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La inteligencia emocional en el trabajo




Enviado por eda_valcarcel



    1. Resumen
    2. Concepto y origen de la
      inteligencia emocional
    3. Aspectos neuroanatómicos
      y psicológicos de la inteligencia
      emocional
    4. Anatomía del aprendizaje
      emocional
    5. Significado de las emociones en
      las Organizaciones
    6. Conclusiones
    1. Resumen:

    El estudio de los sentimientos y las emociones ha
    tomado auge en la última década mediante el
    modelo de la
    inteligencia
    emocional. Los científicos afirman que la verdadera medida
    de la inteligencia no es el coeficiente intelectual sino las
    emociones, dependiendo de estos en un 80%. Las tensiones de la
    vida moderna, la hipercompetencia en el terreno individual y
    empresario, la
    presión
    del reloj, la exigencia de un constante perfeccionamiento
    profesional, etc., son situaciones que tienden a alterar el
    estado
    emocional de la mayoría de las personas consideradas
    normales, llevándolas al borde de sus propios límites
    físicos y psíquicos. El resultado, a menudo, es el
    desequilibrio emocional. Este desequilibrio no sólo afecta
    la vida más íntima de una persona, sino que
    afecta su trabajo y su
    desarrollo
    profesional, porque las emociones desempeñan un papel
    importante en el ámbito laboral. La clave
    está en utilizar las emociones de forma inteligente, para
    que trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a
    controlar nuestra conducta y
    nuestros pensamientos en pos de mejores resultados. Gracias a la
    plasticidad de nuestro sistema nervioso
    podemos aprender, apropiarnos de ciertas habilidades emocionales
    que brinden en el plano personal un
    rendimiento mas óptimo y mejores relaciones
    interpersonales y por consecuencia, mejores resultados
    organizacionales.

    Palabras claves: Inteligencia emocional, competencias
    emocionales, aspectos biológicos de las emociones,
    aspectos psicológicos de las emociones, habilidades
    emocionales.

    INTRODUCCIÓN:

    En más de una ocasión nos habremos
    preguntado por qué algunas personas, independientemente de
    su cultura, o
    historia
    personal, reaccionen frente a problemas de
    manera inteligente, creativa y conciliadora, por qué
    algunas personas tienen más desarrollada que otras la
    habilidad para relacionarse bien con los demás, aunque no
    sean las que más se destacan por su inteligencia, por
    qué algunos triunfan aunque no sean los mas
    inteligentes.

    El estudio de los sentimientos y las emociones desde
    hace mas de una década gana cada día numerosos
    seguidores, no solo de la intelectualidad. Bajo el modelo de la
    Inteligencia Emocional (IE) se pretende significar todo un
    conjunto de habilidades de procedencia psíquica que
    influyen en nuestra conducta.

    Inicialmente la respuesta fue, que algunos individuos
    tenían un coeficiente de inteligencia superior al de los
    demás. Hoy sabemos que el nuevo concepto que da
    respuesta a éste y otros interrogantes es la inteligencia
    emocional, una destreza que nos permite conocer y manejar
    nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los
    sentimientos de los demás, sentirnos satisfechos y ser
    eficaces en la vida, a la vez que crear hábitos mentales
    que favorezcan nuestra propia productividad.

    DESARROLLO:

    Concepto y origen de
    la inteligencia emocional:
    A diferencia del CI que ya
    tiene un siglo de aplicación, la IE es un concepto
    reciente, pero a pesar de ello y debido a los experimentos
    realizados, se puede decir que la IE resulta en ocasiones
    más decisiva que el CI.

    Diversos países como Estados Unidos,
    México y
    España
    han avanzado en el estudio de la inteligencia emocional y
    actualmente poseen centros de estudios con base en la consultoría, asesoría, investigación y postgrado.

    El tema de la inteligencia emocional sale a luz en la
    sociedad
    norteamericana ante determinadas problemáticas sociales,
    especialmente en el sector educativo, la violencia en
    la escuelas hizo reflexionar a muchos sobre lo que estaba
    pasando, de cómo las emociones llevaban a muchos escolares
    al borde del abismo, fuera de lo racional, acabando con sus
    propias vidas y la de los demás. Evidentemente faltaba
    algo en estos que les impedía lograr un equilibrio
    interno y relaciones sociales adecuadas, en otras palabras, no
    poseían inteligencia emocional. Desde entonces los
    sentimientos y emociones fueron ganando en importancia por su
    implicación en todos los ámbitos de la
    vida.

    Se considera al psicólogo de la Universidad de
    Stanford, Lewis Terman como el principal creador del test para
    determinar el CI. Millones de personas han sido clasificados
    mediante este tipo de test. Esto ha conducido durante varias
    décadas, a la suposición de que la gente es
    inteligente o no lo es. Es una forma de pensar que todavía
    impregna amplias capas de nuestra sociedad la idea de que la
    inteligencia es una capacidad genética e
    innata y que poco se puede hacer para cambiar las cosas, es decir
    que el destino de las personas se halla de antemano determinad
    por el CI.

    Los conceptos de inteligencia se han desarrollado
    durante los últimos cien años. El Coeficiente
    intelectual (CI) se remonta a 1900 en que Alfred Bidet comienza a
    examinar a niños
    franceses; en 1918 se efectúa la gran primera administración de exámenes de CI a
    soldados norteamericanos durante la primera guerra
    mundial y no es hasta 1958 en la que Davis Wechsler
    desarrolló el WAIS (la escala de
    Wechsler de inteligencia adulta). También a lo largo de
    todo ese tiempo fueron
    surgiendo otros términos que hacían referencia a
    algunos factores en el plano de las emociones que intervienen en
    el éxito
    de una tarea como lo fue el concepto de inteligencia social
    acuñado por el psicólogo Edward Thorndike (1920)
    quien la definió como "la habilidad para comprender y
    dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar
    sabiamente en las relaciones
    humanas". 
    Para Thorndike, además de la inteligencia social, existen
    también otros dos tipos de inteligencias: la abstracta
    –habilidad para manejar ideas- y la mecánica– habilidad para entender y manejar
    objetos. 
    Otro antecedente cercano de la Inteligencia Emocional lo
    constituye la teoría
    de ‘las inteligencias
    múltiples’ del Dr. Howard Gardner (1983), de la
    Universidad de Harvard, quien plantea que: las personas tenemos 7
    tipos de inteligencia que nos relacionan con el mundo. A grandes
    rasgos, estas inteligencias son: 

    Inteligencia Lingüística: Es la
    inteligencia relacionada con nuestra capacidad verbal, con
    el lenguaje
    y con las palabras. 
    Inteligencia Lógica: Tiene que ver con el
    desarrollo de pensamiento
    abstracto, con la precisión y la
    organización a través de pautas o
    secuencias. 
    Inteligencia Musical: Se relaciona directamente con las
    habilidades musicales y ritmos. 
    Inteligencia Visual – Espacial: La capacidad para
    integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el espacio, y
    poder
    establecer relaciones de tipo metafórico entre
    ellos. 
    Inteligencia Kinestésica: Abarca todo lo
    relacionado con el movimiento
    tanto corporal como el de los objetos, y los
    reflejos. 
    Inteligencia Interpersonal: Implica la capacidad de
    establecer relaciones con otras personas. 
    Inteligencia Intrapersonal: Se refiere al conocimiento
    de uno mismo y todos los procesos
    relacionados, como autoconfianza y
    automotivación. 

    Esta teoría introdujo dos tipos de inteligencias
    muy relacionadas con la competencia
    social, y hasta cierto punto emocional: la Inteligencia
    Interpersonal y la Inteligencia Intrapersonal. Gardner
    definió a ambas como sigue:
    "La Inteligencia Interpersonal se construye a partir de una
    capacidad nuclear para sentir distinciones entre los
    demás: en particular, contrastes en sus estados de
    ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En
    formas más avanzadas, esta inteligencia permite a un
    adulto hábil leer las intenciones y deseos de los
    demás, aunque se hayan ocultado…

    Y a la Inteligencia Intrapersonal como "el conocimiento de los
    aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida
    emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de
    efectuar discriminaciones entre las emociones y finalmente
    ponerles un nombre y recurrir a ellas como un medio de
    interpretar y orientar la propia conducta…

    La frase inteligencia emocional fue acuñada en 1900 por
    dos psicólogo de Yale llamados Meter Salovey y John Mayer
    de la Universidad de New Hampshire, para describir cualidades
    tales como la comprensión de nuestros propios sentimientos
    , la empatía por los sentimientos de los demás y la
    regulación de la emoción en una forma que mejora la
    calidad de
    vida.

    Otro autor, Albert Mehrabian, incluye
    además las habilidades como: percibir adecuadamente las
    emociones propias y las de otros individuos; ejercer el dominio sobre las
    emociones personales, así como responder con emociones y
    conductas apropiadas en diversas situaciones de la vida;
    participar en relaciones donde la expresión honesta de las
    emociones está balanceada entre cortesía,
    consideración y respeto;
    seleccionar trabajos que sean gratificantes emocionalmente y por
    último, un balance entre el trabajo, el
    hogar y la vida recreativa.

    El más destacado promotor del concepto de
    inteligencia emocional es Daniel Goleman quien publicó un
    best seller en octubre de 1995 titulado «La inteligencia
    emocional" y más tarde, en 1998, otro llamado
    "Inteligencia emocional en la empresa". Su
    principal aporte consistió en reunir los resultados de una
    década de estudios en conducta y el procesamiento de las
    emociones con el fin de expresarlos de manera sencilla y
    accesible al público en general. Este autor define la
    inteligencia emocional como la capacidad de sentir, entender,
    controlar y modificar nuestros propios estados anímicos y
    los ajenos. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones,
    sino dirigirlas y equilibrarlas. 

    Aunque el "boom" del tema de la inteligencia emocional
    se produce en la segunda mitad de los años noventa del
    siglo XX, los principales autores del tema relatan antecedentes
    de décadas anteriores. Goleman menciona las investigaciones
    realizadas por su difunto amigo y profesor de la
    Universidad de Harvard, David McClelland cuyas investigaciones en
    los años 50-60 condujeron a la formulación de su
    teoría de la
    motivación sobre "las tres necesidades: poder, logro y
    filiación". 

    Según Goleman, McClelland realizó
    hallazgos importantes en sus investigaciones, que publicó
    a inicios de los años setenta, que cambiaron radicalmente
    los enfoques que existían sobre los test de inteligencia
    como predictores del éxito laboral, profesional, o en una
    carrera directiva y cuestionó fuertemente la "…falsa
    pero extendida creencia de que el éxito depende
    exclusivamente de la capacidad intelectual.."
    . Entre los
    criterios que planteó McClelland en aquellos años
    estaba que "… las aptitudes académicas
    tradicionales-como las calificaciones y los títulos, no
    nos permiten predecir adecuadamente el grado de desempeño laboral o el éxito en la
    vida…".
    En su lugar, McClelland proponía que los
    rasgos que diferencian a los trabajadores más
    sobresalientes de aquellos otros que simplemente hacen bien las
    cosas había que buscarlos en competencias tales como la
    empatía, la autodisciplina y la disciplina,
    por ejemplo. Este hallazgo condujo a cambios radicales

    Un artículo de McClelland publicado en 1973
    propició la aparición de un sistema
    completamente nuevo para medir la excelencia, un sistema que se
    ocupa de evaluar las competencias que presenta una determinada
    persona en el trabajo concreto que
    está llevando a cabo. Desde esa nueva perspectiva, una
    "competencia" es un rasgo personal o un conjunto de
    hábitos que llevan a un desempeño laboral superior
    o más eficaz o, por decirlo de otro modo, una habilidad
    que aumenta el valor
    económico del esfuerzo que una persona realiza en el mundo
    laboral, Este enfoque ha tomado mucho peso en los últimos
    años, con el surgimiento de la llamada "Gestión
    por Competencias", uno de los enfoques más novedosos de la
    gestión de los recursos
    humanos.

    A Cuba, el tema
    llegó para quedarse, ha sido el motivo de
    publicación de diversos investigadores por ejemplo, el
    lic. en Psicología Nuñez Paula, Israel. A,
    plantea que la inteligencia emocional es aquella que permite
    interactuar con los demás, trabajar en grupo, tolerar
    situaciones difíciles y de conflicto,
    fortalecer vínculos afectivos, establecer una
    empatía social, controlar los impulsos y mantener niveles
    adecuados de humor y, que la carencia de las aptitudes anteriores
    se denomina actualmente analfabetismo
    emocional. (1)

    Uno de los objetivos
    fundamentales de la I.E es poner de relieve las
    limitaciones del denominado coeficiente intelectual. Un estudio
    neuropsicológico realizado en estudiantes y profesionales
    con un C.I por encima de la media mostraban un pobre rendimiento
    académico o profesional, Se trata de personas impulsivas,
    ansiosas, desorganizadas y problemáticas, con escaso
    control de sus
    impulsos límbicos.

    Los déficits emocionales no los registran los
    tests que miden el Coeficiente Intelectual (CI). Sabemos que un
    estudiante con evaluaciones excelentes es idóneo para
    alcanzar una buena evaluación
    académica pero esa nota no dice nada a cerca de
    cómo ese sujeto enfrantará la vicisitudes de la
    vida. Estos tests se basan en una noción restringida de la
    inteligencia, al evaluar solamente las habilidades
    lingüísticas o matemáticas, sin tener en cuenta el amplio
    abanico de habilidades y destrezas provenientes de la
    IE.

    A pesar de ello, nuestras escuelas siguen insistiendo en
    el desarrollo de las capacidades académicas en detrimento
    del dominio y pericia de las habilidades emocionales o rasgos del
    carácter que son tan decisivos para la
    persona.

    Los defensores de la I. E no desvalorizan la importancia
    de poseer un buen CI pero sostienen que no es el único
    factor que indica la capacidad del sujeto humano, ya que existen
    toda una serie de habilidades que se pueden aprender, basadas en
    los sentimientos y las emociones y que determinan en un gran
    porciento el éxito de una tarea.

    La medida de la inteligencia emocional se expresa con un
    cociente, el EQ. Los investigadores sugieren que las personas que
    tienen el EQ alto tienen mejores resultados en su vida
    profesional, entablan relaciones personales más estrechas,
    desempeñan funciones
    directivas más hábilmente y gozan de mejor salud que las personas con
    un EQ bajo.

    El EQ Map Profiles y el Organizational
    EQ Map Profiles
    son dos instrumentos homologados según
    las normas
    norteamericanas y válidas a los efectos
    estadísticos, que sirven para medir la inteligencia
    emocional y otras dimensiones de la inteligencia humana en el
    trabajo.

    Con independencia
    de los antecedentes y experiencias personales, científicas
    o profesionales, que relatan diferentes autores, parece evidente
    que dos factores han influido significativamente en el desarrollo
    que ha tenido el tratamiento de la inteligencia emocional en los
    últimos años, que son:

    1ero. Los resultados de numerosas investigaciones
    sobre las prácticas y comportamientos que han
    proporcionado a muchas personas resultados más exitosos
    en diferentes esferas de la vida.

    2do. Los hallazgos de investigaciones en la esfera de
    las neurociencias que han permitido identificar procesos
    fisiológicos que se generan por las emociones,
    cómo estos procesos inducen determinados comportamientos
    y cómo puede ser posible controlarlos y utilizarlos, si
    tomamos conciencia
    de los estados que se generan y aplicamos determinados
    enfoques, técnicas
    y formas de comportamiento.

    En su primer libro, Goleman
    (1995) se lamenta de que "Para escribir este libro he tenido
    que esperar a que la cosecha científica fuera lo
    suficientemente abundante. Estas comprensiones tardan mucho en
    adquirirse, en gran medida, porque el lugar de los sentimientos
    en la vida mental ha quedado sorprendentemente descuidado por la
    investigación a lo largo de los años,
    convirtiéndose las emociones en un enorme continente
    inexplorado por la psicología
    científica..".

    Es notable lo que se ha avanzado, en la
    investigación de la inteligencia emocional en los
    diferentes ámbitos de la vida: educación, salud,
    familia y
    empresa. Pero
    antes de detenernos en la esfera de esta última, conviene
    que, para comprender mejor la importancia del tema, conocer el
    extraordinario mundo –biológico y
    psicológico– de las emociones.

    Aspectos
    neuroanatómicos y psicológicos de la inteligencia
    emocional:

    La emoción es un estado de ánimo que se
    caracteriza por una conmoción orgánica, producto de
    una situación externa, y que puede traducirse en gestos,
    risa, llanto.

    La palabra emoción significa moverse en
    latín. Es lo que hace que nos acerquemos o nos alejemos a
    una determinada persona o circunstancia. Por lo tanto, la
    emoción es una tendencia a actuar, y se activa con
    frecuencia por alguna de nuestras impresiones grabadas en el
    cerebro, o por
    medio de los pensamientos cognocitivos, lo que provoca un
    determinado estado fisiológico en el cuerpo
    humano.

    Nuevas investigaciones cerebrales sugieren que la
    verdadera medida de la inteligencia humana no es el C.I sino las
    emociones.

    El avance en la investigación de las funciones
    del cerebro y de sus respectivas conexiones neuronales, ha
    permitido un mejor conocimiento de su interacción con las diferentes estructuras y
    áreas cerebrales que gobiernan nuestros estados de
    ánimo.

    Goleman afirma que existe toda una ventana
    neurológica de oportunidad, puesto que el circuito
    prefrontal del cerebro que regula cómo actuamos con
    respecto a lo que sentimos probablemente no madura hasta la mitad
    de la adolescencia.

    La IE considera que los impulsos son la energía
    de nuestras emociones que intentan expresarse en la acción.
    Quienes están a merced de sus impulsos y no saben
    controlarlos muestran una débil voluntad, y viven
    interiormente perturbados.

    La IE parte del supuesto de que la herencia
    genética nos ha dotado de unas sensaciones emocionales que
    determinan en parte nuestro temperamento. No obstante, las
    funciones cerebrales relacionadas con la actividad emocional, son
    tan flexibles y adaptables que permiten superar los defectos de
    nuestra voluntad y mejorar nuestro carácter.

    Nuestras emociones se integran en el sistema nervioso en
    forma de tendencias automáticas. Es así, que
    nuestras decisiones y nuestras acciones
    dependen tanto de nuestros sentimientos como de nuestros
    pensamientos. Nuestras reacciones ante determinadas situaciones,
    no son solo fruto de un juicio racional, sino también de
    emociones en forma de impulsos de acción
    automática.

    Cada emoción dispone al cuerpo a un tipo distinto
    de respuestas fisiológicas, tanto la respiración como el tono muscular, el pulso
    cardíaco, la presión arterial, la postura, los
    movimientos y las expresiones faciales y  las pautas
    fisiológicas o musculares habituales comienzan a
    determinar por sí mismas los estados anímicos, por
    ejemplo, en el caso del miedo, la sangre se retira
    del rostro, lo que explica la palidez y la sensación de
    quedarse frío y fluye a la musculatura esquelética
    larga —como las piernas, por ejemplo- favoreciendo
    así la huida. Al mismo tiempo, el cuerpo parece
    paralizarse, aunque sólo sea un instante, para calibrar,
    tal vez, si el hecho de ocultarse pudiera ser una respuesta
    más adecuada. Las conexiones nerviosas de los centros
    emocionales del cerebro desencadenan también una respuesta
    hormonal que pone al cuerpo en estado de alerta general,
    sumiéndolo en la inquietud y predisponiéndolo para
    la acción, mientras la atención se fija en la amenaza inmediata
    con el fin de evaluar la respuesta más
    apropiada.

    Mientras tanto, la felicidad consiste en el aumento en
    la actividad de un centro cerebral que se encarga de inhibir los
    sentimientos negativos y de aquietar los estados que generan
    preocupación, al mismo tiempo que aumenta el caudal de
    energía disponible. En este caso no hay un cambio
    fisiológico especial salvo, quizás, una
    sensación de tranquilidad que hace que el cuerpo se
    recupere más rápidamente de la excitación
    biológica provocada por las emociones perturbadoras. Esta
    condición proporciona al cuerpo un reposo, un entusiasmo y
    una disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se
    esté llevando a cabo y fomentar también, de este
    modo, la consecución de una amplia variedad de
    objetivos.

    Estas predisposiciones biológicas a la
    acción son moderadas por nuestras experiencias vitales y
    por el medio cultural, por ejemplo, la pérdida de un ser
    querido produce tristeza y aflicción, pero la forma en que
    expresamos esa aflicción es moldeada por nuestra cultura,
    por ejemplo, cada cultura tiene una categoría diferente de
    seres queridos por los cuales llorar.

    El modelo de la IE afirma que tenemos por un lado una
    mente racional, que es la capacidad consciente de pensar,
    deliberar y reflexionar, y por otro lado una mente emocional que
    es más impulsiva e influyente que la mente
    racional.

    La IE destaca la perenne y fecunda tensión entre
    estas dos mentes, aunque a menudo están coordinadas, en
    este caso la clase de
    reacción a una situación dada es de tipo lenta y
    gracias a esta coordinación es que podemos apreciar, por
    ejemplo, cuando entramos a un local si las personas que le
    esperan lo hacen con agrado o no. En esta clase de
    reacción primero tiene lugar el pensamiento para conducir
    al sentimiento, por tanto la cognición juega papel clave
    en la determinación de qué emociones serán
    provocadas, es decir, después que hacemos una
    evaluación es que se produce una respuesta emocional
    adecuada.

    Pero cuando de forma desbordada irrumpen las pasiones,
    el equilibrio puede romperse y la mente emocional puede bloquear
    y paralizar a la mente racional provocando una reacción de
    tipo rápida. Este rápido modo de percepción
    asimila las cosas de inmediato, como un todo, reaccionando sin
    tomarse el tiempo necesario para un análisis reflexivo, también los
    elementos vividos pueden determinar esa
    impresión.

    Charles Darwin fue el
    primer científico en señalar que las emociones se
    han desarrollado, en su origen, para preparar a los animales para la
    acción, en especial en una situación de emergencia.
    Esta clase de reacción nos impulsa a responder a
    acontecimientos urgentes sin perder tiempo, evaluando si debemos
    responder o cómo debemos responder. El sentimiento precede
    o existe simultáneamente con el pensamiento. En la
    evolución ésta rapidez giró
    en torno a
    decisiones de supervivencia, por ejemplo, si un
    excursionista en un camino ve por el rabillo del ojo una forma
    larga y curvilínea en el suelo, él
    saltará fuera del camino antes de darse cuenta de que era
    solo un palo con forma de culebra. Luego, se calmará. Su
    neocorteza recibirá el mensaje unos milisegundos
    después de su amígdala y regulará su
    respuesta primitiva. Sin estos reflejos emocionales, que son
    raramente conscientes pero terriblemente poderosos, nos
    sería muy difícil funcionar.

    Para la comprensión de lo anterior se debe tener
    presente que los elementos de una emoción son
    tres:

    1)  Una situación, que genera
    sentimientos, ideas o recuerdos.

    2)  El estado de
    ánimo consiguiente.

    3)  La conmoción orgánica expresada
    en gestos, actitudes,
    risa…

    Cuando usted dice: ‘fulano me
    engañó’, emana una emoción resultado
    de un hecho externo. No es posible reaccionar directamente a un
    hecho determinado, salvo en circunstancias de peligro; con esta
    excepción, antes de reaccionar ante un hecho tenemos que
    interpretarlo. Los sentimientos no surgen hasta tanto la mente no
    haya captado lo que sucedió, y decidido su significado.
    Esa tarea es realizada por la mente empírica, y la lleva a
    cabo tan automáticamente que no nos percatamos de que la
    mente está funcionando. Todo lo que sabemos es que
    reaccionamos emotivamente a algo que sucedió.

    Los terapeutas cognoscitivos, como Aaron Beck, Albert
    Ellis y Donald Meichenbaum, insisten, por eso, que en muchas
    circunstancias son los pensamientos los que determinan los
    sentimientos.

    Pero también es cierto que las respuestas
    emocionales, en su mayoría, se generan inconscientemente.
    Freud
    tenía razón cuando describió la conciencia
    como la punta del iceberg mental.

    Tanto la mente racional como la emocional operan en
    colaboración, entrelazando sus distintas formas de
    conocimiento. Cuanto más intensa es la mente emocional,
    menos eficaz es la mente racional, y viceversa.

    Continuamente las personas buscamos circunstancias que
    despierten emociones y la mayoría de las veces no tenemos
    el control sobre ellas y por otra parte pueden avasallar nuestra
    conciencia. Finalmente cuando aparecen pueden convertirse en
    importantes motivadores de conductas futuras ya sea inmediatas o
    a largo plazo, pero también pueden ocasionar problemas.
    Cuando el miedo se torna ansiedad, cuando el deseo conduce a la
    ambición, cuando la molestia se convierte en enojo, el
    enojo en odio, la amistad en
    envidia, el amor en
    obsesión, el placer en vicio, nuestras emociones se
    revierten en contra nuestra. La salud mental es producto de la
    higiene
    emocional, y obviamente, las emociones pueden tener consecuencias
    útiles o patológicas.

    Lo más adecuado para el sujeto es que exista un
    equilibrio, en el cual, la emoción influye en las operaciones de la
    razón y ésta ajusta y filtra las operaciones
    procedente de las emociones.

    Cuando se produce una pérdida de control de la
    emociones, se desencadena en el sistema límbico del
    cerebro, específicamente de la amígdala, una
    reacción antes de que la información llegue al neocortex o
    área del cerebro pensante. La función
    del sistema límbico es importante en la vida emocional, ya
    que está ligado con los afectos y las pasiones y asume el
    control antes de que la parte del cerebro pensante haya tomado
    una decisión.

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    Figura 1. Masa cerebral.

    Con ello se destaca que el sistema emocional puede
    actuar sin la participación del neocortex, albergando
    recuerdos e impresiones y efectuando respuestas, de las que no
    somos plenamente conscientes.

    Ambas estructuras constituyen el centro de gravedad de
    los conflictos y
    los acuerdos entre el corazón y
    la cabeza, entre los sentimientos y los pensamientos. Esta
    conexión es básica para tomar decisiones
    inteligentes en la vida emocional. La interrelación del
    sistema límbico con el neocortex o área pensante
    del cerebro, constituye el núcleo neurobiológico de
    la IE.

    En concordancia con los hallazgos en animales, el
    daño
    bilateral de la amígdala en el ser humano provoca un
    defecto significativo en el control ejecutivo y una conducta
    social inapropiada (desinhibida). El coeficiente intelectual no
    se altera mayormente.

    El regulador del cerebro para los arranques de la
    amígdala parece encontrarse en el otro extremo de un
    circuito más importante de la neocorteza, en los
    lóbulos prefrontales que se encuentran exactamente
    detrás de la frente. La corteza prefrontal parece entrar
    en acción cuando alguien siente miedo o rabia, pero
    contiene o controla el sentimiento con el fin de ocuparse
    más eficazmente de la situación inmediata, o cuando
    una nueva evaluación provoca una respuesta totalmente
    diferente… esta zona neocortical del cerebro origina una
    respuesta más analítica o apropiada a nuestros
    impulsos emocionales, adaptando la amígdala y otras zonas
    límbicas.

    La memoria,
    localizada en el área frontal del cerebro, puede ser
    afectada por estados de ansiedad o de cólera,
    perturbando su capacidad de retener en la mente datos esenciales
    para el desempeño de nuestras tareas. Cuando estamos
    emocionalmente perturbados solemos decir ¿no puedo pensar
    bien?.

    El cerebro externo o neo-cortex tiene a su cargo la
    importante función del pensamiento y el razonamiento
    intelectual. Pero, aunque muchos saben que este cerebro
    está compuesto de dos hemisferios cerebrales, muchos
    también ignoran que el hemisferio izquierdo maneja la
    lógica
    y todo lo relacionado con ella, mientras que el hemisferio
    derecho tiene que ver con la emoción y también con
    los sentimientos negativos como los miedos, las culpas y el
    resentimiento.

    Sin embargo, esto no significa que una persona con
    hemisferio izquierdo dominante -la lógica- no tenga
    emociones negativas como miedos o culpas. Es necesario aclarar
    esto, porque se tiende a pensar que las personas "lógicas"
    sólo tienen sentimientos y emociones en permanente
    equilibrio. Todas las personas tienen un hemisferio dominante;
    algunas pueden ser extremadamente lógicas (hemisferio
    izquierdo), y otras por el contrario pueden ser extremadamente
    emocionales (hemisferio derecho).
    Por supuesto que el equilibrio pasa por la función
    conjunta de ambos hemisferios, pero -y éste es el
    problema- casi todos "manejan" inconscientemente, todo el tiempo,
    el hemisferio izquierdo o el hemisferio derecho.

    Antes de determinar si una persona es hemisferio
    izquierdo o derecho, es necesario conocer brevemente las
    cualidades de cada uno.

    En oriente llaman al hemisferio izquierdo "El
    día", porque para las personas con este hemisferio
    dominante, todo es claro bajo la luz de la razón; en
    cambio al hemisferio derecho lo llaman "La noche", porque tiene
    que ver con la intuición, con lo que se siente, y no se
    puede explicar a la luz de la razón. Sin embargo, para
    la
    educación occidental, las personas con hemisferio
    izquierdo dominante han sido hasta hace muy poco tiempo
    valorizadas como genios.

    Del mismo modo las personas con hemisferio derecho
    dominante, donde están presentes emociones y sentimientos,
    han sido desvalorizadas.

    A la luz de recientes estudios e investigaciones, se
    sabe que una persona con hemisferio derecho dominante, y por lo
    tanto con una personalidad
    tendiente a demostrar sus emociones, tiene más
    posibilidades en áreas que requieren gran creatividad.
    Los ejecutivos de grandes empresas en el
    mundo son personas con dominio de ambos hemisferios; es decir son
    lógicos y emocionales, y la emoción -no hay que
    olvidarlo- complementa perfectamente a la razón. El
    trabajo sincronizado de ambos hemisferios logra una
    perfección que permite a las personas vivir mejor, con
    experiencias positivas de gran plenitud.

    Anatomía del
    aprendizaje
    emocional básico. Conciencia de la
    emoción:

    En estos estudios se ha determinado que cuando el animal
    se enfrenta a un estímulo sensorial potencialmente
    dañino, reacciona con una respuesta autonómica,
    endocrina y somática que lo prepara para enfrentar en
    mejor forma este peligro (3).

    El tipo de estímulo al que responde es en parte
    innato y en parte aprendido. Luego que el estímulo
    sensorial impresiona al receptor correspondiente, la señal
    llega al tálamo y desde allí a la
    "amígdala", principal núcleo involucrado en la
    adquisición de la "respuesta emocional básica"
    (REB) y el almacenaje de la información primitiva. La
    amígdala, a su vez, tiene conexiones con las áreas
    del tronco cerebral comprometidas en el control del gasto
    cardíaco, la respiración, la vasodilatación
    y la reacción de miedo.

    Por estudios de lesión se ha determinado que la
    corteza cerebral primaria sensorial no es necesaria para la
    adquisición de esta REB, aunque colabora en el
    procesamiento de estímulos complejos.

    El "hipocampo", área comprometida en la "memoria
    declarativa", no es importante en la identificación del
    estímulo; sólo colabora en la identificación
    del entorno en que este ocurre. De este modo, el aprendizaje
    emocional es mediado por un sistema que puede operar
    independientemente de nuestra conciencia.

    Este sistema, subcortical, madura precozmente en el
    desarrollo, antes que el hipocampo, por lo que eventos
    traumáticos infantiles pueden generar conductas
    emocionales en la adultez, sin que tengamos conciencia de su
    origen.

    Por otra parte, variaciones funcionales en la vía
    prefrontal-amigdalina podrían hacer más
    difícil para algunas personas cambiar su conducta
    emocional.

    Entonces, ¿Cuál es el mecanismo que
    permite a especies más evolucionadas tener conciencia de
    las emociones?

    Por estudios en pacientes con lesiones cerebrales, se ha
    determinado que la corteza parietal e insular sería clave
    en la percepción de los estados emocionales, siendo
    el hemisferio cerebral derecho dominante en este sentido. Estas
    regiones procesan la información que llega de las
    diferentes regiones del cuerpo (incluso visceral),
    completándose el ciclo.

    Los pacientes con lesión parietal derecha,
    presentan emociones y sentimientos inapropiados sobre su estado
    de salud, ofreciéndonos el espectáculo de una mente
    privada de la posibilidad de sentir el estado corporal
    actual.

    La integración de las emociones al
    ámbito conciencial tiene la ventaja de permitir modular la
    REB, agregándole elementos cognitivos.

    El sustrato biológico en el que se basan nuestras
    habilidades emocionales es de carácter neurológico.
    Pero teniendo en cuenta que el cerebro es muy plástico y
    adaptativo, puede asumir un continuo aprendizaje.

    Por tanto el vasto y complejo continente de la vida
    emocional que afecta a los diversos estados de nuestra vida
    interior y de nuestras relaciones sociales, debe ser explorado
    con la finalidad de que nuestra emociones sean más
    inteligentes.

    Significado de las
    emociones en las empresas:

    Es necesario, antes de adentrarnos en el papel que
    juegan las emociones en una empresa ,
    destacar que existe dentro de esta un término que es
    necesario analizar con el tema que nos ocupa, y es el relacionado
    con la inteligencia organizacional.

    Llamada indistintamente inteligencia corporativa o
    inteligencia empresarial, Orozco un destacado autor cubano,
    estudioso del tema, define con un concepto muy completo a la
    inteligencia empresarial y precisa que es: una herramienta
    gerencial cuya función es facilitar a las administraciones
    el cumplimiento de la misión de
    sus organizaciones,
    mediante el análisis de la información relativa a
    su negocio y su entorno; agrega además que desde el punto
    de vista del manejo de la información, ella compila,
    reúne y analiza datos e información, cuyo resultado
    disemina en la organización, todo lo cual permite obtener
    de modo sistemático y organizado, información
    relevante sobre el ambiente
    externo y las condiciones internas de la organización,
    para la toma de
    decisiones y la orientación estratégica.
    Asimismo describe o prevé hechos y procesos
    tecnológicos, de mercado, sociales
    y presenta tendencias. De igual modo usa bases de datos,
    redes,
    información de archivos,
    herramientas
    informáticas y matemáticas y todo lo necesario para
    captar, evaluar, validar, analizar información y llegar a
    conclusiones. (2)

    La inteligencia organizacional es la capacidad de una
    organización para tomar decisiones efectivas, como
    resultado del conocimiento adquirido y el
    conocimiento generado, a partir de la información
    interna (procedente de los recursos humanos,
    los procesos, los productos,
    etc.) e información externa (análisis de
    tendencias, clientes,
    competidores). Por tanto, la inteligencia organizacional, es la
    capacidad intelectual de las organizaciones, que no es
    precisamente la unión de varias personas inteligentes,
    soportadas sobre las tecnologías más avanzadas
    disponibles para realizar sus funciones, sino que en ella, el
    conocimiento individual se gestiona, comparte y regenera en un
    nuevo conocimiento de carácter organizacional.

    Es válido apuntar que una organización
    "colmada de inteligencias aisladas" puede ser menos inteligente
    que otra, con individuos de un menor coeficiente de inteligencia,
    cuyas decisiones sean inteligentes. Veamos entonces la
    relación entre ambas inteligencias. Muchas personas
    parecen ser inteligentes por su manera de hablar y actuar, sin
    embargo, no son capaces de resolver fácilmente los
    problemas de la vida diaria. Una persona inteligente presenta,
    una habilidad excepcional para captar hasta la información
    más compleja del mundo exterior; otra para responder
    apropiadamente a esa información, y por último, la
    habilidad para aprender rápidamente. De acuerdo con estos
    aspectos, los individuos tienen diferentes grados de inteligencia
    y en este sentido también las organizaciones ostentan
    diferentes grados de inteligencia. (2)

    Por tanto, el hombre es
    el principal recurso en una organización y la
    expresión de la inteligencia corporativa depende de la
    inteligencia humana.

    Ahora, en busca del éxito que necesita todo
    trabajador y que repercuta significativamente en los objetivos
    organizacionales, quedó demostrado por goleman que la
    superioridad técnica e intelectual tiene poca
    importancia.

    Diferentes autores han abordado el tema de la
    inteligencia emocional en la empresa, sin embargo, los hallazgos
    encontrados por daniel Goleman son los mas aceptados y con los
    que particularmente comparto. Por eso, en toda la
    explicación siguiente me apoyo en este autor.

    Según este investigador, su primer libro tuvo
    mucha acogida en la comunidad
    empresarial, inmediatamente empezó a recibir numerosas
    solicitudes de conferencias, consultas e intercambios de
    diferentes tipos de organizaciones. Esa demanda
    inusitada lo llevó a realizar una investigación de
    dos años, como parte de la cual encargó a firmas
    consultoras y especialistas nuevos análisis
    científicos de datos de cientos de empresas. Uno de los
    descubrimientos que obtuvo fue que "…el CI ocupa el segundo
    puesto, por debajo de la inteligencia emocional, para un
    desempeño laboral sobresaliente…".
    En base a estos
    resultados, de mas de 500 empresas, Goleman escribió el
    libro "Inteligencia emocional en la empresa".

    En una entrevista
    realizada en 1999 a este famoso ex_ periodista del The New York
    Times, en Argentina, donde lazaría en una feria su
    expléndido libro * inteligencia emocional en la empresa*,
    afirmó que: la aptitud emocional es algo así
    como una metahabilidad, que determina cómo podemos
    utilizar cualquier otro talento, incluido el intelecto
    , lo
    cual es cierto, no existe conducta humano sin que esté
    presente una emoción, y el manejo positivo de las mismas
    facilta en gran medida el éxito en las tareas que
    emprendemos.

    Las emociones y los estados de ánimo son
    fuertemente contagiosos dentro de una empresa y de ese tono
    anímico que se difunde por la empresa depende una parte
    considerable de su éxito o fracaso. Algunos estudios han
    llegado a cuantificar los mayores ingresos que un
    negocio del sector servicios
    puede obtener gracias a un buen clima emocional
    entre sus empleados. Goleman afirma: los ingresos de una empresa
    crecen un 2 % por cada 1% de mejora en ese ambiente emocional y
    que el clima de una empresa depende hasta en un 70% de las
    acciones de su líder.

    Con este enfoque, más centrado en el mundo
    empresarial y gerencial, Goleman destaca que "La aptitud
    emocional es importante sobre todo en el liderazgo,
    papel cuya esencia es lograr que otros ejecuten sus respectivos
    trabajos con más efectividad. La ineptitud de los
    líderes reduce el desempeño de todos: hace que se
    malgaste el tiempo, crea asperezas, corroe la motivación
    y la dedicación al trabajo, acumula hostilidad y
    apatía.
    Asegura este norteamericano, que un directivo
    que logre aplicar con eficiencia dichas
    habilidades, logra influir entre un cincuenta y un setenta por
    ciento en el clima
    organizacional de la empresa. 

    Otro libro escrito por este excelente investigador
    fue,"El líder resonante crea más", en el que
    plantea que los grandes líderes son personas que saben
    manejar sus emociones, que la principal misión de estos es
    la de alentar, persuadir, motivar, escuchar y alentar la
    resonancia
    . Ciertamente el nuevo modelo por el que aboga el
    liderazgo de este siglo debe tener en cuanta los aspectos
    emocionales. El liderazgo no debe apoyarse tanto en la autoridad como
    en el arte de las
    relaciones.

    Para el autor del libro " La inteligencia Emocional",
    los dirigentes que no tienen éxito soportan mal la
    presión de trabajo y generalmente están de mal
    humor y con ataques de cólera, mientras que los
    triunfadores son empáticos, serviles y respetuosos, tanto
    con sus subordinados como con sus jefes. 

    La falta de inteligencia emocional puede 
    repercutir de forma negativa en las personas e incluso arruinar
    sus carreras profesionales. Es preciso aclarar que este tipo de
    inteligencia no se establece al nacer, se crea y se alimenta con
    el desarrollo de nuestras vidas. 

    El que dirige debe ser capaz de manejar situaciones
    complejas de relaciones y comportamientos humanos para lo cual es
    necesario, entre otras habilidades, saber establecer una
    relación de comprensión y confianza entre la gente
    que dirige, saber escuchar, ser capaz de persuadir en forma
    convincente, y de generar entusiasmo y compromiso en la
    gente.

    Pero, para lograr esto, es necesario que antes sea capaz
    de identificar su estado de ánimo, conocer sus fortalezas
    y debilidades, para explotar las primeras y neutralizar las
    segundas, controlar sus emociones y ser capaz de motivarse con lo
    que hace. Si uno no es capaz de sentir entusiasmo por lo que
    hace, difícilmente podrá generar entusiasmo en los
    que lo rodean. Cuentan que León Tolstoi, el famoso
    escritor ruso, dijo en una ocasión "La felicidad no
    está en hacer lo que uno quiere, sino en querer lo que uno
    hace".

    Tras estudiar cientos de empresas, Goleman llegó
    a la conclusión de que las habilidades de inteligencia
    emocional aumentan cuando más se asciende en la
    organización. Cuanto más alto sea el puesto, menos
    importantes resultan las habilidades técnicas y mas
    importantes son las aptitudes de la inteligencia
    emocional.

    Este científico reconoce que algunos puestos de
    trabajo, como los de dirección, requieren de al menos un
    mínimo de conocimientos para garantizar cierto
    desempeño, sin llegar a la excelencia, pero que el mayor
    porciento de factores para lograr el éxito en la tarea
    corresponde a factores emocionales y de forma particular a lo que
    él llama competencias emocionales. Se plantea que los
    profesionales más brillantes además de su propia
    inteligencia académica, son hábiles a la hora de
    reconocer sus propios sentimientos y los de los demás. Son
    capaces de controlar sus estados de ánimo, impulsos y
    recursos internos. 

    Los componentes de la inteligencia emocional,
    separadamente, han estado presente desde hace años en las
    ofertas de programas de
    capacitación de directivos. Un
    análisis de estos componentes, con un enfoque en sistema,
    que es el aporte que hacen los especialistas en inteligencia
    emocional, permite identificar comportamientos y aptitudes que
    pueden propiciar un liderazgo efectivo y constituir una
    herramienta muy útil para la conducción de grupos de
    personas y de procesos organizacionales. Sin embargo, en los
    primeros libros
    publicados sobre el tema, a mediados de los años noventa,
    no prevalecía este enfoque.

    Las habilidades emocionales rara vez aparecen aisladas y
    para que un individuo
    alcance una actuación notable en el  trabajo o en la
    sociedad necesita dominar y aplicar un amplio número de
    competencias emocionales, definidas estas como el grado de
    destrezas que somos capaces de alcanzar en el dominio de nuestras
    facultades, tanto sensitivas como intelectuales.
    La Competencia Emocional en sí es la muestra de hasta
    qué punto una persona ha sabido y ha podido trasladar ese
    potencial a las acciones de su vida cotidiana.

    "La Inteligencia Emocional comprende una serie de
    habilidades que el Dr. Daniel
    Goleman
    caracteriza como genéricas, jerárquicas e
    interdependientes. En otras palabras, cada una requiere de las
    otras para desarrollarse, se sirven de base unas a otras y son
    necesarias en distintos grados según los tipos de trabajo
    y las tareas que se cumplan."

    Esencialmente, la Inteligencia Emocional proporciona a
    las personas capacidad y habilidad para regular sus fuerzas e
    impulsos emocionales contraproducentes, muchos de ellos
    inconscientes, los cuales boicotean sus relaciones (personales,
    familiares, sociales) y calidad de
    vida.

    Reconoce que una persona posee una inteligencia
    emocional determinada por cualidades como: autocontrol,
    empatía, entusiasmo, persistencia, motivación, destreza, autoconciencia y
    confianza.

    Es decir que para alcanzar cierta inteligencia emocional
    no solo es preciso conocer que se necesita para ello, se extiende
    mas allá de esto, es necesario ponerlas en práctica
    en aras de lograr determinadas competencias
    emocionales.

    Las personas que muestran una buena competencia
    emocional, disfrutan de una situación ventajosa en los
    diversos dominios y dimensiones de la vida, por ello se siente
    más satisfechos consigo mismo y resultan más
    eficaces en las tareas que emprenden.

    Por consiguiente las emociones determinan, el nivel de
    rendimiento de que somos capaces, en estado de equilibrio o
    desequilibrio emocional, así como determinan qué
    tipo de relación mantendremos con nuestros subordinados
    (liderazgo), con nuestros superiores (adaptabilidad) o con
    nuestros pares (trabajo en
    equipo). Las emociones determinan cómo respondemos,
    nos comunicamos, nos comportamos y funcionamos en el trabajo y/o
    la empresa.

    En su libro, "Trabajando con inteligencia emocional",
    Goleman identifica las competencias que dependen de los
    estados de ánimo y que determinan un desempeño
    exitoso en el trabajo. Se trata de 25 habilidades que se derivan
    de cinco áreas -autoconciencia, autorregulación,
    motivación, empatía y habilidades sociales- de la
    teoría formulada por Salovey y Mayer (1990).

    Estas capacidades son:

    Área 1. Autoconciencia (implica reconocer
    los propios estados de ánimo, los recursos y las
    intuiciones):

    • Conciencia emocional: identificar las propias
      emociones y sus posibles efectos.
    • Correcta autovaloración: conocer las
      fortalezas y limitaciones propias.
    • Autoconfianza: un fuerte sentido del valor y
      capacidad propia.

    Área 2. Autorregulación (manejo de
    los propios estados de ánimo, impulsos y
    recursos):

    • Autocontrol: mantener vigiladas las emociones y los
      impulsos.
    • Confiabilidad: mantener estándares adecuados
      de honestidad e
      integridad.
    • Conciencia (compromiso consigo mismo): asumir las
      responsabilidades del propio desempeño
      laboral.
    • Adaptabilidad: flexibilidad en el manejo de las
      situaciones de cambio.
    • Innovación: sentirse cómodo con la
      nueva información, las nuevas ideas y las nuevas
      situaciones.

    Área 3. Motivación (intensidad y
    dirección de las emociones que guían o facilitan el
    cumplimiento de las metas establecidas):

    • Impulso hacia el logro: esfuerzo por mejorar o
      alcanzar un estándar de excelencia laboral.
    • Compromiso: alinearse con las metas del grupo u
      organización.
    • Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las
      oportunidades.
    • Optimismo: persistencia en la consecución de
      los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos
      que puedan presentarse.

    Área 4. Empatía (conciencia de los
    sentimientos, necesidades y preocupaciones de los
    otros):

    – Comprensión de los otros: percibir los
    sentimientos y perspectivas de los compañeros de
    trabajo.
    – Desarrollo de los otros: estar atentos a las necesidades de
    desarrollo de los otros y reforzar sus habilidades.
    Servicio de
    orientación: anticipar, reconocer y satisfacer las
    necesidades reales del cliente.
    – Diversificación: cultivar las oportunidades laborales en
    los distintos tipos de personas.

    – Conciencia política: ser capaz
    de captar y comprender las corrientes emocionales del grupo,
    así como el poder de las relaciones entre sus
    miembros.

    Área 5. Habilidades sociales (inducir
    respuestas deseadas en los otros):

    • Influencia: idear y realizar adecuadamente
      tácticas efectivas de persuasión.
    • Comunicación: saber escuchar abiertamente al
      resto y elaborar mensajes convincentes.
    • Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los
      desacuerdos que se presenten dentro del equipo de
      trabajo.
    • Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a los
      individuos y al grupo en su conjunto.
    • Catalizar el cambio: iniciador o administrador
      de las situaciones nuevas.
    • Construir lazos: alimentar y reforzar las relaciones
      interpersonales dentro del grupo.
    • Colaborar y cooperar: trabajar con otros para
      alcanzar metas compartidas.
    • Trabajar en equipo: ser capaz de crear sinergia
      para la consecución de metas colectivas.

    Estas competencias emocionales se concretan en cinco
    habilidades esenciales a desarrollar, ellas son:

    1. Autoconciencia.
    2. Autocontrol.
    3. Motivación.
    4. Empatía.
    5. habilidades sociales.

    La capacidad de conocimiento de uno mismo nos capacita
    para establecer contacto con los propios sentimientos,
    diferenciarlos entre ellos con objeto de orientar nuestra
    conducta. Esta capacidad de reconocer nuestros sentimientos es la
    piedra angular de la IE. Su verificación se obtiene
    mediante la introspección subjetiva que nos permite seguir
    con atención nuestros sentimientos. Las personas que
    poseen una mayor comprensión y una más clara
    certeza de sus emociones saben dirigir mejor sus propias
    vidas.

    La conciencia de uno mismo es una habilidad que nos
    permite controlar nuestros sentimientos y adecuarlos a las
    circunstancias del momento. Hay que tener la habilidad para saber
    tranquilizarse y desembarazarse de la ansiedad, de la tristeza o
    la irritabilidad. Las personas que carecen de estas habilidad, se
    enfrentan constantemente con tensiones desagradables que
    desestabilizan y atormentan su estado interior. Quienes tienen
    esta habilidad se recuperan más rápido de los
    reveses de la vida.

    El autocontrol emocional nos da la capacidad de demorar
    la gratificación momentánea y sofocar la agresiva
    impulsividad. Este dominio y gobierno propio
    nos hace más productivos y eficaces en las empresas que
    acometemos.

    La motivación y emoción tienen la misma
    raíz latina, MOTERE, que significa
    MOVERSE’ . La motivación es una fuerza que nos
    impulsa, nos da energía para emprender las metas que nos
    propongamos.
    En todos los órdenes de la vida la motivación es la
    clave de cualquier logro y progreso.
    Pero en la vida laboral, hoy es la esencia del éxito. A
    tal punto que uno de los más grandes dirigentes
    empresarios de este siglo, Lee Iaccocca, expresó en una
    ocasión :
    "nada hay mas importante en la gestión
    empresarial como el saber motivar a la gente, una
    motivación vale por diez amenazas, dos presiones y seis
    memorandos".

    Para mejorar la automotivación, es necesario
    pensar que se es capaz para encontrar distintas salidas a un
    problema, sentir que se posee la capacidad y energía
    necesaria para realizar una determinada tarea. Hay que estar
    seguros de las
    propias posibilidades y pensar que lo que se está haciendo
    supone un desarrollo
    personal y un afán de superación.

    Otra habilidad importante señalada por la IE es
    la Empatía, una de las destrezas de don de gente, como lo
    son también la bondad, la habilidad para entender una
    situación social, por ejemplo. La empatía puede
    definirse como la posesión de sensibilidad psíquica
    para detectar las señales
    externas que nos indican lo que necesitan o quieren los
    demás. Esta habilidad emocional es esencial para las
    relaciones sociales y el mundo laboral. Es idónea para el
    liderazgo y la eficacia en los
    contactos interpersonales.

    La empatía puede desarrollarse si se pone
    especial interés en
    comprender e interpretar los canales de comunicación no verbal que acompañan
    a toda comunicación. Fijarse en el tono de voz, en
    los gestos, en las expresiones corporales y faciales de los
    demás ayuda a intuir cómo se sienten
    realmente.

    Hay quien es diestro para controlar sus propios
    sentimientos, pero en cambio es inepto para adivinar los
    trastornos emocionales ajenos. Las lagunas de nuestra habilidad
    emocional pueden superarse mediante el esfuerzo y el positivo
    interés por nuestros colaboradores.

    Las habilidades sociales junto con la empatía,
    hace referencia a la capacidad de las personas para manejar las
    relaciones con los demás y conducirlos hacia la
    dirección que se desee ya sea buscando un acuerdo o un
    entusiasmo frente a un producto o servicio.

    Todas las personas necesitan sentirse parte de un grupo,
    pero para muchas, el hecho de entrar en contacto con otros es un
    verdadero problema. Para tener éxito en el intento, lo
    primero es observar al grupo. Conocer sus aficiones, lo que les
    une, cómo se comportan cuando están juntos y
    procurar imitarlo, para no quedar fuera de lugar. Hablando con
    los demás y disfrutando con las mismas actividades se van
    creando lazos.

    Al dirigir un grupo, deben combinarse de la mejor manera
    los cinco elementos de la Inteligencia Emocional. Sólo
    así el que comanda al grupo será un líder
    sobresaliente.

    Por ejemplo, un concepto erróneo muy extendido es
    considerar a los conflictos siempre de manera negativa. Por el
    contrario, éstos pueden ser una experiencia positiva,
    generadora de nuevas ideas o soluciones y
    catalizadora de cambios. Porque el conflicto no es en sí
    mismo un problema, la cuestión es cómo se lo
    maneja. El buen manejo del conflicto es ahorro de
    tiempo; aumento de la oportunidad de hacer trabajo real. Muchos
    directivos pierden más tiempo evitando o suavizando las
    diferencias que si hablaran abiertamente de ellas.

    No es casualidad que este sea el último
    componente de la Inteligencia Emocional, ya que los demás
    elementos combinados dan como resultado unas mayores Habilidades
    Sociales, ya sea, por ejemplo, que alguien posea una buena
    empatía o una excelente motivación, lo que genera
    que su "brillo" se transmita y se refleje en las personas con las
    que está tratando y relacionando.

    En general, la inteligencia emocional es aquella que
    permite interactuar con los demás, trabajar en grupo,
    tolerar situaciones difíciles y de conflicto, fortalecer
    vínculos afectivos, establecer una empatía social,
    controlar los impulsos y mantener niveles adecuados de humor. La
    carencia de las aptitudes anteriores se denomina actualmente
    analfabetismo emocional.

    Según Goleman, la inteligencia emocional
    en el trabajo se manifiesta en disposiciones que deben
    desarrollarse, tanto por los gerentes como por el personal
    especializado, entre ellas se encuentran: el compromiso
    organizacional, las iniciativas que estimulan el mejoramiento y
    la calidad en la ejecución de las distintas tareas, los
    incentivos
    para el desarrollo de la
    comunicación y la confianza entre los empleados, los
    distintos jefes y directivos de la empresa, la construcción de relaciones dentro y fuera
    de la compañía que ofrecen una ventaja competitiva,
    el incentivo de una constante colaboración, apoyo e
    intercambio de fuentes y
    recursos, la innovación, riesgo y
    enfrentamiento de cualquier situación como un equipo y la
    pasión por el aprendizaje y el mejoramiento
    continuo.

    El estudio de las emociones pudiera parecer algo
    etéreo, sin embargo numerosas investigaciones sustentan el
    enorme significado que tienen las emociones para la vida de las
    personas.

    Pero, ¿cómo podemos apropiarnos de las
    habilidades emocionales para bien personal y de la empresa?. En
    la teoría esto es fácil de entender, pero llevarlo
    a la práctica requiere del esfuerzo y compromiso de cada
    uno de los sujetos implicados.

    En los Seminarios, según el origen
    etimológico de la palabra, las personas adquieren
    información básica –con algún
    ejercicio práctico- respecto al origen y al alcance de la
    Inteligencia Emocional, además de aprender las 5
    Habilidades Prácticas. Mientras que, en los Talleres, se
    aprenden en profundidad cada una de las 5 Habilidades
    Prácticas, participando de las dinámicas
    de grupo y de los ejercicios que acompañan el
    desarrollo de cada una de las Habilidades.

    Los talleres de Inteligencia Emocional serán
    efectivos cuando:

    •  Los objetivos estén claros y muy bien
      definidos hallándose dentro del área de la
      inteligencia emocional.
    •  Sean guiados por profesionales de la
      inteligencia emocional.
    •  Se logre un clima de confianza, apertura y
      sinceridad.
    •  Se siga una metodología vivencial, utilizando
      métodos tipo "in-door / out-door
      training" o juegos y
      experiencias que faciliten la conexión con la realidad
      individual y de la empresa.
    •  Propicien la introspección, la
      reflexión y la toma de conciencia.
    •  Conecten con las emociones y la
      motivación de cada participante.

    En nuestro país, no se conoce ninguna experiencia
    sobre la ejecución de un taller de Inteligencia Emocional.
    Aunque el tema ha logrado buenos adeptos, entre los que me
    incluyo, no ha pasado del nivel teórico. Considero
    necesario y en función de esta tarea me dirijo, pasar al
    orden práctico de manera que logremos nuevos resultados en
    el infinito mundo de la inteligencia Emocional.

    CONCLUSIONES:

    Hoy ya sabemos que las personas emocionalmente
    inteligentes son más eficaces en la vida. Sin embargo, eso
    no significa que quienes no lo sean no puedan alcanzar el
    éxito.

    Evidentemente no. La inteligencia emocional puede
    mejorar a lo largo de la vida. Con el decursar de los
    años, el sujeto se desarrollará en la medida que
    sea, primero que todo, más consciente de sus estados de
    ánimos, tenga la capacidad de manejar emociones
    angustiosas, de comprender a sus semejantes y de guiar o
    aconsejar a los demás por el camino más
    beneficioso.

    Las personas emocionalmente inteligentes son realistas
    respecto a las metas que se trazan y logran un equilibrio
    interno, apoyándose fundamentalmente en las fortalezas
    para minimizar las debilidades y amenazas. Son personas
    constructivas, es decir, son capaces de aprovechar lo que se les
    ofrece, superando todos los obstáculos que se le
    presentan. Es oportuno destacar que no se trata reprimir el
    sentimiento o la emoción que no nos gusta, esto puede
    conducir a desajustes de la
    personalidad, sino de adecuar la expresión emocional
    al contexto. El objetivo es
    dotar de inteligencia a la vida emocional.

    Las emociones le otorgan al trabajo un valor agregado
    determinando en gran medida su éxito o fracaso. No se
    trata de una moda pasajera,
    pues se ha demostrado el reto que representa para el ejercicio
    del liderazgo y como muchas de las teorías
    gerenciales clásicas se centran en el modo en que cada uno
    se conduce y se relaciona con quienes lo rodean. Es importante
    luchar por el logro de una organización emocionalmente
    inteligente, de modo que en cada uno de sus empleados resulte en
    beneficios que mejoren su calidad de vida.

    Es preciso utilizar todos los métodos necesarios
    que contacten directamente con el interior de las personas, pues
    de lo contrario , difícilmente se podrá influir en
    estas. Por eso, cualquier programa que
    pretenda incidir sobre las actitudes y conseguir energía
    para el cambio y la mejora, debe contar con talleres de
    inteligencia emocional.

    En una empresa con estas características, los
    empleados tienen como responsabilidad aumentar su inteligencia emocional
    mediante el desarrollo de la autoconciencia, el control de las
    emociones y la automotivación; también responden
    por el uso que hacen de la inteligencia emocional en las
    relaciones con los demás, el desarrollo de técnicas
    de comunicación eficaces, el buen conocimiento
    interpersonal y la ayuda a los demás y ayudarse a
    sí mismo; además, todos se sirven de esta
    inteligencia para aplicar mejoras a la
    organización.

    La inteligencia emocional en la organización
    empieza por nosotros mismos. Al usar nuestras emociones para
    reforzar el rendimiento y las relaciones
    laborales, estamos no sólo ante el reto de fomentar,
    sino de inspirar el desarrollo de la inteligencia emocional entre
    los empleados de la empresa; el mensaje es claro, las
    posibilidades de éxito para el individuo y la empresa son
    considerables y, además, el éxito está al
    alcance de nuestras manos.

    Algunos aspectos a considerar en el entrenamiento de
    las emociones, derivados de la teoría sobre
    alfabetización emocional son la identificación de
    sentimientos propios y la de los demás, el control de
    impulsos, el reconocimiento de situaciones problemáticas y
    su verbalización, la empatía, la búsqueda de
    soluciones adecuadas a diferentes situaciones
    problemáticas, el mejoramiento de la actitud pro
    social y armoniosa en el trabajo en grupo y el mejoramiento de la
    cooperación, la ayuda y la actitud de
    compartir.

    El proceso
    educativo orientado hacia el desarrollo o fortalecimiento de la
    inteligencia emocional del personal ratifica el énfasis
    actual en la concepción del proceso laboral también
    como el de aprendizaje constante, mediante el trabajo en equipo,
    la identificación y solución de problemas,
    así como el uso de los grupos de conocimiento en la
    organización, es decir, la gestión del aprendizaje
    (GA) en las organizaciones y comunidades.

    Las características socio-económicas del
    siglo xxi (donde la tecnología constituye
    una base importante) obligan en forma insoslayable a la
    organización como un todo, a la
    administración y a los profesionales capaces; a
    desarrollar un proceso educativo que procure el desarrollo
    integral de los recursos humanos. El desarrollo intelectual
    deberá compartir su importancia, en el proceso educativo,
    con otros aspectos de la persona como son el cuidado de la salud
    física y
    mental, el desarrollo emocional, el desarrollo de la cultura
    organizacional y los valores.
    Todo esto se enfrenta con el fin de que la persona -y la
    organización como sistema formado por personas- pueda
    sobrevivir y crecer en un mundo cada vez más competitivo y
    en condiciones de recursos limitados.

    Referencias
    bibliográficas:

    1. Calderón Rodríguez, Ariel: Aspectos
      psicológicos y neurobiológicos de la inteligencia
      emocional. Doctor en Medicina.
      2003. Disponible en: H:inteligencia emocionalAspectos
      psicológicos y neurobiológicos de la inteligencia
      emocional – Monografias_com.htm
    2. Educare. Capacitación: Inteligencia Emocional.
      México.
    3. Goleman D: Inteligencia Emocional. (1995) New York:
      Bantam Books
    4. Nuñez Paula, Israel A. Profesor de la facultad
      de comunicación de la Universidad de la
      Habana.
    5. Orozco E. Preguntas y respuestas sobre la
      inteligencia empresarial. Disponible en: http://www.nuevaempresa.cu/documentos/1preguntas.pdf.

    Lic. En psicología. Edanys Sacerio
    Valcárcel

    Universidad Central Marta Abreu de las
    Villas.

    Facultad de Ciencias
    Empresariales

    Centro de Estudios Turísticos

    Cuba.

    Fecha de realización: Mayo del 2005.

    Categoría: habilidades prácticas de la
    inteligencia emocional.

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