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Reacciones frente al progreso tecnológico




Enviado por cristina88



    La Globalización, la Sociedad de la
    Información, la Sociedad del Conocimiento,
    la Era de las Telecomunicaciones… son denominaciones del
    contexto posmoderno con las que, algunos, ya estamos
    familiarizados; sin embargo, suenan un tanto abrumadoras porque
    ellas son sinónimo de revolución
    tecnocientífica, económica, social, cultural,
    religiosa, etc.

    Es aquí cuando empezamos a ver que el mundo ya no
    es el de antaño; por tanto, tratar de dar respuesta a las
    cuestionamientos que nos expone este nuevo mundo con resoluciones
    viejas y tratar de sentir y vivir nuevamente el pasado con un
    cuerpo diferente al del pretérito, son graves fallas que
    nos llevan a repetir con desdén: "todo tiempo pasado
    fue mejor", "el mundo cada día está peor", "ya se
    acerca del fin del mundo".

    Frases comunes de la cultura senil;
    por esto, a quien asuma esta actitud
    empeñada en conservar el orden típico de las cosas,
    lo apodaremos "El Abuelo" (esto no quiere decir que las personas
    que realmente lo sean, tengan estas características), el
    cual vive hacia delante, pero piensa hacia
    atrás.

    En este sentido, la Generación –Net
    posiblemente no tenga problemas de
    esta índole; pero las generaciones que están en
    transición (entre la modernidad y la
    posmodernidad), tienden a ser "abuelos", ya que,
    comúnmente, se resisten al cambio y se
    refugian en ideologías apocalípticas: "Es claro que
    nuestra cultura optó en el pasado por el modelo de la
    moralidad. La
    formación moral
    consistió para nosotros en una enseñanza de normas (casi
    siempre formuladas negativamente) y tuvo como criterio de
    moralidad el cumplimiento del deber".

    Por ejemplo, una transformación que escandaliza a
    la mayoría de adultos y de ancianos, es que la sociedad
    actual ahora depende de la velocidad, del
    conocimiento, del saber, más que del hacer; todo esto,
    producto del
    flujo continuo de la información en tiempo real que llega
    hasta los lugares más recónditos del planeta, a
    través de los, cada vez, más perfeccionados
    medios de
    comunicación.

    Es así, como entendemos que el grado de
    sofisticación de los canales de comunicación, se mide en cuanto a la
    velocidad que tienen estos, para llevar y traer un(os)
    mensaje(s), donde el "transmitir" queda subyugado al
    "ya".

    En consecuencia, la necesidad axial que nos exige este
    mundo global para vivir "bien", es permanecer enchufados a la
    realidad, que además es provisional, y, por tanto, exige
    actualización constante.

    De esta manera, cuando la Revolución
    Industrial madura para dar paso a la Revolución de la
    Información, entendemos por qué la
    utilización de la información ya no es una
    elección, sino una obligación.

    En este orden de ideas, podemos afirmar que al contrario
    de lo que muchos apologistas piensan, las novedosas
    tecnologías no cierran las brechas sociales, sino que
    agravan la desigualdad entre aquellos que tienen acceso a estos y
    lo que no y, entre aquellos que saben utilizarlos y aquellos que,
    disfemísticamente, son tildados de "analfabetas
    tecnológicos".

    Sin embargo, la
    personalidad de "El Abuelo", sólo se enfoca en lo
    negativo y estas posiciones maniqueístas no son acertadas
    para comprender y, por tanto, juzgar el entorno que hoy nos
    circunscribe.

    La necesidad apremiante es entonces, juzgar el ahora con
    argumentos actuales, adaptados a la contemporaneidad, ya que de
    lo contrario, si "los abuelos" empiezan a ser mayoría,
    podríamos caer en actitudes
    leseferistas (dejar de hacer las cosas).

    No obstante, existe otro bando (donde puede caber la
    Generación-Net), al que no nos interesa
    pertenecer.

    Aquí están las personas que se entregan
    con total desmedida a los "beneficios" de las nuevas
    tecnologías, inmersos en las fantasías y
    promesas posmodernas que nos llevan a reencantarnos del mundo,
    luego de la "funesta" Modernidad. Estos, quienes asumen la
    personalidad
    de "El Quijote" -personaje de la obra "El Quijote de la Mancha"
    de Miguel de Cervantes
    Saavedra- y son soñadores, defienden a ultranza los
    avances
    tecnológicos, sobre todo, el acceso a la Red y el uso de los mass
    media
    , donde alegan que estos posibilitan la "experiencia
    ¡ajá!", cuando ven en ellos realizados los ideales
    de democracia
    virtual, desmasificación de las sociedades; y,
    con ello, el advenimiento de la heterogeneidad que consolida la
    identidad
    cultural, la descentralización del poder,
    etc…

    Tantas promesas que sólo nos permiten deducir,
    que el quijote contemporáneo es quien ve las cosas
    miopemente, pues utiliza las herramientas
    técnicas sin ninguna restricción
    confiando en que no existen riesgos
    perniciosos, ocultos en dicho consumo.

    Estas son pues las dos personalidades extremistas, y,
    por lo mismo, antagonistas que encaran a la contemporaneidad, las
    cuales están apresadas por el desmesurado progreso
    tecnocientífico y la
    Globalización..

    Pero frente a estos fenómenos que se ramifican
    dualmente, entre los efectos positivos y negativos, surge otro
    tipo de personalidad propia de la posmodernidad, a quien poco o
    nada le importa la historicidad que explica el advenimiento de
    estos fenómenos y su repercusión en el futuro: "En
    la posmodernidad todo se diluye en el instante y en la pluralidad
    de eventos; no hay
    algo que realmente estructure todos los sucesos; de ahí
    que todo se oriente a vivir el presente, asumir lo inmediato, a
    disfrutar el instante". Esta es pues, la actitud de "El
    Adolescente". ¿Y por qué este apodo? Porque
    generalmente, la etapa de la adolescencia
    se caracteriza por asumir la realidad presente y de ahí
    para adelante o para atrás… no hay nada.

    Por esta razón, dicha etapa en la que la
    elaboramos el duelo de la personalidad pueril, en la
    mayoría de los casos, representan un dolor de cabeza para
    los padres.

    En este sentido, la Mundialización del mundo
    (valga la redundancia), que se da, sobre todo, por la
    digitalización de las comunicaciones
    es un hecho que puede acarrear efectos positivos, pero
    también, daños irreversibles.

    Aquí, podemos estar de acuerdo con Paul Virilio
    cuando asevera que "la invención de una máquina, es
    la invención de su accidente"; aunque a la final, esto no
    dice nada nuevo, porque cualquier creación, así no
    sea técnica, potencialmente puede servir para el bien y/o
    el mal. En cuanto a las nuevas herramientas
    tecnocientíficas, que lógicamente también
    acarrean consecuencias ambiguas, la manipulación de
    éstas soluciona dicha paradoja, inclinando la balanza de
    un lado o del otro.

    Con todo esto, podemos confirmar que el mundo es otro, y
    mañana será diferente a este "otro"; entonces, si
    bien es fundamental la historia para comprender el
    hoy, y si bien es importante elaborar hipótesis sobre el futuro, para reconocer
    los posibles efectos, a mediano y largo plazo; es fatal invertir
    nuestros esfuerzos en tratar de analogar la actualidad con el
    ayer, en ver la cosas que sólo nos convienen, o en
    relajarnos, para dejar que el presente, por sí solo, siga
    su curso evolutivo.

    En definitiva, si bien las paradojas de la Era
    Tecnológica nos hacen proclives a ser ultraizquierdistas
    (aquí está "El Abuelo") o ultraderechistas
    (aquí encontramos al hidalgo soñador, "El
    Quijote"), es menester evitar estas posturas; y también
    las neutras (donde se consolida "El Adolescente").

    Así, lo más conveniente es advertir sobre
    lo que a simple vista parece ser color rosa, pero
    donde la mirada minuciosa deja entrever un sinnúmero de
    inminencias que se pueden evitar; o por lo menos, relentecer si
    hayamos una política conciliadora
    (no neutra) entre los apologistas e idealistas, que guíe
    la manipulación de los elementos tecnológicos y
    nuestra participación en la Sociedad de la
    Información (la cual está bajo la penumbra
    global).

    Así pues, nuevamente se puede entrar en
    convergencia con la premisa viriliana de que "hay que criticar el
    progreso, para que realmente haya progreso", aunque este hijo
    de la guerra
    (como se hace llamar), sustenta sus
    críticas basadas en traumas del pasado, asumiendo la
    personalidad de "El Abuelo", lo cual nos lleva a etiquetar a las
    nuevas tecnologías como malas; y esta no es la actitud que
    aquí se pretende halagar, pues ninguna máquina es
    buena o mala por sí sola.

    Mejor dicho, lo que sabemos con certeza hasta ahora, es
    que debemos mirar de una forma distinta la sociedad actual y
    asumir el reto de evitar dejarnos arrastrar por las tres
    personalidades aquí descritas.

    En fin, la Cultura Net es la nueva sociedad que puso en
    desuso, por así decirlo, a la utilización de los
    libros, a
    la
    educación por transmisión, a la
    valoración del hacer sobre el saber; y al del capital
    material sobre el capital
    intelectual… pues ya tienen otro eje: la
    información, el
    conocimiento, la
    comunicación y la actualización, cambios que ya
    no son adaptables a la antigua moral; es necesario entonces, otro
    esquema de valores
    apropiados para la idiosincrasia, y, en general, vida de quienes
    conforman la Sociedad de la Información y del
    Conocimiento.

    BIBLIOGRAFÍA:

    – VIRILIO, Paul. Velocidad, vejez del
    mundo.

    Revista Universidad del
    Valle. Cali. Nº 13

    (abril de 1996); p. 178-184

    – RESTREPO GALLEGO, Beatriz. En torno al concepto de
    valor.

    En: Rev. Alma
    Máter. Medellín. Nº 477

    (may. 2000); p. 3.

    BETANCUR, Álvaro. La Nueva Era: el retorno de lo
    religioso en la Posmodernidad.

    En: Rev. Cuestiones Teológicas y
    Filosóficas. Medellín. Vol 24, Nº
    64

    (II – 1998); p. 7- 26.

     

     

    Autor:

    Cristina Serna Duque

    (estudiante de Comunicaciones – Universidad de
    Antioquia)

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