65º aniversario de la
"Operación Dynamo":
Una eficaz coordinación aeronaval y un misterio de la
Segunda Guerra
Mundial
- Prólogo: la caída
de Francia - El sombrío panorama:
crisis logística y ataques alemanes. Bélgica se
rinde - El desarrollo de la
operación. Se desencadena "el infierno", la retaguardia
anglo-francesa lucha y la RAF se bate con la
Luftwaffe - El lado alemán: la
paralización de las operaciones
terrestres - Lord Gort y el BEF en retirada. Se
rinden los belgas - Los
resultados - El misterio que rodea la
paralización de las operaciones por 48
horas - Conclusiones
El autor analiza la retirada del Cuerpo Expedicionario
Británico desde las playas del puerto francés de
Dunkerque (Mayo – Junio de 1940) en sus dos aspectos: como
una de las operaciones de
coordinación aeronaval más eficaces de los anales
bélicos y un misterio geopolítico de la guerra
más sangrienta de la Historia. Desea asimismo,
rendir homenaje a su padre, el Teniente Duncan M. Masson
(1911-1984), quién – como muchos británicos
más – luchó durante toda la guerra
«Yo sé diez mil maneras de
desembarcar y ninguna de reembarcar»
– Napoleón Bonaparte
I –
Prólogo: la caída de Francia
A fines de Mayo de 1940, el Cuerpo
Expedicionario Británico en Francia (BEF
por sus siglas en inglés)
se encontraba cercado en los alrededores de Dunkerque, en una
situación desesperada. Vanamente confiado en que los
espesos bosques de las Ardenas constituían por sí
solos una barrera infranqueable, el Estado
Mayor General francés desplegó allí escasas
fuerzas y fue precisamente al sur de las Ardenas, en la ciudad de
Sedán, donde los alemanes consiguieron una ruptura
decisiva del frente occidental, ocupándola el 12 de Mayo y
empezando una rápida penetración hacia el mar,
aislando a cientos de miles de soldados ingleses, franceses y
belgas.
Efectivamente, entre Mayo y Junio de 1940, Hitler
lanzó a sus fuerzas contra Holanda, Bélgica y
Francia, iniciando la Guerra Relámpago (Blitzkrieg) en
Occidente. Holanda, luego del alevoso bombardeo a Rotterdam, se
rindió, tornándose crítica
la situación para Francia y para el Mariscal Lord John
Gort, Comandante BEF.
Hasta comienzos de 1940, el Comandante en Jefe
Francés, General Maurice Gamelin, tenía una
aproximadamente acertada acerca de la estrategia
alemana y sus medidas defensivas parecían adecuadas. Se
contaba con que los alemanes aplicarían el plan Schlieffen
de 1914, con la arremetida principal a través de
Bélgica. Este país había expresado su
neutralidad en 1936, pero a diferencia de Holanda,
colaboró con los Aliados en la defensa de la frontera.
Gamelin preparó planes alternativos para que la BEF (nueve
divisiones) y el Primer Grupo de
Ejércitos de Francia, bajo la dirección del General Gaston Billotte,
avanzasen hacia los ríos Dyle o Escalda cuando se
produjese la invasión. El 9º Ejército
francés (General André Corap) se movería por
la derecha hasta el Mosa, mientras el 7º Ejército
francés, del General Henri Giraud, se movería por
la costa en el flanco izquierdo para asegurar el estuario del
Escalda. Gamelin esperaba que el ejército belga
detendría a los alemanes en la frontera germano – belga,
en la región del fuerte Eben-Emael, considerado como el
más poderoso del mundo, el cual caería más
tarde de modo espectacularmente rápido.
Los franceses suponían que la línea
Maginot constituía una barrera infranqueable para los
alemanes y confiaban en que no les podrían atacar por
sorpresa a través de los bosques de las Ardenas. La
mayoría de las restantes fuerzas aliadas estaban
desplegadas tras la línea Maginot para el caso de una
irrupción. Como vemos, los Aliados habían formado
dos fuertes flancos, un centro débil y desplegaban sus
tanques en el norte.
El Teniente General Erich von Manstein, Jefe de Estado Mayor
del Grupo de Ejércitos A alemán logró
convencer a Hitler de trasladar el ataque principal de las
panzerdivisionen del norte al centro a través de
las Ardenas, contra el punto débil de las defensas
francesas, encerrando a las fuerzas aliadas en el nordeste de
Francia y Bélgica. Así, se conformó un
poderoso ariete, el Panzergruppe de von Kleist, que abarcaba el
XIX Cuerpo Panzer (General Heinz Guderian), el XLI (General
Georg-Hans Reinhardt) y el XIV Cuerpo Motorizado (Teniente
General Gustav von Wietersheim), además de las 5ª y
7ª Panzedivisionen el XV Cuerpo Panzer (General Hermann
Hoth), añadido al 4º Ejército alemán.
Los franceses seguían creyendo en la guerra defensiva,
pero los alemanes tenían un plan soberbiamente
diseñado. El 9 de Mayo de 1940, Hitler ordenó a sus
fuerzas que cruzaran la frontera de Holanda, Bélgica y
Luxemburgo al amanecer del día siguiente. Con su ataque
aerotransportado a Bélgica y sur de Holanda lograron una
sorpresa total. Mientras que franceses e ingleses seguían
adelantándose en Bélgica, Guderian y el General
Erwin Rommel (con la 7ª panzerdivision) encabezaban la
cuña acorazada a través de las Ardenas. El avance
fue rápido y no hubo resistencia
efectiva ni en Luxemburgo ni en las Ardenas belgas. Los franceses
carecían de reservas para cerrar la brecha, lo que
eliminaba cualquier posibilidad de enviar refuerzos a donde
hacían falta, todo esto ahondado por los ataques de la
Luftwaffe.
Guderian, después de haber
conquistado Amiens, alcanzó el mar el 20 de
Mayo en la desembocadura del Somme y ese mismo
día se celebró una reunión en las
galerías bajo el castillo de Dover, Inglaterra.
Aquí, en la Primera Guerra
Mundial, existía una amplia instalación
eléctrica, conocida como la "habitación de la
dínamo". El Almirante Bertram Ramsay expuso sobre una
futura "evacuación de emergencia de fuerzas muy numerosas
a través del Canal de La Mancha". Se ponía
así en marcha la "Operación Dynamo", nombre
convencional asignado a la evacuación
II – El
sombrío panorama: crisis
logística y ataques alemanes.
Bélgica se rinde
El puerto de Dover, con sus ocho muelles para
transbordadores de pasajeros y cincuenta anticuadas boyas de
amarre, no era apropiado para soportar la congestión que
traería semejante movimiento de
naves, hombres y equipo. Pero, a pesar de ello, se
amarrarían en ellos, en filas de tres, hasta veinte barcos
a un tiempo,
mientras que las boyas canalizarán un constante flujo de
buques que debían cargar combustible y provisiones. Al
otro lado, bajo los ataques de la Luftwaffe, nada servía
ya en el puerto de Dunkerque, excepto un rompeolas y dos muelles
semidestruidos.
Las dificultades más graves se dieron al
proteger a los buques en su travesía por el Canal de La
Mancha, responder a los cañones alemanes que disparaban
desde Calais, dar adecuada cobertura aérea por parte de
una maltrecha Real Fuerza
Aérea (RAF), limpiar de minas los canales que
conducían al puerto, combatir con las unidades navales y
los U-Boot alemanes. Todo esto con la constante amenaza terrestre
alemana.
Los grandes barcos mercantes no podían
ser empleados debido a que las aguas de Dunkerque son bajas.
Incluso en estos tiempos, cuando la marea está baja, es
posible ver los restos de los buques hundidos. Por tanto la
operación requería de gran número de naves
de poco calado que siguieran estas tres
rutas:
- La Ruta "Y": desde el faro de North Goodwin
hasta la boya Kwinte a norte y de ahí a lo largo de la
costa hasta Dunkerque con rumbo sur. - La Ruta "X": desde el mismo faro,
directamente hasta las playas francesas. - La Ruta "Z" desde Dover hasta la boya No. 6 y
de ahí al norte hasta Dunkerque.
La primera de las rutas era la más segura
y la más peligrosa era la Ruta "Z" porque se aproximaba a
Calais, en cuyas cercanías los alemanes habían
apostado piezas de artillería de largo
alcance.
Otro peligro lo constituía la gran
cantidad de desperdicios flotando, restos de barcos hundidos,
cadáveres que flotaban a la deriva en toda la costa. En la
ruta de regreso los barcos cargados de soldados se
detenían por estos motivos causando un enorme
embotellamiento de buques, que se exponían al ataque de
aviones y submarinos alemanes. Por otro lado, en la noche, por
seguridad las
embarcaciones navegaban sin luces provocando colisiones y mayores
retrasos.
Algunos de los "buquecitos" o "little
ships" utilizados para la evacuación
III – El
desarrollo de
la operación. Se desencadena "el infierno", la retaguardia
anglo-francesa lucha y la RAF se bate con la
Luftwaffe
El 19 de Mayo, Gort comprendió que la
batalla
de Bélgica estaba perdida definitivamente
y que, tal como iban las cosas, su repliegue hacia el interior de
Francia era imposible. Pensó entonces en la posibilidad de
evacuar al BEF
por mar, desde los puertos del Canal de la Mancha. Hasta el
día 24, Gort se mantuvo a la expectativa del proyectado
contraataque hacia el sur, pero la inoperancia francesa y la
presión
alemana le obligaron a replegarse hacia la costa y Londres, que
había aprovechado esa semana para disponer los medios de
evacuación, dio la orden de comenzarla el día 26 de
Mayo, asumiendo Ramsay el mando de la enorme operación
aeronaval.
Afortunadamente para Gort, la paralización
alemana les dio tiempo para reforzar las paredes de la bolsa.
Cuando los alemanes reanudaron su ataque hallaron enfrente una
resistencia organizada, una feroz voluntad de aguantar en muchos
casos y un terreno nada apropiado para el empleo de
grandes masas de carros. Nadie duda que sin el frenazo del
día 24, el 25 los alemanes hubieran estado en Dunkerque y
la Operación Dynamo hubiera sido imposible.
A las 18.57 horas del 26 de mayo de 1940, el
Almirantazgo británico ordenó empezar la
operación y a las 23,30 horas de eses mismo
día atracó en Dover el primer contingente de tropas
procedentes del continente. Mientras tanto, en Dunkerque, un
llamado "perímetro de reunión" agrupaba las
reducidas zonas de la costa todavía no ocupadas,
defendidas por una red de canales
insuficientes para resistir un ataque en gran escala. Las
tropas aliadas de infantería se replegaban definitivamente
sobre la costa, abandonando las zonas interiores. Mientras tanto,
las tareas de evacuación estaban siendo llevadas a efecto
mediante la utilización de embarcaciones de toda clase,
los "buquecitos" o "little
ships", algunos de los cuales aún pueden
ser vistos en exhibiciones. El día 27 fueron evacuados
7,669 combatientes; el 28, 17,823; el 29, 47,310; y el 30,
53,823, según una continuada progresión mantenida a
pesar de las extremas dificultades imperantes. Este total,
integrado por más de ciento veinticinco mil hombres,
superaba ya ampliamente las expectativas
británicas.
En las playas de Dunkerque, cualquier cosa
servía para hacer un espigón de atraque para las
pequeñas embarcaciones. Vehículos y desperdicios
eran acumulados en las orillas para servir de punto de atraque a
las embarcaciones menores. Las pérdidas en buques fue tan
grande que llegó un momento en que el Almirantazgo
ordenó que los destructores, que eran las naves más
idóneas para la evacuación, pero vitales para la
defensa de Gran Bretaña, abandonasen la operación
dejando únicamente las naves más antiguas y los
barcos auxiliares.
El Capitán Duggan, Comandante del vapor
correo de la Isla de Man,
"Mona’ s Queen",
relataría luego que se había
"desencadenado el infierno" cuando su barco
fue atacado por las baterías costeras y los bombarderos
Junker de Alemania. Su
narración es muy vívida:
"Los proyectiles caían
alrededor del buque. La primera salva pasó sobre nosotros
y la segunda cayó a popa. Creí que la salva
siguiente nos alcanzaría, pero, afortunadamente,
resultó corta y dio directamente bajo la popa. El
navío quedó acribillado por la
metralla…Después fuimos atacados desde el aire…Un
bombardero Junker se lanzó en picado sobre nosotros y
arrojó cinco bombas, pero no
dio en el blanco…fue derribado y se precipitó en el mar,
precisamente delante del "Mona’ s Queen"…No hubo
supervivientes…"
El destructor "Bourrasque"
hundiéndose con 1,200 hombres a bordo (de:
History of the Second World War)
Durante el último día de Mayo se
evacuó al mayor contingente de hombres hasta entonces
trasladado, con un total que se aproximaba a los 68,000. Lord
Gort ya no podía seguir eludiendo las instrucciones
recibidas de volver a Gran Bretaña y ese 31 de Mayo se
reembarcó, dejando el mando de las tropas de retaguardia
al General Harold Alexander. El 1 de Junio, fueron evacuados
64,429 hombres, pero debido al insistente ametrallamiento que
sufrían los centros de embarque, las operaciones debieron
ser suspendidas. El día dos de ese mes se consideró
que el traslado del BEF debería terminar, dadas las
circunstancias ahora dominantes que hacían imposible su
continuación. A las 3,30 horas partió el
último navío, dando por concluida la
operación. El General Alexander fue recogido por el
almirante Walke – Walker y a las 23,30 horas el Comandante
Tennant transmitió desde Dunkerque el mensaje final,
indicando que el BEF había sido evacuado
Durante la Operación Dynamo la RAF perdió
177 aviones y la Luftwaffe 140. Ya se empieza a notar la falta de
predominio sobre el espacio aéreo por parte de la
Luftwaffe, lo cual será fatal más tarde durante la
Batalla de Inglaterra. No existió el masivo exterminio de
pilotos alemanes que la propaganda
británica difundiría después, pero los
alemanes perdieron 129 oficiales pilotos insustituibles y la
Royal Navy, junto con la Marina francesa, abatieron casi la mitad
de dichos aviones, poniendo claro la coordinación
aeronaval existente, fruto del talento de Ramsay.
IV-El lado
alemán: la paralización de las operaciones
terrestres
Los altos jefes militares alemanes habían
comprobado la facilidad que tendrían para cortar este
flujo de refugiados, pero la orden de detención de su
avance se vendría a unir aquí a la tenaz
resistencia de las fuerzas que defendían el territorio
para facilitar los embarques. En efecto, en una de sus decisiones
más controversiales, Hitler personalmente ordenó
detener el avance de las Panzerdivisionen (24 de Mayo de
1940), permitiendo el reembarque hacia las islas
británicas. Extrañamente, ese mismo día
cesaban las operaciones británicas en Noruega. El
avance alemán quedó paralizado a solamente
dieciséis kilometros del puerto. Guderian que se aprestaba
a darle el último golpe de gracia a las tropas cercadas
recibió con estupor la orden del alto mando
alemán.
Hitler frustró la posibilidad de que su Wehrmacht
llevase a cabo el completo aniquilamiento de las fuerzas
anglo-francesas. Esto tendría decisiva influencia en el
desarrollo de la guerra. La propaganda alemana atribuyó la
actitud del
Fuhrer a su deseo de mantener abierta la puerta para una eventual
negociación con Gran Bretaña. Para
otros, Hitler no hizo otra cosa que respaldar la
apreciación de Von Rundstedt de que el terreno en torno a
Dunkerque, con muchos canales, era poco favorable para el avance
de los tanques alemanes, sumado a la escasez de
combustible después de quince días de batalla. Otra
versión afirma que Goering aseguró fanfarronamente
a Hitler que sus aviones eran capaces de destruir a las tropas
cercadas e impedir la evacuación. También cuentan
los recuerdos del propio Hitler, como soldado en las fangosas
tierras de Flandes durante la Primera Guerra Mundial.
Lo cierto es que, de no haberse detenido el avance alemán,
la evacuación de Dunkerque hubiera sido
imposible.
Varías teorías
se han sopesado para justificar esta decisión,
errónea ante lo que luego ocurriría: se ha dicho
que Hitler
no quería humillar a Gran Bretaña con una
tremenda derrota, también, que Göering,
deseoso de cosechar toda la gloria de la victoria, pidió
para sus aviadores el remate de la faena. Los historiadores
más solventes rechazan ambas hipótesis y se aferran a las realidades:
fue el propio jefe del Grupo de Ejércitos A,
von
Rundstedt, quien ordenó hacer un alto
para reorganizar sus fuerzas acorazadas muy dispersas,
desorganizadas y menguadas en número. Cuando el día
24 de Mayo, a medio día, hablaron von Rundstedt y Hitler,
aquel expuso al Führer el cansancio de sus fuerzas, las
dificultades del terreno para las operaciones de carros y el
peligro de un contraataque aliado. Le propuso, también,
cambiar el plan: si en principio el golpe alemán
debería darse de izquierda a derecha, podía ahora
darse de derecha a izquierda, actuando el Grupo de
Ejércitos B, de von
Bock, más descansado, como martillo,
mientras que el Grupo de Ejércitos A hacía de
yunque. Hitler
aceptó.
Se expandió la indignación. El
General Halder,
Jefe del Estado Mayor General anota en su diario: "… Es
un cambio
completo en nuestro plan. Yo quería hacer del Grupo de
Ejércitos A el martillo y del Ggrupo de Ejércitos B
el yunque de la operación. Ahora B será el martillo
y A el yunque. Pero el Grupo de ejércitos B tiene ante si
un frente sólido, su avance será lento y sus
pérdidas elevadas…estas órdenes procedentes
del Alto Mando son completamente absurdas, los carros de combate
se han detenido como si estuviesen paralizados
"
El plan resultó tan negativo que dos días
después, mejor agrupadas y reorganizadas las fuerzas
acorazadas alemanas, Hitler ordenó que siguiera el avance
de los carros. Pero se habían perdido dos días
cruciales. Esas 48 horas permitieron la aplicación
efectiva de la Operación Dynamo.
V-Lord Gort y el BEF en
retirada. Se rinden los belgas
El 19 de Mayo Gort
comprendió definitivamente que la batalla
de Bélgica estaba perdida y que, tal como
iban las cosas, su repliegue hacia el interior de Francia era muy
problemático. Pensó entonces en la posibilidad de
sacar al BEF
por mar, desde los puertos del Canal de la Mancha. Hasta el
día 24, Gort se mantuvo a la expectativa del proyectado
contraataque hacia el sur, pero la inoperancia francesa y la
presión alemana le obligaron a replegarse hacia la costa y
Londres, que había aprovechado esa semana para disponer
los medios de evacuación, dio la orden de comenzarla el
día 26 de Mayo, asumiendo Ramsay el mando de la enorme
operación aeronaval. Afortunadamente para Gort, la
paralización alemana les dio tiempo para reforzar las
paredes de la bolsa. Cuando los alemanes reanudaron su ataque
hallaron enfrente una resistencia organizada, una feroz voluntad
de aguantar en muchos casos y un terreno nada apropiado para el
empleo de grandes masas de carros. Nadie duda que sin el frenazo
del día 24, el 25 los alemanes hubieran estado en
Dunkerque y la Operación Dynamo hubiera sido imposible.
Pero mientras los británicos disponían su marcha y
los alemanes reanudaban su ofensiva por el sur de la bolsa,
ocurrió un acontecimiento clave y polémico para la
historia de aquella batalla. Entre el 27 y el 28 de Mayo,
el rey Leopoldo declaró la rendición de
Bélgica. El BEF y los restos de las divisiones francesas
que aún combatían deberían soportar mayor
presión y ésta fue una de las razones para apurar
el final de la evacuación. Por otra parte, los belgas ya
no podían resistir organizadamente y es remarcable el
hecho que, a pesar de los ruegos del rey Jorge VI, se negó
a abandonar su país.
Se estrecha el cerco sobre Dunkerque
(fines de Mayo de 1940)
Durante la noche del 3 de Junio se realizó el
último esfuerzo por reembarcar parte de de la retaguardia
francesa que aún combatía, pero cuando el viejo
destructor "Shikari", el último buque que
dejó Dunkerque, zarpó hacia Inglaterra, 40, 000
hombres ya no pudieron se evacuados. El balance numérico
ofrecido por la realización de la Operación Dynamo
era muy positivo. Más de trescientos treinta y ocho mil
combatientes habían sido rescatados, las dos terceras
partes de ellos, británicos y el resto, franceses y
belgas.
Pero otros 68,111 habían resultado heridos,
muertos o hechos prisioneros. El material abandonado era inmenso:
2,742 cañones, 63,879 vehículos, 20,548
motocicletas, municiones y suministros de variada índole.
Con respecto a las embarcaciones utilizadas para la
evacuación, de un total que superaba el millar se
había perdido aproximadamente una cuarta parte. Trece
destructores y un total superior a las 24,000 toneladas de
mercantes habían sido hundidos por los
alemanes.
Extenuados soldados británicos
en espera de ser evacuados
VII-El misterio
que rodea la paralización de las operaciones por 48
horas
Podemos esbozar tres consideraciones específicas
aparentes que podrían explicarnos dicha
disposición:
- El Alto Mando alemán aún no
creía en la eficacia de las
Panzerdivisionen y decidió esperar que las unidades de
infantería llegaran con el fin de lanzar su ataque
final. - Por motivos políticos: Hitler, una vez
derrotada Francia, no desea humillar totalmente a los
ingleses.
Göering, quiere destruir a los
ejércitos Aliados con la Luftwaffe y además hace
notar al Führer que no debe exponer sus Panzerdivisionen a
un mayor desgaste.
Pero existe un trasfondo no-bélico que debemos
analizar: la política
internacional y las relaciones diplomáticas en tiempos de
guerra.
En efecto, Hitler ya tenía en mente el inevitable
choque con la Unión Soviética por el dominio de
Europa
continental. Los jerarcas nazis no querían que entre el
Reich y el imperio Británico surgiese lo irremediable y
esperaban que entre los dos países se podría llegar
a un acuerdo. Creyendo que de este modo dejaban abierto un camino
para las negociaciones de paz, dejaron adrede que escapase el
grueso del BEF.
En ese mismo 24 de Mayo, el Führer
mantuvo una entrevista en
el puesto de mando de Von Rundsted (Charleville) y un general del
Estado Mayor de éste, Gunther
Blumentritt, ha dejado el siguiente testimonio:
"Hitler se encontraba de muy buen humor, reconoció
que la marcha de las operaciones tenía algo de milagroso,
y esperaba que la guerra habría concluido antes de seis
semanas. Finalizada la campaña, concedería a
Francia unas
condiciones de paz muy moderadas y
le sería posible entenderse con Gran Bretaña. A
todos nos sorprendió el tono de sus palabras. El
Führer dedicó los más calurosos elogios al
Imperio Británico, que consideraba insustituible para el
mantenimiento
del orden mundial y para proseguir la obra civilizadora en los
ámbitos alejados del orbe… Lo único que
pediría a Gran Bretaña sería
que
admitiese la posición
predominante de Alemania en el continente… Estaba incluso
dispuesto a ofrecer a Inglaterra el apoyo de los ejércitos
alemanes en caso de dificultad… Subrayó que la paz con
los ingleses tenía que ser sobre unas bases que fuesen
compatibles con el honor de Inglaterra".
Mientras tanto, en Berlín, el Mministro
alemán de Asuntos Exteriores, Joachim
von Ribbentrop, recibía por medio de su
embajador en Estocolmo la gran novedad de una posible
negociación con Gran Bretaña.
El Führer,
que se hallaba acompañado por el general Jodl,
se mostró de inmediato dispuesto ante las que
debían ser sus condiciones para acabar con la guerra:
"Si Inglaterra está decidida a la paz, sólo
hay cuatro cuestiones que arreglar, ya que no quisiera, sobre
todo después de
Dunkerque, que perdiese su
prestigio, ni hacer una paz que implicase tal cosa de ninguna
forma. Estos cuatro puntos son los siguientes: "1. Alemania
está dispuesta a reconocer, en todos los aspectos, la
existencia del Imperio Británico. 2. Por tanto, Inglaterra
debe a su vez reconocer a Alemania como la potencia
continental más importante, ya que hacerlo así
sólo será en razón de la importancia de su
situación. 3. Pido que Inglaterra nos entregue las
colonias alemanas. Me contentaré con una o dos de ellas
para arreglar la cuestión de las materias primas. 4. Deseo
concluir una alianza permanente, perpetua, con
Inglaterra".
En Londres, Churchill estaba enterado de la tendencia
pacifista dominante en una parte no despreciable de su equipo
ministerial, siendo cabeza visible de la misma Lord
Halifax, pero el Premier británico no
veía posibilidad alguna de entenderse con los nazis. Se
hallaba muy lejos de cometer el mismo error de Arthur
Neville Chamberlain
en Munich (1938). Hitler seguiría sin respetar
acuerdos mientras quedara en Europa un territorio libre de
poder.
Así, su firmeza logró desbaratar los planes
derrotistas de Halifax y sus seguidores. Edward F. Lindley
Word, tercer
vizconde de Halifax,
había estado a punto de ser Premier en Mayo de 1940, pues
contaba con el apoyo del rey Jorge
VI. Pero, dadas las perentorias necesidades de
la guerra, el elegido sería un hombre mucho
más enérgico: Winston Churchill.
Lord Halifax pudo seguir en la dirección del Foreign
Office, como
representante directo de la política exterior
británica. Un adjunto suyo, el joven y ambicioso
subsecretario de Estado Richard Austen Butler, iba a ser la
persona
idónea para iniciar las conversaciones secretas con
Berlín tras la firma del armisticio
franco-alemán en Compiégne, pero
el plan no prosperó y así podemos explicarnos la
razón del trunco desarrollo de las carreras políticas
de ambos.
Lord Halifax sufrió un dorado exilio
diplomático al ocupar el puesto de Embajador en Washington
de 1941 a 1946. En cuanto a Richard A. Butler, después de
ser canciller del Exchequer (Administración Financiera) en el gabinete
de Churchill de 1951, no pudo suceder a éste y
continuó de ministro hasta noviembre de 1956 con
Anthony
Eden, siendo temporalmente premier y jefe del
Partido Conservador -del que sería nombrado presidente en
1959.
En suma, la operación Dynamo, sin dejar de ser lo
que fue – una apresurada retirada – por fin
sacó a los británicos de su letargo y se prepararon
para combatir a ultranza, sin rendirse. También se dejaron
traslucir los entretelones de la política europea en
tiempos de guerra y la necesidad de contar con países
neutrales como Suecia y Suiza para llevar adelante negociaciones
diplomáticas. También quedó demostrada la
afinidad de ciertos sectores de la clase política
británica hacia los alemanes, tal vez por la
cercanía cultural o racial, por el hecho de que la realeza
inglesa fuera de ascendencia casi enteramente germánica o
quizás por el temor hacia la expansión
soviética, lo que en realidad, preocupaba más a
Hitler que las amenazas británicas. Por otro lado, Gran
Bretaña, a pesar de su magnífica defensa
aérea durante la Batalla de Inglaterra, hubo de renunciar
a seguir siendo la gran potencia mundial y de aceptar quedarse a
la defensiva aguardando la inminente intervención
norteamericana, la que detuvo a la URSS en su avance por Europa
Central. Fue la Unión Soviética y los más de
20 millones de soviéticos que murieron en la Segunda Guerra
Mundial, lo que finalmente inclinó la balanza hacia el
lado de los Aliados.
Pero, desde el punto de vista netamente militar, la
operación Dynamo puede ser catalogada como un modelo de
eficaz colaboración entre fuerzas terrestres,
marítimas y aéreas para conseguir el objetivo
final: repatriar a los combatientes del último gran
ejército que le quedaba a Gran Bretaña.
Sería una especie de entrenamiento
para el Día D, cuyo aspecto naval sería otra vez
dirigido por Ramsay, el cual falleció al final de la
guerra en un trágico accidente de aviación. La
población civil literalmente se
arrojó al Canal de La Mancha en todo lo que pudiera flotar
para rescatarlos y ese cambió de espíritu
influyó decisivamente en la resistencia británica
durante toda la guerra
-Barker, A.J. Dunkirk : The Great Escape. Londres
: Dent, 1977.
–Churchill, Winston (sir). The Second World
War. Houghton Mifflin Co., Boston: 1948-53
(6vols)
-Collier, R. The Sands of Dunkirk. Londres :
Collins, 1961.
-Harman, Nicholas. Dunkirk : the Necessary Myth.
Londres : Hodder & Stoughton, 1980.
-Horne, Alistair. To Lose a Battle : France 1940.
Londres : Macmillan, 1969.
-Parsons, Michael. "The Spirit of Dunkirk".
QWERTY, Université de Pau, 1996,
p.381-387.
Por
Duncan Masson Cabrera
(Ica, 1970)
Abogado por la Facultad de Derecho de
la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Diplomas de Especialista en
Derecho Penal
de la Empresa y en
Registros
Públicos. Actualmente cursa una Maestría en
Ciencia
Política en la Universidad Ricardo Palma. Ha sido Profesor en la
Universidad Nacional de El Callao y conferencista de la
Universidad Nacional Hermilio Valdizán de Huanuco,
así como Registrador Público de Minería y
Oficial del Cuerpo Jurídico de la Fuerza Aérea del
Perú con el grado de Capitán. Actualmente labora en
la Municipalidad de Santiago de Surco y cultiva una duradera
inclinación hacia los estudios histórico –
militares.