Historia natural del Gran Chaco. Reseña sobre misioneros y exploradores hasta finales del siglo XIX
- Resumen
- Misioneros
jesuitas - Otros misioneros, viajeros y
expediciones militares - Bibliografía
citada - Ilustraciones
Se describen los principales viajes y
exploraciones que contienen datos de
interés naturalístico referidos al
Gran Chaco argentino y sus adyacencias desde el siglo XVI hasta
finales del siglo XIX. Entre los protagonistas más
importantes se destacan algunos misioneros jesuitas
como Joseph Jolís, Martín Dobrizhoffer,
José Sánchez Labrador y Florián Paucke,
entre otros. Después de la expulsión de los
jesuitas, recorrieron la región varios misioneros
franciscanos. Posteriormente se sucedieron diversas
exploraciones y expediciones militares. Sobresale en este
sentido la figura de Félix de Azara, por sus numerosos e
importantes aportes aparecidos a principios del
siglo XIX. En 1881, Jorge Luis Fontana publicó
"El Gran Chaco", obra de
indispensable consulta. Poco después, en 1889, Amadeo J.
Baldrich, realiza varios viajes a la región,
destacándose por sus contribuciones tanto
naturalísticas como geográficas.
Desde comienzos de la conquista
española se registraron las primeras entradas al Gran
Chaco. Alejo García llegó desde el Paraguay por
tierra entre
1521 y 1525, Ayolas remontó en 1537 los ríos
Paraná y Paraguay (Scunio 1972). Hernando Arias de
Saavedra (Hernandarias) fundó en 1585 el pueblo de
Concepción de la Buena Esperanza del Río Bermejo,
lugar estratégicamente ubicado para servir a las comunicaciones
entre el Alto Perú y Asunción del Paraguay. El
sitio fue continuamente saqueado por los indios hasta que en 1631
un malón lo destruyó casi por completo. El Teniente
de Gobernador de Corrientes Manuel Cabral de Alpoin,
escribía en 1632 al gobernador de Buenos Aires las
penurias pasadas: "… el
socorro se envió al Río Bermejo, el mejor que se
pudo, y yo acerca de su despoblación no podré dar a
V. S. la cuenta más verdadera por no haber visto el modo
que tuvo; sólo digo que por ningún caso se
podía conservar y los que se han escapado con las vidas
deben dar infinitas gracias a Nuestro
Señor".
A partir de entonces el Gran Chaco
sólo fue recorrido por misioneros acompañados a
veces por militares, sin haber sido poblado con asentamientos
definitivos hasta mediados del siglo XVIII, a tal punto que las
ruinas de Concepción del Bermejo fueron redescubiertas en
1943, a la altura del meridiano 62º, en la margen derecha
del río Bermejo o, según otros autores cerca del
kilómetro 75 del camino entre Presidencia Roque
Sáenz Peña y Fortín Lavalle, a considerable
distancia del río Bermejo.
La toponimia "Chaco" aparece por primera
vez en el siglo XVI. El misionero jesuita Pedro Lozano, destinado
a las misiones del Paraguay en 1717, acopió información sobre la historia y la naturaleza de
la región (Lozano 1989). El vocablo, de origen quechua,
significa dar caza en conjunto a los animales. Al
respecto Lozano escribió: "La etimología de este
nombre, Chaco, indica la multitud de naciones que pueblan esta
región. Cuando salen a cazar los indios y juntan de varias
partes las vicuñas y guanacos, aquella muchedumbre se
llama chacu, en lengua
quechua…".
Según Lestani y López Piacentini (1947) el
"chacú" se realizaba en el altiplano en tiempos del
imperio incaico, y la costumbre y su denominación llegaron
a las llanuras llevadas por los aimaráes y otros
tributarios del imperio. El vocablo degeneró luego en boca
de los conquistadores, que llamaron Chaco a la región
boscosa. Dichos autores mencionan también que el origen
del vocablo "Gualamba" deriva del nombre "Guacane", quien fuera
un lugarteniente del Inca que gobernó la región
luego de una invasión del imperio.
En 1733 Lozano publicó
"Descripción Corográfica del
Gran Chaco Gualamba" y desde
entonces el término Chaco Gualamba se generalizó
hasta nuestros días. A él se deben también
las primeras noticias
referentes a las incursiones del capitán Ledesma, el Padre
Diego Osorio, Andrés de Manzo y el capitán Lasarte,
quienes alrededor de 1638 cruzaron o estuvieron en las
cercanías del río Pilcomayo o "río de los
pájaros".
Muchos jesuitas participaron en sucesos
históricos o políticos relacionados con la
conquista del Chaco y hasta algunos dejaron sus vidas
evangelizando a los indios, que temerosos o provocados por los
conquistadores respondieron cobrando también vidas
inocentes. Por ello a la región se la llamó "el
sepulcro de los misioneros2"(Scunio 1972). De este modo el Gran
Chaco quedó relegado mucho tiempo a las
investigaciones de estudiosos o naturalistas, de
quienes recién tendremos observaciones científicas
a partir de principios del siglo XX.
Las reducciones que se fundaron estuvieron por lo
general en los bordes del Gran Chaco, algunas de ellas se mudaron
de lugar y otras desaparecieron o fueron destruidas,
destacándose San Jerónimo (actual Reconquista,
Santa Fe), San Fernando (actual Resistencia,
Chaco) y Rosario del Timbó (actual Herradura, Formosa),
todas ubicadas a la vera de los ríos Paraná y
Paraguay; dentro de lo que actualmente conocemos como Chaco
Húmedo. Por otra parte se encontraban las reducciones de
San Esteban de Miraflores, Macapillo o Nuestra Señora del
Pilar, Petacas, etc., localizadas en el oeste en cercanías
del río Salado del Norte o Juramento.
Unos pocos misioneros jesuitas lograron recorrer
aquellas vastedades. Nos referiremos brevemente a algunos, por
cuanto de ellos conocemos las primeras noticias relativas a la
flora y fauna del Gran
Chaco.
Alonso Barzana y Pedro de
Añasco
Misionaron entre indios Vilelas y Lules.
Como refiere Furlong (1938b): "El primero que con singular
intrepidez acometió esta empresa fue el P.
Alonso Barzana. En 1593, después de haber trabajado
heroica y abnegadamente entre los Lules y Matarás,
partió del Tucumán hasta la ciudad de Corrientes, a
través de las inmensas llanuras y espesos bosques
chaqueños".
Gabriel Patiño
A este jesuita se debe el topónimo
de los grandes esteros formoseños del río Pilcomayo
medio que llevan su nombre. Su viaje se inició el 14 de
agosto de 1721, en compañía de otros religiosos y
una guardia de soldados, los que partierron desde el Paraguay y
navegaron el Pilcomayo, (Lista 1998). Anotó este misionero
hacia el día 20 que "… El
río tiene más de 19 varas de profundidad y como 39
de ancho. Las corrientes del Paraguay rebalsan hasta algunas
leguas adentro del Pilcomayo, haciendo subir el nivel de
éste. Tierra llana, arboledas, palmeras, lagunas y esteros
a ambos lados." Para los días 7 y 8 de
septiembre de 1721 se lee, "…
Bosques, esteros y lagunas en ambas orillas… a lo lejos campos
limpios y grandes palmeras. Distancia recorrida 78
leguas". Día 2 de noviembre: "… En
las 60 leguas precedentes se crían en las riberas unas
cañas fuertes y sólidas, que [los indios]
llaman Huybá (Totoras), porque su flor sirve para
flechas, son útiles para techos. Muchos tigres en la
distancia indicada…" Patiño fue asesinado por los
indios a fines de 1721
Antonio Moxi
Misionó entre los Vilelas del
sudeste de Salta (Furlong 1939) y describió interesantes
notas sobre la fauna, entre las que se destacan
"…Tigres en abundancia, Leopardos,
Osos Hormigueros, Aguarás, Ciervos, Corsuelas, Antas, por
otro nombre la Gran bestia, Jabalíes de tres castas, y a
los cuales los indios dan diferentes
nombres,…". Recordemos que recién a
fines de los años 70 ya en el siglo XX, la ciencia
confirmó que había tres especies de pecaríes
o "chanchos" y no dos como hasta ese momento se creyó, (el
último en describirse fue el Chancho Quimilero
Catagonus wagneri). Además Moxi describió
algunas especies de reptiles y aves, de las
cuales "… las más ordinarias son Avestruces,
Charatas, Chuñas, Perdices de dos especies, Loros, Patos
de muchas raleas, Palomas, Tórtolas y otras
innumerables."
Vicente Olcina
Misionó en las reducciones de
Vilelas y Lules, dejando valiosas descripciones
zoológicas, por ejemplo de varias abejas y de árboles
típicos como el lapacho, el palo santo y palmeras (Furlong
1939). Maravillado por el paisaje chaqueño,
escribió: "A más del
espectáculo agradable a la vista, de tanta multitud de
palmas, ofrece [el chaco] otro suelo, no menos
curioso, y es una increíble multitud de hormigueros, que
sobresalen bastante, formados todos de torrecitas piramidales
para tener las hormigas donde guarecerse en tiempo de
inundaciones…". El relato no estaría completo
si no escribiera sobre los Osos Hormigueros:
"… le conviene perfectamente el nombre
que le han puesto, porque el cuerpo, la fiereza y garras son de
oso, a excepción de la cola, cuyas cerdas son tan largas,
que con ellas se cubre todo el cuerpo y, bien atadas en un
manojito, son el ordinario peine de las indias infieles.
Aún hay más diferencia en la boca, si boca se puede
llamar una trompa muy delgada y de más de media vara, que
es como la vaina de una lengua sutilísima, y mucho
más larga que la trompa…". En sus
textos hay además observaciones sobre los
pecaríes "… de estos
últimos hay varias especies, diferentes de las de Europa, y en
algunos parajes hay tanta multitud de ellos que no se puede creer
si no se ve. Se encuentran manadas de cuatrocientas y más,
y de muy lejos se oye el ruido que
meten los colmillos, que es espantoso…".
Es interesante el relato sobre el urutaú "… me ha
parecido extraordinaria, porque remeda tan bien con su canto la
voz del hombre, que
varias voces oyéndola a lo lejos he creído que eran
indios que gritaban dentro del bosque,… sobre una rama de
árbol pone sus huevos sin más preparativos ni
precauciones y allí los empolla y saca". "Anda solo de
noche y su único ejercicio es buscar para alimentarse una
especie de miel clara y sabrocísima llamada Cuales en
lengua Lule…".
Roque Gorostiza
Misionó entre los Lules de
Tucumán y recorrió varias veces el Chaco Seco,
llegando en 1762 al río Grande o Bermejo (Furlong 1941)
pero pasando grandes penurias "…
no se encuentra agua [entre el río Grande
y el Pasaje o Salado] sino en algunos pocos meses del
año… y es preciso dejar a pedazos la ropa y hasta el
pellejo…". En otros pasajes de su relato asegura haberse
alimentado solamente con plantas de tasi y
chaguar. Según Furlong (1938b), otro misionero, el Padre
Castro, dejó más noticias sobre Gorostiza, diciendo
al verlo de regreso de un viaje que
"… llegaron al fuerte de San Luis de los
Pitos más muertos que vivos, pues parecían
esqueletos secos… hubo día en que no pudieron recoger
sino una boga, siendo así que aquel caudaloso
río [Bermejo o Grande] y sus lagunas
son tan abundantes en pescar."
José Jolís
Estuvo en las reducciones del Gran Chaco
entre 1762 y 1767, y debe ser considerado junto con Dobrizhoffer,
Sánchez Labrador y Paucke (ver más adelante) uno de
los más importantes misioneros naturalistas. Aunque sus
biógrafos
refieren que sus anotaciones están dedicadas al Chaco
Seco, sabemos que al menos realizó tres viajes hacia el
sector oriental. En marzo de 1767, partiendo desde la
reducción de Nuestra Señora del Pilar o Macapillo,
recorrió buena parte de las adyacencias del río
Bermejo o Grande, llegando hasta el paralelo 60º en procura
de campos aptos para establecer nuevas reducciones (Furlong
1920). Su obra cumbre, "Saggio sulla
storia naturale della provincia del Gran Chaco",
apareció en 1789 y fue reeditada en 1972 con el
título de "Ensayo sobre la
Historia Natural del Gran Chaco" por la Universidad
Nacional del Nordeste (Furlong 1939). Fue impresa parcialmente
debido a la prematura muerte de su
autor. No obstante ello, la parte publicada es justamente la que
contiene todas las noticias de la naturaleza. Ernesto Maeder, en
el estudio preliminar de la obra, nos dice:
"…de unos 150 nombres
[de personas] citados, la tercera parte son
naturalistas, médicos, zoólogos o
botánicos" (Jolís 1972). Se conoce
además que algunos pliegos del segundo tomo, ya impresos
pero sin publicar, fueron usados como envoltura en los mercados de
Italia (Furlong
1948). El volumen editado
fue dividido en siete libros y 55
artículos. El libro I
describe la geografía,
ríos, lagunas, clima, suelo,
etc. El libro II está dedicado a la botánica, incluyendo plantas
medicinales y tintóreas. El libro III comprende los
mamíferos, siendo algunos de los
artículos más importantes: "De los
cuadrúpedos", "Cuadrúpedos propios del nuevo
mundo", "Del tatú o armadillo", "Jabalíes del
Chaco",y "Ciervos, gamos y cabras del Chaco",entre otros. En el
libro IV fueron tratadas las aves: "Riqueza de pájaros",
"Belleza y suavidad de su canto"; "Pájaros
fisípedos", "De las aves palmípedas", etc. El libro
V se refiere a los reptiles e insectos: "De los reptiles
cuadrúpedos", "De las serpientes", "De las serpientes
venenosas", "De los insectos". El libro VI describe los
indígenas del Chaco y en el VII hace mención a las
ciudades más importantes de la región.
Joaquín
Camaño
Nacido en la provincia de La Rioja, fue uno
de los pocos jesuitas argentinos miembro de la orden. Dejó
escritas obras de etnografía y un "Diccionario de
lenguas" de los indios chaqueños. Como
cartógrafo compuso algunos mapas de la
región, destacándose el "Mapa de la
Región del Chaco", publicado por Jolís en 1789.
Además escribió la relación "Noticias del
Gran Chaco", que contiene copiosa información sobre la
fauna, flora y geografía de la región (Furlong 1955
y 1969).
José Cardiel
Fue quizás el jesuita que más
viajó, recorriendo desde el Guairá (al norte de
Asunción) hasta las costas patagónicas. Así
lo encontramos en las reducciones de los abipones y
mocobíes de Santa Fe, junto a Martín Dobrizhoffer y
Florián Paucke, o en la llanura pampeana describiendo
talares, rumbo al río Sauce (hoy río Negro), en
compañía de Tomás Falkner, Matías
Strobel y otros. Además navegó junto al Padre
Quiroga y Strobel hacia las costas patagónicas.
Según Félix Outes "de cuanto vio y supo en sus
viajes nos dejó Cardiel relaciones y cartas
geográficas, unas y otras de tanto valor…"
(Furlong 1953). Realizó algunas piezas
cartográficas, entre ellas un mapa del Gran Chaco.(Figura
1)
Martín Dobrizhoffer
Al destacar su labor debemos considerarlo
uno de los más importantes misioneros naturalistas,
especialmente al referirnos al Chaco Húmedo. Fue autor de
la célebre obra "Historia de
los Abipones" publicada en latín en el
año 1784. Por su importancia se tradujo al inglés
y más tarde al castellano
(Dobrizhoffer 1967). Fundó las reducciones de San
Fernando, San Jerónimo y Rosario del Timbó. Esta
última fue levantada en los alrededores de la actual
localidad de Herradura, en el sudeste de Formosa, no lejos de la
Reserva El Bagual, dejándonos además una ilustración de la misma (Figura 2). En su
obra pueden hallarse muchísimas descripciones del paisaje
chaqueño y sus anotaciones brindan detalles significativos
sobre la vida y el comportamiento
de los animales y plantas. Titula la parte zoológica
"De algunas fieras singulares, tales como el tigre, el
león, el anta, el oso hormiguero, guanacos etc.".
Demostrando humildad y sabiduría en el primer párrafo
de ese capítulo comenta que "Con razón
podría reprocharse a mi historia de insuficiente si yo no
mencionara brevemente y como al pasar por lo menos las
propiedades más memorables de los cuadrúpedos,
anfibios, aves, peces,
plantas, árboles y sus frutas. Sin duda yo habría
contemplado de más cerca y con mayor atención estos espectáculos de la
naturaleza en Paraquaria, si hubiera previsto que
escribiría acerca de ellos en Austria". Al ocuparse de
las aves escribe: "Paracuaria no
tiene aves Europeas fuera de golondrinas, pero en cambio tiene
aves indígenas que en Europa se desconocen por completo…
He de describir sólo algunas de esta gran
cantidad". Con el título de
"Picaflores, Cóndores o
buitres" escribe
"Pasemos desde la ave más
pequeña a la más grande". Trata en
su libro otras especies: "Avestruz, Cardenal, varias palomas
silvestres, géneros de loro, etc".
En la introducción a la parte botánica
recuerda a su amigo Tomás Falkner, diciendo que era
"…inglés, uno de los
médicos más expertos y botánico que ha
conquistado los méritos más importantes durante
muchos años entre los bárbaros del Sud cerca del
Estrecho de Magallanes, decía frecuente y
públicamente que la Naturaleza benéfica
habría brindado a Paracuaria tantas plantas,
raíces, resinas, maderas y frutas que si se conocieran
todas sus fuerzas y cualidades, no se necesitarían para
ninguna enfermedad las farmacias europeas pues, según el
testimonio de Séneca, la ciencia
médica consistió en tiempos antiguos en el
conocimiento de unas pocas hierbas de modo que recién
poco a poco ha sido ampliada a este grado su inmensidad
actual". Reconocidos naturalistas del siglo XIX
como Charles Darwin y Alcides
d´Orbigny, destacan la importancia de la obra de
Dobrizhoffer.
Agustín Castañares
Este misionero navegó un tramo del
río Pilcomayo en el año 1740. Lista (1998) en su
capítulo "Antecedentes históricos" [del
Chaco] dice que: "Observó
muchas lagunas a uno y otro lado del río, siendo
generalmente dulces sus aguas. La bajante del río le
obligó a volverse."
José Sánchez Labrador y Florián
Paucke
Otros dos de los más importantes
integrantes de la compañía de Jesús. Desde
el Paraguay y desde el centro de Santa Fe, respectivamente,
realizaron varias excursiones, alcanzando en algunas de ellas
posiblemente las cercanías del Chaco Húmedo.
Sánchez Labrador, quizás el más
prolífico de todos, escribió unos treinta
volúmenes entre los que se destacan "El Paraguay Natural",
"El Paraguay Cultivado" y "El Paraguay Catholico". También
dejó ilustraciones destacándose muchos dibujos sobre
flora y fauna (Figura 3). Paucke dejó sus crónicas
que fueron traducidas en 1942-44 al castellano como "Hacia
allá y para acá. Una estada entre los indios
mocobies 1749-1767", publicada en cuatro tomos por la Universidad
Nacional de Tucumán y el Instituto Cultural
Argentino-Germano. Incluye más de cien láminas a
color (Figura 4),
las que del punto de vista iconográfico constituyen el
primer conjunto de ilustraciones sobre las ciencias
naturales reunidas por un naturalista para esta región
del mundo. Las obras de estos misioneros, más aún
la de Paucke, son de indispensable consulta porque contemplan en
su contenido gran parte de las riquezas naturales de la
región (Furlong 1938a, Aguilar 2004).
OTROS MISIONEROS,
VIAJEROS Y EXPEDICIONES MILITARES
Fray Antonio Lapa
Este procurador del orden seráfico y
cura de la reducción de Macapillo, fue el sucesor del
jesuita Jolís. En el diario de la expedición
encontramos párrafos relacionados con la descripción de los paisajes
chaqueños (De Angelis 1972). El día 2 de julio de
1774 se lee: "… se caminaron 4
leguas, todas por un dilatado palmar, en que hallamos 20 a 24
varas de altura, y algunas en particular, que conceptuamos
llegasen a 30, tan iguales al principio en su grosor son al final
y tan derechos como
pudieran desearse; y habiendo derribado algunas, comimos de sus
cogollos, que hallamos de buen gusto imitando en este al de las
nueces verdes." "… el 16 caminamos como 12 leguas por
fértiles y amenos campos abiertos, con algunas cejas de
monte de algarrobos y otras especies, que se crían
frondosos a las orillas del río Bermejo, por cuyas
mágenes seguimos la marcha…"
Además hay un capítulo dedicado a la
naturaleza, titulado "Hácese relación del
río Grande y Bermejo; virtudes de sus aguas, del
temperamento de los países del Gran Chaco Gualamba, de los
pájaros, de los árboles, de las yerbas, de los
animales y de las naciones que ocupan las riberas de dichos
ríos."
Adrián Fernández Cornejo, Mariano
Sánchez de Velasco y Francisco
Morillo
Realizaron una expedición al Chaco
en el año 1780, llegando al río Bermejo,
publicándose sus diarios por separado (De Angelis 1972).
En el diario de Cornejo y Sánchez de Velasco se detalla lo
sucedido cada día con abundantes noticias sobre los
campos, algunas aves, yaguaretés y tapires. El día
6 de septiembre de 1780, mientras navegaban el Bermejo,
anotaron: "…Las arenas y costas siguen en la forma dicha,
pobladas en partes de cañaverales, cortaderales, sauces,
tipas y canelones, dejándose ver dentro de las arboledas
altas unos sitios verdaderamente deleitosos… En el propio sitio
de la barranca roja, encontraron los que iban en el segundo buque
la Esperanza con unos lobos tan atrevidos que se les llegaron muy
cerca. Las pavas y patos siguen con abundancia… Por la costa se
vieron rastros de antas y tigres en abundancia". El
día 9 "… Las pavas, patos y loros siguen como
arriba…"
En el diario del misionero franciscano
Morillo hay numerosas notas sobre paisajes y naturaleza, con un
capítulo titulado "Noticias
de las leguas, maderas, géneros de peces, animales
terrestres y acuáticos que se observan en los ríos
de Tarija, Centa, Jujuy y Bermejo." "… En
las márgenes del Bermejo y sus campos se hallan vinales,
palo santo, algarrobos y palmas. Se hallan en dichos ríos
pescados con abundancia, como son dorados, pacúes,
róbalos, surubíes, armados, rayas, patíes,
sábalos, palometas y bagres. En la misma forma se hallan
animales acuáticos, como son lobos blancos, negros y
bermejos, nutrias, capivaras: y de los terrestres, tigres,
leones, osos hormigueros, corzos, venados, jabalíes y
liebres."
Félix de Azara
Este ingeniero español
llegó al país a fines del siglo XVIII para demarcar
los límites
entre Argentina, Paraguay y Brasil. En su
tiempo libre se ocupó de estudiar la naturaleza y
escribió varios libros sobre geografía, aves,
mamíferos, etc. Recorrió parte del río
Pilcomayo en agosto de 1785 (Azara 1941), y en el diario de
viajes escribió: "Considerando las grandes utilidades
que podían seguirse a esta provincia y al Estudio, de
la
comunicación directa con el Perú, y habiendo
oído que
el río Pilcomayo, llamado aquí Araquuai, era
navegable hasta las inmediaciones de Potosí,
resolví hacer una formal expedición por este
río…".
El 8 de agosto se lee: "La
supuesta aboca del río era una especie de callejuela,
formada con las copas de los árboles delgados y espesos,
llamados alisos, algunos sauces y enredaderas…"
Dia 9: "… Rara vez vimos por entre los matorrales de
la orilla algún campo con islas de bosque alto, y
carandays. También vimos capivaras, o lobos de río,
y muchos yacú, caaraguata, o pavitas. A la una nos
largamos, y a poco rato notamos que, junto a una isla de bosque
inmediata, volaban alrededor muchos iribús,…" (ver
De Angelis 1972). Sin dudas las conocidas obras de Azara
"Apuntamientos para la Historia Natural de los quadrúpedos
del Paraguay y Río de la Plata" y "Apuntamientos para la
Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y Río
de la Plata", incluyen valiosa información recopilada
durante los viajes del autor en la región.
Manuel Rodríguez Margariños,
Enrique W. Van Nivel y José Giannely
Margariños en 1843 y luego Van Nivel
en 1844 se propusieron navegar el río Pilcomayo desde
Bolivia hasta
el Paraguay, aunque no obtuvieron grandes resultados. En sus
diarios de viajes hay pocos datos relacionados con naturaleza del
lugar y sólo reflejan grandes sacrificios. Lo mismo puede
decirse del padre franciscano José Giannely, quién
intentó lo propio en 1863 (ver Lista 1998).
Julio Creveaux
Fue un explorador francés que
realizó en 1882 un viaje con 15 hombres y 3 canoas desde
Tarija rumbo al Pilcomayo (Lista 1998). En sus notas
apuntó "Lo que más me preocupa es la existencia
de las grandes lagunas de que hablan los antiguos viajeros…
creo que tendremos que cruzar regiones pantanosas donde la
navegación será muy difícil y tal vez
imposible…". Además dentro de sus planes
tenía la idea de realizar un mapa de la región
(Scenna 1976). Lamentablemente él y sus soldados fueron
muertos por los indios. Para rescatar sus restos, Francia
envió a Arthur Thouar y la Argentina al comandante Luis
Fontana.
Luis Jorge
Fontana
Este destacado militar y naturalista
comenzó a trabajar en 1866 en el Museo Nacional de
Ciencias
Naturales bajo la dirección de Germán Burmeister,
quién comentó: "El
joven argentino Luis Jorge Fontana fue colocado bajo mi
dirección por el Exmo. Gobierno de
Buenos Aires para seguir la carrera de naturalista, donde
permaneció tres años…".
Convertido en naturalista supo aprovechar sus destinos militares
para ampliar sus conocimientos. Entre 1870 y 1871 publicó
algunas notas sobre ciencias naturales. En 1875 es designado
secretario de la gobernación del territorio del Chaco y en
el mismo año hizo un viaje de exploración al
Pilcomayo dejando un prolijo diario con anotaciones sobre flora y
fauna (Fontana 1977).
En 1880 preparó una expedición para abrir
un camino desde Resistencia hasta Salta. En 1881
publicó "El Gran
Chaco" obra en la cual quedan asentados todos
los resultados de sus observaciones y experiencias. Si bien no
formó parte de su libro, en 1882 se editó en Buenos
Aires el "Plano general del Gran
Chaco Argentino" donde se aprecia la rica
toponimia de la región y el itinerario de sus viajes.
Fruto de sus brillantes actuaciones militares, en 1884 Fontana
fue designado gobernador de Chubut.
Arthur Tohuar
Era miembro de la Sociedad
Geográfica de París y en 1883 se integró a
la expedición que dirigió Daniel Campos. Tuvo
además la misión de
encontrar los restos del infortunado Julio Creveaux. Como
consecuencia de este viaje se formó en Europa una
comisión internacional para crear una
compañía de navegación entre Buenos Aires y
Bolivia, que no llegó a alcanzar sus objetivos
(Thouar 1997). Vuelto a América
del Sur en 1885 hizo tres exploraciones más: la primera al
delta del Pilcomayo; la segunda de Buenos Aires a Sucre y la
tercera al Chaco Boreal. Según sus palabras
"Desde la misión de San Francisco
hasta el río Paraguay, el Pilcomayo serpentea a
través de un país de escaso declive, y que su lecho
cambiante se enlaza y se derrama formando enormes y profundos
bañaos en sus orillas"
Juan Page
Este marino navegó junto al
naturalista británico Graham Kerr (ver más
adelante) las aguas del río Pilcomayo hasta las Juntas en
el año 1889. Esta expedición terminó
trágicamente con el fallecimiento del capitán
Page.
Graham Kerr
Este médico británico,
especializado en embriología, acompañó como
naturalista al capitán Page en su expedición al
río Pilcomayo. Allí observó y colectó
aves, confeccionando una lista de 173 especies clasificadas en
familias, géneros y especies. El listado fue publicado en
prestigiosa revista Ibis,
incluyendo además el dibujo de un
carpintero. Las aves colectadas se incorporaron a la
colección del Museo Británico. Posiblemente
ésta sea la primera expedición de la que se dan a
conocer resultados científicos concretos inherentes a la
región (Kerr 1891 y 1892).
Leopoldo Arnaud
Recorrió el Chaco como jefe de la
comisión científica (Expedición Victorica).
En su trabajo da a
conocer algunos análisis pormenorizados de los distintos
suelos que
recolectó en el trayecto, y confeccionó una lista
sistemática de los árboles más comunes de la
región (Arnaud 1885). En otro trabajo encontramos los
siguientes párrafos referidos a la recolección de
materiales
para estudio "… la flora y la fauna presentadas hasta la
fecha [1881] son muy poco variadas, observándose
constantemente las mismas especies ya coleccionadas y preparadas
por esta comisión. En lo que atañe a la fauna se
colectaron 8.000 insectos, 500 arácnidos, en su mayor
parte de raras y hermosas especies y 25 reptiles, … la
colección de mamíferos y aves que con gran trabajo
se había podido adquirir sufrió con las
últimas lluvias una casi total descomposición …
aprovechando tan sólo 17 aves … las plantas presentadas
ascienden a 84…" (Arnaud 1889)
Amadeo J.
Baldrich
Este capitán del Ejército de
Línea y miembro correspondiente del Instituto
Geográfico Argentino recorrió en varias
oportunidades la región chaqueña. En su libro se
esmera por dar a conocer los datos que tuvo a su alcance,
incluyendo clima, suelo y descripciones de razas
indígenas. El capítulo VIII lo dedicó
a "La flora regional"
y en la breve introducción anotó que
consultó para las clasificaciones las obras de Hieronimus,
Lorentz y Grisebach. Al capítulo siguiente lo
titula "Apuntes sobre la fauna
territorial" y se ocupa de describir
mamíferos, aves, reptiles y anfibios para el cual
consultó al "sabio Burmeister".
Respecto a la clase aves
comenta que "… para mayor seguridad hemos
comparado la colección de dibujos coloreados a la acuarela
(que pintamos directamente del natural en el Chaco con ejemplares
a la vista [comparándolos] con los
ejemplares existentes en la rica colección del Museo
Nacional". Este párrafo abre las posibilidades de que
alguien busque y encuentre estos dibujos y los de a conocer.
Otros datos de interés netamente ornitológico son
los párrafos donde Baldrich (1889) menciona avistajes de
guacamayos. Por un lado, bajo el nombre de M.
Hyacinthinus dice "…
una sola vez hemos visto el guacamayo azul descrito por Azara.
Fue en el Pilcomayo por los 23º de latitud y se trataba de
una pareja aislada". Es interesante comentar que
el paralelo 23 º cruza el río Pilcomayo en la
provincia de Formosa, al norte de Gral. Mosconi, en el
departamento Ramón
Lista. Más adelante agrega "…en los bosques al Sud de
Caiza [unos 30 km al norte de Tartagal, en el noreste de la
provincia de Salta, en el departamento Gral. José de San
Martín] vimos un loro de gran tamaño,
probablemente un guacamayo, pero nos fue imposible darle caza ni
acercarnos á él."
Es importante mencionar también a algunos
exploradores o naturalistas que dejaron en sus obras interesantes
anotaciones referidas al Gran Chaco, u otros que en sus viajes
alcanzaron las proximidades de esta vasta región, como
Alcides D´Orbigny, Eduardo L. Holmberg, Enrique Lynch
Arribálzaga, Víctor Martín De Moussy,
Tomás Salvadori, Arnaldo de Winkelried Bertoni y
Aimé Bompland.
Aguilar, H. A. 2004. Los misioneros jesuitas y las
ciencias naturales. Iconografía Pauckense. Ed. del autor.
Buenos Aires, 15 pp.
Arnaud, L. 1885. Expedición al Chaco. Informe sobre las
observaciones efectuadas en el Chaco, por el Jefe de la
Comisión Científica. BIGA 6: 201-210.
Arnaud, L. 1889. Del Timbó al Tartagal,
impresiones de un viaje a través del Gran Chaco. Imprenta del
Río de La Plata. Buenos Aires, 306 pp.
Azara, F. 1941. Viajes por la América Meridional.
Tomos 1 y 2. Ed. Espasa Calpe S. A., Viajes Clásicos.
Madrid, 328 y
253 pp.
Baldrich, A. 1889. Las comarcas vírgenes. El
chaco central norte. Ed. Peuser. Buenos Aires, 292 pp.
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documentos
relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del
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tomos. Universidad Nacional del Noroeste, Facultad de
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Estudio XVIII: 294-302
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Santa Fe. Sebastián Amorrortu e hijos. Buenos Aires, 333
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Furlong, G. (S. J.). 1938b. Entre los Abipones del
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pp.
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Academia Literaria del Plata. Buenos Aires, 178 pp.
Furlong, G. (S. J.). 1941. Entre los Lules de
Tucumán. Buenos Aires. Talleres Gráficos San Pablo.
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Colonial Argentina VII. Ed. Huarpes S.A. Buenos Aires, 438
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Furlong, G. (S. J.). 1953. José Cardiel, S. J. y
su Carta –
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Librería del Plata S. R. L. Buenos Aires, 217
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Furlong, G. (S. J.). 1955. Joaquín Camaño
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Rioplatenses VIII. Librería del Plata S.R.L. Buenos Aires,
186 pp.
Furlong, G. (S. J.). 1969. Historia Social y Cultural
del Río de la Plata. 1536-1810 – El Trasplante Cultural:
tomo Ciencia. T.E.A. Buenos Aires, 505 pp.
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la Historia Natural del Gran Chaco. Universidad Nacional del
Nordeste. Facultad de Humanidades, Instituto de Historia.
Resistencia, 393 pp.
Kerr, J. G. 1891. Extracts from the letters of Mr. J.
Graham Kerr, naturalist to the Pilcomayo expedition. Ibis (1891):
13-15, 266-272.
Kerr, J. G. 1892. On the Avifauna of the Lower
Pilcomayo. Ibis (1892): 120-152.
Lestani, J. R. y C. P. López Piancentini. 1947.
"Chaco" Etimología del vocablo. Antecedentes
históricos, geográficos y políticos.
Antecedentes Históricos del Chaco Cuaderno 1:
1-12
Lista, R. 1998. Obras Completas. Tomos 1 y 2. Ed.
Confluencia. Buenos Aires, 501 y 455 pp.
Lozano, P. S. J. 1989. Descripción
Corográfica del Gran Chaco Gualamba. Universidad Nacional
de Tucumán. San Miguel de Tucumán, 486
pp.
Scenna M. A. 1976. La expedición Feilberg al
Pilcomayo. Todo es Historia 113:52-73.
Scunio, A. D. H. 1972. La Conquista del Chaco.
Círculo Militar. Buenos Aires, 460 pp.
Thouar, A.1997. A través del Gran Chaco
1883-1887. Ed. Amigos del Libro. Cochabamba, Bolivia, 477
pp.
Citación sugerida del
Capítulo:
Aguilar, H. A. 2005. Historia Natural del Gran Chaco.
Reseña sobre misioneros y exploradores hasta finales del
siglo XIX. Pp. 519-529 en Di Giacomo, A. G. y S. F. Krapovickas
eds. (2005). Historia natural y paisaje de la Reserva El Bagual,
Formosa, Argentina. Inventario de la
fauna de vertebrados y de la flora vascular de un área
protegida del Chaco Húmedo. Temas de Naturaleza y
Conservación 4:1-592. Aves Argentinas / Asociación
Ornitológica del Plata, Buenos Aires.
1 | 2 Fig. 1. Mapa del Gran Chaco, según dibujo Fig. 2. Misión del Timbó, Fig. 3. Oso Hormiguero y Oso Melero, según Fig. 4. Plantas de "Caraguatás u |
3 | 4 |
Agradecimientos:
Agradezco a Julio Contreras por sus valiosos comentarios
y a Claudio Bertonatti por la revisión crítica
del manuscrito.
Autor:
Horacio A. Aguilar Barzana
1583 (1431). Ciudad de Buenos Aires,
Argentina