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El nuevo despliegue militar norteamericano en América Latina




Enviado por Adalberto C. AGOZINO



    1. La posguerra
      fría
    2. La presencia militar de los
      Estados Unidos
    3. América Latina,
      región de riesgo
    4. Amazonas, un paso
      más

    I. La Posguerra
    Fría

    Todo parece indicar que el siglo XXI se
    caracterizará por la existencia de una intensa puja por el
    apropiamiento de los recursos
    naturales no renovables que cada día son más
    escasas.

    Tal como señala el historiador británico
    Eric Hobsbawn, el siglo XX fue un siglo corto que comenzó
    con la Primera Guerra
    Mundial en 1914 y culminó 1991 con el fin de la
    Guerra
    Fría. Es importante señalar que este conflicto fue
    una verdadera "guerra".
    Se desarrolló a través de diversos
    "combates" y "batallas" –Corea,
    Berlín, Cuba, Vietnam,
    Checoslovaquia, Afganistán, etc.- donde se enfrentaron los
    Estados Unidos
    y la Unión Soviética. Muchas de estos
    enfrentamientos constituyeron "guerras de
    procuración"
    donde las fuerzas de una superpotencia se
    enfrentaban a las tropas de un país aliado de su
    adversario.

    Esta "guerra" que se prolongó por casi
    cuarenta y cinco años culminó con la derrota de la
    Unión Soviética. Como consecuencia de su derrota la
    URSS sufrió la misma suerte que a lo largo de la historia han sufrido los
    estados derrotados en una guerra. Su territorio fue mutilado y
    disgregado en quince estados independientes.

    Sus alianzas militares y diplomáticas
    desaparecieron. Fue obligado a desarmar y reducir su
    ejército. Debió abandonar su sistema
    político institucional y adoptar el de su enemigo. Por
    último, su economía
    sufrió un serio quebrando que afectó el nivel de
    vida de su pueblo.

    Los Estados Unidos de América como vencedores se
    convirtieron en la única megapotencia global dotada de un
    poder sin
    precedentes en la historia. Nunca existió un imperio con
    la capacidad de proyectar su poder militar y su influencia
    política y
    cultural de la forma en que puede realizarla el Imperio
    Americano.

    II. La presencia
    militar de los Estados Unidos

    El personal militar
    norteamericano está presente en 135 países de los
    casi 190 que forman la ONU. Esto
    significa que las tropas norteamericanas se encuentran presentes
    en el 70% de los países del mundo. El número de
    miembros de las fuerzas armadas estadounidenses destacados en
    cada país donde no tiene lugar un conflicto militar va
    desde uno en Malawi hasta 74.796 en Alemania.

    Los Estados Unidos, después de convertirse la
    única superpotencia que impera en solitario en el
    escenario internacional, no han reducido su despliegue militar
    sino que lo han rediseñado e incrementado. Mientras que
    los soviéticos perdieron sus instalaciones militares en
    los países que antiguamente conformaban el Pacto de
    Varsovia, la presencia militar norteamericana en los
    países que forman la OTAN se mantiene intacta.

    Conforme el anuario del Departamento de Defensa "Base
    Structure Report",
    correspondiente al año 2003, que
    detalla el patrimonio
    inmobiliario de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el
    Pentágono tiene en propiedad o
    alquiler 702 bases situadas en 130 países.

    Estas instalaciones albergan a 253.288 efectivos
    militares y un número similar de funcionarios civiles del
    Departamento de Defensa, contratistas de empresas de
    servicios
    militares –es decir, mercenarios- familiares y hasta 44.446
    extranjeros contratados en su mayoría ciudadanos de los
    países donde se asientan estas bases.

    No obstante, lo impresionante de estas cifras, las
    mismas parecen haber sido manipuladas para disminuir su impacto.
    Por ejemplo, el documento sólo dedica un punto a las diez
    instalaciones del Cuerpo de Infantería en la isla de
    Okinawa, Japón,
    incluyendo la base aérea de la Infantería de Marina
    de Futenma que ocupa 120.000 m2.

    Tampoco se consigna en el informe la
    red de unidades
    de inteligencia y
    otras instalaciones militares que los EE. UU. poseen en el Reino
    Unido, posiblemente porque técnicamente se los considera
    como pertenecientes a la Real Fuerza
    Aérea Británica.

    Existen otros muchos ejemplos de instalaciones militares
    que han sido omitidas del informe elaborado por el Departamento
    de Defensa. Esto permite suponer que el número real de
    instalaciones militares estadounidenses en el mundo se aproxima
    al millar.

    Los Estados Unidos despliegan más de medio
    millón de soldados, agentes de inteligencia,
    técnicos, instructores, auxiliares y contratistas civiles
    en otros países. Para dominar los océanos y mares
    del mundo han puesto en funcionamiento aproximadamente trece
    destacamentos de fuerzas navales basados en portaviones. Operan
    un vasto número de bases secretas –Red
    Echelón- dentro y fuera de su territorio para supervisar
    lo que las personas del mundo –incluidos sus propios
    ciudadanos- opinan y se dicen unos a otros por fax, teléfono o correo
    electrónico.

    En tiempos de la Guerra Fría la presencia militar
    norteamericana en el mundo respondía a la necesidad de
    contener y confrontar con la Unión Soviética y sus
    aliados.

    El nuevo despliegue norteamericano, basado en la
    Doctrina de Seguridad
    Preventiva
    , se fundamenta en la necesidad de combatir el
    terrorismo
    internacional, la proliferación de armas de
    destrucción masiva, el narcotráfico, el crimen
    organizado y para asegurar el cumplimiento de las
    cláusulas de propiedad
    intelectual de la Organización Mundial de
    Comercio.

    Al analizar los escenarios geopolíticos donde se
    hayan situadas estas nuevas instalaciones militares surge
    naturalmente la sospecha que las mismas responden más a la
    necesidad de "garantizar el flujo libre del suministro
    regional de energía a los mercados
    internacionales, sin que sean objetos de agresión"
    y
    no al riesgo que puedan
    entrañar algunas de estas amenazas a la
    seguridad.

    Las preocupaciones de seguridad del gobierno
    norteamericano están evidentemente orientadas a preservar
    el abastecimiento de petróleo y gas barato que
    hace competitiva a su economía frente a otras. Recordemos
    que los Estados Unidos consumen el 30% de la energía
    consumida por toda la humanidad.

    Para comprender exactamente de que estamos hablando
    debemos considerar que la población mundial se aproxima a 6.000
    millones de personas. Los cuales consumen energía para
    desplazar a más de 520 millones de automóviles
    particulares.

    Muchos de ellos poseen televisores, heladeras, equipos
    de aire
    acondicionado, calefacción, computadoras,
    telefonía
    celular, etc. todos estos elementos de confort y
    también de trabajo
    consumen para su fabricación y funcionamiento gran
    cantidad de petróleo,
    agua, gas,
    minerales y
    elementos de la biodiversidad
    que son recursos no
    renovables o de difícil renovación que al comenzar
    a agotarse generan una pugna por su
    apropiación.

    El Departamento de Energía de los Estados Unidos
    ha estimado que para mediados del siglo XXI la demanda de
    petróleo superará la producción. Si las reservas de
    petróleo, en el año 2000, eran estimadas en 1.033
    billones de barriles, estos alcanzarían para abastecer a
    la humanidad durante cuarenta años al nivel de consumo actual
    de 73 millones de barriles al día.

    Si el nivel de consumo se incrementa tan sólo un
    2% las reservas de agotarán mucho más
    rápido. Por el momento no existe una tecnología adecuada
    para reemplazar este recurso.

    Algo similar ocurre con el agua. La
    reserva de agua dulce potable para consumo humano es de tan
    sólo el 3% del total y su mayor parte esta en glaciares y
    en los casquetes polares. Por lo tanto su volumen en de
    12.000 kilómetros cúbicos. En los próximos
    años el consumo de agua potable
    se incrementará en un ciento por ciento y la escasez se asoma
    como una nueva amenaza y motivo de conflictos

    III. América
    Latina región de riesgo

    Una zona donde la presencia militar norteamericana se ha
    incrementado constantemente es América Latina. La
    América del Sur es un territorio jaqueado por un entramado
    de conflictos que
    lo tornan sumamente volátil. Región productora de
    drogas es el
    lugar de asiento de poderosas organizaciones
    criminales que extienden sus actividades a los mercados
    consumidores de América del Norte y de Europa.

    Los gobiernos latinoamericanos suelen ser débiles
    y frecuentemente enfrentan problemas de
    corrupción
    y gobernabilidad. En las últimas décadas, quince
    presidentes latinoamericanos se han visto obligados a dejar su
    cargo por acusaciones de corrupción que derivan en estallidos de
    violencia
    social.

    Los dirigentes políticos de la región
    suelen dejarse tentar por el nacionalismo
    confrontativo. Su discurso
    político apela frecuentemente al antiimperialismo,
    anticapitalismo y, en consecuencia, a la hostilidad contra los
    Estados Unidos.

    América Latina también alberga a varios
    grupos
    terroristas que controlan extensas porciones del territorio de
    los estados constituyendo una suerte de gobierno
    paralelos.

    Mientras que diversas agrupaciones indigenistas agitan
    las pasiones de casi cincuenta millones de indígenas que
    viven en sus países.

    Según el Banco
    Interamericano de Desarrollo,
    América Latina constituye la región con mayores
    desigualdades del mundo donde el 10% más rico de la
    población se apropia del 40% de la riqueza. Por lo tanto,
    sorprende descubrir que varios países están dando
    mayor prioridad a la búsqueda de mayor poderío
    militar que a la atención de las graves emergencias sociales
    que alimentan los conflictos internos en la región.
    Según datos del
    Instituto Internacional de Estudios para la Paz –SIPRI-,
    con sede en Estocolmo, entre 1993 y 2003 el gasto militar
    creció un 24% aunque con una distribución muy dispar.

    Esta área del mundo sumamente inestable
    suministra una parte sustancial del gas y petróleo que
    consume el mercado
    norteamericano. Venezuela y
    México
    como productores de petróleo, Colombia por
    petróleo, carbón y agua para producir
    energía a través de obras hidroeléctricas,
    Argentina además de su petróleo tiene su territorio
    ligado junto a Paraguay al
    Acuífero Guaraní una de las mayores reservas de
    agua dulce no contaminada del mundo.

    En Centroamérica se encuentran reservas
    potenciales de petróleo: en el Petén de Guatemala y en
    la región del Limón, en Costa Rica.
    Además la geografía Latinoamérica es especialmente apta para la
    realización de empresas hidroeléctricas que pueden
    abastecer de energía a las grandes empresas
    multinacionales.

    Es por ello que la presencia militar norteamericana en
    Latinoamérica se ha incrementado en forma paralela al
    aumento de inestabilidad en la región. La misma se
    materializa a través de la instalación de nuevas
    bases militares y el refuerzo de las ya existentes, el entrenamiento del
    personal militar latinoamericano, la venta de armas,
    la instalación de sistemas de
    vigilancia e inteligencia, además de la influencia
    diplomática y económica ejercida contra los
    débiles gobiernos latinoamericanos.

    Hoy las fuerzas norteamericanas cuentan con
    instalaciones en Manta, Ecuador – una
    base de 25.000 hectáreas de extensión-, en
    Iquitos, Perú, en Bolivia con
    una instalación militar de carácter no oficial, en Leticia y
    Tres Esquinas, Colombia, en Reina Beatriz, Aruba, e
    incluso en Hatos, Curaçao. Estas bases se
    complementan con las existentes en Puerto Rico,
    Vieques, Cuba, Guantánamo y Honduras,
    Soto Cano.

    Los Estados Unidos también han manifestado su
    interés
    en establecer instalaciones militares en El Salvador, en
    Argentina, en Tierra del
    Fuego y en controlar la base de lanzamiento espacial de San Pedro
    Alcántara en Brasil.

    IV. Amazonas, un paso
    más:

    En mayo de 2005, los Estados Unidos han firmado un
    tratado con el gobierno de Paraguay que les permitirá
    contar con una nueva base en la localidad de Mariscal
    Estigarribia, Provincia de Boquerón, en el llamado Chaco
    Paraguayo. Esta instalación está situada a 250
    kilómetros de Bolivia, próxima a las provincias
    argentinas de Formosa y Salta; y a la estratégica
    región de la Triple Frontera entre Brasil, Paraguay
    y Argentina.

    La nueva instalación cuenta con una pista de
    3.800 metros que permite el aterrizaje de aviones Galaxy y B52,
    los mayores aparatos que utilizan las fuerzas norteamericanas.
    Los cuarteles en construcción permitirán albergar a
    16.000 efectivos norteamericanos que comenzaran a llegar en trece
    contingentes a medida que se completen las
    instalaciones.

    Desde esta nueva base los Estados Unidos se
    encontrarán en óptimas condiciones para controlar
    las reservas gasíferas y petrolíferas de Bolivia,
    ubicadas en los departamentos de Santa Cruz de la Sierra y
    Tarija. En necesario señalar, que Bolivia cuenta con
    voluminosas reservas de gas. Estas han sido estimadas en 27
    trillones de pies cúbicos que alcanzarían para
    exportar al ritmo actual hasta 2024.

    Sin embargo, analista y expertos plantean que la
    producción mundial de gas entraría en crisis hacia
    el 2020, aunque países como Canadá estarían
    sin reservas desde 2007 y los Estados Unidos dependerían
    más del gas que del petróleo.

    Actualmente, el gas comprende el 14% de la
    energía consumida en los Estados Unidos. En el 2020, por
    la construcción de 272 centrales eléctricas, el
    consumo de gas se incrementará hasta constituir el 55% de
    los recursos energéticos consumidos en ese
    país.

    Aunque posiblemente la presencia militar estadounidense
    en Paraguay se justifique en función de
    las necesidades que la lucha global contra el terrorismo impone a
    los Estados Unidos. A tal efecto servirán las permanentes
    y nunca comprobadas denuncias de actividad terrorista en la
    Triple Frontera.

    Recordemos que la zona de la Triple Frontera
    tomó tal importancia en materia de
    terrorismo internacional que, según la revista
    Newsweek, el 18 de septiembre de 2001, siete días
    más tarde del atentado a las Trade Word Center y
    al edificio del Pentágono, Douglas J. Feith
    presentó al Presidente George W Bush un plan de respuesta
    militar que incluía el bombardeo y posterior
    invasión de la región.

    Douglas J. Feith era el tercer funcionario en
    jerarquía del Departamento de Defensa estadounidense, por
    detrás de subsecretario Paul Wolfowitz y del secretario
    Donald Rumsfeld y se desempeñaba como jefe de la Oficina de Planes
    Especiales.

    Newsweek señalaba como fuente el
    apéndice 75 de los capítulos 10 y 11 del informe de
    la comisión bicameral del Congreso de los Estados Unidos
    abocada a la investigación de los ataques terroristas
    del 11 de septiembre de 2001. Según este informe, Feith
    presentó un plan alternativo cuyo objetivo
    consistía en atacar simultáneamente tres blancos
    sorpresivos a modo de respuesta contundente destinada a dar un
    mensaje al mundo de que los Estados Unidos respondía
    militarmente al terrorismo. Esos tres blancos estaban
    constituidos por la Triple Frontera, el sur de Asia e Irak.

    Desde entonces las agencias de inteligencia
    estadounidenses y diversos expertos en terrorismo de esa nacionalidad
    sostienen que las células
    terroristas islámicas de Ciudad del Este, son la principal
    amenaza a la seguridad para los Estados Unidos en el continente
    americano.

    Lo cierto es que la nueva base estadounidense
    tendrá una posición estratégica clave para
    el control tanto del
    Acuífero Guaraní como del gas boliviano.

    Por último, no es posible pasar por alto que las
    principales instalaciones militares estadounidenses en
    Sudamérica están situadas rodeando la región
    de la amazonia brasileña, el último gran reservorio
    natural con que cuenta la humanidad.

    En la región amazónica se ubica el
    río más caudaloso y largo del mundo, el Amazonas,
    en el que desembocan más de 10.000 afluentes.

    Aquí se acumula una quinta parte del agua dulce
    con que cuenta el planeta. El territorio amazónico, con
    una superficie aproximada de ocho millones de kilómetros
    cuadrados distribuidos entre ocho países, representa el
    44% del territorio sudamericano y alberga el ecosistema
    más diverso del planeta.

    En el alto Río Negro se encuentra el mayor
    yacimiento de niopo que, combinado con el acero, es
    indispensable para construcción de naves espaciales y
    misiles intercontinentales. El bosque amazónico, con
    más de 300 especies de árboles
    por hectárea ayuda a regular la temperatura
    del planeta consumiendo bióxido de carbono y
    produciendo oxígeno.

    La cuenca del Amazonas contiene también entre el
    40 y 50% de las especies de la tierra
    –con un rango estimado de 20 a 30 millones- y la mitad de
    los bosques tropicales del mundo. Esta inmensa biodiversidad
    obedece, en gran parte, a las repetidas contracciones y
    expansiones de la selva durante el período del
    Pleistoceno. Los botánicos estiman que hay más de
    125.000 plantas
    indispensables para los laboratorios medicinales.

    El destino final de estos recursos, el cuándo y
    quién se apropiará de los mismos parece ser una
    preocupación central para las autoridades norteamericanas
    y para las empresas de esa nacionalidad
    que aspiran a aprovechar los grandes negocios que
    la región encierra.

    V.
    Conclusiones:

    Para concluir podemos decir que, en el siglo XIX se
    podía trazar la extensión del imperialismo
    contando las colonias de que disponía una potencia. En la
    versión actual del imperialismo las bases militares
    parecen haber reemplazado a las colonias. Es que en el siglo XXI
    la disputa no pasa por la apropiación de territorios y
    mercados sino por el control de los recursos naturales
    estratégicos que cada día se hacen más y
    más escasos.

    Por

    Adalberto C. Agozino

    Doctor en Ciencia
    Política y experto en temas de seguridad.

    Profesor Titular de la Cátedra de Seguridad de la
    Escuela Superior
    de Gendarmería Nacional y Director del Curso de Postgrado
    en Crimen Organizado del Instituto Universitario de la
    Policía Federal Argentina.

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