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Ensayo sobre las utopías en la educación




Enviado por celucero



    1. En el principio fue el
      discurso.
    2. El carácter
      disciplinador de la Utopía.
    3. Utopía
      metodológica y utopía
      socio-política.
    4. No corran que es peor. A modo
      de conclusión.
    • Presentación.

    Pensar la educación es una
    tarea reiterada pero no por ello fácil. Así como
    con cualquier otra construcción cultural es frecuente imbuirse
    en el sentido común y pensarla en forma estática y
    cristalizada. Es una tendencia opinar sobre ella como si siempre
    hubiera estado
    allí e, incluso, como si mantuviera una continuidad. Tal
    vez sea esto lo que nos lleva a creer en tanto sociedad que
    todas las modificaciones que manifiesta son síntomas de su
    corrosión y, consecuentemente, que "antes
    era mejor".

    Es labor de los especialistas y de los intelectuales
    (o de los aspirantes a ello) edificar un pensamiento
    que se despegue del sentido común y de la intuición
    a fin de poder situar
    la Educación
    como un fenómeno en el espacio y en el tiempo.

    Para ello se hace palmario revisar históricamente
    cuales son las condiciones socio políticas
    que han dado lugar al fenómeno que nos ocupa. Al mismo
    tiempo es menester propio de las ciencias de la
    educación revisar críticamente como se ha
    generado un discurso
    propio de la disciplina que
    es el que la constituye en su especificidad,
    diferenciándola de otros fenómenos.

    A lo largo de este trabajo se
    intenta poner de manifiesto como se ha constituido
    históricamente la educación en la sociedad moderna.
    Con el acento puesto en la construcción del discurso
    pedagógico
    y específicamente en el lugar que le
    ha tocado dentro de este a la o las utopías
    educativas
    .

    Tal como quedó expresado se revisará la
    historia de la
    educación, entendiendo por esta la educación
    moderna. Este es el punto que se toma no por descoser que
    anteriormente se realizaban practicas educativas, sino habida
    cuenta de que se observan algunas continuidades en el discurso
    pedagógico que comienza en el siglo XVI – XVII y se
    mantiene hasta el día de hoy.

    Vale aclarar entonces que a la Educación
    aquí se la entiende como una práctica INSTITUCIONAL
    propia de la modernidad, que
    construye un discurso específico que la legitima y la
    construye: el discurso pedagógico. Por lo tanto toda vez
    que se hable de Educación se habla de pedagogía.

    • En el principio
      fue el discurso.

    El momento mítico fundante de la pedagogía
    moderna se reconoce en el pensamiento del pedagogo Jan Amos
    Comenius. Es su obra mas citada, Didáctica Magna, el autor sienta las bases
    del la pedagogía moderna. Aun observando varias
    diferencias entre su propuesta (expresada en su obra) y la
    realidad del sistema
    educativo, muchos de los elemento que configuran una practica
    social como pedagógica encuentran su origen
    allí.

    Antes de avanzar en los inicios de la
    configuración del discurso pedagógico conviene
    interrogarse sobre las condiciones en las cuales comienza a
    generarse.

    En esta primera etapa, donde comienza a gestarse el
    discurso pedagógico, se distingue una fuerte influencia de
    instituciones
    religiosas. La pedagogía comienza constituyéndose
    en una razón de corte netamente
    corporativo.

    No se encuentran en las obras de exponente como Comenius
    o Lancaster la intención de que la educación fuera
    un tema de Estado en lo ateniente al interior de la misma. Es
    decir que solo se apelaba a este en caso de requerir financiamiento, mas no se delegaban decisiones
    sobre el como o quienes debían ejecutar el acto
    pedagógico. Las decisiones técnicas
    quedaban en manos de quienes tenían un saber
    específico: los maestros.

    Nótese que el párrafo
    anterior se habla del comienzo del discurso
    pedagógico
    . Esto se debe a que la pedagogía
    se conforma primero como discurso antes que una
    práctica efectiva
    , al menos tal como se la idealizaba.
    Se destaca este hecho ya que es un signo de la pedagogía
    misma.

    Lo que se señala aquí es que la
    pedagogía comienza su camino antes de que exista un
    sistema escolar
    organizado en forma masiva. Por lo tanto es la pedagogía
    la que genera la necesidad de las escuelas (en tanto
    institución de secuestro del
    naciente cuerpo infantil).

    Para conseguir eso el discurso pedagógico
    promueve una construcción inédita hasta ese
    entonces en la vida de la sociedad occidental: la
    infancia
    .

    Para luego llevar a cabo la pedagogizacion de la
    infancia
    . Comenius en su obra "Didáctica Magna" destaca al niño
    como una entidad diferente de la del adulto. A guisa de ejemplo
    en el capitulo VII ("la formación del hombre se hace
    muy fácilmente en la primera edad, y no puede hacerse sino
    en esta
    ") el pedagogo bohemio si bien no caracteriza al
    niño de la modernidad (tierno, heterónomo,
    indefenso, obediente, etc.) anticipa que este comienza a ser
    entendido como un sujeto con propiedades ciertamente muy
    diferentes a las del adulto. Y no solo eso, sino que
    particularmente se marcan diferencias en el terreno
    pedagógico.

    Desde luego que puede aparecer como una obviedad que
    para crear la Escuela es
    indispensable tener alumnos, y para ello se necesitan niños.
    Entonces el discurso pedagógico construye al niño
    para luego pedagogizarlo, es decir hacerlo alumno.

    Sin embargo durante la época Comeniana (la
    educación como razón corporativa) la
    pedagogía no era la misma que la de estos tiempos, como
    tampoco puede decirse que es equiparable a la de la etapa del
    Estado Educador. No obstante, contiene elementos que darán
    carácter específico a la escuela
    moderna, aunque ciertamente no los desarrolle el pedagogo
    bohemio. Al respecto señala Narodowski:

    "… evidentemente, otra pedagogía
    existe en Comenius; y otra está expresado en sentido
    estricto. Porque es el inicio de la pedagogía moderna,
    porque es fuente inagotable de mecanismos discursivos
    posteriores, porque es originariamente
    transdiscursiva pero, a la vez, porque posee elementos
    propios que al encontrarse en el umbral de la modernidad
    pedagógica terminan por parecernos más genuinos,
    más verdaderos y, a la vez, muy
    extraños.

    Extraños sobre todo a partir del siglo
    XVIII, cuando el niño es pedagogizado- cuando el
    dispositivo de alianza funciona eficientemente. Cuando la
    escuela moderna se ha transformado, tal vez definitivamente, en
    un dispositivo de secuestro del cuerpo infantil. Es posible que
    otra pedagogía haya existido. La experiencia comeniana
    –parafraseando a Roland Barthes- constituye muy
    probablemente el "grado cero" del pensamiento
    pedagógico: tan fecundo, tan originario, tan
    diferente…"
    (Infancia y
    poder. Aique. Primera Edición. Pág.: 106-107) (subrayado
    mío)

    Para llegar a la construcción de la infancia tal
    como la conocemos fue preciso que pasen muchos años y
    también procesos
    sociales que modifiquen las estructuras
    político sociales. No obstante ello es difícil
    comprender como un discurso disciplinar puede afectar tan
    radicalmente la vida de la sociedad occidental, llegando a la
    generación de un sistema educativo tal que resulta una
    tarea colosal pensar nuestra cotidianeidad y la de nuestra
    descendencia sin escuelas.

    Entonces hay que señalar que en su comienzo el
    discurso pedagógico no era un tema de orden primario en la
    sociedad, básicamente era una cuestión corporativa.
    Por lo tanto la pedagogía va a esperar a que el Estado la
    transforme en una bandera fundamental del futuro (y del buen
    futuro) e indispensable para la instauración de un
    renovado régimen político social.

    Lo dicho es una descripción, la pedagogía nacida pre
    revolución
    francesa e industrial y en el seno de la vida religiosa, es
    tomada por la sociedad burguesa y la transforma en una
    razón de Estado.

    Este movimiento no
    puede comprenderse si no se incluye un dispositivo
    fundamental del discurso pedagógico. El discurso
    pedagógico moderno, pre sociedad Estado Nación,
    tiene un componente utópico muy fuerte; y luego de
    la instauración de la democracia
    cobrará una fuerza tal que
    durante mucho tiempo (y en algunos sectores educativos aún
    hoy) fue impensable que el sistema educativo pueda ser tal sin
    este dispositivo.

    • El
      carácter disciplinador de la
      Utopía.

    La utopía tiene un carácter central en el
    discurso pedagógico moderno. Líneas arriba se
    señaló que la pedagogía construye un
    discurso normativo y luego lo ejecuta en la práctica
    escolar.

    En es ese marco que la utopía toma un
    carácter central, porque es a caballo de esta que el
    discurso tiene una pregnancia tan importante en la
    construcción de la sociedad civil
    del siglo XIX.

    Manheim sostiene que la utopía construye
    relatos
    . Por un lado observa un relato Épico.
    Esta es la faceta seductora de la utopía porque dice como
    pueden ser las cosas si se consigue hacerlas correctamente. En
    este lugar el método
    cobre
    importancia ya que marca la manera
    con la cual se puede pasar de un estado de cosas a
    otro.

    La utopía también tiene un carácter
    ordenador. Este carácter la tiñe como
    necesaria y urgente. Por lo tanto marca una postura y un camino a
    seguir. Por su propia definición significa la realidad y
    nada puede quedar por fuera de lo que esta es capaz de
    significar. La utopía es TOTALIZANTE.

    Dentro de un discurso normativo es lógico que se
    impongan formas de entender la realidad y también de
    actuar sobre ella. La pedagogía al señalar como es
    la realidad necesita hacerlo en un tono tal que no pueda pensarse
    un orden digno de ser vivido sino es como la realidad proyectada.
    El discurso pedagógico es fundacional en su punto de
    partida (describe que es lo que pasa y lo valora) y
    utópico en su punto de llegada.

    En párrafos anteriores se señaló
    que la pedagogía puede analizarse conforme 3
    discontinuidades sufridas en la extensión de su desarrollo
    histórico. El periodo donde la pedagogía se
    constituye como razón de Estado es durante la
    industrialización del mundo occidental.

    Es durante esa etapa que el discurso pedagógico
    normaliza la sociedad y proporciona fuertes categorías
    para interpretar la realidad y proyectar un futuro.
    Analíticamente esta etapa aparece como más evidente
    y los dispositivos pedagógicos resaltan con mayor
    facilidad que en la anterior y siguiente discontinuidad
    histórica.

    Si la pedagogía transita por discontinuidades es
    porque cada una de ellas tiene condiciones que la hacen distinta
    de las otras. Se tomará entonces, seguidamente, el periodo
    en el que la educación es descripta como razón de
    corporación de educadores. Dejando para el final la actual
    etapa de la pedagogía.

    En lo que respecta a la utopía, analizar el
    primer periodo de la pedagogía moderna es sumamente
    oportuno. Esto está dicho porque es la utopía la
    que motoriza toda la maquinaria discursiva de la pedagogía
    y en ese momento inicial la utopía no alcanzaba las
    proporciones que alcanzaría luego con el Estado educador;
    sin embargo se encuentra en Comenius el dispositivo
    utópico que luego se repetirá en todos los
    pedagogos que lo continuaron
    , inclusive al día de
    hoy.

    En primer término es momento de indicar que la
    utopía tiene un carácter transdiscursivo.
    Habida cuenta que se reitera a lo largo del discurso
    pedagógico sin importar las diferencias que puedan
    encontrarse dentro del mismo o las discontinuidades por las que
    atraviese.

    La utopía educativa que se encuentra en
    Didáctica magna y que mantiene cualquier discurso
    pedagógico es la susceptibilidad que tiene el ser humano
    de ser educado. Más aún, no solo que el hombre
    puede ser educado sino que "conviene que el hombre sea
    educado si a de ser tal". Aquí reluce con toda su
    intensidad la fuerza y el tono utópico de la
    pedagogía; no basta con la disponibilidad del hombre para
    recibir el saber de la sociedad, sino que para ser un Hombre (el
    hombre que la sociedad espera que sea) es imperioso que sea
    educado. Esto es la base donde reposan todas las utopías
    comenianas y todas las que le siguieron.

    Agregado a esto se observa el carácter
    normatizante que posee la pedagogía. Toda vez que el
    hombre tenga que ser educado (esto ya entendido como una
    condición necesaria que no entra en tela de juicio para
    los pedagogos) va a serlo transitando las vías previstas
    para ello (escuelas) y de la manera en el ideal lo imponga. A
    medida que se avanza puede verse como la utopía se va
    fragmentando en sus aspectos metodológicos por un lado y
    en sus aspectos socio políticos.

    • Utopía
      metodológica y utopía socio-política.

    Educar al hombre para que sea tal, luego se podrá
    discutir a lo largo del tiempo que tipo de hombre quiere cada
    sociedad en determinado momento. Pero lo que no se discute es
    que el hombre natural debe pasar por la educación para
    transformarse en Hombre cultural
    . No se discute el
    carácter trasformador de la educación porque las
    utopías estructuran el pensamiento.

    La utopía comeniana referida a que tipo de hombre
    se quería para esa sociedad se encuentra en su ideal
    pansófico
    . Por lo tanto la vertiente
    socio-política es "enseñar todo a
    todos".

    Si bien este es el norte hacia el que se dirige todo el
    discurso comeniano y le otorga sentido a toda la practica
    discursiva y no discursiva, no es el punto central del interés de
    la obra citada.

    Tal como desde su nombre puede sospecharse, la apuesta
    fuerte de la utopía comeniana estaba puesta en la metodología: "el fundamento de las
    reformas en las escuelas es procurar el orden en todo
    ".
    (Cáp. XIII. Didáctica Magna).

    El discurso pedagógico describe la realidad
    (siempre desde una óptica
    negativa) propone un punto de llegada (enseñar todo a
    todos) y procura una gran confianza en el método (la
    razón: el orden en todo) que permitirá alcanzar los
    objetivos
    propuestos.

    La utopía (y lo que no entraba en
    discusión) era que la voluntad racional del pedagogo
    podría llevar a concretar la aspiración
    socio-política de la pedagogía.

    "El saber impera en las mentes, el orden en los
    cuerpos
    ". A partir de esta expresión del pedagogo
    bohemio a todas luces puede verse como ya desde que la
    pedagogía se constituía al abrigo de la
    corporación de los educadores e incluso durante la
    educación como razón de Estado, la pedagogía
    era una amalgama de las utopías metodológica y
    sociopolítica. El pedagogo era un pensador de la
    educación que construía y mantenía una
    coherencia conceptual interna entre el pensamiento
    político ideológico y los procesos de enseñanza practicados.

    Si bien en el caso de Comenius, y probablemente de toda
    la pedagogía de la época, aún dentro de la
    coherencia predominaba la vertiente metodológica por sobre
    la social política porque era el camino a recorrer para
    llegar al horizonte ya establecido por la propia
    pedagogía; y si bien durante el periodo del Estado
    educador las discusiones sobre el encuadre político
    ideológico fueron mucho más álgidas que en
    el periodo anterior cada pensamiento pedagógico estaba
    enmarcado en uno político. O mejor expresado, todo
    proyecto
    político (al menos los dominantes) contenía una
    pedagogía determinada.

    • No corran que
      es peor. A modo de conclusión.

    En el último tercio del siglo XX la
    educación, pero también la política y la
    sociedad toda comienzan a atravesar cambios cualitativos de gran
    envergadura.

    A la educación debe sumársele un dato
    mencionado líneas arriba: la acumulación de
    proyectos o
    prácticas pedagógicas diferentes. Mas allá
    de que cada una dependía de un entramado ideológico
    particular, la sucesión de las prácticas va dejando
    sus marcas en el
    campo educativo, pero específicamente en el técnico
    (entendiendo por este el espacio donde se ponen en
    práctica las intervenciones docentes, es
    decir el salón de clases).

    También debe considerarse que el campo educativo
    ha ido recortando y especializándose, y por lo tanto es
    esperable que el aspecto técnico comience a ganar
    interés de los actores de dicho campo.

    En el último párrafo del apartado anterior
    se señaló la doble vertiente de la utopía
    sin que ello fuera óbice para mantener una estructura
    totalizante y coherente (disciplinador). La realidad discursiva
    muestra que en
    este momento diferentes utopías conviven dentro de las dos
    ramas y que a su vez estas vertientes corren separadamente. Este
    estado de cosas ha sido definido por M. Narodowski como
    pedagogías Light.

    La educación en la actualidad ha dejado de ser un
    tema de primer orden para los Estados, pasando (a diferentes
    ritmos y maneras) a participar de la sociedad más en
    términos económicos que en términos
    políticos.

    Es decir que la lógica
    del Mercado
    (des reguladora y competitiva por naturaleza)
    que se introduce en las diferentes esferas de al vida
    social, también lo hace en la pedagogía de
    esta época. El efecto de esta intromisión (u
    aporte, según se lo quiera ver) puede apreciarse en
    escuelas y sistemas
    educativos "adaptativos" que intentan captar la demanda y
    satisfacerla.

    Las variables que
    introduce la posmodernidad
    no se agotan en el Mercado. Se
    fortalece en la sociedad lo que Fredric Jamenson llama las
    "distopías" que es la negación de pensar un futuro
    mejor. Lo cual habla de que nuestro pensamiento tiende a
    "achatarse" y a funcionar de modo tal que en el mejor de los
    casos se mitiguen los maltratos del mundo.

    Es sumamente interesante como pasa al dominio
    público y al sentido común la idea, utópica
    por que no, de que la calidad educativa
    puede mejorar la sociedad o, en un tono moderado, contribuir a
    paliar las injusticias sociales y la pobreza. Esta
    idea llevada al campo de acción
    se traduce en los esfuerzos e incentivos por la
    mejora de las instituciones, la inversión en la formación
    docente y el acento en la capacitación didáctica. Puede verse
    como la utopía metodológica copa el escenario de
    la pedagogía.

    Es dable considerar que los métodos se
    pueden perfeccionar y que cuanto más se esfuerce una
    escuela mejor calidad de educación puede ofrecer a su
    comunidad. No
    obstante eso también cabe la preocupación porque
    eso es centrar la problemática en una cuestión
    técnica.

    Es la operación de la utopía que se crea
    que la educación puede mejorarse escuela por escuela (es
    decir poniendo el acento en la institución y no en el
    sistema), ergo la vida en la sociedad. Este programa o
    preocupación parece más acorde al de un
    establecimiento que al de un sistema educativo, el cual depende
    de condicionamientos políticos que parecen quedar en un
    segundo plano para la pedagogía moderna.

    Tampoco es inteligente la opción de pensar que
    una "mano negra" manipula la vida de las instituciones y el
    desarrollo de los discursos. La
    actualidad de la pedagogía es acorde a la de la vida
    social política, donde al igual que en la educación
    no desaparecen las utopías de corte político
    social, sino que bajan sus pretensiones, se suavizan, de han
    "domesticado" y se las encuentra defendiendo la
    comprensión de lo singular. Lo interesante es que esto
    último pone en duda que sean utopías, considerando
    que estas, para ser tales, deben manifestar un carácter
    totalizante. Por lo tanto una utopía no puede recortarse a
    un segmento del campo.

    Este ensayo trata
    de describir cual ha sido el lugar de las utopías en el
    discurso de la pedagogía moderna a través de sus
    discontinuidades históricas. "No corran que es peor",
    frase alegórica utilizada como título porque la
    intención del trabajo es contrarrestar una tendencia
    (percibida a titulo personal) que
    marca que todos los cambios (o la actualidad) educativos son
    nefastos y que impera retornar a la pedagogía del Estado
    educador.

    Mas allá de la vacancia de utopías socio
    políticas vale la pena valorar lo que la educación
    puede ofrecer a la sociedad en la que hoy funciona. "Abandonar lo
    que ya se perdió es imperativo para construir una
    utopía que hoy no tenemos".

    Desde luego que la problemática no permite
    conclusiones cerradas ni mucho menos simples. Lo que si puede
    decirse, en tanto parece haber un consenso entre los
    especialistas, es que la posmodernidad no permite pensar al
    hombre y a la sociedad con categorías
    apriorísticas.

    La educación, inevitablemente, deberá
    pensarse sobre otras bases distintas de las que acostumbramos y
    fuimos educados. Los efectos negativos de la escuela de aquel
    Estado educador han sido largamente descubiertos, por lo tanto no
    vale la pena idealizar el pasado.

    El estallido de las singularidades en la posmodernidad
    puede ser la base de una educación que no puede pretender
    un grado de homogeneidad como antaño ¿pero entonces
    como mantener una identidad
    nacional o algunas categorías que nos incluyan a todos
    en la vida en sociedad? La situación es altamente compleja
    y se impone la construcción de nuevas categorías
    para pensar y construir un discurso pedagógico que de
    cuenta de la situación educativa y política. Con el
    firme convencimiento de que las desigualdades políticas y
    económicas se pueden reparar dentro de aquellos
    ámbitos.

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    Autor:

    Lic. Cristian Lucero. Psicopedagogo

    Estudiante de Maestria en Educación.

    Año del ensayo 2004. Argentina

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