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Medicina tradicional: medicina sociobioecocultural




Enviado por apamena



    1. Qué es una medicina
      tradicional
    2. Rasgos de los sistemas
      terapéuticos tradicionales
    3. Un ejemplo: el susto (o
      espanto)
    4. Bibliografía
    1. INTRODUCCIÓN.

    En el presente artículo trataré de exponer
    las características más sobresalientes de sistemas
    terapéuticos tradicionales (de culturas no occidentales)
    usados por miles de personas no sólo en sus contextos
    sociogeográficos sino en lugares diversos, incluso en el
    ámbito de la sociedad
    occidental, aquí ya como medicinas interculturales ( caso
    de la medicina tradicional china en
    contacto con culturas no asiáticas) (Aparicio
    2004).

    Una característica básica de las medicinas
    tradicionales es su fuerte y necesaria vinculación con lo
    cultural del ser, tanto individual como social-grupal. La
    tradición se convierte en la depositaria y transmisora del
    saber acumulado y legado a través de generaciones, saber
    que constituye uno de los pilares básicos de
    definición de identidad de
    los grupos
    originarios (de América, Asia), tal como
    expone el poeta y escritor Elicura Chihuailaf (1999) en su obra
    titulada Recado conficencial a los chilenos, hablando del
    pueblo mapuche.

    Los mapuche cuidan y enriquecen su "oralitura" (conjunto
    de relatos transmitidos oralmente, como se hace en otras culturas
    con la literatura). En ella viajan
    los conocimientos y los contenidos que definen el ser-identidad
    de ese pueblo. Señala Chihuailaf la importancia de los
    mayores en la transmisión de costumbres, tradiciones y
    organización (Chihuailaf 1999). Los pueblos
    mesoamericanos tienen en sus mayores los depositarios de la
    pequeña historia y de los
    conocimientos de sus antepasados. En muchas ocasiones, son los
    médicos tradicionales ancianos quienes, además de
    curar, tienen la responsabilidad y el honor de representar a la
    comunidad en
    Consejos, ante terceros y ante las autoridades del Estado o de la
    Nación
    (Alberto, 1999; Bernal,1991).

    La transmisión del idioma en los grupos
    originarios asegura la transmisión y el pase de los
    contenidos encerrados, guardados en él, custodiados por la
    palabra que, a modo de clave, los abre, descifra y difunde entre
    los miembros de la comunidad. María Sabina, conocida
    chamana mazateca, nunca aprendió el castellano. La
    expresión en su lengua materna
    fue el modo idóneo de transmisión de información proveniente del "espacio de los
    sueños o espacio mágico" en el que la Sabia se
    encontraba y se comunicaba con los "niños"
    (hongos). Su
    poesía
    refleja el lirismo del sentir de un pueblo y el saber guardado en
    (la clave de) la palabra. Todo un simbolismo que nos lleva a un
    mirador del mundo y de la vida muy diferente del nuestro,
    occidental. El libro de
    Álvaro Estrada (1997) nos acerca esa palabra traducida a
    la lengua
    castellana.

    Cada sociedad evoluciona y se desarrolla siguiendo sus
    patrones y caminos de evolución. Así ha ocurrido con las
    culturas tradicionales y con la sociedad occidental (contando las
    variantes de países y regiones). Razones históricas
    y culturales hicieron que surgiera la ciencia en
    Occidente y las tradiciones amerindias y asiáticas, una y
    otras diferenciadas. El matemático franco-chino Antony Tao
    (2003) expresa que la revolución
    científica europea fue consecuencia lógica
    de hechos y precedentes muy concretos. La tradición
    judeo-cristiana con la creencia en un Dios transcendente
    independizado de la naturaleza; y
    el pensamiento
    lógico heredado de los griegos (considerando el universo y la
    naturaleza ordenados y regidos por leyes que el
    pensamiento humano puede descifrar y conocer) fabricaron las
    bases culturales que diron lugar al Renacimiento, a
    la vez que gestaron el surgimiento de la ciencia en
    Europa.

    En Asia y América indígena no hubo
    judaísmo, ni cristianismo
    ni tradición grecorromana. La divinidad siguió
    considerándose unida a la naturaleza, al cosmos, a la
    vida, por lo que el entorno se entendía como animado. La
    separación de Dios y naturaleza entre griegos, judíos
    y cristianos, condujo al desarrollo de
    un pensamiento simbólico (para la religión) y uno
    lógico-racional (para la naturaleza). La religión,
    pues, siguió un sendero y la física otro. Con el
    tiempo
    surgió una Europa fuerte que se lanzó a la
    conquista del mundo imponiendo su ley, su
    organización y su modo de ver y entender el universo y la
    vida. Representantes e investigadores, tanto de las ciencias
    sociales como de las naturales observaron y estudiaron las
    culturas de otros continentes considerando a las civilizaciones
    tradicionales (no occidentales) culturas en fase de desarrollo
    "precientífico" , es decir, alejadas aún de
    aquéllo a lo que Europa llegó en el siglo XVIII,
    sin darse cuenta de que líneas de evolución
    cultural y social diferentes no son forzosamente convergentes.
    Ello no quiere decir que no se alcanzaran desarrollos importantes
    siguiendo cada cultura sus
    caminos y patrones de progreso. Ahí está el caso
    del Imperio Chino o de las civilizaciones azteca y zapoteca (en
    Mesoamérica), con altos niveles y cotas en
    organización social, economía,
    transportes, comunicaciones, organización militar,
    astronomía, medicina, etc. Había
    menos enfermedades,
    y se disponía de una organización de la salud más efectiva en
    el pueblo azteca que en la Europa de ese momento (S. XV).
    Cráneos expuestos en Monte Albán muestran trazas de
    intervenciones quirúrjicas sofisticadas.

    Las tradiciones terapéuticas no occidentales son
    a sus culturas respectivas lo que la medicina occidental es a la
    suya. Aquéllas son diferentes a ésta, pero no
    inferiores ni atrasadas. Y, siguiendo su línea natural de
    evolución, no tienen que concluir en una medicina
    científica al modo occidental. El antropólogo
    Clifford Geertz (1990) expresó que resultan incorrectas
    las expresiones de "culturas en fase precientífica" o
    "primitivas" para denominar a las de pueblos no occidentales con
    líneas de desarrollo independientes. Según Geertz
    no debe mirarse al mundo desde una sola óptica
    (la occidental, dominante). Todos los pueblos tienen la palabra y
    cada uno define mejor lo que es.

    Las tradiciones terapéuticas no occidentales no
    son sólo elementos que ayudan a perpetuar la cultura y a
    mantener la cohesión e identidad de los grupos,
    también curan, es decir, que tienen, como tales, fines y
    objetivos
    concretos y específicos, el principal: prevenir la
    enfermedad y ayudar al restablecimiento de la salud de sus gentes
    (Bernal, 1991)


    2. QUÉ ES UNA
    MEDICINA TRADICIONAL.

    El antropólogo de la salud, Peter Brown (1998),
    define etnomedicina como la propia de un grupo y de una
    cultura ya que los sistemas terapéuticos se construyen de
    acuerdo con las características culturales de los grupos.
    Si varían éstos, si varían las culturas,
    variarán también las maneras de entender salud/
    enfermedad, las formas de abordar los problemas y
    las propuestas de soluciones.
    Así, desde la antigua cultura chamánica en Asia y
    América indígena, siguiendo un hilo de
    conexión con los tiempos dentro de las tradiciones, se ha
    llegado a las medicinas tradicionales. Cada sociedad, desde
    antiguo, ha desarrollado sus propios sistemas, procedimientos y
    modos de curar. Eso es etnomedicina. Nuestra sociedad occidental,
    según Peter Brown, es una más dentro de las que se
    desarrollan en el planeta y, por tanto, su medicina, la
    denominada medicina occidental, convencional, alopática,
    científica y tecnológica es el resultado de la
    búsqueda de soluciones a los problemas de salud dentro de
    esta cultura. Es una etnomedicina más como entendemos lo
    son la etnomedicina tradicional china, la etnomedicina mapuche,
    la etnomedicina mexicana, etc, etc, diferentes, auténticas
    y adaptadas a las características de sus grupos, sus
    espacios naturales y sus culturas.

    ¿Qué hace diferente a la medicina
    occidental del resto?

    El abandono de lo tradicional por aquélla y la
    adopción
    de lo tradicional por parte de las etnomedicinas de los grupos y
    culturas no occidentales (por lo que se las reconoce como
    medicinas tradicionales).

    En opinión de las personas que entrevisté
    en Oaxaca ninguna medicina es mejor o peor. Un sistema
    terapéutico es válido si resuelve o ayuda a
    resolver problemas de salud. Las medicinas tradicionales, por lo
    general miran más allá del cuerpo, intentando
    reequilibrar tanto los aspectos observables (afectados) como los
    de índole espiritual, vivencial y anímica.
    Pregunté a los médicos tradicionales mixes,
    zapotecos y chatinos si es posible combinar sistemas
    terapéuticos tradicionales con el
    occidental-tecnológico-científico. Todos dijeron
    que sí, pero cada cual explicó sus razones. Para
    D.Aristeo y D. Erasto, zapotecos, cada sistema tiene sus
    particularidades. Hay situaciones y problemas que ven y curan los
    médicos convencionales en los hospitales (cirujía,
    infecciones
    respiratorias importantes, problemas del corazón,..). Otros son atendidos mejor por
    los médicos tradicionales, principalmente enfermedades que
    tienen que ver expresamente con la cultura, con la comunidad y
    con el medio tradicional (como el susto o el aire).
    Don Alfonso, también zapoteco, se formó en la
    tradición herbolaria de su pueblo, pero su largo trabajo como
    militar le proporcionó otras miras y ópticas que
    influyeron en la concepción y en el estudio de la
    enfermedad. Así, combina la medicina tradicional zapoteca
    con la visión occidental, usando tanto plantas y
    remedios de su tradición como medicamentos de patente, de
    acuerdo a las necesidades que se le presentan. La medicina tiende
    a ser intercultural al entrar en contacto unas culturas con
    otras. Es lo que observé incluso en China donde la MTC no
    sólo contiene las características tradicionales de
    un sistema terapéutico relacionado con su contexto
    cultural sino que posee elementos propios de la depuración
    académica además de otros provenientes de la
    óptica occidental. Cada vez se utilizan más
    elementos mezclados. Muchos médicos tradicionales se
    forman, además de en sus lugares de origen, en escuelas,
    universidades y asociaciones a través de
    currículos, cursos, conferencias y otros medios de
    formación permanente, principalmente de corte occidental (
    nociones de biología, de botánica, preparación de hierbas y
    plantas, etc). Y cada vez hay más demanda por
    parte de la población de sistemas como la medicina
    tradicional china, la homeopatía, la naturopatía, y
    los modos de curar de las tradiciones de cada pueblo, al lado de
    la medicina occidental. En la capital
    mexicana pude observar una gran difusión de la medicina
    tradicional china y de la coreana, inspirada en aquélla.
    Al lado del tradicional mercado de
    Sonora, en el centro, se levanta un gran edificio todo él
    dedicado a la salud desde la óptica de la
    terapéutica asiática. Así es que
    también en la modernidad
    podemos observar esa proximidad y buena relación entre la
    cultura de salud oriental y la tradicional mexicana.

    En Rusia hay una
    importante tradición en fitoterapia y naturopatía
    renaciendo desde final del comunismo. Anna
    Reid (2003), en su estudio actual del chamanismo siberiano
    señala la situación de desmantelamiento cultural
    que padecen los pueblos de las estepas y la taiga. Subraya que, a
    pesar de esa situación, la vieja cultura chamánica
    se está revitalizando al recuperarse poco a poco el
    contexto vital de los distintos grupos. En casi toda Asia, la
    milenaria medicina tradicional china y sus variantes
    interculturales atienden, ayudan y curan a millones de personas
    cada año. En Chile existe un ejemplo oficial de
    acercamiento intercultural con el hospital de Makewe Pelale y la
    farmacia herbolaria de Temuco. En México se
    está desarrollando cada vez más la medicina
    tradicional mexicana en su aspecto intercultural. Existen
    organizaciones
    educativas que las enseñan. Universidades como la de
    Chapingo ofrecen cursos de formación y perfeccionamiento
    dirigidos a los médicos profesionales indígenas y a
    los formados en la ciencia occidental (Ignacio Bernal,
    responsable de formación médica en la CDI de Oaxaca
    organiza cursos de preparación cultural tradicional y
    técnica a futuros profesionales alópatas trabajando
    en áreas indígenas en Oaxaca). En Cuba existe un
    sistema de salud integral e integrado en el que conviven la
    medicina llamada científica y la medicina tradicional y
    natural junto con la medicina china como medicina intercultural.
    El sistema terapéutico oficial cubano, mixto, es un
    ejemplo de medicina sociobioecocultural. El MINSAP cubano a
    finales de los 90, debido al bloqueo internacional, ideó
    unas estrategias para
    paliar el déficit de medios que afectaba a la sanidad. Una
    de esas estrategias fue la creación y el desarrollo de un
    Programa
    Nacional de Medicina Tradicional y Natural (1997) que implicaba
    no sólo a las estructuras
    gubernamentales y a los profesionales sino también a los
    sectores productivos y a toda la población. Fitoterapia,
    acupuntura, otros contenidos y técnicas
    propios de las medicinas naturales y tradicionales se incluyen en
    Cuba dentro de los currículos de los estudios sanitarios.
    Se ha impulsado la investigación de productos
    naturales, no sólo como complemento de medicamentos
    internacionales (sintéticos) sino como parte de la
    estrategia
    originaria del gobierno cubano
    tendente a crear un complejo de medicamentos naturales capaces de
    atender las necesidades de la población (Aparicio 2005).
    Pese a las carencias y a la acusada falta de medios, los
    profesionales de salud cubanos, entrenados en el
    conocimiento de la medicina tradicional y natural
    también, tienen un alto nivel de formación. Hoy
    día, la Universidad de
    Holguin ofrece cursos internacionales a profesionales extranjeros
    como muestra del alto
    grado alcanzado en el terreno de: apiterapia, fitoterapia,
    técnicas naturales diversas, medicina china intercultural,
    etc, etc.

    La cultura tradicional de salud en Mesoamérica y
    en China, cada una con sus características propias y
    regionales, se ha forjado a partir de un pasado en el que el ser
    humano se hallaba absolutamente integrado y unido a la naturaleza
    y al mundo de creencias. Bosque, río, montaña,
    cielo, lluvia, sol, viento y otros elementos del entorno natural
    antiguo fueron deteriorándose y mermando a medida que el
    progreso tecnológico surgido tras la revolución
    industrial se fue imponiendo desde una cultura urbana
    dominante, y occidental. El bienestar de las personas antes de la
    llegada de los europeos a América, dependía e iba
    íntimamente ligado al cielo, al sol, a la brisa del mar, a
    las precipitaciones en la montaña, a los cursos de
    agua, a los
    cerros, a los pájaros, al árbol. Una cultura de
    hermandad con la naturaleza, de interacción con ella y con sus fuerzas
    ubicó a amerindios y asiáticos en tradiciones
    tremendamente ecológicas, tal como fue en el
    paleolítico. Y junto con lo que les rodeaba, perceptible
    por los sentidos,
    estaba el amplio y variado mundo de lo sobrenatural, aportado por
    la cultura y las tradiciones propias de cada pueblo. Esa
    mezcolanza caracterizó las ideas, visiones y símbolos de salud/ enfermedad. Naturaleza y
    cultura, cultura y naturaleza sujetan como pilares robustos y
    fundamentales tanto culturas asiáticas, entre ellas la
    china y la coreana, como culturas amerindias, entre ellas las
    oaxaqueñas. Y esto ¿Por qué es así?
    La respuesta indiscutible está en las líneas de
    evolución y en los precedentes históricos y
    culturales que conformaron lo que ahora son las tradiciones. Del
    mismo modo que las premisas que hemos expuesto para la cultura
    occidental (judaísmo, cristianismo y herencia
    helénica) condujeron a ésta a la revolución
    científica (Tao 2003), las líneas de las
    tradiciones asiática y amerindia, llevaron a sus culturas
    a otro punto distinto, también de progreso para ellos. Los
    procesos de
    diferenciación y las influencias y cambios del encuentro
    con la cultura occidental, tanto en Asia (aunque menos) como en
    América (conquista y colonización), variaron y
    matizaron esas líneas de evolución tradicionales no
    occidentales. No obstante, a pesar de todo, en uno y otro sitio
    he podido comprobar la característica ecocultural de sus
    tradiciones, y en concreto de
    sus culturas de salud. Para los mixes de Santo Domingo de
    Tepuxtepec, para los zapotecos de San Juan Tabaá, para los
    chatinos de Nopala y región, el cerro es su vida, los
    árboles, hermanos, el bosque un lugar a
    respetar, las flores y plantas fuente de ayuda para sanar,
    el agua la
    sangre que
    nutre sus campos; las rocas,
    protección y fuerza;
    el sol, el
    padre de la vida; la tierra, la
    Madre que da lo que se necesita para vivir. Y alrededor de esas
    imágenes tan poéticas del entorno se
    encuentran todos los elementos espirituales heredados de sus
    antepasados y aprendidos de pequeños en el seno de
    la familia y
    de la comunidad. Cuando todo ello está en equilibrio,
    hay salud, buenas cosechas, llueve cuando se necesita y hay sol
    para que maduren plantas y frutos. Así lo ven
    ellos.

    En China se mira al cielo, a las nubes, al viento, al
    sol y a las estrellas; al río, al bosque y al monte.
    Cuando todo se relaciona en equilibrio, sin trastornos, sin
    alteraciones, fluye el Qi (imagen
    discursiva, materia y
    energía, constituyente esencial y básico de todo lo
    existente), y cuando fluye el Qi no hay enfermedades. El
    mismo principio aplican los chinos al cuerpo y a sus partes. Las
    energías de la naturaleza se entienden como influyentes y
    responsables en la salud del entorno y de la comunidad. En
    consecuencia, también de los individuos. A nivel
    exclusivamente popular, todo esto se enriquece con tradiciones
    antiguas de elementos sobrenaturales interviniendo en la
    naturaleza, en la vida y en el destino de los seres
    humanos.

    Cuando como occidentales viajamos a esos lugares y
    observamos, comprobando la estrecha unión de sus gentes
    con el entorno, concluimos que el pasado, o una parte de
    él permaneció vivo dentro de las tradiciones,
    manifestándose en el presente (en muchos casos) en todo su
    esplendor.

    3. RASGOS DE LOS
    SISTEMAS TERAPÉUTICOS TRADICIONALES.

    Cinco rasgos fundamentales definen los sistemas
    terapéuticos y modos de curar tradicionales
    (mesoamericanos, amerindios, siberianos y
    asiáticos):

    1. Validez como etnomedicinas (sistemas
      terapéuticos adaptados a ámbitos y contextos
      socioculturales y geográficos concretos que responden a
      las necesidades de salud de los grupos).
    2. Utilización de recursos
      naturales (plantas, minerales,
      animales,
      agua,..), no sólo como medios técnicos
      (terapéuticos) para prevenir y combatir las enfermedades
      sino como elementos íntimamente asociados a la cultura y
      al mundo de creencias.
    3. Contemplación necesaria del elemento cultural de
      la enfermedad. Salud/enfermedad no es un binomio seccionado y
      parcelado sino una realidad variante y alternante
      (dialéctica Inn / Iang ) en relación directa
      con el equilibrio/desequilibrio del entorno entendido como
      realidad amplia (espacio físico, espacio vivencial y
      espacio simbólico).

      La cultura tradicional se implica en los temas de
      bienestar de sus miembros. En el budismo
      tibetano se aconseja cuidar la salud, atender el cuerpo,
      tener una conducta
      en relación con la observación de normas y
      costumbres, tener en cuenta las estaciones del año, la
      alimentación, el vestido, la
      convivencia. Seguir un recto camino asegura el equilibrio y,
      por consiguiente, la salud de la persona y del
      grupo. Para las medicinas tradicionales (medicina tradicional
      mexicana, medicina tradicional china, medicina tradicional
      tibetana, medicinas tradicionales siberianas) salud es
      equilibrio. A él se llega primero con la
      actitud y
      la conducta, y en segundo lugar, con la ayuda de la
      terapéutica. Lo que deseo destacar es el carácter sociobioecocultural de todos
      esos sistemas. Todo se condensa en llevar al ser humano a
      descubrir y desentrañar, mediante una existencia
      razonable, la posición a él destinada por el
      cosmos y para el cosmos
      (Ayala, 1999: 190).

      Los sistemas terapéuticos de los grupos
      originarios y de las culturas tradicionales
      (Mesoamérica, China, Japón, Corea) forman parte de otros
      elementos organizativos y equilibradores del ser, del grupo,
      del ser y el grupo con el medio; del ser, el grupo y el medio
      con las creencias; del ser, el grupo, el medio y las
      creencias con el cosmos.

      El antropólogo e historiador de las religiones,
      Mircea Eliade (2001) señala que la labor de los
      chamanes en las sociedades
      antiguas no sólo era la de curar, sino la de tratar de
      mantener la integridad de todo el grupo, salvaguardar la
      sociedad, su orden y el equilibrio en su relación con
      la naturaleza y con el cosmos.

      La salud, pues, en las culturas tradicionales
      mesoamericanas y amerindias, siberianas, chinas y coreanas no
      sólo se entiende como el bienestar del cuerpo, de la
      mente y del grupo sino como la vivencia conjunta y
      armónica de lo viejo y lo nuevo, del pasado y del
      presente, de lo que se ve y de lo que no se ve
      (llámense energías, llámense fuerzas
      espirituales, llámese Qi). Salud es, para
      ellos, prosperar en el plano del conocimiento, sentirse integrados en una
      naturaleza que se comparte, que se comprende como hermana,
      como madre, y se vive en armonía y respeto.
      Entienden que el ser humano depende de la naturaleza y que,
      dañada ésta, el mal le llega a él. En
      sus tradiciones nunca se pronunció ni se
      escribió la frase: "dominad la tierra".
      La agricultura tradicional se practicaba con una
      conciencia
      de préstamo. La tierra da, no hay que arrasarla,
      hay que devolverle algo a cambio
      ( Hablando de
      Europa,¿qué está ocurriendo en España
      con la destrucción del espacio a través de
      años de práctica agotadora de agricultura mal
      desarrollada?, ¿y con los incendios
      forestales? El suelo
      ibérico es un tremendo pedregal seco salpicado de
      pequeñas manchas verdes amenazadas por los fuegos
      provocados e intencionados). En China, desde la llegada del
      régimen maoísta, el positivismo político siempre
      chocó con la tradición. Aún hoy, a pesar
      de los años de "reeducación"
      (políticosocial) sigue habiendo un pensamiento
      dividido: tradición por un lado y revolución
      por otro. Esa división siempre existió, pese a
      la fina represión que se llevó a cabo en el
      pasado. En las áreas rurales y alejadas, el
      pensamiento tradicional se ha mantenido muchas veces oculto
      bajo las formas oficiales y las chaquetas y gorras de la
      revolución que le sirvieron de protección. Ese
      pensamiento (tradicional) que ahora fluye por todo el
      país se ha encontrado con pensamientos occidentales y
      está forjando una nueva vía de
      interculturalidad, hecho que se aprecia muy bien en las
      grandes ciudades como Sanhai y Beijing. El pensamiento
      tradicional como tal también se ha revitalizado. Los
      templos han adquirido auge. La medicina tradicional se
      enseña en las universidades como una carrera
      importante y difícil. La doble comprensión de
      la tierra da lugar a una práctica extensiva y
      productiva de la agricultura, desde los programas
      estatales; y a una práctica más equilibrada,
      que no pobre, más ecológica, en zonas de mayor
      influencia de las tradiciones (con riqueza natural y
      mercado). Hay regiones de práctica mínima,
      autosuficiente y pobre donde la política no ha conseguido doblegar a la
      tradición, pero ésta ha perdido mucha
      vitalidad. El alejamiento , la confusión y la mala
      calidad de la
      tierra hacen el resto. En Mesoamérica se intenta
      ayudar a los campesinos en las comunidades tradicionales con
      el fin de dar paso a una agricultura más productiva
      con medios y con infraestructuras, respetuosa a la vez con
      las tradiciones. En San Juan Tabaá, según el
      Ingeniero D. Nepthalí Ortiz, de etnia y
      cultura zapotecas, se están ensayando proyectos de
      riego para mayor aprovechamiento de los recursos
      hídricos del suelo, a la vez que se intenta educar a
      la población para abrirse a la plantación de
      nuevos cultivos. Pero se choca con la mentalidad popular,
      poco receptiva y cerrada, tal vez por miedo, me
      recalcó el Sr. Ortiz en uno de los encuentros que
      tuvimos en Oaxaca. Para estos nuevos mexicanos, titulados y
      formados en la Universidad y en el seno de la cultura
      occidental y científica, no se trata de acabar con las
      tradiciones sino de proporcionar formación y medios de
      competencia a los miembros de las culturas
      originarias con el fin de que puedan hacer frente al mundo
      moderno y a la inevitable e imparable sociedad global. Tanto
      D. Javier Reyes, mixe, como D. Nepthalí Ortiz,
      zapoteco, Representante y Director del Colegio para la
      Educación Intercultural de Oaxaca,
      respectivamente, se sienten por encima de todo miembros de
      sus grupos y culturas, hablan sus lenguas normalmente y se
      integran en la vida tradicional de sus comunidades. Pero
      también son conscientes de pertenecer a la comunidad
      nacional por lo que su trabajo consiste en una labor
      integradora. Para D. Javier Reyes, la riqueza de plantas
      medicinales de los territorios tradicionales así
      como los conocimientos relativos a salud de sus gentes y de
      los médicos tradicionales debe protegerse contra el
      expolio y la degradación (biopiratería, acoso
      de las multinacionales, malas actitudes
      de los particulares). Para ellos, progreso no está
      reñido con tradición. Se pueden conjugar, sobre
      todo para evitar que se destruya la naturaleza y el medio de
      equilibrio, necesario y vital para el desarrollo incluso para
      el progreso moderno de los pueblos indígenas. Salud y
      enfermedad en esos contextos dependen del equilibrio /
      desequilibrio con el medio natural, el social y el cultural.
      Un marco ambiental reforzado con leyes, protegido,
      aprovechado dentro del respeto es una de las claves para la
      subsistencia de los grupos indígenas, y del resto del
      mundo. En Sudamérica, "Para un Pewenche, dejar sus
      tierras ancestrales puede significar el quiebre de los
      vínculos espirituales con su tierra, separarse de su
      tradicional fuente de subsistencia y romper la red de la comunidad"
      (Chihuailaf 1999: 135). Para D. Erasto, de Tabaá
      (Oaxaca), ninguna curación de espanto es posible sin
      pedir y agradecer a la Santa Madre Tierra su
      ayuda.

    4. No son sistemas independizados del resto de la
      cultura del pueblo o de la sociedad que se trate. Así
      como salud/enfermedad son situaciones resultantes de un
      equilibrio/desequilibrio con el medio amplio (no sólo
      físico y social), lo que puede ser salud en un caso,
      para alguien concreto o en una situación
      específica puede resultar enfermedad (o entendido como
      tal) para otro, o en otra situación diferente; y
      viceversa. Por ejemplo, la crisis
      terapéutica se entiende como parte del proceso de
      curación, no sólo en las culturas tradicionales
      diferentes de la occidental sino en las ópticas de salud
      naturistas y tradicionales dentro de la cultura y sociedad
      occdentales (medicina
      natural-naturopatía, homeopatía,..). La
      crisis terapéutica es una manifestación de
      apariencia contraria a lo que se busca, habiendo empezado a
      poner los medios para la resolición del problema. Los
      síntomas parece que empeoran o surgen reacciones
      diversas al inicio de la atención. La mentalidad moderna entiende
      que un remedio correcto debe mover la enfermedad hacia la
      mejoría desde el primer momento. La mentalidad
      tradicional y naturalista entiende que el remedio debe provocar
      precisamente una reacción del organismo (crisis
      terapéutica) como respuesta al "proceso de diálogo terapéutico" iniciado y
      establecido. Ese aparente empeoramiento de los síntomas
      es-debe ser seguido de una mejoría importante o de la
      resolución del problema.
    5. Las etnomedicinas de las culturas originarias,
      medicina tradicional mexicana, medicina tradicional china
      (distintas de la occidental) son medicinas naturales
      (físicas y biológicas) a la vez que
      simbólicas (culturales), teniendo en la tradición
      el apoyo no sólo para la recepción de
      información sino para su organización, modo de
      proceder y segura transmisión. Han de tenerse en
      cuenta las tradiciones para acomodar los grupos
      indígenas al progreso, contando con sus opiniones
      ,
      según el etnógrafo Fredy Zárate,
      informante de la comunidad de Santos Reyes Nopala (etnia y
      cultura chatinas).

    Naturaleza y cultura forman una unidad y una realidad
    dinámica en la mayoría de las
    tradiciones de culturas originarias. Los recursos naturales no
    sólo sirven para sobrevivir sino que son concebidos como
    "hermanos" con los que se convive. Cuando la naturaleza da, hay
    que devolverle a cambio.

    La etnomedicina dentro de este contexto se adapta a
    la realidad física y a lo especificado en la
    tradición. Medicina sociobioecocultural es un sistema
    (variado) que concibe los remedios naturales no sólo como
    medios para lograr un fin sino como elementos con los que se
    interactúa, dotados de características culturales
    (dadas por el mundo de creencias) que inciden en el comportamiento, en la relación y en la vida
    de los miembros de ese grupo y marcan la visión que se
    debe tener de la naturaleza. La intervención de esta
    medicina no sólo se hace sobre el enfermo, sino sobre
    él de manera integral (como elemento de la naturaleza),
    sobre el medio natural, sobre el medio social y sobre el medio
    cultural, en vistas a lograr el equilibrio de la realidad amplia
    y con él la salud. Cualquier desequilibrio en los planos
    de la realidad amplia (física-simbólica) es, o
    puede ser, causa de enfermedades en las personas.

    Para los miembros de las culturas tradicionales, la
    acción
    de las ONG´s y
    de los colectivos profesionales de salud occidentales deben
    coordinarse con las de los miembros de los grupos originarios.
    Recordemos que, si se necesitan vacunas, si
    existe desnutrición y "subdesarrollo"
    en el llamado tercer mundo, no es porque las sociedades
    tradicionales hayan llegado a ese extremo por inercia sino porque
    en el pasado, el choque del mundo occidental (hegemonista) con
    las demás civilizaciones del planeta produjo la ruptura de
    la integridad estructural y funcional de esas sociedades. Ya
    hemos dicho que entre los aztecas
    prehispánicos había menos enfermedades que en
    Europa en el mismo tiempo, y que ahora entre los descendientes
    depauperados de aquéllos. En mi opinión, la labor
    "asistencialista" de muchos colectivos occidentales de ayuda al
    tercer mundo es una manera de tenerlos amarrados a su
    situación y de impedirlos avanzar. La solución pasa
    por legislar y crear bases jurídico-económicas
    nacionales e internacionales que permitan el autodespegue y que
    limiten o impidan a las todopoderosas multinacionales, al
    neoiliberalismo y al capitalismo
    internacional (camuflado bajo ropajes de las democracias
    occidentales) el avance hacia el "mundo único" de
    "consumidores", el "Gran Mercado". La salvación del tercer
    mundo, la del segundo y la del primero, pasa por el
    reconocimiento de estados multiculturales y por el progreso de la
    interculturalidad "no impuesta", por el reconocimiento de la
    diversidad, de las diferencias y por la puesta en práctica
    de políticas
    educativas que formen en la tolerancia, el
    respeto, la convivencia pacífica y la colaboración
    sin que sean la ciencia occidental y los criterios organizativos
    "modernos" y occidentales los que se impongan.

    La medicina occidental, alopática,
    tecnológica, "moderna" es tan válida como lo pueda
    ser la medicina tradicional china o la medicina tradicional
    mexicana. La imposición de aquélla con el criterio
    de mejor, en opinión de miembros de culturas
    tradicionales, implica un acto de orgullo occidental fruto de la
    posición de poder de la
    cultura occidental y de los intereses económicos del mundo
    rico.

    Si enferma la naturaleza, enferma el ser humano, y
    viceversa. Según Elicura Chihuailaf (1999) la
    relación con la tierra puede alterarse y dar lugar a las
    enfermedades (llamadas por los mapuche Mapuche
    Kutran
    ).

    La medicina mapuche forma parte del "Ente Cultural" de
    uno de los pueblos originarios de América del Sur. Como
    etnomedicina, es un sistema fijado desde antiguo con unas
    características propias y otras comunes en esencia a casi
    todas las etnomedicinas amerindias. La salud tradicional, desde
    la Patagonia
    hasta las montañas de la Sierra de Oaxaca, se basa en el
    equilibrio entendido como balance de fuerzas provenientes: a) de
    la Naturaleza, b) del ser humano (individual y social), c) de la
    cultura (mundo de creencias), d) del cosmos (con el Ser
    Superior.

    Cuando los mecanismos de transmisión de las
    tradiciones funcionaban al cien por cien, no sólo pasaban
    los mitos sino
    otros muchos elementos y aspectos de la cultura y de la
    ciencia de estos grupos, entre ellos los conceptos e ideas
    de salud, la
    organización social y la manera de entender el mundo y
    las relaciones con la naturaleza. El pueblo mapuche
    resistió el avance de los conquistadores españoles
    y pudo mantener durante mucho tiempo la cohesión interna
    hasta su conquista por el Estado
    chileno. La etnomedicina mapuche se ha conservado hasta nuestros
    días, siendo objeto de estudio e interés
    por parte de investigadores y otros. Ya hemos mencionado los
    ensayos de
    aproximación intercultural en salud, materializados en la
    creación del hospital de Makewe en Temuco. Existen
    diversas referencias al respecto tanto en documentos de
    encuentros interculturales (Memoria 1998 )
    como en distintos sitios especializados en información
    mapuche en Internet. Los mapuche
    distinguen entre: 1) males y desarmonías provenientes de
    características propias de la idiosincrasia y la cultura
    mapuches (mapuche kutran). En este caso, corresponde al/a
    la especialista mapuche, el/la machi, indagar sobre el origen del
    problema, definirlo y orientar su terapéutica. 2) Males y
    enfermedades que pueden ser atendidos por el especialista de la
    ciencia occidental, Winka Kutran (infecciones, problemas
    traumatológicos, problemas que necesitan intervenciones
    quirúrgicas, etc). La medicina mapuche no sólo
    tiene una visión local y puntual de la enfermedad sino de
    ésta en relación con el grupo y sus miembros, con
    el medio natural, con el mundo de creencias y con el cosmos (con
    el Ser Superior). Por ello, para rearmonizar una situación
    alterada no sólo se utilizan medios botánicos sino
    además ritos y ceremonias que reúnen a la comunidad
    alrededor de prácticas ancestrales vitales para asegurar
    las curaciones y la propia existencia del pueblo mapuche como
    tal.

    La idea de acción conjunta e integral para lograr
    el equilibrio que significa la salud está presente
    también en el pensamiento y en las cultura mixe, zapoteca
    y chatina en el ámbito mesoamericano, y en las tradiciones
    siberianas y asiáticas.

    Desde una perspectiva actual y multicultural, el sistema
    médico tradicional mapuche no sólo constituye una
    etnomedicina rica, variada y bien conservada, con elementos
    emparentados con otras etnomedicinas amerindias y posiblemente
    siberianas ( Eliade 2001), sino la validez para tratar los
    problemas en materia de salud de ese pueblo, según su
    tradición. En la medicina mapuche, el/la Machi es la
    persona encargada de llevar a cabo los rituales
    terapéuticos y todas aquellas acciones
    destinadas tanto al conocimiento específico de la
    enfermedad (específico englobando al ser de forma integral
    en su relación con la multirrealidad) como a la
    erradicación de la misma. Pero, como en las culturas
    tradicionales, al hablar de salud se va más allá
    del simple bienestar del cuerpo, los especialistas,
    etnomédicos, no sólo trabajan para reequilibrar a
    la persona aquejada de problemas y enfermedad sino que piensan en
    el grupo y en las correctas relaciones de personas y grupo con el
    medio y con los recursos, de acuerdo con las normas.

    Si Peter Brown (1998) señala como etnomedicina el
    sistema terapéutico surgido dentro de las
    características particulares de un grupo (en
    relación con su cultura), la medicina tradicional mapuche
    además de ser eso , se caracteriza por una estrecha,
    profunda y necesaria relación con la tierra, con la
    naturaleza y con las tradiciones. Nada de lo que le ocurre a un
    mapuche está desligado de lo natural y de lo espiritual en
    íntima relación con lo social. "La relación
    y entendimiento entre la gente y la naturaleza proviene de un
    saber milenario que se adquiere por intermedio de la
    observación y de la espiritualidad, es el kimun,
    conocimiento que luego se transmite de manera oral entre las
    generaciones, transformándose con el correr del tiempo en
    normas y valores de
    conducta que tenemos que respetar" (Chihuailaf 1999:193). Esa
    mezcla de observación y espiritualidad es la que define el
    método de
    D. Isaías en la Costa Pacífica de Oaxaca. La doble
    observación (física y espiritual), conduce a
    conocer a las personas y a saber cuáles son sus males,
    según él. Para restablecer el equilibrio, D.
    Isaías considera necesario hacer una revisión del
    camino de vida de cada cual. Subraya que las actitudes, pues,
    tienen mucho que ver en el surgimiento de las enfermedades y en
    el camino de sufrimiento y oscuridad de las personas en esta
    vida.

    Para terminar este punto, decir que lejos de
    parcelar, dividir y separar el objeto para realizar
    catalogaciones y estudios especializados del ser, del mundo y de
    sus problemas, los médicos tradicionales son integradores,
    relacionan (medicina tradicional china, medicina tradicional
    mexicana, medicina mapuche, medicina siberiana) y están
    atentos a los cambios constantes, teniendo presente que la salud
    no sólo es el estado del bienestar particular de los
    individuos sino el equilibrio de todos (importante valor
    comunitario) con la naturaleza, con las creencias y con el
    cosmos.

    4. UN EJEMPLO: EL
    SUSTO (O ESPANTO).

    Resumiré aquí diciendo que mixes, chatinos
    y zapotecos lo entienden como un padecimiento producido por la
    interacción de la persona con el medio
    (físico-natural, sobrenatural, atmosférico, social,
    tecnológico). En el tomo nº 3 del INI dedicado a los
    testimonios de vida de médicos indígenas se puede
    leer: Aunque existe duda sobre su origen, el espanto es otro
    concepto de la
    cosmovisión nahua; es el resultado de sufrir un temor
    súbito. Puede ser originado por un peligro repentino, una
    pesadilla o un susto severo. La persona puede perder la sombra o
    el alma; se
    siente muy débil y languidece
    (Alberto 1999: 45).
    Ciertas creencias tradicionales hacen temer ante las tormentas,
    los lugares aislados, los espacios poco o mal iluminados, los
    accidentes del
    terreno, la visión de un fantasma, la aparición de
    un muerto, las sorpresas inesperadas, la ciudad, los
    vehículos y las luces de colores, otras
    personas, gente desconocida, estanques y lagos, animales, la
    soledad, las riñas, etc. Si la persona se cae en un
    estanque o en un embalse de agua (experiencia de Timoteo,
    informante de Tepuxtepec), si tropieza en el terreno, si percibe
    un rayo cerca, si entra en un tumulto de gente, si aparece de
    pronto un animal (por ejemplo las víboras, según D.
    Erasto, informante de Tabaá), si le dan una noticia
    inesperada, puede caer en un estado de desánimo, tristeza,
    apatía, desgana, inapetencia, deseo de estar aislada,
    inflamación al beber agua, miedos,
    amoratamiento de la piel,
    inflamación de los ojos, pérdida de la voz,
    suspiros, acidez y regurgitaciones ácidas, cambios de
    humor, sollozos y llanto, mal dormir, etc. Se dice entonces que
    la persona está asustada, es decir, que un
    constituyente de su persona (alma, luz, chispa
    vital,..) se quedó en el lugar en que se asustó en
    el momento en que se produjo el choque, emocional, caída,
    encuentro, el susto en definitiva. Debido a ello, deambula por la
    vida y por el pueblo sin esa parte necesaria. No puede
    concentrarse, no puede relacionarse, no puede hacer bien su
    trabajo, no le sienta bien lo que come y lo que bebe. La
    intensidad del impacto en el susto varía de unas personas
    a otras y de unas circunstancias a otras. Hay quien se asusta y
    no se percata, pero al pasar el tiempo va cayendo en la
    enfermedad. Cuando va al hospital, a pesar de que le dan
    medicamentos, no se alivia (referencias de: D. Erasto, de
    Tabaá, D. Daptaleno, de S.M.Tiltepec). Hay quien se asusta
    e inmediatamente lo nota, poniendo remedio. En todo caso, lo que
    hay que hacer es proceder a la recuperación de esa chispa,
    del alma que se ha quedado en el lugar del susto. Los
    procedimientos son variados, dependiendo de los profesionales, de
    las tradiciones concretas de la cultura o del lugar, del tipo de
    susto, etc. D. Erasto, de Tabaá, va con el asustado a las
    doce de la noche al lugar donde se asustó (cuando se trata
    de sustos en el campo), o hace una muñeca con su
    ropa y la lleva al lugar. Se invoca al alma del asustado,
    llamándola por su nombre, se le implora que vuelva, se
    pide a Dios y a la Madre Tierra que concedan la curación.
    Cuando la luz (alma) perdida vuelve al asustado o a la
    muñeca hecha con su ropa, se produce la curación.
    Según D. Erasto, es posible ver (los sanadores) dicha
    lucecita saltar del terreno a la persona o a la ropa. Otros
    especialistas utilizan limpias y diversos procedimientos para
    conseguir la vuelta del alma. También se toman hierbas y
    se le aconseja al enfermo un régimen de vida para
    recuperarse bien y del todo. En cualquier caso, el susto lo
    produce tanto la situación temerosa y débil de la
    persona (predisposición natural, según D. Erasto)
    como la acción de las fuerzas sobrenaturales (hay
    suelos malos
    ,
    según D. Erasto; existen creencias de seres que influyen
    como los "chaneques" y la diversa "gente" inmaterial de la
    naturaleza). Por ello el médico tradicional instará
    a la persona a fortalecerse, a ser menos miedosa, a no tener en
    cuenta las influencias y opiniones ajenas que le puedan
    perjudicar, a la vez que tratará con las entidades del
    terreno para que le devuelvan el alma. Para D. Alfonso,
    informante de Tabaá, el susto se reduce a un estado
    deficiente de la persona que se puede solucionar, al menos en
    parte, con rehidratación (suero), una alimentación
    adecuada y medicamentos (alopáticos y herbolarios)
    específicos. A una parte mínima de los sustos, los
    relacionados con víboras por ejemplo, los añade una
    explicación complementaria tradicional.

    En la obra sobre chamanismo, de Mircea Eliade (2001) se
    dice que los norasiáticos constatan la pérdida del
    alma en toda enfermedad. "Se atribuye entonces la enfermedad al
    extravío o vuelo del alma, y el tratamiento se reduce, en
    suma, a buscarla, a capturarla y a reintegrarla al cuerpo del
    enfermo" (Eliade 2001: 180). Es exactamente lo que me
    contó D. Erasto (Cultura zapoteca, Oaxaca) hablando del
    susto y de cómo curarlo. En toda Mesoamérica se
    conserva esta vieja idea proveniente de la cultura
    chamánica arcaica. Es un rasgo vivo, pues, de una
    época remota en la que los antepasados de los amerindios
    compartieron elementos culturales próximamente
    emparentados con los de las culturas norasiáticas. Son
    modos discursivos de dar referencia de una realidad (percibida
    dentro de un contexto sociocultural concreto)..

    El susto es el desequilibrio que más he observado
    en personas enfermas, del que más he oído
    hablar, el que más he visto tratar a los profesionales
    durante mis estancias en México y Oaxaca.

    Observé en la costa Pacífica en
    días de calor extremo
    durante el verano de 2005 casos que entrarían dentro de la
    etiqueta discursiva amerindia de susto en tres adolescentes
    cuyos síntomas formaban un cuadro complejo con
    manifestaciones de debilidad, pérdida del equilibrio,
    falta de fuerza en las piernas, cansancio al hablar y al hacer
    cualquier ejercicio, molestias gastrointestinales, inapetencia,
    mareos, vértigos, náuseas. Podríamos decir
    que las bacterias
    tropicales tenían mucha culpa, una alimentación
    inadecuada, sudoración profusa, el calor y la humedad
    unidos a cierta característica temerosa hacían el
    resto. El tratamiento consistió en rehidratación,
    en uno de los casos incluso a nivel hospitalario, profilaxis
    antibiótica y antiparasitaria intestinal. Por otra parte
    recibieron homeopatía, probióticos, tes de
    diferentes hierbas y la parte
    cultural-espiritual-ecológica correctora correspondiente.
    Los resultados fueron excelentes. Nótese que he expuesto
    un abanico terapéutico amplio, variado e integrado. Uno
    solo, o una parte de los elementos teapéuticos empleados
    no hubiesen dado resultado. Aprecié el valor y la eficacia de todos
    esos recursos bien articulados. Volvemos a la idea de unidad
    dentro de la variedad, de percepción
    y actuación holística. Una situación ha de
    resolverse teniendo en cuenta la circunstancia única,
    diferente y específica que la envuelve. Variando la
    circunstancia, ha de variar la terapéutica puesto que
    varía la percepción del problema. Los nuevos
    terapeutas interculturales disponen de los recursos tradicionales
    y de los modernos, y los procedentes de otras culturas. En el
    pasado prehispánico existían remedios herbarios,
    minerales y de origen animal con función
    antibiótica y antiparasitaria a los que se unían
    los procedimientos culturales, sociales y ecológicos
    concretos para el problema. Pero eran tiempos de unidades
    sociales estructuradas y equilibradas. El contacto no pactado de
    aquel mundo con el occidental (a partir del siglo XV) produjo la
    ruptura del equilibrio natural y del progreso autóctono de
    los pueblos prehispánicos. Con la ruptura, llegó
    una nueva "enfermedad" a los cuerpos de los indios, a sus almas,
    a sus comunidades y al medio ecológico en el que
    vivían. Desde entonces, opinan muchos, la pobreza, la
    miseria, la tristeza han sido y siguen siendo las
    características que definen a sociedades desarraigadas y
    desestructuradas dominadas por la cultura occidental (aún
    desde los gobiernos de los propios países iberoamericanos)
    y por la aún más desestabilizadora sociedad de
    consumo. En
    Chile tal situación ha llevado a facciones dentro de los
    grupos indígenas a la lucha y a la violencia. En
    Chiapas
    también. En Oaxaca percibí gran tensión e
    incluso enfrentamientos indígenas-fuerzas del orden en el
    periodo electoral del verano de 2004. Para algunos miembros de
    las culturas originarias, como quienes componen el CSEIIO por
    ejemplo, existe una alternativa de integración intercultural pacífica
    sobre la que trabajan con éxito.
    El susto, pues, puede ser visto desde la óptica
    tradicional prehispánica, desde la mixta o desde una
    visión intercultural y holística como la que
    describí anteriormente. En cualquier caso, lo importante
    son los resultados. Y el éxito terapéutico lo he
    apreciado con medicina indígena, con medicina mixta y con
    medicina intercultural. Tanto valor tiene, pues un sistema como
    otro si todos responden eficazmente a las necesidades de salud de
    sus poblaciones. El susto es un modo discursivo de presentar un
    problema, basado en una cultura, en una manera de ver la
    realidad. Un enfoque analítico, crítico y
    terapéutico desde la óptica alopática
    únicamente es erróneo. La antropología, y en concreto la
    antropogía médica y aplicada a la salud resulta la
    ciencia occidental que más se aproxima a su
    comprensión. No se puede considerar una enfermedad de
    nosología indígena con un criterio
    científico occidental únicamente. La
    aproximación holística e intercultural es
    más válida ya que tiene en cuenta los rasgos
    culturales diferenciales de la concepción de salud en
    tradiciones diferentes. El no reconocimiento, a veces, de la
    validez de sistemas terapéuticos tradicionales desde el
    ámbito occidental y de la ciencia sólo es un acto
    debido a la posición de poder de la cultura occidental en
    opinión de miembros de grupos originarios, y en
    opinión de muchos occidentales y profesionales de la salud
    tambien. Para entender las culturas tradicionales hay que dar
    valor a los símbolos y entenderlos como claves de
    conocimiento a descifrar. Su comprensión y soluciones
    viajan en el vehículo de la oralidad. Hay que estudiar
    dicho vehículo antes de emitir opiniones unívocas.
    La interpretación acertada de las culturas y
    de sus contenidos la dan mejor sus propios protagonistas, como
    señaló el antropólogo Geertz
    (1990).

    Según Ayala entre los indios del norte se
    creía que las energías espirituales también
    podían ocasionar enfermedad. Los espíritus
    malvados, muchos provenientes del "hijito" de los difuntos
    interferían aquí y allá. Podían
    provocar náuseas, dolores de cabeza y otros males a
    parientes que no les hubieran honrado debidamente en las exequias
    fúnebres (Ayala 1998).

    Las sanadoras que observé en el área
    chatina, y con las que hablé, utilizan para tratar el
    susto la hierba de espanto molida con chili y guaco. Todo ello se
    cuece y se toma como un té o infusión. Para tratar
    el susto hacen también limpias con hierbas y "blanquillos"
    (huevos).

    Estando en Oaxaca capital, mi farmacéutica y
    homeópata (Dra. M.A.) se interesó por el trabajo que
    yo estaba realizando, aportándome alguna experiencia que
    paso a relatar: me contó dos casos de susto por
    caída en alberca. El primero, de su propio hijo cuando
    tenía 3 años. Por accidente, el niño
    cayó al agua permaneciendo en la piscina un rato hasta que
    alguien se dio cuenta y lo sacó. Aparentemente estaba
    bien, pero a los pocos días empezó a palidecer y a
    no comer, sintiéndose triste y con una diarrea que no
    se le quitaba. Le vieron pediatras y estuvo hospitalizado, pero
    el tratamiento exclusivo de la medicina occidental no lo
    curó. Por indicación de una compañera, la
    madre le llevó con una sanadora zapoteca quien le dio a
    beber tisanas diversas, usando también aceites especiales.
    Le tiró ("jaló") de la piel de la espalda en la
    zona baja lumbar (técnica similar a la usada por D. Erasto
    de Tabaá, uno de mis informantes médicos
    indígenas zapotecos). Según la farmacéutica,
    bastaron tres días para recomponer a su hijo quien
    recobró el ánimo, el apetito y el dinamismo propio
    de los niños. El segundo caso se refiere a un
    compañero de su hijo quien, en tercero de primaria
    cayó también a una piscina en una excursión
    escolar. Aparentemente salió ileso. Al poco empezó
    a enfermar con los síntomas típicos del susto:
    falta de fuerza, palidez, deseo de estar solo, tristeza, falta de
    apetito y desinterés por lo que le rodeaba. Lo vieron
    diversos especialistas en Oaxaca, fue internado en
    clínicas, tratado con medicamentos, pero la fiebre no se le
    quitó. Finalmente, el niño falleció. Los
    médicos (occidentales) no tuvieron una respuesta. D.
    Erasto, de Tabaá, me insistió mucho en esto,
    hablando del susto. Conocía muchos casos tratados en
    hospitales sin éxito hasta que intervenía el
    especialista de la medicina tradicional, y casos tratados
    conjuntamente con buenos resultados.

    Para la Dra. M. A. el contexto de influencia de las
    tradiciones abarca prácticamente toda la sociedad
    mexicana. El susto es bien conocido entre la población.
    Los médicos tradicionales y sus procedimientos son cada
    vez más estimados y valorados, incluso por los estamentos
    oficiales (IMSS). Sea
    como sea, el susto se da, y la terapéutica tradicional es
    efectiva en oinión de la farmacéutica.

    Así es que, según la tradición, al
    simple hecho de tropezarse en el campo y caer, al hecho de
    toparse con un animal o al de percibir una tormenta no se les
    asocia un sentimiento de indefensión o de inseguridad
    sin más, se les asocia la participación o posible
    participación de seres o energías que, como el
    "chaneque" del que me habló D. Erasto, intervienen de
    manera directa o indirecta en los acontecimientos, bien
    provocándolos, bien participando. En consecuencia,
    según el pensamiento popular, es decir, según
    está estipulado en los contenidos culturales transmitidos
    por la tradición oral, el consiguiente susto o espanto
    debe ser atendido en la misma línea de percepción y
    comprensión de los hechos. Caerse en el monte o en una
    alberca para zapotecos, mixes o chatinos no es sólo un
    accidente fortuito sino un hecho vivencial cultural que requiere
    de la atención de un experto, el médico tradicional
    o el chamán quienes, de acuerdo con las
    características del susto, del lugar y del estado del
    asustado actuarán en consecuencia poniendo en
    práctica una terapéutica simétrica, es
    decir, que atienda lo físico, lo biológico, lo
    social, lo ecológico y lo cultural del enfermo (como ya
    hemos mencionado antes) en relación con su accidente o
    "encuentro" y siguiendo el/ los procedimiento/s
    marcado/s por la tradición para tales. De esta forma
    podemos comprender cuando nos dicen que la atención desde
    la medicina alopática puede resultar ineficaz o
    incompleta. No se atienden todos los niveles del problema,
    paralelos a los niveles de la persona. En los casos de los
    adolescentes antes relatados, los buenos resultados se debieron a
    la atención global e interrelacionada (también con
    medicinas de patente).

    Desde niños, en las familias del medio
    tradicional (medio incluso de titulados universitarios) en
    Mesoamérica se conocen y circulan estos contenidos de
    manera que se tiene cuidado (aunque sea por inercia de
    costumbres) de que los chicos no caigan a estanques o los
    caminantes no sean sorprendidos por una tormenta. Los
    pequeños absorven toda la información y la integran
    en su vivencia. Cuando ocurre el problema, la gente piensa en los
    espeialistas tradicionales puesto que ellos tienen las claves
    para deshacer el entuerto. La tradición les ha dado esa
    función. Quienes reciben la atención se sienten
    asegurados y protegidos y, si todo sucede como nos explica D.
    Erasto, los resultados, atendido el problema a tiempo, suelen ser
    satisfactorios.

    El Dr. Medina (informante originario de
    Michuacán), médico alópata y
    homeópata, opina que la intervención tradicional en
    la enfermedad o en el problema de que se trate no está
    excluida si la ocasión lo requiere. Él mismo,
    conocedor de procedimientos y técnicas sanadoras
    tradicionales, las ha puesto en práctica en diversas
    ocasiones, sobre todo cuando se ha enfrentado a problemas de
    índole espiritual y espiritualista. Muchos profesionales
    de la medicina alopática en México, y otros de
    fuera del ámbito laboral
    sanitario, se dan limpias frecuentemente. "Es algo tradicional y
    saludable", opinan. Eso sí, insisten en buscar a
    médicos tradicionales expertos, serios y conocedores del
    oficio curador. El susto es uno de los problemas más
    reconocidos dentro de las enfermedades de nosología
    indígena, y nadie de los profesionales no indígenas
    que he conocido tiene reparos en recurrir a la ayuda de los
    terapéutas tradicionales si llega el caso.

    5.
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    Mi agradecimiento a todos los informantes.

     

     

    Autor:

    Alfonso J. Aparicio Mena

    (Ph. Dr. en
    M.T.C. e Investigador en antropología de la salud. Miembro
    del Instituto de Investigaciones
    antropológicas de Castilla y León).

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