Bolivia: el país sin clase
dirigente
En las semi colonias, como
Bolivia, a
diferencia de las naciones
industrializadas, las clases
sociales no se desarrollan principalmente por
contradicciones internas, sino en oposición o apoyo a los
imperialismos que
distorsionan su economía. En este
sentido, las oligarquías no tienen un
proyecto
nacional, ya que sólo aspiran a recoger las migajas de
las
transnacionales, a las que se unen para debilitar al Estado
nacional. Sin
embargo, en países vecinos los empresarios nativos
no siempre son enemigos
del Estado.
Cabe recordar que las petroleras integran la Federación de
Empresarios
Privados de Santa Cruz (FEPSC), que tiene peso político
decisivo en la
región. La Confederación de Empresarios, con sede
en La Paz, avala la
aberración, se ufana de haber impulsado la
liquidación del ente petrolero
estatal y nunca tuvo la honestidad de
condenar la monumental corrupción
de
Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL).
Se pensó que los empresarios de origen indígena (en
el país se los llama
cholos) serían la vanguardia
nacional, al no estar directamente vinculados
al capital
foráneo. El industrial cervecero, Max Fernández,
impulsó la Unión
Cívica Solidaridad
(UCS), que obtuvo importantes espacios políticos,
usados
por "el jefe" para evadir impuestos con
todos los gobiernos de turno a los
que apoyaba con similar entusiasmo.
En 1988, el comunicador social, Carlos Palenque, fundó
Conciencia de
Patria
(CONDEPA), con el fanático respaldo del cholaje indo
mestizo. Su núcleo
intelectual elaboró el "Modelo
Endógeno de Potenciamiento Nacional", varios
de cuyos planteamientos fueron asimilados por la revolución
venezolana y han
sido recogidos, sin mencionar su procedencia, por el Movimiento
al
Socialismo
(MAS), de Evo Morales.
CONDEPA desapareció el 2002, por la muerte
prematura de su fundador, por no
haber construido una dirección política
sólida, por los fraccionamientos
internos y por la campaña despiadada de casi todos los
medios de
comunicación del sistema, apoyada
por la Corte Nacional Electoral y los
partidos tradicionales. Sin embargo, CONDEPA abrió el
camino a
organizaciones
quechua-aymaras, como el Movimiento Indígena
Pachacutec
(MIP), cuyos planteamientos etnicistas, lo hicieron inviable. Los
partidos
que se reclaman de la clase obrera, al sostener que la
contradicción
fundamental en Bolivia opera entre proletariado y
burguesía y no entre el
imperialismo y
la nación
oprimida, carecen de convocatoria.
En América
Latina, los grandes movimientos nacionales, como el peronismo
argentino, el MNR boliviano y el aprismo peruano, fueron
forjados, a veces
con participación militar, por intelectuales
de las capas medias. El MNR,
con Víctor Paz Estensoro a cabeza, claudicó desde
el inicio de la revolución
de 1952, al no completar la nacionalización de las minas
con hornos de
fundición, proceso
industrial que continuó realizándose en
fundiciones
inglesas de propiedad de
Patiño, el más importante de los "Barones" del
estaño. Paz Estensoro terminó respaldando la
liquidación de YPFB llevada a
cabo por GSL.
La otra rama del MNR, acaudillada por Hernán Siles Zuazo,
fue cercada,
después de la reapertura democrática de 1978,
por la social democracia,
encarnada por el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), de
Jaime Paz
Zamora, y por el Partido Comunista (PC), línea
Moscú. Los jóvenes idealistas
del MIR, admiradores del Che Guevara,
participaron en vergonzosos actos de
corrupción, como en los llamados "narco
vínculos", y traicionaron a sus
ideales, para terminar de abanderados, en meses pasados, de la
ratificación
del tratado de inmunidad para las tropas
norteamericanas.
El MAS, que al igual que CONDEPA tiene una base social indo
mestiza, no ha
transparentado sus relaciones con las ONGs, lo que puede
empantanarlo.
Tampoco ha renunciado a prácticas corruptas heredadas del
pasado. En
anteriores días, su candidato renunciante a Senador por
Santa Cruz, general
® Vito Ramírez,
denunció que en el MAS existe "depravación
política", ya que
fue presionado para firmar papeles en blanco a fin de garantizar
su lealtad.
El MAS tiene enemigos externos muy peligrosos, pero ninguno tan
temible como
el pragmatismo
interno, al que debe derrotar a fin de constituirse en
dirección política de la nación
oprimida.
Andrés Soliz