- El Oro maldito
- En
América - El ejemplo de
California - Se chupan el
agua - Volviendo a los
batracios - Citas y
fuentes
Es conocida la
experiencia hecha con el sapo, arrojado a una olla con agua muy
caliente. El pobre animal da un salto mayúsculo al tocar
el líquido y así evita quemarse vivo.
En cambio si a
ese batracio se lo sumerge en la olla con agua fría que
se ha puesto a calentar a fuego muy lento, se irá
adaptando a la temperatura
en aumento y terminará hecho puchero.
Esto mismo nos está ocurriendo frente a
la
contaminación que provocan las mineras
multinacionales que están desembarcando en nuestro
país y que obtienen oro utilizando cianuro, matando toda
vida en kilómetros a su alrededor y envenenando las
capas freáticas de las que luego beberemos los
humanos.
Nos estamos acostumbrando tanto a vivir con la
contaminación en aumento que no
reaccionamos ya ni siquiera frente al cianuro. Es decir frente
a la misma muerte.
Del trabajo de
estas mineras, tan peligroso, lo extraño es que el
país sólo recibe el 3% de las utilidades
–según la ley 24.196-
pero si los minerales se
exportan por los puertos patagónicos, se les reintegras
el 5%, o sea que, aparte del daño,
perdemos el 2%. (2)
Hay una expresión popular rosarina, muy
conocida, que refleja este absurdo. Se refiere a la mujer
callejera que ejerce el oficio más antiguo de la
humanidad, sin obtener ninguna compensación
económica.
Nuestros gobernantes y legisladores no se ocupan de
este tema – dada su ignorancia – y las
compañías mineras corren una desenfrenada carrera
contra el tiempo
guiadas por una codicia asesina. Saben que la información que reciba la ciudadanía muy pronto les impedirá
guarecerse en las leyes
imperfectas que regulan la minería
nacional, aprovechando los resquicios legales para legitimar
una tarea contraria a derecho, no ya al civil o constitucional,
sino directamente al natural. Al derecho a la vida.
Estas mineras cuentan, aparte de esas lagunas legales,
con la opinión de algunos ingenieros químicos o
"expertos" que asesoran a nuestros legisladores y gobernantes
– legos en la materia
– con argumentos que sólo sirven para justificar
sus medios de
vida, pues generalmente son empleados de esas
mineras.
Es tal su desprecio hacia nosotros los periodistas
– hombres con sentido común– que
desaprensivamente suponen que creeremos sus razones, por las
cuales el cianuro puede llegar a convertirse en agua
bendita.
La historia del oro es el
reflejo amarillento de la historia de la humanidad.
De su parte sombría. Es la historia de la
avaricia, de la codicia, de la compra de las conciencias y de
los esclavos. De la usura, particular o internacional. De la
compra de armas, de la
venta de
secretos militares.
Por unos puñados de oro en 1867 el zar de
Rusia
vendió Alaska a los EEUU. En 1917, cuando la revolución bolchevique, a los
cadáveres de toda la familia
zarista la turba le cortó los dedos para sacarles los
anillos de oro. ¡Qué ironía!.
Roosevelt debió abandonar el respaldo oro que
tenía el dólar, porque significaba la dependencia
comercial de los Estados Unidos
frente a la libra esterlina. (3).
Hoy día la importancia del oro en las reservas
de los bancos
centrales ha disminuido. El uso del oro en odontología
ahora es ínfimo, al igual que en la industria.
El remanente alcanza y sobra para satisfacer la
vanidad humana sin necesidad de recurrir a la
química,
que tiene urgentes misiones más útiles para la
humanidad.
Al oro se lo buscó por todos los medios: en
minas siguiendo sus vetas y en los arroyos lavando sus arenas.
Miles de niños
sucumbieron escarbando las estrechas ranuras entre las piedras,
en la antigüedad y en el presente, como en Namibia donde
se los compran a los padres para hacer ese trabajo.
El oro siempre trajo la muerte,
Pero no se había llegado al extremo de envenenar
la tierra y
el agua,
como sucede ahora, al asociarlo al cianuro. Mala yunta
diría Garcia Márquez – como el tango.
Por algo los mapuches dicen en su lengua:
Nguenechen – eln – mapu – millan
– meu – Cumequedungu – cheguen. (Dios
enterró bien al oro para Felicidad del ser humano).
(4).
En América la historia del oro y la plata
fue trágica. Todos la conocemos. Le costó a
Indoamérica cerca de cien millones de vidas. En
Potosí, el cerro quedó perforado como queso
gruyere.
Los nativos esclavizados fueron uncidos como bueyes a
la rueda mayor en la acuñación de monedas,
encadenados hasta su temprana muerte.
Una de las reinas actuales (por indicación de
una ex – compañera de estudios) lo percibió
personalmente al ver -en lo que hoy es museo- el gran
círcuulo con la hondonada de treinta cm. producida por
las usutas en el piso de lapacho y los grillos para humanos, en
aquella tortura de siglos.
Pero el oro maldito no sólo fue trágico
para Indoamérica, Lo fue también para España.
Cambiaron la cultura del
trabajo por el ocio que trae el oro.
Todo se compraba en el exterior, especialmente en
Holanda.
Entonces el oro se fue y la miseria
quedó.
Del oro que se enviaba a España se pagaba un
impuesto a
la corona, por lo cual se embarcaba mucho más del que se
declaraba.
Por eso, muchos veleros se hundían con el
exceso de peso. La avaricia siempre rompe el
saco.
Tan maldito fue ese oro americano mal habido que el
guardado en las arcas del estado
emigró cuando la Guerra
Civil: mitad a México – con el gobierno
republicano en el exilio – mitad a Rusia – con los
comunistas españoles.
Así pues, triunfante Franco pero falto de
solvencia comercial, fue obligado a envasar sardinas
españolas con el sello Made in England y fabricar las
obras muertas de los buques "construidos en Inglaterra".
Atrás quedó la pretendida gloria descubridora,
deslucida por la conquista genocida tras el oro
maldito.
Redimida España por el trabajo
de su pueblo auténtico, que no tiene sangre real ni
apellidos de nobleza, colaboró incluso con el
crecimiento de esta parte de América, tierra de
gloriosas gestas logradas con la ayuda de su mayor obsequio: el
caballo y escritas en letras del mejor dorado: el idioma de
Cervantes.
De estas nuevas generaciones no llegaron más a
estas tierras segundones de Castilla a obtener oro de cualquier
forma para luego comprar títulos de falsa nobleza, sino
hombres de trabajo de verdadera nobleza. (5)
Estos nuevos inmigrantes se sumaron a los de otras
naciones y los hijos de todos ellos somos los nuevos criollos
que no odiamos al indio y lo consideramos el mejor
guardián de la pureza de la tierra que también
nos pertenece.
En América también, pero en tiempos
más recientes, California sufrió la fiebre del oro.
Llegaron de todo el mundo buscadores y
aventureros pero quedaron muy pocos pobladores. En 1920 el agua
disponible sólo permitía la vida de 250.000
personas.
En cambio el agua traída por el genial Willam
Mulhollnd a través de 400 kilómetros
convirtió a California en la quinta
región-potencia del
mundo que permitió la vida y el progreso de 36.000.000
de habitantes. (6).
Es que el oro sólo trae codicia y el agua, en
cambio, trae riqueza.
¡ Y pensar que ahora, por unos kilos de oro
– que no serán nuestros – envenenan nuestras
aguas, fuente de nuestra futura riqueza colosal !.
¿Conocerán nuestros ignorantes
políticos el ejemplo de California?.
¿Sabrán que estos procedimientos
mineros "se chupan el agua"?.
"Se chupan el agua" – dice la Iglesia
Católica en el documento de la Pastoral "Social de la
Diócesis de Bariloche – y no hay agua en la meseta
para la cantidad que estos megaemprendimientos requieren.
(2)
Ojalá sólo la chuparan. La usan, la
envenenan y la hacen "desaparecer". Veamos por ejemplo los
datos que
la empresa
internacional Barnick Gold presentó a la Dirección de Minería de San juan.
Declara que se gastarán 151.000
litros de agua por día, o sea 19 millones
durante todo el proyecto. Agua
que será contaminada y que harán "desaparecer"
volcándola a los ríos o la absorberán las
napas de las que luego tomaremos el "agua
potable". (7)
Esto sin contar con los accidentes
"inesperados" que fatalmente siempre aparecen. Veamos unos
ejemplos:
Enero 2000. Catástrofe de Baia Mare
(Rumania). El derrame imprevisto de cianuro afectó a
2.500.000 personas en Hungría, Rumania y
Yugoslavia.
Diciembre de 1992. Catástrofe de Summitville
– Colorado – EEUU. Derrame de cianuro, la
compañía quebró dejando daños que
costaron 150 millones de dólares. Eliminó la vida
a lo largo de 27 Km. del río Alamora.
1995. Catástrofe de Guyana. Se
derramaron por accidente 3,2 millones de litros de agua con
cianuro. Mató todo lo que tocó a lo largo de 4
Km. Del río Essequibo.
La lista continúa y es larga.
(8)
¡Qué sucederá si un día hay
un movimiento
sísmico en la zona de una de estas minas!. No hay
membrana que retenga estos lagos de agua con cianuro.
Inevitablemente irán a contaminar las capas
freáticas.
Las Direcciones de Minería les han solicitado
los coeficientes sísmicos de las membranas pero
jamás han aclarado debidamente el punto. (9).
¿Qué argumento "químico"
podrán aducir los ingenieros defensores frente a los
accidentes tan comunes en todo el mundo?.
¿De que mármol las mineras les hacen las
caras a estos expertos que las defienden?. Seguramente no
será del mismo que Miguel Angel usó para esculpir
el David.
(Conclusión)
Retornando al comienzo de este trabajo, observemos
nuevamente a los batracios. Japón
es un país altamente tecnificado. Su mayor problema es
la protección.
Debido al proteccionismo sus cultivos de arroz le
cuestan nueve veces más que si lo importaran. Pero con
los terremotos
no hay proteccionismo posible. Sólo se pueden
prevenir.
Así pues, han inventado todo tipo de sensores
sofisticados. Sin embargo nada supera la observación del comportamiento de las ranas.
Ellas les anuncian los movimientos sísmicos,
con la debida anticipación mejor que cualquier aparato
tecnológico.
Es que la Creación puso en los seres más
insignificantes, dotes que le ha negado al hombre,
quizás para llamarlo a cordura cuando su vanidad
egocéntrica lo hace creerse Dios.
Es así como el humilde sapo nos explica por
qué el hombre no
detiene el avance de la contaminación que lo
llevará a la muerte.
Despacio se está acostumbrando a ella. Pronto
será puchero.
CITAS Y FUENTES:
(1) Winston Manrique – Madrid
– El Pais 24/10/2004.
Reprod. Andres Aldao "TODO por el pensamiento"
Israel.
(2) Reflexiones sobre la actividad minera Pastoral
Social de la Diócesis de Bariloche (2004)
(3) El Argendolar – Lelio Merli –
(2002)
Archivos Minist. Econom. OTEM/2 NOP 3294 /
2002.
(4) Heraldo Ruddy González – Trelew
– Argentina Indimedia (14/2/2003)
(5) Segundones de Castilla – Frase
española (Resentidos Sociales por no ser
primogénitos)
(6) Acuaducto Argentino Ing. Pablo Broestein
(2003)
Prof. Titul. Cátedra de Hidráulica
Uni.Tec. Nac. Reg. Avellaneda
(7) Humberto Kadomoto . Esquel – Chubut
(2004)
(8) Dra. Silvia González y Lic. Marte Sabores
.
Fac. Ciencias
Nat.- Uni. Nac. Patagonia
San J. Bosco
(9) Hugo González – Ing. en Minas – San
Juan .
Diario La Séptima (25/9/2004)
Por
Lelio Merli
Editor de El Fiscal Autor
de: Coloquio Continuo – Mis Memorias .
Enlazando Recuerdos Rosario (2000) – Argentina
(IAR-Noticias)
09-Mar-05