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Tomóchic. Preludio de una Revolución




Enviado por nacho_lagarda



    1. Teresa Urrea " La Santa de
      Cabora"
    2. La
      rebelión
    3. Derrota y humillación
      del ejército porfirista
    4. Una nueva ofensiva y otro
      fracaso
    5. La
      masacre
    6. Fuentes

    En lo alto de la agreste sierra
    tarahumara, a orilla de la carretera Hermosillo –
    Chihuahua, hay un pequeño pueblo llamado Tomóchic. En 1891 los poco mas de cien
    habitantes de ese pueblo, defendieron su integridad y dignidad
    levantándose en armas contra la
    dictadura
    porfirista, derrotando a sus ejércitos en varias
    ocasiones, para finalmente morir masacrados por el
    ejército federal. En ese episodio jugó un papel
    importante un personaje de la historia sonorense: Teresa
    Urrea "La Santa de Cabora". La revuelta de Tomóchic
    preparó a la población del campo Chihuahuense para el
    levantamiento revolucionario que tendría lugar veinte
    después.

    En el Estado de
    Chihuahua, en la década de 1880, bajo la gubernatura de
    Luis Terrazas se iniciaron los trabajos de deslinde de las
    tierras nacionales, para repartírselas a los nuevos
    colonos militares y a los veteranos de la guerra contra
    los franceses.

    Gran parte del Estado estaba
    conformado por tierras nacionales, a las que tradicionalmente,
    los rancheros y habitantes de los pueblos, que no tenían
    tierras pero si ganado, acostumbraban a llevar sus vacas a pastar
    y a cortar madera.

    Para llevar a cabo sus propósitos, el gobierno federal
    decidió vender esos terrenos como latifundios.
    Comisionó a las Compañías Deslindadoras a
    hacer los trabajos de medición y como pago por su trabajo se
    quedarían con una tercera parte de los terrenos
    deslindados. Las otras dos terceras partes serían vendidas
    a los hacendados o a empresarios extranjeros, con el supuesto
    compromiso de que a cambio
    traerían colonos extranjeros.

    Los trabajos se iniciaron en 1884 y pronto los
    pequeños propietarios y rancheros empezaron a sentir las
    consecuencias.

    Los pobladores de las comunidades también
    sintieron los efectos secundarios de dichos trabajos. Las tierras
    con pastos para su ganado se vieron cercados
    repentinamente.

    Perdieron también el derecho de extraer madera y
    otros recursos del que
    habían disfrutado libremente.

    Por otra parte, una Ley promulgada en
    1884 establecía que los jefes políticos, es decir,
    las autoridades distritales, ya no serían elegidos, sino
    que serían ahora nombrados por el gobierno estatal y en
    muchos casos, los vecinos ya no podrían llevar sus quejas
    a los tribunales sin la aprobación de los nuevos jefes
    políticos.

    En 1891 un nuevo golpe duro sufrieron los habitantes de
    Chihuahua. Se promulgó un decreto en el que las capitales
    distritales no podrían elegir a sus presidentes
    municipales, sino que también serían nombrados por
    las autoridades estatales.

    Para 1891 ya no gobernaba Terrazas, lo hacía
    Lauro Carrillo, nombrado por Díaz para contrarrestar el
    poder del
    primero y a su vez protegido por Carlos Pacheco poderoso ministro
    del régimen.

    Teresa Urrea " La
    Santa de Cabora"

    El 15 de octubre de 1873, en el rancho Santana, del
    municipio de Ocoroni, Sinaloa, nació la niña
    García Nona María Rebecca Chávez, conocida
    después como Teresa Urrea..

    Hija natural de Doña Cayetana Chávez, una
    india tehueco
    y Don Tomás Urrea, un rico hacendado con raíces
    alamenses. En 1880 don Tomás y su esposa Loreto Esceverri
    emigran a Sonora, al pueblo de Cabora, de la municipalidad de
    Batacosa, distrito de Álamos, en el sur del Estado. Hoy en
    día, la comunidad de
    Cabora pertenece al municipio de El Quiriego.

    Teresa vive su infancia en
    compañía de su madre y una tía en
    Aquihuiquichi, Sonora; cerca de Cabora hasta 1888, cuando su
    madre muere y ella se traslada a Cabora al amparo de su
    padre, de quien a partir de entonces adopta su
    apellido.

    En 1890 sufre un ataque de catalepsia ( un ataque que
    produce la pérdida de los signos vitales
    y que da la apariencia de muerte) que la
    sume en la inconciencia por catorce días. Al despertar de
    su trance sufre una completa transformación, empieza a
    hablar cosas extrañas, y a realizar curaciones milagrosas.
    El hecho se considera como una resurrección y la noticia
    se extiende por todos los confines de la región. De
    ahí en adelante las historias de milagros, curaciones,
    poderes extraordinarios, dones proféticos, doble
    visión y otras capacidades sobrenaturales, empiezan a
    cundir de pueblo en pueblo llegando incluso hasta las mas
    alejadas poblaciones de Sinaloa y de la alta sierra de Chihuahua.
    Pero sus poderes no solo eran curativos, sino que también
    empezó a predicar una cierta doctrina religiosa muy
    particular: no reconocía más autoridad que
    la divina, ni más ley que la de Dios.

    Los relatos de sus poderes y prédicas corren de
    boca en boca, crecen, se inventan y se exageran y empiezan las
    peregrinaciones para ver a la " Santa Niña de Cabora"
    aumentando cada vez los creyentes y curiosos llegando a contarse
    en un solo día la visita de dos mil visitantes a la
    hacienda de su padre, que pronto se convierte en un mesón
    para enfermos y desvalidos, sobre todo los desamparados por las
    injusticias del régimen porfirista. A verla va gente de
    todos los estratos sociales pero con mayor número indios
    yaquis y mayos quienes le profesan una verdadera
    veneración. Los peregrinos vienen desde los puntos mas
    alejados de Sonora, periodistas de la ciudad de México y
    Estados Unidos
    vienen a entrevistarla.

    Cabora se convierte en un centro de reunión, no
    solo de enfermos sino también de descontentos
    políticos que intercambian opiniones. Esto despierta la
    desconfianza de los hombres del poder, quienes envían a
    sus espías para vigilar aquellas reuniones

    Entre los pueblos a los que llegó la fama de
    Teresa, se encontraba Tomóchic, un alejado pueblo de la
    sierra de Chihuahua, de escasos doscientos habitantes. Dirigidos
    por su líder
    Cruz Chávez, un grupo de
    tomochis, en 1890 bajaron a Cabora a confirmar los poderes de la
    santa. Entre ellos estaba José Carranza quien venía
    a curarse de un tumor. Al verlo la santa le dijo: "Te pareces a
    San José", a partir de entonces sería Carranza
    sería conocido como San José. Teresa los
    atendió con esmero y les habló del gran poder de
    Dios, de quien provenía todo lo creado.

    Convencidos los tomochis de la divinidad de la santa ,
    se regresaron a su pueblo a fundar un culto a la misma,
    nombrándose a Chávez como sacerdote y a Carranza
    como San José. El cura del templo fue expulsado del pueblo
    y Chávez fue designado patriarca de la comunidad. Teresa
    se comunicaría con ellos por carta durante los
    siguientes dos años.

    La
    rebelión

    A mediados de 1891 el Gobernador de Chihuahua Lauro
    Carrillo, en un viaje por la sierra, tuvo que quedarse a dormir
    en Tomóchic y aprovechó para visitar la iglesia, donde
    descubrió unas imágenes
    de San Joaquín y Santa Ana de gran valor, por lo
    que ordenó al Mayor Manuel Cárdenas que las
    empacaran y las enviara a la capital. El
    hecho enfureció tanto a los tomochis, que hicieron viaje
    especial a Chihuahua, encabezados por Cruz Chávez para
    reclamar los cuadros, por lo que el Gobernador tuvo que
    devolverlos.

    Mientras tanto a principios de
    noviembre de ese año, Joaquín Chávez
    el hombre
    fuerte del pueblo, hizo nombrar Presidente Seccional del pueblo a
    un pariente suyo llamado Juan Ignacio Chávez.

    El descontento de los pobladores de nuevo salió a
    relucir, a lo que se agregó el hecho de que el Presidente
    llevaba a pastar su ganado a los terrenos del pueblo, sin tomar
    en consideración a nadie y sin pagar alquiler.
    Además forzaba a los jóvenes a trabajar para
    él y para los Limantur; parientes del influyente ministro
    de Porfirio Díaz, por salarios muy
    bajos y una vez que los jóvenes se fueron a trabajar a una
    mina donde les pagaban mejor, los amenazó con la
    "leva", ( un sistema de
    reclutamiento
    forzoso, establecido por el ejército porfirista, que la
    población consideraba una forma de esclavitud).

    Como los pobladores siguieron protestando, el cacique
    del pueblo Joaquín Chávez, hizo cambiar la ruta de
    la " conducta" (
    caravanas que a lomo de mula transportaban los metales de las
    minas) que transportaba la plata de las minas de Pinos Altos y
    que regularmente pasaba por Tomóchic en su camino rumbo a
    Chihuahua. Esto representó una ofensa para los pobladores,
    ya que hacía entender que no eran personas confiables y
    que eran capaces de asaltar " la conducta", como ya
    había sucedido el 28 de enero de 1891, cuando la misma
    "conducta" había sido asaltada en el puerto de
    Manzanillas, Guerrero por unos bandoleros de otra región.
    Esto enfureció más a los lugareños quienes
    armaron una ruidosa manifestación frente a la
    presidencia.

    El Presidente envió un informe al Jefe
    Político del Depto. De Guerrero en el que le decía
    que " los habitantes me han manifestado que no respetan mi
    autoridad y que ellos solo reconocen la autoridad de Dios". A su
    vez, el Jefe Político informó al Gobernador que "
    en Tomóchic, un grupo de cuarenta hombres armados, han
    desconocido a las autoridades, se han revelado contra el gobierno
    y amenazan con asaltar las "conductas" por lo que
    solicitaba el envío de fuerzas militares.

    El propio Jefe Político se dirigió a
    Tomóchic acompañado por cincuenta soldados al mando
    del Teniente Francisco Castro. Al llegar al pueblo el 7 de
    diciembre, a las tres de la tarde fueron recibidos por los
    vecinos al grito de ¡¡Viva el poder de Dios y muera
    el mal gobierno!!, ¡¡Viva el poder de la
    santísima virgen y la santa de Cabora!!, pero como los
    soldados iban prevenidos lograron vencer a los rebeldes,
    causándoles cuatro muertos, dos heridos y un
    prisionero.

    Cruz Chávez y sus lugartenientes lograron escapar
    y se refugiaron en Tutuaca para de allí dirigirse a Cabora
    en busca de la protección de su "Santa". El Jefe
    Político informó que la rebelión
    había sido sofocada.

    Enteradas las autoridades de la huida de los
    líderes rebeldes hacia Sonora, entraron en su
    persecución y avisaron a las de ese Estado para que los
    encontraran y detuvieran. El Capitán Emilio
    Enríquez, del 11 Batallón de Huatabampo,
    recibió la orden de ir a enfrentar a los sediciosos y al
    mando de cuarenta y dos soldados decidió ir a encontrarlos
    antes de que llegaran a Cabora.

    Cruz Chávez había explicado a sus hombres
    que contaban con la protección de Dios y que las balas no
    les entrarían, además como hombres de campo
    acostumbrados a cazar animales,
    tenían buena puntería, por lo que había que
    hacer era dispararle primero a los oficiales, para lograr
    así dispersar a los saldados.

    El 26 de diciembre de 1891, Enríquez se
    encontró con los sublevados en el lugar conocido como
    Álamo de Palomares, quienes le tendieron una emboscada y
    siguiendo las instrucciones de Chávez lo mataron a
    él primero y luego a cinco de sus hombres, el resto
    huyeron desmoralizados y sorprendidos ante la certera
    puntería de los alzados.

    Finalmente los tomochis lograron llagar a Cabora para
    encontrarse con la noticia de que Teresa Urrea no se encontraba
    allí, ya que había salido con su padre a otra
    ciudad. Chávez no se desmoralizó, ofició
    misa en la Hacienda e inmediatamente emprendió el regreso
    a su pueblo. En el trayecto tuvo algunas escaramuzas con las
    fuerzas de Sonora y de Chihuahua perdiendo uno de sus hombres y
    logrando llegar a Tomóchic el día 11 de enero de
    1892.

    El Gobernador Carrillo comisionó entonces a Don
    Tomás Dozal y Hermosillo, para que en su
    representación viajara a Tomóchic a hablar y
    negociar con los vecinos una amnistía si dejaban sus armas
    y reconocían la legitimidad de sus autoridades municipales
    y regionales.

    Cruz Chávez recibió con atención y conferenció con Dozal
    durante mas de tres meses. Le explicó las razones de su
    levantamiento y la verdad de los malentendidos que tuvieron con
    el Presidente Seccional y el Jefe Político, y le
    explicó de su odio hacia las autoridades y que en materia
    religiosa, ellos eran libres de profesar la que les pareciera, ya
    que era eso lo que su tío Juan Ignacio Chávez les
    había reprochado con mas vehemencia y sobre todo el
    altercado que habían tenido con el Padre Manuel Castelo,
    quien también les había dado una reprimenda por su
    fanatismo, por lo que lo expulsaron del pueblo. En resumen
    rechazaron el ofrecimiento de amnistía ofrecida por el
    Gobernador. Chávez estaba convencido de que Dios y la
    Santa de Cabora los protegían y que por lo tanto, eran
    invencibles.

    Las cosas volvieron a la calma, los tomochis volvieron a
    las faenas del campo y las autoridades no quisieron mover mas el
    asunto ya que a mediados del año se realizarían
    elecciones locales.

    Derrota y
    humillación del ejército porfirista

    Porfirio Díaz esperó a que pasaran las
    elecciones y ante la ineficiencia del Gobernador Carrillo por
    resolver el problema , decidió destituirlo
    nombrándolo Senador. En su lugar nombró a Miguel
    Ahumada, quien decidió aplastar la rebelión de
    Tomóchic de una vez por todas. Tomóchic se
    había convertido en un foco den insurrección y su
    ejemplo inspiraba a otras comunidades.

    Con el pretexto del robo de unos sacos de maíz a Don
    Lisandro Domínguez, por la gente de Cruz Chávez, el
    gobierno inicia la ofensiva final contra los rebeldes.

    El General José María Rangel, Jefe de la
    Zona Militar de Chihuahua, recibió órdenes desde la
    Ciudad de México de acabar definitivamente con la
    rebelión y al mando de doscientos cincuenta soldados
    federales y cincuenta hombres de la Seguridad
    Pública del Estado, entre quienes se encontraba el Mayor
    Santana Chávez, un antiguo combatiente contra los apaches
    y que conocía muy bien a Cruz Chávez ya que
    habían peleado juntos contra los indios y que una vez
    terminadas sus luchas habían jurado ayudarse mutuamente en
    el futuro.

    Rangel y sus hombres llegaron a Tomóchic el 2 de
    septiembre y confiado en la superioridad de sus hombres, no
    esperó la llegada del Teniente Francisco castro quien
    venia de Pinos Altos a apoyarlo, entró en combate contra
    los rebeldes. Su táctica consistió en envolverlos
    por los dos flancos mientras que Santana Chávez y sus
    hombres irían en la retaguardia.

    Los tomochis se lanzaron a la carga, derrotaron el ala
    derecha y luego dieron vuelta y despedazaron a la izquierda. Para
    el mediodía las tropas de Rangel huían en
    desbandada a esconderse en el bosque. El General apenas
    logró salvar su vida y solo perdió su kepí,
    símbolo de su grado.

    Lo que sucedió era explicable; los hombres de
    Cruz siguieron la misma táctica, matar primero a los
    oficiales, y esto lo hacían aprovechando su
    puntería adquirida en sus viejas luchas contra los
    apaches, sus rifles Winchester de repetición eran
    superiores a los de los soldados y el respaldo de Santana
    Chávez, quien en cumplimiento de su antiguo juramento se
    puso a disparar contra los soldados desde la retaguardia
    provocando la devanada y sobre todo la fe que tenían los
    tomochis .

    El resultado fue desastroso: 27 soldados muertos,
    numerosos heridos y 51 prisioneros y todas las armas y municiones
    perdidas. Del bando contrario solo tres heridos leves.

    El hecho levantó tremendamente la moral de
    los sublevados y su convicción de la protección de
    Dios.

    Rangel regresó a Chihuahua derrotado y fue
    destituido de su cargo y sustituido por el General Felipe
    Cruz.

    Una nueva ofensiva y
    otro fracaso

    La Secretaría de Defensa ordenó que el
    General Cruz, terminara de una vez por todas con la
    rebelión, las derrotas habían resultado una afrenta
    para el gobierno. Cruz salió de Chihuahua el 21 de
    septiembre al frente del noveno batallón con 100 dragones
    bien armados.

    Cruz un alcohólico empedernido había
    empezado a beber desde que salió de Chihuahua y
    después de pasar por Cd. Guerrero,
    en el rancho La Generala sufrió un ataque de " delirium
    tremens"
    y en un arranque quijotesco confundió un
    sembradío de maíz con los rebeldes tomochis y
    ordenó atacarlos y destruirlos por completo, los soldados
    temerosos obedecieron la orden y en un santiamén no
    dejaron ni una sola planta de maíz en pié. El
    General satisfecho por su victoria, se regresó a Cd.
    Guerrero y por telégrafo informó a sus superiores
    que la orden había sido cumplida y el enemigo había
    sido derrotado por completo.

    La
    masacre

    Una nueva orden fue dada; el General Rosendo
    Márquez reemplazó al alcohólico Cruz y
    atacaría de nuevo. Desde Sonora el Coronel Lorenzo Torres,
    un veterano de la guerra contra los yaquis, lo apoyaría
    con 600 soldados. Márquez se instaló en Guerrero y
    puso al frente de otros 600 hombres al general Rangel, quien
    deseoso esperaba el momento de su venganza.

    Las fuerzas federales sumaban 1200 hombres mientras que
    en Tomóchic los esperaban 120 rebeldes. Las dos columnas
    llegaron al pueblo rebelde el 20 de octubre de 1892, completando
    las dos 1200 soldados y un cañón. El general Rangel
    se deshizo de su uniforme para evitar ser identificado como
    oficial y ser el primer muerto. Para entonces las tropas
    federales eran presas de una especie de psicosis
    colectiva. La buena puntería de los rebeldes, y los
    éxitos anteriores, habían convencido también
    a los soldados que los tomochis estaban protegidos por
    Dios.

    Los soldados de Torres fueron recibidos al entrar al
    pueblo por un contingente de mujeres vestidas de negro que al
    estar lo suficientemente cerca de los soldados, arrojaron sus
    rebozos y resultaron ser hombres disfrazados que empezaron a
    disparar sus winchesters contra la tropa. La confusión
    hizo presa de los soldados lo que provocó una desbandada,.
    A pesar de ser catorce veces mas que los rebelde, los soldados
    sufrieron trescientas bajas. Al anochecer las dos columnas se
    reunieron para reorganizarse y reiniciar el ataque por la
    mañana, aún les quedaban novecientos soldados. El
    día 21 el ataque se dirigió hacia el cerro de
    Medrano, desde donde los rebeldes dieron pelea por dos horas
    hasta ante la superioridad dl enemigo, tuvieron que replegarse
    hasta las casas y la iglesia del pueblo, que se había
    convertido en una fortaleza. La batalla se reanudó el
    día 22 sin que los soldados lograron avanzar, los rebeldes
    les disparaban desde la torre de la iglesia, lo que dificultaba
    el avance. Las hostilidades fueron iguales todos los días
    hasta el día 27 en que Rangel logró desalojar a los
    pobladores de sus casas y para evitar que volvieran a
    posesionarse en ellas , las incendió todas.

    Para los rebeldes no les quedaba otro reducto que la
    iglesia y la casa de un combatiente que se habilitó como
    cuartel donde se encerraron con sus hijos y mujeres disparando
    desde las ventanas. Los rebeldes estaban agotados, hambrientos,
    sedientos y agobiados por el olor de los cadáveres que
    había en todas partes. Rangel les envió un emisario
    con quien les ofrecía respetar sus vidas a cambio de que
    se rindieran.

    La respuesta fue contundente; no se rendirían y
    por lo contrario elaboraron un banderín de guerra de
    color blanco con
    una cruz roja en el centro y la izaron sobre el cuartelito desde
    donde seguían disparando. Rangel decidió entonces
    atacar la iglesia, que estaba llena de hombres, mujeres y
    niños
    Envió unos soldados a incendiar la puerta lo que
    originó un incendio generalizado que convirtió a la
    iglesia en un infierno. Los sitiados empezaron a salir corriendo
    por la puerta de la iglesia solo para ser encontrados por las
    balas de los soldados que los esperaban a la salida
    disparándoles de atrás de las bardas del
    atrio.

    Se formó entonces abajo del pórtico una
    pila de cadáveres de hombres, mujeres y
    niños.

    Los que no lograron salir murieron calcinados dentro de
    la iglesia. Algunos que habían logrado escapar de las
    balas fueron atrapados por los soldados y fusilados
    inmediatamente por órdenes de Rangel.

    El día 29 solo quedaba como defensa del pueblo,
    la casa del combatiente habilitada como cuartelito. Ahí
    estaba Cruz Chávez con algunos combatientes, mujeres y
    niños. Rangel les envió de nuevo un emisario
    pidiéndoles se rindieran. Por el contrario Cruz
    respondió ¡¡Primero muertos!!. Ante la
    negativa, Rangel ordenó entonces la batida final. Los
    soldados empezaron a tirotear la casa a discreción, hasta
    lograr entrar por el techo y disparar a mansalva sobre los
    rebeldes.

    Finalmente cesó el fuego ante la creencia de que
    habían muerto todos, pero no, adentro quedaban siete
    hombre y una
    mujer, entre
    ellos el propio Cruz. Salieron heridos y sangrantes, casi
    arrastrándose. Se les concentro en el portal de la
    única casa que quedaba en pié. Cruz pidió un
    cigarro que le fue concedido y el le entregó al
    capitán Castro un morralito que siempre traía
    consigo y que contenía las cartas que Teresa
    Urrea le había enviado los últimos años.
    Cruz todavía fumaba cuando una descarga de metralla
    acabó por fin con su vida.

    Todavía la historia no ha podido precisar en
    costo de la
    batalla, pero para matar a poco mas de cien hombres, el
    ejército sacrificó a casi seiscientos soldados,
    gastó 60,000 cartuchos, 100 granadas y 20 botes de
    metralla.

    Todos los hombres de Tomóchic murieron y solo
    sobrevivieron 43 mujeres y 71 niños.

    Teresa Urrea, fue acusada de ser la instigadora de las
    sublevaciones y junto a su padre fue aprehendida por el Jefe de
    la I Zona Militar Gral. Abraham Bandala, trasladada al cuartel de
    Cócorit y de allí a Guaymas para luego ser
    deportada a Estados Unidos por Nogales, residiendo en Arizona y
    Texas el resto de su vida para finalmente morir de tuberculosis el
    Cliffton Arizona el 11 de enero de 1906.

    …ellos no eran los realizadores de una idea, eran
    los precursores y en todos los tiempos, el fracaso ha
    acompañado a los precursores; pues su papel es preparar

    Lauro Aguirre

    Tomóchic!!
    Redención!!

    Para los lectores interesados en el tema, hay una
    película de los años setenta que lo aborda con
    realidad:

    Longitud de Guerra: Conacine, Dirigida por:
    Gonzalo Martínez, Actores: Narciso Busquetz, Bruno Rey,
    Pedro Armendáriz , Héctor Suárez y Leticia
    Perdigón.

    FUENTES

    Aguilar Camín Héctor, 1981. La
    Frontera
    Nómada: Sonora y la Revolución
    Mexicana
    . Siglo XXI Editores. Pag. 45

    Almada Francisco R. 1990.

    La Revolución en el Estado de Sonora.
    Gobierno del Estado de Sonora. Secretaría de Educación y Cultura,
    Instituto Sonorense de Cultura.

    Diccionario de Historia, Geografía y Biografía
    Chihuahuenses.
    Cuarta Edición. Universidad de
    Chihuahua. Departamento de Investigaciones
    Sociales, Sección Historia

    Diccionario de Historia, Geografía y
    Biografía Sonorenses 1990
    . Gobierno del Estado de
    Sonora .Secretaría de Educación y Cultura,
    Instituto Sonorense de Cultura.

    Aurrecoechea Juan Manuel. 1981.
    Tomóchic, Un Episodio del Porfiriato.
    Tomo 13.
    Colección México Historia de un
    Pueblo, Secretaría de Educación Pública/
    Editorial Nueva Imagen.

    Corbalá Acuña Manuel Santiago,
    1977
    . Álamos de Sonora. Editorial Libros de
    México, S.A.

    Domecq de Rodríguez Brianda. 1984.
    Teresa Urrea La Santa de Cabora. Temas Sonorenses, a
    través de los simposios de historia. Publicaciones del
    Gobierno del Estado de Sonora 1979-1985

    González Flores Enrique. 1949.
    Chihuahua de la Independencia
    a la Revolución.
    Ediciones Botas, México
    D.F.

    Jordán Fernando, 1981. Crónica
    de un país bárbaro
    . Centro Librero La Prensa,
    Chihuahua, Chi.

    Illades Aguiar Lilián, 1994.
    Tomóchic en el centenario de su rebelión
    Contribuciones a la Historia del Noroccidente Mexicano. Memoria del VIII
    Congreso Nacional de Historia Regional. Guillermo Ibarra Escobar/
    Ana Luz Ruelas:
    Compiladores.
    Universidad Autónoma de Sinaloa, Escuela de
    Historia.

    Katz Friedrich, 1998. Pancho Villa
    .Ediciones ERA

    Troncoso P. Francisco, 1983. Las Guerras con
    las tribus yaqui y mayo,
    Tomo II. Publicaciones del
    Gobierno del Estado de Sonora 1979 – 1985

    Sobarzo Horacio 1981. La Santa de Cabora,
    Teresa Urrea.
    Episodios Históricos Sonorenses y Otras
    Páginas. Editorial Porrúa, S. A.

    Por:

    Ignacio Lagarda Lagarda

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