- El arte de ser
gobernados - La culpa ¿De quién
es? - ¿Qué dicen los
reglamentos que nos rigen? - ¿Recetas contra los
malos gobiernos y contra los aprovechadotes
presidentes? - Reconsiderar nuestro destino y
el de las nuevas generaciones - Transformar y revolucionar las
bases sociales proyectémonos para mañana, para el
año entrante y para el próximo
siglo - ¿Qué tipo de
organizaciones, instituciones y asociaciones necesitamos para
ese promisorio futuro? - ¡Muy bien!, ¿Y ahora,
en estos precisos momentos, qué debemos
hacer?
Claro que para que exista un Presidente, y su Gobierno, debe
existir una población a la que se conduzca y se
gobierne; y, por supuesto, que vote por los
candidatos.
Gobernar es ofrecer las mejores cualidades y acciones,
tanto políticas
y sociales, como en administración, de y en las instituciones
del Estado,
así como representar los intereses, sueños, anhelos
y las grandes ilusiones de superación, desarrollo y
progreso de las personas, en lo individual, como de los grupos familiares
y comunitarios; y sin olvidarnos que gobernar tiene mucho que ver
con la tarea de dirigir, guiar y conducir a todo el país,
de manera integral, hacia la superación, desbaratando todo
aquello que se oponga a la justicia, a la
paz, a la seguridad y al
desarrollo integral de la nación
completa.
¿Tenemos eso o algo que se le parezca en nuestra
Latinoamérica? ¿Habremos tenido, aunque sea de
refilón, parte de eso?.
Como es fácil de ver, podemos gritar a los cuatro
vientos que no.
Las exclusiones y las discriminaciones no son tareas
propias de un gobernante y, por supuesto, son rechazadas por la
población que ve minados sus derechos y su
relación fraternal entre sí.
Todos los habitantes esperamos que un nuevo Presidente,
cada vez que elegimos a uno, tenga la sabiduría de nombrar
y designar en los puestos importantes del Gobierno a los mejores
hombres y mujeres para que, junto a él, en una unidad de
equipo, puedan llevarnos los grandes beneficios sociales,
políticos y culturales que hemos demandado por siglos y
que otros, los anteriores presidentes y sus equipos de gobierno
no pudieron, no quisieron o se les olvidó que nuestra
patria está compuesta por seres humanos en abandono,
olvido y en el desprecio por nuestra calidad de
vida.
¿Será posible detener este círculo
vicioso que nos ha venido acompañando por los siglos de
los siglos?.
Ya es justo que alguien detenga la vaina esa tan
desagradable del decir popular, cada vez que asume un nuevo
Presidente, ojalá que este no sea tan malo como
él o los anteriores.
Y resulta que sale peor el condenado.
Qué desgracia por Dios Santo que cada vez
contamos con más pícaros, corruptos y
cínicos políticos que asumen el
Gobierno.
O que ya no digamos, en las elecciones presidenciales,
que tenemos que votar por el menos peor de los
candidatos.
¿Tan difícil les resulta ser honrados,
dignos y comprensivos a los que ganan una elección
presidencial?.
Bueno, no hay mal que dure cien años ni enfermo
que los aguante, pero desgraciadamente para muchísimos
latinoamericanos, que lamentablemente son los más
sufridos, la población indígena de nuestro sufrido
sub continente, llevan más de 500 años y,
efectivamente, no hay uno sólo de ellos que haya aguantado
vivo más de 60 años, que es el promedio de vida que
tenemos, pero sí, como concepto de
nación
y de población ya llevamos muchísimos años
con este mal a cuestas y no hay modo.
Ya es justo que las cosas cambien.
………¡AUXILIO!…….
Es como una paradoja, o mejor dicho como un mal chiste,
el título de este capítulo, pues llamar
pomposamente "el arte de ser Gobernados" a la cruda y amarga
realidad de estar reducidos, nosotros la población civil,
a ser objeto y no sujetos de gobierno, ya es mucha gana de
joder.
¿No lo creen ustedes así?.
Si tan solo se hiciera caso, palabra por palabra y letra
por letra, del mandato constitucional que obliga al Presidente y
a su Equipo de Gobierno a hacer por nosotros, otra cosa fuera
nuestro país y en otra situación estaríamos
cada uno de los habitantes de este rico y potencial territorio
latinoamericano.
Pero la desgracia para nuestros pueblos ha sido haber
tenido cada presidente en el Gobierno que, simple y llanamente,
no han servido para ni… ya usted sabe a lo que me
refiero.
Y no por simpleza literaria o por encajar una serie de
bonitas frases en este manual lo digo.
No.
Si compramos un litro de leche en la
tienda para llevar a la casa y a nuestra familia, un poco
de nutrición,
y si al abrirlo, luego de haberlo pagado –por supuesto que
si no lo hacemos no nos lo dan- resulta que está pasada la
leche o ya está agria y es inconveniente darla a nuestros
hijos, lo que hacemos es ir rápido a la tienda a
devolverla y que nos den otro litro o nuestro dinero.
O bien si no queremos problemas
optamos por tirarla a la basura.
¿A quién podemos acudir para reclamar por
estos malos, maletas, sobre todo pícaros, corruptos y
hasta perversos presidentes que hemos tenido en cada uno de
nuestros países en Latinoamérica?.
¿Quién diablos nos va a devolver esos
miles de millones de dólares que se dilapidaron por gusto
en cosas que nada tuvieron que ver con nuestro desarrollo, con la
justicia, con la seguridad o con la protección a nuestras
vidas, bienes,
derechos y sueños de superación?.
¿Y los millones de dólaritos que se
levantaron como vulgares ladrones los funcionarios
públicos de esos Gobiernos?.
¡A quién!…..
Por supuesto que a nadie.
Nos queda sólo rezar para que el próximo
no sea igual o peor que los anteriores.
¡Qué lindo!.
Porque si tal y como vimos con el ejemplo de la leche
quisiéramos tirar a la basura lo que no
sirve, e intentáramos botar al Presidente que no sirve,
nos llevaría la tiznada pues nos acusan de subversivos, de
propiciar la anarquía y el desorden, y nos meten a la
cárcel por querer romper el orden constitucional que, para
el mal gusto, protege durante cuatro, cinco o seis años
(depende el período Presidencial) a los ineptos, a los
ladrones y a los alagartados en el poder
público.
¿Quién podrá
defendernos?.
No se preocupe que hay miles de iluminados dispuestos a
hacerlo.
Y surgen entonces los nuevos Mesías, los
salvadores y los que están dispuestos a sacrificarse por
su pueblo ante los desmanes de los gobernantes, pero que simple y
llanamente, con los ejemplos de lo sucedido en Perú con
Alan García y Fujimori, Ecuador con
Bucarám y Lucio, en Guatemala
Serrano Elías y Portillo; los Sandinistas y Daniel Ortega
en Nicaragua, López Portillo o Salinas de Gortari en
México,
Chávez en Venezuela y
etc., etc., etc., nos arrastran de lo peor a lo más infame
y execrable.
¡Bonita solución la que nos dan los
iluminados y los que se sienten tocados por el dedo mismo de Dios
Padre!.
En cada una de las elecciones, de las que recientemente
hemos tenido en nuestros países, han aparecido, como
brotados por magia, cuatro, siete y hasta diez candidatos que
están convencidos de ser ellos la salvación
nacional.
¿Nombres?… ¡por favor!.
Para qué.
Simple y llanamente recuerde que tuvimos y hemos tenido
de todo, militares, guerrilleros, golpistas, licenciados,
pastores, curas, campesinos, indígenas, cooperativistas,
profesores, ladinos, chaparros, gordos, flacos, rubios, morenos,
y en fin una gran variedad de entes zoopolíticos de
nuestra fauna
latinoamericana.
Y eso es verdad.
Ni las hienas o chacales se comportan como nuestros
folclóricos iluminados y tocados por Dios nuestro
Señor –o que se creen tocados, que no es lo mismo
pero si lo peor-, como lo hacen los nuevos salvadores y
mesiánicos paisanos dispuestos a sacrificarse por sacarnos
de las fauces feroces de los políticos tradicionales, pero
incapaces de contar con los mínimos perfiles en
formación, educación o
experiencia en asuntos cívicos, políticos y con la
sensibilidad social que impide llegar a robar, a abusar y a
saquear las arcas nacionales.
Los políticos somos simples servidores de las
comunidades y los intérpretes de la realidad que padecen y
sufren los habitantes.
Y existimos con la única finalidad de buscar
resolver los problemas, inconvenientes y sufrimientos
comunitarios, no los personales ni los de los cuates, compadres,
amigos, amiguetes o novias y queridas.
Pero debido a que de todo hay en la viña del
Señor, algunos de los pícaros que pululan y se
hacen pasar como políticos, con sus actos y
comportamientos, hoy la sociedad, casi
por completo, los tenemos clasificados de ladrones,
sinvergüenzas, pícaros, largos, abusadores,
pervertidos, alimañas y cualquier otra cosa que a usted se
le pueda ocurrir.
En una palabra estamos entre las llamas y las
brazas.
O entre la espada y la pared.
Pero la verdadera culpa es de todos nosotros que no
hemos podido hacer que surja del seno de nuestras poblaciones una
serie de personas, de ambos géneros, que nos representen
digna y moralmente; que se hayan preparado ellos mismos, sus
acompañantes y correligionarios y que se formen, de manera
institucional, grupos cívicos y políticos,
verdaderas estructuras
partidarias y canales democráticos para permitir la
organización, participación y delegación
de la representatividad.
Es decir que no hemos cumplido con la tarea de
fiscalizar a nuestros líderes o posibles
líderes.
No sé de donde me vino la siguiente frase, pero
la voy a hacer mía y compartirla con ustedes para
reflexionar al respecto y ver que diantres hacemos de ahora en
adelante: pueblo que no se organiza, participa y delega su
representación, sin descuidar, ni por un instante, la
fiscalización y el control de sus
autoridades, ni se desarrolla ni avanza cívica y
políticamente, y condena a su gente al atraso y al
subdesarrollo.
Y esa es nuestra amarga, cruda y viva
realidad.
Ninguno de nosotros hemos hecho lo correcto y por eso es
que dicen que cada pueblo tiene el Gobierno y los gobernantes que
se merece.
¿Es acaso nuestra respectiva patria, nuestro
amado país, la excepción?.
No.
¡Qué va!.
…Que triste…
Ya es hora de hacer algo.
¿No creen?.
Para empezar a salir de estas condiciones de vileza en
la que nos tienen los políticos que se sacrifican por
su pueblo o de los improvisados salvadores e iluminados que
surgen como consecuencia de ello, o aún aquellos ex
militares que ofrecen mano dura y férrea contra las cosas
que están de cabeza, o contra la anarquía, la
inseguridad,
el desempleo o la
criminalidad, es indispensable que fortalezcamos nuestros
partidos
políticos y hacer de ellos verdaderas instituciones de
derecho
público, como lo dice la Ley Electoral y
de Partidos Políticos de nuestros
países.
O bien, ser verdaderamente revolucionarios y permitir
que, aunque no estemos en un partido político, cualquier
paisano pueda inscribirse o inscribir a cualquiera,
incluyéndose a él mismo o a ella misma, así
como que, cualquier grupo, gremio,
club, asociación, ong, entidad o
cooperativa lo
pueda hacer.
¿Acaso no tenemos garantizado el derecho a la
igualdad?
¡Acaso no somos todos, parejos, iguales ante la
ley!.
Si los partidos políticos tienen el derecho de
inscribir candidatos, cualquier ciudadano, persona humana o
persona jurídica, también lo debe poder hacer; si
no la Declaración Universal de Derechos Humanos,
la Convención Americana Sobre Derechos Humanos y el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, no sirven
para un carajo.
¿No lo cree así usted?…
Claro que antes es indispensable hacer alguno que otro
cambio.
Y para empezar hay que meterle mano, inmediatamente
a:
- La Constitución.
- La Ley Electoral y de Partidos
Políticos. - La Ley que regula al Poder
Ejecutivo. - Y algunas otras más.
Lo que sí es indispensable realizar antes de
meterle mano a la Constitución, por medio de una Asamblea
Nacional Constituyente, es que el Congreso de la República
apruebe, de urgencia nacional, un artículo transitorio en
la Ley Electoral respectiva, estableciendo que, para la
elección de los diputados constituyentes próximos a
ser electos, no es necesario que los inscriban exclusivamente los
partidos políticos; puesto que así, con el mismo
derecho de poder cualquier persona humana y/o jurídica
inscribir candidatos, se conseguiría la garantía de
contar con la verdadera expresión de nuestros pueblos en
la libre escogencia de candidatos de arraigo popular y de
extracto comunitario que interpretarán muchísimo
mejor el sentir, los deseos y sueños de sus paisanos, sin
estar supeditados a los intereses sectarios propios de los
partidos políticos, de sus dirigentes, y de los
financistas que, con su dinerito, compran simplemente la conciencia de
quienes reciben el dinero para
sus campañas.
Por supuesto, y doy por sentado esto, que es
indispensable, a la par de meterle mano a los anteriores puntos,
que nosotros mismos nos propongamos participar en la vida
nacional, preparándonos para ello y ser entes para
fiscalizar, vigilar y cuidar nuestra Constitución y su
cumplimiento completo desde nuestras comunidades, municipios,
departamentos o provincias y regiones nacionales y estados;
además de brincar, patalear y hacer bulla ante los abusos,
falta de acción,
exceso de acciones o larguezas de funcionarios y
gobernantes.
Sólo así, entonces, nosotros, la sociedad,
podremos garantizarnos, a nosotros mismos, la democracia, la
superación y el despegue productivo, social,
económico, político y humano, que nos
merecemos.
El dilema es que para nuestra desgracia son los mismos,
los políticos tradicionales o los iluminados, los que
llegan al Congreso como diputados o, en el caso de una Asamblea
Constituyente, como constituyentes, los únicos que pueden
cambiar las estructuras de nuestro país.
Lo que hay que hacer, entonces, es escoger un partido
político, inscribirnos en él, fortalecerlo, luchar
por hacerlo democrático y participar en igualdad de
condiciones para alcanzar un puesto de elección popular y
salir electos para que conscientemente vayamos propiciando los
cambios indispensables en nuestro Sistema y en el
nuevo Pacto Social que nos tienen que sacar de este atraso, de la
miseria, pobreza y, como
ya lo dijimos, del subdesarrollo como único problema
nacional que tenemos los pueblos de nuestra América
Latina, de África y del Asia.
O bien exigir que se cumplan la igualdad ante la ley y
que si los partidos políticos tienen el derecho de
inscribir candidatos a puestos de elección popular,
también, así mismo, cualquier persona humana o
jurídica, por la garantía de ser iguales ante la
ley y a que la ley nos protege de igual manera, podamos inscribir
libremente a cualquier persona que consideremos apto para
representar nuestros intereses comunitarios y
nacionales.
Solamente con el cambio de las estructuras actuales ya
obsoletas, con las que contamos en nuestro Sistema, será
posible pensar en caminar para adelante en asuntos sociales y
políticos.
Hacer otra cosa y soñar con una persona, un nuevo
líder o
cacique que nos saque del aprieto y pensar en otras opciones, no
es más que perder o continuar perdiendo nuestro tiempo,
esfuerzos, dinero y sentimientos.
¿Cómo nos han tenido los nuevos
líderes, los Mesías políticos y los
iluminados (convencidos por su propia tontera de
serlo)?… ¡en la pura miseria y
desamparados!.
Ya estuvo bueno de tanta farsa.
Nos corresponde a esta generación, que es la
nuestra, hacer los cambios necesarios, pero de manera
científica, lógica
y, sobre todo, basada en la ley y en los derechos humanos que nos
dan potestad las declaraciones y convenciones sobre derechos
universales y humanos, donde no hay nada de sobrenatural o
esperando por un enviado o iluminado, y dejar sentadas las bases
para que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, las
nuevas generaciones que ni siquiera han nacido, puedan vivir en
la patria que tuvimos que haber heredado de nuestros padres y
ancestros, los que, por negligencia, cobardía o simple
indiferencia, que es lo mismo, nada hicieron por
nosotros.
Si nuestros padres, abuelos y de ellos para
atrás, hubiesen hecho lo correcto y tomado las riendas de
nuestro respectivo país, hoy estaríamos a la altura
de otros países desarrollados y respetuosos de los
derechos individuales de sus habitantes.
Pero o se hicieron los locos o simplemente se acomodaron
con los poderosos de turno e impidieron la evolución natural de cada uno de nuestros
países en Latinoamérica.
Y ambas cosas nos hacen sufrir lo que
padecemos.
Si hubiesen hecho lo correcto no estaríamos como
estamos: miserables, pobres, atrasados, muertos en vida y sin
muchas esperanzas por salir de la crisis que ya
dura cientos de años.
Claro que ya nada ganamos con lamentarnos o con buscar
culpables, pero es necesario que entendamos, o que nuestros hijos
entiendan, si nada hacemos o logramos hacer nosotros en este
momento preciso de la historia nacional de
nuestros países respectivos, que es correcto poner en
perspectiva los hechos y sucesos que impiden o detuvieron el
progreso social de nuestra patria para evitar seguir en el mismo
juego
inhumano.
Magnífico que saquemos a relucir nuestro pasado
reciente, la guerra, el
enfrentamiento armada y la intolerancia hacia nuestros hermanos,
principalmente hacia los indígenas y los grupos
tradicionalmente excluidos, para que entendamos, de una buena
vez, que es necesario ponerle un alto a todo esto y que salgamos
rápido de las iniquidades y abusos para situarnos en la
senda democrática de buscar el bien
común.
¿QUÉ
DICEN LOS REGLAMENTOS QUE NOS RIGEN?
Nuestra respectiva Constitución representa la Ley
de Leyes, es decir
que está por encima de cualquier ley, reglamento o
disposición que se emita o establezca.
Y nada puede estar en contra o limitando la
Constitución Política que nos rige
actualmente en nuestro respectivo país.
En este sentido es bueno que veamos unos
artículos constitucionales y reflexionemos al respecto
para empezar a comprender en qué clase de
cuerda floja estamos viviendo o sobreviviendo.
Si tenemos un ordenamiento que se supone nos permite
vivir o convivir en paz, en orden y con respeto hacia los
demás habitantes, también que nos obliga a cumplir,
por parte de los gobernantes, con instrucciones precisas y claras
hacia los gobernados, o sea hacia la población civil, es
imperativo que se le den cumplimiento a los mandatos de nuestra
Ley de Leyes y que dejemos de seguir haciéndonos los locos
o como que no es con nosotros las cosas, para apegarnos a la
letra, al sentimiento y al espíritu constitucional en el
que vivimos.
La parte que trata de la persona humana, fines y deberes
del Estado, de entrada nos pone una realidad tan bella y sublime
para los habitantes que, de verdad, es digna de haberse cumplido
desde el primer instante en que fue promulgada nuestra Carta
Magna.
Han pasado varios años, los suficientes como para
haber hecho un movimiento en
pro de su cumplimiento y de haber castigado severamente a los
infractores, a los que no cumplieron con las normas y con los
que nos estafaron las conciencias y la vida, pues nos tienen
reducidos a la miseria, cuando la Constitución ordena el
bienestar y el desarrollo integral; nos tienen llorando a
nuestros hijos y familiares asesinados, secuestrados, violados o
criminalmente tratados, cuando
ellos, los presidentes y funcionarios estaban y están
obligados a proteger, resguardar y a garantizar nuestras vidas,
bienes y derechos.
¿Es justo que continuemos como si nada, como si
la cosa no fuera con nosotros?.
Yo, en lo personal, no lo
voy a seguir permitiendo.
¿Y usted papá… y usted mamá?
¿Están dispuestos a hacer algo?.
Pero bueno, es momento de leer y entender algunos
artículos constitucionales, para que nos llenemos de ira,
de tristeza o de cualquier sentimiento que ustedes quieran, la
cosa es que nos mueva las fibras de nuestro ser para darnos
cuenta que está en cada uno de nosotros el cambio y la
exigencia de los cambios.
El Estado se organiza para proteger a la persona y a
la familia; su
fin supremo es la realización del bien
común.
Para nada dice ahí que el Estado va a
tratar de protegernos o que hará todo lo posible para
hacer realidad el bien común.
No.
El mandato es claro.
Sin ninguna duda.
E imperativo además.
¡Proteger a las personas y familias!.
Pero a todas las personas y familias.
No sólo a los ricos, a los rubios y niños
blancos, ni a las novias o queridas de turno, y mucho menos a las
familias poderosas, influyentes y con recursos.
O, en la peor de las interpretaciones que nuestros
listos políticos han tenido de la Constitución, y
protegen a sus respectivas familias.
El ingenio y lo listo les sobra a los presidentes y
altos funcionarios que ha tenido cada país de nuestra
Latinoamérica.
Pero para su uso y abuso en lo personal.
Y, si el fin supremo, único y específico
es hacer realidad todos los días, semanas, meses y
años, el bienestar, bien común y prosperidad en
cada uno de los hogares de nosotros, el pueblo,
¿qué ha pasado?.
Pero sigamos. Es deber del Estado garantizarle a los
habitantes la vida, la libertad, la
justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la
persona.
¿No cree usted que es momento para llorar,
patalear y hacer un berrinche de padre y señor
nuestro?.
¿No es una burla a nuestra dignidad ver y
comparar este bello mandato con la realidad nacional que nos
acompaña todos los días, desde que amanecemos
hasta, si tenemos suerte y no nos matan, el
anochecer?.
¡Caramba que hay que tener horchata o refresco de
naranja en las venas para no habernos dado cuenta de la
irrealidad del mandato constitucional y la manera en que hemos
sido sometidos a sobrevivir en nuestras comunidades!.
De verdad la vida no vale nada en nuestro respectivo
país.
Nuestra Constitución no nos dice que uno de esos
ofrecimientos o dos de ellos son los que veremos cumplidos en
nosotros.
No.
Clara y específicamente le ordena al Presidente,
y a los funcionarios que ocupan las instituciones del Estado, que
nos deben garantizar, a todos por igual, nuestras vidas,
libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo
integral.
No deja lugar a otras interpretaciones o a que en
porcentajes se vaya como haciendo la lucha o cumpliendo tales
órdenes claras y concisas, como nos tienen acostumbrados
nuestros gobernantes de darlo todo en porcentajes para irnos,
ahí sí que, baboseándonos o tratar de
tontearnos de lo lindo, como ha sido tradicionalmente lo usual en
nuestra democracia a la latinoamericana tropicalizada y
todo.
Garantizar algo es, no sólo obligarse a cumplir
con ese algo y asegurar fehacientemente su realización,
cumplimiento y afianzarlo hasta su plena obtención, sino
que tiene que ir acompañado de la certificación
correspondiente y, lo más importante, como complemento de
la garantía, responder y estar dispuesto para deducir las
responsabilidades civiles y penales por el
incumplimiento.
¿Quién o quiénes van a responder y
asumir la responsabilidad por el incumplimiento de los
derechos, libertades y garantías que nos da potestad
nuestra respectiva Constitución?.
¿Verdad que dan ganas de llorar o de salir
corriendo?.
La vida, como primera manifestación que tenemos
los seres humanos al nacer, marca su
importancia en nuestra Carta Magna pues, efectivamente, si el
Estado está concebido para proteger a la persona y a la
familia, la existencia y duración de las personas es parte
integral de las garantías.
Es ridículo que el lapso de vida en un ser humano
esté supeditado a la mala decisión de un Estado
incapaz de hacer cumplir, por medio de los gobernantes, la mayor
duración en la expectativa de vida de cualquier persona en
Latinoamérica.
¿Y entonces?.
La libertad, que tiene que ver con la soltura en
nuestros actos, el atrevimiento y la osadía, al igual que
con la independencia,
no es más que una ridícula caricatura cuando vemos
la triste y decepcionante realidad que nos envuelve.
Y la libertad constitucional, garantizada y todo lo que
queramos, no ha sido más que la interpretación de los funcionarios de turno
que han oprimido, limitado y esclavizado por torpeza a nuestros
pueblos que, incapaz de pensar por sí mismo, salir de la
opresión económica y de la sumisión,
servidumbre, dependencia y sometimiento y hasta vasallaje con esa
política
económica a mansalva que tenemos en nuestros
países, que hasta como que nos llegó a gustar estar
total y fatalmente dependientes de los poderosos.
Y hoy, para mayor desgracia y dolor, muchos están
satisfechos con las migajas de "libertad" que reciben.
La impunidad,
corrupción, negligencia y la ineptitud y el
desprecio son algunas de las verdaderas manifestaciones de la
justicia que recibimos los latinoamericanos en cada uno de
nuestros países.
¿Cuándo entonces podremos hablar de tener
garantizada la justicia si como ejemplo simple podemos ver que
las denuncias en el Ministerio Público o en las oficinas
de la Policía en nuestros países respectivos, en un
año, son de un promedio de un millón de hechos
delictivos y criminales, y que en ese mismo período apenas
unos mil o mil quinientos juicios son llevados a cabo, y para
acabar de amolarnos, o de estar bien jodidos, de esos juicios, la
mayoría salen con sentencias absolutorias?.
Los robos, asaltos, violaciones, secuestros, asesinatos
y la violencia en
general, son el pan nuestro de cada día como para que esa
palabrita que menciona la Constitución de seguridad, unida
a la condición de garantizárnosla, no nos lleve a
pegarnos una sonora y burlesca carcajada.
De la paz, garantizada también en nuestra Carta
Magna, mejor ni hablemos, o sólo que queramos referirnos a
la paz de los sepulcros que es la única que sí
tenemos garantizada obtener en el más corto
plazo.
Y del desarrollo integral de la persona, más nos
vale ni referirnos al asunto pues con volver la cabeza a
izquierda o derecha, de cualquier rincón nacional,
solamente veremos y experimentaremos nausea, tristeza y
decepción.
¡Qué garantía al desarrollo es esa
que indica que, como Índice de Desarrollo
Humano, nuestros países ocupan lugares atrasados y de
los últimos en el mundo!.
Bonito mandato constitucional, garantizado y todo,
tenemos.
Ve que bien.
El problema es que no funciona.
Nuestra Constitución, y la parte que corresponde
a Los Derechos individuales de los habitantes de nuestro
respectivo país, nos otorga prerrogativas y facultades
capaces de hacer que vivamos tranquilos, seguros y
confiados en que hay estructuras, instituciones y funcionarios
que velan por nuestras vidas, por la libertad e igualdad y por
una serie de actos propios de seres humanos con capacidad de
sacar toda nuestra potencialidad, tanto la productiva, la
creativa y la de fraternidad, como la social y
política.
El Derecho a la vida, establece que el Estado garantiza
y protege la vida humana desde su concepción, así
como la integridad y la seguridad de la persona.
Y ya vimos que nadie respeta ni protege nuestras vidas,
como para que no nos hierva la sangre nuevamente
y hagamos algo lo más pronto posible.
Por supuesto adentro de lo permisible, legal y de
sentido común.
El artículo de la Libertad e Igualdad, nos dice
que: Todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad
y derechos. El hombre y
la mujer,
cualquiera que sea su estado civil, tienen iguales oportunidades
y responsabilidades. Ninguna persona puede ser sometida a
servidumbre ni a otra condición que menoscabe su
dignidad.
¡Qué bonito!.
Pero a la vez ¡qué lirismo por Dios
Santo!.
Dignidad menoscabada no es otra cosa que la
disminución, el daño y
el mancillamiento hacia la integridad, nobleza, honradez, decoro
y honestidad, en
este caso, como lo dice la Constitución, de las personas
que, unido al sometimiento y a la servidumbre de miles de
familias latinoamericanas, que por efectos y consecuencias del
subdesarrollo vivimos, sobrevivimos y coexistimos en condiciones
infrahumanas, tal y como nos califica el PNUD en lugares alejados
de los del resto del mundo con respecto al Índice de
Desarrollo Humano (IDH), hace que este otro artículo
constitucional no sea más que una sombra y una mancha
más en nuestro intento por vivir en democracia.
Si el 85% de los latinoamericanos vivimos en la pobreza, en la
extrema pobreza y en la acelerada pauperización de las
clases medias, sin que ninguna política de Estado o de
Gobierno detenga y reduzca esta escandalosa y terrible realidad
nacional en nuestros países, no hay más que
concluir que los habitantes de nuestro país estamos
sometidos a servidumbre, porque estamos sujetos a las migajas, a
las donaciones y a las dádivas de la comunidad
internacional que es la única que hace algo por nosotros;
y además, y por ello mismo, supeditados a condiciones
infrahumanas que sí menoscaban nuestra
dignidad.
No tener ni para alimentar decentemente a nuestros hijos
¿no es disminución y mancillamiento a nuestra
integridad humana?.
Ver pasar los días, meses y años sin tener
acceso a oportunidades de superación ni para nosotros ni
para nuestros hijos o familia ¿no es perjudicial para el
decoro personal de los padres de familia que tenemos la
obligación de proveer a nuestros hijos y esposas de lo
mínimo para vivir y desarrollarnos?.
Salir a las calles de nuestros países a buscar
los 2, 3, 6 y ojalá 8 dólares y mejor si son 10 los
dólares diarios para pasar el día sin que, si los
conseguimos producto del
trabajo
honrado y digno, nos los roben a costa de nuestras vidas,
¿no es dañino y perjudicial para nuestra decencia,
honradez y dignidad?.
Total que por donde le queramos entrar o ver las cosas
de nuestra amarga realidad diaria en nuestra tan querida
Latinoamérica, no experimentamos más que menoscabo
a nuestra dignidad, mancillamiento, servidumbre y desigualdad a
mansalva.
¿O no?.
De los artículos constitucionales que consta esta
parte quizá, sujeto a mejor propuesta, el artículo
44 es el que nos permite ratificar todos los derechos
individuales.
Lo triste es que muy bonita la letra y el
espíritu de ellos, pero la realidad y con lo que nos
enfrentamos es con lo opuesto; claro que está en nuestras
manos que fortalezcamos nuestra Constitución, la
democracia, la convivencia pacífica, el respeto y la
fraternidad entre los guatemaltecos.
¿Fácil verdad?.
Es legítima la resistencia del
pueblo para la protección y defensa de los derechos y
garantías consignadas en la
Constitución.
Por lo tanto, y por lo mismo, no comprendo el por
qué no hayamos tenido esa resistencia legítima de
los latinoamericanos a los que nos han matado hijos, hermanos,
padres y cónyuges; o bien repulsa genuina por la impunidad
reinante, por la incapacidad para administrar justicia y por la
inseguridad constante en la que sobrevivimos los habitantes
honrados e indefensos, a los que los asaltos, robos, secuestros,
crímenes, violaciones y asesinatos nos tienen de
rodillas.
Y con el subdesarrollo en el que sobrevivimos no
entiendo cómo no hemos salido con y en una magna protesta
y resistencia pacífica de grandes dimensiones para haber
exigido desde hace muchos años el cumplimiento al
desarrollo integral de nuestras personas y familias.
Y es hasta ridículo que teniendo libertad de
emisión del pensamiento,
tal y como nos lo otorga nuestra respectiva Constitución,
y no haciendo uso de ese derecho, nosotros, la población,
hayamos tenido a presidentes, gobiernos y miles de millones de
dólares gastados en sus presupuestos y
ninguno de ellos haya hecho caso de nuestra débil o fuerte
resistencia, manifestación y clamor por que ellos, esos
presidentes que nos han mal gobernado en nuestros países,
hicieran realidad nuestra Constitución.
Y estos somos nosotros, el pueblo indefenso, los que
pasivamente hemos aguantado desde la posición endeble de
ser simples gobernados que, los gobernantes pasados,
experimentaron malamente con nuestros hijos, cónyuges y
familias y nos llevaran hasta el momento actual en que nos
debatimos entre la vida y la
muerte.
El arte de ser gobernados no es otro, por supuesto que
en nuestro caso de y en nuestra querida América
Latina, que servir de conejillo de indias de infelices seres
humanos que se aprovechan particularmente de la política,
del poder y del gobierno para medrar, robar, enriquecerse y
abusar de los gobernados.
¡Qué tristeza en lo que han convertido a la
política que no es otra cosa que el arte de buscar
soluciones
generales a los graves, medianos y pequeños problemas de
una nación!.
Hay muchos que se han quedado satisfechos con el
repudio, la condenación y el rechazo público hacia
los partidos políticos, los políticos y
funcionarios electos o nombrados, pero que hacen poco por
rescatar el espíritu democrático, la fraternidad,
el servicio
público, la organización, la participación y la
delegación de la representatividad.
Y eso, y no otra cosa, es lo que nos corresponde si
queremos vivir y mantenernos en un sistema democrático y
representativo.
Y por supuesto que esa es la idea básica de este
manual.
Así que manos a la obra, pues nosotros, los que
tenemos en nuestras manos el arte de ser gobernados somos los que
constitucionalmente mandamos y tenemos el poder.
Si no lo creemos, démosle una ojeada a otra parte
de nuestra Constitución para complementar nuestra lucha a
favor de la convivencia pacífica y de la alternabilidad en
el poder público.
La soberanía radica en el pueblo quien la
delega, para su ejercicio, en los Organismos Legislativo,
Ejecutivo y Judicial. La subordinación entre los mismos es
prohibida.
¿Y entonces?.
No les había dicho que el poder público es
nuestro, pues.
¡La soberanía es nuestra!.
Es decir que el mando, dominio, autoridad,
influencia y supremacía del Estado de cualquiera de
nuestros países, es de los habitantes de nuestro
país que, en un acto democrático, durante los
procesos
eleccionarios, elegimos a nuestros representantes pero
condicionados a la Constitución y al basamento
legal.
O sea que siempre, aunque estén o hayan sido
electos por la mayoría los gobernantes, alcaldes y
diputados, siempre, repito, están en nuestras manos por
medio del ordenamiento legal.
Y aquí es donde se puso buena la cosa, pues para
que los artículos constitucionales se cumplan,
principalmente aquellos que ya leímos y copiamos
anteriormente, y que los que temporalmente ocupan el poder
público debido a una elección o a un nombramiento
se sujeten a la ley, los habitantes y la sociedad civil,
los que tenemos en nuestras manos la supremacía y el
mando, porque somos el soberano pueblo, debemos exigir que el
Estado de Derecho
funcione.
El Estado de Derecho no es otro que lo que nos dicen,
ratificando una vez más de quién es la autoridad y
el mando, los artículos supeditados bajo el título
de Ejercicio del Poder Público.
El poder proviene del pueblo. Su ejercicio
está sujeto a las limitaciones señaladas por la
Constitución y la ley.
Bueno queridos amigos y paisanos
latinoamericanos, aquí está la base fundamental de
todas nuestras quejas y lamentos.
¿Qué esperamos para hacer que se cumpla
nuestra Constitución y el ordenamiento legal?.
Ah, por supuesto que los chicos malos han aprendido
mucho más rápido que la población y ellos,
los funcionarios en el poder temporal, saben cómo cubrirse
y taparse con la misma cobija para mantener impunidad en sus
violaciones constitucionales y de la ley la que, sin más
que tener una buena palanca en el Ministerio Público, en
la Corte Suprema de Justicia o sea en Tribunales, y en el
Congreso de la República, se pasan por el arco del triunfo
la ley, los reglamentos y la Constitución.
Entonces ¿cómo fortalecer el Estado de
Derecho si nuestros hermanos mayores –eso son de nosotros
prácticamente los gobernantes- les vale madre la ley y
la Carta
Magna?.
Pregunta que nos lleva al fondo de las cosas.
Si no hacemos lo imposible por cambiar las estructuras
del Estado, es decir llegar al fondo de las cosas para
revertirlas, lo que estaremos fortaleciendo no es más que
la impunidad, los vicios, la ineficiencia, los abusos, las
violaciones, el crimen y la indiferencia por los
latinoamericanos.
Los que ejercemos el arte de ser gobernados, la
población civil de nuestro respectivo país, tenemos
que fiscalizar, denunciar, protestar, resistir
pacíficamente y cualquier cosa creativa, ingeniosa y
audaz; pero por sobre todo propiciar que las estructuras del
Estado cambien y esto sólo lo lograremos
organizándonos, participando y delegando la
representación.
Claro que por supuesto si no salimos del subdesarrollo
poco se podrá hacer con pataleos, gritos, protestas, quema
de llantas, obstrucción del tráfico, pintas, campos
pagados, chistes,
chismes o inmolándonos en la plaza
pública.
El subdesarrollo no es más que lo que vemos a
nuestro derredor y no representa otra cosa que el yugo y
consecuencias que padecemos casi toda la
población.
El atraso, la pobreza y la miseria son parte de lo
mismo.
El abuso del poder, la impunidad y el desprecio, de los
funcionarios electos y nombrados, hacia nosotros el pueblo, el
sufrido y violentado pueblo de Latinoamérica, tiene su
raíz en el subdesarrollo.
¿RECETAS
CONTRA LOS MALOS GOBIERNOS Y CONTRA LOS APROVECHADOTES
PRESIDENTES?
Varitas mágicas, pócimas, trucos y
triquiñuelas, y hasta oraciones, misas, novenas, rezos o
sacrificios, ayunos o el extremo que sería flagelarnos
buscando e implorando a los Poderes Superiores para que nos
socorran inmediatamente, poco podrán hacer.
Recordemos que el Ser Supremo nos dejó dicho
ayúdate que yo te ayudaré, pensando,
quizá que como el ser humano –y los latinoamericanos
no somos la excepción- es comodón y le gusta que
todo se lo den en la boca y pelado, nos corresponde a nosotros,
los seres humanos que poblamos nuestro respectivo país,
dar los primeros pasos en este sentido y poner de nuestra parte
para buscar los mecanismos democráticos, constitucionales
y humanos para convivir pacíficamente y conseguir la
realidad del bien común, llegar a tener garantizadas
nuestras vidas, bienes y derechos, la seguridad, libertad, paz,
justicia y el desarrollo integral.
Por lo tanto todas las recetas para evitar los malos
gobiernos están en nuestra creatividad e
ingenio para no caer en la tentación de votar, nuevamente,
por los estafadores de conciencias que, con su demagogia y hablar
bonito, nos continúan envolviendo en sueños vanos
para llegar al poder a robar, abusar y aprovecharse de todo
cuanto puedan hacer en cuatro, cinco o seis años de
gobierno (depende de cada país), ellos y sus compinches,
compadres y amigotes.
Propiciar el entendimiento de nuestros paisanos, y hacer
que se involucren en la vida cívica y política de
sus comunidades, es el primer paso; para luego hacer que
fiscalicen y les cuenten las costillas a las autoridades locales,
municipales, departamentales o provinciales, regionales o
estatales y nacionales o federales, será nuestro segundo
gran reto; y que participen como candidatos o delegando
conscientemente la representación en los mejores hombres y
mujeres, será la culminación de la
tarea.
Y esas sí son recetas, aunque no mágicas,
que conseguirán frutos democráticos y de
superación social, política y humana, y la
consecuencia de ello será la disminución, aunque
sea poco a poco, de ese ingrato índice de subdesarrollo
que nos manejamos.
La mayor vergüenza que debemos sentir los
latinoamericanos, cada uno de nosotros, es ver a nuestros
hermanos sufriendo, y muchos de ellos hasta conformes con su
presente y el futuro de sus hijos de continuar en el vasallaje y
esclavitud,
sin hacer algo por la comunidad; y hacer algo no es otra cosa que
promover, como ya lo dijimos anteriormente, la
organización, participación e involucramiento en la
vida cívica y política.
Pueblo que no se organiza, participa y delega su
representación, ni progresa ni se desarrolla ni alcanza a
vivir en un Estado de Derecho democrático.
Es indispensable que contemos con nuevos
líderes.
Pero el calificativo de nuevo lider también
implica no contaminado de la misma porquería.
Recordemos que el ser humano no se puede reciclar y, un
político tradicional, de los largos y picaros, de los
demagogos y truculentos especimenes que tenemos por manojos en
nuestra zoopolítica, ya no puede, ni debe, ser electo ni
seleccionado para gobernarnos o representarnos en algún
cargo público.
Por supuesto que tienen el derecho de participar, para
eso vivimos en una democracia, pero nosotros el pueblo, el
soberano pueblo de Latinoamérica, tenemos en nuestras
manos y con nuestros votos la fórmula mágica para
mandarlos a la…, ya sabe usted a donde, y que no vuelvan
más nunca a proponerse como candidatos.
Necesitamos nuevos, creativos e ingeniosos
líderes cívico
políticos, con visión de largo plazo, con amor a nuestro
país respectivo y con sincero afán de servicio
comunitario.
¿Tan difícil es tener y contar con estas
personas para hacerlos nuestros gobernantes?.
El prototipo del nuevo líder debe ser simplemente
el de un facilitador y tener y disponer de un gran Equipo de
Trabajo donde los funcionarios nombrados sean llanamente, cada
uno de ellos, gestores y servidores de las
comunidades.
Que no se nos olvide.
Gestores y servidores de las comunidades.
Es decir que esté dispuesto él, y su
equipo de funcionarios altos y medios, como
mística de servicio público, a saber discernir
entre lo que es particular y exclusivo y lo universal, o sea
entre los verdaderos intereses nacionales generales y los
intereses individuales o personales; y actuar conforme lo dicta
la moral, lo
humano y el espíritu constitucional consignado en
artículos de nuestra Constitución Política
en lo referente a los derechos humanos.
El nuevo líder debe sacudir al Estado para botar
a esa maraña y recua de funcionarios de escritorio que
burocratizaron los servicios
públicos y que los hicieron imposibles de ejecutarse
en beneficio de la población necesitada de
ellos.
¿Para que diantres sirven esos haraganes,
vividores y amargados burócratas de pacotilla?.
Por supuesto que no hablo de todos.
No.
Pero sí de una gran mayoría de ellos y
ellas, simples acomodados que han llegado a adquirir un desprecio
mayúsculo por la población y público usuario
que paga con sus impuestos los
salarios de esa
tropa de ineptos e incapaces que tanto daño le han hecho
al Estado y que junto a los otros funcionarios tradicionales se
han defecado (por poner un término educado, pero la verdad
es que se han cagado en grandes cantidades de excremento) en
nuestros países.
Usted entiende lo que han hecho con nuestro querido y
sufrido país ¿verdad?.
La transición que debemos propiciar, por medio de
los nuevos líderes cívico políticos, no es
otra que un gran cambio, profundo y de repercusiones nobles para
nuestra población, que va encaminado hacia salir de la
democracia en que vivimos dizque representativa, que ha sido mal
representada, hacia una democracia más directa, pues ya es
imposible que si contamos con toda una serie de elementos
modernos de comunicación, teléfonos celulares,
faxes, computación y la conexión que nos
presta Internet y los
correos electrónicos, pretendamos fundar el desarrollo en
una representatividad caduca y rebasada por la
representación directa de la sociedad civil en la
democracia.
Es por eso que por medio de los programas en vivo
transmitidos por las emisoras de radio o por las
cartas que se
publican por los medios escritos los habitantes se preguntan
¿dónde están los líderes capaces de
sacarnos de las crisis?.
Lo que pasa que como no hay propuestas ni voluntad
política y los beneficios no nos llegan -al contrario
padecemos miles de manifestaciones producto del subdesarrollo en
nuestras pauperizadas vidas-, algunos ven en el autoritarismo, en
el abuso y en las masacres la única salida
posible.
Por eso decíamos anteriormente que la nueva
camada de nuevos líderes debe ser de facilitadores y
gestores de los servicios
básicos para las comunidades, y no como los cientos de
altos y medianos funcionarios que a su paso por el Gobierno,
enredados en la maraña burocrática de los
trámites, pleitos, utilidades personales y negocios a
granel socavaron al Estado de Derecho.
RECONSIDERAR NUESTRO
DESTINO Y EL DE LAS NUEVAS
GENERACIONES
Con una nueva línea de corrientes que debemos hacer que
surjan en nuestros países y que tienen que traer
pensamientos creativos y novedosos, éste es el mejor
momento histórico para nuestro país, pues podemos
iniciar los grandes cambios que demanda
nuestra normal evolución social, política y humana
que repercutirá en nuestro presente mediato y mucho mejor
en nuestro destino y por supuesto en el de nuestros hijos, nietos
y nuevas generaciones.
Es, sin ninguna duda al respecto, un compromiso que tenemos
hoy los de nuestra generación y que no debemos dejar pasar
más tiempo sin asumir esta gran responsabilidad de
reconsiderarnos y reconsiderar el futuro.
Estamos obligados a pensar de otra manera ya que continuar
haciéndolo en la misma forma tradicional, tal y como ha
sido el esquema de los últimos años, no representa
otra cosa que seguir perdiendo tiempo, esfuerzo y dinero.
¿Acaso hemos obtenido beneficios nacionales con la
misma línea que nos impusieron otras condiciones que no
tomaron en cuenta la evolución
humana y social y mucho menos su desarrollo?.
Si seguimos en el esquema tradicional de pensamiento
será imposible salir de la crisis de valores que
padecemos y que no ha permitido sentar las bases para atacar las
causas de nuestros males y del subdesarrollo que nos tiene
sumidos en la ignorancia, pobreza, miseria y sin un futuro para
nuestros hijos.
Es más, no hacer otra cosa novedosa y creativa, y hasta
drástica si se quiere, para anteponerla a lo tradicional,
nos condena a ser otra generación que impidió el
desarrollo integral social y humano de nuestro pueblo.
¿Vale la pena intentarlo por lo menos?.
¡Por supuesto que sí!.
Lo que nuestros nuevos líderes políticos
necesitan es un nuevo modelo que
abarque la totalidad de nuestra nación tal y como es
Latinoamérica, pluricultural, multilingüe y
pluriétnico, para entonces hacer valer la
reputación de lo que un político debe hacer por las
comunidades.
Cualquier intento para disponer de recetas contra los malos
gobiernos, y evitar así tener presidentes que sólo
llegan a sacarle provecho a las arcas nacionales, en contubernio
con sus allegados y amigotes, es indispensable que las cultivemos
y que así se lo dejemos enseñado a nuestros hijos y
familia pues es la fiscalización, y mantenernos alerta,
como conseguiremos frenar, de alguna manera, ese libertinaje que
disponen los políticos una vez llegan al poder
público.
Y esta opción, de reconsiderar nuestro destino,
así como el de las nuevas generaciones, representa un
serio compromiso con nosotros mismos, con nuestros
contemporáneos y con aquellos latinoamericanos que
aún no nacen pero que deberíamos empezar a respetar
sus derechos, puesto que cada momento que vivimos en el presente
no es más que la consecuencia de lo que hicimos o dejamos
de hacer en el pasado.
Y hoy, en este preciso momento del presente, no es más
que la representación del pasado si nos trasladamos cinco,
diez o veinte y hasta cincuenta años en el futuro.
¿Realmente qué estamos haciendo o dejando de
hacer hoy que provoque beneficios o limitaciones en la vida
diaria de nuestros nietos o bisnietos?.
Ante esta pregunta lapidaria es muy poco lo que podemos decir
y demostrar estar haciendo que vaya a impactar favorablemente a
las nuevas generaciones; y sí es mucho lo que estamos
dejando de hacer o inclusive que estamos haciendo mal que
tendrá consecuencias negativas y desfavorables en los
próximos años.
Si nuestros padres, abuelos y tatarabuelos se hubiesen hecho
estas preguntas es posible que el subdesarrollo hace muchos
años que hubiese desaparecido de nuestras comunidades.
Y la riqueza, prosperidad, bienestar y desarrollo integral de
nuestras familias fueran cosas comunes y corrientes.
Es increíble que con pensar un momento, antes de lazar
basura a la calle, en todas las consecuencias de un irreflexivo
acto, como lo puede ser tirar basura indiscriminadamente,
logramos detenernos y sintonizarnos con las serias consecuencias
de la
contaminación y el daño al medio ambiente
que causamos, para que árboles
y naturaleza
puedan preservarse; o simplemente hayamos impedido una enfermedad
infecto contagiosa que bien podrá provocar trastornos en
otro ser humano o inclusive causarle la muerte a
cualquier persona en un futuro mediato o inmediato.
Si pudiéramos sintonizar bien nuestra atención, reflexionamos, analizamos y
estamos totalmente conscientes del gran impacto social que
provocaremos con no estar organizados, no participar directamente
en nuestras comunidades, no delegar la representación en
otras personas y no ejercer nuestro poder de fiscalización
y de exigir el rendimiento de cuentas de
funcionarios y empleados públicos, esa desidia lo que
conllevará y provocará es que nuestros
folclóricos zoopolíticos sigan haciendo de las
suyas.
¡Viva la flor!.
Ya es justo que paremos de estar haciéndonos los locos
con nuestro futuro y con el de los demás que ni han nacido
y ya los condenamos a padecer peores cosas que nuestros padres y
ancestros provocaron en y con el nuestro.
Los ciudadanos debemos de asumir esto como un gran reto
nacional y hacer una gran cruzada para reconsiderar el destino
común al que, sin más remedio, llegaremos o
llegarán nuestros descendientes totalmente indefensos y
poniendo el pecho ante el embate de las consecuencias que se
derivarán de lo que estamos haciendo o dejemos de
hacer.
Y aquí es donde entramos los políticos, claro
los políticos conscientes y consecuentes con nuestra
patria y con nuestros conciudadanos de hoy y del mañana,
que no vamos a permitir más atrasos, miseria y pobreza,
tanto como las desigualdades y discriminaciones.
De todas maneras hay que recordar que la evolución
arrastra al ser humano que la detiene, no importa si consciente o
inconscientemente hacemos las cosas para frenar o parar el
perfeccionamiento social, humano, político o de cualquier
otra índole, la evolución no se detiene y, como
el agua, busca
rendijas por donde pasar.
El gran problema es que se deja atrás, como nos han
dejado a nuestros países del tercer mundo
subdesarrollados, a miles de millones de seres humanos.
Si no, veamos y comparémonos con Suecia, Estados Unidos,
Alemania o
cualquier otra de esas naciones del primer mundo súper
desarrolladas, con nosotros en Guatemala, Haití,
Perú, Ecuador, Nicaragua, México, Bolivia,
Cuba,
República Dominicana, Honduras, o cualquier otro
país de Latinoamérica en donde nos dejó
rezagado el progreso.
Por poner un simple ejemplo, y en nuestro Continente
Americano, en Estados Unidos, que consiguió su
independencia en 1,776, tienen todavía la misma
Constitución que promulgaron hace más de doscientos
años. Claro que tienen algunas enmiendas en la misma, pero
no representa gran cosa. Y tales cambios y enmiendas han sido
para ir de la mano con la evolución social,
política y humana que fue demandando la sociedad.
En cambio, y con otro muy ilustrativo ejemplo, en casi todos
nuestros países nuestro país, el promedio de vida
útil de nuestras Constituciones (¡sí, en
plural, Constituciones!) ha sido de 15 años.
¡Qué barbaridad!.
Con razón, compadre y comadre, no hemos avanzado ni un
paso.
Al contrario vamos como el cangrejo ¡para
atrás!.
Y como ya lo vimos hemos retrocedido en lo que al
Índice de Desarrollo Humano se refiere.
Así, entonces, que Dios nos agarre confesados.
Pero como este Manual pretende abrir nuevas ideas y otras
fronteras, es necesario que empecemos a reconsiderar nuestro
presente, repensar en el mañana y definir exactamente
cómo nos vemos dentro de cuatro, diez, veinte y cincuenta
años, para entonces empezar a hacer las cosas adecuadas
hoy y, provocar, en el más corto tiempo, que la
evolución vaya de acuerdo con nuestras acciones en su
favor.
¿Tan difícil será comprender estas
sencillas palabras de reconsideraciones?.
Reconsiderar, que no se nos olvide, por favor, también
quiere decir recapacitar, repensar y reflexionar.
O sea que para darle vida y fuerza a estas
acciones que recomendamos realizar, deberemos de estar
dispuestos, también, a tomar en cuenta muchas cosas,
fijarnos en otras, cavilar en nuestras acciones, meditar
profundamente en la familia, amigos, vecinos y ciudadanos en
general, examinar detenidamente las actitudes,
posturas y conductas, así como en aprender a calcular
consecuencias y, lo más importante, sin lugar a ninguna
duda al respecto, a saber valorar nuestros derechos individuales,
así como la clase de vida que queremos tener, compartir y
heredar.
Y entonces estaremos listos para abrirle la puerta, de par en
par, al desarrollo y al brillante porvenir de prosperidad al que
todos los seres humanos tenemos derecho y estamos destinados a
tener en nuestras vidas personales, familiares y
comunitarias.
¿Para que esperar más tiempo?.
¡Démosle esta oportunidad a nuestros hijos y
nietos!.
No sigamos siendo ingratos e insensibles con las nuevas
generaciones.
TRANSFORMAR Y REVOLUCIONAR
LAS BASES SOCIALES
Como ya lo vimos, nuestro destino es el futuro, como
humanidad; sin olvidarnos que es el futuro y el destino de
nuestros hijos, de los hijos de nuestros hijos y de las nuevas
generaciones, muchas de ellas no han nacido todavía y es
un crimen de lesa humanidad continuar como si sólo con
nosotros basta y que más allá de nosotros y de
nuestra generación no hay nada más ni habrá,
lo que nos debe preocupar.
Y nadie puede llevarnos o guiarnos hasta allí con
vendas en la mente, sentimientos, energía y en el
psiquismo, tal y como las han tenido puestas todos, sin
excepción, de aquellos en quienes nuestros padres, abuelos
y tatarabuelos confiaron, o en los que en el pasado reciente,
unos quince años, diez, cuatro o un año, en que ya
es nuestra responsabilidad, que también dejamos en ciegos
la conducción de nuestro destino.
Este es el momento de tres cosas:
- Reconocer que estamos mal, tremendamente mal
dirigidos. - Empezar a ponerle un alto drástico y
sistemático a la mala conducción nacional.
Y, - Enmendar las cosas transformando el sistema tradicional
caduco, abusivo, demagógico y opresor, por uno
incluyente, democrático, respetuoso y cumplidor.
Sólo así esperaríamos que nos nazca la
confianza y la esperanza, ambas la base popular de la
superación, capaces de despertar nuestros más
grandes anhelos de fraternidad y desarrollo.
Es decir que sólo transformando, profundamente, las
bases sociales de nuestra nación y sacudiendo las
estructuras de los Poderes del Estado, lograríamos pensar
en la posibilidad de salir poco a poco de la gravedad de crisis y
problemas que nos acompañan desde tiempos
inmemoriales.
Llegar a tener el equilibrio
social, humano, legal y político que nos corresponde, como
nación y país independiente, debe ser nuestro
único objetivo, pues
eso garantizaría no sólo la superación de
nuestra auto imagen, sino que
nuestra auto estima, de seres humanos iguales en derechos y
obligaciones,
se fortalecería para desarrollar todo nuestro potencial
productivo, democrático y civilizado.
Hace rato que caducó el período en el cual el
poderoso sistema que, por medio del centralismo,
dominó durante casi quinientos años nuestras vidas
y familias, pues con el sonoro y rotundo fracaso que vemos a
nuestro derredor ya es imposible de continuar en ese peligroso y
mal intencionado rumbo.
Si ocupamos uno de los últimos lugares en el mundo, en
lo que a desarrollo humano y social se refiere, eso nos indica,
claramente, que nada, absolutamente nada de lo que se hizo o
trató de hacer por los seres humanos en nuestro respectivo
país sirvió.
Claro y a pesar de esos miles de millones de dólares
que fueron gastados por los anteriores gobiernos y presidentes
que hemos tenido y por sus respectivos equipos de
trabajo y gobierno, buscando, quizá, con algún
grado de buena intención, la superación nacional
que de todos modos no consiguieron.
Y si vemos por la rendija que nos queda para atisbar el futuro
y la clase de vida que llevaremos dentro de diez, quince,
veinticinco o cincuenta años nosotros, nuestros hijos y
nietos, primero nos asustamos pues sólo un terrible
despeñadero hay inmediatamente bajo nuestros pies, seguido
de que al dar el primer paso, por cualquier dirección que queramos darlo, continuamos
hundiéndonos en el mismo abismo de la ignorancia, el
olvido y el atraso, es decir de un mayor subdesarrollo; cuando
deberíamos de tener un claro panorama del futuro en el que
sólo el progreso, el bienestar y las garantías a
nuestras vidas, bienes y derechos fueran posibles.
¿Es tanto pedir por un futuro adecuado y decente para
vivirlo y gozarlos?.
¿Por qué sí en otras naciones sus
habitantes tienen programado su futuro promisorio?.
No tenemos otra respuesta más que la que de verdad
contesta fehacientemente lo que nos ha ocurrido.
Y hay que reconocer, sin miramientos ni pena por decir la
verdad, que este caos social, producto del subdesarrollo, no es
otra cosa que producto de latinoamericanos que tuvieron en sus
manos nuestros destinos futuros, seres humanos que, en el pasado
remoto ni les pasó por su mente que hoy, entrando en un
nuevo milenio, nada menos que el tercero, pudiéramos
sufrir las graves consecuencias de sus desatinos, falta de
interés
y desvergüenza cívica y política que,
acompañada por la no menos vergonzosa actitud de los
hijos y nietos de esos que propiciaron las cosas, que tuvieron la
oportunidad de corregir el rumbo equivocado de sus ancestros,
sólo se acomodaron a sacar provecho de su particular
momento.
Es decir que las bases sociales que equivocadamente dejaron
sólidas nuestros antepasados son las que nos han conducido
a esta miseria en la que mal vivimos los latinoamericanos en
general.
Los llamados países súper desarrollados y
denominados del primer mundo tienen adentro de sus fronteras a
unos habitantes de primera.
¿Por qué ellos sí y nosotros no?.
Con un simple ejemplo podemos sacar a relucir lo que hace
más de doscientos años hicieron los promotores de
la independencia de los Estados Unidos, quienes sí
visualizaron y reflexionaron sobre el futuro y las nuevas
generaciones y plasmaron una Constitución lo
suficientemente visionaria que les ha permitido alcanzar metas de
desarrollo y prosperidad que muy bien deberíamos nosotros,
acá en nuestros países tercermundistas y
suprasubdesarrollados, también tener y disfrutar.
No es posible que continuemos en este marasmo y supeditados a
las migajas que nos arrojan.
¿Será posible que algún día,
ojalá cercano, podamos privilegiar la inteligencia y
al ser humano como tal?.
Si logramos hacerlo, tenga usted por seguro que ese
mismo día iniciamos la verdadera trasformación de
las bases sociales caducas que nos tienen aprisionados, pues el
sistema tradicional lo que ha privilegiado no es otra cosa que la
impunidad, la corrupción y la demagogia, tarjetas de
presentación de nuestros políticos que sin
necesidad de disfrazarse de payasos, que lo son y han sido, se
presentan cada cuatro, cinco o seis años como candidatos
dispuestos a salvarnos de todo.
Y nosotros, o muchos de nosotros, tonteados y estafados, una
vez más, creemos en esa posibilidad y nos entregamos
pasionalmente no sólo a sus campañas, sino al
teatro montado al
derredor de esa farsa para babosear más incautos y
llevarlos como alcaldes, diputados, presidentes y luego a ocupar
altos cargos, si ganan elecciones, en los equipos de
gobierno.
¿Qué grado de culpabilidad
tenemos los votantes encandilados con la demagogia y la estafa de
conciencias masiva que hacen con nosotros una y mil veces los
"líderes políticos" nacionales?.
Ninguna.
En todo caso hay que preguntarnos, también, si el
jovencito de 13 o 15 años tiene algún grado de
culpa si agarra la pistola de su padre y le pega uno o varios
tiros a sus compañeritos o se los mete él mismo y
mata o se muere.
La culpa no la tenemos los que vivimos en las tinieblas o en
la oscuridad, como bien lo sentencia Víctor Hugo en Los
Miserables, sino los que no hemos disipado esas tinieblas y esa
terrible oscuridad con la luz; luz de
la
educación, democracia, sabiduría, fraternidad,
desarrollo y en fin de todo aquello que implique
superación.
La culpa la tiene ese padre de familia que de forma
estúpida deja un arma al alcance de alguien que no tiene
capacidad de atinar sobre las consecuencias de la
manipulación de una pistola.
La culpa la tienen aquellos que se excusan, luego de las
grandes tragedias, en que estaban advertidos los votantes que ese
grupo político y el candidato presidencial eran más
de lo mismo, o que el portador del arma de fuego ya había
advertido a sus hijos del peligro y consecuencias de disparar
sobre otros.
¡Ya para qué excusar lo que permitieron que
pasara!.
Por eso nosotros, nuestra generación, tenemos la
responsabilidad de hacer lo que aún muchos de nuestros
contemporáneos, ya no digamos de nuestros ancestros,
dejaron de hacer o propiciaron este caos social en el que nos
tienen condenados momentáneamente.
Si no hacemos nosotros las cosas bien, y si no transformamos y
revolucionamos las bases sociales, dejamos condenados a las
nuevas generaciones a seguir hundiéndose más en el
fango de la miseria y del subdesarrollo.
PROYECTÉMONOS PARA
MAÑANA, PARA EL AÑO ENTRANTE Y PARA EL
PRÓXIMO SIGLO.
¿Tan difícil será esto?.
Si no le entramos con ganas no lo sabremos nunca.
Los malos gobiernos, y los desgraciados y pésimos
presidentes que hemos tenido, circularon en un vehículo
tradicional, corrupto e incapaz de privilegiar al ser humano y,
si montamos a cualquiera de nosotros en ese mismo
vehículo, por muy buenos, correctos y preocupados por la
población que estemos, este vehículo nos
conducirá, irremediablemente, por la misma senda.
Esto nos indica, tal y como lo planteamos anteriormente, que
necesitamos, como urgencia nacional en cada uno de nuestros
países en Latinoamérica completa, no se salva
ninguno de nuestros países, transformar todo lo
tradicional; y, ese vehículo, esas estructuras y
costumbres que traemos, son las primeras cosas que debemos
desechar.
El estilo y la línea a seguir son otras.
No es posible que amanezcamos otro día más
sabiendo que mañana millones de familias no tienen ni
siquiera para desayunarse, mucho menos para vestirse, estudiar,
divertirse o abrirse camino para el bienestar, la
superación y la felicidad.
Esto nos indica que debemos replantearnos el mañana de
otra manera diferente a como lo hemos venido haciendo.
¿Qué tal si empezamos con escuchar directamente
de las personas, familias y comunidades, afectadas por el
subdesarrollo, sus demandas, problemas y sus sueños y
anhelos?.
No olvidemos que nuestra Constitución nos asegura, a
todos los habitantes, que el Estado nos garantiza la vida, la
seguridad, la paz, la justicia, la libertad y el desarrollo
integral.
Claro y por supuesto que cualquier proyección que
queramos hacer para los muchos mañanas que integran un
año o cincuenta años, y no digamos los de un siglo,
están y forman parte de un proceso; y
como proceso hay una serie de elementos que tienen que irse
incorporando a la evolución social.
Lo que sí debe de quedar claro es que hasta aquí
llegamos.
Y que ya no es posible continuar de la misma manera a como lo
hemos venido haciendo hasta el día de hoy.
Se acabó la vaina tradicional que nos tiene sumidos en
un profundo hoyo oscuro y sin posibilidades de salir de él
por medios normales.
Si oímos a los necios pregonar, en sus peroratas
politiqueras, que todo puede arreglarse sólo con su
concurso, sin intentar cambiar y transformar las bases sociales,
démonos vuelta, señalémoslos de incapaces y
estafadores, y busquemos el apoyo de los nuevos líderes
capaces de visualizar el mañana por métodos
humanos y revolucionando las estructuras caducas y viciosas que
nos tienen prisioneros.
Los habitantes de nuestro país debemos de aprender a
ver las cosas de manera real, fuera del contexto acostumbrado,
para dar ese salto cuantitativo y cualitativo que merecemos y
merecen nuestros hijos.
¿Está usted dispuesto a darlo y a propiciar que
muchos otros lo den?.
¿O prefiere no hacer olas y esperar, talvez, en que la
suerte cambie y que el próximo presidente sea un pariente
cercano o un compadre o amigo que nos permita meterle mano a las
arcas y presupuesto
nacional para salir de pobres nosotros y nuestros allegados y por
supuesto nuestros descendientes?.
Cuidado y no se convierta en un desalmado cómplice de
la miseria y del atraso.
Es lo suficientemente claro que los muchos mañanas,
años y siglos que nos esperan a los seres humanos en
nuestros países, y ninguno de los nuestros son la
excepción, para llegar a superar las expectativas y salir
adelante con nuestro desarrollo humano y social, necesitan de
nuevas instituciones, organizaciones y
bases sociales diferentes a lo que tenemos.
La base de esto, sujeto a un mejor criterio, no olvidemos que
este es un manual, es que necesitamos proyectarnos al
mañana todos los días con una visión clara
de la clase de futuro en el que nos vemos viviendo y compartiendo
todos juntos.
Y que mejor que nuestros nuevos líderes lo propongan
luego de escuchar a las comunidades y de explorar sus diferentes
necesidades, problemas y sueños.
Debemos colocar una bomba, de las más potentes,
inmediatamente atrás de nosotros para hacer que estallen y
desaparezcan todas las políticas tradicionales y los
perversos liderazgos basados en la mentira, la falta de pudor y
los intereses personales.
Ahora bien, obtener los beneficios y superación que nos
merecemos como seres humanos y nación, y el tiempo en
empezar a disfrutarlo, está en razón directa que
pongamos entre lo que debemos desechar y lo que visualicemos.
O sea que la línea nueva debe ser, precisa y
absolutamente, nueva.
Y no una continuación del pasado, pues que chiste tiene
que compungidos y afligidos por haber permitido haber llegado a
las profundidades en que nos encontramos y al grado de atraso y
miseria que tenemos, arrepentidos de eso, sólo hagamos una
parada técnica en el mismo camino.
No, lo correcto es salirnos definitivamente de ese camino y
brincar rápido de allí para construir otro
diferente sin ninguna conexión con el que nos traía
por la senda del subdesarrollo.
¿Acaso el camino de los vicios nos conduce al éxito?.
Sólo cuando ordenamos nuestra vida y nos brincamos los
vicios, ya sea de drogas,
alcohol, juego
y abusos, y empezamos una nueva senda, sin conexión con la
de los vicios, prosperamos y salimos adelante.
Nuestros nuevos días en nuestro nuevo futuro no deben
ser una continuación ni repetición de ese pasado
execrable, funesto, azaroso, trágico y fatídico en
el que todavía nos tienen viviendo las estructuras y los
siniestros y descarados líderes.
Tenemos que hacer discontinuo el nuevo camino y que nada lo
una al pasado.
Todas las oportunidades están después de ese
profundo abismo que nos tiene que separar.
Pasado desastroso y futuro favorable es la disyuntiva.
¿Cuál queremos?.
Y veamos algo sumamente interesante en toda esta propuesta,
pues el futuro, el mañana y los miles de mañanas
que tenemos por delante, no pertenecen todavía a nadie ni
están ocupados por nadie, serán sólo
nuestros si dejamos atrás, en el olvido, todo lo que hemos
vivido hasta el día de hoy.
El futuro lo debemos empezar a construir sólo luego de
analizar hasta donde hemos llegado y cómo lo hemos hecho
al día de hoy.
¿Le satisface como se ve usted, su familia y sus
vecinos y como luce su comunidad, municipio, departamento o
provincia y su país en general?.
Bueno, entonces, eso significa que llegó la hora de
saltar hacia el futuro de otra manera.
¿No es así?…..
¿QUÉ TIPO DE
ORGANIZACIONES, INSTITUCIONES Y ASOCIACIONES NECESITAMOS PARA ESE
PROMISORIO FUTURO?
Por supuesto que para tener la esperanza de y en un promisorio
futuro se hace indispensable empezar a forjar hoy mismo una nueva
base con que despegar.
Estos momentos que vivimos son momentos de cambios, pues lo
que nos han heredado nuestros mayores, ancestros y los paisanos
nuestros que se metieron a la vida política antes que
nosotros, poco o nada hicieron bien.
Si así hubiesen procedido, hoy, no estuviésemos
en estas miserables condiciones de vida en la que nos dejaron
condenados a sobrevivir en los miasmas del subdesarrollo.
Será una tarea muy difícil de llevar a cabo si
no construimos una nueva serie de organizaciones e instituciones
desde las cuales, como si fueran los cimientos de un edificio,
podamos desarrollar, planificar y ejecutar ese futuro promisorio
con el que todos hemos soñado llegar a disfrutar.
En este preciso instante es indispensable que lo hagamos.
Que sea necesario convocar a la integración de una Asamblea Nacional
Constituyente para que desde ahí podamos construir un
Nuevo Pacto Social que funcione en igualdad de condiciones para
todos y cada uno de los habitantes de nuestro país,
quizá sea lo más aconsejable en esta tan especial
coyuntura socio política en la que estamos.
Tenemos que asumir que es indispensable reconocer que hay que
iniciar un período de transición.
La adaptación de una nueva manera de entendernos entre
ciudadanos gobernados y los gobernantes electos es de vital
importancia para tener asegurado una clase de futuro digna y de
primer orden para nuestros hijos y futuras generaciones.
El molino podrá haber sido derrumbado, pero el viento
que lo movía todavía sopla, y con mucha fuerza;
como bien lo sentencia el gran Víctor Hugo.
Nada, absolutamente nada, se ha hecho para contrarrestar el
subdesarrollo.
Está muy bien eso de la reconciliación, pero paz
con hambre, con impunidad, con desempleo, sin oportunidades y sin
esperanzas, está muy lejos de garantizar nuestra
supervivencia como hombres y mujeres de bien, capaces de sacar
adelante a nuestros hijos, a la patria y a la región
Latinoamericana en la que vivimos.
El Estado de cada uno de nuestros respectivos países
debe de ser zarandeado, arrancado de un solo tajo, desde sus
raíces, y darle vuelta, como si fuera calcetín,
pues si esa inmensa mayoría que vivimos en la extrema
pobreza no tenemos ninguna posibilidad de superarnos, eso
significa que es el Estado, como concepto y como expresión
social, el que no sirve.
Que sea porque fue concebido mal, es una cosa; o porque
está acabado, agotado y colapsado, es otra cosa.
La vaina es que no sirve para nada, ni ha servido para gran
cosa.
Y ahí está el dedo acusador de las naciones
poderosas de nuestro planeta que nos señalan como
países atrasados en el mundo en Desarrollo Humano, lo que
significa que ninguna de las instituciones, organismos y oficinas
que conforman el Estado de nuestros países funcionan para
lo que fueron diseñadas y estructuradas.
¿Qué hay que hacer entonces?.
Sólo lo correcto.
Aceptar las cosas como son.
Hacer una propuesta pública de cambios
estructurales.
Convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.
Elegir a los mejores hombres y mujeres.
Elaborar todos juntos un Nuevo Pacto Social que de verdad
funcione.
Ya no podemos continuar pensando que con sólo ir
mejorando poco a poco las cosas eso nos irá permitiendo
avanzar en el desarrollo.
¡No!.
Tenemos la obligación moral y humana
de propiciar una serie de cambios profundos, estructurales y de
manera inmediata hacerlos por el bien de todos los que vivimos en
cada uno de nuestros bellos y potenciales ricos y desarrollados
países.
Es una absurda mentira eso que nos ofrecen, los comerciantes
por vender sus ideas, de dejar de fumar fumando, o de bajar de
peso comiendo, o nuestros folclóricos políticos, de
cambiar a nuestro respectivo país votando por tal o cual
iluminado, demagogo y farsante, que nos ofrece el cielo, las
estrellas y a Dios Padre como Socio en esta tarea.
Es primordial que salgamos de este Sistema caduco, abusivo y
explotador en el que nos tienen viviendo desde la Conquista.
Y es fundamental que dejemos de ser sujetos pasivos de la
política para convertirnos en objetos y sujetos activos de y
adentro de la política.
No olvidemos que política no es otra cosa que el arte
de escudriñar por las mejores soluciones de fondo para los
problemas generales de una nación.
Todo sistema evoluciona, cambia, se degrada, se transforma y
arrastra a sus componentes en la vorágine si no se avanza
de acuerdo a la normal y esperada evolución.
Es decir que si no ordenamos nuestras instituciones, como si
no ordenamos nuestra vida personal, los trancazos y el remolino
nos alcanzan, destruyen y acaban, y de todos modos, tarde o
temprano, resurge lo nuevo sobre lo que se destruyó.
El que no aprende con amor termina aprendiendo por y con el
dolor.
Si sabemos que robar es un acto antisocial, penado con
cárcel y la vergüenza pública de la captura,
pero continuamos haciéndolo porque creemos tener suerte y
amparo en la
impunidad reinante, y no rectificamos nuestro proceder, en
cualquier momento nos atraparán y de nada valieron las
hazañas criminales que hasta disfrutamos
haciéndolas.
Es necesario ordenarnos para avanzar de la mano con la
evolución.
La Revolución
Francesa eso fue, al igual que la Bolchevique y la
Cubana.
La Monarquía que tuvo su apogeo con Luis XIV,
la deslumbrante y despampanante riqueza de los zares, y la
corrupción y miseria en la bella isla caribeña, no
le hicieron caso los protagonistas de esos momentos y la
evolución que se demandaba, junto a la presión
social de la humanidad, explotaron y arrastraron a millones de
seres humanos que, de haber sido atendidas sus demandas humanas,
no hubiera habido sangre, sufrimientos y muertos por miles.
Y de todos modos la ola de los cambios entró y el
remolino se tragó a los inconsecuentes con el pueblo.
Y veamos que curiosa es la evolución misma.
La propia Revolución
Francesa se auto depuró.
La Revolución de los soviéticos y comunistas
rusos, recientemente tuvo que ser abolida pues nunca fue ni iba
de acuerdo con la evolución del pueblo.
Y la Cubana, con Fidel Castro a
la cabeza, a pesar de más de cuarenta años de
duración, ya muestra signos de
agotamiento y de colapso. Por lo que muy pronto las demandas de
libertad acabarán con las estructuras ya caducas que se
forjaron en los años sesenta, y como no les dieron
amplitud y facilidad de irse acomodando a la evolución,
ésta se los terminará tragando.
Si somos incapaces de reconocer la necesidad de los cambios y
de ir de acuerdo con la evolución normal y esperada,
terminaremos en la vorágine que provocan las exigencias
sociales de cambios profundos para que el bienestar, la justicia
y el desarrollo integral nos alcancen a todos los seres humanos
en la misma proporción.
¿Tan difícil es de hacerlo entender o de
comprenderlo por nuestros coloridos políticos que se
precian de conocer a sus pueblos y de interpretar las necesidades
sociales del Estado?.
Por lo que tenemos y por el panorama tan desolador a nuestro
derredor, tal parece que será una revolución de
verdad profunda, y a lo mejor sangrienta, como no hemos tenido,
la única manera de recapacitar sobre nuestro futuro y el
de nuestros hijos, nietos y próximas generaciones.
La mutación y transformación, que debemos tener,
debe de ser planificada y con el concurso de los verdaderos y
fieles representantes de nuestros pueblos, para que todos seamos
oídos y tomados en cuenta en el Nuevo Pacto Social que ya
es indispensable empezar a proponer antes que nos agarre la
evolución inexorable con los calzones en la mano y no nos
quede otra que vernos arrastrados en el remolino social de un
pueblo con hambre, sin vivienda y sin poder sobrevivir en las
condiciones en que los hemos mantenido aquellos que hasta nos
hemos dado el lujo de estudiarlos por medio de las ciencias
sociales, más como objetos que como sujetos.
Estos son apenas momentos, pequeños que tenemos, para
hacer un inventario
apresurado de las carencias, necesidades, sueños y
anhelos, y presentar rápido una propuesta para fundar un
nuevo Estado con instituciones y organismos que de verdad cumplan
con llevarnos por la senda del desarrollo, del bienestar y del
respeto humano.
Ya tuvimos muchos años y posiblemente hasta nos falten
muchísimos años más, los que llevamos en
esta nueva etapa por venir, en que contemos con una nueva
Constitución, para salir del alto rezago que ya
teníamos y que se ha agrandado esa brecha hasta estar hoy
separados de la realidad por un barranco que es imposible de no
ver bajo nuestros pies.
Las nuevas organizaciones, instituciones y asociaciones que
necesitamos forjar, para que como vehículos modernos y muy
capaces nos transporten hacia ese promisorio futuro que todos
queremos para nosotros mismos, nuestros hijos y futuros
habitantes, deben estar fincados en nuestros propios modelos
mentales para estructurarlos de una manera tal que ya no sean
chapuceros ni mucho menos coyunturales.
Debemos vivir con un Estado capaz de ver las cosas de manera
global y total y no como ahora que sólo ve la parte que
por la demanda social es la única que hay que
arreglar.
Es decir una serie de instituciones que se preocupen de manera
general de los habitantes en general y no las tradicionales que
se ocupan conforme la presión vaya llamando la
atención de gobernantes y funcionarios
públicos.
Si tenemos un problema con la escasez de
viviendas, el Estado tiene que ser capaz de tener la
solución general y adecuada para los millones de familias
que carecemos de vivienda digna.
¿No les parece?.
El nuevo Estado, y las novedosas y creativas instituciones que
lo deben conformar, debe de ser uno total y absolutamente
descentralizado, desconcentrado y moderno.
Y por medio y con el apoyo de los instrumentos tan
sofisticados en informática y comunicación, debemos
transformarnos en un Estado con representación directa,
pues es ridículo que si con los teléfonos
móviles celulares, con los faxes y con la Internet,
todavía no sepamos de las necesidades de nuestro
pueblo.
Y tengamos que esperar, como ha sido el caso actual, que
diputados y representantes por fin hagan suyo los problemas
comunitarios –normalmente sólo pasa eso en
épocas electorales- y vociferen por su amado pueblo.
No.
Hoy, los líderes comunitarios, los comités de
desarrollo y las asociaciones de vecinos, ya estamos listos para
que se nos escuche sin ninguna intermediación y a hacer
valer nuestros derechos sin ninguna persona que tenga que
aparecer para hacer gestiones a nuestro favor.
Y como triste ejemplo están todas las aldeas,
caseríos y comunidades perdidas en nuestro mapa nacional
respectivo que ni siquiera con su municipio tienen contacto,
mucho menos con la departamental o provincial y no digamos con la
Capital de la
República.
Menos con los diputados que los representan o con el
Presidente de la República que es, nada menos, el
líder nacional por excelencia.
¿Es esto correcto?.
¿Verdad que no?.
El Nuevo Estado de cada uno de nuestros países y todo
su significado tiene que estar funcionando por y para los seres
humanos.
Las organizaciones, instituciones y asociaciones nuevas deben
estar caracterizadas por buscar el desarrollo humano, social,
político y cultural de los habitantes.
¡Sin ninguna cortapisa política!
No olvidemos que cultura no es
más que la respuesta de los habitantes a su entorno y a
las presiones sociales que reciben.
Así que culturalmente tampoco tenemos que seguir
esperando por los favores de los políticos
tradicionales.
¿No le parece que ya es suficiente de lo mismo?.
¡MUY BIEN!, ¿Y
AHORA, EN ESTOS PRECISOS MOMENTOS, QUÉ DEBEMOS
HACER?
Si por el entusiasmo que nos produce llegar a tener un buen
futuro nos perdemos y salimos disparados a buscarlo sin norte y
sin fijarnos una serie de objetivos,
planes y principalmente propósitos justos y socialmente
adecuados para todos, lo único que conseguiremos
será más de lo mismo.
Y, de la misma vaina que hemos tenido durante cientos de
años, que no nos ha dejado progresar, ya estamos
suficientemente hartos como para permitir seguir en este
estercolero social.
Sin ninguna duda al respecto ya estamos convencidos que
nuestra situación nacional está de la…, como para
no tomarlo en cuenta y darnos unos minutos de reflexión
para orientar el rumbo a seguir.
No se quien lo dijo, pero me gustó, que para llegar al
lugar que nos proponemos alcanzar, sólo debemos encaminar
todos nuestros pasos en esa dirección.
Pero si sabemos, además por el sentido común,
que la distancia más corta entre dos puntos, el de salida
y el de llegada, es una línea recta entre ambos, eso es lo
que también debemos hacer; es decir trazar esa
línea recta y encaminar todos nuestros pasos por ella para
alcanzar el éxito propuesto.
Porque eso, el éxito en salir del subdesarrollo, es el
punto de referencia al que tenemos que llegar lo antes
posible.
Claro que también hace falta, junto a la
reflexión, a trazar el rumbo y a encaminarnos por esa
travesía, nada menos que mucho de imaginación al
respecto.
O sea cómo nos vemos.
En qué clase de mundo miramos a nuestros hijos y a las
generaciones por venir.
Qué beneficios son los que deberemos de estar
disfrutando todos los latinoamericanos en cinco, quince,
veinticinco, cincuenta y dentro de cien años.
Debemos de visualizar todo ello con la suficiente fuerza para
hacer un mapa del rumbo y que nada impida el arribo a ese punto
ya escogido, imaginado y merecido para nuestro país y
todos sus habitantes.
¿No le parece lo más justo?.
Además de cuerdo.
¿Estamos dispuestos a hacerlo?.
Bueno, sin falsas modestias, yo, este su servidor, ya lo
está haciendo y contribuyendo a ello.
Este sensacional manual eso es.
Un destapador de conciencias.
Y un catalizador de esperanzas.
Es indispensable que tengamos una serie de líderes que
se pongan al frente de los grupos y organizaciones cívicas
y políticas y que nos guíen por esa senda hacia el
fabuloso mundo desarrollado.
Para contribuir todos los latinoamericanos en este viaje,
hacia nuestro promisorio futuro, solamente tenemos que hacer las
cosas fáciles y empezar por involucrarnos en la
participación en la vida cívica y política
de nuestra patria, es decir organizarnos, proponer soluciones a
la problemática de nuestro entorno local, municipal,
departamental o provincial, regional o estatal y nacional o
federal, además de cumplir con el deber ciudadano de
delegar nuestra representación en las personas que
dignifiquen a nuestras comunidades.
Lógico y por supuesto que luego de seleccionar a
nuestros representantes debemos no sólo darles nuestro
apoyo y sustento político, sino que fiscalizar la función
que tienen que ejercer para evitar los abusos, corrupción,
impunidad y la absurda ineficiencia que impide y detiene el
progreso y el desarrollo humano y social de nuestro pueblo.
Pero la nueva serie de líderes y dirigentes, y por
supuesto el Líder y Guía de los nuevos
líderes y de la nación, no deben ser ni comportarse
como tradicionalmente lo han hecho los supuestos guías,
líderes y dirigentes nacionales, de estar en una oficina y
sentados a la espera de la iluminación divina que les llegará
para proponer las "soluciones" a la grave problemática
nacional.
¡No!.
Los nuevos y nuevas dirigentes deberán estar
visualizando, examinando, reflexionando sobre el medio nacional y
en contacto directo con las comunidades para estar al tanto de
las necesidades, problemas y sueños de los seres
humanos.
Más que dirigentes necesitamos hombres y mujeres con
espíritu aventurero y explorador, para que se metan en las
profundidades de nuestros países y en lo más hondo
de los pobladores, para encontrar el nuevo rumbo que habrá
que imprimirle a nuestra historia.
La imaginación, intuición y sobre todo la
creatividad serán esas herramientas,
desechando a la mentira, demagogia y a la estafa de conciencias,
para formar el nuevo cuerpo y la estructura del
Estado de nuestro país capaz de proyectar a todos sus
hijos hacia el más promisorio de los futuros.
Y, como hemos venido insistiendo, la descentralización, la gobernabilidad y una
consciente planificación en el desarrollo humano y
social, deben de ser las líneas a implementar para tener
asegurado el rumbo, la dirección y el éxito
propuesto.
Esta serie de nuevos personajes, en la vida cívica y
política nacional, los nuevos dirigentes y líderes,
deberán, así mismo, romper con todo lo tradicional
y dejar una brecha, lo más honda y profunda posible, entre
el ayer oprobioso y explotador, y el nuevo rumbo visualizado.
Es decir reventar todo lo viejo, descontinuar ese camino,
salirnos para siempre de allí, y saltar hacia el futuro
por otra senda que nada, absolutamente nada, tenga que ver con la
que y por la que hasta ahora nos han tenido caminando nuestros
tradicionales políticos; heredados y lo que se quiera del
pasado reciente y hasta lejano, pero malo, ruin y perverso para
nuestro futuro.
El círculo vicioso en el que nos dejaron metidos los
chicos que se creyeron líderes y dirigentes es, si lo
vemos a nuestro derredor, uno en el cual todos los
latinoamericanos, y en general los habitantes del tercer mundo,
es decir los países supra-subdesarrollados, vivimos
angustiados y estamos preocupados únicamente por el
presente, por el hoy, por el momento e instante de no tener lo
suficiente para proteger, cuidar, alimentar y proveer de lo
indispensable a nuestra familia.
¿Acaso con estas malditas limitaciones y sumidos como
nos tienen en esta espantosa lipidia y pauperización
acelerada, podremos tener tiempo para reflexionar, pensar,
imaginar y visualizar un mejor mañana, un promisorio
futuro?.
No.
Así es absolutamente imposible que le dediquemos tiempo
para la estrategia,
planificación y creación de un nuevo y mejor
mañana.
Si como ya sabemos la cultura nos es otra cosa que la
respuesta de una comunidad al medio ambiente en el
que vive y se desenvuelve, es lógico que nuestra cultura
de pobreza, miseria y hasta de aceptación, sea del grado
tan alto como el que manifiesta cualquier comunidad de nuestro
desamparado país.
¿Qué podemos hacer para revertir esta
aceptación y sumisión que, junto al alto grado de
conformismo de nuestra población, pareciera que no hay
salida posible?.
Lo único es una gran revolución.
La Revolución institucional, es decir darle vuelta al
sistema que tenemos por la vía legal, o la que la propia
demanda social nos imponga en un estallido por hambre y por la
falta de oportunidades de millones de familias que sufren en
silencio el oprobio de la miseria y el olvido.
Tengamos presente que ya las manifestaciones de la gran
presión social están ante nuestros ojos.
¿De qué se trata entonces esa masiva migración
del área rural hacia los centros urbanos y capital del
país?.
¿Cuál es el significado del enorme
tráfico de ilegales hacia México, Estados Unidos y
Canadá, si no todo esto que estamos afirmando?.
Es tremendo que nuestros países, tan ricos y
potencialmente llenos de oportunidades como lo ven muchos
extranjeros, sean incapaces de responder por sus propios hijos y
no pueda sostener a los millones de seres humanos que nos
debatimos en la pobreza y la extrema pobreza.
¿Tan desgraciados han sido esos desalmados que se han
dicho líderes políticos que no han querido ver
más allá de su nariz?.
Nuestra sociedad, en la que hemos nacido y sido educados,
así como la que nos ha tenido atados y absurdamente
limitados, necesita que le demos una buena zarandeada, comenzando
con los mismos preceptos que nos rigen, es decir la serie de
reglas, leyes y hasta la propia Constitución que nos
recetaron los padres de la patria en el pasado reciente.
No podemos dudar que los cambios estructurales que nuestro
país necesita empiezan con la Ley de Leyes y terminan con
la actitud cívica y política de la nueva dirigencia
nacional que tiene que preocuparse del ser humano, de su
desarrollo y de la integración territorial, por medio de
la descentralización de nuestras comunidades a sus
municipios, departamentos o provincias y regiones.
El abuso hay que terminarlo.
Cualquiera que sea su manifestación, pues si nos
fijamos en las limitaciones a las libertades individuales, contra
la superación, como el enorme abuso en contra de la vida
misma, veremos que los excesos y atropellos contra cada uno de
nosotros provienen de una estructura fuertemente cimentada en las
desigualdades, la exclusión, el compadrazgo y la
demagogia.
Lo que nos queda es agarrar nuestras herramientas,
provenientes de la inteligencia, la creatividad y el ingenio, y
ponerlas a trabajar en beneficio de esta nueva Revolución
que debemos propiciar.
¿De acuerdo?.
¡Echemos punta pues!
GUILLERMO RUANO GONZÁLEZ
Investigador, Asesor y Consultor en Ingeniería Política y
Comunicación.