A lo largo de la historia, la
descentralización del Poder del Estado
peruano ha sido como una procesión, pero con la
peculiaridad que, se avanzaba un paso y se retrocedían
dos.
Ha sido pues, un proceso de
marchas y de contramarchas.
Queda claro que el triunfo de los Unitaristas frente a
los Federalistas, a inicios de la vida republicana,
respondió al hecho que Lima era el centro del Poder
virreinal y, como tal, tenía que seguir concentrando el
poder, en desmedro de los pueblos del interior del Estado que
surgía.
A diferencia de lo que ocurrió en otras
latitudes: la Gran Colombia
(Venezuela)
adoptó un modelo
federal, porque la situación de los llaneros era
diferente, ellos sí se habían ganado una causa para
descentralizar el poder, sus libertades dependían en suma
del destierro de los españoles que concentraban el poder
en Lima, por lo que, descentralizar el poder, fue efecto natural
de la ausencia de los españoles.
Aquí, en suelo peruano,
era inconcebible; durante toda la vida colonial habíamos
adoptado los caracteres de un régimen unitario.
La idea pues, de establecer un Estado Federal
quedó en eso: en una intención.
Los criollos y mestizos, por fin tuvieron el poder de
conducir los destinos de sus tierras. La falta de experiencia
democrática del pueblo peruano y los apetitos de poder de
los generales, condujeron a nuestro país -el que
recién empezaba a gatear- a un Laboratorio de
cual hasta ahora no ha salido; toda la historia de nuestro
país está marcada por experimentos en
lo que se refiere a la Descentralización del
Poder.
Cada gobierno hizo lo
que le pareció más conveniente.
Un gobierno constituía Concejos Departamentales
o, Juntas Departamentales, dotándolos de autonomías
fiscales, administrativas y, el nuevo gobierno, se traía
abajo mediante decreto, todo el esfuerzo del gobierno
anterior.
¿Será posible que, alegando a la
descentralización y a la libre determinación de los
pueblos, los pueblos del interior de nuestro país, quieran
constituirse como estados independientes y soberanos?
Queda claro que, más allá de las buenas
intenciones de un Estado Unitario descentralizado, los pueblos
del interior del país, no puedes disparase por sus
lados.
No cabe duda que el modelo de Estado Federal del
Constitucionalismo Norteamericano se adelanta a todas las
jugadas; les da plenas autonomías políticas,
administrativas, normativas, económicas, fiscales a sus
Estados – miembro, pero por otro lado los amarra en una suerte de
compromiso que juraron cuando se dieron la Constitución de la Unión o del
Estado Federal.
Sin embargo por estas latitudes ocurre lo contrario: las
regiones del interior del país ni gozan de
autonomías pero muy bien que quieren proclamar sus
independencias.
El corolario sería que, falta independizar
-paradójicamente- a los pueblos del interior del
país, de quienes se independizaron de los
españoles; falta independizar a las provincias de Lima.
Lima alcanzó su libertad,
¿también las provincias?
Los argentinos, los chilenos, los grancolombianos,
sí consiguieron sus objetivos
porque sumaron causas para desterrar a los españoles y
tener así sus autonomías; no fueron los peruanos
los que libraron Junín y Ayacucho, gran parte fueron
colombianos y venezolanos.
La descentralización seguirá siendo un
Laboratorio si es que no incluimos en el proceso a todos los
peruanos. Obviamente el proceso tiene que se conducido por
quienes estén más capacitados y, para eso se
necesita de gente bien intencionada.
El asunto, viéndolo bien, es más
técnico que político; por desgracia, siempre se ha
abordado desde el ángulo político.
La descentralización siempre ha estado en la
agenda de la vida política nacional. Es
una tarea pendiente, porque lo único que ha vivido nuestro
país en materia de
descentralización, han sido experimentos. Nunca ha
existido una voluntad concertada por descentralizar el poder
político; siempre las decisiones han sido tomadas
arbitrariamente por los gobiernos de turno, implementando la
descentralización de acuerdo a sus ópticas
particulares.
La descentralización resulta ser "…
nuestra promesa republicana…" como dijera Pedro Planas
(+), es una promesa no cumplida, hasta ahora; ha sido un tema
central tanto en el debate
académico y político como en las movilizaciones
sociales y populares.
La Descentralización es una política que
se enmarca dentro de lo que significa la urgente Reforma del
Estado que necesita implementar nuestro país -dicho sea de
paso-. La descentralización, incluso, debe ir de la mano
con el desarrollo de
sectores exportadores (Elmer Cuba); la
Región Ica (Departamento) es un claro ejemplo de
cómo ha emergido una clase
empresarial agroexportadora, que ha convertido a la tierra del
Sol eterno en la vedette de las exportaciones en
nuestro país.
Una verdadera descentralización debe simplificar
la
administración estatal, y no por el contrario, crear
una nueva burocracia que,
lo único que conseguiría, sería alejar al
ciudadano del Poder del Estado. La descentralización,
implica varios componentes, como: gestionar el territorio
adecuadamente, fortaleciendo a las sociedades
locales y regionales y, sobretodo, democratizar el ejercicio del
Poder.
La concentración del Poder en un solo centro no
garantiza la convivencia democrática; los detentadores del
poder adoptan posturas dictatoriales y autoritarias y,
generalmente, no están sujetas a cierto control o
fiscalización.
Sobretodo, la acumulación de poder engendra
corrupción, reflejada en los gobiernos
centralistas y autoritarios; pero en esencia, la administración
pública, engendra este flagelo. No existe sociedad que
no conviva con este mal endémico, que destruye las bases
morales de una sociedad, con su Estado de
Derecho; pero en algunas, es ya una práctica
institucionalizada.
Los peruanos no confían en sus funcionarios, en
sus servidores
públicos, en sus jueces, en sus legisladores, mucho menos
en sus policías -los que deberían de brindar
confianza, toda vez que son los encargados de hacer respetar la
ley y prestar
seguridad
ciudadana-.La clásica en nuestro país es que
cada vez que un Presidente concluye su período
constitucional, le empiezan a llover una serie de denuncias, de
cargos en su contra y de procesos
judiciales y, el nuevo Presidente, comienza con una
cacería de brujas hacia los funcionarios del anterior
régimen; ni qué decir de quienes salvan la responsabilidad del Presidente de la
República, es decir, los Ministros de Estado; a
éstos personajes también los vemos desfilar por los
pasillos del Poder
Judicial.
La idea que le vende a la sociedad esta gente que
ostenta poder, es que siempre el más vivo, el que no
cumple la ley, se sale con la suya. Así están
construyendo las bases de ésta sociedad, una sociedad
carcomida por los vicios de la corrupción, la que se encuentra en todas
las esferas.
Es por eso de vital importancia llevar adelante una
Reforma del Estado con una verdadera descentralización,
para evitar el abuso y la arbitrariedad del ejercicio del
Poder.
Volviendo al tema que nos interesa, el asunto es
¿cómo distribuir el Poder territorialmente?;
doctrinariamente conocemos dos formas de cómo organizar el
territorio, de acuerdo a la asignación del Poder;
éstas formas son: el Estado
Unitario y el Estado Federal, aunque la otra forma es el Estado
de la Confederación.
Nuestro país es un Estado Unitario; la
característica fundamental del Estado Unitario es la
concentración o centralización de la administración del Poder en un centro; pero
eso no quiere decir que el Estado Unitario acondicione
democráticamente la administración de ese único poder
con ciertas autonomías (normativa, ejecutiva,
administrativa, económica, política) al interior
del propio Estado; éste es ejemplo del Estado Unitario
descentralizado, que es a lo que debemos aspirar.
En el Estado Federal, el ciudadano está vinculado
a dos ordenamientos jurídicos: el de la Unión y el
del Estado Miembro. Un Estado Federal es la sumatoria de Estados
-previamente constituidos- que, al proclamar la
Constitución de la Unión (fundación del
Estado Federal) pierden automáticamente sus respectivas
soberanías y se las otorgan -todos por igual- al Estado
Federal; pero eso no implica que pierdan sus autonomías;
allí radica el carácter descentralista del Estado
Federal.
Con la Confederación, se da la figura que, los
Estados miembros siguen siendo soberanos, por lo tanto pueden, en
el ejercicio de sus soberanías, separarse de la
Confederación.
¿Quién conoce mejor los problemas de
Piura, de Arequipa o, de Tacna?, ¿los conoce un
señor de Lima o los conocen mejor los pobladores de
aquellos lugares?; eso es descentralizar, otorgarle el poder a
quienes conocen mejor la realidad de sus localidades, de sus
regiones, para que tomen las decisiones acertadas; es
difícil que un funcionario de Lima tome una
decisión acertada, porque no vive y no palpa la
realidad.
La mayoría de gobiernos han considerado a los
gobiernos locales y regionales como sus simples intendencias,
nombrando a dedo -desde Lima- a sus responsables; desde los
Organismos de Desarrollo, las Corporaciones, hasta los Consejos
Transitorios de Administración Regional, los que tan solo
han sido "Mesas de Parte del Gobierno Central", porque no
podían decidir nada, simplemente tramitar algunos pedidos
que se resolvían en Lima y no en las localidades y
regiones de origen; eso no es descentralización, eso es
desconcentración, una simple estrategia del
centralismo de
los gobiernos de turno, para mantener el ejercicio centralizado
del poder, mediante la creación de corporaciones que les
son subordinadas. la descentralización no es que Lima
invierta en lugares alejados, sino que esos lugares decidan en
qué invertir.
Por eso necesitamos entes que sean capaces de
administrar sus propios recursos, con
autonomías económica y administrativa y, con el
poder de decisión. Generalmente son los gobiernos
autoritarios, los que tratan de concentrar todo el poder; todas
las decisiones pasan por sus manos. La descentralización
incluso se puede visualizar, cuando vemos que es El Presidente de
la República quien inaugura un puente en una localidad
lejana, pudiendo ser el Alcalde de aquella zona; a esos extremos
llega el centralismo, a esos niveles de protagonismo
político.
Y el centralismo no solo perjudica a los pueblos
alejados, sino también a la ciudad en la que se asienta
todo el poder; fenómenos como la migración
del campo a la ciudad, son los que la perjudican; así se
dan las invasiones -en campos del cultivo en la mayoría de
ocasiones- y nacen los pueblos jóvenes, los que no cuentan
con los servicios
básicos de agua potable,
de alcantarillado, de luz, de
infraestructura básica; ¿cómo va a atender
esas demandas el poder centralizado?; así Lima se siente
asfixiada.
El hecho de repartir el poder a instancias inferiores,
no quiere decir que esas instancias se desliguen de la
visión nacional porque, nuestro país va a seguir
siendo un Estado Unitario; es por eso que las perspectivas de
desarrollo nacional, deben de recoger las perspectivas locales y
regionales; son éstas las que deben alimentar ese Gran
Proyecto
Nacional, tantas veces postergado por las coyunturas
políticas y por las diferencias de nuestra clase
política.
Los gobierno locales gozan de tradición; existen
-incluso- desde antes del nacimiento del Estado peruano, es
decir, desde la colonia; posteriormente las Juntas
Departamentales y los Consejos Departamentales, se constituyeron
en el nivel interlocutor entre el gobierno central y los
gobiernos locales; apuesto por una descentralización que
siente sus bases en los gobiernos locales y, en los actuales
departamentos como Región -o como quieran
llamarlos-.
La mayoría de experiencias de gobiernos
subnacionales o subestatales, han tomado como base a las
circunscripciones departamentales, como fueron los casos de las
Juntas Departamentales de 1823, 1828, 1856 y, 1867 ó, los
Concejos Departamentales de 1873 y 1933; por eso, está
más arraigado en las conciencias populares el concepto de
Departamento.
Actualmente en nuestro país se está dando
un proceso de regionalización -para algunos impuesto desde el
CND-; por lo que es importante que no confundamos a la
descentralización con la regionalización; mientras
la primera es la democratización del ejercicio del poder a
través de una distribución del mismo a niveles
subestatales, la segunda, es una forma, una de las tantas formas
que se han ideado, para implementar la descentralización,
uno de los tantos experimentos.
El debate nacional sobre la descentralización es
tan amplio, que no todos hablan el mismo lenguaje; hay
tantas posiciones al respecto que, hay quienes hablan de
macroregionalización, otros de regionalización,
inclusive de departamentalización y, de
municipalización; hay tantas propuestas como ofertas
electorales. Tanto es el discurso que
se vende, que el común de los peruanos ha llegado al
extremo de no saber identificar qué es realmente la
descentralización y la confunden con esto que llaman
regionalización.
Son cosas diferentes y no podemos caer en la
irresponsabilidad de confundir a la sociedad peruana.
Se pretende integrar a las circunscripciones
departamentales afines, en un nuevo núcleo de poder al que
se va a denominar Gobierno Regional –cuando
transitoriamente los Departamentos han venido funcionando desde
el 2003 como Gobiernos Regionales-; esto es una clara muestra de
cómo se está confundiendo a la sociedad, no
sé si para atender a intereses subalternos; pero no se dan
cuenta que lo único que van a conseguir es alejar cada vez
más a la ciudadanía del Poder de decisión y,
van a crear más burocracia, cuando la tendencia es acercar
el poder a la ciudadanía y reducir al Estado para hacerlo
más eficiente.
Van a desaparecer las identidades ya configuradas y
formadas -sobre la base de los departamentos y las provincias
(Gobiernos Locales)-, al crearse estos monstruos; si a las
finales somos un Estado Unitario ¿para qué
complicarnos?, tomemos a los Departamentos y a los gobiernos
locales, como la base de un verdadero proceso de
descentralización, y esto no quiere decir que las
provincias de diferentes departamentos hagan negocios entre
ellas mismas; al final todos seguiremos siendo peruanos,
¿o no?.
Lo que se necesita, es una verdadera voluntad
política y acción
ciudadana, porque la descentralización no es una idea que
tenga dueño, no es propiedad de
un grupo
político; es el anhelo de la nación
peruana.
Bibliografía
La Descentralización en el Perú
Republicano (1821 – 1998) PEDRO PLANAS SILVA – Lima
Perú, 1998
Exposición de Elmer Cuba en la Conferencia Anual
Ejecutivos CADE 2000 – 2001, IPAE, Lima Perú,
2001
Separatas sobre Descentralización – Frentes
Regionales del Perú
Por
Raúl Antonio Bravo Sender
Estudiante de Derecho y Ciencias
Políticas
Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica –
Perú
Categoría : Derecho
Constitucional Derecho Regional