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Oposición y libertades públicas durante el peronismo




Enviado por pili_pincha



    1. Resumen
    2. Antiperonismo antes de la
      primera presidencia
    3. "Braden o
      Perón"
    4. Victoria peronista en las
      elecciones de 1946
    5. La debilidad de la
      oposición
    6. Limitación de las
      Libertades Públicas
    7. Crisis en el interior de
      partidos de la oposición
    8. Oposición
      empresarial
    9. Oposición desde la
      Iglesia
    10. La Política
      Dura
    11. Conspiración militar
      contra Perón
    12. Victoria en las elecciones
      de 1952
    13. Oposición durante
      la segunda presidencia
    14. Revolución
      Libertadora
    15. Conclusión
    16. Bibliografía

    Resumen:

    En el siguiente trabajo se
    desarrolla como eje del mismo "Las libertades públicas y
    la oposición durante el peronismo", y en
    él se podrán encontrar, entre otros, los siguientes
    temas: Antiperonismo antes de la primera presidencia, La
    debilidad de la oposición, Limitación de las
    Libertades Públicas, Crisis en el
    interior de partidos de la oposición, Oposición
    empresarial, Oposición desde la Iglesia,
    Conspiración militar contra Perón,
    Oposición durante la segunda presidencia, Revolución
    Libertadora.

    Introducción:

    En el siguiente proyecto voy a
    hacer referencia acerca de las libertades públicas y la
    oposición durante la "Década Peronista", que
    abarcó desde 1945 hasta 1955, en la que se encuentran las
    dos primeras presidencias de Juan Domingo
    Perón.

    Si bien Perón fue un líder
    de masas, que atrajo a muchos seguidores, también supo
    ganarse enemigos y, durante su período en el poder, los
    grupos
    opositores tuvieron importantes intervenciones contra el movimiento
    oficial que, si bien en algunos casos hicieron flaquear su
    gobierno, otras
    veces sirvieron para fortalecer su movimiento y acrecentar la
    fidelidad de quienes lo apoyaban.

    Ante esta amenaza, durante su mandato puede observarse
    como las libertades públicas iban siendo limitadas, y los
    grupos opositores quedaban restringidos y eran considerados
    "desleales". Muchos de ellos sostienen que Perón
    llegó al poder al imponer a su movimiento como Partido
    Único y no dejar lugar para el resto de los partidos,
    quienes competían con las reglas de juego a su
    contra ya que ni siquiera tenían medios de
    comunicación necesarios para expresarse y llegar a la
    población. De ahí puede decirse que
    surge la hipótesis de este trabajo, en el cual
    trataré de descubrir si es cierto que Perón
    llegó al poder y logró el apoyo de las masas por
    sus medidas contra la oposición y las libertades, que no
    le permitieron a los demás partidos moverse en el plano
    político.

    Para ello recurrí a fuentes
    escritas donde se hace principal referencia a los acontecimientos
    en los cuales la oposición apareció como
    protagonista, intentando derrocar al gobierno y manifestando su
    repudio.

    Desarrollo:

    Antiperonismo antes de la primera
    presidencia:

    Antes de que Perón alcanzara su primera
    presidencia, para quienes contemplaban la situación
    argentina a partir de las claves dadas por el escenario
    internacional de la guerra, la
    transición desde el antifascismo al antiperonismo iba a
    ser un proceso
    natural e inevitable. La mayoría de los universitarios e
    intelectuales
    vieron, en la acción
    de Perón desde la Secretaria de Trabajo, la demagogia del
    régimen autoritario. En ese tiempo se
    organizó un movimiento de oposición que
    reunía a la intelligentsia democrátrica, a
    políticos y universitarios. Para ellos, el régimen
    militar era una mezcla de fascismo con
    el renacimiento
    de la montonera y el rosismo.

     El antiperonismo de los intelectuales liberales
    era anterior a la aparición pública de
    Perón, quien se incrustó en un sistema de
    oposiciones ya constituido. Los orígenes del peronismo y
    los orígenes de antiperonismo estuvieron desfasados en el
    tiempo.

    El 19 de septiembre de 1945 la Junta de Coordinación Democrática
    organizó una gran demostración de fuerzas en el
    centro de la ciudad. Más de 240.000 personas desfilaron en
    la Marcha de la Constitución y la Libertad,
    teniendo como consigna principal la entrega del poder a la
    Suprema Corte. El gobierno reaccionó estableciendo
    el estado de
    sitio y ordenando a la policía ocupar las universidades.
    El 9 de octubre la guarnición de Campo de Mayo impuso a
    Perón la renuncia a todos sus cargos y tres días
    más tarde fue enviado a prisión a la Isla
    Martín García. Los cuestionamientos de la
    oposición incluían la audacia de las reformas
    laborales y la utilización de las fuerzas oficiales para
    promover su candidatura a presidente, más allá de
    haberlo desmentido anteriormente.

    Una semana después, durante la cual sus
    adversarios no supieron aprovechar la victoria obtenida,
    recuperó su poder político como líder de
    masas. La oposición democrática se había
    dado como satisfecha con la salida de Perón del gobierno,
    continuó insistiendo en el retiro de los militares a los
    cuarteles y en el pase del poder a la Suprema Corte. Las demoras
    y desinteligencias que rodearon el intento de alcanzar una
    solución, dieron lugar a la intervención de una
    movilización de trabajadores, que fueron al rescate de
    Perón. Éstos se trasladaron en la mañana de
    17 de octubre hacia la Plaza de Mayo donde permanecieron hasta
    que Perón apareció, a la noche, en los balcones de
    la Casa de Gobierno siendo aclamado por la
    muchedumbre.

    Para postularse como candidatos a elecciones para
    presidente que se realizarían en febrero de 1946, las
    fuerzas de la oposición se nuclearon bajo la Unión
    Democrática. A los miembros originales de 1942 (UCR,
    Partido Socialista y Partido Demócrata Progresista) se le
    agregó el Partido Comunista. Estos partidos se
    comprometieron a votar la fórmula presidencial del
    radicalismo, integrada por José P. Tamborini y Enrique
    Mosca, y presentar listas separadas para los demás cargos
    electivos. Su programa de
    gobierno no fue menos novedoso ni más conservador que el
    sostenido por la coalición peronista. Ambos se
    dirigían a un país que se estaba industrializando,
    en un clima de
    posguerra, con una clara intención de aumentar la
    intervención del Estado en la
    economía y
    la distribución más igualitaria de la
    riqueza. Su candidato, sin embargo, subrayó que el momento
    de decidir el futuro social y económico del país
    llegaría cuando se superen los peligros que había
    sobre las libertades públicas; por esto elevó la
    consigna "Por la libertad contra el nazifascismo".

    "Braden o
    Perón"

    Uno de los incidentes que marcaron la batalla electoral
    fue la intervención del embajador norteamericano, Spruille
    Braden, en la campaña electoral:

    El gobierno de facto contaba con un hombre que,
    sin ser todavía un caudillo, era al menos un animador, un
    inspirador de estrategias. A la
    oposición, en cambio, le
    faltaba ese hombre. Tenía un conjunto de dirigentes con un
    nivel parejo, pero le faltaba la individualidad necesaria para
    ordenar los esfuerzos que estaban dispersos.

    Esta carencia fue cubierta el 21 de mayo de 1945 con el
    nuevo embajador de Estados Unidos,
    Braden, quien durante más de cuatro meses sería el
    conductor virtual de la oposición. Para esa época,
    él estaba en el apogeo de su carrera diplomática,
    tenía 51 años y hablaba fluidamente el español.

    Para la oposición Braden era el aliado que los
    iba a dirigir la operación contra el nazismo, que
    consideraban que estaba en Argentina, representado por
    Perón. El embajador aparecía diariamente en las
    columnas periodísticas durante la campaña
    electoral. El 1º de junio se entrevistó con
    Perón y si bien fue una conversación
    intrascendente, en la oposición creció la
    sensación de que el enviado del presidente Truman de
    Estados Unidos, estaba comenzando a ser el vocero de las fuerzas
    contrarias al gobierno.

    Desde sus funciones en el
    Departamento de Estado dio a conocer, a pocos días de la
    elección, un informe donde
    denunciaba las antiguas conexiones de los círculos
    militares con el régimen nazi. Perón
    aprovechó para hacer una apelación nacionalista y
    denunció a Braden como el "inspirador, creador,
    organizador y jefe verdadero de la Unión
    Democrática", y concluyó diciendo: "Sepan que
    quienes votan el 24 la fórmula del contubernio
    oligárquico-comunista, que con este voto entregan su voto
    al señor Braden. La disyuntiva en esta hora trascendental
    es ésta: ¡Braden o Perón!.

    Victoria peronista
    en las elecciones de 1946:

    El 24 de febrero la coalición peronista se impuso
    por 1.486.866 votos contra 1.288.880 de la Unión
    Democrática, sin embargo el triunfo de Perón no
    había sido abrumador. En la elecciones legislativas y de
    gobernadores, los distintos partidos de la oposición
    concurrieron en forma independiente. Esto facilitó el
    triunfo de la coalición peronista, que obtuvo el 70% de
    las bancas de la Cámara de Diputados, 28 de 30
    senadurías y todas las gobernaciones de provincia con
    excepción de Corrientes.

    En las grandes concentraciones urbanas el electorado
    obrero se volcó a favor de Perón mientras que la
    oposición recogió votos en las clases medias y
    altas. Los socialistas no lograron elegir a un solo legislador,
    cuando estaban seguros de
    obtener la mayoría en la Capital
    Federal. Esto significó un golpe muy duro, sobretodo por
    las ilusiones con las que se habían presentado;
    había sido los principales creadores de la Unión
    democrática, se habían jugado en la lucha contra el
    gobierno de facto y todo terminó con un tercer puesto
    decepcionante. Como mostraron los resultados de la provincia de
    Buenos Aires,
    las pérdidas más grandes correspondieron al
    conservadurismo; la situación de los conservadores,
    después de la derrota de las elecciones legislativas, era
    la más patética. Esto se debía a que algunos
    dirigentes del partido se habían deslizado al peronismo
    antes de las elecciones presidenciales y muchos habían
    votado por Perón y sus candidatos.

    La victoria de Perón era, para los socialistas,
    el signo que indicaba que la crisis nacional continuaba sin
    resolverse. Para los radicales intransigentes era la prueba de
    las consecuencias producidas por los rivales de su partido, los
    "unionistas", por abandonar la tradición popular del
    yrigoyenismo. La crisis que sufría el país estaba
    unida a la crisis de el radicalismo que había perdido su
    rumbo revolucionario, por esta causa algunos radicales
    habían sido atraídos por Perón. Los
    dirigentes comunistas se autocriticaron por algunos errores
    tácticos y eliminaron de sus declaraciones la
    expresión "nazi-peronismo".

    Para todos la nueva situación no era normal, a
    pesar de que los comicios habían sido limpios. Afirmaban
    que la victoria de Perón le daba legalidad a un
    proyecto, que era el de la reforma fascista en la sociedad
    argentina. Por lo tanto, la resistencia iba a
    continuar. Para los antiperonistas, los votos habían sido
    obtenidos con engaños y demagogia, acompañada por
    la represión; para ellos ésto le había dado
    legalidad, pero no legitimidad, a la victoria.

    Aunque la oposición tenía la esperanza de
    que la supremacía electoral del peronismo fuera un hecho
    transitorio, una serie de partidos, que parecían cada vez
    más débiles, continuó con su rechazo al
    orden justicialista.

    La debilidad de la
    oposición:

    Cuando Perón triunfó en 1946, muchos
    creyeron que su gobierno sería una breve experiencia; no
    sabían cómo ni cuándo se derrumbaría,
    pero esta certeza alimentó el ánimo de muchos
    opositores. Sin embargo el gobierno no se derrumbó, sino
    que se fue afirmando; y la oposición, en términos
    electorales, se fue achicando, como lo demuestran el porcentaje
    de las elecciones que siguieron a la de aquel
    año.

    La oposición no existía sólo en los
    partidos, otros sectores de la vida nacional eran núcleos
    antiperonistas: la Sociedad Rural, algunos empresarios, el Jockey
    Club, el diario La Prensa. Había muchos que
    pensaban que Perón era un nazi y ahora corroboraban su
    impresión viendo como manipulaba la información. Otros, sin llegar tan lejos,
    estaban contra él porque no soportaban la
    participación de Evita en la cuestión
    pública, la liquidación de la Corte y la
    hegemonía personal del
    presidente. No faltaban quienes eran antiperonistas por ser
    racistas, por un odio a los llamados "cabecitas negras" que
    formaban el apoyo más fervoroso de
    Perón.

    Había diferente tipos de opositores, algunos con
    motivos respetables, y otros con causas inferiores. Todos
    rezongaban, comentaban con indignación las medidas del
    gobierno, difundían rumores y recurrían a la vida
    pasada de Perón y Evita.

    En ese entonces la acción opositora se encontraba
    dividida, no tenía poder y existían motivaciones
    diferentes de acuerdo a los sectores. No parecía existir
    una expresión articulada, sino voluntades individuales,
    quietas, esperando determinadas circunstancias que les dieran un
    mayor potencial.

    Limitación
    de las Libertades Públicas:

    En 1947 los periódicos de la oposición
    fueron clausurados y comenzó la compra del sistema de
    radiofusión nacional por grupos económicos ligados
    al régimen.

    Los grandes diarios habían estado en contra de
    Perón durante la campaña electoral de 1946; algunos
    como La Nación o La Prensa con un tono con
    un cierto elitismo, otros, como Crítica o El
    Mundo
    , con una agresividad más directa. Sólo
    contaba con el apoyo de Democracia, El Laborista y
    La Época, pero también disponía de un
    decreto que permitía al Poder
    Ejecutivo la expropiación del papel de diario. No se
    fabricaba papel de diario en Argentina, había que
    importarlo, y tanto las divisas
    necesarias para pagarlo, como la distribución del mismo,
    le permitía a Perón reducir el grosor de las
    ediciones de los periódicos opositores y limitar su
    tirada. Pero el adelgazamiento de esos diarios fue sólo
    uno de los métodos
    usados por el peronismo para borrar a las voces
    periodísticas disidentes. La clausura también se
    aplicó en varios casos con diferentes
    pretextos.

    La expropiación de uno de los diarios más
    tradicionales, La Prensa, en 1951 y su transferencia a la
    CGT (Confederación General de Trabajadores) condujeron al
    monopolio
    estatal de los medios de
    comunicación de masas. Sin embargo, al régimen
    no le servirían estas medidas si no creaba una estructura
    periodística que alimentara la necesidad de
    información del pueblo. Para ello Perón, a la
    adquisición de periódicos ya existentes, le
    agregó la creación de otros nuevo, formando
    así un imperio periodístico. Quienes sobrevivieron
    con algo de independencia
    intentaron no desafiar a la Secretaría de Prensa y
    Difusión, dirigida por Raúl Apold. Así, las
    expresiones opositoras quedaron casi eliminadas. Al final del
    régimen, la editorial oficial contaba con 17 diarios, 10
    revistas, 13 editoriales y 4 agencias informativas. Durante su
    gobierno se pudo observar una censura dirigida a impedir las
    críticas políticas
    al gobierno. La censura trazaba una frontera que
    algunos círculos podían transgredir recurriendo a
    alusiones o referencias codificadas: autores como Bioy Casares y
    Cortazar,
    publicaban en la revista
    Sur cuentos y
    relatos donde se mezcla la posición al régimen y el
    desprecio a la nueva presencia popular. Este lenguaje casi
    simbólico buscaba informar al público antiperonista
    de los abusos, errores y tropiezos del régimen sin
    provocar la ira de quienes podían sacarles el papel para
    imprimir, ponerles una multa o cerrarlos.

    El proceso de adquisición de diarios
    empezó con Democracia, que había sido
    fundado en diciembre de 1945 por un grupo de
    partidarios de la reforma
    agraria que apoyaban a Perón. Decepcionados por el
    giro que toma él durante su presidencia en relación
    con el campo, sus dueños decidieron vender el diario en
    1947 a Evita, quien designó un nuevo director. Luego vino
    la compra de Crítica, La Razón y La
    Época
    , con lo que quedaba tomado todo el segmento de
    los lectores vespertinos porteños.

    Cuando Perón asumió la presidencia, la voz
    opositora más importante era el semanario La
    Vanguardia
    , el órgano socialista fundado por Juan B.
    Justo. Éste estaba dirigido por Américo Ghioldi y
    criticaba constantemente al nuevo régimen y a sus
    protagonistas. En agosto de 1947 el taller donde se
    imprimía este diario fue clausurado por "ruidos
    molestos".

    Otro semanario clausurado a mediados de 1947 fue
    Provincias Unidas, el cual difundía los discursos de
    los diputados radicales y mantenía una línea
    antiimperialista expresada en varias caricaturas. Entre mayo y
    septiembre de ese año, también se clausuró
    la revista Qué… y la imprenta
    Renovación de La Plata, donde se editaba Argentina
    Libre
    . Dejan de aparecer en ese momento El Laborista,
    Tribuna Democrática
    , semanario conservador, El
    Hombre Libre
    , de los demócratas progresistas y se
    cierra el taller El Norte, de San
    Nicolás.

    La situación de la prensa argentina fue
    empobreciendo notablemente. El panorama de los diarios era
    monótono, siempre repetían las mismas noticias y
    fotos, usaban
    iguales frases y no había competencia en la
    búsqueda de información. Muchos de los
    profesionales que dirigían o redactaban en esos
    periódicos no eran peronistas, lo hacían para
    ganarse la vida. Además, las "oficinas de prensa" se
    instalaron en ministerios,
    organismos públicos y reparticiones de Estado, de esta
    manera, el periodista se limitaba a pasar a recoger un
    "comunicado", que debía publicar en su diario.

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     Perón fue el primer presidente en usar
    la radio como
    medio para comunicarse al pueblo. Desde 1943, Perón se
    había valido de este medio para cada uno de sus discursos,
    con la novedad de hacerlo casi siempre a través de la
    totalidad de las emisoras del país, obligadas a transmitir
    "en cadena" con Radio del Estado,
    después Radio Nacional. La prensa oral también
    estuvo en contra de Perón durante su campaña
    presidencial y algunas emisoras vendieron su espacio a la
    Unión democrática para que transmitiera su propaganda,
    pero decidieron distanciarse de la oposición vencida. Tal
    como ocurrió con los diarios, también existieron
    presiones oficiales para comprar a las radios.

    La primera en caer fue Radio Belgrano, que fue
    clausurada por una interferencia durante la transmisión
    del discurso de
    Perón, en el que despedía a su mujer que iba a
    viajar a Europa. En ella
    se llegó a escuchar una voz que decía: "No crean
    nada, son todas mentiras".

    Algunas emisoras independientes, como Radio Libertad o
    Radio Porteña, cuyo dueño era un ex concejal
    radical, fueron adquiridas a precios
    arbitrarios impuestos por los
    compradores: era cuestión de aceptarlo o sufrir las
    consecuencias. Todas las operaciones se
    hicieron en forma reservada y no se publicaron en el
    Boletín Oficial.

    Los oyentes no notaron los cambios; los elencos y la
    programación se mantuvieron, además
    la mayoría de los directores y administradores
    permanecieron en sus puestos anteriores y tampoco la ausencia de
    las voces opositoras llamó la atención, ya que durante el período
    de facto no se habían difundido.

    Todo este reordenamiento, tanto en la prensa escrita
    como oral, implicaba un gran desprecio por todo lo que no se
    adhiriera al gobierno.

    Perón, más que acallar las manifestaciones
    disidentes de los intelectuales, en el terreno cultural, puso
    mayor cuidado en que ni siquiera pudiesen oírse. En la
    década del ‘30 surge el teatro
    "Vocacional", el cual representaba a las obras europeas y
    americanas contemporáneas y pudo proseguir sus actividades
    con relativa tranquilidad durante los años peronistas.
    Alrededor de esta actividad surgió una especie de espacio
    comunitario de una subcultura de oposición, el cual tuvo
    un periódico
    cuasi oficial, el semanario Propósitos. Su
    público era la clase media
    que utilizaba al teatro independiente como una forma silenciosa
    de oposición al peronismo. Aunque Perón
    percibía esta oposición indirecta, no impuso una
    censura rigurosa y los teatros continuaron con
    libertad.

    Ante la progresiva eliminación de las libertades
    públicas, la oposición política quedó
    limitada a las tribunas del Congreso. El puñado de
    legisladores de la oposición mantuvo su misma postura
    frente a un gobierno que dañaba la integridad de las
    libertades públicas. Para algunos el precio a pagar
    fueron el juicio por desobediencia, la pérdida de los
    fueros, la prisión; para los demás fue el
    silenciamiento por el peso de las mayorías
    oficialistas.

    Crisis en el
    interior de partidos de la oposición:

    En abril de 1945 se aprobó, en una asamblea de
    radicales intransigentes, un documento fundador del movimiento de
    Intransigencia y Renovación, llamado "Declaración
    de Avellaneda". Ésta había sido redactada por
    Arturo Frondizi y la preocupación central no era
    Perón, sino la posición a favor de la alianza con
    otras fuerzas políticas en la Unión
    Democrática (de ahí la denominación
    "unionistas"). El acuerdo de la Unión Democrática
    significaba para los antiunionista (sobretodo si incluía
    conservadores) una desnaturalización del radicalismo.
    Dentro del documento se presentaban como objetivos "la
    liberación del hombre argentino y la Nación
    argentina", la consigna era que "la tierra
    será para quienes la trabajen" y de nacionalización
    de las fuentes de energía y los servicios
    públicos. También hacía referencia a un
    "plan para el
    progreso social"; en el texto se
    reflejaba una clara ideología de izquierda.

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     El 18 de septiembre de 1946, integrantes de la
    intransigencia, entre ellos Frondizi, dieron a conocer un
    manifiesto político en el que reaparecieron algunos de los
    temas del yrigoyenismo, entrecruzados con la postura
    antiimperialista. Comparado con la declaración de
    Avellaneda, este documento era más fiel a la cultura
    política del radicalismo. También hacía
    referencia a la cuestión política con respecto al
    gobierno peronista y quería que la UCR fuera un recolector
    de votos opositores. El deber del radicalismo era recuperar su
    tradición y mostrar que era la única fuerza capaz
    de darle un cauce a la nación
    y hacer cumplir la justicia
    social.

    En agosto de 1947, también en la ciudad de
    Avellaneda, se realizó el Primer Congreso de la
    Intransigencia, donde se aprobó la Profesión de
    fe Doctrinaria
    , en cuya redacción estuvo involucrado, nuevamente,
    Frondizi. Este documento presentaba un programa de reformas
    políticas, económicas y sociales que tenían
    como intención oponerse y superar al peronismo por la
    izquierda. Ante la modalidad que adquirió el juego
    político con Perón y el alineamiento de las fuerzas
    sociales, el radicalismo tomo el papel de partido
    liberal-democrático enfrentado a un régimen popular
    y autoritario.

    En el interior del radicalismo, la cuestión
    acerca de cómo luchar contra el gobierno hizo reaparecer a
    las viejas disputas. A partir de 1953 se dividieron las filas del
    Movimiento de Intransigencia y Renovación en dos
    líneas: la de los partidarios del jefe político
    cordobés Amadeo Sabattini, que se había acercado a
    las posiciones de la minoría unionista y apoyaba la
    táctica de abstención, o sea, abandonarlas bancas
    de la legislatura y
    de los Concejos Deliberantes y no participar de las elecciones,
    denunciando la falta de libertades públicas; y la
    línea que se autodeterminaba "combatiente" y
    proponía la disputa en todos los frentes, que era
    contraria al abandono del foro, también reclamaba que
    la lucha por la libertad política no confundiera a los
    radicales con el antiperonismo conservador.

    Los conservadores también sufrieron conflictos
    internos ante las disputas por conseguir la dirección del agrupamiento. En el Partido
    Demócrata fue donde Perón encontró mayor
    apoyo cuando quiso hacer alguna fórmula de coexistencia
    política. Pero luego de las negociaciones llegaban las
    reacciones contrarias. Cuando en marzo 1952 Reynaldo Pastor,
    presidente del comité nacional, comunicó al partido
    que había tenido una entrevista con
    Perón, generó en los conservadores una
    polémica entre los conservadores. La táctica de
    abandonar las bancas todo cargo público se planteaba
    varias veces, pero nunca se terminaba de adaptar. En 1954, ante
    las elecciones para cubrir el cargo de vicepresidente de la
    nación, vacante por la muerte de
    Hortensio Quijano, el Partido Demócrata se dividió
    entre "abstencionistas" y "concurrencistas", creando una crisis
    en el agrupamiento, que no terminaría hasta el
    derrocamiento del peronismo. Los socialistas y comunistas
    tuvieron otro tipo de crisis, basada en la definición de
    la táctica que debía adoptarse frente al
    peronismo.

    A lo largo de los años que van entre 1946 y 1955,
    los partidos antiperonistas sufrieron una disminución de
    sus fuerzas y pasaron por crisis y divisiones, al discutir el
    modelo que
    debían usar para enfrentar al partido oficial, sin embargo
    la mayoría de los partidos mantuvo las convicciones del
    comienzo.

    Oposición empresarial:

    Ya desde el comienzo de 1945, la Unión de
    Industriales Argentinos (UIA), la principal asociación de
    industriales del país, comenzaron a protestar contra el
    gobierno militar, exigiendo una mayor intervención estatal
    para asegurar la supervivencia de las industrias (apoyo
    para modernizar las fábricas, crear industrias
    básicas y mediar las relaciones entre el capital y
    el trabajo) y
    se quejaba por las políticas laborales de Perón,
    como eran el establecimiento de escalas salariales fijas
    (escalafón), la eliminación del trabajo a destajo y
    el régimen de afiliación sindical obligatorio.
    También criticaba el uso que Perón hacía de
    "cierta terminología" que presentaba cualquier convenio
    colectivo como una "conquista" obtenida contra las prestaciones
    de un sector empresarial, supuestamente avaro y
    egoísta.

    A fines de 1945, Perón logró convencer al
    presidente Farrell de que estableciera el aguinaldo por decreto;
    esto generó que toda la comunidad
    empresarial cerrara sus filas. El 27 de diciembre, miembros de la
    UIA, la Sociedad Rural Argentina (SRA) y otros grupos patronales
    se reunieron en la Bolsa de Comercio de
    Buenos Aires y decidieron realizar un lockout de tres
    días como protesta contra el decreto. Para ese entonces,
    la UIA destacaba su oposición y malestar por las
    políticas laborales del gobierno militar, lo que la
    llevó a financiar a los opositores de Perón en las
    elecciones presidenciales que se aproximaban. Si bien el
    lockout resultó exitoso, no corrieron con la misma
    suerte con las elecciones.

    Una vez que Perón alcanzó la presidencia,
    el empresariado estaba en un aprieto. Si bien se había
    opuesto a él, se dio cuenta de que podía obtener
    grandes beneficios si se establecía una buena
    relación de trabajo con el gobierno. Dos meses
    después de la victoria, un las elecciones internas de la
    UIA, un grupo antiperonista derrotó a otro más
    conciliador que estaba dispuesto a trabajar con el
    gobierno.

    Dentro de la industria
    metalúrgica había divisiones entre los grupos pro
    peronistas, que fabricaban principalmente productos
    livianos para el mercado de
    consumo local,
    y los fabricantes de productos metalúrgicos pesados, que
    objetaban las políticas oficiales que permitían la
    libre importación de esos productos para la
    industria de bienes de
    consumo. En la industria textil había una división
    parecida entre los fabricantes de ropa que se beneficiaban con la
    expansión del mercado y que utilizaban lana y fibras de
    algodón
    de producción nacional, y los industriales
    antiperonistas que dependían de las fibras importadas
    (seda y sintéticos) y habían sido perjudicados por
    las restricciones que el gobierno imponía a su
    importación.

    Los industriales, en 1947, comenzaron a quejarse de los
    excesivos aumentos salariales que le eran otorgados a los
    trabajadores por los convenios colectivos, así como del
    ausentismo.

    La agricultura
    tenía recelos más grandes que la industria con
    respecto a la Argentina de Perón. La clase de los
    estancieros desconfiaba de él, y a fin de evitar un
    enfrentamiento con el gobierno, los grandes terratenientes del
    país renunciaron a cualquier participación activa
    en la SRA, dejando a una organización insignificante en mano de
    algunos colaboracionistas.

    Durante la segunda presidencia, empezó a
    evidenciarse que el modelo peronista original de crecimiento
    económico estaba desgastándose; éste se
    basaba en una redistribución del ingreso a través
    de aumentos salariales para la clase obrera y en la promoción industrial mediante el consumo
    interno creciente, créditos bancarios, subsidios. Perón
    puso énfasis en el aumento de la productividad
    laboral, el
    estímulo de las exportaciones
    agrícolas y una mayor receptividad al capital extranjero.
    El mundo empresario,
    aunque estaba de acuerdo con los planes para incrementar la
    productividad laboral, los industriales no aceptaban cualquier
    distribución del ingreso que los perjudicara en beneficio
    de la agricultura.

    Oposición desde la
    Iglesia:

    Si bien el peronismo fue el movimiento político
    católico de la historia
    contemporánea argentina, también es el que
    más conflictos tuvo con la Iglesia y los católicos.
    Entre 1946 y 1949, el peronismo aparecía como la entidad
    política que más buscaba asociarse a la Iglesia y
    la tradición católica. Perón había
    sido el candidato de la Iglesia y en los días previos a la
    elección, ésta recomendó a los fieles el
    voto por el candidato de gobierno que había establecido la
    enseñanza religiosa. Además los
    fondos destinados al ítem culto, durante el gobierno de
    Perón se duplicaron y los salarios pagados
    tradicionalmente a quienes ocupaban cargo eclesiásticos
    aumentaron entre un 50 y 100%.

    En 1950 las relaciones entre el Estado y la Iglesia se
    enfriaron demasiado y fue el primer año en que se
    redujeron los fondos públicos destinados al ítem
    culto. El ejercicio absolutista de Perón en el poder fue
    afectando sus relaciones con la Iglesia. Para ese entonces, ya
    algunos católicos sociales habían entendido que el
    peronismo no era la encarnación de las encíclicas,
    imaginada hacia 1945. Muchos católicos terminaron
    volviendo a las filas de la Iglesia para convertirse en
    líderes del catolicismo antiperonista del conflicto de
    1954.

    En 1954 Perón se enfrentó a la Iglesia, y
    al hacerlo dividió el apoyo que tenía de las
    Fuerzas Armadas y se puso en marcha una conspiración
    militar. En noviembre, Perón acusó a "ciertos
    sacerdotes" de actividades antiperonistas. Frente a las
    ambiciones del régimen de querer crear el mensaje de un
    "cristianismo
    peronista", independizado de la tradición católica
    y muchas veces en contra de ella, y ante la devoción
    popular que creó Evita después de su muerte, la
    jerarquía eclesiástica actuó cautelosamente,
    sin embargo el resto del mundo católico no hizo lo mismo.
    Para Perón, el único cristiano verdadero era el
    peronista y comenzó a referirse al clero como una
    "corporación ingrata". La acusación hecha por
    Perón en noviembre fue acrecentando la irritación
    de los adversarios católicos del peronismo; este malestar
    aumentó cuando se dio a conocer el proyecto para fundar un
    Partido Demócrata Cristiano. Luego de la
    intervención de Perón hubo una serie de medidas que
    suprimieron los derechos y privilegios
    otorgados con anterioridad a la Iglesia. Se eliminó la
    enseñanza religiosa e las escuelas y los subsidios a la
    enseñanza privada, se aprobó una ley de divorcio, se
    autorizó la reapertura de prostíbulos y se
    prohibieron las procesiones religiosas. Las reformas legales
    fueron seguidas de una intensa campaña anticlerical
    apoyada por la prensa oficial. Los católicos ante la
    imposibilidad de publicar sus opiniones, efectuaron una
    campaña de panfletos que transmitían
    información extraoficial sobre el conflicto.

    En los primeros meses de 1955 se anunció una
    reforma de la Constitución para decidir la
    separación de la Iglesia y el Estado. El 11 de junio,
    desafiando las prohibiciones, se celebró una
    multitudinaria procesión de Corpus Christi, en la que
    católicos, radicales, socialistas y comunistas marcharon
    al centro de Buenos Aires, desde la Catedral hasta el Congreso,
    gritando ¡Viva Cristo Rey!. A la protesta civil le
    siguió el 16 de junio un atentado contra la vida de
    Perón. Un sector de la Marina y la Fuerza Aérea se
    alzó en rebeldía, bombardeando y ametrallando la
    Casa de Gobierno y sus alrededores. A Perón lo advirtieron
    a tiempo, y así lo refugiaron y salió ileso. Entre
    los grupos de trabajadores que habían acudido a la Plaza
    de Mayo para apoyar al líder y los transeúntes que
    por allí pasaban, se contaron 300 muertos y 600 heridos.
    Esa noche, ya sofocado el movimiento de los opositores, ardieron
    las principales iglesias del centro de la ciudad. Aconsejado por
    los altos mandos del Ejército, Perón lanzó
    una política de conciliación. Se levantó el
    estado de sitio y cesaron los ataques contra la
    Iglesia.

    La Política
    Dura:

    A partir de 1946, la actitud
    opositora activa implicaba el riesgo a la
    prisión, la tortura, el atentado, la persecución,
    hasta la confiscación. Ocupar una banca de diputado
    era una lucha agotadora y peligrosa. Había que saber
    afrontar los riesgos y
    consagrarse casi totalmente al trabajo político, para
    llegar a posiciones opositoras importantes: implicaba una
    verdadera vocación. Así fueron cayendo los cuadros
    opositores de tímidos y oportunistas. En general, los
    grupos más combativos del comunismo, del
    socialismo y
    del radicalismo se fueron integrando con gente joven.

    Otra modificación fue el esfuerzo de comprender
    la realidad nacional. En los primeros años Perón
    llevó adelante muchos proyectos; el
    oficialismo generaba situaciones nuevas a un ritmo muy
    rápido. En esos años el gobierno debió
    afrontar los temas más importantes de su tiempo, desde el
    destino de los ferrocarriles hasta la reforma de la
    Constitución, por lo que la oposición iba creando
    un punto de vista propio sobre cada uno de los temas tratados.
    Tenían que pensar el país y estudiarlo en
    determinados problemas,
    cosa que no se hacía con frecuencia: los círculos
    políticos estaban acostumbrados a proyectar opiniones
    desde posiciones adoptadas con anterioridad y casi inamovibles.
    Ahora todo se ponía en cuestión y se partía
    de cero: esto provocó replanteo y nuevos enfoques en la
    oposición. Durante el tiempo de Perón no se
    valorizaron estas cuestiones, porque al peronismo no le
    interesaba lo que pensaban sus contrincantes. Por el contrario,
    solía despreciarlos.

    Aquí están palabras que él
    pronunció el 25 de julio de 1949 ante delegados del
    Partido Peronista:

    "¿Quiénes son nuestros adversarios
    políticos? Son suficientemente conocidos: los
    conservadores, los radicales del comité nacional, los
    socialistas y los comunistas. Estas fuerzas fueron manejadas de
    afuera y por lo tanto no tienen vida propia ni los alienta una
    conciencia
    nacional. Tenemos derecho a dudar de su patriotismo y de su
    dignidad.
    Pero, señores, ellos perturban en lo interno y sus amos en
    lo externo. La acción es clara: recurren al exterior como
    añorando buenos tiempos, en los que nosotros éramos
    todavía una colonia extranjera. Pero a pesar de ello
    podemos afirmar que no torcerán la decisión del
    gobierno ni la voluntad del pueblo, que si supo vencer al
    señor Braden, vencerá también a sus
    personeros".

    Para Perón, la oposición no era la
    expresión de puntos de vista diferentes del oficial, sino
    un puñado de fuerzas despreciable al las que había
    que destruir. En ese mismo discurso definía la
    plítica como una "lucha de voluntades contrapuestas":
    entonces lo primordial "es penetrar en las voluntades adversarias
    y doblegarlas para ponerlas al servicio de la
    república, aunque no quieran".

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

     Conspiración militar contra
    Perón:

    En 1949 se llevó a cabo la reforma de la
    Constitución Nacional, las novedades incluyeron: el voto
    directo para presidente y vice, la ampliación del mandato
    de los diputados y senadores a seis años, el
    fortalecimiento del Poder Ejecutivo por medio de la facultad del
    veto parcial y la supresión de la cláusula que
    prohibía la reelección presidencial
    inmediata.

    Una vez aprobada la reforma se inició una
    campaña para promover la reelección de Perón
    en 1951. La central sindical quería que Evita fuera la
    compañera de fórmula de Perón, pero esta
    propuesta generó el descontento de los jefes militares,
    quienes aconsejaron al candidato a presidente su rechazo. Evita
    anunció luego que renunciaba a su candidatura.

    A pesar de esto, la situación sirvió de
    pretexto para una conjunta militar lanzada por un pequeño
    grupo de oficiales junto con políticos opositores. En la
    Escuela Superior
    de Guerra, la mayoría de oficiales y profesores eran
    opositores a Perón, y se convirtieron en 1951, en el
    centro de un movimiento conspirativo para sacar al presidente.
    Sin embargo éste estuvo lleno de rivalidades internas que
    terminaron formando a dos grupos que competían por su
    control: uno de
    ellos era liderado por el general Lonardi, quien era modesto y
    calmo; y el otro grupo estaba al mando del general de brigada
    Benjamín Menéndez, caracterizado por ser impetuoso
    y opuesto a Lonardi. Los líderes de ambos grupos se
    reunieron para ver si podían crear un movimiento
    unificado, pero ambos terminaron resistiéndose a estar
    subordinados al otro. Menéndez apostaba a moverse
    más rápidamente, luego establecer una dictadura y
    eliminar la legislación peronista, mientras que Lonardi
    prefería posponer la acción hasta estar seguro de contar
    con el apoyo suficiente y, después de lograrlo, mantener
    la mayoría de las leyes sociales de
    Perón. Al renunciar Evita a su candidatura, Lonardi
    decidió retirarse y dejó todo en manos de
    Menéndez, quien estaba decidido a seguir
    adelante.

    El alzamiento del 28 de septiembre de 1951, mal
    organizado, a destiempo y sin ningún respaldo, pudo ser
    sofocado. Perón reaccionó imponiendo el estado de
    sitio interno y con ese cuadro procedió a depurar a los
    cuadros de oficiales y limitar la acción de los partidos
    de oposición en la campaña electoral.

    Una nueva conspiración dirigida por el ex coronel
    José F. Suarez, tenía entre sus planes asaltar a la
    residencia presidencial y matar a Perón y a su esposa.
    Este intento fue realizado el 3 de febrero de 1952, pero las
    autoridades fueron alertadas antes de que se pueda poner en
    marcha el plan y los implicados en el hecho fueron
    detenidos.

    Victoria en
    las elecciones de 1952:

    En las votaciones de noviembre de 1952, con la
    compañía de Hortencio Quijan por segunda vez,
    alcanzó una gran victoria: 4.745.000 fueron los votos
    obtenidos por la fórmula oficial, mientras que los
    candidatos del radicalismo, Ricardo Balbín y Arturo
    Frondizi, que tuvieron el acceso impedido a las radios,
    recibieron 2.415.000 sufragios. Los resultados fueron más
    contundentes en las elecciones a diputados en las que los
    peronistas obtuvieron todas las bancas, menos 14 que
    correspondieron a la oposición. Perón no se daba
    por satisfecho con las mayorías electorales que le
    aseguraban la totalidad del Senado y los dos tercios de la
    Cámara de Diputados: además, quería anular
    toda disidencia, reduciendo al mínimo la presencia
    opositora en el único ámbito donde podía
    expresarse.

    El sistemático atrofiamiento del pluralismo
    político y de las libertades públicas,
    provocó que los partidos opositores se encontraran
    despojados de los recursos
    elementales para disputar los votos de la
    población.

    Oposición durante la segunda
    presidencia:

    Después de obtener la segunda presidencia, el
    peronismo se consagró como único movimiento
    nacional: las otras expresiones partidarias fueron relegadas a
    una existencia prácticamente clandestina, la
    afiliación al partido oficial pasó a se un
    requisito para poder desempeñar cargos en la
    administración. Las fuerzas políticas de
    oposición no podían funcionar con normalidad, eran
    vigiladas, obstruidas y hostigadas, pero continuaron
    existiendo.

    Para los socialistas, el peronismo era la
    reencarnación de la vieja hostilidad de la cultura.
    política criolla. Desde su perspectiva, Perón y las
    masas les hacían recordar a Juan Manuel de Rosas. En 1951 y
    en 1952 grupos pequeños del Partido Socialista y del
    Partido Comunista, que tenían una postura más
    comprensiva, intentaron acercarse al movimiento oficial, pero los
    promotores de los mismos terminaron expulsados. Por su parte, la
    corriente intransigente de los conservadores, criticó a
    sus autoridades por haber privilegiado demasiado las ideas
    antifascistas.

    Los integrantes de la fórmula presidencial
    opositora fueron dos figuras de la corriente intransigente del
    radicalismo. Desde la conducción de la UCR se
    intentó conformar una oposición que se confundiera
    con los conservadores del antiperonismo. Sus adversarios, la
    corriente unionista, ahora minoritaria, eligieron la ruptura
    mediante la insentivación a la resistencia clandestina y
    al golpe militar.

    Casi la totalidad de escritores, artistas y
    universitarios liberales y democráticos fueron
    antiperonistas; sin embargo hubo algunos intelectuales
    peronistas, pero no contaban con prestigio y reconocimiento. Se
    suele decir que los intelectuales antiperonistas no comprendieron
    el peronismo y sus componentes populares. Una de las causas fue
    porque se trataba de una elite que estaba espantada por la
    amenaza de las masas.

    A comienzos de 1953 el círculo íntimo de
    Perón estuvo envuelto en un caso de corrupción
    que caía sobre su secretario privado, Juan Duarte, hermano
    de Evita, quien apareció muerto días
    después. El 15 de abril, durante una concentración
    popular que la CGT organizó para solidarizarse con
    Perón, estallaron dos bombas que
    dejaron como saldo siete muertos y casi un centenar de heridos.
    Esa noche, grupos manifestantes incendiaron y destruyeron las
    sedes del Jockey Club y del Partido Socialista, y dañaron
    locales centrales del Partido Demócrata y la Unión
    Cívica Radical. En los días siguientes del atentado
    terrorista (hecho por comandos
    antiperonistas de jóvenes universitarios y profesionales),
    la policía llevó a cabo una amplia detención
    a dirigentes y personalidades opositoras; entre los casi cuatro
    mil arrestados se encontraban desde Alfedro Palacios hasta
    Victoria Ocampo. Meses más tardes, el régimen
    aceptó liberar a los presos en una negociación con representantes de partidos
    opositores. A fines de 1953 el Congreso aprobó una ley de
    amnistía por la cual la mayoría de los presos
    recuperó la libertad.

    En 1953 se presentó una audaz iniciativa de
    negociar un contrato con la
    Standard Oil de California para explorar y explotar los
    yacimientos de petróleos del sur del país. La
    justificación de este proyecto recaía en la
    creciente demanda de
    combustible y la incapacidad de la empresa
    estatal YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) para
    afrontar las inversiones
    necesarias. Durnte el tratamiento de la idea en el Congreso, la
    oposición radical, a través de Arturo Frondizi,
    impugnó el contrato y dio un discurso antiimperialista,
    denunciando que se intentaban enajenar la soberanía de los recursos nacionales. A su
    vez, el espacio oficialista no mostró mucho entusiasmo en
    defender el caso, porque para muchos esto implicaba la
    traición al principio justicialista de independencia
    económica; ni siquiera Perón insistió en la
    iniciativa.

    Revolución
    Libertadora:

    En 1955 Samuel Toranzo Calderón, un oficial de la
    infantería de marina, había aceptado la
    conducción de un movimiento revolucionario que un grupo de
    capitanes de fragata organizaban, junto a dos oficiales de la
    Aeronáutica, para derrocar al presidente. El ataque se
    fijo para las diez de la mañana del 16 de junio, pero una
    intensa niebla demoró el despegue de los aviones que
    bombardearían la Casa de Gobierno, los cuales llegaron a
    su blanco recién dos horas más tarde. A esa hora
    Perón ya había sido alertado y estaba refugiado en
    el Ministerio de Ejército. Sin embargo los pilotos
    bombardearon y ametrallaron a la Casa de Gobierno y sus
    alrededores, matando o hiriendo a centenares de civiles. El
    ministro de Ejército, Lucero, se encargó de
    reprimir y ordenó a las unidades que recuperaran las zona
    tomada por la infantería de marina, logrando que esta se
    rindiera.

    A fines de junio, el presidente lanzó una
    política conciliatoria, levantó el estado de sitio
    y dejó que dirigentes de la oposición
    política pudieran dirigirse a la nación mediante la
    radio.

    El 18 de septiembre la Marina bloqueó la costa y
    amenazó con destruir las destilerías petroleras de
    Buenos Aires y La Plata, al menos que el gobierno se rindiera.
    Perón le traspasó su poder al Ejército y se
    conformó una junta de diecisiete oficiales superiores que
    decidieron ofrecerla al presidente la renuncia. La junta
    ejercía temporariamente el control y Perón
    debía buscar asilo para salvar su vida.

    Conclusión:

    A lo largo de este trabajo aparece reflejada la falta de
    libertades públicas durante la década peronista,
    cómo se fue creando un aparato periodístico
    subordinado a las disposiciones de Perón. Si bien es
    cierto que se le limitó notablemente el acceso de la
    oposición a los medios de
    comunicación, no fue la razón
    principal para que Perón alcance el poder. Fue un elemento
    usado por Perón para aumentar su liderazgo y
    hegemonía, pero no fue por las limitaciones de las
    libertades públicas que se haya generado tal euforia y
    adoración en el pueblo argentino para con
    Perón.

    Para los partidarios de Perón, durante el
    período 1945-1955 los trabajadores alcanzaron una
    participación en el ingreso nacional nunca igualada,
    haciendo que abandonaran su condición de ciudadanos de
    segunda clase. Para los adversarios de Perón, los
    años peronistas fueron aquellos en los que tuvo lugar la
    eliminación de las libertades públicas y del
    pluralismo político por acción de un liderazgo y un
    movimiento que se definió a sí mismos como la
    encarnación de la voluntad nacional.

    Lo que los peronistas y la mayor parte de sus
    críticos y opositores comparten es que con Perón
    llegó el momento de las masas trabajadoras, y en adelante
    nadie podrá gobernar ignorándolas. Lo que a partir
    de 1955 dividirá al antiperonismo es cómo integrar
    a esa nueva realidad colectiva sin mantener al peronismo
    vigente.

    Bibliografía:

    "Perón y su Tiempo", Felix Luna, Ed. Sudamericana
    (1984)

    "Los Años Peronistas (1943-1955", Juan Carlos
    Torre, Ed. Sudamericana (2002)

    Pilar Fernández Vásquez

    Estudios: Secundario completo

    Fecha de realización: 2004

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