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Aztecas




Enviado por lauracademia




    Aztecas

    1. Introducción
    2. Organización social
    3. Calendario
      Azteca
    4. La
      formación del matrimonio
    5. El juego de
      pelota Tlachtli
    6. Filosofía
    7. Religión
    8. Los
      sacrificios
    9. Algunas
      características de la cultura azteca
    10. En busca de
      nuevas rutas
    11. La llegada
      y sus primeras impresiones
    12. Choque de
      culturas
    13. Cómo
      reaccionaron los nativos?
    14. La
      conquista espiritual
    15. ¿Qué pasó con la
      población?
    16. Relaciones
      con los indios
    17. Final de
      Hernán Cortés
    18. Breve
      reseña del Nuevo Mundo y Hernán
      Cortés
    19. Se ensancha
      el mundo conocido
    20. La
      conquista de México
    21. Actualidad
      de los aztecas
    22. Bibliografía

    Introducción

    En la zona
    geográfica que corresponde a la mitad sur del México actual, se
    desarrolló una gran actividad cultural desde unos 2000
    años a. C. En esta región habitaron diversos pueblos,
    algunos de los cuales nos han dejado muestra de su floreciente
    cultura, como es el caso de
    los restos arqueológicos de la ciudad de Teotihuacán,
    ya deshabitada cuando llegaron los españoles. En la meseta
    central mexicana desde finales del siglo VII hasta mediados del
    siglo XII, se desarrolló la cultura tolteca que llegó a
    fusionarse con la maya en su expansión hasta el
    Yucatán.

    En este marco
    geográfico, más concretamente en las orillas e islas
    del lago Texcoco, se desarrolló la civilización azteca,
    una de las civilizaciones mejor conocida de la América precolombina y la
    unidad política más
    importante de toda Mesoamérica cuando llegaron los
    españoles. Los aztecas son herederos de la
    tradición cultural de los toltecas, que sirven de nexo entre
    la cultura azteca y la
    maya.

     Los aztecas,
    que se hacían llamar a sí mismos «mexicas»,
    llegaron del norte y se asentaron en la cuenca del Texcoco a
    mediados del siglo XII, fundando su capital, Tenochtitlán, en
    1325

    . La palabra
    «azteca» tiene su origen en una legendaria tierra del norte llamada
    «Aztlán». Según cuenta la leyenda, los
    aztecas abandonaron esta mítica Aztlán, por orden de
    los dioses y debían instalarse allí donde encontrasen
    un águila devorando a una serpiente.

    El azteca fue un
    pueblo que, mediante alianzas militares con otros grupos y poblaciones conoció
    una rápida expansión y dominó el área central
    y sur del actual México entre los siglos XIV y XVI, si bien
    es cierto que en un primer momento tras su llegada, tuvo que
    enfrentarse a otros pueblos ya asentados en la zona. Tras
    la muerte de Moctezuma II en
    el 1520, se puso de manifiesto la debilidad de este gran imperio,
    derivada de aquella rápida expansión: no podían
    controlar aquel vasto territorio; las divisiones internas entre
    provincias y las tensiones y ambiciones independentistas de
    algunos pueblos, facilitó a los españoles, dirigidos
    por Hernán Cortés, la conquista de este gran imperio,
    que culminó en 1521.

    A
    continuación, le mostraremos una serie de costumbres y
    sucesos que acontecieron en la vida los aztecas que hicieron que
    sus vida y existencia cambiara para siempre.

    Organización social

    Contrariamente a
    lo que se ha creído, el pueblo azteca no era un imperio en
    toda la extensión de la palabra. Cierto, nadie podía
    desobedecer una orden del Gran Orador o Huey Tlatoani, nombre
    correcto del emperador Azteca.

    El hijo del Gran
    Orador no siempre fue el heredero. Era un Consejo de Sabios
    – muy similar al Senado Romano – el que decidía
    de manera democrática quien sería el próximo
    gobernante principal del Gran Templo.

    Una vez electo el
    Gran Orado, era obedecido en todo, debido a que era el
    representante en la Tierra del dios
    Huitzilipochtli. El Gran Orador era, además del jefe del
    gobierno, el sacerdote principal
    del Gran Templo.

    El corazón del imperio Mexica
    fue el calpulli. Allí antes de que existiera el imperio, ya
    existía el calpulli. Este se formaba generalmente por
    parientes o personas con la misma profesión, de esta forma,
    existían calpullis de sacerdotes, guerreros águilas,
    guerreros ocelotes, carpinteros, alfareros, etc. Cada calpullis
    era una forma de gobierno autónoma, con su propio Orador o
    gobernante, el cual era elegido por los más ancianos
    moradores del calpulli. Cada calpulli tenía su propia
    escuela, su propia templo, a
    veces era importante, tenía su propia
    guarnición.

    En la sociedad azteca no había
    clases cerradas. Cualquiera podía llegar a ser miembros del
    Consejo de Sabios. Sin embargo, solo los nobles podían ser
    Grandes Oradores.

    Una costumbre
    azteca consistía en que el Gran Orador, una vez elegido,
    dejaba de ser un humano, para convertirse en un dios. De hecho,
    cada Gran Oradora azteca era adorado en el Templo
    Mayor.

    El protocolo azteca exigía que
    nadie podía ver directamente al emperador, ni hablarle o
    escucharle. Por eso, existía el portavoz, era el que
    transmitía lo dicho por su señor a los lacayos y los
    que le respondían al emperador. Pero, en casos graves, el
    rey hablaba de manera directa con su consejo.

    Calendario
    Azteca

    El pueblo azteca
    daba mucha importancia al tiempo, que era registrado en
    dos calendarios: el de 365 días, xihuitl, que era solar y/o
    el agrícola compuesto por 18 meses de 20 días, más
    cinco días "inútiles" o "aciagos" y la cuenta de los
    destinos de 260 días, llamada tonalpohualli, que tenía
    más bien carácter adivinatorio.
    Este estaba dividido en 13 meses de 20 días cada uno. Cada
    día tiene un nombre y se combina rotando con un número
    del 1 al 13, hasta completar los 260 días (13 veces 20 =
    260. Cada día con su numeral tiene una carga energética
    que lo conecta con la fuerza del cosmos y esta bajo
    la protección de un dios, se relaciona a un rumbo del
    universo y a un color, y tiene un augurio
    asociado.

    Los aztecas
    dividían el calendario solar en cinco períodos de 73
    días, especie de estaciones a los que llamaban cocij:
    cocij cogaa
    , era el tiempo del agua y del viento simbolizado
    por el cocodrilo; cocij col lapa era el tiempo de las
    cosechas, representado por el maíz; cocij piye chij
    era el tiempo santo o de fiesta, representado por el águila
    o guerrero; cocij piye cogaa, tiempo de sequías e
    inicio del calendario; cocij yoocho, tiempo de las
    enfermedades y las miserias,
    representadas por el tigre.

    La
    formación del matrimonio

    En la sociedad
    Azteca, la familia estaba formada
    primero por el matrimonio en el cual el
    varón sólo podía tener una esposa, que era la
    legítima y era llamada Cihuatlantli, con quien se casaba con
    el ritual correspondiente, pero podía tener tantas
    concubinas como pudiera sostener pero estas realizaban el ritual
    matrimonial. La edad ordinaria para contraer matrimonio era entre
    los 20 y los 22 años más o menos, no podían
    casarse padres con hijos, ni padrastros y entenados, ni hermanos
    entre sí. Para casarse, el joven necesitaba el permiso de
    sus maestros del Calmecac o del Telpochcalli, esto se
    obtenía cuando los padres ofrecían un banquete de
    acuerdo a sus recursos. Luego, los padres del
    novio se dirigían a los padres de la novia a través de
    ancianas quienes llevaban la petición. Era costumbre que la
    primera vez se negara la petición y más tarde se
    contestaba con la aceptación o la negativa formal. Pero
    entre los plebeyos se hacía más frecuente la unión
    libre y después de tener los recursos adecuados, se
    efectuaba la ceremonia. En la ceremonia nupcial, los novios se
    sentaban uno enfrente del otro, donde intercambiaban vestidos y
    se daban de comer mutuamente, como símbolo de ayuda mutua
    para el futuro. El divorcio era conocido por los
    aztecas, pero para que fuera válido tenía que haber
    sentencia judicial. Después de esto los contrayentes
    podían volverse a casar.

    El juego de pelota
    Tlachtli

    El juego de pelota
    se jugaba en un patio que tenía forma de H acostada. A ambos
    lados del travesaña de la H se extendían los muros y en
    el medio de casa uno se insertaba verticalmente un anillo de
    piedra o de madera, a diferencia de la
    posición horizontal del aro en el juego del baloncesto que hoy conocemos.
    Los jugadores trataban de pasar a través de este anillo una
    pelota de hule macizo, a la cual sólo le podían pegar
    con los codos, las caderas o las piernas. Cuando anotaba puntos
    sus partidarios tenían el derecho de despojar de sus ropas a
    los contrarios.

    Filosofía

    Las concepciones
    de los aztecas relativas al Universo reflejaban sus gustos
    trágicos y sus inclinaciones a los sacrificios y
    prácticas sangrientas. La creación del Mundo había
    empezado por el sacrificio voluntario del dios Nanahutzin (dios
    de la sífilis, como Amimitl era lo
    era de la disentería), que se arrojó a una hoguera.
    Quetzalcoátl había sacrificado a su hijo, que tras ello
    se convirtió en Sol. Cuatro edades o soles se había
    sucedido, cada una de ellas terminaba por un cataclismo. Al final
    de la primera, los hombres habían sido destruidos por los
    jaguares. La segunda, por el viento. La tercera acabó
    mediante una lluvia de fuego y la cuarta, en diluvio.

    Los primeros
    sacrificios, los habían hecho los dioses para alimentar al
    Sol con sangre de corazón. El mundo
    subterráneo comprendía nueve pisos; los cielos, trece,
    superpuestos. En fin, práctica esencial en la religión de los aztecas era, como ya
    hemos indicado varias veces, los sacrificios humanos, costumbres
    que fueron en aumento a medida que la civilización
    progresaba.

    Esto, la
    abundancia de dioses y su complicado ritual dio nacimiento a un
    cuerpo sacerdotal muy numeroso a cuya cabeza estaban dos grandes
    sacerdotes, que llevaban el nombre de Quetzalcoátl. A sus
    órdenes se escalonaban una jerarquía complicada y una
    escuela encargada de la formación de novicios. Había,
    además, brujos y magos que, mediante renumeración,
    predecían el porvenir, curaban enfermedades y hacían
    otros servicios
    análogos.

    Los aztecas
    creían en la creación del hombre basados en los Dios
    Ometecutli y Omecihualt, creadores de la vida e inicio de todo,
    los cuales a su vez tuvieron cuatro hijos: Tezcatlipoca,
    Xipetotec, Quetzalcoátl y Hutzilopochtli. Los aztecas
    creían que el mundo estaba destinado a ser creado y
    destruido cinco veces, así que los aztecas que Cortes
    encontró creían que estaban viviendo en el quinto y
    final período de la creación. Los aztecas no
    tenían nada que se refiriera a la Eternidad, no tenían
    noción de la misma.

    Religión

    Conformados los
    aztecas comenzaron a conquistar a otros pueblos. Fueron aceptando
    nuevos dioses y enlazando sus historias con las de los dios que
    ya tenían. Además, los aztecas tenían un dios para
    cada actividad y cada calpulli. A esto, debemos añadir el
    hecho de que eran dioses de carácter cambiante, asociados a
    colores y con posibilidades de
    multiplicarse. De todas estas divinidades, la más importante
    fue Hiutzilopochtli, de dios del sol y la guerra, que tenía su
    antítesis en Telcatlipoca, concebido como un dios oscuro, lo
    cual pone de manifiesto la dualidad existente en la religión
    azteca. También fueron importantes Tlaloc, dios de la lluvia
    y Quetzalcoátl.

    Quetzalcoátl
    era un dios antiguo, anterior a los mexicas, del que hay diversas
    versiones. Para algunos era el dios creador del hombre, mientras
    que para otros fue un dios civilizador. Es considerado hijo de la
    diosa virgen Coatlique y hermano gemelo del dios Xolotl. Como
    introductor de la cultura, él trajo al hombre la agricultura y el calendario y
    es patrón de las artes y de los oficios.

    Los
    sacrificios

    Un elemento
    fundamental en el culto religioso eran los sacrificios humanos
    que para los aztecas eran una especie de compensación o pago
    que los hombres daban a los dioses. Hiutzilopochtli y todas las
    demás deidades, recibían su parte en la vida del
    pueblo:

    " Como dios que
    es, desdeña los alimentos groseros de los hombres
    y solo puede mantenerse con la vida misma, la substancia
    mágica que se encuentra en la sangre del hombre. Así,
    la guerra, la conquista y el sometimiento de otros pueblos,
    tenían motivos económicos y políticos, pero
    también razones religiosas de búsqueda de prisioneros
    para su inmolación".

    El sacrificio
    más común consistía en arrancar el corazón a
    la víctima, ofreciéndolo enseguida al dios, para ellos,
    cuatro Sacerdotes sujetaban el sacrificio, que colocado sobre una
    piedra (llamada Techath) por sus extremidades y un quinto
    Sacerdote ejecutaba la operación con un cuchillo de
    pedernal, con el que le daba un golpe en el pecho para arrancarle
    el corazón; que era después, ofrecido a los dioses. La
    sangre era dada a gusta a los ídolos, la carne, tenida por
    divina, era comida y el corazón era depositado en un
    recipiente llamado Cuauxicalli. En otras ocasiones, durante la
    fiesta en honor a Xiutecuchtlil, dios del fuego, la víctima
    era arrojada con intervalos sobre un montón de
    brasas.

    Otras formas de
    sacrificio consistían en tener el prisionero atado en un
    sitio para después lanzarse flechas hasta que este muriese y
    la sangre que caía a la tierra se suponía la hacía
    fértil. En honor de la tierra y de Xipe, a la víctima
    se le desollaba después de materia y el sacerdote se
    vestía con la piel de aquella. Y no dejaba
    de haber para algún valiente guerrero enemigo, antes de
    aplicársele la muerte común, sobre todo
    en la fiesta del "Tlacaxipehualiztli" que era el simulacro de un
    combate contra varios guerreros aztecas mejor armados. Este
    sacrificio fue después llamado: Gladioatorio.

    Había meses
    consagrados al sacrificio de niños que eran llevados a
    las cumbres de los montes, adornados con plumajes y guirnaldas,
    sus sacrificadores los acompañaban tañendo instrumentos musicales,
    cantando y bailando. La ceremonia de inmolación tenía
    como objeto el pedir lluvias y si los niños lloraban era un
    buen signo. El corazón les era arrancado como parte final
    del acto.

    En las fiestas del
    Toxcatl se sacrificaba a un mancebo (imagen de Tezcatlipoca), a quien
    durante todo un año se le agasajaba con fiestas y regalos
    preparándolos para la muerte. Los ritos exigían que
    hubiese también ofrendas y oraciones,
    sahumerios con copal y otros actos. Las calaveras de los sacrificados se
    conservaban en Tzompantli o gradería de cal y piedra. El de
    Tenochitlan tenía no menos de 136.000 de ellas al tiempo de
    la conquista.

    Esfuerzos
    habían hecho, las culturas prehispánicas para fijar
    sobre la piedra o el papel sus pensamientos: no llegaron, sin
    embargo, a descubrir el alfabeto que les permitiera fijar la
    palabra misma.

    Existió, en
    cambio, una producción poética y
    de elocuencia popular, atesorada en la memoria y transmitida de
    generación en generación. Normas también de vida
    moral y de conducta social que los padres
    enseñaban a sus hijos por regla.

    Algunas características de la cultura
    azteca

    • Ciudades: Tenochtitlán.
      Las ciudades nahuas tenían una elaborada planeación urbana, con
      funcionarios encargados de mantener las calles rectas y
      ordenadas, tenían servicios de recolección de
      desperdicios y de excrementos.
    • Baños: Las casas de las
      clases altas aztecas tenían agua y baños interiores.
      Se reporta que el palacio de Moctezuma tenía más de
      100 habitaciones, todos con baño privado.
    • Esclavos: La esclavitud azteca era poco
      rígida. Los hijos de esclavos eran libres. Un esclavo
      podía ser declarado libre si él o ella tenían
      hijos con su amo(a) o si eran maltratados. Una persona podía ser
      declarada esclava, si trataba de evitar la huida de un
      esclavo.
    • Educación: La educación era
      obligatoria. Había una escuela para el pueblo, y una para
      los nobles. Si tenían talento, podían ser escogidos
      para la casa de la música o seleccionados
      para jugador de pelota.
    • Ruedas: No usaban la rueda para
      el trabajo o la guerra. Sin
      embargo, se usaban para juguetes de los niños,
      los bienes se transportaban por
      personas, no había animales que sirviesen para
      transporte.
    • Hierro: Conocen el hierro, pero no el acero, por lo que el hierro
      era raramente usado, pues por sí solo el hierro es
      inferior a las aleaciones de bronce. Las
      espadas eran de madera con afiladas hojas de obsidiana (capaces
      de degollar un caballo)
    • Dinero: No usaban monedas como
      dinero. A veces, usaban
      cacao como monedas.
    • Escritura: La escritura azteca era
      principalmente pictográfica, con variantes
      jeroglíficas y fonéticas. Sin embargo, era muy
      común de aprender textos (por ejemplo, poemas) de memoria.

    En busca de
    nuevas rutas

    De 1096 a 1292, en
    Europa se organizaron ocho
    expediciones contra los musulmanes, llamadas las Cruzadas. Las
    inspiró el deseo de que Tierra Santa, la región donde
    vivió Cristo, estuviera en poder de los cristianos. Pero
    estas lucha tenían también motivos económicos. Los
    españoles tenían, en la Reconquista, su propia cruzada.
    Isabel, reina de Castilla, se casó con Fernando, rey de
    Aragón (los Reyes Católicos) y sus reinos unidos fueron los más
    poderosos de la península. Para entonces ya existía el
    reino de Portugal.

    Cuando comenzaron
    a gobernar los Reyes Católicos, los musulmanes habían
    perdido mucho terreno. Las guerras contra los musulmanes
    y el deseo de encontrar rutas hacia el Oriente más
    rápidas y seguras, animaron las exploraciones marítimas
    europeas.

    Entre los mejores
    navegantes figuraban los italianos y los portugueses. La
    conquista del nuevo continente fue impulsado por instalaciones
    como los Estados Monárquicos, la Iglesia Católica y las
    grandes campañas comerciales.

    La llegada
    y sus primeras impresiones

    Los primeros
    asentamientos españoles se ubicaron en las islas Antillas.
    Desde la ciudad de Santo Domingo en la isla que Cristóbal
    Colón llamó La Española se organizó la
    primera recolección de oro americano y la conquista
    de las islas. Pero desde su llegada, los españoles no
    obtuvieron las riquezas esperadas. Salvo el oro que se
    encontraron en las Antillas. Los nativos fueron obligados a
    recolectar el metal precioso, no se resistieron, pero con el
    tiempo fueron desapareciendo. La Española perdió
    importancia y Santiago de Cuba se transformó en el
    centro de las operaciones coloniales
    españolas. Desde allí, en 1519, Cortés y su
    escuadra bordeó el Yucatán, al llegar a la
    desembocadura de un río de Tabasco, Golfo de México, el
    conquistador decidió realizar el desembarco.

    Primero llegaron a las llanuras
    tropicales de la costa y luego se dirigieron al interior, hacia
    las regionales más elevadas de México. Habían gran
    vegetación donde soplaban
    vientos fríos que refrescaban y purificaban la
    atmósfera. Antes de ordenar la marcha hacía la capital
    del imperio azteca, Cortés había enviado a Carlos V una
    delegación con ricos presentes y un mensaje o carta de relación en que
    describía con entusiasmo las posibilidades que ofrecía
    México, gestión que
    emprendió para precaverse de su enemigo y competidor De
    Velásquez, cuyos agentes podían hacerlo caer en
    desgracia ante el emperador.

    En abril de 1519, los mensajeros
    del gobernante, Moctezuma le confirmaron unos rumores que
    había escuchado: en la costa del Golfo, por el rumbo de
    Veracruz, había aparecido unos hombres extraños,
    blancos y barbados, quienes viajan en canoas, grandes como
    casas.

    En la llegada
    atemorizó a los indígenas gracias a las armas de fuego y caballos. Una de
    las tribus, los tlaxcaltecas, que habían sido dominados por
    los aztecas, se aliaron con los españoles. El emperador de
    los aztecas, Moctezuma recibió a los invasores con
    obsequios, lo que provocó mayor codicia a
    Cortés.

    Los nativos los
    recibieron pacíficamente creyendo que podían ser
    enviados del dios Quetzalcoátl. Pese a esto, Cortés,
    tomó prisionero al emperador.

    El pueblo se
    sublevó tras la matanza de numerosos miembros de la nobleza.
    Moctezuma fue obligado a mediar entre su pueblo y los
    españoles. Pero las flechas tiradas por los propios aztecas
    hirieron de muerte al emperador y Cortés decidió huir,
    pero algunos pocos lograron escapar. Después las tropas
    españolas se reorganizaron y atacaron sangrientamente a los
    aztecas en Tenochtitlán.

    La conquista
    violenta significó para los indígenas un gran
    sufrimiento espiritual. Algunos historiadores denominaron a este
    impacto en la mentalidad de los pueblos americanos como el
    traumatismo de la conquista. Para los vencidos, la derrota
    tuvo un carácter religioso y cósmico. La caída de
    Tenochtitlán no fue sólo una derrota militar, sino
    también la caída del reino del Sol.

    El ataque sobre
    Tenochtitlán se inició con la destrucción de los
    poblados cercanos y prosiguió con el sitio de la ciudad que
    duró 75 días. Las enfermedades, la falta de agua (pues
    los españoles habían cortado el principal acueducto),
    de comidas, el hacinamiento y la lucha continua vencieron la
    resistencia azteca encabezada por
    Cuauhtémoc.

    El 13 de agosto de
    1521, el imperio azteca quedó sometido a Cortés.
    ¿Cómo se explica que los 200 hombres de la
    expedición de Cortés conquistaran una región
    habitada por más de 10 millones de personas? Influyeron
    factores técnicos como la superioridad de las armas de
    fuego, otro será de tipo religioso.

    La llegada de los
    europeos a América fue anticipada por presagios y
    profecías. Los presagios anunciaban que el retorno del dios
    Quetzalcoátl se produciría al final del reinado de
    Moctezuma y lo haría bajo la forma de un hombre
    blanco.

    Antes de su llegada ocurrían
    una serie de fenómenos naturales y catástrofes: "De
    aquí a muy pocos años nuestras ciudades serán
    destruidas y asoladas, nosotros y nuestros hijos muertos
    ".
    Las profecías comenzaron a cumplirse a los tres años de
    la ascensión de Moctezuma al trono. En 1510, se sucedieron
    un eclipse de sol y la aparición de un cometa. Al poco
    tiempo, Hernán Cortés desembarcó en la costa de
    México…y no pasó mucho tiempo hasta que los nativos
    tomaron conciencia de que no era
    precisamente un dios que esperaban.

    Cuando los
    españoles llegaron a México, se encontraron con una
    civilización que tenía una religión muy diferente
    a la cristiana. Lo que más impactó fue la poderosa
    religión estatal que rendía culto a las principales
    divinidades indígenas a través de sacrificios humanos
    que eran acompañados de diversos ritos. Su mentalidad de
    hombres europeos del siglo XVI la entendieron como una
    religión demoníaca y se propusieron su completa
    destrucción.

    Choque de
    culturas

    Cuando dos
    culturas se ponen en contacto se establece entre ellas una serie
    de relaciones que modifican a ambas. En el proceso de la conquista
    europea en América se relacionaron dos culturas que, hasta
    ese momento, se habían desarrollado por separado, sin que
    una tuviera noción de la existencia de la otra. La conquista
    de América fue una historia de vencedores y vencidos. Unos
    logran imponer su dominio sobre los otros. En la
    relación entre sus culturas ocurrió algo
    similar.

    El concepto de cultura se refiere a
    la forma en que los miembros de un grupo de personas piensan,
    creen y viven, la manera en que se resuelven sus problemas, sus manifestaciones
    artísticas y su vida espiritual, las normas y acuerdos que
    establecen. A este proceso se lo denomina aculturación,
    donde el pueblo vencido pierde su identidad cultural tradicional
    e incorpora a su visión del mundo muchos elementos de la
    cultura de los vencedores.

    Los que llegaban venían
    empujados por todo el desarrollo de Occidente,
    inaugurando la imprenta y las armas de fuego,
    presuntuosos de acabar de hinchar el globo terráqueo. Los
    que contemplaban la llegada se asomaban a los bordes de un
    continente primitivo que llevaba una forma de vida
    ahistórica. Ignoraban el gran proceso espiritual que se les
    echaba encima inesperadamente.

    En el momento en que la sociedad
    arábiga era absorbida por la iránica en el Viejo Mundo,
    en América hombres de cultura occidental incorporaban tres
    grandes sociedades prehispánicas:
    los aztecas, la maya y la incaica.

    Los huestes que desembarcaban tras
    tiempos revueltos portal una serie de ventajas técnicas e ingredientes
    espirituales que les permitirá en muchas ocasiones la
    fácil conquista del territorio. La nueva potencia les despertó la
    conciencia. La comparación es aventurada, porque Weber se refiere a unos
    pueblos jinetes nómadas, condición esta última que
    no atañe a los hispanos. Sin embargo, sí es exacta y
    válida en cuanto a lo que significó, y fue decisivo
    para la conquista el factor del caballo.

    El aspecto de un
    guerrero azteca, a juzgar por las modernas reproducciones, no
    debía de ser nada agradable: y el panorama de los templos e
    ídolos hediondos, de piltrafas y sangre humana, tampoco
    sería reconfortante.

    El encontronazo
    fue contra diversas gamas de las civilizaciones americanas y
    contra distintas clases de nativos. En aquellas regiones la organización
    política era más acabada, la conquista fue obra de
    días. La peculiar estructura gubernamental hizo
    que caída la cabeza soberana, cediese todo el cuerpo de la
    pirámide. Era un mundo tecnificado, abrumado por el
    fatalismo cosmogónico de sus creencias. Mundo inseguro,
    mostraban la vida como una continua construcción.

    A los españoles les
    parecieron siempre fabulosas las cantidades de indios que les
    hacía frente. Por su imaginación meridional y por su
    sugestión de los libros de caballería,
    exageraron el número de la población. Los
    conquistadores desorbitaron para que sus hazañas parecieran
    más grandiosas; los misioneros, para que su labor
    evangelizadora fuera tenida por inmensa, y Las Casas, para
    acentuar la crueldad de sus compatriotas. En su Brevísimo
    relación de la destrucción de las Indias (1542)
    definió a los aborígenes como humildes, pacientes,
    pacifistas y quietos. Eran personas delicadas que no podían
    sufrir trabajos y que no poseían bienes. Pero cuando
    llegaron los españoles, transformados como lobos y tigres,
    despedazaban y mataban sin compasión.

    La curiosidad
    apareció en los cronistas más cultos, y sobre todo en
    los clérigos. Al contacto con los autóctonos, indagaron
    sus costumbres, sus instituciones, su
    pasado.

    Cómo
    reaccionaron los nativos?

    No fue igual en
    todas las partes el recibimiento que hizo a los españoles.
    La reacción violenta se dio junto a la sumisión
    pacífica. En México contaban con una organización militar
    irreprochable. Tenía un ejército en pie de guerra y
    fortificaciones y poseían el concepto de que la pugna era
    una loable actividad. Su entereza frente al enemigo fue
    modélica, aunque al principio luchasen bajo el terror,
    creyendo seres divinos a los que acababan de llegar y se
    sintieran acorralados por la novedad de la pólvora, el
    hierro, el caballo y el perro.

    El hispano
    también encontró algunos problemas: el misterio, las
    trampas, la fauna y flora traicioneras, el
    clima, la cantidad
    numérica del enemigo, las flechas y el veneno.

    Para denotar el valor de los aztecas se
    escribe que luchaban como "perros dañados". Las armas y
    tácticas hispanas hallaron respuesta en las armas y sistema indígena.
    Convocatorias de hombres mediante tambores y columnas de humos,
    parlamentos, sacrificios y ceremonias, danzas y pinturas
    corporales precedían al estado de guerra.

    Se discutía su capacidad para
    vivir de acuerdo con las costumbres españolas y para recibir
    la fe católica. La corona se inclinó por el
    término medio y optó una actitud paternalista, como si
    los indios fueran menores de edad. Se les reconoció su
    racionalidad y se consideró que su retraso era fruto del
    pecado.

    Mientras en España se polemizaba en
    torno al derecho de conquistar
    las Indias y a si el indio poseía alma o no, éste
    permanecía ignorando todo y contemplando asombrado la
    aparición de occidente de extraños seres. En la mente
    indígena se apreció primero la conquista en
    relación con su yo y con sus tierras. Juan Ginés de
    Sepúlveda, Historiador y eclesiástico español, cronista del
    emperador Carlos I. Fue un destacado defensor de la conquista de
    las nuevas tierras americanas y de la inferioridad de los nativos
    frente a los españoles, lo que justificaba su empleo como esclavos en las
    explotaciones imperiales.

    Tales ideas le enfrentaron con
    fray Bartolomé de Las Casas, con quien sostuvo varias
    polémicas en la Junta de Teólogos de Valladolid que
    convocó el monarca en 1550 para definir los límites de la «guerra
    justa» y el trato que merecían los indígenas. En
    su obra Democrates (1547) llama a los nativos bárbaros que
    son inferiores como los niños, así justificando el
    sometimiento de los hombres civilizados, o sea, los
    españoles.

    El encuentro entre las dos razas
    se tradujo, con todas sus consecuencias, en un titánico
    esfuerzo por parte del pigmento europeo tendente a elevar a su
    nivel cultural al pigmento americano, hundido en tres mil
    años de atraso. Para el indio el español fue un intruso
    o un dios. Alguien que venía a aposentarse en su horizonte
    geográfico, a derribar sus dioses y a tomar las mujeres de
    su tribu. Se defiende de él, lo rechaza o acaba
    replegándose mientras sus mujeres se entregan al blanco para
    originar lo mestizo.

    Los primeros españoles
    constituían para los nativos de las Antillas dioses y
    espíritus de antepasados. La India creyendo poder dar vida
    a los espíritus antepasados, se entregó fácilmente
    al blanco considerado como dios. El soldado pudo saber que el
    blanco era un instrumento de mayor placer que el
    indio.

    La
    conquista espiritual

    Como sucedía
    con los mexicas, entre los españoles el poder político
    y el religioso estaban estrechamente ligados. Con la caída
    de Tenochtitlán y las alianzas con diversos
    señoríos indígenas, los españoles se
    adueñaron del centro de lo que ahora es México; en los
    años siguientes fueron extendiéndose hacia el
    occidente, el sureste y el norte. Los territorios más
    difíciles de someter fueron los del norte, pues las tribus
    seminómadas de Aridoamérica carecían de ciudades,
    estaban formadas por grandes guerreros y no querían cambiar
    su forma de vivir.

    Poco a poco
    surgieron ciudades, conventos, minas y haciendas; algunas tribus
    conservaron su independencia hasta principios del siglo XX. Los
    religiosos aprendieron las lenguas de la Nueva España,
    según llamó Cortés a las tierras conquistadas, en
    ellas predicaron, y publicaron vocabularios, gramáticas y
    catecismos. Estudiaron a la gente que querían convertir,
    para comprenderla mejor; fundaron colegios para educar a los
    hijos de los señores, quienes al crecer gobernarían a
    su gente.

    Allí los
    niños aprendían la doctrina cristiana, español,
    latín, música y pintura; mientras tanto,
    habían llegado varias órdenes religiosas: primero los
    franciscanos, dominicos y agustinos. Destruyeron templos,
    códices e imágenes indígenas, que
    consideraban obra del demonio; querían sustituir con el
    cristianismo las antiguas
    creencias.

    Los conquistadores
    y los misioneros llegaban a América con la misión de evangelizar. Se
    propusieron extirpar la idolatría. La muerte del emperador
    azteca contribuyó a que la sociedad perdiera confianza en
    sus dioses. Otra forma en que los españoles se propusieron
    reemplazar las creencias tradicionales indígenas fue la
    edificación de iglesias en los lugares en los que antes
    habían existido templos o centros de culto. Los misioneros
    fueron optimistas porque los nativos parecían aceptar la
    nueva religión. Sin embargo, al poco tiempo, comenzaron a
    escondidas de los españoles, a realizar sus ritos de su
    culto tradicional.


    ¿Qué pasó con la población?

    Antes de la
    llegada de los europeos, la población americana no estaba
    distribuida uniformemente por el continente. El derrumbe
    demográfico se produjo por un conjunto de factores: las
    muertes provocadas por los conquistadores, la
    desorganización de la vida familiar tradicional, los efectos
    devastadores de las epidemias de las enfermedades
    infecciosas.

    También
    influyeron factores de tipo psicológico, como la
    pérdida del deseo en un mundo que se derrumbaba a lo largo
    de los siglos XVII y XVIII, los indígenas que sobrevivieron
    a la conquista fueron transformados en campesinos. Las nuevas
    condiciones de la existencia impuestas por los europeos
    provocaron la desmoralización de los americanos. El alcoholismo se difundió
    como una epidemia. Llevó a muchos a un estado de
    autoabandono e incluso a la disminución de la
    natalidad.

    CUADRO DE LA EVOLUCIÓN DE LA
    POBLACIÓN INDÍGENA DE MÉXICO DURANTE EL SIGLO
    XVI

    AÑOS

    POBLACIÓN (en
    millones)

    1519

    23.5

    1523

    16.8

    1548

    6.3

    1568

    2.6

    1580

    1.9

    1595

    1.3

    1605

    1.0

    La conquista
    española alternó el funcionamiento y la
    organización de las economías indígenas, por
    más que se esforzaron por mantener la organización de
    los aztecas. Después de reemplazar a los soberanos
    impusieron tributos impuestos en beneficio
    propio.

    El tributo
    impuesto a los nativos por los
    españoles por los españoles no volvió a la
    economía indígena como
    gran parte excedente económico que exigían los
    anteriores señores aztecas en forma de servicios sociales y
    de inversiones públicas. Los
    españoles invertían este excedente en su propio sector
    de la economía mexicana y gran parte a la metrópoli del
    otro lado del Atlántico.

    Los reyes
    naturales y aliados, según el fraile español
    contemporáneo Alonso de Zorita, dejaban a los señores
    originarios de esa provincia el dominio de todas las tierras que
    conquistaban y adquirían.

    Los nativos perdieron sus
    exenciones tributarias prehispánicas y fueron privados de
    sus excedentes. En diez años, la inflación había
    dominado la nueva economía. En este período, los
    españoles adquirieron tierras mexicanas. En 1535, el rey
    confirió a los virreyes el derecho legal de otorgar
    concesiones de tierras, con excepción a las
    iglesias.

    La población española en
    la península era escasa y dependía de la economía
    indígena para sus provisiones agrícolas, la tierra
    tenía poco valor. En cambio era de mayor interés para los jefes
    indios y las comunidades que también tenían el derecho
    a recibir esas concesiones de tierra. El verdadero interés
    de los españoles estaba en la mano de obra de los nativos,
    que utilizaban para establecer y mantener en funciones empresas españolas. El pago
    tributario de esos servicios de mano de obra se organizó
    mediante la encomienda: las tierras y nativos fueron
    repartidos entre los españoles desde los primeros días
    de la conquista.

    Los encomenderos
    tenían la obligación de asegurar la evangelización
    de los indígenas. A cambio, la Corona les reconocía el
    derecho de recibir tributos de los indígenas y de emplearlos
    como mano de obra. En las zonas productoras de metales preciosos, de las
    encomienda se obtenían los contingentes de indígenas
    obligados al trabajo forzado en las
    minas.

    En México, la
    producción de plata permitió organizar un circuito
    económico basado en el intercambio entre el centro minero,
    la ciudad de los españoles y la encomienda ubicada en el
    área rural cercana. Sobre todo en el siglo XVI, la ciudad
    obtenía de la encomienda una parte de los alimentos que
    necesitaba y otros productos para la venta local. La producción
    de plata originó áreas de crecimiento económico en
    el imperio español americano. Los alimentos, los tejidos y otros objetos de uso
    cotidiano, y también ciertos materiales de
    construcción y animales de carga, fueron producidos en las
    haciendas o estancias.

    El propietario de
    una estancia o hacienda, a diferencia de un encomendero, no
    contaba con el trabajo gratuito de los indígenas. Por eso,
    usaba como mano de obra a nativos que no formaban parte de una
    comunidad o poblado, a los
    españoles libres de suelo y, más tarde,
    también a esclavos comprados.

    Como consecuencia del derrumbe
    demográfico, desde la segunda mitad del siglo XVI los
    indígenas de muchas encomiendas desaparecieron. Sin
    posibilidad de proveer nativos a los centros mineros, los
    encomenderos comenzaron a usar las tierras de las encomiendas
    para la producción agrícola y ganadera. Desde entonces,
    la propiedad de la tierra fue el
    eje de la organización social y económica del imperio
    español americano.

    Las autoridades
    metropolitanas se propusieron el estricto control del comercio de sus colonias y con
    ese objetivo establecieron el
    monopolio del puerto
    único. Según este sistema comercial, las
    mercaderías para América se embarcaron en un solo
    puerto español, primero Sevilla y después de 1717,
    Cádiz. Durante el siglo XVI, el transporte se realizaba en
    flotas de barcos mercantes.

    Cada año
    salían dos flotas, una en enero y otra en agosto, con
    destinos a Panamá y México
    respectivamente. En América, la venta de las
    mercaderías se realizaba en lugares preestablecidos.
    Así, el Estado español se
    aseguraba la recaudación de los impuestos que debían
    pagar los compradores. Este sistema le dio el control del
    comercio al poderoso grupo de españoles. Dirigían en
    forma monopólica la totalidad del circuito comercial entre
    España y América.

    Relaciones
    con los indios

    Las primeras españolas
    embarcaron para el nuevo mundo en la tercera expedición
    colombina. Algunos cristianos se casaban con indias principales.
    Fue el primer hecho del mestizaje en forma legal. Dado que
    la mujer blanca estuvo en
    minoría, correspondió a la india actuar con más
    frecuencia e importancia, ya como traductoras sirvientas,
    soldados, concubinas….

    A Cortés le
    ofrecieron mujeres en Tabasco. Ellas eran las mujeres por
    excelencia de la conquista ya que las españolas entraron
    solo ocho. La mujer más famosa de la
    conquista fue Malinche, la amante del conquistador. Era una india
    noble, que fue adquirida en el río Tabasco con otras
    más que repartió entre su tropa después de
    bautizarlas. Su nombre fue desde entonces, doña Marina,
    aquella india y señora. Ella era una gran cacica e hija de
    grandes caciques y señores de vasallos. Ella tuvo un hijo de
    Cortés que fue llamado Martín Cortés (Bernal). Los
    mismos indígenas fomentaban la unión entre ellos y los
    blancos. Si el nativo no la ofrecía, el español la
    tomaba. Eran pocas las mujeres blancas que le
    acompañaban.

    Final de Hernán Cortés

    Gobernó hasta
    1540 aquel imperio colonial que había adquirido, pero como
    en la corte española los intrigantes no cedían en su
    rencor, el gobernador hubo finalmente de acudir a justificarse
    ante el rey. El conquistador de México nunca volvió a
    Nueva España; compartió la suerte con otros colegas
    suyo: el olvido durante varios años de su existencia, que no
    fueron sino una prolongada humillación. En vano, Hernán
    Cortés apelaría a la justicia del rey, porque
    Carlos V no había de volver ya a oír hablar de él.
    En 1547, el conquistador moriría, pobre y olvidado, en la
    población sevillana de Castilleja de la Cuesta.

    Breve
    reseña del Nuevo Mundo y Hernán
    Cortés

    Ligeramente ha
    quedado trazado el marco en el que despunta, crece el humanismo, España y el
    imperio. Hernán Cortés, un estudiante pícaro de
    Salamanca, conquista inverosímilmente un imperio y funda una
    nacionalidad.

    En el año
    1485, en que Colón llegó a España, nació en
    Medellín Hernando Cortés. En Medellín, camino de
    trajinantes que iban de La Serena a Mérida y a Córdoba,
    también con la función de centro colector
    de noticias de la
    guerra.

    Martín
    Cortés deseaba la ciencia para su hijo
    Hernando, pero con apenas 14 años salió de
    Medellín con destino a Salamanca. Poco se sabe de la
    experiencia estudiantil de Cortés en Salamanca. Pasó
    allí dos años y fue gracias a la intervención de
    otro tío suyo, Francisco Núñez de Valera, que a
    Cortés se le inculca un matiz humanístico que luego se
    ve reflejado en su futuro accionar. Para ese entonces, Salamanca
    era uno de los focos humanísticos de España.
    Cortés se mostraba culto, instruido entre el común de
    los conquistadores, ávidos de guerra.

    Los españoles
    nunca daban otro nombre a la guerra de colonización que no
    fuera "pacificación". Iban a "pacificar", a imponer por
    fuerza a los naturales la paz cristiana, el imperio de la paz
    cristiana que España estableció por siglos como una
    nueva paz romana en los continentes descubiertos.

    Se ensancha
    el mundo conocido

    El mundo conocido
    hasta entonces sufría cambios por momentos. El afán de
    mostrar méritos a los ojos de los reyes era uno de los
    principales incentivos de los gobernadores de
    las islas. Diego Velásquez, gobernador de Cuba,
    encomendó una expedición a Hernández de
    Córdoba hacia el oeste, con intenciones de descubrir nuevas
    tierras, comerciar con los indígenas y sobre todo encontrar
    oro. La desgraciada expedición descubrió la
    península de Yucatán y trajo la noticia de indios
    bravos y mucho más belicosos que los indolentes antillanos.
    Velásquez, sediento de la obtención de ganancias y
    beneficios que le acarrearía la expansión de la
    colonia, ordena otra expedición, pero esta mucho mejor
    montada, equipada y armada que la desafortunada expedición
    que le costó la vida a Hernández de Córdoba. Los
    informes a los expedicionarios
    hablan de indios muy superiores a los antillanos, muy guerreros y
    con cierta disciplina. Llevaban mantas y
    tejidos de colores teñidos y practicaban una religión
    sangrienta, ofrendando hombres a sus dioses
    bárbaros.

    Éstas son las
    indicaciones e instrucciones que había recibido Cortés,
    designado para comandar la nueva expedición, que esas
    tierras dieran su tributo en oro, piedras preciosas, perlas, etc.
    Deberían tratar a los indios con amor, tomar posesión de
    la tierra ante escribanos y testigos en nombre suyo y por el Rey
    de España, descubrir el secreto de las tierras, la maña
    y conversación de la gente, la clase de árboles, frutas, hierbas
    y animales, si había oro y la relación de las minas que
    tuviesen, como así los métodos de extracción
    que utilizaban los indios.

    Pero Cortés,
    desde el instante en que se vio al frente de una armada,
    cambió interiormente los propósitos. Hasta el momento
    se lo tenía como una persona recatada, resabida y
    responsable, pero la ambición sobrevenida de los informes de
    riquezas de las expediciones anteriores hicieron un cambio
    radical en su personalidad. Demostró
    una capacidad de organización extraordinaria como
    Capitán General de la Armada, manifestándose como
    hombre de importancia.

    Actuaba y daba
    órdenes por su cuenta, independizándose de
    Velásquez y de sus designios. Como latino, mandó a
    hacer un estandarte con la cruz como divisa y este lema: "Amigos,
    sigamos a esta cruz y, si tenemos fe, con este signo habremos de
    vencer". O sea, no iba a traficar en beneficio del armador
    Velásquez, sino que iba a vencer por la cruz y ante su
    propio provecho.

    Velásquez no
    podía dejar de ver que Cortés se la había ido a
    cencerros tapados por lo menos embarcando su gente de noche y
    armándose hasta los dientes para impedir que se le detuviera
    y automáticamente dio la orden de destitución y de
    prisión como rebelde. Ante esto, Cortés convenció
    a la gente que se había reunido para la expedición que
    lo siga, poniéndolos en contra del mismo Velásquez y el
    18 de noviembre de 1518 salió de cuba la armada compuesta de
    once navíos, que no eran sino bergantines sin
    cubierta.

    Cortés
    desoyó las llamadas insinuantes y desesperadas del
    arrepentido Velásquez. En la arenga que pronunció antes
    de partir predijo que emprenderían una grande y hermosa
    hazaña.

    La
    conquista de México

    Cortés se
    dirigió hacia la costa de Yucatán. En la isla de
    Cozumel, Pedro de Alvarado se adelantó con su navío,
    desembarcó y saqueó y robó antes de que él
    llegase. Aquello significaba una indisciplina y el piloto fue
    puesto en los grillos. Esta fue la primera actitud de Cortés
    que demostraba que comenzaba a mandar muy de hecho. Es cierto que
    el futuro conquistador no llevaba la guerra, sino que se
    sentía emisario consciente del sentido imperial español
    que había de ostentar su rey, Don Carlos: llevaba por
    emblema a la cruz y por empresa a la paz de la cruz. En
    el episodio citado, ordenó restituir a los indígenas
    cuanto los de Alvarado les habían quitado y al reprender
    gravemente a su capitán añadió que "no se
    habían de apaciguar las tierras de aquella manera, tomando a
    los naturales su hacienda".

    Sus contactos con
    los indígenas iban precedidos de embajadas de paz y de
    amistad que hablaban de la
    doctrina del redentor y de la imperial protección del rey.
    Cualquier conflicto armado con los
    indios era de carácter defensivo. Venció su genio
    militar en el primer encuentro, a pesar del número abrumador
    de atacantes. Fue en Tabasco, que ganó para la
    paz.

    Allí se le
    unieron dos auxiliares preciosos: un español, Jerónimo
    de Alguilar, náufrago años atrás que
    sobrevivió entre los indígenas y aprendió su
    lengua maya, y la india
    Malinche, esclava de origen azteca, vendida por unos mercaderes a
    los mayas. Al ser bautizada
    tomó el nombre de Doña Marina, con el que ha pasado a
    la historia, dado a que rápidamente aprendió a hablar
    castellano y mediante ella se
    facilitó la comunicación con los
    desconocidos aztecas.

    En el llamado
    Río Grijalva, derrotó nuevamente a los indios hasta que
    fueron a él en son de paz. Los mandó a que dejasen sus
    ídolos y sacrificios y respondieron que así lo
    harían. Les enseñó la imagen de la Nuestra
    Señora con su hijo en brazos y ordenó la
    fabricación de un altar para la misma.

    Siguieron
    navegando hasta San Juan de Ulúa y allí desembarcaron.
    Se entró en relación pacifica con los indios
    cempoaltecas que lo habitaban y que sufrían la
    dominación azteca. Recibió también, embajadores de
    Moctezuma, el emperador azteca, señor de Tenochtitlan y de
    todas las tribus de aquellas tierras.

    Se le entregaron
    ricos presentes de tejidos, joyas indígenas, oro, con tal
    esplendidez que Cortés comprendió que aquel país
    era el país soñado desde el descubrimiento del nuevo
    mundo. Deslumbrado por tanta riqueza sentía ya le embriaguez
    de la gloria. Era la oportunidad de la conquista. Cortés no
    iba a traficar, había decidido poblar, fundar nuevas villas
    y asegurar el territorio.

    No obstante,
    Cortés no tenía en su poder capitulaciones con la corte
    para poder obrar independientemente de la corona sin riesgo de ser declarado en
    rebeldía. Los objetivos del conquistador
    eran:

    1. Caer como un rayo como el gran
      Moctezuma

    2. Defenderse de las fuerzas que
      Diego Velásquez mandara en su contra
    3. Obtener que la corona
      reconociera sus actos y le hiciera gobernador de las tierras
      conquistadas.

    Es decir, tres
    conquistas en una: la de Ulúa, la de Diego Velásquez y
    la de la Corte.

    A quienes se le
    sublevaron, los Velasquistas que daban el mal consejo del volver
    les dijo que de nada podía quejarse, pues solo hacían
    falta víveres y estos se podían adquirir
    tomándolos de los indios. Ellos le echaron en cara que
    anduviese con maquinaciones para burlar al gobernador de Cuba.
    Cortés fungiendo que aceptaba sus razones, mandó a que
    se pregonase el regreso a Cuba, pero antes, de acuerdo con sus
    partidarios y de todos los que se habían empeñado para
    comprar su equipo de guerra y se veían arruinados de no
    seguir en la conquista, mandó a dar sus naves al
    través, excepto tres. Una de las naves fue enviada a
    España con todos los presentes que habían recibido de
    Moctezuma, entre ellos iba un sol de oro del tamaño de una
    rueda de carreta, con una luna de plata y un casco rebosando de
    oro. Aquellos testigos iban a hablar a favor de Cortés y
    todo se envió a la Corte para que sus altezas, Doña
    Juana y Don Carlos viesen y juzgasen por ellos mismos.

    Cortés
    nombró un cabildo, adscrito al terreno que demarcó para
    fundar la Villa Rica de la Vera Cruz; inmediatamente, el primer
    municipio mejicano que aún no tenía una casa donde
    residir, le otorgó los poderes de capitán general. Ya
    no dependía de Velásquez. La relación con los
    indígenas era amistosa. Llegaban mensajeros del gran
    Moctezuma con ofrendas.

    Cortés
    tenía gran capacidad diplomática para con los indios.
    Les hacía creer el carácter divino de los
    españoles con varios actos preparados y aprovechándose
    de ello ayudó a los mismos a liberarse de la tiranía
    azteca. Cortés le sugirió negar el tributo que le
    reclamaban los recaudadores de Moctezuma. Cuando lo hizo
    así, cortés mandó a los hombres a liberar
    secretamente a los empavorecidos aztecas. De esta manera
    ligó a los cempoaltecas a su suerte y obligó a
    Moctezuma a considerarle como amigo.

    En la marcha hacia
    México arrastró la guerra con tlascaltecas, enemigos
    perpetuos de los aztecas y después de guerras complejas, en
    su progresión hacia Tenochtitlán, la capital azteca,
    siguió su curso invariable, a pesar de las porfiadas
    resistencias de Moctezuma,
    para que no siguieran adelante. En Cholula se tendió una
    trampa en la que hubieran perecido todos los españoles de
    haber sido descubierta oportunamente. Después de esta
    represión Moctezuma no opuso ya dificultades. Cortés
    entró en Tenochtitlan. Allí gozó los grandes
    honores que el gran Moctezuma le hizo y estudió la
    complicada psicología de este
    caudillo. Cortés mantuvo prisionero a Moctezuma en su
    palacio, generando así un espíritu de rebeldía en
    los aztecas. Al mismo tiempo llegan a Cortés noticias del
    desembarco de grandes fuerzas velasquistas en Villa Rica de la
    Vera Cruz.

    Cortés
    dejó parte de sus tropas guardando a Moctezuma y salió
    con trescientos hombres y cuatrocientos indios armados con lanzas
    y fue al choque con las tropas de Narváez, enviado a someter
    y castigar al rebelde. Sin mucha resistencia, Narváez fue
    apresado y sus tropas se adhirieron a las de Cortés. Al
    regresar a México, Cortés encontró una furiosa
    rebelión, causada por una necia crueldad de Pedro de
    Alvarado, a quien Cortés dejó como encargado de
    ñas fuerzas de ocupación. La defensa era imposible,
    sitiados por miles de aztecas. El prestigio de Cortés se
    había derrumbado y Moctezuma, depuesto or los sublevados,
    fue muerto de una pedrada por sus propios guerreros. No quedaba
    otra solución que abandonar la ciudad, lo que hizo el 25 de
    junio de 1952, la famosa Noche Triste. Cientos de españoles
    hallaron la muerte huyendo de la ciudad asentada en la
    laguna.

    Actualidad
    de los aztecas

    La civilización azteca, una
    de las expresiones culturales más grandes y complejas de la
    historia del continente americano, no ha desaparecido por
    completo, a pesar de haber sido derrotada hace casi cinco siglos
    por los conquistadores del Viejo Mundo: sus huellas materiales
    (edificios, esculturas, pinturas, objetos, vestigios funerarios,
    documentos pictográficos,
    textos alfabéticos coloniales en lengua indígena, etc.)
    aún subsisten en el altiplano central de México; llenan
    las bodegas y las vitrinas de museos, y los libreros de archivos y bibliotecas; embellecen las casas
    de los coleccionistas, y, sobre todo, ocupan a los estudiosos del
    mundo entero en investigaciones cada vez más
    extensas y exhaustivas, alimentando así una literatura (no solamente científica) de
    amplias proporciones y de creciente difusión. No sólo
    eso: los descendientes directos de los aztecas viven en amplias
    zonas de México, manteniendo vivo el náhuatl (más
    de un millón y medio de personas lo hablan) y conservando
    con las evidentes y profundas transformaciones debidas a la
    imposición del idioma castellano, la fe cristiana y la
    cultura europea por parte de los conquistadores concepciones,
    valores, prácticas e
    instituciones del pasado precolonial, que ellos continúan
    plasmando y enriqueciendo de manera creativa en una interacción cada vez
    más intensa con el mundo circundante.

    El legado histórico y
    monumental de los aztecas ya preservado en sus formas originales,
    ya revitalizado, ya readaptado o fantásticamente reinventado
    sigue siendo un poderoso modelo de inspiración
    para las dinámicas identitarias de la sociedad mexicana en
    general, para la dialéctica política y para la creatividad artística,
    además de constituir un atractivo cultural y turístico
    de gran alcance. Tomando como inspiración la primera gran
    exposición
    monográfica sobre los aztecas que será presentada en
    Roma (del 18 de marzo al 18 de
    julio 2004), el congreso pretende ilustrar a través de los
    testimonios de algunos de los más renombrados especialistas
    l nivel de conocimiento sobre el patrimonio arqueológico,
    artístico y documental del mundo azteca del siglo XVI, las
    más recientes reflexiones históricas y
    antropológicas sobre la población náhuatl, y su
    vida desde la caída de Tenochtitlan hasta la época
    actual, así como la vitalidad de los estímulos que
    aún derivan de tan ilustre modelo.

    El consejo Internacional
    Independiente Emancipación e Identidad de América Latina 1492-1992, en
    México de 1991, declaró el 12 de octubre de 1492 como
    el comienzo de los mayores genocios y saqueos de la historia
    humana y que celebrar su V Centenario es un acto de arrogancia y
    desprecio frente a los países del tercer mundo.

    BIBLIOGRAFÍA

    Instituto Italo Latino Americano
    – Congreso "Los aztecas hoy" expuesto por el Rector de la
    Universidad de Roma "La
    Sapienza", Guido Pescosolido; Decano de la Facultad de Letras y
    Filosofía de la Universidad "La Sapienza",
    Rafael Tovar y de Teresa; Embajador de México en Italia, Paolo Faiola,
    Secretario general del IILA

    • Hernán Cortés –
      Carlos E. Corona Baratech
    • Historia Mundial – Tomo
      6: Historia Americana. Editorial Espasa Calpe

     

     

     

    Laura Cecilia
    Avila

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