La preferencia de la ciudadanía peruana por el autoritarismo del régimen de Fujimori
- Introducción : objetivo de
la investigación - El factor
institucional - El factor histórico
reflejado en la última década - El factor
psicológico - Conclusiones y
recomendaciones - Notas
"El Perú es un país
de oro y de
esclavos"
– Simón
Bolívar
La investigación se centra en la siguiente
pregunta fundamental : ¿Por qué la
ciudadanía peruana prefiere comúnmente a un
régimen autoritario como el de Fujimori en lugar de uno
democrático como el actual?
Para evidenciar nuestro objetivo,
debemos identificar nuestra hipótesis, especie de faro que guíe
la presente investigación y que persiga responder a la
pregunta antes planteada. Así, el descrédito en el
cual cayeron los partidos
políticos llamados "tradicionales" a principios de los
años noventas, originó que se acentúe
notablemente la tendencia de la ciudadanía a preferir los
regímenes autoritarios-populistas que realicen obras
tangibles, aunque saqueen al Fisco, como el de Fujimori, en lugar
de uno democrático, que se desenvuelva bien
macroeconómicamente, pero que no evidencie palpablemente
los síntomas generales del crecimiento alcanzado y que
también presente casos de corrupción, aunque en menor medida, como el
de Toledo.
"Ya que todos roban, al menos que hagan obras y nos den
de comer aunque sean dictadores", parece ser la consigna en la
mentalidad colectiva peruana. Recurriremos a instrumentos tales
como encuestas,
revisiones de diarios nacionales, datos
electorales, curvas explicativas e información extraída de textos
relativos a Historia
Económica.
La Hipótesis en
mención puede definirse asi : la preferencia por el
régimen autoritario de Fujimori se explica por la
debilidad institucional de la democracia
peruana, junto con factores históricos y
psicológicos que origina que muchos peruanos de diversa
extracción social extrañen a Fujimori.
Para demostrar dicha aseveración, hemos dividido
nuestra investigación en tres capítulos, acerca de
los cuales expondremos a continuación un breve
resumen.
En primer lugar, el factor institucional se condensa en
la constatación de la debilidad de las instituciones
peruanas, tanto públicas como de la sociedad civil
(sindicatos,
gremios. etc.), que causan vacíos de poder en los
cuales surgen caudillos, remembranza de antiguos caciques.
Asimismo, analizaremos la llamada "corrupción institucionalizada", que va
aparejada a los regímenes autocráticos y a
períodos de expansión macroecómica,
encarnada en sus tres picos históricos : las
décadas de auge de la explotación del guano
(Castilla, 1850), de las exportaciones
(Leguía, 1920) y del neoliberalismo
(Fujimori, 1990). Nos centraremos en esta última
década, la que marca nuestro
actual devenir histórico, así como en el colapso
del Sistema
Partidario Nacional ocurrido entre 1989 y 1992.
Asimismo, el factor histórico es omnipresente,
toda vez que el Perú se encuentra inmerso en un movimiento
histórico pendular, que causa tanto los experimentos
hetero y ortodoxos en economía como las
oscilaciones políticas
que trae consigo, para luego analizar la coyuntura de la
transferencia del poder entre Paniagua y Toledo, tratando de
identificar quién dirige al Gobierno
Provisional y quién al Transitorio, así como de
determinar si en realidad nos encontramos en tránsito
hacia una democracia "real y efectiva", como se estila llamarla
en la actualidad.
Además, indagaremos en la profundidades de
nuestra psique colectiva, poniendo de relieve tanto
al paternalismo como el fatalismo como partes del "ser" nacional,
así como analizaremos las implicancias de nuestra
"cultura
política",
tratando de catalogarla, lo que podemos extraer de los datos
relativos a la "esfera pública" nacional, materializada en
encuestas de opinión e información obtenida de las
preferencias electorales de la última década, tal
como se expresan en la prensa escrita
nacional. Dato conexo que influye en nuestro comportamiento
político es la
globalización y su brazo extendido : el
neoliberalismo. En este punto la pregunta radica en como el
impacto del nuevo orden mundial afecta nuestras inclinaciones
políticas, haciéndonos preferir lo duro pero
supuestamente seguro
(autoritarismo), en vez de la libertades democráticas
teñidas de una aludida debilidad (democracia)
Por último, llegaremos a brindar las conclusiones
del caso, revalidando nuestra hipótesis y tratando de
vislumbrar alguna solución a un panorama que en otro medio
sería considerado casi dantesco.
Obviamente, reseñaremos la bibliografía consultada y
citaremos las notas que aparecerán en el desarrollo del
texto.
2.-CAPITULOS
Nuestra generación nació durante los
años setentas, auge de los gobiernos militares en
Sudamérica y siempre hemos escuchado reiteradas
expresiones acerca de la "debilidad institucional" existente en
el país. Seguramente, nuestros padres y abuelos
también habrán experimentado una sensación
similar, por lo que antes de emprender nuestro camino, debemos
definir que es una "institución".
De esta manera, habitualmente se entiende
porhttp://www.eumed.net/cursecon/0/recomiendo.phtml/t_blank
"institución" cualquier organismo o grupo social
que, con unos determinados medios,
persigue la realización de unos fines o propósitos
(1). En el ámbito político, tenemos una amplia gama
de exponentes entre las diversas entidades públicas y en
la sociedad
civil, encontramos a los gremios, sindicatos, clubes de madres,
comités de autodefensa, federaciones empresariales, etc.
Sin embargo, dentro de la literatura económica,
se utiliza el concepto
"institución" como algo más genérico: la
forma en que se relacionan los seres humanos de una determinada
sociedad o colectivo, buscando el mayor beneficio para el grupo.
Son los usos, hábitos, costumbres o normas por los
que se rigen las relaciones sociales y económicas entre
los miembros del grupo.
El beneficio de la institución es mayor cuanto
más eficiencia genere
en la economía y más minimice los costes de
transacción y de información. Eso será
más posible cuanta más experiencia posean los
agentes que participen de dicha institución, más
sencillas sean las reglas y menor sea el número de
individuos que las tienen que ejecutar (2).
http://www.eumed.net/cursecon/1/degas-bolsa.jpg/t_blank
Para que ese objetivo sea posible, esas relaciones
estarán guiadas por un conjunto de normas o reglas que
auto limitan o restringen el ámbito de actuación de
los individuos, unas llamadas formales y otras
informales.
Reglas formales son las normativas de carácter jurídico y las leyes. Las reglas
informales, consisten en los hábitos y conductas
costumbristas adoptados por el colectivo. Son reglas no escritas,
pero que son aceptadas y adoptadas por el colectivo para el
buen
funcionamiento del mismo. Ambos tipos de reglas (que
existen porque el hombre vive
en sociedad), por sí solas, no son suficientes, si no se
enmarcan en el contexto socioeconómico presente y si no
gozan de cierta flexibilidad a los posibles cambios de dicho
entorno (3).
Así, si hablamos de debilidad de las
instituciones nacionales, nos enfrentamos a un doble panorama :
por un lado la fragilidad de las entidades públicas o
privadas representativas del nuestro colectivo social y por el
otro, nuestra particular concepción de las costumbres
existentes, las que algún estricto moralista podría
calificar de inmorales en muchos sentidos. Esto se explica por
nuestro peculiar devenir histórico, las convulsiones
sociales que no han permitido que arraigue una determinada
estructura
social, con instituciones sólidas, que encarnen
determinados valores e
ideas.
En los siguientes párrafos trataremos de
desentrañar el sentido y los alcances que fundamenten
nuestra afirmación en el sentido que esta fragilidad
institucional origina que un crecido sector de nuestra
ciudadanía añore a Fujimori, a pesar del grado sumo
de corrupción existente en sus períodos
gubernamentales.
La inestabilidad que trae toda ruptura social, sobre
todo si nunca se concluyó satisfactoriamente para los
involucrados, crea un sentido de precariedad institucional dentro
del cual hemos crecido los peruanos nacidos a fines de los
años sesenta o inicios de los setenta, los cuales
prácticamente no recordamos nada del antiguo sistema en
cuya agonía venimos a este mundo y más bien
sí tenemos presente todas las vicisitudes de la Patria en
todo este período, por lo cual compartimos un privilegiado
lugar de eslabón generacional entre peruanos de mayor edad
y los más jóvenes que nosotros,
enfrentándose recién a un conjunto de derechos y deberes
políticos, como el de votar por ejemplo, sin contar con la
debida información de los antecedentes y pasado de los
protagonistas de la política peruana actual y por ende
más propensos respecto a nuestra generación a ser
engañados por espejismos propagandísticos a
través de los medios de
comunicación masiva.
La reforma del Estado es la
reforma pendiente más importante que queda por hacer, ya
que de ella depende la sostenibilidad y la irreversibilidad de
los logros económicos, asegurando que las decisiones
tomadas para alcanzar la estabilidad macroeconómica no
sean revertidas por razones de índole electoral. No se
trata solamente de racionalizar el gasto
público, sino fundamentalmente de satisfacer las
exigencias ciudadanas de mejores niveles de vida.
2.1.1.- LA "CORRUPCION INSTITUCIONALIZADA". RESUMEN
DE LOS PICOS DE LA CORRUPCION
En primer lugar, una definición general de la
corrupción es el uso de un cargo público en
beneficio propio (4). Los casos de corrupción son varios e
incluyen entre otros, al soborno, la extorsión, el
fraude, la
apropiación de fondos públicos con fines privados y
la malversación de fondos públicos por
políticos y funcionarios del Estado. En Perú, todas
estas modalidades de corrupción se han cumplido, ya sea
por la presencia de magistrados, jueces y funcionarios
públicos corruptos como por la existencia de un servicio de
inteligencia,
que se encargaba de extorsionar y sobornar a quienes se opusieran
al régimen.
Esta corrupción institucionalizada desde el poder
terminó por eliminar la independencia
de muchas instituciones como la Sunat, el Poder Judicial y
las FF.AA. Por otro lado, el alto grado de corrupción ha
dejado como una de sus principales consecuencias un alto nivel de
incertidumbre, que ha afectado el nivel de percepción
de los inversionistas extranjeros, así como su
disposición a invertir en el país.
Describiremos un fenómeno de desarrollo casi
patológico en nuestra Historia republicana : la
corrupción. Fijamos el tema en la República por dos
motivos palpables : no tenemos forma de medir su alcance durante
el Virreynato o bajo los Incas y
además, solamente disponemos de Presupuestos
Generales de la Hacienda Pública desde mediados del Siglo
XIX. Podemos pensar que únicamente ha existido en gran
escala durante el
régimen de Fujimori por haber sido directamente plasmada
en los famosos "vladivideos" de Vladimiro Montesinos, pero no
debemos olvidar la existencia de antecedentes que pueden ser
vistos como indicios o conatos de pruebas, como
por ejemplo la agenda de Carlos Manrique en el caso CLAE o la
célebre "libreta verde" que Henry Meiggs utilizaba para
apuntar los sobornos que pagaba en la época de la construcción de las grandes vías
férreas. Todo esto es materia de
probanza, no tanto de veracidad o falsedad y con la actual
tecnología, resulta posible acceder a
medios antes vedados a la opinión
pública. En suma, siempre ha existido
corrupción, pero ahora podemos filmar y grabar a sus
actores.
De esta manera, tomaremos como base de análisis principalmente lo expresado por
Alfonso W. Quiroz (5), cuando indica que la debilidad
institucional existente en nuestro país facilita en gran
medida el fortalecimiento de prácticas corruptas. En
cierto modo, la cultura de "Pepe el Vivo" que reina en nuestro
medio, conduce a privar a las instituciones de su sustento
moral y
así vemos por ejemplo que la Policía Nacional es
vista como un mercado de
transacciones mercantiles, en lugar de un medio de
protección de los derechos fundamentales del ciudadano.
Así, pasaremos acto seguido a revisar lo que el autor
identifica como "los picos de la corrupción"
2.1.1.1.- DECADA DE 1850 : EL GUANO Y
CASTILLA
El apogeo de este fertilizante fue canalizado por los
gobiernos peruanos de ese entonces mediante el sistema de las
"consignaciones". Esto es lo que piensa
textualmente don Jorge Basadre, el más grande conocedor de
la Historia Republicana del Perú, sobre el Mariscal
Ramón
Castilla y su papel en el drama del guano de las islas
:
"De acuerdo con ese carácter arbitrario de su
personalidad,
carecía de un criterio profundo, en lo que se refiere a
las cuestiones políticas y sociales. Para él la
situación política se le presentaba frente a las
siguientes palabras: subir, durar. No se preocupaba tanto de
encarar los problemas,
sino de encarar las situaciones. Aun cuando encaró algunos
problemas, como por ejemplo la libertad de
los esclavos y la supresión del tributo de los indios, los
encaró como simples situaciones, pues dejó de
realizar, tanto la emancipación de los esclavos como la
abolición del tributo, en todo el período de seis
años que gobernó entre 1845 y 1851 y
proclamó ambos principios cuando lo creyó
conveniente; y más tarde quiso restablecer el tributo. Por
inconsciencia o indiferencia permitió que en sus gobiernos
empezara y prosiguiera el vicioso sistema de expendio del guano
basándose en consignaciones, fuente de males
trascendentales; y toleró la dación de la ley de la
consolidación de la deuda que también dio lugar a
numerosos fraudes. Y por todo ello es que fundamentalmente
debemos escatimarle una admiración total a su
personalidad." (6)
En suma, surge una nueva casta dominante, la llamada
"oligarquía", alrededor del sistema de consignaciones del
guano y el índice de corrupción en esta
época ya puede ser medido, toda vez que ya existen
Presupuestos y pueden calcularse los déficit, la
evasión tributaria, el endeudamiento público
interno, etc. Los casos más clamorosos de pillajes contra
la Hacienda en ésta época se dan bajo el gobierno
de Echenique, combatido duramente por Castilla por la escandalosa
aprobación de acreencias contra el Fisco a favor de
particulares excediendo largamente el Presupuesto. En
lugar de fortalecernos para enfrentar la creciente amenaza
proveniente de Chile, se dilapidaron los fondos públicos y
poco pudieron rescatar los funcionarios honrados. Lo mismo
sucedió durante la década de 1870 y el salitre,
aunque en menor medida.
2.1.1.2.- DECADA DE 1920 : LAS EXPORTACIONES Y
LEGUIA
Algo similar sucedió bajo el Oncenio de Augusto
B. Leguía (1919-1930), además de los otros cuatro
años de su primer período, en los cuales se
tejió una maraña de poder centralizada en la
naciente agroindustria del azúcar
en el norte y el algodón
en el sur. Fue un decenio caracterizado por una "dictadura
civil", similar a la de Fujimori y con una propia Constitución (la de 1920), animada por
deseos de reelegirse indefinidamente y cayó envuelta en
escándalos generados en su seno, igual que
ocurriría setenta años después.
El Oncenio fue la continuación de la
República Aristocrática, la que detentó el
poder durante casi veinte años continuos entre 1895 y
1919, con el breve interregno golpista de Oscar. R. Benavides
(1914-1915). Si sumamos este período hasta la caída
de Leguía en 1930, observamos que durante un tercio de
siglo se estableció una estructura
económica y social que duró hasta el golpe
velasquista de 1968. El período de Leguía
constituyó el clímax de este sistema, el cual
desbordó los marcos convencionales de la República
Aristocrática y acabó por explotar entre
escándalos de corrupción que incluso sobrepasaron
las fronteras nacionales (v.g. Tratado Salomón – Lozano
entre Perú y Colombia en
1922).
Curiosamente, el período de Leguía se
extendió aproximadamente por el mismo lapso de tiempo que el
de Fujimori, el cual pasaremos a reseñar a
continuación, ambos se dieron a sí mismos sus
propias Constituciones (1920 y 1993) y también finalizaron
en medio de turbulencia política, con Tribunales de
Sanción o Comisiones Investigadoras posteriores y con
sucesivos períodos transitorios (Samanez Ocampo en 1930 y
Paniagua en 2000) que duraron aproximadamente nueve meses cada
uno. La diferencia estriba en el hecho que la transición
de Samanez Ocampo desembocó en una guerra civil
entre 1930 y 1933, lo que Jorge Basadre llamaba expresivamente
"los años terribles", mientras que la de Paniagua
estableció un régimen democrático, pero con
el constante fantasma del autoritarismo siempre presente ante
cada traspiés del gobierno de Toledo.
En este sentido, la premisa fundamental radica en el
hecho que durante períodos de alta corrupción, como
los tres que son aquí acotados, su monto asciende al cinco
por ciento del PBI, mientras que en épocas de baja
corrupción como la República Aristocrática
por ejemplo, llega al dos o tres por ciento. Cuando llega a su
cúspide, pasa el treinta por ciento del Presupuesto, la
prensa protesta, se generan escándalos y caen gobiernos,
como ocurrió en las décadas de 1850, 1920 y 1990
(7).
Tanto en la década de 1850, como en la de 1920 y
1990, fueron rebasados estos límites,
cayeron gobiernos, se conformaron Comisiones y Tribunales que a
nada llegaron, se produjeron convulsiones sociales y el
péndulo histórico dio su centenaria vuelta en cada
caso, con el advenimiento de gobiernos democráticos, pero
efímeros.
Basadre señala en "La promesa de la vida peruana"
(1958) que la vida peruana, idea tan deseada por próceres
y patriotas, se ha visto traicionada por tres tipos de personajes
nefastos, a los que pintorescamente llama los podridos, los
congelados y los incendiados. Los primeros encarnan a la
corrupción, el mal endémico latinoamericano y
quisieran convertir al país en una ciénaga con sus
viles manejos. Los segundos se quedaron congelados en el tiempo y
sólo interactúan con los que consideran sus iguales
o sus inferiores, es decir miembros de la llamada
oligarquía cuya mentalidad no pasa de 1968. Los terceros
son los que se "queman sin iluminarse", su máximo anhelo
es hacer explotar todo y convertir al país en una inmensa
hoguera. Aparte de la clarividencia propia del autor, debemos
reconocer que la Historia del Perú es cíclica o
pendular y así como en sus palabras se puede reconocer
fácilmente a Montesinos o Abimael Guzmán por
ejemplo, también debemos aceptar que personajes como
aquellos han existido y existirán en nuestro medio.
Así, pasemos ahora a un período que tiene muchas
semejanzas con la época de Augusto B. Leguía y que
acabó de un modo similar.
2.1.1.3.- DECADA DE 1990 : EL NEOLIBERALISMO Y
FUJIMORI
Los sucesos acaecidos durante la caída del
régimen de Fujimori son muy recientes y revelan la
existencia de una compleja red de mafias en su
interior, articuladas entre sí, pero desde 1998, con un
claro dominio de
Montesinos en el espectro. Es la primera vez que la
corrupción en el poder toma un claro cariz delincuencial y
objetivamente obvio. Los diversos "caciques" (Fujimori,
Montesinos, Camet) se reparten tajadas del poder y delimitan sus
ámbitos de influencia, pero con intereses comunes que
interceptan esas esferas. La prensa ataca duramente desde 1997 y
su gobierno cae por la divulgación de un video
(Kouri-Montesinos).
Igual que sucedió con el Oncenio de Leguía
con el "crack" de 1929, la crisis de las
bolsas de valores asiáticas arrastró al gobierno de
Fujimori a una recesión que dura hasta hoy, mientras que
el saqueo de los fondos públicos crecía acorde a la
posición dominante que Montesinos iba asumiendo y poco a
poco iba superando el treinta por ciento del presupuesto, por lo
que no alcanzaba para cubrir las necesidades básicas de la
población en materia alimentaria, de
salud, de
educación,
etc. Por ende, solamente cuando nos encontramos en una
situación alimentaria deficitaria, reclamamos y
protestamos, no porque defendamos la democracia. Mientras nos
alimente, no importa cuanto robe, se dirán muchos, pero
solamente cuando el desfalco atenta contra los subsidios
estatales, ahí recién se emprenden las
tardías protestas.
En el plano económico, muy determinante del
proceso
político nacional, observamos que los procesos de
estabilización y ajuste estructural desarrollados durante
los dos periodos gubernamentales de Alberto Fujimori, en los
cuales se tomaron una serie de medidas orientadas a restaurar los
equilibrios básicos de la economía, después
del desbalance producido por la hiperinflación del gobierno de Alan
García, recurriendo a un fuerte ajuste estructural,
originaron la toma de una serie de decisiones políticas
orientadas a promover la eficiencia y la competitividad
del sistema económico y la consolidación de las
instituciones del país.
Pero las decisiones respecto de la política
económica y el ajuste estructural se realizaron sobre
un horizonte cortoplacista, ya que, a pesar de lograrse en el
corto plazo la estabilización macroeconómica ante
la hiperinflación heredada del gobierno del APRA, no se
implementó una estrategia de
desarrollo integral y coherente que permitiera efectuar reformas
estructurales a mediano y largo plazo, sobre todo respecto de las
instituciones del Estado.
En vista de la poca coordinación intersectorial existente en el
Poder
Ejecutivo y de la carencia de un sistema de planeamiento
estratégico que diese coherencia a las
políticas gubernamentales, no se contó con la
presencia de un elemento clave para ampliar los horizontes
reformistas : las capacidades del gobierno no se han elevado
significativamente, lo que no permite poner en práctica
dicha reforma (quimioterapia institucional).
Durante el fujimorato, a pesar de mantenerse las
principales decisiones de política económica en el
tiempo, no se sentaron las bases de una reforma institucional,
porque el estilo de conducción del gobierno no
promovía una gestión
transparente, además de existir escaso debate
público y poca materialización en los procedimientos de
consulta abiertos a sectores significativos de la sociedad
peruana, todo esto aunado a la falta de planes y programas al
respecto. Asimismo, al eliminarse el Instituto Nacional de
Planificación, dejó de funcionar una
entidad planificadora central que evaluara el gasto
público.
En suma, a pesar de que el gobierno de Fujimori
consiguió éxitos al contener el deterioro de la
calidad de
vida y al disminuir el ritmo de aumento de la pobreza
absoluta, las reformas económicas acentuaron la
desigualdad del ingreso y del consumo y una
creciente brecha entre ricos y pobres, lo que, aunado al
deterioro originado por la crisis económica de fines de
los años ochentas, debilitó aún más
nuestro ya de por sí frágil sistema institucional,
originando una especie de escalada en la corrupción al
interior del aparato de poder, la que incluso superó a la
mostrada por el gobierno aprista en cuanto a su organización criminal y poder
político-militar.
Todo esto originó que la falta de claridad en el
manejo del gasto público y las dificultades para
fiscalizar su empleo durante
el fujimorato desembocó en una explosión social, la
que efectivamente se dio desde Septiembre del año 2000,
cuando el país observó a través de los
tristemente célebres "vladivideos", como se manejaban los
fondos públicos.
Hasta el momento, las investigaciones
en marcha cuatro años después de la caída y
fuga de Fujimori no concluyen y continúan los procesos
entablados a por lo menos un millar de personas involucradas en
hechos delictuosos dentro del poder, lo que nos da un atisbo
acerca del grado y la profundidad de la corrupción en el
manejo del poder en la década de 1990. Esperemos que no
concluyan en el vacío, como el joven Basadre se quejaba
cuando integraba el Tribunal de Sanción Nacional creado en
1930 para investigar y penar a los miembros de la
corrupción institucionales de la década de 1920 o
como ocurrió con la revisión de la escandalosa
sobre valorización de los créditos de particulares contra el estado en
tiempos de Echenique, cuando el Presupuesto alcanzaba apenas el
millón de soles y dichas acreencias fueron infladas a
veintitrés millones de soles.
Huelga decir que en ambos casos los mayores saqueadores
quedaron impunes y solamente encontraron su fin tanto
Leguía como Castilla, en cierto modo asumiendo caracteres
de tragedia griega, sumidos en la más profunda pobreza y
carestía, el primero tísico en la prisión de
El Callao y el segundo consumido por las fiebres sobre las
ardientes arenas de su natal Tarapacá. Ni Echenique ni los
barones del azúcar o Mariano Ignacio Prado prófugo
en 1879, tuvieron un fin parecido. En la actualidad, los peruanos
que apostaron por la democracia no cuentan ni siquiera con un
consuelo revanchista similar, toda vez que Fujimori se encuentra
bajo la protección del gobierno nipón, negando ser
peruano, sino afirmando su origen japonés y a la vez
tentando la Presidencia para el 2006, con un apoyo ciudadano
extrañamente elevado y digno de páginas
kafkianas
Todo esto que parece novelesco, se explica por la
debilidad institucional peruana, siempre palpable, pero nunca
tanto como en el período posterior a 1980, originando un
desplome del sistema formal el 5 de Abril de 1992, tal como
estudiaremos a continuación.
2.1.2.- VACIO DE PODER VS CAUDILLISMO. LA
CRONICA DEBILIDAD INSTITUCIONAL DE LA DECADA DE
1990
Existe un escollo histórico que obstaculiza el
desarrollo de la democracia en América
Latina : el exacerbado presidencialismo. Algunos llaman a
este fenómeno la "sacralización del poder",
herencia de
nuestro pasado colonial. Efectivamente, la mayoría de
países de América
del Centro y del Sur fueron conquistados por España o
Portugal, los que trasladaron a esta parte del mundo su sistema
feudal. El autoritarismo es algo ancestral en nuestra
región, sobre todo en el caso del Perú, donde al
llegar los europeos, ya existía un poder central fuerte :
el Imperio de los Incas. Por eso decimos que de las manos de los
Incas, pasamos a las de los Virreyes y de ahí a las de los
Presidentes, autoritarismo consecutivo durante siglos.
El sistema presidencialista tan marcado como en casi
toda Latinoamérica ha sido catalogado como
"monarquía republicana" o "caudillismo".
Haciendo un paralelo histórico, algo similar
sucedió en el ocaso de la Roma Imperial,
cuando el sistema
político del principado creado por Augusto con formas
republicanas, sucumbió en el Siglo III d.c. bajo el peso
de los líderes militares, so pretexto de las largas
guerras
fronterizas contra los invasores orientales y occidentales. De
ahí en adelante, el emperador ya no sería el
"príncipe", el "primero entre los iguales", sino un
déspota oriental. Eso se explica por el debilitamiento de
las instituciones, la escasez de
hombres de mérito por las purgas y matanzas emprendidas
por los emperadores y el temor del pueblo ante peligros y
amenazas, por lo que se acude al primer hombre fuerte
que asuma las riendas del Estado.
En América Latina ocurrió algo parecido,
exceptuando a Chile entre las décadas de 1830 y 1970. El
caso peruano, a pesar de ser sintomático, es menos grave
que nuestros vecinos ecuatorianos o bolivianos, pero revela
características preocupantes, como el espectacular colapso
del sistema de los partidos políticos denominados
"tradicionales" entre 1989 y 1992 y el consiguiente triunfo de un
"outsider" especulador políticamente hablando, como lo fue
Fujimori, el cual incluso había postulado también
para el Senado, curul que igualmente alcanzó, lo que deja
ver como el divorcio entre
una sociedad paternalista y de raigambres semi – feudales y un
Estado formalmente democrático, pero incapaz de
defendernos de la amenaza de Sendero Luminoso y del MRTA, condujo
a una debacle de legitimidad institucional, la caída del
antiguo sistema de partidos y la concentración del poder
en una dictadura civil apoyada por las Fuerzas Armadas que
encabezó Fujimori y que alcanzó su clímax
con el autogolpe del 5 de Abril de 1992.
Como dato sintomático, este autogolpe fue apoyado
por la casi totalidad de la ciudadanía, tal como suponemos
que los romanos aplaudieron a Diocleciano cuando liquidó
el principado y el sistema senatorial desde el año 284
d.c., reemplazándolo por un sistema imperial que
concentraba el poder en solamente cuatro hombres, con él
mismo como presidente de esa especie de Junta Militar, algo
así como Fujimori, Montesinos y sus diversos
círculos en nuestro país después de dicho
autogolpe.
Extrañamente un 5 de Abril de 1879, Chile nos
declaró la guerra, pero ni siquiera los clarividentes
vislumbraron algo tan obvio como el hecho que un sistema que
concentra el poder en pocas manos termina sumiendo al país
en una catástrofe, lo que también nos
ocurrió en la Guerra del Pacífico, contando con
Presidentes con caracteres de dictadores, como Prado y
Piérola, los que supuestamente debían salvarnos,
pero acabaron sus gobiernos con sendos escándalos
originados en corrupción e ineficiencia. A Fujimori y a
Leguía les ocurrió lo mismo y casi también a
Castilla, pero todos esos movimientos circulares se explican por
nuestra ancestral preferencia por los autoritarismos y por la
carencia de una institucionalidad fuerte o al menos
estable.
El gran problema histórico del Perú radica
en que existe un enorme divorcio entre el Estado y la Nación,
el primero de ellos nunca tuvo contenido popular. La vida
institucional peruana osciló entre la anarquía y el
caudillismo, toda vez que entre la ilusión de los
liberales fundadores de la República bajo modelos
franceses o norteamericanos y el sueño del autoritarismo,
se enquistó la arbitrariedad del caudillo (8).
Existe en cambio una
corriente dentro de los estudiosos de la Historia del
Perú, que le enfoca desde un punto de vista
historiográfico y casi lírico, cantando las
epopeyas de la conquista o la Independencia. En 1971 se
instaló la llamada Comisión Nacional del
Sesquicentenario de la Independencia del Perú, que
redactó los textos de enseñanza primaria y secundaria, contando
la Historia oficial y narrativa a la que nuestra
generación se acostumbró en su infancia y
primera juventud, una
especie de poema homérico sobre las gestas de nuestros
héroes, narradas por los Tito Livios o los Virgilios
nacionales.
A pesar de estar en contra de esta postura, por no
preguntarse el porqué, la razón y esencia de los
acontecimientos históricos y políticos del
Perú, cumplimos con indicar su valioso aporte
historiográfico y de recopilación de datos respecto
a los sentimientos y aspiraciones de corte político de
aquélla época, toda vez que se trata aquí de
dar una visión genérica de los textos y autores que
abordan el tema, aunque esgriman posiciones antagónicas
con la nuestra (9).
Dicha corriente pasa por alta hechos como el que entre
1780 y 1814 prácticamente no estalló ninguna
rebelión importante contra el Virreynato y decimos
Virreynato y no Corona, porque ni Túpac Amaru ni Pumacahua
se levantaron en dichos años contra el Rey, sino contra
los abusos de determinadas autoridades. Tampoco advierte la
razón que impulsó a San Martín y a Bolívar a
venir al Perú, porque éste solo no podía
emanciparse de España debido a que no convenía a la
clase criolla
dominante. Alfonso W. Quiroz (10) estima la corrupción y
su equivalente en materia de pérdidas económicas y
de desarrollo nacional desde los albores de la República
en los que recién se elaboraban Presupuestos Nacionales,
pero no sabemos el monto y el tamaño de la
corrupción en época colonial, pero podemos estimar
su alto grado ante la reticencia de los criollos por
independizarnos de la hasta hoy llamada "Madre
Patria".
2.1.3.- LA CRISIS DEL SISTEMA PARTIDARIO
NACIONAL
Prácticamente, se podría decir que la
fundación de la república peruana no se remonta a
1821, sino desde la década de 1960, que es cuando el
sistema se abre a la gran masa de ciudadanos y las demandas de la
población crecen, ante la incapacidad del Estado por
satisfacerlas, originando desbordes sociales y violencia
política. En efecto, la reinvención del Estado en
la década de 1990 y sus consiguientes resultados positivos
en materia de reforma estatal, trae como reto el utilizar la
nueva estructura estatal para equilibrar las desigualdades
sociales imperantes.
Durante los años ochentas y noventas colapsaron
los partidos políticos llamados por Fujimori
"tradicionales" y el sistema representado por ellos, tanto
así que el autogolpe del 5 de Abril de 1992 contó
con un amplio respaldo popular. Las primeras señales
de la recuperación económica aparecen en 1993, ante
la inexistencia de oposición articulada y la
instauración de un régimen militar-civil
autoritario que dominó la política peruana a lo
largo de la década, pero cuando la coalición de
liderazgo de
Fujimori se hizo inestable, estalló en medio de
escándalos, quedando como moraleja que neopopulismo o la
repartición de los recursos del
Estado a manos llenas para que un líder
se gane el apoyo de las masas sin socavar las bases de las
reformas de mercado pudo llevar lejos a Fujimori, aunque al final
la desorganizada masa de los pobres del país no pudo
salvarlo de sus propios excesos políticos.
En todo este dilema, los partidos políticos
perdieron vigencia – a excepción del APRA, partido
organizado y afiatado estructuralmente desde hace setenta
años – y proliferaron movimientos independientes, fugaces
y efímeros u otros de corte meramente capitalino. Todo
hace prever que, habiendo regresado a los márgenes del
denominado Estado de
Derecho, la dación de la reciente Ley de Partidos
Políticos fortalecerá los partidos que realmente
cuentan con presencia nacional (tener Comités en al menos
65 provincias del país) y originará la
extinción de aquellos que no tengan dicha presencia, ya
que en 15 meses desde la vigencia de aquélla, todo partido
ya inscrito deberá adecuarse a sus normas.
Lamentablemente, no se ha conferido la debida
importancia a la fundación de Partidos Regionales, toda
vez que el presente proceso de regionalización ha
originado, por llamarlo así, una especie de "descenso" de
la política de la capital a las
provincias y se manifiesta el Interés de
los ciudadanos en participar activamente en
aquélla
2.2.- EL
FACTOR HISTORICO REFLEJADO EN LA ULTIMA DECADA
Asumiendo el hecho que aproximadamente cada tres cuartos
de siglo surge un gobierno que ocupa el poder durante una
década (Castilla, Leguía y Fujimori), seguido cada
uno de turbulencias y crisis de todo tipo, nos encontramos ante
un hecho inquietante y de alguna manera muy sombrío :
desde 1970, hasta la actualidad, se han ensayado todos los tipos
de fórmulas económicas, sociales y políticas
y seguimos descendiendo por una enfangada cuesta abajo.
¿Qué está fallando?. ¿Porqué
la democracia representativa no ha funcionado ni ha cubierto las
demandas sociales?. ¿Cómo salimos del hoyo y nos
insertamos correctamente en un mundo globalizado, sin perder
nuestras cualidades propias?. Estas son las preguntas que
deberíamos formularnos diariamente y no interesarnos en
exceso sobre los escándalos surgidos entre las filas de la
todavía llamada "clase política"
peruana.
2.2.1.- EL "PENDULO PERUANO" : VAIVENES DE LA
POLÍTICA DOMESTICA
Para vislumbrar alguna respuesta a este aparente
laberinto, partimos de una tesis casi evidente y de obvia
aceptación, la que propugna que los ciclos
económicos influyen en gran medida sobre los ciclos
políticos. A modo de acercamiento al tema, expondremos a
continuación, las diversas corrientes y escuelas que
estudian los fenómenos políticos dentro de la Ciencia
Política, para luego explicar a través de ellas en
que consiste este movimiento pendular :
a.- Escuela
Tradicional :
Fuertemente influenciada por la Historia, el Derecho y
la Filosofía, encontrándose en apogeo a fines del
Siglo XIX. El Perú está inmerso dentro de esta
concepción, toda vez que la clásica manera de
estudiar la carrera de Leyes es a través de una Facultad
de Derecho y Ciencias
Políticas.
b.- Escuela Contemporánea :
Sus diversas corrientes crecen bajo el influjo de otras
disciplinas como la Economía, la Sociología, la Antropología, etc. que la enriquecen y de
ellas adaptan sus métodos y
esquemas, de acuerdo con el siguiente detalle :
b.1.- Corriente Neoinstitucionalista :
Fija su atención sobre las instituciones, tal como
las entendimos en nuestro primer capítulo, como por
ejemplo los partidos políticos, con neta influencia del
constitucionalismo.
b.2.- Corriente Conductista :
Bajo influencia de la psicología, trata de
explicar el comportamiento
humano y su conducta frente a
los fenómenos políticos, la determinación de
la llamada "cultura política" de una determinada
comunidad
b.3.- Corriente Estructural – Funcionalista
:
Se analizan las estructuras
sociales y sus diversas funciones, como
por ejemplo, la función
cumplida por los partidos políticos, con modelos
provenientes de la Sociología y la
Antropología.
b.4.- Corriente de la Elección Racional
:
Utilizando modelos matemáticos, esta teoría
aplica conceptos pertenecientes a la Economía para
determinar el análisis costo –
beneficio que realizan los votantes al participar en elecciones.
En este contexto, advertimos que se ha puesto mayor
énfasis en lo últimos tiempos a la
institucionalización o mas bien
reinstitucionalización del sistema político peruano
y este tema resulta fundamental para entender el movimiento
oscilante entre ortodoxia y heterodoxia económicas y entre
autoritarismos y regímenes democráticos en el campo
de la política. Para visualizar mejor este panorama,
mostramos a continuación dos gráficos que podrían resumir la
intersección y las pautas de comportamiento de las
variables
económica (Intervención estatal en la
economía nacional) y política (transparencia) y su
relación con la corrupción :
Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú superior
GRAFICO A : A mayor
intervención estatal en la economía nacional,
encontramos mayores índices de corrupción. Esto
ocurre cuando el péndulo se mueve hacia regímenes
intervencionistas en economía, como los de Velasco o Alan
García, los cuales también registraron altos grados
de corrupción, o regímenes liberales en
economía, pero con fuerte influencia sobre determinados
sectores, como por ejemplo, la tributación y la SUNAT
durante el fujimorismo..
Para ver el gráfico seleccione la
opción "Descargar" del menú superior
GRAFICO B : A mayor
transparencia, encontramos menores índices de
corrupción. Esto ocurre cuando el péndulo se mueve
hacia regímenes democráticos, como el de Paniagua o
Toledo, ya que existe una mayor fiscalización del pueblo y
la prensa, sin temor a ser reprimidos por la fuerza.
Desde que Velasco asumió de facto el poder en
1968, los cambios en la estructura sociopolítica peruana
con origen en decisiones gubernamentales o en movimientos
sociales que hasta hoy persisten, hicieron que el país se
enfrente al fin con su verdadera realidad, soslayada por siglos
de ostracismo semi-feudal: el llamado "Perú profundo". De
profundo no tiene hoy casi nada, porque incluso Lima se ha
teñido de colores casi
desconocidos para un limeño contemporáneo de
Ricardo Palma, cumpliéndose lo que Aníbal Quijano
vaticinaba hace más de una década : la
"cholificación" de la sociedad peruana en todas sus
facetas.
La experiencia nos enseña que en un país
pobre la política domina a la economía, proceso que
se da a la inversa en los países desarrollados, en los
cuales inclusive ambas se identifican, creándose
así una dependencia de los primeros respecto a lo
segundos, al extenderse curiosamente el sistema de clientelaje o
vasallaje entre naciones: las pobres subsisten a la sombra de las
desarrolladas y tratan de copiarlas hasta en sus modelos
políticos. Así, al imitar los esquemas
primer-mundistas con realidades tercermundistas, nuestros
países se ven arrollados en una carrera que no pueden
mantener (v.g. la dolarización de Argentina) y frente a esta
"globalización", surgen reacciones
colectivas regionalistas teñidas de reivindicaciones
étnicas, como los zapatistas de México,
los recientes sucesos acaecidos en Bolivia y el
movimiento de los Humala en Perú.
Pero con la llegada de la década de 1990 este
panorama se estremece con los cambios. El comercio de la
región con el resto del mundo se duplicó y la
inflación, el gran flagelo latinoamericano, se
acercó a un solo dígito. Se analizan los cinco
casos más representativos de crecimiento de los
años noventas: Perú, Argentina, Chile, Brasil y
México. Todos muestran un sano crecimiento
macroeconómico, pero las variables domésticas
propias y sus particulares elecciones de política
determinan las causas de los resultados diferenciales en este
contexto general de cambio. Chile supera fácilmente a los
otros cuatro en materia microeconómica, excepto en la
distribución del ingreso.
En este panorama, el debate Estado-mercado resulta
fundamental. Así, el Estado latinoamericano ha pasado por
variadas circunstancias, desde la economía
política de la intervención estatal entre los
años 1960 y 1980, pasando por el colapso en los
años 80 y el repliegue estatal entre 1982 y 1990, hasta el
resurgimiento y definición racional del Estado a partir de
la década de 1990, de la mano con una notable
recuperación económica.
En este sentido, se observa que en general se superaron
los problemas derivados de la intervención estatal
irresponsable, a pesar de existir abismales tasas de pobreza y de
haber empeorado las tendencias redistributivas en los años
90, específicamente en el caso peruano, lo que a su vez ha
determinado la fragilidad de las perspectivas de
recuperación económica, exceptuando el caso de
Chile, donde sí ha tomado fuerza el crecimiento
económico aunado a la reforma del Estado, por lo que
actualmente el tema crucial consiste en identificar los puntos
pendientes en la agenda de reforma institucional, tomando en
cuenta las cadenas de shocks externos que golpearon la
región, empezando con la crisis asiática de
1997-1998 y las nuevas perspectivas políticas existentes
en la región. Asimismo, ya que la permanente
vulnerabilidad de los países examinados tiene que ver
principalmente con la desigual e incompleta naturaleza de
la reforma institucional llevada a cabo durante la década
pasada.
En cuanto al escenario político-económico
de la intervención estatal en el Perú, sus
antecedentes los hallamos durante el Oncenio de Augusto B.
Leguía, un primer intento de impulsar la
acumulación de capital con el respaldo masivo del Estado,
hasta que después del régimen económico
liberal de Odría, se confirió al Estado peruano un
rol protagónico en el desarrollo económico desde
fines del segundo gobierno de Manuel Prado y durante el primer
gobierno de Fernando Belaúnde en la década de 1960.
Pero el Estado peruano, con sus incipientes estructuras
institucionales, no estaba adecuadamente preparado para asumir la
posición más activa que se le había
asignado.
Así, el golpe militar de 1968 lanzó el
primer intento explícito de aumentar la capacidad del
Estado para intervenir efectivamente en la economía,
acelerando la diversificación política y
económica, además de que durante los años 70
el Estado fue usado para mejorar la posición del
país en la economía internacional, pero se
fracasó en utilizar los préstamos externos para
conseguir esta meta, así como el capitalismo de
Estado al estilo peruano no consiguió generar las
pretendidas transformaciones en cuanto a crecimiento, ahorro,
inversión y redistribución. Es
más, los soportes burocráticos, institucionales y
administrativos cuya preexistencia era necesaria para implementar
estas reformas, recién se encontraban en fase constructiva
mientras simultáneamente se trataban de implementar los
cambios. El gobierno militar no pudo forjar un papel efectivo
para el Estado como mediador de los intereses sociales
centrales.
Acto seguido y con el retorno del régimen civil,
advertimos que bajo el segundo gobierno de Belaúnde, en
los años 80, la orientación apuntó al
mercado para recuperar los pujantes indicadores
económicos existentes antes de 1960, pero en lugar de
erradicar las distorsiones
acumuladas durante dos décadas de caótico
intervensionismo estatal, la estrategia social de mercado
implementada contribuyó a insertar al Perú
aún más en el modelo
negativo de desarrollo encabezado por el Estado, arrastrando
obstáculos y fortaleciéndolos, resumidos en las
siguientes características :
- Alto nivel de financiamiento externo para apoyar los esfuerzos
del Estado. - Fuerte dependencia de las empresas
públicas para llevar a cabo las tareas de desarrollo del
Estado. - Perpetuación de una ambigua relación
con inversionistas privados locales claves. - Incapacidad para coordinar el modelo de desarrollo
elegido con las políticas sociales
necesarias. - En los cuatro puntos antes referidos el historial
empeoró. Además, estalló la insurgencia
relacionada con la pobreza, de la mano con un absoluto descuido
de la política
social, una política salarial regresiva y una
resistencia
popular, lo que se llamó una economía
política de la violencia.
Así, llegamos al segundo quinquenio de los
años ochentas y al colapso hiperinflacionario del gobierno
de Alan García, debido al fracaso del contragolpe
neoestructuralista del gobierno aprista. Ante la pérdida
de entusiasmo por los programas del Fondo Monetario
Internacional, el Perú anunció un enfoque
heterodoxo en Julio de 1985, pero el patrón
problemático arrastrado desde 1960, con una fuerte
dependencia del financiamiento externo y la sujeción a las
empresas públicas para proporcionar empleo, insumos y
servicios
baratos, originó el estallido del sistema. Así, en
las elecciones de 1990, la polarización entre derecha e
izquierda, entre ortodoxia y heterodoxia, indicaban que los
grupos locales
no sabían aún como enfrentar los problemas del
país, por lo que surgió como opción
electoral un candidato independiente poco
convencional.
En este contexto, en solamente diez días luego de
asumir el cargo en 1990, el nuevo Presidente Alberto Fujimori se
dio cuenta que no existía ningún margen para una
estrategia gradualista de reforma y por ende se adoptó
rápidamente el paquete de medidas de estabilización
y ajuste basado en la privatización, liberalización y
desregulación (el denominado ¨Consenso de
Washington¨), emprendiendo un programa iniciado
con un gran shock fiscal, un
extenso paquete de privatizaciones y reformas financiera e
institucionales, junto con programas de compensación
social, ocasionando un cambio total del Perú en los
años 90, tanto como el que ocurrió en los
años 70.
Después de la crisis política desatada en
el año 2000 y ahora que el gobierno de Alejandro Toledo
busca forjar una nueva coalición de gobierno estable, los
riesgos
económicos residen fundamentalmente en la esfera
política. Así, nuevamente el Perú tiene un
considerable trabajo por
delante para ponerse al día en cuanto al aspecto
económico, toda vez que en lo que sí se encuentra
actualizado es en la renovación del Estado, pero urge otra
onda de reformas auspiciadas por el Estado en términos de
dinamismo microeconómico y equidad
redistributiva.
Esta es la visión del famoso péndulo
peruano, palpable tanto en la economía como en la
política, tal como indican Efraín Gonzáles
de Olarte y Lilian Samamé, cuando precisan que entre 1963
y 1991 hubieron veintisiete Ministros de Economía, es
decir uno cada diez meses (11).
Asimismo, dichos autores identifican las grandes
fuentes
económicas de esta inestabilidad político-social
oscilante desde los años sesentas (12) :
- Presión demográfica y acelerada
urbanización. - Ocaso del sistema de dominación
oligárquico. - Impulso del Sistema de Sustitución de Importaciones,
el cual nos hizo endeudar aún más - Cambio del rol del estado de uno policiaco a gestor
de la economía sin estar preparado para
ello. - Fragmentación social y
económica. - Declinación de la inversión
privada
Los autores concluyen indicando que en etapas expansivas
de la economía el país es gobernable, pero cuando
existe recesión se torna ingobernable y altamente
volátil, como sucede hoy en día (13).
Así, en estas últimas décadas se ha
dado un primer escenario en el Perú: cada intento de
impulsar la reforma económica e institucional acabó
por heredar una carga de problemas y conflictos al
gobierno entrante, arrastrándolos y
profundizándolos. En cambio el actual gobierno parece
gozar de sólidas bases que le brindan las reformas
emprendidas en la pasada década. Si pudiera aprovechar la
coyuntura e inicia la serie de reformas microeconómicas
antes mencionadas podría configurarse un segundo escenario
: el exitoso giro peruano hacia una estrategia competitiva,
catalizadora de una mayor participación social y de la
transición a un régimen
democrático.
2.2.2.- 2000-2001 : GOBIERNO TRANSITORIO VS. GOBIERNO
PROVISIONAL. PANIAGUA Y TOLEDO
Podemos empezar por definir qué es un gobierno
transitorio. Es el que guía al país desde la
caída de un régimen autoritario hasta las
elecciones que hacen posible la instalación de un nuevo
gobierno democrático. En este sentido, el gobierno de
Paniagua sería uno transitorio, pero nosotros sostenemos
que no lo es, sino que el actual gobierno del Presidente Toledo
es el gobierno de transición y que recién en el
2006 podemos hablar que la transición a la democracia se
ha completado, toda vez que cambiar las costumbres de una
década completa de gobierno autoritario no puede darse en
un período de nueve meses, sino en varios
años.
En este caso, podemos catalogar al gobierno del
Presidente Paniagua como uno provisional, de emergencia, el que
establece bases para una mejor gobernabilidad democrática,
más o menos como el de Samanez Ocampo después de la
caída de Leguía, con la diferencia que en 1930
estalló la guerra civil, pero ahora ese conflicto lo
tenemos en el campo económico y en el de la violencia
estructural que azota a la sociedad peruana : delincuencia,
maltratos en la familia,
etc.
Históricamente, el Perú ha vivido inmerso
dentro de tradiciones paternalistas y autocráticas, las
dos caras de la misma moneda. Cuando el fenómeno
terrorista alcanzó inusitada fuerza entre 1991
y
1992, la gran mayoría de peruanos aplaudió
la destrucción del sistema institucional representativo en
el autogolpe del 5 de Abril de ese último año por
el miedo a la amenaza subversiva. Nuestra generación, que
desarrolló el uso de la razón en los ochentas,
asistió en la siguiente década a la
conmoción política más grande desde la
guerra civil de 1930-1933 (los que Basadre llamó "los
años terribles"), es decir, la "cleptocratización"
del ejercicio del poder, encarnada por la dupla asociativa
Fujimori – Montesinos. Justo en esa época, comenzamos a
intervenir en las discusiones de la esfera pública
nacional y a convertirnos a la vez en parte de la PEA.
De acuerdo con Mariano Querol (14), la población
peruana sufre de baja autoestima,
por lo que tiene una necesidad psicológica de contar con
una imagen
paternalista encarnada en regímenes autoritarios, por
cierto temor o incapacidad para elegir correctamente a sus
gobernantes. Igualmente indica que la pasividad caracterizante de
nuestro ser nacional conllevó a reaccionar
tardíamente sólo cuando apareció el video
Kouri-Montesinos, cuando todo el proceso de corrupción
llegó a su clímax.
A fin de ilustrar adecuadamente la opinión de
nuestra ciudadanía respecto a la popularidad del actual
Presidente, basta remitirnos a la edición
de "El Comercio" del día 15 de Diciembre del año en
curso (Página A2, encuesta
realizada por APOYO los días 12 y 13 de Diciembre De
2003), donde Alejandro Toledo registra un magro doce por ciento
de aprobación, mientras que Alberto Fujimori cuenta con un
treinta y cinco por ciento de aprobación, lo que parece
increíble dado que este último es prófugo de
la justicia
peruana y de otros países y ni siquiera se reconoce
él mismo como peruano, lo que nos hace cavilar asombrados
acerca de nuestra psique colectiva.
Asimismo, de acuerdo con María Milagros
Narváez Pérez (15), tanto "El Comercio", como "La
República" y "Expreso", los tres Diarios sujetos al
análisis de sus posturas frente a Fujimori y Toledo en las
campañas electorales de 1990, 1995 y 2000, la prensa
escrita no brinda a sus lectores información neutral, y
objetiva sobre temas trascendentales de la vida nacional, entre
ellos las preferencias por tal o cual personaje, ya que siempre
tiñen sus opiniones de matices subjetivos y eso altera
más aún la percepción real de los problemas
cotidianos por parte de la ciudadanía.
2.3.1.- LA "CULTURA POLITICA PERUANA" : ¿PAIS
DE SUBDITOS O DE
"ACHORADOS"?
La Cultura Política puede englobar la Cultura
Cívica, pero no son equivalentes : la primera discute la
legitimidad de los comportamientos de los actores
políticos, mientras que la segunda precisa solamente la
fría legalidad de
la norma aplicada.
De acuerdo con Almond y Verba (16) la Cultura Política
es un conjunto de orientaciones relacionadas con un
sistema especial de objetos y procesos sociales, pudiendo
resumirse este panorama en tres grandes tipos de culturas
políticas :
- La cultura política parroquial : Se da cuando
la frecuencia de orientación hacia los cuatro tipos
políticos arriba descritos se acerca a cero, v.g., las
sociedades
tribales africanas o las comunidades locales autónomas.
No existen roles políticos especializados, todo se
encuentra enmarcado por orientaciones religiosas o
sociales - La cultura política de súbdito :
Aquí existe una gran frecuencia de orientaciones hacia
un sistema político diferenciado y hacia aspectos
administrativos del sistema, pero hacia objetos
políticos y hacia uno mismo como participante activo se
aproximan a cero. Hacia el elemento administrativo del sistema
existe una relación pasiva, aunque se dé una
forma limitada de competencia
dentro de este sistema. - La cultura política de participación :
Los individuos se orientan al sistema como un todo, hacia los
cuatro elementos en su conjunto, tienden a visualizarse en un
rol activo en política, aunque acepten o rechacen el
sistema.
Esta triple clasificación no supone que una sustituya a
otra. No existe uniformidad en este campo, sino una mezcla
cultural, el ciudadano combina los tres factores y la cultura
cívica es una mezcla particular de ciudadanos,
súbditos y elementos parroquiales, por ende, se extraen
tres tipos de culturas políticas mixtas o sub-culturas
:
- La cultura parroquial de súbdito: Se da
cuando una parte sustancial de la población rechaza las
pretensiones de una difusa autoridad
tribal, rural o feudal y desarrolla lealtad hacia sistemas con
estructuras de gobiernos centrales especializadas. - La cultura de súbdito – participante :
Aquí, pasar de una cultura parroquial a otra de
súbdito afecta el cambio de una cultura de
súbdito a otra de participación, ya que en este
último caso, las autonomías locales y
parroquiales pueden contribuir a desarrollar una
infraestructura democrática, como por ejemplo, en la
España Post – Franco, y su transformación en una
democracia de corte moderno con autonomías vascas y
catalanas. - La cultura parroquial – participante : Se da en
muchas naciones incipientes, predominantemente parroquiales,
pero sin estructuras sólidas para apoyarse ni una
burocracia
basada en súbditos leales ni infraestructuras que nazcan
de un cuerpo de ciudadanos responsables y competentes.
Para comprender la Historia del Perú debemos remitirnos
-nuevamente- a Jorge Basadre. El pensaba que el nuestro es el
país de las oportunidades perdidas o la "historia de lo
que pudo ser y no fue". Tal vez si nos fijamos en la secuencia de
gobernantes representativos y golpistas existente entre los
años cuarenta y setentas, nos demos cuenta del significado
de esta metáfora. Nos preguntamos que hubiese pasado si en
lugar de Odría, la Junta Militar de 1962-1963 y Velasco,
hubieran gobernado el país alternada y
pacíficamente, sin transiciones traumáticas, Prado,
Haya y Belaúnde.
En primer lugar, los golpes de estado hubieran pasado al
olvido por obsoletos, al establecerse una sólida base
partidaria. En segundo lugar, se habría desarrollado la
Reforma
Agraria de un modo gradual y ordenado, después de
educar correctamente a la masa campesina acerca de sus derechos y
deberes en una sociedad que sale del latifundismo casi medieval,
cosa que hasta hoy lamentamos, pues el velasquismo
destruyó las bases de la agroindustria de la costa al
imponer la Reforma como una suerte de reivindicación
clasista, marcada por el comunismo y
así hoy importamos lo que hace cuatro décadas
exportábamos, con una canasta básica de nuestro
mercado interno prácticamente autoabastecido, al
revés de estos tiempos.
¿Por qué en los últimos cuarenta
años presenciamos este fenómeno autodestructivo?.
¿Por qué luego de un conato de
industrialización bajo el segundo pradismo se dio el golpe
de la Junta Militar y el primer período de Belaúnde
naufragó en medio de las nacientes guerrillas del valle de
La Convención, el germen de la actual violencia?.
¿Por qué nunca hubo una verdadera
concertación, ni siquiera en tiempos de Bustamante y
Rivero y el continuismo republicano se vio cortado por dictaduras
militares?. ¿Por qué el mismo militarismo de los
setenta reaccionó contra sí mismo al Morales
Bermúdez deponer a Velasco y desmontar lo hecho por
él sin distinguir lo bueno de lo malo?. ¿Por
qué el segundo belaundismo llevó al país al
borde del colapso y el gobierno aprista nos hizo conocer lo que
es el fondo de un abismo?. ¿Por qué nos vimos
envueltos en la guerra civil de la subversión y conferimos
todo el poder a un dictador que luego huye a su patria oriental,
dejándonos inmersos en la desorientación
estructural, de la cual aún no salimos?.
Tal vez las respuestas las encontremos analizando la Historia
Peruana de las últimas cuatro décadas a la luz de los
conceptos sobre Cultura Política y Cultura Cívica
vertidos anteriormente, sin olvidar el trasfondo de siglos de una
pesada herencia colonial, a la que adscribo no solamente al
Virreynato sino también al mismo Incanato, ya que el
Tahuantinsuyo fue un gran Imperio colonial con un gran
número de súbditos no – Incas. Tal vez otra vez
Basadre encienda su faro y nos haga ver que en el Perú,
como él decía, pasamos de una apatía
absoluta a un estado de frenesí casi epiléptico,
sin tomarse la paciencia de desarrollar pacientemente grandes
proyectos a
futuro. Esa impronta del carácter nacional nos lleva a
profundizar sobre nuestra sub – cultura política, bajo los
parámetros antes descritos.
En estricto, nuestra Cultura Política es casi
enteramente de súbdito. Casi no damos nada al sistema
(input), sólo esperamos recibir algo de él
(output). El parroquialismo subsiste en comunidades
tecnológicamente desconectadas, sobre todo en la selva, lo
que últimamente se va haciendo cada vez más raro de
encontrar ante la emigración masiva a las ciudades
costeñas y el avance de la informática y de las telecomunicaciones. Existe un sesgo participativo
entre ciertos sectores, igualmente reducidos, concentrados en los
pocos barrios residenciales de Lima y algunas ciudades de la
costa, la cada vez más reducida clase media. Si queremos
encontrar algo en común entre los cortes políticos
pendulares de las últimas décadas, eso es el
populismo,
rasgo clásico de un gobierno autoritario no representativo
ni democrático.
El péndulo ha oscilado desde el militarismo de tinte
comunista de los años setentas hasta la tolerancia
(interpretada en este mundo andino como debilidad)
democrática de los gobiernos de Belaúnde y
Paniagua, pasando por un autoritarismo en apariencia civil pero
bajo égida castrense (Fujimori) y otro también con
imagen civil pero controlado por un partido (el APRA de Alan
García). Ese vaivén se advierte en las
políticas económicas : desde el estatismo
velasquista hasta las privatizaciones neoliberales de los
años noventas y desde el controlismo de precios y
mercados del
gobierno aprista hasta el sistema mixto actual. Pero todo siempre
teñido de populismo, estrategia muy adecuada para la clase
dirigente de un país donde subsistir es tarea cotidiana y
en buena cuenta la última moneda de cambio existente es el
voto, a cambio de pan y circo como en Roma.
Pero esta sub – cultura de súbdito no es leal al
sistema mismo. Es más bien ceñida por la
apatía, el dejarse llevar o por la alienación, de
ahí nuestra inestabilidad estructural. Al desaparecer en
los setentas la estructura feudal latifundista, el "vasallo", se
quedó sin "señor" y esa carencia de significado
origina que la institucionalidad sea débil en el
país por la distorsión histórica existente.
En realidad en 1821 se fundó una República
aparente, toda vez que enormes masas de habitantes quedaban
excluidos del circuito de participación en las decisiones
políticas, en manos de la llamada "oligarquía", es
decir los grandes terratenientes o los comerciantes enriquecidos
y prácticamente ennoblecidos por el guano, el salitre o el
caucho, cada
grupo en su correspondiente época.
Recién en 1968 podemos hablar de la formación de
una República que busca la participación de todos
los ciudadanos, aunque contradictoriamente fue fundada por un
régimen autocrático, ya que como dijimos al inicio,
el Perú profundo dejó de serlo. En suma, a pesar de
ser guiados por modelos democráticos que buscaban la
participación ciudadana como el de los
Estados Unidos
y Francia, en
realidad siempre añoramos el sentirnos súbditos.
Por eso José de San Martín se inclinaba hacia una
monarquía constitucional para el Perú y de
ahí viene la tradición del criollismo
costeño, encarnado en la zalamera pero pro-colonial pluma
de Ricardo Palma.
En suma, nos enfrentamos a una "globalización"
participante con esquemas de súbdito y eso nos arrastra a
una vorágine que nos hace perder hasta nuestros valores
costumbristas, la tan mentada "pérdida de identidad
nacional" que es más evidente en las maneras de ser y
de actuar de los jóvenes, pero esto aunado a una especie
de "achoramiento" por decirlo así, manifestación de
la llamada "cultura combi", una especie de "contracultura",
conjunto de respuestas agresivas ante el medio competitivamente
hostil que rodea la vida de los peruanos en la actualidad
Acto seguido, analizaremos la repercusión de las
diversas manifestaciones de la esfera pública en el
desahogo de las presiones que este vaivén histórico
ejerce sobre la sociedad, fenómeno en el que tienen
marcado protagonismo los diferentes estamentos de la Sociedad
Civil.
2.3.2.- LA "ESFERA PUBLICA PERUANA"
La esfera pública es un espacio jurídicamente
privado, dentro del cual sus participantes, los que no cuentan
con status oficial, tratan de convencerse mutuamente mediante
argumentos lógicos acerca de diversos temas de
interés general (17). Puede darse en un taxi, en un
mercado, en un aula universitaria, etc. Nuestra generación
llegó a la edad adulta prácticamente asqueada de la
degradación moral vista últimamente en las
relaciones políticas nacionales.
Podemos así pensar que nuestra actitud hacia
el sistema político es de apatía o de
alienación, fruto de la inestabilidad heredada de cuatro
décadas de movimientos pendulares entre regímenes
democráticos y autocráticos, de ahí se
origina la falta de fe en las instituciones observada
crecientemente entre la población, sobre todo en los
jóvenes y en los adultos jóvenes.
También históricamente, el Perú tiene una
enorme tradición comunitaria de base, la que, a pesar de
la individualización observada en los noventa, fruto de
las influencias globalistas en las ciudades como derivado de la
inserción del país en la economía
mundial, aún mantiene gran fuerza. Las relaciones
familiares, amicales
o sociales, van paliando la crisis y forman un entramado
político más eficiente que el sistema formal
mismo.
Esas organizaciones,
como son las rondas, los comités de vasos de leche,
sindicatos, los comedores populares, los grupos religiosos, los
gremios de artesanos, comerciantes, obreros, etc., suplen las
carencias estructurales del aparato estatal y conforman una
fuente de trabajo extendida entre los sectores rurales y urbano
marginales. Al expresar la vida misma sin las restricciones de
los cauces formales, constituyen la base de la Sociedad Civil
nacional, la que incluso goza de presencia en los Gobiernos
Regionales (Consejo de Coordinación Regional).
Los datos e ideas desarrollados por Hernando de Soto en "El
Otro Sendero", expresan lo invalorable que resulta el trabajo y
el modo de vida informales, a pesar de su desorden y de sus
carencias de servicios básicos. Es también una
razón por la cual el país no ha desaparecido como
unidad orgánica, ante la sucesión de conmociones
sociales que harían zozobrar a cualquier país
acostumbrado a una mayor estabilidad, así como un capital
nacional que no aparece en las estadísticas oficiales.
La pregunta central radica en como obtener que esa Sociedad
Civil informal interactúe con el sector formal, reducido
pero decisorio, en la esfera pública. El camino para
impactar en las decisiones, aparentemente tan lejanas, de los
Poderes del Estado, puede pasar por una revitalización de
estas organizaciones, reconociendo su participación no
solamente en entes administrativos de los Gobiernos Regionales y
Locales, sino en el mismo foro decisorio, es decir el
Congreso y el Poder Ejecutivo, con un antecedente en los Cabildos
Abiertos de la época colonial. Así podría
llegarse a concretar una expresión popularizada por
Alfonso Grados Bertorini en los ochentas y noventas, la
"concertación", es decir el reflejo de lo que opinan los
ciudadanos, el peso de esfera pública canalizada al
aparato estatal decisorio a través de las organizaciones
de la Sociedad Civil, las que deberán promover los
respectivos proyectos de Ley, lo que sí les reconoce la
actual Constitución Política.
Los medios de
comunicación masiva deberían jugar un rol
protagónico en este campo, pero lamentablemente no es
así y la socavación de su imagen al menos ha
servido para que la gente comente lo "mal que estamos" al
constatar el grado de corrupción existente en la prensa,
sobre todo la televisiva. Los hechos observados recientemente en
la famosa y mal llamada "esquina de la
televisión", además de producir gran inquietud,
han generado una amplia gama de discusiones en la esfera
pública nacional, tanto que la ciudadanía se
pregunta, con obvio sustento, si sería preferible que el
Ministerio de Transportes cancele definitivamente las licencias
de telecomunicación a los grupos que protagonizan tales
sucesos.
Lamentablemente, al dar la vuelta al péndulo derrocando
el régimen autoritario de Fujimori y reinstaurando un
estilo democrático y representativo de gobierno, no
advertimos a tiempo lo señalado en un anterior
acápite, que cuando una cultura mixta de súbdito –
participante persiste, transforma la primigenia sub – cultura de
súbdito : durante los intervalos democráticos, como
el que actualmente vivimos, los grupos de orientación
autoritaria compiten con los democráticos dentro del marco
formal democrático, así vemos hoy, la
reacción del fujimorismo por la vía legal ante la
fragilidad del gobierno peruano dirigido por nuestro actual
Presidente, el que incluso ha sido comprometido dentro del
torbellino que rodea la lucha por poseer los medios de comunicación. El ciudadano de a pie se
pregunta con justa razón si toda esta lucha sirvió
para algo o para nada y así muchos empiezan a
añorar el regreso de Fujimori, situación de
incertidumbre ahondada por un notorio rebrote senderista.
Los peruanos somos muy proclives a sentir la tentación
de ser gobernados autoritariamente, ya que es una postura muy
facilista esperar que el gobierno nos sustente a cambio de la
total sumisión y muy acorde con nuestro ancestral
paternalismo. Opinamos al respecto que las organizaciones de la
Sociedad Civil deben ser escuchadas, al expresar lo que la
ciudadanía piensa (la esfera pública), no
sólo sobre este tema, sino sobre otro esencial un poco
relegado dentro del tan publicitado Acuerdo Nacional : la reforma
del Poder Judicial, el manoseo de la Justicia, hecho
clarísimo en los recientes sucesos, el cual juega el
más triste de todos los papeles asumidos por los actores
del drama histórico que ha marcado a los que hemos crecido
dentro de este movimiento pendular las tres últimas
décadas.
3.- CONCLUSIONES Y
RECOMENDACIONES
Concluimos que la razón fundamental por que un gran
sector de la población añora a Fujimori radica en
el hecho de la crónica debilidad institucional de nuestro
contexto nacional. Debemos fortalecerlas y opinamos que para ello
es necesario :
- Revitalizar el Acuerdo Nacional (la llamada
"concertación" de los años ochenta), para
así dotar de consenso a la actuación del gobierno
en materia de desarrollo nacional. Esperamos que este Acuerdo
sea duradero y que se ejecute, pero ya existen indicativos de
la preocupación existente en algunos sectores
políticos por reformar el Estado y por planificar la
aplicación de políticas de mediano y largo
plazo. - Aumentar las capacidades del gobierno, reformando al Estado
y especialmente al Poder Judicial, de lo contrario no se
podrá llevar adelante ninguna reforma estructural a
mediano o largo plazo. Debe reestructurarse la carrera
pública (el Servicio Civil), reformulando una Ley del
Escalafón de la Administración Pública con
criterios actuales. Este reforzamiento de la burocracia,
aislándola de las presiones políticas, así
como la restauración de un nuevo ente rector de la
planificación y supervisión del gasto público,
constituyeron los dos pilares sobre los cuales se asentó
la reforma institucional llevada a cabo por los países
de nueva industrialización (NIC) de Extremo
Oriente. Tal vez así podrían extenderse los
criterios de algunos "reductos de eficiencia" que existen en
nuestra Administración Pública a todos los
sectores de la misma. - Reforzar el desarrollo de la regionalización, toda
vez que hasta el momento sólo la Región
Lambayeque da señales de haber encontrado el camino para
fortalecer su gobierno regional. - Poner énfasis en la aplicación de las normas
sobre transparencia fiscal y en la rendición de cuentas de
los funcionarios públicos. - Vincular a los procesos de privatización con
políticas de objetivos de
mediano y largo plazo, predominando el criterio de calidad,
oportunidad y cobertura en los servicios
públicos. El caso de las empresas generadoras de
energía de Arequipa fue un claro ejemplo de como no se
debe proceder al respecto. - Aplicar a cabalidad la nueva Ley de Partidos
Políticos y reglamentarla adecuadamente, cubriendo los
temas que se dejaron pendientes de precisiones.
(1) Documento elaborado por: Pablo Miró
Rocasolano
Licenciado en Economía, Universidad
Autónoma de Madrid
(UAM), 15 de Noviembre de 2003 (Grupo de Investigación
EUMED.NET-Universidad de Málaga).
(2) Documento elaborado por: Pablo Miró
Rocasolano
Licenciado en Economía, Universidad Autónoma de
Madrid (UAM), 15 de Noviembre de 2003 (Grupo de
Investigación EUMED.NET-Universidad de
Málaga)
(3) Documento elaborado por: Pablo Miró
Rocasolano
Licenciado en Economía, Universidad Autónoma de
Madrid (UAM), 15 de Noviembre de 2003 (Grupo de
Investigación EUMED.NET-Universidad de
Málaga)
(4) La corrupción: un análisis
teórico-empírico
(Revista
Punto de
Equilibrio, No. 69, diciembre 2000-enero 2001,
Pág.8). Luis Felipe Zegarra y Mario Caballero
(5) La corrupción en el Perú : una larga
historia
(Revista Punto de Equilibrio,
No. 82, Abril – Mayo 2003). Entrevista
de Oswaldo Molina y Gastón Yalonetzky a Alfonso W.
Quiroz
(6) Basadre, Jorge. "Perú Problema y
Posibilidad,"
Editorial Studium, 5ta. Edición, 1987, pp. 35 –
48.
(7) La corrupción en el Perú : una larga
historia
(Revista Punto de Equilibrio, No. 82, Abril – Mayo 2003).
Entrevista de Oswaldo Molina y Gastón Yalonetzky a
Alfonso W. Quiroz
(8) Robles Rosales, Walter. El Estado Social y
Democrático de Derecho, Pág. 2. Ponencia
presentada en el Segundo Congreso Nacional de Ciencia
Política. Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad Nacional Federico Villareal.
Lima, 10, 11 y 12 de Diciembre de 2003.
(9) Comisión del Sesquicentenario de la
Independencia del Perú. Colección Documental de
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Panamá.
Investigación, recopilación y prólogo por
Raúl Porras Barrenechea. Lima: C.N.S.I.P., 1974.
(10) La corrupción en el Perú : una larga
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(Revista Punto de Equilibrio, No. 82, Abril – Mayo 2003).
Entrevista de Oswaldo Molina y Gastón Yalonetzky a
Alfonso W. Quiroz
(11) Gonzáles de Olarte, Efraín y
Samamé, Lilian. "El Péndulo peruano :
políticas económicas, gobernabilidad y subdesarrollo 1963-1990. Lima, IEP, segunda
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(12) Gonzáles de Olarte, Efraín y
Samamé, Lilian. "El Péndulo peruano :
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(13) Gonzáles de Olarte, Efraín y
Samamé, Lilian. "El Péndulo peruano :
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(14) La crisis política : una reflexión
psicológica
(Revista Punto de Equilibrio, No. 69, Diciembre
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(15) Narváez Pérez, María Milagros.
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Tesis presentada en la PUCP. Lima, Escuela de Graduados,
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(16) Almond, Gabriel A. Y Verba, Sydney. "La Cultura
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(17) Arato, Andrew y Cohen, Jean L. "Esfera
Pública y Sociedad Civil". México,
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- Almond, Gabriel A. Y Verba, Sydney. "La Cultura
Política". Princeton, University Press, 1963. - Arato, Andrew y Cohen, Jean L. "Esfera Pública y
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Editorial Studium, 5ta. Edición, 1987. - Comisión del Sesquicentenario de la Independencia
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Independencia del Perú, t. XIX, El Congreso de
Panamá. Investigación, recopilación y
prólogo por Raúl Porras Barrenechea. Lima:
C.N.S.I.P., 1974. - Gonzáles de Olarte, Efraín y Samamé,
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económicas, gobernabilidad y subdesarrollo 1963-1990.
Lima, IEP, segunda edición, 1994. - Miró Rocasolano, Pablo Universidad Autónoma
de Madrid (UAM), 15 de Noviembre de 2003 (Grupo de
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Segundo Congreso Nacional de Ciencia Política. Facultad
de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad
Nacional Federico Villareal. Lima, 10, 11 y 12 de Diciembre de
2003. - Sardón, José Luis. "Estado, Política y
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Universidad del Pacífico, primera edición, enero,
1994. - Sardón, José Luis. "La Constitución
incompleta". Lima, Instituto Apoyo, primera edición,
febrero, 1999. - Universidad del Pacífico, Revista Punto de
Equilibrio, Industrial Gráfica S.A. Nos. 62, 68, 69,
71, 74, 80, 82 diciembre 2000-enero 2001.
DUNCAN RICARDO MASSON CABRERA
Santiago de Surco, Noviembre de 2004