De los valores comunes en las economías desarrolladas al valor de la ética en el ejercicio de la ingeniería
- La actitud y la cultura: la marca
que hace la diferencia entre los llamados países pobres
y países ricos - Valores comunes asociados a las
economías desarrolladas y altamente innovadoras. La
confianza como valor clave - Paradigmas de esta
época, basados en valores, para las organizaciones
(valores paradigmáticos) - Responsabilidad social de la
ciencia y la tecnología - De los valores y las bases
normativas del ejercicio ingenieril - Hacia un código de
ética para ingenieros y la responsabilidad del
ingeniero - Sobre la educación en
valores, la formación ética y la
moral - El asunto de los valores, la
ética, la moral y el riesgo. La Sociedad del
riesgo - A manera de
conclusión - Bibliografía
Son muchos los factores a tener en cuenta para explicar
el porque de la diferencia tan enorme entre los países con
economías fuertes, ricos, y altamente desarrollados y los
países con economías débiles, inestables,
pobres y en vías de desarrollo,
por decir lo más, ya que tendríamos que hablar de
países infradesarrollados. Por supuesto que hay aspectos
muy notorios de esa diferencia en cuanto a lo económico,
lo cultural, lo tecnológico, lo social, lo
político, etc., y que pueden ser abordados desde diversas
perspectivas, desde la sociología, la economía, la psicología, la
filosofía, entre otras disciplinas, pero hay uno en
particular que vamos a abordar aquí y es el que tiene que
ver con la actitud de los
ciudadanos de las naciones.
El aspecto de la actitud lo analizaremos en
relación con el conjunto de valores
comunes que comparten los habitantes de una nación
y que marcan la diferencia entre los países de
economías ricas y economías pobres. Una vez hecho
esto se hace un abordaje sobre el importante y crítico
asunto de la ética, en especial, referida al ejercicio de
las profesiones de la ingeniería, en lo que denominamos
ética ingeniería para referenciar, luego, lo que es
un código
de ética planteado desde el seno de las organizaciones
gremiales que agrupan a los ingenieros de determinada
especialidad.
Finalmente se hacen algunos planteamientos en torno a la
necesidad de una educación en valores
y la formación ética, en los programas de
formación tecnológica y de ingeniería, y la
manera como este asunto de los valores y la ética se
relaciona especialmente con el tema del riesgo, otro
elemento sensible para la sociedad
contemporánea.
Alguna vez circuló por el Internet una
comunicación que hablaba sobre
’la diferencia que marca la diferencia’ entre
los países ricos y los países pobres, creo que
quizás era de una empresa
llamada Consulting Group S.A. del Paraguay,
pero no tengo certeza absoluta sobre dicha autoría.
La
comunicación es bien interesante para el análisis del presente trabajo,
por lo cual la voy a transcribir textualmente, con agregados
entre corchetes de mi autoría, así:"Los deseos primarios de todo ser humano [en
nuestra sociedad occidental] son, en general, ganar
más dinero,
progresar y ser felices. Una forma efectiva, [seguramente
muy discutible], de lograr estos anhelos es siendo ricos.
Así como hay personas pobres y personas ricas hay
países pobres y países ricos.La diferencia entre los países pobres y
los países ricos no es la antigüedad del
país. Lo demuestran casos de países como
India y
Egipto,
que tienen miles de años de antigüedad y son
pobres. En cambio,
Australia y Nueva Zelanda, que hace poco más de 150
años eran casi desconocidos son, sin embargo, hoy
países desarrollados y ricos. La diferencia entre
países pobres y ricos tampoco es los recursos
naturales con que cuentan [y que hoy en día se
ha demostrado que la nueva riqueza de las naciones es
el
conocimiento y no los recursos
naturales, ni los bienes de
capital,
ni la mano de obra barata], como es el caso de Japón que tiene un territorio muy
pequeño y el 80% es montañoso y no apto para la
ganadería y la agricultura; sin embargo, es la segunda
potencia
económica mundial pues su territorio es como una
inmensa fábrica flotante que recibe materiales
de todo el mundo y los exporta transformados, también
a todo el mundo logrando su riqueza [algo similar a lo
que sucede con la isla de Taiwán].Por otro lado, tenemos una Suiza sin
océano, pero tiene una de las flotas navieras
más grandes del mundo; no tiene cacao pero exporta el
mejor chocolate del mundo; en sus pocos kilómetros
cuadrados, pastorea y cultiva solo cuatro meses al año
ya que el resto es invierno, pero tiene los productos
lácteos de mejor calidad de
toda Europa al
igual que Japón no tiene recursos naturales, pero da y
exporta servicios,
con calidad muy difícilmente superable, es un
país pequeño que ha vendido una imagen de
seguridad,
orden y trabajo, que lo han convertido en la caja fuerte del
Mundo. Tampoco la inteligencia de las personas es la
diferencia [y hasta el momento no hay diferencias en la
capacidad craneal ni en los cerebros entre las personas de
las diferentes regiones del mundo], como lo demuestran
estudiantes de países pobres que emigran a los
países ricos y logran resultados excelentes en su
educación. Otro ejemplo son los ejecutivos de
países ricos que visitan nuestras fábricas y al
hablar con ellos nos damos cuenta de que no hay diferencia
intelectual.Y tampoco es la raza lo que marca la
diferencia [como además lo demostró el
descubrimiento del genoma humano al determinar que no hay
diferencias entre las razas], pues en los países
centro europeos o nórdicos vemos como los llamados
"vagos del sur" demuestran ser la fuerza
productiva de estos países, no así en sus
propios países donde nunca supieron someterse a las
reglas básicas que hacen a un país
Grande."De acuerdo con lo planteado en las líneas
anteriores, es la ACTITUD de las personas, por
una parte, lo que marca la diferencia. Al analizar la
conducta
de los habitantes de los denominados países ricos, se
evidencia que buena parte de la población sigue un conjunto de valores
o reglas como común denominador. Por otra parte, es
la CULTURA, el otro aspecto que marca diferencia,
teniendo en cuenta que el tipo de actitud frente al
desarrollo, que asume una población, está en
relación directa con las tradiciones y la cultura que
ella tiene y que va, indefectiblemente ligada a la capacidad
de innovación de una nación, con lo cual podemos afirmar que
la INNOVACIÓN es una característica de
una economía desarrollada. Pero, qué cosa es la
cultura?En palabras de Clara-Eugenia García
("Innovación y cultura: la relevancia de la
cultura: "Una cultura efectiva se caracteriza, sobre todo,
por un fuerte contenido moral
capaz de superar las restricciones impuestas por distintos
acuerdos y sistemas de
control formales y capaz, también, de gestionar de
forma eficaz las altas dosis de incertidumbre que
caracterizan al proceso de
innovación. La cultura puede no sólo predecir
la capacidad para adoptar innovaciones, sino funcionar como
factor crítico en la articulación de la
creatividad que todo proceso de
innovación [y de cambio cultural y
tecnológico] requiere. La estrecha relación
entre innovación y cultura no es solamente una
observación empírica , sino que
es, además, relevante desde el punto de vista
teórico".La actitud y la cultura son, pues, la marca que hace
la diferencia entre los países denominados "ricos" y
los denominados "pobres".- La actitud y la
cultura: la
marca que hace
la diferencia entre los llamados países pobres y
países ricos - Valores comunes
asociados a las economías desarrolladas y altamente
innovadoras. La confianza como valor clave.
Un conjunto común de valores
Las reglas o valores de los que habla la
presentación de Consulting Group, referidos a la actitud
como diferencia, son los siguientes:
- La Moral como principio básico o
principio rector. - El Orden y la Limpieza
- La Honradez (algunos hablan de honestidad)
- La Puntualidad
- La Responsabilidad
- El Deseo de Superación
- El Respeto a la ley y los
reglamentos - El Respeto por el derecho de los
demás - El Amor al trabajo
- El afán por el Ahorro y la
Inversión
No se requerirían más leyes.
Bastaría con cumplir estas diez simples reglas de
comportamiento. En la mayoría de los
países pobres, sólo una mínima (por no
decir que una nula) parte de la población sigue estas
reglas en su vida diaria personal o
colectiva. No se es pobre porque a un país le falte
riquezas naturales, o recursos energéticos, o porque la
Naturaleza
haya sido cruel y se haya ensañado con el territorio;
simplemente, falta el carácter suficiente para cumplir con
estas premisas básicas del funcionamiento de una
sociedad.
Ahora bien, si tratáramos de establecer un
conjunto de valores universales que sirvieran como principio
rector para el desarrollo de una nación,
podríamos plantear (Gómez Uranga, Mikel.
"Notas de curso de Doctorado ‘Estudios de Ciencia y
Tecnología y Gestión de la Innovación Tecnológica’)
los siguientes:
- Confianza
- Compromiso
- Respeto
- Entusiasmo
- Tolerancia
- Flexibilidad
- Voluntad de superación
- Lealtad
- Humildad
- Cooperación
- Responsabilidad
- Solidaridad
Sobre la confianza
En el mundo de la economía, los negocios y
el empresarismo los más utilizados son la CONFIANZA y
la LEALTAD. Siguiendo con Clara-Eugenia García, ella
destaca que para lograr un determinado nivel de desarrollo
tecnológico resultan imprescindibles ciertos niveles de
confianza y que ésta es un ingrediente fundamental y
común de ciertas culturas o sistemas
colectivos de creencias, valores y comportamientos dominados
por la idea de cambio. Más aún, la cultura
y los valores en los que se basa el cambio técnico y la
innovación se refieren a la cultura del cambio
frente a patrones de comportamiento basados en la
estratificación, inercia y preservación del orden
formal establecido. En este sentido, es posible establecer una
clara diferenciación entre culturas en las que existen
fuertes niveles de confianza, y que son capaces de soportar el
cambio y la incertidumbre asociada, de aquellas otras
organizaciones y sociedades
en las que los bajos niveles de confianza explican la fuerte
resistencia al
cambio y baja tolerancia a la
incertidumbre (Shane, 1995).
Queda evidenciado, entonces, que la confianza es un
elemento esencial de la cultura empresarial, con importantes
efectos en la articulación del sistemas y estrategias de
innovación que caracterizan a las empresas. De
hecho, la relación estrecha entre cultura e
innovación, que caracteriza a los países
desarrollados tecnológicamente, explica la emergencia y
consolidación de sistemas locales y regionales de
innovación como lo demuestra la experiencia de Silicon
Valley. Algo común a los estudios y análisis
sobre el papel y el valor de la confianza es el reconocimiento
de la misma como un rasgo cultural. De acuerdo con
Clara-Eugenia García, la confianza no puede crearse como
resultado de un esfuerzo intencional basado en los
cálculos (o especulaciones) sobre los potenciales
beneficios que pudieran obtenerse de la cooperación.
Esta dimensión cultural de la confianza es clave y se
relaciona claramente con la formación de un conjunto
de creencias y valores comunes que permiten dotar de
identidad a
las acciones
colectivas y garantizar, así, que las acciones
individuales sean coherentes sin tener que recurrir a
mecanismos de control.
Clara-Eugenia García, caracteriza la confianza
por los siguientes rasgos:
- Se identifica con el conjunto de creencias de los
individuos y no necesariamente con sus acciones o
comportamientos} - Se refiere a las expectativas acerca de la
conducta de la otra parte por lo que tiene una tremenda
influencia en la toma de
decisiones por parte del agente que
confía. - Emerge como ingrediente fundamental en todas
aquellas relaciones en las que la complejidad de las relaciones
y la incertidumbre de los resultados impide el establecimiento
de acuerdos contractuales y sistemas de control
formal.
Así las cosas, y dado que estamos hablando de
la diferencia entre los habitantes de las naciones con niveles
distintos de desarrollo, en donde las de mayor nivel exhiben un
conjunto de valores comunes y en donde la confianza es,
quizás, uno de los más importantes, es buen
resaltar que la confianza aplicada a las relaciones que tienen
lugar en el interior de la empresa,
así como loas que suceden entre empresas, en sentido
vertical y horizontal, se refiere, básicamente a:
confianza respecto a las habilidades, competencias y
conocimientos individuales o de grupo o
empresa;
confianza en relación con las intenciones y confianza en
el grado de compromiso. Siendo la confianza un ingrediente
esencial de la cultura de la innovación, queda claro que
la innovación es un proceso que requiere un fuerte nivel
de compromiso emocional entre todos los miembros de la
organización, es decir, un gran nivel de
confianza.
Las cartas de
valores
Muchas empresas tienen un declaración de
misión y
de visión que constituyen su carta de
navegación y su perspectiva de futuro, respectivamente,
para cumplir con su propósito o razón de ser.
Adicionalmente, algunas empresas incluyen cartas de derechos y deberes y carta
de valores que pretenden incorporar a la cultura de la organización. A manera de ilustración, veamos la carta de
valores de MAIER (en España),
extraída del texto de
Alonso Vázquez ("El modelo vasco
de transformación empresarial"):
- Crear un sistema basado
en la confianza en las personas - Hacer de las comunicación interna y de la
formación los pilares para gestionar el
cambio - Flexibilidad, un concepto
clave. - Preocupación activa por el cliente y en
consecuencia por la propia empresa a todos los
niveles - La persona que
ejercita la labor diaria es la que mejor puede conocer el
puesto de trabajo - La creatividad no tiene correlación directa
con el nivel de formación - La creatividad potenciada por el equipo
"Hobetalde" y aplicada a la mejora en todos los niveles
proporciona un mayor rango competitivo - La participación es más importante
que la "aparente" rapidez - Respeto mutuo: respetar y hacerse respetar. El
quebrantar este principio puede inviabilizar el mejor plan de
mejora. - Autocrítica. Reconocer el error, aprender
del error - La empresa en permanente equilibrio
inestable - Para enfrentarse al reto competitivo tenemos que
recurrir a todas las capacidades de creatividad y conocimiento.
Obsérvese como la confianza aparece
aquí, y puede parecer coincidencial, pero es justo, el
primer valor de la carta.
Las leyes no bastan
En el primer apartado decíamos que no se
requieren más leyes sino cumplir con las reglas o
valores básicos que fueron enunciados. Hay quienes, como
en un escrito de Mario Bunge ("Las leyes no bastan"),
sostienen que las raíz de los males en la sociedad
actual es que se ha minando la confianza y la raíz de
este y otros males es el egoísmo. Cada cual se ocupa de
sus propios intereses, lo cual es perjudicial incluso para los
negocios. Si bien los economistas nos dicen que en el mercado
libre todo empresario
debe procurar maximizar sus beneficios (en teoría), en la práctica no puedes
hacer negocios en forma sostenida sin dar ni confiar. Tus
clientes deben
poder
confiar en ti, tanto como tú debes poder confiar en
ellos. Incluso tus competidores tienen que poder confiar en que
nos les harás malas jugadas (competencia
desleal). En un país pueden existir leyes que
impidan que la gente actúe todo el tiempo como
un pillo, pero ello no es suficiente. Es más,
paradójicamente, a mayor cantidad de leyes para
impedirlo, mayor nivel de desconfianza ya que se da por hecho
que todos son culpables hasta que no demuestren su inocencia.
Como consecuencia de esto hay más inspectores y abogados
que técnicos e ingenieros y más tribunales que
museos y escuelas técnicas. Es más, pareciera que
esta proliferación de reglamentos, inspectores, abogados
y jueces es parte del problema- Hay demasiadas leyes y reglas
externas y no hay bastantes normas internas
y morales. No hay valores, y como bien se sabe, hecha la ley,
hecha la trampa. La ley ha desplazado a la moral, y
es así como nos encontramos con leyes inmorales, pero
son las leyes y hay que acatarlas pero están
desconectadas de los valores que las deberían sustentar.
Así, nos encontramos que una sociedad de egoístas
es una sociedad de enemigos mutuos que se acechan y trampean y
combaten entre sí. La raíz del mal es, entonces,
el egoísmo.
Parte del camino hacia el desarrollo de una
nación se dará cuando la gente comprenda que, a
la larga, la inmoralidad no es rentable y que la desconfianza
es un lastre que bloquea cualquier posibilidad de desarrollo.
El asunto no es tener más leyes y reglamentos sino
más moralidad,
más valores, más ética si se quiere.
Aquí surgiría una pregunta: se requerirá,
por consiguiente, multiplicar o incrementar los cursos de
ética? Pues bien, la respuesta puede ser afirmativa. Es
más, es interesante notar como la famosa Harvard
Business School ha terminado por incorporar cursos de
ética en sus programas de estudios. Ha comprendido que
es preciso persuadir a los futuros empresarios que la
deshonestidad es, definitivamente, un mal negocio. Pero esto no
basta, hay que generar una cultura en el conglomerado social de
tal suerte que le educación moral comience por casa.
Sobre el asunto crucial de la ética volveremos
posteriormente.
- Paradigmas de
esta época, basados en valores, para las organizaciones
(valores paradigmáticos). Conceptos y paradigmas
en torno a la tecnología
Valores paradigmáticos
En la nueva economía, la economía
globalizada y digital de hoy, es decir, en la economía
de bienes y servicios basados en conocimiento y de alto
contenido tecnológico, se plantea el problema de la
competitividad como requisito para la
sostenibilidad. De este modo, se habla de que las empresas del
futuro son aquellas que operan bajo las claves de la
anticipación (prospectiva), la innovación y la
excelencia (calidad). Ya hemos visto como la innovación
es una característica de las naciones más
desarrolladas, y que ella va ligada a una cultura colectiva. A
su vez, la cultura está conectada con la actitud y con
un conjunto común de valores. Existen una serie de
palabras, de acuerdo con Joel Arthur Barker ("Paradigmas: el
negocio de descubrir el futuro") que representan ciertos
paradigmas culturales, asociados a valores (valores
paradigmáticos) que entrañan ciertas reglas,
disposiciones y límites,
que se encuentran implícitos y que se requiere seguir,
por parte de una organización, para obtener el éxito. Veamos el conjunto general, y
resaltamos con negrita, las palabras referidas, de alguna
manera, a valores: teoría, modelo, metodología, principios,
estándares, protocolo,
rutinas, suposiciones, convenciones, patrones,
hábitos, sentido común, sabiduría
convencional, estado
mental, valores, marcos de referencia, tradiciones, costumbres,
prejuicios, ideología, inhibiciones, supersticiones,
rituales, compulsiones, adicciones,
doctrina, dogma, entre otros.
Antes de terminar este apartado y de mencionar el
aspecto de los valores en relación con la tecnología, conviene tener en cuenta
algunas tendencias de esta época y que afectan la
actitud, la cultura, la innovación y, en general, los
valores comunes: la regionalización de la economía
mundial, calidad por todas partes, celebración de la
diversidad, equipos de
trabajo autogestionarios, la propiedad
intelectual como clave para la riqueza, educación
según las aptitudes, entre otros.
Valores en relación con la
tecnología
Ahora que nos encontramos en una época de
grandes cambios, nos vamos a referir a los juicios de valor que
usualmente el común de la gente lanza en relación
con una tecnología considerada de mala calidad, de mal
servicio y
deficiente soporte, o al lanzar un concepto cualitativo para
describir los productos provenientes de países con "mala
trayectoria" en este sentido. Veamos las palabras utilizadas,
de acuerdo con Barker: baratija, insignificancia, barato,
mala calidad, poco confiable, poca tecnología,
minucia, destartalado, hechizo, segunda categoría,
falsificación, deficiente, segunda elección, su
peor elección, malo, copia, tercera elección,
imitación, frusilería, imperfecto, entre
otros. En cambio, el juicio de valor cambia diametralmente
cuando se trata de juzgar un producto de
buena calidad y de confianza y a su país de origen:
alta calidad, grado de calidad, muy confiable, el
mejor del mundo, buena calidad, primera categoría,
excelente, cero defectos, barato, líder
mundial, copia, primera elección, complejo, innovadora,
la mejor compra, alta tecnología.
Obsérvese de nuevo, como está incluido
aquí el aspecto de la confianza. Para que haya
innovación reconocida, debe haber confianza, y este
valor se incorpora al proceso de innovación de una forma
tal que se evidencia en los valores corporativos y en la
cultura de la gente que la desarrolla. En consecuencia, podemos
establecer un nuevo conjunto de conceptos incorporados en la
cultura corporativa de las organizaciones altamente
innovadoras, de excelencia y anticipativas:
- Todo resulta bien la primera vez
- Todos intentan hacerlo mejor mañana que
hoy - Las necesidades del cliente se satisfacen de
manera permanente - Los productos funcionan mejor, duran
más - El desperdicio desaparece del
sistema - La gente ama su trabajo.
En síntesis, la aceptación de una
tecnología es algo que está ligado a la confianza
en ella, y en la empresa que la produce así como a la
percepción sobre la capacidad innovadora
de la organización y del país al que
pertenece.
Antes de entrar en el tema de los valores en
relación con la ética ingenieril, y la adopción de las normas de conducta
dirigidas a crear códigos de ética en
colectividades responsables del desarrollo y
aplicación de tecnología, hagamos un breve
comentario en torno al problema de la responsabilidad social de la ciencia y
la tecnología. Una de las preocupaciones fundamentales
en el trabajo
investigativo ha sido el problema de los valores en las
prácticas científicas y tecnológicas,
para lo cual cabría preguntarnos sobre la responsabilidad social que le cabe a la
ciencia y a la tecnología en el mundo
contemporáneo. Este es, en realidad, en palabras de
León Olivé (de la UNAM), uno de los problemas
cruciales que se plantean en los estudios de ciencia,
tecnología y sociedad, y en la filosofía de la
ciencia, por la manera en que el desarrollo científico
y tecnológico está afectando a nuestras
sociedades contemporáneas; incluso a las que en un
sentido tienen aparentemente un menor desarrollo
científico y tecnológico, como son las
sociedades de nuestros países de América
Latina.Sin duda, nuestras organizaciones sociales y
nuestras formas de vida individuales están siendo
altamente afectadas. Hoy los desarrollos tecnológicos
pueden tener efectos muy importantes, y Olivé
considera que no hemos desarrollado una cultura de
reflexión sobre si esos efectos nos parecen aceptables
o no; aceptables desde un punto de vista ético. No
obstante, también es necesario reflexionar sobre otro
tipo de valores que pueden ser religiosos, económicos,
políticos. En buena medida esa responsabilidad social
de la ciencia y la tecnología tienen que pasar por
establecer una serie de correctivos, estrategias y
alternativas en relación con la comunicación y
la divulgación de la ciencia y la
tecnología.- Responsabilidad
social de la ciencia y
la tecnología - De los
valores y las bases normativas del ejercicio
ingenieril
De acuerdo con Olivé ("normatividad y
valores en la ciencia y la tecnología), nuestras
decisiones y acciones están orientadas por valores, no
por reglas que determinan qué hacer y qué elegir.
Y muchas veces, ante conflicto de
valores, nos inclinamos por unos u otros según las
circunstancias y los intereses del momento. En
tecnología y en empresarismo podemos decir que se toman
decisiones guiados por valores, pero los sistemas de valores,
si bien son compartidos, no son determinantes de la
elección, ya que hay otros factores que intervienen como
las circunstancias del momento y los rasgos de personalidad. Por otra parte, es necesario
comprender que los valores que guían a un grupo, dentro
de un área de conocimiento, son distintos a los de otro
grupo dentro o fuera de la misma área, pues los valores
se conforman dentro de cada práctica específica y
cada una a la vez está condicionada por el contexto de
intereses en donde se desarrolla.
Aquí comenzamos a visualizar como los valores,
en general, están ligados a la práctica de la
ética dentro de la acción y la interacción entre seres humanos. Puede
entenderse el problema central de la ética
(Olivé, "la democratización de la ciencia
desde la perspectiva de la ética") como la
fundamentación de normas legítimas de
convivencia, para la acción y la interacción
entre seres humanos. Por "normas legítimas de
convivencia" entendemos proposiciones prescriptivas para la
convivencia, que sean aceptables para los diversos sectores de
la sociedad con base en genuinas razones desde su punto de
vista-incluyendo, por supuesto, razones morales-, aunque esas
razones no sean las mismas para todos los sectores ni para
todos los ciudadanos, pues sus concepciones de la vida, sus
intereses y sus valores pueden ser diferentes. Diremos,
entonces, que una norma está éticamente
justificada cuando es aceptable para los diversos sectores
sociales, con base en las razones que cada uno de ellos
considera adecuados.
En cuanto al hecho de las consideraciones de valores y
ética en torno al desarrollo de tecnología, una
labor propia del quehacer de los ingenieros, es necesario
apuntar varias cosas, siguiendo cuidadosamente el texto de
León Olive sobre la Ética aplicada a las ciencias
naturales y la tecnología:
- La cuestión fundamental es que lo
importante son los seres humanos y la satisfacción de
sus necesidades y de sus deseos
legítimos. - En relación con la aplicación de
cierto tipo de tecnologías es necesario invocar y
defender el principio de precaución, al cual nos
referiremos más ampliamente en el apartado 9, el cual
establece que se tomen medidas preventivas cuando existan bases
razonables para creer que la introducción de sustancias o de
energía en el medio
ambiente puede resultar peligrosa para los animales, para
los humanos o para el ecosistema o
medio ambiente en
general. - Las decisiones racionales sobre la adopción
o desarrollo de una tecnología dependerá de los
intereses y valores de las partes involucradas. - Las comunidades tecnológicas deben ser
transparentes en cuanto a sus metodologías y procedimientos,
lo mismo que en cuanto a las implicaciones o consecuencias de
la aplicación de tecnología específica. Se
trata, por consiguiente, de otro imperativo ético para
estas comunidades. - Es frecuente la aparición de los dilemas
éticos en el ejercicio de una profesión o en el
proceso de toma de decisiones en torno al uso y desarrollo de
tecnología. Pero, qué cosa es un dilema
ético? Un dilema ético, de acuerdo con el texto
de Olivé, es una situación en la cual una persona
puede escoger entre por lo menos dos cursos de acción,
cada uno de los cuales parece estar bien apoyado por
algún estándar de comportamiento (D. Resnik, "The
Ethics of Science, An Introduction, 1998). - En ciertas circunstancias, tener ciertas creencias
con bases razonables, o tener cierto un conocimiento objetivo,
implica tener una responsabilidad moral y el deber de elegir
entre cursos de acción posibles. - En resumidas cuentas, lo
único que puede justificar moralmente la existencia y el
desarrollo de la tecnología es su contribución al
bienestar de los seres humanos, sin producir daños
injustificados a los animales, y permitiendo una
explotación racional del medio ambiente, así como
un aprovechamiento moralmente aceptable de los sistemas
sociales.
Ahora, hagamos demos una rápida mirada al
problema del control social de la tecnología y los
valores internos del ingeniero. Comencemos diciendo que las
decisiones tecnológicas afectan nuestro futuro y
determinan nuevos tipos de relaciones dentro de una sociedad.
El cambio tecnológico impone nuevas reglas del juego, o
para hablar en términos de Thomas Kuhn, diríamos
que aparece un nuevo paradigma
que trae consigo, nuevos valores.
El control social es la capacidad de tomar decisiones
efectivas sobre el curso del cambio tecnológico, es
decir en la transición de un paradigma a otro, o en el
desarrollo e introducción de una nueva tecnología
en un entorno; decisiones que están sometidas tanto a
normas de moralidad como de racionalidad. En ambos casos se
aplican valores que serán considerados como
legítimos en la medida en que se generen a partir de un
proceso de construcción colectiva y debe afectar
todas las fases de desarrollo de una
tecnología.
De acuerdo con Fernando Broncazo ("Mundos
Artificiales. Filosofía del cambio
tecnológico"), hay un imperativo moral en el
ejercicio de la profesión por parte del ingeniero, a la
hora de desarrollar tecnología. Si consideramos que toda
reflexión sobre las relaciones entre tecnología y
valores tiene que dar por supuesto que las decisiones
tecnológicas, así como los juicios y decisiones
científicas, están "cargadas de valores", en este
sentido, el imperativo de la tecnología es ‘crear
oportunidades’ y en este orden de ideas, este imperativo
determina una estructura
de valores que esta dirigida a la ampliación de nuestras
capacidades y posibilidades y, además, al alejamiento de
los peligros o al cierre de las trayectorias
peligrosas.
Así las cosas, la tecnología presupone
un conjunto de instituciones en las que se ha desarrollado la
tradición normativa de la ampliación del espacio
de oportunidades como fin constitutivo, o dicho de otro modo,
las tradiciones ingenieriles generan un conjunto de valores
internos, entre los que destaca la capacidad de
innovación. Dicha tradición de innovación
se transmite, según Broncazo, a través de las
instituciones de formación, los colegios profesionales y
otros medios por
los cuales se configura un conjunto de normas que constituyen
un punto de referencia para el accionar de los ingenieros. Este
conjunto de normas para la acción establecen un elemento
de identidad para un colectivo de ingenieros y es así
como aparecen como un aspecto constitutivo de dicho colectivo y
por el es reconocido no sólo en el ámbito
tecnológico sino en el social. Incluso, dicho conjunto
de normas orienta el quehacer innovativo y lo explica de una
manera tal que no es posible hacerlo a la luz de una
perspectiva netamente economicista acerca de la
tecnología y el proceso de innovación.
Ahora bien, para hablar de una ética ingenieril
y adentrarnos en la construcción de una guía para
la acción, con los códigos de ética,
digamos que si bien hay un evidente carácter
antropocéntrico en la tecnología, es decir, tiene
al hombre como
centro y como fin, esto no implica que la técnica
concurra necesariamente al bien moral. La tecnología, de
por sí, no debe afectar la esencia misma del hombre,
aunque pueda servir para elevarlo o pueda ser aplicada para
degradarlo, como tantas veces ocurre. Los problemas
éticos de la tecnología, es decir de su
desarrollo, adopción y uso, tienen que ver con preguntas
como las siguientes (Apel , Kart-Otto. "La situación
del hombre como problema ético", Anthropos, Barcelona,
1989; y Dou, A. "Aspectos éticos del
desarrollo tecnológico", Mensajero, Madrid,
1979): qué clase de
ciudadano estamos formando? Esta pregunta es clave porque
frente a la tecnología se muestra cada
vez mayor sensibilidad moral, asociada con el poder
tecnológico para modificar el mundo y la naturaleza
humana. Por ello, la pregunta esencial se concreta en otras
cuestiones: hasta qué punto la sociedad debe continuar
aceptando como norma la total libertad
para la investigación científica? Hasta
qué punto los científicos y los tecnólogos
pueden ser considerados como los principales guardianes del
futuro de la humanidad? En qué medida el mundo
científico tiene el derecho de fijar su propias metas
lejos del control de la sociedad? Por otra parte, ahora que la
ciencia requiere de autonomía calificada para el
desarrollo, ¿quién debe fijar los límites
de su autonomía? ¿Cómo debe controlarse,
de manera que no perjudique los intereses más
permanentes de la humanidad? Todas estas preguntas deben
analizarse desde la perspectiva del científico y del
tecnólogo como ciudadano. De ahí la exigencia
permanente de que los ingenieros sean primero personas y que su
formación ingenieril esté ligada a un conjunto
común de valores, con una excelente perspectiva en torno
a los problemas éticos alrededor de la tecnología
y signado por un accionar con un imperativo moral
profundo.
Para finalizar este apartado, y ya que todo el tiempo
hemos estado hablando de valores planteemos, entonces,
qué cosa es un valor. Retomemos, para ello, la
definición dada por Mario Bunge ("Ëtica, Ciencia
y Técnica", Editorial Suramericana, Buenos Aires,
1996).
Con todo lo dicho hasta el momento, hemos de aceptar
que existen valores muy generales que priman sobre casi toda la
praxis
científica (Echeverría Javier.
"Filosofía de la ciencia", Akal, Madrid, 1995),
incluida la producción de nuevo conocimiento, tanto a
nivel científico como tecnológico. Entre dichos
criterios axiológicos, Echeverría destaca los
siguientes:
- Los resultados de la actividad científica
deben ser públicos, tarde o temprano, y no sólo
privados. En el caso de la tecnología, los efectos
potenciales e impactos deber ser también
privados. - Los resultados de la actividad científica
deben ser comunicables y enseñables. - El saber científico debe ser accesible a
cualquier ser humano, previa educación. - La objetividad prima sobre la subjetividad. O si
se prefiere, la ciencia debe ser objetiva - En la medida de sus posibilidades, los
científicos deben tratar de mejorar lo de sus
predecesores.
Puesto que los ingenieros son formados con una fuerte
fundamentación científica, estos criterios deben
hacer parte también de su formación ingenieril, y
permear el quehacer como ingenieros a la hora de desarrollar o
usar la tecnología. Por ello es importante distinguir
entre reglas y valores. Los valores son una guía para la
acción, las reglas permiten comportarse dentro de un
paradigma para logar el éxito. Ingenieros matriculados
en un mismo conjunto de valores pueden hacer valoraciones
(juicios) muy distintas de las que hagan otros ya que la
aplicación de esos valores a la hora de enjuiciar o
valorar una innovación tecnológica no es
determinista, ni individual ni colectivamente. Si se agrega el
valor de la utilidad social
del conocimiento (o de la tecnología) las decisiones
cambian, con lo cual podemos afirmar que las diferentes
disciplinas de la ingeniería se caracterizan, entre
otras cosas, por conjuntos
diferentes de valores compartidos, a la manera de
Kuhn.
La ciencia llega a la gente de la calles, sobre todo,
gracias a la tecnología, por lo cual hay un efecto
social de los cambios científicos, a través de la
secuencia: ciencia, tecnología, vida, sociedad. El
ingeniero como hacedor de tecnología, debe tener esto
muy claro, ya que a través de la tecnología es
juzgada de acuerdo con el beneficio y la escala de
valores de cada uno. El ingeniero debe entender que, por lo
menos en los países desarrollados, todos están
sujetos a la realidad de una sociedad tecnológica que
condiciona la vida de la gente en el hogar, en el trabajo, en
el ocio y en nuestra economía, necesidades y deseos, que
crea nuevas necesidades, genera nuevas interacciones y
relaciones y cambia la perspectiva del ser humano, de la vida,
del Mundo. Además, la tecnología lleva
implícita, consigo, unos riesgos que
es necesario considerar, a partir del principio de
precaución, en relación con su impacto sobre el
medio ambiente, la salud y la
cultura.
Desde la filosofía de la tecnología, la
sociología de la tecnología, los estudios de
ciencia y tecnología, y los estudios de Ciencia,
Tecnología y Sociedad deben contemplarse los cambios que
la tecnología introduce en la sociedad y en la cultura.
Una tecnología tan cambiante también introduce su
sello particular en la actual sociedad. La obsolescencia de
algunas tecnologías y la oferta
continua de novedades de consumo
influyen fuertemente en la vida familiar, en los hábitos
individuales y colectivos, en los objetos del deseo, en los
ideales y en las economías mismas. Reiteramos
aquí la necesidad de que los ingenieros operen bajo un
conjunto de valores comunes, aceptados por la sociedad, con la
ética como principio rector y con moralidad a toda
prueba. De ello hablaremos luego.
La ética ingenieril
La mayoría de las agremiaciones o asociaciones
de profesionales, incluyendo a los ingenieros, enuncian los
deberes propios que deben cumplir en el ejercicio de su
profesión. Por ejemplo, del código de
ética para ingenieros del Nacional Society of
Professional Engineers (NSPE), Fundamentals Canons (1987), se
desprenden los siguientes:
- Observar con capital importancia la seguridad, la
salud y el bienestar del público en el ejercicio de sus
deberes profesionales - Prestar servicios sólo en el área de su
competencia - Emitir juicios públicos únicamente de
una manera veraz y objetiva - Actuar en asuntos profesionales para cada empleador o
cliente como agente o administrador
fiel. - Evitar actos engañosos en la solicitud de
empleo
profesional.
La ética no es un asunto de opinión
personal ni un sistema subjetivo de creencias que puede ser
descartado como algo sin importancia o más allá
de una discusión racional. La ética merece una
reflexión racional básicamente por dos razones:
primero, las decisiones de tipo ético son, simplemente,
imposibles de evitar; segundo, los ideales éticos nos
son meramente subjetivos. La necesidad de la ética, y de
una reflexión de tipo ético, esta fundamentada en
la realidad de que en razón de que como somos seres
humanos estamos enfrentados con cursos alternativos de
acción, especialmente a la hora de tomar decisiones
tanto en el entorno del ejercicio de la profesión, como
acto individual, o a la hora de desarrollar tecnología,
como acto colectivo.
En este punto conviene esclarecer un poco la
relación, o la diferencia, entre ética y
moral, ya que a menudo la gente intercambia indistintamente
estos términos, pero hay algunas diferencias sutiles. La
palabra ética proviene de la palabra griega
ethos, que significa carácter o costumbre. En
griego, ethics es precisamente el análisis
sistemático de ethoi (el plural de ethos).
La ética se refiere a las guías de
acción positivas que utilizamos para guiar nuestro
comportamiento y, más estrictamente, para el estudio
sistemático de aquellas guías de acción o
cualquier guía de acción posible. La palabra
moral se deriva de las palabras latinas mos y
mores (singular y plural), la cual, como en la palabra
griega ethos, también se refiere a costumbres
sociales o patrones de conducta o comportamiento
humano, pero a diferencia del griego, el latín no
tiene forma abstracta de mos para indicar su estudio
sistemático. Es decir, la ética puede
estudiarse como materia, no
así la moral. Así las cosas, a diferencia de la
ética, la palabra moral permanece más
empírica o descriptiva en sus connotaciones, de manera
que los términos teoría de la moral y
filosofía de la moral sin utilizados cuando deseamos una
sinónimo de raíz latina para la ética en
su significado más abstracto.
La ética, por consiguiente, puede indicar las
guías positivas para la acción para el
comportamiento humano, generalmente adoptadas por una persona o
grupo. El grupo puede ser los miembros de una profesión
tal como la ingeniería. La moral y la moralidad son
sinónimos para la ética en este sentido. La
ética también se refiere al examen racional de
estas guías de acción positivas para el
comportamiento humano. La ética, en este sentido
considera que los tipos de guías para la acción
son mejores que otros y que las guías para la
acción deben ser acogidas por algunos individuos o
grupos. De
nuevo, el grupo puede ser personas en general o una
organización o gremio profesional. La teoría de
la moral y la filosofía de la moral son sinónimos
para la ética en este sentido.
Recapitulando, caractericemos brevemente lo que es
ética y moral, así:
- La Moral: es un conjunto de normas que se utilizan
para orientar el comportamiento de los integrantes de una
sociedad, evolucionan en el tiempo y se diferencian de las de
otra sociedad - La Ética: se da en la mentalidad de una
persona, por iniciativa personal, o influenciado por un
colectivo; es un conjunto de normas a saber, principio y
razones que una persona, o grupo, ha realizado y establecido
como línea directriz de su propia conducta. - La ética y la moral confluyen, en lo
fundamental, en el hecho de que se trata de normas,
percepciones, elementos del deber ser. La primera como
adopción de mental para dirigir la conducta del individuo y
la segunda como una introyección colectiva, dada por la
sociedad que la transmite de una generación a
otra. - La ética y la moral difieren en varios puntos:
la Moral tiene una base social y desde ahí ejerce su
influencia sobre los miembros de la misma; la ética como
tal surge en la interioridad de una persona, como resultado de
reflexión personal y por elección
autónoma. Otro es que la moral, como conjunto de normas,
actúa sobre la conducta desde afuera o desde el
inconsciente; en cambio, la ética influye la conducta
del individuo pero desde su misma conciencia y
voluntad. Finalmente, en las normas morales impera el aspecto
prescriptito, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y
punitivo, todo lo cual constituye una especie de presión
externa, mientras que en las normas éticas es
preponderante el calor
captado y apreciado internamente por el sujeto. El fundamento
de la norma ética es el valor.
Los códigos de ética de ingenieros y
su utilidad.
Los códigos de ética son formulados a
menudo por sociedades de profesionales. Los médicos,
abogados e ingenieros tienen ese tipo de códigos. Los
códigos profesionales, en la medida en que se esfuerzan
en afianzar ideales éticos tales como la honestidad y la
lealtad, para ejercitar en la práctica
profesional, en esa medida nos puede ayudar a ser
moralmente auténticos. Los códigos de
ética tienen también otro uso: tienen que ver con
el comportamiento responsable en el uso del conocimiento
científico y tecnológico en relación
con el impacto posible sobre la sociedad. Este aspecto es algo
que se debe incorporar en el proceso educativo de la
formación del ingeniero.
Veamos, a manera de ilustración, dos
códigos de ética, de asociaciones de
profesionales de la ingeniería. El primero es el de la
Association for Computing Machinery (ACM), "General Moral
Imperatives", extraído de Code of Ethics and
Professional Conduct (1992 y dice así:
Como miembro de ACM, yo…
- contribuiré al bienestar de la sociedad y
de los seres humanos - evitaré dañar a
otros - seré honesto y sincero
- seré justo y no realizaré acciones
discriminatorias - honraré los derechos de propiedad
incluyendo los derechos de
autor y las patentes - respetaré la privacidad de los
demás - honraré la
confidencialidad.
El segundo código es el del Instituto de
Ingenieros Electricistas y Electrónicos de los Estados Unidos
(IEEE), que dice así:
CODIGO DE ETICA DEL
IEEE
Nosotros, los miembros del IEEE (Institute of
Electronic and Electrical Engineers) en reconocimiento de
la importancia de nuestras tecnologías al afectar la
calidad de
vida en todas partes del mundo, y en aceptación de
una obligación personal para nuestra profesión,
sus miembros y las comunidades que servimos, por la presente
nos comprometemos a la más alta conducta ética y
profesional y acordamos:
- aceptar la responsabilidad en la toma de
decisiones de ingeniería consistente con la seguridad,
la salud y el bienestar del público, y revelar
rápidamente los factores que puedan dañar al
público o al medio ambiente; - evitar conflictos
de interés,
reales o percibidos, si es posible, y revelarlos a las partes
afectadas cuando existan; - ser honesto y realista al plantear reclamos o
estimativos basados en datos
disponibles; - rechazar el soborno en todas sus
formas; - mejorar el entendimiento de la tecnología,
su aplicación apropiada, y sus consecuencias
potenciales; - mantener y mejorar nuestra competencia
técnica y acometer labores tecnológicas para
otros sólo si se está calificado, mediante el
entrenamiento o
la experiencia, o después de una revelación
completa de las limitaciones pertinentes - solicitar, aceptar y ofrecer crítica honesta del trabajo
técnico, reconocer y corregir errores, y acreditar
apropiadamente las contribuciones de otros; - tratar imparcialmente a todas las personas
respecto de factores tales como raza, religión, género,
discapacidades, edad o país de origen; - evitar dañar a otros, su propiedad,
reputación o empleo mediante acciones falsas o
destructivas; - asistir a los colegas y colaboradores en su
desarrollo profesional y apoyarlos en el seguimiento de este
código de ética.
Antes de terminar este tópico sobre los
códigos es menester mencionar varias cosas, a
saber:
- A la hora de una actuación, en materia de
tecnología y/o del ejercicio de la ingeniería,
puede presentarse el problema de decidir sobre cual
acción es la correcta, entre dos o más posibles
cursos de acción. Este es un aspecto importante del
comportamiento ético, en especial cuando se trata de
enfrentar asuntos nuevos, inciertos o confusos. - La aparición de dilemas morales, y
éticos, cuando nos encontramos nosotros mismos ente dos
situaciones conflictivas o cursos de acción mutuamente
excluyentes, y ambos casos parecen éticamente
correctos. - En el caso de los dos códigos anteriores,
aparece la honestidad como uno de los comunes denominadores.
Habría que decir con Richard Whately (Apophtehgms,
1854), que la honestidad es la mejor política, pero el
que es gobernado únicamente por esa máxima, no es
un hombre honesto. Ligada a la honestidad está la
honradez, y el mejor campo de aplicación lo encontramos
en el tema del respeto a
los derechos de propiedad intelectual. - Finalmente, uno de los aspectos más relevantes
en la promulgación y el cumplimiento de los
códigos de ética de los ingenieros tiene que ver
con la responsabilidad (social) en el ejercicio de la
profesión y en el desarrollo de la tecnología.
Cuando pensamos en una persona responsable, pensamos en dicha
característica como una virtud. La responsabilidad
profesional es, en esencia, la virtud principal de los
ingenieros.
Con lo visto en las líneas anteriores
destacamos, entonces, la utilidad y la importancia de los
códigos ingenieriles.
Hemos visto cuatro conceptos referidos al desarrollo
de una nación y al desarrollo tecnológico, en
los procesos
de innovación, así como al ejercicio de la
profesión de ingeniero: valores, ética, moral y
responsabilidad social. Algunos de ellos como el caso de la
ética pueden enseñarse, como asignatura, dentro
de un proceso de formación; pero los demás
hacen parte de la formación pero no de manera
teórica, en abstracto, sino en el ejercicio mismo del
proceso formativo y, posteriormente, en el ejercicio de la
profesión, como guías para la acción
generalmente aprendidos a partir del ejemplo, o como conjunto
de normas adoptadas por un colectivo de profesionales, en el
caso de las agremiaciones de ingeniería, y que son
introyectadas de tal manera, mediante códigos,
principios
o deberes, que su observancia es fundamental para poder hacer
parte de dicho colectivo.De acuerdo con lo anterior surge, entonces, la
necesidad de una educación en valores, partiendo, por
supuesto, del valor que tienen la ciencia y la
tecnología para la educación de los ciudadanos.
De esta manera, se ha pretendido hacer una educación
en valores, ligada inherentemente a la educación
científico-tecnológica, a partir de lo cual se
plantea que la educación en valores no es menos
importante para el desarrollo del individuo que la
adquisición de saberes y destrezas. De este modo,
ciencia, tecnología y valores (saber, hacer y juzgar)
son, en consecuencia, elementos básicos de la propia
definición de educación en nuestros
tiempos, de acuerdo con Mariano Martín Gordillo,
Carlos Osorio y José Antonio López Cerezo
(La educación en valores a través de CTS,
2000). Para responder a la pregunta: qué es, entonces,
la educación en valores, según los mencionados
autores, hay que plantearse los siguientes interrogantes:
Qué se entiende por educación en valores? No es
redundante hablar de educación en valores? Es posible
una educación en valores? No consiste siempre la
propia educación en la transmisión y desarrollo
de determinados valores? Es lo mismo la educación en
valores que la educación moral? Hay otros valores
además de los morales? Puede convertirse la
educación en valores en
adoctrinamiento?Lo claro es que la educación no puede
restringirse, exclusivamente al ámbito de la mera
enseñanza, sino que debe trascender
este aspecto. En todo caso, la educación en valores no
puede limitarse a lo moral; por el contrario, debe incluir
otro tipo de valores. Si se pretende una formación
integral es necesario trabajar sobre la base de valores
éticos, estéticos y morales que correspondan,
en lo posible, a la adopción de unos mínimos
valorativos, que aunque puedan estar sujetos a controversia,
permitan la sana reflexión, la crítica y el
abordaje desde el pensamiento autónomo. Una estrategia
para la educación en valores, desde estas dimensiones
estética, ética y
política, es incorporar un curso de Ciencia,
Tecnología y Sociedad (CTS) dentro de los planes de
estudio, en los procesos formativos de ingenieros.Un buen ejemplo de la importancia de una
educación basada en valores, con principios
éticos, quizás morales, tiene que ver con el
fenómeno de la nueva era y la manera como se ha
incorporado en el imaginario colectivo de las masas las
pseudociencias relacionadas con el tarot,
la lectura
del cigarrillo, el tabaco,
las manos, el horóscopo, y otros sortilegios propios
de la magia, la brujería, la hechicería y otras
supercherías, en donde se derrumba el aparato de la
ciencia y se da paso a un conjunto de falsas creencias y
antivalores, que hacen fácil presa al individuo del
control de los magos y hechiceros, apoderándose
incluso de su voluntad. Ello sucede, en parte, porque se
carece de una mínima fundamentación
científica, crítica y racional, y porque
quienes se aprovechan de la situación carecen de
valores positivos, como guía de acción, y su
comportamiento es totalmente antiético. Para analizar
rápidamente la situación, planteemos junto con
Diego Andrés Roselli y Fernando Guzmán Mora
("Ciencia y Magia", Revista
Innovación y Ciencia, 1996) lo siguiente: "Es
justo permitir que la gran masa humana prosiga por caminos
evidentemente falsos, sólo porque así
encontrarán algún [supuesto] consuelo a
su dolor? Es ético aceptar que curanderos impostores,
brujos con supuestos poderes de sanación, rezanderos
estafadores, terapeutas ‘alternativos’ y otros
‘mercaderes de la salud’ amparados en la
credulidad de su clientela, sigan usurpando el papel de los
médicos? Thomas Hobbes
(1588-1679) aseguraba que la ignorancia está a medio
camino entre la ciencia y las doctrinas erróneas.
Más vale ser ignorante, que educado en principios
carentes de verdad, ya que de esta última forma nos
estaríamos alejando de la verdadera sabiduría
(Leviatán, capítulo 4). Es precisamente lo que
está sucediendo: en un claro retroceso cultural,
nuestra población está siendo educada en
principios erróneos. No podemos resignarnos a
contemplarlo impertérritos.Por otra parte, debemos plantearnos la necesidad de
abordar la educación moral desde una ética de
la responsabilidad compartida, de acuerdo con algunos de las
reflexiones que sobre el tema hace Alexander Ruíz
Silva ("Le educación moral desde una ética
de la responsabilidad compartida", Revista Colombia,
Ciencia y Tecnología, 2002), dentro del contexto
del proyecto de
investigación: Análisis desde la
ética de la responsabilidad, de los criterios
valorativos, éticos, políticos y
pedagógicos en los procesos de formación en
valores, proyecto realizado conjuntamente con Marieta
Quintero y Bibiana Restrepo, con la cofinanciación de
COLCIENCIAS, Colombia, en el período 2001-2002. De
acuerdo con este trabajo y en lo que hemos hablado de
valores, ética, y moral, podemos evidenciar que una
norma alcanza reconocimiento y legitimidad en un grupo social
en particular, cuando los individuos que componen tal grupo
están en disposición de acatarla, respetarla y
velar porque los demás miembros del grupo
también lo hagan. Ello representa el proceso de
validación colectiva y social de la norma, el cual es,
además, permanente y continuo. En consecuencia,
respetar una norma significa restringir, en sentido negativo,
la posibilidad (autonomía o libertad) que tiene el
individuo de violarla y, en sentido positivo, reconocer una
condición mínima para establecer potenciales
acuerdos presentes y futuros. En esto radica el
carácter prospectivo (anticipativo) de la
educación moral; es decir en la presunción de
que existe la posibilidad de construir o reconstruir modos de
regulación (léase normas) a partir de los
cuales se pase por la mira de la crítica lo
establecido socialmente y se emprendan las correspondientes
acciones de superación, reparación o
corrección, de lo que impide el avance moral de una
sociedad.Tengamos en cuenta que una norma es aquello que
permite establecer la noción de comunidad. De
acuerdo con esto, la educación moral se expresa
esencialmente en la posibilidad de permitir o propiciar
el
aprendizaje de valores de tipo moral, susceptibles,
además, de ser asumidos al mismo tiempo como obligaciones (o deberes) y
derechos.Es en este punto en donde una educación
fuertemente fundamentada en la ética de la
responsabilidad tiene no sólo mucho que decir, sino
también, reales posibilidades de desarrollo y
concreción en las líneas de acción. En
cuanto a esto, algunas concepciones éticas
contemporáneas representan una importante alternativa
al tratamiento moral de los conflictos, partir del uso de
criterios racionales tanto para entenderlo como para una
eventual solución de los mismos. La ética de la
responsabilidad compartida es, en esencia, una apuesta, una
visión prospectiva para la sociedad moderna, pero
también constituye un enfoque viable para las
instituciones sociales concretas, que como en el caso de la
escuela,
requieran de una base normativa en la que se reconozca a cada
uno de los actores, se respete sus diferencias, se promueva
la participación y se creen procedimientos y
mecanismos de control.Finalmente, siguiendo con los autores del proyecto,
digamos que "podemos entender, entonces, que la moral no
es sólo un asunto de conciencia, sentimientos,
juicios, es también y principalmente un asunto de
acciones, de acciones que nos obligan moralmente a la
búsqueda permanente de consistencia, principal
fundamento de una ética de la responsabilidad
ciudadana.- Sobre la
educación en valores, la formación
ética y la moral - El asunto de los
valores, la ética, la moral y el riesgo. La Sociedad del
riesgo. El principio de precaución (ver decreto
gubernamental)
Desde que tratamos, primero, el tema de los valores y,
luego, el tema de la responsabilidad social en el desarrollo de
nuevas
tecnologías, se ha mencionado el término
riesgo, en general, al cual van ligados, por otra parte, lel
concepto amplio de sociedad del riesgo, es decir la sociedad de
la era de la tecnología sometida al impacto de las
nuevas tecnologías, y el concepto específico de
riesgo tecnológico, es decir aquel referido al uso,
abuso y mal uso de la tecnología. Dicho de otra manera:
el riesgo inherente a la naturaleza misma de la
tecnología, y al desarrollo de ella por parte de los
ingenieros, debe ser enfocado con criterio de responsabilidad
social lo cual nos lleva al tema de los valores, la
ética y la moral referidas al desarrollo de la
tecnología misma. Hoy, además, por efecto de
la
globalización hablamos ya no de sociedad del riesgo
sino de sociedad del riesgo global.
Pero, qué cosa es el riesgo? porqué se
habla del principio de precaución? Y qué es
sociedad del riesgo global?
La definición oficial del término, a
nivel internacional, fue adoptada por Naciones
Unidas, en relación con el tema de la evaluación del riesgo en desastres
naturales, aunque hoy es mucho más amplio el
ámbito de aplicación. De acuerdo con la Oficina del
Coordinador de las Naciones Unidas para el Socorro en Caso de
Desastres (UNDRO) en 1979, dicho término "se refiere
a las pérdidas esperadas a causa de una amenaza
determinada en un elemento de riesgo [que puede ser una
tecnología], durante un período específico
en el futuro. Según la manera en que se defina el
elemento de riesgo, el riesgo puede medirse según la
pérdida económica esperada, ó según
el número de vidas perdidas o la extensión del
daño
físico a la propiedad". En relación al riesgo
tecnológico, tendríamos que hablar también
de pérdidas a la salud o pérdidas por
afectación del cultura en determinada
sociedad.
Desde un punto de vista más social, se entiende
el riesgo como "una situación o suceso en el cual se
pone en juego algo valioso para los seres humanos (incluyendo a
los humanos mismos), y donde el resultado es incierto" (jaeger,
Renn, Rosa y Weber.
"Risk, Uncertainly and Rational Action", 2001).
Según León Olivé, cualquier
situación o suceso que constituya un riesgo lo es, pues,
en relación con algo valioso para el ser humano.
A esta noción de riesgo, siguiendo a Olivé,
habría que agregar tres anotaciones:
- Un riesgo surge a partir de decisiones humanas de
actuar y producir algo, o de omitir acciones o dejar que pase
algo. "El riesgo presupone una situación donde"
está en juego "una elección" (López Cerezo
y Luján). - Si se trata de daños que son el resultado de
decisiones humanas, o por lo menos cuya ocurrencia ha sido
posible por la participación de decisiones humanas, todo
riesgo lleva a la imputabilidad de alguna
responsabilidad. - El tercer elemento tiene que ver con la justicia
social, pues en las sociedades contemporáneas "los
conflictos sociales sobre riesgos pueden entenderse, por lo
menos en parte, como conflictos respecto a la
compensación por los riesgos, lo cual necesariamente
entraña también conflictos sobre el reparto de
bienes" (López Cerezo y Luján)
Por otra parte, hoy, en la era de la información y la sociedad del
conocimiento, que algunos denominan también la era de la
tecnología o era digital, es necesario considerar el
riesgo tecnológico, aquél producto del mal uso o
abuso de la tecnología, por desconocimiento, por falta
de capacitación, por omisiones, por falta de
capacitación o por ausencia de medidas de
prevención y control frente a riesgos reales inherentes
a la naturaleza o complejidad de la tecnología
misma.
En cuanto al principio de precaución, en su
acepción más básica, podemos decir que "es
el principio que establece que se tomen medidas preventivas
cuando existan bases razonables para creer que la
introducción de sustancias o de energía en el
medio ambiente pueda resultar peligrosa para animales, para
humanos o para el ecosistema en general, aunque no se tenga
evidencia contundente de que existen relaciones causales entre
la presencia de esas sustancias y los daños". El
principio de precaución surge, como punto de partida, en
referencia a potenciales amenazas directas o evidentes de la
tecnología sobre la salud, la vida y el medio ambiente,
pero también a las no evidentes, producto de la
incertidumbre o la inexistencia de datos concretos en torno a
su real amenaza. Pero hoy en día, es necesario
extenderlo a otros ámbitos, incluyendo la
precaución de la tecnología por la
tecnología, especialmente al cultural por los nuevos que
entraña la tecnología para la sociedad, para las
relaciones entre la gente, por el control político,
económico, entre otros.
Ahora bien, puesto que los conceptos de riesgo y
sociedad global del riesgo son algo ambivalentes, ellos supone,
en palabras de Ulrico Beck ("Retorno a la teoría de
la ‘sociedad del riesgo’; 2000) que anulan
distinciones y conectan antítesis. En
síntesis, de acuerdo con Beck, el concepto de (sociedad
del) riesgo (global) significa:
- Ni destrucción ni confianza/seguridad,
más bien virtualidad real - Un futuro amenazante,, (incluso) en lugar de
contradictorio con los hechos reales, se convierte en el
criterio para decidir las acciones presentes. - Tanto los juicios de valor como los juicios de
hecho, se combinan en una moralidad
matematizada. - El control y la falta de control expresadas como
incertidumbre manufacturada - El conocimiento y la inconsciencia entendida en
conflictos de (re)cognición - Simultáneamente, global y local
reconstituidos como la "glocalidad" de los
riesgos. - La distinción entre conocimiento, impacto
latente y consecuencias sintomáticas - Un mundo híbrido hecho por el hombre
que perdido el dualismo entre naturaleza y
cultura.
Para concluir este apartado digamos lo siguiente: a
pesar de los grandes avances en el desarrollo
tecnológico, es necesario aspirar que la
tecnología, sopesando adecuadamente el riesgo sobre la
sociedad, coadyuve a resolver algunos de los grandes males que
asolan a la humanidad, como la pobreza, el
hambre y las guerras,
entre otros. No obstante, estos grandes males escapan a la
esfera netamente científico-tecnológica y se
constituyen en un problema político en un problema de
decisión política con tremendas implicaciones de
tipo moral y ético.
El principio de precaución, referido no solo a
tecnología, sino a la toma de decisiones en cualquier
ámbito de la sociedad, debe considerarse desde un marco
estructurado para el análisis de cualquier tipo de
riesgo, comprendiendo tres elementos esenciales, que son de
capital importancia en cuanto a lo tecnológico:
estimación del riesgo , gestión del riesgo y
comunicación del riesgo. El principio de
precaución es especialmente relevante en la
gestión del riesgo. En todo caso dicho principio no debe
ser confundido con el elemento de precaución o
prevención que los ingenieros aplican en su
estimación de información científica y
tecnológica.
Finalmente, digamos que aunque el principio de
precaución es definido explícitamente en
referencia a riesgos para la vida, la salud y el medio
ambiente, su espectro es mucho más amplio y cubre
también aquellas circunstancias específicas en
donde la evidencia científica es insuficiente,
inconclusa o incierta y hay indicaciones más o menos
claras, mediante evaluación científica o
tecnológica objetiva preliminar, de que son bases
razonables para reconocer que los efectos o impactos
potencialmente dañinos sobre el ambiente o sobre la
salud y la vida de plantas,
animales y seres humanos, pueden ser inconsistentes con el
nivel de protección escogido. Esto tiene que ver,
entonces, con la condición de que el ingeniero
actúe con alta responsabilidad social y con un sentido
ético del manejo o desarrollo de la tecnología
cuando el riesgo se refiere a ella.
No hay duda de que la actitud y la cultura (de la
innovación) son los dos elementos claves que
caracterizan a las sociedades con altos niveles de desarrollo
tecnológico, económico y social. Adicionalmente,
los habitantes de esas naciones comparten un conjunto de
creencias y valores comunes que marcan la diferencia con los de
otras naciones.
La nueva economía ha dado lugar a unos valores
paradigmáticos que salen a relucir especialmente en el
mundo de los negocios y de las relaciones comerciales. De igual
manera, a la tecnología también se le atribuyen
ciertos valores, que se evidencian mediante los juicios de
valor que emite un cliente o la persona que va a adquirir o a
usar la tecnología.
El ejercicio de la profesión de ingeniero, y la
formación para llegar a él, implica la necesidad
de asumir una responsabilidad social en el uso de la ciencia y
la tecnología, especialmente en el desarrollo de esta
última. Cuando los profesionales de las distintas
disciplinas de la ingeniería se agremian en sociedades o
asociaciones, entran a compartir un mismo conjunto de valores y
se adhieren a las mismas bases normativas, las cuales por lo
general se plasman en códigos de ética
ingenieriles que se constituyen en guías para la
acción en el ejercicio de la profesión o en el
desarrollo de una tecnología.
En general, se hace necesario que la formación
de ingeniero no se limite simplemente al desarrollo de unas
competencias en el saber y en el saber hacer en el campo de
intervención, o a la acumulación o
aprehensión de conocimientos e información, sino
que también debe centrarse en las competencias en el
ser, con una sólida educación en valores y una
formación ética y moral acorde con las
necesidades de utilizar la tecnología en beneficio de la
sociedad. Esto le daría el carácter de integral a
la formación tecnológica.
Finalmente, se debe invocar siempre el principio de
precaución cuando subsista una mínima probabilidad de
riesgo en el desarrollo y utilización de determinada
tecnología, para una comunidad específica o para
la sociedad en general, y hasta que las evaluaciones
científico-tecnológicas determinen la inocuidad
de la misma. En todo caso, este debe ser un principio rector
permanente en la búsqueda incesante de los
límites y las fronteras en la era de la alta
tecnología.
- Barker, Joel Arthur. "Paradigmas: el negocio de
descubrir el futuro". Ed. Mc Graw Hill, Bogotá,
1995. - Cardona Carmona, Héctor. "Responsabilidad
social de la ciencia y la tecnología: Diálogos
con los profesores León Olivé y Nicanor
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2005. - Beck, Ulrico. "La sociedad del riesgo. Hacia una
nueva modernidad". Paidós, Barcelona,
1998. - Ibarra, Andoni y López Cerezo, José.
"Desafíos y tensiones actuales en ciencia,
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Madrid, 2001 - Olivé, León. "El bien, el mal y la
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2003. - De Cózar, José Manuel (Ed.).
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Por
Nelson Rúa Ceballos
Instituto Tecnológico
Metropolitano-Medellín