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Maurice Blondel y filosofía de la acción




Enviado por jjcarlo7



    1. Vida y obra de Maurice Blondel
      (1861 – 1949)
    2. Análisis de la obra
      Diálogo Con Mauricio Blondel, por Michele
      Federico Sciacca

    El presente estudio que quiero compartir, está
    estructurado en dos partes complementarias. Una primera parte la
    vida y obra de Maurice Blondel (1861-1949), y una segunda parte,
    el estricto análisis de la obra (Diálogo
    con Mauricio Blondel
    , por Michele Federico
    Sciacca). Y por último terminar con algunas
    conclusiones.

    Espero, que sea de agrado, así como Maurice
    Blondel nos ofrece una filosofía concreta, dinámica e integral, que toma en cuenta los
    problemas que
    más tienen que ver con la existencia humana. Desde luego,
    los primeros pasos de su pensamiento y,
    partiendo de la propia experiencia no podría ser dejado de
    lado en nuestra reflexión filosófica.

    PRIMERA
    PARTE:

    VIDA Y OBRA DE MAURICE BLONDEL (1861 –
    1949)

    Maurice Blondel, "muy frágil" desde los
    dieciséis años, delgado, pequeño de estatura
    además no desmintió de ser la "raza fuerte" a la
    que pertenecía: nacido el 2 de noviembre de 1861 en
    Dijon
    , un día antes de su muerte, a los
    ochenta y nueve años, firmó el contrato del
    libro,
    publicado como póstumo, Exigencias filosóficas
    del Cristianismo[1].

    Meditabundo y de vigorosa vida interior, recogido y alejado de
    la mundanidad, ya a los seis años, era un entusiasta, un
    optimista, también un poeta, si la palabra significa saber
    ver la belleza de la naturaleza y
    de la vida. Se dice que de niño se alimentaba de insectos;
    pero al entomólogo, poeta y filósofo, le gustaban
    sus nombres expresivos, sus modos de vivir. Probablemente, si
    hubiese elegido esa vocación habría tenido otras
    alegrías, es indudable que le habrías sido
    ahorrados los fastidios que le ha proporcionado la
    filosofía. De salud frágil,
    ¡desde joven fue un deportista! Esgrima, equitación,
    pedestrismo; también practicó la caza como lo saben
    las tres liebres cobradas en una mañana.

    Perenne juventud,
    vivacidad y optimismo los conservó hasta su muerte: a los
    85 años, en los paseos de algunos kilómetros por la
    campiña de Aix, con lo poco que le daban sus ojos y lo
    mucho que en ello ponía su corazón,
    se maravillaba de la belleza de esa naturaleza, como si la viese
    por vez primera.

    Se enorgullecía de ser francés de antigua y de
    pura sangre, de
    aquella sana burguesía provinciana aferrada al deber y a
    las tradiciones, católica casi por derecho de nacimiento;
    en efecto, nacido en provincias, vivió siempre
    allí, indiferente a la "Ville lumière". A Luis
    Lavelle que, con alusión evidente a su estilo a veces
    oratorio y sobreabundante, le recordaba ser Dijon "patria de
    oradores", a Blondel no le disgustaba haber nacido en la ciudad
    de Bossuet y de Lacordaire.

    La anécdota simboliza también la
    auténtica vocación de Blondel: la indagación
    filosófica al servicio de la
    religión
    cristiana, el firme convencimiento que la filosofía, en
    cuanto es indagación crítica
    exigente y radical, no puede no "abrirse" a la fe, no ser
    apologética.

    Esta idea – programa, que
    Blondel profundizó durante toda su larga vida de pensador,
    la tenía presente en la preparación de las dos
    tesis de
    doctorado también bajo el impulso de los escritos y de la
    palabra de su maestro León Ollé-Laprune, que desde
    1881 a 1884 había oído en la
    Escuela Normal
    Superior. La tesis instituida La Acción: ensayo de una
    crítica de la vida y de una ciencia de la
    práctica fue aprobada en la Sorbona en 1893, no obstante
    las oposiciones harto significativas de algunos jueces que fieles
    a un racionalismo
    de moda, no
    reconocieron en ella un método de
    filosofar conforme a los cánones académicos.

    Blondel profesor de
    cuatro liceos de provincia, tras su breve estadía en
    Lille, fijó, desde 1896 hasta su muerte, su residencia en
    Aix, en cuya Universidad
    enseñó desde diciembre de 1897 a junio de 1927,
    cuando una enfermedad ocular lo obligó a dejar, antes de
    tiempo, su
    cátedra.

    La publicación de La Acción
    originó una tempestad de polémicas y
    críticas: "desde la izquierda", el pensamiento laico
    oficial racionalista y positivista que negaba derecho de ciudadanía filosófica a la
    religión y hasta el problema de sus relaciones con la
    filosofía; retumbó, "desde la derecha", el
    pensamiento no menos oficial de la ortodoxia tomista, que
    temía ver comprometida en la tesis la neta
    distinción entre el orden natural de la razón y el
    sobrenatural de la Gracia; Blondel, "en el centro", se
    defendió por su parte, pero con poca esperanza de hacerse
    comprender en el justo sentido por unos y otros. A la
    Acción, punto de partida y de inspiración, le
    siguió una serie de escritos diversidad de temas y al
    mismo tiempo, unidad fundamental entre los cuales la famosa
    Carta sobre las exigencias del pensamiento
    contemporáneo en materia de
    apologética y sobre el método de la
    filosofía en el estudio del pensamiento religioso,
    de
    1896 y la otra de 1904, no menos significativa sobre Historia y dogma. Pero ya
    por entonces se enfurecía la polémica modernista;
    Blondel, fiel a las enseñanzas de la Iglesia Romana
    no se dejó trastornar, resistió a cuantos
    modernistas y restauradores buscaron llevarlo a su lado; se
    encerró en el silencio por casi treinta años,
    fecundísimos de meditaciones, siendo única
    excepción el escrito polémico la semana social de
    Burdeos, de 1910, publicado en los "Anales de filosofía
    cristiana", una de la voces más significativas del
    pensamiento social católico.

    Obras: durante esos treinta años maduró
    aquella serie de obras voluminosas, cuya publicación
    comenzó en 1932 con El problema de la filosofía
    católica,
    que se relaciona con Historia y
    Dogma
    , de 1904; siguieron los cinco tomos de la
    "Trilogía": El pensamiento (1934), El ser y los
    seres
    (1935) y La Acción (1936), cuyo
    primer tomo es nuevo y el segundo reproduce parcialmente la tesis
    de 1893, aparte de los escritos póstumos e
    inéditos, los dos gruesos volúmenes de los tres
    proyectados sobre la filosofía y el espíritu
    cristiano, publicados entre 1944 y 1946, concluyen el itinerario
    intelectual de Maurice Blondel, ese "realismo
    integral" que ha tenido un solo motivo inspirador, en el fondo,
    más de carácter religioso que
    filosófico.

    La Acción, de 1893, no todavía
    ensombrecida por excesivos escrúpulos y preocupaciones, no
    recargaba por las repeticiones y las tiradas oratorias de las que
    sufren los escritos posteriores, también a causa de la
    enfermedad a la vista y luego al oído le obligó al
    viejo y tenaz filósofo dictar y hacerse leer por la
    fidelísima secretaria, la señorita Panis, que desde
    la muerte del
    maestro es la custodia diligentísima del "Archivo" de Aix y
    de su memoria. En el
    Congreso de filosofía "Descartes",
    tenido en Pavía en 1937, en el momento de tomar la palabra
    frente al auditorio fijo y atento, el venerando pensador
    rindió su público tributo a la señorita
    Panis que lo acompañaba diciendo: "A ella le debo el que
    no sea aquí ni mudo ni iletrado".

    A partir de 1938 y los de 1940 y 1947 señalan la curva
    ascendente de su "espiritualismo cristiano". Además,
    dentro de sus obras existen muchas cartas publicadas
    en esta obra misma (Diálogo
    con Maurice Blondel)

    La filosofía de Maurice Blondel[2] puede considerarse,
    como las del espíritu Agustiniano –
    platónico, un "itinerario de la mente hacia Dios"
    según las exigencias fundamentales del hombre, pero
    es un itinerario nuevo, que ha contribuido, sobre todo a principios de
    nuestro siglo, a rejuvenecer la cultura
    católica en Francia en los
    ambientes eclesiásticos y también laicos, a renovar
    los esquemas escolásticos, a hacer repensar el tomismo, a
    promover estudios e investigaciones
    sobre la filosofía del Cristianismo y
    de historia de la
    filosofía que van desde los de los hermanos Auguste y
    Roberto Valensin a los otros teoréticos de Jacques
    Paliard, J. Chaix – Ruy, M Nédoncelle, H.
    Duméry, etc.; Se puede decir, que ha dejado interés en
    Italia y en
    Alemania.
    Filosofía personal y al
    mismo tiempo tradicional, renovadora de la problemática
    del pensamiento católico en contacto con las exigencias
    más vivas del pensamiento moderno contemporáneo,
    instigadora, durante más o menos un decenio, de
    discusiones y polémicas, ha tenido admiradores entusiastas
    y críticos radicales. Desde 1945 para acá, ha sido
    cribada serenamente en su perspectiva histórica, filtrada
    a través de un examen crítico, que ha puesto en
    evidencia los límites de
    un exigencialismo insuficiente, para fundar una metafísica, y de una especulación
    que en el fondo, no tiene problemas que resolver porque todos
    están resueltos implícitamente en la
    oposición de partida. Pero dejando de lado estos y otros
    relieves, el "realismo integral" sigue siendo uno de los
    testimonios más vivos, más ricos de sugestiones y
    despuntes geniales de nuestro tiempo: encuadra sobre motivos
    intrínsecos el problema de las relaciones entre
    filosofía y religión y reivindica al pensamiento
    concreto
    frente al pensamiento abstracto y nocional en nombre de un
    humanismo que
    tiene derecho de llamarse integral sólo si encuentra su
    cumplimiento en la revolución
    cristiana.

    Como propuesta Maurice Blondel nos enseña a "vivir" la
    filosofía de un modo particular y dentro de un determinado
    "clima"
    espiritual, como búsqueda y descubrimiento del sentido
    último de la existencia humana y de lo creado;
    posesión que participa de la vida espiritual en su
    integralidad y en su dinamismo interior, que, no obstante ser
    autónomo, implica la apertura a la religión
    cristiana; como logro del equilibrio
    altísimo y difícil, del orden de la inteligencia y
    de la caridad.

    Por tanto, personalmente el pensamiento cristiano no se puede
    quedar en Blondel, sino empezar a construir el sentido de la
    vida.

    Y por último como altamente educativo, el mensaje
    Blondeliano está simbólicamente expresado en el
    ex libris: dos espigas de grano que tienen encima un
    racimo de uvas coronado de pámpanos extendidos en las
    ramas de un árbol frutecido, sobre el cual trabaja una
    abeja; debajo de todo se leen las siguientes palabras: Per ea
    quae videntur et absunt ad ea quae non videntur et sunt.

    Frase de puro contenido platónico – agustiniano que
    está indicando el itinerario del hombre del mundo a Dios,
    de las cosas que aparecen y están ausentes a
    aquéllos, los valores
    eternos, que no aparecen y realmente son[3].

    SEGUNDA PARTE:

    ANÁLISIS DE LA
    OBRA DIÁLOGO CON MAURICIO BLONDEL, POR MICHELE
    FEDERICO SCIACCA)

    A modo de introducción a la obra:
    Diálogo con Mauricio Blondel, por
    Michele Federico Sciacca, recupera para la historia del pensar,
    para el hombre del
    siglo XX, las mejores tradiciones espirituales de occidente.

    Maurice Blondel, en primer lugar, fue la punta de una ola que
    habría de crecer sobre dos horizontes: el horizonte del
    pensamiento "religado" que cavando en el ser del hombre lo abre
    al misterio de la trascendencia y el horizonte de a praxis, la
    acción, con palabras Blondelianas.

    Con Blondel, por eso nace un nueva forma de filosofar: no se
    trata ya de pensar al hombre como ser "separado" como ser
    desligado de si fundamento; separación que luego
    curarían sucesivas y crecientes "alienaciones" en cuyas
    metas habita la muerte y la soledad. No; el pensamiento, la
    acción humana, implican siempre ya, una
    disposición, un ponerse y ser en a apertura
    ontológica que se hace del hombre un más que
    sí mismo, el mágnum mysterium
    señalado por San
    Agustín.

    También señalar en cuanto a Michele Federico
    Sciacca, trata de orientar a esa misma luz, que mira hoy
    y siempre, la misma meta y el mismo destino comprendiendo el
    sentido de la existencia.

    Además, esta obra según Sciacca, es asistir a un
    diálogo vivo y existencial, a un logos que va y viene de
    pensar Blondeliano y pensar de Sciacca. Y desde luego, es asistir
    a una dialéctica que resume toda la historia del ser que
    se revela en la tradición más alta de la
    filosofía y es cierto, abrirse a la comprensión de
    lo que hoy pasa en la tradición; que pasa hoy porque se
    trata de cosas que nunca pasan, verdaderamente: que en realidad
    se quedan con el hombre y habitan con él a lo largo de
    toda la historia.

    En este sentido podemos empezar a presentar esta obra.
    Ciertamente aclarar que me limitaré a un análisis
    valorativa y además para ser fiel a la obra citaremos en
    pie de página para su mayor veracidad.

    Maurice Blondel, para difundir sus ideas publica sus teorías
    en los "anales de la filosofía". Su discurso de
    basa en el modo en que analiza el Cristianismo y la
    relación existente entre la religión y la
    filosofía. Todo su pensamiento se resume en "La
    Acción".

    Blondel sostiene que la voluntad es el verdadero principio que
    mueve al hombre y no la razón. Y tratando sobre el
    problema de apologético concluye: "que ni ella
    (religión), ni la ciencia ni
    todo saber humano y el universo le
    bastan al hombre"[4]. También dirá: "es natural y
    siempre actual nuestro deseo de lo sobrenatural, pero es en
    sí ineficaz e insuficiente en cada momento de su
    actualidad"[5].

    En consecuencia esa voluntad se traduce en Acción.

    Es interesante cuando dice: "el cristianismo tiene dos
    aspectos, caritativo y especulativo, entrambos
    esenciales"[6].

    Es decir, el cristianismo es caridad, pero también
    verdad: la eficacia de la
    acción amorosa es socorrida y alimentada por la fuerza de la
    convicción racional, intelectum valde
    ama…[7]

    En este sentido la obra nos brinda un razonamiento
    filosófico, un alimento espiritual e intelectual, capaz de
    sostener nuestra vida cristiana, porque el es aspecto intelectual
    forma parte de los preámbulos racionales de la fe; pero
    esto no debe llevarnos a desconocer los límites de todo
    pensamiento y toda escuela.

    Hablando de la apologética dice: "hoy es necesario un
    método nuevo, porque no se puede hacer apologética
    en abstracto, sin tener en cuenta el ambiente
    cultural y psicológico en el cual se debe actuar"[8].

    Siguiendo un poco más sobre la apologética
    Blondel, está de acuerdo, como demuestra el cristianismo
    la vida interior, experiencia vivida y viviente, fermento de
    perfeccionamiento; por eso también la vida de santo vale
    más que tantos silogismos hilados y alineados en
    abstracto, pero es necesario de que el terreno teorético
    pase a ser práctico- social con el riesgo de limitar
    la apología del cristianismo católico[9].

    De esta manera pasamos a la problemática Blondeliana,
    tal vez es el punto central de su pensamiento. ¿La
    filosofía de La Acción es una filosofía? Aun
    hoy, esta pregunta no tiene respuesta de ¿sí o no?,
    porque el pensamiento filosófico Blondeliano no ha sido
    adecuadamente discutido y profundizado como contribución a
    la investigación especulativa[10].

    Es cierto que Juan Pablo II había dicho en un mensaje a
    Maurice Blondel como: pensador valiente y fiel a la Iglesia. Pero
    esto no bastó.

    Ahora respondiendo a la pregunta la filosofía de La
    Acción, ciertamente todavía incompleta y diremos
    bosquejada, es una filosofía[11].

    Si por filosofía se entiende una ciencia puramente
    racional y de abstractas y exangües referencias
    lógicas, la de Blondel no es filosofía, aunque no
    le falte estructura
    teorética; ¿pero es filosofía solamente un
    aparato exterior de formulas bien reunidas? Por lo demás,
    el desarrollo del
    pensamiento Blondeliano ha puesto en claro el carácter
    propiamente filosófico del "realismo integral":
    "filosofía religiosa", pero filosofía, a menos que
    quiera negar la posibilidad de una filosofía religiosa
    contra la esencia misma del filosofar, si es verdad como dice
    Blondel, que en La Acción es inmanente y siempre actual la
    presencia de la trascendencia, que explica el dinamismo de la
    acción misma[12].

    Por otra parte, la filosofía de La Acción no es
    una moral ni una
    descripción de las costumbres, sino
    indagación del dinamismo interno de la voluntad
    ciertamente con un significado rico y complejo al mismo
    tiempo[13].

    Considerando a Blondel como un trozo de El Pensamiento se
    puede decir: "no se puede tener conciencia de
    sí, si no tiene conciencia de un trascendente"[14]. Esta
    afirmación frente al realismo integral e idealismo
    positivista. Desde luego, el esfuerzo de Blondel ha sido
    precisamente profundizar el dinamismo integral del
    espíritu solicitado, aguijoneado, desde adentro, a
    trascenderse no hacia alguna cosa cualquiera, sino hacia la
    plenitud del Ser espiritual, que le es íntimo y lo domina
    un más allá que no es algo exterior, sino vida de
    nuestra vida interior.

    Es así, que según Blondel, la filosofía
    más desarrollada y crítica no se encierra
    jamás en sí misma, como un círculo perfecto
    y redondo, porque su proceso no
    está nunca absolutamente concluido y además el
    dinamismo interior del espíritu empuja siempre a sobre
    pasar toda satisfacción, que no puede no ser parcial.

    Además la filosofía de Blondel quiere realizar
    la unidad en la multiplicidad, la homogeneidad en la
    heterogeneidad[15].

    En cuanto conocer y obrar, Blondel explicita: "obrar es otra
    cosa aun que pensar; la idea de la acción no es no es la
    acción, la cual reforma, transforma y construye y su
    metafísica no es deductiva" "Según uno ha vivido,
    obrado, querido, amado, uno es otro, uno conoce de otra manera,
    se posee de otro modo, uno tiene de las cosas un tacto, una
    penetración, un gozo diferente". Blondel afirma que el
    hombre se conoce verdaderamente en la acción porque
    allí se descubre; sin que la acción llegue a abolir
    el pensamiento, en cuanto lo influye en una prospectiva superior
    y lo potencia.
    También el
    conocimiento para Blondel, tiene un dinamismo esencial en
    virtud del cual pensar es ya obrar; no se trata de negar el
    valor del
    conocer, sino de descubrir al espíritu como vida viviente,
    asirlo en todo su dinamismo, en su fecundidad real como
    iniciativa y eficacia.

    En suma, el conocimiento
    está al servicio de la acción, pero no en forma
    pragmática, porque por medio de la acción el
    espíritu busca su finalidad suprema, su deber ser
    fundamental, imperativo anterior al conocer, su estímulo y
    guía[16].

    El fin absoluto que la constituye es Dios: sin él, la
    persona y los
    fines que realiza la familia, la
    sociedad, la
    patria, la humanidad, caen de la altura que solamente hace de
    ellos valores espirituales y humanos[17].

    Filosofar es seguir el dinamismo integral de La Acción;
    favorecer la actitud innata
    de buscar a Dios, descubrir nuestro esencial deseo de él,
    encarnarlo libremente en nuestra vida, reconocerlo y
    obedecerlo.

    Concluyendo el análisis de la obra: Blondel, se
    coloca en la gran tradición metafísica cristiana
    que explica al finito por medio del infinito; en la estructura
    del pensamiento y de la acción hay fuerzas inmanentes,
    energías que se actualizan con la presencia en nosotros
    del Absoluto: "La Acción es un llamado y un eco del
    infinito; de allí viene y allí va"[18].

    El dinamismo produce del infinito y va al infinito, antes
    también de la reflexión transforme al
    presentimiento o al sentimiento oscuro en idea de Dios; la
    conciencia, conociéndose y realizándose, busca el
    más allá interior, a Dios que está presente
    y la trasciende.

    La filosofía es búsqueda de un más
    allá no remoto y abstracto, sino interior a la
    búsqueda viviente, vida de la vida espiritual, principio y
    fin del movimiento
    integral del espíritu; por lo tanto conexión del
    orden de la inteligencia y de la caridad.

    Para Blondel, el ser implica el pensamiento y la
    acción, la acción, el ser y el pensamiento:
    realismo integral, precisamente; es el pleno riquísimo
    concepto de
    "espíritu" que es necesario tener presente si se quiere
    entender a la filosofía. Insistiendo: no hay pensamiento,
    para el filósofo de Aix, que como viviente, no sea
    también acción y no hay acción que no sea
    pensamiento[19].

    La filosofía de Blondel, apunta precisamente a la
    indagación filosófica como la aptitud para acoger
    humildemente a la Revelación, al Verbo encarnado,
    crucificado y resucitado, a fin de que el hombre se recupere y se
    actualice integralmente como persona[20].

    Se discutía y se discute todavía sobre La
    Acción y los escritos que la siguieron, pero las
    controversias desde 1983 han sido y siguen siendo más de
    carácter religioso – apologético que
    filosófico. Si esto es así, su pensamiento se puede
    insertar en la tradición y puede incluso armonizarse con
    el de Santo Tomás de Aquino.

    Sin duda a todas las objeciones que se puede hacer es afirmar
    que la de Maurice Blondel no es una filosofía sino una
    apologética[21].

    En este sentido, personalmente quiero rescatar su pensamiento
    con algunas preguntas ¿Si o No? ¿Tiene la vida
    humana un sentido? ¿Tiene el hombre un destino?
    Éste es el interrogante que ningún hombre puede
    evitar. Al igual que Blondel, la acción es la posibilidad
    de manifestar el amor y de
    este modo se abre el alma a Dios.
    Es decir, el amor abarca
    todas sus dimensiones ya sea individual, social, moral y sobre
    todo religiosa porque muestra la
    conexión íntima de esos diferentes aspectos. De
    aquí se sigue que nuestro obrar, todo hombre revela el
    poder de su
    ser y de su vida interior como vínculo profundo con su
    Creador. Así como el filósofo de Aix nos explica,
    que el alma religiosa encuentra su perfección en la
    práctica literal y sencilla de la religión
    revelada. Más allá de las maravillas
    dialécticas y las emociones
    fascinantes de la conciencia, se sitúa la acción
    por la que Dios penetra en nosotros. ¿Acaso no es
    así la eucaristía, que te abre a lo infinito y da
    al fiel lo infinito finito?

    En una época en la que el racionalismo y la crisis
    modernista desnaturalizaban la revelación y amenazaban la
    fe de la Iglesia, Maurice Blondel recordaba, en una visión
    positiva, que la acción permite vislumbrar el obrar
    divino, comprometido con nuestra carne, así como el
    vínculo entre el misterio de la gracia divina y la
    conciencia o la acción del hombre. Pero, al final de su
    exposición filosófica, Blondel nos
    lleva al umbral del misterio, pues no existe una medida
    común entre lo que proviene del hombre, esta acción
    a la que atribuye un poder tan grande, y lo que proviene de
    Dios.

    Esta obra no dejará de suscitar el asombro de filósofos y teólogos. Los primeros,
    porque Blondel parece demostrar demasiado; los últimos,
    porque demostrando, Blondel no parece observar suficientemente la
    distinción del orden natural y el orden sobrenatural. Pero
    a medida que los estudios sobre Blondel han ido progresando, ha
    aparecido con mayor claridad el rigor de toda la obra. La
    Acción nos permite captar, desde el punto de vista del
    creyente que utiliza el instrumento filosófico, que existe
    una armonía maravillosa entre la naturaleza y la gracia,
    entre la razón y la fe. Como en Pascal, el hombre
    a medio camino entre la nada y el todo, es conducido
    pacientemente a reconocer el precio divino
    de la vida.

    En un mundo en que el relativismo y el cientificismo aumenta,
    la tesis de Blondel es preciosa por su búsqueda de
    unificación del ser y por su preocupación por la
    paz intelectual: es el razonamiento de un creyente dirigido a los
    no creyentes, el razonamiento de un filósofo sobre lo que
    supera la filosofía; estimulando la búsqueda del
    vínculum, esta victoria de la conciencia por la que
    se alcanza la unidad del obrar humano, se revela la consistencia
    de todo lo que existe y se expresa la connaturalidad que
    establece un puente entre el misterio de Dios y la acción
    humana.

    Así, al finalizar este trabajo,
    quiero rescatar su pensamiento y vida, que supo aunar la
    crítica más rigurosa y la investigación
    filosófica más intrépida con el catolicismo
    más auténtico, sacando su inspiración de las
    fuentes de la
    tradición dogmática, patrística y
    mística. Esta doble fidelidad a ciertas exigencias del
    pensamiento filosófico moderno y al magisterio de la
    Iglesia no estuvo exenta de incomprensiones y sufrimientos, en un
    tiempo en que la Iglesia debía afrontar la crisis
    modernista, cuyos riesgos y
    errores Blondel había sido uno de los primeros en
    discernir. Alentado muchas veces por los Papas como León
    XIII, Pío X, Pío XI y Pío XII, Blondel
    prosiguió su obra aclarando incansable y obstinadamente su
    pensamiento, sin renegar de su inspiración.

    Los filósofos y los teólogos actuales que
    estudiamos la obra de Blondel debemos aprender de este gran
    maestro precisamente su valentía de pensador, unida a una
    fidelidad y a un amor indefectible a la Iglesia. La Iglesia, hoy
    como siempre, tiene necesidad de filósofos que no teman
    abordar las cuestiones decisivas de la vida humana, de la vida
    moral, de la vida política y de la vida
    espiritual, para preparar la adhesión y el testimonio de
    la fe, principio de acción, para dar razón de la
    esperanza y abrirse el ejercicio de la caridad. La Iglesia,
    además, tiene necesidad de teólogos que
    apoyándose en un sólido razonamiento
    filosófico, sean capaces de expresar el dato revelado, a
    fin de iluminar tanto a los fieles como a los no
    creyentes.

    Esperando el ejemplo de Maurice Blondel, creyente y
    filósofo, que de la intimidad con el Maestro
    (Jesús) tomó su deseo de la verdad, inspire a los
    filósofos cristianos de nuestros días, y pido a
    Jesús, sabiduría divina y reflejo de la gloria del
    Padre, que nunca nos deje de enviarnos su Espíritu para
    iluminar la inteligencia de cada uno de nosotros. De todo
    corazón estás invitado a La
    Acción
    .

    Enviado por:

    Juan Javier Carlo Q.

    Filosofía.

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