Monografias.com > Política
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Corrupción




Enviado por cuentanaufel



    1. Definiendo
      Corrupción
    2. Causas. La corrupción en
      la Sociedad
    3. Pobreza
    4. La corrupción en el
      Régimen
    5. La corrupción en el
      Estado y la Burocracia
    6. Gobernabilidad y
      Corrupción
    7. Soluciones y mecanismos contra
      la corrupción
    8. Bibliografía

    Definiendo
    Corrupción

    Corromper significa dañar, alterar, echar a
    perder, viciar, pervertir. Cambiar el propósito originario
    de una cosa, que deviene en algo negativamente considerado por
    la moral
    social. Siguiendo ese sentido la definición actual,
    generalizada entre los expertos en la materia, la
    corrupción
    es el uso de la posición y el poder
    públicos para fines ilegítimos, inmorales, ilegales
    o diferentes a lo formalmente establecido.

    Creemos que para una más exacta
    definición, se debe tener en cuenta, un sentido laxo de lo
    que corresponde a lo público. (Estévez,
    2005) (Pope, 2000) Pues lo público no necesariamente es un
    ministerio de gobierno de una
    nación
    que debe decidir el destino de los fondos encomendados por su
    pueblo. Público también es la dirección de un gremio o un sindicato, o
    el accionar de una empresa de
    servicios
    públicos, aunque sea una empresa
    privada.

    Es decir, todas aquellas funciones y
    estructuras
    que tienen que ver con lo público y la política. Esto es, el
    bien común, la cosa pública, si no de
    "todos", por lo menos de "los muchos".

    No hay que olvidar tampoco que la mayoría de las
    veces en un hecho de corrupción están involucradas
    personas que no pertenecen al mundo de lo público, sino al
    mundo privado. Como es la tipología clásica del
    "cohecho". En cuyo
    caso esos privados serían corruptores y por lo tanto
    también susceptibles de derecho
    penal.

    Muchas veces hemos escuchado decir en Argentina que el
    problema de nuestro país es la corrupción y que
    ésta ha invadido al Estado. De
    esta forma, sostienen, se ha conformado un Estado perverso,
    manejado por una clase
    política también perversa cuyo objetivo es
    llenarse los bolsillos y estafar a la sociedad.
    Sostenemos aquí en cambio, que
    estas proposiciones nos dejan una imagen
    distorsionada de la realidad. Una imagen en la que nuestra
    sociedad, ingenua y pasiva, se encuentra condenada al fracaso
    debido al mal manejo que de ella hacen un grupo ("los
    políticos") y a una institución ("el
    Estado").

    Como parásitos que viven y manipulan a nuestra
    sociedad, esta "clase" política no ha sabido llevar a la
    sociedad al puerto que merece.

    De esta manera, con una visión muy conveniente a
    una sociedad que se victimiza a sí misma, que quiere
    transferir su culpa, se soluciona el difícil problema que
    significa comprender la complejidad de la situación
    argentina en todas sus dimensiones.

    Permitiéndonos, por otro lado, volver a la
    moda y calmada
    resignación de nuestros asuntos privados.

    Sostenemos aquí que la causa de la
    corrupción que reina en nuestro sistema no debe
    buscarse solo en el Estado, sino en la sociedad.

    A pesar de las visiones más hegelianas (Hegel, 1975), el
    Estado no nace de la nada, de una idea o en forma descendente,
    sino que se desprende necesariamente de una sociedad. El Estado
    es una continuación y un componente de todo el sistema
    social. Y si el Estado baila al ritmo que la sociedad le marca, lo que se
    impute a éste, tendrá que hacerse cargo
    aquélla.

    Palabras Clave: corrupcion – anti corrupcion
    – etica publica -gobernabilidad democratica – soborno
    – enriquecimiento ilicito – transparencia –
    administración publica – burocracia
    – politicos – politica – estado .

    Causas

    La corrupción en la
    Sociedad

    En las Ciencias
    Sociales se he tratado el tema de la corrupción como
    problema estructural en alusión al concepto de
    "anomia" o falta de normas. Para
    Merton (2002), la cultura
    sería "el cuerpo organizado de valores
    normativos que gobierna la conducta que es
    común a individuos de determinada sociedad o grupo." Es
    decir que esto comprende valores y reglas de conducta. Asimismo,
    la estructura
    social sería el "cuerpo organizado de relaciones
    sociales que mantienen entre sí diversamente los
    individuos de una sociedad o grupo".

    De esta manera, la anomia o falta de normas sería
    la disyunción aguda entre las normas y objetivos
    culturales por un lado, y las capacidades socialmente
    estructuradas para los individuos del grupo de obrar de acuerdo
    con aquellas pautas culturales por el otro.

    Es decir que la anomia sería cuando la cultura
    exige ciertos logros y cierto tipo de conducta que la estructura
    social impide o dificulta en forma grave llevar a cabo. Un
    ejemplo de ello para Merton sería el caso norteamericano,
    donde existe una cultura que da mucha importancia al éxito
    material, mientras que la posición en la estructura social
    de muchas personas les impide alcanzar ese éxito
    efectivamente.

    La clase baja, sostiene Merton, puede lograr a lo sumo
    un título secundario. (Pensemos en las condiciones de esta
    clase social conformada también, pero no sólo, por
    personas de complexión negra allá por los
    años de 1960, y también especialmente al sur del
    país.)

    Esto es igualmente manifiesto en nuestras sociedades
    latinoamericanas, donde existe también mucho
    énfasis cultural en lograr cierto nivel de ingresos y
    consumo,
    mientras que la movilidad social ascendente intrageneracional (en
    oposición a la intergeneracional) es escasa o casi
    inexistente.

    Como resultado de esto aparece la anomia y la tendencia
    a la conducta desviada. El proceso hacia
    la conducta desviada del individuo se
    produce porque éste, al manifestársele la meta cultural
    inasequible por los medios
    culturalmente legitimados para hacerlo, tiende a buscar una
    alternativa ilegítima. Esto es, si no puede lograr su
    nivel de bienestar o no puede satisfacer sus necesidades
    básicas por los medios socialmente aceptados, lo
    hará por otros medios.

    Este fenómeno no está restringido a cierto
    sector de la estructura social, sino que se aplica a todos los
    niveles debido a que el grado en que la meta social ha sido
    satisfecha es jurisdicción propia de cada individuo y su
    percepción subjetiva. De esta manera,
    podemos entender cual es la fuente principal de conducta desviada
    en una sociedad.

    Este trabajo
    intenta esbozar un marco
    teórico para el Índice de Percepción de
    la Corrupción. Sin embargo, creemos de suma importancia
    recordar los cuidados que en cuanto a la elaboración
    teórica tiene el uso de este tipo de índices por
    parte de investigadores y formadores de
    opinión.

    Es comprensiblemente escaso el cúmulo de datos
    cuantitativos y estadísticos confiables en cuanto a la
    problemática de la Corrupción. Es comprensible,
    primero, porque no se salva de la escasez de datos
    típica de las Ciencias
    Sociales y la debilidad y complejidad intrínseca en la
    construcción de sus índices e
    indicadores,
    que por su objeto de estudio hace muy difícil establecer
    relaciones creíbles entre las variables. Es
    tentador caer en la elaboración de relaciones
    espúreas o de poca utilidad en el
    intento de decir definitivamente algo acerca de la realidad y
    aportar al avance de la
    ciencia.

    En ese sentido ya podemos dejar de intentar probar, por
    ejemplo, que las mujeres son más reacias a aceptar
    sobornos que los hombres; que el fraccionamiento
    etnolinguístico favorece la corrupción; que las
    religiones
    Católica, Ortodoxa y Musulmana (no casualmente queda fuera
    la protestante) inciden indirectamente aumentando la
    corrupción; éstas relaciones no son sólo
    imposibles de sugerir y universalizar sino que son también
    eventualmente irresponsables.

    Así, la mayoría de estas relaciones
    caerán si se controla, por ejemplo, por las variables
    socioeconómicas. Como sostiene Estévez (2005): "El
    impacto de la corrupción sobre el producto bruto
    interno de un país es uno de los temas más
    investigados a lo largo de toda la literatura sobre
    corrupción. Constituye uno de los pocos resultados
    cuantificados no ambiguos de los estudios sobre
    corrupción.

    El nivel del PBI per cápita es, sin duda, el
    indicador que posee mayor poder explicativo entre los distintos
    índices que se suelen utilizar para caracterizar este
    fenómeno."
    Lo anterior no significa que las conclusiones a las que se
    intenta frecuentemente arribar no sean efectivamente correctas,
    sino que no es esa la manera de darles pretensión
    científica. Pues la experiencia real de los legos en la
    materia efectivamente demuestran que para bajar la
    corrupción inciden positivamente una mayor participación ciudadana, una prensa libre,
    criterios independientes de elección de los jueces,
    libertad de
    información, etc. Todos campos en los que
    los países del primer mundo, democrático,
    participativo, libre, rico y muchas veces protestante, lleva
    naturalmente la delantera.

    Lo mismo vale, claro está, para el uso que de
    este índice hacen los formadores de opinión en su
    intento de tomar y formar partido.

    Pobreza

    La pobreza es tanto
    causa como efecto de la corrupción. Es causa porque en un
    ambiente de
    pobreza, las necesidades son muchas y las tentaciones para
    corromperse por ende más fuertes. Además, las
    características que acompañan la pobreza (bajo
    nivel educativo por ejemplo) hacen que sea más
    difícil realizar un efectivo control hacia los
    centros de poder.

    Por otro lado, no son los sectores de bajos recursos los
    principales usuarios del sistema de instituciones
    y prácticas corruptas, sino los que tienen efectivamente
    dinero para
    sobornar, y una empresa que fortalecer, crear o proteger. En este
    sentido, los pobres parecen ser víctimas antes que
    principales beneficiarios del sistema.

    En cuanto a la relación pobreza –
    corrupción, con altos salarios de
    funcionarios públicos y una población de buen poder adquisitivo,
    instruida y participativa, con instituciones fuertes,
    (características todas que suelen aparecer juntas) es
    lógico que se encuentren menores grados de
    corrupción.

    Sin embargo, se debe tener cuidado al suponer una
    relación causal determinante absoluta y única, ya
    que existen casos de países más pobres y con menos
    corrupción que otros.

    Según Estévez (2005), "Desde la óptica
    social la corrupción se ha instalado como factor
    determinante de los escenarios de extrema pobreza que padecen
    grandes proporciones del planeta."

    Aunque la pobreza parece ser una causa en extremo
    importante, no puede decirse, sin embargo, que sea la
    única, y por ende no se puede reducir todo a ella.
    Además, significaría igualar pobreza con
    deshonestidad (Pope, 2000). Lo cual como ya vimos depende mucho
    más del proceso de anomia definido
    anteriormente.

    La
    corrupción en el Régimen

    Veamos ahora qué pasa con la corrupción en
    nuestras democracias latinoamericanas. Un factor crucial para
    entender nuestros regímenes de gobierno es que
    éstos no son una construcción sui generis sino un
    transplante, en donde el órgano ha generado particulares
    formas de adaptación al cuerpo social.

    Esta forma de gobierno, que podemos llamar democracia
    moderna o poliarquía y ha tenido su orígen en el
    cuadrante noroccidental del planeta, ha cobrado en nuestros
    países una forma muy distinta que creemos merecedora de un
    análisis específico (que ya ha
    comenzado) por parte de la Ciencia
    Política.

    La única institución comparable con las
    democracias del primer mundo son las elecciones. El resto de las
    instituciones democráticas como los tribunales, la
    separación de poderes, los pesos y contrapesos, el
    electorado ilustrado, la libertad de
    expresión e información, la existencia de
    información alternativa, el sometimiento pleno del poder
    militar sobre el civil, la igualdad real
    de oportunidades, la igualdad ante la ley, etc.
    están ausentes o sumamente deterioradas.

    Existen dos tipos de instituciones, las formales y las
    informales. En nuestras democracias la brecha entre estas
    instituciones formales que guían la conducta y la conducta
    real de los individuos es demasiado grande. Estas
    prácticas informales, separadas de lo que en realidad
    debería ser, van progresivamente dejando de ser
    prácticas aisladas, desviaciones ínfimas a la
    regla, para transformarse poco a poco en instituciones informales
    de uso cada vez más generalizado.

    Así, de pronto, nos encontramos con un complejo
    institucional informal que es el que efectivamente nos gobierna.
    Se trata de viejos códigos, usos y prácticas
    grabadas en nosotros como el tiempo graba
    la piedra. A simple vista cualquiera podría argüir el
    factor de imprevisibilidad que trae estas prácticas
    corruptas, en nuestras relaciones sociales y
    comerciales.

    Pero una vez que las prácticas se han
    institucionalizado nos permiten predecir el comportamiento
    del otro, y de hecho efectivamente lo hacemos. Así, donde
    el extranjero ve caos, el nativo contempla un orden, auque
    informal, que existe y funciona por lo bajo, que todos entendemos
    y consecuentemente todos podemos preveer.

    Estamos hablando específicamente de las
    transacciones particularistas a nivel jerárquico, del
    clientelismo político, el patronazgo, el nepotismo
    (preferencia de parientes para cargos públicos), favores
    personales en abuso de la autoridad que
    da el cargo y otros actos flagrantemente ilegales.

    Todas estas prácticas las podemos considerar,
    como lo hace O´Donell (1996), dentro del concepto abstracto
    de particularismo, pues se oponen a la acción
    universalista y la racionalidad colectiva. Este particularismo,
    dentro del cual ubicamos la corrupción, es
    antagónico con una de las principales instituciones no
    sólo de la democracia, sino del republicanismo: la
    separación entre las esferas pública y
    privada.

    Se confunden el interés
    particular con el interés general, las finanzas
    públicas con las finanzas
    privadas del funcionario. Lo público es también
    mío cuando me conviene, pero no es de nadie cuando es
    necesario que salga en su defensa como ciudadano. En ese sentido,
    se puede decir que los latinoamericanos estamos desde siempre muy
    acostumbrados a tener limpia la casa y sucia la vereda. En
    latinoamérica, en este capitalismo
    del tipo dependiente, el particularismo y la brecha entre el
    país real y el país legal están anclados en
    nuestra historia desde
    el comienzo, y constituye un factor integrante de su orden
    socioeconómico.

    Nos gustaría remarcar que en estas sociedades, el
    reinado del particularismo hace más fácil al
    poderoso en general y al adinerado en particular influenciar y
    sesgar en su beneficio el proceso de toma de decisiones de la
    sociedad. En ese sentido, el reinado del particularismo se
    constituye en algunos casos como elemento integrante y
    fundamental de un régimen político para su correcto
    (aunque quizás denostable) funcionamiento.

    La
    corrupción en el Estado y la Burocracia

    Mucho se ha escrito sobre las fallas en el
    funcionamiento burocrático y el particularismo en el
    Estado. No enumeraremos aquí las distintas soluciones que
    se han planteado teóricamente para este problema
    práctico.

    En cambio, plantearemos las limitaciones de un enfoque
    que tiene su correlato en los análisis ligeros del sentido
    común. Este enfoque, entiende los particularismos como
    patologías de un cuerpo enfermo, arcaico, que se resuelven
    mejorando las pautas de organización y sobre todo "modernizando" la
    estructura burocrática.

    Además, ve a la burocracia como un sistema que
    produce bienes
    públicos al igual que una empresa produce bienes privados.
    Consecuentemente se ocupan en imaginar las condiciones bajo las
    cuales podría maximizarse su producto. Basan sus
    conclusiones en la distinción, perfectamente descripta por
    Oszlak (1981), entre racionalidad política y racionalidad
    técnica.

    Mientras la racionalidad política sería
    apasionada, interesada, conflictiva e inconstante, la
    racionalidad técnica sería racional, aplomada,
    impersonal y estaría desinteresadamente entregada a un
    único objetivo fuera de todo conflicto.
    Así, solo se trataría de ver cuál es la
    falla técnica que merma la eficiencia en la
    producción, o cuál la interferencia
    "irracional" que provoca disfunciones en el sistema y aplicar el
    remedio.
    Estas visiones parecen no comprender acabadamente el
    funcionamiento de la Burocracia y, sobre todo, lo que es el
    Estado.

    Sostenemos aquí, con Oszlak, que los
    particularismos están alimentados por la
    contradicción de los roles del Estado.
    El Estado no es defensor del interés general, tampoco el
    instrumento de la clase dominante, ni el tercero que se para
    entre el capital y
    el trabajo
    como el reconciliador de las clases antagónicas, ni la
    expresión del Universal que se concretiza como
    materialización del Espíritu de la Historia. En
    cambio, creemos que el Estado es todas esas cosas a la
    vez.

    El Estado posee una autonomía relativa. En
    efecto, esta institución cumple muchos roles, y se alterna
    en el cumplimiento de cada uno de esos roles predominantes a lo
    largo de la historia. Cada una de las anteriores interpretaciones
    del Estado eran estáticas, como imágenes
    fotográficas de algo que en realidad se encuentra todo el
    tiempo en movimiento. Lo
    cual hace imposible tener una visión acabada de su
    actividad en tan solo un momento.
    El Estado y su Burocracia poseen y actúan según un
    rol formal, esto es, servir el interés general de la
    sociedad como realización de la idea de lo público.
    Este rol asume el Estado cuando se encarga de la
    producción de bienes, regulaciones o servicios que
    benefician a la sociedad toda, inclusive a largo plazo, o cuando
    se encarga de mejorar la posición relativa de los sectores
    desposeídos.
    A su vez, el Estado actúa según un rol de garante
    del sistema capitalista en su conjunto, en tanto y en cuanto
    beneficia concreta y directamente (sobran estudios sobre la
    presencia empresarial en la burocracia y el Estado) los intereses
    de la clase dominante. Son las actividades de sus instituciones,
    de su aparato regulador, productivo y represivo que tienden a
    asegurar esa dominación y a solucionar los problemas
    coyunturales a los que el sistema se enfrenta. Ejemplos de esta
    actividad van desde la construcción de infraestructura
    portuaria para que los empresarios puedan vender sus productos,
    pasando por la asistencia financiera, y terminando por la
    actividad represiva de las agencias de seguridad para el
    disciplinamiento de la mano de obra.
    Por último, existe un rol sectorial de la burocracia
    (desplazamiento de objetivos) que tiene que ver con la medida en
    que ésta se convierte en un grupo de presión,
    busca ser legítimo traductor e intérprete del
    interés general de la sociedad a la vez que persigue y
    defiende sus propios intereses. Ejemplos de estos intereses son:
    garantizar la expansión continua y la mayor
    autonomía operativa, la apropiación legítima
    de recursos adicionales, la obtención de mejores
    condiciones laborales, inmunidades, privilegios, etc.

    El gran problema para entender al Estado es justamente
    que estos roles funcionan de manera superpuesta y en
    contradicción continua.

    El Estado es un complejo institucional que no se
    sitúa por encima de los conflictos
    sociales sino que es cruzado por éstos y por la
    política.

    Haciendo a un lado ahora al funcionariado
    político, muchos estudios han tratado sobre el lobby, los
    grupos de
    presión y los "anillos burocráticos". Se nos
    advierte allí sobre las conexiones personales entre
    funcionarios de una agencia y el empresariado susceptible de
    regulación.

    Estos empresarios y lobbystas, controlando la agencia,
    logran una llegada rápida y directa a la autoridad,
    mientras se aseguran que la materia de regulación no quede
    a merced del control político de la legislatura y
    los vaivenes electorales y, en cambio, quede recluida al supuesto
    "conocimiento
    experto".

    Es decir, es más fácil para los intereses
    mejor organizados y más poderosos controlar las políticas
    y extender los particularismos a nivel de las agencias, en la
    fase de implementación, que ha nivel de la
    formulación en las legislaturas y/o ejecutivos.

    De manera que es claro que no se resolverán los
    problemas de particularismo en la conducta del político y
    el burócrata con misiones de asistencia técnica de
    consultorías nacionales y extrajeras que vengan
    aséptica y científicamente a aplicar criterios
    modernos de organización. Esta forma simplista de entender
    al Estado comete, a nuestro criterio, el viejo error de tomar la
    causa por el efecto y el efecto por la causa a la vez que
    pretende solucionar un problema complejo y profundo, como todo lo
    que concierne a los hombres, aplicando, sin más,
    fórmulas teóricas concebidas a priori.

    La división de la racionalidad política y
    técnica sirve, también, a los propósitos
    tanto de los políticos como de los técnicos. Porque
    esta dicotomía constituye un cómodo mecanismo de
    creación de "chivos expiatorios". Si una política
    falla, es inapropiada o se sabotea, es muy fácil echarle
    la culpa a la burocrácia, ese aparato indefinido e
    impersonal donde todo el mundo sabe reina la "rutina, la
    ineficiencia y la corrupción". En última instancia,
    nunca se sabrá en qué lugar del desgastante proceso
    de implementación dejaron de cumplirse los objetivos
    previstos y debe correr con la responsabilidad.

    En lo que hace a las especificidades del Estado y su
    Burocracia en Argentina debemos tener en cuenta que su
    formación fue determinada por la necesidad deliberada de
    construir una Nación
    y de adaptarlo a sucesivos y distintos modelos
    económicos de inserción al mercado
    internacional.

    Estos distintos patrones de desarrollo que
    se intentaron en el país fueron dejando su marca en el
    Estado. No es nuestra intención aquí hacer un
    análisis de cada uno de ellos y su impacto, pero
    proponemos al lector imaginar la
    administración colonial, donde los particularismos
    estaban a la orden del día, pasando por el modelo liberal
    agro exportador a partir de la independencia
    y más tarde un modelo mercadointernista con un fuerte
    componente industrial. Estos modelos,
    enmarcados en un capitalismo dependiente y periférico
    conservaron contradicciones que hicieron necesaria una activa
    intervención estatal. Y estas intervenciones iban dejando
    su marca en los usos, costumbres y formas del Estado. Como
    consecuencia de estas contradicciones, el Estado se vio, por
    ejemplo, en la necesidad de convertirse en empleador forzado de
    la mano de obra que el mercado no podía absorber, en la
    utilización del empleo
    público como medio de patronazgo político y
    retribución de lealtades partidarias.

    Por otro lado, la caída sucesiva de todos los
    modelos económicos, ha producido la imposibilidad
    crónica de que en la Argentina una clase -o fracciones de
    clase dominante- promotoras de un modelo, se transformen en clase
    hegemónica y dirigente de la sociedad conformando un
    consenso básico.

    Esto ha hecho que lleguen al Estado distintos –y
    muy diversos- proyectos,
    programas y
    objetivos políticos, cada uno con su forma de gobernar y
    entender la política. Así, cada una de estas
    coaliciones gobernantes ha intentado manipular, destruir y
    reconstruir al Estado y su burocracia a su antojo. De esta
    manera, y debido a la inconstancia que produce la carencia de un
    núcleo duro de políticas de Estado en rededor de un
    modelo económico, nuestro Estado se ha formado
    históricamente como incorporación sucesiva y
    contradictoria de distintas etapas geológicas superpuestas
    unas a otras. Todo lo cual nos da una imagen de un Estado
    desintegrado estructural y funcionalmente, desordenado, informe y en
    muchos casos obsoleto.

    La corrupción generalizada ha servido a los
    modelos económicos y a sus contrapartes políticas
    en la confección y efectivo funcionamiento de algunos
    regímenes políticos. De manera que al analizar en
    profundidad el tema de la corrupción y esbozar soluciones
    al flagelo, resulta imprescindible tener estos factores en cuenta
    y en especial la conformación
    económico-política del sector dirigente de la
    sociedad, si ésta conformación es sólida y
    si ha logrado efectivamente consensuar o en su defecto imponer su
    modelo al conjunto social.

    Pues resulta difícil imaginar un respeto
    generalizado a normas que cambian todo el tiempo, frecuentemente
    en franca contradicción, y que emanan de gobiernos muy a
    menudo percibidos como ilegítimos, parciales y en general
    no representativos.

    Más acá del funcionamiento del
    fenómeno típico de generación de anomia,
    bajando el nivel de abstracción, y en cuanto al
    régimen político, encontramos identificaciones
    adecuadas de causas múltiples. Las más importantes
    son:

    -Instituciones Fallidas

    -Pesos y Contrapesos Inadecuados

    Sociedad Civil
    poco Desarrollada

    -Sistema Judicial Débil o Corrupto

    -Remuneración Inadecuada de Funcionarios. (UNODC,
    2005) (UN, 2005 art. 7 inc. C)

    Estas causas, luego de la anomia, son las más
    importantes a la hora de encontrar soluciones al problema de los
    particularismos.

    Gobernabilidad y
    Corrupción

    De dos maneras se relacionan directamente la
    gobernabilidad y la corrupción. Una tiene que ver con el
    uso, por parte de los gobernantes, de la corrupción para
    lograr un grado aceptable de gobernabilidad. En este tipo se
    encuentran los casos por ejemplo de Argentina y Brasil, en los
    que en recientes y resonantes casos de corrupción
    funcionarios se han visto implicados en el soborno a
    parlamentarios para lograr adhesión a iniciativas del
    ejecutivo, realizándose pagos en efectivo.

    La corrupción se utiliza en esos casos para
    lograr gobernabilidad cuando hay gobiernos débiles, sin
    apoyo parlamentario, con parlamentos ocupados con partidos sin
    disciplina
    partidaria o cuando se trata de leyes de dudosa
    legitimidad en la opinión
    pública.

    La otra relación entre gobernabilidad y
    corrupción es cuando la percepción pública
    de un alto grado de corrupción en los poderes del estado
    terminan socavando la legitimidad de esos poderes y el reino del
    estado de derecho
    (UNODC, 2005), (United Nations, 2005) (Estévez,
    2005).

    De ésta manera se acentúa el ciclo vicioso
    del proceso de deterioro de la gobernabilidad democrática
    que implica: Pérdida de Legitimidad-Pérdida de
    Efectividad-Pérdida de Eficiencia-Inestabilidad (de
    Gobierno y posteriormente de Régimen) y su correlato en
    los grupos de
    articulación y combinación de demandas (Crisis de
    Representación).

    Consecuencias

    El mayor impacto de la corrupción es sobre los
    pobres, aquellos menos capaces de absorber los costos. (UNODC,
    2005) La corrupción afecta la calidad y el
    costo de los
    servicios básicos como la emisión de documentación oficial, educación, salud y transporte
    para la población que justamente más depende de su
    carácter público. No solamente
    erosiona la ayuda al desarrollo de las instituciones
    internacionales y de los propios estados nacionales, sino que
    además tiene consecuencias más profundas que tienen
    que ver con la reducción de la inversión en la economía del
    país y el impacto negativo que posee en su crecimiento.
    (Mauro, 1997) (Word Bank,
    2005) Es difícil pensar en que alguien quiera invertir en
    un escenario de imprevisibilidad, información imperfecta,
    competencia
    desleal y un nivel de tributación
    adicional.

    Como efectos de largo plazo encontramos aumento en la
    desigualdad
    social y ausencia de respeto por los Derechos Humanos
    (UNODC, 2005). Ya que la corrupción beneficia
    principalmente a aquellos que pueden costearla,
    enriqueciéndolos, y dejando de lado a los que no pueden
    hacerlo. Además, socava el respeto por los Derechos Humanos al
    disminuir el respeto a las normas en general por parte de los
    funcionarios públicos, incitando al abuso de autoridad, y
    al generar un círculo de complicidades que impiden el
    accionar conforme a la ley de uno o varios de ellos, e inclusive
    su denuncia pública.

    Transparency Internacional sostiene que la
    Corrupción:

    "Fomenta la competencia en
    cuanto al soborno, en vez de la competencia en la calidad y el
    precio de
    bienes y servicios. Inhibe el desarrollo de un mercado
    saludable. Sobre todo, distorsiona el desarrollo
    económico y social, lo cual es especialmente
    dañino en los países en desarrollo. Con demasiada
    frecuencia, la presencia de la corrupción significa que
    los más pobres del mundo, quienes menos pueden soportar
    los costos, deben pagar no sólo por la corrupción
    de sus propios funcionarios, sino también por aquella de
    las empresas de los
    países desarrollados. Es más, las pruebas
    disponibles demuestran que si no se limita la
    corrupción, crecerá, y exponencialmente. Una vez
    que se institucionaliza un patrón de sobornos exitosos,
    los funcionarios corruptos tienen un incentivo para exigir
    sobornos más grandes, creando una .cultura de ilegalidad
    que a su vez fomenta la ineficiencia del mercado. Una vez
    perdida la autoridad moral de los
    gerentes mediante la corrupción de alto nivel, se
    desvanece su capacidad para controlar a sus subordinados. En un
    plano conceptual, hay muchos costos ligados a la
    corrupción. Sin embargo, no es sorprendente que haya
    pocas pruebas concretas sobre la incidencia y la magnitud de la
    corrupción. Encuestas
    entre empresarios indican que el problema varía
    considerablemente de un país a otro, y que aun dentro de
    los países, algunas oficinas públicas (aduanales
    y fiscales, por ejemplo) son más susceptibles a la
    corrupción que otras. Las encuestas también
    indican que en los casos en que la corrupción es
    endémica, impone un costo desproporcionado sobre las
    pequeñas empresas. Lo más importante es que los
    sobornos mismos no representan el costo más oneroso; las
    consecuencias de la corrupción -las distorsiones
    económicas subyacentes y el socavamiento de las
    instituciones administrativas y gubernamentales- son las
    más costosas." (Pope, 2000 pp 31-32)

    De esta manera vemos que las consecuencias de la
    corrupción son profundas y afectan al conjunto social, su
    economía y su sistema de político, de manera que se
    hace imperativo lograr una solución de carácter
    amplio y de manera sistemática para contener todo su
    impacto.

    Soluciones y
    mecanismos contra la corrupción

    Hemos encontrado en este estudio que existe cierto
    acuerdo considerablemente amplio, sostenido por las organizaciones
    internacionales, organismos y expertos, acerca de algunas
    cuestiones centrales:

    1. Que la solución al flagelo no es inmediata.
      Esto es, que cualquier solución realista tratará
      de disminuir los niveles y no de eliminar el fenómeno y,
      además, que es un proceso lento, gradual y no un acto ni
      unilateral ni fulminante.
    2. Que debe ser una solución holística,
      esto es, que el flagelo debe ser atacado por todos sus frentes
      al unísono. Se necesitan soluciones sistémicas.
      (Eigen, 2003) A este respecto ha avanzado entre los expertos el
      concepto de Sistema Nacional de
      Integridad.11
    3. Que el énfasis principal debe estar en la
      prevención principalmente, aunque sin
      menoscabo por la importancia de la penalización del
      delito. (UN
      2005 art. V inc. 1) (OEA, 2005,
      art. III) (UN 2005b)
    4. Que los mecanismos de solución a mediano plazo
      (sin menoscabo por las soluciones de base que tienen en cuenta
      la problemática en términos de anomia) siguen
      basándose en la forma democrática moderna, en los
      clásicos valores republicanos, actualizados en complejos
      mecanismos en rededor del "accountability horizontal" y
      "accountability vertical". (Pope, 2000) De manera que las
      soluciones al alcance de la mano implican que a mayor
      corrupción hay que replicar con más democracia.
      (Estévez, 2005) Democracia que abriga ahora
      también relativamente nuevos mecanismos como el libre
      acceso a la información.
    5. Que en las soluciones hasta ahora formuladas se ha
      subestimado la función
      de una vigorosa, opulenta y participativa sociedad civil como
      parte de la estrategia de
      solución y coalición de intereses. La sociedad
      civil tomará un papel fundamental y central en el
      combate a la corrupción y reclama que en ese sentido se
      le reconozca un lugar tanto en la proyección escrita,
      convenciones y declaraciones, como en los organigramas y
      procedimientos
      reales implicados por los mecanismos puestos en acción.
      (OEA 2005, art. III, inc. 11) (UN 2005, preámbulo, art.
      13, inc.1, art. 63, inc. 4 y 6) (UN 2005b) (Pope,
      2000)
    6. Que asimismo se ha subestimado la importancia de un
      saludable Sistema Judicial. (Y sus temas relacionados: selección, juzgamiento, atribuciones,
      control político, jurisdicción, etc.) Un poder judicial
      independiente y fuerte es esencial para el combate a la
      corrupción. (Estévez, 2005) (UN
      2005b)
    7. Que los sectores más afectados por el problema
      son los de bajos recursos, esto es, la pobreza como causa y
      consecuencia al mismo tiempo.(Pope, 2000) (Mauro,
      1997)

    Bibliografía

    Cardoso, Fernando Henrique (1972). Estado y Sociedad en
    América
    Latina. Buenos Aires:
    Nueva Visión

    Eigen, Peter (2003) Presentación del Informe
    Global de la Corrupción 2003. En http://www.globalcorruptionreport.org/download/gcr2003/SPANISH_Introduccion.pdf

    Estévez, Alejandro M. (2005, Ene-Mar) Reflexiones
    Teóricas sobre la corrupción: Sus dimensiones
    política, económica y social. Revista Venezolana
    de Gerencia
    . Número 29, Año 10.

    Gosman, Eleonora (2005, Ago, 13) Brasil:
    Destituirían a 18 legisladores de 5 partidos.
    Clarín.

    Hegel, Georg W.F. (1975) Principios de la
    Filosofía del Derecho.
    Buenos Aires:
    Sudamericana.

    Mauro, Paolo (1997, Feb) Why Worry about Corruption?
    Economic Issues. Nº6, International Monetary
    Fund

    Merton, Robert K. (2002) Teoría y Estructura
    Sociales.
    Buenos Aires: Fondo de Cultura
    Económica.

    O´Donell, Guillermo (1996 Invierno) Otra
    institucionalización. Agora núm.
    5.

    O´Donell, Guillermo (1998 Verano) Accountability
    Horizontal. Agora núm. 8.

    Organización de Estados Americanos (2005, Sep,
    14) "Convención Interamericana contra la
    Corrupción." Departamento de Asuntos y Servicios
    Jurídicos. En http://www.oas.org/juridico/spanish/Tratados/b-58.html

    Oszlak, Oscar (1981) Políticas Públicas
    y regímenes políticos: Reflexiones a partir de
    algunas experiencias latinoamericanas.
    Buenos Aires:
    CEDES.

    Pope, Jeremy (2000) Confronting Corruption: The
    Elements of a Nacional Integrity System.
    Berlin, Germany:
    Transparency International.

    Thieberger, Mariano (2000, Ago, 26) Sobornos: La
    Justicia
    quiere saber de dónde salió el anónimo.
    Clarín.

    United Nations Office on Drugs
    and Crime (2005) Corruption. Crime Prevention and Criminal
    Justice
    . At http://www.unodc.org/unodc/en/corruption.html

    United Nations Office on Drugs and Crime.
    (2005b) United Nations Convention against Corruption.
    At
    http://www.unodc.org/unodc/en/crime_convention_corruption.html

    United Nations (2005) Convention against Corruption.
    Crime Prevention and Criminal Justice.
    http://www.unodc.org/unodc/en/crime_convention_corruption.html
    .
    En vigor por resolución 58/4 el 31 de Octubre de
    2003.

    Word Bank (2005, Ago) Costs & Consequences of
    Corruption. Anticorruption.
    http://www1.worldbank.org/publicsector/anticorrupt/topic1.htm

    Trabajo realizado a pedido de Poder Ciudadano
    por

    Juan Manuel Perez Naufel *

    *El autor es politólogo de la Universidad de
    Buenos Aires, Miembro de la Comisión Directiva del
    Observatorio Internacional de Prisiones y colabora en
    Consultorías Internacionales.

    Buenos Aires, 15.09.2005

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter