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Literaturas (página 3)




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LITERATURA ALEMANA

Literatura alemana, literatura escrita en lengua alemana
desde el siglo VIII hasta nuestros días, incluidas las
obras de autores alemanes, austriacos y suizos. Se suele dividir
en periodos que corresponden generalmente con el desarrollo de
la lengua alemana y el crecimiento y unificación de
Alemania como
nación.
Véase también Literatura austriaca; Suiza:
Literatura.

PERIODO DEL ANTIGUO ALTO ALEMÁN

(800-1100). La obra literaria más
antigua que se conoce en alemán es el poema épico
Hildebrandslied (El cantar de Hildebrand), del que
ha sobrevivido un fragmento fechado alrededor del año 800.
Esta obra describe, en versos aliterativos en bajo y alto
alemán, el enfrentamiento y el inicio de una batalla entre
el héroe legendario Hildebrand y su hijo. Otras leyendas
tratan de personajes heroicos como Teodorico, rey de los
ostrogodos; Atila, rey de los hunos; y Sigfrido, al que algunas
autoridades en la materia
identifican con el jefe germano Arminio, que derrotó a los
romanos el año 9 d.C. en el bosque de Teotoburg, en
la baja Sajonia.

El cristianismo, que fue la fuerza
dominante en la literatura alemana desde el siglo IV hasta el
XII, renegaba de esta tradición pagana. En la temprana
fecha de 381, Ulfilas, obispo de los godos, tradujo la Biblia a
su lengua vernácula, y un sacerdote anónimo
escribió Muspilli (900), un poema aliterativo en
dialecto bávaro que describe la destrucción del
mundo por el fuego el día del Juicio Final. Otra obra
importante, escrita en antiguo bajo alemán, es el poema
épico Heliand (siglo IX), en el que Cristo es
representado como un príncipe germánico y sus
discípulos como súbditos feudales.

Bajo el dominio del franco Carlos Martel se
fundaron muchas abadías, entre ellas la famosa de Sankt
Gallen (ahora en Suiza) y la de Fulda en Alemania. En estas
abadías los monjes preservaron la literatura antigua tanto
como la historia de su
propia época. Sin embargo, durante este periodo la
mayoría de las obras literarias fueron escritas en
latín, usándose el alemán principalmente
para traducciones de la lengua antigua. Un ejemplo de poema
épico escrito en latín es el Walthariuslied
(Cantar de Walter, 930?) de Ekkehard, el abad de Sankt
Gallen, que cuenta la fuga del héroe Walter de la corte de
Atila y su boda posterior. Además de poemas
épicos como éstos escritos para las cortes
palaciegas, durante los siglos IX y X se desarrolló una
literatura oral popular. De ella formaban parte cuentos y
baladas que hasta aproximadamente el siglo XIV no se fijaron por
escrito.

PERIODO DEL MEDIO ALTO ALEMÁN
(1100-1370)

Mientras los escritos en prosa y el teatro se
presentaron casi siempre en forma de obras
didáctico-religiosas durante toda la edad media, la
poesía
se desarrolló como un modo de expresión
secularizada, y aparecieron las formas épicas,
líricas y satíricas, que daban voz a las virtudes
de la caballería y del amor
cortés. Los Spielleute, o juglares itinerantes,
entretenían a sus oyentes con historias de aventuras
basadas a veces en las experiencias de los guerreros que
volvían de las Cruzadas. Entre los poemas épicos de
este periodo, el más notable fue König Rother
(El rey Rother, 1150?). Otro estilo importante fue la
epopeya cortesana, que alcanzó su forma más elevada
en las obras de Hartmann von Aue (1170?-1235?), Gottfried von
Strassburg, Wolfram von Eschenbach y Hendrik van Veldeke. Aunque
las obras de algunos escritores franceses como Chrétien de
Troyes y otros, sirvieron de modelos para
los poemas épicos alemanes, los escritores alemanes
expresaron sus propios ideales, encontraron su propia forma y
estilo, y muy frecuentemente añadieron profundidad a las
narraciones. Una variación de la epopeya cortesana fueron
los poemas épicos en los que la figura central era un
animal. Reineke Fuchs (Reineke el zorro, 1180?) de
Heinrich el Glîchesaere, es el mejor ejemplo. El más
importante de los poemas épicos germanos es el
Nibelungenlied (Cantar de los nibelungos), que un
autor desconocido puso por escrito a principios del
siglo XIII.

La poesía lírica durante el
periodo del medio alto alemán se desarrolló en la
forma del Minnesang, o lírica cortesana, compuesta
por poetas líricos llamados Minnesänger. El gran
maestro de este tipo de poesía es Walther von der
Vogelweide. Sus obras, que incluyen canciones de amor, poemas
religiosos y epigramas, expresan su idealismo
personal y
político y muestran su independencia
de la autoridad
papal.

En la segunda mitad del siglo XIII
la naturaleza de
la épica comienza a cambiar con la introducción de personajes de la
burguesía y del campesinado. Los campesinos, hasta
entonces objeto de burla, poco a poco irán alcanzando
importancia en literatura, apareciendo en lugar prominente en
obras como Meier Helmbrecht, un cuento del
siglo XIII sobre la vida campesina.

LA REFORMA (1500-1700)

El ascenso de la burguesía en
los siglos XIV y XV y las luchas de los campesinos contra la
nobleza culminaron en la gran revolución
religiosa del siglo XVI conocida como la Reforma. Este movimiento
tuvo su reflejo en la literatura, especialmente a través
de Martín Lutero, cuya traducción de la Biblia estableció
el nuevo alto alemán como lengua literaria de Alemania. En
la literatura secular se abandonó el aristocrático
Minnesang en favor de las Meistergesang
(‘canciones de los magistrales’), escritas por
gremios de artesanos llamados meistersinger. También
fueron populares los sencillos poemas líricos que
más tarde se llamaron colectivamente Volkslieder
(‘canciones populares’; véase
Folclore). El Schwank, una forma grotesca de argumento
cómico, dio expresión popular a las historias de
algún pícaro malicioso como Till Eulenspiegel. En
el famoso Das Narrenschiff (La nave de los locos,
1491), el poeta humanista Sebastian Brant satirizó
más de cien formas contemporáneas de estupidez e
inmoralidad. Otro autor de éxito
fue Johann Fischart, poeta satírico y polemista defensor
de la causa protestante, que apoyaba su material en las aventuras
de Gargantúa y Pantagruel, personajes creados por el
satírico francés François Rabelais. Este
periodo registra la primera aparición del legendario
profesor
Johann Faust en la anónima narración en prosa,
publicada en 1587, Historia von Dr. Johann
Fausten.

A fines del siglo XV el teatro
en alemán, hasta entonces limitado a representaciones de
la Pasión y otros espectáculos religiosos,
comenzó a tomar forma secularizada en los
Fastnachtsspiele (‘representaciones de
carnaval’), piezas teatrales
cómico-alegóricas que se representaban durante la
época de carnaval. Elementos de ese mundo penetraron
gradualmente incluso en las obras religiosas de Navidad y
Pascua. Entre los dramaturgos importantes del periodo de la
Reforma están Burkard Waldis, que escribió
también fábulas
satíricas, Nikodemus Frischlin y Hans Sachs, poeta y
dramaturgo que se hizo famoso con sus
Fastnachtsspiele.

A principios del siglo XVII, el
crítico Martin Opitz llevó a cabo un intento de
incorporar influencias francesas en la literatura alemana. En su
obra principal, Das Buch von der deutschen Poeterey
(Libro de la poesía alemana, 1624), Opitz
pedía que los escritores alemanes imitaran los modelos
franceses en estilo, metros y temas. Aunque algunas academias
literarias llevaron sus reglas hasta extremos de complicada
formalidad, otros poetas, influidos por Opitz, alcanzaron una
creciente individualidad de expresión. Entre ellos se
encuentran Simon Dach, Paul Flemming, Johann Scheffler,
comúnmente llamado Angelus Silesius, y el barón
Friedrich von Logau. La poesía protestante del siglo XVII
alcanzó su cumbre en los himnos de Paul
Gerhardt.

El desarrollo de la literatura
alemana se vio frenado a causa de la guerra de los
Treinta Años. Los efectos del conflicto se
pueden ver en la obra del novelista Hans Jakob Christoph von
Grimmelshausen. Su historia del hijo de un campesino
desilusionado, Der abenteurliche Simplicissimus
(Simplicissimus, 1669), es la primera gran novela en lengua
alemana. Comedias como Peter Squentz, del satírico
Andreas Gryphius, también describen el desencanto y la
desilusión que siguieron inevitablemente a la
guerra.

SIGLO XVIII

Al comienzo del siglo XVIII la vida
cultural alemana se había hecho más receptiva a los
nuevos modelos e ideas literarias. Novelas como
Robinson Crusoe, del novelista inglés
Daniel Defoe, fueron ampliamente leídas en Alemania, y
significaron la decadencia de la narración heroica y el
incremento del realismo en la
novela alemana. Un crítico notable del periodo fue Johann
Christoph Gottsched, cuyo Versuch einer critischen
Dichtkunst vor die Deutschen
(Ensayo de una poética
crítica
para los alemanes,
1730) fijó las normas derivadas de la
lógica
y la precisión de la literatura francesa. Gottsched
intentó también reformar el teatro, como
árbitro literario y traductor de piezas francesas, griegas
y latinas. Su influencia literaria, sin embargo, fue desafiada
por un grupo de
escritores jóvenes que deseaban liberar a la literatura
alemana de la restrictiva influencia de los modelos extranjeros.
Estimulados por el nacionalismo
de Federico II el Grande, pero influidos también por sus
amplios intereses culturales, estos escritores encabezaron una de
las épocas más importantes de la literatura
alemana. Entre las sucesivas fases de esta época se
encuentran el periodo preclásico (1748-1788), el
movimiento del Sturm und Drang (que comenzó hacia 1770), y
los periodos clásico (1788-1798) y romántico
(1798-1832).

Periodo preclásico

Christian Fürchtegott Gellert, un escritor
temprano del periodo preclásico, gozó de gran
popularidad con sus fábulas didácticas, poemas,
novelas y comedias. De mayor importancia, sin embargo, fue el
poeta y dramaturgo Friedrich Gottlieb Klopstock. En su poema
épico religioso Messias (El Mesías, 4
volúmenes, 1751-1773) y en su colección de odas,
introdujo una fuerte emoción personal en la poesía
alemana. Y, lo que es más importante, la concepción
de Klopstock de la misión
sagrada del poeta influyó en los escritores que le
siguieron. Christoph Martin Wieland, autor del poema épico
Oberon (1780), también tuvo su influencia en el
desarrollo de la literatura alemana. El Agathon de Wieland
(1766-1777) se considera la primera novela psicológica de
la literatura alemana.

Los dramas de Gotthold Ephraim Lessing,
notables por sus personajes y su pasión, están en
el origen del teatro moderno alemán. Dio a la escena
alemana su primera tragedia de la vida cotidiana
(bürgerliches Trauerspiel) en Miss Sara
Sampson
(1755), y en su poema dramático Nathan der
Weise
(Nathan el sabio,1779) hizo un ardiente
llamamiento en favor de la tolerancia
religiosa. Minna von Barnheld (1767) es una
hábil comedia. En su influyente tratado crítico
Laokoon (Laoconte, 1766), Lessing introdujo el
espíritu de la
Ilustración en Alemania (véase Siglo de
las Luces).

Sturm und Drang

El filósofo Johann Gottfried von
Herder fue la figura dominante de este nuevo movimiento, que
tomó su nombre de la pieza teatral Sturm und Drang
(Tormenta e impulso, 1776) de Friedrich Maximilian von
Klinger, uno de los jóvenes escritores deslumbrados por el
rechazo de las autoridades tradicionales que llevó a cabo
Herder. Los miembros de este grupo abandonaron el racionalismo y
la preocupación por la forma y la estructura que
habían caracterizado el teatro clásico y
francés. Influidos por los estudios de Herder de los
pueblos primitivos y la cultura
popular, acentuaron el uso de elementos nacionales o populares, y
buscaron inspiración en el Volkslied (poesía
popular) y en otros aspectos de la cultura alemana. Su deseo de
emancipación fue simbolizado en poemas y dramas que
trataban de individuos heroicos dominados por emociones
incontroladas y comprometidos en conflictos
inmensos.

Muchos elementos del Sturm und
Drang
se pueden encontrar en los primeros dramas de dos de
los más importantes autores alemanes, Johann Wolfgang von
Goethe y Friedrich von Schiller. La temprana obra teatral de
Goethe, Götz von Berlichingen (1773), de clara
inspiración shakesperiana, trata de un caballero del siglo
XVI, opuesto a la aristocracia y a la iglesia, que
dirige una revuelta de campesinos. La melancolía
introspectiva, otro de los rasgos del Sturm und Drang, se
manifiesta claramente en la novela de
Goethe, Die Leiden des jungen Werthers (Las desventuras
del joven
Werther, 1774). El héroe sentimental,
desgraciado en amores, se suicida. Cientos de lectores
jóvenes, según ciertos estudios, siguieron el
ejemplo de Werther. La obra más importante de Goethe en
este periodo es el llamado Urfaust, la versión
conservada más antigua de su largo drama poético
Faust (2 volúmenes, 1808-1832), completado en los
últimos años de la vida del poeta. Schiller, en
Die Räuber (Los bandidos, 1781) y Kabale
und Liebe
(Intrigas y amor, 1783), puso el acento en
los aspectos políticos del Sturm und Drang,
atacando la tiranía política y la
corrupción social.

Periodo clásico

La evolución de Goethe y Schiller,
después de sus primeros dramas, representa uno de los
mayores logros del periodo clásico en la literatura
alemana —una época caracterizada por su
contención emocional, equilibrio del
pensamiento y
brillantez de expresión—. Ambos escritores
recibieron la influencia de la extensa actividad
filosófica del periodo, que culminó en el idealismo
del filósofo Immanuel Kant y su
discípulo Johann Gottlieb Fichte. Durante el periodo
clásico, además, Goethe y Schiller se hicieron
íntimos amigos, a pesar de las diferencias de sus actitudes
filosóficas. Schiller creía en ideales
éticos absolutos, que suministran las ideas fuerza de sus
obras dramáticas más importantes: la
trilogía Wallenstein (1798-1799), María
Estuardo
(1800), Die Jungfrau von Orleans (La
doncella de
Orleans, 1801) y Wilhelm Tell
(Guillermo Tell, 1804). Goethe extrae su filosofía
de sus experiencias como poeta lírico, dramaturgo,
novelista, ensayista y personaje político. Vivió de
acuerdo con el ideal expresado en el Fausto: nunca estar
satisfecho con lo que uno es y esforzarse incesantemente por
aprender, mejorar, alcanzar objetivos. Sus
escritos muestran claramente su evolución desde la
rebeldía juvenil a la búsqueda del dominio
emocional, la objetividad, la belleza y la
personalidad humana ideal. Las dos partes de Fausto,
por otro lado, han sido consideradas a menudo representativas de
las tendencias dominantes de la literatura alemana; la primera
parte contiene muchos elementos del movimiento literario conocido
como romanticismo, y
la segunda representa el clasicismo más admirado por
Goethe.

Esos elementos también pueden
encontrarse en la obra del poeta Friedrich Hölderlin, cuya
admiración por la armonía del mundo clásico
resultó viciada, como lo vislumbraron Goethe y sus
contemporáneos, por su visionaria actitud
religiosa. El propio Hölderlin indagó en el conflicto
entre los ideales absolutos y los problemas de
la existencia en su novela epistolar Hyperion (2
volúmenes, 1797-1799) y en su poesía. Otro escritor
muy individualista del último periodo clásico, el
dramaturgo y autor de novelas cortas, Heinrich von Kleist,
retrató a personajes heroicos en conflicto con su destino.
Sus comedias Der zerbrochene Krug (El
cántaro roto,
1806) y Amphytrion (1807) pintan
los conflictos humanos de una forma casi trágica. Las
narraciones del humorista Johann Friedrich Richter (más
conocido por el seudónimo Jean Paul), con su
fantasía y su sentido de lo grotesco, lo colocan cerca del
movimiento romántico, que dominaba en la literatura
alemana a comienzos del siglo XIX.

Periodo romántico

La creciente tendencia romántica de la
literatura alemana, como se evidenciaba, por ejemplo, en algunos
de los últimos escritos de Goethe, se convirtió en
dominante en 1798, con la primera aparición del periódico
Das Athenäum, editado por tres amigos, el escritor
Ludwig Tieck y los críticos August Wilhelm von Schlegel y
Friedrich von Schlegel. El romanticismo en la literatura de
Alemania, como en la de otros países, fue el resultado de
una fusión de
elementos políticos, filosóficos y
artísticos. Las guerras
napoleónicas despertaron en los escritores alemanes un
nuevo sentido de la identidad
nacional, mientras crecía su admiración por
individuos heroicos como Napoleón y Ludwig van Beethoven. Los
elementos nacionalistas del romanticismo fueron defendidos en
Alemania por el filósofo y teólogo Friedrich Ernst
Daniel Schleiermacher, que insistió en las virtudes de la
independencia nacional e influyó en poetas como Ernst
Moritz Arndt y Karl Theodor Körner. La obra del
filósofo Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling dio al
movimiento una base filosófica por su misticismo y su
creencia en la unidad última del mundo natural y el
espiritual. Los cuentos populares y la mitología, otra de las preocupaciones del
romanticismo alemán, recibieron atención en las recopilaciones hechas por
dos profesores, los hermanos Grimm, Jacob Ludwig Karl y Wilhelm
Karl. Una notable colección de canciones populares
alemanas fue recogida por el poeta y dramaturgo Clemens Maria
Brentano y su cuñado Achim von Arnim, Des Knaben
Wunderhorn
(El muchacho del cuerno maravilloso, 3
volúmenes, 1805-1808).

Los temas románticos caracterizan
la obra del poeta Friedrich von Hardenberg, conocido como
Novalis, autor de los misteriosos y profundamente religiosos
Hymnen an die Nacht (Himnos a la noche,
1800) y de la novela Heinrich von Ofterdingen (1802). A
Ludwig Tieck, poeta, dramaturgo y novelista, le faltaba la
profundidad y el sentimiento religioso de Novalis, pero era
extremadamente elocuente y estaba dotado para la expresión
de elementos poéticos, fantásticos y
satíricos. Joseph Eichendorff cantó la belleza de
la naturaleza en sus poemas, y las virtudes de la pereza en su
obra en prosa Aus dem Leben eines Taugenichts (La vida
de un vagabundo tunante,
1826). La ternura genuina de la
canción popular se encuentra en los poemas de Adelbert von
Chamisso, aunque muchos tengan elementos trágicos, como
muestra su
obra en prosa, Peter Schlemihls wundersame Geschichte
(La historia maravillosa de Peter Schlemihl, 1814). El
escritor de baladas más importante de esta
generación fue Ludwig Uhland. Uno de los maestros de la
poesía y la prosa fue Eduard Mörike; la tranquila
calma de su escritura
contrasta con la melancolía de la poesía de
Nikolaus Lenau. La mayoría de los poetas románticos
fueron también magníficos narradores, pero el
prosista más original de este periodo fue E. T. A.
Hoffmann, el maestro de los cuentos que tratan de lo
sobrenatural.

REVOLUCIÓN Y REACCIÓN
(1832-1871)

Durante la década de 1830 una
nueva generación de escritores dejó las
fantasías del romanticismo para participar en los
acontecimientos políticos. Formaron un movimiento llamado
Junges Deutschland (Joven Alemania) y en varias partes de
Alemania apoyaron los intentos de los elementos liberales para
modificar el poder absoluto
de los príncipes feudales que aún
sobrevivía. El filósofo principal de este periodo
fue G. W. F. Hegel, cuyo
idealismo racionalista influyó mucho en el poeta
lírico y crítico Heinrich Heine. Este
último, figura dominante entre los nuevos escritores,
empezó su carrera con poemas irónicos sobre temas
románticos. Se hizo famoso con la publicación de
Buch der Lieder (Libro de canciones, 1828).
Tras el fracaso de la revolución de 1830, huyó a
París, donde escribió sus poemas más
importantes y muchos artículos de crítica sobre
arte
contemporáneo y política. Observador perspicaz,
Heine se anticipó a muchas de las técnicas
del periodismo
moderno. Otro político exiliado, Ludwig Börne,
intentó agitar la actividad política alemana en sus
Briefe aus Paris (Cartas de París,
1830-1833).

Teatro del siglo XIX

Las ideas políticas dominaron el teatro
alemán del siglo XIX. Además de Kleist, Christian
Dietrich Grabbe y otros escritores produjeron piezas
significativas. El más importante, sin embargo, fue el
dramaturgo revolucionario Georg Büchner, un pionero en el
realismo psicológico, cuyas obras continúan
representándose. Su Dantons Tod (La muerte de
Danton,
1835) analiza la futilidad y apatía que se
apoderaron del líder
revolucionario francés Georges Jacques Danton al final de
su vida. En Woyzeck (1836) —más conocida en
la versión operística del compositor austriaco
Alban Berg— Büchner pinta la trágica
desintegración de un pobre soldado al que una sociedad
injusta y cruel ha convertido en víctima. El tema, el
estilo y la profunda introspección psicológica de
esta obra la señalan como pieza clave del teatro
alemán moderno.

El realismo psicológico y la percepción
política caracterizan también las tragedias
históricas de Friedrich Hebbel y las obras teatrales del
dramaturgo austriaco Franz Grillparzer. Ferdinand Raimund
escribió comedias que tenían lugar en un mundo de
cuento de hadas y de acontecimientos mágicos pero que
reflejaban su profunda melancolía. Compusieron divertidas
sátiras Johann Nepomuk Nestroy y Ludwig Anzengruber, que
escribió obras sobre la vida campesina,
anticipándose, en su preocupación por los problemas
sociales, al movimiento literario conocido como
naturalismo.

El compositor Richard Wagner ejerció
una profunda influencia en el teatro alemán del siglo XIX.
Participó en la fracasada revolución de 1848,
produjo muchos escritos describiendo la importancia del teatro en
el desarrollo de la civilización y llamó a la
unión de las artes en la forma conocida como drama
musical. Como poeta, escribió los textos de sus dramas
musicales, exaltando las grandes tradiciones de la literatura
alemana en obras como Die Meistersinger von Nürnberg
(Los maestros cantores de Nuremberg, 1867) y
Parsifal (1882). La filosofía de Arthur Schopenhauer,
cuyo pensamiento oscuramente pesimista puede considerarse
típico de la atmósfera derrotista
que siguió a la represión política de 1848,
es evidente en la obra de Wagner. Schopenhauer, en su obra
principal Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo
como voluntad y representación,
1819), concibe un
principio activo fundamental, la voluntad, que opera como fuerza
conductora en todas las formas de existencia y que, en los seres
humanos, causa una insatisfacción y un sufrimiento
inevitables, salvo que sean contrarrestados por una actitud de
santa resignación. Esta concepción de una fuerza
primigenia que gobierna en el comportamiento
humano iba a tener una significativa influencia en la
literatura y la filosofía alemanas posteriores.

Prosa del siglo XIX

Entre los narradores más populares
de mediados del siglo XIX se encuentra la poetisa baronesa
Annette Elisabeth von Droste-Hülshoff, conocida por su
novela corta Die Judenbuche (El haya de los
judíos, 1842). Detalladas descripciones de la
naturaleza caracterizan las novelas de Adalbert Stifter;
Der Nachsommer (El veranillo de San
Martín,
1857) y Witiko (3 volúmenes,
1865-1867) son sus obras más famosas. El novelista suizo
Gottfried Keller, en su novela autobiográfica Der
grüne Heinrich
(Enrique el verde, 4
volúmenes, 1854-1855), continuó la tradición
del Bildungsroman, iniciada en la obra de Goethe, Wilhelm
Meisters Lehrjahre
(Los años de aprendizaje de
Wilhelm Meister,
4 volúmenes, 1795-1796). La vida
rural y los problemas del individuo en
una sociedad en expansión son retratados por los
novelistas Albert Bitzius, que utilizaba el seudónimo
Jeremias Gotthelf, y Wilhelm Raabe. Conrad Ferdinand Meyer, poeta
y novelista, elige personajes de la edad media
para muchas de sus baladas y narraciones. La comunión de
los seres humanos y la naturaleza constituye un tema recurrente
en la poesía y las novelas cortas de Hans Theodor Storm.
"Immensee" (1852), una de sus narraciones más famosas, es
un cuento lírico y nostálgico sobre la infancia. Al
final, su estilo se hace más sombrío, como puede
comprobarse en Der Schimmelreiter (El jinete del
caballo blanco,
1888), obra en la que muestra el efecto del
mar en la vida de los habitantes de las costas. Theodor Fontane,
escritor de baladas y novelas, se hizo famoso por sus perspicaces
críticas de la sociedad alemana a fines del siglo
XIX.

El idealismo dominante en la filosofía
alemana quedó postergado en favor del materialismo por
Paul Johann Aselm von Feuerbach, cuya obra influyó en los
revolucionarios alemanes Karl Marx y
Friedrich Engels. Entre los numerosos estudiosos que promovieron
el desarrollo de la ciencia de
la historia durante esta época se encuentran Leopold von
Ranke, considerado un fundador de la escritura objetiva de la
historia; Theodor Mommsen, un experto en estudios sobre Roma; y Jakob
Burckhardt, famoso por Kultur der Renaissance in
Italien
(La cultura del renacimiento en
Italia,

1860). Estudiaron el desarrollo de Alemania como nación
Wilhelm Häring, que utilizaba el seudónimo de
Willibald Alexis, y el ardiente nacionalista Heinrich von
Treitschke.

NACIONALISMO ALEMÁN (1871-1945)

Tras la unificación de los estados
alemanes en 1871, las tendencias revolucionarias de la literatura
alemana empezaron a entrar en conflicto con el militarismo y el
materialismo económico de la burguesía alemana. El
principal representante de esta última, el estadista
prusiano y primer canciller del Imperio Alemán, el
príncipe Otto von Bismarck, expresó la
visión dominante en la sociedad contemporánea en
sus memorias
tituladas Gedanken und Errinerungen (Memorias,
1898). Sin embargo, el poeta y filósofo Friedrich Wilhelm
Nietzsche
realizó una crítica demoledora de los valores
sociales existentes. En libros como
Jenseits von Gut und Böse (Más allá
del bien y del mal,
1886) y Wille zur Macht (La
voluntad de poder,
1901), Nietzsche rechazaba los valores
religiosos tradicionales de la moralidad
burguesa y el idealismo predominante en la filosofía
alemana. Expuso su poética visión de un nuevo tipo
de ser humano como figura dominante de una sociedad radicalmente
transformada en la obra Also sprach Zarathustra
(Así hablaba Zaratustra, 1883). Este nuevo tipo, el
Übermensch (‘superhombre’), daría
cuerpo a las mejores cualidades del individuo creativo, la
expresión más alta de la "voluntad de poder", la
fuerza que produce todo esfuerzo humano.

La preocupación de Nietzsche por
las fuerzas interiores de la personalidad
humana influyeron profundamente en el desarrollo del pensamiento
de principios del siglo XX. En psicología, las
teorías
sobre la psique humana de Sigmund Freud y
del psicólogo y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung deben
mucho a la obra de Nietzsche. A partir de la idea de Nietzsche de
la recurrencia cíclica de los acontecimientos, el
filósofo de la historia Oswald Spengler formuló sus
principios sobre el determinismo histórico. Estos
desarrollos en los estudios de psicología e historia,
combinados con la concepción de Nietzsche del artista como
un crítico radical de la sociedad, influyeron en los
movimientos literarios más importantes de finales del
siglo XIX y principios del XX: naturalismo, expresionismo
y teatro épico.

Naturalismo

El movimiento naturalista en literatura
apareció después del apogeo del realismo. El
realismo busca un arte que refleje las fuerzas del bien y del mal
que afectan a la vida humana. El naturalismo, por su parte, es
una forma de determinismo artístico que pinta un mundo
desolado en el que los seres humanos están atrapados y
condenados al fracaso y al desastre por fuerzas incontrolables.
Los temas utilizados a menudo por los escritores naturalistas
incluyen la enfermedad, la locura, la senilidad, la
hipocresía religiosa, las relaciones familiares, los
problemas políticos y las fuerzas ineludibles de la
economía,
la herencia, la
raza, la clase y el
entorno. Los principios artísticos del movimiento
naturalista fueron descritos por el crítico y escritor
Arno Holz en su tratado Die Kunst (El arte, 1891).
Holz fue también coautor, con Johannes Schalf, de tres
dramáticas narraciones naturalistas, recogidas bajo el
título colectivo Papa Hamlet (1889). Algunos
elementos del naturalismo, especialmente aquellos que tienen que
ver con los aspectos eróticos de la vida, aparecen en los
dramas del médico y dramaturgo austriaco Arthur
Schnitzler. El representante principal del movimiento
naturalista, sin embargo, fue el dramaturgo Gerhart Hauptmann. En
su obra Vor Sonnenaufgang (Antes de amanecer, 1889)
describe a los seres humanos como víctimas de la herencia
y del entorno, condenados a luchas desesperadas contra fuerzas
que no pueden controlar. Este tema, así como la forma de
presentarlo, anticipaba muchos tratamientos similares en la
literatura moderna. En una obra posterior de Hauptmann, Die
Weber
(Los tejedores, 1892), el héroe del drama
está representado por un grupo social. En los
últimos escritos de Hauptmann se produce una
transición desde el naturalismo hacia el movimiento
literario conocido como impresionismo, en
el que el detallismo realista es sustituido por una pintura de las
impresiones que los objetos ejercen en la visión
individual del artista.

Otros movimientos importantes de la literatura
alemana de principios del siglo XX fueron el neoclasicismo,
el neorromanticismo, el simbolismo, el surrealismo,
dadaísmo y, el más importante, el
expresionismo, que pone el acento en cuestiones de orden
psicológico.

Expresionismo

Con origen en la pintura, el
expresionismo empezó a influir en la literatura alemana
alrededor de 1910. Como reacción frente al naturalismo y
el impresionismo, que se preocupaban principalmente de la
representación realista de la existencia, el nuevo
movimiento tenía por objeto la expresión o
representación de los sentimientos, experiencias y
reacciones interiores del artista o escritor. El escritor
expresionista da cuerpo al concepto de
Nietzsche del artista como un crítico de los valores
tradicionales. Además, igual que el pintor, el poeta o el
novelista buscaba retratar las poderosas fuerzas interiores en la
personalidad humana. Un lenguaje
emocional exagerado y el dibujo de
tipos abstractos más que de personajes realistas se
convirtieron en medios para
ese fin. El dramaturgo alemán Frank Wedekind, un
expresionista temprano, con un sentido grotesco del humor,
luchó contra las convenciones sociales en demanda de una
nueva moralidad sexual. Fuerzas tales como la rebelión
adolescente y la sexualidad
amoral quedan retratadas en sus obras Frühlings
Erwachen
(Despertar de primavera, 1891) y Die
Büchse
der Pandora (La caja de Pandora,
1904). Esta última sirvió de base tanto para una
versión cinematográfica (1928) como para
Lulu, una ópera del compositor austriaco Alban
Berg.

El conflicto generacional se convirtió
para muchos escritores expresionistas en un símbolo de la
crítica de los valores tradicionales, como en Der
Sohn
(El hijo, 1914) de Walter Hasenclever. Las
actitudes antibelicistas después de la I Guerra
Mundial encontraron expresión en las obras de Ernst
Toller, Fritz von Unruh y otros. Georg Kaiser, en su inmensa
producción dramática, fue un
especialista en el diálogo
epigramático, que resultaba muy apropiado para la
naturaleza abstracta y simbólica de sus personajes. Carl
Zuckmayer, quizás el dramaturgo más popular de su
generación, se hizo especialmente famoso por sus vivaces
caracterizaciones. Entre sus obras más conocidas
están el drama Der Hauptmann von
Köpenick (El capitán de Köpenick,
1931) y el guión para Der blaue Engel (El
ángel azul,
1930), el film de Josef von
Sternberg.

El movimiento expresionista produjo algunos
poetas de gran originalidad. Su tema central era la crisis de los
valores individuales y colectivos, como aparece en los poemas de
Georg Trakl, llenos de nostalgia y soledad; o los de Georg Heym,
que expresaban la desesperación ante la miseria y la
soledad de la vida urbana. Franz Werfel, escritor austriaco, el
poeta más importante del expresionismo, escribió
sobre su nostalgia de una armonía entre los hombres y la
naturaleza.

Teatro épico

El dramaturgo más original y
sugerente del periodo moderno fue Bertolt Brecht. Empezó
como expresionista, pero pronto desarrolló su propio
estilo al comenzar con su teatro épico, en el que
utilizaba baladas, elementos documentales y otras innovaciones
como comentarios a la acción
dramática. Igual que Wagner, creía en la
misión de la escena como centro de enseñanza política y moral. En sus
numerosas obras, entre las que se encuentran Mutter Courage
und ihre Kinder
(Madre Coraje y sus hijos, 1941),
Der Kaukasische Kreidekreis (El círculo de tiza
caucasiano,
1944-1945) y Der gute Mensch von Sezuan
(La persona buena de
Sezuan,
1943), escribió parábolas
dramáticas para educar a su público. La influencia
de Brecht se extendió por todo el mundo y muchos
escritores más jóvenes adoptaron las
técnicas dramáticas que él
desarrolló. Entre los discípulos de Brecht se
encuentra Peter Weiss, famoso por su apasionado drama documental
Marat-Sade (1964), Rolf Hochhuth y Heinar Kipphart, que
han alcanzado éxito con el llamado teatro documental en el
que se llevan a la escena acontecimientos históricos. El
dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt ha reanimando el
teatro con importantes obras eclécticas, cínicas y
melodramáticas. Max Rudolf Frisch mantiene creencias
más fuertes y convicciones morales más profundas
que Dürrenmat, pero ha tenido menos éxito de
público internacional.

La novela del siglo XX

La poderosa tendencia narrativa que se percibe
en algunos de los dramas de Hauptmann se hace prominente en su
novela Der Narr in Christo Emanuel Quint (Manuel Quint,
el loco en Cristo,
1910), la historia de un joven carpintero,
lleno de entusiasmo religioso, cuyo martirio lo frustra el mundo
profano. La prosa de Schnitzler pierde acción en favor del
monólogo interior. En Leutnant Gustl (El
teniente Gustl,
1901) y Fräulein Else (La
señorita Elsa,
1924) creó una nueva
técnica de tratar el inconsciente. Der Mann ohne
Eigenschaften
(El hombre sin
atributos,
4 volúmenes, 1930-1942), del escritor
austriaco Robert Musil, es un espejo intelectual y
psicológico de una época cultural a punto de
desaparecer en Europa. Hermann
Broch, en su trilogía Die Schlafwandler (Los
sonámbulos,
1931-1932), describió
también la decadencia y la desintegración de la
vieja sociedad burguesa. Monumentales cuadros de personalidades y
acontecimientos históricos se pueden encontrar en los
escritos de Ricarda Huch. En prosa, las obras más famosas
de Franz Werfel son las novelas Die vierzig Tage des Musa
Dagh
(Los cuarenta días de Musa Dagh, 1933) y
Das Lied von Bernardette (La canción de
Bernardette,
1941). Alfred Döblin, en su novela
Berlin Alexanderplatz (1930), encontró un original
estilo de montaje para presentar la situación de la clase
obrera berlinesa.

Los novelistas alemanes modernos más
destacados son Thomas Mann, Hermann Hesse y Franz Kafka.
Mann, en su primera novela, Los Buddenbrook (1901), expuso
un tema frecuente en su obra posterior: el conflicto entre los
suficientes y prósperos representantes de la saludable
vida burguesa y el artista perspicaz y a menudo enfermizo. Los
conflictos y dificultades de la personalidad creadora son el tema
de las novelas y narraciones más importantes de Mann. En
Der Zauberberg (La montaña mágica,
1924) ofrecía lo que de hecho es una alegoría de la
vida intelectual occidental en vísperas de la
Guerra Mundial.
Ácido opositor al nacionalsocialismo, Mann abandonó
Alemania en 1933 y acabó en el exilio parte de los cuatro
volúmenes de Joseph und seine Brüder
(José y sus hermanos, 1933-1944). Su
desesperación ante el destino de Alemania y su
preocupación por el artista creador están
elocuentemente retratados en Doctor Faustus (1947), un
estudio de la vida cultural alemana durante el apogeo del
nacionalsocialismo. Heinrich Mann, el hermano del gran novelista,
se enfrentó también al nazismo y es
conocido por sátiras políticas como Der
Untertan
(El súbdito, 1918).

Los escritos de Hesse expresan un sentido
de la soledad espiritual, a menudo atemperado por la
sabiduría y el misticismo de la filosofía
oriental. Hesse describió la alienación y la
dualidad de la naturaleza de los seres humanos modernos en
Demián (1919) y Steppenwolf (El lobo
estepario,
1927). En su obra quizás más
importante, Das Glasperlenspiel (El juego de
abalorios,
1943), propugna una nueva aristocracia ética e
intelectual. La obra de Hesse, poco leída al principio
salvo en Alemania, gozó de un considerable interés
durante la década de 1960.

Ningún escritor en alemán
ha ejercido una influencia tan extraordinaria en la novela
contemporánea como el escritor checo Franz Kafka. Sus
novelas Der Prozess (El proceso,
1925), Das Schloss (El castillo, 1926) y
Amerika (1927), así como sus numerosas narraciones
ofrecen un fascinante ajuste de cuentas con un
mundo desarticulado e inescrutable, atrapado por la falta de fe y
de dirección. El estilo narrativo
aparentemente sencillo de Kafka dio una nueva profundidad al
principio expresionista, evocando el misterio de la experiencia
humana a través de símbolos sugerentes.

Poesía moderna

La época moderna de la
poesía alemana empieza con Nietzsche, que escribía
poesía lírica según las escuelas
impresionista y expresionista. Su influencia puede rastrearse en
la poesía y la prosa de Gottfried Benn, cuya
desilusión y desesperación casi nihilistas subyacen
en su búsqueda de valores positivos. Un gran resentimiento
de injusticia social caracteriza los poemas de Richard Dehmel.
Hugo von Hofmannsthal desarrolló sus dotes poéticas
en poemas líricos y en libretos para óperas del
compositor alemán Richard Strauss. El principal exponente
del movimiento simbolista en la poesía alemana fue Stefan
George, que, como Nietzsche, intentó recuperar el papel
del poeta como crítico del materialismo y de la corrupción. Una tarea similar se propuso el
también famoso poeta moderno alemán Rainer Maria
Rilke. En Die Sonette an Orpheus (Sonetos a Orfeo,
1923), Rilke intentó transmitir las misteriosas
percepciones de la belleza que tiene el poeta.

CONFLICTO Y RENOVACIÓN DESDE
1946

El conflicto entre el artista radical,
como lo concebía Nietzsche, y una sociedad cada vez
más materialista y militarista alcanzó su fase
extrema durante la década de 1930. El ascenso del
nacionalsocialismo y el gobierno
totalitario de Adolf Hitler
destruyeron virtualmente la cultura alemana. Los nazis impusieron
en la literatura un realismo trivial y un fanatismo nacionalista.
Muchos escritores se vieron obligados a abandonar Alemania
víctimas de la persecución o porque no
querían soportar la opresión de una dictadura.
Durante este periodo, la única literatura alemana
significativa fue producida por escritores exiliados de su
país natal, entre los cuales destacan, por ejemplo, Thomas
Mann y la poetisa sueco-alemana Nelly Sachs, coganadora del
Premio Nobel de Literatura en 1966, que vivió en el exilio
desde 1940 y continuó escribiendo en alemán. "Oh,
las chimeneas", su poema más famoso, es un emotivo
testimonio de la tragedia de los judíos
bajo el nazismo.

Tras el colapso del régimen
de Hitler, tuvo
lugar una renovación considerable de la literatura
alemana. Muchos escritores continuaron su tarea en la novela del
siglo XX y en la poesía moderna. El serial
radiofónico se convirtió en una prometedora forma
de arte; muchos de estos dramas, dedicados al análisis de la vida moderna, fueron
contribuciones de escritores más conocidos como poetas,
narradores y novelistas, entre los que hay que incluir a Marie
Luise Kaschnitz, Günther Eich, Wolfgang Weyrauch, Ilse
Aichinger y Siegfried Lenz.

De la nueva generación de
novelistas alemanes que empezaron a tener éxito tras la
II Guerra Mundial sobresalen Heinrich Böll, ganador del
Premio Nobel de Literatura de 1972, Uwe Johnson, Günter
Grass y Lenz, miembros del Grupo 47, un grupo de jóvenes y
dinámicos escritores comprometidos a liberar la
expresión y en desacuerdo con las actitudes complacientes
con la guerra. Billard um Halbzehn (Billar a las nueve
y media,
1959), de Böll, indaga en la historia de
Alemania a través de la peripecia de una familia a lo
largo del último medio siglo. Una trilogía
semiautobiográfica de Johnson, Jahrestage
(Aniversarios, 1970-1973), presenta los problemas morales
y políticos en los Estados Unidos de
la década de 1960 y en la Alemania de la de 1930. Entre
las innovadoras novelas de Grass, que tratan a menudo del
conflicto entre la sociedad moderna y sus críticos, se
encuentran Die Blechtrommel (El tambor de hojalata,
1959), una desenfadada sátira sobre la Alemania nazi,
llevada al cine en 1979;
Der Butt (El rodaballo, 1976) y Kopfgeburten;
oder, Die Deutschen sterben aus
(Partos mentales,
1980), obras en las que mezcla lo fantástico y lo
macabro.

LITERATURA INGLESA

Literatura inglesa, literatura producida en
Inglaterra, desde
la introducción del inglés antiguo por los
anglosajones en el siglo V hasta la actualidad. La obra de los
escritores irlandeses y escoceses que se identifican
estrechamente con la vida y las letras inglesas también se
considera parte de la literatura inglesa. Para otros escritores
irlandeses y escoceses, véase Literatura irlandesa;
Literatura escocesa. Para otras literaturas en inglés,
véase Literatura estadounidense; Literatura
australiana; Literatura canadiense.

INGLÉS ANTIGUO O ERA
ANGLOSAJONA

Este periodo se extiende desde
aproximadamente el 450 hasta 1066, el año de la conquista
normanda de Inglaterra. Las tribus germánicas de Europa
que invadieron Inglaterra en el siglo V, después de la
derrota romana, trajeron con ellas el inglés antiguo o
lengua anglosajona, que constituye la base del inglés
moderno (véase Lengua inglesa). También
aportaron una tradición poética específica
cuyas características formales pervivieron asombrosamente
hasta su derrota por parte de los invasores franco-normandos seis
siglos más tarde.

La mayor parte de la poesía
en inglés antiguo probablemente fuera compuesta para ser
cantada, con acompañamiento de arpa, por el bardo. Audaz e
intensa con frecuencia, pero también melancólica y
elegíaca en espíritu, esta poesía insiste en
la tristeza y futilidad de la vida, y en la indefensión de
los humanos ante el poder del destino. Casi toda ella está
compuesta sin rima, a partir de cuatro sílabas acentuadas
que alternan con un número indeterminado sin acentuar
(véase Versificación). Otra
característica formal de la poesía en inglés
antiguo es la aliteración estructural, o uso de
sílabas con sonidos similares. Estas cualidades de forma y
espíritu aparecen en el poema épico Beowulf,
escrito en el siglo VIII. El texto empieza
y termina con el funeral de un gran rey, y describe las
hazañas de un héroe de la cultura escandinava,
Beowulf, que aparece además como salvador del pueblo. Se
incorporan fragmentos de otros relatos heroicos que iluminan la
acción principal, pero que también contribuyen a la
simetría. Otro rasgo del poema es un debilitamiento de la
sensación del poder definitivo de un destino arbitrario.
La idea cristiana de dependencia respecto a un Dios justo
está presente. Rasgo típico, por otra parte, de
otras muestras de la literatura de la época, que en su
mayor parte fue preservada en los monasterios gracias a la labor
de los copistas.

La leyenda y la historia sagrada
fueron también el tema de poemas formalmente relacionados
con el Beowulf. Es el caso de los sencillos poemas de
Caedmon, un hombre humilde de fines del siglo VII, del que el
historiador y teólogo Beda el Venerable dijo que
había recibido su don poético de Dios. Y
también del lenguaje más trabajado de Cynewulf y su
escuela.

Aparte de estas composiciones religiosas,
los poetas anglosajones produjeron poemas líricos
más breves en los que no hay referencias
específicas a la doctrina cristiana y que evocan la dureza
de las circunstancias y la tristeza de la condición
humana.

La prosa en inglés antiguo
viene representada por gran número de obras religiosas,
entre las que destacan diversas traducciones de obras latinas de
Beda el Venerable y de Boecio.

EL PERIODO INGLÉS MEDIO

Se extiende de 1066 a 1485 y se
caracteriza por la gran influencia de la literatura francesa en
las formas y temas. Desde la conquista normanda de Inglaterra en
1066 hasta el siglo XIV, la lengua francesa remplazó a la
inglesa en las composiciones literarias, y el latín
mantuvo su categoría de lengua erudita. Hacia el siglo
XIV, cuando el inglés volvió a ser utilizado por
las clases dirigentes, había sufrido profundas
transformaciones y había adquirido la
característica que aún posee de incorporar
libremente numerosos términos extranjeros, en esta
época del latín y del francés.

La literatura del inglés medio de
los siglos XIV y XV está mucho más diversificada
que la literatura anterior en inglés antiguo. Influyen
elementos italianos y franceses, y se mantienen diversos estilos
autóctonos, razones que contribuyen a que se creen obras
difíciles de clasificar.

Entre los poemas que presentan una
cierta continuidad formal con respecto al inglés antiguo,
destaca Piers el labrador de William Langland. Se trata de
una extensa y apasionada obra estructurada en forma de visiones
oníricas que sirven a su autor para presentar una
concepción cristiana de la vida y denunciar la
situación de los pobres, la avaricia de los ricos y la
maldad de todo el mundo. En ciertos aspectos puede ser comparada
con otro gran poema construido bajo el molde del sueño
alegórico, la Divina Comedia de Dante.

Otro poema visionario, La perla,
escrito hacia 1370, también tiene un carácter doctrinal, aunque su tono es
más abiertamente artístico.

Un tercer poema aliterativo,
supuestamente compuesto por el mismo autor anónimo de
La perla, es Sir Gawain y el Caballero Verde
(c. 1380), un relato de aventuras caballerescas y amor,
influido por las obras francesas del mismo tipo.

Chaucer

Dos poemas no aliterativos forman parte
de la obra de Geoffrey Chaucer. Son Troilo y
Crésida
(c. 1385), el relato del destino fatal de
un amor noble que tiene lugar en la Troya de Homero, y El
cuento del caballero
(c. 1382), que como el anterior, se
basa en la obra de Boccaccio. Chaucer también tradujo
obras francesas y latinas y, sobre todo, compuso (probablemente
después de 1387) los Cuentos de Canterbury. Se
trata de una colección de 24 historias narradas por un
grupo de peregrinos que se dirigen a la catedral de Canterbury.
Caracterizadas por su gran viveza, tocan asuntos que van de la
inocencia religiosa a la castidad matrimonial, pasando por la
descripción de la hipocresía de los
villanos y la volubilidad de las mujeres.

En el siglo XV la poesía
siguió influida por Chaucer, pero se puede afirmar que los
temas y estilos medievales estaban ya agotados. Destaca la obra
de Thomas Malory, La muerte de Arturo (1469-1470), que
trasladaba la tradición de las novelas artúricas de
origen francés a una prosa inglesa de sobresaliente
vitalidad.

EL RENACIMIENTO

En 1485 dio comienzo una edad de
oro de la
literatura inglesa que duró hasta 1660. A partir de la
introducción de la imprenta, en
1476, el número de lectores se multiplicó. El
aumento de la clase media, el desarrollo del comercio, la
difusión de la educación entre
los laicos y no sólo los clérigos, la centralización del poder y de la intensa
vida intelectual en la corte de los Tudor y los Estuardo, fueron
elementos que favorecieron un nuevo ímpetu en la
literatura. La nueva literatura, sin embargo, no florecerá
del todo hasta 1550, durante el reinado de
Isabel I.

La aportación inglesa al movimiento
europeo conocido como humanismo
también pertenece a este periodo. El humanismo, que
fomenta el estudio de los autores de la antigüedad
clásica, favoreció la aparición de un estilo
en el que se recreaban los moldes de la misma. La riqueza y
profusión metafórica debe mucho a la fuerza
educadora de este movimiento. La figura de Tomás Moro
sobresale entre los humanistas ingleses por su obra escrita en
latín Utopía (1516).

Poesía del renacimiento

La poesía de comienzos del siglo
XVI por lo general es menos importante, a excepción de la
obra de John Skelton, que ofrece una curiosa combinación
de influencias medievales y renacentistas. Los dos grandes
innovadores de la poesía renacentista del último
cuarto del siglo XVI son Philip Sidney y Edmund
Spenser.

Sidney, considerado como el modelo de
gentilhombre renacentista, es el iniciador de la moda del soneto
con su Atrophel y Stella (c. 1582). Escrita con un
estilo metafórico de influencia italiana, en esta obra
celebra el ideal de feminidad al modo platónico. Sidney
introduce también la idealización del sujeto amado,
tema surgido tanto del platonismo como del ideal caballeresco del
amor cortés, que seguirá imponiéndose en
gran parte de la poesía y el teatro de fines del siglo
XVI.

Pero el mayor monumento a ese idealismo
es la obra incompleta La reina de las hadas (publicada con
sucesivos añadidos entre 1590 y 1609), de Spenser. En los
seis libros que pudo completar el autor presenta las virtudes
caballerescas; a lo largo del poema aparecen además la
figura de Arthur, el perfecto caballero que aglutina todas las
virtudes, y Gloriana, la representación del ideal de
feminidad y encarnación de la reina Isabel. Spenser
trató de crear, a partir de elementos heredados de los
ciclos artúricos y de la épica medieval, una obra
que elevara la literatura nacional inglesa a la altura de la de
la antigüedad griega y romana, y de la de la Italia
renacentista.

Otras dos tendencias poéticas
comenzaron a mostrarse a fines del siglo XVI y comienzos del
XVII. La primera está representada por la poesía de
John Donne y de los demás poetas llamados
metafísicos, que llevaron el estilo metafórico a
cumbres casi inalcanzables de complejidad e ingenio. Entre los
seguidores de Donne estuvieron George Herbert, Henry Vaughan y
Richard Crashaw. Andrew Marvell escribió poesía
metafísica de gran fuerza.

La segunda tendencia poética fue
una reacción al estilo exuberante de Spenser y a las
audacias metafóricas de los metafísicos. Ben Jonson
y su escuela, con una pureza y contención clásicas,
son los principales representantes. Influyeron en figuras
posteriores como Robert Herrick.

El último gran poeta del
renacimiento inglés fue John Milton, que hizo frente con
mayor madurez que Spenser a la tarea de escribir una épica
inglesa. Para ello se basó en la tradición
cristiana y bíblica y, con gran sencillez y capacidad
poética, narró en Paraíso perdido
(1667) las maquinaciones de Satán que llevaron a la
caída de Adán y Eva. Sus otros poemas, como
Paraíso recuperado (1671), también revelan
una asombrosa fuerza poética bajo el control de una
mente profunda.

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