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El arte de ser gobernados y recetas contra los malos gobiernos




Enviado por ruanowilly



    1. El arte de ser
      gobernados
    2. La culpa ¿De quién
      es?
    3. ¿Qué dicen los
      reglamentos que nos rigen?
    4. ¿Recetas contra los
      malos gobiernos y contra los aprovechadotes
      presidentes?
    5. Reconsiderar nuestro destino y
      el de las nuevas generaciones
    6. Transformar y revolucionar las
      bases sociales proyectémonos para mañana, para el
      año entrante y para el próximo
      siglo
    7. ¿Qué tipo de
      organizaciones, instituciones y asociaciones necesitamos para
      ese promisorio futuro?
    8. ¡Muy bien!, ¿Y ahora,
      en estos precisos momentos, qué debemos
      hacer?

    EL ARTE DE SER
    GOBERNADOS

    Claro que para que exista un Presidente, y su Gobierno, debe
    existir una población a la que se conduzca y se
    gobierne; y, por supuesto, que vote por los
    candidatos.

    Gobernar es ofrecer las mejores cualidades y acciones,
    tanto políticas
    y sociales, como en administración, de y en las instituciones
    del Estado,
    así como representar los intereses, sueños, anhelos
    y las grandes ilusiones de superación, desarrollo y
    progreso de las personas, en lo individual, como de los grupos familiares
    y comunitarios; y sin olvidarnos que gobernar tiene mucho que ver
    con la tarea de dirigir, guiar y conducir a todo el país,
    de manera integral, hacia la superación, desbaratando todo
    aquello que se oponga a la justicia, a la
    paz, a la seguridad y al
    desarrollo integral de la nación
    completa.

    ¿Tenemos eso o algo que se le parezca en nuestra
    Latinoamérica? ¿Habremos tenido, aunque sea de
    refilón, parte de eso?.

    Como es fácil de ver, podemos gritar a los cuatro
    vientos que no.

    Las exclusiones y las discriminaciones no son tareas
    propias de un gobernante y, por supuesto, son rechazadas por la
    población que ve minados sus derechos y su
    relación fraternal entre sí.

    Todos los habitantes esperamos que un nuevo Presidente,
    cada vez que elegimos a uno, tenga la sabiduría de nombrar
    y designar en los puestos importantes del Gobierno a los mejores
    hombres y mujeres para que, junto a él, en una unidad de
    equipo, puedan llevarnos los grandes beneficios sociales,
    políticos y culturales que hemos demandado por siglos y
    que otros, los anteriores presidentes y sus equipos de gobierno
    no pudieron, no quisieron o se les olvidó que nuestra
    patria está compuesta por seres humanos en abandono,
    olvido y en el desprecio por nuestra calidad de
    vida.

    ¿Será posible detener este círculo
    vicioso que nos ha venido acompañando por los siglos de
    los siglos?.

    Ya es justo que alguien detenga la vaina esa tan
    desagradable del decir popular, cada vez que asume un nuevo
    Presidente, ojalá que este no sea tan malo como
    él o los anteriores
    .

    Y resulta que sale peor el condenado.

    Qué desgracia por Dios Santo que cada vez
    contamos con más pícaros, corruptos y
    cínicos políticos que asumen el
    Gobierno.

    O que ya no digamos, en las elecciones presidenciales,
    que tenemos que votar por el menos peor de los
    candidatos
    .

    ¿Tan difícil les resulta ser honrados,
    dignos y comprensivos a los que ganan una elección
    presidencial?.

    Bueno, no hay mal que dure cien años ni enfermo
    que los aguante, pero desgraciadamente para muchísimos
    latinoamericanos, que lamentablemente son los más
    sufridos, la población indígena de nuestro sufrido
    sub continente, llevan más de 500 años y,
    efectivamente, no hay uno sólo de ellos que haya aguantado
    vivo más de 60 años, que es el promedio de vida que
    tenemos, pero sí, como concepto de
    nación
    y de población ya llevamos muchísimos años
    con este mal a cuestas y no hay modo.

    Ya es justo que las cosas cambien.

    ………¡AUXILIO!…….

    LA CULPA ¿DE
    QUIÉN ES?

    Es como una paradoja, o mejor dicho como un mal chiste,
    el título de este capítulo, pues llamar
    pomposamente "el arte de ser Gobernados" a la cruda y amarga
    realidad de estar reducidos, nosotros la población civil,
    a ser objeto y no sujetos de gobierno, ya es mucha gana de
    joder.

    ¿No lo creen ustedes así?.

    Si tan solo se hiciera caso, palabra por palabra y letra
    por letra, del mandato constitucional que obliga al Presidente y
    a su Equipo de Gobierno a hacer por nosotros, otra cosa fuera
    nuestro país y en otra situación estaríamos
    cada uno de los habitantes de este rico y potencial territorio
    latinoamericano.

    Pero la desgracia para nuestros pueblos ha sido haber
    tenido cada presidente en el Gobierno que, simple y llanamente,
    no han servido para ni… ya usted sabe a lo que me
    refiero.

    Y no por simpleza literaria o por encajar una serie de
    bonitas frases en este manual lo digo.

    No.

    Si compramos un litro de leche en la
    tienda para llevar a la casa y a nuestra familia, un poco
    de nutrición,
    y si al abrirlo, luego de haberlo pagado –por supuesto que
    si no lo hacemos no nos lo dan- resulta que está pasada la
    leche o ya está agria y es inconveniente darla a nuestros
    hijos, lo que hacemos es ir rápido a la tienda a
    devolverla y que nos den otro litro o nuestro dinero.

    O bien si no queremos problemas
    optamos por tirarla a la basura.

    ¿A quién podemos acudir para reclamar por
    estos malos, maletas, sobre todo pícaros, corruptos y
    hasta perversos presidentes que hemos tenido en cada uno de
    nuestros países en Latinoamérica?.

    ¿Quién diablos nos va a devolver esos
    miles de millones de dólares que se dilapidaron por gusto
    en cosas que nada tuvieron que ver con nuestro desarrollo, con la
    justicia, con la seguridad o con la protección a nuestras
    vidas, bienes,
    derechos y sueños de superación?.

    ¿Y los millones de dólaritos que se
    levantaron como vulgares ladrones los funcionarios
    públicos de esos Gobiernos?.

    ¡A quién!…..

    Por supuesto que a nadie.

    Nos queda sólo rezar para que el próximo
    no sea igual o peor que los anteriores.

    ¡Qué lindo!.

    Porque si tal y como vimos con el ejemplo de la leche
    quisiéramos tirar a la basura lo que no
    sirve, e intentáramos botar al Presidente que no sirve,
    nos llevaría la tiznada pues nos acusan de subversivos, de
    propiciar la anarquía y el desorden, y nos meten a la
    cárcel por querer romper el orden constitucional que, para
    el mal gusto, protege durante cuatro, cinco o seis años
    (depende el período Presidencial) a los ineptos, a los
    ladrones y a los alagartados en el poder
    público.

    ¿Quién podrá
    defendernos?.

    No se preocupe que hay miles de iluminados dispuestos a
    hacerlo.

    Y surgen entonces los nuevos Mesías, los
    salvadores y los que están dispuestos a sacrificarse por
    su pueblo ante los desmanes de los gobernantes, pero que simple y
    llanamente, con los ejemplos de lo sucedido en Perú con
    Alan García y Fujimori, Ecuador con
    Bucarám y Lucio, en Guatemala
    Serrano Elías y Portillo; los Sandinistas y Daniel Ortega
    en Nicaragua, López Portillo o Salinas de Gortari en
    México,
    Chávez en Venezuela y
    etc., etc., etc., nos arrastran de lo peor a lo más infame
    y execrable.

    ¡Bonita solución la que nos dan los
    iluminados y los que se sienten tocados por el dedo mismo de Dios
    Padre!.

    En cada una de las elecciones, de las que recientemente
    hemos tenido en nuestros países, han aparecido, como
    brotados por magia, cuatro, siete y hasta diez candidatos que
    están convencidos de ser ellos la salvación
    nacional.

    ¿Nombres?… ¡por favor!.

    Para qué.

    Simple y llanamente recuerde que tuvimos y hemos tenido
    de todo, militares, guerrilleros, golpistas, licenciados,
    pastores, curas, campesinos, indígenas, cooperativistas,
    profesores, ladinos, chaparros, gordos, flacos, rubios, morenos,
    y en fin una gran variedad de entes zoopolíticos de
    nuestra fauna
    latinoamericana.

    Y eso es verdad.

    Ni las hienas o chacales se comportan como nuestros
    folclóricos iluminados y tocados por Dios nuestro
    Señor –o que se creen tocados, que no es lo mismo
    pero si lo peor-, como lo hacen los nuevos salvadores y
    mesiánicos paisanos dispuestos a sacrificarse por sacarnos
    de las fauces feroces de los políticos tradicionales, pero
    incapaces de contar con los mínimos perfiles en
    formación, educación o
    experiencia en asuntos cívicos, políticos y con la
    sensibilidad social que impide llegar a robar, a abusar y a
    saquear las arcas nacionales.

    Los políticos somos simples servidores de las
    comunidades y los intérpretes de la realidad que padecen y
    sufren los habitantes.

    Y existimos con la única finalidad de buscar
    resolver los problemas, inconvenientes y sufrimientos
    comunitarios, no los personales ni los de los cuates, compadres,
    amigos, amiguetes o novias y queridas.

    Pero debido a que de todo hay en la viña del
    Señor, algunos de los pícaros que pululan y se
    hacen pasar como políticos, con sus actos y
    comportamientos, hoy la sociedad, casi
    por completo, los tenemos clasificados de ladrones,
    sinvergüenzas, pícaros, largos, abusadores,
    pervertidos, alimañas y cualquier otra cosa que a usted se
    le pueda ocurrir.

    En una palabra estamos entre las llamas y las
    brazas.

    O entre la espada y la pared.

    Pero la verdadera culpa es de todos nosotros que no
    hemos podido hacer que surja del seno de nuestras poblaciones una
    serie de personas, de ambos géneros, que nos representen
    digna y moralmente; que se hayan preparado ellos mismos, sus
    acompañantes y correligionarios y que se formen, de manera
    institucional, grupos cívicos y políticos,
    verdaderas estructuras
    partidarias y canales democráticos para permitir la
    organización, participación y delegación
    de la representatividad.

    Es decir que no hemos cumplido con la tarea de
    fiscalizar a nuestros líderes o posibles
    líderes.

    No sé de donde me vino la siguiente frase, pero
    la voy a hacer mía y compartirla con ustedes para
    reflexionar al respecto y ver que diantres hacemos de ahora en
    adelante: pueblo que no se organiza, participa y delega su
    representación, sin descuidar, ni por un instante, la
    fiscalización y el control de sus
    autoridades, ni se desarrolla ni avanza cívica y
    políticamente, y condena a su gente al atraso y al
    subdesarrollo.

    Y esa es nuestra amarga, cruda y viva
    realidad.

    Ninguno de nosotros hemos hecho lo correcto y por eso es
    que dicen que cada pueblo tiene el Gobierno y los gobernantes que
    se merece.

    ¿Es acaso nuestra respectiva patria, nuestro
    amado país, la excepción?.

    No.

    ¡Qué va!.

    …Que triste…

    Ya es hora de hacer algo.

    ¿No creen?.

    Para empezar a salir de estas condiciones de vileza en
    la que nos tienen los políticos que se sacrifican por
    su pueblo
    o de los improvisados salvadores e iluminados que
    surgen como consecuencia de ello, o aún aquellos ex
    militares que ofrecen mano dura y férrea contra las cosas
    que están de cabeza, o contra la anarquía, la
    inseguridad,
    el desempleo o la
    criminalidad, es indispensable que fortalezcamos nuestros
    partidos
    políticos y hacer de ellos verdaderas instituciones de
    derecho
    público, como lo dice la Ley Electoral y
    de Partidos Políticos de nuestros
    países.

    O bien, ser verdaderamente revolucionarios y permitir
    que, aunque no estemos en un partido político, cualquier
    paisano pueda inscribirse o inscribir a cualquiera,
    incluyéndose a él mismo o a ella misma, así
    como que, cualquier grupo, gremio,
    club, asociación, ong, entidad o
    cooperativa lo
    pueda hacer.

    ¿Acaso no tenemos garantizado el derecho a la
    igualdad?

    ¡Acaso no somos todos, parejos, iguales ante la
    ley!.

    Si los partidos políticos tienen el derecho de
    inscribir candidatos, cualquier ciudadano, persona humana o
    persona jurídica, también lo debe poder hacer; si
    no la Declaración Universal de Derechos Humanos,
    la Convención Americana Sobre Derechos Humanos y el Pacto
    Internacional de Derechos Civiles y Políticos, no sirven
    para un carajo.

    ¿No lo cree así usted?…

    Claro que antes es indispensable hacer alguno que otro
    cambio.

    Y para empezar hay que meterle mano, inmediatamente
    a:

    1. La Constitución.
    2. La Ley Electoral y de Partidos
      Políticos.
    3. La Ley que regula al Poder
      Ejecutivo.
    4. Y algunas otras más.

    Lo que sí es indispensable realizar antes de
    meterle mano a la Constitución, por medio de una Asamblea
    Nacional Constituyente, es que el Congreso de la República
    apruebe, de urgencia nacional, un artículo transitorio en
    la Ley Electoral respectiva, estableciendo que, para la
    elección de los diputados constituyentes próximos a
    ser electos, no es necesario que los inscriban exclusivamente los
    partidos políticos; puesto que así, con el mismo
    derecho de poder cualquier persona humana y/o jurídica
    inscribir candidatos, se conseguiría la garantía de
    contar con la verdadera expresión de nuestros pueblos en
    la libre escogencia de candidatos de arraigo popular y de
    extracto comunitario que interpretarán muchísimo
    mejor el sentir, los deseos y sueños de sus paisanos, sin
    estar supeditados a los intereses sectarios propios de los
    partidos políticos, de sus dirigentes, y de los
    financistas que, con su dinerito, compran simplemente la conciencia de
    quienes reciben el dinero para
    sus campañas.

    Por supuesto, y doy por sentado esto, que es
    indispensable, a la par de meterle mano a los anteriores puntos,
    que nosotros mismos nos propongamos participar en la vida
    nacional, preparándonos para ello y ser entes para
    fiscalizar, vigilar y cuidar nuestra Constitución y su
    cumplimiento completo desde nuestras comunidades, municipios,
    departamentos o provincias y regiones nacionales y estados;
    además de brincar, patalear y hacer bulla ante los abusos,
    falta de acción,
    exceso de acciones o larguezas de funcionarios y
    gobernantes.

    Sólo así, entonces, nosotros, la sociedad,
    podremos garantizarnos, a nosotros mismos, la democracia, la
    superación y el despegue productivo, social,
    económico, político y humano, que nos
    merecemos.

    El dilema es que para nuestra desgracia son los mismos,
    los políticos tradicionales o los iluminados, los que
    llegan al Congreso como diputados o, en el caso de una Asamblea
    Constituyente, como constituyentes, los únicos que pueden
    cambiar las estructuras de nuestro país.

    Lo que hay que hacer, entonces, es escoger un partido
    político, inscribirnos en él, fortalecerlo, luchar
    por hacerlo democrático y participar en igualdad de
    condiciones para alcanzar un puesto de elección popular y
    salir electos para que conscientemente vayamos propiciando los
    cambios indispensables en nuestro Sistema y en el
    nuevo Pacto Social que nos tienen que sacar de este atraso, de la
    miseria, pobreza y, como
    ya lo dijimos, del subdesarrollo como único problema
    nacional que tenemos los pueblos de nuestra América
    Latina, de África y del Asia.

    O bien exigir que se cumplan la igualdad ante la ley y
    que si los partidos políticos tienen el derecho de
    inscribir candidatos a puestos de elección popular,
    también, así mismo, cualquier persona humana o
    jurídica, por la garantía de ser iguales ante la
    ley y a que la ley nos protege de igual manera, podamos inscribir
    libremente a cualquier persona que consideremos apto para
    representar nuestros intereses comunitarios y
    nacionales.

    Solamente con el cambio de las estructuras actuales ya
    obsoletas, con las que contamos en nuestro Sistema, será
    posible pensar en caminar para adelante en asuntos sociales y
    políticos.

    Hacer otra cosa y soñar con una persona, un nuevo
    líder o
    cacique que nos saque del aprieto y pensar en otras opciones, no
    es más que perder o continuar perdiendo nuestro tiempo,
    esfuerzos, dinero y sentimientos.

    ¿Cómo nos han tenido los nuevos
    líderes, los Mesías políticos y los
    iluminados (convencidos por su propia tontera de
    serlo)
    ?… ¡en la pura miseria y
    desamparados!.

    Ya estuvo bueno de tanta farsa.

    Nos corresponde a esta generación, que es la
    nuestra, hacer los cambios necesarios, pero de manera
    científica, lógica
    y, sobre todo, basada en la ley y en los derechos humanos que nos
    dan potestad las declaraciones y convenciones sobre derechos
    universales y humanos, donde no hay nada de sobrenatural o
    esperando por un enviado o iluminado, y dejar sentadas las bases
    para que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, las
    nuevas generaciones que ni siquiera han nacido, puedan vivir en
    la patria que tuvimos que haber heredado de nuestros padres y
    ancestros, los que, por negligencia, cobardía o simple
    indiferencia, que es lo mismo, nada hicieron por
    nosotros.

    Si nuestros padres, abuelos y de ellos para
    atrás, hubiesen hecho lo correcto y tomado las riendas de
    nuestro respectivo país, hoy estaríamos a la altura
    de otros países desarrollados y respetuosos de los
    derechos individuales de sus habitantes.

    Pero o se hicieron los locos o simplemente se acomodaron
    con los poderosos de turno e impidieron la evolución natural de cada uno de nuestros
    países en Latinoamérica.

    Y ambas cosas nos hacen sufrir lo que
    padecemos.

    Si hubiesen hecho lo correcto no estaríamos como
    estamos: miserables, pobres, atrasados, muertos en vida y sin
    muchas esperanzas por salir de la crisis que ya
    dura cientos de años.

    Claro que ya nada ganamos con lamentarnos o con buscar
    culpables, pero es necesario que entendamos, o que nuestros hijos
    entiendan, si nada hacemos o logramos hacer nosotros en este
    momento preciso de la historia nacional de
    nuestros países respectivos, que es correcto poner en
    perspectiva los hechos y sucesos que impiden o detuvieron el
    progreso social de nuestra patria para evitar seguir en el mismo
    juego
    inhumano.

    Magnífico que saquemos a relucir nuestro pasado
    reciente, la guerra, el
    enfrentamiento armada y la intolerancia hacia nuestros hermanos,
    principalmente hacia los indígenas y los grupos
    tradicionalmente excluidos, para que entendamos, de una buena
    vez, que es necesario ponerle un alto a todo esto y que salgamos
    rápido de las iniquidades y abusos para situarnos en la
    senda democrática de buscar el bien
    común.

    ¿QUÉ
    DICEN LOS REGLAMENTOS QUE NOS RIGEN?

    Nuestra respectiva Constitución representa la Ley
    de Leyes, es decir
    que está por encima de cualquier ley, reglamento o
    disposición que se emita o establezca.

    Y nada puede estar en contra o limitando la
    Constitución Política que nos rige
    actualmente en nuestro respectivo país.

    En este sentido es bueno que veamos unos
    artículos constitucionales y reflexionemos al respecto
    para empezar a comprender en qué clase de
    cuerda floja estamos viviendo o sobreviviendo.

    Si tenemos un ordenamiento que se supone nos permite
    vivir o convivir en paz, en orden y con respeto hacia los
    demás habitantes, también que nos obliga a cumplir,
    por parte de los gobernantes, con instrucciones precisas y claras
    hacia los gobernados, o sea hacia la población civil, es
    imperativo que se le den cumplimiento a los mandatos de nuestra
    Ley de Leyes y que dejemos de seguir haciéndonos los locos
    o como que no es con nosotros las cosas, para apegarnos a la
    letra, al sentimiento y al espíritu constitucional en el
    que vivimos.

    La parte que trata de la persona humana, fines y deberes
    del Estado, de entrada nos pone una realidad tan bella y sublime
    para los habitantes que, de verdad, es digna de haberse cumplido
    desde el primer instante en que fue promulgada nuestra Carta
    Magna.

    Han pasado varios años, los suficientes como para
    haber hecho un movimiento en
    pro de su cumplimiento y de haber castigado severamente a los
    infractores, a los que no cumplieron con las normas y con los
    que nos estafaron las conciencias y la vida, pues nos tienen
    reducidos a la miseria, cuando la Constitución ordena el
    bienestar y el desarrollo integral; nos tienen llorando a
    nuestros hijos y familiares asesinados, secuestrados, violados o
    criminalmente tratados, cuando
    ellos, los presidentes y funcionarios estaban y están
    obligados a proteger, resguardar y a garantizar nuestras vidas,
    bienes y derechos.

    ¿Es justo que continuemos como si nada, como si
    la cosa no fuera con nosotros?.

    Yo, en lo personal, no lo
    voy a seguir permitiendo.

    ¿Y usted papá… y usted mamá?
    ¿Están dispuestos a hacer algo?.

    Pero bueno, es momento de leer y entender algunos
    artículos constitucionales, para que nos llenemos de ira,
    de tristeza o de cualquier sentimiento que ustedes quieran, la
    cosa es que nos mueva las fibras de nuestro ser para darnos
    cuenta que está en cada uno de nosotros el cambio y la
    exigencia de los cambios.

    El Estado se organiza para proteger a la persona y a
    la familia; su
    fin supremo es la realización del bien
    común.

    Para nada dice ahí que el Estado va a
    tratar de protegernos o que hará todo lo posible para
    hacer realidad el bien común.

    No.

    El mandato es claro.

    Sin ninguna duda.

    E imperativo además.

    ¡Proteger a las personas y familias!.

    Pero a todas las personas y familias.

    No sólo a los ricos, a los rubios y niños
    blancos, ni a las novias o queridas de turno, y mucho menos a las
    familias poderosas, influyentes y con recursos.

    O, en la peor de las interpretaciones que nuestros
    listos políticos han tenido de la Constitución, y
    protegen a sus respectivas familias.

    El ingenio y lo listo les sobra a los presidentes y
    altos funcionarios que ha tenido cada país de nuestra
    Latinoamérica.

    Pero para su uso y abuso en lo personal.

    Y, si el fin supremo, único y específico
    es hacer realidad todos los días, semanas, meses y
    años, el bienestar, bien común y prosperidad en
    cada uno de los hogares de nosotros, el pueblo,
    ¿qué ha pasado?.

    Pero sigamos. Es deber del Estado garantizarle a los
    habitantes la vida, la libertad, la
    justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la
    persona.

    ¿No cree usted que es momento para llorar,
    patalear y hacer un berrinche de padre y señor
    nuestro?.

    ¿No es una burla a nuestra dignidad ver y
    comparar este bello mandato con la realidad nacional que nos
    acompaña todos los días, desde que amanecemos
    hasta, si tenemos suerte y no nos matan, el
    anochecer?.

    ¡Caramba que hay que tener horchata o refresco de
    naranja en las venas para no habernos dado cuenta de la
    irrealidad del mandato constitucional y la manera en que hemos
    sido sometidos a sobrevivir en nuestras comunidades!.

    De verdad la vida no vale nada en nuestro respectivo
    país.

    Nuestra Constitución no nos dice que uno de esos
    ofrecimientos o dos de ellos son los que veremos cumplidos en
    nosotros.

    No.

    Clara y específicamente le ordena al Presidente,
    y a los funcionarios que ocupan las instituciones del Estado, que
    nos deben garantizar, a todos por igual, nuestras vidas,
    libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo
    integral.

    No deja lugar a otras interpretaciones o a que en
    porcentajes se vaya como haciendo la lucha o cumpliendo tales
    órdenes claras y concisas, como nos tienen acostumbrados
    nuestros gobernantes de darlo todo en porcentajes para irnos,
    ahí sí que, baboseándonos o tratar de
    tontearnos de lo lindo, como ha sido tradicionalmente lo usual en
    nuestra democracia a la latinoamericana tropicalizada y
    todo.

    Garantizar algo es, no sólo obligarse a cumplir
    con ese algo y asegurar fehacientemente su realización,
    cumplimiento y afianzarlo hasta su plena obtención, sino
    que tiene que ir acompañado de la certificación
    correspondiente y, lo más importante, como complemento de
    la garantía, responder y estar dispuesto para deducir las
    responsabilidades civiles y penales por el
    incumplimiento.

    ¿Quién o quiénes van a responder y
    asumir la responsabilidad por el incumplimiento de los
    derechos, libertades y garantías que nos da potestad
    nuestra respectiva Constitución?.

    ¿Verdad que dan ganas de llorar o de salir
    corriendo?.

    La vida, como primera manifestación que tenemos
    los seres humanos al nacer, marca su
    importancia en nuestra Carta Magna pues, efectivamente, si el
    Estado está concebido para proteger a la persona y a la
    familia, la existencia y duración de las personas es parte
    integral de las garantías.

    Es ridículo que el lapso de vida en un ser humano
    esté supeditado a la mala decisión de un Estado
    incapaz de hacer cumplir, por medio de los gobernantes, la mayor
    duración en la expectativa de vida de cualquier persona en
    Latinoamérica.

    ¿Y entonces?.

    La libertad, que tiene que ver con la soltura en
    nuestros actos, el atrevimiento y la osadía, al igual que
    con la independencia,
    no es más que una ridícula caricatura cuando vemos
    la triste y decepcionante realidad que nos envuelve.

    Y la libertad constitucional, garantizada y todo lo que
    queramos, no ha sido más que la interpretación de los funcionarios de turno
    que han oprimido, limitado y esclavizado por torpeza a nuestros
    pueblos que, incapaz de pensar por sí mismo, salir de la
    opresión económica y de la sumisión,
    servidumbre, dependencia y sometimiento y hasta vasallaje con esa
    política
    económica a mansalva que tenemos en nuestros
    países, que hasta como que nos llegó a gustar estar
    total y fatalmente dependientes de los poderosos.

    Y hoy, para mayor desgracia y dolor, muchos están
    satisfechos con las migajas de "libertad" que reciben.

    La impunidad,
    corrupción, negligencia y la ineptitud y el
    desprecio son algunas de las verdaderas manifestaciones de la
    justicia que recibimos los latinoamericanos en cada uno de
    nuestros países.

    ¿Cuándo entonces podremos hablar de tener
    garantizada la justicia si como ejemplo simple podemos ver que
    las denuncias en el Ministerio Público o en las oficinas
    de la Policía en nuestros países respectivos, en un
    año, son de un promedio de un millón de hechos
    delictivos y criminales, y que en ese mismo período apenas
    unos mil o mil quinientos juicios son llevados a cabo, y para
    acabar de amolarnos, o de estar bien jodidos, de esos juicios, la
    mayoría salen con sentencias absolutorias?.

    Los robos, asaltos, violaciones, secuestros, asesinatos
    y la violencia en
    general, son el pan nuestro de cada día como para que esa
    palabrita que menciona la Constitución de seguridad, unida
    a la condición de garantizárnosla, no nos lleve a
    pegarnos una sonora y burlesca carcajada.

    De la paz, garantizada también en nuestra Carta
    Magna, mejor ni hablemos, o sólo que queramos referirnos a
    la paz de los sepulcros que es la única que sí
    tenemos garantizada obtener en el más corto
    plazo.

    Y del desarrollo integral de la persona, más nos
    vale ni referirnos al asunto pues con volver la cabeza a
    izquierda o derecha, de cualquier rincón nacional,
    solamente veremos y experimentaremos nausea, tristeza y
    decepción.

    ¡Qué garantía al desarrollo es esa
    que indica que, como Índice de Desarrollo
    Humano, nuestros países ocupan lugares atrasados y de
    los últimos en el mundo!.

    Bonito mandato constitucional, garantizado y todo,
    tenemos.

    Ve que bien.

    El problema es que no funciona.

    Nuestra Constitución, y la parte que corresponde
    a Los Derechos individuales de los habitantes de nuestro
    respectivo país, nos otorga prerrogativas y facultades
    capaces de hacer que vivamos tranquilos, seguros y
    confiados en que hay estructuras, instituciones y funcionarios
    que velan por nuestras vidas, por la libertad e igualdad y por
    una serie de actos propios de seres humanos con capacidad de
    sacar toda nuestra potencialidad, tanto la productiva, la
    creativa y la de fraternidad, como la social y
    política.

    El Derecho a la vida, establece que el Estado garantiza
    y protege la vida humana desde su concepción, así
    como la integridad y la seguridad de la persona.

    Y ya vimos que nadie respeta ni protege nuestras vidas,
    como para que no nos hierva la sangre nuevamente
    y hagamos algo lo más pronto posible.

    Por supuesto adentro de lo permisible, legal y de
    sentido común.

    El artículo de la Libertad e Igualdad, nos dice
    que: Todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad
    y derechos. El hombre y
    la mujer,
    cualquiera que sea su estado civil, tienen iguales oportunidades
    y responsabilidades. Ninguna persona puede ser sometida a
    servidumbre ni a otra condición que menoscabe su
    dignidad.

    ¡Qué bonito!.

    Pero a la vez ¡qué lirismo por Dios
    Santo!.

    Dignidad menoscabada no es otra cosa que la
    disminución, el daño y
    el mancillamiento hacia la integridad, nobleza, honradez, decoro
    y honestidad, en
    este caso, como lo dice la Constitución, de las personas
    que, unido al sometimiento y a la servidumbre de miles de
    familias latinoamericanas, que por efectos y consecuencias del
    subdesarrollo vivimos, sobrevivimos y coexistimos en condiciones
    infrahumanas, tal y como nos califica el PNUD en lugares alejados
    de los del resto del mundo con respecto al Índice de
    Desarrollo Humano (IDH), hace que este otro artículo
    constitucional no sea más que una sombra y una mancha
    más en nuestro intento por vivir en democracia.

    Si el 85% de los latinoamericanos vivimos en la pobreza, en la
    extrema pobreza y en la acelerada pauperización de las
    clases medias, sin que ninguna política de Estado o de
    Gobierno detenga y reduzca esta escandalosa y terrible realidad
    nacional en nuestros países, no hay más que
    concluir que los habitantes de nuestro país estamos
    sometidos a servidumbre, porque estamos sujetos a las migajas, a
    las donaciones y a las dádivas de la comunidad
    internacional que es la única que hace algo por nosotros;
    y además, y por ello mismo, supeditados a condiciones
    infrahumanas que sí menoscaban nuestra
    dignidad.

    No tener ni para alimentar decentemente a nuestros hijos
    ¿no es disminución y mancillamiento a nuestra
    integridad humana?.

    Ver pasar los días, meses y años sin tener
    acceso a oportunidades de superación ni para nosotros ni
    para nuestros hijos o familia ¿no es perjudicial para el
    decoro personal de los padres de familia que tenemos la
    obligación de proveer a nuestros hijos y esposas de lo
    mínimo para vivir y desarrollarnos?.

    Salir a las calles de nuestros países a buscar
    los 2, 3, 6 y ojalá 8 dólares y mejor si son 10 los
    dólares diarios para pasar el día sin que, si los
    conseguimos producto del
    trabajo
    honrado y digno, nos los roben a costa de nuestras vidas,
    ¿no es dañino y perjudicial para nuestra decencia,
    honradez y dignidad?.

    Total que por donde le queramos entrar o ver las cosas
    de nuestra amarga realidad diaria en nuestra tan querida
    Latinoamérica, no experimentamos más que menoscabo
    a nuestra dignidad, mancillamiento, servidumbre y desigualdad a
    mansalva.

    ¿O no?.

    De los artículos constitucionales que consta esta
    parte quizá, sujeto a mejor propuesta, el artículo
    44 es el que nos permite ratificar todos los derechos
    individuales.

    Lo triste es que muy bonita la letra y el
    espíritu de ellos, pero la realidad y con lo que nos
    enfrentamos es con lo opuesto; claro que está en nuestras
    manos que fortalezcamos nuestra Constitución, la
    democracia, la convivencia pacífica, el respeto y la
    fraternidad entre los guatemaltecos.

    ¿Fácil verdad?.

    Es legítima la resistencia del
    pueblo para la protección y defensa de los derechos y
    garantías consignadas en la
    Constitución.

    Por lo tanto, y por lo mismo, no comprendo el por
    qué no hayamos tenido esa resistencia legítima de
    los latinoamericanos a los que nos han matado hijos, hermanos,
    padres y cónyuges; o bien repulsa genuina por la impunidad
    reinante, por la incapacidad para administrar justicia y por la
    inseguridad constante en la que sobrevivimos los habitantes
    honrados e indefensos, a los que los asaltos, robos, secuestros,
    crímenes, violaciones y asesinatos nos tienen de
    rodillas.

    Y con el subdesarrollo en el que sobrevivimos no
    entiendo cómo no hemos salido con y en una magna protesta
    y resistencia pacífica de grandes dimensiones para haber
    exigido desde hace muchos años el cumplimiento al
    desarrollo integral de nuestras personas y familias.

    Y es hasta ridículo que teniendo libertad de
    emisión del pensamiento,
    tal y como nos lo otorga nuestra respectiva Constitución,
    y no haciendo uso de ese derecho, nosotros, la población,
    hayamos tenido a presidentes, gobiernos y miles de millones de
    dólares gastados en sus presupuestos y
    ninguno de ellos haya hecho caso de nuestra débil o fuerte
    resistencia, manifestación y clamor por que ellos, esos
    presidentes que nos han mal gobernado en nuestros países,
    hicieran realidad nuestra Constitución.

    Y estos somos nosotros, el pueblo indefenso, los que
    pasivamente hemos aguantado desde la posición endeble de
    ser simples gobernados que, los gobernantes pasados,
    experimentaron malamente con nuestros hijos, cónyuges y
    familias y nos llevaran hasta el momento actual en que nos
    debatimos entre la vida y la
    muerte.

    El arte de ser gobernados no es otro, por supuesto que
    en nuestro caso de y en nuestra querida América
    Latina, que servir de conejillo de indias de infelices seres
    humanos que se aprovechan particularmente de la política,
    del poder y del gobierno para medrar, robar, enriquecerse y
    abusar de los gobernados.

    ¡Qué tristeza en lo que han convertido a la
    política que no es otra cosa que el arte de buscar
    soluciones
    generales a los graves, medianos y pequeños problemas de
    una nación!.

    Hay muchos que se han quedado satisfechos con el
    repudio, la condenación y el rechazo público hacia
    los partidos políticos, los políticos y
    funcionarios electos o nombrados, pero que hacen poco por
    rescatar el espíritu democrático, la fraternidad,
    el servicio
    público, la organización, la participación y la
    delegación de la representatividad.

    Y eso, y no otra cosa, es lo que nos corresponde si
    queremos vivir y mantenernos en un sistema democrático y
    representativo.

    Y por supuesto que esa es la idea básica de este
    manual.

    Así que manos a la obra, pues nosotros, los que
    tenemos en nuestras manos el arte de ser gobernados somos los que
    constitucionalmente mandamos y tenemos el poder.

    Si no lo creemos, démosle una ojeada a otra parte
    de nuestra Constitución para complementar nuestra lucha a
    favor de la convivencia pacífica y de la alternabilidad en
    el poder público.

    La soberanía radica en el pueblo quien la
    delega, para su ejercicio, en los Organismos Legislativo,
    Ejecutivo y Judicial. La subordinación entre los mismos es
    prohibida.

    ¿Y entonces?.

    No les había dicho que el poder público es
    nuestro, pues.

    ¡La soberanía es nuestra!.

    Es decir que el mando, dominio, autoridad,
    influencia y supremacía del Estado de cualquiera de
    nuestros países, es de los habitantes de nuestro
    país que, en un acto democrático, durante los
    procesos
    eleccionarios, elegimos a nuestros representantes pero
    condicionados a la Constitución y al basamento
    legal.

    O sea que siempre, aunque estén o hayan sido
    electos por la mayoría los gobernantes, alcaldes y
    diputados, siempre, repito, están en nuestras manos por
    medio del ordenamiento legal.

    Y aquí es donde se puso buena la cosa, pues para
    que los artículos constitucionales se cumplan,
    principalmente aquellos que ya leímos y copiamos
    anteriormente, y que los que temporalmente ocupan el poder
    público debido a una elección o a un nombramiento
    se sujeten a la ley, los habitantes y la sociedad civil,
    los que tenemos en nuestras manos la supremacía y el
    mando, porque somos el soberano pueblo, debemos exigir que el
    Estado de Derecho
    funcione.

    El Estado de Derecho no es otro que lo que nos dicen,
    ratificando una vez más de quién es la autoridad y
    el mando, los artículos supeditados bajo el título
    de Ejercicio del Poder Público.

    El poder proviene del pueblo. Su ejercicio
    está sujeto a las limitaciones señaladas por la
    Constitución y la ley.

    Bueno queridos amigos y paisanos
    latinoamericanos, aquí está la base fundamental de
    todas nuestras quejas y lamentos.

    ¿Qué esperamos para hacer que se cumpla
    nuestra Constitución y el ordenamiento legal?.

    Ah, por supuesto que los chicos malos han aprendido
    mucho más rápido que la población y ellos,
    los funcionarios en el poder temporal, saben cómo cubrirse
    y taparse con la misma cobija para mantener impunidad en sus
    violaciones constitucionales y de la ley la que, sin más
    que tener una buena palanca en el Ministerio Público, en
    la Corte Suprema de Justicia o sea en Tribunales, y en el
    Congreso de la República, se pasan por el arco del triunfo
    la ley, los reglamentos y la Constitución.

    Entonces ¿cómo fortalecer el Estado de
    Derecho si nuestros hermanos mayores –eso son de nosotros
    prácticamente los gobernantes- les vale madre la ley y
    la Carta
    Magna?.

    Pregunta que nos lleva al fondo de las cosas.

    Si no hacemos lo imposible por cambiar las estructuras
    del Estado, es decir llegar al fondo de las cosas para
    revertirlas, lo que estaremos fortaleciendo no es más que
    la impunidad, los vicios, la ineficiencia, los abusos, las
    violaciones, el crimen y la indiferencia por los
    latinoamericanos.

    Los que ejercemos el arte de ser gobernados, la
    población civil de nuestro respectivo país, tenemos
    que fiscalizar, denunciar, protestar, resistir
    pacíficamente y cualquier cosa creativa, ingeniosa y
    audaz; pero por sobre todo propiciar que las estructuras del
    Estado cambien y esto sólo lo lograremos
    organizándonos, participando y delegando la
    representación.

    Claro que por supuesto si no salimos del subdesarrollo
    poco se podrá hacer con pataleos, gritos, protestas, quema
    de llantas, obstrucción del tráfico, pintas, campos
    pagados, chistes,
    chismes o inmolándonos en la plaza
    pública.

    El subdesarrollo no es más que lo que vemos a
    nuestro derredor y no representa otra cosa que el yugo y
    consecuencias que padecemos casi toda la
    población.

    El atraso, la pobreza y la miseria son parte de lo
    mismo.

    El abuso del poder, la impunidad y el desprecio, de los
    funcionarios electos y nombrados, hacia nosotros el pueblo, el
    sufrido y violentado pueblo de Latinoamérica, tiene su
    raíz en el subdesarrollo.

    ¿RECETAS
    CONTRA LOS MALOS GOBIERNOS Y CONTRA LOS APROVECHADOTES
    PRESIDENTES?

    Varitas mágicas, pócimas, trucos y
    triquiñuelas, y hasta oraciones, misas, novenas, rezos o
    sacrificios, ayunos o el extremo que sería flagelarnos
    buscando e implorando a los Poderes Superiores para que nos
    socorran inmediatamente, poco podrán hacer.

    Recordemos que el Ser Supremo nos dejó dicho
    ayúdate que yo te ayudaré, pensando,
    quizá que como el ser humano –y los latinoamericanos
    no somos la excepción- es comodón y le gusta que
    todo se lo den en la boca y pelado, nos corresponde a nosotros,
    los seres humanos que poblamos nuestro respectivo país,
    dar los primeros pasos en este sentido y poner de nuestra parte
    para buscar los mecanismos democráticos, constitucionales
    y humanos para convivir pacíficamente y conseguir la
    realidad del bien común, llegar a tener garantizadas
    nuestras vidas, bienes y derechos, la seguridad, libertad, paz,
    justicia y el desarrollo integral.

    Por lo tanto todas las recetas para evitar los malos
    gobiernos están en nuestra creatividad e
    ingenio para no caer en la tentación de votar, nuevamente,
    por los estafadores de conciencias que, con su demagogia y hablar
    bonito, nos continúan envolviendo en sueños vanos
    para llegar al poder a robar, abusar y aprovecharse de todo
    cuanto puedan hacer en cuatro, cinco o seis años de
    gobierno (depende de cada país), ellos y sus compinches,
    compadres y amigotes.

    Propiciar el entendimiento de nuestros paisanos, y hacer
    que se involucren en la vida cívica y política de
    sus comunidades, es el primer paso; para luego hacer que
    fiscalicen y les cuenten las costillas a las autoridades locales,
    municipales, departamentales o provinciales, regionales o
    estatales y nacionales o federales, será nuestro segundo
    gran reto; y que participen como candidatos o delegando
    conscientemente la representación en los mejores hombres y
    mujeres, será la culminación de la
    tarea.

    Y esas sí son recetas, aunque no mágicas,
    que conseguirán frutos democráticos y de
    superación social, política y humana, y la
    consecuencia de ello será la disminución, aunque
    sea poco a poco, de ese ingrato índice de subdesarrollo
    que nos manejamos.

    La mayor vergüenza que debemos sentir los
    latinoamericanos, cada uno de nosotros, es ver a nuestros
    hermanos sufriendo, y muchos de ellos hasta conformes con su
    presente y el futuro de sus hijos de continuar en el vasallaje y
    esclavitud,
    sin hacer algo por la comunidad; y hacer algo no es otra cosa que
    promover, como ya lo dijimos anteriormente, la
    organización, participación e involucramiento en la
    vida cívica y política.

    Pueblo que no se organiza, participa y delega su
    representación, ni progresa ni se desarrolla ni alcanza a
    vivir en un Estado de Derecho democrático.

    Es indispensable que contemos con nuevos
    líderes.

    Pero el calificativo de nuevo lider también
    implica no contaminado de la misma porquería.

    Recordemos que el ser humano no se puede reciclar y, un
    político tradicional, de los largos y picaros, de los
    demagogos y truculentos especimenes que tenemos por manojos en
    nuestra zoopolítica, ya no puede, ni debe, ser electo ni
    seleccionado para gobernarnos o representarnos en algún
    cargo público.

    Por supuesto que tienen el derecho de participar, para
    eso vivimos en una democracia, pero nosotros el pueblo, el
    soberano pueblo de Latinoamérica, tenemos en nuestras
    manos y con nuestros votos la fórmula mágica para
    mandarlos a la…, ya sabe usted a donde, y que no vuelvan
    más nunca a proponerse como candidatos.

    Necesitamos nuevos, creativos e ingeniosos
    líderes cívico
    políticos, con visión de largo plazo, con amor a nuestro
    país respectivo y con sincero afán de servicio
    comunitario.

    ¿Tan difícil es tener y contar con estas
    personas para hacerlos nuestros gobernantes?.

    El prototipo del nuevo líder debe ser simplemente
    el de un facilitador y tener y disponer de un gran Equipo de
    Trabajo donde los funcionarios nombrados sean llanamente, cada
    uno de ellos, gestores y servidores de las
    comunidades.

    Que no se nos olvide.

    Gestores y servidores de las comunidades.

    Es decir que esté dispuesto él, y su
    equipo de funcionarios altos y medios, como
    mística de servicio público, a saber discernir
    entre lo que es particular y exclusivo y lo universal, o sea
    entre los verdaderos intereses nacionales generales y los
    intereses individuales o personales; y actuar conforme lo dicta
    la moral, lo
    humano y el espíritu constitucional consignado en
    artículos de nuestra Constitución Política
    en lo referente a los derechos humanos.

    El nuevo líder debe sacudir al Estado para botar
    a esa maraña y recua de funcionarios de escritorio que
    burocratizaron los servicios
    públicos y que los hicieron imposibles de ejecutarse
    en beneficio de la población necesitada de
    ellos.

    ¿Para que diantres sirven esos haraganes,
    vividores y amargados burócratas de pacotilla?.

    Por supuesto que no hablo de todos.

    No.

    Pero sí de una gran mayoría de ellos y
    ellas, simples acomodados que han llegado a adquirir un desprecio
    mayúsculo por la población y público usuario
    que paga con sus impuestos los
    salarios de esa
    tropa de ineptos e incapaces que tanto daño le han hecho
    al Estado y que junto a los otros funcionarios tradicionales se
    han defecado (por poner un término educado, pero la verdad
    es que se han cagado en grandes cantidades de excremento) en
    nuestros países.

    Usted entiende lo que han hecho con nuestro querido y
    sufrido país ¿verdad?.

    La transición que debemos propiciar, por medio de
    los nuevos líderes cívico políticos, no es
    otra que un gran cambio, profundo y de repercusiones nobles para
    nuestra población, que va encaminado hacia salir de la
    democracia en que vivimos dizque representativa, que ha sido mal
    representada, hacia una democracia más directa, pues ya es
    imposible que si contamos con toda una serie de elementos
    modernos de comunicación, teléfonos celulares,
    faxes, computación y la conexión que nos
    presta Internet y los
    correos electrónicos, pretendamos fundar el desarrollo en
    una representatividad caduca y rebasada por la
    representación directa de la sociedad civil en la
    democracia.

    Es por eso que por medio de los programas en vivo
    transmitidos por las emisoras de radio o por las
    cartas que se
    publican por los medios escritos los habitantes se preguntan
    ¿dónde están los líderes capaces de
    sacarnos de las crisis?.

    Lo que pasa que como no hay propuestas ni voluntad
    política y los beneficios no nos llegan -al contrario
    padecemos miles de manifestaciones producto del subdesarrollo en
    nuestras pauperizadas vidas-, algunos ven en el autoritarismo, en
    el abuso y en las masacres la única salida
    posible.

    Por eso decíamos anteriormente que la nueva
    camada de nuevos líderes debe ser de facilitadores y
    gestores de los servicios
    básicos para las comunidades, y no como los cientos de
    altos y medianos funcionarios que a su paso por el Gobierno,
    enredados en la maraña burocrática de los
    trámites, pleitos, utilidades personales y negocios a
    granel socavaron al Estado de Derecho.

    RECONSIDERAR NUESTRO
    DESTINO Y EL DE LAS NUEVAS
    GENERACIONES

    Con una nueva línea de corrientes que debemos hacer que
    surjan en nuestros países y que tienen que traer
    pensamientos creativos y novedosos, éste es el mejor
    momento histórico para nuestro país, pues podemos
    iniciar los grandes cambios que demanda
    nuestra normal evolución social, política y humana
    que repercutirá en nuestro presente mediato y mucho mejor
    en nuestro destino y por supuesto en el de nuestros hijos, nietos
    y nuevas generaciones.

    Es, sin ninguna duda al respecto, un compromiso que tenemos
    hoy los de nuestra generación y que no debemos dejar pasar
    más tiempo sin asumir esta gran responsabilidad de
    reconsiderarnos y reconsiderar el futuro.

    Estamos obligados a pensar de otra manera ya que continuar
    haciéndolo en la misma forma tradicional, tal y como ha
    sido el esquema de los últimos años, no representa
    otra cosa que seguir perdiendo tiempo, esfuerzo y dinero.

    ¿Acaso hemos obtenido beneficios nacionales con la
    misma línea que nos impusieron otras condiciones que no
    tomaron en cuenta la evolución
    humana y social y mucho menos su desarrollo?.

    Si seguimos en el esquema tradicional de pensamiento
    será imposible salir de la crisis de valores que
    padecemos y que no ha permitido sentar las bases para atacar las
    causas de nuestros males y del subdesarrollo que nos tiene
    sumidos en la ignorancia, pobreza, miseria y sin un futuro para
    nuestros hijos.

    Es más, no hacer otra cosa novedosa y creativa, y hasta
    drástica si se quiere, para anteponerla a lo tradicional,
    nos condena a ser otra generación que impidió el
    desarrollo integral social y humano de nuestro pueblo.

    ¿Vale la pena intentarlo por lo menos?.

    ¡Por supuesto que sí!.

    Lo que nuestros nuevos líderes políticos
    necesitan es un nuevo modelo que
    abarque la totalidad de nuestra nación tal y como es
    Latinoamérica, pluricultural, multilingüe y
    pluriétnico, para entonces hacer valer la
    reputación de lo que un político debe hacer por las
    comunidades.

    Cualquier intento para disponer de recetas contra los malos
    gobiernos, y evitar así tener presidentes que sólo
    llegan a sacarle provecho a las arcas nacionales, en contubernio
    con sus allegados y amigotes, es indispensable que las cultivemos
    y que así se lo dejemos enseñado a nuestros hijos y
    familia pues es la fiscalización, y mantenernos alerta,
    como conseguiremos frenar, de alguna manera, ese libertinaje que
    disponen los políticos una vez llegan al poder
    público.

    Y esta opción, de reconsiderar nuestro destino,
    así como el de las nuevas generaciones, representa un
    serio compromiso con nosotros mismos, con nuestros
    contemporáneos y con aquellos latinoamericanos que
    aún no nacen pero que deberíamos empezar a respetar
    sus derechos, puesto que cada momento que vivimos en el presente
    no es más que la consecuencia de lo que hicimos o dejamos
    de hacer en el pasado.

    Y hoy, en este preciso momento del presente, no es más
    que la representación del pasado si nos trasladamos cinco,
    diez o veinte y hasta cincuenta años en el futuro.

    ¿Realmente qué estamos haciendo o dejando de
    hacer hoy que provoque beneficios o limitaciones en la vida
    diaria de nuestros nietos o bisnietos?.

    Ante esta pregunta lapidaria es muy poco lo que podemos decir
    y demostrar estar haciendo que vaya a impactar favorablemente a
    las nuevas generaciones; y sí es mucho lo que estamos
    dejando de hacer o inclusive que estamos haciendo mal que
    tendrá consecuencias negativas y desfavorables en los
    próximos años.

    Si nuestros padres, abuelos y tatarabuelos se hubiesen hecho
    estas preguntas es posible que el subdesarrollo hace muchos
    años que hubiese desaparecido de nuestras comunidades.

    Y la riqueza, prosperidad, bienestar y desarrollo integral de
    nuestras familias fueran cosas comunes y corrientes.

    Es increíble que con pensar un momento, antes de lazar
    basura a la calle, en todas las consecuencias de un irreflexivo
    acto, como lo puede ser tirar basura indiscriminadamente,
    logramos detenernos y sintonizarnos con las serias consecuencias
    de la
    contaminación y el daño al medio ambiente
    que causamos, para que árboles
    y naturaleza
    puedan preservarse; o simplemente hayamos impedido una enfermedad
    infecto contagiosa que bien podrá provocar trastornos en
    otro ser humano o inclusive causarle la muerte a
    cualquier persona en un futuro mediato o inmediato.

    Si pudiéramos sintonizar bien nuestra atención, reflexionamos, analizamos y
    estamos totalmente conscientes del gran impacto social que
    provocaremos con no estar organizados, no participar directamente
    en nuestras comunidades, no delegar la representación en
    otras personas y no ejercer nuestro poder de fiscalización
    y de exigir el rendimiento de cuentas de
    funcionarios y empleados públicos, esa desidia lo que
    conllevará y provocará es que nuestros
    folclóricos zoopolíticos sigan haciendo de las
    suyas.

    ¡Viva la flor!.

    Ya es justo que paremos de estar haciéndonos los locos
    con nuestro futuro y con el de los demás que ni han nacido
    y ya los condenamos a padecer peores cosas que nuestros padres y
    ancestros provocaron en y con el nuestro.

    Los ciudadanos debemos de asumir esto como un gran reto
    nacional y hacer una gran cruzada para reconsiderar el destino
    común al que, sin más remedio, llegaremos o
    llegarán nuestros descendientes totalmente indefensos y
    poniendo el pecho ante el embate de las consecuencias que se
    derivarán de lo que estamos haciendo o dejemos de
    hacer.

    Y aquí es donde entramos los políticos, claro
    los políticos conscientes y consecuentes con nuestra
    patria y con nuestros conciudadanos de hoy y del mañana,
    que no vamos a permitir más atrasos, miseria y pobreza,
    tanto como las desigualdades y discriminaciones.

    De todas maneras hay que recordar que la evolución
    arrastra al ser humano que la detiene, no importa si consciente o
    inconscientemente hacemos las cosas para frenar o parar el
    perfeccionamiento social, humano, político o de cualquier
    otra índole, la evolución no se detiene y, como
    el agua, busca
    rendijas por donde pasar.

    El gran problema es que se deja atrás, como nos han
    dejado a nuestros países del tercer mundo
    subdesarrollados, a miles de millones de seres humanos.

    Si no, veamos y comparémonos con Suecia, Estados Unidos,
    Alemania o
    cualquier otra de esas naciones del primer mundo súper
    desarrolladas, con nosotros en Guatemala, Haití,
    Perú, Ecuador, Nicaragua, México, Bolivia,
    Cuba,
    República Dominicana, Honduras, o cualquier otro
    país de Latinoamérica en donde nos dejó
    rezagado el progreso.

    Por poner un simple ejemplo, y en nuestro Continente
    Americano, en Estados Unidos, que consiguió su
    independencia en 1,776, tienen todavía la misma
    Constitución que promulgaron hace más de doscientos
    años. Claro que tienen algunas enmiendas en la misma, pero
    no representa gran cosa. Y tales cambios y enmiendas han sido
    para ir de la mano con la evolución social,
    política y humana que fue demandando la sociedad.

    En cambio, y con otro muy ilustrativo ejemplo, en casi todos
    nuestros países nuestro país, el promedio de vida
    útil de nuestras Constituciones (¡sí, en
    plural, Constituciones!) ha sido de 15 años.

    ¡Qué barbaridad!.

    Con razón, compadre y comadre, no hemos avanzado ni un
    paso.

    Al contrario vamos como el cangrejo ¡para
    atrás!.

    Y como ya lo vimos hemos retrocedido en lo que al
    Índice de Desarrollo Humano se refiere.

    Así, entonces, que Dios nos agarre confesados.

    Pero como este Manual pretende abrir nuevas ideas y otras
    fronteras, es necesario que empecemos a reconsiderar nuestro
    presente, repensar en el mañana y definir exactamente
    cómo nos vemos dentro de cuatro, diez, veinte y cincuenta
    años, para entonces empezar a hacer las cosas adecuadas
    hoy y, provocar, en el más corto tiempo, que la
    evolución vaya de acuerdo con nuestras acciones en su
    favor.

    ¿Tan difícil será comprender estas
    sencillas palabras de reconsideraciones?.

    Reconsiderar, que no se nos olvide, por favor, también
    quiere decir recapacitar, repensar y reflexionar.

    O sea que para darle vida y fuerza a estas
    acciones que recomendamos realizar, deberemos de estar
    dispuestos, también, a tomar en cuenta muchas cosas,
    fijarnos en otras, cavilar en nuestras acciones, meditar
    profundamente en la familia, amigos, vecinos y ciudadanos en
    general, examinar detenidamente las actitudes,
    posturas y conductas, así como en aprender a calcular
    consecuencias y, lo más importante, sin lugar a ninguna
    duda al respecto, a saber valorar nuestros derechos individuales,
    así como la clase de vida que queremos tener, compartir y
    heredar.

    Y entonces estaremos listos para abrirle la puerta, de par en
    par, al desarrollo y al brillante porvenir de prosperidad al que
    todos los seres humanos tenemos derecho y estamos destinados a
    tener en nuestras vidas personales, familiares y
    comunitarias.

    ¿Para que esperar más tiempo?.

    ¡Démosle esta oportunidad a nuestros hijos y
    nietos!.

    No sigamos siendo ingratos e insensibles con las nuevas
    generaciones.

    TRANSFORMAR Y REVOLUCIONAR
    LAS BASES SOCIALES

    Como ya lo vimos, nuestro destino es el futuro, como
    humanidad; sin olvidarnos que es el futuro y el destino de
    nuestros hijos, de los hijos de nuestros hijos y de las nuevas
    generaciones, muchas de ellas no han nacido todavía y es
    un crimen de lesa humanidad continuar como si sólo con
    nosotros basta y que más allá de nosotros y de
    nuestra generación no hay nada más ni habrá,
    lo que nos debe preocupar.

    Y nadie puede llevarnos o guiarnos hasta allí con
    vendas en la mente, sentimientos, energía y en el
    psiquismo, tal y como las han tenido puestas todos, sin
    excepción, de aquellos en quienes nuestros padres, abuelos
    y tatarabuelos confiaron, o en los que en el pasado reciente,
    unos quince años, diez, cuatro o un año, en que ya
    es nuestra responsabilidad, que también dejamos en ciegos
    la conducción de nuestro destino.

    Este es el momento de tres cosas:

    1. Reconocer que estamos mal, tremendamente mal
      dirigidos.
    2. Empezar a ponerle un alto drástico y
      sistemático a la mala conducción nacional.
      Y,
    3. Enmendar las cosas transformando el sistema tradicional
      caduco, abusivo, demagógico y opresor, por uno
      incluyente, democrático, respetuoso y cumplidor.

    Sólo así esperaríamos que nos nazca la
    confianza y la esperanza, ambas la base popular de la
    superación, capaces de despertar nuestros más
    grandes anhelos de fraternidad y desarrollo.

    Es decir que sólo transformando, profundamente, las
    bases sociales de nuestra nación y sacudiendo las
    estructuras de los Poderes del Estado, lograríamos pensar
    en la posibilidad de salir poco a poco de la gravedad de crisis y
    problemas que nos acompañan desde tiempos
    inmemoriales.

    Llegar a tener el equilibrio
    social, humano, legal y político que nos corresponde, como
    nación y país independiente, debe ser nuestro
    único objetivo, pues
    eso garantizaría no sólo la superación de
    nuestra auto imagen, sino que
    nuestra auto estima, de seres humanos iguales en derechos y
    obligaciones,
    se fortalecería para desarrollar todo nuestro potencial
    productivo, democrático y civilizado.

    Hace rato que caducó el período en el cual el
    poderoso sistema que, por medio del centralismo,
    dominó durante casi quinientos años nuestras vidas
    y familias, pues con el sonoro y rotundo fracaso que vemos a
    nuestro derredor ya es imposible de continuar en ese peligroso y
    mal intencionado rumbo.

    Si ocupamos uno de los últimos lugares en el mundo, en
    lo que a desarrollo humano y social se refiere, eso nos indica,
    claramente, que nada, absolutamente nada de lo que se hizo o
    trató de hacer por los seres humanos en nuestro respectivo
    país sirvió.

    Claro y a pesar de esos miles de millones de dólares
    que fueron gastados por los anteriores gobiernos y presidentes
    que hemos tenido y por sus respectivos equipos de
    trabajo y gobierno, buscando, quizá, con algún
    grado de buena intención, la superación nacional
    que de todos modos no consiguieron.

    Y si vemos por la rendija que nos queda para atisbar el futuro
    y la clase de vida que llevaremos dentro de diez, quince,
    veinticinco o cincuenta años nosotros, nuestros hijos y
    nietos, primero nos asustamos pues sólo un terrible
    despeñadero hay inmediatamente bajo nuestros pies, seguido
    de que al dar el primer paso, por cualquier dirección que queramos darlo, continuamos
    hundiéndonos en el mismo abismo de la ignorancia, el
    olvido y el atraso, es decir de un mayor subdesarrollo; cuando
    deberíamos de tener un claro panorama del futuro en el que
    sólo el progreso, el bienestar y las garantías a
    nuestras vidas, bienes y derechos fueran posibles.

    ¿Es tanto pedir por un futuro adecuado y decente para
    vivirlo y gozarlos?.

    ¿Por qué sí en otras naciones sus
    habitantes tienen programado su futuro promisorio?.

    No tenemos otra respuesta más que la que de verdad
    contesta fehacientemente lo que nos ha ocurrido.

    Y hay que reconocer, sin miramientos ni pena por decir la
    verdad, que este caos social, producto del subdesarrollo, no es
    otra cosa que producto de latinoamericanos que tuvieron en sus
    manos nuestros destinos futuros, seres humanos que, en el pasado
    remoto ni les pasó por su mente que hoy, entrando en un
    nuevo milenio, nada menos que el tercero, pudiéramos
    sufrir las graves consecuencias de sus desatinos, falta de
    interés
    y desvergüenza cívica y política que,
    acompañada por la no menos vergonzosa actitud de los
    hijos y nietos de esos que propiciaron las cosas, que tuvieron la
    oportunidad de corregir el rumbo equivocado de sus ancestros,
    sólo se acomodaron a sacar provecho de su particular
    momento.

    Es decir que las bases sociales que equivocadamente dejaron
    sólidas nuestros antepasados son las que nos han conducido
    a esta miseria en la que mal vivimos los latinoamericanos en
    general.

    Los llamados países súper desarrollados y
    denominados del primer mundo tienen adentro de sus fronteras a
    unos habitantes de primera.

    ¿Por qué ellos sí y nosotros no?.

    Con un simple ejemplo podemos sacar a relucir lo que hace
    más de doscientos años hicieron los promotores de
    la independencia de los Estados Unidos, quienes sí
    visualizaron y reflexionaron sobre el futuro y las nuevas
    generaciones y plasmaron una Constitución lo
    suficientemente visionaria que les ha permitido alcanzar metas de
    desarrollo y prosperidad que muy bien deberíamos nosotros,
    acá en nuestros países tercermundistas y
    suprasubdesarrollados, también tener y disfrutar.

    No es posible que continuemos en este marasmo y supeditados a
    las migajas que nos arrojan.

    ¿Será posible que algún día,
    ojalá cercano, podamos privilegiar la inteligencia y
    al ser humano como tal?.

    Si logramos hacerlo, tenga usted por seguro que ese
    mismo día iniciamos la verdadera trasformación de
    las bases sociales caducas que nos tienen aprisionados, pues el
    sistema tradicional lo que ha privilegiado no es otra cosa que la
    impunidad, la corrupción y la demagogia, tarjetas de
    presentación de nuestros políticos que sin
    necesidad de disfrazarse de payasos, que lo son y han sido, se
    presentan cada cuatro, cinco o seis años como candidatos
    dispuestos a salvarnos de todo.

    Y nosotros, o muchos de nosotros, tonteados y estafados, una
    vez más, creemos en esa posibilidad y nos entregamos
    pasionalmente no sólo a sus campañas, sino al
    teatro montado al
    derredor de esa farsa para babosear más incautos y
    llevarlos como alcaldes, diputados, presidentes y luego a ocupar
    altos cargos, si ganan elecciones, en los equipos de
    gobierno.

    ¿Qué grado de culpabilidad
    tenemos los votantes encandilados con la demagogia y la estafa de
    conciencias masiva que hacen con nosotros una y mil veces los
    "líderes políticos" nacionales?.

    Ninguna.

    En todo caso hay que preguntarnos, también, si el
    jovencito de 13 o 15 años tiene algún grado de
    culpa si agarra la pistola de su padre y le pega uno o varios
    tiros a sus compañeritos o se los mete él mismo y
    mata o se muere.

    La culpa no la tenemos los que vivimos en las tinieblas o en
    la oscuridad, como bien lo sentencia Víctor Hugo en Los
    Miserables, sino los que no hemos disipado esas tinieblas y esa
    terrible oscuridad con la luz; luz de
    la
    educación, democracia, sabiduría, fraternidad,
    desarrollo y en fin de todo aquello que implique
    superación.

    La culpa la tiene ese padre de familia que de forma
    estúpida deja un arma al alcance de alguien que no tiene
    capacidad de atinar sobre las consecuencias de la
    manipulación de una pistola.

    La culpa la tienen aquellos que se excusan, luego de las
    grandes tragedias, en que estaban advertidos los votantes que ese
    grupo político y el candidato presidencial eran más
    de lo mismo, o que el portador del arma de fuego ya había
    advertido a sus hijos del peligro y consecuencias de disparar
    sobre otros.

    ¡Ya para qué excusar lo que permitieron que
    pasara!.

    Por eso nosotros, nuestra generación, tenemos la
    responsabilidad de hacer lo que aún muchos de nuestros
    contemporáneos, ya no digamos de nuestros ancestros,
    dejaron de hacer o propiciaron este caos social en el que nos
    tienen condenados momentáneamente.

    Si no hacemos nosotros las cosas bien, y si no transformamos y
    revolucionamos las bases sociales, dejamos condenados a las
    nuevas generaciones a seguir hundiéndose más en el
    fango de la miseria y del subdesarrollo.

    PROYECTÉMONOS PARA
    MAÑANA,
    PARA EL AÑO ENTRANTE Y PARA EL
    PRÓXIMO SIGLO.

    ¿Tan difícil será esto?.

    Si no le entramos con ganas no lo sabremos nunca.

    Los malos gobiernos, y los desgraciados y pésimos
    presidentes que hemos tenido, circularon en un vehículo
    tradicional, corrupto e incapaz de privilegiar al ser humano y,
    si montamos a cualquiera de nosotros en ese mismo
    vehículo, por muy buenos, correctos y preocupados por la
    población que estemos, este vehículo nos
    conducirá, irremediablemente, por la misma senda.

    Esto nos indica, tal y como lo planteamos anteriormente, que
    necesitamos, como urgencia nacional en cada uno de nuestros
    países en Latinoamérica completa, no se salva
    ninguno de nuestros países, transformar todo lo
    tradicional; y, ese vehículo, esas estructuras y
    costumbres que traemos, son las primeras cosas que debemos
    desechar.

    El estilo y la línea a seguir son otras.

    No es posible que amanezcamos otro día más
    sabiendo que mañana millones de familias no tienen ni
    siquiera para desayunarse, mucho menos para vestirse, estudiar,
    divertirse o abrirse camino para el bienestar, la
    superación y la felicidad.

    Esto nos indica que debemos replantearnos el mañana de
    otra manera diferente a como lo hemos venido haciendo.

    ¿Qué tal si empezamos con escuchar directamente
    de las personas, familias y comunidades, afectadas por el
    subdesarrollo, sus demandas, problemas y sus sueños y
    anhelos?.

    No olvidemos que nuestra Constitución nos asegura, a
    todos los habitantes, que el Estado nos garantiza la vida, la
    seguridad, la paz, la justicia, la libertad y el desarrollo
    integral.

    Claro y por supuesto que cualquier proyección que
    queramos hacer para los muchos mañanas que integran un
    año o cincuenta años, y no digamos los de un siglo,
    están y forman parte de un proceso; y
    como proceso hay una serie de elementos que tienen que irse
    incorporando a la evolución social.

    Lo que sí debe de quedar claro es que hasta aquí
    llegamos.

    Y que ya no es posible continuar de la misma manera a como lo
    hemos venido haciendo hasta el día de hoy.

    Se acabó la vaina tradicional que nos tiene sumidos en
    un profundo hoyo oscuro y sin posibilidades de salir de él
    por medios normales.

    Si oímos a los necios pregonar, en sus peroratas
    politiqueras, que todo puede arreglarse sólo con su
    concurso, sin intentar cambiar y transformar las bases sociales,
    démonos vuelta, señalémoslos de incapaces y
    estafadores, y busquemos el apoyo de los nuevos líderes
    capaces de visualizar el mañana por métodos
    humanos y revolucionando las estructuras caducas y viciosas que
    nos tienen prisioneros.

    Los habitantes de nuestro país debemos de aprender a
    ver las cosas de manera real, fuera del contexto acostumbrado,
    para dar ese salto cuantitativo y cualitativo que merecemos y
    merecen nuestros hijos.

    ¿Está usted dispuesto a darlo y a propiciar que
    muchos otros lo den?.

    ¿O prefiere no hacer olas y esperar, talvez, en que la
    suerte cambie y que el próximo presidente sea un pariente
    cercano o un compadre o amigo que nos permita meterle mano a las
    arcas y presupuesto
    nacional para salir de pobres nosotros y nuestros allegados y por
    supuesto nuestros descendientes?.

    Cuidado y no se convierta en un desalmado cómplice de
    la miseria y del atraso.

    Es lo suficientemente claro que los muchos mañanas,
    años y siglos que nos esperan a los seres humanos en
    nuestros países, y ninguno de los nuestros son la
    excepción, para llegar a superar las expectativas y salir
    adelante con nuestro desarrollo humano y social, necesitan de
    nuevas instituciones, organizaciones y
    bases sociales diferentes a lo que tenemos.

    La base de esto, sujeto a un mejor criterio, no olvidemos que
    este es un manual, es que necesitamos proyectarnos al
    mañana todos los días con una visión clara
    de la clase de futuro en el que nos vemos viviendo y compartiendo
    todos juntos.

    Y que mejor que nuestros nuevos líderes lo propongan
    luego de escuchar a las comunidades y de explorar sus diferentes
    necesidades, problemas y sueños.

    Debemos colocar una bomba, de las más potentes,
    inmediatamente atrás de nosotros para hacer que estallen y
    desaparezcan todas las políticas tradicionales y los
    perversos liderazgos basados en la mentira, la falta de pudor y
    los intereses personales.

    Ahora bien, obtener los beneficios y superación que nos
    merecemos como seres humanos y nación, y el tiempo en
    empezar a disfrutarlo, está en razón directa que
    pongamos entre lo que debemos desechar y lo que visualicemos.

    O sea que la línea nueva debe ser, precisa y
    absolutamente, nueva.

    Y no una continuación del pasado, pues que chiste tiene
    que compungidos y afligidos por haber permitido haber llegado a
    las profundidades en que nos encontramos y al grado de atraso y
    miseria que tenemos, arrepentidos de eso, sólo hagamos una
    parada técnica en el mismo camino.

    No, lo correcto es salirnos definitivamente de ese camino y
    brincar rápido de allí para construir otro
    diferente sin ninguna conexión con el que nos traía
    por la senda del subdesarrollo.

    ¿Acaso el camino de los vicios nos conduce al éxito?.

    Sólo cuando ordenamos nuestra vida y nos brincamos los
    vicios, ya sea de drogas,
    alcohol, juego
    y abusos, y empezamos una nueva senda, sin conexión con la
    de los vicios, prosperamos y salimos adelante.

    Nuestros nuevos días en nuestro nuevo futuro no deben
    ser una continuación ni repetición de ese pasado
    execrable, funesto, azaroso, trágico y fatídico en
    el que todavía nos tienen viviendo las estructuras y los
    siniestros y descarados líderes.

    Tenemos que hacer discontinuo el nuevo camino y que nada lo
    una al pasado.

    Todas las oportunidades están después de ese
    profundo abismo que nos tiene que separar.

    Pasado desastroso y futuro favorable es la disyuntiva.

    ¿Cuál queremos?.

    Y veamos algo sumamente interesante en toda esta propuesta,
    pues el futuro, el mañana y los miles de mañanas
    que tenemos por delante, no pertenecen todavía a nadie ni
    están ocupados por nadie, serán sólo
    nuestros si dejamos atrás, en el olvido, todo lo que hemos
    vivido hasta el día de hoy.

    El futuro lo debemos empezar a construir sólo luego de
    analizar hasta donde hemos llegado y cómo lo hemos hecho
    al día de hoy.

    ¿Le satisface como se ve usted, su familia y sus
    vecinos y como luce su comunidad, municipio, departamento o
    provincia y su país en general?.

    Bueno, entonces, eso significa que llegó la hora de
    saltar hacia el futuro de otra manera.

    ¿No es así?…..

    ¿QUÉ TIPO DE
    ORGANIZACIONES, INSTITUCIONES Y ASOCIACIONES NECESITAMOS PARA ESE
    PROMISORIO FUTURO?

    Por supuesto que para tener la esperanza de y en un promisorio
    futuro se hace indispensable empezar a forjar hoy mismo una nueva
    base con que despegar.

    Estos momentos que vivimos son momentos de cambios, pues lo
    que nos han heredado nuestros mayores, ancestros y los paisanos
    nuestros que se metieron a la vida política antes que
    nosotros, poco o nada hicieron bien.

    Si así hubiesen procedido, hoy, no estuviésemos
    en estas miserables condiciones de vida en la que nos dejaron
    condenados a sobrevivir en los miasmas del subdesarrollo.

    Será una tarea muy difícil de llevar a cabo si
    no construimos una nueva serie de organizaciones e instituciones
    desde las cuales, como si fueran los cimientos de un edificio,
    podamos desarrollar, planificar y ejecutar ese futuro promisorio
    con el que todos hemos soñado llegar a disfrutar.

    En este preciso instante es indispensable que lo hagamos.

    Que sea necesario convocar a la integración de una Asamblea Nacional
    Constituyente para que desde ahí podamos construir un
    Nuevo Pacto Social que funcione en igualdad de condiciones para
    todos y cada uno de los habitantes de nuestro país,
    quizá sea lo más aconsejable en esta tan especial
    coyuntura socio política en la que estamos.

    Tenemos que asumir que es indispensable reconocer que hay que
    iniciar un período de transición.

    La adaptación de una nueva manera de entendernos entre
    ciudadanos gobernados y los gobernantes electos es de vital
    importancia para tener asegurado una clase de futuro digna y de
    primer orden para nuestros hijos y futuras generaciones.

    El molino podrá haber sido derrumbado, pero el viento
    que lo movía todavía sopla, y con mucha fuerza;
    como bien lo sentencia el gran Víctor Hugo.

    Nada, absolutamente nada, se ha hecho para contrarrestar el
    subdesarrollo.

    Está muy bien eso de la reconciliación, pero paz
    con hambre, con impunidad, con desempleo, sin oportunidades y sin
    esperanzas, está muy lejos de garantizar nuestra
    supervivencia como hombres y mujeres de bien, capaces de sacar
    adelante a nuestros hijos, a la patria y a la región
    Latinoamericana en la que vivimos.

    El Estado de cada uno de nuestros respectivos países
    debe de ser zarandeado, arrancado de un solo tajo, desde sus
    raíces, y darle vuelta, como si fuera calcetín,
    pues si esa inmensa mayoría que vivimos en la extrema
    pobreza no tenemos ninguna posibilidad de superarnos, eso
    significa que es el Estado, como concepto y como expresión
    social, el que no sirve.

    Que sea porque fue concebido mal, es una cosa; o porque
    está acabado, agotado y colapsado, es otra cosa.

    La vaina es que no sirve para nada, ni ha servido para gran
    cosa.

    Y ahí está el dedo acusador de las naciones
    poderosas de nuestro planeta que nos señalan como
    países atrasados en el mundo en Desarrollo Humano, lo que
    significa que ninguna de las instituciones, organismos y oficinas
    que conforman el Estado de nuestros países funcionan para
    lo que fueron diseñadas y estructuradas.

    ¿Qué hay que hacer entonces?.

    Sólo lo correcto.

    Aceptar las cosas como son.

    Hacer una propuesta pública de cambios
    estructurales.

    Convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.

    Elegir a los mejores hombres y mujeres.

    Elaborar todos juntos un Nuevo Pacto Social que de verdad
    funcione.

    Ya no podemos continuar pensando que con sólo ir
    mejorando poco a poco las cosas eso nos irá permitiendo
    avanzar en el desarrollo.

    ¡No!.

    Tenemos la obligación moral y humana
    de propiciar una serie de cambios profundos, estructurales y de
    manera inmediata hacerlos por el bien de todos los que vivimos en
    cada uno de nuestros bellos y potenciales ricos y desarrollados
    países.

    Es una absurda mentira eso que nos ofrecen, los comerciantes
    por vender sus ideas, de dejar de fumar fumando, o de bajar de
    peso comiendo, o nuestros folclóricos políticos, de
    cambiar a nuestro respectivo país votando por tal o cual
    iluminado, demagogo y farsante, que nos ofrece el cielo, las
    estrellas y a Dios Padre como Socio en esta tarea.

    Es primordial que salgamos de este Sistema caduco, abusivo y
    explotador en el que nos tienen viviendo desde la Conquista.

    Y es fundamental que dejemos de ser sujetos pasivos de la
    política para convertirnos en objetos y sujetos activos de y
    adentro de la política.

    No olvidemos que política no es otra cosa que el arte
    de escudriñar por las mejores soluciones de fondo para los
    problemas generales de una nación.

    Todo sistema evoluciona, cambia, se degrada, se transforma y
    arrastra a sus componentes en la vorágine si no se avanza
    de acuerdo a la normal y esperada evolución.

    Es decir que si no ordenamos nuestras instituciones, como si
    no ordenamos nuestra vida personal, los trancazos y el remolino
    nos alcanzan, destruyen y acaban, y de todos modos, tarde o
    temprano, resurge lo nuevo sobre lo que se destruyó.

    El que no aprende con amor termina aprendiendo por y con el
    dolor.

    Si sabemos que robar es un acto antisocial, penado con
    cárcel y la vergüenza pública de la captura,
    pero continuamos haciéndolo porque creemos tener suerte y
    amparo en la
    impunidad reinante, y no rectificamos nuestro proceder, en
    cualquier momento nos atraparán y de nada valieron las
    hazañas criminales que hasta disfrutamos
    haciéndolas.

    Es necesario ordenarnos para avanzar de la mano con la
    evolución.

    La Revolución
    Francesa eso fue, al igual que la Bolchevique y la
    Cubana.

    La Monarquía que tuvo su apogeo con Luis XIV,
    la deslumbrante y despampanante riqueza de los zares, y la
    corrupción y miseria en la bella isla caribeña, no
    le hicieron caso los protagonistas de esos momentos y la
    evolución que se demandaba, junto a la presión
    social de la humanidad, explotaron y arrastraron a millones de
    seres humanos que, de haber sido atendidas sus demandas humanas,
    no hubiera habido sangre, sufrimientos y muertos por miles.

    Y de todos modos la ola de los cambios entró y el
    remolino se tragó a los inconsecuentes con el pueblo.

    Y veamos que curiosa es la evolución misma.

    La propia Revolución
    Francesa se auto depuró.

    La Revolución de los soviéticos y comunistas
    rusos, recientemente tuvo que ser abolida pues nunca fue ni iba
    de acuerdo con la evolución del pueblo.

    Y la Cubana, con Fidel Castro a
    la cabeza, a pesar de más de cuarenta años de
    duración, ya muestra signos de
    agotamiento y de colapso. Por lo que muy pronto las demandas de
    libertad acabarán con las estructuras ya caducas que se
    forjaron en los años sesenta, y como no les dieron
    amplitud y facilidad de irse acomodando a la evolución,
    ésta se los terminará tragando.

    Si somos incapaces de reconocer la necesidad de los cambios y
    de ir de acuerdo con la evolución normal y esperada,
    terminaremos en la vorágine que provocan las exigencias
    sociales de cambios profundos para que el bienestar, la justicia
    y el desarrollo integral nos alcancen a todos los seres humanos
    en la misma proporción.

    ¿Tan difícil es de hacerlo entender o de
    comprenderlo por nuestros coloridos políticos que se
    precian de conocer a sus pueblos y de interpretar las necesidades
    sociales del Estado?.

    Por lo que tenemos y por el panorama tan desolador a nuestro
    derredor, tal parece que será una revolución de
    verdad profunda, y a lo mejor sangrienta, como no hemos tenido,
    la única manera de recapacitar sobre nuestro futuro y el
    de nuestros hijos, nietos y próximas generaciones.

    La mutación y transformación, que debemos tener,
    debe de ser planificada y con el concurso de los verdaderos y
    fieles representantes de nuestros pueblos, para que todos seamos
    oídos y tomados en cuenta en el Nuevo Pacto Social que ya
    es indispensable empezar a proponer antes que nos agarre la
    evolución inexorable con los calzones en la mano y no nos
    quede otra que vernos arrastrados en el remolino social de un
    pueblo con hambre, sin vivienda y sin poder sobrevivir en las
    condiciones en que los hemos mantenido aquellos que hasta nos
    hemos dado el lujo de estudiarlos por medio de las ciencias
    sociales, más como objetos que como sujetos.

    Estos son apenas momentos, pequeños que tenemos, para
    hacer un inventario
    apresurado de las carencias, necesidades, sueños y
    anhelos, y presentar rápido una propuesta para fundar un
    nuevo Estado con instituciones y organismos que de verdad cumplan
    con llevarnos por la senda del desarrollo, del bienestar y del
    respeto humano.

    Ya tuvimos muchos años y posiblemente hasta nos falten
    muchísimos años más, los que llevamos en
    esta nueva etapa por venir, en que contemos con una nueva
    Constitución, para salir del alto rezago que ya
    teníamos y que se ha agrandado esa brecha hasta estar hoy
    separados de la realidad por un barranco que es imposible de no
    ver bajo nuestros pies.

    Las nuevas organizaciones, instituciones y asociaciones que
    necesitamos forjar, para que como vehículos modernos y muy
    capaces nos transporten hacia ese promisorio futuro que todos
    queremos para nosotros mismos, nuestros hijos y futuros
    habitantes, deben estar fincados en nuestros propios modelos
    mentales para estructurarlos de una manera tal que ya no sean
    chapuceros ni mucho menos coyunturales.

    Debemos vivir con un Estado capaz de ver las cosas de manera
    global y total y no como ahora que sólo ve la parte que
    por la demanda social es la única que hay que
    arreglar.

    Es decir una serie de instituciones que se preocupen de manera
    general de los habitantes en general y no las tradicionales que
    se ocupan conforme la presión vaya llamando la
    atención de gobernantes y funcionarios
    públicos.

    Si tenemos un problema con la escasez de
    viviendas, el Estado tiene que ser capaz de tener la
    solución general y adecuada para los millones de familias
    que carecemos de vivienda digna.

    ¿No les parece?.

    El nuevo Estado, y las novedosas y creativas instituciones que
    lo deben conformar, debe de ser uno total y absolutamente
    descentralizado, desconcentrado y moderno.

    Y por medio y con el apoyo de los instrumentos tan
    sofisticados en informática y comunicación, debemos
    transformarnos en un Estado con representación directa,
    pues es ridículo que si con los teléfonos
    móviles celulares, con los faxes y con la Internet,
    todavía no sepamos de las necesidades de nuestro
    pueblo.

    Y tengamos que esperar, como ha sido el caso actual, que
    diputados y representantes por fin hagan suyo los problemas
    comunitarios –normalmente sólo pasa eso en
    épocas electorales- y vociferen por su amado pueblo.

    No.

    Hoy, los líderes comunitarios, los comités de
    desarrollo y las asociaciones de vecinos, ya estamos listos para
    que se nos escuche sin ninguna intermediación y a hacer
    valer nuestros derechos sin ninguna persona que tenga que
    aparecer para hacer gestiones a nuestro favor.

    Y como triste ejemplo están todas las aldeas,
    caseríos y comunidades perdidas en nuestro mapa nacional
    respectivo que ni siquiera con su municipio tienen contacto,
    mucho menos con la departamental o provincial y no digamos con la
    Capital de la
    República.

    Menos con los diputados que los representan o con el
    Presidente de la República que es, nada menos, el
    líder nacional por excelencia.

    ¿Es esto correcto?.

    ¿Verdad que no?.

    El Nuevo Estado de cada uno de nuestros países y todo
    su significado tiene que estar funcionando por y para los seres
    humanos.

    Las organizaciones, instituciones y asociaciones nuevas deben
    estar caracterizadas por buscar el desarrollo humano, social,
    político y cultural de los habitantes.

    ¡Sin ninguna cortapisa política!

    No olvidemos que cultura no es
    más que la respuesta de los habitantes a su entorno y a
    las presiones sociales que reciben.

    Así que culturalmente tampoco tenemos que seguir
    esperando por los favores de los políticos
    tradicionales.

    ¿No le parece que ya es suficiente de lo mismo?.

    ¡MUY BIEN!, ¿Y
    AHORA, EN ESTOS PRECISOS MOMENTOS, QUÉ DEBEMOS
    HACER?

    Si por el entusiasmo que nos produce llegar a tener un buen
    futuro nos perdemos y salimos disparados a buscarlo sin norte y
    sin fijarnos una serie de objetivos,
    planes y principalmente propósitos justos y socialmente
    adecuados para todos, lo único que conseguiremos
    será más de lo mismo.

    Y, de la misma vaina que hemos tenido durante cientos de
    años, que no nos ha dejado progresar, ya estamos
    suficientemente hartos como para permitir seguir en este
    estercolero social.

    Sin ninguna duda al respecto ya estamos convencidos que
    nuestra situación nacional está de la…, como para
    no tomarlo en cuenta y darnos unos minutos de reflexión
    para orientar el rumbo a seguir.

    No se quien lo dijo, pero me gustó, que para llegar al
    lugar que nos proponemos alcanzar, sólo debemos encaminar
    todos nuestros pasos en esa dirección.

    Pero si sabemos, además por el sentido común,
    que la distancia más corta entre dos puntos, el de salida
    y el de llegada, es una línea recta entre ambos, eso es lo
    que también debemos hacer; es decir trazar esa
    línea recta y encaminar todos nuestros pasos por ella para
    alcanzar el éxito propuesto.

    Porque eso, el éxito en salir del subdesarrollo, es el
    punto de referencia al que tenemos que llegar lo antes
    posible.

    Claro que también hace falta, junto a la
    reflexión, a trazar el rumbo y a encaminarnos por esa
    travesía, nada menos que mucho de imaginación al
    respecto.

    O sea cómo nos vemos.

    En qué clase de mundo miramos a nuestros hijos y a las
    generaciones por venir.

    Qué beneficios son los que deberemos de estar
    disfrutando todos los latinoamericanos en cinco, quince,
    veinticinco, cincuenta y dentro de cien años.

    Debemos de visualizar todo ello con la suficiente fuerza para
    hacer un mapa del rumbo y que nada impida el arribo a ese punto
    ya escogido, imaginado y merecido para nuestro país y
    todos sus habitantes.

    ¿No le parece lo más justo?.

    Además de cuerdo.

    ¿Estamos dispuestos a hacerlo?.

    Bueno, sin falsas modestias, yo, este su servidor, ya lo
    está haciendo y contribuyendo a ello.

    Este sensacional manual eso es.

    Un destapador de conciencias.

    Y un catalizador de esperanzas.

    Es indispensable que tengamos una serie de líderes que
    se pongan al frente de los grupos y organizaciones cívicas
    y políticas y que nos guíen por esa senda hacia el
    fabuloso mundo desarrollado.

    Para contribuir todos los latinoamericanos en este viaje,
    hacia nuestro promisorio futuro, solamente tenemos que hacer las
    cosas fáciles y empezar por involucrarnos en la
    participación en la vida cívica y política
    de nuestra patria, es decir organizarnos, proponer soluciones a
    la problemática de nuestro entorno local, municipal,
    departamental o provincial, regional o estatal y nacional o
    federal, además de cumplir con el deber ciudadano de
    delegar nuestra representación en las personas que
    dignifiquen a nuestras comunidades.

    Lógico y por supuesto que luego de seleccionar a
    nuestros representantes debemos no sólo darles nuestro
    apoyo y sustento político, sino que fiscalizar la función
    que tienen que ejercer para evitar los abusos, corrupción,
    impunidad y la absurda ineficiencia que impide y detiene el
    progreso y el desarrollo humano y social de nuestro pueblo.

    Pero la nueva serie de líderes y dirigentes, y por
    supuesto el Líder y Guía de los nuevos
    líderes y de la nación, no deben ser ni comportarse
    como tradicionalmente lo han hecho los supuestos guías,
    líderes y dirigentes nacionales, de estar en una oficina y
    sentados a la espera de la iluminación divina que les llegará
    para proponer las "soluciones" a la grave problemática
    nacional.

    ¡No!.

    Los nuevos y nuevas dirigentes deberán estar
    visualizando, examinando, reflexionando sobre el medio nacional y
    en contacto directo con las comunidades para estar al tanto de
    las necesidades, problemas y sueños de los seres
    humanos.

    Más que dirigentes necesitamos hombres y mujeres con
    espíritu aventurero y explorador, para que se metan en las
    profundidades de nuestros países y en lo más hondo
    de los pobladores, para encontrar el nuevo rumbo que habrá
    que imprimirle a nuestra historia.

    La imaginación, intuición y sobre todo la
    creatividad serán esas herramientas,
    desechando a la mentira, demagogia y a la estafa de conciencias,
    para formar el nuevo cuerpo y la estructura del
    Estado de nuestro país capaz de proyectar a todos sus
    hijos hacia el más promisorio de los futuros.

    Y, como hemos venido insistiendo, la descentralización, la gobernabilidad y una
    consciente planificación en el desarrollo humano y
    social, deben de ser las líneas a implementar para tener
    asegurado el rumbo, la dirección y el éxito
    propuesto.

    Esta serie de nuevos personajes, en la vida cívica y
    política nacional, los nuevos dirigentes y líderes,
    deberán, así mismo, romper con todo lo tradicional
    y dejar una brecha, lo más honda y profunda posible, entre
    el ayer oprobioso y explotador, y el nuevo rumbo visualizado.

    Es decir reventar todo lo viejo, descontinuar ese camino,
    salirnos para siempre de allí, y saltar hacia el futuro
    por otra senda que nada, absolutamente nada, tenga que ver con la
    que y por la que hasta ahora nos han tenido caminando nuestros
    tradicionales políticos; heredados y lo que se quiera del
    pasado reciente y hasta lejano, pero malo, ruin y perverso para
    nuestro futuro.

    El círculo vicioso en el que nos dejaron metidos los
    chicos que se creyeron líderes y dirigentes es, si lo
    vemos a nuestro derredor, uno en el cual todos los
    latinoamericanos, y en general los habitantes del tercer mundo,
    es decir los países supra-subdesarrollados, vivimos
    angustiados y estamos preocupados únicamente por el
    presente, por el hoy, por el momento e instante de no tener lo
    suficiente para proteger, cuidar, alimentar y proveer de lo
    indispensable a nuestra familia.

    ¿Acaso con estas malditas limitaciones y sumidos como
    nos tienen en esta espantosa lipidia y pauperización
    acelerada, podremos tener tiempo para reflexionar, pensar,
    imaginar y visualizar un mejor mañana, un promisorio
    futuro?.

    No.

    Así es absolutamente imposible que le dediquemos tiempo
    para la estrategia,
    planificación y creación de un nuevo y mejor
    mañana.

    Si como ya sabemos la cultura nos es otra cosa que la
    respuesta de una comunidad al medio ambiente en el
    que vive y se desenvuelve, es lógico que nuestra cultura
    de pobreza, miseria y hasta de aceptación, sea del grado
    tan alto como el que manifiesta cualquier comunidad de nuestro
    desamparado país.

    ¿Qué podemos hacer para revertir esta
    aceptación y sumisión que, junto al alto grado de
    conformismo de nuestra población, pareciera que no hay
    salida posible?.

    Lo único es una gran revolución.

    La Revolución institucional, es decir darle vuelta al
    sistema que tenemos por la vía legal, o la que la propia
    demanda social nos imponga en un estallido por hambre y por la
    falta de oportunidades de millones de familias que sufren en
    silencio el oprobio de la miseria y el olvido.

    Tengamos presente que ya las manifestaciones de la gran
    presión social están ante nuestros ojos.

    ¿De qué se trata entonces esa masiva migración
    del área rural hacia los centros urbanos y capital del
    país?.

    ¿Cuál es el significado del enorme
    tráfico de ilegales hacia México, Estados Unidos y
    Canadá, si no todo esto que estamos afirmando?.

    Es tremendo que nuestros países, tan ricos y
    potencialmente llenos de oportunidades como lo ven muchos
    extranjeros, sean incapaces de responder por sus propios hijos y
    no pueda sostener a los millones de seres humanos que nos
    debatimos en la pobreza y la extrema pobreza.

    ¿Tan desgraciados han sido esos desalmados que se han
    dicho líderes políticos que no han querido ver
    más allá de su nariz?.

    Nuestra sociedad, en la que hemos nacido y sido educados,
    así como la que nos ha tenido atados y absurdamente
    limitados, necesita que le demos una buena zarandeada, comenzando
    con los mismos preceptos que nos rigen, es decir la serie de
    reglas, leyes y hasta la propia Constitución que nos
    recetaron los padres de la patria en el pasado reciente.

    No podemos dudar que los cambios estructurales que nuestro
    país necesita empiezan con la Ley de Leyes y terminan con
    la actitud cívica y política de la nueva dirigencia
    nacional que tiene que preocuparse del ser humano, de su
    desarrollo y de la integración territorial, por medio de
    la descentralización de nuestras comunidades a sus
    municipios, departamentos o provincias y regiones.

    El abuso hay que terminarlo.

    Cualquiera que sea su manifestación, pues si nos
    fijamos en las limitaciones a las libertades individuales, contra
    la superación, como el enorme abuso en contra de la vida
    misma, veremos que los excesos y atropellos contra cada uno de
    nosotros provienen de una estructura fuertemente cimentada en las
    desigualdades, la exclusión, el compadrazgo y la
    demagogia.

    Lo que nos queda es agarrar nuestras herramientas,
    provenientes de la inteligencia, la creatividad y el ingenio, y
    ponerlas a trabajar en beneficio de esta nueva Revolución
    que debemos propiciar.

    ¿De acuerdo?.

    ¡Echemos punta pues!

    GUILLERMO RUANO GONZÁLEZ

    Investigador, Asesor y Consultor en Ingeniería Política y
    Comunicación.

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