"En el Socialismo
el hombre no
puede sobrar… la categoría de desempleado tiene que
desaparecer. Un hombre no
puede sobrar y la sociedad donde
el hombre sobre no sirve, no resiste un análisis ético, no resiste un
análisis humano, entonces ya de por sí está
condenada desde el punto de vista moral y
humano".
Fidel Castro
Tras el triunfo de la Revolución
se abrió para la población cubana una nueva fase
histórica, signada por la máxima de cumplir
significativas tareas económicas sociales y políticas.
O sea, que las grandes mayorías, otrora olvidadas y
abandonadas a su suerte, lograran el poder
político, abolir la discriminación por género,
raza o nacionalidad,
y elevar el nivel de vida de la población.
El gobierno cubano
tiene como premisa esencial el desarrollo
paralelo de los sectores económico y social. Este
último aspecto se magnificó en la medida en que el
avance económico se subordinó a la solución
de los problemas
sociales.
El derrumbe de la antigua URSS y el campo socialista,
propició que muchos agoreros anunciaran que Cuba no
resistiría el duro golpe económico propinado por la
pérdida de los vínculos económicos y
financieros que nuestro país sostenía con el CAME,
al que se sumó el recrudecimiento del bloqueo yanqui y su
hostilidad para derrocar a la Revolución.
Sin embargo, las certeras políticas trazadas por el
gobierno cubano y la capacidad de resistencia y
unidad de nuestro pueblo en defensa de sus conquistas, dieron al
traste con los sueños imperiales de
destruirla.
Entre estas conquistas sobresalen el empleo y la
seguridad
social. La política de empleo
desarrollada a partir de 1959 se propuso revertir radicalmente
tal situación, incorporando a las grandes masas al
desarrollo
económico y social de la nación,
mediante la creación de puestos de trabajo con
ingresos
decorosos.
Desde el mismo enero victorioso, la Revolución
erradicó el tiempo muerto
para los trabajadores azucareros; el trabajo
doméstico esclavizado; aquella tragedia de las 10 mil
aulas sin maestros; el desamparo sanitario de las zonas rurales;
las cajas de seguro social
desfalcadas; la desprotección social de los trabajadores y
sus familias, entre otros males que afectaban a la nación.
De ahí que la tasa del 1,9% de desempleo lograda
el pasado año, colocó a Cuba entre los
países con uno de los más bajos índices de
desocupación en el mundo.
El país se propone como reto a alcanzar en este
2005 consolidar el pleno empleo en todas las
provincias.
Una amplia influencia en la vida económica,
política y social del país significa el haber
obtenido esos niveles de ocupación, pues los mismos
representan más salud, educación, cultura,
servicios
sociales, justicia y
equidad
social. Además, se traduce en mayor seguridad
económica, ingresos y tranquilidad para la familia
cubana. En otras palabras, este decrecimiento de la tasa de
desempleo, infunde seguridad
social y seguridad en los ingresos a las familias cubanas,
autorrealización en muchos ciudadanos y elevación
del nivel de calidad de
vida del pueblo.
Así mismo, el poseer reducidos índices de
desempleo el país podría contar con una mayor
prevención social de las causas que generan conductas
delictivas; proporciona a las personas con discapacidad una
mejor atención; y facilita más beneficios
para las féminas cubanas en términos de
participación, independencia
económica y emancipación, así como aumento
de oportunidades para los jóvenes.
CUBA: EN BUSCA DEL PLENO
EMPLEO
"¿Cómo explicarse que desde el mes de mayo
al de diciembre un millón de personas se encuentren sin
trabajo y que Cuba, con una población de cinco millones y
medio de habitantes, tenga más desocupados que Francia e
Italia con (…)
más de cuarenta millones cada una?"
Estas palabras, pronunciadas por Fidel Castro
durante el histórico juicio por el Asalto al Cuartel
Moncada, puso de manifiesto uno de los más graves problemas que
sufría la población de la Isla en aquellos
momentos: el elevado nivel de desempleo.
Este mal era una de las principales dificultades que
anhelaban resolver los jóvenes asaltantes del
bastión de la dictadura en
Santiago de Cuba.
En ese año, 1953, un alto porcentaje de la
población económicamente activa estaba sin
ocupación, miles de empleos eran precarios y se
cernía el fantasma del desempleo sobre las mujeres y los
jóvenes arribantes a la edad laboral.
En su alegato de autodefensa, conocido como La Historia Me
Absolverá, Fidel hizo serias denuncias sociales, entre
ellas, la carencia de una seguridad social que brindara cobertura
a los obreros y empleados enfermos, y, si fallecían, que
protegiera a sus familias.
Recuérdese el panorama desolador descrito por
Fidel en su autodefensa cuando declaró:
"… 600 mil cubanos sin trabajo; los 500 mil obreros
del campo que trabajaban 4 meses al año y pasaban hambre
el resto; de los 400 mil obreros industriales y braceros cuyos
retiros estaban desfalcados; de los 10 mil profesionales
jóvenes: médicos, ingenieros, abogados,
veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos,
periodistas, pintores, escultores, etcétera, salen de las
aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de
esperanza para encontrarse en un callejón sin salida,
cerradas todas las puertas; del 85 por ciento de los
pequeños agricultores cubanos que pagaban renta y
vivían bajo la perenne amenaza del desalojo de sus
parcelas; de las 200 mil familias campesinas que no tenían
una vara de tierra donde
sembrar alimentos para
sus hambrientos hijos…"
El campesinado tenía un panorama más tenebroso que
los obreros de las ciudades, pues vivía en condiciones
infrahumanas y cultivaba una tierra que jamás
poseería, mientras era explotado por los
terratenientes.
La Ley de Reforma Agraria, dictada el 17
de mayo de 1959, permitió que la tierra
pasara a manos de los campesinos y, a su vez, significó
una fuente de empleo y sustento.
Con las leyes
revolucionarias tomadas por la Revolución se echaron por
el suelo las
barreras raciales y sexuales que existían en el trabajo,
al suprimir el analfabetismo;
la capacitación abrió posibilidades de
acceso a nuevas ocupaciones.
Lograr una tasa de desempleo del 1,9% en el 2004 y
poseer un programa
único en el mundo que es el estudio como modalidad de
empleo, son resultados de esta gran revolución que ha
sacudido a las fuerzas laborales cubanas.
Como dijo Fidel, "hemos sobrepasado los sueños de
una generación que en 1953 se fue a la lucha armada, como
única forma de liberar a su pueblo, con las ideas de
Martí
como guía".
Teniendo en cuenta la necesidad de resolver la
situación del empleo en Cuba, la Constitución de Cuba establece, en su
Artículo 8: El Estado
socialista:
b) Como Poder del pueblo, en servicio del
propio pueblo garantiza:
– que no haya hombre o mujer, en
condiciones de trabajar, que no tenga oportunidad de obtener un
empleo con el cual pueda contribuir a los fines de la sociedad y
a la satisfacción de sus propias necesidades,
En el Artículo 44 profundiza en el tema y
establece que: "El trabajo en la sociedad socialista es un
derecho, un deber y un motivo de honor para cada
ciudadano.
La política de empleo, al influjo de la Batalla
de Ideas, es uno de los conceptos revolucionarios que se han
puesto en práctica en el país con el objetivo de
barrer con el formalismo y el conformismo y acelerar los procesos de
transformaciones necesarias para el futuro de Cuba.
"Como resultado de este colosal esfuerzo por lograr el
más alto nivel de justicia para nuestro pueblo y propiciar
la más plena igualdad de
oportunidades para todos se han creado en estos cinco
años, fruto de los Programas de la
Revolución, más de 380 mil empleos, que benefician
mayoritariamente a los jóvenes", precisó Fidel en
la clausura del VIII Congreso de la UJC, y puntualizó que
la reducción del desempleo lograda por Cuba es algo
absolutamente imposible en ningún país capitalista
industrializado.
A 8,3% de la población económicamente
activa ascendió en 1995 la tasa de desocupación. La
principal causa de esto fue el desplome de la URSS y el campo
socialista europeo. Este hecho trajo consigo la llegada del
período especial, situación que ocasionó la
paralización o el redimensionamiento de muchos centros de
producción y servicios.
No ha sido fácil: revertir esta situación
sin retroceder, o sea, sin crear empleos inflando las
plantillas.
Para reducir el desempleo se llevó a cabo el
impulso de planes territoriales de empleo, posibles con el avance
de la recuperación económica. A pesar de esto, en
la zona oriental al cierre del 2000 la situación era
más comprometida que en el resto del
país.
El Estado
Revolucionario priorizó el fomento del empleo en estas
provincias y en los municipios de mayor desocupación, y
puso en práctica los programas sociales surgidos de la
Batalla de Ideas, así como el incremento de la agricultura
urbana y la preparación de los jóvenes
desvinculados con un nuevo concepto de
empleo: el estudio.
En 2001 el empleo se redujo hasta el 4,1%, y en 2002
Cuba terminó con una reducción de su tasa de
desempleo del 3,3%.
A pesar de que en estos últimos años la
dinámica de crecimiento de la economía ha sido
débil, Cuba ha mantenido una política de empleo
activa, dirigida a aquellas regiones con mayores problemas de
empleo y a los jóvenes. En el año 2002 se crearon
158 000 nuevos puestos de trabajo, el 22 % en la agricultura
urbana y el 19 % en los programas sociales asociados a la batalla
de ideas.
Todo ello impactó en la reducción de la
desocupación general en el 2003 al 2,3 % y al 1,9 % un
año después.
Esta reducción del desempleo se ha visto
favorecida por las alternativas puestas en práctica por el
Gobierno Revolucionario: el estudio como fuente de empleo, que ha
permitido que jóvenes antes no vinculados a la vida
laboral, estudien, reciban un estipendio y puedan lograr una
mejor calificación; el incremento de planes especiales
como la formación
de maestros primarios, profesores de secundaria básica
y de computación, así como enfermeros y
trabajadores sociales. Todos ellos con libre acceso a los
estudios de nivel superior.
Además, tienen prioridad en el empleo los jóvenes
recién graduados de los planteles de niveles medio, medio
superior y superior. A los mismos se les asegura un puesto de
trabajo digno que permita el desarrollo de sus capacidades y su
adecuada formación como trabajador. Estas ocupaciones
tienen las características de que son de gran utilidad social y
deben contar con las condiciones requeridas.
La sempiterna pregunta que millones de jóvenes
hoy se hacen en el mundo "¿encontraré algún
trabajo?", y a la que no hayan respuesta, no es la
preocupación de la juventud
cubana.
Son muchas las aristas por limar para llegar a la
perfección. Pero todos estos objetivos
unidos a cifras millonarias como los gastos de la
seguridad social o reducidos porcentajes como la tasa de
desempleo, marcan el esfuerzo colectivo tanto del Estado como de
las organizaciones
sindicales, para que este país bloqueado y asediado por
los yanquis, muestre al mundo que es posible la práctica
diaria y consecuente de dos derechos humanos:
el derecho a la seguridad social y el derecho al trabajo, vedados
en otras tierras para millones de
personas.
Ejemplo de lo anterior lo vemos al analizar la Tasa de
Desempleo del 2003, aportada por el Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social de Cuba, la cual reconoce que cuando Cuba
cerró ese año con el 2,3 % de desempleo, Estados Unidos
alcanzó el 6,2 %; la Unión
Europea se elevó a 8,8; mientras la América
Latina registró 11,0 % (promedio de desempleo urbano,
desconociéndose el mismo en las zonas rurales). Es
reconocida por la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) que la
disminución de la tasa de desempleo en nuestro país
es, sin dudas, la más baja del continente.
Cuba y su proyecto social
aspiran no solamente al logro de la reducción de la tasa
de desempleo, sino de llegar a las personas, a todos los que
deseen un empleo con el propósito de incorporarles a la
vida útil, porque en el socialismo no sobra ninguna mujer
ni ningún hombre. Todos tienen posibilidades de tener un
empleo decoroso.
El número de personas declaradas "interruptas" y
disponibles –trabajadores que reciben una protección
económica, cuyos centros no están funcionando
debido a dificultades energéticas o de suministro de
materias primas por las limitaciones que impone el bloqueo
yanqui- también ha descendido sensiblemente. El gobierno
aspira a que todos los trabajadores desempeñen su
labor.
A partir de 1995, cuando el país entró en
la etapa de recuperación económica, la productividad
creció a un ritmo promedio anual del 2,7%. La estrategia
seguida en el 2004 fue lograr un incremento de la productividad
en valor agregado
y eficiencia a
partir de los estudios de organización el trabajo, programas
dirigidos a elevar las calificación de los trabajadores,
la atención a las condiciones de vida, trabajo y salud,
sin abandonar el pago por los resultados y elevar el papel
estratégico de la gestión
de los recursos
humanos.
Por ello, la productividad del trabajo se colocó
y seguirá como centro de los objetivos estratégicos
de la empresa, al
potenciar el resto de los indicadores de
resultados de la entidad, como la rentabilidad,
la utilidad y la disminución de costos, apoyados
en la aplicación de los sistemas de pago
adecuados, que tengan en cuenta los aportes del trabajador en
calidad y
cantidad.
Para este análisis hay que tener presente que
después de los actos terroristas contra las Torres
Gemelas, en septiembre de 2001, la economía cubana se
comportaba con sanos y crecientes índices positivos, que
redundaron en el decrecimiento de la tasa de desempleo a
4,1%.
A pesar del bloqueo y de los fenómenos
climatológicos que nos han afectado en los últimos
años, no parecía posible que la tasa de desempleo
bajara como ha ocurrido en 2003 y 2004. Es innegable que logramos
estar entre los pocos países que redujeron la tasa de
desempleo durante este tiempo de grandes desajustes
económicos para el mundo.
El empleo en Cuba está asociado a varios
factores: los que se deciden a trabajar -porque nunca lo han
hecho y pasan a la vida laboral-; los jóvenes arribantes a
la edad laboral, y los afectados por redimensionamiento
empresarial que quedan disponibles o "interruptos".
La política de empleo sustentada en el modelo social
cubano, en el cual resalta como principio ético y humano
que en esta sociedad justa, el hombre no puede sobrar y siempre
debe tener espacio su inserción en la vida laboral
útil, ha posibilitado avanzar hacia el pleno empleo y
conservar esta conquista revolucionaria.
Esta política ha conllevado a la
redistribución gradual de la fuerza de
trabajo excedente, a partir de los procesos de redimensionamiento
y reestructuración económica, con la
protección de los trabajadores que no sea posible
reubicar.
La ejecución de programas territoriales de empleo
–integrados al plan de desarrollo
social- y ampliadas las opciones de empleo, fundamentalmente
en los servicios sociales, son algunas de las alternativas
puestas en práctica por el Estado cubano.
Hay territorios que siguen teniendo más
dificultades en el empleo, debido a situaciones
demográficas y geográficas, como la mayoría
de las provincias de la región oriental donde
todavía sufren los embates de la explosión
poblacional de los años 70; las afectaciones por la fuerte
sequía -merma o desaparición de las fuentes de
agua potable
para los cultivos en planes agrícolas en el
cinturón urbano- y los avatares del transporte
-cuando las fuentes de empleo se encuentran distantes de los
sitios poblados.
El amplio proceso
inversionista llevado a cabo en el país en la
década de los ochenta significó un período
de extraordinario auge del empleo. A principios de la
década de los noventa, con el derrumbe del campo
socialista, se produjo una sustancial reducción de la
desocupación dado el fomento de programas agropecuarios,
industriales, constructivos, de salud, educación, deporte, entre otros.
El Período Especial, surgido con la caída del campo
socialista y de la antigua URSS, trajo consigo la pérdida
de los principales socios comerciales de nuestro país; la
caída del 34,8% del PIB entre 1989
y 1993, el abrupto declive en un 78% de la capacidad exportadora
y el recrudecimiento del bloqueo a partir de las leyes Torricelli
y Helms Burton. Todos estos factores provocaron el desequilibrio
financiero interno, el desestímulo al trabajo y la
disminución de la eficiencia, registrándose en 1995
un 8,3% de desempleo.
A pesar de vivir el país tan duras condiciones
económicas, la Revolución mantuvo su inalterable
principio de que ningún trabajador quedara desamparado, ni
ningún jubilado o asistido dejara de percibir su
pensión mensual.
A partir de la recuperación económica, en 1995, la
política de empleo se orientó a disminuir la
desocupación, incrementar la estimulación laboral y
contribuir al logro de una mayor eficiencia,
caracterizándose por la aplicación de programas
territoriales; la redistribución de la fuerza de trabajo
excedente; la protección de los ingresos de los
trabajadores y de los grupos
vulnerables; la garantía de empleo a los egresados de la
enseñanza superior; la priorización
del empleo de jóvenes, mujeres, personas con discapacidad
y graduados de la enseñanza técnico
profesional.
Otras variantes que se tuvieron en cuenta en la
política de empleo trazada por la Revolución
sobresale la ampliación de la actividad por cuenta propia
y del sector cooperativo. Miles de nuevos puestos de trabajo en
vitales sectores productivos y de servicios, como
educación, salud, cultura, turismo, construcción, sideromecánica,
agricultura, entre otros, fueron generados por el Estado.
Un poderoso estímulo a la política de empleo ha
sido la Batalla de Ideas que libra nuestro pueblo, y la misma
representa un impacto decisivo en la estrategia seguida en los
últimos años para alcanzar el pleno empleo en
nuestro país, a pesar del Período Especial y el
recrudecimiento del bloqueo yanqui.
Fidel ha sido artífice de la Batalla de Ideas. Su
idea de que "en el Socialismo el hombre no puede sobrar… la
categoría de desempleado tiene que desaparecer. Un hombre
no puede sobrar y la sociedad donde el hombre sobre no sirve, no
resiste un análisis ético, no resiste un
análisis humano, entonces ya de por sí está
condenada desde el punto de vista moral y humano", lo
demuestra.
La concepción del estudio como empleo -que posibilita que
más de 107 mil jóvenes, de los cuales ya más
de 30 mil han ingresado a las aulas universitarias- es otro de
los aportes. La misma ha beneficiado a muchos jóvenes que
estaban desvinculados, para que abandonaran la condición
de desempleados y se dedicaran a prepararse para acceder en
mejores condiciones a los puestos de trabajo o continuaran
estudios superiores.
La Tarea Álvaro Reynoso también ha jugado
un destacado rol en la política de estudio como un nuevo
concepto de empleo. A través de la misma se realiza la
impostergable e ineludible reestructuración del sector
azucarero, debido a las exigencias del mercado actual,
los bajos precios del
azúcar
y el incremento del comercio de
edulcorantes.
El desarrollo de la agricultura urbana, a partir de 1996, se suma
a este ingente esfuerzo del Estado cubano para resolver el
problema del empleo. Además de asegurarle a nuestro pueblo
anualmente más de tres millones de toneladas
métricas de hortalizas y condimentos frescos, ha tenido un
notable impacto social al generar alrededor de 326 mil nuevos
empleos.
La activa participación de la mujer en la
vida de la sociedad constituye un componente esencial de la
política de empleo de la Revolución.
En 1953 solamente el 17,6% de los puestos de trabajo
eran ocupados por las féminas, el 30% de ellas vinculadas
a labores domésticas mal pagadas. Sin embargo, esta
realidad cambió: en el 2003 representó más
del 44% de la fuerza laboral en el sector estatal y el 66% de la
fuerza técnica del país. Se cumplía
así lo soñado por Fidel y expuesto en su alegado La
Historia me Absolverá, al pretender la igualdad entre el
hombre y la mujer.
Es innegable que Cuba registra indicadores en materia de
empleo superiores a los de muchos países industrializados
y desarrollados. La tasa de actividad, o sea, la
proporción de la población económicamente
activa con respecto a la población en edad laboral
ascendió en el 2003 al 70%, mientras que la cifra de
personas ocupadas en relación con aquellas en edad
laboral, es decir, la tasa de empleo, se incrementó al
68%. Baste señalar que la tasa de empleo de la
Unión Europea en la actualidad es de más del
64,3%.
Los niveles de empleo alcanzados por Cuba han repercutido
favorablemente en la vida económica, política y
social de la nación. Si el trabajo es fuente inagotable de
riquezas y sostén de la sociedad, habría que
considerar el impacto del casi dos millones nuevos empleos
durante la recuperación económica, y
fundamentalmente, en la Batalla de Ideas.
Tal volumen de nuevos
empleos productivos, permanentes y de calidad han ayudado a
incrementar la producción de bienes
materiales y
espirituales para nuestro pueblo, aumentar cuantitativa y
cualitativamente los servicios básicos y fortalecer el
desarrollo de su capital
humano.
A lo anterior se suma que desde 2001, como resultado de los
programas sociales que impulsa la Revolución, se han
incorporado a la vida laboral en sus nuevos empleos alrededor de
15 mil trabajadores sociales; más de 13 mil profesores de
computación; más de 8 mil maestros primarios
formados en cursos emergentes y 1 053 profesores de educación
física; 2 713 enfermeros y 1 055 tecnólogos de
la salud; 3 142 operadores de las nuevas salas de televisión
y video surgidas
al calor de la
Batalla de Ideas, así como decenas de miles en otros
servicios de alta sensibilidad social y humana.
Todo esto significa un crecimiento de la calidad de vida
de los cubanos, que se traduce en más y mejor salud,
educación, deporte, cultura y conocimientos para el pueblo
trabajador; más posibilidades de formación y
autorrealización para nuestros jóvenes; más
beneficios para la mujer cubana en términos de
participación, independencia económica y
emancipación. Lo que se redunda en mayor prevención
social de las causas que generan el delito y las
conductas antisociales; más tranquilidad
ciudadana.
El 26 de Julio de 2003, durante el acto por el
Aniversario 50 del Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel
de Céspedes, el Comandante en Jefe expresó que "el
próximo año, al reducirse el desempleo por debajo
del 3 por ciento, Cuba pasará a la categoría de
país con pleno empleo, algo que en medio de la
situación económica mundial no es concebible en
ningún otro de América
Latina o de los llamados países económicamente
desarrollados". Lo anterior se logró con creces.
A pesar de coexistir nuestro país en medio del desorden
mundial prevaleciente y de las fracasadas recetas neoliberales
impuestas al mundo, cuyos devastadores efectos devienen en el
crecimiento de la pobreza, el
desempleo, la inequidad y la injusticia, Cuba redujo su tasa de
desocupación al 1,9%. De esta manera Cuba alcanzó
el pleno empleo, lo que constituye una nueva victoria de la
Revolución y su máxima dirección, que siempre apostó a
favor del pueblo.
El pleno empleo es la mayor garantía de la seguridad
social que disfrutamos sin distinción de raza, sexo, creencia
o ideología política. Esta seguridad
social alcanzada en la Mayor de las Antillas, se considera un
sistema integral
que incluye la seguridad en el puesto de trabajo, en los
ingresos, en las condiciones laborales, en la formación y
capacitación de los trabajadores, así como en la
atención priorizada de la maternidad, las personas con
discapacidad, los adultos mayores y todas las personas que lo
requieran.
En resumen, a partir de la segunda mitad de la
década de los años noventa han sido creados en el
país un millón 288 mil 973 nuevos empleos,
más de un millón de cubanos son beneficiados por la
seguridad social y reciben atención 257 000 núcleos
familiares, 476 000 personas, mediante ayuda monetaria, en
especies o servicios.
El principal obstáculo que ha debido enfrentar
por 45 años la política de pleno empleo de la
Revolución
cubana es el ilegal bloqueo genocida de los Estados Unidos
contra Cuba que ha ocasionado daños directos por 79 325
millones de dólares.
Mientras Cuba avanza hacia el pleno empleo defendiendo esta
conquista con justicia, ¿qué ocurre en el
mundo?
En el informe
"Tendencias mundiales del empleo 2004", elaborado recientemente
por la Organización Internacional del Trabajo, reconoce
que el desempleo registró una tasa de 6,2% del total de la
población laboral de todo el mundo, lo que representa
185,9 millones de desempleados, de los cuales 88,2 millones son
jóvenes.
En Estados Unidos la tasa de desocupación se
mantiene estancada (alrededor del 6,2% y la más alta desde
1994), a pesar de la anunciada y no menos discutida
reactivación económica de los últimos
meses.
Esto se debe a que en los últimos años en
ese poderoso país se han eliminado más de 2
millones de puestos de trabajo y despidos masivos, mientras que
alrededor de 40 millones de personas carecen de seguro
médico y la
administración republicana continúa aplicando
severos recortes a programas sociales, como el Medicare, cuyo
aliento a las empresas de
seguros a
ofrecer planes de asistencia privada a millones de ancianos que
en la actualidad reciben atención médica bajo
términos fijados por el gobierno federal, pone en riesgo de
destrucción dicho programa.
La capitalización individual de la seguridad
social en ese país, a pesar de contar con altos niveles de
desempleo, ha sido el juego al que
ha apostado el presidente norteamericano, George Bush. O sea, el
emperador mundial se inclina por el "sálvese quien pueda"
en este aspecto tan humano dentro de una sociedad.
En la Unión Europea ocurre otro tanto: la
desaceleración del crecimiento de sus economías ha
provocado el aumento del desempleo que ronda el 8,8%, un nivel no
observado desde 1999.
Ese bloque de países aspira a que en el
año 2010 se alcance una tasa de empleo del 70% de su
población. Este objetivo fue aprobado por su Consejo
celebrado en Lisboa en marzo del 2000.
Ese sueño de la Vieja Europa se
logró en Cuba en 2003, a pesar del criminal bloqueo, la
guerra
económica y la creciente hostilidad que le ha impuesto Estados
Unidos, al que se suma la capitulación y el
hipócrita alineamiento de los gobiernos
europeos.
Mientras que en África Subsahariana tampoco se
logra reducir este flagelo, el desempleo en Asia se mantuvo
estable; África del Norte y Medio Oriente experimentan un
aumento, registrando un 12,2%.
En términos de desempleo y pérdidas de
empleo, América Latina y el Caribe exhiben
dramáticos indicadores: 19 millones de trabajadores
urbanos desocupados (11%), mientras se desconoce el desempleo en
las zonas rurales; uno de cada 3 jóvenes de esta
subregión está desempleado; la desocupación
afecta más a las mujeres que a los hombres; el empleo
informal crece hasta el 47% de los ocupados; la productividad del
trabajo empeora; los salarios reales
en la industria caen
anualmente en un 1,2%.
La situación en el continente no es nada
alentadora si se toma en cuenta que la tasa de
desocupación triplica el promedio mundial, que es del 10%;
existen serios problemas con la calidad del empleo femenino (las
mujeres mayoritariamente laboran en sectores informales y su
nivel salarial es muy bajo), y continúa latente la
discriminación con las comunidades
indígenas.
El fracasado modelo neoliberal para el empleo y la
seguridad social en América Latina y el Caribe trajo
serias consecuencias para estos países, los que pueden
sintetizarse del modo siguiente:
– Aumento del empleo informal: de cada 10 nuevos empleos
generados, 7 son informales, creados muchos de ellos por los
propios trabajadores para garantizar su sobrevivencia.
– Acentuada tendencia a la terciarización del
empleo: 9.4 de cada 10 nuevos empleos se generan en el sector de
los servicios, sobre todo informales y pocos
productivos.
– Persistente precariedad del empleo: solo 4 de cada 10
nuevos empleos tienen acceso a los servicios de seguridad social
y únicamente 2 de cada 10 ocupados en el sector informal
cuentan con protección social.
– Reducción sistemática de la
protección social y continua eliminación de las
conquistas sociales de los trabajadores.
– Según la CEPAL, en el 2004 casi el 50% de los
latinoamericanos y caribeños viven por debajo de la
línea de pobreza.
Como una muestra de la
tragedia del desempleo en el mundo y la constante
violación de dos derechos humanos,
fundamentalmente en los Estados Unidos y la Unión Europea,
como son el derecho al trabajo y el derecho a la seguridad
social, se pueden tomar los anteriores datos.
El capitalismo
necesita para su funcionamiento la presencia del "Ejército
Industrial de Reserva ", pero el socialismo debe luchar por la
participación de todos los ciudadanos aptos para ello en
la producción social. Para el socialismo, esta es una
necesidad económica, social, ética y
humana. La existencia predominante de la propiedad
social sobre los medios de
producción exige la necesaria creación de
condiciones para la intervención de todos en la actividad
socialmente útil a la sociedad.
El pueblo cubano ha emprendido un camino de profundas
transformaciones económicas en el que intenta adaptarse al
brusco cambio del
entorno internacional para reinsertarse en una economía
mundial, cada vez más globalizada, pero manteniendo el
rumbo socialista de nuestro proyecto social.
Respecto al empleo la política aplicada por la
dirección del país se ha justificado. Si analizamos
el comportamiento
de la desocupación en los últimos años
observamos una tendencia a su disminución en un contexto
en el cual mejoran los indicadores de eficiencia de la
economía.
El mayor desafío al que se enfrenta el
país en este aspecto es el de lograr niveles de eficiencia
y competitividad
que faciliten la necesaria reinsersión en una
economía mundial globalizada por el capital,
manteniendo el Pleno Empleo.
Las importantes restricciones externas de nuestra
economía, obliga al Estado cubano a profundizar aún
más en las reservas internas que puedan existir en los
determinantes fundamentales del empleo: crecimiento
económico, dinámica demográfica,
política tecnológica, proceso inversionista y las
formas de organización y funcionamiento de la
economía a todos los niveles.
Cuba acepta el nuevo desafío de consolidar la
política de empleo y seguridad social en el contexto de la
Batalla de Ideas. Nuestro país se propone continuar
demostrando que dentro de la Revolución, con pocos
recursos, con
una economía bloqueada por el gobierno yanqui, pero con
una política
social justa y humana, se puede lograr un mundo mejor
posible.
Nuestro país no descansará hasta erradicar
el desempleo y en tal sentido se trabaja con la idea de que cada
persona es
útil y puede aportar a la sociedad.
La propia experiencia de Cuba demuestra que sólo
rompiendo con el capitalismo, expropiando a las multinacionales y
a los bancos fue
posible elevar las condiciones de vida de la población
cubana, alcanzar la alfabetización, el pleno empleo y una
educación y sanidad digna y gratuita.
"Cuba es un paradigma en
la región por los indicadores que ha alcanzado en materia
de empleo y por las iniciativas que ha puesto en práctica
para generarlos", reconoció en La Habana el pasado 28 de
marzo Daniel Martínez, director regional para las
Américas de la OIT.
Mientras el gobierno yanqui intenta derrocar a la
Revolución cubana, es significativo que un funcionario de
esa organización internacional reconozca que el
índice de 1,9% de desempleo que posee Cuba sea el
más bajo de América Latina, y que la
política estatal encaminada a eliminar ese flagelo a
través de los programas que la Seguridad Social ejecuta
contribuyan al bienestar de la población y al alcance del
pleno empleo.
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Ariel Lemes Batista
Periodista, investigador, historiador y profesor de
economía y teoría
política del capitalismo en la Universidad
Central de Las Villas, en Santa Clara, Cuba.