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Organización Interna en las PYMES



    1. Resumen
    2. La organización
      empresarial
    3. Los jefes en una
      estructura
    4. Conclusiones
    5. Bibliografía

    RESUMEN

    El artículo hace referencia a la importancia que
    se debe brindar en las pequeñas y medianas empresas al tema
    de la organización en general y en particular a la
    estructura organizativa interna, vista esta como las
    subdivisiones que se establecen desde el punto de vista de
    dirección y organización, basados en la
    especialización y en la división del trabajo. De
    igual manera a la definición de funciones por
    cargos y la estructura de los procesos. Todo esto
    para destacar las implicaciones negativas que tienen en el
    mediano plazo para la gestión de la empresa,
    derivándose de esto la necesidad de evaluar y estudiar la
    estructura,
    aplicando los cambios necesarios en el momento
    necesario.

    • Introducción:

    La globalización de la economía es ya un
    hecho aceptado por todos, incluso desde el punto de vista del
    término, el cual para algunos autores es lo que en verdad
    resulta novedoso, al considerar que por su contenido la
    globalización tiene sus orígenes mucho antes de
    lo que realmente se cree en la actualidad. Sin embargo, los
    avances alcanzados en la informática y las comunicaciones; el crecimiento
    económico experimentado por las denominadas
    economías emergentes, incluyendo a China con su
    espectacular irrupción en el panorama económico
    mundial; la relativa escasez de
    ciertos recursos
    naturales; el cambio en el
    panorama geopolítico y la inserción de los
    países del antiguo bloque socialista a la economía
    mundial; la proliferación de los tratados de
    libre
    comercio; la competitividad
    en costos y precios, entre
    otros, han sido factores que han condicionado el fortalecimiento
    de la globalización como un fenómeno aparentemente
    novedoso.

    Desde el punto de vista interno la globalización
    es un factor de doble carácter para las economías
    nacionales, sobre todo para las empresas. En tanto que
    beneficioso por las oportunidades de mercado e
    inversiones,
    también es perjudicial desde el prisma de la competencia a la
    cual se ven sometidas las empresas locales, sobre todo en cuanto
    a productos y
    servicios
    procedentes de países con menores costos y una adecuada
    relación calidad
    precio. En
    este sentido la globalización en sí es una amenaza,
    básicamente para las pequeñas y medianas
    empresas.

    Entre este fenómeno por un lado y por otro la
    tendencia de los empresarios a mantenerse en el mercado
    aumentando su cuota de participación o penetrando nuevos
    mercados, el
    nivel de la competencia tiende a aumentar. Este es un hecho
    objetivo, de
    modo tal que la competencia no establece diferenciación y
    está presente en mayor o menor medida, pero siempre
    presente, en todos los sectores de actividad, por lo que nada ni
    nadie está exento de sus efectos.

    Si bien la competencia es un factor condicionante del
    buen hacer y funciona como un mecanismo de selección
    natural en el ambiente
    empresarial, no deja de ser una amenaza desde el punto de vista
    individual, es decir, desde la óptica
    y la posición del empresario.
    Sin embargo, a pesar de que por lo general los empresarios poseen
    la cualidad de percibir la dinámica del mercado y de la competencia,
    en muchas ocasiones les falta capacidad para establecer las
    limitaciones internas de la
    organización y las acciones a
    emprender de cara al futuro inmediato. La complejidad de la
    dirección, la tensión de la competencia, los
    problemas
    asociados con la baja rentabilidad o
    la poca liquidez, o incluso la euforia por buenos índices
    de crecimiento y rentabilidad, no le permiten a los empresarios
    en las pequeñas y medianas empresas dedicar tiempo a
    estudiar dónde están las falencias de la
    organización, tal vez incluso impuestas por la no siempre
    perceptible influencia del entorno hacía el interior del
    sistema.

    Entre estos aspectos poco perceptibles y de lento efecto
    al interior del sistema se encuentra la
    organización.

    • La
      organización empresarial.

    Aunque mucho se ha escrito y teorizado respecto a la
    organización como función
    propia de la gestión
    e indispensable para la dirección, así como de su
    aspecto orgánico en cuanto a ordenamiento interno y
    definición de cargos y funciones, aun
    continúa siendo una debilidad en muchas empresas
    pequeñas y medianas.

    En lo que respecta a la organización en cuanto a
    estructura, hay que considerar que de la misma manera en que es
    muy difícil que dos humanos sean completamente iguales, lo
    mismo sucede en las empresas. Una empresa no
    necesariamente se parece a otra aunque estén enmarcadas en
    el mismo sector y empleen igual tecnología de
    producción e incluso similar estructura
    productiva. Siempre existirán factores diferenciadores, no
    solo en el orden técnico-productivo, sino también
    en el orden social en cuanto a composición de la fuerza de
    trabajo, nivel de pertenencia y motivación, ambiente laboral, nivel de
    calificación del personal y de los
    dirigentes, relación con los directivos, etc. De igual
    modo pueden existir diferencias de índole cuantitativas,
    respecto a número de trabajadores, nivel de venta, utilidad,
    estructura de los activos, cuota de
    mercado, entre otros. Estas y otras diferencias determinan que a
    pesar de existir principios
    básicos para definir la estructura de las empresas,
    así como estructuras
    típicas, la estructura de dirección, de cargos, de
    funciones y por áreas, departamentos, divisiones,
    gerencias, etc, estará en dependencia de las
    características, complejidad y condiciones de cada
    empresa.

    En toda empresa se da la existencia de una estructura
    funcional basado en las actividades que debe realizar para
    cumplir su objetivo y en base a la división del trabajo.
    Esta estructura funcional genera la existencia de diferentes
    subdivisiones entre las cuales existirá determinada
    relación, ya sea de cooperación, apoyo o
    subordinación. Estas subdivisiones deberán tener
    definidas sus objetivos,
    tareas y funciones, así como la interrelación con
    las restantes áreas de la organización, incluyendo
    el sistema de obtención y entrega de información.

    Visto de este modo todo hace suponer que el
    establecimiento de la estructura organizativa es un proceso
    expedito, cuando en la práctica son más los
    problemas asociados con la estructura que lo que uno puede
    imaginar. En principio basta señalar que la estructura,
    las funciones y los procedimientos no
    pueden ser aplicados mecánicamente y mucho menos copiados.
    Cada empresa deberá determinar el tipo de estructura que
    le resulta conveniente en relación a su nivel de desarrollo,
    tipo de actividad, composición interna, metas y
    objetivos.

    La estructura organizativa deberá ser concebida a
    partir de un prisma dialéctico, es decir, estará en
    dependencia de la evolución que tenga la empresa en el
    tiempo. La adopción
    de una estructura de modo estático e inamovible,
    generará más problemas de los que cualquier
    empresario puede realmente suponer. El crecimiento y
    evolución de una empresa deberá estar
    acompañada de los cambios necesarios en la estructura,
    cuestión esta que por lo general queda relegada a un
    segundo plano.

    La duplicidad de funciones, la doble y hasta triple
    subordinación, la improvisación en la
    asignación de funciones, la asignación de funciones
    diversas a un mismo cargo, el aumento en la complejidad de los
    cargos sin el debido respaldo en cuanto a calificación y
    remuneración, existencia de jefes sin subordinados, jefes
    con exceso de subordinados, ausencia de una debida
    especialización, son algunos de los problemas que se
    observan en la estructura organizativa de las empresas. Todo esto
    por lo general implica la existencia de problemas tales
    como:

    1. Demoras en la implementación de medidas y
      cumplimiento de tareas.
    2. Existencia de errores en la interpretación de las orientaciones,
      incluyendo las que "caen" en terreno de nadie.
    3. Exceso de centralismo en
      la toma de
      decisiones.
    4. Insuficiente autoridad de
      los "jefes" intermedios.
    5. Falta de fluidez en los procesos y
      tareas.
    6. Deficiencias en el sistema de control
      interno.
    7. Desequilibrio en las cargas de trabajo.
    8. Desmotivación del personal.
    9. Insuficiente información a los
      trabajadores.
    10. Existencia de conflictos
      entre los dueños o directivos.
    11. Falta de liderazgo.
    12. Mal ambiente interno.

    Aunque ninguno de ellos tiene una influencia directa en
    las ventas, en los
    costos o en los niveles de utilidad, el hecho cierto es que de
    modo muy solapado se van generando dificultades en el
    funcionamiento del sistema. Esta influencia poco medidle y nada
    cuantificable es lo que ocasiona que los empresarios presten poca
    atención a este tipo de asunto, con lo cual
    la empresa crece con una estructura obsoleta y en la
    mayoría de los casos se le van incluyendo de modo
    mecánico cargos, funciones e incluso eslabones o
    subdivisiones, sin establecer previamente sí resulta lo
    más conveniente y apropiado. A fin de cuentas en el
    mediano plazo estos problemas trascienden y llegan a afectar el
    normal desempeño del sistema, lo cual de seguro se
    traducirá en afectaciones al nivel de crecimiento y
    desarrollo, sin descontar que los clientes son
    capaces de percibir que algo no está funcionando
    bien.

    Muchas empresas carecen de un manual de
    funciones y procedimientos, y cuando disponen de el no son
    capaces de mantenerlo actualizado o se convierte en un documento
    más, sin ser empleado adecuadamente en el proceso de
    gestión. Tampoco disponen de los requisitos exigidos por
    cargos en base a las funciones que se espera cumpla el cargo en
    cuestión, respecto a nivel de calificación,
    especialidad, experiencia, características personales,
    etc. Estos son aspectos considerados burocráticos o de
    poca utilidad práctica, a pesar de que están
    asociados al funcionamiento del sistema y al recurso más
    importante del proceso productivo: el recurso humano.

    Todo empresario sabe que al vender será necesario
    cobrar para poder mantener
    la operación de la empresa, sin embargo, por lo general no
    tiene bien definido cómo está estructurado el
    proceso de cobro, si funciona bien o mal, si el control es el
    adecuado. Desde el punto de vista organizativo lo importante no
    es cobrar, sino cómo organizar el proceso de cobro, de
    manera tal que este fluya normalmente. El cobro se convierte en
    este caso en un resultado del proceso.

    De igual modo sucede con otros procesos vitales para la
    empresa, tales como ventas, pagos, compra, inventario,
    reclamaciones e incluso mantenimiento.
    Estos son procesos que en la dinámica de la empresa deben
    operar de manera coordinada y dirigida, pero de forma expedita.
    La ausencia de envases en una fábrica afecta el proceso de
    ventas, pero el proceso de compras debe
    funcionar de forma tal que de modo automático por
    denominarlo de alguna manera, accione para realizar la compra de
    los envases en el momento oportuno evitando rupturas en el ciclo.
    En este simple ejemplo intervienen varios actores: bodega o
    almacén, compra, transporte,
    proveedor, administración y finanzas,
    contabilidad y
    tesorería. Estos siete eslabones de la cadena
    deberán estar coordinados para asumir de modo eficiente el
    proceso en cuestión, garantizando no solo el suministro
    adecuado, sino también en el tiempo adecuado, en los
    niveles necesarios y con el control establecido.

    A continuación se muestra un
    ejemplo ilustrativo del proceso de compra en una
    empresa.

    En este ejemplo se han considerado un total de 19 actividades
    asociadas al proceso de compra, sin embargo, el número de
    actividades y de participantes estará en dependencia del
    modo en que se tenga estructurado el proceso en una determinada
    empresa y del nivel de detalle que se quiera dar. En este caso
    específico, aunque el área de Bodega o
    Almacén es quien genera la solicitud de compra, al
    área de administración y finanzas (incluye
    contabilidad y finanzas) se le ha concedido una
    participación fiscalizadora y de control muy importante,
    lo cual denota una fuerte tendencia al control interno.

    Disponer de una estructura de los procesos del modo antes
    ejemplificado contribuye a una buena organización interna,
    además de que garantiza niveles de responsabilidad y un correcto sistema de control.
    Todo esto resulta necesario en la medida en que las empresas
    crecen y sus procesos se hacen más complejos. De la misma
    manera deben existir los manuales de
    cargos y funciones, garantizando una adecuada
    interconexión entre todos ellos.

    A pesar de lo anterior estoy convencido de que en la
    mayoría de las empresas se realizan los procesos internos
    de un modo muy espontáneo, pero no disponen de la
    estructura de los mismos de forma detallada y orgánica,
    dejando vacíos que pueden ser propicios para el
    descontrol, la improvisación y la pérdida de
    efectividad.

    Un buen directivo, un buen empresario, por lo general no deja
    de estudiar el proceso productivo o de servicio y el
    flujo tecnológico, a sabiendas de la importancia que
    representa para los resultados de la empresa; sin embargo, no
    actúa de la misma manera en el caso de la estructura de la
    organización.

    David R. Hampton señala en su libro
    ADMINISTRACIÓN, lo siguiente:

    "La estructura depende de la estrategia. El
    cumplimiento de este principio no garantiza un buen
    desempeño organizacional; pero su violación si
    debilita la productividad".

    La cita resulta muy elocuente para caracterizar la importancia
    de la estructura, aunque deja bien definido que no solo de una
    buena estructura o de una adecuada organización
    dependerá el éxito
    de una empresa. Múltiples son las funciones, actividades,
    factores, de los cuales dependerá la buena misión de
    una empresa. No por gusto la empresa es considerada como un
    sistema en el cual se llevan a cabo un conjunto de relaciones e
    interdependencias. Por sus principios y relaciones es un ente
    vivo.

    • Los jefes en una
      estructura.

    Una empresa no deberá disponer de más ni de
    menos cargos de los que realmente requiere en función de
    su nivel de desarrollo, complejidad y de la estrategia
    establecida, pero el buscar ahorros por concepto de pago
    de remuneraciones al
    no incluir cargos necesarios, a fin de cuentas tendrá un
    efecto negativo mayor, el cual lamentablemente no es perceptible
    de inmediato.

    En paralelo al tema de la estructura tiene lugar otro
    fenómeno no menos importante, asociado en este caso al
    proceso de selección de los jefes. Por lo general en las
    empresas familiares que son las que en buena medida dan lugar a
    las pequeñas y medianas empresas, el número de
    jefes es relativamente bajo, sin que esto ocasione mayores
    dificultades, por el contrario, puede resultar en principio muy
    beneficioso. Pero en la misma medida en que la empresa se
    consolide y vaya creciendo en nivel de venta, número de
    trabajadores, número de clientes y proveedores,
    entre otros, se hará imprescindible la adopción de
    una estructura organizativa y de dirección que responda a
    las nuevas condiciones. La realización de diversas
    actividades determinará la necesidad de dividir las tareas
    asignando responsables y ejecutores de las mismas. En este caso
    la presencia de un solo jefe, aun siendo este el dueño o
    propietario puede constituirse más que en un beneficio en
    un perjuicio, llegando a limitar sus potencialidades. El concepto
    de que al incluir personal en la estructura de mando con
    responsabilidades y rango de jefes puede implicar pérdida
    de poder y de control, es un modo estrecho de pensamiento.

    De igual manera cuando se decida incluir personal directivo en
    la estructura de una empresa, deberá no solo tenerse en
    cuenta el nivel de confiabilidad, sino también el nivel de
    preparación, de calificación y la aptitud. La buena
    voluntad es siempre importante, pero si no se sabe exactamente lo
    que se debe hacer o no se es capaz de hacer comprender lo que se
    debe hacer, todo quedará en las buenas intenciones, pero
    alejado de los buenos resultados.

    No siempre el mejor profesional es el mejor jefe, ni el
    más confiable es el correcto. La selección de los
    jefes es un proceso complejo que rebasa la empatía, la
    simpatía o los resultados profesionales que
    acompañan a una persona.

    Los jefes constituyen el vínculo necesario entre el
    nivel superior de la empresa y los trabajadores y obreros. Sobre
    ellos recaerá la responsabilidad de identificar a los
    trabajadores con las metas y objetivos de la organización,
    guiándolos en función del cumplimiento de la
    estrategia definida. Un buen jefe, asumido esto en todos los
    aspectos: personal, profesional, humano, será un elemento
    motivador para su colectivo de trabajo, capaz de imprimir
    sinergia al
    grupo.

    En muchas ocasiones es poco lo que se hace por mantener
    motivados a los trabajadores, a pesar de que siempre se ha dicho
    que el capital humano es
    el recurso más importante que tiene una
    organización. Las empresas se ven obligadas a invertir
    recursos en
    mejorar su equipamiento si desean mantener la calidad, las ventas
    y la productividad, pero no actúan de igual manera con
    relación a la fuerza de trabajo. El aumento de los
    salarios, de
    las bonificaciones, los estímulos de cualquier tipo,
    están por lo general en desventaja. Una fuente de ahorro lo
    constituyen los salarios y el número de trabajadores, a
    pesar de que la demanda
    está determinada en última instancia por el nivel
    adquisitivo de las personas. En este sentido la existencia de
    buenos dirigentes contribuye a evitar zonas de conflictos,
    siempre y cuando logre el equilibrio
    adecuado entre el nivel de exigencia y la
    motivación, además de canalizar los intereses y
    preocupaciones de su colectivo.

    • Conclusión.

    Lamentablemente, como fue señalado a principios de este
    material los empresarios y los directivos están bien
    ocupados con sus tareas y metas concretas; por ellas es que a fin
    de cuentas son medidos y evaluados. Esto les impide en muchas
    ocasiones poder discernir los problemas más generales que
    están afectando al sistema, y aun cuando son capaces de
    percatarse de que algo no está funcionando bien, no pueden
    dedicarse a evaluar cómo resolver la situación. En
    medio de esto se debaten sin ir en busca de la ayuda
    especializada necesaria, sobre todo por la poca importancia que
    le conceden a cuestiones como las que han sido explicadas, por
    considerar que internamente están en condiciones de
    encontrar la solución o por el criterio del ahorro. Todo
    esto cuando las teorías
    en torno a la
    administración, al management, la dirección,
    etc, están tan de moda en el mundo
    empresarial.

    Mientras esto sucede la competencia mantiene su paso firme y
    no cede terreno. Los que deseen perdurar deberán adecuarse
    a la situación existente. Los que no, quedarán en
    mayor o menor plazo de tiempo como simples espectadores de un
    dinámico proceso que por lo general no da espacio para la
    rectificación.

    El desarrollo alcanzado en el aspecto científico,
    técnico e incluso económico ha impuesto y
    profundizado la especialización, de modo tal que un
    empresario por muy capaz, experimentado, intuitivo y sagaz que
    sea no podrá de por si asumir todas las tareas propias de
    la gestión, máxime cuando se trata de una empresa
    en crecimiento. No siempre invertir es la vía más
    recomendable para crecer, no sin que antes hayan sido analizadas
    y estudiadas las reservas internas.

    En las condiciones actuales del mercado el éxito de una
    empresa no radica solo en los esfuerzos que realice, sino que
    dependerá mucho de las condiciones del entorno, para lo
    cual se hace necesario estudiar y conocer en profundidad las
    interioridades de la organización. Las debilidades
    internas tienen que ser resueltas cada vez, de modo tal que la
    empresa funcione saludablemente, evitando con ello los embates
    constantes del ambiente externo.

    En este sentido cuestiones como la organización
    interna, la dirección, la selección y motivación del personal, resultan aspectos
    poco cuantificables que inciden en los buenos o malos resultados
    en la gestión de una empresa. Si bien el nivel de
    atención a los clientes es un acápite no
    cuantificable al cual se le presta una esmerada atención
    por el impacto que cada vez más tiene en los resultados de
    una empresa, la organización deberá recibir similar
    o tal vez mayor seguimiento, toda vez que a fin de cuentas
    influirá en la calidad del producto
    final.

    Todo ser humano consciente se cuida de su salud, pues de nada le valen
    los buenos resultados laborales, profesionales y
    económicos si no hay una buena salud. A las empresas
    también hay que saber cuidarle su salud para que su vida
    sea más plena.

    • Bibliografía

    .Autores vários: Economia
    de la Empresa. Análisis de las decisiones empresariales.
    Ediciones Pirámide S.A.

    .Hampton, David R: ADMINISTRACION. Tercera Edición. McGraw Hill.

    .Trent Management. Volumen 6,
    Número 4, Junio/Julio 2004

    Lic. Fidel Alvarez G.

    Consultor y Profesor

    Reseña del autor:

    Economista, graduado en la Universidad de La
    Habana en el año 1982 con especialización en la
    Industria.
    Diploma Europeo en Dirección y Administración de
    Empresas
    . Experiencia como profesor universitario, consultor
    de empresas e investigador. Ha impartido cursos y conferencias en
    el extranjero. Experiencia en la actividad de dirección
    como Gerente
    General y Gerente de Economía y Finanzas. Actualmente
    consultor de empresas y profesor de Gestión
    Estratégica y Administración de Proyectos
    Industriales en INACAP, Chile.

    CATEGORIA: Administración y Finanzas.

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