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Ouro Preto. Patrimonio de la Humanidad




Enviado por maxgiamp



    1. Proceso de Emancipación
      de Brasil
    2. Los Movimientos de
      Emancipación
    3. La Familia Real en Brasil y la
      Preponderancia Inglesa
    4. El Significado Histórico
      de la Independencia
    5. El Estilo Barroco.
      Introducción. Definición
    6. Características del
      arte barroco
    7. Primer
      barroco
    8. Arte barroco en
      Latinoamérica
    9. El barroco al encuentro de
      Brasil
    10. Iglesia de la Orden Tercera de
      San Francisco de Asís
    11. Antônio Francisco Lisboa,
      el Aleijadinho
    12. La Plaza
      Tiradentes
    13. Museo de la
      Inconfidencia
    14. Bibliografía de
      referencia

    Introducción

    Ouro Preto se sitúa en el sudoeste del Estado de
    Minas Gerais, al pie del Monte Itacolomi. Patrimonio único
    por su originalidad, concentra ejemplares de la arquitectura
    barroca de excepcional valor.
    Representa una experiencia artística y urbanística
    sin igual, testimonio de una tradición cultural y del
    genio creativo humano. Por la relevancia de su conjunto
    monumental y su trazado urbano integrado al paisaje natural, Ouro
    Preto fue el primer bien cultural de Brasil en ser
    inscripto como Patrimonio Mundial en 1980.

    Primeramente fue Monumento Nacional em 1938, principal
    cidade do ciclo do ouro brasileiro é conhecida nacional e
    internacionalmente desde o século XVIII. Nela nasceu o
    genial artista colonial das Américas, Antônio
    Francisco Lisboa.

    Primeramente fue Monumento Nacional en 1938, principal
    ciudad del ciclo del oro brasilero
    e conocida nacional y mundialmente desde el siglo XVIII. En ella
    nació el genial artista colonial de las Américas,
    Antônio Francisco Lisboa.

    Abrigó, de la misma forma, al mártir de la
    independencia
    brasilera, Joaquim José da Silva Xavier.. Dos mitos
    brasileros conocidos por todos como Aleijadinho y Tiradentes, que
    dejaron marcas decisivas
    en la historia de
    las artes y de los ideales políticos de este país.
    En Ouro Preto, el espíritu creador del hombre se hizo
    presente en un sinmunero de obras de artes, transformando en
    poema barroco las
    líneas urbanas dictadas por el paisaje caprichoso. El
    tejido histórico de Ouro Preto se encuentra impregnado del
    espíritu de la libertad de
    los representantes del movimiento
    literario arcade brasilero, como el poeta Cláudio Manuel
    da Costa y de hombres literatos como Tomás Antônio
    Gonzaga, autor de versos esenciales de la lírica
    brasilera.

    Este trabajo
    pretende recabar información para poder
    demostrar la importancia y lo unico de este lugar sencillo a la
    simple vista de una persona pero que
    guarda una importancia sin igual.

    Proceso de
    Emancipación de Brasil

    Los bandeirantes eran cazadores de gente en una sociedad
    esclavista, contratados para atacar tribus hostiles y destruir
    quilombos. Eran responsables por el orden social en la
    colonia.

    Desde el inicio de la conquista colonial, los paulistas
    rurales, se dedicaron a la esclavitud de
    indios. Los empleaban en sus haciendas y en los ingenios de
    azúcar.

    Al final del siglo VII, los paulistas descubrieron oro y
    piedras preciosas en Minas Gerais. Poco tiempo
    después, la explotación mineral paso a ser
    controlada por las autoridades de la ciudad.. A los paulistas les
    quedo, entonces, el abastecimiento de la región a
    través de caminos abiertos.

    La red de comercio
    interno gano un enorme impulso con la llegada de la corte
    portuguesa a Rio de Janeiro en 1808. Con el alcance de las tropas
    francesas sobre Portugal, la monarquía decidió trasladar la sede
    del imperio para su colonia mas rica. Eso significo 15 mil nuevos
    habitantes. La solución para el abastecimiento de la
    ciudad fue la construcción de caminos que
    permitían el transporte de
    alimentos
    producidos, principalmente, en Sao Paulo.

    Por primera vez, se establecía un polo
    económico capaz de integrar de forma duradera las diversas
    regiones. Hasta entonces no había Brasil, pero si colonias
    dispersas, cuja producción se volcaba al mercado externo y
    que establecían entre si un comercio mas o menos
    circunstancial.

    Al mismo tiempo, se realizaban casamientos entre
    miembros de la Corte y de las principales familias paulistas. En
    poco tiempo, debido a las afinidades económicas y
    sociales, comenzaba a surgir una elite dirigente compuesta por
    comerciantes, propietarios rurales, miembros de la
    administración y traficantes de esclavos.

    Articulada en torno de la Corte
    de Rio por lazos sociales y económicos, la elite paulista
    tenia interés en
    la preservación de la unidad de Brasil, en mantener el
    régimen esclavista y en el alejamiento de la
    participación popular en el proceso polito
    brasilero.

    Al margen del circulo de exportador que organizaba la
    colonización, los paulistas se habían dedicado al
    mercado interno. En 1822, se configuraban como una fuerza
    política
    indispensable en la articulación entre un príncipe
    absolutista y una elite esclavista y liberal, que termino en una
    emancipación de Brasil proclamada a las márgenes
    del río Ipiranga.

    Para comprender el verdadero significado
    histórico de la independencia de Brasil, tomaremos en
    cuenta dos consideraciones importantes.

    En primer lugar, entender que el 7 de Septiembre de 1822
    no fue un acto aislado del príncipe D. Pedro, y si un
    hecho que integra un proceso de crisis del
    Antiguo Sistema Colonia,
    iniciado con las revueltas de emancipación en los finales
    del siglo XVIII.

    En segundo lugar, tomar en cuenta que la independencia
    de Brasil, se restringió a la esfera política, no
    alterando en nada la realidad socio económica, que se
    mantuvo con las mismas características que el periodo
    colonial.

    Desde las ultimas décadas del siglo XVIII se nota
    en América
    Latina la crisis del Antiguo Sistema Colonial. En Brasil, esa
    crisis fue marcada por las rebeliones emancipadoras,
    destacándose la "Inconfidencia Minera" y la
    "Conjuração Baiana". Fueron los primeros
    movimientos sociales de la historia de Brasil en cuestionar el
    pacto colonial y asumir un carácter republicano. Era apenas el inicio
    de un proceso de independencia
    política de Brasil, que se extiende hasta 1822 con el
    "7 de Septiembre". Esta situación de crisis del antiguo
    sistema colonial, era en verdad, una parte integrante de la
    decadencia del antiguo régimen Europeo, debilidato por la
    Revolución
    Industrial en Inglaterra e
    principalmente por la difusión del liberalismo
    económico y de los principios
    iluministas, que juntos formaron la base ideológica para
    la Independencia de Estados Unidos
    (1776) y para la Revolución
    Francesa (1789).

    Se trata de uno de los mas importantes movimientos de
    transición en la Historia, señalado por un pasaje
    de la edad moderna a
    la contemporánea, representada por la transición
    del capitalismo
    comercial para el industrial.

    Los Movimientos de
    Emancipación.

    La Inconfidencia Minera se destaco por haber sido el
    primero de los movimientos sociales republicanos emancipadores de
    la historia brasilera. Esta ahí su importancia, ya que en
    otros aspectos dejo mucho que desear. Su composición
    social por ejemplo, marginalizaba las clases mas populares,
    tornándose un movimiento elitista extendiéndose al
    máximo a las clases medias de la sociedad, como intelectuales,
    militares y religiosos. Otros puntos que contribuían para
    debilitar el movimiento fueron la precaria articulación
    militar y la postura regionalista, o sea, reivindicaban la
    emancipación y la Republica para Brasil y en la practicase
    preocupaban por problemas
    locales de Minas Gerais.

    Lo mas grave de todo fue la ausencia de una postura
    clara que defendiese la abolición de la esclavitud. El
    final del movimiento fue señalado cuando el gobernador
    Vizconde de Barbacena suspendió el tributo, lo que seria
    el pretexto para terminar con la revuelta, y dejo sin dinero a la
    conspiración, iniciando prisiones acompañadas de
    una terrible perversidad.

    Los lideres del movimiento fueron encarcelados y
    enviados para Rio de Janeiro por el crimen de "inconfidencia"
    (falta de fidelidad hacia el Rey) por lo cual fueron condenados.
    Todos negaron su participación en el movimiento, menos
    Joaquin Jose da Silva Xavier, o alférez conocido como
    Tiradentes, que asumió la responsabilidad de liderar el movimiento. Luego un
    decreto de Doña Maria I revoca la pena de muerte
    de los inconfidentes, menos la de Tiradentes. Algunos fueron
    condenados a prisión temporaria, otros a prisión
    perpetua y otros exiliados en Africa. Claudio
    Manuel da Costa murió en la prisión, donde
    probablemente fue asesinado.

    Tiradentes, el de mas baja condición social, fue
    el único condenado a muerte por la
    horca. Su cabeza fue cortada y llevada para "Vila Rica". El
    cuerpo fue descuartizado y repartido por los caminos de Minas
    Gerais (21 de abril de 1789). Era el cruel ejemplo que quedaba
    para cualquier otra tentativa de cuestionar el poder de la
    ciudad.

    El ejemplo parece no haber asustado a todos, ya que
    nueve años después se iniciaba en Bahia la Revuelta
    de los Alfayates (sastres), también llamada de
    Conjuração Baiana. La influencia de la logia
    masónica "Cavaleiros da Luz" dio un
    sentido mas intelectual al movimiento que contó
    también con una activa participación de las clases
    populares como los sastres João de Deus y Manuel dos
    Santos Lira. Eran negros, mestizos, indios, pobres en general,
    mas allá de soldados y religiosos. Justamente por poseer
    una composición social mas grande con participación
    popular, la revuelta pretendía una republica
    acompañada de la abolición de la esclavitud.
    Controlado por el gobierno, las
    lideranzas populares del movimiento fueron ejecutadas en la
    horca, mientras que los intelectuales fueron
    perdonados.

    Otros movimientos de emancipación también
    fueron controlados, como la "Conjuração do Rio de
    Janeiro" en 1794, la "Conspiração dos
    Suaçunas" en Pernambuco (1801) y la
    "Revolução Pernambucana" de 1817. Esta ultima, ya
    en la época en que D Joao VI se había establecido
    en Brasil. A pesar de haber contenido todas esas rebeliones
    fueron determinantes para el agravamiento de la crisis del
    colonialismo en Brasil, ya que trajeron por primera vez los
    ideales iluministas y los objetivos
    republicanos.

    La Familia Real en
    Brasil y la Preponderancia Inglesa.

    Si lo que define la condición de colonia es el
    monopolio
    impuesto por
    la metrópolis, en 1808 con la abertura de los puertos,
    Brasil dejaba de ser colonia. El monopolio no existía mas.
    Se rompía el pacto colonial y se atendía así
    , a los intereses de la elite agraria brasilera, acentuando las
    relaciones con Inglaterra, en perjuicio de las tradicionales
    relaciones con Portugal.

    Ese episodio, que inaugura la política de Don
    Joao VI en Brasil, es considerado como la primera medida formal
    hacia el "7 de Septiembre".

    Ya hacia mucho tiempo que Portugal dependía
    económicamente de Inglaterra. Esa dependencia se
    acentúa con la ida de D. Joao VI a Brasil, que
    gradualmente dejaba de ser colonia de Portugal, para entrar en la
    esfera del dominio
    británico. Para la Inglaterra industrializada, la
    independencia de América
    Latina era una prometedora oportunidad de mercados, tanto
    abastecedores como consumidores.

    Con la firma de los Tratados de 1810
    (Comercio y Navegación y Alianza y Amistad),
    Portugal perdió definitivamente el monopolio del comercio
    brasilero y Brasil cayo directamente en la dependencia del
    capitalismo ingles.

    En 1820, la burguesía mercantil portuguesa puso
    fin al absolutismo en
    Portugal con la Revolución
    de Porto. Se implanto una monarquía constitucional, lo que
    le dio un carácter liberal al movimiento. Pero, al mismo
    tiempo, por tratarse de una burguesía mercantil que tomaba
    el poder, esa revolución asume una postura recolonizadora
    sobre Brasil. D. Joao VI retorna a Portugal y su hijo se acerca
    mas a la aristocracia rural brasilera, que se sentía
    doblemente amenazada en sus intereses: la intención
    recolonizadora de Portugal y las guerras de
    independencia en las Américas Españolas,
    responsables por la división de la región en
    republicas.

    El Significado
    Histórico de la Independencia.

    La aristocracia rural brasilera se encamino la
    independencia de Brasil con el cuidado de no afectar sus
    privilegios, representados por el latifundio y el esclavismo. De
    esa forma la independencia fue impuesta verticalmente, con la
    preocupación de mantener la unidad nacional y conciliar
    las divergencias existentes dentro de la propia elite rural,
    dejando de lado a los sectores mas bajos de la sociedad
    representado por los esclavos e los trabajadores pobre en
    general.

    Con la vuelta de D. Joao VI a Portugal y las exigencias
    para que también el
    príncipe regente volviera, la aristocracia rural pasa
    a vivir sobre un difícil dilema: contener la
    recolonización y al mismo tiempo evitar que la ruptura con
    Portugal asumiese el carácter revolucionario-republicano
    que marcaba la independencia de la América
    Española, lo que evidentemente amenazaría sus
    privilegios.

    La masonería (reabierta en Rio de Janeiro con la
    logia Comercio y Artes) y la prensa unieron
    sus fuerzas contra la postura recolonizadora de las
    Cortes.

    D. Pedro es sondeado para quedarse en Brasil, pues su
    regreso a Portugal podía representar la acefalía
    del país. Era necesario ganar el apoyo de D. Pedro, en
    torno de cual se concretarían los intereses de la
    aristocracia rural brasilera. Una consulta firmada por ocho mil
    personas fue llevada por Jose Clemente Pereira (presidente del
    Senado) a D. Pedro el 9 de enero de 1822, solicitándole la
    permanencia en Brasil. Cediendo a las presiones D Pedro se
    decidió: "como es para el bien de todos y la felicidad
    general de la Nación,
    estoy listo. Dígale al pueblo que me quedo".

    Esta claro que D. Pedro decidió quedarse no por
    el bien del pueblo sino por el bien de la aristocracia, que lo
    apoyaría como emperador a cambio de no
    alterar la realidad socio-económica colonial. Gracias a
    hombres como José Bonifácio de Andrada e Silva
    (patriarca de la independencia), Gonçalves Ledo,
    José Clemente Pereira y otros, el movimiento de
    independencia adquirió un ritmo sorprendente, donde las
    leyes
    portuguesas serian obedecidas solamente con el aval de D. Pedro,
    que termino aceptando el titulo de Defensor Perpetuo de Brasil
    (13 de Mayo de 1822), ofrecido por la masonería y por el
    Senado. El 3 de Junio fue convocada una Asamblea General
    Constituyente y Legislativa y el 1 de Agosto se considero
    enemigas a las tropas portuguesas que intentasen desembarcar en
    Brasil.

    Sao Paulo vivia un clima de
    inestabilidad para los hermanos Andradas, pues Martin
    Francisco(vice-presidente de la Junta Gobernatica de Sao Paulo)
    fue forzado a reninciar, siendo expulsado de la provincia. En
    Portugal, la reacción se tornaba radical, con amenaza de
    envió de tropas, en caso que el príncipe no
    volviera inmediatamente.

    Jose Bonifácio trasmitió la
    decisión portuguesa al príncipe, justamente con una
    carta suya y
    de Doña Maria Leopoldina, para que se quedara en Rio de
    Janeiro como regente. El día 7 de Septiembre de 1822 Don
    Pedro que se encontraba en las márgenes del riacho
    Ipiranga, en Sao Paulo, después de leer la carta que
    llego a sus manos proclamo: "Es tiempo… Independencia o
    muerte…Estamos separados de Portugal". Cuando llego a Rio de
    Janeiro (14 de Septiembre de 1822) Don Pedro fue proclamado
    Emperador Constitucional de Brasil. Era el inicio del Imperio,
    aunque la coronación se realizara después el 1 de
    Diciembre de 1822.

    El Estilo
    Barroco.

    Introducción

    Barroco (arte y
    arquitectura), estilo dominante en el arte y la arquitectura
    occidentales aproximadamente desde el año 1600 hasta el
    1750. Sus características perduraron a lo largo de la
    primera mitad del siglo XVIII, si bien dicho periodo se denomina
    en ocasiones estilo rococó. Manifestaciones barrocas
    aparecen en el arte de prácticamente todos los
    países europeos, así como en las colonias
    españolas y portuguesas de América. El
    término barroco se aplica también a la literatura y la música de aquel
    periodo. Véase Barroco (música); Barroco
    (literatura).

    Definición

    Los orígenes de la palabra barroco no
    están claros. Podría derivar del portugués
    barocco o del castellano
    barrueco, término que designa a un tipo de perlas de forma
    irregular. La palabra es un epíteto acuñado con
    posterioridad y con connotaciones negativas, que no define el
    estilo al que hace referencia. De cualquier modo, a finales del
    siglo XVIII el término barroco pasó a formar parte
    del vocabulario de la crítica
    de arte como una etiqueta para definir el estilo artístico
    del siglo XVII, que muchos críticos rechazaron
    después como demasiado estrafalario y exótico para
    merecer un estudio serio. Escritores como el historiador suizo
    Jakob Burckhardt, en el siglo XIX, lo consideraron el final
    decadente del renacimiento; su
    alumno Heinrich Wölfflin, en Conceptos fundamentales para la
    historia del
    arte (1915), fue el primero en señalar las diferencias
    fundamentales entre el arte del siglo XVI y el del XVII,
    afirmando que "el barroco no es ni el esplendor ni la decadencia
    del clasicismo, sino un arte totalmente diferente".

    El arte barroco
    engloba numerosas particularidades regionales. Podría
    parecer confuso, por ejemplo, clasificar como barrocos a dos
    artistas tan diferentes como Rembrandt y Gian Lorenzo Bernini; no
    obstante, y pese a las diferencias, su obra tiene indudables
    elementos en común propios del barroco, como la
    preocupación por el potencial dramático de la
    luz.

    La religión
    determinó muchas de las características del arte
    barroco. La Iglesia
    católica se convirtió en uno de los mecenas
    más influyentes, y la Contrarreforma, lanzada a combatir
    la difusión del protestantismo, contribuyó a la
    formación de un arte emocional, exaltado, dramático
    y naturalista, con un claro sentido de propagación de la
    fe. La austeridad propugnada por el protestantismo en lugares
    como Holanda y el norte de Alemania
    explica la sencillez arquitectónica que caracteriza a esas
    regiones.

    Los acontecimientos políticos también
    tuvieron influencia en el mundo del arte. Las monarquías
    absolutas de Francia y
    España
    promocionaron la creación de obras que, con su
    grandiosidad y esplendor, reflejaran la majestad de Luis XIV y de
    la casa de Austria, en especial de Felipe III y Felipe
    IV.

    Características del arte
    barroco

    Entre las características generales del arte
    barroco están su sentido del movimiento, la energía
    y la tensión. Fuertes contrastes de luces y sombras
    realzan los efectos escenográficos de muchos cuadros,
    esculturas y obras arquitectónicas. Una intensa
    espiritualidad aparece con frecuencia en las escenas de
    éxtasis, martirios y apariciones milagrosas. La
    insinuación de enormes espacios es frecuente en la
    pintura y
    escultura barrocas; tanto en el renacimiento
    como en el barroco, los pintores pretendieron siempre en sus
    obras la representación correcta del espacio y la
    perspectiva. El naturalismo es otra característica
    esencial del arte barroco; las figuras no se representan en los
    cuadros como simples estereotipos sino de manera individualizada,
    con su personalidad
    propia. Los artistas buscaban la representación de los
    sentimientos interiores, las pasiones y los temperamentos,
    magníficamente reflejados en los rostros de sus
    personajes. La intensidad e inmediatez, el individualismo y el
    detalle del arte barroco —manifestado en las
    representaciones realistas de la piel y las
    ropas— hicieron de él uno de los estilos más
    arraigados del arte occidental.

    Primer
    barroco

    Las raíces del barroco se localizan en el arte
    italiano, especialmente en la Roma de finales
    del siglo XVI. El deseo universalista inspiró a varios
    artistas en su reacción contra el anticlasicismo
    manierista y su interés subjetivo por la
    distorsión, la asimetría, las extrañas
    yuxtaposiciones y el intenso colorido. Los dos artistas
    más destacados que encabezaron este primer barroco fueron
    Annibale Carracci y Caravaggio. El arte de Caravaggio
    recibió influencias del naturalismo humanista de Miguel
    Ángel y el pleno renacimiento. En sus cuadros aparecen a
    menudo personajes reales, sacados de la vida diaria, ocupados en
    actividades cotidianas, así como también
    apasionadas escenas de tema mitológico y religioso. La
    escuela de
    Carracci, por el contrario, intentó liberar al arte de su
    amaneramiento retornando a los principios de claridad,
    monumentalidad y equilibrio
    propios del pleno renacimiento. Este barroco clasicista tuvo una
    importante presencia a lo largo de todo el siglo XVII. Un tercer
    barroco, denominado alto barroco o pleno barroco, apareció
    en Roma en torno a 1630, y se considera el estilo más
    característico del siglo XVII por su enérgico y
    exuberante dramatismo.

    Arte barroco en Latinoamérica

    Durante los siglos XVII y XVIII, la arquitectura barroca
    latinoamericana conservó las pautas marcadas por la
    península Ibérica pero con algunas peculiaridades.
    Una de ellas es su extraordinaria diversidad, condicionada por el
    propio medio físico, la gran variedad de materiales
    existentes en cada área geográfica y la presencia
    de un pasado precolombino. Entre los condicionantes
    físicos, la frecuencia de terremotos en
    algunas zonas como Guatemala o
    Perú determinó ciertos patrones estéticos,
    al tiempo que conducía al desarrollo de
    técnicas constructivas especialmente
    resistentes a los movimientos sísmicos como la quincha
    (entramado de cañas atadas con cordobanes aglutinado con
    barro).

    El barroco en Hispanoamérica es esencialmente
    decorativo, ya que aplica un lenguaje
    ornamental a esquemas constructivos y estructurales inalterados
    desde los comienzos de la arquitectura hispanoamericana. La
    presencia de ciertos elementos como el estípite o el arco
    toral, marcan formalmente los estilos de ciertas regiones.
    Mientras que el primero es el signo distintivo del barroco
    mexicano, el segundo, cuya función es
    sostener la cúpula, se desarrolló principalmente en
    Quito y Nueva
    Granada.

    En regiones donde el clima propiciaba un entorno natural
    austero, florecieron la denominadas fachadas-retablo. Su
    principal finalidad, como en la iglesia de San Francisco de
    Quito, es repetir en el exterior la exuberancia decorativa del
    interior. La presencia del color es otro
    rasgo característico del barroco colonial; se manifiesta,
    sobre todo, a través de la piedra, el ladrillo revocado en
    blanco, la tintura de almagre (óxido rojo de hierro), la
    yesería policromada y los azulejos.

    Un destacado ejemplo de esto último lo
    encontramos en la fachada de San Francisco de Acatepec (México),
    en donde la piezas cerámicas han sido modeladas en el
    taller ex profeso para la iglesia. Otros elementos
    arquitectónicos propios del barroco americano son la
    espadaña, la pilastra de almohadilla, como en la catedral
    de Tegucigalpa (Honduras), la proliferación de formas
    mixtilíneas y el soporte antropomorfo.

    Los dos grandes focos, donde con más intensidad
    iba a encontrar eco el nuevo estilo, son el virreinato de Nueva
    España (especialmente en el territorio actual de
    México y Guatemala) y las ciudades peruanas de Cuzco y
    Lima. Si en todas ellas la influencia española es
    evidente, en Brasil la tendencia fue seguir los modelos
    portugueses. Véase Arquitectura colonial.

    En pintura, la obra de Francisco de Zurbarán
    causó un profundo impacto en artistas como
    Sebastián de Arteaga, José Juárez y Melchor
    Pérez de Holguín. A finales del siglo XVII y
    principios del XVIII, la escuela sevillana de Bartolomé
    Esteban Murillo y, en menor medida, de Juan de Valdés
    Leal, ejerció una gran influencia en algunos pintores del
    Nuevo Mundo como el mexicano Juan Rodríguez Juárez
    y el colombiano Gregorio Vázquez de Arce.

    Así mismo, fue decisiva la llegada a finales del
    siglo XVII de artistas europeos como el flamenco Simón
    Pereyns, los españoles Alonso López de Heredia y
    Alonso Vázquez, o el italiano Mateo Pérez de
    Alesio. Los pintores de la escuela cuzqueña combinaron las
    formas decorativas indígenas con las europeas, en especial
    las de la escuela flamenca, siempre ricamente decoradas en
    oro.

    El mismo sentido decorativo afectará a la
    escultura ornamental, presente en los interiores y exteriores de
    las numerosas iglesias barrocas que, con un estilo extremadamente
    recargado, se construyeron a lo largo de las colonias
    españolas. En México destaca el español
    Jerónimo Balbás, que llegó a América
    a principios del siglo XVIII, autor del retablo del altar mayor
    de la iglesia del Sagrario. La imaginería popular
    floreció en Guatemala, con Quirio Cataño y Juan de
    Chávez, en Quito, con Bernardo Legarda, y en Lima donde,
    gracias al estrecho contacto con Sevilla, se pueden contemplar
    numerosas obras de Martínez
    Montañés.

    El barroco
    al encuentro de Brasil

    Entre los numerosos sentimientos, totalmente nuevos, que
    las costas de América Latina inspiraron a los Europeos,
    retengamos solamente dos: la admiración y la esperanza de
    renovación. En el relato de su viaje a América del
    sur, Américo Vespucio evocando las maravillas de la
    naturaleza y
    en particular, la belleza de los pájaros, escribe que
    tales maravillas no podrían haber sido pintadas ni por
    Praxíteles. ¡Qué importa si Vespucio mezcla
    los recuerdos de sus lecturas de Plinio el Viejo y toma a
    Praxíteles por un pintor!

    Su frase demuestra que, en presencia de ese nuevo mundo
    fascinante, las referencias fundamentales a la Antigüedad
    han perdido su validez. El arte antiguo, como ejemplo absoluto,
    se encuentra incompleto y el Renacimiento, se halla confrontado a
    una realidad que no puede asimilar por completo. Se espera otra
    cosa que se llamará más tarde el
    barroco.

    Por otra parte, ese nuevo mundo se convierte en tierra de
    misión.
    Luego de algunas dudas, el indígena es reconocido como ser
    humano, llamado a entrar en el seno de la Iglesia, que
    entrevé, por primera vez, el significado y la realidad de
    su universalidad y que llega así a los "confines de
    la tierra"
    asignados a la acción
    de los sucesores de los apóstoles y profetas del fin de
    los tiempos. El Nuevo Mundo es el fin del mundo. Su
    descubrimiento y su conquista exigen un arte profético que
    acerque el cielo y la tierra y, en esa perspectiva encaja
    perfectamente el barroco.

    Es en el cruce, en ese mundo maravilloso y
    profético, entre la sociedad dominante y las realidades,
    que se instala el arte barroco, tan fácilmente que se
    convertirá en la civilización misma de Brasil. El
    éxito
    de este encuentro constituye un importante fenómeno en la
    historia de la cultura. Es
    necesario reflexionar un instante sobre las circunstancias que
    pueden explicarlo. Esta exposición
    no pretende plantear una nueva definición del barroco.
    Pero los criterios, ya sean formales, sociales o religiosos,
    utilizados sucesivamente por los historiadores, revelan sus
    limitaciones si persisten en ser exclusivos. Fenómeno
    histórico que surge en Roma en el primer tercio del siglo
    XVII, el barroco se caracteriza por su fuerza de
    expansión, que le permite dar la vuelta al mundo y
    convertirse en el primer arte universal de la
    historia.

    Esta vitalidad sin fronteras del barroco, su ductilidad
    y maleabilidad, que le permiten adaptarse a los más
    diversos contextos socioculturales, políticos y
    geográficos y a las tradiciones culturales y espirituales
    más opuestas, se explican, sin duda, por su
    carácter de arte sin doctrina. Los contemporáneos
    del barroco nunca hicieron la teoría
    del barroco (a diferencia de lo sucedido con el Renacimiento, el
    Clasicismo, el neoclasicismo). Tal vacío doctrinal, que
    entorpece nuestros esfuerzos de definición, hace del
    barroco un arte que se adapta a todas las situaciones.

    Por otra parte, el barroco es un arte muy visible y de
    fácil lectura ya que
    se dirige, ante todo, a los sentidos,
    puesto que quiere llegar tanto a los que poseen la cultura como a
    los ignorantes. Prédica, exhortación y
    profecía deben llegar a todos los hombres, comenzando por
    los del pueblo que están destinados a la salvación.
    Una célebre anécdota romana, la de la vecchiarella
    (Annibale Carracci pide a una vieja mujer del pueblo
    que arbitre un debate sobre
    las cualidades respectivas de dos cuadros, uno de Guido Reni y
    otro del Dominiquino, pintados al mismo tiempo y con el mismo
    tema), muestra que un
    ser simple puede ser considerado como el mejor juez del valor
    respectivo de dos obras de arte. Tal arbitraje
    habría escandalizado a los teóricos del
    Renacimiento o de la Academia, cuyo arte intelectual se dirige a
    una elite. La espiritualidad del barroco se encarna en un
    naturalismo sensual y apasionado que lo acerca a todos los
    hombres.

    Iglesia de la
    Orden Tercera de San Francisco de Asis

    De la tercera etapa del barroco minero, la iglesia de
    San Francisco de Asís, con su modelo
    clásico del estilo rococó, nació del
    proyecto de
    los maestros Aleijadinho y Athaide. Sus líneas innovadoras
    son revolucionarias, dentro de los moldes barrocos, que Saint'
    Hillaire denominó "Iglesia Militar": las torres de piedra
    tienen forma de garitas, con tapas que se asemejan a cascos
    terminados por flechas; las campaneras tienen forma de saeteras;
    las gárgolas tienen formato de cañones; la cruz de
    Lorena sobre el frontón está posicionada entre dos
    bombas de
    fuego.

    El proyecto de la iglesia no tiene autor determinado.
    Algunos investigadores se lo atribuyen a Cláudio Manoel da
    Costa, mientras otros llegaron a la conclusión que es de
    autoría de Antonio Francisco Lisboa, el
    *Aleijadinho*.

    El Aleijadinho fue el autor de varias obras
    artísticas en esa iglesia: el medallón frontal,
    simbolizando a San Francisco recibiendo las llagas de Cristo; la
    portada, representando Nuestra Señora da
    Concepción, patrona de los franciscanos; toda a la talla,
    la capilla principal, el "arco-cruzeiro", el barrete del techo,
    la tribuna, altar principal y retablos; relevo do sagrario; la
    imagen de
    Nuestra Señora Reina de los Ángeles
    (trono central) y la de San Francisco con la cruz de
    jacarandá; imágenes
    de San Luis, rey de Francia, y Santa Izabel de Portugal; los
    cuatro medallones ovales en relieve que
    decoran los ángulos del techo de la capilla, representando
    a los confesores y varias otras piezas.

    Los púlpitos también son obra de
    Aleijadinho y tienen magníficos consolas adornadas con
    ángeles y conchas. En la sacristía, el lavabo,
    esculpido en piedra jabón, es una obra impar de
    Aleijadinho, en la que una figura de ojos vendados representa las
    cualidades franciscanas – pobreza, fe,
    obediencia y castidad.

    La pintura de Athaide engrandece aún más a
    la iglesia. En el techo de la nave, el artista pintó a
    Nuestra Señora da Porciúncula, con rasgos de
    mulata, rodeada de ángeles y la luna creciente para abajo.
    A los lados de la pintura están retratados los doctores de
    la iglesia (Santo Ambrosio, Santo Agostiño, San
    Jerónimo y San Gregorio); los paneles en la nave
    representando a San Francisco, Santa Margerida, San Pedro y Santa
    Clara; la ceremonia de lava pies, la Última Cena, San
    Pedro y escenas de la vida de Abraham

    Antônio
    Francisco Lisboa, el Aleijadinho

    Antônio Francisco Lisboa, conocido
    comúnmente como el Aleijadinho, nació en 1738 en la
    antigua Vila Rica, hoy en día Ouro Preto, que era por
    aquel entonces la capital de la
    opulenta provincia de Minas Gerais. Era hijo natural de un
    arquitecto portugués, Manoel Francisco Lisboa, con una de
    sus esclavas africanas. El Aleijadinho muere en la misma ciudad,
    en 1814, en la más extrema pobreza, víctima de una
    dolorosa enfermedad degenerativa de origen desconocido que le
    provocó la pérdida progresiva del movimiento de las
    manos y los pies. Al final de su vida, debía caminar sobre
    las rodillas y amarrarse los instrumentos a sus manos para seguir
    esculpiendo.

    ¿Cómo conciliar estos aspectos
    aparentemente negativos —hijo natural, de madre esclava,
    disminuido físico e indigente— con la formidable
    productividad
    de una larga carrera artística marcada por obras de una
    calidad
    excepcional, que le valieron ser considerado como el principal
    artista de su época en el imperio colonial
    portugués? ¿Y cómo estas obras, todas ellas
    concebidas en las ciudades de Minas Gerais, pueden revelar un
    perfecto conocimiento
    de los estilos europeos de la época, si se tienen en
    cuenta la formación local y en gran parte autodidacta del
    Aleijadinho y el hecho que su único viaje al exterior de
    Minas Gerais se limitó a una breve estadía en Rio
    de Janeiro para responder a una querella por
    paternidad?

    Hacia 1920, bajo el impulso del movimiento modernista
    comenzaron en Brasil estudios científicos sobre el
    "barroco colonial". Desde entonces, generaciones sucesivas de
    investigadores intentan responder a estas interrogantes sobre el
    Aleijadinho. El documento clave es una biografía del jurista
    Rodrigo José Ferreira Brêtas, un documento de
    capital importancia sobre el artista, redactado en 1858, sobre la
    base de documentos de
    archivos
    locales y testimonios, entre los que se cuentan el de su nuera
    Joana Lopes, quien cuidó del Aleijadinho en la fase final
    de su enfermedad.

    Entre las informaciones de primera mano consignadas en
    este precioso documento figura el retrato robot del artista visto
    por sus contemporáneos, así como la descripción de los síntomas
    más evidentes de la enfermedad que le valió, en
    vida, el sobrenombre de "pequeño estropeado".

    " Antonio Francisco era un mulato oscuro, tenía
    una voz potente y un carácter fácilmente irritable.
    De estatura pequeña, era regordete y contrahecho de
    cuerpo, con el rostro y la cabeza redondos, el cabello negro y
    ensortijado, la barba abundante y tupida, la frente amplia, la
    nariz regular y un poco respingada, los labios carnosos, las
    orejas grandes y poco cuello. Sabía leer y escribir y no
    existe ningún documento que atestigüe que
    siguió otros estudios fuera del aprendizaje de
    la lectura,
    incluso si hay quienes creen que probablemente siguió
    cursos de latín. (…)

    El Alejaidinho dedicó su vida a la
    práctica de su arte, sin por ello menospreciar los
    placeres de la mesa, pues gozaba de una salud perfecta. Participaba
    a menudo en danzas populares. A partir de 1777 la enfermedad,
    debida probablemente a problemas venéreos, comenzó
    a atacarlo sin descanso… Por no haber cuidado el mal desde
    sus primeros síntomas, o probablemente a causa de la
    violencia de
    este mal, Antônio Francisco perdió el uso de los
    dedos de los pies. Durante el resto de su vida, estuvo obligado a
    desplazarse de rodillas. Los dedos de sus manos se atrofiaron y,
    luego, se le cayeron. No le quedaban sino el pulgar y el
    índice, casi totalmente inmóviles.

    Poseía un esclavo africano, Mauricio, que
    trabajaba como escultor en madera y lo
    acompañaba permanentemente. Él ajustaba la gubia y
    el mazo en las manos imperfectas del gran escultor que, a partir
    de ese entonces, fue conocido como el Aleijadinho. Utilizaba una
    protección de cuero o de
    madera amarrada a las rodillas. Su valentía y su habilidad
    para subirse a las más altas escaleras de carpintero
    provocaban la admiración. "

    Aún hoy cualquier diagnóstico preciso de la enfermedad del
    Aleijadinho pertenece al terreno de las hipótesis. Podría tratarse de una
    enfermedad de origen epidémico, llamada "zamparina" en el
    siglo XVIII, lepra y sífilis en
    el siglo XIX, artritis deformante y enfermedad de la piedra
    más recientemente. El interés de estos
    diagnósticos es, por otra parte, bastante relativo, frente
    a la pregunta, mucho más importante, del grado de
    influencia de la enfermedad en su producción
    artística y en la evolución de su estilo personal.

    Hasta los cuarenta años, Antônio Francisco
    gozaba de una salud perfecta y llevaba una vida normal,
    trabajando primero en el taller de su padre, y luego por cuenta
    propia, como "maestro de arquitectura y de escultura". Si
    seguimos una línea evolutiva, tomando el año
    fatídico de 1777 como punto clave entre la enfermedad y la
    buena salud, veremos que produjo lo esencial de su obra en el
    momento mismo en que los primeros síntomas de la
    enfermedad aparecieron y durante los diez años siguientes,
    que marcan el apogeo de su carrera.

    En aquélla época, el Aleijadinho realiza
    sus obras en tres ciudades, la mayoría de las veces al
    servicio de
    las prestigiosas terceras órdenes carmelita y franciscana,
    que parecen disputarse el privilegio de su trabajo.

    Entre 1776 y 1780, trabaja simultáneamente en
    Vila Rica y Sabará, distantes de más de 100
    kilómetros. En la primera ciudad, ejecuta el fontis de
    São Miguel e Almas y los lavabos de las sacristías
    de las iglesias del Carmo y de São Francisco de Assis. En
    la segunda, realiza los bajorrelieves de la iglesia do Carmo,
    así como las estatuas de San Juan de la Cruz y San
    Simón Stock de los retablos laterales. En 1781, se
    encuentra en São João del Rei, al servicio de la
    tercera orden de los franciscanos.

    En 1782, vuelve a Sabará y luego a São
    João del Rei, en 1784, para la ejecución del
    frontispicio de São Francisco de Assis. Al año
    siguiente, viaja a Morro Grande, llamado hoy en día
    Barão De Cocais, para hacerse una idea de la importancia
    de las obras de la iglesia de São João Batista.
    Luego, parte para Santa Rita Durão, en donde esculpe los
    retablos laterales de la iglesia del Rosario. Hacia 1787, crea el
    conjunto de la capilla de Jaguará y, probablemente
    también, la capilla de la "fazenda" de Sierra Negra, hoy
    en día desaparecida.

    Como se puede ver, tenía un ritmo de trabajo
    trepidante, más aún si pensamos que sus
    desplazamientos exigían largas horas de viaje en burro por
    caminos rudimentarios, intransitables durante la estación
    de las lluvias, como lo son aún hoy en al interior de
    Minas Gerais. Probablemente, su ritmo era guiado también
    por la premonición de que no le quedaba poco tiempo para
    acabar su obra, o bien por una especie de compensación
    inconsciente, paliaba las molestias y la enfermedad mediante
    el
    trabajo.

    A partir de 1790, se aleja temporalmente de Ouro Preto,
    sin duda a causa del clima de efervescencia política que
    reinaba entonces en la ciudad, cuyo punto culminante sería
    el fracaso del movimiento de independencia del Brasil, conocido
    como "Inconfidência Mineira". Entre 1790 y 1794, realiza en
    la pequeña ciudad de Río Espera el monumental
    retablo de la sacristía de São Francisco de Assis
    de Ouro Preto. Durante los dos años siguientes, acaba las
    puertas en piedra de jabón de las iglesias do Carmo y de
    São Francisco de Assis, en São João del Rei.
    Por último, a partir de 1796, se radica en Congonhas do
    Campo, en donde permanecerá hasta 1806 para dedicarse a su
    proyecto de profetas de piedra de jabón y de estaciones
    del vía crucis ("Passos da Paixão") en madera
    plicroma, que cuentan un total de 76 esculturas, tamaño
    natural.

    Sus últimos años en Ouro Preto fueron poco
    productivos, pues los dedicó fundamentalmente a elaborar
    presupuestos y
    proyectos.
    entre ellos se cuenta, la fachada de la iglesia parroquial de
    Tiradentes y los retablos laterales de la iglesia do Carmo, en
    donde no le hace falta demasiado tiempo para supervisar el
    trabajo de su discípulo, Justino. La avanzada edad del
    Aleijadinho y su estado de salud no le permiten seguir
    esculpiendo, pues este trabajo requiere gran energía.
    Durante los dos últimos años de su vida, permanece
    postrado en una cama de madera, con un costado del cuerpo
    cubierto de llagas, rezándole todo el día a una
    imagen del Crucificado para que sus "pies divinos se posen en
    él".

    Contra todo lo que se podía esperar, la
    enfermedad parece haber contribuido de manera positiva al
    desarrollo de la carrera artística del Aleijadinho, quien
    se abandonó progresivamente todas sus otras actividades
    para dedicarse en cuerpo y alma al
    universo de la
    creación.

    Es sintomático constatar que el periodo inicial
    de su carrera, entre 1750 y 1770, es en el que se ha repertoriado
    el menor número de obras preservadas, la mayor parte de
    ellas de origen dudoso, dada la inexistencia de documentos que
    prueben su paternidad. Entre estas obras, un busto de mujer con
    los senos parcialmente desnudos, recuerdo simbólico de una
    juventud
    despreocupada y bohemia. Este busto, ejecutado en piedra de
    jabón y fechado en 1761, constituye por su temática
    profana una excepción en el conjunto de una obra casi
    exclusivamente religiosa.

    Germain Bazin, en el prefacio del importantísimo
    libro que le
    dedicó al Aleijadinho, habla de su sorpresa al descubrir
    "la eclosión de ese genio" durante un primer viaje al
    Brasil, en 1945, para presentar una exposición de pintura
    francesa contemporánea. Desde su primer contacto con el
    artista colonial, lo consideró como "el último de
    los grandes escultores barrocos", ubicándolo en el linaje
    de "la gloriosa cohorte de los creadores de imágenes
    cristianos".

    Como artista religioso, el Aleijadinho encontró
    en la tradición cultural del barroco de la Contrarreforma,
    la inspiración correspondiente al vigor de la
    espiritualidad cristiana. Esta inspiración se inscribe en
    la más pura tradición de la cultura ibérica,
    de Montañés a Salzillo.

    La evocación de los grandes nombres de la
    escultura religiosa española en la confluencia de la
    tradición en la que se inserta el Alejaidinho no carece de
    fundamento. En efecto, ningún escultor portugués de
    la misma época muestra una fuerza de expresión
    equivalente a la de este artista brasileño, mestizo, cuyo
    único vínculo con las fuentes
    artísticas europeas eran las escenas reproducidas en las
    páginas de la Biblia y los misales utilizados por el clero
    de la capitanía de Minas Gerais, así como los
    registros de
    santos, publicados en fascículos, esenciales para
    identificar la iconografía de los personajes
    sagrados.

    Entre estos "registros" se cuentan los repertorios
    alemanes firmados por los hermanos Joseph Sebastian y Johann
    Baptist Klauber, de Augsburgo, difundidos en todo el mundo
    católico durante la segunda mitad del siglo XVIII,
    incluido Portugal y sus colonias de ultramar. Estos repertorios
    alemanes tuvieron una influencia particular en la
    formación de su estilo.

    La tipología de las esculturas del Aleijadinho,
    así como sus drapeados característicos, con trazos
    profundos y pliegues nítidos, reflejan esta influencia
    germánica, particularmente acentuada durante el
    último periodo de su estilo, a partir de 1790.

    En esa época, a la que corresponden los conjuntos
    escultóricos de Congonhas, el tratamiento realista que
    caracterizaba las esculturas de la fase de madurez, como las
    santas carmelitas de Sabará y la extraordinaria santa Ana
    maestra, en el Museo del Oro, deja paso a una estilización
    de los personajes y al tratamiento amplio de los drapeados. Ello
    denota una economía de medios
    bastante comprensible, dadas la edad y el estado
    avanzado de la enfermedad del Aleijadinho.

    Esta estilización, que subraya la delicadeza de
    los rasgos y las sinuosidades ornamentales de las barbas y de los
    cabellos, no disminuye la fuerza dramática de las
    esculturas, como lo atestigua la emocionante serie de
    representaciones de Cristo, que dominan las siete escenas de los
    Passos da Paixão del santuario de Congonhas. De la Cena a
    la Crucifixión, pasando por los grupos de la
    Prisión, la Agonía en el huerto, la
    Flagelación, la Coronación de espinas y la Subida
    al Calvario, los diferentes grados del sufrimiento humano son
    expresados con una dignidad rara
    vez alcanzada en las representaciones barrocas. Resulta
    interesante constatar que esta "dignidad en el sufrimiento", que
    diferencia la sensibilidad artística de las
    representaciones portuguesas respecto de las españolas, ha
    encontrado su más alta expresión en un artista
    colonial.

    Pero Antônio Francisco Lisboa no fue solamente el
    más inspirado de los escultores religiosos del mundo luso
    brasileño y uno de los últimos de la
    tradición occidental. Fue también el arquitecto y
    el ornamentalista genial, responsable del proyecto y de la
    decoración escultural de las iglesias más
    originales y más rebuscadas de la arquitectura portuguesa
    y brasileña.

    Las iglesias, ya mencionadas, de las ordenes terceras
    del Carmelo (Ordem Terceira do Carmo) y de San Francisco de
    Asís (Ordem Terceira de São Francisco de Assis), en
    las ciudades de Ouro Preto, São João del Rei y
    Sabará, son aquellas que revelan su estilo de manera
    más completa, pues además de sus obras esculturales
    en madera o piedra de jabón, los materiales predilectos
    del Aleijadinho, contribuyó igualmente en los proyectos
    arquitectónicos y ornamentales de dichos
    templos.

    En éstas y otras iglesias de la región de
    Minas Gerais que marcó con sus obras, el estilo personal
    del Aleijadinho puede ser reconocido por el elegante movimiento
    ondulante de las fachadas, básicamente en las iglesias del
    Carmelo y de São Francisco de Ouro Preto, por la
    complejidad y la delicadeza de las esculturas en bajorrelieve en
    los portales en piedra de jabón y en las refinadas
    decoraciones interiores con vigorosos ornamentos dorados,
    dibujos
    sinuosos sobre fondo claro o delicados azules marmóreos.
    Esta inspiración viene del rococó, asimilada
    gracias a grabados decorativos de origen francés y
    germánico, importados en gran cantidad a Portugal a partir
    de 1750, desde donde fueron enviados a las colonias de
    ultramar.

    Su obra maestra, en este género, es
    la decoración del altar mayor de São Francisco de
    Assis, en Ouro Preto, con su retablo monumental que, ocupando el
    muro del fondo, está vinculado armoniosamente a los
    elementos ornamentales en donde culmina la graciosa figura de un
    ángel portando flores, en la parte central de la
    bóveda. Las referencias más cercanas son las
    iglesias del rococó germánico, como las de
    Steinhausen en Souabe, o la de Wies, en Baviera, que provocan la
    misma sensación de refinamiento y de ligereza, haciendo
    surgir la plegaria de la alegría, símbolo de un
    nuevo mundo regido por "la epifanía de la gracia", como lo
    ha definido Philippe Minguet en Estética del Rococó .

    La Plaza
    Tiradentes

    La Plaza Tiradentes es el punto principal de donde
    parten, para todas la direcciones, laderas de piedras formadas
    por un grupo de casas
    blancas, con tejas de barro y marcos coloridos. Alrededor de esta
    gran plaza se encuentran importantes edificios coloniales, la
    antigua Casa de Camara y Comercio, de 1784, hoy Museo de la
    Inconfidencia, y el Palacio de los Goernadores, transformado en
    la Escuela de Minas y Metalúrgica.

    Este sitio es escenario de fiestas populares y
    religiosas, mas alla de las manifestaciones artísticas que
    reviven en las tradiciones del Brasil Colonial. Vale aclarar que
    en el medio de la plaza se coloco la cabeza del inconfidente
    Tiradentes una vez que fue ahorcado para que sirva como ejemplo
    de lo que le pasaba a las personas que iban contra
    Portugal.

    Museo de la
    Incofidencia.

    Esta situado en la Antigua Casa de la Camara y Carcel,
    omponente obra de arquitectura localizada en la Plaza Tiradentes,
    su construcción se extendio de 1784 a 1846. El museo fue
    inagurado en 1944 y su acervo reune, mas alla de documentos y
    objetos que evocan a la Inconfidencia Minera, un amplio conjuto
    de obras de arte profana y objetos que se encontraron
    también de los despojos de los inconfidentes.

    En 1936, el entonces presidente Getulio Vargas promovio
    el repatriamiento de los restos mortales de los inconfidentes que
    murieron en suelo africano,
    con el objeto de crear en Ouro Preto, el actual nombre de Vila
    Rica, el panteón de los Héroes de la Independencia.
    De ese proyecto nacio el Museo de la Inconfidencia, que tiene
    como objetivo
    documentar, investigar y preservar el hecho histórico que
    forma parte de la Emancipación de Brasil.

    Con sede en la antigua Casa de Camara y Carcel de Vila
    Rica, una de las mas bellas construcciones del periodo colonial,
    el Museo de la Inconfidencia constituye un vasto repositorio de
    piesas que testimonian la evolucion social que hizo posible el
    movimiento de 1789. Son Objetos relacionados con medios de
    transporte, sistema de iluminación, procesos de
    construcción civil, equipamientos de casas, culto
    religioso, habitos e higiene,
    decoración, mobiliario domestico, sacro e de uso publico,
    arte religioso, artesanias y armería.

    El archivo
    histórico, acervo de cerca de 40.000 documentos,
    representa procesos que tuvieron curso en la justicia de
    Ouro Preto, partituras musicales, recibos que comprueban la
    autoria de obras de Antônio Francisco Lisboa, actos de la
    Cámara Municipal, el archivo personal de un senador del
    Imperio, etc. La biblioteca posee
    entre numerosas obras raras un total de 17.000
    volúmenes.

    Órgano dinámico y actualizado, el Museo de
    la Inconfidencia desarrolla actividades de investigación, educacion y restauracion en
    sus cuatro anexos. Dispone de una sala de exposiciones
    temporarias que lo vincula al movimiento artístico
    contemporáneo, y un auditorio y sala de proyección
    donde se desarrolla las actividades con la comunidad,
    trabajando con videos, películas, etc, y promueve debastes
    y charlas.

    Bibliografía
    de referencia

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    São Paulo, Nobel, 1991.

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    Patrimônio Mundial no Brasil.
    http://www.icomos.org.br/

    Pagina oficial de Ouro Preto. http://www.ouropreto.com.br

    Giampieri, Máximo

    Lucas, Yamila

    Instituto Santo Tomás de Aquino

    Seminario I

    América

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