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La preferencia de la ciudadanía peruana por el autoritarismo del régimen de Fujimori




Enviado por dmasson



    1. Introducción : objetivo de
      la investigación
    2. El factor
      institucional
    3. El factor histórico
      reflejado en la última década
    4. El factor
      psicológico
    5. Conclusiones y
      recomendaciones
    6. Notas

    "El Perú es un país
    de oro y de
    esclavos"

    – Simón
    Bolívar

    1.-INTRODUCCION

    La investigación se centra en la siguiente
    pregunta fundamental : ¿Por qué la
    ciudadanía peruana prefiere comúnmente a un
    régimen autoritario como el de Fujimori en lugar de uno
    democrático como el actual?

    Para evidenciar nuestro objetivo,
    debemos identificar nuestra hipótesis, especie de faro que guíe
    la presente investigación y que persiga responder a la
    pregunta antes planteada. Así, el descrédito en el
    cual cayeron los partidos
    políticos llamados "tradicionales" a principios de los
    años noventas, originó que se acentúe
    notablemente la tendencia de la ciudadanía a preferir los
    regímenes autoritarios-populistas que realicen obras
    tangibles, aunque saqueen al Fisco, como el de Fujimori, en lugar
    de uno democrático, que se desenvuelva bien
    macroeconómicamente, pero que no evidencie palpablemente
    los síntomas generales del crecimiento alcanzado y que
    también presente casos de corrupción, aunque en menor medida, como el
    de Toledo.

    "Ya que todos roban, al menos que hagan obras y nos den
    de comer aunque sean dictadores", parece ser la consigna en la
    mentalidad colectiva peruana. Recurriremos a instrumentos tales
    como encuestas,
    revisiones de diarios nacionales, datos
    electorales, curvas explicativas e información extraída de textos
    relativos a Historia
    Económica.

    La Hipótesis en
    mención puede definirse asi : la preferencia por el
    régimen autoritario de Fujimori se explica por la
    debilidad institucional de la democracia
    peruana, junto con factores históricos y
    psicológicos que origina que muchos peruanos de diversa
    extracción social extrañen a Fujimori.

    Para demostrar dicha aseveración, hemos dividido
    nuestra investigación en tres capítulos, acerca de
    los cuales expondremos a continuación un breve
    resumen.

    En primer lugar, el factor institucional se condensa en
    la constatación de la debilidad de las instituciones
    peruanas, tanto públicas como de la sociedad civil
    (sindicatos,
    gremios. etc.), que causan vacíos de poder en los
    cuales surgen caudillos, remembranza de antiguos caciques.
    Asimismo, analizaremos la llamada "corrupción institucionalizada", que va
    aparejada a los regímenes autocráticos y a
    períodos de expansión macroecómica,
    encarnada en sus tres picos históricos : las
    décadas de auge de la explotación del guano
    (Castilla, 1850), de las exportaciones
    (Leguía, 1920) y del neoliberalismo
    (Fujimori, 1990). Nos centraremos en esta última
    década, la que marca nuestro
    actual devenir histórico, así como en el colapso
    del Sistema
    Partidario Nacional ocurrido entre 1989 y 1992.

    Asimismo, el factor histórico es omnipresente,
    toda vez que el Perú se encuentra inmerso en un movimiento
    histórico pendular, que causa tanto los experimentos
    hetero y ortodoxos en economía como las
    oscilaciones políticas
    que trae consigo, para luego analizar la coyuntura de la
    transferencia del poder entre Paniagua y Toledo, tratando de
    identificar quién dirige al Gobierno
    Provisional y quién al Transitorio, así como de
    determinar si en realidad nos encontramos en tránsito
    hacia una democracia "real y efectiva", como se estila llamarla
    en la actualidad.

    Además, indagaremos en la profundidades de
    nuestra psique colectiva, poniendo de relieve tanto
    al paternalismo como el fatalismo como partes del "ser" nacional,
    así como analizaremos las implicancias de nuestra
    "cultura
    política",
    tratando de catalogarla, lo que podemos extraer de los datos
    relativos a la "esfera pública" nacional, materializada en
    encuestas de opinión e información obtenida de las
    preferencias electorales de la última década, tal
    como se expresan en la prensa escrita
    nacional. Dato conexo que influye en nuestro comportamiento
    político es la
    globalización y su brazo extendido : el
    neoliberalismo. En este punto la pregunta radica en como el
    impacto del nuevo orden mundial afecta nuestras inclinaciones
    políticas, haciéndonos preferir lo duro pero
    supuestamente seguro
    (autoritarismo), en vez de la libertades democráticas
    teñidas de una aludida debilidad (democracia)

    Por último, llegaremos a brindar las conclusiones
    del caso, revalidando nuestra hipótesis y tratando de
    vislumbrar alguna solución a un panorama que en otro medio
    sería considerado casi dantesco.

    Obviamente, reseñaremos la bibliografía consultada y
    citaremos las notas que aparecerán en el desarrollo del
    texto.

    2.-CAPITULOS

    2.1.-EL FACTOR
    INSTITUCIONAL

    Nuestra generación nació durante los
    años setentas, auge de los gobiernos militares en
    Sudamérica y siempre hemos escuchado reiteradas
    expresiones acerca de la "debilidad institucional" existente en
    el país. Seguramente, nuestros padres y abuelos
    también habrán experimentado una sensación
    similar, por lo que antes de emprender nuestro camino, debemos
    definir que es una "institución".

    De esta manera, habitualmente se entiende
    porhttp://www.eumed.net/cursecon/0/recomiendo.phtml/t_blank

    "institución" cualquier organismo o grupo social
    que, con unos determinados medios,
    persigue la realización de unos fines o propósitos
    (1). En el ámbito político, tenemos una amplia gama
    de exponentes entre las diversas entidades públicas y en
    la sociedad
    civil, encontramos a los gremios, sindicatos, clubes de madres,
    comités de autodefensa, federaciones empresariales, etc.
    Sin embargo, dentro de la literatura económica,
    se utiliza el concepto
    "institución" como algo más genérico: la
    forma en que se relacionan los seres humanos de una determinada
    sociedad o colectivo, buscando el mayor beneficio para el grupo.
    Son  los usos, hábitos, costumbres o normas por los
    que se rigen las relaciones sociales y económicas entre
    los miembros del grupo.

    El beneficio de la institución es mayor cuanto
    más eficiencia genere
    en la economía y más minimice los costes de
    transacción y de información. Eso será
    más posible cuanta más experiencia posean los
    agentes que participen de dicha institución, más
    sencillas sean las reglas y menor sea el número de
    individuos que las tienen que ejecutar (2).

    http://www.eumed.net/cursecon/1/degas-bolsa.jpg/t_blank

    Para que ese objetivo sea posible, esas relaciones
    estarán guiadas por un conjunto de normas o reglas que
    auto limitan o restringen el ámbito de actuación de
    los individuos, unas llamadas formales y otras
    informales. 

    Reglas formales son las normativas de carácter jurídico y las leyes. Las reglas
    informales, consisten en los hábitos y conductas
    costumbristas adoptados por el colectivo. Son reglas no escritas,
    pero que son aceptadas y adoptadas por el colectivo para el
    buen

    funcionamiento del mismo. Ambos tipos de reglas (que
    existen porque el hombre vive
    en sociedad), por sí solas, no son suficientes, si no se
    enmarcan en el contexto socioeconómico presente y si no
    gozan de cierta flexibilidad a los posibles cambios de dicho
    entorno (3). 

    Así, si hablamos de debilidad de las
    instituciones nacionales, nos enfrentamos a un doble panorama :
    por un lado la fragilidad de las entidades públicas o
    privadas representativas del nuestro colectivo social y por el
    otro, nuestra particular concepción de las costumbres
    existentes, las que algún estricto moralista podría
    calificar de inmorales en muchos sentidos. Esto se explica por
    nuestro peculiar devenir histórico, las convulsiones
    sociales que no han permitido que arraigue una determinada
    estructura
    social, con instituciones sólidas, que encarnen
    determinados valores e
    ideas.

    En los siguientes párrafos trataremos de
    desentrañar el sentido y los alcances que fundamenten
    nuestra afirmación en el sentido que esta fragilidad
    institucional origina que un crecido sector de nuestra
    ciudadanía añore a Fujimori, a pesar del grado sumo
    de corrupción existente en sus períodos
    gubernamentales.

    La inestabilidad que trae toda ruptura social, sobre
    todo si nunca se concluyó satisfactoriamente para los
    involucrados, crea un sentido de precariedad institucional dentro
    del cual hemos crecido los peruanos nacidos a fines de los
    años sesenta o inicios de los setenta, los cuales
    prácticamente no recordamos nada del antiguo sistema en
    cuya agonía venimos a este mundo y más bien
    sí tenemos presente todas las vicisitudes de la Patria en
    todo este período, por lo cual compartimos un privilegiado
    lugar de eslabón generacional entre peruanos de mayor edad
    y los más jóvenes que nosotros,
    enfrentándose recién a un conjunto de derechos y deberes
    políticos, como el de votar por ejemplo, sin contar con la
    debida información de los antecedentes y pasado de los
    protagonistas de la política peruana actual y por ende
    más propensos respecto a nuestra generación a ser
    engañados por espejismos propagandísticos a
    través de los medios de
    comunicación masiva.

    La reforma del Estado es la
    reforma pendiente más importante que queda por hacer, ya
    que de ella depende la sostenibilidad y la irreversibilidad de
    los logros económicos, asegurando que las decisiones
    tomadas para alcanzar la estabilidad macroeconómica no
    sean revertidas por razones de índole electoral. No se
    trata solamente de racionalizar el gasto
    público, sino fundamentalmente de satisfacer las
    exigencias ciudadanas de mejores niveles de vida.

    2.1.1.- LA "CORRUPCION INSTITUCIONALIZADA". RESUMEN
    DE LOS PICOS DE LA CORRUPCION

    En primer lugar, una definición general de la
    corrupción es el uso de un cargo público en
    beneficio propio (4). Los casos de corrupción son varios e
    incluyen entre otros, al soborno, la extorsión, el
    fraude, la
    apropiación de fondos públicos con fines privados y
    la malversación de fondos públicos por
    políticos y funcionarios del Estado. En Perú, todas
    estas modalidades de corrupción se han cumplido, ya sea
    por la presencia de magistrados, jueces y funcionarios
    públicos corruptos como por la existencia de un servicio de
    inteligencia,
    que se encargaba de extorsionar y sobornar a quienes se opusieran
    al régimen.

    Esta corrupción institucionalizada desde el poder
    terminó por eliminar la independencia
    de muchas instituciones como la Sunat, el Poder Judicial y
    las FF.AA. Por otro lado, el alto grado de corrupción ha
    dejado como una de sus principales consecuencias un alto nivel de
    incertidumbre, que ha afectado el nivel de percepción
    de los inversionistas extranjeros, así como su
    disposición a invertir en el país.

    Describiremos un fenómeno de desarrollo casi
    patológico en nuestra Historia republicana : la
    corrupción. Fijamos el tema en la República por dos
    motivos palpables : no tenemos forma de medir su alcance durante
    el Virreynato o bajo los Incas y
    además, solamente disponemos de Presupuestos
    Generales de la Hacienda Pública desde mediados del Siglo
    XIX. Podemos pensar que únicamente ha existido en gran
    escala durante el
    régimen de Fujimori por haber sido directamente plasmada
    en los famosos "vladivideos" de Vladimiro Montesinos, pero no
    debemos olvidar la existencia de antecedentes que pueden ser
    vistos como indicios o conatos de pruebas, como
    por ejemplo la agenda de Carlos Manrique en el caso CLAE o la
    célebre "libreta verde" que Henry Meiggs utilizaba para
    apuntar los sobornos que pagaba en la época de la construcción de las grandes vías
    férreas. Todo esto es materia de
    probanza, no tanto de veracidad o falsedad y con la actual
    tecnología, resulta posible acceder a
    medios antes vedados a la opinión
    pública. En suma, siempre ha existido
    corrupción, pero ahora podemos filmar y grabar a sus
    actores.

    De esta manera, tomaremos como base de análisis principalmente lo expresado por
    Alfonso W. Quiroz (5), cuando indica que la debilidad
    institucional existente en nuestro país facilita en gran
    medida el fortalecimiento de prácticas corruptas. En
    cierto modo, la cultura de "Pepe el Vivo" que reina en nuestro
    medio, conduce a privar a las instituciones de su sustento
    moral y
    así vemos por ejemplo que la Policía Nacional es
    vista como un mercado de
    transacciones mercantiles, en lugar de un medio de
    protección de los derechos fundamentales del ciudadano.
    Así, pasaremos acto seguido a revisar lo que el autor
    identifica como "los picos de la corrupción"

    2.1.1.1.- DECADA DE 1850 : EL GUANO Y
    CASTILLA

    El apogeo de este fertilizante fue canalizado por los
    gobiernos peruanos de ese entonces mediante el sistema de las
    "consignaciones". Esto es lo que piensa
    textualmente don Jorge Basadre, el más grande conocedor de
    la Historia Republicana del Perú, sobre el Mariscal
    Ramón
    Castilla y su papel en el drama del guano de las islas
    :

    "De acuerdo con ese carácter arbitrario de su
    personalidad,
    carecía de un criterio profundo, en lo que se refiere a
    las cuestiones políticas y sociales. Para él la
    situación política se le presentaba frente a las
    siguientes palabras: subir, durar. No se preocupaba tanto de
    encarar los problemas,
    sino de encarar las situaciones. Aun cuando encaró algunos
    problemas, como por ejemplo la libertad de
    los esclavos y la supresión del tributo de los indios, los
    encaró como simples situaciones, pues dejó de
    realizar, tanto la emancipación de los esclavos como la
    abolición del tributo, en todo el período de seis
    años que gobernó entre 1845 y 1851 y
    proclamó ambos principios cuando lo creyó
    conveniente; y más tarde quiso restablecer el tributo. Por
    inconsciencia o indiferencia permitió que en sus gobiernos
    empezara y prosiguiera el vicioso sistema de expendio del guano
    basándose en consignaciones, fuente de males
    trascendentales; y toleró la dación de la ley de la
    consolidación de la deuda que también dio lugar a
    numerosos fraudes. Y por todo ello es que fundamentalmente
    debemos escatimarle una admiración total a su
    personalidad." (6)

    En suma, surge una nueva casta dominante, la llamada
    "oligarquía", alrededor del sistema de consignaciones del
    guano y el índice de corrupción en esta
    época ya puede ser medido, toda vez que ya existen
    Presupuestos y pueden calcularse los déficit, la
    evasión tributaria, el endeudamiento público
    interno, etc. Los casos más clamorosos de pillajes contra
    la Hacienda en ésta época se dan bajo el gobierno
    de Echenique, combatido duramente por Castilla por la escandalosa
    aprobación de acreencias contra el Fisco a favor de
    particulares excediendo largamente el Presupuesto. En
    lugar de fortalecernos para enfrentar la creciente amenaza
    proveniente de Chile, se dilapidaron los fondos públicos y
    poco pudieron rescatar los funcionarios honrados. Lo mismo
    sucedió durante la década de 1870 y el salitre,
    aunque en menor medida.

    2.1.1.2.- DECADA DE 1920 : LAS EXPORTACIONES Y
    LEGUIA

    Algo similar sucedió bajo el Oncenio de Augusto
    B. Leguía (1919-1930), además de los otros cuatro
    años de su primer período, en los cuales se
    tejió una maraña de poder centralizada en la
    naciente agroindustria del azúcar
    en el norte y el algodón
    en el sur. Fue un decenio caracterizado por una "dictadura
    civil", similar a la de Fujimori y con una propia Constitución (la de 1920), animada por
    deseos de reelegirse indefinidamente y cayó envuelta en
    escándalos generados en su seno, igual que
    ocurriría setenta años después.

    El Oncenio fue la continuación de la
    República Aristocrática, la que detentó el
    poder durante casi veinte años continuos entre 1895 y
    1919, con el breve interregno golpista de Oscar. R. Benavides
    (1914-1915). Si sumamos este período hasta la caída
    de Leguía en 1930, observamos que durante un tercio de
    siglo se estableció una estructura
    económica y social que duró hasta el golpe
    velasquista de 1968. El período de Leguía
    constituyó el clímax de este sistema, el cual
    desbordó los marcos convencionales de la República
    Aristocrática y acabó por explotar entre
    escándalos de corrupción que incluso sobrepasaron
    las fronteras nacionales (v.g. Tratado Salomón – Lozano
    entre Perú y Colombia en
    1922).

    Curiosamente, el período de Leguía se
    extendió aproximadamente por el mismo lapso de tiempo que el
    de Fujimori, el cual pasaremos a reseñar a
    continuación, ambos se dieron a sí mismos sus
    propias Constituciones (1920 y 1993) y también finalizaron
    en medio de turbulencia política, con Tribunales de
    Sanción o Comisiones Investigadoras posteriores y con
    sucesivos períodos transitorios (Samanez Ocampo en 1930 y
    Paniagua en 2000) que duraron aproximadamente nueve meses cada
    uno. La diferencia estriba en el hecho que la transición
    de Samanez Ocampo desembocó en una guerra civil
    entre 1930 y 1933, lo que Jorge Basadre llamaba expresivamente
    "los años terribles", mientras que la de Paniagua
    estableció un régimen democrático, pero con
    el constante fantasma del autoritarismo siempre presente ante
    cada traspiés del gobierno de Toledo.

    En este sentido, la premisa fundamental radica en el
    hecho que durante períodos de alta corrupción, como
    los tres que son aquí acotados, su monto asciende al cinco
    por ciento del PBI, mientras que en épocas de baja
    corrupción como la República Aristocrática
    por ejemplo, llega al dos o tres por ciento. Cuando llega a su
    cúspide, pasa el treinta por ciento del Presupuesto, la
    prensa protesta, se generan escándalos y caen gobiernos,
    como ocurrió en las décadas de 1850, 1920 y 1990
    (7).

    Tanto en la década de 1850, como en la de 1920 y
    1990, fueron rebasados estos límites,
    cayeron gobiernos, se conformaron Comisiones y Tribunales que a
    nada llegaron, se produjeron convulsiones sociales y el
    péndulo histórico dio su centenaria vuelta en cada
    caso, con el advenimiento de gobiernos democráticos, pero
    efímeros.

    Basadre señala en "La promesa de la vida peruana"
    (1958) que la vida peruana, idea tan deseada por próceres
    y patriotas, se ha visto traicionada por tres tipos de personajes
    nefastos, a los que pintorescamente llama los podridos, los
    congelados y los incendiados. Los primeros encarnan a la
    corrupción, el mal endémico latinoamericano y
    quisieran convertir al país en una ciénaga con sus
    viles manejos. Los segundos se quedaron congelados en el tiempo y
    sólo interactúan con los que consideran sus iguales
    o sus inferiores, es decir miembros de la llamada
    oligarquía cuya mentalidad no pasa de 1968. Los terceros
    son los que se "queman sin iluminarse", su máximo anhelo
    es hacer explotar todo y convertir al país en una inmensa
    hoguera. Aparte de la clarividencia propia del autor, debemos
    reconocer que la Historia del Perú es cíclica o
    pendular y así como en sus palabras se puede reconocer
    fácilmente a Montesinos o Abimael Guzmán por
    ejemplo, también debemos aceptar que personajes como
    aquellos han existido y existirán en nuestro medio.
    Así, pasemos ahora a un período que tiene muchas
    semejanzas con la época de Augusto B. Leguía y que
    acabó de un modo similar.

    2.1.1.3.- DECADA DE 1990 : EL NEOLIBERALISMO Y
    FUJIMORI

    Los sucesos acaecidos durante la caída del
    régimen de Fujimori son muy recientes y revelan la
    existencia de una compleja red de mafias en su
    interior, articuladas entre sí, pero desde 1998, con un
    claro dominio de
    Montesinos en el espectro. Es la primera vez que la
    corrupción en el poder toma un claro cariz delincuencial y
    objetivamente obvio. Los diversos "caciques" (Fujimori,
    Montesinos, Camet) se reparten tajadas del poder y delimitan sus
    ámbitos de influencia, pero con intereses comunes que
    interceptan esas esferas. La prensa ataca duramente desde 1997 y
    su gobierno cae por la divulgación de un video
    (Kouri-Montesinos).

    Igual que sucedió con el Oncenio de Leguía
    con el "crack" de 1929, la crisis de las
    bolsas de valores asiáticas arrastró al gobierno de
    Fujimori a una recesión que dura hasta hoy, mientras que
    el saqueo de los fondos públicos crecía acorde a la
    posición dominante que Montesinos iba asumiendo y poco a
    poco iba superando el treinta por ciento del presupuesto, por lo
    que no alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de la
    población en materia alimentaria, de
    salud, de
    educación,
    etc. Por ende, solamente cuando nos encontramos en una
    situación alimentaria deficitaria, reclamamos y
    protestamos, no porque defendamos la democracia. Mientras nos
    alimente, no importa cuanto robe, se dirán muchos, pero
    solamente cuando el desfalco atenta contra los subsidios
    estatales, ahí recién se emprenden las
    tardías protestas.

    En el plano económico, muy determinante del
    proceso
    político nacional, observamos que los procesos de
    estabilización y ajuste estructural desarrollados durante
    los dos periodos gubernamentales de Alberto Fujimori, en los
    cuales se tomaron una serie de medidas orientadas a restaurar los
    equilibrios básicos de la economía, después
    del desbalance producido por la hiperinflación del gobierno de Alan
    García, recurriendo a un fuerte ajuste estructural,
    originaron la toma de una serie de decisiones políticas
    orientadas a promover la eficiencia y la competitividad
    del sistema económico y la consolidación de las
    instituciones del país.

    Pero las decisiones respecto de la política
    económica y el ajuste estructural se realizaron sobre
    un horizonte cortoplacista, ya que, a pesar de lograrse en el
    corto plazo la estabilización macroeconómica ante
    la hiperinflación heredada del gobierno del APRA, no se
    implementó una estrategia de
    desarrollo integral y coherente que permitiera efectuar reformas
    estructurales a mediano y largo plazo, sobre todo respecto de las
    instituciones del Estado.

    En vista de la poca coordinación intersectorial existente en el
    Poder
    Ejecutivo y de la carencia de un sistema de planeamiento
    estratégico que diese coherencia a las
    políticas gubernamentales, no se contó con la
    presencia de un elemento clave para ampliar los horizontes
    reformistas : las capacidades del gobierno no se han elevado
    significativamente, lo que no permite poner en práctica
    dicha reforma (quimioterapia institucional).

    Durante el fujimorato, a pesar de mantenerse las
    principales decisiones de política económica en el
    tiempo, no se sentaron las bases de una reforma institucional,
    porque el estilo de conducción del gobierno no
    promovía una gestión
    transparente, además de existir escaso debate
    público y poca materialización en los procedimientos de
    consulta abiertos a sectores significativos de la sociedad
    peruana, todo esto aunado a la falta de planes y programas al
    respecto. Asimismo, al eliminarse el Instituto Nacional de
    Planificación, dejó de funcionar una
    entidad planificadora central que evaluara el gasto
    público.

    En suma, a pesar de que el gobierno de Fujimori
    consiguió éxitos al contener el deterioro de la
    calidad de
    vida y al disminuir el ritmo de aumento de la pobreza
    absoluta, las reformas económicas acentuaron la
    desigualdad del ingreso y del consumo y una
    creciente brecha entre ricos y pobres, lo que, aunado al
    deterioro originado por la crisis económica de fines de
    los años ochentas, debilitó aún más
    nuestro ya de por sí frágil sistema institucional,
    originando una especie de escalada en la corrupción al
    interior del aparato de poder, la que incluso superó a la
    mostrada por el gobierno aprista en cuanto a su organización criminal y poder
    político-militar.

    Todo esto originó que la falta de claridad en el
    manejo del gasto público y las dificultades para
    fiscalizar su empleo durante
    el fujimorato desembocó en una explosión social, la
    que efectivamente se dio desde Septiembre del año 2000,
    cuando el país observó a través de los
    tristemente célebres "vladivideos", como se manejaban los
    fondos públicos.

    Hasta el momento, las investigaciones
    en marcha cuatro años después de la caída y
    fuga de Fujimori no concluyen y continúan los procesos
    entablados a por lo menos un millar de personas involucradas en
    hechos delictuosos dentro del poder, lo que nos da un atisbo
    acerca del grado y la profundidad de la corrupción en el
    manejo del poder en la década de 1990. Esperemos que no
    concluyan en el vacío, como el joven Basadre se quejaba
    cuando integraba el Tribunal de Sanción Nacional creado en
    1930 para investigar y penar a los miembros de la
    corrupción institucionales de la década de 1920 o
    como ocurrió con la revisión de la escandalosa
    sobre valorización de los créditos de particulares contra el estado en
    tiempos de Echenique, cuando el Presupuesto alcanzaba apenas el
    millón de soles y dichas acreencias fueron infladas a
    veintitrés millones de soles.

    Huelga decir que en ambos casos los mayores saqueadores
    quedaron impunes y solamente encontraron su fin tanto
    Leguía como Castilla, en cierto modo asumiendo caracteres
    de tragedia griega, sumidos en la más profunda pobreza y
    carestía, el primero tísico en la prisión de
    El Callao y el segundo consumido por las fiebres sobre las
    ardientes arenas de su natal Tarapacá. Ni Echenique ni los
    barones del azúcar o Mariano Ignacio Prado prófugo
    en 1879, tuvieron un fin parecido. En la actualidad, los peruanos
    que apostaron por la democracia no cuentan ni siquiera con un
    consuelo revanchista similar, toda vez que Fujimori se encuentra
    bajo la protección del gobierno nipón, negando ser
    peruano, sino afirmando su origen japonés y a la vez
    tentando la Presidencia para el 2006, con un apoyo ciudadano
    extrañamente elevado y digno de páginas
    kafkianas

    Todo esto que parece novelesco, se explica por la
    debilidad institucional peruana, siempre palpable, pero nunca
    tanto como en el período posterior a 1980, originando un
    desplome del sistema formal el 5 de Abril de 1992, tal como
    estudiaremos a continuación.

    2.1.2.- VACIO DE PODER VS CAUDILLISMO. LA
    CRONICA DEBILIDAD INSTITUCIONAL DE LA DECADA DE
    1990

    Existe un escollo histórico que obstaculiza el
    desarrollo de la democracia en América
    Latina : el exacerbado presidencialismo. Algunos llaman a
    este fenómeno la "sacralización del poder",
    herencia de
    nuestro pasado colonial. Efectivamente, la mayoría de
    países de América
    del Centro y del Sur fueron conquistados por España o
    Portugal, los que trasladaron a esta parte del mundo su sistema
    feudal. El autoritarismo es algo ancestral en nuestra
    región, sobre todo en el caso del Perú, donde al
    llegar los europeos, ya existía un poder central fuerte :
    el Imperio de los Incas. Por eso decimos que de las manos de los
    Incas, pasamos a las de los Virreyes y de ahí a las de los
    Presidentes, autoritarismo consecutivo durante siglos.

    El sistema presidencialista tan marcado como en casi
    toda Latinoamérica ha sido catalogado como
    "monarquía republicana" o "caudillismo".
    Haciendo un paralelo histórico, algo similar
    sucedió en el ocaso de la Roma Imperial,
    cuando el sistema
    político del principado creado por Augusto con formas
    republicanas, sucumbió en el Siglo III d.c. bajo el peso
    de los líderes militares, so pretexto de las largas
    guerras
    fronterizas contra los invasores orientales y occidentales. De
    ahí en adelante, el emperador ya no sería el
    "príncipe", el "primero entre los iguales", sino un
    déspota oriental. Eso se explica por el debilitamiento de
    las instituciones, la escasez de
    hombres de mérito por las purgas y matanzas emprendidas
    por los emperadores y el temor del pueblo ante peligros y
    amenazas, por lo que se acude al primer hombre fuerte
    que asuma las riendas del Estado.

    En América Latina ocurrió algo parecido,
    exceptuando a Chile entre las décadas de 1830 y 1970. El
    caso peruano, a pesar de ser sintomático, es menos grave
    que nuestros vecinos ecuatorianos o bolivianos, pero revela
    características preocupantes, como el espectacular colapso
    del sistema de los partidos políticos denominados
    "tradicionales" entre 1989 y 1992 y el consiguiente triunfo de un
    "outsider" especulador políticamente hablando, como lo fue
    Fujimori, el cual incluso había postulado también
    para el Senado, curul que igualmente alcanzó, lo que deja
    ver como el divorcio entre
    una sociedad paternalista y de raigambres semi – feudales y un
    Estado formalmente democrático, pero incapaz de
    defendernos de la amenaza de Sendero Luminoso y del MRTA, condujo
    a una debacle de legitimidad institucional, la caída del
    antiguo sistema de partidos y la concentración del poder
    en una dictadura civil apoyada por las Fuerzas Armadas que
    encabezó Fujimori y que alcanzó su clímax
    con el autogolpe del 5 de Abril de 1992.

    Como dato sintomático, este autogolpe fue apoyado
    por la casi totalidad de la ciudadanía, tal como suponemos
    que los romanos aplaudieron a Diocleciano cuando liquidó
    el principado y el sistema senatorial desde el año 284
    d.c., reemplazándolo por un sistema imperial que
    concentraba el poder en solamente cuatro hombres, con él
    mismo como presidente de esa especie de Junta Militar, algo
    así como Fujimori, Montesinos y sus diversos
    círculos en nuestro país después de dicho
    autogolpe.

    Extrañamente un 5 de Abril de 1879, Chile nos
    declaró la guerra, pero ni siquiera los clarividentes
    vislumbraron algo tan obvio como el hecho que un sistema que
    concentra el poder en pocas manos termina sumiendo al país
    en una catástrofe, lo que también nos
    ocurrió en la Guerra del Pacífico, contando con
    Presidentes con caracteres de dictadores, como Prado y
    Piérola, los que supuestamente debían salvarnos,
    pero acabaron sus gobiernos con sendos escándalos
    originados en corrupción e ineficiencia. A Fujimori y a
    Leguía les ocurrió lo mismo y casi también a
    Castilla, pero todos esos movimientos circulares se explican por
    nuestra ancestral preferencia por los autoritarismos y por la
    carencia de una institucionalidad fuerte o al menos
    estable.

    El gran problema histórico del Perú radica
    en que existe un enorme divorcio entre el Estado y la Nación,
    el primero de ellos nunca tuvo contenido popular. La vida
    institucional peruana osciló entre la anarquía y el
    caudillismo, toda vez que entre la ilusión de los
    liberales fundadores de la República bajo modelos
    franceses o norteamericanos y el sueño del autoritarismo,
    se enquistó la arbitrariedad del caudillo (8).

    Existe en cambio una
    corriente dentro de los estudiosos de la Historia del
    Perú, que le enfoca desde un punto de vista
    historiográfico y casi lírico, cantando las
    epopeyas de la conquista o la Independencia. En 1971 se
    instaló la llamada Comisión Nacional del
    Sesquicentenario de la Independencia del Perú, que
    redactó los textos de enseñanza primaria y secundaria, contando
    la Historia oficial y narrativa a la que nuestra
    generación se acostumbró en su infancia y
    primera juventud, una
    especie de poema homérico sobre las gestas de nuestros
    héroes, narradas por los Tito Livios o los Virgilios
    nacionales.

    A pesar de estar en contra de esta postura, por no
    preguntarse el porqué, la razón y esencia de los
    acontecimientos históricos y políticos del
    Perú, cumplimos con indicar su valioso aporte
    historiográfico y de recopilación de datos respecto
    a los sentimientos y aspiraciones de corte político de
    aquélla época, toda vez que se trata aquí de
    dar una visión genérica de los textos y autores que
    abordan el tema, aunque esgriman posiciones antagónicas
    con la nuestra (9).

    Dicha corriente pasa por alta hechos como el que entre
    1780 y 1814 prácticamente no estalló ninguna
    rebelión importante contra el Virreynato y decimos
    Virreynato y no Corona, porque ni Túpac Amaru ni Pumacahua
    se levantaron en dichos años contra el Rey, sino contra
    los abusos de determinadas autoridades. Tampoco advierte la
    razón que impulsó a San Martín y a Bolívar a
    venir al Perú, porque éste solo no podía
    emanciparse de España debido a que no convenía a la
    clase criolla
    dominante. Alfonso W. Quiroz (10) estima la corrupción y
    su equivalente en materia de pérdidas económicas y
    de desarrollo nacional desde los albores de la República
    en los que recién se elaboraban Presupuestos Nacionales,
    pero no sabemos el monto y el tamaño de la
    corrupción en época colonial, pero podemos estimar
    su alto grado ante la reticencia de los criollos por
    independizarnos de la hasta hoy llamada "Madre
    Patria".

    2.1.3.- LA CRISIS DEL SISTEMA PARTIDARIO
    NACIONAL

    Prácticamente, se podría decir que la
    fundación de la república peruana no se remonta a
    1821, sino desde la década de 1960, que es cuando el
    sistema se abre a la gran masa de ciudadanos y las demandas de la
    población crecen, ante la incapacidad del Estado por
    satisfacerlas, originando desbordes sociales y violencia
    política. En efecto, la reinvención del Estado en
    la década de 1990 y sus consiguientes resultados positivos
    en materia de reforma estatal, trae como reto el utilizar la
    nueva estructura estatal para equilibrar las desigualdades
    sociales imperantes.

    Durante los años ochentas y noventas colapsaron
    los partidos políticos llamados por Fujimori
    "tradicionales" y el sistema representado por ellos, tanto
    así que el autogolpe del 5 de Abril de 1992 contó
    con un amplio respaldo popular. Las primeras señales
    de la recuperación económica aparecen en 1993, ante
    la inexistencia de oposición articulada y la
    instauración de un régimen militar-civil
    autoritario que dominó la política peruana a lo
    largo de la década, pero cuando la coalición de
    liderazgo de
    Fujimori se hizo inestable, estalló en medio de
    escándalos, quedando como moraleja que neopopulismo o la
    repartición de los recursos del
    Estado a manos llenas para que un líder
    se gane el apoyo de las masas sin socavar las bases de las
    reformas de mercado pudo llevar lejos a Fujimori, aunque al final
    la desorganizada masa de los pobres del país no pudo
    salvarlo de sus propios excesos políticos.

    En todo este dilema, los partidos políticos
    perdieron vigencia – a excepción del APRA, partido
    organizado y afiatado estructuralmente desde hace setenta
    años – y proliferaron movimientos independientes, fugaces
    y efímeros u otros de corte meramente capitalino. Todo
    hace prever que, habiendo regresado a los márgenes del
    denominado Estado de
    Derecho, la dación de la reciente Ley de Partidos
    Políticos fortalecerá los partidos que realmente
    cuentan con presencia nacional (tener Comités en al menos
    65 provincias del país) y originará la
    extinción de aquellos que no tengan dicha presencia, ya
    que en 15 meses desde la vigencia de aquélla, todo partido
    ya inscrito deberá adecuarse a sus normas.

    Lamentablemente, no se ha conferido la debida
    importancia a la fundación de Partidos Regionales, toda
    vez que el presente proceso de regionalización ha
    originado, por llamarlo así, una especie de "descenso" de
    la política de la capital a las
    provincias y se manifiesta el Interés de
    los ciudadanos en participar activamente en
    aquélla

    2.2.- EL
    FACTOR HISTORICO REFLEJADO EN LA ULTIMA DECADA

    Asumiendo el hecho que aproximadamente cada tres cuartos
    de siglo surge un gobierno que ocupa el poder durante una
    década (Castilla, Leguía y Fujimori), seguido cada
    uno de turbulencias y crisis de todo tipo, nos encontramos ante
    un hecho inquietante y de alguna manera muy sombrío :
    desde 1970, hasta la actualidad, se han ensayado todos los tipos
    de fórmulas económicas, sociales y políticas
    y seguimos descendiendo por una enfangada cuesta abajo.
    ¿Qué está fallando?. ¿Porqué
    la democracia representativa no ha funcionado ni ha cubierto las
    demandas sociales?. ¿Cómo salimos del hoyo y nos
    insertamos correctamente en un mundo globalizado, sin perder
    nuestras cualidades propias?. Estas son las preguntas que
    deberíamos formularnos diariamente y no interesarnos en
    exceso sobre los escándalos surgidos entre las filas de la
    todavía llamada "clase política"
    peruana.

    2.2.1.- EL "PENDULO PERUANO" : VAIVENES DE LA
    POLÍTICA DOMESTICA

    Para vislumbrar alguna respuesta a este aparente
    laberinto, partimos de una tesis casi evidente y de obvia
    aceptación, la que propugna que los ciclos
    económicos influyen en gran medida sobre los ciclos
    políticos. A modo de acercamiento al tema, expondremos a
    continuación, las diversas corrientes y escuelas que
    estudian los fenómenos políticos dentro de la Ciencia
    Política, para luego explicar a través de ellas en
    que consiste este movimiento pendular :

    a.- Escuela
    Tradicional :

    Fuertemente influenciada por la Historia, el Derecho y
    la Filosofía, encontrándose en apogeo a fines del
    Siglo XIX. El Perú está inmerso dentro de esta
    concepción, toda vez que la clásica manera de
    estudiar la carrera de Leyes es a través de una Facultad
    de Derecho y Ciencias
    Políticas.

    b.- Escuela Contemporánea :

    Sus diversas corrientes crecen bajo el influjo de otras
    disciplinas como la Economía, la Sociología, la Antropología, etc. que la enriquecen y de
    ellas adaptan sus métodos y
    esquemas, de acuerdo con el siguiente detalle :

    b.1.- Corriente Neoinstitucionalista :

    Fija su atención sobre las instituciones, tal como
    las entendimos en nuestro primer capítulo, como por
    ejemplo los partidos políticos, con neta influencia del
    constitucionalismo.

    b.2.- Corriente Conductista :

    Bajo influencia de la psicología, trata de
    explicar el comportamiento
    humano y su conducta frente a
    los fenómenos políticos, la determinación de
    la llamada "cultura política" de una determinada
    comunidad

    b.3.- Corriente Estructural – Funcionalista
    :

    Se analizan las estructuras
    sociales y sus diversas funciones, como
    por ejemplo, la función
    cumplida por los partidos políticos, con modelos
    provenientes de la Sociología y la
    Antropología.

    b.4.- Corriente de la Elección Racional
    :

    Utilizando modelos matemáticos, esta teoría
    aplica conceptos pertenecientes a la Economía para
    determinar el análisis costo
    beneficio que realizan los votantes al participar en elecciones.
    En este contexto, advertimos que se ha puesto mayor
    énfasis en lo últimos tiempos a la
    institucionalización o mas bien
    reinstitucionalización del sistema político peruano
    y este tema resulta fundamental para entender el movimiento
    oscilante entre ortodoxia y heterodoxia económicas y entre
    autoritarismos y regímenes democráticos en el campo
    de la política. Para visualizar mejor este panorama,
    mostramos a continuación dos gráficos que podrían resumir la
    intersección y las pautas de comportamiento de las
    variables
    económica (Intervención estatal en la
    economía nacional) y política (transparencia) y su
    relación con la corrupción :

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    GRAFICO A : A mayor
    intervención estatal en la economía nacional,
    encontramos mayores índices de corrupción. Esto
    ocurre cuando el péndulo se mueve hacia regímenes
    intervencionistas en economía, como los de Velasco o Alan
    García, los cuales también registraron altos grados
    de corrupción, o regímenes liberales en
    economía, pero con fuerte influencia sobre determinados
    sectores, como por ejemplo, la tributación y la SUNAT
    durante el fujimorismo..

    Para ver el gráfico seleccione la
    opción "Descargar" del menú superior

    GRAFICO B : A mayor
    transparencia, encontramos menores índices de
    corrupción. Esto ocurre cuando el péndulo se mueve
    hacia regímenes democráticos, como el de Paniagua o
    Toledo, ya que existe una mayor fiscalización del pueblo y
    la prensa, sin temor a ser reprimidos por la fuerza.

    Desde que Velasco asumió de facto el poder en
    1968, los cambios en la estructura sociopolítica peruana
    con origen en decisiones gubernamentales o en movimientos
    sociales que hasta hoy persisten, hicieron que el país se
    enfrente al fin con su verdadera realidad, soslayada por siglos
    de ostracismo semi-feudal: el llamado "Perú profundo". De
    profundo no tiene hoy casi nada, porque incluso Lima se ha
    teñido de colores casi
    desconocidos para un limeño contemporáneo de
    Ricardo Palma, cumpliéndose lo que Aníbal Quijano
    vaticinaba hace más de una década : la
    "cholificación" de la sociedad peruana en todas sus
    facetas.

    La experiencia nos enseña que en un país
    pobre la política domina a la economía, proceso que
    se da a la inversa en los países desarrollados, en los
    cuales inclusive ambas se identifican, creándose
    así una dependencia de los primeros respecto a lo
    segundos, al extenderse curiosamente el sistema de clientelaje o
    vasallaje entre naciones: las pobres subsisten a la sombra de las
    desarrolladas y tratan de copiarlas hasta en sus modelos
    políticos. Así, al imitar los esquemas
    primer-mundistas con realidades tercermundistas, nuestros
    países se ven arrollados en una carrera que no pueden
    mantener (v.g. la dolarización de Argentina) y frente a esta
    "globalización", surgen reacciones
    colectivas regionalistas teñidas de reivindicaciones
    étnicas, como los zapatistas de México,
    los recientes sucesos acaecidos en Bolivia y el
    movimiento de los Humala en Perú.

    Pero con la llegada de la década de 1990 este
    panorama se estremece con los cambios. El comercio de la
    región con el resto del mundo se duplicó y la
    inflación, el gran flagelo latinoamericano, se
    acercó a un solo dígito. Se analizan los cinco
    casos más representativos de crecimiento de los
    años noventas: Perú, Argentina, Chile, Brasil y
    México. Todos muestran un sano crecimiento
    macroeconómico, pero las variables domésticas
    propias y sus particulares elecciones de política
    determinan las causas de los resultados diferenciales en este
    contexto general de cambio. Chile supera fácilmente a los
    otros cuatro en materia microeconómica, excepto en la
    distribución del ingreso.

    En este panorama, el debate Estado-mercado resulta
    fundamental. Así, el Estado latinoamericano ha pasado por
    variadas circunstancias, desde la economía
    política de la intervención estatal entre los
    años 1960 y 1980, pasando por el colapso en los
    años 80 y el repliegue estatal entre 1982 y 1990, hasta el
    resurgimiento y definición racional del Estado a partir de
    la década de 1990, de la mano con una notable
    recuperación económica.

    En este sentido, se observa que en general se superaron
    los problemas derivados de la intervención estatal
    irresponsable, a pesar de existir abismales tasas de pobreza y de
    haber empeorado las tendencias redistributivas en los años
    90, específicamente en el caso peruano, lo que a su vez ha
    determinado la fragilidad de las perspectivas de
    recuperación económica, exceptuando el caso de
    Chile, donde sí ha tomado fuerza el crecimiento
    económico aunado a la reforma del Estado, por lo que
    actualmente el tema crucial consiste en identificar los puntos
    pendientes en la agenda de reforma institucional, tomando en
    cuenta las cadenas de shocks externos que golpearon la
    región, empezando con la crisis asiática de
    1997-1998 y las nuevas perspectivas políticas existentes
    en la región. Asimismo, ya que la permanente
    vulnerabilidad de los países examinados tiene que ver
    principalmente con la desigual e incompleta naturaleza de
    la reforma institucional llevada a cabo durante la década
    pasada.

    En cuanto al escenario político-económico
    de la intervención estatal en el Perú, sus
    antecedentes los hallamos durante el Oncenio de Augusto B.
    Leguía, un primer intento de impulsar la
    acumulación de capital con el respaldo masivo del Estado,
    hasta que después del régimen económico
    liberal de Odría, se confirió al Estado peruano un
    rol protagónico en el desarrollo económico desde
    fines del segundo gobierno de Manuel Prado y durante el primer
    gobierno de Fernando Belaúnde en la década de 1960.
    Pero el Estado peruano, con sus incipientes estructuras
    institucionales, no estaba adecuadamente preparado para asumir la
    posición más activa que se le había
    asignado.

    Así, el golpe militar de 1968 lanzó el
    primer intento explícito de aumentar la capacidad del
    Estado para intervenir efectivamente en la economía,
    acelerando la diversificación política y
    económica, además de que durante los años 70
    el Estado fue usado para mejorar la posición del
    país en la economía internacional, pero se
    fracasó en utilizar los préstamos externos para
    conseguir esta meta, así como el capitalismo de
    Estado al estilo peruano no consiguió generar las
    pretendidas transformaciones en cuanto a crecimiento, ahorro,
    inversión y redistribución. Es
    más, los soportes burocráticos, institucionales y
    administrativos cuya preexistencia era necesaria para implementar
    estas reformas, recién se encontraban en fase constructiva
    mientras simultáneamente se trataban de implementar los
    cambios. El gobierno militar no pudo forjar un papel efectivo
    para el Estado como mediador de los intereses sociales
    centrales.

    Acto seguido y con el retorno del régimen civil,
    advertimos que bajo el segundo gobierno de Belaúnde, en
    los años 80, la orientación apuntó al
    mercado para recuperar los pujantes indicadores
    económicos existentes antes de 1960, pero en lugar de
    erradicar las distorsiones

    acumuladas durante dos décadas de caótico
    intervensionismo estatal, la estrategia social de mercado
    implementada contribuyó a insertar al Perú
    aún más en el modelo
    negativo de desarrollo encabezado por el Estado, arrastrando
    obstáculos y fortaleciéndolos, resumidos en las
    siguientes características :

    1. Alto nivel de financiamiento externo para apoyar los esfuerzos
      del Estado.
    2. Fuerte dependencia de las empresas
      públicas para llevar a cabo las tareas de desarrollo del
      Estado.
    3. Perpetuación de una ambigua relación
      con inversionistas privados locales claves.
    4. Incapacidad para coordinar el modelo de desarrollo
      elegido con las políticas sociales
      necesarias.
    5. En los cuatro puntos antes referidos el historial
      empeoró. Además, estalló la insurgencia
      relacionada con la pobreza, de la mano con un absoluto descuido
      de la política
      social, una política salarial regresiva y una
      resistencia
      popular, lo que se llamó una economía
      política de la violencia.

    Así, llegamos al segundo quinquenio de los
    años ochentas y al colapso hiperinflacionario del gobierno
    de Alan García, debido al fracaso del contragolpe
    neoestructuralista del gobierno aprista. Ante la pérdida
    de entusiasmo por los programas del Fondo Monetario
    Internacional, el Perú anunció un enfoque
    heterodoxo en Julio de 1985, pero el patrón
    problemático arrastrado desde 1960, con una fuerte
    dependencia del financiamiento externo y la sujeción a las
    empresas públicas para proporcionar empleo, insumos y
    servicios
    baratos, originó el estallido del sistema. Así, en
    las elecciones de 1990, la polarización entre derecha e
    izquierda, entre ortodoxia y heterodoxia, indicaban que los
    grupos locales
    no sabían aún como enfrentar los problemas del
    país, por lo que surgió como opción
    electoral un candidato independiente poco
    convencional.

    En este contexto, en solamente diez días luego de
    asumir el cargo en 1990, el nuevo Presidente Alberto Fujimori se
    dio cuenta que no existía ningún margen para una
    estrategia gradualista de reforma y por ende se adoptó
    rápidamente el paquete de medidas de estabilización
    y ajuste basado en la privatización, liberalización y
    desregulación (el denominado ¨Consenso de
    Washington¨), emprendiendo un programa iniciado
    con un gran shock fiscal, un
    extenso paquete de privatizaciones y reformas financiera e
    institucionales, junto con programas de compensación
    social, ocasionando un cambio total del Perú en los
    años 90, tanto como el que ocurrió en los
    años 70.

    Después de la crisis política desatada en
    el año 2000 y ahora que el gobierno de Alejandro Toledo
    busca forjar una nueva coalición de gobierno estable, los
    riesgos
    económicos residen fundamentalmente en la esfera
    política. Así, nuevamente el Perú tiene un
    considerable trabajo por
    delante para ponerse al día en cuanto al aspecto
    económico, toda vez que en lo que sí se encuentra
    actualizado es en la renovación del Estado, pero urge otra
    onda de reformas auspiciadas por el Estado en términos de
    dinamismo microeconómico y equidad
    redistributiva.

    Esta es la visión del famoso péndulo
    peruano, palpable tanto en la economía como en la
    política, tal como indican Efraín Gonzáles
    de Olarte y Lilian Samamé, cuando precisan que entre 1963
    y 1991 hubieron veintisiete Ministros de Economía, es
    decir uno cada diez meses (11).

    Asimismo, dichos autores identifican las grandes
    fuentes
    económicas de esta inestabilidad político-social
    oscilante desde los años sesentas (12) :

    1. Presión demográfica y acelerada
      urbanización.
    2. Ocaso del sistema de dominación
      oligárquico.
    3. Impulso del Sistema de Sustitución de Importaciones,
      el cual nos hizo endeudar aún más
    4. Cambio del rol del estado de uno policiaco a gestor
      de la economía sin estar preparado para
      ello.
    5. Fragmentación social y
      económica.
    6. Declinación de la inversión
      privada

    Los autores concluyen indicando que en etapas expansivas
    de la economía el país es gobernable, pero cuando
    existe recesión se torna ingobernable y altamente
    volátil, como sucede hoy en día (13).

    Así, en estas últimas décadas se ha
    dado un primer escenario en el Perú: cada intento de
    impulsar la reforma económica e institucional acabó
    por heredar una carga de problemas y conflictos al
    gobierno entrante, arrastrándolos y
    profundizándolos. En cambio el actual gobierno parece
    gozar de sólidas bases que le brindan las reformas
    emprendidas en la pasada década. Si pudiera aprovechar la
    coyuntura e inicia la serie de reformas microeconómicas
    antes mencionadas podría configurarse un segundo escenario
    : el exitoso giro peruano hacia una estrategia competitiva,
    catalizadora de una mayor participación social y de la
    transición a un régimen
    democrático.

    2.2.2.- 2000-2001 : GOBIERNO TRANSITORIO VS. GOBIERNO
    PROVISIONAL. PANIAGUA Y TOLEDO

    Podemos empezar por definir qué es un gobierno
    transitorio. Es el que guía al país desde la
    caída de un régimen autoritario hasta las
    elecciones que hacen posible la instalación de un nuevo
    gobierno democrático. En este sentido, el gobierno de
    Paniagua sería uno transitorio, pero nosotros sostenemos
    que no lo es, sino que el actual gobierno del Presidente Toledo
    es el gobierno de transición y que recién en el
    2006 podemos hablar que la transición a la democracia se
    ha completado, toda vez que cambiar las costumbres de una
    década completa de gobierno autoritario no puede darse en
    un período de nueve meses, sino en varios
    años.

    En este caso, podemos catalogar al gobierno del
    Presidente Paniagua como uno provisional, de emergencia, el que
    establece bases para una mejor gobernabilidad democrática,
    más o menos como el de Samanez Ocampo después de la
    caída de Leguía, con la diferencia que en 1930
    estalló la guerra civil, pero ahora ese conflicto lo
    tenemos en el campo económico y en el de la violencia
    estructural que azota a la sociedad peruana : delincuencia,
    maltratos en la familia,
    etc.

    2.3.- EL FACTOR
    PSICOLÓGICO

    Históricamente, el Perú ha vivido inmerso
    dentro de tradiciones paternalistas y autocráticas, las
    dos caras de la misma moneda. Cuando el fenómeno
    terrorista alcanzó inusitada fuerza entre 1991
    y

    1992, la gran mayoría de peruanos aplaudió
    la destrucción del sistema institucional representativo en
    el autogolpe del 5 de Abril de ese último año por
    el miedo a la amenaza subversiva. Nuestra generación, que
    desarrolló el uso de la razón en los ochentas,
    asistió en la siguiente década a la
    conmoción política más grande desde la
    guerra civil de 1930-1933 (los que Basadre llamó "los
    años terribles"), es decir, la "cleptocratización"
    del ejercicio del poder, encarnada por la dupla asociativa
    Fujimori – Montesinos. Justo en esa época, comenzamos a
    intervenir en las discusiones de la esfera pública
    nacional y a convertirnos a la vez en parte de la PEA.

    De acuerdo con Mariano Querol (14), la población
    peruana sufre de baja autoestima,
    por lo que tiene una necesidad psicológica de contar con
    una imagen
    paternalista encarnada en regímenes autoritarios, por
    cierto temor o incapacidad para elegir correctamente a sus
    gobernantes. Igualmente indica que la pasividad caracterizante de
    nuestro ser nacional conllevó a reaccionar
    tardíamente sólo cuando apareció el video
    Kouri-Montesinos, cuando todo el proceso de corrupción
    llegó a su clímax.

    A fin de ilustrar adecuadamente la opinión de
    nuestra ciudadanía respecto a la popularidad del actual
    Presidente, basta remitirnos a la edición
    de "El Comercio" del día 15 de Diciembre del año en
    curso (Página A2, encuesta
    realizada por APOYO los días 12 y 13 de Diciembre De
    2003), donde Alejandro Toledo registra un magro doce por ciento
    de aprobación, mientras que Alberto Fujimori cuenta con un
    treinta y cinco por ciento de aprobación, lo que parece
    increíble dado que este último es prófugo de
    la justicia
    peruana y de otros países y ni siquiera se reconoce
    él mismo como peruano, lo que nos hace cavilar asombrados
    acerca de nuestra psique colectiva.

    Asimismo, de acuerdo con María Milagros
    Narváez Pérez (15), tanto "El Comercio", como "La
    República" y "Expreso", los tres Diarios sujetos al
    análisis de sus posturas frente a Fujimori y Toledo en las
    campañas electorales de 1990, 1995 y 2000, la prensa
    escrita no brinda a sus lectores información neutral, y
    objetiva sobre temas trascendentales de la vida nacional, entre
    ellos las preferencias por tal o cual personaje, ya que siempre
    tiñen sus opiniones de matices subjetivos y eso altera
    más aún la percepción real de los problemas
    cotidianos por parte de la ciudadanía.

    2.3.1.- LA "CULTURA POLITICA PERUANA" : ¿PAIS
    DE SUBDITOS O DE
    "ACHORADOS"?

    La Cultura Política puede englobar la Cultura
    Cívica, pero no son equivalentes : la primera discute la
    legitimidad de los comportamientos de los actores
    políticos, mientras que la segunda precisa solamente la
    fría legalidad de
    la norma aplicada.

    De acuerdo con Almond y Verba (16) la Cultura Política
    es un conjunto de orientaciones relacionadas con un
    sistema especial de objetos y procesos sociales, pudiendo
    resumirse este panorama en tres grandes tipos de culturas
    políticas :

    1. La cultura política parroquial : Se da cuando
      la frecuencia de orientación hacia los cuatro tipos
      políticos arriba descritos se acerca a cero, v.g., las
      sociedades
      tribales africanas o las comunidades locales autónomas.
      No existen roles políticos especializados, todo se
      encuentra enmarcado por orientaciones religiosas o
      sociales
    2. La cultura política de súbdito :
      Aquí existe una gran frecuencia de orientaciones hacia
      un sistema político diferenciado y hacia aspectos
      administrativos del sistema, pero hacia objetos
      políticos y hacia uno mismo como participante activo se
      aproximan a cero. Hacia el elemento administrativo del sistema
      existe una relación pasiva, aunque se dé una
      forma limitada de competencia
      dentro de este sistema.
    3. La cultura política de participación :
      Los individuos se orientan al sistema como un todo, hacia los
      cuatro elementos en su conjunto, tienden a visualizarse en un
      rol activo en política, aunque acepten o rechacen el
      sistema.

    Esta triple clasificación no supone que una sustituya a
    otra. No existe uniformidad en este campo, sino una mezcla
    cultural, el ciudadano combina los tres factores y la cultura
    cívica es una mezcla particular de ciudadanos,
    súbditos y elementos parroquiales, por ende, se extraen
    tres tipos de culturas políticas mixtas o sub-culturas
    :

    1. La cultura parroquial de súbdito: Se da
      cuando una parte sustancial de la población rechaza las
      pretensiones de una difusa autoridad
      tribal, rural o feudal y desarrolla lealtad hacia sistemas con
      estructuras de gobiernos centrales especializadas.
    2. La cultura de súbdito – participante :
      Aquí, pasar de una cultura parroquial a otra de
      súbdito afecta el cambio de una cultura de
      súbdito a otra de participación, ya que en este
      último caso, las autonomías locales y
      parroquiales pueden contribuir a desarrollar una
      infraestructura democrática, como por ejemplo, en la
      España Post – Franco, y su transformación en una
      democracia de corte moderno con autonomías vascas y
      catalanas.
    3. La cultura parroquial – participante : Se da en
      muchas naciones incipientes, predominantemente parroquiales,
      pero sin estructuras sólidas para apoyarse ni una
      burocracia
      basada en súbditos leales ni infraestructuras que nazcan
      de un cuerpo de ciudadanos responsables y competentes.

    Para comprender la Historia del Perú debemos remitirnos
    -nuevamente- a Jorge Basadre. El pensaba que el nuestro es el
    país de las oportunidades perdidas o la "historia de lo
    que pudo ser y no fue". Tal vez si nos fijamos en la secuencia de
    gobernantes representativos y golpistas existente entre los
    años cuarenta y setentas, nos demos cuenta del significado
    de esta metáfora. Nos preguntamos que hubiese pasado si en
    lugar de Odría, la Junta Militar de 1962-1963 y Velasco,
    hubieran gobernado el país alternada y
    pacíficamente, sin transiciones traumáticas, Prado,
    Haya y Belaúnde.

    En primer lugar, los golpes de estado hubieran pasado al
    olvido por obsoletos, al establecerse una sólida base
    partidaria. En segundo lugar, se habría desarrollado la
    Reforma
    Agraria de un modo gradual y ordenado, después de
    educar correctamente a la masa campesina acerca de sus derechos y
    deberes en una sociedad que sale del latifundismo casi medieval,
    cosa que hasta hoy lamentamos, pues el velasquismo
    destruyó las bases de la agroindustria de la costa al
    imponer la Reforma como una suerte de reivindicación
    clasista, marcada por el comunismo y
    así hoy importamos lo que hace cuatro décadas
    exportábamos, con una canasta básica de nuestro
    mercado interno prácticamente autoabastecido, al
    revés de estos tiempos.

    ¿Por qué en los últimos cuarenta
    años presenciamos este fenómeno autodestructivo?.
    ¿Por qué luego de un conato de
    industrialización bajo el segundo pradismo se dio el golpe
    de la Junta Militar y el primer período de Belaúnde
    naufragó en medio de las nacientes guerrillas del valle de
    La Convención, el germen de la actual violencia?.
    ¿Por qué nunca hubo una verdadera
    concertación, ni siquiera en tiempos de Bustamante y
    Rivero y el continuismo republicano se vio cortado por dictaduras
    militares?. ¿Por qué el mismo militarismo de los
    setenta reaccionó contra sí mismo al Morales
    Bermúdez deponer a Velasco y desmontar lo hecho por
    él sin distinguir lo bueno de lo malo?. ¿Por
    qué el segundo belaundismo llevó al país al
    borde del colapso y el gobierno aprista nos hizo conocer lo que
    es el fondo de un abismo?. ¿Por qué nos vimos
    envueltos en la guerra civil de la subversión y conferimos
    todo el poder a un dictador que luego huye a su patria oriental,
    dejándonos inmersos en la desorientación
    estructural, de la cual aún no salimos?.

    Tal vez las respuestas las encontremos analizando la Historia
    Peruana de las últimas cuatro décadas a la luz de los
    conceptos sobre Cultura Política y Cultura Cívica
    vertidos anteriormente, sin olvidar el trasfondo de siglos de una
    pesada herencia colonial, a la que adscribo no solamente al
    Virreynato sino también al mismo Incanato, ya que el
    Tahuantinsuyo fue un gran Imperio colonial con un gran
    número de súbditos no – Incas. Tal vez otra vez
    Basadre encienda su faro y nos haga ver que en el Perú,
    como él decía, pasamos de una apatía
    absoluta a un estado de frenesí casi epiléptico,
    sin tomarse la paciencia de desarrollar pacientemente grandes
    proyectos a
    futuro. Esa impronta del carácter nacional nos lleva a
    profundizar sobre nuestra sub – cultura política, bajo los
    parámetros antes descritos.

    En estricto, nuestra Cultura Política es casi
    enteramente de súbdito. Casi no damos nada al sistema
    (input), sólo esperamos recibir algo de él
    (output). El parroquialismo subsiste en comunidades
    tecnológicamente desconectadas, sobre todo en la selva, lo
    que últimamente se va haciendo cada vez más raro de
    encontrar ante la emigración masiva a las ciudades
    costeñas y el avance de la informática y de las telecomunicaciones. Existe un sesgo participativo
    entre ciertos sectores, igualmente reducidos, concentrados en los
    pocos barrios residenciales de Lima y algunas ciudades de la
    costa, la cada vez más reducida clase media. Si queremos
    encontrar algo en común entre los cortes políticos
    pendulares de las últimas décadas, eso es el
    populismo,
    rasgo clásico de un gobierno autoritario no representativo
    ni democrático.

    El péndulo ha oscilado desde el militarismo de tinte
    comunista de los años setentas hasta la tolerancia
    (interpretada en este mundo andino como debilidad)
    democrática de los gobiernos de Belaúnde y
    Paniagua, pasando por un autoritarismo en apariencia civil pero
    bajo égida castrense (Fujimori) y otro también con
    imagen civil pero controlado por un partido (el APRA de Alan
    García). Ese vaivén se advierte en las
    políticas económicas : desde el estatismo
    velasquista hasta las privatizaciones neoliberales de los
    años noventas y desde el controlismo de precios y
    mercados del
    gobierno aprista hasta el sistema mixto actual. Pero todo siempre
    teñido de populismo, estrategia muy adecuada para la clase
    dirigente de un país donde subsistir es tarea cotidiana y
    en buena cuenta la última moneda de cambio existente es el
    voto, a cambio de pan y circo como en Roma.

    Pero esta sub – cultura de súbdito no es leal al
    sistema mismo. Es más bien ceñida por la
    apatía, el dejarse llevar o por la alienación, de
    ahí nuestra inestabilidad estructural. Al desaparecer en
    los setentas la estructura feudal latifundista, el "vasallo", se
    quedó sin "señor" y esa carencia de significado
    origina que la institucionalidad sea débil en el
    país por la distorsión histórica existente.
    En realidad en 1821 se fundó una República
    aparente, toda vez que enormes masas de habitantes quedaban
    excluidos del circuito de participación en las decisiones
    políticas, en manos de la llamada "oligarquía", es
    decir los grandes terratenientes o los comerciantes enriquecidos
    y prácticamente ennoblecidos por el guano, el salitre o el
    caucho, cada
    grupo en su correspondiente época.

    Recién en 1968 podemos hablar de la formación de
    una República que busca la participación de todos
    los ciudadanos, aunque contradictoriamente fue fundada por un
    régimen autocrático, ya que como dijimos al inicio,
    el Perú profundo dejó de serlo. En suma, a pesar de
    ser guiados por modelos democráticos que buscaban la
    participación ciudadana como el de los
    Estados Unidos
    y Francia, en
    realidad siempre añoramos el sentirnos súbditos.
    Por eso José de San Martín se inclinaba hacia una
    monarquía constitucional para el Perú y de
    ahí viene la tradición del criollismo
    costeño, encarnado en la zalamera pero pro-colonial pluma
    de Ricardo Palma.

    En suma, nos enfrentamos a una "globalización"
    participante con esquemas de súbdito y eso nos arrastra a
    una vorágine que nos hace perder hasta nuestros valores
    costumbristas, la tan mentada "pérdida de identidad
    nacional" que es más evidente en las maneras de ser y
    de actuar de los jóvenes, pero esto aunado a una especie
    de "achoramiento" por decirlo así, manifestación de
    la llamada "cultura combi", una especie de "contracultura",
    conjunto de respuestas agresivas ante el medio competitivamente
    hostil que rodea la vida de los peruanos en la actualidad

    Acto seguido, analizaremos la repercusión de las
    diversas manifestaciones de la esfera pública en el
    desahogo de las presiones que este vaivén histórico
    ejerce sobre la sociedad, fenómeno en el que tienen
    marcado protagonismo los diferentes estamentos de la Sociedad
    Civil.

    2.3.2.- LA "ESFERA PUBLICA PERUANA"

    La esfera pública es un espacio jurídicamente
    privado, dentro del cual sus participantes, los que no cuentan
    con status oficial, tratan de convencerse mutuamente mediante
    argumentos lógicos acerca de diversos temas de
    interés general (17). Puede darse en un taxi, en un
    mercado, en un aula universitaria, etc. Nuestra generación
    llegó a la edad adulta prácticamente asqueada de la
    degradación moral vista últimamente en las
    relaciones políticas nacionales.

    Podemos así pensar que nuestra actitud hacia
    el sistema político es de apatía o de
    alienación, fruto de la inestabilidad heredada de cuatro
    décadas de movimientos pendulares entre regímenes
    democráticos y autocráticos, de ahí se
    origina la falta de fe en las instituciones observada
    crecientemente entre la población, sobre todo en los
    jóvenes y en los adultos jóvenes.

    También históricamente, el Perú tiene una
    enorme tradición comunitaria de base, la que, a pesar de
    la individualización observada en los noventa, fruto de
    las influencias globalistas en las ciudades como derivado de la
    inserción del país en la economía
    mundial, aún mantiene gran fuerza. Las relaciones
    familiares, amicales

    o sociales, van paliando la crisis y forman un entramado
    político más eficiente que el sistema formal
    mismo.

    Esas organizaciones,
    como son las rondas, los comités de vasos de leche,
    sindicatos, los comedores populares, los grupos religiosos, los
    gremios de artesanos, comerciantes, obreros, etc., suplen las
    carencias estructurales del aparato estatal y conforman una
    fuente de trabajo extendida entre los sectores rurales y urbano
    marginales. Al expresar la vida misma sin las restricciones de
    los cauces formales, constituyen la base de la Sociedad Civil
    nacional, la que incluso goza de presencia en los Gobiernos
    Regionales (Consejo de Coordinación Regional).

    Los datos e ideas desarrollados por Hernando de Soto en "El
    Otro Sendero", expresan lo invalorable que resulta el trabajo y
    el modo de vida informales, a pesar de su desorden y de sus
    carencias de servicios básicos. Es también una
    razón por la cual el país no ha desaparecido como
    unidad orgánica, ante la sucesión de conmociones
    sociales que harían zozobrar a cualquier país
    acostumbrado a una mayor estabilidad, así como un capital
    nacional que no aparece en las estadísticas oficiales.

    La pregunta central radica en como obtener que esa Sociedad
    Civil informal interactúe con el sector formal, reducido
    pero decisorio, en la esfera pública. El camino para
    impactar en las decisiones, aparentemente tan lejanas, de los
    Poderes del Estado, puede pasar por una revitalización de
    estas organizaciones, reconociendo su participación no
    solamente en entes administrativos de los Gobiernos Regionales y
    Locales, sino en el mismo foro decisorio, es decir el
    Congreso y el Poder Ejecutivo, con un antecedente en los Cabildos
    Abiertos de la época colonial. Así podría
    llegarse a concretar una expresión popularizada por
    Alfonso Grados Bertorini en los ochentas y noventas, la
    "concertación", es decir el reflejo de lo que opinan los
    ciudadanos, el peso de esfera pública canalizada al
    aparato estatal decisorio a través de las organizaciones
    de la Sociedad Civil, las que deberán promover los
    respectivos proyectos de Ley, lo que sí les reconoce la
    actual Constitución Política.

    Los medios de
    comunicación masiva deberían jugar un rol
    protagónico en este campo, pero lamentablemente no es
    así y la socavación de su imagen al menos ha
    servido para que la gente comente lo "mal que estamos" al
    constatar el grado de corrupción existente en la prensa,
    sobre todo la televisiva. Los hechos observados recientemente en
    la famosa y mal llamada "esquina de la
    televisión", además de producir gran inquietud,
    han generado una amplia gama de discusiones en la esfera
    pública nacional, tanto que la ciudadanía se
    pregunta, con obvio sustento, si sería preferible que el
    Ministerio de Transportes cancele definitivamente las licencias
    de telecomunicación a los grupos que protagonizan tales
    sucesos.

    Lamentablemente, al dar la vuelta al péndulo derrocando
    el régimen autoritario de Fujimori y reinstaurando un
    estilo democrático y representativo de gobierno, no
    advertimos a tiempo lo señalado en un anterior
    acápite, que cuando una cultura mixta de súbdito –
    participante persiste, transforma la primigenia sub – cultura de
    súbdito : durante los intervalos democráticos, como
    el que actualmente vivimos, los grupos de orientación
    autoritaria compiten con los democráticos dentro del marco
    formal democrático, así vemos hoy, la
    reacción del fujimorismo por la vía legal ante la
    fragilidad del gobierno peruano dirigido por nuestro actual
    Presidente, el que incluso ha sido comprometido dentro del
    torbellino que rodea la lucha por poseer los medios de comunicación. El ciudadano de a pie se
    pregunta con justa razón si toda esta lucha sirvió
    para algo o para nada y así muchos empiezan a
    añorar el regreso de Fujimori, situación de
    incertidumbre ahondada por un notorio rebrote senderista.

    Los peruanos somos muy proclives a sentir la tentación
    de ser gobernados autoritariamente, ya que es una postura muy
    facilista esperar que el gobierno nos sustente a cambio de la
    total sumisión y muy acorde con nuestro ancestral
    paternalismo. Opinamos al respecto que las organizaciones de la
    Sociedad Civil deben ser escuchadas, al expresar lo que la
    ciudadanía piensa (la esfera pública), no
    sólo sobre este tema, sino sobre otro esencial un poco
    relegado dentro del tan publicitado Acuerdo Nacional : la reforma
    del Poder Judicial, el manoseo de la Justicia, hecho
    clarísimo en los recientes sucesos, el cual juega el
    más triste de todos los papeles asumidos por los actores
    del drama histórico que ha marcado a los que hemos crecido
    dentro de este movimiento pendular las tres últimas
    décadas.

    3.- CONCLUSIONES Y
    RECOMENDACIONES

    Concluimos que la razón fundamental por que un gran
    sector de la población añora a Fujimori radica en
    el hecho de la crónica debilidad institucional de nuestro
    contexto nacional. Debemos fortalecerlas y opinamos que para ello
    es necesario :

    1. Revitalizar el Acuerdo Nacional (la llamada
      "concertación" de los años ochenta), para
      así dotar de consenso a la actuación del gobierno
      en materia de desarrollo nacional. Esperamos que este Acuerdo
      sea duradero y que se ejecute, pero ya existen indicativos de
      la preocupación existente en algunos sectores
      políticos por reformar el Estado y por planificar la
      aplicación de políticas de mediano y largo
      plazo.
    2. Aumentar las capacidades del gobierno, reformando al Estado
      y especialmente al Poder Judicial, de lo contrario no se
      podrá llevar adelante ninguna reforma estructural a
      mediano o largo plazo. Debe reestructurarse la carrera
      pública (el Servicio Civil), reformulando una Ley del
      Escalafón de la Administración Pública con
      criterios actuales. Este reforzamiento de la burocracia,
      aislándola de las presiones políticas, así
      como la restauración de un nuevo ente rector de la
      planificación y supervisión del gasto público,
      constituyeron los dos pilares sobre los cuales se asentó
      la reforma institucional llevada a cabo por los países
      de nueva industrialización (NIC) de Extremo
      Oriente. Tal vez así podrían extenderse los
      criterios de algunos "reductos de eficiencia" que existen en
      nuestra Administración Pública a todos los
      sectores de la misma.
    3. Reforzar el desarrollo de la regionalización, toda
      vez que hasta el momento sólo la Región
      Lambayeque da señales de haber encontrado el camino para
      fortalecer su gobierno regional.
    4. Poner énfasis en la aplicación de las normas
      sobre transparencia fiscal y en la rendición de cuentas de
      los funcionarios públicos.
    5. Vincular a los procesos de privatización con
      políticas de objetivos de
      mediano y largo plazo, predominando el criterio de calidad,
      oportunidad y cobertura en los servicios
      públicos. El caso de las empresas generadoras de
      energía de Arequipa fue un claro ejemplo de como no se
      debe proceder al respecto.
    6. Aplicar a cabalidad la nueva Ley de Partidos
      Políticos y reglamentarla adecuadamente, cubriendo los
      temas que se dejaron pendientes de precisiones.

    4.- NOTAS

    (1) Documento elaborado por: Pablo Miró
    Rocasolano
    Licenciado en Economía, Universidad
    Autónoma de Madrid
    (UAM), 15 de Noviembre de 2003 (Grupo de Investigación
    EUMED.NET-Universidad de Málaga).

    (2) Documento elaborado por: Pablo Miró
    Rocasolano
    Licenciado en Economía, Universidad Autónoma de
    Madrid (UAM), 15 de Noviembre de 2003 (Grupo de
    Investigación EUMED.NET-Universidad de
    Málaga)

    (3) Documento elaborado por: Pablo Miró
    Rocasolano
    Licenciado en Economía, Universidad Autónoma de
    Madrid (UAM), 15 de Noviembre de 2003 (Grupo de
    Investigación EUMED.NET-Universidad de
    Málaga)

    (4) La corrupción: un análisis
    teórico-empírico

    (Revista
    Punto de
    Equilibrio, No. 69, diciembre 2000-enero 2001,
    Pág.8). Luis Felipe Zegarra y Mario Caballero

    (5) La corrupción en el Perú : una larga
    historia

    (Revista Punto de Equilibrio,
    No. 82, Abril – Mayo 2003). Entrevista
    de Oswaldo Molina y Gastón Yalonetzky a Alfonso W.
    Quiroz

    (6) Basadre, Jorge. "Perú Problema y
    Posibilidad,"
    Editorial Studium, 5ta. Edición, 1987, pp. 35 –
    48.

    (7) La corrupción en el Perú : una larga
    historia

    (Revista Punto de Equilibrio, No. 82, Abril – Mayo 2003).
    Entrevista de Oswaldo Molina y Gastón Yalonetzky a
    Alfonso W. Quiroz

    (8) Robles Rosales, Walter. El Estado Social y
    Democrático de Derecho, Pág. 2. Ponencia
    presentada en el Segundo Congreso Nacional de Ciencia
    Política. Facultad de Derecho y Ciencias
    Políticas de la Universidad Nacional Federico Villareal.
    Lima, 10, 11 y 12 de Diciembre de 2003.

    (9) Comisión del Sesquicentenario de la
    Independencia del Perú. Colección Documental de
    la Independencia del Perú, t. XIX, El Congreso de
    Panamá.
    Investigación, recopilación y prólogo por
    Raúl Porras Barrenechea. Lima: C.N.S.I.P., 1974.

    (10) La corrupción en el Perú : una larga
    historia

    (Revista Punto de Equilibrio, No. 82, Abril – Mayo 2003).
    Entrevista de Oswaldo Molina y Gastón Yalonetzky a
    Alfonso W. Quiroz

    (11) Gonzáles de Olarte, Efraín y
    Samamé, Lilian. "El Péndulo peruano :
    políticas económicas, gobernabilidad y subdesarrollo 1963-1990. Lima, IEP, segunda
    edición, 1994, pg. 44.

    (12) Gonzáles de Olarte, Efraín y
    Samamé, Lilian. "El Péndulo peruano :
    políticas económicas, gobernabilidad y
    subdesarrollo 1963-1990. Lima, IEP, segunda edición,
    1994, pp. 43-44 y 61.

    (13) Gonzáles de Olarte, Efraín y
    Samamé, Lilian. "El Péndulo peruano :
    políticas económicas, gobernabilidad y
    subdesarrollo 1963-1990. Lima, IEP, segunda edición,
    1994, pg. 110.

    (14) La crisis política : una reflexión
    psicológica

    (Revista Punto de Equilibrio, No. 69, Diciembre
    2000-Enero 2001, pg. 20). Entrevista de Emilio Osambela y
    Melissa Zumaeta a Mariano Querol.

    (15) Narváez Pérez, María Milagros.
    "Alberto Fujimori y Alejandro Toledo en tres diarios de Lima".
    Tesis presentada en la PUCP. Lima, Escuela de Graduados,
    2001.

    (16) Almond, Gabriel A. Y Verba, Sydney. "La Cultura
    Política". Princeton, University Press, 1963, pp. 182 y
    ss.

    (17) Arato, Andrew y Cohen, Jean L. "Esfera
    Pública y Sociedad Civil". México,
    Metapolítica, 1999, PG. 38..

    5.-
    BIBLIOGRAFIA

    1. Almond, Gabriel A. Y Verba, Sydney. "La Cultura
      Política". Princeton, University Press, 1963.
    2. Arato, Andrew y Cohen, Jean L. "Esfera Pública y
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    DUNCAN RICARDO MASSON CABRERA

    Santiago de Surco, Noviembre de 2004

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