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Christofredo Jakob, neurobiólogo: científico en diálogo filosófico




Enviado por ameghino




    Christofredo Jakob,
    neurobiólogo
    : científico en diálogo
    filosófico

    Agotado como
    filosofía, el positivismo
    en la Argentina – señalaba Risieri Frondizi
    – se caracteriza por perdurar en otros campos del
    saber

    (1). Aunque hoy
    nadie bien informado repetiría la efímera leyenda
    que hace sólo unas décadas, para abrir paso
    localmente al modelo
    globalizado del quehacer científico, intentaba agotar en
    el positivismo las contribuciones científicas de
    Christofredo Jakob (1866 – 1956), la obra jakobiana de seguro prolonga
    algunos aspectos del sistema
    científico positivo. En parte de esa fuente tomó
    Jakob como obvia la tarea de sintetizar lo cósmico con
    lo moral (2),
    Leitmotiv de nuestro título. Pudo haberla tomado
    de otros enfoques.

    La robusta
    herencia
    neurobiológica en que Jakob se inserta y que no
    estudiaremos aquí, la llamada escuela
    neurobiológica argentina o, precisamente por y desde los
    cincuenta y siete años durante los que Jakob fue su eje
    y heraldo, la escuela neurobiológica
    argentino-germana
    , jamás perdió esa unidad de
    vista.

    Desde sus
    inicios en el siglo XVIII y en sus desarrollos tras la muerte de
    Jakob fue consolidando cada hallazgo concreto de
    investigación con la elucidación
    de sus implicaciones extrabiológicas más
    generales, en química y física y en
    antropología filosófica y ontología. Sus publicaciones
    electrofisiológicas de los años de 1790 en el
    Virreynato y de 2006 en Massachusetts coinciden en
    esto.

    Claro que ello
    implicó esfuerzo y renuncias poco comprensibles para el
    técnico integrado a sistemas
    conceptuales donde precisamente debe evitarlo si desea
    procurarse fondos de investigación.

    Pero amputando
    contexto y significado ¿queda realmente
    investigación en estos temas? Hacia 1993 un
    biólogo europeo, Aldo-Pier Solari, se admiraba de la
    "amplitud renacentista" que prolifera en la tradición
    académica de Jakob. ¿Podía haber menos?
    ¿Es esa amplitud evitable para alguna
    investigación que seriamente se zambulle a elucidar las
    relaciones mente-cerebro?

    Cosmovisión y programa de
    acción son capaces de borrar los límites
    disciplinarios. No asombrará, por tanto, que
    médicos positivistas como Ramos Mejía o
    Ingenieros (colaborador alumno de Jakob en el hoy Hospital
    Borda, cuando estudiante) desbordasen el compartimiento de su
    profesión y creasen puntos de vista originales, capaces
    de superar y englobar su saber médico
    psiquiátrico (4,5,6); o que acusen su influencia hombres
    del derecho y la justicia
    social, utilizando la acumulación
    experimental-observacional de arcanos datos
    científicos para fundamentar algunas de sus ideas
    jurídicas (3,7).

    Como se
    volverá a mencionar, la obra de Jakob encuadra en un
    hecho que Ingenieros consideraba natural: que el florecimiento
    de ideas generales, preludio de toda filosofía original,
    se inicia entre los cultores de las disciplinas
    científicas más desarrolladas en el momento,
    señalando que el naturalismo biológico produce un
    verdadero filósofo en Ameghino, que los estudios
    biológicos sociales se afirman con José M. Ramos
    Mejía y las tendencias ético-pedagógicas
    toman forma propia en Agustín Álvarez (8,9). No
    es necesario que ese hecho surja del positivismo, ni que
    carezca de excepciones o sólo pueda constatarse
    describiéndolo desde el modelo comtiano, ni este agota
    toda manifestación de amplitud transdisciplinaria que
    pasme – u ofenda – al laboratorista preciado de su
    papel en la vida.

    El objetivo de
    esta primera parte del trabajo es
    demostrar la participación de la neurociencia argentina
    en la solidificación del positivismo evolucionista
    nacional a través de la obra de Christofredo Jakob. Esto
    no ocurrió porque esa obra se agotara en el positivismo
    sino porque este fue objeto cultural ubicuo y ubicante,
    rótulo y esquema útil al que se solía
    recurrir para afiliar trabajos y así infamarlos o bien
    ponderarlos, según a quien se dirigiera la
    lección; y porque la obra de Jakob es de las más
    extensas, con un gigantesco aporte de trabajos de laboratorio
    que enorgullece a la ciencia
    experimental y clínica; y por la profundidad y amplitud
    de sus reflexiones, coherentes con sus hallazgos en embriología y en anatomía normal y
    patológica.

    No se trata de
    una obra solitaria. Numerosas figuras locales preceden a Jakob,
    otros son contemporáneos y no pocos lo suceden; no
    comentaremos a ninguno en este artículo. Ingenieros
    señala ilustres antecedentes en la
    anátomo-fisiología del sistema
    nervioso y cita a Borda, Valle, Pérez, Corbellini,
    Bondemari, Roveda, Blotti y otros. Quede aclarado de antemano
    que no es la neurociencia local la que forma a Jakob, quien
    llegó al país en 1899 a los treinta y tres
    años (11), con un notable caudal científico y
    siendo autor de un atlas del sistema nervioso importante y muy
    acreditado, dedicado al estado
    normal y patológico.

    Jakob, natural
    de Baviera, fue contratado por Amancio Alcorta (quien hoy da su
    nombre a la avenida en que se halla el Laboratorio
    construído para Jakob, en nuestros días
    también monumento histórico nacional) a
    instancias de Domingo Cabred, después que von
    Strümpell, maestro de Jakob en cuyo Laboratorio este
    trabajaba, declinara venir a la Argentina (12).

    Entre las
    motivaciones que citan Buzzi y Pérgola, estaba el
    tentador ofrecimiento de poder
    estudiar trescientos cerebros anuales, obvia diferencia con los
    no más de tres encéfalos en el mismo
    período que Jakob disponía en su país
    (13).

    Christfried
    Jakob nació en Wërnitz-Ostheim en la Navidad de
    1866; de ahí su indefectible nombre de pila. Se
    graduó como médico en la Universidad
    de Erlangen, en 1890. Había recibido su formación
    de von Strümpell y también de Joseph von Gerlach
    (14), el verdadero fundador de la tinción
    histológica (15), así como de Friedrich
    Gudden.

    Llegó al
    país en 1899, más precisamente el 17 de julio,
    fecha que en la Argentina por disposición oficial se
    conmemora como Día del Investigador
    Neurocientífico. Desembarcó a una edad que por
    entonces se pretendía académicamente inmadura,
    aunque Jakob ya era autor de textos neuroanatómicos
    internacionalmente reconocidos. Contratado como Jefe del
    Laboratorio de Clínica Psiquiátrica de la
    Facultad de Ciencias
    Médicas de Buenos Aires,
    de inmediato fue alojado en dependencias administrativas del
    Hospicio de las Mercedes. Las carencias en materiales
    de laboratorio eran inicialmente notables y no contaba con
    ayudantes idóneos, aunque es erróneo que la sala
    de autopsias fuera un baño, como exagera cierta
    referencia (16). En realidad se le había
    construído un sólido laboratorio y allí
    inicia su labor con dedicación y actividad asombrosas,
    aunque no únicas en su tradición: con un solo
    ayudante el primer año produjo 180 autopsias, 40.000
    preparados microscópicos para fibras y para células,
    estudios e informes de
    cada caso clínico, cursos para alumnos y conferencias
    para graduados. Desde la primera de estas, en 1899,
    había exhibido sus conocimientos a la manera habitual en
    Alemania,
    con ingenuidad o escasa cautela que, generando envidias, le
    ocasionó no pocas oposiciones. No contribuyó a
    disiparlas el que algunos jóvenes alumnos lo admirasen,
    luego entre ellos ciertos "liberales" como Ingenieros o Alicia
    Moreau.

    Pese a ello en
    1902 fue designado jefe del laboratorio de neurología;
    se casó viviendo en el Hospicio y allí nacieron
    sus hijos; entre 1910 y 1912 realizó un viaje de regreso
    a Europa.
    Influyeron en el mismo algunos disensos que había tenido
    con Cabred y las envidias mencionadas. Pero habas se cuecen en
    todas partes y su inesperado retorno causó otro impacto.
    En Munich, revelando una documentación observacional de
    increíble magnitud que en sus aspectos
    faunísticos era, además, inalcanzable en Europa,
    dio a las prensas dos importantísimos volúmenes
    en folio y publicó artículos aportando
    descubrimientos fundamentales, como el de que la amplia corteza
    cerebral de función
    ni motriz ni sensoria sino sólo asociativa, cuyos bordes
    con ahinco muchos investigadores trataban de delimitar y de la
    que, por ello, tanto se hablaba (y en ciertos países
    aún se habla), no existe nirgends: en ninguna
    parte. Y lo fundamentó publicando observaciones humanas
    y comparadas aplastantes por su caudal, ejecución,
    variedad y minucioso análisis. Esto determinó que se lo
    percibiese como un rival académico de la más alta
    peligrosidad, al que era mejor mantener bien lejos, trabajando
    silencioso en el fondo del manicomio sudamericano.

    Debido al
    ambiente
    inicialmente hostil que, de tal modo, la posible
    reinserción encontraba también en Alemania, al
    requerimiento de su nueva familia, que
    prevaleció sobre el de su extensa familia de origen; y a
    la simultánea gestión del Dr. José Antonio
    Estévez sucesor de Ramos Mejía en la
    cátedra de Neurología, regresó a la
    Argentina (16). Aquí, al negarse a ser "tropa propia" de
    ninguna ideología mayoritaria, su
    tradición fue obstaculizada desde sectores opuestos
    entre sí. Algunos de sus denostadores sostenían
    humanismos ateos, otros piadosos; otros aspiraban a una
    administración de la ciencia que
    produzca ciencia "pura", o bien "ciencia como producto
    social", o bien "ciencia con participación
    empresaria".

    Algunos de estos
    últimos buscaron ignorar en todo punto a Jakob mientras
    atribuían a sus lectores de habla inglesa los
    descubrimientos publicados por este décadas antes (por
    ejemplo el "circuito de Papez", que Jakob publicó en
    alemán en 1911 y enseñaba desde 1907, mientras
    Papez lo publicó en 1937) y Mario Bunge, acorde por lo
    menos con tres psicoanalistas, llegó al extremo de
    afirmar que Jakob trabajaba en su laboratorio de
    neurobiología desde principios de
    siglo, pero que desde mediados de la década del '20
    estaba rodeado del más profundo desprecio por parte de
    sus colegas filósofos de la Facultad de
    Filosofía y Letras (23). Inapercibidos de ese supuesto
    rol histórico todos sin embargo lo leían, aunque
    poquísimos comprendieron qué valoraba Jakob
    – y que por ello Jakob eligió el "lugar" social de
    su producción ya sin ignorar los citados
    estorbos: optando por no perder tiempo con
    ellos ni procurar los "lugares" sociales que aquellos
    pretendían hacer tener por valiosos. Formó cerca
    de cinco mil discípulos o estudiantes, no pocos de los
    cuales para producir descubrimientos científicos de
    primera magnitud continuaron con su política de "perfil
    bajísimo" y enseñando desde la tradición
    normalista.

    Desde 1912 Jakob
    dirigió el Laboratorio de Neurología del Hospital
    Nacional de Alienadas, que para re-atraerlo fue
    construído en forma de copia del de su Universidad,
    Erlangen (el nieto de Friedrich Gudden,
    electroneurobiólogo, se embargó de emoción
    al saberlo en 1990: el original en Erlangen había sido
    destruído por los bombardeos ingleses); y como "mentor y
    referente" orientó la mayoría de las investigaciones
    argentinas en neurobiología.

    A partir de 1913
    Jakob asumió como profesor
    titular de la cátedra de Biología de la
    Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
    Buenos Aires y desde 1922, por pedido de Joaquín V.
    González, pasó a ser también profesor
    titular de Biología y Sistema Nervioso de la Facultad de
    Humanidades y Ciencias de la
    Educación de La Plata. Cercano a esta época,
    Mario Bunge señala a 1925 como fecha de defunción
    del "positivismo" argentino y, dice, quizá
    también la fecha de nacimiento de la "reacción
    idealista" en el país (24). Jakob desde 1922 y hasta
    1933 asumió también como profesor de
    Anatomía Patológica de la Escuela de Medicina de
    dicha ciudad.

    Destaca Drut que
    parte de su increíble actividad científica en La
    Plata queda reflejada en los siguientes trabajos: "El
    despertar de la inteligencia
    en el niño"
    , "La técnica moderna en la
    autopsia del
    cerebro"
    , "Elementos de fisiopatología de la
    respiración"
    y "Elementos del
    bioquimismo patológico, 1º y 2º parte"

    (17).

    Se retiró
    oficialmente de la docencia en
    1944, pero bien pasados los ochenta años continuó
    realizando investigaciones y publicando obras de marcada
    evolución conceptual. Igualmente
    prosiguió su labor en la Cátedra de
    Anatomía Patológica del Hospital de Alienadas
    hasta 1949 (no 1954, como consigna la ref. 18).

    Como plantea
    Limmer, a partir de Ulrico Schmidl – el cronista de la
    expedición de Pedro de Mendoza – la presencia
    alemana en la Argentina se debe desentrañar de un
    complejo trasfondo compuesto por la evangelización, la
    emigración por causas políticas, raciales, las persecuciones
    religiosas o la falta de perspectivas científicas que el
    rigorismo académico alemán impuso a algunos de
    sus científicos en determinados períodos de su
    historia (20).
    Un conocido ejemplo es la interpretación de la derivación
    matemática de Planck que utilizaba el
    cuanto de acción. Dicha interpretación, aportada
    por los jóvenes Ehrenfest, Einstein y von Laue (este
    último, ayudante del mismo Planck), debió esperar
    cinco o más años hasta que los líderes
    académicos (Lorentz, Wien y el mismo Planck) se
    persuadieron y sólo con su anuencia la física
    cuántica pudo comenzar a desarrollarse.

    En nuestro
    medio, no escasos científicos inmigrantes precedieron a
    Jakob. Cabe mencionar, por ejemplo, al naturalista
    Germán Burmeister que llegó en 1850 para
    desarrollar una de las obras más fecundas e iniciales
    que conoce el país. En 1897 vino el polifacético
    antropólogo Lehmann-Nitsche, para incorporarse al Museo
    de La Plata (21). Como señala Bauer, Jakob pertenece al
    grupo de
    especialistas de variados campos que jerarquizaron a la ciencia
    y técnica argentina, como el citado Burmeister, el
    químico Reichert, los ingenieros Krause y Schickendantz,
    el fisiólogo Neuschloss y el militar Korn, padre del
    filósofo e historiador positivista (12).

    Este autor ubica
    a Jakob como un evolucionista darwiniano, firme creyente en que
    el medio
    ambiente determina las propiedades de las especies,
    materialista, progresista (vocero del mito del
    progreso histórico lineal) y
    polifacético.

    De tales
    rótulos, todos los anteriores al último son
    incorrectos por esquemáticos: Jakob moduló
    muchísimo esas nociones, en particular hacia el fin de
    su vida, como se advierte no sólo en sus confidencias y
    sus trabajos poéticos y filosóficos sino incluso
    en las conferencias y textos. Con relación a su
    polimatía se relatan especialmente sus estudios de la
    región cordillerana, la fauna, la
    flora, los minerales, el
    origen de las nieves penitentes, el desaprovechamiento de los
    ríos argentinos que se vuelcan al Pacífico, los
    problemas de
    la falta de riego en la Patagonia,
    la creación de un sistema boscoso periurbano para
    Capital
    Federal, un plan
    hídrico para la provincia de Buenos Aires. En la
    región cordillerana descubre un hermoso lago de
    difícil acceso que lleva su nombre, el lago
    Jakob.

    Además de
    las ciencas geológicas y paleontológicas Jakob
    cultivó la filosofía, la literatura, la
    música,
    el dibujo y la
    poesía. Se citan sus conferencias sobre
    Kant y acerca
    de la filosofía de la naturaleza,
    su estudio sobre Ibsen y una conferencia
    sobre "Biodinamismo musical" que ilustró con la
    ejecución al piano de obras de Wagner y Grieg
    (12,16,17,19).

    Escapa a la
    orientación de este trabajo la enumeración de las
    obras de quienes reciben directamente o indirectamente las
    enseñanzas del maestro Jakob, pudiéndose
    consultar por ejemplo, el trabajo
    de Orlando (22). Entre los investigadores se citan a Julio
    Hanon, Braulio Moyano, Roque Orlando, Andrés Copello,
    Roberto Soubiron, Julio Aranovich, Raúl Garabelli y
    otros, formadores de nuevas generaciones que actualmente (2005)
    han llegado a su vez a la madurez.

    Esto indica que,
    por lo menos, ha crecido en el campo de la neurobiología
    un pequeño ambiente receptivo, que recientemente y pese
    a nuevos obstáculos que se mencionarán se ha
    desarrollado en Europa, Norteamérica, Asia y
    Australia. Como las ideas de Jakob sobrepasan lo que a menudo
    se entiende por ciencia, se hace referencia a su
    extensión filosófica; Jakob mismo llamaba, a esta
    parte de su labor, "biofilosofía".

    El contexto
    filosófico donde inscribe su pensamiento
    "sin objeto no hay sujeto" es una inversión directa del concepto de
    Schopenauer: tal es su planteo. Pero el objeto se construye por
    la actividad del sujeto, tal como separadamente lo encuentra la
    investigación empírica de la epistemología genética (escuela de Piaget y
    colaboradores).

    Esto en los
    sucesores de Jakob ocasionó el concepto de "objeto yo" o
    "yo objeto", que en tanto se opone al sujeto (o "yo sujeto")
    permite hacerlo consciente (34). Pero Jakob mismo subrayaba que
    los animales se
    hallan adaptados al ámbito circundante por una serie de
    mecanismos innatos, de modo que todo cuanto han de realizar
    incluso organismos de notable complejidad son apenas
    adaptaciones complementarias, logradas mediante la
    adquisición de hábitos; en cambio
    homínidos y otros animales superiores deben adaptarse
    activamente al medio con frecuencia hostil de cosas y
    congéneres, ya que en ningún caso los
    automatismos innatos y los hábitos adquiridos alcanzan
    para realizar esa adaptación. Su semoviencia es
    epistemológicamente decisiva: esa imprescindible
    actividad, al diferenciar y caracterizar los objetos, hace lo
    mismo con dicho "objeto yo".

    En "El
    Significado de la Obra de Ramón y Cajal en la
    Filosofía de lo Orgánico
    " (25) Jakob
    ejemplifica su ideario previo a los últimos desarrollos.
    Critica a la filosofía que se abstiene de colaborar con
    las tendencias científicas de su tiempo. La
    pérdida de contacto ha de producir "obras que
    llenarán bibliotecas
    y que pasarán como lastre a la historia
    ".

    Pero no toma a
    la ciencia como actividad especializada, sino a su producto en
    tanto ya distribuído y asequible a toda la sociedad,
    por medio de la enseñanza desde la escuela elemental de
    las conclusiones provenientes de los trabajos
    científicos más avanzados, evitando toda demora
    en la actualización curricular, que debe ser
    continua.

    Es con esta
    ciencia socialmente compartida a través de la
    educación común que la filosofía ha de
    interactuar y colaborar, so pena de dialogar con espectros. En
    acción concreta, Jakob produjo numerosas obras para la
    enseñanza elemental y media, el último grupo de
    las cuales, 18.000 gruesos fascículos aún
    útiles, fue destruído a fines de milenio por la
    sociedad comercial que asumió la gestión de
    cierta repartición estatal que los conservaba sin
    distribuir; vinculada con la fauna, suprimió
    también el tradicional acceso de los sucesores de Jakob
    a los encéfalos de los animales que allí
    fallecían. Con clarividencia Jakob había
    descartado las tendencias asentadas en "la ficción
    subjetiva de la intuición y el pensar puro
    ",
    posición sostenida previamente en el terreno
    pedagógico en su trabajo "sobre la enseñanza
    de las ciencias biológicas
    " (26).

    Nadie puede
    filosofar sobre cosmos y materia sin
    conocimientos de física y química; tampoco sobre
    la vida se debe hacerlo sin conocer biología y
    neurobiología, la que a su vez entraña el real
    comportamiento
    humano. Estas ideas tienen una profundidad de lejos mayor
    que la que podría suponérseles en una
    formulación tan breve: se trata de la mutua reciprocidad
    de uso de la evolución biológica por los
    individuos y de estos por aquella, reciprocidad de la que han
    surgido desarrollos científicos y filosóficos
    impensados.

    Pero Jakob se
    opone a que cada ciencia elabore su propia metafísica y acentúa que los
    objetos, reglas y leyes de cada
    ciencia persisten sobre las interpretaciones
    supraempíricas. Estas referencias textuales o casi
    textuales señalan que el pensar jakobiano, orientado
    "a la exaltación de los hechos contra las ideas, de
    las ciencias experimentales contra las teóricas, y de
    las leyes físicas y biológicas contra las
    construcciones filosóficas
    ", puede interpretarse
    como el de un hombre
    proveniente del positivismo, marco que no obstante resulta
    estrecho para su derrotero intelectual.

    Destaca
    acertadamente Faccio (27) que casi toda la tarea de C. Jakob
    gira, de una manera u otra, sobre dos puntos
    fundamentales:

    1. La ubicación del
      hombre en el cosmos,
    2. Los mecanismos de
      producción, a través de la filogenia, de las
      funciones
      mentales superiores.

    Exploró
    la ontogenia y la filogenia con herramientas
    anatómicas y bellísimas preparaciones
    microscópicas, en especial con las impregnaciones
    metálicas. Pero el examen de su obra demuestra que no
    participó del atomismo neuronista ni del holismo, ni
    situó las memorias en
    engramas o huellas cerebrales, ni se aferró en su
    madurez a valorar al individuo
    por su rol biológico o por su develación de
    algún pequeño sector del lógos, ni
    estimó que la mencionada actividad
    epistemológicamente decisiva permita encuadrar a los
    organismos con psiquismo como meros transformadores
    de energía: la acción eficiente de los procesos
    psíquicos en el mundo físico le hace dudar que la
    ley de la
    conservación de la energía se verifique
    plenamente en dichos organismos y sus organizaciones.

    Muchas de sus
    dudas, afloradas con vehemencia en la obra poética,
    fueron compartidas en el diálogo con sus
    discípulos y aunque en vida de Jakob no alcanzaron
    solución generaron un conjunto bien caracterizado de
    problemas irresueltos: una problemática altamente
    técnica desconocida en el entorno hostil y transmitida
    internamente en el modo tradicional como bloque de enigmas, que
    la tradición científica se ofrecía a su
    propio pensamiento maduro.

    El repertorio de
    sus principales ideas, a través de las cuales Jakob
    observaba los fenómenos dado que fue un hombre de
    laboratorio (pero no un "inductivista ingenuo",
    ateorética quimera que no existe), tiene entre sus
    componentes la certeza de que los fenómenos nerviosos y
    las producciones de los contenidos psíquicos se hallan
    inseparablemente emparentados y derivan de un sistema
    neuroplasmático originado en el trofoplasma original.
    Estos "plasmopsiquismos" inexperienciados son suficientes para
    la vida celular pero no para un organismo
    pluricelular.

    A partir de esta
    idea original, que algunos han creído la más
    opinable de la construcción jakobiana, levanta el
    edificio neurobiológico más completo de su tiempo
    y prepara las bases para nuestra comprensión
    contemporánea de las relaciones entre contenidos del
    psiquismo y cerebro. El importantísimo cuadro de la
    evolución del sistema nervioso que logró elaborar
    Jakob contiene, sin duda, referencias a las cilias, las que
    muchas veces dibuja con evidente cuidado y delectación;
    pero Jakob no alcanzó a reconocerles la importancia que,
    merced a su trabajo conceptual preparatorio y la
    continuación de sus estudios sobre nuevo materiales, su
    tradición advertiría en ellas unos diez
    años tras su muerte (35).
    El crucial elemento conceptual que le faltaba, la
    conexión de sus propios modelos de
    interferencia de tipo holográfico-holofónico que
    Jakob presentara desde 1906 para describir la actividad de los
    macro- y microcircutos del gris cerebral, máximamente
    celularizado, con los mecanismos de control
    ciliar en acelulares, escapó a la
    conceptualización jakobiana probablemente porque los
    plasmopsiquismos fueron concebidos como poseedores de una
    estructuralidad ineludiblemente distante de la de los
    filopsiquismos y ontopsiquismos, sus sucesores en organismos
    celulados, que enseguida mencionaremos.

    Por tal motivo
    aquel concepto inicial, teórico puro, ya que Jakob
    trabaja en los niveles histológico y
    macroscópico, cobra renovada vigencia a partir de las
    demostraciones actuales de la biología celular en otro
    nivel orgánico, el de la función de las stem
    cells
    , despistándose así respecto de la
    elaboración orgánica de lo que aun más
    adelante en la evolución biológica serán
    los contenidos de la experiencia. Pero la
    experienciación se añade en modo estable, o
    adquiere función biológica, sólo cuando
    puede diferenciarse.

    La
    convicción de Jakob es total: "lo consciente nace de lo
    pre- o inconsciente y los razonamientos filosóficos
    más abstractos son elaboraciones de ese protoplasma
    ovular germinativo que fue capaz de organizar en constante
    evolución la especie humana fisicopsíquicamente"
    (28). Esto lo registra en 1941, pero se puede afirmar que el
    señalamiento jakobiano de la capacidad
    protoplasmática de organizar es una idea constante de su
    vida.

    Lo esencial del
    pensamiento jakobiano se capta no sólo en sus trabajos
    personales, sino en los realizados con sus alumnos de la
    Universidad de la Plata (29, 30). A partir de los
    "plasmopsiquísmos" describe en niveles de
    diferenciación ascendentes los mencionados
    "filopsiquismos", a los que divide en "arquipsiquismos" y
    "paleopsiquismos".

    La
    cúspide comprende a los "ontopsiquismos". El concepto
    intrínseco de "–psiquismo", calcado en esto del de
    Aristóteles, no discierne entidad
    existencial de exterioridad pura. Con ello se imposibilita
    deliberadamente de diferenciar un organismo con interioridad o
    existencialidad (pe un humano, un chimpancé o un perro)
    de uno que sólo consiste en pura exterioridad (pe una
    lombriz, una colonia de esponjas o un vegetal) (36). Por tal
    motivo Jakob no lo utiliza para investigar los casos del primer
    tipo sino para comparar neuroestructuras sin necesidad de que
    esa comparación dependa de conocer ni los efectos de la
    actividad de esas neuroestructuras sobre la subjetividad, ni
    menos sus mecanismos. Este provee muchas ventajas descriptivas
    (por ejemplo, localizabilidad y comparabilidad) y una
    desventaja: genera un hueco conceptual que Jakob denomina el
    problema de las entonaciones subjetivas (pe, en refs. 37 y 28)
    o de la generación del tono afectivo de la
    neuroactividad.

    Los
    "arquipsiquismos" se refieren al sistema reflejo
    somático/simpático segmentario. Hereditarios,
    organizados en metámeras, su función se limita al
    momento: no tienen acceso a ninguna referencia sobre
    desempeños pasados. El mecanismo reflejo está
    constituido por tres sistemas: el aferente (sensitivo),
    intercalar (multiplicador) y eferente (motor).

    Los
    "paleopsiquismos" ya corresponden a especies de vida social
    (insectos, vertebrados). Constan de reacciones más
    extensas e intensas en el espacio y el tiempo.

    También
    hereditarios con funciones instintivas, automáticas,
    características de cada especie. Implican un tono
    afectivo elemental: positivo/negativo, adecuado/inadecuado,
    bienestar/malestar, agradable/desagradable. Los paleopsiquismos
    residen totalmente en el encéfalo (ganglios
    subcorticales en vertebrados) con un sector que funciona como
    centro motor primitivo, el cuerpo estriado. Otras áreas
    se relacionan con las reacciones simpático/viscerales
    con base microanatómica en la zona periependimaria del
    mesencéfalo, cerebelo, y sectores del
    prosencéfalo como el diencéfalo.

    Los vertebrados,
    incluido el hombre,
    disponen de todas esas dependencias esenciales para la
    profilaxis del individuo y la especie.

    Alcanzó
    Jakob sus conclusiones estudiando los hechos anatómicos
    y microscópicos con una clara sistematización
    filo-ontogénica, producto de la minuciosa observación personal de
    más de veinte mil cerebros humanos, a los que se les
    debe agregar muchísimos de otras especies. Esto lo
    demuestra la Folia Neurobiológica Argentina de la
    que pudo personalmente imprimir cinco volúmenes de
    texto y tres
    tomos de Atlas, de los doce que había planificado (16),
    siendo este el número que alcanza actualmente esa
    vigente publicación periódica que Jakob
    fundara.

    En su Ontogenia
    del Sistema Nervioso Humano (X), Jakob describe minuciosamente
    a los sistemas arquineurales operantes en nuestra especie. Los
    divide en aferentes (sensitivos) que comprenden a los
    originados en los axones olfatorios periféricos (I par); los de los axones
    ópticos (II par); axones trigeminales (V par); del
    acústico: vestibular y coclear (VIII par); del
    glosofaríngeo (IX par); y los del intermediario de
    Wrisberg; del neumogástrico (X par) y los sistemas
    aferentes de los nervios y raíces sensitivas cervicales,
    dorsales, lumbares, sacros y coccígeos. Los sistemas
    periféricos eferentes (motores) nacen
    de células centrales espinales, bulbares,
    etc.

    Sus
    células multipolares emiten sus axones llegando a los
    músculos donde se ramifican. Integran este sistema: el
    óculomotor (III par) y el patético (IV par); el V
    par motor nace del núcleo del trigémino. El VI
    par, óculomotor externo; el VII par facial. Los IX y X
    pares motores, que nacen en el núcleo somático
    ambiguo del bulbo; el XI espinal y el XII hipogloso. Los siguen
    caudalmente las raíces anteriores de los nervios motores
    cervicales, hasta sacrales.

    Además
    tienen gran importancia los sistemas intercalares que nacen
    como axones de las células de los núcleos
    sensitivos formando sistemas cortos (ascendentes y
    descendentes) que se dirigen hacia los respectivos
    núcleos motores (reflejos segmentarios). Asimismo
    existen sistemas semilargos que establecen reflejos complejos
    (especialmente bulbares, mesencefálicos y
    otros).

    Con referencia a
    los sistemas paleoneuronales, de formación más
    tardía, sus neuroblastos establecen por axones largos el
    contacto con los centros reflejos por vías aferentes y
    eferentes; sus sistemas cortos (capa de elementos de
    "acumulación"o "remanencia") caracterizan los dinamismos
    instintivos y normoquinésicos. La enumeración de
    las estructuras
    aferentes y eferentes superaría el objeto de este
    relato.

    A partir de
    estadíos filo- y ontogénicos más
    primitivos aparecen estructuras en el pallium que merecen
    atención. Se trata de un área para
    la primera metámera olfatoria, la región
    arquicortical. Pero aparece otra con mayor jerarquía a
    la que Jakob llama "paleocortex". Se trata del hipocampo, que
    forma el margen medial del manto cortical, constituido por el
    girus dentatus (sensitivo) y el asta de Ammón
    (motora).

    Su concepto
    acerca de los sistemas arquineuronales, paleoneuronales y
    neoneuronales no significa un simple aumento de complejidad
    desde abajo hacia arriba, en cada vesícula cerebral, se
    cumplen las tres etapas filéticas.

    "En el
    hemisferio: abajo, olfato (arquineuronal); por encima, cuerpo
    estriado (paleoneuronal) y en el techo la corteza
    (neoneuronal).

    En el
    diencéfalo: ganglio habenular
    y túbero-mamilar (arquineuronal),
    hipotálamo (paleoneuronal) y ortotálamo
    (neoneuronal).

    En el
    mesencéfalo: nervios ópticos oculomotores
    (arquineuronal), cuerpos cuadrigéminos y calota
    (paleoneuronal) y sistemas rubrales y pedúnculos
    cerebrales (neoneuronal).

    En el
    rombencéfalo: núcleos senso-motores
    bulbo-pontinos (arqui), vermis cerebeloso y sus vías
    (paleo), y hemisferios cerebelosos, protuberancia y
    pirámide (neo)".

    Especial
    importancia tiene el tercer y último piso representado
    por el neoencéfalo, que consta de sistemas aferentes,
    eferentes e intercalares que no solo multiplican y transforman
    la neuroenergía permitiendo efectos biofísicos
    que interactúan con el experienciar (31), sino que
    efectúan tareas de combinación; son por tanto
    sistemas asociativos.

    Se trata de
    estructuras mas recientes desde el punto de vista
    filogénico y ontogénico; de ellas emerge el
    neopsiquismo. Para su dinamización es necesaria la
    experiencia del individuo portador y su
    conservación.

    Tal
    conservación ocurre en modo que Jakob no llega a
    establecer, pero sí a indicar que no depende de engramas
    o huellas mnésicas grabadas en el cerebro. La
    posibilidad de formación de la memoria
    individual radica en la función combinatoria asociativa,
    pero Jakob observa que su estructura
    de "ondas
    estacionarias", aunque puede determinar facilitación
    de la neuroactividad e incluso modificaciones subcelulares y
    así circuitales (Exner, 1885: esta noción es
    anterior incluso a Jakob pero suele ser absurdamente
    atribuída a un lector canadiense de este, Hebb) no
    resuelve la cuestión de la remanencia vivencial, sino
    sólo lo que Jakob llama "el frente matesomnémico
    de registro" o de
    retención inmediata. Los ontopsiquismos así
    dinamizados por la inexplicada conservación de la
    experiencia son de elaboración y aplicación
    individual. Son los últimos en madurar.

    Distinto a los
    reflejos, de duración momentánea, y a los
    instintos que son temporarios, las producciones del
    neoencéfalo son definitivas durante la vida normal del
    individuo, portador de una vida psíquica superior y cuya
    base es la fijación del material experienciado cuyo
    contenido forma la memoria. "Es
    entonces la función mnémica la que eleva el
    aparato cortical a su poder creador, a su influencia y
    jerarquía dominante en la psique individual; ella lo
    libra de las cadenas insalvables de la ley del reflejo y del
    instinto elaborado; esa espera amplificada de acción que
    llamamos "libertad
    volitiva" y que consiste en la posibilidad de prever el
    resultado de una situación dada y elegir entre
    diferentes posibilidades la mejor adaptada a la
    constelación momentánea y su aprovechamiento
    individualizado
    ". Nada de esto, reproducido en forma casi
    textual, contradice las adquisiciones de la
    neurobiología actual (36).

    Aunque no nos
    ocupamos aquí de los sucesores de Jakob, ha de indicarse
    que las conclusiones jakobianas no permanecieron
    conceptualmente aisladas y permitieron singulares desarrollos
    en neurobiofísica al implicar ellas que la
    neuroactividad no solamente cumple funciones hodológicas
    (de red) y
    sistémicas (globales) sino otras también
    definidoras de los cambios atencionales, implicando en ello
    efectos relativísticos en biofísica cerebral (31,
    36), lo que tras el deceso del maestro Jakob ocasionó
    una serie de nuevos trabajos prolongando y precisando sus
    conceptos básicos en paleoneurobiología y
    neuropaleontología comparada.

    Esto fue posible
    porque Jakob se situaba en aquellas conclusiones después
    de haber estudiado prolijamente, especialmente con técnicas
    argénticas, a numerosos taxones de acelulares e
    invertebrados y especialmente a los procordados y vertebrados,
    desde los peces
    (Lepidosiren) en adelante, con especiales referencias a
    las estructuras olfatorias primero y las ópticas
    después.

    Analiza asimismo
    a los vertebrados superiores mostrando la histoarquitectura de
    los mamíferos, la potencialidad de los
    primates y refiere cómo el cerebro de los niños
    se correlaciona con una dinámica eficiente pasados los dos o tres
    años.

    Plantea conocer
    en primer término la estructura del aparato cortical y
    después estudiar su funcionamiento y dinamismo. Pero
    esto no debe ser interpretado con un sentido secuencial sin
    retorno. Para el músico Jakob, "forma es
    función estabilizada y función es cambio de
    forma, o, en otras palabras, la energética vital de un
    organismo es una sola que se presentará en estado
    latente como forma y en estado cinético como
    función
    ". (Folia Neurobiológica
    Argentina
    , T 2).

    En su descripción el desarrollo
    de los centros superiores atraviesa tres etapas
    ontogénicas en forma similar a los sistemas ya citados:
    neuroblastogénesis, axonogenia y mielinización.
    Como en los centros subcorticales, distingue la corteza
    hemisférica, los sistemas macrodinámicos "de
    carga y descarga", y entre ellos representando los
    "intercalares" del sistema reflejo, los "microdinámicos"
    encargados de acumular y asociar el material de los primeros
    sistemas.

    Como en los
    sistemas anteriores, tampoco exponemos aquí ninguno de
    los finos detalles anatómicos que Jakob destaca con fina
    precisión y otorgan a sus investigaciones el carácter que define su obra.

    En cuanto a la
    histoarquitectura fina neocortical y sus emergencias
    señala que los primeros producen el "material", y los
    segundos los amalgaman en "creaciones".

    Destaca el
    enorme número de elementos microdinámicos, las
    neuronas de los microcircuitos, y señala que son las
    neuronas pequeñas de axón corto (tipo Golgi II)
    las esenciales para la intelectualización, al prolongar
    la latencia del arco sensitivo-motor.

    El ideal del
    histólogo es que los hallazgos microscópicos
    tengan explicación y se puedan relacionar con la
    función. Esto lo logra con la histología comparada
    evolutiva.

    Por ejemplo la
    víbora ciega, Amphisbaena darwinii, muestra el
    doble origen de la neocorteza externa. Allí se describen
    los dos desprendimientos de las regiones cerebrales medias que
    contribuyen a formarla. Tales resultados fueron detalladamente
    comentados y reiteradamente citados por von Economo y Koskinas
    en 1925 (38), quienes califican los aportes jakobianos como
    "geniales". Similar impacto causó en 1988 la inesperada
    intervención desde Sudáfrica de un ilustre
    neurobiólogo, señalando el aporte de Jakob del
    carácter fundamental de la rotación
    hemisférica en torno al pivote
    silviano ("Hemispheric rotation around the Sylvian
    pivot
    ") en un debate
    académico acerca de la morfología cerebral de los
    cetáceos, organizado por el Behavioral and Brain
    Sciences
    mayormente entre angloamericanos que
    desconocían por completo los aportes de Jakob y su
    remota tradición (40), en un episodio que algunos han
    llamado "el largo brazo de la morfología". Las capas
    corticales I a IV vendrían del arquipalio
    (función asociativa-receptiva), y las V y VI se
    originarían del núcleo caudado del cuerpo
    estriado (función motora).

    Estos hechos
    comparativos abonan la comprensión de las estructuras
    morfológicas.

    Teniendo en
    cuenta que la orientación de esta investigación
    es destacar los trabajos morfológicos en relación
    con la psicología y su proyección hacia
    la filosofía, no se pueden dejar de recordar los
    conceptos de Orlando (32), resumidos por Thomson (33):
    "Jakob en 1913, al establecer que el hambre y el amor
    residen en la corteza límbica, desde la comadreja hasta
    el hombre, y desde allí envían sus imperativos
    categóricos que integraran el temperamento y la
    afectividad del individuo
    , vincula por primera vez, en
    forma concluyente, el rinencéfalo temporal con la
    conducta
    emocional o afectiva. Este autor se adelanta pues, en varios
    años a Papez cuando éste, en 1937, formula su
    teoría sobre los
    mecanismos de la
    emoción, trabajo este en el que ni mencionara los
    aportes de Jakob. No sirve como atenuante para Papez el hecho
    de haber sido publicado en castellano
    ya que Jakob lo imprimió en alemán dos
    años antes (1911) en su obra "Vom Tierhirn zum
    Menschenhirn
    " (editorial Lehmann, Munich)".

    Lo expuesto no
    es la totalidad de un análisis secuencial y ordenado de
    una obra tan extensa. Pretende ser un eslabón para
    estimular a nuevos investigadores. Jakob lo dice así:
    "como se verá no se trata aquí de conjeturas,
    sino de realidades heurísticamente interpretadas sin
    negar que se necesitará al respecto una futura labor
    sistemática, que ampliará y perfeccionará
    nuestros conocimientos, camino que está abierto en el
    comienzo
    ".

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    41. Luis López Pasquali
      (1965), Christfried Jakob. Su obra neurológica,
      Buenos Aires, ed. del autor.

     

     

    Museo Provincial de Ciencias
    Naturales "Florentino Ameghino"

    Primera Junta 2859, Santa Fe,
    3000 Argentina

    Tel./Fax 54
    0342 457 3730

    Julio R. Piva y Carlos
    Virasoro*

    Correo
    electrónico:

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