En el presente ensayo se
plantea dos capítulos que son Población sobrante y Cultura
respectivamente, destacando el primero tema, se deduce de esto
que la economía
mundial no está al servicio de
las familias, entonces las sociedades,
lamentablemente, se adecuarían a los recursos que
genera la economía.
Si la economía no permite una integración de todos los sectores sociales,
estamos entonces frente al fenómeno de la
"población sobrante", al mismo tiempo
impactando poblaciones que ejercen el ambiente
natural.
El segundo capitulo plantea sobre la cultura esto se
define básicamente como habitar, cultivar, proteger,
honrar con adoración, sobreponiéndose
ocasionalmente en los sustantivos derivados. Así,
'habitar' se convirtió en colonus, de colonia. "Honrar con
adoración" se desarrolló en cultus, de culto.
Cultura tomó el significado principal de cultivo o
tendencia a (cultivarse), aunque con el significado subsidiario
medieval de honor y adoración. Por lo tanto, el
significado primario fue labranza: la tendencia al crecimiento
natural.
CAPITULO I
Población sobrante es un término que se
refiere a una condición en que la densidad de la
población se amplia a un límite que provoca un
empeoramiento del entorno, una disminución en la calidad de
vida, o una sobra considerable de la población.
El impacto que las poblaciones humanas ejercen en el ambiente
natural es severo. Muchas especies animales y
vegetales han sido extinguidas por el avance de las manchas
urbanas, la
contaminación es un problema cada día
más grande por el uso de más coches y la
industrialización de los países emergentes.
La densidad de la población es el número de
habitantes que viven en un área específica, por
ejemplo: 100 habitantes por Kilómetro cuadrado.
La sobrepoblación humana ha sido influida por factores
diversos, como el incremento en la duración de la vida, la
ausencia de enemigos naturales, la mejora en la calidad de vida,
y la accesibilidad a mejores bienes.
La población mundial aumenta en más de 81
millones de personas por año. Cada 10 años,
alrededor de mil millones de habitantes se añaden a la
población mundial.
Es cierto que la población mundial ha aumentado durante
este siglo. Incluso, se duplicó de 1950 a 1991, y en 1993
alcanzó la cifra de 5,6 mil millones de habitantes. Pero
este aumento demográfico no se debe a un aumento de la
tasa de nacimientos, sino a un aumento sin precedentes de la
esperanza promedio de vida, fruto de mejores políticas
y condiciones sanitarias y alimenticias.
En realidad, al contrario de lo que alegan los alarmistas, la
tasa de crecimiento de la población mundial está
disminuyendo dramáticamente. Además de esto, no
sólo no hay una "superpoblación", sino que en
realidad lo que hay es una implosión demográfica.
Los siguientes datos lo
demuestran:
1. El Buró del Censo de los Estados Unidos
(US Census Bureau) informó recientemente que en 1996 la
población mundial aumentó en sólo 79,6
millones de personas. Esta cifra es 6,4 millones menos que los 86
millones y pico de aumento demográfico de 1994, cantidad
que se considera ahora el punto culminante del crecimiento de la
población mundial. La cifra de los 79,6 millones es
también aproximadamente 20 millones menos que los 100
millones que los alarmistas del crecimiento demográfico
han estado
anunciando continuamente.
2. Además, la tasa de crecimiento demográfico
mundial ha disminuido, después de alcanzar su
máximo entre 1965 y 1970. En 1994 dicha tasa fue de 1,5%,
la más baja en los últimos 50 años y ha
continuado disminuyendo después de 1995.
3. Mientras la población de Asia,
África y América
Latina continuará creciendo todavía durante algunas
décadas más, el resto del mundo sufrirá
pronto una caída demográfica en picada. La
población mundial alcanzará su ápice de 7
mil millones en el 2030, y luego comenzará un largo
descenso hacia el ocaso demográfico de la humanidad. Esto
es esencialmente lo que ha predicho la División de
Población de las Naciones Unidas
(ONU) en su
informe del 13 de
noviembre de 1996.
4. La razón inmediata de esta disminución,
confirmada por las cifras más recientes de la
División de Población de la ONU, es la
disminución del tamaño de las familias.
Según el Buró del Censo de los Estados Unidos, la
tasa de fertilidad mundial (el número de hijos por
mujer nacidos
durante su vida fértil), ha disminuido hasta alcanzar la
cifra de 2,9, la más baja de la historia, cuando apenas hace
poco más de 10 años, en 1985, era de 4,2 .
Téngase en cuenta que, según los
demógrafos, para
que una nación
logre reemplazar su población en la próxima
generación, necesita como mínimo una tasa de
fertilidad del 2,2.
5. Actualmente hay 79 países, que constituyen el 40% de
la población mundial, cuyas tasas de fertilidad se
encuentran por debajo del nivel de reemplazo (2,2). Las naciones
desarrolladas son las que se encuentran en la peor
situación. De hecho, hay 15 de ellas en las que cada
año se llenan más ataúdes que cunas. Todas
las demás seguirán el mismo camino. Los esfuerzos
de los gobiernos por detener este desastre demográfico, de
tremendas consecuencias socioeconómicas, han sido
inútiles.
En Alemania y
Japón,
por ejemplo, a pesar de los abundantes incentivos
financieros que se les ofrecen a las mujeres dispuestas a tener
más hijos, las salas de maternidad permanecen
vacías.
6. Pero esta carestía de nacimientos se ha extendido
ahora más allá del mundo desarrollado. En estos
momentos hay 27 países en desarrollo
donde las mujeres tienen un promedio de menos de 2,2 hijos. Hay
que tener en cuenta que las inferiores condiciones sanitarias y
económicas de estos países, hacen que su nivel de
reemplazo tenga que ser en realidad más alto que el de
2,2.
7. Además, la tasa anual de crecimiento
demográfico de los continentes en desarrollo está
descendiendo también: la de Asia bajó de 2,3% en
1970 a 1,9% en 1990, la de América
Latina de 2,9% en 1970 a 2,1% en 1990, y aunque la de
África ha aumentado un 0,3%, las numerosas guerras, las
catástrofes naturales, y la epidemia del SIDA hacen que
esa cifra no sea confiable
8. Por si esto fuera poco, la densidad poblacional (habitantes
por km2) de los países y continentes en desarrollo es
baja.
La de América Latina y la de África es mucho
más baja que la de Europa Occidental
(cuyos países están desarrollados), como lo
demuestra la siguiente tabla:
Continente |
| Densidad (habitantes por km2) |
África |
| 80 |
Europa |
| 213 |
América Latina |
| 55 |
Norteamérica |
| 55 |
Asia |
| 422 |
Oceanía |
| 55 |
9. Por último, la población mundial no
ocupa más del 1% de la superficie firme del planeta, el
equivalente a vivir cómodamente (según el
típico hogar estadounidense) en el Estado de Texas,
dejando al resto del mundo completamente vacío.
La palabra cultura proviene de la palabra cultüra,
latín, cuya última palabra trazable es colere,
Colere tenía un amplio rango de significados: habitar,
cultivar, proteger, honrar con adoración.
Hay cultura donde hay hombre, y
viceversa (Mosterín, 1993). Sólo se está
ante lo que entendemos por cultura cuando nos referimos a lo
humano.
El hombre es a la vez producto de la
evolución biológica y protagonista
de la cultura que él genera. El hombre ha
salido de la naturaleza sin
dejar de pertenecer a ella. El "salto" a la cultura no hay que
entenderlo como una brecha total ya que el hombre nunca abandona
la naturaleza.
Cultura es el modo común de pensar organizado de
los individuos de una sociedad en
orden a producir actividades sociales coherentes, tanto de
acción
material como de acción individual.
LA cultura es
producto del aprendizaje y no
de la herencia.
El pensar organizado se refiere al modo conocido de
transmitirse ideas unas personas a otras en forma inteligible, y
asimismo, al modo social también reconocido de realizar
éstas su comportamiento, para lo cual el lenguaje
viene a ser el vehículo básico de la
relación humana culturalmente organizada.
Esto quiere decir que la cultura toma sentido a partir
del lenguaje, pues
éste representa no sólo un modo específico
de equiparar al individuo con
medios
simbólicos de relación y comprensión de la
realidad, sino que también hace obtener un conocimiento
preciso de la cultura por el hecho de que en él se
incluyen formas de designar las cosas y el comportamiento de los
miembros de una sociedad.
El lenguaje es nuestra puerta de acceso al mundo, la
"mediación universal" operante en todas las relaciones
humanas, entre los individuos, y mediando también la
relación de éstos con la naturaleza. Condiciona y
posibilita la cultura y es el factor humanizante por
excelencia.
Sin embargo, además de la totalidad de los
conceptos y productos que
forman el inventario
cultural de una sociedad, "cultura" abarca los modos de
acción que refieren a los modos de vivir de los hombres en
una sociedad, que se explican en función de
las relaciones sociales integradas en el espacio y en el
tiempo.
Lo "material" alude a la producción material, como un instrumento de
supervivencia y del vivir de los hombres, como por ejemplo el
equipo doméstico, las armas, etc. El
ámbito de acción referido a lo espiritual refiere a
las ideas, valores,
orientación de la
personalidad, concepción del mundo, ideologías,
etc. El ámbito espiritual constituye el aspecto de la
cultura que existe como una realidad autónoma. Conforme a
estos principios,
Berenger Castellari coincide con Malinowski (1948, 56) en decir
que el rasgo principal de la cultura es el estar
organizada.
Frente a la concepción burguesa del hombre,
marcadamente individualista (Mac Pherson, 1979; también
Renault, 1993), se ha ido subrayando la dimensión social
del hombre como algo constituyente. El hombre concreto es
tal en tanto que vive en el seno de unas relaciones sociales en
virtud de las cuales es humano (Marx, Karl,
Manuscritos).
Sin individuos, no hay conjunto de relaciones sociales, pero
el individuo humano solamente es tal en esa trama relacional,
pudiendo decirse a la vez que es a la vez resultado –aunque
no sólo eso- de ese conjunto en su totalidad. En un
sentido lato de los términos, sociedad e individuo siempre
se han mediado entre sí.
El grado de interacción cultural de las sociedades
modernas es menor que el de las primitivas. Así, la
afirmación de Durkheim
(1928, 157) de que a mayor primitivismo social, mayor es el
numero de semejanzas que pueden advertirse en los miembros de una
sociedad. Esa semejanza los hace ser, social y culturalmente,
más homogéneos, haciendo que el sistema cultural
total sea casi universal a los efectos de la frecuencia de
participación de sus individuos en el mismo a
través de grupos
sociales y de subsistemas culturales que son
básicamente comunes. Cuantos menos subsistemas culturales
existen en una sociedad, mayor será su integración
cultural.
En una sociedad urbana, los límites de
desviación del comportamiento individual son, en
comparación con las sociedades primitivas entonces, muy
amplios.
El modo de producirse las formas y las estructuras
culturales, es histórico. La cultura representa una
experiencia social que, a su vez, se transmite de unos individuos
a otros a través del llamado proceso de
socialización uno según el cual
individuos y grupos entran
simultáneamente en contacto con cada persona y la
instruyen en las técnicas
que le permitirán relacionarse en el mundo externo. Estas
técnicas incluyen valoraciones específicas de este
mundo externo, de conciencia
específica o histórica de la realidad, así
como un modo relativamente homogéneo de representarla y
experimentarla.
Toda cultura es un acto de formación y
reformación continua y a la vez constituye una estructura de
comportamiento que para tener homogeneidad, necesita repetirse.
Sus cambios implican no sólo transformaciones del medio,
sino también del hombre y de las relaciones de éste
con otros, y de éstos en conjunto con la producción
de bienes materiales.
El modo de producirse las formas y las estructuras culturales,
es histórico. La cultura representa una experiencia social
que, a su vez, se transmite de unos individuos a otros a
través del llamado proceso de socialización uno
según el cual individuos y grupos entran
simultáneamente en contacto con cada persona y la
instruyen en las técnicas que le permitirán
relacionarse en el mundo externo. Estas técnicas incluyen
valoraciones específicas de este mundo externo, de
conciencia específica o histórica de la realidad,
así como un modo relativamente homogéneo de
representarla y experimentarla.
Toda cultura es un acto de formación y
reformación continua y a la vez constituye una estructura
de comportamiento que para tener homogeneidad, necesita
repetirse. Sus cambios implican no sólo transformaciones
del medio, sino también del hombre y de las relaciones de
éste con otros, y de éstos en conjunto con la
producción de bienes materiales.
Antes de nuestra era, los atenienses (en la época de
Pericles) admiraban los mismos templos y las mismas estatuas,
aplaudían las mismas tragedias o las mismas comedias,
formaban verdaderamente un pueblo, desde los aristócratas
de la cultura, hasta los artesanos y quizá los
esclavos.
Los "vínculos naturales" del mundo medieval que
conformaban una comunidad, dejan
paso a "vínculos artificiales" que los individuos
establecen entre sí: es el paso de la comunidad a la
sociedad analizado por F. Tönnies. La individualidad,
resultando de un proceso histórico-cultural de
individualización, emerge con la transición de lo
comunitario a lo societario, que tiene lugar con la
aparición de la sociedad burguesa en el despegue del
capitalismo
europeo.
A fines del siglo pasado, la mayoría de la gente
vivía en pueblos y no se hubiera encontrado con un
extranjero de una cultura remota en toda su vida. A fines del
siglo pasado, y en los comienzos de éste, la
mayoría de la gente entra en contacto con personas de
otras culturas a diario.
Imágenes de otras culturas llenan las pantallas de la
TV y el cine, y en sus
lugares de trabajo,
calles y mercados, la
gente encuentra comerciantes, migrantes, viajeros y refugiados
constantemente, en especial en las ciudades. En el espacio de 100
años, la interacción cultural en el mundo ha
crecido dramáticamente.
Las interacciones globales en la actualidad presentan el
problema de tensión entre la homogeneización y la
heterogeneización cultural.
Homogenización que deriva o bien hacia un argumento
acerca de la creciente expansión de la cultura
estadounidense, o bien hacia la transformación de la
cultura en mercancía. La mayoría de las veces ambos
se hallan íntimamente relacionados. Sin embargo, tan
rápido como las fuerzas de las distintas metrópolis
logran penetrar otras sociedades, muy pronto son aclimatadas y
nacionalizadas de diversas maneras.
El crecimiento de las relaciones interculturales, de
corrientes políticas como el multiculturalismo, de
sistemas de
discriminación, del racismo,
etcétera, están a la vista en la escena
mundial.
El aumento de los intercambios indirectos (mediáticos e informáticos) y de los
directos (cara a cara) entre diferentes culturas a raíz
del crecimiento también de la industria del
turismo, de las
relaciones comerciales, de la programación televisiva y del desarrollo de
las nuevas
tecnologías, exige que se desarrollen "competencias".
Para Calderón y Dos Santos, el nuevo dinamismo del
mercado y la
industria cultural a nivel global conllevan un orden complejo y
disgregado que difícilmente pueda ser comprendido a
través de las meras relaciones de oferta y demanda
o entre países centrales y periféricos; se trata más bien de la
gestación, muy dinámica, de una serie de
asincronías entre la política, la
economía y la cultura.
Siguiendo a Ford, el proceso central en la sociedad
contemporánea está producido fundamentalmente por
una globalización llevada a cabo de manera
salvaje y absolutamente dependiente del mercado; crecimiento de
diferentes tipos de brechas, diversidades críticas y
diferencias socioeconómicas y socioculturales.
En primer lugar, problemas
estructurales tales como la creciente ampliación entre
riqueza y pobreza, cambios
en la constitución de la familia y
en el rol de la mujer, aumento
del empleo
precario y del desempleo, nuevas
formas de violencia y
marginación, fragmentación de las ciudades,
racismo, desatención sanitaria, educacional, social, tiene
sus efectos durante toda la estructura
social: el pago de la deuda de Tanzania es 9 veces lo que
gasta en atención primaria de salud y 4 veces lo que gasta
en enseñanza
primaria.
La creación de una cultura de masas no tendería
hacia una homogeneización en el imaginario colectivo, sino
más bien hacia una diversidad de apropiaciones. Nos
apropiamos de lo que recibimos de la cultura de las masas, la
adoptamos, digamos, pero a nuestro modo.
Ford destaca la importancia de que ante tanta apología
y mitologización de la
globalización, o mejor dicho, de las formas en que
ésta se produce, poner en escena los diferentes tipos de
desigualdades infocomunicacionales que acompañan a las
diversas y crecientes brechas entre riqueza y pobreza que se
producen en la sociedad contemporánea.
Ante un discurso
hegemónico que habla como si todos los habitantes de
la tierra
tuviesen una computadora y
estuviesen conectados a Internet, es importante
recordar que gran parte de los habitantes del planeta carece de
teléfonos, televisores, diarios, y que incluso no ha
tenido todavía acceso a la alfabetización.
Ahora, si bien la diversidad cultural de nuestras sociedades
latinoamericanas es uno de los rasgos centrales de su propia
constitución, no es menos cierto que esta diversidad de
prácticas y de representaciones expresada en una variedad
de mundos de vida, de una u otra manera, conflictiva e
integrativamente, se ha constituido históricamente en
relación con la cultura europea. Quizás allí
radique precisamente nuestra especificidad cultural: en habernos
hecho en conflicto e
integración con otros pero a la vez ser distintos,
además de desear constantemente esa distinción.
Las políticas sociales deberían encaminarse
siempre teniendo en cuenta el lenguaje común de la
población a la cual se dirigen. Es fundamental un buen uso
del lenguaje en todos los planes sociales y las relaciones
humanas, pues de este uso dependen la transmisión del
mensaje que se realice y sus consecuencias en la constante
formación de la cultura.
Coincido con M. A. Ciuro Caldani en que debe haber una
estrecha colaboración entre grupos, entre organizaciones de
toda índole, salvándose todos las diferencias que
puedan condicionar una obstrucción a la
colaboración mutua. De este modo, entes como Estado
podrían relacionarse libremente y en armonía con
otras organizaciones tales como los movimientos vecinales. Esta
colaboración, esta transmisión de cultura es muy
importante en una sociedad profundamente fragmentada, competitiva
y egoísta como la nuestra, en donde conviven muchas formas
de organización, muchos subsistemas y grupos
distintos que generalmente se encuentran muy distantes unos de
otros y en donde se mira con desconfianza, recelo y reticencia al
exogrupo.
El establecimiento, discusión e inventario de
políticas específicas que defiendan los patrimonios
culturales, económicos, sociales e históricos, en
el marco de "la globalización" es sumamente necesario para
impedir que se pierdan o se diluyan nuestras culturas, y para
que, como dice Ford, seamos "procesados por otros".
Los planes de capacitación para los educandos de todos
los niveles, desde los padres, hasta los maestros avanzados,
deben tener en cuenta la cultura en la cual se insertan.
Pienso que en las condiciones de crisis y de
multiculturalismo en que se encuentran las sociedades del mundo
en estos últimos tiempos, y en los que existe una gran
inseguridad en
cuanto al futuro en general, e incluso en cuanto al futuro
próximo, tanto de los grupos culturales como de los
individuos, en tiempos en los que le es costoso a cualquier
persona auto-identificarse y entender la compleja trama
socio-cultural en la que se desenvuelve, es necesario que los que
detentan el poder, los
"amos del mundo" como dice Bordieu, tomen conciencia de la
importancia de las necesidades reales del hombre como ser humano
y como ser sensible. El hombre necesita de la transmisión
de ciertos valores, es necesario una salida que vuelva a unir al
hombre consigo mismo, que lo devuelva a los valores
que siempre encontró en la naturaleza, no solo para poder
afrontar la cosificación de la que es producto por el
juego de los
mercados o para no considerarse una ficha en el juego de la
democratización o de la estatificación de la
nación
en que vive, sino también para tener seguridad,
confianza en sí y en sus pares.
El ser humano debe aprender a confiar en si mismo. Se debe
enseñar y comunicar. La sabiduría debe decirnos que
el hecho de ser distinto a otros no es malo, que un grupo, por
pequeño que sea, es parte de la raíz de un pueblo,
de una sociedad, es cultura tan valedera como cualquier otra, y
que a su medida constituye un pueblo entre sus propios
límites. Debe decirnos que cada cual debe estar orgulloso
de lo que es, del grupo del que formamos parte, de su lengua,
religión,
o de lo que fuere, aunque estas distinciones no sean coincidentes
con la cultura común de la sociedad, y como contrapartida
de esta valoración del propio grupo, se encuentran la
valoración del otro, el aprender y fomentar la tolerancia y el
respeto por el
que es distinto.
Debe evitarse la desnaturalización de los derechos humanos,
y, de ser necesario, cambiarles su denominación, o,
¿para qué nombrarlos?, hay que ejercerlos. La
sociedad muchas veces ha creído, y aún hoy muchos
lo siguen creyendo, que los derechos humanos son
palabras que encierran vacío o falsedad, que son una
"careta" que se usa en nombre del bien común y de la
humanidad, cuando en realidad los hechos demuestran otra
realidad, haciendo que caiga su importancia y su real
significado. Zaffone nos da un claro ejemplo: "(…) bajo
las ideas de defensa de la democracia y
las libertades personales, los angloamericanos abarcaron,
únicamente en la segunda mitad del siglo XX, con la vida
de 4 a 5 millones de seres humanos. Que mejor ejemplo de
desnaturalización que esta espantosa cita".
Hoy en día, no existe entre los distintos autores un
pensamiento
uniforme en base al curso actual de los hechos. La crítica
de la crítica se ha vuelto constante en todos los
ámbitos, y basta que alguien opine algo desde determinado
punto de vista para que sea rápida y fácilmente
criticable. La situación es compleja. No puede compararse
a un pensador de la época medieval, en donde si
quería o si podía opinaba generalmente teniendo en
cuenta una cultura limitada, específica y homogénea
sobre situaciones que encrucijaban a sólo unos cuantos
factores, con un pensador actual que más bien debe ver
muchísimos enfoques y puntos de vista sobre un mismo tema
y así relacionar distintas culturas, de lo contrario su
postura sería limitada y no englobaría todos los
puntos de vista sistemáticamente, y, si habla de
"globalización" no puede excluir conceptos como "cultura
de masas" o "posmodernidad". A su vez, teorías
que deshumanizan al hombre o teorías que no consideran la
humanidad, o que es peor, que la destruyen, logran consenso bien
por la cultura mediática, bien por la falta o la mala
educación.
Un pensador, hoy, debe ser prudente, debe imaginar todos los
puntos de vista posibles, debe buscar el consenso para dar firme
base a su ideología o a su mensaje, y debe saber
cómo dirigirlos y a quién dirigirlos, respetando
fundamentalmente el lenguaje de todos sus receptores. En este
mundo, o más bien, en lo que este mundo se ha convertido,
se debe buscar la acción concreta, se debe luchar para que
el bien triunfe, se deben buscar los ejemplos, se debe enarbolar
el cambio
cultural. Los tiempos nos han dado una herramienta fuerte como lo
es la libertad de
expresión y grandes vías de comunicación para hacerla palabra, y a su
vez, nos ha dado hechos, experiencia.
- Daniel Noin, Atlas de la population mondiale. Paris.
Reclus. La Documentation française, 1991, 22; Population
Reference Bureau, World Population Data Sheet, 1993. - Eamonn Keane, Population and Development (Gaithersburg,
Maryland: Population Research Institute, 1994), 23 - Steve Mosher, "¿Demasiada gente? ¡Nada de
eso!", Escoge la Vida (marzo-abril de 1996): 1 - Noin, 22
- U.S. Census Bureau, Report on World Population (abril de
1994) - Mosher, 1.
- Ibídem. 7
- Ibídem 8
- Ibídem 9
- Jacqueline R. Kasun, Ph.D.,
Population and Enviroment. Debunking the Myths (Baltimore,
Maryland: Population Research Institute, 1991), 2-3; Population
Reference, World Population Data Sheets, 1970-1990; Gene
Antonio, The AIDS Cover-Up? The Real and Alarming Facts About
AIDS (San Francisco: Ignatius Press, 1996), 67-74. - Keane, 29.
- Kasun, 2
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p.156. - Proceso del cambio cultural, George Peter Murdok,
Social Structure, The Macmillan Co., Nueva York, 1949. - Sobre el concepto de
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1984. - El pueblo y la cultura, Joseph Folliet, Del
Atlántico, Buenos Aires, 1958. - Hombre, cultura y sociedad. Harry L. Shapiro. Fondo
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reimpresión. - Culture, creativity and market, World Culture
Report, París, Unesco, 1998. - La modernidad
desbordada, Arjun Appadurai, Trilce / Fondo de Cultura
Económica, Montevideo, 2001. - Sociedades sin atajos, Fernando Calderón y
Mario R dos Santos, Paidós / Estado y Sociedad, Buenos Aires,
1995. - Procesados por otros, Aníbal Ford,
Sociocultura contemporánea, Revista
Encrucijadas UBA, Año 1, N° 9, julio de 2001. - Pensamiento y acción, Pierre Bordieu,
Libros del
Zorzal. - La libertad
práctica, Jorge Zaffone, Revista Encrucijadas UBA,
Año 1, N° 9, julio de 2001.
Víctor Hugo Hernández Sevilla
ESTUDIOS: Estudio la Licenciatura en Contaduría
Publica, el la Universidad
Autónoma de Tlaxcala. FECHA DE REALIZACIÓN Marzo
2005.