- Formación del pensamiento
filosófico de Emmanuel Kant - El Juicio Sintético A
priori: fundamento de todo conocimiento en
general - La Crítica de la
Razón Pura: la formación de todos los
conocimientos previos a la experiencia - Más Allá de los
límites de la Razón Pura - Conclusión
- Bibliografía
"Existe, pues, un camino que el hombre, si
quiere, puede recorrer; inicia con la capacidad de la
razón de levantarse más allá de lo
contingente para ir hacia lo infinito". Así versa
la carta
encíclica "Fe y Razón", en su apartado dedicado a
esclarecer la función de
la razón en el camino del hombre hacia
la verdad (Intellego ut Credam). Y es que, ciertamente, la
capacidad espiritual del hombre para conocer realidades, tanto
materiales
como abstractas, es patente en el avance del conocimiento.
Sin embargo, esta capacidad no pocas veces se ve nublada
en su búsqueda de la realidad más profunda: el
camino a la verdad objetiva representa para el hombre un
problema, es un camino dinámico, no
estático.
En este camino problemático, el mismo hombre
puede dudar de sus capacidades para alcanzar alguna verdad, sobre
todo cuando el mundo moderno, plagado de subjetivismos y
diversidad, cuestiona nuestra capacidad de conocer la realidad
tal cual. A lo sumo, el
conocimiento de la verdad objetiva se convierte en un
conocimiento ecléctico del mundo. Y aunque el problema se
presenta puramente como teórico, tiene una profunda
repercusión en nuestra vida práctica, ya que el
conocimiento del hombre no es ni sólo una teoría,
ni una pura praxis, sino
que es uno solo el conocimiento humano, teórico y
práctico a la vez, de donde se debe buscar la verdad en
relación con el bien que hay que realizar.
La propuesta de la presente investigación está en orden a
esclarecer la problemática del conocimiento humano, y de
ofrecer una respuesta a la interrogante general sobre si la
razón humana tiene realmente la capacidad de elevarse
hasta alcanzar un conocimiento infinito, o si el carácter problemático del camino
hacia la verdad objetiva no es más que la prueba de que en
realidad hay algunos conocimientos en los cuales la razón
palpa su propia limitación.
Abordaremos esta problemática desde una de las
obras más representativas de la filosofía universal
en relación al problema del conocimiento humano. Se trata
de la "Crítica a la Razón Pura" (de ahora en
adelante, haremos referencia a este libro con las
siglas KRV) del pensador alemán Emmanuel Kant.
Esta obra ha sido considerada por tres motivos
principales: primero, este autor se distingue como creador del
criticismo moderno, es decir, el estudio del conocimiento humano
en sí mismo, en cuanto capaz de alcanzar un conocimiento
objetivo;
segundo, la filosofía de este autor siempre ha estado en
disonancia con la filosofía tradicional por la radicalidad
de sus afirmaciones en cuanto a la determinación de los
límites
de la razón; finalmente, en el bicentenario luctuoso de
Emmanuel Kant, su propuesta filosófica sigue siendo actual
e inquietante, sobre todo por sus repercusiones en los
ámbitos de la gnoseología, la ética y la
teología modernas.
Además, el camino hacia la verdad es
problemático, y en su consecución tenemos que
plantearnos una y otra vez los fundamentos de nuestro proceder, a
fin de confirmar nuestros logros, o en palabras del mismo Kant en
sus Prolegómenos a toda Metafísica
del Porvenir:
"La razón humana, es tan constructiva que, con
frecuencia, después de acabar la torre, la ha derribado
de nuevo para ver si el cimiento está bien
fabricado".
La obra Crítica de la Razón Pura,
se compone de cuatro secciones principales: prólogo,
introducción, doctrina elemental
trascendental y doctrina trascendental del método.
Desde el primer párrafo
del prólogo de la KRV, el autor pronuncia
categóricamente su postura respecto al problema planteado,
ésta es, a saber, el conocimiento tiene límites,
hay cuestiones que no puede contestar, pero tampoco puede
deshacerse de ellas, en palabras de Kant:
"La razón humana tiene, en una especie de sus
conocimientos, el destino particular de verse acosada por
cuestiones que no puede apartar, pues le son propuestas por la
naturaleza
de la razón misma, pero a las que tampoco puede
contestar, porque superan las facultades de la razón
humana".
Por otro lado, en la introducción de la obra, el
autor resuelve el porqué de esta condición limitada
de la razón: el Juicio Sintético a priori.
De aquí en adelante (en la Doctrina Elemental
Trascendental y la Doctrina Trascendental del Método), la
obra consiste en un desarrollo
riguroso de esta hipótesis.
El asunto de nuestro estudio, planteado con rigor
escolar, será: exponer los alcances y límites del
conocimiento desde la KRV de Emmanuel Kant. Para esto, la
investigación presente procederá de la siguiente
manera: primero, con un estudio introductorio sobre la
formación del pensamiento de
Emmanuel Kant; segundo, clarificaremos el concepto sobre lo
que es el juicio sintético a priori; tercero, nos
plantearemos la posibilidad de tal clase de
juicio desde la "doctrina elemental trascendental" de la
KRV; y, cuarto, valoraremos algunas de las consecuencias
que tal juicio plantea en el problema del
conocimiento.
El hombre es "aquél que busca la verdad",
mas en esta búsqueda tiene que valerse de las herramientas
de las cuales ha sido provisto, a fin de no equivocar el rumbo y
de enriquecer el tesoro de la sabiduría para la
posteridad.
Formación del pensamiento
filosófico de Emmanuel Kant
Emmanuel Kant nació en 1724, en Koenigsberg,
Prusia, hoy Kaliningrad y parte de un territorio que está
bajo soberanía soviética, en el seno de
una familia de
artesanos, su padre, Juan Jorge, era guarnicionero y su madre,
Regina Reuter, era ama de casa. La familia,
muy numerosa, pasó por duras pruebas: seis
de los hijos murieron muy jóvenes.
De su padre recuerda Kant su rectitud y probada
honradez; de su madre, de confesión pietista, rama del
protestantismo característica por su rigorismo, recuerda
su bondad e inteligencia.
El autor se educó en el Collegium Fridericianum,
también de confesión pietista, dirigido por el
pastor pietista F. A. Schultz, donde se seguía un
régimen de gran severidad tanto en los contenidos como en
los métodos.
En este colegio se graduó en filosofía,
teología y ciencias
naturales. Concluyó sus estudios superiores en 1747, y
después de un período muy difícil
económicamente hablando, en 1755 obtuvo, con muchos
esfuerzos, el doctorado y la habilitación como profesor y
encargado de curso en la Universidad de
Koenigsberg. Que su madre, así como el colegio donde
estudió, fueron de confesión pietista, y que su
padre haya sido probado como un hombre recto y honesto, parecen
ser las causas de que los escritos de Kant se distingan por su
escrupuloso orden lógico, y su explicación
conceptuosa.
Terminados sus estudios, dedicó su vida a la
docencia y a
la investigación, a la cual se consagró. Los
años que transcurren entre 1770 y 1781 constituyen el
momento decisivo para la formación del sistema kantiano.
Después de una larga meditación, surgió la
primera crítica: la KRV en 1781, a las que
siguieron las otras grandes obras en las que figura el
pensamiento maduro de este filósofo, en particular las
otras dos críticas: la Crítica de la
Razón Práctica en 1788, y la Crítica
del Juicio en 1790. Llevó una solitaria y modesta vida
de sabio, hasta su muerte por
debilidad senil el 12 de febrero de 1804.
1. 1. Influencias
filosóficas en Emmanuel Kant
La vida de Kant transcurre casi completamente en el
siglo XVIII, el cual cierra la era moderna de la
filosofía. El pensamiento moderno es, por llamarlo de
alguna manera, una revolución, es la exaltación del
hombre y de la capacidad del conocimiento humano sobre la
tradición medieval. Nuestro autor se distinguirá de
entre los modernos sobre todo por llevar a cabo la síntesis
de las corrientes de su época: el racionalismo,
el empirismo y el
idealismo.
La filosofía de esta era comprende tres etapas.
La primera etapa de la era moderna es la del humanismo y el
racionalismo, el cual, defendido especialmente por Descartes y la
filosofía de Leibniz y Wolff, propone en su vertiente
gnoseológica a la razón como única fuente
del conocimiento humano. Las sensaciones no pasan de ser ideas
confusas. La razón es el único elemento
válido del conocimiento, esto en detrimento de los sentidos:
"los sentidos nos engañan" afirmará
Descartes. Cabe mencionar un texto de
Leibniz, del "Nuevo Ensayo Sobre
el Entendimiento Humano", de especial influencia en el
pensamiento kantiano:
"Es indudable que los sentidos nos son necesarios en
todo conocimiento real; pero no son suficientes, porque
sólo nos proporcionan ejemplos, es decir, verdades
individuales o particulares. Ahora bien; todos los ejemplos,
por numerosos que sean, que confirman una verdad general, no
bastan para fundamentar la generalidad y universalidad de esta
verdad pues de que una cosa haya sucedido no se sigue que haya
de suceder siempre (…) de aquí se sigue que las
verdades necesarias, como las que encontramos en las matemáticas puras, especialmente en la
aritmética y en la geometría, deben apoyarse en principios cuya
demostración no depende de los ejemplos, ni por
consiguiente del testimonio de los sentidos".
Es apreciable la similitud de este lenguaje con
el que empleará Kant en la KRV, y su referencia
especial a las matemáticas puras como "verdades
necesarias".
La segunda etapa de la filosofía
moderna consiste en la época de la
ilustración y el empirismo o filosofía de la
experiencia la cual considera la experiencia sensible como
única fuente del conocimiento. Sólo el conocimiento
sensible es válido, la razón sólo "juega"
con el material obtenido en la experiencia sensible. Esto es, la
filosofía empirista propone un conocimiento a base
únicamente de sensaciones que se "graban" en la mente, se
combinan, y nada más. Podemos decir que es la corriente
totalmente contraria al racionalismo, y que surge como respuesta,
sin embargo, la verdadera naturaleza del conocimiento es en
parte teórica o racional y en parte práctica o
sensible. Este es probablemente el primer indicio en la
formación del pensamiento de Kant: tratará unificar
la parte racional con la parte empírica en el
conocimiento.
En el siglo XVII aparece el idealismo (Fiche, Schelling,
Hegel)
proponiendo que el sentido de la realidad depende de la actividad
espiritual del sujeto, es decir, la no existencia de objetos
fuera de la razón, sino sólo en la interioridad de
ésta, cuestión inaceptable para Kant como menciona
Santiago Echeverri:
"Desde su primera obra metafísica, titulada
Nueva Dilucidación de los principios primeros de la
metafísica, publicada en 1755, hasta las
Reflexiones póstumas, algunas de las cuales datan
del otoño de 1793, el filósofo alemán
esbozó argumentos muy diversos para probar la realidad
del mundo externo (…) En una de sus Lecciones de
Metafísica Kant compara el idealismo tradicional con
un ‘cáncer’ que debería ser extirpado
oportunamente".
De aquí podemos plantear una hipótesis sobre la
inquietud filosófica del autor acerca del conocimiento
intelectual y sensible: ¿cómo interactúan?
¿cómo conciliar el racionalismo y el empirismo?
¿cómo demostrar apodícticamente la
existencia de los objetos fuera de la mente humana?
Proponemos tres eventos como
"detonadores" de toda la filosofía crítica de
Emmanuel Kant: el "siglo de las luces" (1700), el descubrimiento
de que la tierra gira
alrededor del sol y no a la inversa (descubrimiento llevado a
cabo por Copérnico), y lo que el mismo Kant llama la "gran
luz".
Aunque no constituye el único movimiento
cultural de la época, la ilustración lleva la pauta de la
filosofía europea en el siglo XVIII. Consiste en un
articulado movimiento filosófico, pedagógico y
político, que va seduciendo de manera gradual a las clases
cultas y a la activa burguesía en ascenso en los diversos
países europeos. Es un movimiento que en cuya base se
encuentra la confianza en la razón humana, cuyo desarrollo
implica el progreso de la humanidad, al liberarse de las cadenas
ciegas y absurdas de la tradición, y del cepo de la
ignorancia, la superstición, el mito y la
opresión. Leamos un texto de la "Historia de la
filosofía" de Emmanuel Kant:
"La ilustración es la liberación del
hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la
imposibilidad de servirse de su intelecto sin la guía de
otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en
la falta de inteligencia sino de decisión y valor para
servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro.
¡Sapere aude! ¡ten el valor de servirte de
tu propia razón!: he aquí el lema de la
ilustración".
Según Kant, hay algo que todos los
metafísicos dogmáticos de la historia han ignorado, si un
conocimiento tan cierto como la metafísica no ha sido
compendiado en un libro de ciencia como
se compendia la matemática, es porque todos los discursos
metafísicos se basan en conocimientos que si bien no son
tan errados, todos ellos se han quedado estancados por no aportar
nada al conocimiento de una realidad de una vida futura,
así como de la existencia de un Ser Absoluto y de un
alma
inmaterial, sino que esta basada en juicios analíticos
(que serán explicados más adelante). Todos han
"especulado" por llamar de una forma a la actividad de la
razón teórica, sin tomar en cuenta el principio
mismo que hace posible esa especulación, como pretender
conducir un automóvil sin haber colocado la llave y sin
haber puesto gasolina. Pues de la misma forma que este principio
permite el conocimiento, también explica toda posibilidad
de conocimiento físico y metafísico. Y durante la
historia han seguido unos tras otros estos principios
metafísicos por utilizar los andamios construidos por
otros para hacer la propia casa, mas no se han preocupado por
construir sus propios andamios para construir el propio
edificio.
Nicolás Copérnico nació el 19 de
febrero de 1473 en Thorn (Polonia). Es uno de los fundadores de
la astronomía moderna y autor de la
teoría planetaria heliocéntrica. En 1543 la obra
maestra que lo habría de inmortalizar: De
Revolutionibus Orbium Coelestium, dedicada al papa Paulo III,
que consta de seis libros de los
cuales el más importante es el primero por exponerse en
él la teoría heliocéntrica. Esta
teoría propone, en contradicción radical al
conocimiento de la época, que los planetas giran
alrededor del sol siendo éste el centro del sistema
planetario y no la tierra con
todo lo demás girando alrededor suyo como se pensaba. El
descubrimiento de Copérnico pudo inspirar a Kant en su
giro gnoseológico del conocimiento, a saber, que no somos
nosotros los que nos amoldamos a la forma del objeto cuando lo
conocemos, sino al revés, el objeto se amolda a la forma
de nuestro conocer. Después de siglos de plantear la
propia posición de la tierra en el centro del sistema solar,
con el sol y los
demás planetas girando en orbitas alrededor, por medio de
la observación de los movimientos de los
cuerpos celestes, Copérnico se da cuenta que todo el
sistema se explica mejor y adquiere congruencia entre todos los
datos de la
experiencia si colocamos a la tierra en una orbita alrededor del
sol y no al revés, como la cosmografía tradicional
lo planteaba.
El pensamiento de Kant evolucionó
significativamente a lo largo de su vida. Pueden distinguirse
dentro de su desarrollo cuatro períodos: en el primer
período (1746 – 1760) prevalece el interés
por las ciencias
naturaleza; filosóficamente Kant es racionalista. En el
segundo (1760 – 1769) aventaja la vocación
filosófica, y se advierte una tendencia hacia el
empirismo. En el tercero (1769 – 1781) surge ya la idea
criticista, es el período de la gestación. En el
cuarto (1781 – 1804) se producen las clásicas obras de la
filosofía crítica, o trascendental, y, tras ellas,
en los años postreros de su vida, algunas aclaraciones y
retoques de su doctrina. El año de 1769 fue crucial.
Llevado a una honda meditación, él mismo dijo: "El
año 1769 me trajo la gran luz". La gran luz era el
principio criticista. En 1770 aparece la disertación
inaugural De Mundi Sensibilis atque Intellibilis Forma et
Principis (Forma y Principios del Mundo Sensible e
Inteligible) la obra puede ser considerada como el acta de
nacimiento del criticismo.
Hasta ahora hemos mostrado los principales factores que
influyeron en la formación del pensamiento de Kant y en la
concepción del principio crítico, fundamento de
toda la filosofía trascendental como él mismo la
llama. Pero cuál es este principio, capaz de fundir en un
solo cuerpo doctrinal, la paradoja gnoseológica de la
época moderna ¿cuál es a fin de cuentas la fuente
del conocimiento, el intelecto o la experiencia?
El Juicio Sintético A priori:
fundamento de todo conocimiento en general
¿En qué consiste el juicio
sintético a priori y porqué es fundamental
en el sistema Kantiano? Porque tal juicio explica la interacción del intelecto y de la
experiencia en el proceso del
conocimiento, y como el objeto conocido se amolda a la forma de
razón humana y no al contrario, según lo afirma la
filosofía tradicional.
El problema se plantea de la siguiente forma: el
conocimiento actúa bajo un principio que le permite
alcanzar la realidad concreta, pero este principio no puede
provenir de la experiencia pues ésta sólo nos da
"casos aislados", pero si afirmamos que este principio proviene
de la razón, entonces parece perder fundamento
práctico. El siguiente capítulo tratará de
explicar tal juicio en tres pasos: primero, con todo el rigor
cartesiano nos formaremos una idea clara y distinta de lo que es
un juicio sintético a priori; segundo, deduciremos,
con Kant, su procedencia; finalmente, responderemos a la
cuestión sobre los alcances y límites de tal
juicio.
2. 1. Distinción
general entre los juicios analíticos y
sintéticos
Un juicio es una proposición que relaciona dos
conceptos, por ejemplo "el perro ladra", es un juicio en cuanto
asocia el concepto de perro y el concepto de ladrido, asimismo
"la silla sirve para sentarse", asocia los conceptos de silla y
de estar sentado. Los dos ejemplos anteriores son juicios
analíticos pues están construidos por una
descomposición de conceptos. Cuando pienso en el concepto
de perro intuyo que éste ladra, pues el concepto de ladrar
está contenido en el concepto de perro. De igual forma,
"que sirva para sentarse", esta contenido en el concepto de
silla. Ahora, téngase la siguiente proposición: "la
casa es azul", que es un juicio sintético, pues cuando
pienso el concepto de casa, no necesariamente pienso que sea azul
(un color), es decir,
el concepto azul no esta contenido en el concepto
casa.
Mientras que en el primer caso de los juicios
analíticos, no estoy añadiendo nada nuevo a los
conceptos, sino que estoy hablando de lo mismo, en los juicios
sintéticos sí añado algo nuevo al
conocimiento. No es lo mismo que digamos "la silla sirve para
sentarse", que "la silla es de madera". En el
primero (analítico) cuando pienso en silla, ya sé
que sirve para sentarse; en el segundo (sintético), pensar
en "silla" no implica que esta silla sea de madera, podría
ser de metal o algún otro material, es decir,
añadí algo nuevo al concepto de la silla. El juicio
analítico es, en sentido negativo, una tautología,
pues estoy hablando de lo mismo, y en sentido positivo, es
también la materia de
todas las definiciones y no más. El juicio
sintético, realmente aporta algo al conocimiento,
permite su avance, pues añado algo nuevo a los
conceptos.
El juicio analítico es a priori, es decir,
previo a la experiencia en el sentido de que no la necesito para
verificar la verdad o falsedad del juicio. Si decimos "la silla
sirve para dar la hora", sé que el juicio es falso a
priori porque "dar la hora", no esta contenido en el concepto
de silla.
El juicio sintético es "a posteriori", es
decir, sólo después de la experiencia se puede
saber si el juicio es verdadero o es falso. "La casa es azul" es
un juicio que no puedo sustentar a menos que yo mismo haya visto
la casa o me lo hayan dicho, de otro modo no puedo saber el color
porque no esta contenido nunca en el concepto de casa.
Sin embargo, vemos que, de alguna forma, existe un tipo
especial de juicio que, aun siendo sintético, es decir,
que aporta algo nuevo al conocimiento, es anterior a la
experiencia. Por ejemplo, el teorema de Pitágoras: "el
cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de
los catetos" (lo cual se cumple siempre en un triángulo
rectángulo). El concepto del cuadrado de la hipotenusa no
contiene nunca el concepto de la "suma de los cuadrados de los
catetos". Este juicio es sintético entonces pero,
además, es a priori, pues es universal, es
decir, se cumple para todos los triángulos rectángulos
independientemente de la verificación en un
triángulo dado. O bien, "la distancia más corta
entre dos puntos es la recta que los une". En el concepto de
recta nada hay del concepto de magnitud (la más corta) y
sin embargo, dicho principio geométrico es necesario y por
lo tanto a priori. El juicio sintético a
priori es lo que da al conocimiento (nuevo) universalidad y
necesariedad porque se construye previo a la
experiencia.
2. 2. Toda la ciencia
teórica de la razón está construida con
juicios sintéticos a priori
Entiéndase por "ciencia teórica de la
razón", todo conocimiento construido en la razón y
que en la experiencia sólamente se verifica, como las
matemáticas puras (aritmética y geometría)
y la física
teórica. De estos conocimientos bien podemos decir que son
infalibles.
Si decimos que 2 + 2 = 4, esta proposición
matemática es apodíctica. A simple vista, parece
que es un juicio analítico, y que el concepto de 2 + 2
contiene el concepto de 4 o, en otras palabras, cuando pienso en
2 + 2 automáticamente pienso en 4. Pero es falso. Cuando
pienso en 2 + 2 sólo pienso en un número como
resultado de tal suma, pero nunca que ese número sea 4.
Por lo tanto la proposición no es un juicio
analítico sino sintético dado que 4 es un
conocimiento nuevo. La sencillez del ejemplo nos causa
confusión. Pero qué pasa si elevamos las cantidades
a 25164 + 59468 = ? En este ejemplo es claro que la suma me
dará por resultado un número, es decir, cuando
pienso en 25164 + 59468 intuyo que el resultado es efectivamente
un número, pero no intuyo nada acerca de cuál es
ese número, por lo tanto, la proposición no es
analítica (de descomposición), sino
sintética, pues el resultado de tal suma es un
conocimiento nuevo.
Sin embargo, este juicio sintético (25164 + 59468
= ?), es a la vez a priori puesto que el resultado de esta
suma es siempre necesariamente el mismo número, lo
verifique o no:
"Las proposiciones propiamente matemáticas son
siempre juicios a priori y no empíricos, pues
llevan consigo la necesidad, la cual no puede ser derivada de
la experiencia".
Antes de la experiencia (realizar la operación
suma), no sé que número concreto
obtendré por resultado, sin embargo, sé que
obtendré siempre el mismo número las veces que yo
realice la suma, incluso si no la realizo el resultado "ya
está dado", la operación no hace más que
"descubrirlo".
La geometría también está
construida con juicios sintéticos a priori. Si
decimos "la distancia más corta entre dos puntos es la
recta que los une", el juicio es sintético, puesto que el
concepto de línea recta no contiene nada acerca de
magnitud (la más corta), sin embargo es también
a priori, ya que es un juicio necesario, esto es, se
cumple para cualquier par de puntos en el espacio. Asimismo "la
suma de los ángulos internos de un triángulo es
igual a 180 grados" es un juicio sintético puesto que el
concepto de "la suma de los ángulos internos", como vimos
en el ejemplo de la suma, contiene un número como
resultado, pero no que ese número sea siempre 180;
además, es a priori, puesto que este principio es
necesario y universal, por que el resultado es necesariamente 180
para todo triángulo. Todos los principios de la
geometría son juicios sintéticos a priori, o
al menos lo son los principios que permiten un avance en el
desarrollo de esta ciencia.
La física (ciencias naturales), es el estudio de
las leyes
dinámicas que determinan todas las cosas:
"Naturaleza es el ser de las cosas, en tanto que
está determinado por leyes naturales generales. Si la
naturaleza hubiese de significar el ser de las cosas en
sí mismas, no podríamos conocerlas jamás,
ni a priori ni a posteriori. A priori no,
pues, ¿cómo queremos nosotros saber lo que
corresponde a las cosas en sí mismas, puesto que esto no
puede nunca verificarse por descomposición de conceptos
(proposiciones analíticas), dado que yo no quiero saber
lo que en mi concepto de una cosa está contenido (pues
esto corresponde a su ser lógico), sino lo que de la
realidad de la cosa se añada al concepto y, por medio de
lo cual, sea determinada la cosa misma en su ser, fuera de mi
concepto?"
Si estas leyes estuvieran en las cosas en sí
mismas, nunca podríamos conocerlas por la experiencia ya
que esta nos da simplemente ejemplos, casos aislados, de los que
nunca podemos obtener una ley universal
y necesaria que se aplique a todos los casos; pero tampoco
podríamos conocer estas leyes a priori, pues
necesitamos de la experiencia para tener al menos un dato de las
relaciones entre las cosas.
A la base de la física se encuentra la
matemática (de la cual ya hemos mostrado su total construcción por juicios sintéticos
a priori), y conceptos (que son de suyo,
analíticos).
Sea el caso de la fórmula de la velocidad: v =
dt donde v es velocidad, d distancia recorrida y t es tiempo. Esta
es una proposición sintética, pues el concepto de
velocidad nunca está contenido en el concepto de
multiplicación de "distancia por tiempo" (que es una
proposición matemática), y es a priori,
puesto que es necesaria, tanto que si voy en un automóvil
con una velocidad constante de 50 kilómetros por hora, en
una hora habré recorrido 50 kilómetros
indudablemente.
Si las leyes físicas no pertenece a los objetos
en sí mismos (sería imposible su formulación
como ley universal) y es además, un juicio
sintético (aporta algo nuevo al conocimiento) y a
priori (está construido previo a la experiencia)
¿cómo puede esta ley determinar la experiencia
concreta?
Que las proposiciones teóricas de la razón
pura (como lo son las proposiciones de las matemáticas y
de la física) tengan validez universal se explica porque
éstas no determinan la experiencia en sí misma,
sino la experiencia posible:
"Si un conocimiento ha de tener realidad objetiva, es
decir, referirse a un objeto y poner en el mismo
significación y sentido, debe el objeto poder ser
dado de alguna manera. Sin eso, son los conceptos vanos y
aunque en realidad hemos pensado, nada hemos conocido por ese
pensamiento; no hemos hecho sino jugar con representaciones.
Darse un objeto –si ello no ha de entenderse sólo
mediatamente, sino como exponerlo inmediatamente en la
intuición- no es otra cosa que referirse su interpretación (real o al menos posible).
(…) La posibilidad de la experiencia es pues lo que da a
todos nuestros conocimientos a priori realidades
objetivas".
Kant, en el concepto de "experiencia posible", acaba de
trazar los límites de la razón teórica, a
saber, la razón teórica no puede conocer nada de
los objetos en sí mismos, sino sólo como objetos de
una experiencia posible.
2. 3. Alcances y
límites del Juicio Sintético A
priori
Por experiencia posible entendemos que todas las
proposiciones de la razón teórica tienen una
realidad absoluta dentro de nuestra razón teórica
(dentro de nuestra mente), y que para que este conocimiento
alcance la realidad radical de los objetos en sí mismos,
necesita del experimento sensible que lo confirme, y así,
podamos llamar a esta forma de conocer como "real" en todo
sentido de la filosofía tradicional, a saber, un
conocimiento de las cosas en sí mismas.
Ahora, cabe preguntarse: el juicio sintético a
priori, que se ha obtenido partiendo de las
matemáticas y de la física consideradas como
ciencias teóricas de la razón ¿tiene alguna
validez en el campo del conocimiento
metafísico?
La metafísica, a juicio de Kant, se ha quedado
varada por no realizar un análisis de la forma del conocimiento
humano, y ha querido abstraer de la experiencia un sin fin de
proposiciones que si bien son válidas, todas ellas son
analíticas, son un juego de
descomposición y "especulación", pero que no
aportan nada nuevo al conocimiento metafísico:
"No se puede presentar un solo libro, como se presenta
un libro de Euclides, y decir: esta es la Metafísica,
aquí tenéis el objeto mas noble de esta ciencia,
el conocimiento de un ser más alto y de un mundo futuro,
probados por el principio de la razón pura. Pues se nos
puede, en efecto, mostrar muchas proposiciones, las cuales son
ciertas apodícticamente, y nunca serán
contradichas; pero éstas son todas analíticas y
conciernen más a los materiales y a los medios de
construcción de la metafísica que a la
ampliación del conocimiento, la cual, pues, debe ser, en
ella, nuestro propio designio".
En este párrafo de los Prolegómenos, Kant
deja sentadas dos afirmaciones: la metafísica tradicional
está construida por proposiciones verdaderas, pero
analíticas, proposiciones que no aportan nada nuevo al
conocimiento; y, por otro lado, propone que para que la
metafísica sea un conocimiento
científico, debe ser validada por el principio de la
razón pura, el juicio sintético a
priori.
Kant busca dentro de la matemática pura (que es
tan clara e infalible) y de la física (que a fin de
cuentas se basa en la matemática pura), el fundamento del
conocimiento de la razón teórica. La
metafísica, si bien es un conocimiento diverso al de la
matemática y de la física, tiene que apoyarse en la
razón teórica y en su principio para ser un
conocimiento efectivo, es decir, que sea un conocimiento
universal y necesario. El problema de toda la
metafísica radica en que su objeto, el ser en sí
mismo, nunca puede estar al alcance de la experiencia, sino
sólo al alcance de la experiencia posible, no podemos
nunca construir un experimento, al menos un experimento
controlado, para verificar en la realidad radical la objetividad
del alma y del ser más excelente, así como la de un
mundo futuro.
Así propone Kant en el primer párrafo de
la conclusión a los Prolegómenos, el alcance y el
límite de todo conocimiento de la razón
pura:
"Sería absurdo que esperásemos conocer,
de objeto alguno, más de lo que pertenece a la
experiencia posible, o que, aun de cosa alguna de la cual
aceptamos que no es un objeto de experiencia posible,
pretendiésemos el menor conocimiento para determinarla
según su cualidad, tal como es en sí
misma".
En pocas palabras, qué es lo que lo que el
hombre, en la razón teórica, puede conocer: nada
fuera de la razón teórica. Todo conocimiento, al
menos el científico tiene que ser verificado, o mejor
dicho, verificable para alcanzar la realidad. Pero
¿cómo es que se puede llegar a tal
conclusión sobre el conocimiento humano, sobre todo cuando
éste demuestra su poderío para alcanzar la
realidad?
Si bien hemos mostrado como todo conocimiento humano que
se digne de autoproclamarse científico, tiene que
construirse en la razón pura y según el principio
de ésta, el juicio sintético a priori,
¿cómo, tratando de librar hasta donde sea posible
que este principio parezca dogmático al sentido
común en general, es posible que nuestra razón
formule tal juicio?
La Crítica de la Razón Pura:
la formación de todos los conocimientos previos a la
experiencia
Kant se plantea el problema general de la razón
pura en el apartado VI de la introducción a la KRV
¿cómo son posibles los juicios sintéticos
a priori?
Las proposiciones analíticas están todas
ellas basadas en el principio de no contradicción: una
cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo las mismas
circunstancias, y cómo estas proposiciones se construyen
por la simple descomposición del concepto, se habla de lo
mismo, es decir, del principio de
contradicción.
"Pues, si el juicio es analítico, sea
afirmativo o negativo, tiene que ser siempre conocida su verdad
suficientemente según el principio de
contradicción (…) Por eso debemos dar al principio de
contradicción el valor de principio universal y
plenamente suficiente de todo conocimiento
analítico".
Si bien en el juicio analítico permanecemos
dentro del concepto, en el juicio sintético tengo
que salir del concepto para agregarle algo nuevo. Pues
bien, ¿bajo qué principio salimos del concepto de
modo que podamos asegurar la universalidad y el
carácter necesario de tal afirmación sin
recurrir a la experiencia?
3. 1. Del principio supremo
de todos los juicios sintéticos a
priori
Las proposiciones sintéticas tienen por
fundamento necesario la experiencia, pues cómo
habríamos de obtener un conocimiento nuevo si no es a
través de los sentidos que nos proporcionan la
intuición de los objetos del conocimiento. Decir que
tenemos algún tipo de intuición "intelectual"
sería lo mismo que decir que el hombre tiene la capacidad
de obtener algún conocimiento por vía
extrasensorial, lo cual resulta absurdo. Pero ¿cómo
habría de ser que un conocimiento proveniente de la
experiencia nos proporcione un conocimiento universal y necesario
si ésta sólo nos da ejemplos?
Si la intuición intelectual es imposible,
¿cómo un juicio puede ser sintético y a
priori al mismo tiempo? Kant soluciona esto de la siguiente
manera:
"Si bien todo nuestro conocimiento comienza con
la experiencia, no por eso originase todo él en
la experiencia. Pues bien podría ser que nuestro
conocimiento de experiencia fuera compuesto de lo que recibimos
por medio de las impresiones y de lo que nuestra propia
facultad de conocer (con ocasión tan sólo de las
impresiones sensibles) proporciona por sí
misma".
La razón proporciona un material de antemano en
el conocimiento de la realidad, a saber, la forma de los juicios
y las categorías (de las cuales hablaremos más
adelante). O mejor dicho, la razón humana tiene una forma
de conocer independiente de la experiencia, de modo que cuando
los objetos se nos son dados (en los sentidos), se
organizan bajo las reglas universales y necesarias de la
razón, y he aquí el giro copernicano del
conocimiento: no es la razón la que se adapta a los
objetos conocidos, sino éstos a aquélla.
Esta forma de conocer de la razón tiene como
andamio principal la síntesis de las múltiples
experiencias en la razón misma:
"El principio supremo de todos los juicios
sintéticos es pues; todo objeto está bajo las
condiciones necesarias de la unidad sintética de lo
múltiple de la intuición en una experiencia
posible".
La razón humana es sintetizadora por naturaleza,
es decir, recibe las múltiples representaciones de los
objetos que aparecen en los sentidos y las unifica bajo un solo
concepto en la experiencia posible. A la base de nuestra
capacidad de conocer teóricamente está nuestra
capacidad de síntesis y nuestra capacidad de imaginar un
experimento que verifique ese conocimiento.
Propongo el siguiente ejemplo: si tengo el concepto de
"casa" y de "azul" puesto que los he obtenido por la experiencia
previamente, mi propia razón teórica es capaz de
sintetizar el concepto de casa y de azul bajo una sola
representación "casa azul" antes de que la conozca
experimentalmente. Incluso es esa representación la que
hace posible que pueda construir una casa azul en la realidad,
puesto que si no tuviera el esquema mental previamente, no
podría construir tal casa.
Ahora, en una ley física, obtenida por
observación, la relación está dada por una
síntesis, y es posible construir un experimento de modo
que se cumpla tal ley. Realmente el experimento está
construido a la medida de tal ley y, aunque en un primer momento
tal ley se haya construido de la experiencia. Por ejemplo, la ley
para medir la velocidad (v = dt), nunca puede utilizarse para
medir, por ejemplo, aceleración (a = (v1 –
v2)/t).
La síntesis de lo múltiple de la
intuición en la experiencia posible, no sólamente
determina la experiencia sino que la hace posible. Si no
tuviéramos ninguna relación formada en nuestra
razón teórica, nunca podríamos siquiera
comprender la realidad exterior, los objetos pasarían ante
nuestros ojos uno tras otro, sin relación
alguna.
Nuestra razón teórica es, en resumen,
"sintetizadora", es decir, tiende a unificar todo lo que a ella
llega a través de los sentidos, bajo una sola
representación (el concepto).
3. 2. La doctrina elemental
trascendental
La tercera sección de la KRV, la
doctrina elemental trascendental consiste en una
análisis riguroso de la facultad de la razón
teórica o pura, esto es, por oposición al
conocimiento experimental, lo que la razón aporta en todo
acto cognoscitivo.
Para esto, la doctrina elemental trascendental se divide
en dos secciones: la estética trascendental, que
estudia la parte sensible del conocimiento, o mejor dicho,
plantea aquí la teoría de la sensibilidad, de
cómo el hombre percibe en los sentidos algún
objeto; y la lógica trascendental que estudia la
parte intelectual del conocimiento desde el punto de vista de su
forma, independientemente de la materia del
conocimiento:
"La ciencia del entendimiento puro y del conocimiento
racional, por la cual pensamos enteramente a priori
objetos. Semejante ciencia, que determinase el origen, la
extensión y validez de esos conocimiento llámese
lógica trascendental".
La lógica
trascendental se divide en analítica trascendental y en
dialéctica trascendental. En la analítica, se
explica la formación de todos los conceptos y los
principios de la razón, así como su
extensión y validez; la dialéctica, explica lo que
ocurre cuando la razón va más allá de sus
límites permitidos, a saber, forma conceptos y
proposiciones con material que nunca ha estado en los sentidos y
sólamente por seguir el designio funcional de la
razón pura de formar conceptos y juicios.
3. 2. 1. La estética Trascendental
Hay en todo conocimiento dos elementos que nunca podemos
apartar: el espacio y el tiempo. Estos acompañan siempre
nuestra experiencia del mundo. Es imposible para nosotros
imaginar algún objeto que no ocupe un lugar en el espacio
ni en el tiempo, incluso en la representación mental de
objetos inmateriales, tendemos de alguna forma a colocarlos en
algún lugar en el espacio y en el tiempo. Por ejemplo, el
alma. Cuando pienso en el alma (totalmente inmaterial), la pienso
dentro de mi corporeidad, y en algún momento pienso su
creación y su posible destrucción o inmortalidad. O
cuando pienso en Dios, aplico para Él las
categorías de "Omnipresente", entendiendo que está
en todo lugar, y de "Eterno" entendiendo que existe en todo
tiempo. Cuando conozco un objeto, cualquiera que sea, no puedo
negar que está aquí y ahora. El espacio y el tiempo
están, como vemos, presentes en todo acto
cognoscitivo.
Pero ¿de dónde provienen estos conceptos
de espacio y tiempo? O bien son parte constitutiva de los objetos
en sí mismos y nosotros no hacemos más que
abstraerlos de la experiencia; o bien, afirmamos con Kant que
forman parte de la sensibilidad pura, es decir, nosotros
colocamos el espacio y el tiempo en los objetos que
conocemos. Para ampliar esta cuestión proponemos los
siguientes ejemplos.
Imaginemos a la razón como una persona que ha
sido vendada de los ojos, y a la cual se le pide caminar por un
campo de fútbol. Esta persona no sabe si está cerca
de la portería o del centro de la cancha, o del borde de
ésta, sin embargo tiene una representación
previa espacio aunque de hecho no pueda ver nada. En este
ejemplo ya es claro como en la razón hay una
representación del espacio previa a la experiencia. Si el
espacio proviniese de los objetos de la experiencia no
podría formarme ninguna representación de ellos, no
sabría si un objeto está aquí o allá,
lejos o cerca, si una serie de objetos están en orden o
desordenados. Si la persona vendada se quitase la venda y tratase
de abstraer el concepto del espacio de la experiencia, no le
serviría de nada, pues no tendría ningún
concepto aún de cerca o lejos, de
orden o desorden; incluso en el caso de que pudiera
abstraer estos conceptos, bastaría dar unos pasos para
tener que volver a abstraer el concepto de espacio.
Imaginemos ahora a una persona encerrada en un cuarto
sin ventanas y sin reloj por muchas horas. Esta persona no puede
informarse de cuanto tiempo ha pasado, pero sin duda tiene la
representación de que algún tiempo ha
pasado. Aquí es claro ahora que el tiempo es,
también, una representación previa a la
experiencia. Si no fuese así, cada vez que miremos la hora
en el reloj y notemos que algún tiempo ha pasado, este
tiempo no significará para nosotros. Cuando a la persona
del cuarto, se le muestra un reloj
después de largo rato, ésta confirma
sólamente cuanto tiempo ya pasó.
El espacio y el tiempo son previos a la
experiencia, por lo tanto, no pueden ser parte de los
objetos en sí mismos: en toda experiencia
cognoscitiva, el espacio y el tiempo son las formas de la
sensibilidad pura que la razón aporta, e incluso, hacen
posible toda experiencia. Si el espacio y el tiempo no
estuviesen en la razón pura previamente a toda
experiencia, no podríamos tener experiencia alguna, pues
¿en qué aquí y ahora colocaríamos tal
experiencia?
Hasta aquí se ha mostrado lo esencial de la
estética trascendental, a saber, que el espacio y el
tiempo son formas puras de la sensibilidad, están
pues, en nuestra forma de conocer y no en los objetos en
sí mismos.
3. 2. 2. La lógica
trascendental
La lógica tradicional consiste en el estudio de
las formas mentales y de su validez (verdad lógica), o
invalidez (falsedad lógica). Éste es el sentido de
lo que llama Kant lógica general, mas él distingue
de ésta la lógica trascendental, a la que confiere
única y exclusivamente la explicación del principio
de la razón pura, el juicio sintético a
priori:
"La explicación de la posibilidad de los
juicios sintéticos es un problema de que no tiene que
ocuparse para nada la lógica general, ni siquiera
conocer su nombre. Pero en una lógica trascendental es
el asunto más importante de todos y aún el
único".
La intuición es un conocimiento directo del
objeto que sólo puede darse a través de los
sentidos, es decir, la intuición sólo puede ser
sensible. Decir que somos capaces de una intuición
intelectual (de llegar a un conocimiento directo de un objeto por
vía extrasensorial), equivale a decir que tenemos alguna
facultad de "premonición" o de
"adivinación".
Pero ciertamente somos capaces de obtener nuevos
conocimientos por la vía del intelecto, pero
¿cómo si éste no es capaz de intuir, al
menos en el mismo sentido de la intuición sensible? Esto
se da a través de la facultad del
entendimiento.
Entender es "conocer por conceptos", es formar en
nuestra mente la idea clara de una realidad a partir de juicios.
El juicio es "el conocimiento mediato de un objeto; por lo
tanto, la representación de una representación del
mismo". Son estos, los conceptos y los juicios, el objeto de
estudio de toda analítica, la que, si es entendida
trascendentalmente, tendrá que estudiar su objeto
sólamente en cuanto a su forma y nunca en cuanto a su
contenido. Es decir, la forma de los conceptos y de las
relaciones entre ellos independientemente de todo
contenido.
Entender es realmente llegar a un conocimiento nuevo,
pero no a través de una intuición intelectual ni
mucho menos de una intuición sensible, sino a
través de la formación de conceptos y juicios en la
mente.
Formar conceptos y juicios no es una función que
la razón teórica realice cuando los sentidos le
proporcionan el material adecuado para ello, sino que es
su función inherente, es decir, lo hace incluso a expensas
del material que se le da por parte de los sentidos.
La razón es una unificadora de la realidad, bajo
ella, se forman todos los conceptos y juicios del entendimiento.
Supongamos que la razón teórica no tuviese la
capacidad de construir los conceptos y los juicios antes de la
experiencia y que éstos realmente se "abstrajesen" de los
objetos, entonces nunca podríamos tener en nuestro poder
ningún concepto, ni particular ni universal, a lo sumo se
podría decir este objeto es tal cosa (un mueble
para sentarse), pero nunca podría aplicarlo
universalmente, es decir, que ésta, ésa, o
aquélla, son sillas y sirven para sentarse.
De hecho un concepto no es más que un juicio
analítico, es la conjunción o síntesis de
dos o más conceptos bajo una sola representación.
Ahora ¿cómo descomponer en el entendimiento (que es
la función de los juicios analíticos), algo que no
ha sido sintetizado previamente? Esto es, la síntesis
precede al análisis del concepto, y el hecho de que
podamos realizar este último, es prueba de que la
síntesis es el inicio de todo conocimiento
humano.
Si la función sintetizadora del entendimiento
precede a cualquier otro acto en el conocimiento, debe realizarse
según la propia forma sintética de la razón,
y ser, al mismo tiempo independiente de todo material
proporcionado por la intuición sensible. Además,
sí la función del pensar es la de conocer por
conceptos y juicios, ambos deben estar ya construidos
según su forma en la razón pura para poder realizar
la función sintética de la razón. De
aquí surge la tabla de los juicios y las
categorías:
Juicios | Categorías | |
Cantidad | Universales Particulares Singulares | Unidad Pluralidad Totalidad |
Cualidad | Afirmativos Negativos Infinitos | Realidad Negación Limitación |
Relación | Categóricos Hipotéticos Disyuntivos | Inherencia y subsistencia. (Substantia et Causalidad y dependencia (Causa y Comunidad (Acción recíproca entre el |
Modalidad | Problemáticos Asertóricos Apodícticos | Posibilidad – imposibilidad Existencia – no existencia Necesidad – Contingencia |
Todo el material que recibimos por los sentidos,
que son la única vía por la cual podemos recibir
tal material, se amolda a la forma de los juicios y las
categorías de la razón pura descritas en esta
tabla.
Sobre la obtención de la división de los
juicios y las categorías presentada a lo largo del Primer
Capítulo, Libro Primero de la analítica
trascendental, Kant menciona en § 9:
"Si hacemos abstracción de todo contenido de un
juicio en general y atendemos sólo a la mera forma del
entendimiento en él, encontraremos que la función
del pensar, en el juicio, puede reducirse a cuatro
rúbricas, cada una de las cuales encierra tres momentos
(…) Todas las relaciones del pensar en los juicios, son:
a) del predicado con el sujeto, b) del fundamento
con la consecuencia, c) del conocimiento dividido y de
todos lo miembros de la división entre sí. (…)
la modalidad de los juicios es una función muy especial
de los mismos que se caracteriza por no contribuir en nada al
contenido del juicio (pues fuera de la cantidad, cualidad y
relación, nada queda ya que constituya el contenido del
juicio), y referirse tan sólo al valor de la
cópula, en relación con el pensar en
general"
Y en § 10:
"tal es el inventario de
todos los conceptos primariamente puros de la síntesis,
contenidos en el entendimiento a priori (…) Esta
división se ha producido sistemáticamente por un
principio común, a saber, la facultad de juzgar (que es
tanto como la facultad de pensar), y no ha surgido
rapsódicamente de una rebusca de los conceptos puros,
emprendida a la buena de Dios; en esta última no se
puede nunca estar seguro de que
la enumeración sea completa, pues que sólo es
concluida por inducción, sin pensar que de este modo
nunca se comprende por qué precisamente éstos y
no otros son los conceptos que residen en el entendimiento
puro".
Kant obtiene primero los juicios retirando todo
contenido de ellos y dejándolos simplemente como son en
cuanto a la forma. Luego, de ahí obtiene, a priori como
él mismo señala, para cada forma especial de
juicio, una forma de concepto puro del entendimiento
Si bien, la lógica tradicional se ha ocupado de
estudiar los juicios en tanto la relación entre los
conceptos que lo forman, ha cometido un pecado de omisión
al no ocuparse de qué tipo de relación se da
en los juicios. Por ejemplo, supongamos la proposición
"todo anciano fue niño alguna vez", que relaciona los
conceptos de anciano y niño, es, utilizando la tabla:
según su cantidad, universal; según su cualidad,
afirmativo; según su relación, categórico; y
según su modalidad, apodíctico. Y así,
cualquier relación que queramos construir, tiene que
amoldarse a la formas del juicio en cuanto a su cantidad,
cualidad, relación y modalidad.
Ahora, las categorías o conceptos puros del
entendimiento son, conceptos que se han formado en el
intelecto sin la intervención de ningún material
proveniente de los sentidos, es más, construidos en
ausencia de todo material. Son conceptos en los cuales la
razón, partiendo de las formas de los juicios, constituyen
las formas universales y necesarias de todo conocimiento.
Así, el inicio del conocimiento se da en las
categorías, que son, por así decirlo, conceptos
totalmente vacíos en los cuales, como un recipiente
que da forma al agua que
contiene, acomoden en el entendimiento todo el material
proveniente de los sentidos.
Resumiendo lo visto en este apartado hasta ahora, la
doctrina elemental trascendental trata sobre lo que la
razón pura aporta al conocimiento humano de modo que sea
universal y necesario, a saber, el tiempo y el espacio (en la
sensibilidad pura), y la forma de los juicios y los conceptos
puros (en el entendimiento puro).
Ahora bien, se ha dejado para más adelante el
contenido de la dialéctica trascendental, puesto que se
ocupa de lo que ocurre cuando la razón pura sobrepasa sus
propios límites, tema que se tratará en el
último capítulo de este trabajo.
Mientras tanto y, para finalizar esta sección, en la
siguiente sección plantearemos desde la KRV, el
principio último en el conocimiento humano, el cual
permite, en última instancia, todo conocimiento objetivo:
el "yo pienso".
3. 3. "Yo pienso":
el principio más alto en todo el conocimiento
humano
El segundo capítulo de la analítica
trascendental, sobre la deducción de los conceptos puros del
entendimiento, está dedicado a la deducción de los
conceptos puros del entendimiento, parte esencial y, al mismo
tiempo, una de las más difíciles y obscuras de toda
la KRV a juicio de Verneaux. Pero ya vimos que la
división de las categorías proviene de la
división de los juicios, y que la división de estos
a su vez, vienen de una abstracción del contenido de los
juicios en general, es decir, la tabla de los juicios y las
categorías es, por lo tanto, obtenida a priori y no
por deducción.
Cuando Kant utiliza el término
deducción, no lo toma en su sentido
metodológico, como paso de lo particular a lo general
(opuesto a la inducción), sino que lo toma en sentido
jurídico o al menos como lo utilizaban los juristas de su
tiempo. En un proceso judicial, la deducción consiste en
demostrar el derecho o la legitimidad de la pretensión.
Kant realiza la distinción de esta manera:
"Los maestros de Derecho, al hablar de facultades y
pretensiones, distinguen en un asunto jurídico la
cuestión sobre lo que es Derecho (quid juris) de
la que se refiere al hecho (quid facti) y, al exigir
prueba de ambas, llaman deducción a la primera
que expone la facultad o la pretensión jurídica.
(…) Por eso llamo deducción trascendental de
los conceptos a priori la explicación del modo
como esos conceptos a priori pueden referirse a objetos;
y ésta se distingue de la deducción
empírica, que señala el modo como un concepto ha
sido obtenido por experiencia y reflexión sobre la
experiencia. Por lo tanto, la deducción empírica
no se refiere a la legitimidad sino al hecho (factum) de
donde se ha obtenido la posesión".
Así Kant, en este capítulo de la
analítica trascendental, probará cómo los
conceptos puros del entendimiento, ya admitidos a priori,
están en cuanto derecho, es decir, tienen valor
objetivo.
Hemos visto en la doctrina elemental trascendental
cómo estamos facultados para construir los primeros
principios del conocimiento humano, porque éstos (los
juicios y las categorías) no se forman en base al material
que recibimos por los sentidos, sino que residen en la forma de
la razón pura y son construidos antes de toda experiencia,
siendo ésta tan solo la ocasión para que se
manifiesten, es decir, para construir un juicio sintético
a priori.
Sería ilusorio pensar que se puede unificar
algún concepto en el entendimiento, si no tuviera
previamente el concepto de unidad en el mismo entendimiento, pues
si voy a unificar algo tengo que saber antes qué es
unificar. Esta unidad trascendental se da en la
apercepción (en contraposición a la percepción) pura. Es decir, la
apercepción pura es un concepto absolutamente
vacío (a diferencia de las categorías que son
también conceptos vacíos), de modo que no se accede
a él directamente como a los demás conceptos puros
del entendimiento, de los cuales se tiene o se puede tener
conciencia, tengo
que suponer este concepto para hacer posible toda
síntesis, pues bajo qué concepto habría de
unificar algo si no es bajo una unidad trascendental o
vacía.
Mas esta unidad trascendental no es ya
función del entendimiento humano sino que es
autoconciencia pura, es quien realiza el
entendimiento humano, pues bajo qué principio puedo decir
que todas las representaciones y conceptos actuales son
míos, si no es bajo una conciencia que conoce, un
Yo pienso, un Yo trascendental, o lo que es lo
mismo, un yo que, simplemente, piensa, y pensar es
unificar.
"Este es el principio mas alto en todo el
conocimiento humano", así finaliza Kant la
sección de la KRV dedicada al yo pienso.
Esto es, en síntesis, que el principio supremo del
conocimiento es que pienso, pero no un pienso al modo
cartesiano "pienso luego existo", sino un pensar que
infiere sólamente el conocimiento: porque yo
pienso, unifico; y unificar es presentar las diversas
representaciones bajo una sola (sintetizar); y porque puedo
sintetizar, puedo colocar los diversos objetos recibidos, o
más bien, los fenómenos como veremos más
adelante, bajo las formas propias en las que la razón
sintetiza (las categorías), y esto es, a fin de cuentas,
conocer.
Hasta aquí ya ha sido explicado todo soporte del
juicio sintético a priori, a saber, que su principio
supremo se encuentra en la síntesis de las diferentes
representaciones en una experiencia posible; que en la doctrina
elemental trascendental de la KRV se explica como para que
el conocimiento sea universal y necesario debe contenerse a
priori en la razón y aplicarse a los casos concretos a
través de las formas puras de la sensibilidad y los
conceptos puros del entendimiento; y que, por la unidad
trascendental de la apercepción pura, el conocimiento de
las categorías es válido, legítimo y
totalmente objetivo.
Ahora, al final de esta investigación trataremos
de resolver las siguientes cuestiones desde la Crítica
de la Razón Pura: ¿qué ocurre cuando la
razón sobrepasa sus propios límites? y con ello
responder al problema fundamental de esta investigación
¿cuál es el alcance real y el valor del
conocimiento desde la Crítica de la Razón
Pura?
Más Allá de los
límites de la Razón Pura
Si el conocimiento, desde la KRV, está
marcado con el designio de permanecer dentro de los
perímetros que la razón le marca, en
qué sentido decimos que la razón humana puede
levantarse hacia el infinito. A la pregunta sobre
¿por qué la metafísica no es
científica? Kant dirá que explica realidades
más allá de lo físico, es un conocimiento
que no llega por los sentidos. Y ¿por dónde?
¿a través de la intuición intelectual? No
somos capaces de tal intuición, el hombre sólo
conoce por los sentidos en la experiencia. Esta conclusión
no invalida la metafísica tradicional, sino que de ella,
Kant afirma que, simple y sencillamente, no es
científica, es decir, no se puede verificar bajo el
criterio de la experiencia. Sin embargo, la metafísica
tiene una realidad y un valor como conocimientos de la
razón pura ¿en qué consisten esta realidad y
este valor?
4. 1. La ilusión
trascendental
La conclusión de toda la analítica
trascendental consiste en demostrar que el conocimiento de las
categorías y de los principios no puede nunca ir
más allá de sus propios límites, es decir,
que su uso sólo puede ser empírico, nunca
trascendental (Kant utiliza aquí trascendental en
un nuevo sentido, como más allá de toda
experiencia posible), a través de la síntesis
de un concepto en la experiencia posible.
Los sentidos son los medios por los cuales los objetos
exteriores llegan al pensamiento. Pero, con Kant, la sensibilidad
tiene unas formas propias, el tiempo y el espacio. Entonces,
estrictamente en el ámbito de lo sensible, todo lo
demás que no sea el tiempo y el espacio, es conocido en el
objeto como es, es decir, en sí mismo. Ahora, quitar el
tiempo y el espacio del objeto es imposible para
nosotros.
En esto consiste el fenómeno: es el objeto
como se me es dado en los sentidos (en el tiempo y en el
espacio). Pretender conocer los objetos en ausencia del
tiempo y el espacio, es decir, totalmente en sí
mismos, es imposible para nosotros. Esto señala el
carácter subjetivo de todo conocimiento según
Sergio Rábade, en su investigación sobre la
objetividad del conocimiento en la KRV:
"El hombre, en su conocer, no se encuentra con ni se
ocupa de lo en-sí de las cosas, sino del para-mí,
de aquello que las cosas son para mí sencillamente
porque yo las conozco así".
Este es, a nuestro parecer, el sentido de la sentencia
kantiana de que no podemos conocer los objetos en sí
mismos: podemos conocer los objetos en sí mismos pero
no absolutamente en sí mismos. Tendríamos que
poseer una intuición intelectual, que no necesite los
sentidos, para conocer los objetos en sí mismos, o al
menos libres de las formas puras de la sensibilidad. Como no nos
es posible deshacernos de nuestra materialidad y conocimiento
sensible, sólo conocemos los objetos como son
aquí-para-mí-ahora, en otras palabras como
se me aparecen o se me son dados en los sentidos, esto es como
fenómenos. Partiendo del concepto de
fenómeno, el concepto de noúmeno es sencillo de
comprender.
No encuentro el noúmeno el sinónimo
más adecuado que el de espejismo. El espejismo no
es una alucinación, la cual es totalmente irreal fuera del
sujeto que la padece, sino que, el espejismo es tan real y
objetivo que se puede fotografiar, y, sin embargo, es una
ilusión, lo que parece estar ahí, no está en
realidad. Verneaux afirma:
"Como los fenómenos son los objetos de la
sensibilidad, lo que no es fenoménico puede ser
calificado de objeto del entendimiento, o noúmeno. Y
como la intuición es la única función que
presenta objetos, los noúmenos son el objeto de una
intuición intelectual"
Así que el noúmeno es el producto de la
razón que, en el propio proceder unificador, construye un
objeto que en realidad nunca ha estado en los sentidos. O en
palabras de Verneaux: "El uso trascendental del entendimiento
consiste en pensar cosas que no pueden ser dadas en ninguna
experiencia".
Ahora, ¿Por qué la razón pura se
afana en ir más allá de sus límites
permitidos? Porque el conocimiento humano es, simplemente,
trascendente, va más allá de su ámbito (o de
sí mismo). Esto es, aunque el conocimiento está
determinado por la forma de la razón a actuar por
principios que la condicionan (las categorías y la
experiencia posible), necesita, en última instancia, un
primer principio incondicionado, que le permita saber
precisamente cuáles son sus límites. Si no
supiéramos que hay más allá del
límite (los noúmenos), no tendríamos
conciencia del límite mismo de nuestra razón, y sin
tal punto de referencia no sabríamos si un conocimiento es
real o hace referencia a un objeto. Cualquier objeto en la mente
sería real, pues no sabríamos que sería
lo irreal.
En resumen ir más allá de sus
límites le permite a la razón saber sus
límites; tender a lo incondicionado le permite conocer las
condiciones del conocimiento; el noúmeno da sentido
a lo que es la realidad mostrando lo que no es real: "La
ilusión trascendental consiste en considerar la tendencia
natural del pensamiento a lo incondicionado como una
aplicación del pensamiento".
En esto consiste la ilusión trascendental,
en un "objeto" que debería estar ahí, que
debería haber sido percibido por los sentido pero no es
así, simplemente por el hecho de que no podemos construir
el experimento que lo verifique, es decir, la síntesis de
las diferentes representaciones obtenidas por los sentidos bajo
una sola produce un objeto que está más allá
de la experiencia posible.
En el concepto de ilusión trascendental,
Kant ha descalificado toda metafísica dogmática,
pues ésta ha sido reducida a una elaboración mental
sin fundamentos. Todos los objetos de la metafísica son,
así, noúmenos. La metafísica
dogmática no puede llegar nunca a ser ciencia, puesto que
no puede verificar sus objetos en la experiencia posible, ahora,
decir que la metafísica no puede ser ciencia y decir que
no es objetiva son cosas muy distintas, sobre todo si analizamos
el concepto kantiano de objetivo.
Partamos de nuestra natural disposición para
pensar en el sujeto y el objeto como contrapuestos. Para nuestro
autor, tal contraposición no es real, sino que el sujeto
contiene al objeto, el sujeto construye el objeto.
Fuera de mi, la "cosa" real existe, está ahí (y mi
intuición sensible lo confirma), pero no es objeto hasta
que yo lo objetivizo. El objeto es una construcción
de la razón, y la única contraposición entre
sujeto y objeto no es la real, sino la
lógica. La contraposición del sujeto y el
objeto está en la forma del conocimiento.
Pues bien, el conocimiento nouménico que soporta
la ilusión trascendental (metafísica), es un
conocimiento tan objetivo como las mismas categorías, pues
se construye totalmente a priori en la razón
pura:
"Es la aplicación de los conceptos puros o
categorías del entendimiento al contenido bruto de las
intuiciones empíricas, sometido ya a las intuiciones
puras de la sensibilidad y mediatizado por los esquemas de la
imaginación".
La razón humana no puede simplemente no construir
noúmenos. Además, los construye según su
forma, y como la razón esta determinada por el yo
puro, todo hombre tiene, así como los conceptos puros
del entendimiento, ciertos noúmenos determinados
según su forma a priori en la razón. En
palabras más sencillas, todo hombre tiene las mismas ideas
metafísicas (el alma, el mundo, Dios) dentro de sí,
independientemente de la existencia de estas ideas en la
realidad.
Cómo y por qué el conocimiento
nouménico, que sustenta a la metafísica, se reduce
a los tres objetos mencionados anteriormente será la
cuestión del siguiente y último apartado de esta
investigación a fin de determinar si los alcances y
límites del conocimiento propuestos por Kant en la
Crítica de la Razón Pura, son válidos
y en qué sentido lo son.
La dialéctica trascendental (última y
más extensa sección de la doctrina elemental
trascendental), es, si se quiere, el objetivo de toda la
KRV, determinar el conocimiento metafísico; o bien,
puede ser vista como un apéndice inútil, pues todo
lo que respecta a la razón pura ya ha sido dicho como
principio en la analítica. Entonces ¿por qué
abordarla en esta investigación? Porque en ella se explica
algo de suma importancia, la respuesta a la pregunta
¿Cuál es el sentido de que nuestra razón sea
limitada?
La razón, pensando, entiende, y al entender
construye conceptos (que pueden ser puros), y así conoce
(en la experiencia posible). Mas al pensar se da cuenta de que,
por su propia naturaleza que tiende a lo incondicionado, piensa
en algunas cosas que nunca pueden estar en la experiencia
posible, y, por lo tanto, que nunca llegan a ser conceptos sino
que permanecen como simples pensamientos, como ideas.
Así, el pensar (que es más general que el
conocer), es inobjetivo en el conocimiento nouménico. El
noúmeno nunca puede convertirse en concepto, porque no hay
objeto, mas la razón construye un objeto
trascendental, tan objetivo (en sentido kantiano) como que
la razón misma lo construye. Kant denomina a éste
objeto idea trascendental, la cual sería un
concepto puro trascendental, o el concepto de algo que no
es objeto en la experiencia posible.
Las ideas trascendentales se obtienen por medio de los
razonamientos, ya que la razón es la facultad de
razonar, y razonar es construir juicios, es decir, relacionar
conceptos. Como la razón pura relaciona los conceptos de
tres formas según la tabla de los juicios y las
categorías, son tres los razonamientos: razonamiento
categórico, hipotético y disyuntivo. El primer
razonamiento se da en relación al sujeto (pues un juicio
categórico se refiere a todo sujeto); el segundo a
la relación de lo múltiple de las representaciones
como causa de una sola (pues se trata de la relación de
un fenómeno y su causa); y el tercer razonamiento
en relación con todas las cosas en general y su
posibilidad (ya que la disyunción se aplica para todas
las posibilidades).
Dado que las ideas trascendentales son razonamientos
incondicionados, es decir, que condicionan como principio todos
los demás razonamiento, estos tienen que ser totalmente
vacíos, o en términos kantianos, razonamientos
absolutos.
Y así, son tres las ideas trascendentales de la
razón: partiendo del razonamiento categórico, el
sujeto absoluto es el sujeto pensante, el alma; del razonamiento
hipotético, la hipótesis absoluta como posibilidad
de la unión de los fenómenos en una
representación, el mundo; y del razonamiento disyuntivo,
la disyunción absoluta como posibilidad de todas las
cosas, Dios.
Una vez que hemos reconocido los límites del
conocimiento de la razón pura, y que la metafísica
dogmática no es más que una trasgresión
ilícita de esos límites ¿cuál es el
valor de estas ideas dentro de un conocimiento limitado?
¿realmente aportan algo al conocimiento?
Kant realiza una valoración a través de la
utilidad de
estas ideas en el conocimiento y afirma: las ideas tienen una
función reguladora y no constitutiva.
Cuando hablamos de que el conocimiento en general es
constitutivo, nos referimos a que éste es el que construye
o constituye los objetos. Las cosas, por llamarlas
de alguna manera, están fuera de nosotros, mas no son
nada para nosotros, pero tampoco son algo, hasta
que nosotros mismos las constituimos como
objetos.
Cuando constituimos un objeto le proporcionamos las
formas puras de la sensibilidad, espacio y tiempo, en otras
palabras, constituir es hacer que algo esté aquí
y ahora en el entendimiento, de modo que podamos conocer la
cosa como objeto. Antes de objetivizar, nada conocemos de las
cosas, una vez construidos los objetos, podemos conocer las cosas
en sí mismas.
Mas con las ideas no podemos construir un objeto
siquiera, pues estas no provienen de la existencia de alguna
cosa en la experiencia posible, sino del desbordamiento de
los limites de nuestra razón por influjo de su propia
naturaleza. Ni siquiera en el caso de las ideas trascendentales
podemos llegar a construir un objeto en la experiencia posible.
Las ideas son conocimientos intelectuales,
cuyo fin no es constitutivo, es decir, que se vuelvan objetos.
Las ideas tienen una función reguladora:
"Sostengo, pues, que las ideas trascendentales no
tienen nunca uso constitutivo que suministre conceptos de
ciertos objetos, y que, en el caso que así se entienda,
son simplemente conceptos sofísticos
(dialécticos). Pero en desquite tienen un uso regulador
excelente e indispensable y necesario: el de dirigir el
entendimiento hacia un cierto fin que haga converger las
líneas directivas que siguen todas sus reglas a un punto
que por no ser más que una idea (focus
imaginarius), es decir, un punto de donde los conceptos del
entendimiento no parten realmente, puesto que se halla colocado
fuera de los límites de la experiencia posible, sirve,
sin embargo, para procurarles la más absoluta unidad con
la más absoluta extensión."
El texto es bastante explicito en lo que a uso
regulador se refiere. Las ideas dan sentido al pensamiento,
le dan una dirección ¿hacia dónde? Hacia
lo infinito, lo indeterminado, lo incondicionado, el alma, el
mundo, Dios.
Así, en el sistema trascendental la razón
alcanza un conocimiento ilimitado, el que las ideas
trascendentales le proporcionan, pero inmanente, pues
estas ideas están condenadas a permanecer encerradas en la
intimidad de la razón humana, no pueden alcanzar nunca la
dignidad de
objeto real ya que el hombre solo posee la
intuición sensible como medio para enterarse de lo que
pasa en el mundo.
Nada puede saberse del alma, del mundo, ni de Dios por
medio de la razón pura, pues no son objetos de la
experiencia sensible, sino de una especie de intuición
intelectual, a saber, la ilusión trascendental.
El hombre, exaltado sobre todas las demás
criaturas con la capacidad de razonar, ha soñado en el
transcurso de la historia con llevar este poder hasta sus
últimas consecuencias y se ha considerado a sí
mismo dotado de un conocimiento potencialmente
ilimitado.
En efecto, el conocimiento en el hombre es ilimitado,
pero ¿qué significa esto? El conocimiento es
ilimitado porque él mismo construye su propia
ilimitación, y no la construye en un acto
espontáneo ni por necesidad, sino que lo hace
irremediablemente por seguir el impulso de su propia naturaleza
trascendental, es decir, que va más allá de sus
límites; mas permanece encerrado en la isla a la que la
forma de proceder de la razón y la experiencia posible lo
condenan.
Si vemos tanto avance en lo que a las ciencias
empíricas se refiere, es porque la ciencia toda es
precisamente el ámbito especializado del hombre, pues por
medio de la experiencia posible, puede verificar toda
teoría construida en la razón pura. Además,
todo el conocimiento de las leyes de la naturaleza (o leyes
físicas) tiene sus fundamentos en la matemática
pura, que podríamos decir que es una especie de lenguaje
común de toda razón humana (al menos la
aritmética y la geometría); pues a su vez la
matemática pura tiene por ultima consecuencia, la
unidad trascendental que el yo puro le proporciona a la
razón en las formas puras de la sensibilidad, el tiempo y
el espacio.
Desde el mismo punto de partida se ve que las
matemáticas y la física son conocimientos
infalibles y duraderos, mas la metafísica ha ido de mal en
peor durante la historia (o al menos a permanecido estática).
Nuestro autor, se pregunta por qué la metafísica no
es una ciencia infalible y duradero, por qué "no
está hecha".
En el plano metafísico, decir que el alma, el
mundo y Dios no puedan conocerse, y decir que no existen
fuera de nuestra mente son cosas muy distintas. Por el contrario,
tener estas ideas nos posibilita el conocimiento de estas
realidades. En la razón ya tenemos estas ideas de una
forma natural, esperando que por algún principio se
conviertan en objetos, mas no por el principio de la experiencia
posible.
Kant está separando un lugar muy especial dentro
de su sistema para el conocimiento objetivo de las ideas
trascendentales, el conocimiento de fe, el cual, es
abordado desde la siguiente obra de Kant, la Crítica de
la Razón Práctica, en donde, sin
pretensión de sumergirnos en su discurso,
propone que el alma, el mundo y Dios, son supuestos que dan
coherencia al actuar humano y a la libertad,
partiendo de una realidad innegable: el sentimiento moral. Y
más aún, en la Critica del Juicio, Kant
completa la prueba de la existencia de Dios por la finalidad de
la moral en el
hombre.
Si hacemos un recuento del proceso que esta
investigación ha llevado, se muestra que Kant lo que
quiere es construir la metafísica como ciencia
experimental: en el primer capítulo, mostramos las
corrientes modernas que influyeron en la formación del
pensamiento kantiano, a saber, el racionalismo, el empirismo y el
idealismo, de los cuales Kant intenta realizar una
síntesis; en el segundo capítulo, analizamos los
elementos claves de toda la filosofía crítica: el
juicio sintético a priori y la experiencia posible.
de igual forma se explicó como el conocimiento
científico tiene elementos previos a la experiencia que le
proporcionan total universalidad y necesariedad; en el tercer
capítulo, nos introdujimos en la doctrina elemental
trascendental, a fin de describir cómo es posible el
conocimiento a priori en las categorías, y de
cómo este conocimiento es totalmente objetivo pues esta
regido por el yo puro, que es la regla universal de la
objetividad para toda razón humana, una conciencia
trascendental; en el cuarto y último capítulo, nos
introdujimos al análisis kantiano de la metafísica,
y de cómo todo conocimiento de este orden
(metafísico), no es más que una trasgresión
de los límites que la propia razón pura tiene, pues
no fundamenta, ni puede, su validez (de la metafísica) en
el campo de las ciencias puesto que no puede construir ni uno
solo de sus objetos en la experiencia posible, es decir, la
metafísica no es ni nunca podrá ser
científica.
Kant, analizando las matemáticas puras y la
física, descubre ésta están construidas a
priori en el entendimiento a través de los principios
de la razón pura. Para que un conocimiento cualquiera sea
universal y necesario (científico), tiene que ser
construido en la razón a priori y ser objeto de una
experiencia posible. Mas la metafísica actúa por
medio de juicios analíticos y nunca podrá construir
su objeto en la experiencia posible, sino que es un conocimiento
cuyo principio de verificación es otro (el sentimiento
moral), y, sin embargo, es completamente objetivo (comunes a toda
razón humana).
La metafísica es entonces un conocimiento
totalmente válido, objetivo y útil, pero que no
entra en el ámbito de las ciencias empíricas, pues
sus objetos, el alma, el mundo y Dios, nunca serán objetos
de una experiencia posible. La razón pura nunca puede por
si sola, probar que estos objetos existen en la realidad.
Así, el conocimiento de la razón pura en la KRV de
Emmanuel Kant, tiene un poder ilimitado, pero inmanente,
encerrado dentro de los límites que la misma razón
pura se traza.
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Celso Gusben Marfil Simón
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