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El Papa: Juan Pablo II. Que la paz sea con Juan Pablo II… (página 2)




Enviado por maris01_



Partes: 1, 2

A lo largo de sus casi 27 años de pontificado
nombró un total de 232 cardenales, de ellos uno "in
pectore", es decir que mantiene su nombre en secreto mientras
así lo considera el Papa.

Como Papa, Wojtyla impuso un estilo desusado al desechar la
silla gestatoria usada por sus antecesores para mostrarse en
público, se puso a nivel de la calle y de las multitudes,
mostrando sus simpatías por niños y
adolescentes.
Sus múltiples viajes al extranjero lo hicieron conocer, en
particular en América
Latina, como «el atleta de Dios», «el caminante
del Evangelio» y él «Papa peregrino».
Quizá esto sea debido al tema compuesto en su honor, por
el mexicano Ricardo Cantalapiedra titulado El Peregrino que fuera
entonado por el adolescente cantante venezolano Adrián
Guacarán en la primera de sus dos visitas pontificales a
Venezuela. El
Pontífice, haciendo uso de su don natural de la
simpatía, departió con el joven intérprete
invitándolo a visitar el Vaticano, siendo el primer
cantante de su edad que era invitado por un Papa.

Poeta, filósofo, políglota y deportista, Juan
Pablo II, en su prolongado mandato, superó numerosas
marcas: no
sólo fue el Pontífice más viajero, sino
también el que proclamó más santos y beatos,
de todos los tiempos y de todos los orígenes. Desde antes
de los inicios de su pontificado, Wojtila había escrito la
obra teatral El taller del orfebre, convertida en ópera
rock y siendo
presentada en España en
los inicios de los años 80.

Desde el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981 comenzó
a sufrir diversos problemas de
salud:
además de las dificultades que tuvo para recuperarse de
las heridas de bala que sufrió en el estómago y en
una mano, padeció luego un cáncer de intestino, la
fractura del fémur y de un hombro, y, desde los
años 90, tuvo que sobrellevar la enfermedad de Parkinson, de
origen genético.

Esto no impidió que, a fines de los años 80, su
actuación en Polonia y su influencia en los
acontecimientos que se producían en el ex bloque comunista
contribuyeran de modo considerable a la caída de los
regímenes de Europa del Este,
según coinciden numerosos historiadores.

Más de una década después, y pese a su
implacable deterioro físico, en marzo de 2003 Juan Pablo
II se opuso con todas sus fuerzas y autoridad a la
guerra de
Estados Unidos
contra Irak. En esa
misión
evidenció la misma determinación que había
mostrado al inicio de su pontificado para mediar entre Argentina
y Chile cuando se encontraban al borde del enfrentamiento.

Idéntica energía desplegó para aislar y
neutralizar a los defensores de la Teología de la
Liberación, en América Latina, y para alentar el
desarrollo de
la influencia de movimientos ultraconservadores, como el Opus
Dei, que llegaron a ocupar un lugar influyente en el Vaticano. Un
ejemplo de ello fue la canonización de Josemaría
Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, a pesar de los
testimonios en contra de tal proceso.

Entre los principales episodios de su pontificado está
la primera visita de un Papa a una iglesia luterana (Roma, 1983),
la primera a una sinagoga (Roma, 1986), la Jornada mundial de
oración por la Paz (Asís, 1986) y la
excomunión del arzobispo Marcel Lefebvre (1988).

Este año se produjo un hecho histórico: Juan
Pablo II visitó la ortodoxa Atenas y entró en una
mezquita, la de Damasco, siendo la primera vez que un
Pontífice romano pisaba una mezquita y oraba en su
interior.

Asimismo, figuran el primer encuentro de un Papa con una
comunidad
musulmana (Casablanca, 1985), el Año Santo de 1983, a
partir del cual creó las Jornadas mundiales de la Juventud,
celebradas en Roma (varias veces), Buenos Aires,
Santiago de Compostela (España), Denver (Estados Unidos),
Manila, Czestochowa (Polonia), París y Toronto
(Canadá) en 2002.

También destaca el encuentro con el último
presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, en diciembre de
1989, que marcó el
final de los regímenes comunistas europeos y la normalización de la Iglesia católica
en dichos países, y la visita realizada en enero de 1998 a
Cuba, donde
fue recibido con todos los honores por el presidente Fidel
Castro.

Aparte de sus catorce encíclicas, con Juan Pablo II se
han publicado los nuevos Códigos de Derecho
Canónico Latino (1983) y Oriental, así como el
Catecismo Universal de la Iglesia Católica (1992), fruto
del Sínodo especial de Obispos de 1985, dedicado al
Concilio Vaticano II.

Su gran deseo, que materializó, fue llegar al
año 2000, abrir la Puerta Santa e introducir la Iglesia en
el tercer milenio. En la primavera de 2000 pudo por fin pisar
Tierra Santa.
Visitó el Monte Nebo, donde (según el Antiguo
Testamento) el profeta Moisés vió la Tierra
Prometida antes de morir; Belén, Jerusalén, Nazaret
y varias localidades de Galilea.

Juan Pablo II en el 2004

Durante ese viaje, Juan Pablo II, el primero en reconocer en
1986 "los derechos nacionales" del
pueblo palestino y entablar relaciones diplomáticas plenas
con Israel en 1994,
ofició misa en la Plaza del Pesebre de Belén,
pidió perdón en el Muro de las Lamentaciones y en
el Museo del Holocausto por
los errores cometidos por los cristianos que persiguieron a los
judíos
y celebró misa en el Santo Sepulcro. Cabe reconocer que
también pidió perdón por las injusticias
cometidas por el Vaticano en contra del célebre
científico italiano Galileo Galilei a
quien hizo retractarse de sus teorías
heliocéntricas.

A mediados de marzo de 2004 pasó a ser el tercer Papa
que más tiempo
permaneció en el trono de Pedro.

Al concluir su pontificado con su muerte, en
medio de grandes sufrimientos, Juan Pablo II dejó
pendientes dos viajes: uno hacia Moscú, donde su encuentro
con el Patriarca Alejo II supondría un gran paso en la
unidad de los cristianos y otro hacia China que
hubiese significado la reanudación de sus relaciones con
El Vaticano, suspendidas desde 1949.

Resumen
de la vida de JP II

"Rogito" es un resumen de la vida del Papa, firmado por
algunos cardenales, y que se deposita en un tubo de plomo en el
féretro del Pontífice difunto.

En la luz de Cristo
resucitado de los muertos, el 2 de abril del año del
Señor de 2005, a las 21:37 horas, mientras concluía
el sábado y ya habíamos entrado en el día
del Señor, Octava de Pascua y Domingo de las Divina
Misericordia, el querido pastor de la Iglesia, Juan Pablo II,
pasó de este mundo al Padre. Toda la Iglesia
acompañó en oración su tránsito,
especialmente los jóvenes.

Juan Pablo II fue el Papa número 264. Su memoria se queda
en el corazón de
la Iglesia y de toda la humanidad.

Karol Wojtyla, elegido Papa el 16 de octubre de 1978,
nació en Wadowice, ciudad a 50 kilómetros de
Cracovia, el 18 de mayo de 1920 y fue bautizado dos días
más tarde en la Iglesia parroquial por el sacerdote
Francesco Zak.

A los 9 años recibió la primera Comunión
y a los 18 el sacramento de la Confirmación. Al
interrumpir los estudios a causa del cierre de la Universidad por
parte de las fuerzas de ocupación nazis, trabajó en
una cantera y, después, en la fábrica
química Solvay.

A partir de 1942, sintiéndose llamado al sacerdocio,
estudió en el seminario clandestino de Cracovia. El 1 de
noviembre de 1946 recibió la ordenación sacerdotal
de manos del cardenal Adam Sapieha. Después fue enviado a
Roma, donde se licenció y doctoró en
teología, con una tesis que llevaba por título
"Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce".

Regresó después a Polonia, donde recibió
algunas tareas pastorales y enseñó las sagradas
disciplinas. El 4 de julio de 1958, el Papa Pío XII le
nombró Obispo auxiliar de Cracovia. Y Pablo VI, en 1964,
le destinó a esa misma sede como Arzobispo. Como tal
intervino en el Concilio Vaticano II. Pablo VI le creó
cardenal el 26 de junio de 1967.

En el cónclave fue elegido Papa por los cardenales, el
16 de octubre de 1978, y tomó el nombre de Juan Pablo II.
El 22 de octubre, día del Señor, comenzaba
solemnemente su ministerio petrino.

El pontificado de Juan Pablo II ha sido uno de los más
largos de la Iglesia. En este periodo, bajo diferentes aspectos,
se ha asistido a muchos cambios. Entre los cuales, la
caída de algunos regímenes, a las que él
mismo contribuyó. Con el objetivo de
anunciar el Evangelio realizó muchos viajes a diferentes
países.

Juan Pablo II ejerció el ministerio petrino con
incansable espíritu misionero, dedicando todas sus
energías, movido por la "sollicitudo omnium ecclesiarum" y
por la caridad abierta a toda la humanidad. Más que todos
sus predecesores se ha encontrado con el Pueblo de Dios y con los
responsables de las naciones, en las celebraciones, en las
audiencias generales y en las visitas pastorales.

Su amor por los
jóvenes le llevó a comenzar las Jornadas Mundiales
de la Juventud, convocando a millones de jóvenes de varias
partes del mundo.

Ha promovido con éxito
el diálogo
con los judíos y con los representantes de las
demás religiones,
convocándoles en ocasiones en encuentros de oración
por la paz, especialmente en Asís.

Ha ampliado notablemente el Colegio de los Cardenales, creando
231 (además de uno "in pectore"). Ha convocado quince
Asambleas del Sínodo de los Obispos, siete generales
ordinarios y ocho especiales. Ha erigido numerosas
diócesis y circunscripciones, en particular en el Este de
Europa.

Ha reformado los Códigos de Derecho Canónico
Occidental y Oriental, ha creado nuevas instituciones
y reordenado la Curia Romana.

Como "sacerdos magnus" ha ejercido el ministerio
litúrgico en la diócesis de Roma y en todo el orbe,
en plena fidelidad al Concilio Vaticano II. Ha promovido de
manera ejemplar la vida y la espiritualidad litúrgica y la
oración contemplativa, especialmente la adoración
eucarística y la oración del santo Rosario (Cf.
carta
apostólica "Rosarium Virginis Mariae").

Bajo su guía, la Iglesia se ha acercado al tercer
milenio y ha celebrado el Gran Jubileo del año 2000,
según las líneas indicadas con la carta
apostólica "Tertio millennio adveniente". Ésta se
ha asomado después a la nueva época, recibiendo sus
indicaciones en la carta apostólica "Novo millennio
ineunte", en la que se mostraba a los fieles el camino del tiempo
futuro.

Con el Año de la Redención, el Año Marino
y el Año de la Eucaristía, ha promovido la
renovación espiritual de la Iglesia. Ha dado un impulso
extraordinario a las canonizaciones y beatificaciones para
mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran
de aliento a los hombres de nuestro tiempo. Ha proclamado doctora
de la Iglesia a Santa Teresa del Niño Jesús.

El magisterio doctrinal de Juan Pablo II es muy rico. Custodio
del depósito de la fe, se entregó con
sabiduría y valentía a promover la doctrina
católica, la teología moral y espiritual, y a
enfrentarse durante todo su pontificado a las tendencias
contrarias a la genuina tradición de la Iglesia.

Entre los documentos
principales, se encuentran 14 encíclicas, 15 exhortaciones
apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 45
cartas
apostólicas, además de las catequesis propuestas en
las audiencias generales y de las alocuciones pronunciadas en
todas las partes del mundo. Con su enseñanza, Juan Pablo II ha confirmado e
iluminado al Pueblo de Dios sobre la doctrina teológica
(sobre todo en las primeras tres grandes encíclicas
"Redemptor hominis", "Dives in misericordia", "Dominum et
vivificantem"), antropológica y social (encíclicas
"Laborem exercens", "Sollicitudo rei socialis", "Centesimus
annus"), moral (encíclicas "Veritatis splendor",
"Evangelium vitae"), ecuménica (encíclica "Ut unum
sint"), misiológica (encíclica "Redemptoris
missio"), mariológica (encíclica "Redemptoris
Mater").

Ha promulgado el Catecismo de la Iglesia Católica a la
luz de la Tradición, autorizadamente interpretada por el
Concilio Vaticano II. Ha publicado también algunos
volúmenes como doctor privado.

Su magisterio ha culminado en la encíclica "Ecclesia de
Eucharistia" y en la carta apostólica "Mane nobiscum
Domine", durante el Año de la Eucaristía.

Juan Pablo II ha dejado a todos un testimonio admirable de
piedad, vida santa y paternidad espiritual.

Juan Pablo II:

La
personalidad
más destacada del siglo XX:

Personajes encumbrados del mundo eclesial, literario,
histórico, científico, artístico y millones
de personas de vida sencilla creen que Juan Pablo II es la
personalidad más descollante del Siglo XX. Reconocen en el
presente esplendoroso y traumático del siglo que se va, a
un hombre que
vivió las exigencias del corazón y de la mente en
grado heroico

Y desde la esclarecida coherencia fue conductor universal,
como Vicario de Cristo.

Su rica experiencia de vida reconoce ámbitos tan
diversos como las aulas en calidad de
estudiante y profesor; el trabajo
físico como obrero en minas; el arte como poeta y
actor; los deportes como
alpinista; nadador, esquiador y futbolista; la intelectualidad
como ensayista y escritor; la oración, el altar y el
pulpito como sacerdote y, en los caminos de la ciudad y del
mundo, como peregrino de la verdad del hombre, del mundo y de
Dios.

Con estos antecedentes, el cardenal Karol Wojtyla, a los 50
años, fue elegido sucesor de Pedro. En su primer mensaje a
la muchedumbre congregada en la Plaza San Pedro emociono a todos
con su personal
invitación: no tengan miedo, abran de par en par las
puertas a Cristo.
Y poco después, el escudo de su
pontificacion con la inscripción totus tuus, daba cuenta
de su total y filial entrega de su persona y
misión a Maria, que a lo largo de su ministerio
habríamos de descubrir en sus más variados
matices.

Aquel 22 de octubre de 1978, los que seguíamos su
presentación al mundo por televisión, sin poder aun
entender exactamente como se pronunciaba su nombre, nos dimos
cuenta de la providente riqueza espiritual de la Iglesia, porque
nos entregaba a un PAPA de la bisagra política de Oriente y
Occidente, que en su primera alocución fue capas de
decir: ahora la Iglesia del silencio habla por mi. Y su
vos es reconocida hoy como la punta de lanza que derribó
el divisorio muro de Berlín y posibilito el reencuentro de
hermanos separados arbitrariamente.

A partir de entonces, sus intrepidad acciones,
arraigada solo en la verdad del hombre y la verdad de Dios, se
encargaron de demostrar que ése su hablar iba precedido de
un amor ilimitado por la dignidad de
mujeres y hombres de cualquier latitud y condición
social.

Así, trepando la cuesta del planeta, escarpada de
desigualdades e injusticias, se guió solo por las huellas
de Jesús: camino, verdad y vida, sostuvo al hombre
vacilante, ilumino a los corazones de esperanza, prodigo consuelo
a los afligidos, alentó a los jóvenes, denuncio la
injusticia, reclamo la libertad, inspiro acciones de solidaridad,
tendió puentes de reconciliación entre poblaciones
y países en guerra, animo la unidad y cooperación
entre todos los credos, ofreció el magistral testimonio de
perdonar al agresor que intento matarlo. Surcó todos los
cielos, camino todos los caminos, entro en todos los ambientes
para tender su brazo de padre, de hermano y amigo, tanto en
ciudades súper desarrolladas como en las villas miserias
del tercer mundo.

¿Por qué millones de personas a su paso, tanto
en Río de Janeiro como en Nueva York, en Londres como en
Filipinas, en Argentina como en Irlanda, tienden sus manos hacia
su blanca figura que pasa bendiciéndolos?

Las razones pueden ser muchas, pero hay una que creo las
comprende a todas: esos pueblos reconocen en Juan Pablo II-
aunque no siempre de manera explicita- el amor del
padre, la presencia salvadora de Jesús y la fuerza
arrolladora del espíritu.

Hoy mas que nunca Juan Pablo II levanta su callado de pastor
para conducir al pueblo de Dios, no solo desde la cátedra
de la doctrina del Evangelio, del Gobierno de la
Iglesia y de la santificación, sino especialmente desde la
cátedra del dolor y del limite físico, que le
permite asemejarse y compartir los dolores de los niños,
mujeres, ancianos y trabajadores de los pueblos sufrientes de
América, Asia y África.

Su imagen profetiza
las bienaventuranzas desde el sufrimiento vivido y compartido,
desde el dolor que cree en la redención.

Por ello hoy podemos afirmar que Juan Pablo II ha superado las
barreras culturales, sociales, raciales y religiosas, para
compartir con todos los hombres, con cualquier persona, los
repliegues más íntimos del corazón, donde
sólo la luz de Dios es el puerto de toda esperanza y el
umbral de un mundo nuevo.

Muerte

Su funeral:

Al ser anunciada su muerte, en medio del rezo del Rosario, el
público presente en la Plaza de San Pedro
prorrumpió en nutridos aplausos. Las luces de su
habitación en el Vaticano se apagaron por un instante para
comunicar de esta manera el momento de su fallecimiento, pero
luego fueron encendidas nuevamente y así permanecieron,
cuando muchas personas pensaban que se harían apagar y
serían cerradas las ventanas en el momento en que se
confirmase su fallecimiento.

Su muerte se produjo a las 21:37 horas de Italia del 2 de
abril de 2005 debido a una septicemia y a un colapso
cardiopulmonar irreversible, agravado por su enfermedad de
Parkinson. En su agonía, le dictó a su secretario,
Stanislao Dzwiwisz, una carta en la que decía:

"Soy feliz, séanlo también ustedes. No quiero
lágrimas. Recemos juntos con satisfacción. A la
Virgen confío todo felizmente". En sus últimos
momentos, dedicó unas palabras a la multitud, sobre todo
gente joven, reunida en la Plaza de San Pedro: Yo los he buscado
y ahora ellos vienen a buscarme. Su última palabra fue:
"Amén" haciendo el gesto de la bendición hacia la
ventana de sus aposentos, hacia los fieles apostados en la Plaza
de San Pedro.

Falleció el Papa Juan Pablo II:

El Santo Padre Juan Pablo II murió el sábado a
la noche, a los 84 años, en sus aposentos privados en la
Ciudad del Vaticano (AP) – El Papa Juan Pablo II, el
pontífice polaco que condujo la Iglesia católica
durante más de un cuarto de siglo y fue de lejos el
más viajero de la historia, murió a los
84 años de edad, anunció el Vaticano el
sábado.

"El Santo Padre falleció esta noche a las 9.37 PM en su
departamento privado. Se han puesto en marcha todos los procedimientos
establecidos en la Constitución Apostólica 'Universi
Dominici Gregis' escrita por Juan Pablo II el 22 de febrero de
1996", dijo el anuncio formulado por el vocero Joaquín
Navarro Valls y distribuido a los periodistas por correo
electrónico.

El pontífice falleció después de padecer
insuficiencia cardíaca y renal luego de dos internaciones
en dos meses. Unas pocas antes, el Vaticano había
informado que el Papa estaba "gravísimo" pero que
respondía a sus asesores.

El cardenal Angelo Sodano, segundo en jerarquía en la
Santa Sede, inmediatamente condujo plegarias en la Plaza de San
Pedro ante una multitud llorosa de 70.000 personas que estaban
iniciando una vigilia.

Algunos fieles se tomaban la cabeza con la mano en
señal de incredulidad. Otros lloraban desconsoladamente.
Las ventanas del aposento del Papa seguían encendidas
después del anuncio.

Desde su sorpresiva elección en 1978, Juan Pablo
viajó con frecuencia por el mundo, oponiéndose
enérgicamente al comunismo tanto
en su Polonia natal como en el bloque soviético, pero
también predicando contra el consumerismo a ultranza, la
anticoncepción y el aborto.

Juan Pablo era un hombre robusto de 58 años cuando los
cardenales sorprendieron al mundo y eligieron al cardenal de
Cracovia, el primer papa no italiano en 455 años.

Pero en sus últimos años, Juan Pablo era la
imagen de la fragilidad, acosado por dolencias que
incluían la enfermedad de Parkinson. Aunque mantuvo sus
viajes por el mundo, estaba cada vez más débil e
inmóvil.

Enérgico adversario del comunismo, sentó la
chispa que contribuyó a derribarlo en Polonia, desde donde
una revolución incontenible se contagió
al resto del bloque soviético. Hasta una autoridad como el
ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov le
atribuyó gran parte del mérito.

Pero a la vez, Juan Pablo no era admirador de los estilos de
vida occidentales, a los que criticaba el consumerismo
generalizado y la promiscuidad.

Se dijo que el pontífice tenía fiebre el jueves
por la noche, que el Vaticano atribuyó a una
infección urinaria que desembocó en falla
cardíaca y renal.

Navarro Valls había dicho el sábado que Juan
Pablo no estaba en coma y que abría los ojos, pero
admitió que desde la madrugada "han aparecido los primeros
signos de que
está afectada su conciencia".

"Está consciente de que lo está por acoger el
Señor", dijo el cardenal Joseph Ratzinger, uno de los
más estrechos allegados al Papa, el sábado por la
tarde.

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El Papa murió a las 02: 37 PM
ET. (AP)

TESTAMENTO

Testamento de Juan Pablo
II

Resumen oficial publicado por el Vaticano del:

6.3.1979

Totus Tuus ego sum
En el Nombre de la Santísima Trinidad. Amén.

"Velad porque no sabéis en qué día
vendrá vuestro Señor" (cf.Mt 24, 42), estas
palabras me recuerdan la última llamada, que vendrá
en el momento que quiera el Señor. Quiero seguirle y deseo
que todo lo que forma parte de mi vida terrenal me prepare para
este momento. No sé cuando llegará, pero como todo,
también deposito este momento en las manos de la Madre de
mi Maestro: Totus Tuus. En sus manos maternas lo dejo todo y a
todos aquellos con quienes me ha ligado mi vida y mi
vocación. En esas manos dejo sobre todo a la Iglesia y
también a mi nación
y a toda la humanidad. A todos doy las gracias. A todos pido
perdón. Pido también oraciones para que la
misericordia de Dios se muestre más grande que mi
debilidad y mi indignidad.

Durante los ejercicios espirituales he releído el
testamento del Santo Padre Pablo VI. Su lectura me ha
llevado a escribir el presente testamento.

No dejo tras de mí propiedad
alguna de la que sea necesario disponer. En cuanto a las cosas de
uso cotidiano que me servían, pido que se distribuyan como
se considere oportuno. Que se quemen mis apuntes personales. Pido
que se encargue de todo esto don Stanislao a quien doy las
gracias por la gran colaboración y la ayuda prolongadas en
estos años. Todos los demás agradecimientos, en
cambio, los
dejo en el corazón ante Dios mismo, porque es
difícil expresarlos.

En lo que se concierne al funeral, repito las mismas
disposiciones que dio el Santo Padre Pablo VI (nota al margen: la
sepultura en la tierra, no en un sarcófago, 13.3.92)

"apud Dominum misericordia
et copiosa apud Eum redemptio"

Juan Pablo II

Roma, 6. III. 1979

Después de la muerte pido
Santas Misas y oraciones

5.III.90

********

Folio sin fecha:

Expreso mi más profunda confianza en que, a pesar de
toda mi debilidad, el Señor me conceda todas las gracias
necesarias para hacer frente según Su voluntad a cualquier
tarea, prueba o sufrimiento que quiera pedir a su siervo en el
curso de la vida. También tengo confianza en que no
permitirá jamás que, mediante cualquier actitud
mía: palabras, obras u omisiones, traicione mis obligaciones
en esta Santa Sede Petrina.

********

24.II-1.III.1980

También durante estos ejercicios espirituales he
reflexionado sobre la verdad del sacerdocio de Cristo en la
perspectiva de aquel tránsito que para cada uno de
nosotros es el momento de la propia muerte. Del adiós a
este mundo para nacer a otro, al mundo futuro, signo elocuente
(escrito encima: decisivo) es para nosotros la
Resurrección de Cristo.

He leído por tanto mi testamento del último
año, lectura efectuada también durante los
ejercicios espirituales, la he comparado con el testamento de mi
gran predecesor y padre Pablo VI, con ese testimonio sublime de
la muerte de un cristiano y de un Papa y he renovado en mí
la conciencia de las cuestiones a las que se refiere el registro del
6.III.1979 que yo había preparado –de forma bastante
provisional.

Hoy sólo quiero añadir esto, que cada uno debe
tener presente la perspectiva de la propia muerte. Y debe estar
preparado para presentarse frente al Señor y Juez y, al
mismo tiempo frente al Redentor y al Padre. Así, yo
también lo tengo continuamente en consideración,
confiando ese momento decisivo a la Madre de Cristo y de la
Iglesia, a la Madre de mi esperanza.

Los tiempos que vivimos son indeciblemente difíciles e
inquietos. También el camino de la Iglesia se ha vuelto
difícil y tenso, tanto para los fieles como para los
pastores, prueba característica de estos tiempos. En
algunos países –como por ejemplo en aquel del cual
he leído en los ejercicios espirituales– la Iglesia
se encuentra en un periodo de persecución tal que no es
inferior a la de los primeros siglos, al contrario, incluso los
supera por el grado de impiedad y odio. Sanguis martyrum – semen
christianorum. Y además esto: muchas personas inocentes
desaparecen también en este país en que
vivimos…

Deseo una vez más confiarme totalmente a la gracia del
Señor. Él mismo decidirá cuándo y
cómo tengo que terminar mi vida terrena y mi ministerio
pastoral. En la vida y en la muerte Totus Tuus con la Inmaculada.
Aceptando ya desde ahora esta muerte, espero que Cristo me
conceda la gracia para el último pasaje, es decir la
Pascua, (la mía). También espero que haga que sea
yo útil para esta causa tan importante a la que intento
servir: la salvación de la humanidad, la salvaguarda de
la familia
humana, y con ella de todas las naciones y todos los pueblos,
–entre ellos también me dirijo de forma particular a
mi Patria terrena– útil para las personas que de
modo particular me ha confiado, para velar por la Iglesia, para
la gloria de Dios.

No quiero añadir nada a lo que escribí hace un
año, sólo manifestar esta disposición y
también esta confianza a las que nuevamente me han
dispuesto los ejercicios espirituales.

Juan Pablo II

Totus Tuus ego sum

5.III.1982

En el curso de los ejercicios espirituales de este año
he leído (varias veces) el texto del
testamento del 6.III.1979. A pesar de que todavía lo
considero provisional (no definitivo) lo dejo como existe. No
cambio nada (por ahora) y tampoco agrego, en lo que se refiere a
las disposiciones que contiene.

El atentado contra mi vida el 13.V.1981 confirmó, de
alguna forma la exactitud de las palabras escritas en el periodo
de los ejercicios espirituales de 1980 ( 24.II- 1.III).

Cuanto más profundamente siento que me encuentro
totalmente en Manos de Dios, permanezco continuamente a
disposición de mi Señor, confiándome a
Él en su Madre Inmaculada (Totus Tuus).

Juan Pablo II pp. II

********

5.III.82

En lo que respecta a la última frase de mi testamento
del 6.III.79: "Sobre el lugar del funeral decida el Colegio
Cardenalicio y los compatriotas. Aclaro que pienso en: el
metropolitano de Cracovia o el Consejo General del Episcopado de
Polonia. Pido por tanto al Colegio Cardenalicio que satisfaga en
la medida de lo posible las eventuales peticiones de los
más anteriormente citados.

********

1.III.1985 (en el curso de los ejercicios espirituales).

De nuevo –en lo referente a la expresión "Colegio
Cardenalicio y los Compatriotas–: el "Colegio Cardenalicio"
no tiene obligación alguna de interpelar sobre este
argumento a " los Compatriotas": sin embargo, puede hacerlo, si
por alguna razón lo considerase justo.

JPII

Los ejercicios espirituales del año jubilar del
2000
(12-18.III)

(para el testamento)

1. Cuando el día 16 de febrero de 1978 el
cónclave de los cardenales eligió a Juan Pablo II,
el primado de Polonia, Cardenal Stefan Wyszynsk, me dijo: "La
tarea del nuevo Papa será introducir a la Iglesia en el
Tercer Milenio". No sé si repito exactamente la frase,
pero al menos ese era el sentido de lo que sentí entonces.
Lo dijo el hombre que
ha pasado a la historia como Primado del Milenio. Un gran
primado. He sido testigo de su misión, de su entrega
total. De sus luchas: de su victoria. "La victoria, cuando
llegue, será una victoria a través de
María". Estas palabras de su predecesor, el Cardenal
August Hlond, las solía repetir el Primado del
Milenio.

De este modo, me he preparado para la tarea que el día
16 de octubre de 1978 se presentó ante mí. En el
momento en que escribo estas palabras, el Año Jubilar del
2000 ya es una realidad. La noche del 24 de diciembre de 1999 se
abrió la Puerta Santa del Gran Jubileo en la
Basílica de San Pedro, después la de San Juan de
Letrán, la de Santa María la Mayor, en año
nuevo y el día 19 de enero la puerta de la Basílica
de San Pablo de Extramuros. Este último acto, dado su
carácter ecuménico, ha quedado
grabado en mi memoria de modo particular.

2. A medida que pasa el Año Jubilar del 2000, un
día tras otro, se cierra tras nosotros el siglo XX y se
abre el siglo XXI. Según los designios de la Providencia
se me ha concedido vivir en el difícil siglo que se
está acabando, que empieza a pertenecer al pasado y ahora,
en el año en que alcanzo los 80 años de vida
('octogesima adveniens'), es necesario preguntarse si no es
tiempo de repetir con el bíblico Simeón: 'Nunc
dimittis'.

El día 13 de mayo de 1981, el día del atentado
al Papa durante la audiencia general en la Plaza San Pedro, la
Divina Providencia me salvó milagrosamente de la muerte.
Aquel que es único Señor de la vida y de la muerte,
Él mismo me ha prolongado esta vida, en un cierto modo me
la ha vuelto a dar. Desde aquel momento pertenece aún
más a Él. Espero que Él me ayudará a
reconocer hasta cuando debo continuar este servicio, al
que me llamó el día 16 de octubre de 1978. Le pido
que me llame cuando quiera. "Pues si vivimos, vivimos para el
Señor; y si morimos, morimos para el Señor" (cf. Rm
14, 8). Espero que hasta que pueda realizar el servicio petrino
en la Iglesia, la Misericordia de Dios me obtenga las fuerzas
necesarias para ello.

3. Como todos los años, durante los ejercicios
espirituales he leído mi testamento del 6.III.1979. Sigo
manteniendo las disposiciones contenidas en él. Lo que
entonces y durante los sucesivos ejercicios espirituales he
añadido es un reflejo de la difícil y tensa
situación general, que ha marcado los años ochenta.
Desde el otoño de 1989 esta situación ha cambiado.
El último decenio del siglo pasado ha estado libre
de las tensiones anteriores; esto no significa que no hayan
surgido nuevos problemas y dificultades. De modo particular, sea
alabada la Divina Providencia por ello, el periodo de la llamada
"guerra fría" terminó sin el violento conflicto
nuclear que pesaba sobre el mundo en el periodo precedente.

4. Al encontrarme en el umbral del tercer milenio "in medio
Ecclesiae", deseo expresar una vez más gratitud al
Espíritu Santo por el gran don del Concilio Vaticano II,
–del que junto a la Iglesia entera y todo el
episcopado– me siento deudor. Estoy convencido de que las
nuevas generaciones podrán servirse todavía durante
mucho tiempo de las riquezas proporcionadas por este Concilio del
siglo XX. Como obispo que ha participado en el evento conciliar
desde el primer hasta el último día, deseo confiar
este gran patrimonio a
todos aquellos que son y serán llamados a ponerlo en
práctica en el futuro. Por mi parte, doy gracias al Pastor
Eterno que me ha permitido servir a esta grandísima causa
en el curso de todos los años de mi pontificado.

"In medio Ecclesiae"… desde los primeros años de
servicio episcopal –precisamente gracias al Concilio–
he podido experimentar la comunión fraterna del
episcopado. Como sacerdote de la arquidiócesis de Cracovia
ya conocía la comunión fraterna en el presbiterado-
el Concilio abrió una nueva dimensión de esta
experiencia".
5. ¡Cuántas personas tendría que nombrar
aquí! Probablemente el Señor Dios habrá
llamado a Sí a la mayoría de ellos. En lo que
respecta a los que todavía se encuentran en esta parte,
que las palabras de este testamento les recuerden, a todos y en
todas partes, allí en donde se encuentren.

En el curso de más de veinte años en que presto
el servicio Petrino "in medio Ecclesiae" he experimentado la
bondadosa y muy fecunda colaboración de tantos cardenales,
arzobispos y obispos, de tantos sacerdotes y personas consagradas
–hermanos y hermanas–, en fin, de tantísimas
personas laicas, en la Curia, en el Vicariato de la
diócesis de Roma, y también fuera de estos
ambientes.

¡Cómo no abrazar con grata memoria a todos los
episcopados del mundo, con los cuales me he encontrado a lo largo
de las visitas "ad limina Apostolorum" ¡Cómo no
recordar también a tantos hermanos cristianos no
católicos! !Y al rabino de Roma y a tantos numerosos
representantes de las religiones no
cristianas! !Y cuántos representantes del mundo de la
cultura, de la
ciencia, de la
política, de los medios de
comunicación social!

6. A medida que se avecina el límite de mi vida terrena
vuelvo con la memoria al
principio, a mis padres, al hermano y la hermana –que no
conocí porque murió antes de que yo naciese–,
a la parroquia de Wadowice donde fui bautizado, a esa ciudad que
amo, a mis coetáneos, compañeras y
compañeros de la escuela primaria, del bachillerato, de la
universidad, hasta los tiempos de la ocupación, cuando
trabajé como obrero y después en la parroquia de
Niegowic, en la cracoviana de San Floriano, en la pastoral de los
universitarios, en aquel ambiente
en todos los ambientes … en Cracovia y en Roma … en las
personas que de forma especial el Señor me ha
confiado.

Quiero decir a todos sólo una cosa: "Que Dios os
recompense".

"In manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum"

A.D.
17.III.2000

ANEXOS

(Pedirlos al autor)

Poesías del Papa

Juan Pablo II volvió a pedir por la paz en el mundo

Que la Paz sea con Juan Pablo II

Las emotivas exequias de Juan Pablo II

Esperando un nuevo tiempo

BIBLIOGRAFÍA:

Agenda 2000 "luz para el tercer milenio". ( Idea y
realización: Héctor Lorenzo).

Diario El Litoral.

Revista pronto (miércoles 6 de abril de 2005).

Paginas de Internet:

www.italianrosaries.com

www.espndeportes.espn.go.com

SALA, MARIA JOSE

RELIGIÓN.

3° POLIMODAL.

2005.

Partes: 1, 2
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