Monografias.com > Enfermedades > Salud
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Carcinoma de endometrio




Enviado por mayucha



    1. Definición
    2. Anatomía
      patológica
    3. Clínica
    4. Diagnóstico
    5. Diagnóstico
      diferencial
    6. Factores
      pronósticos
    7. Tratamiento
    8. Conclusión
    9. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    El Carcinoma de endometrio es la cuarta causa de
    cáncer en la mujer,
    después del de mama, pulmón y colon, en
    países desarrollados. Debido a esto nos pareció
    importante evaluar la efectividad de un método no
    invasivo, como lo es la ecografía transvaginal, en el
    screening de mujeres con factores de riesgo para
    desarrollar esta patología, más aun teniendo en
    cuenta la gran curabilidad de la misma (el más curable de
    los 10 cánceres mas frecuentes) si es diagnosticada y
    tratada precozmente.

    La mayoría de las mujeres que padecen de
    carcinoma endometrial, son postmenopáusicas y presentan a
    la consulta sangrado vaginal, siendo métodos
    invasivos, como la biopsia y el curetaje, los más
    utilizados para su exploración. Es en estos casos donde
    queremos evaluar si dichos métodos pueden ser reemplazados
    por la ecografía transvaginal, teniendo en cuenta sus
    complicaciones.

    También queremos profundizar acerca del uso de
    este medio de diagnóstico por imágenes
    en pacientes tratadas con tamoxifeno por haber padecido cáncer de
    mama, así como en aquellas con terapia de reemplazo
    hormonal.

    CARCINOMA DE ENDOMETRIO

    DEFINICIÓN

    Es un tumor maligno que se origina en el epitelio de la
    mucosa que reviste la cavidad del cuerpo del útero por
    encima del límite superior del istmo uterino.

    EPIDEMIOLOGÍA
    Y ETIOPATOGENIA

    Incidencia: Según un estudio publicado en
    el World Journal of Surgical Oncology, en el año
    2004, la cantidad de pacientes con carcinoma de endometrio es de
    8 cada 100000 habitantes en Sudamérica, llegando hasta
    cifras de 25/100000 habitantes en los Estados Unidos.
    La India tiene la
    incidencia más baja del mundo (2/100000 habitantes) por lo
    que se piensa que es una patología propia de los
    países ricos. (ver Figura 1)

    Edad: La edad media de
    aparición de esta patología oscila entre los 62,2 y
    67,7, y varía en función
    del estadío y del grado de diferenciación.
    Sólo un 5% son menores de 40 años, y el 25% no han
    desarrollado aún la menopausia.

    Factores familiares: Los antecedentes familiares
    de el carcinoma de ovario y el de endometrio, son considerados
    factores de riesgo para el carcinoma de endometrio. Además
    el
    cáncer colorectal no polipoide (Síndrome de
    Lynch II), es también un patología asociada al
    mismo. En esta caso la edad de presentación es de 15-20
    años menor que en la población general.

    Figura 1: Incidencia del carcinoma
    de endometrio en diferentes regiones del mundo. (Fuente: World
    Journal of Surgical Oncology
    )

    Dieta y obesidad:
    El efecto de la obesidad en la patogenia del carcinoma de
    endometrio estaría dado por la conversión
    periférica de androntenediona a estrona (de poca actividad
    proliferativa endometrial) por la aromatasa del tejido adiposo, y
    después en estradiol (de mayor efecto proliferante), sin
    el efecto regulador de la progesterona. El nivel de riesgo
    está relacionado con el grado de obesidad y es 10 veces
    mayor en mujeres con sobrepeso de 23 kg. o más (ver Tabla
    1).

    Las dietas ricas en grasas
    (propias de los países desarrollados) pueden influir
    mejorando la absorción de los estrógenos en el
    circuito entero-hepático, manteniendo así
    concentraciones más elevadas y permanentes.

    Diabetes: Existe un incremento del cáncer
    de endometrio de 2.7 en pacientes diabéticas. Se piensa
    que está más relacionado a la obesidad que al
    cáncer en sí. (ver Tabla 1)

     Tabla 1: Riesgo estimado de
    carcinoma de endometrio, de acuerdo a factores de riesgo
    seleccionados. (Fuente: The New England Journal of
    Medicine
    )

    Hipertensión: Incremento del riesgo del
    1.5.

    Trastornos hormonales: La existencia de un
    estímulo estrogénico mantenido y no equilibrado con
    una secreción de progesterona adecuada, explica el 50 a
    60% de los adenocarcinomas. En estos casos suele encontrarse un
    hiperestrogenismo persistente generalmente en mujeres más
    jóvenes, perimenopáusicas, con antecedentes de
    ciclos anovulatorios y episodios frecuentes de hemorragia uterina
    anormal, vinculadas a hiperplasias endometriales, pólipos,
    diabetes y
    obesidad, y que histológicamente corresponden a formas
    bien diferenciadas. Otras características son su escasa
    infiltración miometrial y excelente pronóstico con
    un índice de curación superior al 95%. Los datos antes
    mencionados constituyen el carcinoma de endometrio Tipo
    I
    .

    El resto se presenta en mujeres añosas,
    postmenopáusicas, sin connotación etiológica
    hormonal, que parecen ser autónomas, no precedidas ni
    acompañadas de hiperplasias endometriales. Además
    son más agresivas, y constituyen formas
    histológicas indiferenciadas o carcinomas papilares,
    conformando el carcinoma de endometrio Tipo II.

    En mujeres estériles, el riesgo es dos veces
    superior que en las multíparas. Esto se relaciona con
    anovulación crónica, síndrome de ovario
    poliquístico, o tumores de ovario productores de
    estrógeno, pudiendo llevar hasta un 30% de adenocarcinoma
    de endometrio y 45% de hiperplasias endometriales. La menarca
    temprana, menopausia tardía y la nuliparidad, son otros
    factores de riesgo, debido a la exposición
    prolongada a estrógenos endógenos. (ver Tabla
    1)

    Terapia de reemplazo hormonal: La
    administración de monoterapia estrogénica (sin
    oposición de progestágenos) para los
    síntomas menopáusicos, muestra un
    aumento del RR de padecer cáncer de endometrio que oscila
    entre 2-8. Esta variabilidad se debe al compuesto
    estrogénico utilizado, la duración del tratamiento
    (< 6 meses
    carece de efecto, >
    5 años aumenta el riesgo), y la dosis utilizada. Su
    efecto sobre el endometrio persiste luego de haber suspendido la
    medicación. En la terapia sustitutiva con
    estrógenos y gestágenos no existe un riesgo
    aumentado de cáncer de endometrio.

    Tamoxifeno: Es un compuesto sintético de
    acción
    antiestrogénica selectiva para la mama, usado para el
    tratamiento de cáncer de la misma, pero con acción
    de estrógeno débil para endometrio. Un estudio
    randomizado demostró la relación entre la dosis de
    tamoxifeno empleada y el RR de cáncer de endometrio,
    siendo de 6.4 con 40 mg/d, 3.3 con 30 mg/d, y de 7.5 con 20 mg/d,
    con un seguimiento de 4 años.[6]

    Anticonceptivos orales: Al ser uno de sus
    componentes la progesterona, los mismos proveen protección
    por un período de 10 años contra el cáncer
    de endometrio, si son consumidos por lo menos durante 1
    año. Para lograr este efecto (RR 0,5), los
    progestágenos deben ser administrados por lo menos 10 diez
    días mensualmente.

    Tabaco: Disminuye el riesgo de carcinoma de
    endometrio debido a un metabolismo
    más rápido de los estrógenos en mujeres
    posmenopáusicas, aunque puede aumentar el riesgo en
    mujeres premenopáusicas.

    Embarazo: Confiere protección para el
    carcinoma endometrio por la interrupción de la
    estimulación estrogénica contínua del
    endometrio.

    Biología molecular: La alteración
    del K-ras se relaciona con las primeras fases del desarrollo del
    carcinoma. La mutación del p53 (gen supresor de
    tumores) se encuentra en fases avanzadas y en tumoraciones con
    mala diferenciación celular, ausencia de receptores y
    mayor agresividad, constituyendo uno de los factores predictivos
    más fiables de mal pronóstico. La mutación
    del HER-2/neu se encuentra en estadíos avanzados,
    invasiones miometriales profundas y predice un mal
    pronóstico. Además se considera afín a la
    ausencia de receptores estrogénicos. La
    sobreexpresión del gen c-erbB2 coincide con tumores
    de peor pronóstico, no guardando relación con las
    hiperplasias y son carentes de receptores
    estrogénicos.

    Seguimiento: Se aconseja el control anual en
    mujeres de edad igual o superior a los 55 años, y con
    factores de riesgo para carcinoma de endometrio (obesidad,
    diabetes, infertilidad, etc..), o sometidas a tratamiento
    hormonal sustitutivo o con tamoxifeno.

    ANATOMÍA
    PATOLÓGICA

    Macroscopía: Tejido de color blanco
    grisáceo, blando, muy friable y frecuentemente con zonas
    de necrosis y hemorragias. Puede ser clasificado
    según:

    1. Extensión:
      1. Circunscripto: sólo ocupa una zona
        limitada de la mucosa.
      2. Difuso: se extiende y compromete todo el
        endometrio.
      1. Exofítico: prolifera hacia la
        cavidad e invade tardíamente el miometrio. Es el
        más frecuente.
      2. Endofítico: tiende a crecer
        infiltrando miometrio.
      3. Exoendofítico
      4. Superficial: se extiende
        planimétricamente
    2. Forma de crecimiento:

    Microscopía: La mayoría son
    adenocarcinomas.

    • Adenocarcinoma endometroide (90%)
    • Adenocarcinoma seroso papilar
    • Adenocarcinoma de células
      claras
    • Adenocarcinoma mucinoso
    • Carcinoma escamoso
    • Carcinoma mixto
    • Carcinoma indiferenciado
    • Adenocarcinoma endometroide con diferenciación
      escamosa

    A) Adenocarcinoma endometroide, B) Adenocarcinoma seroso
    papilar, C) Adenocarcinoma de células claras.

    Adenocarcinoma de endometrio.

    Precursores y formas iniciales de cáncer de
    endometrio:

    En algunos casos, el carcinoma endometrial se desarrolla
    de una hiperplasia atípica. La probabilidad de
    que esto ocurra se correlaciona con el grado de hiperplasia. (ver
    Tabla 2)

    De acuerdo con la clasificación de la OMS, los
    carcinomas endometroides se dividen en formas simples y
    complejas, cada uno con o sin atipía.

    Tipo de
    hiperplasia

    Progresión a carcinoma
    (%)

    Sin atipía, simple

    1

    Sin atipía, compleja

    3

    Con atipía, simple

    8

    Con atipía, compleja

    29

    Tabla 2: Tipo de
    hiperplasia endometrial y porcentaje de progresión a
    cáncer.

    La hiperplasia endometrial es considerada como un
    estadío precursor del carcinoma endometroide. En cambio, los
    carcinomas serosos y de células claras, están
    frecuentemente asociados a un endometrio
    atrófico.

    Hiperplasia simple: Las glándulas se
    alargan, se tornan más flexuosas y se ramifican. El
    epitelio glandular muestra signos de
    proliferación, las células aumentan en
    número y se disponen en forma seudoestratificada. Las
    células aumentan de tamaño, más el
    citoplasma que el núcleo. Los núcleos son redondos
    u ovales, con signos de actividad. Las glándulas presentan
    tendencia a la quistificación. Las mitosis son
    frecuentes, pero no muestran características de
    atipía. Las estroma es densa, compacta por
    proliferación celular y pérdida de
    líquidos.

    Hiperplasia compleja o adenomatosa: Las
    glándulas muestran una actividad proliferativa importante,
    con evaginaciones múltiples e irregulares en el estroma,
    el cual es muy escaso por lo que las glándulas
    están muy próximas unas con otras.

    Hiperplasia atípica: Es por lo general una
    lesión localizada afectando fundamentalmente al epitelio
    glandular. Glándulas irregulares con crecimiento papilar
    hacia la luz, mostrando
    importantes atipías celulares. Las células son de
    forma y tamaños diferentes, citoplasma escaso,
    núcleos aumentados de tamaño, e
    hipercromáticos. Además presentan núcleos
    múltiples, macronucleolos, y pueden observarse mitosis
    atípicas y pérdida de la polaridad. La estroma es
    escasa. No es raro observar la hiperplasia atípica
    asociada a carcinoma de endometrio.

    Formas de propagación:

      1. En superficie: invasión
        planimétrica.
      2. En profundidad: penetración en el
        miometrio.
    1. Por extensión tumoral

      1. Pedículo linfático superior:
        drena la parte superior del cuerpo uterino en los ganglios
        lumboaórticos a través del infundíbulo
        pélvico.
      2. Pedículo linfático inferior:
        drena parte inferior del cuerpo, istmo y cervix, hacia los
        ganglios pélvicos (iliacos externos, fosa
        obturatriz, iliacos internos, iliacos
        primitivos).
      3. Pedículo del ligamento redondo:
        drena los cuernos y el fondo uterino en los ganglios
        inguinales.
    2. Por vía linfática
    3. Por vía hemática: es poco
      frecuente, y ocurre por lo general en estadíos
      avanzados, a través de la vena cava hacia
      pulmón.
    4. Por implantación: desprendimiento de
      partículas tumorales y ulterior desarrollo en otros
      sectores del aparato genital o fuera de él.

    CLÍNICA

    Metrorragia: Es la manifestación
    clínica más importante y la que habitualmente
    conduce al diagnóstico ya que ocurre en le 95% de los
    pacientes, siendo más significativo cuando aparece en la
    posmenopausia. Inicialmente se presenta como pequeñas
    pérdidas, irregulares, discontinuas, y no es raro que sea
    muy diluída como agua de lavado
    de carne. En la premenopausia suele ser intermenstrual, y
    raramente se presenta como alteración de la cantidad o
    duración de la menstruación. Algunas
    características sospechosas de malignidad son: su
    espontaneidad, la poca influencia del reposo corporal, y la
    escasa respuesta a los hemostáticos y ocitócicos de
    uso corriente. En toda metrorragia de la posmenopausia se debe
    descartar carcinoma de endometrio
    , ya que un tercio de
    éstas son portadoras del mismo. También debe
    sospecharse en toda mujer
    premenopáusica con metrorragias intermenstruales. La
    probabilidad de que el cáncer endometrial sea la causa del
    sangrado de la posmenopausia depende de la edad de la mujer,
    siendo del 9% a los 50 años, 16% a los 60, 28% a los 70, y
    60% a los 80. [6]

    Flujo: Es el segundo síntoma en
    frecuencia. Es una secreción purulenta por genitales
    externos, reflejo del drenaje de una piómetra,
    debido a que a los fenómenos degenerativos del tumor se le
    agrega la infección. Esta colección se produce por
    estenosis atrófica del conducto cervical en ancianas, o
    por propagación tumoral o miomas.

    Dolor: Generalmente se produce en etapas
    avanzadas de la enfermedad, por propagación de la
    neoplasia a vísceras vecinas (dolores intensos
    lancinantes), o por contracciones uterinas enérgicas al
    detectar al tumor como un cuerpo extraño (dolor tipo
    cólico, expulsivo).

    Otros síntomas: Anemia,
    síndrome tóxico, edema vulvar y de miembros
    inferiores, insomnio, caquexia.

    PATOLOGÍA GINECOLÓGICA
    ASOCIADA

    • Hiperplasia del endometrio (8-50%)
    • Miomas (25-40%)
    • Pólipos (10-15%)
    • Endometriosis (10%)

    DIAGNÓSTICO

    El carcinoma de endometrio es un tumor que por
    desarrollarse en la cavidad uterina se oculta al examen visual, y
    su sintomatología no tiene nada de característico,
    puesto que es común a la de otros procesos
    inflamatorios, tumorales y disfuncionales del
    útero.

    Anamnesis: Se debe interrogar acerca de las
    características del trastorno menstrual y los cambios
    respecto al hábito previo, su duración y cantidad
    percibida por la paciente. Deben recogerse los antecedentes
    sistémicos que puedan ocasionar una hemorragia uterina
    anómala, así como medicamentos que influyan en
    ellas (heparina, AINEs, fármacos
    hepatotóxicos).

    Exploración clínica: No deben
    excluirse la toma de presión
    arterial, la valoración de signos de anemia, índice
    de masa corporal, y signos de hiperandrogenismo.

    Exploración ginecológica: La
    inspección con espéculo y la colposcopía son
    de gran utilidad para
    establecer el diagnóstico diferencial con un cáncer
    cervical, un pólipo intracervical, o un proceso
    vaginal hemorrágico. La exploración bimanual
    vaginoabdominal detecta habitualmente un útero aumentado
    de tamaño, pero un útero de volumen normal, e
    incluso reducido, pueden encontrarse. El examen rectal puede
    brindarnos información acerca de los
    parametrios.

    Ecografía transvaginal (ETV): Es un
    método de diagnóstico no invasivo, que puede
    realizarse en forma ambulatoria y rápida, poco molesto
    para la mujer y carente de riesgo, y que permite el estudio del
    endometrio y medir su grosor, inclusive en situaciones de
    sangrado. Los trasductores transvaginales emiten sonido a alta
    frecuencia (7-9 Mhz), lo que otorga mejor resolución
    espacial que la proporcionada por trasductores de baja
    frecuencia, con los que se realiza en la ecografía
    transbdominal. Además el estudio no se realiza con vejiga
    llena, como normalmente ocurre en el examen transabdominal. Puede
    utilizarse como primer método exploratorio de estudio ante
    una mujer posmenopáusica sintomática, o
    asintomática, debido a que el aumento del grosor
    endometrial en ausencia de estímulo hormonal, es uno de
    los parámetros más fiables para establecer un
    diagnóstico de sospecha de lesión compatible con un
    adenocarcinoma. Además puede ser utilizada para el control
    en el tratamiento hormonal sustitutivo. La cantidad de falsos
    negativos es baja, y además evita un número no
    despreciable de biopsias de endometrio, entre un 31 y 52%. Sin
    embargo es un método de sospecha que deberá ser
    confirmado con estudio histológico.
    [4]

    En la ecografía, la capa basal es
    ecogénica, y la capa funcional es relativamente
    hipoecoica. La delgada línea media central es muy
    reflectiva, resultado de la oposición de las superficies
    del endometrio, y se denomina línea endometrial.
    [3]

    Normalmente el endometrio se visualiza como una
    línea central, simétrica, más o menos
    gruesa, de estructura
    homogénea e hipercoica, bien diferenciada del miometrio
    hipoecoico. El grosor endometrial medido en mujeres
    premenopáusicas, no excede los 4 mm en el día 4, ni
    los 8 mm en el día 8 del ciclo
    menstrual. En la segunda mitad del ciclo, el espesor
    endometrial mide entre 7 y 12 mm. [3]

    El endometrio hiperplásico se visualiza
    hiperecoico, aumentado de grosor, ocupando toda la cavidad
    uterina, y bien delimitado del miometrio. Es importante destacar
    que la mayoría de los tumores endometriales son
    ecogénicos, siendo sólo el 10% los hipoecoicos,
    difíciles de detectar[3]. El grosor del
    endometrio alcanza 11,8 mm, con un DS ±4. Estableciendo un
    valor de 4 mm
    como límite de grosor endometrial en la posmenopausia, la
    ETV presenta una sensibilidad de 96,3 y una especificidad de 78,6
    para detectar una lesión endometrial, así como un
    pobre valor predictivo, pero un alto valor predictivo
    negativo[1]. Según algunos autores, en
    endometrios entre 4 y 10 mm de espesor, puede encontrarse hasta
    un 6% de adenocarcinomas. Cuando el grosor esta entre 11 y 15 mm,
    la probabilidad asciende a un 31%; entre 16 y 20 mm, 48%; y por
    encima de 20 mm, 70%.[1]

    Por su parte, en un meta-análisis realizado por Smith-Bindman y
    col
    . en 1998, el cual incluyó un total de 5892
    mujeres, se utilizó un límite de grosor endometrial
    de 5 mm. Para este valor de corte resultó que el 96% de la
    mujeres que padecían cáncer tenía una ETV
    ≥5 mm, mientras que un 92% de las mujeres con enfermedad
    endometrial (cáncer, pólipos e hiperplasia
    atípica) tenían una ETV anormal. Otro dato de valor
    aportado por este trabajo, fue
    que para una mujer posmenopáusica con sangrado vaginal, la
    probabilidad pretest de tener cáncer de endometrio es del
    10%, mientras que luego de una ETV normal (< 5 mm), es del 1%. Los autores
    concluyeron en que la ETV tiene una alta sensibilidad para la
    detección del carcinoma y para otras patologías
    endometriales, pudiendo identificar mujeres con poca probabilidad
    de padecer enfermedad endometrial, y así evitar la
    biopsia.[4]

    Por su parte, Langer y col. no aconsejan la
    utilización de la ETV en el screening de mujeres
    posmenopáusicas asintomáticas, ya que más de
    la mitad requerirían una posterior biopsia. Sin embargo,
    destacan su alto valor predictivo negativo para la
    detección de enfermedad endometrial seria en dichas
    pacientes. [8]

    La presencia de cavidades quísticas en el espesor
    del endometrio así como de líquido en la cavidad
    uterina, y la visualización de un halo
    hipoecogénico subendometrial, aumentan la especificidad de
    la ecografía en dicho diagnóstico.

    En mujeres asintomáticas, la medida del grosor
    endometrial que supera ciertos límites,
    la presencia de irregularidades, la asimetría, y la falta
    de homogeneidad, constituyen signos indicativos de sospecha de
    enfermedad endometrial.

    En pacientes perimenopáusicas
    asintomáticas
    , la ecografía consigue mayor
    rendimiento diagnóstico, realizándose durante la
    primera fase del ciclo, y siempre antes del día 14, cuando
    es posible apreciar un endometrio hipoecogénico, en triple
    capa, y con un grosor uniforme. [3]

    En pacientes posmenopáusicas
    asintomáticas
    , un espesor de endometrio inferior a 4
    mm, se relaciona con ausencia de enfermedad endometrial. Si este
    valor es superior, ya se detectan hiperplasias endometriales, e
    incluso cánceres de endometrio. Para este valos de corte,
    Gull y col. refieren una sensibilidad del 100% y una
    especificidad del 60%[5]. Teniendo en cuenta otros
    parámetros, todo neoformación por muy incipiente
    que sea expande el endometrio y por consiguiente aumenta su
    grosor, modifica su homogeneidad y distorsiona su cavidad,
    constituyendo una imagen de alarma
    o sospecha. Las pacientes en tratamiento hormonal sustitutivo
    presentan un aumento del grosor del endometrio,
    considerándose normales grosores de hasta 8 mm, siempre en
    ausencia de hemorragia. Grosores superiores, imágenes
    atípicas, o hemorragias anómalas, deben ser siempre
    indicación de histeroscopía y biopsia
    endometrial.

    En pacientes tratadas con tamoxifeno, la ETV puede
    mostrar un endometrio quístico, irregular y engrosado. En
    dichas mujeres es aconsejable evaluar en endometrio y el
    miometrio cada 6 meses, con biopsias en los casos
    sospechosos.

    Histeroscopía: Su realización puede
    ser de forma ambulatoria, con escasa o nula dilatación
    cervical, y con o sin anestesia local. Para lograr una
    visualización adecuada de la superficie endometrial, se
    utiliza CO2 para la distensión de la cavidad
    uterina. Existe una correlación entre las imágenes
    observadas con el histeroscopio y el sustrato histológico
    endometrial.

    La sospecha de hiperplasia endometrial se basa
    en: a) un incremento local o difuso del grosor endometrial, b)
    aspecto irregular de la superficie endometrial, c)
    proliferación en forma de balón o protrusión
    de grandes quistes en la cavidad uterina, d) orificios
    glandulares dilatados de color amarillento, e) grandes vasos
    superficiales en la visión panorámica. Sin embargo
    es necesario biopsiar todas la lesiones sospechosas. Esta biopsia
    puede realizarse a ciegas por raspado o succión,
    después de la histeroscopía pero orientada por
    ella, o durante la histeroscopía sobre la zona
    sospechosa.

    Las imágenes más frecuentes que se
    encuentran en la enfermedad maligna endometrial
    son:

    • Aumento de grosor endometrial
    • Aumento de la vascularización
    • Formaciones polipoides de tamaño
      variable
    • Zonas necróticas de tamaño distinto y
      localización diferente
    • Presencia de orificios glandulares e imágenes
      de apariencia quística

    La presencia de uno solo de estos elementos debe indicar
    la realización de una biopsia de la zona referida. Cuando
    además de éstas imágenes se compruebe
    distorsión de la arquitectura
    endometrial, vascularización anormal (arborescente,
    imágenes en stop, o en sacabocados), y amplias zonas de
    necrosis será cuando se sospeche con más
    probabilidad que se trata de una lesión muy indicativa. La
    imagen de un tejido de estructura cerebroide y exofítica,
    es la más evidente para un diagnóstico visual de
    malignidad.

    Se ha demostrado la utilidad de la histeroscopía
    en la diferenciación de los estadíos I y II, y
    orientar sobre el volumen y extensión del tumor, pero no
    sirve para medir la profundidad de la invasión.

    Además presenta utilidad en el seguimiento de las
    lesiones precursoras, pacientes tratadas con hormonoterapia, y en
    el diagnóstico y seguimiento de la enfermedad endometrial
    en pacientes bajo tratamiento con tamoxifeno.

    La sensibilidad para lesiones endometriales oscila entre
    el 87-100% y la especificidad entre el 88-96%. Para hiperplasia
    de endometrio en mujeres premenopáusicas, la sensibilidad
    que presenta este estudio es de 71,8-100%, mientras que la
    especificidad es de 92,8-96,4%. Por su parte, los valores
    para mujeres posmenopáusicas son de 85,1-94% y de 97-100%
    respectivamente. Para diagnosticar carcinoma endometrial, las
    sensibilidad del método es de 91,1%, siendo la
    especificidad del 99,5%.[1]

    Para el diagnóstico diferencial con
    pólipos endometriales o miomas submucosos, la
    histeroscopía supera por mucho al raspado.

    Comparando la exactitud del diagnóstico de las
    lesiones endometriales realizados con histeroscopía y
    ecografía transvaginal, puede interpretarse en que ambos
    métodos son de gran utilidad diagnóstica y con
    frecuencia se complementan.

    Debe realizarse en todas las pacientes con algún
    signo de posible adenocarcinoma de endometrio, en especial
    metrorragia en la posmenopausia, o pérdidas
    intermenstruales en la perimenopausia, endometrio engrosado de 5
    mm o más, o aspecto ecográfico heterogéneo
    de este.

    Una de las limitaciones que presenta la
    histeroscopía, es la posibilidad de diseminación
    peritoneal, cambiando así el estadío clínico
    y el pronóstico de la enfermedad.

    Citología endometrial: Existen distintas
    técnicas de recogidas de material: a)
    técnica de aspiración, b) técnica de lavado
    y aspirado, y c) técnica de cepillado, siendo esta
    última la más utilizada. Una de las desventajas es
    que la descamación endometrial es escasa. Además,
    es muy dificultosa la distinción entre células
    cilíndricas endometriales y carcinomatosas. Otro
    inconveniente es que las células exfoliadas deben llegar
    hasta la vagina, y en situaciones de estenosis cervicales, dichas
    células llegan muy deterioradas.

    Sólo entre el 20-70% de las hiperplasias de
    endometrio se diagnostican mediante citología endometrial,
    y con frecuencia existen falsos positivos de carcinoma de
    endometrio. La sensibilidad para el diagnóstico de
    adenocarcinoma de endometrio oscila entre el 89-100%, y la
    especificidad entre 89,4-100%, constituyendo un buen
    método para la detección del adenocarcinoma
    asintomático. [1]

    En el caso de pacientes posmenopáusicas con
    metrorragia, la citología exfoliativa no es útil
    para el diagnóstico de carcinoma de endometrio,
    sólo podrá proporcionar unos parámetros de
    sospecha, como la presencia de un extendido trófico o
    citolítico, en un paciente que por su condición de
    posmenopáusica no debería tenerlo.

    Estudio histológico: Éste
    método es el único que permite diferenciar con
    seguridad la
    hiperplasia simple de la compleja con o sin atipías.
    Además su misión es
    establecer la probable invasión intracervical por el
    cáncer de endometrio. Una de las ventajas es que en
    ocasiones su realización resulta terapéutica, ya
    que se resuelve la causa de la hemorragia. Los métodos
    para obtención de material son los siguientes:

    A) Raspado uterino: Se realiza a través
    del raspado de la cavidad uterina y canal cervical previa
    dilatación, por lo que lleva el nombre de
    fraccionado.

    Desventajas:

    • Puede no obtenerse suficiente material
      útil.
    • En los casos en que no se obtiene material luego del
      raspado, no significa necesariamente que se trata de un
      endometrio atrófico.
    • Puede no recoger toda la superficie endometrial,
      dejando de diagnosticar lesiones focales.
    • No se detectan pólipos ni miomas
      submucosos.
    • Se requiere anestesia y
      hospitalización.
    • El efecto terapéutico en la hiperplasia es
      discutible.
    • Los procesos inflamatorios que asientan en el aparato
      genital y el peritoneo pelviano contraindican el
      raspado.

    Complicaciones:

    • Perforación uterina: por invasión
      tumoral en el miometrio, o por técnica
      defectuosa.
    • Infecciones sépticas: ocurre en casos de
      neoplasias infectadas.
    • Diseminación de las células cancerosas:
      por corriente sanguínea.

    B) Biopsia de endometrio: Se realizan varias
    tomas de distintos lugares, en forma ambulatoria y sin anestesia.
    Las tomas pueden efectuarse mediante raspado o por
    aspiración, siendo esta última la más
    utilizada. En el 90% de los casos se obtiene material suficiente.
    El principal inconveniente es que la toma se realiza a ciegas. El
    porcentaje de sensibilidad para hiperplasia y carcinoma es
    superior al 85%, y la especificidad es próxima al
    100%.

    Indicaciones:

    • Pacientes premenopáusicas con hemorragias
      uterina anómalas, principalmente si las metrorragias son
      intermenstruales.
    • Pacientes posmenopáusicas con hemorragia
      genital, cualquiera sea su cantidad o
      característica.
    • Ante cualquier alteración sospechosa de
      enfermedad endometrial, detectadas por las otras pruebas
      utilizadas (ecografía, histeroscopía)

    DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

    Causas de hemorragias uterina
    anormales

        1. Aborto
        2. Embarazo ectópico
        3. Enfermedad trofoblástica
        4. Pólipo placentario
      1. Complicaciones del embarazo

        1. Mioma uterino
        2. Pólipo
        3. Adenomiosis
        4. Endometritis
      2. Benignas

        1. Hiperplasias de endometrio
      3. Premalignas

        1. Cáncer de cervix
        2. Cáncer de endometrio
        3. Cáncer de ovario, trompa y
          vulva
      4. Malignas
    1. Orgánicas: Lesiones del tracto
      genital

      1. Trastornos de la coagulación
      2. Hipotiroidismo
      3. Enfermedades hepáticas
    2. Enfermedades sistémicas:

      1. Esteroides
      2. Anticoagulantes
      3. Tranquilizantes
      4. Otros psicotropos
      5. Hemorragia uterina disfuncional
    3. Iatrogénicas
    4. Anovulación
    5. Disfunción del cuerpo lúteo
      (insuficiencia, persistencia)
    6. Endometrio atrófico

    ESTADIFICACIÓN

    Extensión clínica de la
    enfermedad

    Si bien no tiene la exactitud de la
    estadificación quirúrgica, sirve para el planteo
    terapéutico. Los métodos complementarios empleados
    son:

    • Rx simple de tórax: para descartar
      metástasis pulmonares.
    • Histeroscopía: para comprobar la
      existencia de extensión endocervical, y efectuar tomas
      dirigidas para estudios biópsicos.
    • Colposcopía: Para determinar
      propagación a exocérvix y/o vagina.
    • Cistoscopia y rectoscopía: para
      comprobar el compromiso por contigüidad.
    • TAC: utilidad selectiva.
    • Gammagrafía y ECO hepática: en
      estadíos avanzados.

    Clasificación del carcinoma de endometrio
    según la FIGO

    Estadío I: Es el carcinoma limitado al
    cuerpo uterino.

    • IA (G1-2-3): Tumor limitado al endometrio
    • IB (G1-2-3): Invasión menor de la mitad del
      miometrio
    • IC (G1-2-3): Invasión mayor de la mitad del
      miometrio

    Estadío II: Se detecta afección del
    cuerpo y el cuello uterino, pero no se ha extendido fuera del
    útero.

    • IIA (G1-2-3): Solamente compromiso de
      glándulas endocervicales
    • IIB (G1-2-3): Invasión del estroma
      cervical

    Estadío III: En esta etapa el tumor se
    extiende fuera del útero, pero está limitado a la
    pelvis verdadera.

    • IIIA (G1-2-3): Metástasis vaginal
    • IIIB (G1-2-3): Tumor que invade serosas y/o anexos
      y/o citología peritoneal positiva
    • IIIC (G1-2-3): Metástasis pélvicas y/o
      ganglios linfáticos paraaórticos

    Estadío IV: Implica la invasión de
    la mucosa vesical y/o intestinal o ha tenido metástasis a
    sitios distantes.

    • IVA (G1-2-3): Invasión tumoral de vejiga y/o
      mucosa intestinal
    • IVB (G1-2-3): Metástasis a distancia,
      incluyendo intraabdominal y/o ganglios inguinales.

    El carcinoma de endometrio puede agruparse de acuerdo al
    grado de diferenciación histopatológica, de
    la siguiente manera:

    • G1: 5% o menos de patrón de crecimiento
      sólido, no escamoso o no morular.
    • G2: 6-50% de patrón de crecimiento
      sólido, no escamoso o no morular.
    • G3: Más de 50% de patrón de
      crecimiento sólido, no escamosos o no
      morular.

    FACTORES
    PRONÓSTICOS

    El carcinoma endometrial es una enfermedad
    heterogénea, con una sobrevida a 5 años en rangos
    amplios para mujeres en estadios como el I. El pronóstico
    depende de los hallazgos quirúrgicos, patológicos y
    moleculares. Si bien el estadío es el más
    significativo de los factores pronósticos existen otros factores que
    pueden ser identificados:

    • Estadío: La sobrevida a 5 años
      es del 88% para el estadío I, 75% para el II, 50% para
      el III, y 20% para el IV.
    • Edad: La edad avanzada es un factor de mal
      pronóstico, debido a una mayor asociación con
      extensión extrauterina, invasión miometrial
      profunda, tumores más indiferenciados, y subtipos
      histológicos desfavorables
    • Tipo histológico: El 10% de las
      pacientes presenta un tipo histológico de mal
      pronóstico como tumores de células claras,
      papilíferos serosos y adenoacantocarcinoma.
    • Grado histológico: Relacionado con las
      recurrencias en forma directa, que son del 8% en G1, 12% en G2,
      y del 38% en el G3. El mayor grado histológico
      está relacionado con mayor invasión miometrial,
      metástasis ganglionares, extensión extrauterina,
      y metástasis a distancia.
    • Invasión miometrial: Aumenta la
      posibilidad de metástasis ganglionares.
    • Citología peritoneal: Se relaciona con
      aumento de la recurrencia y disminución de la sobrevida,
      y su presencia determina un estadío III.
    • Metástasis linfáticas: 40-60% de
      probabilidades de recurrencia.
    • Receptores hormonales: Los receptores de
      estrógenos y progesterona se correlacionan con mayor
      diferenciación tumoral, menor invasión
      miometrial, y baja incidencia de metástasis
      ganglionares.
    • Marcadores biológicos: El aneuploidismo
      y el aumento de la fase S se asocia con mal pronóstico.
      La sobreexpresión del Her2/neu, se encuentra en el 27%
      de las pacientes con metástasis, y sólo en el 4%
      de los limitados al útero. La elevación del CA
      125 es predictor de mayor estadío que el determinado
      clínicamente.

    TRATAMIENTO

    En todos los estadíos, el tratamiento de
    elección es el quirúrgico. Se asocia al radiante
    según los hallazgos operatorios, y la terapia radiante es
    exclusiva en los que es imposible efectuar una correcta
    operación.

    Estadio I :

    Efectuada la laparotomía debe realizarse lavado
    peritoneal con solución fisiológica para el estudio
    citológico. Debe realizarse una cuidadosa
    exploración de toda la pelvis y el abdomen y las zonas
    ganglionares pelvianas y lumboaórticas. Si esto fuese
    negativo se realiza una anexohisterectomía con mango
    vaginal de 2 cm. Luego se realiza el estudio macroscópico
    del útero y ovarios. La linfadenectomía pelviana y
    lumboaórtica está indicada, salvo en los estadios
    IA y IB ambos G1, ya que la posibilidad de metástasis
    ganglionares es excepcional.

    Si durante la exploración palpatoria se comprueba
    una grosera adenomegalia se efectuará su estudio
    histopatológico por congelación, ya que su
    positividad invalida la linfadenectomía.

    Se complementa con radioterapia externa en pelvis total
    con dosis de 50 Gy cuando los ganglios son positivos, la exeresis
    quirúrgica fue insuficiente, la citología
    peritoneal fue positiva, y en los G2-G3 y/o invasión mayor
    de la mitad del miometrio cuando no se efectuó la
    linfadenectomía de estadificación.

    La braquiterapia está indicada cuando no se puede
    efectuar un correcto mango vaginal.

    Estadio II:

    Los casos con compromiso exclusivo de las
    glándulas endocervicales se tratan igual que el estadio I.
    Cuando existe invasión del estroma cervical se realiza una
    colpoanexohisterectomía total ampliada con
    linfadenectomía pelviana y lumboaórtica . Se
    realiza tratamiento radiante complementario si existe compromiso
    de los ganglios linfáticos o en el caso de cirugía
    insuficiente

    Estadío III:

    1. Cuando hay invasión de los anexos: Se
      realiza una anexohisterectomía con manguito vaginal.
      Algunos autores no efectúan la linfadenectomía y
      sí un tratamiento radiante sistemático en pelvis
      total con 50 Gy.
    2. Cuando hay invasión de vagina:
      Anexohisterectomía total con colpectomía,
      completándola con tratamiento radiante externo en pelvis
      total y braquiterapia en el remanente vaginal.
    3. Cuando la cirugía no se puede efectuar:
      Tratamiento radiante con teleterapia pelviana y braquiterapia
      vaginal. Luego se debe intentar rescate quirúrgico si
      las condiciones lo permiten.

    Estadío IV:

    El tratamiento es generalmente paliativo. Se emplea
    terapia radiante con frecuentes asociaciones de hormonoterapia y
    quimioterapia que pueden lograr importantes remisiones pero que
    no se traducen en aumento de la sobrevida.

    Tratamiento hormonal

    La sobrevida es mejor en los casos con receptores
    hormonales positivos que en los negativos, pero
    independientemente del tratamiento hormonal. Se han comprobado
    respuesta de hasta el 70% en tumores bien diferenciados, con
    receptores hormonales positivos, que caen al 5-15% cuando los
    receptores (en especial los de progesterona) son negativos. Las
    hormonas
    más empleadas son acetato de medroxiprogesterona (300
    mg/d), acetato de megestrol (160-320 mg/d). El tamoxifeno se lo
    puede utilizar en la enfermedad metastásica.

    Quimioterapia

    Utilizada en cáncer metastásico de
    endometrio, produciendo importantes respuestas pero sin aumento
    significativo en la sobrevida. Entre los más utilizados se
    encuentran la doxorubicina, el cisplatino, y el carboplatino. En
    el carcinoma seroso papilar, la quimioterapia es de gran
    utilidad.

    Recurrencia de la enfermedad

    El 25% de las pacientes tratadas en estadíos
    tempranos de la enfermedad desarrollan dentro de los 2
    años algún tipo de recurrencia, ya sea vaginal,
    pelviana, o metástasis a distancia (pulmón,
    abdomen, ganglios linfáticos inguinales o
    supraclaviculares, hígado, cerebro o
    hueso).

    Cuando la recurrencia es sólo vaginal, el
    pronóstico es mejor, al igual que cuando la recurrencia
    aparece luego de los 3 años del tratamiento
    primario.

    Seguimiento

    Toda paciente con cáncer tiene que tener un
    seguimiento de por vida. En general se realizan controles cada 4
    meses los dos primeros años, después cada 6 meses
    hasta los 5 años y luego un control anual.

    El control incluye:

    • Anamnesis y examen físico general y
      genitoabdominal
    • Palpación de zonas iguinales y
      supraclaviculares
    • Citología de la cúpula
      vaginal
    • Radiografía de tórax,
      mamografía, ecografía pelviabdominal una vez al
      año

    CONCLUSIÓN

    El Carcinoma de endometrio es la cuarta causa de
    cáncer en la mujer, después del de mama,
    pulmón y colon, en países desarrollados, pero es el
    más curable de los 10 cánceres más
    frecuentes en la mujer si es diagnosticado y tratado
    tempranamente.

    El carcinoma de endometrio es un tumor que no debe ser
    olvidado, ya que por desarrollarse en la cavidad uterina se
    oculta al examen visual, y su sintomatología no tiene nada
    de característico, puesto que es común a la de
    otros procesos inflamatorios, tumorales y disfuncionales del
    útero.

    La ETV es una técnica sencilla, de fácil
    aplicación, inmediata, y no cruenta, es decir sin riesgo
    para la paciente. Por ello consideramos que debe convertirse en
    un método exploratorio habitual en la práctica
    clínica diaria, en las pacientes en las que por alguna
    razón, o sólo por su edad, deba controlarse el
    endometrio. Su alta sensibilidad la hace un buen método
    para el diagnóstico de patología endometrial, y
    debido a su alto valor predictivo negativo, identifica mujeres
    con poca probabilidad de padecer carcinoma endometrial, evitando
    así un gran número de raspados
    innecesarios.

    BIBLIOGRAFÍA

    1. González-Merlo, González Bosquet et al:
      Ginecología Oncológica, segunda edición, MASSON S.A., 2000.
    2. Gori, Jorge; Lorusso, Antonio y col:
      Ginecología de Gori, segunda edición,
      Editorial El Ateneo, Buenos Aires,
      2001.
    3. Callen, Peter: Ecografía en obstetricia y
      ginecología
      , cuarta edición, Editorial
      Panamericana, 2002.
    4. Smith-Bindman, R. et al: Endovaginal Ultrasound to
      Exclude Endometrial Cancer and
      Other Endometrial Abnormalities
      , JAMA.
      1998;280:1510-7.
    5. Gull, B. et al: Can ultrasound replace dilation
      and curettage? A longitudinal evaluation of postmenopausal
      bleeding and transvaginal sonographic measurement of the
      endometrium as predictors of endometrial cancer
      , Am J Obset
      Gynecol. 2003;401-408.
    6. Rose, Peter: Endometrial carcinoma, N Eng J
      Med. 1996; 640-650.
    7. Garuti, G. et al: Hysteroscopy and transvaginal
      ultrasonography in postmenopausal women with uterine
      bleeding
      , Int J Gynecol Obstet. 1999;65:25-33.
    8. Langer, Robert et al: Transvaginal ultrasonography
      compared with endometrial biopsy for the detection of
      endometrial desease
      . N Eng J Med.
      1997;337:1792-8.
    9. Münstedt, K. et al: Cancer of endometrium:
      current aspects of diagnostics and treatment
      , World Journal
      of Surgical Oncology. 2004;2:24,1-17.
    10. Ryan, Andrew et al: Endometrial Cancer, Cell
      and Tissue Research, Springuer-Verlag 2005.

    Chacón, Mariano Andrés*

    Sigal, Sabrina Marcia*

    *Internos de la Facultad de Ciencias
    Médicas, Universidad
    Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.

    Área de Ginecoobstetricia, Hospital L.
    Lagomaggiore.

    Agosto, 2005.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter