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La reproducción asistida: Valoración Tecnocientífica y Consideraciones éticas




Enviado por jlfguajardo



    1. Bioética y
      reproducción asistida
    2. La Reproducción
      Asistida en la ciencia médica
    3. Consideraciones éticas
      de la reproducción asistida
    4. Conclusión
    5. Bibliografía

    Introducción.

    La biomedicina, entendida como el desarrollo de
    la ciencia
    médica en favor de la vida, se ha desarrollado de manera
    sorprendente desde los últimos años. Ha sido
    considerada uno de los principales campos de éxito
    del hombre. La
    manipulación genética,
    la reproducción asistida, la misma clonación, son algunas de las direcciones
    que han tomado los avances tecnocientíficos.

    Las técnicas
    de reproducción asistida, hoy en día y cada vez
    más, abren al hombre la posibilidad de la obtención
    de la procreación superando cualquier limitante. En muchos
    países se brindan este tipo de servicios
    médicos y cada vez aumenta más el número
    niños
    nacidos bajo la intervención de algún tipo de
    reproducción
    asistida.

    Este es un hecho innegable, que ha abierto un extenso debate sobre
    la moralidad de
    estos actos. Dado que es un hecho que afecta directamente a la
    persona
    humana, urge poner en claro los fundamentos de una correcta
    antropología que sustente la
    valoración ética. En
    este trabajo
    pretendemos abordar la moralidad de las técnicas de
    reproducción asistida. Comenzamos por un breve
    acercamiento sobre lo que se entiende por bioética y
    un breve recorrido histórico del uso de este tipo de
    técnicas. En un segundo momento describimos las
    principales técnicas de reproducción asistida para
    concluir con la respectiva valoración ética.

    Cabe destacar que la antropología y la ética
    desde la que abordaremos este trabajo será la denominada
    personalista, por ser, para nuestro punto de vista, la que mejor
    salvaguarda la naturaleza
    humana, y la mejor expuesta hasta este momento.

    I. Bioética y
    reproducción asistida.

    1.1 Qué es la bioética.

    La palabra bioética es un vocablo compuesto de
    bios, que significa vida, vida y ética. El doctor
    Marsich la define nominalmente como la ética de la vida,
    pero agrega que es la ciencia que
    estudia la vida a partir de los principios
    universales morales. Una idea más desarrollada sobre lo
    que es la bioética es la que la concibe como una ciencia
    que reflexiona sistemáticamente sobre las intervenciones y
    problemas que
    se ponen en el campo de la biomedicina con la finalidad de
    establecer criterios y límites
    entre lo lícito y lo ilícito.

    Estamos, por tanto, ante una ciencia que trata todo lo
    relacionado con el mundo de la medicina y la
    vida, la tecnología y las
    investigaciones que se hacen en este campo. Pero
    es una reflexión ética, es decir, sobre la
    moralidad de estas acciones. Por
    eso, podemos hacer notar el objeto material y formal de esta
    ciencia. El objeto material son los problemas
    biotecnológicos. El objeto formal es establecer criterios
    de lo lícito y lo ilícito.

    Ampliamente y en algunos sectores de la comunidad
    científica, se discute sobre si la bioética es una
    disciplina
    independiente o tan sólo una rama de la ética.
    También se discrepa sobre el lugar exacto en el que se
    deba estudiar : estudios de leyes, estudios
    de medicina, estudios de filosofía. En ambos casos no hay
    aún una idea unánime.

    1.2 Qué es la reproducción
    asistida.

    Hasta fechas muy recientes, los matrimonios infértiles
    se veían obligados a tener que aceptar su suerte o
    recurrir a la adopción.
    La ciencia y la técnica no ofrecían solución
    alguna a sus deseos de descendencia cuando la naturaleza se
    revelaba hostil. Sólo quedaban los remedios populares en
    las diversas culturas : religiosos, mágicos, etc. En
    la actualidad, los avances científicos y técnicos
    han permitido reactivar la esperanza a estos matrimonios, sin
    conseguir siempre satisfacer sus aspiraciones.

    Por reproducción asistida se entiende todo proceso
    tecnocientífico en el que, no de manera natural y en
    relación directa con el uso de la ciencia y la
    tecnología, se logran obtener resultados de
    reproducción de seres vivos de manera artificial.
    Obviamente en este trabajo nos estaremos refiriendo a la
    reproducción asistida en humanos, pues también la
    ciencia, y con mucha más ventaja en cuanto a años y
    desarrollo tecnológico, ha logrado este tipo de resultados
    reproductivos en animales. El
    término de reproducción asistida también ha
    sido llamado reproducción artificial,
    entendiéndose lo mismo aunque sólo haciendo mayor
    relevancia al lugar de trabajo : el laboratorio.
    Artificial o asistida, el caso es que el hombre, con
    su ingenio y desarrollo científico, interviene en procesos que
    deberían ser naturales, pero que por alguna razón
    no pueden ser así. La técnica, la ciencia y el
    ingenio humano se conjugan y traen por consecuencia resultados
    idénticos al de la reproducción natural.

    1.3 Recorrido histórico de la reproducción
    asistida.

    Los avances de la biomedicina que hacen referencia a la
    reproducción asistida comienzan en el año de 1777
    cuando el científico Spallanzini intentó la
    inseminación artificial de reptiles. Pocos años
    después, en 1785, Hunter realizó la primera
    inseminación artificial humana con el nacimiento de un
    niño en ese mismo año. Entre 1850 y 1900 se
    publican varios trabajos sobre inseminación artificial. En
    1890 se realizó la primera inseminación con donante
    de semen. En 1954 se publica el primer trabajo realizado con
    semen congelado, consiguiéndose cuatro embarazos. En 1973,
    después de varios años de práctica privada,
    se recomienda en Inglaterra que la
    inseminación con donante se realice dentro del sistema de
    salud
    pública. Todas estas técnicas de
    reproducción asistida que han sido descritas hasta
    aquí, se refieren a la técnica denominada in
    situ
    , o lo que es lo mismo, dentro del cuerpo de la
    mujer.

    El primer intento de fecundar in vitro óvulos de
    coneja y cobaya fue realizado en 1878 por el biólogo
    alemán Schenck, sin éxito. En 1930, Gregory Pincus
    publicó el primer experimento con éxito de fecundación in vitro en conejos,
    consiguiendo fecundar óvulos y transferirlos a la trompa
    de Falopio, pero no logró ningún embarazo. En
    1959, Chang consiguió la primera fecundación in
    vitro
    con embarazo en una coneja, y también
    demostró que los espermatozoides se podían
    capacitar en medios
    sencillos. En los años setenta, diversos métodos de
    fecundación in vitro se pusieron a prueba, con el
    fin de aplicarse en veterinaria.
    En 1972, el francés Jackes Testard obtuvo el primer
    nacimiento de una ternera, cuya fecundación se
    originó in vitro.

    En humanos, la primera fecundación in vitro la
    intentaron en 1944 Rock y Menkin. En
    1960 se realizan nuevos ensayos de
    este tipo de fecundación con ovocitos humanos. En 1965,
    Robert Edwards consiguió fecundar in vitro ovocitos
    de mujeres, pero no logró la división celular al
    ser óvulos inmaduros. En 1969 se realizaron los primeros
    estudios con embriones humanos en cultivo, y en 1971, con el uso
    de la laparoscopia que permite obtener grandes cantidades de
    ovocitos, se empezaron a transferir a mujeres infértiles
    embriones obtenidos in vitro, sin alcanzar la
    implantación.

    E 25 de julio de 1978 nace mediante fecundación in
    vitro
    Louisa Brown, en Manchester, trabajo realizado por
    Patrick Steptoe y Robert Edwards. La noticia tuvo resonancia
    mundial, conmovió a la humanidad y desató
    polémica. Para lograr este resultado, Steptoe y Edwards
    habían realizado más de cien intentos fallidos, y
    el último intento se realizó en 79 mujeres,
    obteniendo 4 embarazos, con dos abortos y dos nacimientos,
    primero Louisa Brown y posteriormente un niño. El tercer
    humano en donde se empleó la fecundación in
    vitro
    nació unos meses más tarde. Fue una
    niña que nació en Australia, con el equipo de
    Lopata y Johnston, que estaban también tratando de
    realizar esta técnica. En Francia, la
    primera niña nacida con esta técnica fue Armandie,
    en mayo de 1981 ; en EEUU fue en diciembre de 1981 ; en
    España
    fue Victoria Anna, nacida en Barcelona el 12 de julio de 1984.
    Los primeros gemelos del mundo obtenidos bajo esta técnica
    fueron obtenidos en junio de 1981 en Australia, y en 1984
    nacieron los primeros cuatrillizos.

    En 1984 nació en Australia la primera niña
    procedente de un embrión congelado, Zoe ; y el 22 de
    julio de 1987 en España. La primera vez que se
    utilizó este método
    para la selección
    del sexo en
    enfermedades
    ligadas al sexo fue en 1990, en Londres ; y en
    España, el uso de este método para evitar la
    transmisión de una enfermedad ligada al cromosoma X
    nació en Madrid en
    marzo de 1994.

    Los últimos pasos del desarrollo científico de
    esta técnica ha sido la microinyección de
    espermatozoides, que se logró por primera vez en 1966 con
    ratones, y con humanos en 1981. El primer ser humano nacido
    mediante esta técnica fue en 1988.

    II. La
    reproducción asistida en la ciencia médica.

    La reproducción asistida o artificial, se ha
    desarrollado en la biomedicina a partir de tres técnicas
    que a continuación veremos por separado : la
    reproducción asistida in situ o
    intracorpórea, que se refiere al proceso de
    reproducción que se lleva a cabo dentro del cuerpo de la
    mujer, la
    reproducción asistida in vitro o
    extracorpórea, que se refiere al proceso de
    reproducción que cuya fecundación se lleva a cabo
    fuera del cuerpo de la mujer seguido de la transferencia del
    óvulo fecundado al cuerpo de la mujer, y la
    clonación, entendida con fines reproductivos
    artificiales. Además, algunas fuentes
    mencionan la subrogación del útero como una
    alternativa, aunque no propiamente una técnica de
    reproducción asistida.

    Así mismo, debemos mencionar que la reproducción
    asistida puede ser homóloga o heteróloga. La
    homóloga es cuando se realiza con semen del esposo,
    mientras que la heteróloga cuando se realiza con semen de
    un donante. Este semen puede proceder de un donante conocido o de
    un banco de
    esperma ; en ambos casos el padre biológico es
    distinto del padre que se hará cargo de él.

    2.1 Técnicas de reproducción in situ
    o intracorpóreas.

    1. Inseminación Artificial

    La inseminación artificial (IA), propiamente dicha,
    consiste en introducir artificialmente, no por el acto sexual, el
    semen humano en el organismo de la mujer. Puede ser intravaginal,
    intracervical o intraperitoneal, siendo la más frecuente
    la intracervical. La inseminación se realiza un poco antes
    de la ovulación, dado que la presencia de progesterona
    determina que el moco cervical sea denso, lo que impide la
    penetración espermática. Esta ovulación
    puede ser estimulada en pacientes con ciclos irregulares que
    presentan ovulación esporádica.

    Primeramente se obtiene el semen, que puede ser por
    masturbación, por estimulación eléctrica
    testicular, o con una técnica postcoital, mediante un
    preservativo perforado en una relación conyugal normal.
    También, en el caso de esterilidad del varón, se
    puede recurrir a semen donado, fresco o congelado, en el caso de
    no encontrarse donante.

    Antes de introducir el semen en el cuerpo de la mujer ha de
    ser preparado convenientemente en el laboratorio,
    preparación que conlleva exigencias diversas según
    los casos. Igualmente, es necesario conocer el momento en que la
    ovulación está próxima a realizarse. La IA
    no precisa anestesia.

    Las razones por las que se acude a la IA son variadas :
    la azoospermia, oligospermia, vasectomía del varón,
    impotencia sexual (que imposibilita al varón depositar el
    semen hasta el fondo de la vagina o en cualquier parte de ella),
    esterilidad idiopáticas, presencia de anticuerpos contra
    el esperma, malformaciones congénitas del aparato sexual
    masculino o femenino, ausencia de condiciones adecuadas para la
    fecundación en el semen del varón (escasa vitalidad
    o movilidad) así como causas genéticas, como la
    hostilidad cervical, enfermedades genéticas del
    varón, transmisibles a la descendencia.

    El hecho de ser una IA homóloga o heteróloga
    únicamente difiere del varón del que procede el
    esperma, pues todo el proceso es el mismo. Este hecho, sin
    embargo, trae distintas complicaciones éticas que en su
    debido momento se comentarán.

    1. Transferencia intratubárica de gametos

    Esta técnica de transferencia intratubárica de
    gametos, comúnmente abreviada GIFT, es una técnica
    desarrollada en 1984 por el médico argentino Ricardo ASCH
    y por Nicola Garcea. Consiste en la obtención de
    espermatozoides y ovocitos, para después ser depositados
    cada uno por separado, es decir, no fecundados, en las trompas de
    Falopio por medio de un catéter y es utilizado cuando hay
    subinfertilidad, endometriosis, anovulación, etc.

    Los espermatozoides se obtienen por técnica postcoital
    por medio de un preservativo perforado, por masturbación o
    por estimulación eléctrica testicular. Por su
    parte, los ovocitos se obtienen induciendo la ovulación y
    aspirando varios ovocitos por laparoscopia. El proceso total dura
    unos 45 minutos, y suele ser más efectivo que otras
    técnicas, además de que la fecundación es en
    su ambiente
    natural. Comúnmente se recurre a esta técnica
    debido al fracaso de la IA, pero existe un considerable riesgo de
    embarazo extrauterino.

    1. Técnicas de reproducción in vitro o
      extracorpóreas.

    Como su nombre lo dice, este tipo de técnicas se
    desarrollas fuera del cuerpo de la mujer, in vitro, en
    materiales de
    laboratorio.

    1. Fecundación in vitro.

    Las estadísticas revelan que es la
    técnica predominante en cuanto a su uso. Consiste en
    obtener primeramente ovocitos y espermatozoides. Los primeros por
    laparoscopia o vía transvaginal, con la previa
    estimulación hormonal, siendo esta última la
    más común debido al bajo coste y a la no necesidad
    de anestesia. Con la aspiración, hay ocasiones en que los
    ovocitos se dañan y se altera su capacidad de
    fertilización o de división. Los espermatozoides
    suelen obtenerse por masturbación.

    Los espermatozoides se añaden a los ovocitos y se
    incuban a 37ºC durante un número variable de horas,
    según el grado de maduración de los ovocitos, hasta
    que se identifican los dos pronúcleos y se completa la
    fertilización. No siempre los ovocitos consiguen ser
    fecundados. Un problema significativo es que se desarrollan con
    mucha frecuencia embriones con anomalías
    cromosómicas. La razón es muy sencilla, y es que la
    misma naturaleza, en su función
    ordinaria, lleva a cabo un interesante mecanismo de
    selección. Por una parte, los espermatozoides contenidos
    en el semen son unos doscientos millones y sólo uno
    logrará fecundar al óvulo, será el
    más rápido y el más capaz. Por otra parte,
    los folículos de los ovarios que son los encargados de
    producir los óvulos son unos dos millones y tan
    sólo unos cuatrocientos, los más perfectos, son los
    que ovulan, y en cada ciclo, sólo uno de ellos. Sin
    embargo, en la fecundación in vitro (FIVET) no se
    lleva a cabo esta selección.

    Los ovocitos fertilizados se cambian a otro medio de cultivo
    para eliminar los espermatozoides que degradarían el
    medio ; los embriones se desarrollan in vitro durante
    dos a cinco días antes de la transferencia al
    útero. Primero que nada, no todos los cigotos formados
    logran dividirse. De los que sí lo hacen y comienzan a
    desarrollarse, algunos presentan anomalías por las causas
    ya mencionadas. Por ello, se hace una selección
    según criterios morfológicos, eliminando los
    embriones deteriorados y utilizando los mejores para ser
    transferidos, habitualmente tres o cuatro, al útero de la
    madre. Los restantes que estén en buenas condiciones se
    crioconservan para posteriores intentos, o se donan a otras
    parejas, o para la
    experimentación.

    Después viene la implantación, que es la fase
    más complicada. Sólo el 10% de las transferencias
    son exitosas. Por esta razón, se suelen transferir al
    útero tres o cuatro embriones simultáneamente,
    aunque con ello aumente la probabilidad de
    embarazos múltiples. Las razones por las que casi el 90%
    de las implantaciones fracasa suelen ser : las aberraciones
    cromosómicas de los embriones por la falta de
    selección ; la indisposición de los endometrios
    para la implantación, afectados por la
    hiperovulación y el daño
    sufrido por los embriones durante la congelación. Si no
    resulta embarazo, se repite el proceso. En las doce primeras
    semanas de embarazo hay una elevada tasa de abortos
    espontáneos. Más tarde, se realiza un examen
    prenatal, y si existe alguna probabilidad de malformaciones se
    practica habitualmente el aborto.

    1. Técnicas de microinyección de
      espermatozoides

    Esta técnica consiste en la microinyección de
    espermatozoides o de sus núcleos en el ovocito con ayuda
    de un microscopio, y si
    hay fecundación, se transfiere al útero siguiendo
    el mismo proceso que la FIVET. La microinyección se
    realiza en casos de esterilidad masculina severa, siendo
    imposible la FIVET clásica. Con esta técnica, se
    pueden conseguir fertilizaciones de ovocitos con muy pocos
    espermatozoides, dando como resultado una tasa mayor de embarazos
    que con la FIVET y la razón es que superan las barreras
    físicas y químicas que pueden impedir la
    fecundación normal de óvulo in vitro.

    1. La clonación como técnica de
      reproducción asistida.

    Aunque para algunos la clonación es algo totalmente
    distinto a las técnicas de reproducción asistida,
    para otros es una extensión de éstas. Lo cierto es
    que comparten muchos puntos, y es un hecho que la
    clonación es una alternativa en la procreación
    artificial de niños. Tantos las técnicas de
    reproducción asistida como la clonación se pueden
    utilizar con fines eugenésicos, de selección de
    sexo o para combatir la esterilidad del varón o de la
    mujer. Una ventaja sería que al utilizar la
    clonación como técnica de reproducción
    asistida, en casos de infertilidad del varón o de la
    mujer, no hay necesidad de recurrir a un donante, y se puede
    conseguir un embrión con los genes del padre o de la
    madre.

    Por otra parte, hay quienes argumentan que la clonación
    no es técnica de reproducción asistida, pues las
    que así suelen llamarse se realizan con dos gametos, del
    padre y de la madre, mientras que la clonación permite la
    reproducción a partir de un sólo gameto, es decir,
    una reproducción asexual. Dejando a un lado la
    discusión sobre si la clonación es o no es
    propiamente una técnica de reproducción asistida,
    pasaremos a ver brevemente de qué manera se lleva acabo la
    clonación en estos términos.

    La clonación puede ser por separación
    embrionaria o por transferencia nuclear. La separación
    embrionaria consiste en extraer del útero un
    embrión, o bien, obtenerlo por FIVET e incubarlo a
    37ºC, durante al menos 12 o 18 horas, hasta que se divida en
    dos. Posteriormente se sustrae el embrioblasto o masa celular
    interna del embrión, que tiene 32 células, y
    se separan las células del embrión con una
    microaguja con la ayuda de un microscopio y un micromanipulador.
    Cada célula se
    incuba a 37ºC y se espera hasta que se divida, pudiendo
    volver a separar sucesivamente las células. Por
    último, los embriones formados se implantan en el
    útero de madres sustitutivas para que nazcan individuos
    clónicos. La clonación por transferencia nuclear es
    más complicada. Consiste en la sustitución del
    núcleo de un ovocito no fecundado por el núcleo de
    una célula del organismo que se quiere clonar. El
    cromosoma faltante al ovocito se sustituye por el cromosoma de
    la
    célula diploide. Después de la división
    celular in vitro, el embrión se implanta en el
    útero de una madre, que será idéntico
    genéticamente al individuo
    dador del núcleo celular.

    1. Consideraciones
      Éticas de la Reproducción Asistida.

    Ahora veremos las consideraciones éticas de las
    técnicas de reproducción asistida. Antes de esto,
    definiremos la perspectiva desde la cual haremos la
    valoración ética. Por perspectiva entendemos el
    cúmulo de fundamentos metafísicos y
    antropológicos que sustentan determinada valoración
    ética. De la idea que tengamos de hombre y su lugar en el
    mundo será como se considere la moralidad de los actos
    humanos. La perspectiva de la que partimos es una perspectiva
    realista, que considera al hombre como una unidad sustancial,
    como espíritu encarnado, y que esta particular constitución le sitúa en el mundo
    material y le abre a la trascendencia. Por tanto, tenemos ante
    nosotros un ser que se distingue del resto de los seres, y que es
    ante todo persona. Es por eso que la ética personalista
    será la que nos guíe a través de la
    valoración ética de este tema. Entenderemos como
    lícito o moralmente bueno aquello que salvaguarde los
    principios y fundamentos de la persona, y le permita la plenitud
    humana.

    1. Fundamentos previos.

    Antes de enumerar las consideraciones éticas
    particulares de las técnicas de reproducción
    asistida, mencionaremos algunos fundamentos previos.

    Primero que nada, se debe tener en cuanta el doble carácter del acto conyugal. Por acto
    conyugal se entiende el acto sexual entre los esposos que se unen
    en intimidad. El doble carácter de este acto es el unitivo
    y el procreativo. El primero hace referencia al acto de
    unión sexual mismo, mientras que el segundo hace
    referencia a la finalidad misma de este acto que es el de
    procrear hijos. Cuando uno de los dos falta en la relación
    entre los esposos, o cuando uno de los dos se logra eliminando el
    otro, decimos que se desvirtúa la naturaleza del acto
    conyugal, siendo esto moralmente ilícito.

    Ni la ética ni la moral
    están peleadas con la ciencia y la técnica, en todo
    caso, reconocen en ellas una manera loable de mejorar las
    condiciones de vida del hombre. Las medidas científicas
    denominadas terapéuticas, es decir, que pueden remediar
    desde su origen algún malestar humano, deben ser aplicadas
    en todos los casos posibles. El asunto aquí es que las
    técnicas de reproducción asistida no son
    terapéuticas, sino que pretenden lograr un fin, el
    procrear, sin remediar el daño. Dicho de otra manera, la
    infertilidad del hombre o de la mujer seguirá existiendo,
    aún y cuando logren concebir por el uso de estas
    técnicas. Esto nos da pie para otro fundamento, y es que
    los hijos son un don, esto significa que nos son dados, y un don
    puede estar o no estar, no tenemos ningún derecho sobre
    este asunto, por lo que no podemos exigirlo. Las técnicas
    de reproducción asistida pretenden que la pareja conciba a
    toda costa, aún y cuando la naturaleza física obstaculice
    este proceso de manera ordinaria.

    3.2 Riesgos
    físicos de las técnicas de reproducción
    asistida.

    Para comenzar debemos hablar de los riesgos físicos que
    trae el uso de las técnicas de reproducción
    asistida. Ubicaremos estos riesgos como condicionantes
    éticos porque definitivamente el uso de una técnica
    que pone en riesgo severo a la persona es moralmente
    ilícita. También se ubican dentro de este apartado
    otros riesgos que lesionan, más que la salud, la integridad y
    finalidad de la persona.

    El primero de ellos es la obtención del semen.
    Comúnmente, por ser una forma simple, se recurre a la
    masturbación. Este acto es en sí mismo
    ilícito, aún cuando sea por fines altruistas.
    Existen otras técnicas que son moralmente aceptadas como
    la estimulación eléctrica testicular, siempre y
    cuando se lleve a cabo en el seno de la familia, y
    la fecundación se realice en el seno de la madre.

    La estimulación ovárica puede llegar a ser una
    medida terapéutica, y por tanto moralmente lícita,
    siempre y cuando se desarrolle con seguridad, en las
    condiciones adecuadas y con la finalidad de que la
    fecundación se lleve a cabo en el cuerpo de la mujer y de
    manera natural. El problema es que comúnmente la
    técnica de estimulación se utiliza como paso previo
    a algún otra técnica de reproducción
    asistida, separando el aspecto unitivo del procreativo. Una mala
    utilización de la estimulación ovárica puede
    llegar a causar el conocido síndrome de
    hiperestimulación, cuando las dosis de hormonas han
    sido elevadas o se ha repetido de manera excesiva, trayendo como
    consecuencia trastornos en la coagulación,
    hemoconcentración, hipovolemia y enfermedades
    degenerativas e inflamatorias que pueden llegar a causar la muerte en
    casos severos.

    La intervención de terceras personas, en el caso de la
    FIVET, haciendo que la fecundación se lleve a cabo fuera
    su estado
    natural, in vitro, priva a la persona de la dignidad que
    le es propia, instaurándose este acto en el dominio de la
    técnica, de dominio, manipulable. Además, se
    desvirtúan los dos aspectos del acto sexual, obteniendo a
    toda costa la procreación.

    A nivel obstétrico, las técnicas de
    reproducción asistida, como la FIVET trae siempre
    embarazos de alto riesgo, poniendo en peligro la salud de la
    madre, dado la multiplicidad que se logra al transferir varios
    embriones al útero. Además, esta técnica
    trae como consecuencia una disminución del tiempo
    gestacional, haciendo que una cantidad significativa de los
    bebés nazcan prematuros.

    1. Riesgos psíquicos de las técnicas de
      reproducción asistida

      Existen numerosos riesgos psíquicos que hacen
      cuestionable la licitud de las técnicas de
      reproducción asistida. Que se ubiquen en la
      dimensión psicológica de los individuos no
      significa que carezcan de importancia o validez, antes bien,
      deberíamos darles la misma importancia que los riesgos
      físicos, pues la persona humana es una integridad, una
      unidad fisicopsíquica.

      Estas técnicas son procedimientos
      complejos, que están llenos de sufrimientos, angustias y
      humillaciones para la mujer, al tener que sustituir el acto
      conyugal por una serie de actos médicos, técnicos y
      quirúrgicos, que la convierten, junto con su esposo, en
      simples dadores de gametos. Después de tan tremendos
      esfuerzos, lo que sigue en la mayoría de los casos es el
      fracaso, que repetidamente llega a causar desilusión,
      miedo y a veces trastornos psíquicos. Y en determinado
      momento, aunque parezca meramente funcional y se oculte en todos
      los casos su identidad, el
      hecho de solicitar donadores de algún gameto, hace que la
      pareja se sienta agredida en la intimidad.

      En el hombre los riesgos psíquicos son mucho más
      complejos. Si durante la gestación muchas veces el futuro
      padre se siente desplazado, el sentimiento es aún
      más intenso cuando se trata de estas técnicas ya
      que, por una parte, el protagonista principal es el equipo
      técnico, sobre todo el médico a cargo de la madre.
      El problema se agrava cuando existe un donador de semen, pues
      realmente él no será el padre del hijo.

      Aunque se habla poco de los problemas emocionales para los
      donadores de semen, el mero hecho de ser seleccionados
      simplemente por características biológicas
      saludables, reafirma la idea subyacente de que su valía
      personal se
      debe a su cuerpo. Estas personas sufren así un proceso de
      degradación personal, y ni siquiera reciben por ello la
      alegría del hijo concebido.

      Los riesgos en los hijos son mucho más trascendentes
      que los hasta aquí mencionados. En primer lugar, debemos
      situarnos en la realidad de una madre que deseó a toda
      costa un hijo, y que tras numerosos intentos, después de
      un coste físico, emocional y económico tan elevado,
      lo ha logrado. Esto significa que el hijo se vuelve el producto
      anhelado y sobre él se volcarán toda clase de
      atenciones. Un número considerable de las parejas que han
      procreado con el uso de estas técnicas presentan
      tendencias narcisistas y sobreproteccionistas. Más tarde,
      cuando el hijo conozca la manera artificial en que fue concebido,
      en la frialdad de un laboratorio, puede influir fuertemente en
      la
      personalidad del niño y en el sentimiento hacia los
      padres. Si el hijo procede de una fecundación
      heteróloga, existen entonces dos padres, y si al crecer el
      hijo desea conocer la identidad del progenitor biológico,
      se topa con las legislaciones que protegen la identidad del
      donador, lo que produce un efecto emocional debido a la
      desubicación real en la historia y en la
      procedencia. Además de todo esto, se puede dar la
      multiplicidad de padres y/o madres. Imaginemos el siguiente caso
      hipotético de una pareja que desea un hijo. El padre
      presenta esterilidad severa mientras que la madre
      anomalías físicas que la hacen incapaz de gestar un
      hijo en su vientre. El deseo del hijo los lleva al uso de estas
      técnicas, donde se necesita un donador de semen y una
      madre sustituta, recurriendo así a la subrogación
      del útero. De esta manera, el hijo tendrá dos
      padres, y dos madres, pues se ha gestado en otro cuerpo. Se
      complica el asunto si se ha recurrido a un ovocito donado.

      1. Los embriones sobrantes.

      Uno de los graves problemas de la FIVET es la
      acumulación de muchos miles de embriones. El destino de
      estos embriones sobrantes pueden ser tres : la
      crioconservación, la destrucción o la investigación genética.

      Se recurre a la crioconservación de embriones sobrantes
      con el fin de ser utilizados posteriormente en los mismos padres,
      o poder ser
      donados, a veces sin el
      conocimiento de los padres donantes ni de los receptores. La
      crioconservación atenta contra la dignidad del ser humano,
      pues esas personas son tratadas meramente como productos de
      un laboratorio, descongelados sólo hasta que sean
      útiles. Además, en el proceso de congelación
      y descongelación, muchos de ellos se dañan y tienen
      que ser desechados o mueren. Pregúntese a una madre si
      desea que su hijo, recién nacido, sea crioconservado, y se
      negará inmediatamente. La razón por la que se hace
      en los embriones es porque no han adquirido forma humana y son
      considerados como parte de la técnica.

      Otro posible destino de los embriones sobrantes
      crioconservados es la destrucción. Las legislaciones de
      algunos países, como las de Inglaterra y España,
      sólo permiten la crioconservación de embriones
      hasta por cinco años. Muchos de ellos ya han pasado este
      tiempo y esto plantea la situación de un alargamiento del
      periodo permitido. Evidentemente esa no es la solución. Es
      moralmente ilícito este proceder pues nadie puede disponer
      de la vida de otro ser humano de esa manera. La
      destrucción de estos embriones sería realmente un
      asesinato.

      Finalmente, el camino más recurrido para los embriones
      sobrantes es el de la experimentación, pues son estos
      embriones abastecedores de material biológico útil.
      En España, por ejemplo, los embriones que pasen más
      de dos años crioconservados, pasan a ser propiedad del
      laboratorio. De hecho, muchos científicos han denunciado
      que la verdadera causa por la que se practica en tan alto
      índice la FIVET, es para proveer legalmente de embriones a
      los laboratorios destinados a la investigación, siendo la
      infertilidad de los esposos un pretexto. Algunos cuestionan el
      aspecto ético de este asunto, a tal grado que algunos
      países obligan al médico a implantar todos los
      embriones obtenidos en el útero de la madre, siendo esto
      una medida reprobable pues se parte de la equivocada licitud del
      acto mismo de la FIVET, y además se pone en riesgo a la
      madre y a los embriones implantados en un probable embarazo
      múltiple.

      Evidentemente cualquier destino de los embriones es
      ilícito, porque en todos se viola la dignidad de la
      persona y se maneja como objeto de laboratorio
      utilizándolo según los beneficios de terceros, de
      los cuales, en todos los casos, la misma persona del
      embrión queda minimizada.

      1. Algunas otras consideraciones.

        El Dr. Marsich habla de dos criterios fundamentales para la
        valoración ética de todo tema relacionado con la
        reproducción humana. Parte de que la vida es inviolable
        pues es sagrada y licitud de la transmisión de la vida,
        reservada sólo en el matrimonio y de
        manera natural, sin nada que intervenga para obstaculizar,
        antinaturalmente, la procreación.

        Si cualquier método de reproducción asistida
        sustituye el acto sexual, entonces es totalmente ilícita.
        Las técnicas, como la transferencia intratubárica
        de gametos y la de ovocitos a la trompa de Falopio, en donde
        sólo se ayuda al espermatozoide a llegar hasta al
        óvulo, entonces no hay impedimento ético.

        El debate ético surge al considerar el estatuto del
        embrión, es decir, la discusión que surge en
        torno a la
        definición de si el embrión es o no humano, es
        decir, a partir de qué momento se es humano. Decimos,
        desde una antropología y una ética personalista,
        que desde el momento de la fecundación hay otro ser
        distinto a las células progenitoras, y es ya una persona.
        El hecho de que no se valga por sí misma, su diminuto
        tamaño y la forma indefinida, no son argumentos para decir
        que el embrión no es persona. Fundamentados en la metafísica, si ese pequeño ser, el
        embrión, puede llegar a ser un humano como lo entendemos
        todos, es que en su ser posee la potencialidad de ser hombre. Por
        tanto, si ese aglomerado de células es potencialmente
        humano y posee las condiciones necesarias para serlo, entonces
        recibe la dignidad humana y es persona.

        Por otra parte, es evidente que hay diferencias entre los
        mismos científicos cristianos y el magisterio al tratar de
        definir la licitud o ilicitud de los medios de
        reproducción asistida. Algunos califican de moralmente
        lícita la inseminación artificial homóloga.
        El fundamento del que se parte es el siguiente : se entiende
        el acto conyugal en una doble vertiente, como acto de la persona
        y como acto de la naturaleza. El acto de la persona consiste en
        la unión sexual de los esposos como encuentro afectivo,
        mientras que el acto de la naturaleza es el proceso natural,
        físico, de la unión sexual (entiéndase
        eyaculación, ovulación, fecundación, etc.).
        Si el acto conyugal, sostiene el Dr. Marsich, es un verdadero
        acto de la persona, pero hay una falla en la naturaleza que
        impide que todo se desarrolle como debe ser, ¿por
        qué no ayudar a la naturaleza a funcionar
        perfectamente ? Moralmente es más grave que una
        pareja, sin razones, tengan actividad sexual y obstaculicen la
        concepción, que una pareja que se aman inmensamente
        recurran a la técnica para solucionar un desperfecto de la
        naturaleza.

        Conclusión.

        Las técnicas de reproducción asistida son hoy
        frecuentemente practicadas. La recurrencia de su práctica,
        la soledad y desesperación de los padres imposibilitados
        para procrear, el desarrollo de la ciencia genética, no
        son razones para dar carta de ciudadanía a este tipo de actos.

        Vemos de fondo dos aspectos importantes que debemos tener
        presentes. El primero, claramente expuesto en este trabajo, es el
        de la valoración ética. Debemos de definir bien
        nuestro punto de partida, pues desde él la ética
        podrá manifestar la licitud o ilicitud de determinado
        acto. Es por eso que la ética debe ser profundamente
        antropológica, realista y personalista. Podría ser
        redundante, pero es necesario insistir que somos personas. Al
        auge personalista de la filosofía contemporánea no
        es más que la reivindicación de hombre como sujeto
        libre, autotrascendente, individualmente social, espiritualmente
        encarnado.

        El otro aspecto está relacionado con el desarrollo de
        la ciencia contemporánea. El hombre ha descubierto su
        extraordinaria inteligencia y
        habilidad técnica que le hacen avanzar a pasos
        agigantados. En los últimos años se ha investigado
        e innovado en mayor proporción que en todo el resto de los
        años que tiene la ciencia y la tecnología. En la
        biomedicina se observa lo mismo. Ante esta situación, y en
        un intento de síntesis
        entre la ética y el desarrollo científico, surge la
        cuestionante sobre la supremacía de la ética sobre
        la ciencia. Aunque no nos guste debemos decirlo : la ciencia
        debe subordinarse a la ética. La ciencia no tiene que
        desarrollarse ilimitadamente, pues entonces estaríamos
        perdiendo en muchos de los casos el sentido último del
        hombre. La ciencia debe estar al servicio del
        hombre, y si observamos que su desarrollo y su práctica
        comienza a afectar lo esencial en el hombre, es el momento de
        detenernos.

        Esta investigación nos ha permitido conocer, por una
        parte, la capacidad del hombre para lograr desarrollos
        científicos inimaginables hasta hace algunos años.
        Pero por otra parte nos dimos cuenta que ante todo debemos
        considerar lo que el hombre realmente es y ordenar hacia ese fin
        todos los actos humanos.

        Bibliografía.

        D’AGOSTINO, Francesco. Bioética.
        Estudios de filosofía del Derecho.
        Ediciones
        Internacionales

        Universitarias. Madrid. 2003

        ELIZARI BASTERRA, Javier. Bioética.
        Ediciones Paulinas. España. 1991

        MARCÓ, Javier ; TARASCO, Martha. Diez
        temas de reproducción asistida.
        Ediciones

        Internacionales Universitarias. Madrid. 2001

        MARSICH, Humberto Mauro. Curso de Bioética
        impartido en el IMDOSOC, en el verano del 2003.

         

         

        José Luis Fernández Guajardo

        Materia: Ética Filosófica
        Aplicada.

        SEMINARIO DE MONTERREY.

        INSTITUTO DE FILOSOFÍA.

        Cd. Benito Juárez, N.L. a 26 de enero de
        2004.

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