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Perspectiva de la salud mental como factor de desarrollo humano




Enviado por deoliveira2112



    1. Objetivos
    2. Introducción
    3. Marco
      Teórico
    4. Conclusiones
    5. Anexos
    6. Referencias
      Bibliográficas

    OBJETIVOS

    OBJETIVO GENERAL.-

    Describir la relación existente entre aspectos de
    la salud mental y el
    desarrollo humano

    OBJETIVOS ESPECÍFICOS.-

    • Comparar las estadísticas de salud mental y trastornos
      mentales entre diferentes países de acuerdo a su
      índice de desarrollo humano
    • Describir los impactos de la salud sobre algunos
      indicadores
      macroeconómicos
    • Describir el vínculo existente entre la salud
      mental y escenarios sociales
    • Resumir diferentes propuestas para mejorar el
      contexto de la salud mental

    METODOLOGÍA

    TIPO DE INVESTIGACIÓN.-

    De acuerdo a Noguera (1982), el presente trabajo es de
    tipo Documental, dada la característica primordial de
    realizar una revisión bibliográfica y documental
    acerca del tema.

    DISEÑO DE INVESTIGACIÓN.-

    Según Hernández, Fernández y
    Baptista (1991), por la naturaleza no
    experimental del trabajo de investigación, el diseño
    es de tipo correlacional, debido al interés en
    establecer descripciones relacionadas entre las variables del
    tema (salud mental y desarrollo humano).

    INTRODUCCIÓN

    El presente trabajo es una aproximación a la
    problemática existente en relación a la salud
    mental mundial y el desarrollo
    humano de los países. El abordaje de tipo documental,
    permitirá examinar el estado de
    la cuestión, comparando los conceptos conocidos por las
    disciplinas que las emprenden y las estadísticas que se
    observa en el mundo.

    Para ello, la aproximación es hecha en 4 puntos:
    un primer punto que muestra la
    definición del desarrollo humano y un pasaje breve por los
    índices de desarrollo humano de algunos países del
    mundo. Aquí se cuestiona la longevidad como uno de los
    indicadores de desarrollo a falta de calidad de
    vida a lo largo de la existencia de las personas.

    Un segundo punto, donde se definen y muestran
    estadísticas acerca de los trastornos mentales. En este
    espacio se establecen comparaciones, por un lado entre los
    países de alto desarrollo, y de medio y bajo desarrollo
    por otro lado, dando cuenta de ciertos elementos pertinentes a la
    problemática mundial, donde los trastornos mentales se
    encuentran en los primeros lugares entre las enfermedades del
    mundo.

    El tercer punto se trata del impacto de los trastornos
    mentales y su relación con lo socio-económico; se
    aproxima al problema económico de las naciones por la
    inversión en salud, y las carencias
    significativas que sufre la población por las dificultades en el acceso
    a la salud. También se destaca y predice la consecuencia
    de mantener la incidencia en trastornos mentales, dibujando un
    panorama social delicado.

    Por último, las propuestas multidisciplinarias
    que aportan algunos autores en materia de
    salud y desarrollo socio-económico, partiendo de la
    comprensión de la interacción que se ejercen entre estos dos
    ámbitos.

    La salud mental y el desarrollo humano en principio, van
    en forma paralela, lo que permite abarcar en esta
    investigación ciertos elementos que intentarán
    explicar las condiciones señaladas a lo largo del texto.

    MARCO TEÓRICO

    1. EL DESARROLLO HUMANO.-

    El Desarrollo Humano se ha convertido en fuente de
    atención por parte de todas las naciones
    del planeta, deviniéndose en el fin deseado de cada uno de
    los países.

    Para ello, ha sido preciso crear instrumentos de medida
    que permita acceder en qué proporción ha ocurrido
    tal desarrollo, iniciándose por una búsqueda
    cuantitativa, para finalmente entender el marco contextual en el
    que se ha desarrollado el ser humano, o lo que es lo mismo, el
    habitante de cada país.

    La Organización de Naciones Unidas
    (ONU) a
    través del Programa de las
    Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), han creado un
    instrumento denominado Índice de Desarrollo Humano (IDH),
    que mide el logro medio de un país, mediante 3 dimensiones
    a saber: 1) Vida larga y saludable; 2) Conocimientos y 3) Un
    nivel de vida decente, expresados operacionalmente a
    través de: 1) Expectativa de Vida; 2) Matriculación
    y Alfabetización; 3) Producto Interno
    Bruto (PIB) real per
    cápita respectivamente (PNUD, 2005).

    La combinación estadística permite expresar un
    número que indica el grado en que un país
    está desarrollado, aspirando entre otras cosas que
    cualquier persona logre
    vivir de forma longeva, que aspire un grado de instrucción
    alto, y por ende, adquiera ingresos
    económicos que le permita un nivel de vida óptimo,
    pero en ocasiones observamos que no es tan simple el asunto, ya
    que cualitativamente los números parecen mostrar una parte
    de la realidad.

    Sí bien es cierto que se consideran otras
    variables para el análisis, como la inversión, las
    tasas de
    interés, entre otras, la meta de toda
    sociedad es
    alcanzar un buen nivel de vida, de acuerdo a los ingresos y
    estilos de las mismas (Huayamave, 2003a). Siguiendo a este autor,
    se deben tomar aspectos materiales
    como los ya mencionados, igual que los aspectos inmateriales como
    libertad de
    opinión, de tránsito, acción,
    para determinar el grado de desarrollo socio-económico, y
    eso toca puntos como la pobreza,
    la
    educación, la salud, la corrupción
    por ejemplo, que influyen en la elevación o
    disminución del nivel de vida, pero en definitiva, la
    nación
    crece de acuerdo al desarrollo de las personas.

    1.1 POLÍTICA SOCIOECONÓMICA

    El desarrollo humano es viso por Huayamave (2003a), como
    una buena redistribución a quienes poseen pocos ingresos,
    fortaleciendo el sistema
    educativo y salud, generando como consecuencia desarrollo y
    bienestar, sin embargo, se puede observar el porcentaje de la
    población mundial e ingresos según condición
    de desarrollo mencionados por el autor:

    • Países Pobres o subdesarrollados: 27% de la
      población mundial; 6% de los ingresos
      mundiales
    • Países en desarrollo: 17% de la
      población; 11% de ingresos
    • Países en reciente industrialización:
      3% de población; 3% de los ingresos
    • Países industriales: 17% de la
      población; 49% de los ingresos
    • Países petroleros ricos: 4% de la
      población y 4% de los ingresos
    • Países comunistas y excomunistas: 33% de la
      población; ingresos indeterminados.

    Esto habilita la visión de desigualdad e
    inequidad en la distribución de los ingresos en el mundo,
    interviniendo en el modo en que desarrollan los países,
    guardando a su vez relación con la política
    socio-económica adoptada por el país. Por tanto, es
    en este punto cuando el Estado muestra
    su mejor argumento de acción, cuya función es
    reguladora y estabilizadora, como lo afirman Peña,
    Peña, Luna y Armas (2002), en
    consonancia con Huayamave (2003a), cuya finalidad es estabilizar
    el bienestar y el desarrollo de la sociedad, a través de
    mucho empleo,
    inversión, tecnología y capital.

    Sin embargo, estos autores coinciden en sus
    análisis para los casos específicos de Venezuela y
    Ecuador, donde
    a pesar de altos ingresos (por petróleo y negocios
    respectivamente), aumenta la inflación, trayendo como
    consecuencia, inestabilidad y obstáculos al desarrollo.
    Peña et al (2002) destacan como las empresas de mayor
    crecimiento para el 2001 eran las de internet, metalurgia y
    gas natural,
    siendo las de menores producción la industria
    textil, de calzado, farmacéutico y agrícola,
    relacionados con el consumo de
    primera necesidad. Esto se cumple en gran parte del panorama de
    América
    Latina, donde a través de medidas neoliberales, las
    desigualdades se han acentuado, deviniendo como lo apuntan Vera y
    Rubio (2005) en diferencias "necesarias" para el desarrollo,
    generando impactos sociales, entre ellas la salud mental,
    producto del
    desequilibrio de diversas variables macroeconómicas.
    Continuando con la apreciación de Vera y Rubio (2005), es
    preciso distinguir entre "Crecimiento
    económico" y "Desarrollo económico", donde el
    primero se refiere a la expansión cuantitativa, y el
    segundo es de carácter cualitativo, en referencia al
    progreso social y tecnológico, puntal este que no se
    encuentra expresado en el IDH.

    Es posible entonces inferir la manera en que se ha
    llevado a cabo diferentes políticas
    socio-económicas que han traído como consecuencia,
    malestar y desequilibrio individual y social, expresados en
    conflictos
    sociales, políticos, generando un indicador importante
    mencionado por Rangel (2002), cuando en búsqueda de
    modelos
    alternativos para el desarrollo, detecta en palabras del Premio
    Nobel chileno Max-Neef que la economía no estudia
    nada más a los seres humanos en su racionalidad, no se
    mueven nada más por ello, sino por sus sentimientos
    (miedo, pasión, intuición, agrado, aprecio), y es
    necesario rescatarlo para poder pensar
    en algún modo de desarrollo.

    Ahora bien, tanto el crecimiento como el desarrollo
    socio-económico, lo generan las personas, que en muchas
    ocasiones, no están alfabetizadas y en bajas condiciones
    sanitarias. Dada la existencia de brechas de pobreza, marginalidad,
    inequidad en la distribución de los ingresos, impacta
    ineludiblemente en el estado de salud de los habitantes de un
    país, donde muchas veces los centros de salud están
    lejos del hogar, se carece de recursos para las
    consultas o medicaciones y además, se abandona (o se es
    expulsado) del empleo debido a enfermedad, influyendo a su vez en
    que sí la población se halla con bajas condiciones
    de salud, necesariamente mermará el crecimiento
    económico, por lo que obliga concebir una pregunta en
    sintonía con la calidad de vida y
    bienestar: ¿de qué vale extender la vida, sí
    no hay calidad en la existencia, ni fácil acceso a la
    salud?, y esta pregunta se ha intentado responder a lo largo de
    muchas investigaciones.
    Veamos el estado de la cuestión.

    2) LA SALUD Y LA SALUD MENTAL.-

    La salud es definida por la
    Organización Mundial de la Salud (OMS) como "un estado
    de completo bienestar físico, mental y social, y no
    sólo la ausencia de enfermedad o dolencia" (1947:
    Definición de la OMS).

    Ya de entrada, se aprecia la connotación de "no
    solo ausencia de enfermedad", ni del solo aspecto físico
    en particular, sino una categoría integral que admite
    interacción entre lo físico, lo mental y lo
    social.

    De allí, como apunta la Comisión Mexicana
    de Macroeconomía y Salud ([CMMS], 2004), la
    salud y el desarrollo
    económico se influyen mutuamente, donde un mejor
    ingreso permite mejor salud, y una mejor salud poblacional
    permite un mejor desarrollo nacional, por tanto, programas
    orientados a una buena salud contribuye a reducir la pobreza a
    nivel global (Lennock y Ehrenpreis, 2003).

    Dentro de las diversas dimensiones relacionadas con la
    salud y para efectos del presente trabajo, delimitaremos tratando
    el aspecto de la Salud Mental, tomando en cuenta su
    interrelación con lo físico y el desarrollo
    humano.

    2.1 LA SALUD MENTAL

    Según López, Moreno, Patiño,
    Pereira y Pestana (2003), se entiende por salud mental un derecho
    fundamental de vivir en equilibrio
    emocional, que admitiendo variabilidad en la vida del ser humano,
    no implique más esfuerzo del necesario para mantener dicho
    equilibrio.

    Esta definición concede la aceptación
    natural de que en la vida hay realmente momentos de inestabilidad
    propias de las crisis
    evolutivas y sociales, y que la persona comporta en
    búsqueda de la homeostasis o
    equilibrio; pero más allá, implica también
    no un mero equilibrio, sino un bienestar psicológico y
    social total del individuo (De
    Micco, De Santis, Petrillo, Spezia y Zak, 2000), y que desde un
    inicio que pudiera ser caótico, se emplea un monto de
    energía mental para organizar nuestra individualidad y
    sociedad, requiere por tanto, de un esfuerzo sostenido (Isla,
    2000). Este esfuerzo sobreentiende un desgaste mental, que
    necesita ser compensado mediante el bienestar, que siendo un
    concepto
    complejo, parte como lo indican García-Viniegras y
    González (2000), de la satisfacción personal con la
    vida y su relación con el entorno micro y
    macrosocial.

    Desde esta perspectiva, lo mental trasciende lo
    meramente biológico, por lo que las autoras destacan el
    esfuerzo en la investigación por determinar
    categorías psicosociales que influyen en el bienestar; por
    un lado, puede ser subjetivo, manifestado por el sentir y pensar
    a través de la experiencia, mientras que la tendencia
    objetiva busca variables socio-económicas. La
    interacción entre ambas tendencias es la que
    determinará el grado de bienestar del individuo. Caso tal
    de la escala de
    acontecimientos vitales de Holmes-Rahe, descrito por López
    et al (2003) instrumento creado en 1967 cuyo propósito es
    medir el grado de intensidad o estrés que
    perciben las personas frente a determinados acontecimientos de la
    vida, de 43 ítems que compone la escala, al menos 11 de
    ellos tienen que ver con aspectos laborales y financieros,
    mostrando como ejemplo, como tópicos
    socio-económicos inciden de forma importante en la salud
    mental, pudiendo generar estos trastornos mentales, y en
    consecuencia, desencadenar pautas de comportamiento
    inadecuados y hasta patológicos, del mismo modo que pueden
    causar enfermedades físicas.

    Notando como el concepto de salud mental cobra una
    importancia capital en el desarrollo humano, sin embargo, se
    alcanza encontrar contradicciones y cifras significativas en
    cuanto al análisis llevado a cabo, basado en los valores
    hallados para países con alto desarrollo humano y altos
    ingresos comparados contra aquellos de mediano y bajo desarrollo
    humano y mediano o bajos ingresos, que para este caso, se
    tomarán mediante las estadísticas de trastornos
    mentales de distintos países considerados según su
    condición de desarrollo y continente donde se
    ubica

    2.2 LOS TRASTORNOS MENTALES

    Se entenderá como trastorno mental, todos
    aquellos padecimientos y enfermedades que perturban el estado
    psíquico, emocional y conductual de la persona, y para
    ello se utiliza el manual de
    clasificación internacional de las enfermedades en su
    décima versión (CIE-10) de la OMS. Por
    consiguiente, la categoría de trastorno permitiría
    entrever la desviación de una pauta de comportamiento, al
    mismo tiempo que la
    ambigüedad del término en español,
    considerando incluir diversas desviaciones en grandes
    categorías (OMS, 1992). A través de la codificación internacional, se pueden
    mostrar estadísticas sobre trastornos mentales.

    En primer lugar, la OMS (2001) mostró
    estadísticas sobre salud mental, detectando que
    aproximadamente un 25% del mundo es afectado alguna vez en la
    vida por un trastorno mental, representando que 1 de cada 4
    familias posea al menos un miembro con un trastorno mental
    diagnosticado.

    Para el 2001 según la OMS, 4 de de las primeras
    10 causas mundiales de discapacidad son
    trastornos mentales, siendo la depresión
    la 4ta causa con 4,4% del mundo, apareciendo luego la esquizofrenia,
    los trastornos bipolares y el consumo de substancias.

    Otra gran dificultad mostrada dentro del espectro de
    trastornos mentales es la comorbilidad. Se entiende por
    comorbilidad la existencia de 2 ó más padecimientos
    simultáneamente. La comorbilidad mental presenta un alto
    porcentaje, estimado en 79% de los diagnósticos, siendo
    los más frecuentes la Depresión clínica,
    desórdenes por ansiedad y consumo de substancias, en
    comparación al 21% de diagnósticos
    únicos.

    Existe una medida importante en relación al tema
    denominado "Años de Vida Ajustados a Discapacidad" (AVAD),
    entendiéndose como la unidad de carga global de morbilidad
    y la eficacia de la
    intervención en salud (Banco Mundial,
    1996; Brundtland, 2000). Para efectos del cálculo,
    se toma en cuenta el número de años vividos de una
    persona (o población) por muerte
    prematura comparado con una expectativa de vida teórica, y
    el número de años vividos con la discapacidad. Esto
    nos muestra el número de años perdidos debido a
    enfermedad. Desde esta perspectiva, los trastornos mentales
    representan el 12% mundial de todos los AVAD perdidos para 1998
    (Brundtland, 2000), ubicándose en el 3er lugar mundial de
    morbilidad.

    A través de los AVAD, se ha podido conocer las
    principales causas por región:

      • África: consumo de drogas
    • América: consumo de alcohol
    • Mediterráneo Oriental: trastorno
      obsesivo-compulsivo y ataques de pánico
    • Europa: consumo de alcohol
    • Asia sudoriental: depresión
    • Pacífico occidental: esquizofrenia

    Se distingue los principales motivos de morbilidad por
    región-OMS, y en el cuadro anexo se observa el porcentaje
    de años perdidos o vividos con discapacidad mental, donde
    la zona pacífico occidental presenta porcentajes muy altos
    en comparación con las otras regiones. Aun así,
    África y Asia indican 18 y
    27% respectivamente de AVAD perdidos, mientras América
    y Europa 43% cada
    uno.

    Ahora bien, desde la perspectiva de ingresos y
    desarrollo, los países con mayor desarrollo (p.e: Alemania,
    Francia,
    España)
    exhiben un porcentaje de trastorno mental mayor a los
    países en desarrollo (China e
    India) (OMS,
    2001), igual índice señala Brundtland (2000), donde
    los trastornos mentales componen 23% en países con
    ingresos altos, frente a 11% en países con ingresos bajos.
    Ahora bien, las estadísticas se invierten en cuanto a
    enfermedades físicas (HIV/SIDA,
    cáncer, enfermedades
    cardiovasculares), donde hay mayores cifras en países
    de bajos ingresos que los de altos ingresos.

    2.3 ESTADÍSTICAS SEGÚN PATOLOGÍA
    MENTAL

    Este segmento resulta complicado de establecer, dado la
    gran dificultad que acarrea hallar estadísticas en esta
    área que resulten confiables, sin embargo, es posible
    fijar algunas cifras que permitan llevar a cabo algunas
    comparaciones, facilitando explicaciones en el campo de la salud
    mental.

    Algunas son controvertidas en la medida que existen
    disputas entre las posturas congénitas en la
    adquisición de la enfermedad y lo genético; para
    ese trabajo la óptica
    es dialéctica, ambas posturas influyen en la
    aparición de los trastornos mentales.

    Entre los términos importantes para interpretar
    resultados, hallamos el de prevalencia, que significa la
    cantidad de población quienes poseen una enfermedad en
    cualquier período, mientras que incidencia se
    refiere a la tasa anual de los casos nuevos y
    diagnosticados.

    De igual manera, se versarán los resultados sobre
    4 diagnósticos importantes esquizofrenia, trastornos
    depresivos, trastornos bipolares y trastornos de
    ansiedad

    2.3.1 ESQUIZOFRENIA

    Se trata de una enfermedad crónica
    neuropsicológica, cuyos principales síntomas
    consisten en alucinaciones (percepciones sin objeto) que pueden
    ser visuales, auditivas y cenestésicas, y en delirios,
    consistentes en ideas inverosímiles y solo creídos
    por el enfermo, por lo que el paciente manifiesta distorsiones
    preceptúales y emocionales (OMS, 1992).

    Se observa una tendencia de inicio al final de la
    adolescencia
    en varones y entre los 25 y 35 años en mujeres, por lo que
    sugiere una herencia genética o
    anomalía cerebral, pero ciertas cifras pudieran sugerir
    otra lectura de la
    situación; hay una tendencia a pensar que existen tasas
    similares de esquizofrenia en todos los países (alrededor
    del 1,1%), pero se hallan valores
    más altos en países con IDH alto (Diseases Center,
    2003).

    Por ejemplo, Estados Unidos
    tiene una prevalencia de 2,2%, calculándose que 7,2 x 1000
    habitantes sufren del trastorno, siendo de hecho más alto
    que el mal de Alzheimer y la
    Esclerosis múltiple (National Institute of Mental Health,
    s/f: Trastornos de la Salud Mental; Diseases Center, 2003). Tasas
    aproximadas al 2% de esquizofrenia se presentan en Suecia,
    Japón,
    Reino Unido, Francia Alemania y Canadá, de hecho en este
    último país, esta enfermedad es una de las
    principales causas de hospitalización (Health
    Canadá, 2002); mientras que países como Brasil, Arabia
    Saudita, China y Venezuela presentan prevalencia del
    1%.

    Este trastorno, sin tratamiento puede haber
    recaídas en un 80% en los siguientes 2 años, y en
    un periodo de 10 años, se logran recuperar completamente
    (con los tratamientos actuales) 25% de los pacientes,
    representando un gasto alo en consultas y medicaciones. En
    Estados Unidos, 22% de los esquizofrénicos viven en
    albergues, prisiones y hogares de cuidado, mientras que un 5 % se
    hallan en hospitales.

    Ha sido una enfermedad altamente degenerativa,
    además de estigmatizante, impidiendo que los enfermos
    puedan incorporarse a sus empleos, estudios y
    familias.

    2.3.2 DEPRESIÓN

    Es un desorden que entra en la categoría de
    trastorno del humor, consistente en ánimo depresivo,
    desinterés, con pérdida del disfrute por las
    actividades, culpabilidad,
    sentimientos de inferioridad e inutilidad, perspectiva
    sombría del futuro, siendo frecuentes las ideaciones e
    intentos suicidas (OMS, 1992). Es más frecuente en mujeres
    que en hombres.

    Es la 4ª causa de morbilidad mundial con 4,4% (OMS,
    2001), y la primera entre las enfermedades mentales. Es posible
    confundirla con estados de ánimo triste de corta
    duración, pero a nivel clínico, es más
    severo. En el Reino Unido, se calcula una prevalencia de 1 por
    cada 6 habitantes, sufren de depresión (Mental Health
    Foundation, 2003); en Estados Unidos se estima que entre un 5,3%
    y 9,5% de la población sufra depresión,
    aproximadamente 1 de cada 18 personas, detectándose que en
    más del 90% de los suicidios respondieron principalmente a
    depresión (National Institute of Mental Health, s/f:
    Trastornos de la Salud Mental; Diseases Center, 2003). En
    países de la región asiática sudoriental, es
    el principal problema mental, igual que en países de bajo
    ingreso y constantes conflictos sociales e intensos. Es
    presumible que la incidencia de depresión entre
    países de alto, mediano y bajo IDH sea similar.

    Otra situación es la comorbilidad que presenta
    ese trastorno, que tiende a asociarse a trastornos de ansiedad y
    consumo de substancias. Esto complica los tratamientos,
    consistentes en psicoterapia
    entre 1 ó 2 veces semanales, aunado a psicofármacos
    antidepresivos, que elevan los costos en salud y
    por tanto, establece un entramado mayor para acceder a servicios
    mentales.

    2.3.3 TRASTORNO BIPOLAR

    Conocido anteriormente como psicosis
    maniaco-depresiva,
    consistente en alteraciones del
    ánimo, donde la persona muestra periodos de alta
    actividad, euforia y exaltación, mientras otro periodo se
    observa síntomas depresivos marcados (OMS, 1992). Hay una
    ligera tendencia a ser más frecuente en hombres que en
    mujeres.

    Esta enfermedad resulta más compleja de
    registrar, ya que es posible ser diagnosticado de
    depresión inicialmente, hasta que el sujeto muestre
    algún episodio maníaco que permita modificar el
    diagnóstico, por lo que no hay
    estadísticas fiables. Sin embargo, se tiene que en Estados
    Unidos hay una prevalencia entre 1,2% y 1,7% (National Institute
    of Mental Health, s/f: Trastornos de la Salud Mental; Diseases
    Center, 2003). En el caso de Canadá, que para 1999, se ha
    detectado una alta incidencia, sospechándose vaya en
    aumento, donde 25 por cada 100.000 habitantes fue hospitalizado
    por trastorno bipolar, promediando 20,4 días de
    hospitalización (Diseases Center, 2003). En los
    países en vías de desarrollo y de bajos ingresos,
    no existen registros
    rigurosos, sin embargo, no es común el diagnóstico
    dentro de los servicios de salud. Al igual que los
    desórdenes anteriores, requiere de psicoterapia y
    medicación, pero genera una dificultad, sobre todo cuando
    el paciente está en episodio maníaco, ya que
    presume estar bien y no acude a control, pero la
    consecuencia es inestabilidad familiar, social y laboral.

    2.3.4 TRASTORNOS DE ANSIEDAD

    Comprende una gama de desórdenes, conocidos
    anteriormente como neurosis. La ansiedad exacerbada e
    irracional es el principal síntoma, y entre estos figuran
    los trastornos de ansiedad generalizado, ataque de pánico,
    fobia, obsesión-compulsión, estrés agudo y
    estrés post-traumático.

    En cuanto a las cifras mundiales, en el Reino Unido se
    encuentra que 1 de cada 10 habitantes sufren de ansiedad (Mental
    Health Foundation, 2003); en Estados Unidos oscila entre un 13% y
    16% de la población (National Institute of Mental Health,
    s/f: Trastornos de la Salud Mental), siendo afectados en mayor
    proporción los veteranos de guerra (30% de
    los pacientes con tal diagnóstico). Las fobias y el
    estrés post-traumático son los diagnósticos
    principales relacionados con ansiedad en Estados Unidos,
    tendiendo a aumentar en un 3% anual manteniendo constante la
    situación actual. Esto posiblemente sea mayor y variable
    en otras naciones que hayan participado en guerra o se encuentran
    en constantes conflictos y ataques terroristas (Inglaterra,
    España, Irak,
    Afganistán), donde los diagnósticos de
    estrés incrementan de forma vertiginosa y acelerada, al
    igual que ante desastres
    naturales, por ejemplo, el tsunami ocurrido en Asia a finales
    de Diciembre de 2004. En Australia, un 4,5% de la
    población reportaron tener problemas de
    ansiedad, con una prevalencia de 8,5 persona x 100.000 habitantes
    para 1997 (Diseases Center, 2003).

    Se puede apreciar en consecuencia, que los trastornos
    mentales afectan bien sea los procesos de
    pensamiento como los de humor, funciones
    psicológicas necesarias y propias del ser humano por medio
    de las cuales se efectúan las actividades personales,
    académicas, laborales, familiares, sociales, es decir,
    están presentes en toda ocasión, y una vez que
    aparece el trastorno, comienza una merma paulatina en las
    capacidades sociales, apreciable en el entorno, creando estigmas,
    rechazos, exclusiones, aislamiento, dificultades interpersonales
    entre otras, que van aumentando las estadísticas en forma
    insidiosa. Es apropiado acotar que aunque observamos cifras altas
    en los países, no se incluyeron otra gama de
    patologías como los trastornos de personalidad,
    ni los trastornos del desarrollo vistos en niños,
    niñas y adolescentes,
    ya que abultaría la magnitud del problema. Bastará
    con apuntar que las patologías tratadas aquí
    inician de alguna manera en las primeras etapas.

    3) IMPACTO DE LOS TRASTORNOS MENTALES EN EL
    DESARROLLO HUMANO.-

    Ahora, sí los trastornos mentales ocurren
    en forma individual, considerando las prevalencias, incidencias y
    comorbilidad, es pertinente examinar cuál es la influencia
    de los trastornos mentales en el desarrollo humano y el
    crecimiento socio-económico de un país.

    En el capítulo anterior, se mencionó que
    existen científicos cuya postura muestra herencia
    genética de las patologías, lo que
    presupondría estadísticas constantes y paulatinas,
    pero observamos que el estado de la cuestión es distinto,
    varía según las condiciones en las que se encuentra
    sumergida una nación
    o un continente, sugiriendo que hay otros factores que generen
    dichos trastornos e influya en el desarrollo humano.

    3.1 GASTO NACIONAL EN SALUD Y CRECIMIENTO
    ECONÓMICO

    La OMS (2001) enumera una serie de factores que
    determinan la generación y mantenimiento
    de patologías mentales, siendo las socio-económicas
    como la pobreza, la edad, el género, la
    situación política y económica del
    país, desastres socionaturales y enfermedades
    físicas entre otras, que inciden en la población.
    Por ejemplo, se ha revelado que por cada rico que sufra un
    trastorno, existen al menos 2 pobres. También hay una
    diferencia en la recuperación de los pacientes en
    países desarrollados; en el caso de la esquizofrenia, el
    63% de los pacientes se recuperan al cabo de 2 años,
    mientras que los países en desarrollo se recuperan el
    37%.

    Es posible cuestionarse por qué existen tales
    números en el mundo, y Brundtland (2000) ofrece una
    explicación, que pese a que las medidas a tomar pudieran
    ser simples, la salud mental no avanza por:

    1) Poca prioridad a la salud mental

    2) Centralización de los servicios de salud en
    grandes instituciones
    psiquiátricas

    3) Escasa aplicación de estrategias
    reconocidas

    4) Desconocimiento por parte de los agentes responsables
    de la salud

    5) Deficiencia organizacional

    6) Falta de medicación
    psicotrópica

    Sumado a tal situación, es necesario tomar en
    cuenta la inversión que realiza el Estado por concepto de
    salud, donde dichos montos y porcentajes destinados a ello
    conciben un entorno como el mostrado anteriormente. Como en
    muchas ocasiones no es factible desglosar el gasto
    específico en salud mental, se tomarán ciertos
    aspectos en salud, en términos globales.

    Estudiando las inversiones y
    el acceso a la salud que posee la población, observamos
    por ejemplo el porcentaje del PIB en Venezuela usado en salud,
    que es de un 1,72% anual en 2004, cifra que ha ido progresando
    (Sistema Integrado
    de Indicadores Sociales de Venezuela [SISOV], 2005), mientras que
    Estados Unidos dedica 2,5% del PIB a salud (OMS, 2001); Venezuela
    destina 14% del gasto social en salud (SISOV, 2005) mientras
    países como Reino Unido y Holanda destinan 22 y 23,2%
    respectivamente por el mismo concepto.

    En cuanto al presupuesto en
    salud por persona, para 2004, Venezuela dedicaba Bs. 58.994 per
    cápita, equivalente al cambio a 27$;
    Lennock y Ehrenpreis (2003) estimaron que los países en
    desarrollo consignaban 11$ per cápita, mientras hay
    países desarrollados que dedican hasta 2000$ per
    cápita. Aun así, dichos autores presumen que con
    aumentar 40$ más en los países en desarrollo, se
    pueden solventar suficientes problemas en salud de los
    pobres.

    A manera de ejemplo, se muestran a 13 países con
    sus respectivas inversiones por concepto en Salud per
    cápita, clasificados según su IDH (United Nations
    for Developmental Programme , 2002); entre los de IDH alto, se
    incluyeron Suecia, Canadá, Estados Unidos, Japón y
    Reino Unido; IDH medio a China, Arabia Saudita, Brasil y
    Venezuela; y entre los de IDH bajo a Uganda, Nigeria,
    Haití y Zambia. Se pude notar el monto de inversión
    en salud per cápita, medido en dólares, donde los
    países con IDH alto oscilan entre 1989$ y 4887$; los de
    IDH medio entre 224$ y 591$; por último, los de IDH bajo
    invierten entre 31 y 57$. Esto sugiere una idea del estado del
    sector salud, donde específicamente la salud mental
    está llevando una merma directa debido a la
    situación. Una lectura a dicho entorno, hace denotar que
    los países con IDH alto tienen altas inversiones, y a su
    vez, altas tasas de trastornos mentales, en comparación
    con los países de IDH medio y bajo que tienen bajos
    presupuestos
    en salud y menor tasa de trastorno mental, mientras que sí
    tienen tasas de enfermedades físicas (p.e: epidemias)
    altas en comparación con las otras naciones.

    Este panorama señala un estado de la
    cuestión de importancia, dado a que el capital humano de
    un país (sus habitantes) constituye un recurso vital para
    el crecimiento económico. Sí bien la
    inversión es una fuente de distribución de la salud
    a través de instituciones y sus programas, la realidad
    indica otro matiz.

    En México por
    ejemplo, el estrato más pobre no posee capacidad
    económica para acceder a los servicios de salud,
    razón por la que se vuelven crónicos los males; de
    hecho, los que más gastan, tienen menos recursos,
    resultando en un 60% de los ingresos en los hogares pobres, que
    son aproximadamente el 30% poblacional (CMMS, 2004).

    En Venezuela, el 35% del sector más pobre afirma
    no tener como pagar consultas y/o medicamentos, al mismo tiempo
    que en un 6% aseguran que los centros de salud se hallan muy
    lejos (SISOV, 2005). Este contexto se une con respecto a la
    incidencia de la pobreza estudiada por la misma fuente, que hasta
    el 2002 representaba el 48,6% de los hogares, y la brecha de la
    pobreza, donde se estima un 21,6% por debajo del valor de la
    cesta

    Los índices de pobreza humana y el porcentaje de
    población por debajo de la línea de pobreza, se
    pueden apreciar en el anexo 2, donde en el primer renglón
    oscila entre el 8 al 50% en países de IDH medio y bajo,
    mientras que en el segundo renglón, hay entre el 4 y 79%
    de la población por debajo de la línea de pobreza.
    Aquí se logra una idea de cómo lo económico
    afecta a la salud en cuanto al acceso a los servicios
    sanitarios.

    Pero la brecha en salud también existe y a nivel
    mundial, con respecto a los trastornos mentales; Kohn, Saxena,
    Levav y Sarraceno (2004) estudiaron el número de casos
    mentales conocidos que quedaron sin tratar, detectando una brecha
    en los esquizofrénicos del 32%, depresión en un 56%
    y trastornos de ansiedad entre 50 y 56%.

    Sin embargo, el monto invertido en la salud mental es
    controversial; Reino Unido manifiesta que el costo de los
    trastornos mentales asciende a 32 millardos de libras esterlinas,
    donde más de un tercio de este monto es dirigido a la
    pérdida de empleo, estimado en 11 millones de días
    laborales perdidos al año, siendo la mitad de estas
    pérdidas explicadas por diagnósticos de
    estrés y ansiedad (Mental Health Foundation, 2003). En el
    caso de Estados Unidos, solamente los trastornos
    esquizofrénicos generan un costo de 65 millardos de
    dólares, donde un tercio del monto se dirige a
    tratamientos directamente. Parece un monto muy alto, pero en
    comparación con los enfermos de VIH/SIDA, que para 1999 se
    estimaban en 800.000 americanos con el síndrome, se
    invertían 2.240$ por paciente, mientras que para ese mismo
    año e calculan uno 2 millones de americanos
    esquizofrénicos, tocando 74$ por paciente. Esto ocurre
    igual para investigación psiquiátrica, a mayor
    número de pacientes, menor el gasto a invertir (Diseases
    Center, 2003).

    En cuanto a otras estadísticas relacionadas con
    salud mental se encuentran por ejemplo, para los países de
    la muestra con IDH alto, existen 164 y 287 médicos cada
    100.000 personas; en países de IDH medio hay 164 y 206
    médicos, no muy dispar en relación a los de alto
    desarrollo, y los de IDH bajo reúnen entre 5 y 27
    médicos por cada 100.000, esto nos permite entender un
    poco mejor el por qué de de las incidencias altas de
    enfermedades físicas en países de IDH
    bajo.

    Existen informes donde
    se desconocen el número de médicos, enfermeros o
    instituciones en ciertos países. Venezuela es uno de esos
    casos; según la OMS (2001) en el país no
    existían cifras oficiales de psiquiatras, neurocirujanos,
    neurólogos, psicólogos ni de trabajadores sociales,
    sólo de médicos en general (200 por cada 100.000
    habitantes); en cuanto a camas psiquiátricas, se hallan
    mayor número de estas (0,76 por cada 10.000) fuera de
    hospitales mentales (0,15 por cada 10.000). En ese
    renglón, el país muestra bajo capacidad de
    respuesta en la asistencia.

    3.2 IMPACTO DE LOS TRASTORNOS MENTALES EN EL
    ÁMBITO SOCIAL

    Ya se ha mencionado que los trastornos mentales afectan
    tanto los procesos de
    pensamiento
    como la esfera emocional; estos acarrean un desgaste cerebral y
    social muy alto, sumándose al desgaste familiar o
    institucional de quienes se hacen cargo de un paciente
    mental.

    Un elemento importante en el tratamiento de estos
    pacientes es la cultura social
    del enfermo mental. Una persona que posea algún
    diagnóstico psiquiátrico en países
    principalmente en vías de desarrollo, le aparece
    inmediatamente un estigma referido a peligrosidad, incapacidad y
    minusvalía intelectual y laboral, y por qué no,
    familiar. Sí bien es cierto que en la esquizofrenia, la
    depresión, trastornos bipolares y de ansiedad generan un
    estado particular inicial que requiere de atención eficaz
    y rauda, muchas veces estas mismas persona por temor a ser
    señalados por sus comunidades desisten de ir a servicios
    mentales, aun conociendo que existe un mal que los
    aqueje.

    Estos malestares mentales inciden en la familia,
    pudiéndose aprender patrones patológicos (p.e. los
    hijos de personas depresivas pueden lograr comportamientos y
    esquemas depresivos) y que contribuyen a establecer estados
    crónicos de los padecimientos, influyendo y afectando en
    el rendimiento humano, académico y laboral. Aunque no se
    ha tratado aquí los trastornos infantiles, se encuentran
    investigaciones donde revelan una estrecha correlación
    entre la adquisición de una patología infantil y el
    padecimiento mental en algún familiar cercano (padres,
    abuelos o tíos). Esto se revierte en bajo desempeño en la escuela, baja
    inteligencia
    emocional, impulsividad, déficits de atención,
    agresividad y la instalación progresiva de trastornos de
    personalidad que se expresarán en la vida adulta,
    manifestándose dificultades en las relaciones
    interpersonales como establecer una relación de
    pareja, hacer amigos, tratar a los jefes en el trabajo o
    mantener lazos afectivos con familia e
    hijos.

    A su vez, el aporte genético a la descendencia
    aumenta en términos probabilísticas, quedando
    expuesto a su vez dicha descendencia a estar más propensos
    a la expresión conductual de una patología
    mental.

    Como se advierte, la prolongación y falta de
    atención sobre estos aspectos, repercuten inevitablemente
    en lo social; una sociedad más sana mentalmente
    redundará en mayor productividad,
    creatividad,
    claridad, eficacia, comprensión y muchas otras condiciones
    que facilitan la evolución o involución de una
    nación.

    Sin embargo, luego de examinar este panorama, queda sino
    preguntar ¿cómo se puede solucionar el
    problema?

    4) PROPOSICIONES PARA MEJORAR LA SALUD MENTAL Y SU
    INCIDENCIA EN EL DESARROLLO HUMANO.-

    Se ha valorado la interacción existente entre la
    salud mental de un país y su desarrollo humano, que puede
    entenderse de manera bidireccional; esto requiere una
    organización del caos inicial en que se encuentran los
    humanos como lo señala Isla (2000), cuya meta es instaurar
    sentimientos de comunidad,
    pertenencia, crear estructuras
    sólidas, compuestas por redes sociales.

    Para alcanzar el estado de bienestar individual social a
    través de redes sociales, para redundar en el desarrollo
    económico de un país, es preciso fortalecer la
    educación.
    Según Bourdieu (2002) la educación es el punto de
    partida para instaurar el desarrollo, no solo por la vía
    tecnológica y de investigación básica, sino
    el trabajo coordinado que exigen las tareas para obtener el
    desarrollo planificado, por tanto, un modelo de
    desarrollo cualquiera que sea, demanda
    preparar a las personas para asumir reos dentro de esa sociedad
    del conocimiento
    (Rangel, 2002).

    Desde el punto de vista socio-económico,
    Huayamave (2003b) ha dilucidado la experiencia latinoamericana,
    que se ha caracterizado por frecuentes conflictos
    políticos y sociales en las últimas décadas,
    se deben mejorar aspectos como:1) el empleo; 2) el gasto social
    aumentado en sectores desposeídos, a través de la
    educación, salud y servicios básicos; 3)
    reducción de la pobreza; 4) reducir la inflación;
    5) mejor distribución de la riqueza, y 6) mayor libertad
    de pensamiento. Muy cercanamente a esta visión se hallan
    Peña et al (2002), donde una política
    social para el desarrollo debe estar dirigidas a los puntos
    mencionados más arriba, agregando la disminución de
    la brecha entre ricos y pobres, disminuir la inequidad en los
    ingresos y la marginalidad, elementos que afectan el capital
    humano y por ende, el desarrollo.

    En el caso específico de la salud mental,
    Brundtland (2000) aborda unos puntos que indican ser claves para
    mejorar dicho campo.

    La labor preventiva se encuentra en primer lugar. Desde
    la educación para la vida como lo plantea la
    educación, repercute en un mejor grado de bienestar y
    calidad de vida, no basados únicamente en un IDH alto,
    observado en aquellos países con tal condición,
    sino que también poseen una tasa ala de trastornos
    mentales. La meta es clara, tener IDH alto con muy bajas tasas de
    tales trastornos.

    En segundo lugar, la mitigación de la pobreza. La
    disminución de esa condición se tornará a
    favor de la productividad de una nación,
    entendiéndose la mitigación no sólo en lo
    económico, sino en lo social (acceso a la salud, mejores
    servicios, educación).

    En tercer lugar, la resolución
    de conflictos. Desde el punto de vista psicológico,
    dada la condición mental de los humanos de procesar la
    realidad en forma individual, y en consecuencia, distintas entre
    una persona y otra, están siempre latentes las
    diferencias, al punto de llegar al conflicto.
    Desde el punto de vista social, una vez originado un conflicto,
    se detecta una crisis, convirtiéndose en una oportunidad
    para establecer acuerdos, consensos, pactos o cualquier otra
    alternativa que signifique resolución. La
    resolución de problemas es una capacidad estrechamente
    relacionada con el nivel de inteligencia
    adaptativa, la educación y estilos personales de
    afrontamiento, queriendo decir con esto, que son áreas
    críticas que es necesario estimular en la
    población.

    Trabajar en estos puntos, requiere de un esfuerzo
    significativo y sostenido, ya que el estado de la cuestión
    es delicada, y que no debe ser abordado principalmente por medio
    de cifras, sino poder palpar y percibir que la población
    mundial realmente se encuentra con realidades en el área
    mental que exigen de atención de calidad. Entender la
    interacción entre la salud mental y el desarrollo humano,
    es clave para obtener una satisfacción global de la vida
    humana

    CONCLUSIONES

    La salud mental y las patologías mentales, son
    conceptos relativamente jóvenes en la historia, que remonta hace
    poco más de 100 años, mientras que la medicina
    formal ya posee más de 1000 años, comparable con
    otras ramas del saber; pero es ahora que en el siglo XXI, se ha
    considerado este factor como importante para la evolución
    humana, y por tanto, de desarrollo
    socio-económico.

    Del mismo modo, las ciencias
    sociales en general, apenas se aproximan a los 300
    años de historia, y aun se formulan alternativas para
    obtener un grado de desarrollo determinado, que implique el
    disfrute y satisfacción de los habitantes del
    planeta.

    Esto advierte que los niveles de conocimiento arribado
    por estas áreas del saber han trabajado a una velocidad
    sorprendente, a medida que la tecnología ha colaborado
    para entender mejor los procesos humanos, sin embargo, la tarea
    aun está pendiente.

    Es preciso examinar constantemente el estado mental
    mundial y sus respectivos niveles de desarrollo, no solo desde el
    punto estadístico y/o matemático, sino desde el
    punto de vista perceptual que tienen las personas acerca de estos
    dos elementos, y por ende, es apreciable que la situación
    ha generado mucho malestar mental, y pese a los avances
    científicos, el resultado no ha sido el esperado, ni mucho
    menos satisfactorio. Cabe destacar que hallar cifras confiables
    es una labor difícil, dado a los pocos desgloses de dichas
    cifras y lo mal organizadas que puedan estar.

    Entender que en la medida que la cultura progresa, se
    generan males acordes con dichos avances, es un malestar cultural
    como lo planteaba Sigmund Freud, y
    que exhorta a estudiar tales interacciones de forma
    mancomunada.

    Una vez adelantada la tarea de explorar la salud mental
    y el desarrollo humano, se deben abordarlas planteando las
    soluciones
    relacionadas con la prevención y la asistencia, aspectos
    comunes en el área de la salud.

    Por último, articular políticas para la
    salud mental, son vitales por cuanto en un futuro se pueda hacer
    un seguimiento a las estadísticas mundiales y poder
    apreciar un descenso en las mismas, en función de lograr
    lo planificado y soñado por diferentes políticas
    socio-económicas: el desarrollo humano, expresado
    más allá en el bienestar subjetivo y objetivo.

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    Anexo 1. Carga de
    morbilidad expresada como años de vida ajustados en
    función de la discapacidad (AVAD) por causas en las
    regiones de la
    OMS. Estimaciones para 2000 (expresado en
    porcentaje de años perdidos considerando todos los
    trastornos y enfermedades)

    Causa

    Total

    África

    América

    Mediterráneo
    Oriental

    Europa

    Asia Sudoriental

    Pacífico
    Occidental

    Trastornos
    Neuropsiquiátricos

    181.755.000.000

    (12%)

    Depresión

    4.4%

    3.3%

    1.3%

    5.3%

    4.05%

    26.3%

    22.3%

    Trastornos Bipolares

    0.9%

    6%

    1.2%

    5.7%

    3.2%

    21.3%

    26.5%

    Esquizofrenia

    1.1%

    5.5%

    1.3%

    6.3%

    2.9%

    23.5%

    29.1%

    Consumo de Alcohol

    1.3%

    4.7%

    2.4%

    1.6%

    12.5%

    10.6%

    14.1%

    Drogas

    0.4%

    10.3%

    1.2%

    3.7%

    5.1%

    8.8%

    5.7%

    TEPT

    0.2%

    4.9%

    1%

    5.6%

    4%

    22%

    23.2%

    TOC

    0.3%

    8.9%

    1.7%

    6.8%

    5.9%

    17.1%

    15.6%

    Ataque de Pánico

    0.2%

    4.3%

    1.2%

    6%

    3.6%

    22.4%

    25.6%

    Anexo 2. Tabla contentiva de 7 variables
    consideradas en el Desarrollo Humano.

     

    Human development
    index

    (HDI) value

     2002

     

    Human Poverty
    Index

    (HPI-1) Value (%)

     

     

    Population living below the
    national poverty line

    (%)

     1990-2001 a

     

    Total population

    (millions)

     1975

     2002 b

     2015 b

     

    Health expenditure per
    capita

    (PPP US$)

     2001

     

    Physicians 
    (per 100,000 people)

     1990-2003 c

     

    GDP per capita

    (US$)

     2002

     

    High Human Development

    2

    Sweden

    0.946

     

       ..   

     

       ..   

     

      8.2 

      8.9 

      9.0 

     

    2,270

     

     287 

     

    26,929

     

    4

    Canada

    0.943

     

       ..   

     

       ..   

     

    23.1

    31.3

    34.1

     

    2,792

     

     187 

     

    22,777

     

    8

    United States

    0.939

     

       ..   

     

       ..   

     

    220.2

    291.0

    329.7

     

    4,887

     

     279 

     

    36,006

     

    9

    Japan

    0.938

     

       ..   

     

       ..   

     

    111.5

    127.5

    127.2

     

    2,131

     

     202 

     

    31,407

     

    12

    United Kingdom

    0.936

     

       ..   

     

       ..   

     

    55.4

    59.1

    61.3

     

    1,989

     

     164 

     

    26,444

     

    Medium Human Development

    68

    Venezuela

    0.778

     

      8.5 

     

    31.3d

     

    12.7

    25.2

    31.2

     

     386 

     

     200 

     

    3,760

     

    72

    Brazil

    0.775

     

    11.8

     

    17.4

     

    108.1

    176.3

    202.0

     

     573 

     

     206 

     

    2,593

     

    77

    Saudi Arabia

    0.768

     

    15.8

     

       ..   

     

      7.3 

    23.5

    32.7

     

     591 

     

     153 

     

    8,612

     

    94

    China

    0.745

     

    13.2

     

      4.6 

     

    927.8e

    1,294.9e

    1,402.3e

     

     224 

     

     164 

     

     989 

     

    Low Human Development

    146

    Uganda

    0.493

     

    36.4

     

    44.0

     

    10.8

    25.0

    39.3

     

      57 

     

      5 

     

     236 

     

    151

    Nigeria

    0.466

     

    35.1

     

    34.1

     

    54.9

    120.9

    161.7

     

      31 

     

      27 

     

     328 

     

    153

    Haiti

    0.463

     

    41.1

     

    65.0d

     

      4.9 

      8.2 

      9.7 

     

      56 

     

      25 

     

     415 

     

    164

    Zambia

    0.389

     

    50.4

     

    72.9

     

      5.1 

    10.7

    12.7

     

      52 

     

      7 

     

     361 

     

    DATOS DEL AUTOR

    Hernán De Oliveira

    Psicólogo Clínico

    Cursante de la Maestría de Información y Comunicación para el Desarrollo

    Universidad Central de Venezuela

    Categoría: sugiero Psicología, Estudio
    Social o Salud

    Palabras Claves: Desarrollo Humano, Salud Mental,
    Trastornos Mentales

    Fecha de Elaboración: 18 de Julio de
    2005

    REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

    UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

    COMISIÓN DE ESTUDIOS DE POSTGRADO

    INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA EL
    DESARROLLO

    BASES TEÓRICAS DEL DESARROLLO

    Caracas, Julio, 2005

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