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Depresión y suicidio




Enviado por hilda_romo



    1. Contexto
      histórico
    2. Condiciones que inducen al
      suicidio
    3. Actitudes frente al
      suicidio
    4. Tendencias
      actuales
    5. Ocho puntos de la
      depresión que originan el suicidio
    6. Prevención del
      suicidio
    7. Como
      conscientizarnos
    8. Observando las diferentes
      culturas
    9. Mitos más comunes que
      obstaculizan la prevención del
      suicidio

    Suicidio, acción
    de quitarse la vida de forma voluntaria. El suicidio aparece
    en todas las sociedades
    desde los tiempos más remotos. Sin embargo, a lo largo de
    la historia ha
    variado la actitud de la
    sociedad hacia
    este acto, sus formas y su frecuencia.

    CONTEXTO HISTÓRICO

    En la Europa antigua,
    sobre todo durante el Imperio romano,
    el suicidio se consentía e incluso era considerado un acto
    honroso. Los antiguos romanos, bajo la influencia del estoicismo,
    admitían muchas razones legítimas para su
    práctica. El filósofo romano Séneca lo
    ensalzaba como el acto último de una persona
    libre.

    Sin embargo, para San
    Agustín, el suicidio era un pecado. Varios de los
    primeros concilios de la Iglesia
    Cristiana decretaron que a aquéllos que cometieran
    suicidio no se les podrían aplicar los rituales ordinarios
    de la Iglesia tras su muerte, y en
    la edad media la
    Iglesia católica romana condenó expresamente esta
    práctica. En las legislaciones medievales se ordenaba la
    confiscación de todas las propiedades del suicida y el
    cadáver sufría todo tipo de humillaciones. Hoy
    está condenado el suicidio en las religiones cristiana,
    judía e islámica.

    En 1897 Émile Durkheim
    postuló que el suicidio era un fenómeno
    sociológico más que un puro acto individualista.
    Él lo consideraba consecuencia de una mala
    adaptación social del individuo y de
    una falta de integración. Identificó cuatro tipos
    de suicidio: egoísta, altruista, anómico y
    fatalista que sucedían como consecuencia de determinadas
    condiciones sociales. Así, el suicidio egoísta y el
    altruista eran el resultado de una débil o fuerte
    integración del individuo en la sociedad. El suicidio
    anómico y el fatalista venían determinados
    respectivamente por una débil y excesiva regulación
    por parte de la sociedad. Sin embargo, la tendencia actual
    considera el suicidio desde un punto de vista psicológico
    en lugar de una perspectiva moral.

    CONDICIONES QUE INDUCEN AL SUICIDIO

    La mayor parte de los científicos sociales
    están de acuerdo en que el suicidio es una forma compleja
    de conducta, que
    tiene causas biológicas, psicológicas y sociales.
    Por ejemplo, los psiquiatras han descubierto que, en los casos
    estudiados, existe generalmente una fuerte depresión.
    Otros científicos afirman que algunas personas son
    genéticamente más propensas que otras a las
    depresiones y por lo tanto al suicidio.

    Los psicólogos y sociólogos han encontrado
    muchas otras influencias personales y situaciones que
    también contribuyen a la muerte
    voluntaria. Ésta se produce a menudo para escapar de
    circunstancias dolorosas; también como acto de venganza
    contra otra persona a la que se acusa de ser responsable del
    sufrimiento que lleva a tomar tan drástica
    decisión. Estos sentimientos se conocen por las notas o
    cartas que, en
    ocasiones, deja la persona antes de suicidarse. No obstante, la
    causa más frecuente es la percepción
    por parte de la persona de que la vida es tan dolorosa que
    sólo la muerte puede proporcionarle alivio. La
    pérdida de un ser querido, o dolores crónicos,
    físicos o emocionales, pueden producir una
    sensación de incapacidad para cambiar las circunstancias
    de la vida y un sentimiento general de desesperanza ante
    cualquier cambio, lo que
    lleva a un callejón sin salida donde la muerte es la
    única solución.

    Con frecuencia determinadas condiciones sociales
    adversas provocan un aumento considerable del número de
    suicidios. Esto sucedió, por ejemplo, entre la población joven de Alemania
    después de la I Guerra Mundial y
    en Estados Unidos
    en el punto álgido de la Gran Depresión de
    1929.

    Los intentos fallidos de suicidio pueden significar una
    petición de ayuda que, si es ignorada, puede ser
    precursora de posteriores intentos. Sin embargo, estas peticiones
    de ayuda hay que diferenciarlas de otras formas más
    manipuladoras de intento o amenaza de suicidio que buscan llamar
    la atención, cuyo propósito es
    controlar las emociones y el
    comportamiento
    de otras personas, normalmente familiares.

    ACTITUDES FRENTE AL SUICIDIO

    El suicidio el ilegal en muchos países y
    está fuertemente condenado por la sociedad en otros,
    especialmente en países con mayoría de
    población católica. En el extremo contrario se
    encuentran otros países que honran ciertos tipos de
    suicidio. Antiguamente los japoneses, por ejemplo, respetaban el
    harakiri, práctica en la que una persona avergonzada
    compensaba un fallo o el incumplimiento de un deber
    clavándose una daga. También en la India, hasta
    finales del siglo XIX, se llevaba a cabo el suttee, que
    consistía en que la viuda del fallecido debía
    inhumarse en la pira funeraria de su marido. Durante la II
    Guerra
    Mundial, los pilotos kamikazes japoneses consideraban como un
    gran acto de honor el llevar a cabo misiones suicidas de
    bombardeo estrellando sus aviones contra el objetivo
    enemigo.

    TENDENCIAS ACTUALES

    Todas las formas básicas de suicidio del pasado
    existen en la actualidad. Las inclinaciones actuales de los
    índices de periodicidad o frecuencia son confusas dado que
    las estadísticas no son totalmente fiables y se
    recogen de formas diferentes de acuerdo a cada país. Los
    índices de suicidio son generalmente menores en sociedades
    católicas que en sociedades protestantes, pero esto
    probablemente sólo refleja el hecho de que los primeros
    tienen una mayor necesidad de ocultar los suicidios que los
    segundos. Algunos expertos creen que la tendencia hacia el
    aumento de los índices oficiales de suicidio en los
    países occidentales en el último siglo se debe a la
    mejora de los métodos
    estadísticos y a una consideración menor del
    suicidio como estigma.

    La mayor esperanza de vida en las naciones más
    desarrolladas probablemente empuja a algunos ancianos que han
    perdido a un ser querido o sufren enfermedades terminales a
    suicidarse. En ocasiones piden la eutanasia
    voluntaria, que se define como el suicidio asistido a una persona
    con una enfermedad terminal muy dolorosa. En Holanda y en el
    Territorio del Norte (Australia) la eutanasia voluntaria no es
    ilegal. Aunque allí tampoco hay una ley que la
    ampare, si el doctor que asista al suicida sigue una pauta legal
    y realiza los informes
    adecuados, no puede ser perseguido judicialmente.

    Algunos psicólogos piensan que los sentimientos
    crecientes de soledad, desarraigo y falta de sentido en la vida
    contribuyen al aumento del número de suicidios en los
    países industrializados.

    OCHO
    PUNTOS DE LA DEPRESIÓN QUE ORIGINAN EL
    SUICIDIO

    1 La depresión es una enfermedad severa,
    pero estable.

    La depresión es más que una baja
    temporal de estado de
    ánimo.

    Los síntomas de la depresión afectan
    pensamientos, sentimientos y comportamiento.

    Sin tratamiento adecuado los síntomas pueden
    durar meses, años o toda la vida.

    2 La depresión se presenta en formas
    diferentes.

    Algunos episodios depresivos ocurren en forma
    repentina, sin causa aparente.

    Algunos son desencadenados por experiencias
    desagradables.

    Determinadas personas tienen un episodio en su vida y
    otras tienen episodios recurrentes.

    Los síntomas son tan severos que afectan la
    vida diaria del paciente.

    Otros tienen síntomas crónicos que no
    interfieren con su vida, pero si con su estado de
    ánimo.

    Algunas personas tienen alteración bipolar
    (enfermedad maniaco depresiva), experimentan ciclos de baja del
    estado de ánimo y ciclos de elevación del estado
    de ánimo.

    3 Algunos síntomas de la depresión
    incluyen:

    Tristeza persistente, pérdida del interés
    o placer por las actividades ordinarias incluyendo el sexo.

    Disminución de la energía, fatiga,
    alteraciones del sueño (insomnio, despertares tempranos,
    somnolencia), alteraciones del apetito (pérdida de
    éste y peso o ganancia de peso), dificultad para
    concentrarse, sentimientos de culpa y de infelicidad,
    pensamientos suicidas, intento de suicidio, irritabilidad,
    llanto excesivo, dolores crónicos y dolores que no
    responden al tratamiento.

    4 Algunos no reconocen su
    enfermedad.

    Dos tercios de los pacientes deprimidos no tienen un
    tratamiento apropiado porque sus síntomas nos son
    reconocidos, son atribuidos a otra enfermedad, son mal
    diagnosticados y erróneamente tratados.

    5 La mayoría de la gente puede ser ayudada
    rápidamente

    Con los tratamientos disponibles, el 80 % de los
    pacientes con depresión pueden mejorar
    significativamente; los síntomas pueden ser aliviados
    usualmente en semanas. existe medicación efectiva y
    tratamientos psicológicos que frecuentemente son usados
    en combinación.

    Varios tipos de medicación están
    disponibles y ninguno de ellos provoca
    hábito.

    Algunos pacientes necesitan psicoterapia
    (terapia hablada) para tratar sus problemas
    psicológicos o interpersonales asociados con su
    enfermedad.

    Otros tratamientos biológicos pueden ser de
    ayuda, por ejemplo el tratamiento electroconvulsivo,
    etc.

    Los individuos responden de manera diferente al
    tratamiento, si después de varias semanas los
    síntomas no han mejorado, el plan de
    tratamiento debe ser re-evaluado.

    6 El costo de la
    depresión puede ser reducido.

    Cuando se diagnostica tempranamente en el curso de la
    enfermedad, los pacientes deprimidos usualmente pueden ser
    tratados como pacientes externos y mejorar su productividad,
    evitando la pérdida de horas de trabajo y
    reduciendo los altos costos por
    tratamiento prolongado, hospitalización y tratamiento
    por otras alteraciones físicas mentales resultantes de
    la depresión no tratada.

    7 La ayuda puede ser recibida de:

    * Médicos generales.

    * Psiquiatras.

    * Psicólogos.

    * Sociedades médicas.

    * Centros de salud
    mental.

    * Hospitales psiquiátricos.

    * Grupos de
    apoyo.

    8 Los pacientes deprimidos pueden necesitar ayuda
    para "conseguir ayuda"

    Es muy natural que los pacientes deprimidos puedan
    interferir con las personas que desean ayudarlos, la
    depresión hace a las personas sentirse cansadas,
    inútiles indefensos, sin esperanza, por lo
    tanto:

    * La gente deprimida severamente necesita el apoyo de
    su familia y
    amigos para aceptar su enfermedad y acudir al
    médico.

    * No ignorar los pensamientos suicidas, palabras o
    actos; buscar ayuda profesional inmediatamente.

    PREVENCIÓN DEL SUICIDIO

    Mensaje sobre la prevención
    del suicidio

    Adoptado por el Consejo Eclesial de la Iglesia
    Luterana en América el 14 de noviembre de
    1999.

    En los Estados Unidos cada año más de
    30,000 personas se quitan la vida. El suicidio es la octava
    causa de muerte y entre las personas cuyas edades van de los 15
    a los 24 años, es la tercera causa de muerte. Más
    personas mueren por suicidio que por homicidio.
    Cerca de 500,000 personas al año comenten un intento de
    suicidio lo suficientemente serio como para recibir
    atención en salas de urgencias. Y millones más
    sufren de pensamientos suicidas.

    Sabemos que estas estadísticas nos hablan de
    individuos cuyas historias y relaciones son únicas. Nos
    hablan de personas con las cuales vivimos en nuestras familias,
    congregaciones, vecindarios y sitios de trabajo. Algunos de
    entre nosotros han intentado suicidarse, y otros nos hemos
    tenido que asegurar de que algún familiar o amigo que
    había amenazado con suicidarse, obtuviera ayuda. Muchos
    de nosotros hemos tenido, incluso, que lamentar la muerte por
    suicidio de algún ser querido, y sufrido por ello. por
    último, algunos de nosotros habremos de experimentar
    algún día esta pena y este dolor tan
    indescriptibles.

    Cada suicidio rinde testimonio de una trágica
    ruptura con la vida. Creemos que la vida es un bien de Dios y
    un inapreciable regalo para nosotros. Y aún esta vida
    (que lo es para nosotros y para los demás) a veces
    parece ser un infierno, un tormento sin esperanza. Cuando
    optamos por ignorar o rechazar (incluso huir de ellos) a
    aquellos que están desesperados de la vida, necesitamos
    recordar lo que hemos oído: el
    infinito amor de Dios
    en Jesucristo no dejará a nadie solo o abandonado.
    Aquellos de nosotros que para vivir nos apoyamos en el amor de
    Dios estamos llamados a "ayudarnos unos a otros a soportar las
    cargas, y de esa manera cumpliremos la ley de Cristo"
    (Gálatas 6:2). Nuestros esfuerzos por impedir cualquier
    suicidio obedecen a nuestra obligación de proteger y
    promover la vida, a nuestra esperanza en Dios aún en
    medio del sufrimiento y la adversidad, y a nuestro amor por
    nuestro prójimo perturbado.

    El suicidio esta siendo percibido cada vez más
    como un serio problema de salud
    pública que se puede evitar. El suicidio y su
    prevención son complejos y multidimensiones y necesitan
    ser abordados de manera abierta e integral. La
    prevención del suicidio requiere de esfuerzos
    coordinados y de la colaboración de todos los sectores
    de la sociedad. Contribuyamos (en la iglesia Luterana en
    América) a estos esfuerzos. Con este mensaje, el consejo
    eclesial exhorta a sus miembros, congregaciones e instituciones afiliadas a que aprendan
    más acerca del suicidio y como prevenirlo en sus
    comunidades, y los invita, a si mismo, a que pregunten lo que
    pueden hacer y que trabajen con los demás en la
    prevención del suicidio.

    COMO
    CONSCIENTIZARNOS

    Los suicidios ocurren en todos los grupos
    sociales. Lo mismo entre las personas jóvenes que
    entre las de mediana edad y los ancianos; en hombres, tanto
    como en mujeres; entre los ricos, la clase media
    y las personas pobres; todos los grupos étnicos y de
    cualquier religión; lo mismo
    entre personas casadas, que solteras; entre los que tienen
    empleo y los
    desempleados; entre los sanos y los enfermos.

    Sin embargo, la estadísticas indican que el
    suicidio es más común entre algunos grupos que
    entre otros. Veamos:

    • Los varones anglosajones constituyen casi tres
      cuartas partes de todos los suicidios que
      ocurren.
    • Aunque hay cuatro suicidios de hombres por cada
      suicidio de mujer, las
      mujeres intentan suicidarse dos veces más
      frecuentemente que los hombres.
    • Los varones anglosajones mayores de 50 años
      presentan los más altos índices de suicidio.
      Aunque este grupo suma
      el 10 por ciento de la población, es responsable del
      33 por ciento de los suicidios. Los índices de
      suicidio para los hombres mayores de 65 años van ahora
      en aumento, tras de un estable descenso desde 1950 hasta
      1980.
    • Desde 1950 se ha triplicado el índice de
      suicidio entre los hombres jóvenes cuyas edades van de
      15 a 24 años, y para las mujeres, sobrepasa ya el
      doble.
    • Aunque (por fortuna) el suicidio entre niños es un evento raro existe un
      dramático aumento en el índice de suicidios
      reportados entre niños de 10 a 14
      años.
    • Los índices de suicidio entre los
      indígenas americanos y los nativos de Alaska
      están muy por encima del promedio nacional, con un
      número desproporcionado de suicidios entre varones
      jóvenes.
    • El suicidio entre los varones jóvenes
      afroamericanos, que alguna vez fue poco común, se ha
      incrementado abruptamente en años
      recientes.
    • Se ha encontrado que los índices de suicidio
      en algunas ocupaciones específicas, tales como
      oficiales de policía, granjeros, dentistas y doctores
      son más altos que el promedio nacional.
    • Los índices de intentos de suicidio entre
      los jóvenes que luchan con cuestiones relacionadas con
      su orientación sexual son más altos que entre
      otros del mismo sexo.
    • Cerca del 60 por ciento de todos los suicidios se
      cometen con un arma de fuego. Las personas que viven en un
      hogar donde existe un arma de fuego, son casi cinco veces
      más propensas a morir por suicidio que las personas
      que viven en hogares libres de armas.

    Aunque no existe una sola causa para el suicidio, los
    investigadores nos dicen que el comportamiento suicida
    está asociado con un cierto número de factores de
    riesgo que
    frecuentemente se combinan. Entre estos factores
    están:

    • La depresión clínica y otras
      enfermedades mentales. Más de un 60 por ciento de
      todas las personas que se suicidan sufren de depresión
      grave. Si uno incluye a personas deprimidas que abusan del
      alcohol,
      la cifra aumenta al 75 por ciento. Casi todas las personas
      que se quitan la vida sufren de algún desajuste mental
      diagnosticable o padecen el abuso de alguna sustancia, o
      ambos desórdenes.
    • El abuso de alcohol y otras sustancias. El alcoholismo es un factor que aparece en el 30
      por ciento de todos los suicidios que se cometen.
    • Los eventos
      adversos en la vida. Tales eventos pueden ser: el sufrir
      alguna confusión acerca de la propia identidad
      o, en el caso de las personas jóvenes, el sentirse
      excluidos de los demás: una crisis
      familiar por el divorcio o
      la muerte de alguien cercano: la pérdida de los
      medios de
      subsistencia, ocasionado ya sea por una crisis
      económica rural, por reducción en los negocios o
      en las empresas, o
      por algún recorte de personal o la
      eliminación de programas
      gubernamentales. Otras causas pueden ser: el comportamiento
      adictivo, alguna enfermedad crónica, grave o fatal, o
      los efectos de un desastre natural o social. Para la
      mayoría de las personas, los eventos adversos de la
      vida no necesariamente conducen a un comportamiento suicida.
      Pueden contribuir a un comportamiento suicida si ya existe un
      contexto de enfermedad mental o abuso de sustancias
      tóxicas.
    • Los factores familiares, tales como una historia
      clínica familiar de suicidio, de enfermedad mental o
      de abuso de sustancias, así como de violencia
      y abuso
      sexual.
    • Los factores culturales y religiosos, tales como
      las creencias de que el suicidio es una solución noble
      a un dilema personal, o la destrucción de la cultura
      tradicional de la gente, que puede conducir a sentimientos de
      separación del pasado, aislamiento y
      desesperanza.
    • Los intentos de suicidio previos, la existencia de
      armas de fuego en el hogar, el encarcelamiento, tendencias
      impulsivas o agresivas, y exposición a comportamiento suicida de
      otros (por parte de miembros de la familia
      o compañeros, o a través de reportajes
      noticiosos inadecuados o de historias de ficción). Los
      suicidios entre las personas jóvenes a veces ocurre en
      grupo y puede, incluso llegar a convertirse en una epidemia.
      Las personas jóvenes son particularmente susceptibles
      a imitar el comportamiento que conduce a un suicidio no
      intencional.

    "Todas las personas que expresan ideas de suicidio
    y que simultáneamente muestran síntomas de
    depresión, esquizofrenia,
    abuso de alcohol o abuso de sustancias enervantes, deben ser
    evaluadas cuanto antes por un profesional capacitado de la
    salud."

    OBSERVANDO LAS DIFERENTES CULTURAS

    Ciertas actitudes
    sociales obstaculizan la prevención de suicidios.
    Algunas de ellas forman un conjunto de creencias
    erróneas que establecen que no se puede hacer nada al
    respecto: "Si tiene que suceder, pues ha de suceder." "No vale
    la pena tratar de ayudar, porque estas personas tienen
    problemas tan enormes que no se puede hacer nada." "El suicidio
    ha estado entre nosotros desde siempre; no vamos a cambiar este
    hecho." "Déjenlos tranquilos. Si los suicidas desean
    quitarse la vida, pues es su problema."

    Las actitudes punitivas conforman otro
    obstáculo para la prevención del suicidio. Estas
    actitudes parecen ansiosas de castigar el comportamiento
    suicida y a menudo culpan a los que viven por las muertes por
    suicidio. Crean un ambiente de
    ocultamiento del comportamiento suicida en el que las personas
    con pensamientos suicidas permanecen reacios a hablar. Estas
    actitudes punitivas se vienen acarreando desde los tiempos en
    los que el suicidio era considerado un crimen y un pecado
    imperdonable, y cuando a quienes se suicidaban se les negaba
    una cristiana sepultura.

    La incapacidad para percibir a la depresión
    grave como una enfermedad también obstruye la
    prevención del suicidio. Algunas actitudes
    equívocas conciben a la depresión grave como una
    deficiencia del carácter, una debilidad humana o una rara
    condición incurable y permanente. Quienes así lo
    consideran, comunican a las personas deprimidas que
    deberían "aliviarse" y sentir vergüenza o apenarse
    por cómo se sienten. En realidad, la depresión
    clínica es una enfermedad que implica cambios en la
    química
    del cerebro. Es una
    de las enfermedades más comunes, y puede ocurrirle a
    personas que no tienen ninguna razón aparente para
    "estar deprimidas."Aunque con frecuencia no se atiende la
    depresión clínica porque no se le identifica como
    tal, se trata de una enfermedad mental muy curable. Las
    personas deprimidas no se pueden curar por si mismas, pero
    pueden recibir la ayuda de profesionales mediante medicamentos
    o terapia, o a través de una combinación de los
    dos. El suicidio no es una consecuencia inevitable (ni
    aceptable) de la depresión.

    MITOS
    MÁS COMUNES QUE OBSTACULIZAN LA PREVENCIÓN DEL
    SUICIDIO

    Mito: Las personas que hablan de suicidarse
    rara vez terminan haciéndolo; sólo desean llamar
    la atención y se les debe retar a que lo hagan, para
    poder
    entonces desenmascararlas.

    Verdad: Las personas que hablan de suicidarse
    están hablando en serio, y pueden estar dando pistas o
    señales oportunas de sus intenciones. A
    estas personas no se les debe desafiar, sino brindarles
    asistencia para que puedan obtener ayuda
    profesional.

    Mito: Una persona que ha llevado a cabo
    intentos serios de suicidio es poco probable que realiza
    otro.

    Verdad: Las personas que ya han intentado
    suicidarse están a menudo en un riesgo mayor de terminar
    lográndolo. Un intento de suicidio es un grito pidiendo
    ayuda y un aviso de que algo anda terriblemente mal y que debe
    ser tomado con la máxima seriedad.

    Mito: La persona suicida desea morir y siente
    que no hay marcha atrás.

    Verdad: Estas personas suicidas a menudo se
    sienten indecisas respecto de morir. A menudo pasan por un
    largo proceso en
    el cual intentan diversos modos de reducir su profundo dolor
    emocional. Entre sus contradictorios deseos de vivir y de morir
    la decisión oscila de un lado al otro, incluso en el
    momento mismo en que se están quitando la
    vida.

    Mito: La mayoría de las personas que se
    quitan la vida han tomado una decisión cuidadosa, bien
    ponderada y racional.

    Verdad: Las personas que consideran el suicidio
    a menudo tienen al respecto una "visión de
    túnel"; en medio de su insoportable dolor se encuentran
    cegados para percibir otras alternativas disponibles. Con
    frecuencia el acto de suicidarse es impulsivo. Si el
    sufrimiento y el dolor se reducen, la mayoría de los
    suicidas potenciales opta por vivir.

    Mito: Andar preguntando acerca de los
    sentimientos del suicida puede llegar a ocasionar que uno
    intente suicidarse.

    Verdad: El preguntarle a una persona acerca de
    sus sentimientos suicidas la brinda la oportunidad de obtener
    ayuda necesaria para salvarle la vida. Quien pregunta debe
    inquirir al suicida en potencia si
    tiene ya un plan formulado y si tiene acceso a los medios para
    llevarlo a cabo. Si se llegan a juntar la intención, un
    plan y los medios, no debe dejarse un minuto sola a la persona
    suicida, sino que debe ser ayudada para recibir tratamiento
    inmediatamente.

    BIBLIOGRAFÍA

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    Salud.

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    Suicidio

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    Revista "Muy Saludable"

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    España 2002

    Hilda Graciela

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