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El nuevo mundo: Civilización y barbarie




Enviado por marcos cueva



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Desarrollo

    Resumen:

    Civilización y barbarie no son categorías que
    puedan pensarse por separado y fuera de una dualidad
    intrínseca. En la occidentalización del Nuevo Mundo
    (las Américas) hubo por ende de ambos fenómenos,
    como hasta hoy. En medio de la crisis de
    Occidente, la dualidad se ha modificado tanto en el Sur como en
    el Norte del continente Americano. Pese a la idea de progreso, el
    siglo XX tampoco estuvo exento del enfrentamiento, interno y
    externo, de civilizados y bárbaros.

    Desarrollo

    De una manera general, el Occidente no ha llegado a pensarse a
    sí mismo como bárbaro, ya que esta categoría
    estuvo destinada por mucho tiempo a los
    pueblos de Oriente (desde las invasiones de los hunos y los
    mongoles) y a las comunidades primitivas sojuzgadas por los
    imperios coloniales, como en Africa, antes de
    que, ya en el siglo XX, antropólogos y etnólogos se
    dieran a la tarea de estudiarlas y ocasionalmente rescatarlas.
    Kipling, por ejemplo, consideraba que las comunidades africanas
    estaban integradas por "medio demonios, medio niños".
    Curiosamente, las civilizaciones prehispánicas de América, que tanto habían
    deslumbrado a los españoles a su llegada en el siglo XVI
    (como ocurriera con Tenochtitlán), no han sido calificadas
    de bárbaras, aunque una como la azteca tuviera entre sus
    costumbres los sacrificios humanos. Hoy, para los
    arqueólogos, los vestigios de dichas civilizaciones
    prehispánicas dan cuenta de un esplendor pasado, a veces
    digno de ser reivindicado. Los incas, en sus
    incursiones bélicas, tampoco estaban exentos de un
    tratamiento bárbaro para los vencidos, como ocurriera, por
    ejemplo, en el actual norte del Ecuador y la
    laguna de Yaguarcocha ("laguna de sangre"), donde
    miles de indígenas adolescentes
    fueron ejecutados por los vencedores venidos del Sur, poco tiempo
    antes de la llegada de los españoles. Ciertamente,
    éstos, fundamentalmente preocupados por el oro, no
    encontraron en el indio sojuzgado al "buen salvaje"
    armónico, sino al animal, la "bestia de carga". Con la
    llegada de los españoles, en todo caso, se inauguraba un
    periodo durante el cual el imperio iberoamericano, que exportaba
    el 80 % de los metales preciosos
    del mundo, parecía ser el centro del orbe.

    En el Norte como en el Sur de las Américas, la
    fundación del Nuevo Mundo conjugó el aporte
    civilizatorio –ciertos adelantos "tecnológicos"
    habían ayudado a los españoles- con la franca
    barbarie occidental, procedente de Europa. No hubo
    de pasar mucho tiempo antes de que los colonos europeos que
    llegaban a las costas estadounidenses decidieran exterminar a los
    indios que encontraban a su paso, y que con frecuencia no se les
    habían manifestado hostiles, aunque sí fueran
    radicalmente distintos en sus modos de vida. La primera democracia de
    América y el mundo nunca quiso reconocer en los indios a
    ciudadanos en plano de equidad, como
    tampoco quiso hacerlo más tarde con los negros
    traídos desde Africa. Para finales del siglo XIX,
    terminada la Conquista del
    Oeste, los pioneros habían arrasado con los indios
    acorralados, aunque algunos se hubieran pasado del lado del
    vencedor y colaboraran con él. El destino de esos indios,
    para quienes el hombre
    blanco era a primera vista incomprensible y a veces objeto de
    represalias, fue finalmente el de las terribles reservaciones: se
    habían acabado los grandes territorios para la caza y la
    pesca, los
    espacios del búfalo, la vida nómada y hasta cierta
    barbarie –aquí también- en los
    enfrentamientos entre tribus. Con el frecuencia, el comercio con
    engaño, la estafa sobre la ingenuidad y contra la palabra
    dada en los tratados, el
    robo, el alcohol y el
    desarraigo pudieron incluso más que las acciones
    bélicas. El acorralamiento seguía en los
    años ’70 del siglo pasado, cuando se descubrieron
    recursos
    naturales en las reservas indias, y pese a resistencias
    como la de los sioux oglala en Wounded Knee y Pine Ridge, donde
    se seguía exigiendo el respeto de los
    tratados: curiosamente, ya en ésa época, algunos
    jefes indios decían desconocer el concepto de
    "masas" porque implicaba despersonalización. La comunidad
    india, aunque
    de apariencia gregaria, no desconocía las particularidades
    individuales. Desde este punto de vista, no era
    gregaria.

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