- Resumen
- Concepto y origen de la
inteligencia emocional - Aspectos neuroanatómicos
y psicológicos de la inteligencia
emocional - Anatomía del aprendizaje
emocional - Significado de las emociones en
las Organizaciones - Conclusiones
El estudio de los sentimientos y las emociones ha
tomado auge en la última década mediante el
modelo de la
inteligencia
emocional. Los científicos afirman que la verdadera medida
de la inteligencia no es el coeficiente intelectual sino las
emociones, dependiendo de estos en un 80%. Las tensiones de la
vida moderna, la hipercompetencia en el terreno individual y
empresario, la
presión
del reloj, la exigencia de un constante perfeccionamiento
profesional, etc., son situaciones que tienden a alterar el
estado
emocional de la mayoría de las personas consideradas
normales, llevándolas al borde de sus propios límites
físicos y psíquicos. El resultado, a menudo, es el
desequilibrio emocional. Este desequilibrio no sólo afecta
la vida más íntima de una persona, sino que
afecta su trabajo y su
desarrollo
profesional, porque las emociones desempeñan un papel
importante en el ámbito laboral. La clave
está en utilizar las emociones de forma inteligente, para
que trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a
controlar nuestra conducta y
nuestros pensamientos en pos de mejores resultados. Gracias a la
plasticidad de nuestro sistema nervioso
podemos aprender, apropiarnos de ciertas habilidades emocionales
que brinden en el plano personal un
rendimiento mas óptimo y mejores relaciones
interpersonales y por consecuencia, mejores resultados
organizacionales.
Palabras claves: Inteligencia emocional, competencias
emocionales, aspectos biológicos de las emociones,
aspectos psicológicos de las emociones, habilidades
emocionales.
En más de una ocasión nos habremos
preguntado por qué algunas personas, independientemente de
su cultura, o
historia
personal, reaccionen frente a problemas de
manera inteligente, creativa y conciliadora, por qué
algunas personas tienen más desarrollada que otras la
habilidad para relacionarse bien con los demás, aunque no
sean las que más se destacan por su inteligencia, por
qué algunos triunfan aunque no sean los mas
inteligentes.
El estudio de los sentimientos y las emociones desde
hace mas de una década gana cada día numerosos
seguidores, no solo de la intelectualidad. Bajo el modelo de la
Inteligencia Emocional (IE) se pretende significar todo un
conjunto de habilidades de procedencia psíquica que
influyen en nuestra conducta.
Inicialmente la respuesta fue, que algunos individuos
tenían un coeficiente de inteligencia superior al de los
demás. Hoy sabemos que el nuevo concepto que da
respuesta a éste y otros interrogantes es la inteligencia
emocional, una destreza que nos permite conocer y manejar
nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los
sentimientos de los demás, sentirnos satisfechos y ser
eficaces en la vida, a la vez que crear hábitos mentales
que favorezcan nuestra propia productividad.
DESARROLLO:
Concepto y origen de
la inteligencia emocional:
A diferencia del CI que ya
tiene un siglo de aplicación, la IE es un concepto
reciente, pero a pesar de ello y debido a los experimentos
realizados, se puede decir que la IE resulta en ocasiones
más decisiva que el CI.
Diversos países como Estados Unidos,
México y
España
han avanzado en el estudio de la inteligencia emocional y
actualmente poseen centros de estudios con base en la consultoría, asesoría, investigación y postgrado.
El tema de la inteligencia emocional sale a luz en la
sociedad
norteamericana ante determinadas problemáticas sociales,
especialmente en el sector educativo, la violencia en
la escuelas hizo reflexionar a muchos sobre lo que estaba
pasando, de cómo las emociones llevaban a muchos escolares
al borde del abismo, fuera de lo racional, acabando con sus
propias vidas y la de los demás. Evidentemente faltaba
algo en estos que les impedía lograr un equilibrio
interno y relaciones sociales adecuadas, en otras palabras, no
poseían inteligencia emocional. Desde entonces los
sentimientos y emociones fueron ganando en importancia por su
implicación en todos los ámbitos de la
vida.
Se considera al psicólogo de la Universidad de
Stanford, Lewis Terman como el principal creador del test para
determinar el CI. Millones de personas han sido clasificados
mediante este tipo de test. Esto ha conducido durante varias
décadas, a la suposición de que la gente es
inteligente o no lo es. Es una forma de pensar que todavía
impregna amplias capas de nuestra sociedad la idea de que la
inteligencia es una capacidad genética e
innata y que poco se puede hacer para cambiar las cosas, es decir
que el destino de las personas se halla de antemano determinad
por el CI.
Los conceptos de inteligencia se han desarrollado
durante los últimos cien años. El Coeficiente
intelectual (CI) se remonta a 1900 en que Alfred Bidet comienza a
examinar a niños
franceses; en 1918 se efectúa la gran primera administración de exámenes de CI a
soldados norteamericanos durante la primera guerra
mundial y no es hasta 1958 en la que Davis Wechsler
desarrolló el WAIS (la escala de
Wechsler de inteligencia adulta). También a lo largo de
todo ese tiempo fueron
surgiendo otros términos que hacían referencia a
algunos factores en el plano de las emociones que intervienen en
el éxito
de una tarea como lo fue el concepto de inteligencia social
acuñado por el psicólogo Edward Thorndike (1920)
quien la definió como "la habilidad para comprender y
dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar
sabiamente en las relaciones
humanas".
Para Thorndike, además de la inteligencia social, existen
también otros dos tipos de inteligencias: la abstracta
–habilidad para manejar ideas- y la mecánica– habilidad para entender y manejar
objetos.
Otro antecedente cercano de la Inteligencia Emocional lo
constituye la teoría
de ‘las inteligencias
múltiples’ del Dr. Howard Gardner (1983), de la
Universidad de Harvard, quien plantea que: las personas tenemos 7
tipos de inteligencia que nos relacionan con el mundo. A grandes
rasgos, estas inteligencias son:
Inteligencia Lingüística: Es la
inteligencia relacionada con nuestra capacidad verbal, con
el lenguaje
y con las palabras.
Inteligencia Lógica: Tiene que ver con el
desarrollo de pensamiento
abstracto, con la precisión y la
organización a través de pautas o
secuencias.
Inteligencia Musical: Se relaciona directamente con las
habilidades musicales y ritmos.
Inteligencia Visual – Espacial: La capacidad para
integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el espacio, y
poder
establecer relaciones de tipo metafórico entre
ellos.
Inteligencia Kinestésica: Abarca todo lo
relacionado con el movimiento
tanto corporal como el de los objetos, y los
reflejos.
Inteligencia Interpersonal: Implica la capacidad de
establecer relaciones con otras personas.
Inteligencia Intrapersonal: Se refiere al conocimiento
de uno mismo y todos los procesos
relacionados, como autoconfianza y
automotivación.
Esta teoría introdujo dos tipos de inteligencias
muy relacionadas con la competencia
social, y hasta cierto punto emocional: la Inteligencia
Interpersonal y la Inteligencia Intrapersonal. Gardner
definió a ambas como sigue:
"La Inteligencia Interpersonal se construye a partir de una
capacidad nuclear para sentir distinciones entre los
demás: en particular, contrastes en sus estados de
ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En
formas más avanzadas, esta inteligencia permite a un
adulto hábil leer las intenciones y deseos de los
demás, aunque se hayan ocultado… "
Y a la Inteligencia Intrapersonal como "el conocimiento de los
aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida
emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de
efectuar discriminaciones entre las emociones y finalmente
ponerles un nombre y recurrir a ellas como un medio de
interpretar y orientar la propia conducta…"
La frase inteligencia emocional fue acuñada en 1900 por
dos psicólogo de Yale llamados Meter Salovey y John Mayer
de la Universidad de New Hampshire, para describir cualidades
tales como la comprensión de nuestros propios sentimientos
, la empatía por los sentimientos de los demás y la
regulación de la emoción en una forma que mejora la
calidad de
vida.
Otro autor, Albert Mehrabian, incluye
además las habilidades como: percibir adecuadamente las
emociones propias y las de otros individuos; ejercer el dominio sobre las
emociones personales, así como responder con emociones y
conductas apropiadas en diversas situaciones de la vida;
participar en relaciones donde la expresión honesta de las
emociones está balanceada entre cortesía,
consideración y respeto;
seleccionar trabajos que sean gratificantes emocionalmente y por
último, un balance entre el trabajo, el
hogar y la vida recreativa.
El más destacado promotor del concepto de
inteligencia emocional es Daniel Goleman quien publicó un
best seller en octubre de 1995 titulado «La inteligencia
emocional" y más tarde, en 1998, otro llamado
"Inteligencia emocional en la empresa". Su
principal aporte consistió en reunir los resultados de una
década de estudios en conducta y el procesamiento de las
emociones con el fin de expresarlos de manera sencilla y
accesible al público en general. Este autor define la
inteligencia emocional como la capacidad de sentir, entender,
controlar y modificar nuestros propios estados anímicos y
los ajenos. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones,
sino dirigirlas y equilibrarlas.
Aunque el "boom" del tema de la inteligencia emocional
se produce en la segunda mitad de los años noventa del
siglo XX, los principales autores del tema relatan antecedentes
de décadas anteriores. Goleman menciona las investigaciones
realizadas por su difunto amigo y profesor de la
Universidad de Harvard, David McClelland cuyas investigaciones en
los años 50-60 condujeron a la formulación de su
teoría de la
motivación sobre "las tres necesidades: poder, logro y
filiación".
Según Goleman, McClelland realizó
hallazgos importantes en sus investigaciones, que publicó
a inicios de los años setenta, que cambiaron radicalmente
los enfoques que existían sobre los test de inteligencia
como predictores del éxito laboral, profesional, o en una
carrera directiva y cuestionó fuertemente la "…falsa
pero extendida creencia de que el éxito depende
exclusivamente de la capacidad intelectual..". Entre los
criterios que planteó McClelland en aquellos años
estaba que "… las aptitudes académicas
tradicionales-como las calificaciones y los títulos, no
nos permiten predecir adecuadamente el grado de desempeño laboral o el éxito en la
vida…". En su lugar, McClelland proponía que los
rasgos que diferencian a los trabajadores más
sobresalientes de aquellos otros que simplemente hacen bien las
cosas había que buscarlos en competencias tales como la
empatía, la autodisciplina y la disciplina,
por ejemplo. Este hallazgo condujo a cambios radicales
Un artículo de McClelland publicado en 1973
propició la aparición de un sistema
completamente nuevo para medir la excelencia, un sistema que se
ocupa de evaluar las competencias que presenta una determinada
persona en el trabajo concreto que
está llevando a cabo. Desde esa nueva perspectiva, una
"competencia" es un rasgo personal o un conjunto de
hábitos que llevan a un desempeño laboral superior
o más eficaz o, por decirlo de otro modo, una habilidad
que aumenta el valor
económico del esfuerzo que una persona realiza en el mundo
laboral, Este enfoque ha tomado mucho peso en los últimos
años, con el surgimiento de la llamada "Gestión
por Competencias", uno de los enfoques más novedosos de la
gestión de los recursos
humanos.
A Cuba, el tema
llegó para quedarse, ha sido el motivo de
publicación de diversos investigadores por ejemplo, el
lic. en Psicología Nuñez Paula, Israel. A,
plantea que la inteligencia emocional es aquella que permite
interactuar con los demás, trabajar en grupo, tolerar
situaciones difíciles y de conflicto,
fortalecer vínculos afectivos, establecer una
empatía social, controlar los impulsos y mantener niveles
adecuados de humor y, que la carencia de las aptitudes anteriores
se denomina actualmente analfabetismo
emocional. (1)
Uno de los objetivos
fundamentales de la I.E es poner de relieve las
limitaciones del denominado coeficiente intelectual. Un estudio
neuropsicológico realizado en estudiantes y profesionales
con un C.I por encima de la media mostraban un pobre rendimiento
académico o profesional, Se trata de personas impulsivas,
ansiosas, desorganizadas y problemáticas, con escaso
control de sus
impulsos límbicos.
Los déficits emocionales no los registran los
tests que miden el Coeficiente Intelectual (CI). Sabemos que un
estudiante con evaluaciones excelentes es idóneo para
alcanzar una buena evaluación
académica pero esa nota no dice nada a cerca de
cómo ese sujeto enfrantará la vicisitudes de la
vida. Estos tests se basan en una noción restringida de la
inteligencia, al evaluar solamente las habilidades
lingüísticas o matemáticas, sin tener en cuenta el amplio
abanico de habilidades y destrezas provenientes de la
IE.
A pesar de ello, nuestras escuelas siguen insistiendo en
el desarrollo de las capacidades académicas en detrimento
del dominio y pericia de las habilidades emocionales o rasgos del
carácter que son tan decisivos para la
persona.
Los defensores de la I. E no desvalorizan la importancia
de poseer un buen CI pero sostienen que no es el único
factor que indica la capacidad del sujeto humano, ya que existen
toda una serie de habilidades que se pueden aprender, basadas en
los sentimientos y las emociones y que determinan en un gran
porciento el éxito de una tarea.
La medida de la inteligencia emocional se expresa con un
cociente, el EQ. Los investigadores sugieren que las personas que
tienen el EQ alto tienen mejores resultados en su vida
profesional, entablan relaciones personales más estrechas,
desempeñan funciones
directivas más hábilmente y gozan de mejor salud que las personas con
un EQ bajo.
El EQ Map Profiles y el Organizational
EQ Map Profiles son dos instrumentos homologados según
las normas
norteamericanas y válidas a los efectos
estadísticos, que sirven para medir la inteligencia
emocional y otras dimensiones de la inteligencia humana en el
trabajo.
Con independencia
de los antecedentes y experiencias personales, científicas
o profesionales, que relatan diferentes autores, parece evidente
que dos factores han influido significativamente en el desarrollo
que ha tenido el tratamiento de la inteligencia emocional en los
últimos años, que son:
1ero. Los resultados de numerosas investigaciones
sobre las prácticas y comportamientos que han
proporcionado a muchas personas resultados más exitosos
en diferentes esferas de la vida.
2do. Los hallazgos de investigaciones en la esfera de
las neurociencias que han permitido identificar procesos
fisiológicos que se generan por las emociones,
cómo estos procesos inducen determinados comportamientos
y cómo puede ser posible controlarlos y utilizarlos, si
tomamos conciencia
de los estados que se generan y aplicamos determinados
enfoques, técnicas
y formas de comportamiento.
En su primer libro, Goleman
(1995) se lamenta de que "Para escribir este libro he tenido
que esperar a que la cosecha científica fuera lo
suficientemente abundante. Estas comprensiones tardan mucho en
adquirirse, en gran medida, porque el lugar de los sentimientos
en la vida mental ha quedado sorprendentemente descuidado por la
investigación a lo largo de los años,
convirtiéndose las emociones en un enorme continente
inexplorado por la psicología
científica..".
Es notable lo que se ha avanzado, en la
investigación de la inteligencia emocional en los
diferentes ámbitos de la vida: educación, salud,
familia y
empresa. Pero
antes de detenernos en la esfera de esta última, conviene
que, para comprender mejor la importancia del tema, conocer el
extraordinario mundo –biológico y
psicológico– de las emociones.
Aspectos
neuroanatómicos y psicológicos de la inteligencia
emocional:
La emoción es un estado de ánimo que se
caracteriza por una conmoción orgánica, producto de
una situación externa, y que puede traducirse en gestos,
risa, llanto.
La palabra emoción significa moverse en
latín. Es lo que hace que nos acerquemos o nos alejemos a
una determinada persona o circunstancia. Por lo tanto, la
emoción es una tendencia a actuar, y se activa con
frecuencia por alguna de nuestras impresiones grabadas en el
cerebro, o por
medio de los pensamientos cognocitivos, lo que provoca un
determinado estado fisiológico en el cuerpo
humano.
Nuevas investigaciones cerebrales sugieren que la
verdadera medida de la inteligencia humana no es el C.I sino las
emociones.
El avance en la investigación de las funciones
del cerebro y de sus respectivas conexiones neuronales, ha
permitido un mejor conocimiento de su interacción con las diferentes estructuras y
áreas cerebrales que gobiernan nuestros estados de
ánimo.
Goleman afirma que existe toda una ventana
neurológica de oportunidad, puesto que el circuito
prefrontal del cerebro que regula cómo actuamos con
respecto a lo que sentimos probablemente no madura hasta la mitad
de la adolescencia.
La IE considera que los impulsos son la energía
de nuestras emociones que intentan expresarse en la acción.
Quienes están a merced de sus impulsos y no saben
controlarlos muestran una débil voluntad, y viven
interiormente perturbados.
La IE parte del supuesto de que la herencia
genética nos ha dotado de unas sensaciones emocionales que
determinan en parte nuestro temperamento. No obstante, las
funciones cerebrales relacionadas con la actividad emocional, son
tan flexibles y adaptables que permiten superar los defectos de
nuestra voluntad y mejorar nuestro carácter.
Nuestras emociones se integran en el sistema nervioso en
forma de tendencias automáticas. Es así, que
nuestras decisiones y nuestras acciones
dependen tanto de nuestros sentimientos como de nuestros
pensamientos. Nuestras reacciones ante determinadas situaciones,
no son solo fruto de un juicio racional, sino también de
emociones en forma de impulsos de acción
automática.
Cada emoción dispone al cuerpo a un tipo distinto
de respuestas fisiológicas, tanto la respiración como el tono muscular, el pulso
cardíaco, la presión arterial, la postura, los
movimientos y las expresiones faciales y las pautas
fisiológicas o musculares habituales comienzan a
determinar por sí mismas los estados anímicos, por
ejemplo, en el caso del miedo, la sangre se retira
del rostro, lo que explica la palidez y la sensación de
quedarse frío y fluye a la musculatura esquelética
larga —como las piernas, por ejemplo- favoreciendo
así la huida. Al mismo tiempo, el cuerpo parece
paralizarse, aunque sólo sea un instante, para calibrar,
tal vez, si el hecho de ocultarse pudiera ser una respuesta
más adecuada. Las conexiones nerviosas de los centros
emocionales del cerebro desencadenan también una respuesta
hormonal que pone al cuerpo en estado de alerta general,
sumiéndolo en la inquietud y predisponiéndolo para
la acción, mientras la atención se fija en la amenaza inmediata
con el fin de evaluar la respuesta más
apropiada.
Mientras tanto, la felicidad consiste en el aumento en
la actividad de un centro cerebral que se encarga de inhibir los
sentimientos negativos y de aquietar los estados que generan
preocupación, al mismo tiempo que aumenta el caudal de
energía disponible. En este caso no hay un cambio
fisiológico especial salvo, quizás, una
sensación de tranquilidad que hace que el cuerpo se
recupere más rápidamente de la excitación
biológica provocada por las emociones perturbadoras. Esta
condición proporciona al cuerpo un reposo, un entusiasmo y
una disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se
esté llevando a cabo y fomentar también, de este
modo, la consecución de una amplia variedad de
objetivos.
Estas predisposiciones biológicas a la
acción son moderadas por nuestras experiencias vitales y
por el medio cultural, por ejemplo, la pérdida de un ser
querido produce tristeza y aflicción, pero la forma en que
expresamos esa aflicción es moldeada por nuestra cultura,
por ejemplo, cada cultura tiene una categoría diferente de
seres queridos por los cuales llorar.
El modelo de la IE afirma que tenemos por un lado una
mente racional, que es la capacidad consciente de pensar,
deliberar y reflexionar, y por otro lado una mente emocional que
es más impulsiva e influyente que la mente
racional.
La IE destaca la perenne y fecunda tensión entre
estas dos mentes, aunque a menudo están coordinadas, en
este caso la clase de
reacción a una situación dada es de tipo lenta y
gracias a esta coordinación es que podemos apreciar, por
ejemplo, cuando entramos a un local si las personas que le
esperan lo hacen con agrado o no. En esta clase de
reacción primero tiene lugar el pensamiento para conducir
al sentimiento, por tanto la cognición juega papel clave
en la determinación de qué emociones serán
provocadas, es decir, después que hacemos una
evaluación es que se produce una respuesta emocional
adecuada.
Pero cuando de forma desbordada irrumpen las pasiones,
el equilibrio puede romperse y la mente emocional puede bloquear
y paralizar a la mente racional provocando una reacción de
tipo rápida. Este rápido modo de percepción
asimila las cosas de inmediato, como un todo, reaccionando sin
tomarse el tiempo necesario para un análisis reflexivo, también los
elementos vividos pueden determinar esa
impresión.
Charles Darwin fue el
primer científico en señalar que las emociones se
han desarrollado, en su origen, para preparar a los animales para la
acción, en especial en una situación de emergencia.
Esta clase de reacción nos impulsa a responder a
acontecimientos urgentes sin perder tiempo, evaluando si debemos
responder o cómo debemos responder. El sentimiento precede
o existe simultáneamente con el pensamiento. En la
evolución ésta rapidez giró
en torno a
decisiones de supervivencia, por ejemplo, si un
excursionista en un camino ve por el rabillo del ojo una forma
larga y curvilínea en el suelo, él
saltará fuera del camino antes de darse cuenta de que era
solo un palo con forma de culebra. Luego, se calmará. Su
neocorteza recibirá el mensaje unos milisegundos
después de su amígdala y regulará su
respuesta primitiva. Sin estos reflejos emocionales, que son
raramente conscientes pero terriblemente poderosos, nos
sería muy difícil funcionar.
Para la comprensión de lo anterior se debe tener
presente que los elementos de una emoción son
tres:
1) Una situación, que genera
sentimientos, ideas o recuerdos.
2) El estado de
ánimo consiguiente.
3) La conmoción orgánica expresada
en gestos, actitudes,
risa…
Cuando usted dice: ‘fulano me
engañó’, emana una emoción resultado
de un hecho externo. No es posible reaccionar directamente a un
hecho determinado, salvo en circunstancias de peligro; con esta
excepción, antes de reaccionar ante un hecho tenemos que
interpretarlo. Los sentimientos no surgen hasta tanto la mente no
haya captado lo que sucedió, y decidido su significado.
Esa tarea es realizada por la mente empírica, y la lleva a
cabo tan automáticamente que no nos percatamos de que la
mente está funcionando. Todo lo que sabemos es que
reaccionamos emotivamente a algo que sucedió.
Los terapeutas cognoscitivos, como Aaron Beck, Albert
Ellis y Donald Meichenbaum, insisten, por eso, que en muchas
circunstancias son los pensamientos los que determinan los
sentimientos.
Pero también es cierto que las respuestas
emocionales, en su mayoría, se generan inconscientemente.
Freud
tenía razón cuando describió la conciencia
como la punta del iceberg mental.
Tanto la mente racional como la emocional operan en
colaboración, entrelazando sus distintas formas de
conocimiento. Cuanto más intensa es la mente emocional,
menos eficaz es la mente racional, y viceversa.
Continuamente las personas buscamos circunstancias que
despierten emociones y la mayoría de las veces no tenemos
el control sobre ellas y por otra parte pueden avasallar nuestra
conciencia. Finalmente cuando aparecen pueden convertirse en
importantes motivadores de conductas futuras ya sea inmediatas o
a largo plazo, pero también pueden ocasionar problemas.
Cuando el miedo se torna ansiedad, cuando el deseo conduce a la
ambición, cuando la molestia se convierte en enojo, el
enojo en odio, la amistad en
envidia, el amor en
obsesión, el placer en vicio, nuestras emociones se
revierten en contra nuestra. La salud mental es producto de la
higiene
emocional, y obviamente, las emociones pueden tener consecuencias
útiles o patológicas.
Lo más adecuado para el sujeto es que exista un
equilibrio, en el cual, la emoción influye en las operaciones de la
razón y ésta ajusta y filtra las operaciones
procedente de las emociones.
Cuando se produce una pérdida de control de la
emociones, se desencadena en el sistema límbico del
cerebro, específicamente de la amígdala, una
reacción antes de que la información llegue al neocortex o
área del cerebro pensante. La función
del sistema límbico es importante en la vida emocional, ya
que está ligado con los afectos y las pasiones y asume el
control antes de que la parte del cerebro pensante haya tomado
una decisión.
Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú superior
Figura 1. Masa cerebral.
Con ello se destaca que el sistema emocional puede
actuar sin la participación del neocortex, albergando
recuerdos e impresiones y efectuando respuestas, de las que no
somos plenamente conscientes.
Ambas estructuras constituyen el centro de gravedad de
los conflictos y
los acuerdos entre el corazón y
la cabeza, entre los sentimientos y los pensamientos. Esta
conexión es básica para tomar decisiones
inteligentes en la vida emocional. La interrelación del
sistema límbico con el neocortex o área pensante
del cerebro, constituye el núcleo neurobiológico de
la IE.
En concordancia con los hallazgos en animales, el
daño
bilateral de la amígdala en el ser humano provoca un
defecto significativo en el control ejecutivo y una conducta
social inapropiada (desinhibida). El coeficiente intelectual no
se altera mayormente.
El regulador del cerebro para los arranques de la
amígdala parece encontrarse en el otro extremo de un
circuito más importante de la neocorteza, en los
lóbulos prefrontales que se encuentran exactamente
detrás de la frente. La corteza prefrontal parece entrar
en acción cuando alguien siente miedo o rabia, pero
contiene o controla el sentimiento con el fin de ocuparse
más eficazmente de la situación inmediata, o cuando
una nueva evaluación provoca una respuesta totalmente
diferente… esta zona neocortical del cerebro origina una
respuesta más analítica o apropiada a nuestros
impulsos emocionales, adaptando la amígdala y otras zonas
límbicas.
La memoria,
localizada en el área frontal del cerebro, puede ser
afectada por estados de ansiedad o de cólera,
perturbando su capacidad de retener en la mente datos esenciales
para el desempeño de nuestras tareas. Cuando estamos
emocionalmente perturbados solemos decir ¿no puedo pensar
bien?.
El cerebro externo o neo-cortex tiene a su cargo la
importante función del pensamiento y el razonamiento
intelectual. Pero, aunque muchos saben que este cerebro
está compuesto de dos hemisferios cerebrales, muchos
también ignoran que el hemisferio izquierdo maneja la
lógica
y todo lo relacionado con ella, mientras que el hemisferio
derecho tiene que ver con la emoción y también con
los sentimientos negativos como los miedos, las culpas y el
resentimiento.
Sin embargo, esto no significa que una persona con
hemisferio izquierdo dominante -la lógica- no tenga
emociones negativas como miedos o culpas. Es necesario aclarar
esto, porque se tiende a pensar que las personas "lógicas"
sólo tienen sentimientos y emociones en permanente
equilibrio. Todas las personas tienen un hemisferio dominante;
algunas pueden ser extremadamente lógicas (hemisferio
izquierdo), y otras por el contrario pueden ser extremadamente
emocionales (hemisferio derecho).
Por supuesto que el equilibrio pasa por la función
conjunta de ambos hemisferios, pero -y éste es el
problema- casi todos "manejan" inconscientemente, todo el tiempo,
el hemisferio izquierdo o el hemisferio derecho.
Antes de determinar si una persona es hemisferio
izquierdo o derecho, es necesario conocer brevemente las
cualidades de cada uno.
En oriente llaman al hemisferio izquierdo "El
día", porque para las personas con este hemisferio
dominante, todo es claro bajo la luz de la razón; en
cambio al hemisferio derecho lo llaman "La noche", porque tiene
que ver con la intuición, con lo que se siente, y no se
puede explicar a la luz de la razón. Sin embargo, para
la
educación occidental, las personas con hemisferio
izquierdo dominante han sido hasta hace muy poco tiempo
valorizadas como genios.
Del mismo modo las personas con hemisferio derecho
dominante, donde están presentes emociones y sentimientos,
han sido desvalorizadas.
A la luz de recientes estudios e investigaciones, se
sabe que una persona con hemisferio derecho dominante, y por lo
tanto con una personalidad
tendiente a demostrar sus emociones, tiene más
posibilidades en áreas que requieren gran creatividad.
Los ejecutivos de grandes empresas en el
mundo son personas con dominio de ambos hemisferios; es decir son
lógicos y emocionales, y la emoción -no hay que
olvidarlo- complementa perfectamente a la razón. El
trabajo sincronizado de ambos hemisferios logra una
perfección que permite a las personas vivir mejor, con
experiencias positivas de gran plenitud.
Anatomía del
aprendizaje
emocional básico. Conciencia de la
emoción:
En estos estudios se ha determinado que cuando el animal
se enfrenta a un estímulo sensorial potencialmente
dañino, reacciona con una respuesta autonómica,
endocrina y somática que lo prepara para enfrentar en
mejor forma este peligro (3).
El tipo de estímulo al que responde es en parte
innato y en parte aprendido. Luego que el estímulo
sensorial impresiona al receptor correspondiente, la señal
llega al tálamo y desde allí a la
"amígdala", principal núcleo involucrado en la
adquisición de la "respuesta emocional básica"
(REB) y el almacenaje de la información primitiva. La
amígdala, a su vez, tiene conexiones con las áreas
del tronco cerebral comprometidas en el control del gasto
cardíaco, la respiración, la vasodilatación
y la reacción de miedo.
Por estudios de lesión se ha determinado que la
corteza cerebral primaria sensorial no es necesaria para la
adquisición de esta REB, aunque colabora en el
procesamiento de estímulos complejos.
El "hipocampo", área comprometida en la "memoria
declarativa", no es importante en la identificación del
estímulo; sólo colabora en la identificación
del entorno en que este ocurre. De este modo, el aprendizaje
emocional es mediado por un sistema que puede operar
independientemente de nuestra conciencia.
Este sistema, subcortical, madura precozmente en el
desarrollo, antes que el hipocampo, por lo que eventos
traumáticos infantiles pueden generar conductas
emocionales en la adultez, sin que tengamos conciencia de su
origen.
Por otra parte, variaciones funcionales en la vía
prefrontal-amigdalina podrían hacer más
difícil para algunas personas cambiar su conducta
emocional.
Entonces, ¿Cuál es el mecanismo que
permite a especies más evolucionadas tener conciencia de
las emociones?
Por estudios en pacientes con lesiones cerebrales, se ha
determinado que la corteza parietal e insular sería clave
en la percepción de los estados emocionales, siendo
el hemisferio cerebral derecho dominante en este sentido. Estas
regiones procesan la información que llega de las
diferentes regiones del cuerpo (incluso visceral),
completándose el ciclo.
Los pacientes con lesión parietal derecha,
presentan emociones y sentimientos inapropiados sobre su estado
de salud, ofreciéndonos el espectáculo de una mente
privada de la posibilidad de sentir el estado corporal
actual.
La integración de las emociones al
ámbito conciencial tiene la ventaja de permitir modular la
REB, agregándole elementos cognitivos.
El sustrato biológico en el que se basan nuestras
habilidades emocionales es de carácter neurológico.
Pero teniendo en cuenta que el cerebro es muy plástico y
adaptativo, puede asumir un continuo aprendizaje.
Por tanto el vasto y complejo continente de la vida
emocional que afecta a los diversos estados de nuestra vida
interior y de nuestras relaciones sociales, debe ser explorado
con la finalidad de que nuestra emociones sean más
inteligentes.
Significado de las
emociones en las empresas:
Es necesario, antes de adentrarnos en el papel que
juegan las emociones en una empresa ,
destacar que existe dentro de esta un término que es
necesario analizar con el tema que nos ocupa, y es el relacionado
con la inteligencia organizacional.
Llamada indistintamente inteligencia corporativa o
inteligencia empresarial, Orozco un destacado autor cubano,
estudioso del tema, define con un concepto muy completo a la
inteligencia empresarial y precisa que es: una herramienta
gerencial cuya función es facilitar a las administraciones
el cumplimiento de la misión de
sus organizaciones,
mediante el análisis de la información relativa a
su negocio y su entorno; agrega además que desde el punto
de vista del manejo de la información, ella compila,
reúne y analiza datos e información, cuyo resultado
disemina en la organización, todo lo cual permite obtener
de modo sistemático y organizado, información
relevante sobre el ambiente
externo y las condiciones internas de la organización,
para la toma de
decisiones y la orientación estratégica.
Asimismo describe o prevé hechos y procesos
tecnológicos, de mercado, sociales
y presenta tendencias. De igual modo usa bases de datos,
redes,
información de archivos,
herramientas
informáticas y matemáticas y todo lo necesario para
captar, evaluar, validar, analizar información y llegar a
conclusiones. (2)
La inteligencia organizacional es la capacidad de una
organización para tomar decisiones efectivas, como
resultado del conocimiento adquirido y el
conocimiento generado, a partir de la información
interna (procedente de los recursos humanos,
los procesos, los productos,
etc.) e información externa (análisis de
tendencias, clientes,
competidores). Por tanto, la inteligencia organizacional, es la
capacidad intelectual de las organizaciones, que no es
precisamente la unión de varias personas inteligentes,
soportadas sobre las tecnologías más avanzadas
disponibles para realizar sus funciones, sino que en ella, el
conocimiento individual se gestiona, comparte y regenera en un
nuevo conocimiento de carácter organizacional.
Es válido apuntar que una organización
"colmada de inteligencias aisladas" puede ser menos inteligente
que otra, con individuos de un menor coeficiente de inteligencia,
cuyas decisiones sean inteligentes. Veamos entonces la
relación entre ambas inteligencias. Muchas personas
parecen ser inteligentes por su manera de hablar y actuar, sin
embargo, no son capaces de resolver fácilmente los
problemas de la vida diaria. Una persona inteligente presenta,
una habilidad excepcional para captar hasta la información
más compleja del mundo exterior; otra para responder
apropiadamente a esa información, y por último, la
habilidad para aprender rápidamente. De acuerdo con estos
aspectos, los individuos tienen diferentes grados de inteligencia
y en este sentido también las organizaciones ostentan
diferentes grados de inteligencia. (2)
Por tanto, el hombre es
el principal recurso en una organización y la
expresión de la inteligencia corporativa depende de la
inteligencia humana.
Ahora, en busca del éxito que necesita todo
trabajador y que repercuta significativamente en los objetivos
organizacionales, quedó demostrado por goleman que la
superioridad técnica e intelectual tiene poca
importancia.
Diferentes autores han abordado el tema de la
inteligencia emocional en la empresa, sin embargo, los hallazgos
encontrados por daniel Goleman son los mas aceptados y con los
que particularmente comparto. Por eso, en toda la
explicación siguiente me apoyo en este autor.
Según este investigador, su primer libro tuvo
mucha acogida en la comunidad
empresarial, inmediatamente empezó a recibir numerosas
solicitudes de conferencias, consultas e intercambios de
diferentes tipos de organizaciones. Esa demanda
inusitada lo llevó a realizar una investigación de
dos años, como parte de la cual encargó a firmas
consultoras y especialistas nuevos análisis
científicos de datos de cientos de empresas. Uno de los
descubrimientos que obtuvo fue que "…el CI ocupa el segundo
puesto, por debajo de la inteligencia emocional, para un
desempeño laboral sobresaliente…". En base a estos
resultados, de mas de 500 empresas, Goleman escribió el
libro "Inteligencia emocional en la empresa".
En una entrevista
realizada en 1999 a este famoso ex_ periodista del The New York
Times, en Argentina, donde lazaría en una feria su
expléndido libro * inteligencia emocional en la empresa*,
afirmó que: la aptitud emocional es algo así
como una metahabilidad, que determina cómo podemos
utilizar cualquier otro talento, incluido el intelecto, lo
cual es cierto, no existe conducta humano sin que esté
presente una emoción, y el manejo positivo de las mismas
facilta en gran medida el éxito en las tareas que
emprendemos.
Las emociones y los estados de ánimo son
fuertemente contagiosos dentro de una empresa y de ese tono
anímico que se difunde por la empresa depende una parte
considerable de su éxito o fracaso. Algunos estudios han
llegado a cuantificar los mayores ingresos que un
negocio del sector servicios
puede obtener gracias a un buen clima emocional
entre sus empleados. Goleman afirma: los ingresos de una empresa
crecen un 2 % por cada 1% de mejora en ese ambiente emocional y
que el clima de una empresa depende hasta en un 70% de las
acciones de su líder.
Con este enfoque, más centrado en el mundo
empresarial y gerencial, Goleman destaca que "La aptitud
emocional es importante sobre todo en el liderazgo,
papel cuya esencia es lograr que otros ejecuten sus respectivos
trabajos con más efectividad. La ineptitud de los
líderes reduce el desempeño de todos: hace que se
malgaste el tiempo, crea asperezas, corroe la motivación
y la dedicación al trabajo, acumula hostilidad y
apatía. Asegura este norteamericano, que un directivo
que logre aplicar con eficiencia dichas
habilidades, logra influir entre un cincuenta y un setenta por
ciento en el clima
organizacional de la empresa.
Otro libro escrito por este excelente investigador
fue,"El líder resonante crea más", en el que
plantea que los grandes líderes son personas que saben
manejar sus emociones, que la principal misión de estos es
la de alentar, persuadir, motivar, escuchar y alentar la
resonancia. Ciertamente el nuevo modelo por el que aboga el
liderazgo de este siglo debe tener en cuanta los aspectos
emocionales. El liderazgo no debe apoyarse tanto en la autoridad como
en el arte de las
relaciones.
Para el autor del libro " La inteligencia Emocional",
los dirigentes que no tienen éxito soportan mal la
presión de trabajo y generalmente están de mal
humor y con ataques de cólera, mientras que los
triunfadores son empáticos, serviles y respetuosos, tanto
con sus subordinados como con sus jefes.
La falta de inteligencia emocional puede
repercutir de forma negativa en las personas e incluso arruinar
sus carreras profesionales. Es preciso aclarar que este tipo de
inteligencia no se establece al nacer, se crea y se alimenta con
el desarrollo de nuestras vidas.
El que dirige debe ser capaz de manejar situaciones
complejas de relaciones y comportamientos humanos para lo cual es
necesario, entre otras habilidades, saber establecer una
relación de comprensión y confianza entre la gente
que dirige, saber escuchar, ser capaz de persuadir en forma
convincente, y de generar entusiasmo y compromiso en la
gente.
Pero, para lograr esto, es necesario que antes sea capaz
de identificar su estado de ánimo, conocer sus fortalezas
y debilidades, para explotar las primeras y neutralizar las
segundas, controlar sus emociones y ser capaz de motivarse con lo
que hace. Si uno no es capaz de sentir entusiasmo por lo que
hace, difícilmente podrá generar entusiasmo en los
que lo rodean. Cuentan que León Tolstoi, el famoso
escritor ruso, dijo en una ocasión "La felicidad no
está en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno
hace".
Tras estudiar cientos de empresas, Goleman llegó
a la conclusión de que las habilidades de inteligencia
emocional aumentan cuando más se asciende en la
organización. Cuanto más alto sea el puesto, menos
importantes resultan las habilidades técnicas y mas
importantes son las aptitudes de la inteligencia
emocional.
Este científico reconoce que algunos puestos de
trabajo, como los de dirección, requieren de al menos un
mínimo de conocimientos para garantizar cierto
desempeño, sin llegar a la excelencia, pero que el mayor
porciento de factores para lograr el éxito en la tarea
corresponde a factores emocionales y de forma particular a lo que
él llama competencias emocionales. Se plantea que los
profesionales más brillantes además de su propia
inteligencia académica, son hábiles a la hora de
reconocer sus propios sentimientos y los de los demás. Son
capaces de controlar sus estados de ánimo, impulsos y
recursos internos.
Los componentes de la inteligencia emocional,
separadamente, han estado presente desde hace años en las
ofertas de programas de
capacitación de directivos. Un
análisis de estos componentes, con un enfoque en sistema,
que es el aporte que hacen los especialistas en inteligencia
emocional, permite identificar comportamientos y aptitudes que
pueden propiciar un liderazgo efectivo y constituir una
herramienta muy útil para la conducción de grupos de
personas y de procesos organizacionales. Sin embargo, en los
primeros libros
publicados sobre el tema, a mediados de los años noventa,
no prevalecía este enfoque.
Las habilidades emocionales rara vez aparecen aisladas y
para que un individuo
alcance una actuación notable en el trabajo o en la
sociedad necesita dominar y aplicar un amplio número de
competencias emocionales, definidas estas como el grado de
destrezas que somos capaces de alcanzar en el dominio de nuestras
facultades, tanto sensitivas como intelectuales.
La Competencia Emocional en sí es la muestra de hasta
qué punto una persona ha sabido y ha podido trasladar ese
potencial a las acciones de su vida cotidiana.
"La Inteligencia Emocional comprende una serie de
habilidades que el Dr. Daniel
Goleman
caracteriza como genéricas, jerárquicas e
interdependientes. En otras palabras, cada una requiere de las
otras para desarrollarse, se sirven de base unas a otras y son
necesarias en distintos grados según los tipos de trabajo
y las tareas que se cumplan."
Esencialmente, la Inteligencia Emocional proporciona a
las personas capacidad y habilidad para regular sus fuerzas e
impulsos emocionales contraproducentes, muchos de ellos
inconscientes, los cuales boicotean sus relaciones (personales,
familiares, sociales) y calidad de
vida.
Reconoce que una persona posee una inteligencia
emocional determinada por cualidades como: autocontrol,
empatía, entusiasmo, persistencia, motivación, destreza, autoconciencia y
confianza.
Es decir que para alcanzar cierta inteligencia emocional
no solo es preciso conocer que se necesita para ello, se extiende
mas allá de esto, es necesario ponerlas en práctica
en aras de lograr determinadas competencias
emocionales.
Las personas que muestran una buena competencia
emocional, disfrutan de una situación ventajosa en los
diversos dominios y dimensiones de la vida, por ello se siente
más satisfechos consigo mismo y resultan más
eficaces en las tareas que emprenden.
Por consiguiente las emociones determinan, el nivel de
rendimiento de que somos capaces, en estado de equilibrio o
desequilibrio emocional, así como determinan qué
tipo de relación mantendremos con nuestros subordinados
(liderazgo), con nuestros superiores (adaptabilidad) o con
nuestros pares (trabajo en
equipo). Las emociones determinan cómo respondemos,
nos comunicamos, nos comportamos y funcionamos en el trabajo y/o
la empresa.
En su libro, "Trabajando con inteligencia emocional",
Goleman identifica las competencias que dependen de los
estados de ánimo y que determinan un desempeño
exitoso en el trabajo. Se trata de 25 habilidades que se derivan
de cinco áreas -autoconciencia, autorregulación,
motivación, empatía y habilidades sociales- de la
teoría formulada por Salovey y Mayer (1990).
Estas capacidades son:
Área 1. Autoconciencia (implica reconocer
los propios estados de ánimo, los recursos y las
intuiciones):
- Conciencia emocional: identificar las propias
emociones y sus posibles efectos. - Correcta autovaloración: conocer las
fortalezas y limitaciones propias. - Autoconfianza: un fuerte sentido del valor y
capacidad propia.
Área 2. Autorregulación (manejo de
los propios estados de ánimo, impulsos y
recursos):
- Autocontrol: mantener vigiladas las emociones y los
impulsos. - Confiabilidad: mantener estándares adecuados
de honestidad e
integridad. - Conciencia (compromiso consigo mismo): asumir las
responsabilidades del propio desempeño
laboral. - Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las
situaciones de cambio. - Innovación: sentirse cómodo con la
nueva información, las nuevas ideas y las nuevas
situaciones.
Área 3. Motivación (intensidad y
dirección de las emociones que guían o facilitan el
cumplimiento de las metas establecidas):
- Impulso hacia el logro: esfuerzo por mejorar o
alcanzar un estándar de excelencia laboral. - Compromiso: alinearse con las metas del grupo u
organización. - Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las
oportunidades. - Optimismo: persistencia en la consecución de
los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos
que puedan presentarse.
Área 4. Empatía (conciencia de los
sentimientos, necesidades y preocupaciones de los
otros):
– Comprensión de los otros: percibir los
sentimientos y perspectivas de los compañeros de
trabajo.
– Desarrollo de los otros: estar atentos a las necesidades de
desarrollo de los otros y reforzar sus habilidades.
– Servicio de
orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las
necesidades reales del cliente.
– Diversificación: cultivar las oportunidades laborales en
los distintos tipos de personas.
– Conciencia política: ser capaz
de captar y comprender las corrientes emocionales del grupo,
así como el poder de las relaciones entre sus
miembros.
Área 5. Habilidades sociales (inducir
respuestas deseadas en los otros):
- Influencia: idear y realizar adecuadamente
tácticas efectivas de persuasión. - Comunicación: saber escuchar abiertamente al
resto y elaborar mensajes convincentes. - Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los
desacuerdos que se presenten dentro del equipo de
trabajo. - Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los
individuos y al grupo en su conjunto. - Catalizar el cambio: iniciador o administrador
de las situaciones nuevas. - Construir lazos: alimentar y reforzar las relaciones
interpersonales dentro del grupo. - Colaborar y cooperar: trabajar con otros para
alcanzar metas compartidas. - Trabajar en equipo: ser capaz de crear sinergia
para la consecución de metas colectivas.
Estas competencias emocionales se concretan en cinco
habilidades esenciales a desarrollar, ellas son:
- Autoconciencia.
- Autocontrol.
- Motivación.
- Empatía.
- habilidades sociales.
La capacidad de conocimiento de uno mismo nos capacita
para establecer contacto con los propios sentimientos,
diferenciarlos entre ellos con objeto de orientar nuestra
conducta. Esta capacidad de reconocer nuestros sentimientos es la
piedra angular de la IE. Su verificación se obtiene
mediante la introspección subjetiva que nos permite seguir
con atención nuestros sentimientos. Las personas que
poseen una mayor comprensión y una más clara
certeza de sus emociones saben dirigir mejor sus propias
vidas.
La conciencia de uno mismo es una habilidad que nos
permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos a las
circunstancias del momento. Hay que tener la habilidad para saber
tranquilizarse y desembarazarse de la ansiedad, de la tristeza o
la irritabilidad. Las personas que carecen de estas habilidad, se
enfrentan constantemente con tensiones desagradables que
desestabilizan y atormentan su estado interior. Quienes tienen
esta habilidad se recuperan más rápido de los
reveses de la vida.
El autocontrol emocional nos da la capacidad de demorar
la gratificación momentánea y sofocar la agresiva
impulsividad. Este dominio y gobierno propio
nos hace más productivos y eficaces en las empresas que
acometemos.
La motivación y emoción tienen la misma
raíz latina, MOTERE, que significa
MOVERSE’ . La motivación es una fuerza que nos
impulsa, nos da energía para emprender las metas que nos
propongamos.
En todos los órdenes de la vida la motivación es la
clave de cualquier logro y progreso.
Pero en la vida laboral, hoy es la esencia del éxito. A
tal punto que uno de los más grandes dirigentes
empresarios de este siglo, Lee Iaccocca, expresó en una
ocasión :
"nada hay mas importante en la gestión
empresarial como el saber motivar a la gente, una
motivación vale por diez amenazas, dos presiones y seis
memorandos".
Para mejorar la automotivación, es necesario
pensar que se es capaz para encontrar distintas salidas a un
problema, sentir que se posee la capacidad y energía
necesaria para realizar una determinada tarea. Hay que estar
seguros de las
propias posibilidades y pensar que lo que se está haciendo
supone un desarrollo
personal y un afán de superación.
Otra habilidad importante señalada por la IE es
la Empatía, una de las destrezas de don de gente, como lo
son también la bondad, la habilidad para entender una
situación social, por ejemplo. La empatía puede
definirse como la posesión de sensibilidad psíquica
para detectar las señales
externas que nos indican lo que necesitan o quieren los
demás. Esta habilidad emocional es esencial para las
relaciones sociales y el mundo laboral. Es idónea para el
liderazgo y la eficacia en los
contactos interpersonales.
La empatía puede desarrollarse si se pone
especial interés en
comprender e interpretar los canales de comunicación no verbal que acompañan
a toda comunicación. Fijarse en el tono de voz, en
los gestos, en las expresiones corporales y faciales de los
demás ayuda a intuir cómo se sienten
realmente.
Hay quien es diestro para controlar sus propios
sentimientos, pero en cambio es inepto para adivinar los
trastornos emocionales ajenos. Las lagunas de nuestra habilidad
emocional pueden superarse mediante el esfuerzo y el positivo
interés por nuestros colaboradores.
Las habilidades sociales junto con la empatía,
hace referencia a la capacidad de las personas para manejar las
relaciones con los demás y conducirlos hacia la
dirección que se desee ya sea buscando un acuerdo o un
entusiasmo frente a un producto o servicio.
Todas las personas necesitan sentirse parte de un grupo,
pero para muchas, el hecho de entrar en contacto con otros es un
verdadero problema. Para tener éxito en el intento, lo
primero es observar al grupo. Conocer sus aficiones, lo que les
une, cómo se comportan cuando están juntos y
procurar imitarlo, para no quedar fuera de lugar. Hablando con
los demás y disfrutando con las mismas actividades se van
creando lazos.
Al dirigir un grupo, deben combinarse de la mejor manera
los cinco elementos de la Inteligencia Emocional. Sólo
así el que comanda al grupo será un líder
sobresaliente.
Por ejemplo, un concepto erróneo muy extendido es
considerar a los conflictos siempre de manera negativa. Por el
contrario, éstos pueden ser una experiencia positiva,
generadora de nuevas ideas o soluciones y
catalizadora de cambios. Porque el conflicto no es en sí
mismo un problema, la cuestión es cómo se lo
maneja. El buen manejo del conflicto es ahorro de
tiempo; aumento de la oportunidad de hacer trabajo real. Muchos
directivos pierden más tiempo evitando o suavizando las
diferencias que si hablaran abiertamente de ellas.
No es casualidad que este sea el último
componente de la Inteligencia Emocional, ya que los demás
elementos combinados dan como resultado unas mayores Habilidades
Sociales, ya sea, por ejemplo, que alguien posea una buena
empatía o una excelente motivación, lo que genera
que su "brillo" se transmita y se refleje en las personas con las
que está tratando y relacionando.
En general, la inteligencia emocional es aquella que
permite interactuar con los demás, trabajar en grupo,
tolerar situaciones difíciles y de conflicto, fortalecer
vínculos afectivos, establecer una empatía social,
controlar los impulsos y mantener niveles adecuados de humor. La
carencia de las aptitudes anteriores se denomina actualmente
analfabetismo emocional.
Según Goleman, la inteligencia emocional
en el trabajo se manifiesta en disposiciones que deben
desarrollarse, tanto por los gerentes como por el personal
especializado, entre ellas se encuentran: el compromiso
organizacional, las iniciativas que estimulan el mejoramiento y
la calidad en la ejecución de las distintas tareas, los
incentivos
para el desarrollo de la
comunicación y la confianza entre los empleados, los
distintos jefes y directivos de la empresa, la construcción de relaciones dentro y fuera
de la compañía que ofrecen una ventaja competitiva,
el incentivo de una constante colaboración, apoyo e
intercambio de fuentes y
recursos, la innovación, riesgo y
enfrentamiento de cualquier situación como un equipo y la
pasión por el aprendizaje y el mejoramiento
continuo.
El estudio de las emociones pudiera parecer algo
etéreo, sin embargo numerosas investigaciones sustentan el
enorme significado que tienen las emociones para la vida de las
personas.
Pero, ¿cómo podemos apropiarnos de las
habilidades emocionales para bien personal y de la empresa?. En
la teoría esto es fácil de entender, pero llevarlo
a la práctica requiere del esfuerzo y compromiso de cada
uno de los sujetos implicados.
En los Seminarios, según el origen
etimológico de la palabra, las personas adquieren
información básica –con algún
ejercicio práctico- respecto al origen y al alcance de la
Inteligencia Emocional, además de aprender las 5
Habilidades Prácticas. Mientras que, en los Talleres, se
aprenden en profundidad cada una de las 5 Habilidades
Prácticas, participando de las dinámicas
de grupo y de los ejercicios que acompañan el
desarrollo de cada una de las Habilidades.
Los talleres de Inteligencia Emocional serán
efectivos cuando:
- Los objetivos estén claros y muy bien
definidos hallándose dentro del área de la
inteligencia emocional. - Sean guiados por profesionales de la
inteligencia emocional. - Se logre un clima de confianza, apertura y
sinceridad. - Se siga una metodología vivencial, utilizando
métodos tipo "in-door / out-door
training" o juegos y
experiencias que faciliten la conexión con la realidad
individual y de la empresa. - Propicien la introspección, la
reflexión y la toma de conciencia. - Conecten con las emociones y la
motivación de cada participante.
En nuestro país, no se conoce ninguna experiencia
sobre la ejecución de un taller de Inteligencia Emocional.
Aunque el tema ha logrado buenos adeptos, entre los que me
incluyo, no ha pasado del nivel teórico. Considero
necesario y en función de esta tarea me dirijo, pasar al
orden práctico de manera que logremos nuevos resultados en
el infinito mundo de la inteligencia Emocional.
Hoy ya sabemos que las personas emocionalmente
inteligentes son más eficaces en la vida. Sin embargo, eso
no significa que quienes no lo sean no puedan alcanzar el
éxito.
Evidentemente no. La inteligencia emocional puede
mejorar a lo largo de la vida. Con el decursar de los
años, el sujeto se desarrollará en la medida que
sea, primero que todo, más consciente de sus estados de
ánimos, tenga la capacidad de manejar emociones
angustiosas, de comprender a sus semejantes y de guiar o
aconsejar a los demás por el camino más
beneficioso.
Las personas emocionalmente inteligentes son realistas
respecto a las metas que se trazan y logran un equilibrio
interno, apoyándose fundamentalmente en las fortalezas
para minimizar las debilidades y amenazas. Son personas
constructivas, es decir, son capaces de aprovechar lo que se les
ofrece, superando todos los obstáculos que se le
presentan. Es oportuno destacar que no se trata reprimir el
sentimiento o la emoción que no nos gusta, esto puede
conducir a desajustes de la
personalidad, sino de adecuar la expresión emocional
al contexto. El objetivo es
dotar de inteligencia a la vida emocional.
Las emociones le otorgan al trabajo un valor agregado
determinando en gran medida su éxito o fracaso. No se
trata de una moda pasajera,
pues se ha demostrado el reto que representa para el ejercicio
del liderazgo y como muchas de las teorías
gerenciales clásicas se centran en el modo en que cada uno
se conduce y se relaciona con quienes lo rodean. Es importante
luchar por el logro de una organización emocionalmente
inteligente, de modo que en cada uno de sus empleados resulte en
beneficios que mejoren su calidad de vida.
Es preciso utilizar todos los métodos necesarios
que contacten directamente con el interior de las personas, pues
de lo contrario , difícilmente se podrá influir en
estas. Por eso, cualquier programa que
pretenda incidir sobre las actitudes y conseguir energía
para el cambio y la mejora, debe contar con talleres de
inteligencia emocional.
En una empresa con estas características, los
empleados tienen como responsabilidad aumentar su inteligencia emocional
mediante el desarrollo de la autoconciencia, el control de las
emociones y la automotivación; también responden
por el uso que hacen de la inteligencia emocional en las
relaciones con los demás, el desarrollo de técnicas
de comunicación eficaces, el buen conocimiento
interpersonal y la ayuda a los demás y ayudarse a
sí mismo; además, todos se sirven de esta
inteligencia para aplicar mejoras a la
organización.
La inteligencia emocional en la organización
empieza por nosotros mismos. Al usar nuestras emociones para
reforzar el rendimiento y las relaciones
laborales, estamos no sólo ante el reto de fomentar,
sino de inspirar el desarrollo de la inteligencia emocional entre
los empleados de la empresa; el mensaje es claro, las
posibilidades de éxito para el individuo y la empresa son
considerables y, además, el éxito está al
alcance de nuestras manos.
Algunos aspectos a considerar en el entrenamiento de
las emociones, derivados de la teoría sobre
alfabetización emocional son la identificación de
sentimientos propios y la de los demás, el control de
impulsos, el reconocimiento de situaciones problemáticas y
su verbalización, la empatía, la búsqueda de
soluciones adecuadas a diferentes situaciones
problemáticas, el mejoramiento de la actitud pro
social y armoniosa en el trabajo en grupo y el mejoramiento de la
cooperación, la ayuda y la actitud de
compartir.
El proceso
educativo orientado hacia el desarrollo o fortalecimiento de la
inteligencia emocional del personal ratifica el énfasis
actual en la concepción del proceso laboral también
como el de aprendizaje constante, mediante el trabajo en equipo,
la identificación y solución de problemas,
así como el uso de los grupos de conocimiento en la
organización, es decir, la gestión del aprendizaje
(GA) en las organizaciones y comunidades.
Las características socio-económicas del
siglo xxi (donde la tecnología constituye
una base importante) obligan en forma insoslayable a la
organización como un todo, a la
administración y a los profesionales capaces; a
desarrollar un proceso educativo que procure el desarrollo
integral de los recursos humanos. El desarrollo intelectual
deberá compartir su importancia, en el proceso educativo,
con otros aspectos de la persona como son el cuidado de la salud
física y
mental, el desarrollo emocional, el desarrollo de la cultura
organizacional y los valores.
Todo esto se enfrenta con el fin de que la persona -y la
organización como sistema formado por personas- pueda
sobrevivir y crecer en un mundo cada vez más competitivo y
en condiciones de recursos limitados.
- Calderón Rodríguez, Ariel: Aspectos
psicológicos y neurobiológicos de la inteligencia
emocional. Doctor en Medicina.
2003. Disponible en: H:inteligencia emocionalAspectos
psicológicos y neurobiológicos de la inteligencia
emocional – Monografias_com.htm - Educare. Capacitación: Inteligencia Emocional.
México. - Goleman D: Inteligencia Emocional. (1995) New York:
Bantam Books - Nuñez Paula, Israel A. Profesor de la facultad
de comunicación de la Universidad de la
Habana. - Orozco E. Preguntas y respuestas sobre la
inteligencia empresarial. Disponible en: http://www.nuevaempresa.cu/documentos/1preguntas.pdf.
Lic. En psicología. Edanys Sacerio
Valcárcel
Universidad Central Marta Abreu de las
Villas.
Facultad de Ciencias
Empresariales
Centro de Estudios Turísticos
Cuba.
Fecha de realización: Mayo del 2005.
Categoría: habilidades prácticas de la
inteligencia emocional.