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Un recorrido por la pobreza




Enviado por ruanowilly



    1. Introducción y aspectos
      generales.
    2. La
      pobreza
    3. Un recorrido por los umbrales
      de la pobreza
    4. Estrategias para luchar en
      contra de la pobreza
    5. Objetivos
      específicos
    6. ¿Por qué debemos
      formular una estrategia general alternativa para luchar
      contra la pobreza?
    7. ¿Cómo lograr
      que estas estrategias ayuden a los
      pobres?
    8. ¿Qué
      relación hay que tener entre la estrategia general
      alternativa para combatir la pobreza y el plan nacional
      sostenible de desarrollo humano y social?
    9. ¿Cuáles son las
      características de la estrategia general alternativa
      para combatir el serio la pobreza?
    10. ¿Qué
      función deberían de desempeñar los
      donantes y los organismos multilaterales?

    INTRODUCCIÓN Y ASPECTOS
    GENERALES

    Hablar, tratar o referirnos al problema más
    doloroso -¡y más ignominioso!- que los seres humanos
    sufrimos en carne propia, es decir de la pobreza, miseria
    y falta absoluta para poder vivir
    dignamente, nos llena de mucho dolor por el marcado
    desinterés mostrado por nuestros gobernantes en toda
    América
    Latina hacia el problema número uno del continente;
    nos oprime el corazón
    por los millones de niños
    que tienen que sobrevivir entre los miasmas del subdesarrollo
    de nuestros países tercer mundistas y nos causa una mezcla
    de sentimientos, a cuales más espantosos y encontrados,
    por no tener en nuestras manos la solución a esta tragedia
    continental.

    Por supuesto que la clave y la respuesta a la pobreza, miseria
    y abandono en que mal vivimos los latinoamericanos en general, ha
    estado en
    nuestros gobernantes; los que, cerrando los ojos a esta
    catástrofe, solamente han usado a nuestros pobres como la
    bandera social que les ha permitido, primero que todo, llegar al
    poder al tontearse de lo lindo a los incautos electores que ponen
    su confianza y sus votos en el demagogo habla bonito que les
    ofrece el cielo y las estrellas durante los procesos
    electorales. y segundo, instalados en el poder y libando a
    raudales de sus dulces mieles, salir en busca de ayuda a los
    organismos internacionales y países amigos que confiando
    en las políticas,
    programas e
    inversión sociales que recomiendan aplicar
    en nuestros pobres países, las comisiones y los beneficios
    paran en manos de los amigotes, compadres, socios y en las
    propios bolsillos de presidentes, ministros y secretarios de
    Estado que por carretadas se roban los dólares destinados
    a proyectos
    sociales.

    ¡Qué pobres nuestros pobres!.

    No hay derecho.

    Lo que ha sucedido en los últimos años es de
    verdad inaguantable

    ya.

    Pero… podemos empezar a filosofar al respecto.

    ¡Realmente qué diablos es la pobreza!.

    ¿Cuáles son sus causas?.

    ¿Existirán soluciones
    prácticas, consistentes y sostenibles para luchar contra
    la pobreza, extinguirla y estar seguros que nunca
    más volverá a estar en nuestras familias,
    poblaciones y sociedad en
    general?.

    Porque la instalación que de ella tenemos en cada una
    de nuestras familias y hogares es una sólida y bien
    cimentada.

    Ha corroído, prácticamente, la estabilidad
    emocional y sentimental de nuestros habitantes que la padecen y
    los ha dejado a la buena de Dios sin quién por ellos.

    Por eso decíamos y expresábamos con la frase de
    ¡qué pobres los pobres! esa impotencia humana que
    tenemos ante las calamidades que millones de familias tienen que
    pasar día con día sin la más mínima
    esperanza de que alguien contribuya a sacarlos, o a intentar
    revertir las míseras condiciones de vida, si eso puede
    llamarse vida, a la que sin más remedio tienen que
    enfrentarse.

    Pero empecemos por el principio.

    Y definir a la pobreza no es difícil.

    Siempre y cuando hagamos lo correcto, es decir si mejor
    definimos lo que no es pobreza o lo que se antepone a las
    condiciones que lleva implícita tal palabra, quizá
    así podamos captar su penoso significado.

    Llegar a entenderla, interiorizar su espantoso significado y
    hacer algo al respecto es la vía que nos queda a quienes
    hemos dicho que tenemos un poco de sensibilidad social y a
    quienes nos afecta profundamente el sufrimiento que les causa a
    niños, jóvenes, mujeres y ancianos, así como
    a minusválidos y en general a la sociedad.

    En ese sentido son la riqueza, el bienestar, los privilegios y
    la prosperidad, apenas cuatro estados que significan lo contrario
    a pobreza.

    Y cada vez que mencionamos, o pensamos en este apelativo o lo
    colocamos antes de señalar un algo, siempre lo entendemos
    como la carencia casi absoluta de aquello que resaltamos.

    Las limitaciones, carestías e insuficiencias son apenas
    algunos de los sinónimos que, como condicionamientos, nos
    afectan vidas, familias, comunidades y por sobre todo el futuro
    en el que nuestra descendencia tendrá, sin otra
    opción, que sobrevivir al igual que lo estamos haciendo
    hoy nosotros y lo tuvieron que hacer nuestros padres, abuelos y
    ascendencia.

    ¿Hereditaria la pobreza y las miserias?.

    Sí.

    Por supuesto que sí.

    Y sin más remedio hemos tenido que aceptar ese triste
    patrimonio que
    es trasladado de padres a hijos.

    El atraso, la ignorancia, el oscurantismo y la serie de
    efectos que estas limitaciones que afectan a la población en extrema pobreza les acarrean,
    les provoca, así mismo, humillación, el vasallaje y
    la falta de dignidad.

    La desnutrición, las enfermedades y la
    insalubridad en general con las que tienen que lidiar las
    familias pauperizadas ha llevado a la tumba a millones de
    recién nacidos, niños y adolescentes,
    así como a sus madres, mujeres y adultos en general.

    Cuando que con, y en condiciones diferentes, medidas
    preventivas y servicios
    públicos básicos, así como sí
    vivimos un bajo porcentaje de habitantes en donde nuestros hijos
    si no son robustos y no ganan concursos de niños sanos,
    sobreviven y viven pues alimentos,
    medio ambiente
    y hogar son apropiados para ellos.

    Ahora sí vamos por buen camino.

    Ya vamos entendiendo la multidimensionalidad que tiene este
    complejo y difícil problema social.

    Es decir que la pobreza, en una sola frase, sencilla y
    comprensible para todo el mundo, no es más que la falta de
    dinero y
    recursos que nos
    permitirían tener acceso a vivir bien y a la
    superación personal,
    familiar y comunitaria.

    En todo el sentido que las palabras bien y superación
    tienen.

    Es decir toda la utilidad,
    ventajes, réditos, éxitos, recompensas, remuneraciones,
    frutos y provecho que una persona, familia, comunidad y
    país puedan obtener por los esfuerzos propios enmarcados
    en la ley y la moralidad de
    las reglas constitucionales que imperan en cualquiera de nuestras
    Repúblicas.

    Pobre es aquel ser humano, entonces, que no tiene los ingresos,
    beneficios o rentas, en moneda de curso legal en y de su
    respectivo país, que le permitirían vivir en
    compañía de su grupo familiar
    de una manera digna, cómoda y con acceso
    a los bienes,
    productos y
    servicios que
    la sociedad tiene a disposición de sus habitantes.

    ¡Y san se acabó la vaina!.

    Y con ésto me viene a la memoria una
    lamentable anécdota que nos sucedió en los
    años 70 cuando estudiaba Ingeniería en la Universidad de
    San Carlos de Guatemala.

    Resulta que uno de los ingenieros que nos daba clases dispuso
    que nos tenía que examinar a las siete de la noche porque
    sus actividades no le permitían otro horario en la
    tarde.

    Uno de los compañeros se levantó y de manera
    respetuosa le solicitó reconsiderar la hora del examen con
    el argumento consistente de que por lo menos dos horas
    duraría el cuestionario
    preparado para la evaluación, y que, desgraciadamente, a las
    nueve de la noche o nueve y media, ya no habría transporte
    público y los buses que lo llevarían de regreso a
    su casa, a una zona populosa y de marcada pobreza donde
    vivía, a esa hora no circulaban.

    Y, antes siquiera de la respuesta del ingeniero, uno de
    aquellos chispudos e ingeniosos estudiantes, la media era de unos
    20 años entre nosotros, le gritó desde atrás
    del salón de clases: …"¡pa´qué sos
    pobre hijueputa!"…

    Por supuesto que todos soltamos la gran carcajada a esa
    ocurrencia.

    Y por supuesto que el examen lo tuvimos a las cuatro de la
    tarde.

    Pero en ese momento quedó expuesta la situación
    amarga, llena de limitaciones y la llaga social en la que les
    toca que sobrevivir a millones de seres humanos sin que siquiera
    los amigos, compañeros o paisanos comprendamos o seamos
    capaces de ver la miseria de su entorno social.

    Es decir, y regresando a lo que estamos tratando, que
    sencillamente los pobres son aquellos que no tienen dinero.

    No hay vuelta de hoja.

    Es decir, y bajo esta definición y conclusión a
    la que recién hemos llegado, que para terminar con la
    condición de pobreza que impera en nuestros países,
    la solución no es otra que poner en la mano de los seres
    humanos que padecen de indigencia el dinero
    suficiente para que tengan acceso a los bienes de consumo.

    Así es.

    Billete sobre billete.

    Mejor si fueran dólares los billetitos.

    ¿Tan simple es la cosa con la pobreza?.

    Si.

    Por supuesto que sí.

    Claro y por supuesto que para terminar temporalmente con esa
    condición de carencia de recursos que nos limitan para
    adquirir cosas, productos, servicios y bienes que ofrecen a la
    sociedad los empresarios e industriales, lo único que lo
    atenúa o mitiga es una buena cantidad de billetes y ganas,
    que no nos faltan, para empezar a gastárnoslo.

    Mejor si son billetes de alta denominación.

    Pero como normalmente no se dispone de un trabajo o de
    una ocupación que reditúe un buen o regular
    ingreso, y sin dinero disponible, obtenido y ganado en buena lid
    o aún obsequiado, la condición de pobres se
    mantiene hasta tanto no haya algo o alguien que le ponga en sus
    manos billete sobre billete al infortunado y al que está
    limitado en ingresos.

    Ahora bien, ¿durante cuánto tiempo
    aguantarán las economías de nuestros países,
    Estados, gobiernos, entidades de ayuda y hasta los bancos y
    organismos multilaterales sin que se agoten las reservas de
    dinero que se debe inyectar en las economías familiares de
    los millones de pobres en nuestra querida América
    Latina para sacarnos temporalmente de nuestra maldita
    condición paupérrima?.

    Sin ninguna duda muy poco tiempo.

    Y no solucionamos nada con sólo poner dinero en manos
    de los indigentes, hambrientos y de quienes padecen carencias,
    estrecheces y penurias.

    No.

    Claro que inmediatamente que una familia pobre tiene dinero
    contante y sonante salen inmediatamente de esa condición
    de limitaciones y carencias en las que malamente han sobrellevado
    sus penas.

    Pero su bienestar y prosperidad durará lo que el
    último billete le proporcione.

    Después de agotados los recursos monetarios, y el
    último pedazo de pan que les queda de su oportuna pero
    temporal buena suerte, esa familia volverá
    irremediablemente a ser pobre y a padecer de las consecuencias de
    ese ignominioso estado de calamidad humana.

    Por lo tanto es fácil concluir que, a pesar que
    lógicamente el dinero suficiente en manos de los pobres
    los saca de esa condición, no resolvemos el problema de
    fondo sino que únicamente hacemos un compás de
    espera y disfrazamos temporalmente la situación socio
    económica de los afectados-beneficiados.

    Y esa es una crueldad, aún más grande en
    proporciones y repercusiones, que son mucho más fuertes
    las consecuencias que las penas ya acostumbradas y que
    sobrellevaban en la familia
    hasta antes de esa recompensa en plena crisis que les
    llegó.

    Es casi lo mismo que lo que sucede en aquella familia a la que
    la suerte toca a su puerta y se ganan el premio mayor de la
    lotería.

    Si no hacen inversiones
    adecuadas, y por el contrario se dilapidan a manos llenas su
    nueva fortuna, en el mismo instante en que se gasten la
    última moneda ahí entran otra vez a la
    condición en que vivían un día antes de
    sacarse el premio gordo de la lotería.

    La pobreza tiene en su significado todo aquello que trae
    aparejado en su contenido lo que expresan la indigencia,
    penurias, escasez,
    necesidad, inopia, estrechez, carencias, hambre, apuros, crisis,
    infortunio, adversidad, desventura, desdicha, etc,…

    Y si ya demostramos lo difícil que resulta la simple
    solución de poner en las manos de los pobres el dinero
    suficiente para paliar sus necesidades, con la lógica
    que nos caracteriza debemos tomar la dirección correcta en ese sentido y con
    madurez, sentido común y muchísima paciencia,
    entrarle a las cosas hasta el fondo y, de manera estructural,
    revolucionar la solución o respuestas a la ignominia en la
    que viven millones de paisanos latinoamericanos.

    No hay ninguna duda al respecto que la pobreza es, junto a la
    miseria, el atraso, los abusos y la discrecionalidad, la
    consecuencia primaria que provoca el subdesarrollo de nuestros
    países, para no ver en esa terrible condición al
    enemigo al que tenemos que enfrentarnos, primero, para luego
    luchar por vencerlo.

    Claro y por supuesto que es titánico el esfuerzo.

    Pero si le entramos todos juntos podremos no sólo
    hacerle mella y detener el proceso, sino
    que revertirlo y conseguir riquezas, beneficios y estabilidad en
    nuestras aún míseras y paupérrimas
    existencias.

    ¿Está usted y los suyos dispuesto a participar
    de este esfuerzo nacional y continental que debemos
    emprender?.

    Si al Libertador de América, a nuestro Simón
    Bolívar,
    debemos independencia
    y libertad de la
    opresión en la que estaban nuestros pueblos, hoy se hace
    indispensable que icemos el estandarte del Desarrollo
    Humano y Social para propagarlo, como fuego consumidor, en
    cada uno de nuestros países latinoamericanos.

    Y, así como el fuego, esta estrategia tiene
    que consumir a la pobreza, limitaciones, miserias y lacras con
    las que el subdesarrollo se ha ensañado en nuestros
    mejores hombres, mujeres, niños y ancianos.

    Pero como el subdesarrollo conlleva toda una serie de
    situaciones, estadios, posiciones y categorías sociales,
    políticas, humanas y culturales, debemos partir de un
    punto exacto para dar todos nuestros pasos, y encaminar los
    mismos, por un proceso que permita atacar de fondo cada una de
    las consecuencias de la falta de desarrollo.

    Sólo de esa manera arribaremos al punto marcado con el
    éxito
    esperado.

    Punto que por otra parte allí ha estado siempre ante
    nuestros ciegos ojos.

    Países que hace 20 años eran muchísimo
    más pobres, limitados y miserables que los nuestros
    latinoamericanos que potencialmente son ricos, hoy no sólo
    salieron de esas inhumanas condiciones, sino que nos han rebasado
    ostensiblemente y hacen gala, y hasta presumen de ello, de su
    nueva condición de países capaces de brindarles a
    sus habitantes riqueza, oportunidades, superación y un
    futuro promisorio para toda su descendencia.

    ¿No será correcto que nuestros líderes y
    dirigentes nacionales se den una vuelta por esos países, o
    por lo menos por la Internet, y averigüen
    la fórmula mágica que utilizaron para paliar sus
    crisis, hambruna, insalubridad, falta de educación y todas y
    cada una de las mismas limitaciones que nosotros continuamos
    teniendo?.

    ¡Claro que eso es lo que deberían haber hecho
    pero hace rato!.

    Aunque aún es tiempo amigos.

    ¿Qué diablos esperan?.

    ¿Acaso que se les mande en primera clase?.

    No importaría, al cabo que con el dinero que se han
    robado hasta sobraría para que se llevaran novias y
    amiguetes.

    Tampoco nos podemos perder, por más tiempo, y volver o
    continuar con los mismos remedios, soluciones y hasta sacrificios
    que en nada han ayudado a nuestros pueblos a salir del atraso y
    de las miserias.

    Si uno solo de esos remedios hubiese funcionado en cualquiera
    de nuestras naciones latinoamericanas, aplicados una y otra vez
    por nuestros tan diligentes, honrados y súper capaces
    presidentes, no estuviésemos como estamos de hundidos en
    el lodazal de la pobreza, la pobreza extrema y la
    pauperización tan acelerada de nuestras clases medias.

    Realmente lo único que hicieron estos nefastos
    presidentes y sus Gobiernos, así como funcionarios y
    equipos de tecnócratas, fue jugar al jueguito de los
    espejitos para tontearnos lindamente; y hacer como que se hace, y
    gritar que sí se hizo, y comisiones, jugosas ganancias y
    riqueza inmediata para ellos y sus afines.

    ¡Por supuesto que ese es el jueguito de la política nacional en
    nuestros países!.

    ¿O no hermanos?.

    Ya no podemos tolerarlos un momento más.

    Es la hora de ponerles un punto final a estos desmanes y
    desmadres que han hecho en nuestros países,
    economías y futuro.

    Sin más remedio, y asumiendo toda la responsabilidad por ello, me atrevo a dejar
    definida a la pobreza de una manera integral, para así
    mismo, de manera integral, ir paso a paso, punto por punto y
    correlativamente, poniendo en ejecución las propuestas de
    solución a la escasez y a las adversidades que padecen
    millones de familias en Latinoamérica.

    ¿No es eso lo que tiene que proporcionar un manual, si
    no el 1,2 y 3 de las claves para dejar arreglado un algo?.

    Pues entonces por ahí nos vamos a ir.

    Y veamos qué cosa es pues la pobreza.

    "La pobreza es la incapacidad y grave limitación que
    padecen y sufren las personas que les impide poder adquirir
    alimentos, vivienda, educación, formación, capacitación, prevenir y curar dolencias y
    enfermedades, vestuario, recreación
    y sano esparcimiento para sí mismos y para sus
    familias".

    También es bueno dejar la comprensión
    sencilla del mecanismo en sí que nos coloca en la senda
    correcta y que nos permitirá salir, más corriendo
    que andando, de esta amarga situación de desastre nacional
    en que mal vivimos.

    Y me refiero al desarrollo humano y social que, como una serie
    de acciones que
    se tienen que planificar, ejecutar, administrar, fiscalizar y
    reposicionar si fuera el caso en un territorio nacional de manera
    coordinada y de forma integral, nos permitirá sacudir
    el Estado,
    reconvertirlo y hacerlo uno al servicio de la
    persona, la familia y las comunidades.

    Es decir que esté al servicio de la raza humana y de su
    entorno, tanto el natural, político, social y cultural,
    como el constitucional, legal y moral.

    "El desarrollo humano y social es un proceso desde el cual
    se tienen que ir ampliando todas las capacidades personales y
    familiares de los habitantes y que provoca, como primera
    reacción, la disminución a las limitaciones en la
    población en general".

    Sin dejar de estar en palabras sencillas, de a centavo, para
    que todos comprendamos este drama continental, es posible salir
    de la pobreza, y de la serie de limitaciones que nos
    acompañan desde siempre, únicamente si nos
    preocupamos de poner a disposición de los millones de
    seres humanos que las padecen, el dinero, rentas, beneficios e
    ingresos suficientes, pero con la condición irrenunciable
    que éstos sean constantes, sostenibles y con posibilidades
    de aumentarlos en la medida de sus capacidades productivas, pero
    por medio de intercambiar sus conocimientos, habilidades, mano de
    obra y creatividad.

    ¿De qué sirve obsequiarle un pez a alguien?.

    ¿Se recuerdan de ese viejo concepto
    oriental?.

    Lo que hay que hacer es enseñarle a pescar sus propios
    peces a
    nuestros pobres compatriotas y a crear las condiciones para que
    en donde se le ocurra tirar su caña de pescar y su
    anzuelo, siempre se hallen peces que pescar.

    Porque de qué diablos le sirve a un país
    invertir en sus habitantes en salud, educación,
    vivienda e infraestructura si no hay trabajos, oportunidades y
    esperanzas, así como libertad, respeto y un
    estado de derecho
    que permita la seguridad en todo
    el amplio sentido de su significado, tanto en el aspecto de
    tranquilidad, paz y protección, vigilancia y
    prevención al crimen, como la seguridad jurídica,
    comercial y emocional de todos los participantes en la vida
    nacional de un país.

    ¿De qué diablos?.

    Ahora bien, y aquí está el meollo de todo este
    barullo, deben de darse tres condiciones básicas en
    nuestros países que permitirán integrar el
    desarrollo humano y social sostenible que necesitamos se implante
    en América Latina en nuestras vidas.

    En primer lugar la condición personal en cada uno de
    nosotros, los seres humanos que conformamos las naciones, y que
    no es otra que seamos poseedores de buena salud, grados adecuados
    de educación, formación y capacitación, una
    autoestima y
    auto imagen
    apropiadas, contar con seguridad en nosotros mismos, y por
    último ser dueños y disponer de competitividad
    productiva.

    Todo ello para estar disponibles y propuestos para aquellos
    que demandarán de esas cualidades que ya tenemos y que nos
    pagarán lo que realmente valemos.

    En segundo término las condiciones de nuestro entorno
    familiar y hogareño que deben empezar desde tener una
    vivienda digna, junto a una vida familiar decente, decorosa y con
    moralidad, suficientes oportunidades para ir superándonos
    constantemente, contar con todos los servicios públicos
    básicos, para concluir desenvolviéndonos con
    equidad, sin
    exclusiones ni discriminaciones de ninguna especie.

    Es decir en un marco y medio ambiente de
    respeto y honestidad.

    Y en tercer lugar lo que el Estado y el entorno social deben
    ser capaces de proporcionarnos y mantenernos en ello, que no es
    otra cosa que la plenitud de convivir todos, gobernantes y
    gobernados en un estado de derecho; es decir donde todos
    nosotros, los que le damos vida a nuestras naciones, los seres
    humanos y nuestras familias, tengamos garantizadas nuestras
    vidas, la paz, la seguridad, la justicia, la
    libertad, la igualdad, el
    desarrollo integral y por sobre todo los derechos individuales.

    Tres escenarios para que las condiciones de inversión y
    transformación social se den y puedan nuestros
    países ser receptores de recursos e inversiones, tanto
    locales como internacionales, y que el financiamiento
    fresco provoque nuevas empresas,
    industrias y
    comercios capaces de emplearnos y obtener ganancias y utilidades
    que pueden volver a reinvertirse en nuestra patria.

    O sea que saldremos de la opresión, limitaciones y de
    la pobreza sólo sí, y solamente sí, las
    personas en lo individual, las familias y el Estado por medio de
    las instituciones
    y organismos que lo conforman, somos capaces de integrarnos todos
    juntos y armar un tejido político y social que permita
    sentar las bases del desarrollo humano.

    ¿No le parece que bien vale la pena subirnos al carro
    del futuro y del desarrollo integral?.

    Ese desarrollo a mansalva, el que tradicionalmente han
    procedido a implementar nuestros afanosos políticos, o sea
    invertir en infraestructura aisladamente de la salud,
    educación, productividad y
    de las personas, sueños, entorno y verdaderas necesidades
    de la comunidad, no nos han conducido a nada más que a un
    estancamiento y hasta al lamentable retroceso en los
    Índices de Desarrollo Humano con los que hemos salido
    calificados por el PNUD en su más reciente informe al
    respecto de nuestras naciones.

    Nos ponen en los últimos lugares.

    ¿y culpa de quién es o ha sido esta
    calificación?.

    Por supuesto que en esto nada tienen que ver los Organismos,
    como el Programa de
    Naciones Unidas
    para el Desarrollo, PNUD, que únicamente nos hacen el gran
    favor de ir señalándonos por donde vamos.

    Además que lo han venido haciendo de una manera
    correcta y sin ningún otro fin que no sea el de llamar la
    atención mundial sobre nuestras condiciones
    infrahumanas.

    La culpa, si es que hay que echársela a alguien, la
    tenemos, para empezar, nosotros, los habitantes, pues no hemos
    sido capaces de hacer que aquellos a quienes hemos hecho
    representantes y presidentes cumplan con el propósito
    constitucional del Bienestar para todos.

    Y mucho menos hacer que se les deduzcan las responsabilidades
    por esos delitos de
    lesa humanidad cometidos contra la mayoría de nuestros
    pueblos a los que han dejado en la más íngrima de
    las pobrezas y sin un futuro por delante.

    Y eso de no tener ni siquiera la posibilidad de soñar,
    o de una esperanza de salir de ello, si que está de lo
    más terrible.

    Y, por supuesto que también la mayor cantidad de culpa
    la tienen todos nuestros pasados, recientes y actuales
    presidentes, gobernantes, funcionarios públicos y
    demás hierbas políticas de lo mismo.

    Que en un momento de locura y abatidos por las condiciones
    hemos permitido que nos hipnoticen con sus ensalivados discursos y
    con su melosa labia demagógica, farsante y engaña
    bobos.

    Que eso, bobos, lelos y babosos hemos sido frente a lo
    obvio.

    Allí, frente a ellos, sí hemos podido
    soñar con otro futuro para nuestros hijos.

    Pero ya en la realidad, ellos, a los que les dimos votos,
    esperanza y nuestras vidas, nada hicieron por ayudarnos a salir
    de este atolladero, vericuetos y miserias que tiene el
    subdesarrollo.

    Si algo bueno hubiesen hecho no estaríamos como
    desgraciadamente estamos.

    Pero así mismo las cifras que se han invertido, en
    miles de millones de dólares, por nuestros tan gastadores
    y derrochadores presidentes (claro que con los dineros del
    Estado), en aspectos sociales son abrumadoras.

    Cientos de miles de millones de dólares han corrido en
    Latinoamérica en los últimos 25 años.

    Y así mismo, en esa misma proporción,
    continuamos desviados y, lo peor de ello, alejándonos de
    cualquier solución integral a la pobreza y miseria que nos
    carcome día con día.

    Por supuesto que sólo con la población
    común y corriente sucede todo esto, pues con nuestros
    pícaros gobernantes y sus amiguetes la cosa sí fue
    buena.

    ¡Ellos sí salieron de pobres!.

    ¡Dichosotes!.

    ¡Qué envidia!.

    Ellos y sus familiares, algunos correligionarios y los
    arribistas de siempre.

    ¡Que les aproveche zánganos desgraciados!.

    Lo que es nosotros, nuestra generación, no debemos ni
    podemos permitir que siga la fiesta y los desplantes politiqueros
    de nuestros tan folclóricos, cínicos y maleantes
    funcionarios, dirigentes y supuestos líderes que han sido
    electos o nombrados.

    De aquí en adelante en cada uno de nuestros
    países, desde el Presidente, los ministros, secretarios y
    todo el Gabinete, hasta los cuadros medios y bajos
    de los empleados públicos, deben cumplir con la Constitución y respetar que vivimos, o
    tratamos de hacerlo, en un estado de derecho; y proporcionar los
    medios para que las instituciones y organismos sean capaces de
    garantizarnos la vida, la libertad, seguridad, justicia,
    desarrollo integral, paz, igualdad y todos los derechos
    individuales.

    Por nuestra parte, y en el seno de nuestras familias, debemos
    de tener la suficiente capacidad, nosotros los padres y madres de
    nuestros hijos, pues ya el Estado estableció las
    condiciones para ello, y disponer de una vivienda digna para
    empezar a formarles la
    personalidad, carácter y figura de cada uno de nuestros
    hijos e hijas, así como una vida familiar decente y
    apropiada, tener disponibles los servicios públicos
    básicos, vestuario, educación, salud,
    recreación y esparcimiento.

    Y en lo personal, e internamente, cada individuo debe
    tener y contar con buena salud, educación, información, formación, capacidad y
    si es posible una profesión técnica o universitaria
    para disfrutar y disponer de auto imagen y autoestimas
    sólidas y, con seguridad en sí mismos, poder
    enfrentarse en la sociedad con competitividad productiva, respeto
    y por sobre todo con espíritu solidario.

    El desarrollo humano y social integral y sostenible, que
    debemos luchar por implantar en nuestros países y
    comunidades, consiste en un proceso que amplía todas las
    opciones, posibilidades y oportunidades de superación que
    existan y ponerlas a disposición, en igualdad de
    condiciones, para los habitantes, residentes temporales y
    turistas.

    Y la pobreza, en la que lamentablemente todavía mal
    vivimos millones de familias, señala con su dedo ingrato a
    nuestros gobernantes, líderes, dirigentes y
    políticos incapaces que, a costa de vidas, sufrimientos,
    limitaciones, carestías, miserias y adversidades nos han
    negado las oportunidades y hasta aquellas expectativas
    fundamentales de superación a cientos de millones de seres
    humanos en Latinoamérica.

    ¡Qué hijos de mala madre!.

    Sin ninguna duda la pobreza tiene múltiples
    dimensiones.

    Ya hemos hecho un recorrido por algunas de ellas en este
    inicio y en todo el contenido de este maravilloso manual se
    encuentran casi todos los vericuetos del subdesarrollo, lo que
    nos permitirá llegar a espulgarlos y disponer de las
    mejores propuestas integrales
    para enfrentarlos con éxito.

    A pesar de esa multiplicidad de dimensiones del subdesarrollo
    hay una línea clara que podemos tomar como camino para
    salir de esas lastimosas y sufridas emanaciones que suelta esa
    condición de indignidad humana.

    Y esta línea es la de implementar una Política
    Integral de Desarrollo Humano y Social.

    No hay de otra.

    Claro y por supuesto que el Estado, a la par de lo anterior,
    debe tener capacidad de darnos seguridad, justicia y libertad
    empresarial.

    Sin olvidarnos que nosotros, los ciudadanos, que le damos vida
    y sabor a nuestras naciones, debemos cumplir con obligaciones
    fiscales y pagar impuestos tal y
    como lo demandan nuestras respectivas legislaciones.

    No lo olvidemos.

    Y mucho menos continuemos haciéndonos los despistados
    al respecto.

    Pues un Estado es y será incapaz de implementar el
    Desarrollo Humano y Social con cascaritas de huevo.

    Mucho menos la seguridad y la justicia, indispensables para
    darle sostenibilidad al estado de derecho.

    Si no hay capacidad de inversión social no salimos de
    nada.

    Así que a pagar nuestros respectivos impuestos.

    No sigamos evadiendo y/o robándonos el IVA y otros
    impuestos.

    Recordemos que esta es una función de
    ciudadanos concientes.

    Y la otra cosa básica en esto de salir todos del atraso
    y miseria en la que nos tienen inmersos tanto el subdesarrollo
    como nuestros pícaros políticos, es en la
    participación cívica y política.

    La
    organización, la participación, la
    delegación de nuestra representación y la
    fiscalización de nuestras autoridades, son las actividades
    en las cuales debemos estar inmersos.

    Óigase y léase bien.

    Debemos estar haciéndolo constantemente y educar y
    enseñar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos a
    que lo hagan.

    Si no nos mantenemos ojo al Cristo con nuestros
    representantes, presidentes, senadores, congresistas,
    gobernadores, alcaldes, síndicos, concejales y alcaldes
    auxiliares, seguiremos como hasta hoy.

    Presos y secuestrados en nuestra propia debilidad y falta de
    acciones a favor de nuestra nación.

    No se nos olvide que el ojo del amo engorda el ganado.

    Y para concluir con esta introducción, quiero dejarlos con un
    pensamiento,
    para que se convierta en un sentimiento que toque sus corazones y
    no se nos olviden más nunca nuestras obligaciones y
    misión
    cívica y política con nuestros pueblos
    latinoamericanos, y que va con la Declaración de los
    Derechos del
    Niño.

    En 1,989 la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la
    Convención sobre los Derechos de los Niños.

    Sólo dos países no lo han ratificado.

    Y entre los derechos de los niños, es decir de nuestros
    hijos, nietos y futura descendencia, figura uno
    importantísimo, como para que no lo olvidemos nunca.

    …"los niños tienen el derecho a ser protegidos
    de la pobreza"…

    ¿Qué está haciendo usted para mantener
    protegidos y alejados a sus niños de la pobreza?.

    LA
    POBREZA

    Desgraciadamente, para miles de millones de personas en el
    mundo actual, la pobreza es una condicionante externa con la que
    nace el ser humano.

    Es externa puesto que adentro del ser humano, recién
    nacido, están en potencia todos
    aquellos atributos y características que
    genéticamente le corresponden; y la pobreza, que no es una
    que tengamos que desarrollar de adentro para afuera, es, en todo
    caso, una circunstancia, estado y hasta mala suerte del
    bebé recién nacid@.

    Por supuesto que en nuestros países de
    Latinoamérica es una verdadera excepción el nacer
    en un hogar o adentro de una familia de clase media o media alta;
    y ya no digamos del suertazo que sería haber nacido o
    nacer en cuna de oro y con
    padres de mucho dinero, posición y grandeza material.

    Si nos referimos, según las cifras que manejan
    organismos internacionales, a que más del 80% de nuestras
    poblaciones están en la pobreza y pobreza extrema o en el
    proceso de pauperización de las clases medias, no hay de
    otra más que entender, procesar y aceptar, con la boca
    callada, que en esos altos porcentajes de limitaciones y dramas
    sociales nos tocará que nacer, mal vivir y dejarles a
    nuestros hijos y a sus hijos, con creces, las mismas condiciones
    que nos dejaron nuestros padres, abuelos y tatarabuelos.

    Y por esto es que no estamos equivocados cuando repetimos que
    la pobreza, y toda la secuela de males que acarrea el
    subdesarrollo, es una maldición heredable.

    Y, si antes dijimos desgraciadamente, es porque en primer
    lugar no tenemos capacidad de elección del hogar en que
    nacemos, y en segundo término porque los padres, abuelos y
    ascendencia hemos aceptado e internalizado que es propio y
    natural haber nacido pobres y pobres tendremos que morir.

    Lo que realmente estamos recibiendo como herencia, y a su
    vez lo que heredaremos a nuestra descendencia, son en esencia las
    limitaciones mentales, emocionales y físicas de todo ello;
    puesto que la aceptación y lo irreversible de esa
    condición de pauperismo nos dejan con poco campo en el
    cual labrar nuestro destino y el de nuestros hijos y nietos.

    Emocionalmente tenemos aceptada como normal en nosotros,
    nuestros hijos y demás descendencia, a la pobreza.

    El que nace para maceta del cielo le caen las flores y del
    corredor no pasa.

    Y el que nació para martillo del infierno le vienen los
    clavos.

    Pero el que nació en la pobreza ni el cielo ni el
    infierno lo libran.

    ¿No le parece?.

    Esta imposición no es más que otra de la serie
    de cargas que nos tiene reservado el sistema
    político y social en el que hemos nacido.

    Por supuesto que, como imposiciones y cargas que son las
    severas limitaciones en las que tenemos que mal vivir, cada una
    de ellas son sujetas a revertirse y a erradicarse de nuestras
    vidas, familias, comunidades y países.

    Eso sí, tenemos que hacerlo juntos todos aquellos
    actores de la vida nacional en nuestros países.

    Gobernantes y gobernados debemos de unificar criterios para
    lanzar una Cruzada Nacional, y mejor si es una verdadera Revolución
    Social, en contra del subdesarrollo hasta acabar con la secuela
    de males que se vinculan a esa condición que impera en
    nuestras naciones.

    Y tirar a la basura, en
    primer lugar, ese tonto pensamiento que llevamos impuesto y decir
    que es cosa de Dios el cruel destino, la familia pobre y el
    país sin oportunidades en los que nos tocó que
    nacer, crecer y reproducirnos; para luego, desechar, con nuestras
    acciones, la idea esa que llevamos clavada en nuestro psiquismo
    de aceptación a las severas limitaciones y que no hay nada
    que podamos hacer para revertirlas y salir airosos de la
    pobreza.

    Dios nos dio, a todos los seres humanos por igual, las
    herramientas
    físicas, mentales y emocionales necesarias para convertir
    nuestros entornos, vidas y sociedades en
    unos felices, prósperos y con bienestar, o todo lo
    contrario; razón por la cual somos los seres humanos, unos
    por acción
    y otros por omisión o sumisión que es lo peor, los
    únicos que podemos hundirnos en los fangos del
    subdesarrollo, vivir en él aceptándolo como cosa
    natural y hasta como bendición divina, o unificarnos para
    salir adelante.

    Y sí se puede.

    Allí están los ejemplos de países y
    sociedades que no hace muchos años, recientemente, 20
    ó 30 años de eso, que salieron de la pobreza y del
    subdesarrollo y hoy son prósperos y llenos de
    oportunidades.

    Y algunos de ellos ni siquiera tienen las grandes riquezas
    naturales y recursos que en todos nuestros países tenemos
    a raudales.

    No digamos de nuestra gente y de toda esa potencialidad
    productiva que tenemos a flor de piel.

    Si hemos tenido que ser creativos e imaginativos, para llevar
    el pan nuestro de cada día a nuestras casas, con las
    condiciones y limitaciones tan severas en las que nos ha tocado
    que desenvolvernos; esa misma viveza y creatividad debemos
    ponerlas a trabajar para imaginar el nuevo país en el que
    nos corresponde vivir.

    Para encaminarnos al pleno bienestar contamos con el recurso
    de la fuerza mental
    y emocional que mueve montañas.

    Y, lo repetimos hasta el cansancio, que las condiciones
    intrínsecas que traemos, hereditariamente hablando, no son
    sujetas, la mayoría de ellas, a ser alteradas.

    Pero las condiciones sociales, políticas, humanas y
    culturales, como caso contrario a lo que genéticamente nos
    afecta y que desgraciadamente es, si no imposible en algunos
    casos, sí sumamente difíciles de revertir
    condiciones de altura, raza y demás rasgos físicos
    y emocionales que recibimos de las líneas de ascendencia
    de nuestras madres y padres, estas otras sí que les
    podemos meter mano y hacer con ellas lo que decidamos hacer.

    Claro que buscando el bien común.

    Y, luego de lo que vimos en la introducción, la pobreza
    está sujeta a ser combatida y vencida sólo por el
    esfuerzo de todos, gobernantes y gobernados.

    Por supuesto que hay factores internos o familiares y otros
    provenientes del medio ambiente social o externos que
    definitivamente tienen un gran peso específico en
    condicionar la pobreza en nuestros hogares.

    La raza, cultura,
    lengua,
    dependencia agrícola, desnutrición, el desarraigo,
    los complejos heredados y la aceptación de la
    condición de indigentes, heredar y compartir la
    subvaloración, la falta y escasez de recursos, la
    insalubridad y las desastrosas condiciones de vida en la familia
    y hogar en el que nacimos, son algunas de esos factores.

    Así como recibimos y nos condiciona el medio ambiente
    social y cultural en el que nacemos y nos desenvolvemos, que de
    él recibimos y vivimos en la mayor de las indiferencias,
    inequidades, discriminaciones, corrupción, falta de oportunidades y de
    educación, salud, infraestructura, productividad,
    servicios básicos, y mucha miseria, lo que nos hace estar
    bajo las enormes cargas sociales que no permiten, ni siquiera
    atisbar, un futuro que no sea más y más pobreza y
    degradación humana en nosotros y alrededor nuestro.

    La estrategia debe estar dirigida hacia dos puntos.

    Es decir focalizar nuestros esfuerzos hacia el ser humano y
    las familias; y hacia el medio ambiente social, político y
    cultural.

    Y los objetivos
    deben estar centrados, entre otros, en:

    1. No han servido para nada. Si sirvieran, o hubiesen servido
      de algo, hoy no estaríamos en las condiciones
      miserables en las que nacemos y morimos.

    2. Transformar las estructuras del Estado:

      Y no al fortalecimiento del Estado y de las instituciones.
      Pero por supuesto que es deseable contar con Estados fuertes
      y que sus instituciones también lo sean, pero no a
      costa de sacrificar al ser humano y a las familias.

    3. Que las instituciones, organismos y oficinas
      públicas estén orientadas al servicio del ser
      humano y de las familias:

      ¿Qué si no eso es lo que tenemos?. Estamos
      conviviendo, en cada instante, con las degradaciones,
      limitaciones y condiciones infrahumanas que nos imponen el
      subdesarrollo que no permiten la vida diga, decorosa y
      satisfactoria en la que todos los habitantes debemos de
      convivir. Y si durante una inundación, terremoto o
      cualquier desastre natural se declaran estados de calamidad y
      de emergencia ¿qué si no eso es en lo que mal
      vivimos diariamente?.

    4. Declarar un estado de calamidad pública por la
      pobreza y miseria en cada uno de nuestros países:
    5. Que sea una política de Estado, y no de Gobierno,
      ejecutar el Plan de
      Desarrollo Humano y Social y la implementación de la
      Estrategia de lucha, combate y erradicación de la
      pobreza.
    6. Deducir las correspondientes responsabilidades a
      gobernantes y funcionarios públicos por la mala
      actuación o pequeños resultados de sus gestiones
      y castigarlos penalmente por ello.

    UN RECORRIDO POR LOS
    UMBRALES DE LA POBREZA

    Pobreza y pobre son términos absolutamente imprecisos;
    pero duramente experimentados por millones de seres humanos a los
    que las complicaciones en las que comparten la vida en familia
    son desastrosas, miserables y por sobre todo frustrantes, al no
    poder hacer nada por revertirlas, ya que las condiciones
    nacionales, políticas y sociales lo impiden y no permiten
    dar un solo paso hacia adelante, a la superación y
    desarrollo.

    Y esto sí es terriblemente un doble infortunio puesto
    que ni siquiera nosotros, los jefes de hogar, podemos auto
    engañarnos con la falacia de decir que son condiciones
    temporales, mala suerte que en cualquier momento se revierte o
    causa de la fatalidad.

    Aunque ya estamos acostumbrados a definirlos y a aceptarlos, a
    la pobreza y a la condición de pobre, como el poco nivel
    de acceso al consumo, educación, salud y en general a los
    estatus que rigen en algunas vidas y condiciones sociales, que
    tienen y padecen muchos de nuestros paisanos
    latinoamericanos.

    Son millones de ellos que pululan sin un futuro decente en que
    basar su descendencia.

    En cada uno de nuestros países padecemos y convivimos
    con altos índices de pobreza y de extrema pobreza; y por
    supuesto con toda la secuela que traen aparejados tales conceptos
    que nos tienen inmisericordemente aplastados contra las ingratas
    circunstancias nacionales.

    Entendiéndolas como la condición de vida en la
    que millones de seres humanos, hombres, mujeres, niños y
    ancianos han estado condenados a amanecer todos los días
    de su vida sin la esperanza, o la menor oportunidad, de tener
    acceso a los niveles mínimos de sobrevivencia y decoro,
    tanto en alimentación, vestido, educación,
    salud, recreación, como en respeto y tratamiento justo y
    equitativo.

    Somos, en nuestras comunidades, víctimas y a la vez
    victimarios.

    Como hemos recibido el impacto social negativo de las
    condiciones de miseria y hartas limitaciones, allí, es que
    somos y nos comportamos como las sufridas víctimas.

    ¡Pero es que realmente eso es lo que somos!.

    Por supuesto que son esos millones de indigentes que con sus
    limitaciones prueban el extremo anterior.

    Pero, al dejar las cosas como están, sin hacer nada por
    salir o sacar a nuestros vecinos, paisanos y familias de esas
    podredumbres, nos convertimos en cómplices y por lo tanto
    en victimarios de las actuales y futuras generaciones.

    Así que no nos confundamos y pensemos que la culpa la
    tienen otros, alejados de nuestro entorno y comunidad.

    La cantidad de culpa es compartida entre gobernantes y
    gobernados.

    Los pobres, ellos mismos, para agregar una desgracia
    más a sus condiciones extremas, en las que sobreviven, se
    excluyen de toda participación social, cívica y
    política, ya no digamos la de fiscalizar y pedir el
    correspondiente rendimiento de cuentas a las
    autoridades, funcionarios y gobernantes de turno; argumentando,
    para ello, toda una serie de razonamientos que constituyen
    excusas y justificaciones para continuar en el triste papel de
    víctimas.

    No con pocas razones.

    ¡No qué va!.

    Y para esto basta que recordemos que, no hace muchos
    años, aquellos que se metían a decir, criticar o a
    hablar babosadas de las autoridades y gobernantes, no
    amanecían vivos; para que tampoco perdamos o dejemos de
    considerar la validez de las exclusiones o de la poca
    participación en la vida social, cívica y
    política en nuestros países, hacia miles de seres
    humanos tan irresponsablemente tratados por sus
    dirigentes y líderes.

    Lo que ha permitido que nuestros nada lerdos ni poco sagaces
    políticos hayan perdido esta oportunidad de oro para
    perpetuar, de manera sostenible, la gran estafa latinoamericana
    por medio del Sistema Electoral
    y de Partidos
    Políticos que han implantado en nuestros
    países.

    Como la inmensa gran mayoría no participa, y deja por
    un lado los derechos cívicos y políticos que
    nuestras constituciones nos garantizan, en eso de elegir y ser
    electos, con los pocos votos necesarios obtenemos el poder
    público; y una vez acomodados en la Presidencia y en el
    Gobierno Nacional, procedemos a darles migajas a la sociedad.

    Pero nosotros, los grandes participantes, compartimos la
    verdadera riqueza nacional.

    Esas cosas, y otras que iremos estudiando y poniendo sobre la
    mesa a lo largo de este maravilloso manual (¿no le parece
    que eso es lo que es este librito?), son las que nos han hecho
    vivir y ser sujetos a la conmiseración, a la caridad y a
    la bondad de los que, aparte de llorar nuestras desgracias y
    lamentarlas, luchan por llevarnos paliativos a nuestras
    miserias.

    Hablamos y nos referimos a la Comunidad Internacional que con
    esos ojos nos ven y con esos sentimientos nos tratan.

    Y esta actuación, que nuestros pobres han hecho parte
    de su propia intimidad y cultura, como es una muy cómoda y
    simple y además reditúa algo, es el impedimento
    número uno que no permite tomar acciones contundentes,
    tanto personales, familiares como comunitarias, a favor de
    acciones profundas y socialmente viables en el conjunto
    nacional.

    Es por ello que no vemos a la mayoría de
    latinoamericanos participando en la toma de
    decisiones; ya sea en los procesos eleccionarios como en los
    de desarrollo
    social.

    El problema es que han afrontado siempre grandes dificultades
    para expresarse o estar debidamente representados y, sus
    intereses, necesidades, sueños, problemas y
    anhelos, por eso mismo, carecen de fuerza en las propuestas y
    negociaciones.

    Luego decimos, y nos hemos acostumbrado a ello, que no han
    sido atendidas sus demandas ni tomados en cuenta porque no tienen
    capacidad de expresarse y ser escuchados.

    Pero, ¡cómo no va a hacer de otra manera! si
    cuando lo han querido hacer son tomados como comunistas,
    agitadores, vende patrias, subversivos, revolucionarios,
    insurrectos, agitadores y perturbadores del orden público
    y como tales han sido tratados y maltratados.

    Los enfrentamientos a eso de deben.

    Unos gritando las carencias, insatisfacciones y necesidades no
    atendidas de la población, y por el otro lado aquellos
    señalándolos de agitadores sociales.

    Pero la verdad es que ambos representantes de esas olas lo que
    buscan, en lo más salvaje de sus acciones disfrazadas de
    defensa de la comunidad, unos, y los otros del orden y sistema
    democrático, es el poder.

    Los dirigentes sociales, esos que se dicen o se dijeron
    defender los intereses de las mayorías, con los tristes
    ejemplos de Cuba con
    Castro, Nicaragua con los sandinistas, Chile con Allende,
    Argentina, Perú, Guatemala, Colombia,
    República Dominicana y en fin de casi todos nuestros
    países que tuvimos sangrientos ejemplos al respecto, lo
    que buscaban, y algunos de ellos lo consiguieron, fue alzarse con
    el poder; y, ya con él en sus garras, se comportaron igual
    o peor, en la mayoría de los casos, que aquellos gorilas
    militaroides que defendían el sistema y sus grandes
    intereses con y en base a los abusos, violaciones y desordenes en
    los derechos individuales de las grandes mayorías.

    ¿O queda todavía algún ingenuo que
    piense, crea y defienda lo contrario?.

    Por supuesto que los hay.

    Pero, al igual que los gorilas militaroides, tanto del lado
    institucional de nuestros ejércitos, como de las huestes
    guerrilleras y de los subversivos alzados en armas, ya no es
    posible tomarlos como los protectores de las grandes
    mayorías.

    Fidel Castro y
    Daniel Ortega son los dos mejores ejemplos de estas cosas.

    Ambos empezaron con la defensa social de sus respectivos
    pueblos, y ambos, también, se convirtieron en monstruos
    peores que los monstruos a los que derrotaron.

    Y la mayor confusión la tenemos cuando hemos
    creído que pobreza y miseria significan lo mismo. Pero lo
    más lamentable de todo esto es cuando vemos que se ha
    tratado de combatir a ambas como si fueran lo mismo y como si
    tuvieran las mismas causas y efectos en la sociedad.

    Las causas descansan en el Sistema Político y Social
    que nos han recetado los mismos políticos.

    ¿Quiénes cree usted que hicieron la
    Constitución, leyes ordinarias
    y la Ley Electoral y de Partidos Políticos de su
    país?.

    ¿Acaso el Rector de la Universidad del Estado y los
    decanos de las diferentes facultades y escuelas de ella, junto a
    los rectores y decanos de otras universidades y casas de estudio
    superiores, ayudados por los presidentes de los Colegios
    Profesionales y con el concurso del más selecto grupo de
    Ciudadanos Conspicuos y Notables de nuestros países?.

    ¡No mi querido@ y estimad@ lector o lectora!.

    No seamos tan ilusos o románticos al respecto.

    Fueron políticos postulados por partidos
    políticos los padres del entuerto constitucional y de los
    reglamentos que rigen para elegir y ser electos que, desde el
    Congreso Nacional y/o Senado, depende, y de la respectiva
    Asamblea Nacional Constituyente, los que visualizaron el futuro
    sólo para que ellos, los dirigentes y líderes
    partidarios, estuvieran con y adentro de las prebendas,
    oportunidades y beneficios derivados de ejercer el poder entre
    ellos y nada más que entre ellos.

    Y así ni modo compadre que hicieran algo bien hecho y
    que permitiera que el poder público estuviera en manos de
    seres humanos ajenos a los miasmas politiqueros del
    país.

    Por lo mismo, y por lo tanto, debemos ser un poco más
    listos que esos tradicionales y negativos seudo dirigentes
    políticos y hacer las cosas con inteligencia,
    astucia y serenidad.

    Debemos, para empezar, estar inscritos en uno de los partidos
    de nuestro país.

    Pero en uno de los que de verdad tengamos el chance y la
    oportunidad de acceder al poder público y a los niveles
    del mismo, es decir que garantice que podemos ser electos
    alcaldes, concejales y síndicos en una corporación
    municipal, diputados o senadores, y por supuesto presidentes o
    vicepresidentes.

    Y ya adentro del sistema, tratar de luchar por transformarlo
    para democratizarlo, lo suficiente, como para que el acceso de
    otros dirigentes ciudadanos quede absolutamente garantizado y que
    lleguen a hacer de nuestro Sistema Electoral y de Partidos
    Políticos, en el más corto plazo, uno que permita
    el Desarrollo Humano y Social.

    En cualquiera de nuestros países el deterioro de
    calidad de
    vida es y ha sido abrumador; tanto, que día con
    día y año con año aumenta el número
    de pobres, de personas dependientes y de miserables.

    Y con ello de desesperados capaces de cometer cualquier cosa,
    atropello y abuso con tal de satisfacer necesidades
    primarias.

    La Revolución
    Francesa eso fue.

    Y las manifestaciones populares, así como la ola
    criminal y delincuencial que ataca inmisericordemente nuestras
    naciones, tienen su asiento en esto.

    ¡Qué no se nos olvide!.

    Y no sigamos perdidos en el rumbo y norte como estamos.

    Ante estas cosas, y situaciones con las que nos enfrentamos
    diariamente, se ha estado conformando un nuevo fenómeno
    social en nuestras narices, conocido o que podemos identificar
    mejor, como el de los pobres miserables que, aunque suene
    peyorativo en su extremo, representan exactamente esa grotesca
    nueva realidad latinoamericana.

    Y está compuesta por desempleados, subempleados o
    subocupados, por los insatisfechos, por miles de seres humanos
    encandilados en la luz brillante y
    engañosa de las innovaciones (televisión
    y programas vía cable, televisión, computadoras,
    carros, drogas,
    satisfactores, otras sociedades que viven en la modernidad y el
    desarrollo) que los minimiza y los deja reducidos a la
    improductividad y a la carencia de sus valores y
    recursos personales e individuales.

    Y que al compararse con personas de carne y hueso de otras
    latitudes y países, en donde sí viven con bienestar
    y acceso a disfrutar de bienes y servicios, así como a las
    oportunidades reales de superación personal y familiar,
    esa frustración de las limitantes absurdas que encuentran
    en sus propios países los hacen tomar decisiones poco
    reflexionadas y toman por asalto los bienes, productos y
    servicios ajenos que, de otra forma, de la tradicional y de ser
    constantemente explotados si es que consiguen un trabajo o una
    ocupación, nunca podrían o podrán llegar a
    tener, disponer y disfrutar, como unos pocos privilegiados
    sí lo hacen en sus narices.

    Si no, es fácil que hagan un pequeño resumen o
    recuento de lo que les ha estado sucediendo a ellos y a sus
    padres, para enfrentarse con la amarga y cruda realidad
    diaria.

    Su acceso a una vida como la que sí viven en los
    Estados
    Unidos, Canadá, Francia,
    Japón,
    Alemania o la
    de cualquier país del Primer Mundo, está, en
    nuestros paupérrimos países latinoamericanos, a
    cien años luz de alcanzarse por las condiciones
    políticas y sociales en las que nos tienen nuestros
    gobernantes, dirigentes y líderes.

    Ninguna de la múltiples ocupaciones y oficios en los
    que se metieron nuestros padres y ascendencia o en las que
    estamos las actuales generaciones, pensando en ganarnos unos
    centavos honradamente, les permitieron o nos permiten más
    que sobrevivir con la miseria y el atraso bajo el brazo, como
    horrenda herencia y patrimonio que pasaremos a nuestros hijos, y
    éstos a los que tengan.

    Irremediablemente esas son y así están las
    cosas.

    Las tristes cosas de nuestras vidas y pueblos.

    ¡No hay vuelta de hoja con ello!.

    Pero no sólo ellos, los pobres, los extremadamente
    pobres y los que vivimos adentro de las clases
    sociales medias y en el deterioro diario de nuestras
    condiciones, tenemos la culpa de haber como aceptado tan
    lamentable situación.

    No.

    Hemos sido nosotros, en su conjunto, la sociedad completa en
    cada uno de nuestros respectivos países, la que cuando los
    necesitados, los pobres y los limitados nos han pedido trabajo
    les hemos ofrecido migajas de caridad.

    O cuando nos exponen sus problemas y anhelos, lo que hacemos
    es un diseño
    nuestro y absurdamente alejado de su realidad para esas
    necesidades no atendidas que poco o nada tienen que ver con lo
    que se esperaba en sus propias comunidades, y hemos provocado
    este círculo vicioso en el que nos encontramos
    actualmente.

    Ahora bien, y esta es otra apreciación que habrá
    que tener muy en cuenta a la hora de tomar las mejores decisiones
    gubernamentales y empezar a romper ese círculo vicioso y
    convertirlo en uno virtuoso, cuando le preguntamos directamente a
    los que sufren de la pobreza y de la serie de limitaciones en las
    que viven ¿por qué son pobres?, responden:
    "porque no estudié". O bien: "Porque Dios
    así lo quiso".

    Y esto lo que nos viene a demostrar es que ya están
    como convencidos de su condición, de su ineficiencia y que
    han aceptado su marginalidad,
    fracaso y su inclusión entre los antisociales, entre
    aquellos millones de seres humanos que sin más remedio, en
    nuestros países, según la dramática
    conclusión a la que llegan, tienen que sobrevivir a como
    de lugar hasta que Dios se apiade de su mísera
    condición.

    Ninguno es capaz de ver las cosas afuera de la esfera
    religiosa, de esa fatalidad y fanática limitación
    religiosa que ha quedado impuesta desde la Conquista.

    Es más fácil que las culpas se las echemos a
    Dios que a nosotros mismos, por haber permitido que
    políticos y líderes se afianzaran en nuestras
    miserias.

    Y ambos grupos son unos
    descarados y desconsiderados con la vida de millones de personas
    a las que mantienen en el más cruel de los engaños
    y estafas posibles de imaginar.

    Ya lo hemos dicho, y lo vamos a repetir, Dios, nuestro
    Creador, ya nos dio las herramientas físicas, mentales y
    emocionales para superarnos y salir adelante por nuestros propios
    medios humanos.

    Las penas, miserias y las grandes limitaciones que son
    producto del
    subdesarrollo no pueden ser castigo ni mucho menos.

    Las penas, miserias y las grandes limitaciones son
    susceptibles de ser superadas, revertidas y purgadas de nuestras
    vidas por nosotros mismos.

    Si ustedes votan por mi candidatura y por los miembros de
    mi partido, y me hacen el próximo presidente y a ellos
    diputados y alcaldes, les prometemos sacarlos de la pobreza y de
    la miserias que el anterior gobierno los metió
    .

    ¿Se ha cumplido acaso, por parte de los
    políticos que en campaña dicen una cosa pero que en
    el poder hacen otra, y hoy con nuestros votos depositados a favor
    de los demagogos y estafadores de conciencias ya tenemos
    asegurado el acceso al bienestar y a las oportunidades de
    superación?.

    ¡NO!.

    De verdad que estamos bien jodidos.

    Y si el pobre ya cree ser ineficiente, eso lo lleva a aceptar
    que no es competitivo; y concluye que es su propia culpa el haber
    llegado a ser pobre miserable sin ninguna oportunidad de
    superarse o desarrollar sus potencialidades, las que de todos
    modos no cree poseer ninguna.

    La historia de la
    pobreza en América Latina tiene matices sumamente
    contrastantes, tal y como hemos visto y vamos a ver en este
    maravilloso manual que, como instrumento abre mentes, nos
    servirá de mucho.

    Resulta que las constantes migraciones del área rural
    municipal y comunitaria hacia los centros urbanos en la
    provincia, departamentos o estados, y luego de éstos hacia
    las capitales o sedes del Gobierno Central en nuestros
    países, en busca de mejores condiciones de vida que no
    pudieron encontrar en su comunidad, municipio, provincia,
    departamento o estado, tuvo un tremendo impacto social negativo
    en donde, las consideraciones o previsiones de ese
    fenómeno que se pudieron haber hecho en su momento por los
    estudiosos, sociólogos y demás tecnócratas,
    con lo que estamos experimentando y sintiendo actualmente, se
    quedaron cortas.

    Las complicaciones en todos los órdenes de la vida de
    nuestras ciudades ha sufrido un deterioro enorme con ese
    constante flujo de familias que todos los días amanecen en
    terrenos municipales o privados con chozas y champas para
    protegerse de la intemperie y sin uno solo de los servicios
    básicos.

    ¿Y qué decir de aquellos muchísimos que
    ocupan laderas, barrancos y sitios peligrosísimos para
    asentarse y "vivir" a la buena de Dios rezando para que la
    naturaleza no
    les juegue mal con deslaves, lluvias o hundimientos que matan
    cada año a cientos de familias que invaden terrenos
    inapropiados para fincar su hogar?…

    Esas miles de personas que sin más remedio salieron, y
    continúan haciéndolo, de sus comunidades en busca
    de unos ingresos adecuados para ellos y sus familiares, se
    enfrentan con una saturación de seres humanos igual que
    ellos y no les queda más remedio que subemplearse o
    delinquir.

    Y aquí entran los grupos de criminales, pandillas y
    bandas delincuenciales que reciben con los brazos abiertos a los
    nuevos miembros provenientes de las miserias que, por esa
    condición de primerizos son los que tienen que arriesgarse
    más que los miembros un poco más antiguos del grupo
    de ladrones y asaltantes.

    Luego y con un poco de más necesidad de dinero
    fácil, y por supuesto con suficiente experiencia en el
    ramo, pueden optar a ingresar a las bandas del crimen
    organizado en donde el robo de vehículos, asaltos a
    bancos y financieras, así como extorsiones, secuestros y
    el narcotráfico, representa la
    graduación de hampones y la culminación de su
    carrera en el crimen.

    La otra opción, la de trabajar vendiendo fruta, flores,
    artefactos diversos y periódicos en los cruceros
    más concurridos por el tráfico, o dulces,
    cigarrillos y galletas en un puesto no ambulante y lustrar
    zapatos en las esquinas o parques, es lo que les va quedando.

    Aunque pueden pedir limosna, limpiar vidrios de los
    vehículos o escupir fuego por la boca al incendiar el
    diesel o gasolina que escupen en los cruceros.

    Esas opciones tan pobremente retribuidas y de tanto esfuerzo
    para recibir pocos centavos, es la que más rápido
    los hace tomar decisiones antisociales a nuestros jóvenes
    y emigrados del interior.

    Nuestras ciudades capitales, y muchas de las más
    importantes ciudades latinoamericanas, están rodeadas de
    cinturones de miseria y pobreza y sus habitantes, todos y cada
    uno de ellos están, desde que llegaron a ser parte de esos
    asentamientos humanos, a la espera del milagro que los saque de
    las condiciones infrahumanas en las que tienen que
    sobrevivir.

    Se asientan a la orilla de los barrancos y con las primeras
    lluvias del año muchas de esas precarias viviendas
    sucumben a las inclemencias del tiempo; y vidas,
    destrucción y pérdida de sus pocas pertenencias
    terminan en unos pocos segundos.

    Las viviendas en las que comparten la vida en familia carecen
    de todos los servicios básicos; no tienen agua potable,
    drenajes, sanitarios ni condiciones mínimas para poder
    sobrevivir a su miserable situación.

    Y si hablamos de escuelas, centros de salud o clínicas
    que puedan atender la necesidad de educación y salubridad
    de la familia, principalmente niños y ancianos, el Estado
    y el Gobierno respectivo no tienen la capacidad de
    reacción pues el dinero programado en el Presupuesto de
    Gastos nunca
    prevé esas extremas condiciones.

    Las municipalidades, por su parte, como las obligadas a
    proporcionar los servicios en las comunidades, se encuentran al
    borde del colapso porque no tienen los recursos para invertirlos
    en las necesidades no atendidas de asentamientos y comunidades
    que florecen como por generación espontánea en las
    periferias de las ciudades.

    Y los asentamientos humanos, por eso mismo, representan
    vívidamente esa realidad que hoy nos ocupa y que para
    cualquier curioso, estudioso o simple vecino es fácil
    llegar a verlos y comprender la triste situación en la que
    tienen que pasar días y semanas sin esperanza alguna de
    que alguien se preocupe de ellos y los saque de la miseria.

    Y ya es sumamente preocupante la búsqueda de
    satisfactores sociales y de infraestructura básica, que al
    día de hoy ha sido insuficiente poder llevarles y hacer
    llegar algún mínimo detalle a las comunidades
    más desprotegidas que pueda traducirse en su
    bienestar.

    El agua es tan
    escasa que perforar más pozos es un dolor de cabeza, ya
    que las capas freáticas se han ido a grandes profundidades
    y para producir agua es
    necesario irse más al fondo, para luego distribuirla en
    las viviendas de los asentamientos humanos.

    La
    Globalización y las transformaciones económicas
    y financieras, así como las sociales, que nos ha tocado
    que vivir en estos últimos 25 años, en donde la
    recesión, la desaceleración de nuestras
    economías, la inflación, la pérdida de poder
    adquisitivo de nuestras monedas con las devaluaciones y unido
    todo ello al saqueo de los dineros del Estado por aquellos que
    temporalmente ocuparon cargos públicos recientemente, ha
    traído un fenómeno con el que, nos guste o no, ya
    nos hemos acostumbrado a convivir.

    No hemos tenido otra opción.

    Por lo menos la gran mayoría de los
    latinoamericanos.

    Algunos, imitando a nuestros hermanos del interior y de la
    provincia de nuestros países que acuden en masa a las
    grandes ciudades y a las capitales, se han ido a los Estados
    Unidos buscando un mejor futuro y una vida digna para sus
    familias que no pudieron encontrar aquí en su propio
    país.

    Y han tenido que soportar todo el calvario que significa
    ponerse en manos de coyotes, polleros y personas que se dedican
    al tráfico de ilegales y han sido estafados, las
    más de las veces junto a violaciones de mujeres, robos,
    degradación y ultrajes a la dignidad de las personas que
    viajan en las condiciones que lo hacen buscando llegar al
    paraíso, según ellos.

    Pero la llegada a territorio estadounidense no es
    garantía de nada.

    Si logran burlar la migra, a pesar de ello, pende de su cabeza
    que en cualquier momento puedan ser deportados y pierdan lo poco
    que habían logrado hacer.

    Trabajar en condiciones de ilegalidad representa otro
    calvario.

    Pero en fin ese es un recurso en el que se arriesgan
    muchísimos seres humanos desesperados por las limitaciones
    de sus países. Y si de todos modos su expectativa de vida
    es pequeña en su país, y los riesgos de
    morir son tan grandes en su patria, es mejor intentarlo y llegar
    al sueño americano.

    Y, aunque usted no lo crea, las remesas de dinero que
    envían a sus familias desde los Estados Unidos, o
    Canadá, los latinoamericanos que consiguieron hacer su
    vida por allá, es un recurso tan grande o mayor que los
    que ingresan por concepto de exportaciones de
    productos tradicionales y no tan tradicionales.

    Por lo menos en Guatemala, El Salvador, Honduras, la
    República Dominicana, Ecuador,
    Bolivia y
    otros países las remesas familiares han sido la
    salvación de nuestras economías nacionales.

    Lo crea usted o no esa es la realidad.

    El grave deterioro de nuestras capacidades, en casi todos los
    niveles sociales, dio como consecuencia un enorme aumento en los
    desocupados, en los sin empleo y en
    los que sin más remedio tuvieron que abrirse campo entre
    los sub ocupados y entre los informales.

    Es decir que hemos estado viviendo un corrimiento brutal de
    personas trabajadoras, productivas y generadoras de algún
    grado de riqueza a su alrededor, hacia capas inferiores sociales
    de menor escala productiva
    en donde ha crecido, de manera alarmante, el llamado sector
    informal de la economía; viniendo,
    como consecuencia de ello, millones de latinoamericanos bajo un
    notable deterioro en los niveles de ingresos.

    Grandes grupos
    sociales, y principalmente los étnicos, nos hemos
    visto presionados a sobrevivir excluidos de cualquier posibilidad
    de poder cubrir nuestras necesidades básicas y de las de
    nuestras familias.

    Y surgió así, sin saber el momento preciso en
    que ello ocurrió, el nuevo grupo social de
    latinoamericanos condenados a que se nos denomine, por parte de
    los que estudian estos fenómenos, como los nuevos pobres
    localizados en las áreas urbanas de nuestros
    países; en donde estamos todos aquellos que pertenecemos
    al sector medio de la población cuya característica
    principal, y obvia además, es la imposibilidad de tener
    acceso a los bienes y servicios básicos; y además
    públicos que son indispensables para llevar una vida
    digna, decorosa y respetable.

    Ya no tenemos, ni contamos en nuestras patrias, solamente con
    pobres o con personas que ocupan los espacios en la extrema
    pobreza, ubicados en áreas marginales, rurales y
    focalizados en comunidades bien definidas.

    No.

    Hace muchos años que hay grandes niveles de
    concentración de nuevos pobres en colonias y barrios
    eminentemente urbanos.

    Esto hace que los valores
    tradicionales de la pobreza, y de la extrema pobreza, con los que
    hemos estado acostumbrados a verla, hoy, con la aceptación
    de su existencia y con la incursión de los nuevos
    ciudadanos pobres urbanos ha marcado un cambio
    fundamental en nuestros países, no sólo por el
    tamaño, localización y exposición
    de la pobreza en sí, sino que ahora habrá que
    agregar otros elementos importantes, como lo pueden ser sus
    propias características.

    A la denominada nueva pobreza urbana en Latinoamérica
    habrá que sumarla con la pobreza y con la extrema pobreza
    tradicional.

    Es decir que un impresionante número creciente de
    familias que vienen de los más diversos sectores y niveles
    de nuestras respectivas sociedades, con su cultura e historia
    económica y financiera muy diferente, tienen demandas y
    necesidades producto de su carencia y del deterioro progresivo en
    su calidad de vida
    que, de alguna manera habrá que atender inmediatamente,
    sin descuidar los planes para llevar satisfactores sociales a los
    marginados y a los grandes excluidos de siempre.

    Los nuevos pobres urbanos cuentan con vivienda y con acceso a
    servicios públicos básicos, a los cuales pudieron
    acceder o llegar en los momentos previos al deterioro de sus
    ingresos y de su calidad de vida.

    Con estos nuevos elementos, y que sin más remedio
    tenemos que aceptarlos, además de la complejidad,
    tamaño y del fenómeno progresivo de la pobreza que
    mina día con día nuestras sociedades, no podemos
    dejar de mencionar y estudiar, por eso mismo, el otro factor
    socio político, cultural y étnico que tiene la
    pobreza, y es su intensidad, su ímpetu y su violencia.

    Es decir, y nos referimos, a ¡cuán pobres son los
    pobres!.

    ¿De qué tamaño es la brecha en los
    ingresos familiares que impiden una vida digna?.

    ¡Qué tan violento es el virus de la
    pobreza que carcome, sin detenerse, a nuestras familias!.

    Lo dramático es que la presencia de los hijos, en la
    familia tradicional latinoamericana, tiene un efecto
    multiplicador negativo, pues provoca el círculo vicioso de
    la progresiva reducción en los ya magros ingresos
    familiares, del que luego, los hijos de los hijos ya no pueden
    salir y la pobreza estructural se dispara, como ha ocurrido,
    hasta niveles inconcebibles en la realidad nacional de nuestros
    países.

    Los niños, ancianos, minusválidos, los
    improductivos y los que han caído en vicios como el
    alcohol,
    las drogas y
    otras dependencias tienen un efecto múltiple, devastador y
    catastrófico para las comunidades, pues sus familias, al
    aumentar el número de personas que dependen de los
    pequeños y medianos ingresos logrados, ven la
    disminución de los mismos y como consecuencia descuidan
    la
    educación, salud, alimentación y
    atención; trayendo otro mal a la familia que es el
    deterioro en la auto estima y auto imagen personal y entonces, y
    como consecuencia de ello, la psiquis del grupo familiar y de la
    comunidad pierde su seguridad y la fortaleza social.

    Y se reduce, aún más, la participación,
    organización y la toma de decisiones.

    Se suprime el valor
    cívico y la
    competitividad social comunitaria.

    El carácter multidimensional que tiene la propia
    complejidad de la pobreza, de la pobreza extrema y de los nuevos
    pobres urbanos demanda
    urgentemente la implementación de políticas
    sociales que superen los riesgos de los desposeídos y que
    se proceda a buscar mecanismos de integración humana, social, productiva y
    territorial, sin descuidar los servicios públicos y la
    infraestructura básica.

    Con esta horrenda realidad social muy a la latinoamericana,
    muy nuestra diríamos mejor, no caben las grandes esperas
    ni las falsas promesas ni que sigamos aparentando que no es con
    nuestra generación o con nuestro respectivo Gobierno la
    cosa; mucho menos que dejemos la situación tal como
    está para que otros en el futuro lejano busquen las
    salidas y soluciones.

    Hoy, ahora, la demanda social es de nuestra
    generación.

    Y debemos estar dispuestos a asumir este reto que cada uno de
    nuestros bellos países y nuestras familias demandan de
    nosotros como habitantes, como Gobiernos y como políticos
    concientes de nuestra respectiva realidad nacional.

    ESTRATEGIAS PARA LUCHAR
    EN CONTRA DE LA POBREZA

    Todas las capacidades del ser humano, así como sus
    mejores habilidades, se hacen pocas a la hora de enfrentarnos con
    el enemigo número uno de la sociedad y de las naciones del
    Tercer Mundo.

    Las nuestras, las Repúblicas de América Latina,
    por estar ubicadas en los tristes y lamentables renglones de
    aquellos países en donde la pobreza, la pobreza extrema y
    la pauperización de las clases medias han enraizado
    limitaciones, atrasos y miserias, a cuales más
    dramáticas, y soportamos unas condiciones infrahumanas
    para nuestros habitantes que ya son social y políticamente
    inaguantables, somos los obligados a detener este cáncer
    socio-político que nos está acabando.

    La maestría y tácticas con las que empecemos a
    espulgar el subdesarrollo y cada una de sus manifestaciones,
    así como el arte que le
    imprimamos para atacarlas, hasta acabarlas, son parte de esas
    estrategias
    necesarias e indispensables que debemos implementar en esta
    desigual lucha contra la pobreza.

    Es ineludible aceptar que el desarrollo humano y social de los
    habitantes de nuestros sufridos pueblos no es más que un
    proceso en el que la búsqueda de la transformación
    de las comunidades, y en general de la sociedad completa, se
    produce y se da en el curso de muchos años.

    Para concluir con las limitaciones y atrasos que nos tienen
    hundidos en el fango social en el que estamos, tenemos que
    comprender que no serán eventos que se
    vean de la noche a la mañana.

    No.

    Nada de eso.

    Todo proceso lleva su tiempo para completarse.

    Y a pesar que si nos comparamos con naciones desarrolladas y
    del llamado Primer Mundo y soñamos en estar como sus
    habitantes, es cosa del tiempo llegar a conseguir las condiciones
    sociales, políticas, humanas y culturales que en otras
    latitudes se viven.

    Lo que no debemos de perder de vista es que la posibilidad de
    lograrlo está delante de nosotros y que con solo poner
    nuestros pies, uno detrás del otro, en la dirección
    correcta del desarrollo humano y social, poco a poco veremos
    coronado el éxito que nos espera.

    Tendremos que buscar un mecanismo y un enfoque integral
    nacionalista para que el proceso del desarrollo humano y social
    de nuestras poblaciones no descuide, ni pierda, el sentido real
    con la multidimensionalidad que tiene la pobreza en
    América Latina.

    Es decir que no es sólo de agarrar nuestro entusiasmo y
    buenos deseos como se consiguen las cosas en estas condiciones de
    pobreza en las que vivimos.

    No.

    Hay que saber integrarnos a la multidimensionalidad de la
    pobreza y no descuidar ni uno solo de sus puntos para, así
    mismo, plantear una estrategia integral que tome en cuenta todas
    y cada una de las manifestaciones, consecuencias y miserias que
    tiene.

    Y, una vez enfocadas esas dimensiones, proceder al
    diseño de las estrategias.

    Es importante que una de las metas sea proponernos hacer que
    la participación de las comunidades y sectores agobiados
    por la pobreza se produzca para ir logrando, en la medida que
    esto se vaya dando, una reducción sostenida en los
    índices alarmantes con los que hoy convivimos.

    Y para lograr combatir en serio la pobreza tenemos que empezar
    a programar y diseñar una serie de eventos que nos
    permitan un crecimiento
    económico mucho más ágil y rápido
    que el que tenemos sin descuidar al ser humano y a las
    familias.

    Si es que acaso hemos tenido crecimiento económico.

    Si logramos identificar plenamente los objetivos nacionales de
    cada uno de nuestros respectivos países, y a eso le
    agregamos una serie de estrategias creativas e ingeniosas, junto
    a una orientación gubernamental con políticas de
    desarrollo humano y social amplias, estamos más que
    seguros que el camino arduo y lleno de vicisitudes que nos espera
    lo podremos andar de una mejor manera para cumplir con la meta de
    reducir la brecha y las líneas de pobreza que agobian a
    nuestros hermanos desposeídos.

    Debemos buscar la ayuda y el apoyo de los Organismos
    Internacionales de Desarrollo, para que colaboren estrechamente
    forjando alianzas estratégicas, racionalizando programas
    de cooperación y poder aprovechar mucho mejor las ventajas
    que nos ofrecen.

    El reto que todos los habitantes de esta tan querida
    América Latina tenemos, participando activamente en estas
    acciones, es la erradicación de la extrema pobreza, lograr
    satisfactores sociales en las clases más
    desposeídas, las de menores ingresos y pobres de nuestra
    respectiva nación,
    así como la atención a las clases medias para
    detener su acelerada pauperización.

    OBJETIVOS
    ESPECÍFICOS:

    1. Mejorar las condiciones de vida y de trabajo, empezando en
      los asentamientos humanos.
    2. Ejecutar en forma metódica nuevos enfoques y
      conceptos que contribuyan al desarrollo
      sostenible de los asentamientos humanos desde una
      perspectiva comunitaria y de los Distritos Municipales
      Desarrollados.
    3. Distribuir los recursos del Estado con transparencia y con
      énfasis en las zonas pobres y excluidas.
    4. Generar empleos permanentes.
    5. Crear y consolidar actividades microempresariales en las
      comunidades.
    6. Mejorar la focalización de todos los programas
      sociales.
    7. Brindar especial y oportuna atención a los grupos
      humanos más vulnerables y tradicionalmente
      excluidos.
    8. Aumentar la cobertura de programas de
      capacitación.
    9. Tratamiento especial, oportuno y directo hacia
      jóvenes, mujeres jefas de hogar y ancianos.
    10. Construir centros de emergencia social que permitan
      orientar y atender transitoriamente a las personas
      afectadas.
    11. Diseñar e implementar un sistema de
      información en red nacional para la
      atención de emergencias de todo tipo.
    12. Atención a los niños y adolescentes en
      abandono.
    13. Prevenir la deserción
      escolar en todos los niveles.
    14. Apoyar la modernización en la enseñanza media, con énfasis en la
      tecnología y la informática.
    15. Incorporar a maestros, profesores y al personal docente en
      general al proceso de modernización de la
      educación.
    16. Aumentar la cobertura en la atención escolar.

    ¿POR QUÉ
    DEBEMOS FORMULAR UNA ESTRATEGIA GENERAL ALTERNATIVA PARA LUCHAR
    CONTRA LA POBREZA?

    1. Porque la situación en nuestros países es una
      dramática e insoportable para los habitantes más
      desposeídos y más excluidos.
    2. Para garantizar que las demandas, los problemas y
      necesidades de la sociedad que vive en la pobreza, se lleguen a
      considerar prioritarias en la política pública
      que se implemente desde las esferas del Gobierno de nuestro
      país, y hacer con ellas un Compromiso de Estado.
      Sólo así podemos ir eliminando las exclusiones y
      la falta de igualdad.
    3. Para lograr concienciar, tanto a la sociedad civil
      como a la iniciativa privada y a las demás instituciones
      del Estado, en el sentido de conseguir una real
      transformación de nuestras naciones.
    4. Para buscar y tener, en la verdadera transformación
      de la sociedad, el respaldo de aquellos que realmente saben lo
      que es la pobreza, es decir los pobres, los extremadamente
      pobres y los nuevos pobres urbanos.
    5. Para que esta lucha frontal contra la pobreza permita que
      adquiramos dominio sobre
      nuestro desarrollo humano, social, económico, de
      infraestructura, de servicios públicos y territoriales,
      y con ello llegar a disponer de una mejor visión
      nacional futura; y formular, entonces, un Plan
      Sistemático de Desarrollo Sostenible de largo
      alcance.
    6. Para que podamos ser sujeto y objeto de la Comunidad
      Internacional Organizada, incluidos los donantes bilaterales y
      las instituciones financieras multilaterales.

    ¿CÓMO LOGRAR QUE ESTAS
    ESTRATEGIAS

    AYUDEN A LOS POBRES?

    1. Estableciendo una Política Integral de acciones
      gubernamentales y del Estado absolutamente coordinadas.
    2. Concentrándonos en los resultados y no en enunciados
      políticos teóricos.
    3. Determinando qué tipo de medidas debemos implementar
      para orientarlas y llegar a producir, y generar en la sociedad
      en general, el mayor impacto posible sobre y contra la
      pobreza.
    4. Aceptando que el fenómeno social de la pobreza es un
      problema complejo y multidimensional, y por lo tanto, debemos
      empezar a implementar acciones integrales, interinstitucionales
      y de la mano con la cooperación internacional, para
      elaborar un Plan Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y
      Social que incluya una política de Estado para lograr un
      rápido crecimiento económico, adaptando
      políticas macroeconómicas acertadas, no de shock
      ni mucho menos radicales, sin descuidar al ser humano y a las
      familias; además de una profunda reforma estructural del
      Estado, en cada uno de nuestros malogrados países,
      basado en la Descentralización y el progreso.
    5. Reconociendo nuestra propia multidimensionalidad nacional
      en cada país latinoamericano, la realidad
      económica, social, cultural e histórica, en el
      marco de la paz social, la convivencia fraternal y la solidaridad;
      además del espíritu constitucional de la Justicia
      Social, del Principio de Subsidiariedad y del Bien
      Común.
    6. Estableciendo parámetros
      socio-político-económicos para alcanzar el
      Progreso Cuantificable; y ver efectivamente los beneficios del
      crecimiento. Es decir la elevación de los niveles de
      vida y la reducción de la vulnerabilidad al riesgo que
      pobres, extremadamente pobres y pobres urbanos sufren y padecen
      en la actualidad.
    7. Midiendo constantemente el impacto social y publicando los
      resultados al respecto de nuestras actividades, sean estos
      positivos o negativos.
    8. Reconociendo que la búsqueda de estos loables
      resultados no se lograrán de la noche a la
      mañana, para entonces ir buscando la verdadera
      transformación institucional, además de empezar a
      desarrollar la capacidad de fiscalización de los
      habitantes desde sus propias comunidades y municipios,
      consolidando la organización ciudadana, la
      participación cívica y la responsabilidad
      política individual, o sea que el ciudadano
      latinoamericano común y corriente exija el rendimiento
      de cuentas de los funcionarios, empleados públicos,
      autoridades, representantes y de sus gobernantes.
    9. Consiguiendo un compromiso a largo plazo con la Comunidad
      de países amigos, organismos de desarrollo y la
      cooperación internacional; sin descuidar a las organizaciones
      no gubernamentales que operan en nuestros países,
      así como clubes, patronatos y asociaciones
      nacionales.

    ¿QUÉ
    RELACIÓN HAY QUE TENER ENTRE LA ESTRATEGIA GENERAL
    ALTERNATIVA PARA COMBATIR LA POBREZA Y EL PLAN NACIONAL
    SOSTENIBLE DE DESARROLLO HUMANO Y SOCIAL?

    1. El Plan Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y Social
      tiene un enfoque de formulación basado en grandes
      líneas políticas: Desarrollo Productivo
      Sostenible y Generación de Empleo. Desarrollo de
      Infraestructura Básica. Desarrollo Humano. Desarrollo
      Social. Desarrollo Territorial. Desarrollo
      Económico. Buscando con ello un mejor equilibrio
      entre los aspectos económicos de las comunidades, de
      infraestructura básica en los municipios, de
      superación personal en las familias y de
      recuperación territorial en zonas bastas de nuestros
      países. Por lo que la relación entre estrategias
      y planes deberá estar amalgamado en mejores relaciones
      con la Cooperación y Colaboración Internacional
      para que nos ayuden a conseguir el equilibrio buscado.
    2. Para lograr un desarrollo duradero y una reducción
      amplia en la pobreza es fundamental terminar con la exclusiones
      (étnicas, de género,
      etc.), con la impunidad,
      inseguridad,
      corrupción y, amén de otras
      consideraciones, sin olvidarnos, por supuesto, de la
      insalubridad, analfabetismo y de la lucha a favor del medio
      ambiente, y de la capacitación técnica de
      nuestros jóvenes; elementos que integran, junto a otros,
      la Estrategia General Alternativa para combatir en serio la
      pobreza, que guardan una intrínseca relación con
      las grandes líneas del Plan Nacional Sostenible de
      Desarrollo Humano y Social.
    3. Y la principal de todas las acciones que relacione una y
      consolide ambas líneas, descansa en la voluntad
      política directa del Presidente de la República,
      así como la comprensión del Organismo Legislativo
      para hacer de estos pasos una Real Política de Estado en
      cada uno de nuestros países que lo demandan de manera
      urgente.

    ¿CUÁLES SON
    LAS CARACTERÍSTICAS DE LA ESTRATEGIA GENERAL ALTERNATIVA
    PARA COMBATIR EL SERIO LA POBREZA?

    1. EL DIAGNÓSTICO DE LOS OBSTÁCULOS QUE FRENAN
      LA LUCHA CONTRA LA POBREZA Y EL CRECIMIENTO
      ECONÓMICO:
      Un paso fundamental es disponer de los
      datos reales
      de quiénes son los pobres, los extremadamente pobres y
      los pobres urbanos, dónde viven, y la plena
      identificación de sus necesidades, problemas y
      servicios no atendidos, cada uno en los niveles que les
      corresponde. Y con esta información básica,
      analizar los factores macroeconómicos, sociales,
      estructurales, institucionales y los tradicionales, tanto
      políticos, culturales y étnicos, como los de
      influencia externa, tecnológicos y educativos, que
      frenan el crecimiento económico y la lucha contra la
      pobreza.

      hora bien, los Grandes Objetivos Nacionales tienen que ser
      de varios tipos o niveles:

      1. DE LARGO PLAZO: En relación y
        función a los indicadores generales nacionales del
        Crecimiento Económico y de las carencias y penurias
        comunitarias y municipales. Así como acomodarnos a
        las Políticas de Desarrollo Social generados y
        propuestos por la Comunidad Internacional y
        Cooperantes.
      2. DE MEDIANO PLAZO: Basándonos en
        indicadores más verificables, como tazas de
        crecimiento anual, relación anual de nuevos
        empadronados, relación anual de nuevos mayores de
        edad, inscripción de nuevos alumnos en escuelas
        públicas y privadas, deserciones estudiantiles en
        todos los niveles (primaria, básicos o nivel medio,
        tecnológico y universitario), relación anual
        de nuevos profesionales graduados, relación anual de
        pacientes atendidos, relación anual en
        políticas de prevención y curación,
        jornadas de vacunación, inflación, devaluación, índice de
        precios,
        relación anual de nuevos empresarios,
        relación anual de cierre de empresas,
        relación anual de la masa monetaria depositada e
        invertida, relación anual de la producción agro industrial,
        relación anual de exportaciones e importaciones, mortalidad, morbilidad,
        estudios de opinión y encuestas para determinar satisfactores
        personales y superación personal. Etc.
      3. DE CORTO PLAZO: Adentro del contexto del
        Presupuesto General de Gastos, de cada uno de nuestros
        países, del Presupuesto de Inversión Social,
        así como de los presupuestos municipales y de cada estado,
        si fuera el caso, basaríamos las propuestas y
        objetivos nacionales, estatales, departamentales o de
        provincia, municipales y comunitarios.
    2. POLÍTICAS Y OBJETIVOS: Una vez comprendido,
      ubicado y bien analizado el Fenómeno de la Pobreza en
      cada uno de nuestros países, así como sus causas
      y su dispersión y multiplicación progresiva,
      deberíamos empezar a establecer metas a corto, mediano y
      largo plazo que formarían parte de la Estrategia
      Principal, para con ello, entonces, disponer e iniciar la
      formulación de Políticas Macroeconómicas,
      Estructurales, Sociales, Territoriales y Legales, para
      conseguir el mayor objetivo que
      es hacer de todo esto una Línea de Política de
      Estado, y sólo así disponer de la posibilidad de
      llegar a alcanzar los resultados por todos deseados.
    3. SEGUIMIENTO: En la estratégica lucha contra la
      pobreza debemos incluir todos los mecanismos a nuestro
      alcance para verificar y mantener un seguimiento apropiado de
      las políticas, avances, frenos, apoyos, el impacto
      social político y las consecuencias, para integrarlo y
      manejar toda la información para que dispongan de ella
      los Organismos Cooperantes de la Comunidad Internacional, los
      estudiosos y no digamos la población en general, e ir
      haciendo las correcciones necesarias en el rumbo y en las
      diferentes líneas políticas.

      1. LONGEVIDAD: Que la podemos medir en base a la
        esperanza de vida al nacer.
      2. NIVEL DE CONOCIMIENTOS: Que representa el
        coeficiente de alfabetización de adultos, junto al
        promedio de años de escolaridad.
      3. ACCESO A NIVELES DECENTES DE VIDA: Medible por
        una serie de ajustes del ingreso per cápita.
    4. LA MEDICIÓN DEL DESARROLLO HUMANO: El
      Índice o los Índices de Desarrollo Humano (IDH)
      que permiten esta medición por medio de la
      ponderación de tres elementos, nos dan una visión
      clara de valores en una escala comprendida entre el 0 y el 1,
      en la que 0 es la mínima y 1 es la máxima. Los
      países que tienen un Índice de Desarrollo Humano
      inferior al 0.5 tiene un bajo nivel de desarrollo, aquellos
      cuyo IDH esté comprendido entre 0.5 y 0.8 tienen un
      nivel medio; y aquellos otros que su IDH es superior al 0.8 un
      nivel alto. Estos elementos son:
    5. COOPERACIÓN Y ASISTENCIA EXTERNA: Una bien
      estudiada, planificada y coordinada acción en este
      campo, unificada bajo y en una sola institución, puede
      incrementar la eficacia y
      eficiencia de
      la Asistencia Internacional de la Comunidad de Donantes y
      Cooperantes, tanto en el aspecto financiero, técnico y
      humano, como en el político y de proyectos y
      servicios.
    6. PROCESO PARTICIPATIVO: Con esta estrategia
      estaríamos involucrando a la población en
      general, para que por medio de comités, juntas de
      vecinos, asociaciones, gremios y en general la sociedad civil
      organizada, se mantenga un examen perenne de la
      situación nacional, la consulta directa, el análisis, las propuestas, apoyos y la
      fiscalización y el seguimiento ciudadano.

    ¿QUÉ
    FUNCIÓN DEBERÍAN DE DESEMPEÑAR LOS DONANTES
    Y LOS ORGANISMOS MULTILATERALES?:

    1. Para asegurar el éxito del Plan Nacional Sostenible
      de Desarrollo Humano y Social, así como la Estrategia
      General Alternativa para Combatir la Pobreza, debemos contar
      con todo el respaldo de los Organismos de Desarrollo y recibir
      de ellos el soporte político, financiero y de
      cooperación, a favor de nuestros respectivos
      países.
    2. Lo ideal es que todos los donantes, cooperantes y las
      instituciones multilaterales de desarrollo colaboren en la
      Estrategia General Alternativa para Combatir en serio la
      Pobreza en nuestras naciones, así como en el Plan
      Nacional Sostenible de Desarrollo Humano y Social;
      identificando su participación directa y
      específica y comprometiendo recursos desde el principio
      para respaldar esa participación desde el inicio del
      proceso.
    3. Una participación mayor, y sobre todo coordinada, de
      toda la comunidad de donantes, cooperantes y organismos
      multilaterales, facilitaría el seguimiento de los
      avances y de objetivos en el propio marco del desarrollo
      internacional, fin por el cual ellos nacieron.

    GUILLERMO RUANO GONZÁLEZ

    Investigador, Asesor y Consultor en Ingeniería
    Política y Comunicación.

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