El término "Autismo" – que
proviene del griego y significa "sí mismo" – fue tomado
por Kanner del término planteado por Bleuler
originalmente, siendo este último en 1911 quien lo utiliza
para referirse a los pacientes con esquizofrenia que
tendían a retirarse del mundo social para sumergirse en
sí mismos a las fantasías de sus pensamientos.
Kanner toma el término para referirse a la incapacidad
para establecer relaciones sociales, diferenciándose del
concepto de
Bleuler por que consideraba que las personas con autismo
tenían una deficiente imaginación.
He aquí las confusiones que ha desencadenado el
término hasta nuestros días, cuando se le denomina
a dicho trastorno como esquizofrenia infantil o psicosis infantil
como similar al Autismo, confundiéndose no solo su
tratamiento sino también las causas, existiendo durante
mucho tiempo la
creencia de que el Autismo infantil era producto de un
desarrollo
deficiente o desorganizado de las madres con respecto a la
formación de vínculo y apego en las primeras etapas
de la infancia
temprana, respaldada por la visión
psicodinámica.
A partir de lo anterior, hoy en día se sabe que
dicha propuesta no es influyente en el desarrollo del autismo y
que este ocurre en cualquier familia, de
cualquier cultura, nivel
socioeconómico y etnia,
más allá de los patrones de apego y
formación vincular. Cada vez es más fuerte la
etiología neurobiológica, y existe conciencia de que
la intervención temprana es fundamental pues potencia al
máximo las capacidades de desarrollo
personal y social del niño y la oportuna guía y
orientación a sus familiares y educadores.
Sin embargo, tanto el autismo como los demás
trastornos generalizados del desarrollo, el diagnóstico e intervención temprana
es sumamente difícil. Son pocos los niños
que se cree que tienen autismo o síntomas parecidos, y que
son derivados a los profesionales o centros especializados antes
de los dos o tres años de edad perdiendo, por ende, un
tiempo crítico e importante para la implementación
de un programa integral
de atención.
El autismo es un síndrome que
estadísticamente afecta a 4 de cada 1,000 niños; a
la fecha las causas son desconocidas, aún y cuando desde
hace muchos años se le reconoce como un trastorno del
desarrollo.
Salvo contadas excepciones, el autismo es
congénito (se tiene de nacimiento) y se manifiesta en los
niños regularmente entre los 18 meses y 3 años de
edad. Los primeros síntomas suelen ser: el niño
pierde el habla, no ve a los ojos, pareciese que fuese sordo,
tiene obsesión por los objetos o muestra total
desinterés en las relaciones sociales con los
demás. En algunas ocasiones puede llegar a confundirse con
esquizofrenia infantil.
Existen múltiples estudios genéticos que
relacionan los cromosomas 5 y 15
con el autismo así como otros que buscan vincularlo con
cuestiones biológicas como vacunas e
intoxicación de metales.
A la fecha, ninguno de estos estudios ha logrado
sustentar su teoría
y por lo mismo, no se puede precisar el origen mismo del
síndrome.
El autismo es un síndrome, no es una enfermedad y
por lo tanto no existe cura. Se puede mejorar su calidad de
vida y enseñarle nuevas habilidades con la
intención de hacerlo más independiente, pero como
en el Síndrome de
Down y otros trastornos del desarrollo, el individuo que
lo tenga será autista toda su vida.
En ocasiones, estos niños, además de ser
autistas, tienen algún otro trastorno del desarrollo
(retraso mental, motriz, Síndrome de Down, etc.) o bien,
pueden ser lo que se conoce como el autista clásico o
puro. Existe otro síndrome llamado Asperger, la diferencia
principal entre autismo y este síndrome es el nivel de
inteligencia,
así como su comunicación.
Se considera que el autismo no tiene una sola causa. Los
investigadores creen que algunos genes, así como factores
ambientales tales como virus o factores
químicos, contribuyen al desorden.
Los estudios de gemelos idénticos han encontrado
que si uno de los gemelos es autista, la probabilidad de
que el otro también lo sea es de un 60% a 96% (por lo
general los resultados están más hacia el rango del
90% y más).
La probabilidad en el caso de mellizos o hermanos que no
son gemelos es de un 5% a 10%. Se postula que factores
ambientales podrían explicar por qué no se ha
encontrado un resultado de 100% en los estudios de gemelos
idénticos.
Otras posibles explicaciones son errores en los
estudios, tales como un diagnóstico equivocado o
diferencias en el desarrollo de ambos gemelos al momento que se
efectuó el estudio. En definitiva, está claro que
el autismo es sumamente genético y se obtiene, por lo
general, en parte del padre y en parte de la madre. Sin embargo,
no se ha demostrado que estas diferencias genéticas,
aunque resultan en un comportamiento
considerado anormal, sean de origen patológico.
Los estudios de personas con autismo han encontrado
diferencias en algunas regiones del cerebro,
incluyendo el cerebelo, la amígdala, el hipocampo, el
septo y los cuerpos mamiliares. Las neuronas en estas regiones
parecen ser más pequeñas de lo normal y tienen
fibras nerviosas subdesarrolladas, las cuales pueden interferir
con las señales
nerviosas.
También se ha encontrado que el cerebro de un
autista es más grande y pesado que el cerebro
típico. Estas diferencias sugieren que el autismo resulta
de un desarrollo atípico del cerebro durante el desarrollo
fetal. Otros estudios sugieren que las personas autistas tienen
anormalidades en la serotonina y otras moléculas
mensajeras en el cerebro.
A pesar de que estos hallazgos son intrigrantes,
éstos son preliminares y requieren más
estudios.
La creencia inicial de que los hábitos de los
padres eran los responsables del autismo ha sido desacreditada y
no existe evidencia que compruebe tal hipótesis.
En una minoría de los casos, desórdenes
tales como el síndrome del X frágil, esclerosis
tuberosa, fenilcetonuria no tratada y rubeola congénita
causan comportamiento autista, y podrían diagnosticarse
erroneamente como "autismo".
Otros desórdenes, incluyendo el síndrome
de Tourette, impedimentos en el aprendizaje y
el trastorno de déficit de atención, a menudo
ocurren con el autismo pero no lo causan. Debido a razones
aún desconocidas, alrededor del 20% al 30% de las personas
con autismo también desarrollan epilepsia cuando llegan a
la etapa adulta.
Aunque personas con esquizofrenia pueden mostrar
comportamiento similar al autismo, sus síntomas usualmente
no aparecen hasta tarde en la adolescencia o
temprano en la etapa adulta. La mayoría de las personas
con esquizofrenia también tienen alucinaciones y
delusiones, las cuales no se encuentran en el autismo.
Desde el punto de vista psicológico, las personas
autistas son vistas como personas que "no nacieron", su aparato
psíquico no está formado porque hubo etapas
evolutivas psíquicas que no se cumplieron.
El vínculo madre e hijo no fue bueno, motivo por
el que el espejismo de Lacan y la angustia del octavo mes no fue
producida, el yo no pudo formarse. Estas personas no tienen
principio de realidad.
Este trastorno puede ser tratado con terapia para que
los síntomas no se agraven y ayudar al sujeto "a nacer", a
formar lentamente su estructura
cognitiva. Este trastorno es tratable pero no curable. Siguiendo
esta lógica,
la terapia del autismo tiene como meta volver conciente, activo y
real aquel "sentido de ser" que el autista percibe en sí
mismo, si bien en forma no muy clara, deformada e
indescifrable.
El mismo se pone a prueba, revive momentos ligados a la
experiencia y a la percepción, estructura transfert: la
psicoterapia
es una experiencia catártica profunda que termina con el
abandono de sí mismo para descubrir, a través de la
experiencia del espejo (Lacan) la espontaneidad y la
identificación que se corresponden al Yo-ideal y que
sostienen toda la vida psíquica y su dinámico
devenir.
La experiencia psicoterapéutica conduce a un
"despertar". Este proceso se
manifiesta de modo diverso en cada autista y esta "grandeza "es
percibida en forma empática por el niño que
inconscientemente busca la propia individualidad, la propia
libertad e
independencia.
Esta fuerza interna
que puja desestabiliza las líneas del desarrollo y el
resultado es el cuadro autista, por otro lado la
intervención psicoterapéutica es capaz de
reestablecer el equilibrio y
de activar el proceso de crecimiento psico-mental.
El autismo, por sus características
psico-patológicas forma parte de la categoría de
las "alteraciones específicas del desarrollo
psico-mental".
El autismo, desde un punto de vista
psicoanalítico, se delinea por fuera de las tres estructuras
fundamentales (neurosis,
psicosis, perversión) y justamente por esto resulta muy
dificultoso hacer un "diagnóstico", no solo desde la
perspectiva objetivamente clínica, sino que también
para lo que denominamos "alteración del desarrollo". Esto
engloba tanto el nivel orgánico como el
intrapsíquico.
Esta modalidad sintomática deviene clara y puede
ser vista con una minuciosa mirada
fenomenológica.
El autista no logra manejar el dilema presencia-ausencia
así que la modalidad cerca-lejos,
acercamiento-alejamiento, esconderse-aparecer lo encuentran
desarmado e incapaz de estructurarse en un lógica
adaptativa-contenedora.
La pérdida lo encuentra incapaz de contener la
angustia emergente y en consecuencia reclama la presencia
concreta de la ayuda del otro. Por eso, los autistas deforman el
modo perceptivo hipervalorizando lo visible que
hipertrófico, esteriliza los demás canales
informativos.
Sin embargo, en su autismo (aislamiento) son sujetos
excesivamente presentes y atentos a la presencia del Otro, del
cual defenderse, teniéndolo lejos. Esto se evidencia
claramente en los autistas graves que, a pesar de su propia
lejanía, participan empáticamente y en un modo
totalmente subjetivo, por lo que podemos deducir;
- La incapacidad de soportar que el Otro se ausente (se
asemejan a las crisis de
celosía producto del no cuidado del educador), por lo
que podemos decir que el Otro funciona como ‘ordenador"
de las percepciones y de lo vivido. - Un esquema "especular" se establece entre Sí
mismo y el Otro (demostrada también por el cambio del
pronombre yo por tu) que toma forma solamente partiendo
desde el punto de vista del Otro.
Estas modalidades de funcionamiento explican
también cómo el autista utiliza un pensamiento
concreto y, si
queremos, un pensamiento afectivo, siendo capaz de simbolizar y
de crear un pensamiento autónomo.
Estos niños pueden "tocar" todos sus juguetes, sin
poder jugar
con ninguno y es porque la actividad lúdica se transforma
siempre en una "dramatización" (siempre lanzan los objetos
o bien los rompen mientras tratan de mantener las
distancias).
Así también se puede entender por
qué la alteración autista es intrapsíquica
("conflicto-incluído, así lo define
Winnicott) y adquiera siempre un aspecto enigmático en el
sentido que es entendible, pero difícil de
enfrentar.
Otro aspecto a evidenciar en los mecanismos
psico-mentales del autista es que los pensamientos son muy
endebles, pero están sostenidos con adecuada
atención, se forman y se deshilachan con mucha facilidad
movilizados por los estímulos perceptivos, no siendo
"formateados" y/o sostenidos por adecuadas valencias
afectivas.
Las estereotipias y los comportamientos obsesivos pueden
ser leídos como una necesidad de estructurar algo que sea
estable, que no desaparezca, que no se disuelva.
Características generales de la
intervención educativa en autismo infantil:
¿Qué enseñar?: La Psicología del
desarrollo del niño normal es hoy la base más
eficaz para encontrar esos objetivos. Por
tanto, el estudio, descriptivo y explicativo, de cómo el
niño normal va construyendo, en interacción con las demás personas,
su conocimiento
social es un tema de obligado conocimiento para quien tenga que
planificar la intervención educativa de alumnos con
autismo.
¿Cómo enseñar?: La tecnología surgida de
la Teoría del Aprendizaje, la
tecnología conductual, la Teoría de la mente, en
sus desarrollos actuales, sigue siendo la herramienta
válida para la enseñanza de estos alumnos. La necesidad de
estructuración y de sistematización de las unidades
de enseñanza es algo básico para que el alumno con
autismo pueda aprender.
¿Para qué enseñar?: La
respuesta a esta pregunta es obvia. Como en cualquier contexto de
enseñanza se trata de favorecer el máximo
desarrollo personal para
conseguir la mayor calidad de vida
posible.
El objetivo
central de la intervención en el alumno con autismo es la
mejora de su conocimiento social y la mejora de las habilidades
comunicativas sociales, así como lograr una conducta
autorregulada adaptada al entorno. En segundo lugar, el contexto
de aprendizaje más efectivo es aquel con un grado
importante de estructuración, tanto mayor cuanto menor es
la edad o el nivel de desarrollo.
Podríamos decir que la intervención ha de
recorrer el camino que va desde un grado alto de
estructuración (con numerosas claves para favorecer el
aprendizaje) a la desestructuración programada paso a
paso, y de acuerdo al nivel de desarrollo- que es más
cercana a los entornos naturales sociales (en donde las claves
son sutiles, complejas, pasajeras y variadas).
En tercer lugar, se ha de perseguir en cualquier
aprendizaje la funcionalidad del mismo, la espontaneidad en su
uso, y la generalización, y todo ello en un ambiente de
motivación. Por esto, la educación del
alumno con autismo requiere una doble tarea: hay que
enseñar la habilidad, pero también hay que
enseñar su uso, un uso adecuado, funcional,
espontáneo y generalizado.
Por último, el mejor sistema de
aprendizaje para el alumno con autismo es el de aprendizaje sin
error, en el que en base a las ayudas otorgadas, el niño
finaliza con éxito
las tareas que se le presentan.
A continuación, y poco a poco, hay que lograr el
desvanecimiento progresivo de las ayudas hasta los niveles
mayores posibles, que estarán en relación al nivel
de desarrollo cognitivo.
- Gortázar, P. 1996. Intervención
Educativa en Autismo Infantil: Tema 5 Lenguaje y
Autismo: Descripción e Intervención.
www.autismoespaña.es.
- Mendizábal, F. 1996. Cuestiones Sobre
Detección, Evaluación y Atención Temprana en
Autismo. www.autismoespaña.cl
- Intervención educativa en autismo desde una
perspectiva psicológica, J. Martos-Pérez.
www.revneurol.com.
- Autismo: modelos
educativos para una vida de calidad, J. Tamarit.
ww.revneurol.com.
Marcela Mena
Chile