueden satisfacer.
La ley moral nos enseña que la salud es la justa
jerarquía de la persona y el hombre, como persona, posee
un proyecto
existencial con un destino eterno junto a una conciencia
creadora que no está referida únicamente al mundo
biológico sino también al mundo moral que él
mismo puede entrever en las experiencias de su vida. Por
desgracia observamos con demasiada frecuencia a médicos
que viven atrapados en una sola dimensión en la que
prevalece lo material, haciendo culto de la dinerolatría,
transformándose en comerciantes de la salud, verdaderos
opresores de los enfermos.
El paternalismo
como abuso del principio de beneficencia
El paternalismo es la desautorización
intencionada de las preferencias o acciones
conocidas de una persona, donde la persona que las desautoriza
justifica su acción
con el propósito de beneficiar o evitar el daño a
la persona cuya voluntad esta desautorizando.
Para los defensores de los derechos derivados de la
autonomía de los pacientes, las obligaciones del
médico hacia el paciente de revelar la información
de búsqueda del consentimiento, de confidencialidad y de
respeto a la
intimidad, se establecen primariamente por el principio de
respeto a la autonomía.
En contraste, otros autores, consideran tales
obligaciones en la beneficencia obligatoria
profesional.
La beneficencia ofrece la meta primaria
y la razón fundamental de la medicina y la atención
sanitaria, mientras que el respeto a la autonomía (y la no
maleficencia y la justicia)
fijan los límites morales a las acciones profesionales
tras la búsqueda de esa meta.
Kant denunció al estado
paternalista por restringir benevolentemente las libertades de
los sujetos. A Kant le
preocupaba un gobierno que cancela la libertad.
Nunca consideró la posibilidad de que un modelo paternal
de intervención benevolente, aquel que compare al estado
con un padre protector, un padre que cuida de un menor
incompetente, pudiera ser considerado paternalista
Sin embargo, sucedió lo que nunca supuso. La
intervención en la vida de una persona dependiente,
esencialmente no autónoma, llegó a ser y sigue
siendo el modelo más ampliamente aceptado de paternalismo
justificado.
El paternalismo es la desautorización
intencionada de las preferencias o acciones conocidas de una
persona, donde la persona que las desautoriza justifica su
acción con el propósito de beneficiar o evitar el
daño a la persona cuya voluntad está
desautorizando.
Problemas morales del paternalismo
médico:
Cuando los pacientes (sean del tipo que sean) eligen
cursos perjudiciales, algunos profesionales sanitarios respetan
la autonomía no interfiriendo más allá de
intentos de persuasión, mientras que otros actúan
beneficentemente protegiéndoles contra las consecuencias
potencialmente perjudiciales de sus propias
decisiones.
En un artículo clásico, Henderson
argumentaba que "los mejores médicos" emplean como
guía primaria de referencia lo siguiente: "en lo que sea
posible, no hagas daño. Puedes causar daño por el
proceso que curiosamente se llama decir la verdad. Puedes hacer
daño mintiendo…
Pero intenta producir el menor perjuicio posible, no
sólo en tratamientos con medicamentos, o con el
bisturí, sino también con el tratamiento de las
palabras".
Paternalismo débil: interviene para prevenir
accionares involuntarios o no autónomos. Se cumple en el
caso de que el paciente este desinformado acerca de la
elección a tomar, este bajo una fuerte depresión o
en caso de adicciones
agudas. Se considera que en estos casos la racionalidad del
paciente esta influida por condiciones externas. Los principios
en juego son la
no maleficencia y la beneficencia.
Paternalismo fuerte: interviene sobre decisiones
informadas, voluntarias y autónomas. Violando
principalmente su derecho a la autonomía. Debe remarcarse
que no es el ejemplo a seguir en la practica medica. La autora
remarca nuevamente la inviolabilidad de las decisiones del
paciente siempre y cuando cumplan con los requerimientos de ser
informados, voluntarios y autónomos.
Situaciones de
paternalismo justificado
El paternalismo débil no merece ser justificado
puesto que ponemos como premisa la racionalidad, y por ello la
autonomía, del paciente.
Un accionar paternalista podría estar justificado
en los casos en que:
- El beneficio sobrepasa ampliamente el costo (la
perdida de la autonomía y la invasión al libre
albedrío) - La capacidad del paciente para tomar decisiones esta
limitada - La intervención es justificada por las
circunstancias, universalmente justificada - Si el beneficiario justificara el accionar
paternalista, en caso de ser racional
Con independencia
de las cuestiones antes enunciadas, el hecho de contar con el
enfermo en la asistencia médica no es nuevo: en la
relación médico-paciente, el respeto mutuo es
esencial. Ni el paciente, ni la familia pueden
imponer un criterio de actuación que no sea profesional o
que vaya en contra del parecer de un profesional.
Con relación al respeto al paciente, ya en 1952,
Laín Entralgo manifestaba: "El médico de hoy ha
llegado a plantearse con relativa lucidez intelectual la
antinomia que entrañan sus dos actos principales, el
terapéutico y el diagnóstico, en cuanto referidos a
un ser –el hombre enfermo- que es a la vez naturaleza
sensible y persona, principio de operaciones
materiales y
supuesto racional, paciente de acciones necesarias y autor de
acciones libres". Es decir, "el tratamiento de una enfermedad
puede ser enteramente impersonal; el cuidado de un paciente debe
ser completamente personal".
El cuidar al paciente como misión,
¿es una actuación paternalista? Parece más
bien una de las manifestaciones propias de la actividad
clínica en la que "no es posible tratar de forma abstracta
sino concreta e individual".
La significación de la interrelación entre
el médico y el paciente ha de ser fuertemente acentuada;
ya que, en gran medida, el diagnóstico y el tratamiento
dependen directamente de ella y el fallo del médico en
establecer esta relación conlleva una gran pérdida
de efectividad en el cuidado de los pacientes.
Son muchas las cuestiones que quedan abiertas. Es tiempo
de intentar responder a los interrogantes que antes enunciamos.
Es momento para reconsiderar la autonomía del enfermo,
algo que no es nuevo en la práctica médica y que
afecta directamente a los profesionales y a los enfermos, ya que
está intrínsecamente unido a la relación
médico-paciente.
Modelos de
relación Medico- Paciente
Algunos autores, atendiendo a los diferentes factores
que intervienen en la relación, han analizado las
distintas formas que puede adoptar la relación
médico-enfermo. Entre ellas destacan los modelos, ya
clásicos, de Szasz y Hollender, Von Gebsattell, y
Tatossian. Dichos autores analizan las diferentes actitudes e
interacciones entre médico y paciente según el tipo
de enfermedad de que se trate aguda o crónica, la mayor o
menor capacidad de participación y colaboración del
enfermo, el momento del acto médico en que se esté
anamnésico, diagnóstico, terapéutico, etc.
Aunque como construcción teórica, y por lo tanto
artificial, cada modelo enfatiza un factor como determinante de
la dinámica de la relación, en la
práctica constituyen diferentes puntos de vista de la
misma realidad, que se complementan y pueden ayudar a entender
mejor las distintas etapas de este encuentro.
Tipos de
relación médico-paciente según el grado de
participación
Szasz y Hollender, teniendo en cuenta el grado de
actividad y participación de médico y paciente en
la interacción, describen tres niveles o
modalidades de relación médico-paciente.
El nivel 1, o de "actividad del médico y
pasividad del enfermo", es el tipo de relación que se
produce en situaciones en que el paciente es incapaz de valerse
por si mismo: situaciones de urgencia médica o
quirúrgica, pacientes con pérdida o
alteración de conciencia, estados de agitación o
delirio agudo, etc. En estos casos, el médico asume el
protagonismo y toda la responsabilidad del tratamiento. El
prototipo de este nivel de relación sería el que se
establece entre una madre y su recién nacido:
relación madre-lactante.
El nivel 2 o de "dirección del médico y
cooperación del enfermo", es el tipo de relación
que tiende a darse en las enfermedades agudas,
infecciosas, traumáticas, etc., en las que el paciente es
capaz de cooperar y contribuir en el propio tratamiento. El
médico dirige, como experto, la intervención adopta
una actitud
directiva, y el paciente colabora contestando a sus preguntas,
dando su opinión, y realizando lo que se le pide. El
prototipo de relación de nivel 2 sería el que se
establece entre un progenitor y su hijo no adulto:
relación padre-niño.
El nivel 3 o de "participación mutua y
recíproca del médico y del paciente", es la forma
de relación más adecuada en las enfermedades
crónicas, en las rehabilitaciones postoperatorias o
postraumáticas, en las readaptaciones físicas o
psíquicas, y en general en todas las situaciones, muy
frecuentes en el mundo médico actual, en que el paciente
puede asumir una participación activa, e incluso la
iniciativa, en el tratamiento: Así en pacientes
diabéticos, enfermedades cardiacas, enfermedades de la
vejez, etc.,
el médico valora las necesidades, instruye y supervisa al
paciente, que, a su vez, lleva a cabo el tratamiento por si
mismo, según lo programado, y con la posibilidad de
sugerir otras alternativas o decidir la necesidad y prioricidad
de una nueva consulta. El prototipo de relación que
establecen es el de una cooperación entre personas
adultas: relación adulto-adulto.
Como parece lógico, no es que haya un nivel de
relación mejor que otro, pero sí uno más
adecuado para un determinado padecimiento o una situación
clínica dada. Frecuentemente médico y paciente
tendrán que modificar su actitud a lo largo de una misma
enfermedad y adoptar uno u otro tipo de relación de
acuerdo con lo que permitan o requieran las
circunstancias.
Tipos de
relación médico-paciente según el grado de
personalización
Von Gebsattel describe las fases por las que pasa la
relación médico-enfermo según el distinto
grado de relación interpersonal que adquiere la misma
durante el acto médico. Así en una primera fase de
llamada, el paciente acude al médico solicitando remedio
para sus dolencias y el médico responde acudiendo a
satisfacer las necesidades del enfermo. La relación entre
un hombre experto y un hombre que sufre es todavía, desde
el punto de vista interpersonal, anónima. En una segunda
fase de objetivación, el interés del médico
se centra en el examen "científico" del proceso
patológico, por lo que las relaciones personales pasan a
un segundo plano, relacionándose con el paciente
más como "un objeto de estudio" que como una
persona.
Finalmente, en la fase denominada de
personalización, realizado ya el diagnóstico y
establecido el plan terapéutico, es cuando el
médico se relaciona, por fin, no sólo con un hombre
que sufre o un "caso", sino con una persona enferma determinada,
que es ya "su" enfermo.
Tipos
de relación médico-paciente según el
objetivo de la relación
Otra forma de entender la relación
médico-paciente, propuesta por Tatossian, distingue dos
tipos de relación según que la interacción
entre el médico y el enfermo sea directamente
interpersonal o se halle mediatizada por el órgano
enfermo.
En el modelo interpersonal de relación, la
enfermedad es considerada como un todo el trastorno forma parte
del paciente y se produce una implicación personal en la
relación, ya que ésta se establece directamente
entre dos personas entendidas en su globalidad
afectivo-intelectual. El médico no sólo ve el
órgano enfermo, sino la totalidad del paciente, lo
somático y lo psíquico. La actitud del terapeuta
resuena sobre la del paciente, de modo que "se pasa de la
medicina de una persona a la medicina de dos personas". Es la
relación que se utiliza en psiquiatría y más
aún en psicoterapia.
En el modelo técnico de servicio de la
relación, la atención se centra en el órgano
"que no marcha bien" y el paciente adquiere connotaciones de
cliente que
solicita la reparación del mismo. Se trata de una
relación más pragmática, operativa y
funcional, dirigida a la obtención de información
sobre la alteración del órgano y el tipo de
restauración que se pretende. Es el modelo de
relación que caracteriza la práctica médica
general y las especialidades médicas, y que, si se
exagera, corre el peligro de ignorar la
personalidad o incluso parcelar el cuerpo físico del
paciente, tratando al órgano enfermo, como si de un
auténtico objeto se tratara.
Sin duda que ambos modelos se complementan, aunque el
objetivo principal de la relación puede variar,
según el momento de que se trate. El médico debe
prestar atención a los síntomas y a los
exámenes de laboratorio,
pero sin desatender la relación con el paciente, que es la
que le va a proporcionar la comprensión tanto de los
síntomas y de su elaboración psicológica
como del paciente en su totalidad.
¿Cuáles el
papel del familiar en esta relación
médico-paciente?
Pareciera que el único
responsable del abordaje del paciente es el médico, pero
realmente no lo es… El familiar del niño enfermo juega
un papel fundamental, a fin de cuentas es el que
mejor conoce al enfermo. Cuenta con suficiente información
de vital importancia que si por estrés o
enojo o por ser muy exigente no la ofrece al médico, lo
cual irá en deterioro del diagnóstico de sospecha
que se trata de establecer. Por otra parte, es también
obligación del familiar el preguntar la condición
de su paciente, pedir de una forma cortés la
explicación de términos médicos que no
entendió o simplemente pedir que le repitan la
información que no entendió. No hay
justificación de quedarse con dudas sobre
diagnósticos o tratamientos.
Por otra parte, deberán ser pacientes, confiar en
el o los médicos que están atendiendo a su
niño enfermo, y considerar siempre que si aún no se
le ha ofrecido el abordaje inicial seguramente siempre
será porque desgraciadamente existe algún otro
paciente que corre peligro su vida y requiere de una
atención más inmediata.
Recomendaciones a
los familiares para tener una buena relación
médico-paciente.
1)
Ofrezca a su médico la mayor cantidad de
información disponible sobre la enfermedad que se sospecha
durante su interrogatorio.
2) Dele la oportunidad a su
médico de establecer un diagnóstico y tratamiento
para determinar posteriormente una buena evolución,
téngale confianza.
3) Pida siempre que un mismo
médico le dé la información a una hora
determinada en caso de hospitalización.
4) Nunca busque información de
muchas fuentes, ya
que encontrará contradicciones, lo que generará
incertidumbre.
5) Nunca se quede con ninguna duda sobre
el problema que están tratando de resolver los
médicos.
6) Si existe mala evolución o no
ve mejoría de su paciente hágaselo saber al
médico tratante y, de ser necesario, expóngale su
interés de solicitar alguna otra opinión
médica.
7) Siempre deberá existir un
familiar responsable, quien será el único encargado
de otorgar y recibir información de la condición
del paciente y éste, a su vez, será el que
informará al resto de la familia, de
esta forma se evitarán malos entendidos.
8) Recuerde que el trabajo del
médico es ayudarle, ayúdelo, para el beneficio de
su paciente.
Esta última monografía trató de dos temas muy
importantes, que no pueden dejar de verse y ser estudiados
durante la formación del médico.
Con respecto al consentimiento informado, fue un tema
totalmente nuevo para mi, y descubrí la importancia que
tiene, no solamente es una herramienta de "defensa" legal que hoy
en día hay que saber utilizarla a nuestro favor (para
evitar consecuencias indeseables) sino también es un
derecho del paciente. Creo que es justo para ambas partes que
exista, pues la
comunicación es fundamental en cualquier tipo de
relación, y es sin dudas un pilar fundamental en la
relación médico-paciente. El pasaje de la
información tanto del paciente hacia el médico como
viceversa ayuda a llegar a un buen diagnóstico y genera
una buena respuesta en el paciente que gustoso realizará
el tratamiento que el médico aconseja; por ende ambas
partes salen ganando y logran el objetivo común de la
relación que lo une, que es la curación del
paciente.
No podemos dejar de mencionar el papel que juega la
familia del enfermo. La buena comunicación no solo debe darse con el
paciente, sino muchas veces también con la familia,
más aún cuando el paciente es menor de edad,
anciano o no esta en condiciones de tomar decisiones. El
médico debe saber que su relación no se limita al
paciente que está tratando, sino que existe toda una
familia detrás que también quiere saber qué
es lo que ocurre, entonces debemos estar preparados para dar
explicaciones, siempre y cuando sea necesario y no violemos el
secreto profesional.
*· Beauchamp, Tom L y Childress, James F.;
Principios de Etica Biomédica. Barcelona. Masson.
1999.
*. Mainetti, J. A.; Estudios Bioéticos .
Editorial Quirón. 1993
*Outomuro, Delia; "Manual de
Fundamentos de Bioética";
1º Ed.- Buenos Aires; Magíster Eos, 2004
Paoletta, Agustina
Materia: Bioética I