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Deuda Externa




Enviado por acbrecciaroli



    1. Los primeros empréstitos
      de la época de las guerras civiles
    2. El Granero del
      Mundo
    3. La guerra, la deuda y el
      movimiento nacional
    4. La segunda Gran Guerra y el
      segundo movimiento nacional
    5. De nuevo el
      endeudamiento
    6. De nuevo la voluntad
      popular
    7. Represión,
      reconversión económica y
      endeudamiento
    8. "La administración de
      la crisis"
    9. El menemismo en el
      poder
    10. La gestión de De la
      Rúa
    11. Tasa de Mortalidad
      infantil
    12. Argentina: endeudamiento y
      dictadura militar
    13. Cancelación de la deuda
      durante el período comprendido entre los gobiernos
      peronistas
    14. Endeudamiento forzado de las
      empresas públicas
    15. Cuando los liberales estatizan
      es peor que cuando privatizan
    16. Argentina: La
      negociación de la deuda externa
    17. De que manera cada ciudadano
      argentino paga la deuda
    18. ¿Cuál es el monto
      actual de la deuda externa Argentina?
    19. Conclusión
    20. Bibliografía

    Introducción

    Durante la dictadura
    militar, mediante una fraudulenta fuga de las divisas que
    ingresaron al país como préstamos, con el supuesto
    objeto de constituir reservas en el Banco Central. La
    fuga de capitales se efectuó entre 1980 y 1983, mediante
    una quiebra masiva de
    bancos y
    financieras, y mediante un mecanismo denominado
    "seguro de
    cambio
    ", que garantizaba el
    precio futuro
    de las divisas, pese la enorme inflación
    existente.

    Durante los 90 la convertibilidad garantizó a los
    especuladores un dólar barato y se facilitó el
    endeudamiento externo y la fuga de divisas. Así es como se
    originó la Deuda Externa
    Argentina y en este trabajo se
    mostrará tanto de su pasado como su presente.

    RESEÑA
    HISTÓRICA

    Los primeros
    empréstitos de la época de las guerras
    civiles.

    A través de la historia
    Argentina se verifica el doble rol que juega la deuda
    externa: como herramienta de saqueo, provocando un permanente
    drenaje de la riqueza del país, y como instrumento de
    dominación, pues impone "modelos
    económicos" altamente perjudiciales para el pueblo
    Argentino.

    La génesis de la deuda externa solo puede
    explicarse a la luz de las nuevas
    relaciones de dependencia inauguradas por una revolución
    que no fue capaz de transformar la estructura
    económica heredada de la colonia. La revolución de
    1810 fue una revolución política
    separatista-anticolonial, que solo consumó una tarea
    democrático burguesa: la independencia
    político formal.

    La Argentina pronto cayo en una nueva forma de
    dependencia europea; en lugar de profundizar los cambios
    radicales que postulaba Mariano Moreno para alcanzar una real
    liberación nacional, las fraccione de la clase
    dominante criolla (ganaderos y burguesía comercial)
    prefirieron perpetuar la función de
    productores-exportadores de materias primas e importadores de
    manufactura
    extranjera.

    Sin embargo, la Argentina no se convirtió en semi
    colonia inglesa sino hasta fines del siglo XIX. De 1810 a 1880,
    aproximadamente fue un país dependiente del mercado mundial,
    pero pudo conservar sus riquezas básicas, fenómeno
    que dio lugar a un importante proceso de
    acumulación interna de capital en
    parte mediatizados por el pago de los elevados servicios de
    la deuda externa.

    Un inconveniente principal fue el claro antagonismo
    entre Buenos Aires, por
    un lado –interesada en exportar los productos de
    su ganadería
    y en importar las mercancías extranjeras-, y el interior
    por el otro, carente de productos exportables, pero poseedor de
    una rudimentaria industria
    abastecedora del mercado interno, afectada por la libre introducción de productos
    foráneos.

    Los primeros empréstitos no fueron firmados por
    la Nación
    Argentina sino por las autoridades de Buenos Aires que
    había establecido relaciones de dependencia con los
    capitalistas ingleses, ya sea por la exportación de sus productos ganaderos o
    por la importación de artículos
    manufacturados que frustraron la oportunidad (entonces factible)
    de crear una industria nacional. En consecuencia, las provincias
    terminaron pagando una deuda que nunca contrajeron.

    El 17de diciembre de 1824 el Gobierno de
    Buenos Aires aprobó el empréstito de un 1.000.000
    de libras esterlinas gestionado inicialmente por el ministro
    Bernardino Rivadavia.

    El interés
    anual de la deuda era más o menos de 65.000 libras
    esterlinas, o sea más o menos el 13% de los ingresos de la
    provincia de Buenos Aires en el año 1824. Para una
    economía
    de tipo primitivo esta carga podría considerarse grave,
    pero si las suposiciones resultaran correctas sería
    tolerable. Las suposiciones eran: que se reduciría el
    presupuesto del
    departamento de guerra, que se
    aumentaría o por lo menos se mantendría el volumen existente
    del tráfico comercial, del cual el Estado
    obtenía importantes recursos.

    Los objetivos
    perseguidos con la contratación del empréstito de
    Baring eran dotar de un puerto moderno y aguas corrientes a
    Buenos Aires, a demás de fundar pueblos en la frontera con
    los indios. Pero en definitiva gran parte del dinero fue
    empleado en la fundación de un banco y en los gastos de la
    guerra contra el Brasil.

    Colocado en Londres al 70% de su valor escrito.
    El préstamo se redujo a 700.00 libras, y como el
    prestamista comenzó retenido el servicio
    correspondiente a dos anualidades, de
    aquellas quedaron solo 70.000. Pero Baring Brothers no
    mandó oro, sino
    órdenes de pago contra comerciantes ingleses de Buenos
    Aires, donde no había oro.

    Según los cálculos más favorables
    en oro sólo se recibieron, por todo, 85.000 libras.
    Semejante operación que significaba transferir nuestra
    soberanía a Inglaterra
    dejó endeudado al país en un millón de
    libras esterlinas cuyo pago importaba un servicio anual de
    325.000 pesos oro durante 40 años.

    Como era previsible, a los dos años los servicios
    del empréstito dejaron de abonarse. El gobernador Manuel
    Dorrego no cumplió con las obligaciones y
    Rosas, más
    tarde se lamentaba pero tampoco pagaba. Ante la presión de
    Baring, Rosas encomendó al diplomático Manuel
    Moreno para que tantease la posibilidad de canjear la deuda por
    las Islas Malinas.

    Durante su largo gobierno, Rosas para algunas
    mensualidades, pero a penas al 20% de los intereses
    correspondientes, interrumpiendo los pagos en 1845 cuando se
    produce el bloqueo anglo-francés por el río
    Paraná. En cambio
    después de Caseros, el grupo Mitrista
    que pasa a controlar la provincia de Buenos Aires se preocupa por
    arreglar las cuentas con el
    imperio: envía a Norberto de la Riesta a Londres para la
    renegociación. De la Riesta reconoce en 1824 una deuda en
    concepto de
    capital por 977.000 libras e intereses, más intereses de
    intereses, que alcanzan a 1.641.000 libras, de modo que aquellas
    escasas libras giradas al Río de la Plata se han
    convertido en 2.618.000 . Como se comprende, por esta
    módica suma se recupera el honor de la Nación,
    mancillado en todos esos años por la falta de cumplimiento
    de estas obligaciones financieras.

    Cuando el Mitrismo necesita financiación para el
    genocidio que se llamará "Guerra de La Triple Alianza,
    envía a de la Riesta a Londres. Este obtiene allí
    un nuevo empréstito por 2.500.000 libras cuyos
    títulos se colocan, en su mayor parte, a 72,5% y que
    restado sus gastos y comisiones deja un remanente de 1.735.703
    libras, con una evaporación de 800.000 libras, originada
    en el "riesgo
    país". En esta oportunidad, los ingleses hacen notar que
    otorgan el préstamo "más a de la Riesta por su
    trayectoria, que a la Argentina".

    Al concluir la presidencia de Mitre la deuda externa se
    haya cercana a los cinco millones de libras
    esterlinas.

    Su sucesor, Domingo Sarmiento, también toma
    fondos externos, con motivos de deudas ocasionadas por la
    mencionada guerra fraticida y a si mismo para algunas obras
    públicas, como también para armarse ante la
    insurrección de unos de los últimos caudillos
    federales, Ricardo López Jordán. En 1874, al
    culminar el período presidencial de Sarmiento, puede
    estimarse que la deuda externa oscila alrededor de 14.500.000 de
    libras y el pago de los servicios anuales por amortización e intereses constituye ya un
    ítem importante en el presupuesto del Estado.

    "El granero del
    Mundo"

    Durante la presidencia de Mitre se han instalado los
    cimientos de la Argentina agropecuaria semicolonial que luego se
    denominara "el granero del mundo".Por u lado, se ha sofocado
    violentamente la disidencia manifestada por las provincias
    interiore- el degüello de "chacho" Peñalosa es el
    trágico símbolo de esa represión- así
    como se ha destruido el ejemplo de desarrollo
    autónomo levantado por los López en Paraguay. Por
    otro, se han otorgado las principales concesiones ferroviarias al
    capital ingles, se ha radicado en Buenos Aires el Banco de
    Londres y América
    del Sur y se ha lanzado una política librecambista a
    ultranza, con una notable importación de manufacturas
    europeas, preferentemente británicas. Luego vendrán
    las compañías de seguros, las grandes casas
    comerciales importadoras los consorcios exportadores y los
    frigoríficos.

    Años después se llegara a apreciar que las
    condiciones excepcionales de la pampa húmeda- fertilidad y
    clima-permiten
    producir carne a costos entre
    cinco y ocho veces menor que los europeos generando una fabulosa
    renta agraria diferencial que reinvertida en la industria,
    podría haber provocado un desarrollo notable de la fuerzas
    productivas Argentina. Sin embargo, esa superutilidad se reparte
    ente el imperialismo
    ingles y la oligarquía nativa, que la despilfarra en
    viajes al
    exterior y consumos suntuarios, entre ellos fabulosos palacios y
    obras publicas monumentales.

    Por supuesto, una buena parte de esa renta agraria
    también fuga con motivo de las utilidades garantizadas a
    las empresas
    ferroviaria, las primas de seguros y fletes
    así como las ganancias de otras empresas extranjeras
    radicadas en el país y los intereses de la deuda externa.
    La libre importación practicada desde 1862 hasta mediados
    del gobierno de Avellaneda provoca, así mismo, balanzas
    comerciales de favorables que vulneran nuestra situaciones
    financiera con el exterior. Recién a partir de 1895 se
    generan resultados positivos en la balanza
    comercial pero, a pesar de ello, lo egresos, por los diversos
    motivos señalados generan balances de pagos negativos, que
    obligan a nuevos endeudamientos.

    Si bien puede admitirse que algunos gobiernos se
    endeudan porque en este país

    todo esta por hacerse- colegios, correos, cuarteles,
    puertos, etc-, también es cierto que por aquel tiempo
    comienza a hablarse de que "nos endeudamos para pagar intereses y
    amortizaciones de nuestras deudas anteriores- lo cierto que es
    que las cifras permiten constatar un crecimiento permanente de la
    deuda externa desde la ultimas décadas del siglo XIX hasta
    la primera guerra
    mundial. Son, aproximadamente, las siguiente, en libras
    esterlinas 1886, 38 millones; 1904, 78 millones; 1916, 121
    millones.

    Desde el punto de vista de la clase dominante, esta es
    la"gran Argentina" "que ocupaba uno de lo primeros lugares en el
    concierto de las naciones de mundo" con datos
    estadísticos altamente favorables en algunas áreas
    de la macroeconomía, como "exportaciones",
    así como también aumento demográfico o tasas
    de alfabetización y mortalidad infantil en el litoral,
    propias de un país europeo.

    A partir de esta información y las visitas de celebridades
    extranjeras la oligarquía construyo la imagen del "gran
    país de nuestros mayores", de cuando "dios era argentino"
    y las "elites inteligentes" que habían creado, en el sur
    de América, un "país blanco y europeo", que
    según esta versión habría de comenzar a
    derrumbarse con la legada al poder de las
    "chusmas" Yrigoyenistas y peor aún, años
    después, de los "cabecitas negras" peronistas.

    Esta historia idílica
    -difundida en los colegios y en los grande matutino
    porteños- por supuesto escamotea hechos políticos
    fundamentales como el fraude electoral
    y los "cosacos" reprimiendo la acción
    de los trabajadores, así como el congreso, la justicia y la
    cátedra universitaria como coto vedado de la gente de
    doble apellido. Pero resulta mas grave el ocultamiento en el
    campo de la economía. Basta solo con analizar el
    crecimiento de la deuda externa para poner en discusión a
    esa supuesto "gran Argentina" .

    Además, el funcionamiento como economía
    complementaria y subordinada al Imperio británico produce
    una gravísima deformación del país: La
    cabeza de Goliat, en torno del puerto
    de Buenos Aires y el otro del país convertido en cuerpo
    raquítico.

    La división internacional del trabajo
    devenía en primitivismo agrario, como lo llamó
    Scalabrini Ortiz, es decir, premeditado no desarrollo industrial,
    ni minero, ni hidroeléctrico, ni pesquero, hundimiento de
    las provincias interiores con altísimas tazas de
    mortalidad infantil y grande desocupación, aliviada solo en época
    de cosecha, desvinculación del resto de América
    Latina al enfilar el país hacia el puerto de Buenos
    Aires apuntando hacia el mercado mundial. Deformaciones que
    también dejan su impronta colonial en el campo de la
    ideología y del arte.

    En ésta Argentina-que algunos con alguna
    voluntad, llaman "colonia próspera…" para un sector
    oligárquico-la deuda externa operó como uno de los
    eslabones de la sumisión, tanto porque su volumen
    importante reducía las posibilidades de soberanía
    como porque sus servicios pesaban fuertemente sobre el sector
    egresos del presupuesto del Estado.

    La consecuencia, en orden político, es obvia, si
    bien se la ocultó prudentemente: Manuel Quintana,
    presidente de la Nación en 1904, había sido por
    muchos años, abogado de las compañías
    inglesas y en 1876, como asesor legal del banco de Londres,
    había llegado a amenazar al Gobierno argentino con la
    cañonera inglesa de Beacon, enviada a rosario para
    defender la propiedad de
    los británicos, entre conflicto con
    una sucursal del banco.

    De Victorino de la Plaza, presidente en 1914, por
    muerte de
    Roque Sáenz Peña, se decía
    que-después de años de estadía y fuertes
    vínculos en Londres con sectores financieros-"hablaba
    inglés
    con tonada salteña". Es la misma línea de Manuel J.
    García, Norberto de la Riestra… y tantos
    otros.

    La guerra, la deuda
    y el movimiento
    nacional

    Se ha convertido en una enseñanza de la historia que los
    países coloniales y semicoloniales pueden aprovechar los
    grandes conflictos
    bélicos interimperialistas para desarrollar sus fuerzas
    productivas, sanear sus finanzas e
    incluso dar paso a movimientos nacionales y populares capaces de
    desalojar del poder a las oligarquías vinculadas al poder
    externo. Aquello que había sucedido en 1810.cuando
    Francia
    inundó España con
    sus ejércitos-se repite en 1916 con la Primera Guerra Mundial.
    El Imperio Inglés reconvierte su economía
    privilegiando la fabricación de armamentos, por lo cual
    reduce sus ventas de
    manufacturas a la Argentina, lo que produce en nuestro
    país un creciente desarrollo de la industria
    nacional.

    Al mismo tiempo, la balanza comercial resulta tan
    fuertemente positiva que absorbe los egresos de la balanza de pagos
    y deja un importante remanente en divisas. Entonces, debilitados
    los lazos con el imperialismo inglés, el gobierno de
    Irigoyen reduce la deuda externa por un importe aproximado de 20
    millones de libras, por lo que frente a los gobiernos
    conservadores, el radicalismo yrigoyenista se caracteriza por una
    importante disminución del endeudamiento.

    En cambio, su nacionalismo
    tiene límites
    agraristas, por lo cual no protege a la industria a concluir la
    guerra, hecho que provoca su declinación hacia 1921.
    Asimismo, esas limitaciones del movimiento policlasista derivan
    en la presidencia de Marcelo T. de Alvear, durante la cual el
    endeudamiento externo vuelve a crecer, especialmente basado en
    empréstitos provenientes de los Estados Unidos.
    Al finalizar el período alvearista, la deuda externa puede
    estimarse que supera en algo los 140 millones de libras
    esterlinas. En cambio, durante el segundo gobierno de Irigoyen
    (1928-1930), el monto vuelve a bajar.

    Durante el gobierno de José Félix Uriburu,
    la deuda crece a razón de nuevos empréstitos
    yanquis, como crece también a principios de la
    presidencia de Agustín P. Justo con el empréstito
    vinculado al convenio Roca-Runciman, pero hacia fines del
    período justicialista se rescatan títulos, en
    general correspondientes a préstamos provenientes de
    Estados Unidos, de la época de Alvear y de
    Uriburu.

    Estas repatriaciones se detienen bajo la presidencia de
    Roberto Ortiz, pero vuelven a producirse cuando Ramón
    Castillo lo releva en el poder. Así, el golpe del 4 de
    junio de 1943 encuentra a la Argentina con una deuda externa
    cercana a los 80 millones de libras esterlinas que, dada la
    declinación del imperialismo inglés, resulta
    más correcto expresar en dólares: alrededor de 325
    millones de dólares.

    La segunda Gran
    Guerra y el segundo movimiento nacional

    La crisis
    económica mundial iniciada en 1929 ha operado en la
    Argentina favoreciendo –a partir de 1935- un proceso de
    desarrollo de la industria nacional, cuya producción va sustituyendo gran parte de
    los productos importados.

    La obtención de fuertes superávits en la
    balanza comercial, que han permitido reducir la deuda externa en
    los últimos años de la década del 30, se ha
    acentuado con el estallido de la guerra, de manera que, entre
    1944 y 1945, al tiempo que no se toman nuevos préstamos,
    se repartían títulos por 50 millones de
    dólares que, sumados a las amortizaciones del
    período, permite reducir la deuda a 264 millones de
    dólares.

    Juan Perón
    triunfa en las elecciones presidenciales del 24 de febrero de
    1946. Puesto en marcha un proyecto de
    liberación nacional que recupera para la Argentina los
    principales resortes de su economía que estaban en manos
    del capital extranjero (Banco Central, nacionalización de
    depósitos bancarios, comercio
    exterior, servicios
    públicos, puertos, etc.) e impulsado el crecimiento
    industrial, con fuerte ampliación del mercado interno y
    notable avance de las conquistas sociales de los trabajadores,
    también se producen importantes cambios respecto de la
    deuda externa. Entre 1946 y 1948 se rescata el total de
    títulos, lo cual permite al gobierno afirmar que se ha
    logrado la independencia económica ya que, por primera vez
    en muchos años, "tenemos deuda externa cero".

    La discriminación que sufre la Argentina en la
    participación de venta de carnes y
    cereales dentro del Plan Marshal, dos
    sequías que provocan una fuerte baja de las exportaciones
    y la inconvertibilidad de la libra, decidida unilateralmente por
    Gran Bretaña, impiden el pago de deudas en Estados Unidos
    por 125 millones de dólares, que son refinanciados por la
    misión
    Cereijo, a través de un crédito
    del Eximbank. Esta deuda se halla reducida al producirse el golpe
    de septiembre de 1955 que derroca a Perón, por lo cual a
    esa fecha existía una deuda de 57 millones de
    dólares.

    Sin embargo, habitualmente las estadísticas dan (para 1955) un
    endeudamiento externo cercano a los 750 millones de
    dólares. Esto obedece a que al producirse el golpe militar
    la Argentina tenía deudas por alrededor de 650 a 700
    millones de dólares que iban compensando con nuevas
    operaciones de
    exportación; pero en 1956 el gobierno Aramburu dio por
    caídos esos convenios de deuda flotante convirtiendo el
    saldo en deuda financiera exigible.

    De nuevo el
    endeudamiento

    A partir de septiembre de 1955, los sectores dominantes
    ligados al capital extranjero recuperan el poder. Entonces,
    comienzan a alternarse en el Ministerio de Economía
    aquellos personajes que configuran lo que se denominó "el
    elenco estable de los economistas del sistema". Esta
    rotación se conjuga con la incorporación de la
    Argentina del FMI, decidida por
    el gobierno presidido por Pedro Eugenio Aramburu, en 1956, al
    mismo tiempo que se desnacionalizan los depósitos
    bancarios, se liquida el control estatal
    sobre el comercio
    exterior y se anula la reforma constitucional de 1949, dejando
    sin efecto el artículo 40, protector de nuestros recursos
    naturales. No debe extrañar, pues, que la Argentina
    entre de nuevo en el círculo letal del endeudamiento, con
    nuevos créditos para pagar los intereses de
    préstamos anteriores y con una cada vez mayor
    sumisión a los dictados del FMI.

    Al concluir el período de la llamada
    "revolución libertadora" (1958) la deuda externa ya pasa
    los mil millones de dólares. Al caer Frondizi, en marzo de
    1962, se la puede estimar en 1.800 millones de dólares y
    cesar el gobierno "títere" de José María
    Guido, en julio de 1963, bordea los 2.100 millones.

    La llegada al poder de hombres de la intransigencia
    nacional del radicalismo, como el presidente Arturo Illia,
    implica una experiencia de tímidas posiciones
    nacional-agraristas que se expresan en una mayor independencia
    respecto de los dictados del FMI y también en una cierta
    reducción de la deuda
    pública de algo más de 300 millones de
    dólares. Al producirse el golpe militar que derroca a
    Illia, el 28 de junio de 1966, el endeudamiento público
    externo alcanza 1.768 millones de dólares.

    Los militares regresan al poder., Si ya bajo el gobierno
    de Arturo Frondizi se habían producido importantes
    radicaciones de capital norteamericano, ese proceso se
    acentúa ahora bajo el totalitarismo se Juan Carlos
    Onganía: Krieger Vasena, estrechamente ligado a los
    monopolios internacionales, ocupa el Ministerio de
    Economía. Cuando cesa, salta al directorio de Swift Delect
    International y, luego, a un cargo directivo en el FMI. El
    general Juan Enrique Guglialmelli denuncia la gravísima
    extranjerización del aparato productivo del país
    producida en esos años y, por supuesto la deuda crece.
    Cuando los militare regresan a los cuarteles para que vuelvan a
    decidir las urnas, la deuda externa arrima a los 3.800 millones
    de dólares.

    De
    nuevo la voluntad popular

    El 11 de marzo de 1973, Héctor J. Cámpora
    asume el 25 de mayo. Perón regresa el 20 de junio y en las
    elecciones del 23 de septiembre de ese año triunfa por
    amplia mayoría.

    A fines de 1973, la deuda externa pública ha
    disminuido a 3.559 millones de dólares. Sin embargo, el
    antagonismo interno del peronismo se
    agudiza, y cuando muere Perón (1 de julio de 1974) los
    enfrentamientos se agravan. Isabel Perón asume el
    gobierno. Al producirse el golpe militar del 24 de marzo de 1976,
    alcanza 5.295 millones de dólares.

    Represión,
    reconversión económica y
    endeudamiento

    La vieja oligarquía agropecuaria y el
    imperialismo norteamericano venían sufriendo un largo
    desencuentro histórico. Las inversiones
    yanquis no dejaban de constituir una inserción en el viejo
    país agropecuario. Ahora, sin embargo, como uno de los
    cerebros de la conspiración y munido de un plan
    económico, aparece José Alfredo Martínez de
    Hoz quien ha sabido entablar fuertes vínculos con el grupo
    Rockefeller.

    Desde el Ministerio de Economía, Martínez
    de Hoz establece el escenario favorable para ese "capitalismo
    financiero dependiente", a través de la absoluta libertad para
    los movimientos de capitales y para las tasas de
    interés. De este modo se desarrolla una inmensa
    especulación, un fuerte endeudamiento externo (tanto
    público como privado) para hacer posibles estos negocios y
    también fuga de capitales, para poner a buen resguardo las
    ganancias obtenidas.

    Al mismo tiempo, la apertura económica inunda el
    mercado interno con mercadería extranjera. Así
    mismo, el peso sobrevaluado facilita aún más las
    importaciones y
    constituye la base para un intenso turismo argentino en el
    exterior. Por otra parte, el endeudamiento externo privado recae
    finalmente sobre las espaldas del pueblo argentino a
    través de seguros de cambio. Los liberales, que
    ansían privatizarlo todo, estatizan, sin embargo, la deuda
    privada, como asimismo estatizan la empresa de
    electricidad
    CIADE por un valor varias veces superior al de sus instalaciones,
    según su denuncia oportunadamente.

    Esta política
    económica no solo transfiere riqueza del sector
    productivo y financiero sino que además provoca una
    redistribución fabulosa de ingresos en perjuicio de los
    trabajadores y el pueblo argentino en general. De aquí
    nacen, asimismo, nuevos grupos
    económicos, cuyos antecedentes permitían suponerlos
    una posible burguesía nacional, pero que prefirieron
    transnacionalizarse, ligándose a bancos extranjeros y
    buscando el mercado externo, merced al "bajo costo argentino"
    obtenido a través de la superexplotación del
    trabajo nacional.

    Como se comprende, un apolítica de este tipo en
    exclusivo beneficio de minorías nativas y extranjeras
    puede aplicarse merced a una siniestra represión que
    asesina a 30.000 compatriotas, crea campos de
    concentración, aplica "vuelos de la muerte" e
    incluso llega al secuestro de
    bebés.

    Las superutilidades logradas, fugadas en su mayor parte,
    tienen su contrapartida en un aumento notable de la deuda externa
    que no se traduce en inversión productiva alguna. Cuando el
    "proceso" entra en declinación, después del fracaso
    en Malvinas, no
    existe otro camino para lo militares que el repliegue por lo cual
    convocan a elecciones para esa época ( 1983), la deuda
    pública externa, que era de 5.295 millones de
    dólares en 1976, alcanza a 30.107 millones de
    dólares.

    "La
    administración de la crisis"

    Cuando llega el 31 de octubre de 1983 y debe concurrir a
    las urnas, la mayoría de los argentinos sólo
    ansía cicatrizar sus heridas. Así, la propuesta de
    Raul Alfonsín dirigida a garantizar la democracia
    formal resulta ganadora.

    En lo referido a la deuda externa, el presidente radical
    había prometido una investigación para distinguir aquella que
    era legitima (organizada en autopréstamos, maniobras
    financieras, deudas canceladas cuyo pago no había sido
    registrado, tazas de interés desmesuradas,
    etc.).

    Pero la investigación se para liza y se
    continúa pagando los servicios de la deuda cada vez con
    mayor peso y nada presupuesto del Estado.

    Mientras desde 1982, se tramita un juicio impulsado por
    un patriota contra todos los responsables de los manejos
    atinentes a ese endeudamiento durante el "proceso", pero el
    gobierno no adopta ,medida alguna, prefiriendo adaptarse a las
    precisiones del gran poder económico nativo e
    internacional.

    Cuando ya no puede más el presidente
    Alfonsín cesa en el pago de los intereses de la deuda
    (marzo de 1988). Cuando ya no puede más devalúa (6
    de febrero de 1989), provocando la furia de quienes no
    conocían sus intenciones y se quedaron con pesos, con la
    consiguiente perdida. Esos grupos económicos promueven,
    entonces un golpe de Estado
    financiero, reteniendo dólares lo que provoca una
    estampida de la devisa extranjera y un proceso hiperinflacionario
    que arrasa con el gobierno radical.

    Derrotado por el justicialismo en las selecciones del 14
    de mayo de 1989 el radicalismo abandona la Casa Rosada, con
    anterioridad a los plazos legales, imponente para continuar
    gobernando. Para entonces, la deuda pública externa se
    halla casa duplicada respecto de 1983: de 30.107 millones de
    dólares se eleva ahora a casi 58.000 millones.

    Asimismo, en ese período, "el nuevo poder
    económico" gestado durante "el proceso", completa su
    consolidación.

    El menemismo
    en el poder

    Carlos Menem asume al
    gobierno el 8 de julio de 1989.

    La política económica del período
    menemista resguarda y profundiza "el modelo"
    implantado por la dictadura
    "procesista". La hiperinflación desencadenada en 1989 es
    controlada a partir de 1991 a través de una
    política económica de astringencia monetaria y
    altos intereses, basada en la convertibilidad que fija la
    equivalencia un peso = un dólar. El primer efecto de las
    medidas adoptadas (al lograr una estabilidad que garantiza el
    crédito) produce cierta reactivación. Pero
    ésta es temporaria y cuando ese efecto se agota, a
    mediados de la década, la recesión se instala "para
    quedarse".

    En primer término, el menemismo se preocupa por
    resguardar los intereses de los acreedores externos a
    través del Plan Brady, concertado en 1992. por éste
    se canjean los viejos bonos de deuda en
    poder de los bancos extranjeros por nuevos bonos Brady, con buena
    cotización por las nuevas garantías, que pasan a
    manos de tenedores particulares, con lo cual los bancos se
    liberan del peligro que quiebra ante una cesación de
    pagos. Asimismo, al producirse esta reconversión se
    debilita la posibilidad de aplicar la política de
    distinguir deuda legítima y deuda ilegítima. El
    Brady permite, además, cobrar los intereses atrasados
    desde marzo de 1988.

    Estas ventajas de los acreedores externos se presentan
    como pequeñas concesiones de la Argentina ante la
    bondadosa quita ofrecida por los acreedores que al principio se
    evaluaba sobre el total de la deuda y que finalmente se
    aplicó sobre un pequeño porcentaje.

    Poco después se asiste al otorgamiento de nuevos
    beneficios al sector financiero a través de la
    "capitalización de deuda externa". Ésta viene a
    complementar la vieja aspiración reaccionaria de
    privatizar las empresas públicas.

    La "capitalización" permite comprar activos
    entregando títulos de baja cotización a los cuales
    el Estado argentino les reconoce su valor nominal entero con
    presencia de su valor real.

    De este modo, los títulos de la deuda externa
    constituyen una de las armas más
    poderosas para la destrucción de una franja
    importantísima de la economía nacional, desde la
    telefonía y los transportes hasta las
    acerías, desde la distribución de energías hasta
    puertos, bancos y rutas. Se trata, en general, de empresas con
    mercados
    cautivos, muchas de ellas superavitarias, que se entregan con
    valuaciones muy inferiores a su valor patrimonial real, con
    previa alza de tarifas y ajustes posteriores por inflación
    de Estados Unidos, exenciones impositivas, pasivos a cargo del
    Estado, etc..

    A su vez, los altos interese internos deterioran toda
    posibilidad productiva, mientras la importación crece, no
    sólo por la amplia apertura económica sino porque
    el peso sobrevaluado la abarata. De ahí el déficit
    comercial que comienza a carcomer al sistema, aún
    más notable en los valores de
    la balanza de pagos. Este modelo sólo funciona con
    endeudamiento externo, señalan sin vacilación los
    economistas del campo antiimperialista. Los datos de crecimiento
    de la deuda externa, en el período menemista en
    dólares, son los siguientes:

    1992

    59.123

    1993

    67.803

    1994

    74.632

    1995

    87.091

    1996

    97.105

    1997

    101.100

    1998

    104.000

    1999

    121.877

    El endeudamiento se ha publicado, no obstante que la
    privatización de empresas, a través
    de la "capitalización de la deuda", logró repatriar
    una importante cantidad de títulos. Esto ratifica lo
    afirmado en el sentido de que este "modelo" funciona sólo
    con fuerte endeudamiento externo.

    Como consecuencia, los intereses de la deuda se
    incrementan, provocando, a su vez, nuevo endeudamiento: pasan de
    2.129 millones de dólares en 1989 a 8.200 en
    1999.

    Asimismo, crece nuevamente la deuda externa privada: de
    70 millones de dólares en 1990 a 10.566 millones en 1996,
    y nuevamente se escuchan voces en el sentido de que el Estado se
    ocupe, como veinte años, de crear mecanismos para aliviar
    a estos empresarios endeudados, es decir, una nueva
    "estatización de la deuda privada".

    El total de la deuda, cuando el nuevo presidente electo,
    Fernando De la Rúa, asume el cargo sucediendo a Menem,
    alcanza los siguientes valores:

    • Deuda del Estado nacional: 121.877.000.000 de
      dólares.
    • Deuda de provincias y municipios: aproximadamente
      20.000.000.000 de dólares.
    • Deuda externa privada: aproximadamente entre
      40.000.000.000 y 45.000.000.000 de dólares.

    La gestión
    de De la Rúa

    (1999-diciembre de 2001)

    El gobierno de la Alianza continuó, en lo medular
    del sistem económico, a los gobiernos que se vienen
    sucediendo desde 1976 y, en este sentido, el reclamo popular "que
    se vayan todos" es la respuesta que condensa el repudio a esa
    política y a sus servidores.

    Las últimas cifras, a diciembre del 2001 cuando
    el "cacerolazo"
    provoca la renuncia de De la Rúa:

    • Deuda pública externa del Estado nacional:
      132.143.000
    • Deuda externa de provincias y municipios:
      22.000.000
    • Deuda externa privada (valor aproximado):
      60.000.000

    El total del endeudamiento alcanza a 214.143.000.000 de
    dólares.

    El pueblo argentino está viviendo, o mejor dicho,
    dejando vivir, sometido a una expoliación permanente, uno
    de cuyos instrumentos es la deuda externa. La pérdida de
    soberanía frente a los grandes poderes mundiales
    regentados por los organismos internacionales facilita la
    imposición de políticas
    económicas antipopulares que en veinticinco años
    han destruido la mayor parte del aparato industrial nacional y el
    empleo,
    así como los sistemas
    previsional, de educación y salud, colocando a la mitad
    de los argentinos por debajo de los índices de pobreza.

    Con la caída del gobierno de la Alianza y la
    asunción del presidente Adolfo Rodríguez
    Saá, elegido por la Asamblea Legislativa, se declara el
    "default" técnico, que no es ni más ni menos que la
    incapacidad del Estado para captar los recursos necesarios para
    cumplir con los servicios anuales de la deuda externa.
    A la luz de los acontecimientos históricos se deduce que
    tanto gobiernos de facto como democráticos han actuado de
    modo irresponsable y reprobable en el manejo de la deuda
    externa.

    Sin embargo, los grupos que se alternan en el poder y
    hasta aparecen enfrentados por criterios diferentes, en realidad
    buscan los mismos objetivos. Pensamos que mientras esos grupos no
    sean separados de la administración del Estado y sometidos a un
    verdadero juicio histórico no existirá posibilidad
    alguna para la Nación Argentina.

    2000

    140.055.000.000

    2001

    154.951.000.000

    2002

    171.198.000.000

    2003

    178.795.000.000

    2004

     

    Como se puede apreciar, la Deuda Externa es hasta hoy
    uno de los principales protagonistas de nuestra
    postración.

    Tasa de Mortalidad
    infantil por 1.000 nacidos vivos, según provincia de
    residencia de la madre

    1980

    1981

    1982

    1983

    1984

    1985

    1986

    1987

    1988

    1989

    1990

    1991

    33.2

    33.6

    30.5

    29.7

    30.4

    26.2

    26.9

    26.6

    25.8

    25.7

    25.6

    23.8

    Argentina:
    endeudamiento y dictadura militar

    El período durante el cual la deuda Argentina
    literalmente explotó, corresponde al de la dictadura
    militar del general Videla (1976-1981).

    La política económica promovida por
    Martínez de Hoz. Ministro de Economía de la
    dictadura, a partir del 2 de abril de 1976 marca el inicio
    de un proceso de destrucción del aparato productivo del
    país, creando las condiciones para una economía
    especulativa que desbastó el país. La mayor parte
    de los préstamos otorgados a la dictadura Argentina,
    provenían de bancos privados del Norte. Estos contaban con
    el total acuerdo de las autoridades de los Estados Unidos (tanto
    de la Reserva Federal como de la Administración norteamericana).

    Los "maestros" argentinos de la política de
    endeudamiento eran el Ministro en Economía Martínez
    de Hoz y el Secretario de Estado para la Coordinación y la Programación Económica, Guillermo
    Walter Klein. Para obtener préstamos de los bancos
    privados, el gobierno exigía de las empresas
    públicas argentinas que se endeudaran con los banqueros
    privados internacionales. Las empresas públicas se
    convirtieron entonces en una palanca fundamental para la
    desnacionalización del Estado, a través de un
    endeudamiento que entrañó el abandono de una gran
    parte de la soberanía nacional.

    Evolución de la deuda externa 1975 -1985 (en
    millones de dólares)

    Año ………..Deuda total ……Aumento
    1975……….7 875
    1976……….8 280……………..5,14%
    1977……….9 679……………16,9 %
    1978………12 496……………29,1%
    1979………19 034……………52,32%
    1980………27 072……………42,23%
    1981………35 671……………31,76%
    1982………43 634……………22,32%
    1983………45 087……………..3,33%
    1984………46 903……………..4,02%
    1985………48 312……………..3%

    Cancelación de la deuda durante el
    período comprendido entre los gobiernos
    peronistas

    Una de las medidas más importantes del primer
    gobierno de Perón fue la cancelación casi total de
    la deuda externa, hecho histórico que permitió que
    el país y, particularmente, el Estado pudiera invertir las
    divisas que antes se drenaban a los centros imperialistas en el
    proceso de acumulación interna. Si bien es cierto que los
    servicios de la deuda habían disminuido a fines de la
    década del 30 a menos del 20% de las exportaciones,
    todavía quedaba un remanente de empréstitos
    anteriores que, con un acertado criterio nacional, Perón
    decidió cancelar.

    Para adoptar esta medida, cuya importancia no ha sido
    debidamente apreciada por quienes anteponen ideología a
    análisis científico de la realidad,
    la Argentina contaba en 1946 con una reserva cercana a los 2000
    millones de dólares.

    Pero en vez de invertir el saldo que quedaba, luego de
    pagar la deuda externa, el gobierno peronista utilizó 1500
    millones de dólares para comprar los ferrocarriles que los
    ingleses querían vender desde mediados de la década
    de 1930. El presidente Justo había ya hecho la primera
    adquisición, manifestando en 1938 que eso formaba parte de
    una "nueva orientación en materia
    ferroviaria, cual es la adquisición paulatina por el
    Estado de las empresas particulares que explotan hoy el servicio
    ferroviario".

    Después de esta operación y del pago de la
    indemnización por la nacionalización de la
    Unión Telefónica y empresas eléctricas, al
    Estado sólo le quedaron unos 370 millones de
    dólares. Y todavía le faltaba cancelar una deuda de
    125 millones de dólares a los Estados Unidos, para lo cual
    fue necesario contratar en 1949 un "empréstito por la
    misma suma, destinado 108 millones a lo que debíamos y el
    resto a la compra de locomotoras y quipos para el servicio
    telefónico".

    Para obtener este préstamo Perón dio
    garantías a los Estados Unidos en orden autorizar la
    transferencia de la cede de la empresa Swift a
    ee país, con todas sus ganancias, y la promesa de un
    arreglo "decoroso"con la American and Foereign Power (ANSEC), que
    exigía 60 millones de dólares de
    indemnización por haber sido nacionalizada. La
    misión Cereijo fue la encargada de concretar estas
    promesas. En compensación el Eximbank otorgó un
    préstamo de 60 millones de dólares a Somisa para
    que pueda poner en marcha la planta de San
    Nicolás.

    En definitiva, el banco de Exportación e
    Importación concedió el crédito de 125
    millones de dólares en consideración a que "el
    gobierno Argentino -comentaba "La Prensa"-
    aceptó realizar los mayores esfuerzos financieros para
    liquidar los saldos pendientes adeudados a las
    compañías norteamericanas por utilidades,
    regalías y deudas". Si no se hubiera pagado esto, "no
    hubieran podido comprar más
    mercaderías".

    En síntesis,
    el peronismo logró sanear en gran medida la deuda durante
    primeros años de posguerra, pero volvió a
    endeudarse, aunque moderadamente, en las postrimerías de
    su gestión. Un informe elaborado
    por el Banco Central en 1970 entregó un balance de la
    deuda externa entre 1939 y 1969, en el que señalaba que en
    estos 30 años la Argentina obtuvo 170 créditos
    oficiales externos, la mayoría de ellos –160- a
    partir de 1955. Entre 1939 y 1955 no hubo casi endeudamiento, ya
    que los cinco créditos de 1939 a 1946 no alcanzaron a 90
    millones; y los de 1946 a 1955 apenas bordearon los 200 millones
    de dólares. El servicio de la deuda externa en 1949
    sólo significó un desembolso de 9 millones de
    dólares, cifra que subió a 17 millones en 1955 y a
    44 millones en 1957.

    Endeudamiento
    forzado de las empresas públicas

    Esto es tan así que por ejemplo, la principal
    empresa pública argentina, la petrolera YPF (Yacimiento
    Petrolíferos Fiscales), fue forzada a endeudarse en el
    exterior aunque disponía de recursos suficientes para
    sostener su propio desarrollo. En el momento del golpe militar
    del 24 de marzo de 1976, la deuda externa de YPF se elevaba a 372
    millones de dólares. Siete años mas tarde, al
    terminar la dictadura, esta deuda se elevaba a 6.000 millones de
    dólares. Su deuda se multiplicó por 16 en siete
    años.

    Casi ningún monto de esa deuda en divisas
    extranjeras fue a parar a la caja de la empresa; quedaron en
    manos de la dictadura. Bajo la dictadura, la productividad del
    trabajador de YPF aumentó un 80%. El personal se
    redujo de 47.000 a 34.000 trabajadores.

    La dictadura, para aumentar las entradas a su caja,
    bajó a la mitad el dinero por
    comisiones que iba a YPF por la venta de combustibles. Es
    más, YPF fue obligada a refinar el
    petróleo que extraía, en las multinacionales
    privadas Shell y Esso, aunque podía, dada su buena
    situación financiera al comienzo de la dictadura, dotarse
    de una capacidad de refinación acorde a sus necesidades
    (complementando la de sus refinerías de: La Plata,
    Luján de Cuyo y Plaza Huincul).

    En junio de 1982, todo el activo de la sociedad
    estaba prendado por las deudas.

    Cuando los liberales
    estatizan es peor que cuando privatizan

    Llegado el momento de licuar pasivos a las grandes
    empresas, siempre aparecen economistas solícitos que
    ofrecen artificiosos mecanismos, generalmente inextricables para
    el gran público, que los gobiernos por aquello de
    "preservar la rentabilidad
    de las empresas para preservar las fuentes de
    trabajo"- se apresuran a dar sus decretos. Así ocurre
    partir de 1981.

    Según comentaban fuentes oficiales, está
    decidida la aplicación de un seguro de
    cambio.

    Este mecanismo garantiza un determinado nivel de
    cotización, mediante el pago de una prima, a quienes tomen
    créditos externos, con independencia de la paridad real
    del peso frente al dólar momento del repago del
    préstamo.

    Si la cotización vigente del vencimiento es
    superior a la proyectada por el seguro de cambio, el Estado, a
    través del Banco Central se hace cargo de la diferencia y
    sufre un quebranto. Si la situación es inversa, o sea la
    cotización resulta inferior, resulta una pérdida
    para el tomador de fondos. Es decir, desde las primeras versiones
    periodísticas queda en claro que "el Estado sufre un
    quebranto", es decir, asume una parte –en algunos casos, la
    mayor o casi la totalidad- de la deuda del empresario
    privado, pues el negocio está armado de modo tal que la
    prima del seguro resulte escasa o casi nula importancia respecto
    de a la garantía del cambio futuro, en una política
    económica donde el peso pierde valor frente al
    dólar.

    Con la contundencia que da el
    conocimiento y la honestidad,
    Alejandro Olmos afirma:

    "Una deuda se contrae con el dólar a $10, a pagar
    a 3 años. El Estado asegura la cotización, a
    través de una prima. A los 3 años, si el
    dólar está a $100, es decir $90, la asume el
    Estado, es decir, todos nosotros" y agrega: "fíjese que
    ésta situación se agrava porque en muchos casos
    estas deudas no eran reales, sino autopréstamos, en cuyo
    caso el Estado se hizo cargo, en un alto porcentaje, hasta de
    deudas que no existían" Alejandro Gómez Gaona, dijo
    del "fiscal de la
    deuda", agrega: "supóngase que la sucursal del Citibank de
    la Argentina, le debe a su casa matriz en
    Estados Unidos. Con el seguro de cambio, el Estado argentino se
    hace cargo de krem parte de la deuda en una realidad interna a
    una misma empresa". A su vez, un periodista denuncia que se le
    probaron autopréstamos al grupo. "Techint a Impresit
    Sideco (de Macri), a SADE (de Pérez Companc) y a Impsa (de
    Pescarmona)", y agrega que "José Luis Machinea
    frenó la investigación de estos asuntos, en la
    época de Alfonsín y que la resolución que
    archivaba la cuestión lleva la firma de Daniel Marx".

    En ese momento, la información responsabilizaba
    de este operativo financiero al ex Ministro de Economía
    Lorenzo Sikaut, al subsecretario de Finanzas Hugo Lamónica
    y al presidente del banco central, Egidio Iamella.
    Posteriormente, el sistema de estatización de la deuda
    privada se enriquece –entre 1982 y 1983-con los entusiastas
    aportes de Lucio Gonzáles del Solar y Domingo Caballo.
    Esta preocupación por transferir deudas privadas sobre las
    espaldas del pueblo argentino, se encuentra también otro
    adalid en un hombre cuya
    estrella sube, por entonces para destellar bien pronto en el
    centro de lestablishment: Emilio J. Cárdenas, un
    personaje interesante sobre el cual conviene
    detenerse.

    Cárdenas es Chozno de Florencio Varela (por
    vía paterna), hijo de una Escurra (por vía materna)
    y se halla vinculado por su pasado con la familia
    Montes de Oca. Su padre era estanciero y su abuelo fue uno de los
    primeros presidentes del banco central en los años
    treinta. Emilio cursó en el colegio Champahmat y se
    recibió de abogado en Buenos Aires,
    perfeccionándose en Princeton, Michiham y California.
    Ingresó luego al estudio Becar –dedicado
    preferentemente a representar el capital norteamericano -de donde
    pasó el estudio Klein and Mairal que en esa etapa se
    llamó, Klein Mairal y Cárdenas. Luego, se
    retiró y fundó la consultora Càrdenas, Gope
    y Otero monsegur. Desde allí incrementó sus
    relaciones con los Yanquis, teniendo de cliente a
    Morgan.Kuaranty y a Esso, entre otros. Pasó entonces a
    presidir la sucursal del Bank of New York en Buenos Aires y a
    desempeñarse como gobernador en la cámara de
    Comercio argentino- norteamericano.

    Estos servicios le permitieron en 1990 asumir la
    presidencia de Bancos extranjeros en la Argentina. Integra,
    además, directorios de otras empresas (como Arcor) todo lo
    cual le otorga el suficiente prestigio para ser columnista
    regular de la ácimo y La Prensa. Durante el gobierno de
    Alfonsín intervendrá en el primer plan Houston,
    dirigido a promover la explotación del petróleo por empresa extranjeras. Luego, en
    la presidencia de Menem anticipara a la privatización de
    ENTEL en la grata compañía de Maria Julia Alzogaray
    y Ricardo Zimmg. El 19/09/1992 será designado embajador
    argentino ante las naciones unidas, pues según
    Clarín, "la intención del gobierno de Menem es
    contar, en un cargo diplomático con asiento en Nueva York
    con una figura de aceitados contactos con el gobierno y factores
    de poder estadounidenses" a sus dotes de banquero, periodista y
    polista agrega la de experimentado lobista, como lo demuestra su
    articulo de "La Nación" del 31 de octubre de 1982.
    Allí Cárdenas avoga para que el Estado cumpla sus
    compromisos, tanto en los seguros de cambio como en los Swaps
    –operaciones de 2 pases financiero" de similar efecto al de
    seguro- pues afirma:

    "La acción del Estado debe estar enderezada a
    respetar al máximo posible los compromisos asumidos.
    Está en juego una vez
    más el crédito del sector
    público, su credibilidad y la confianza que todos
    aquellos vinculados a el aspiran continuar teniendo" como se
    comprende, el planteo de un hombre prestigioso como
    Cárdenas, lanzando desde un diario prestigioso como la
    Nación, no obedece amiseros intereses financieros, sino a
    resguardar el honor de la República Argentina,
    enalteciendo con el pago de la deuda externa ahora ya no solo
    publica sino también privada.

    En general "los medios" se
    ocupan poco de este asunto, como si se tratara de una
    cuestión de exclusivo interés de los deudores
    privados y del Estado, a pesar de que el pato de la boda es toda
    la sociedad.

    Sin embargo en 1983, en uno de los últimos
    operativos de este sistema salta en Clarín el enojo de
    Dionisio Martín, titular de la subsidiaria Argentina del
    Citibank respecto del ministro Jorge Wegve, que, no habría
    cumplido su compromiso, a pesar de que "cenando con el, este le
    aseguró que los títulos nominativos en
    dólares con que se refinanciaría la deuda por
    seguros de cambio, saldrán a cambio del ingreso de los
    primeros 500 millones de dólares del crédito por
    1500 millones". La noticia apenas nos permite entrever lo que
    sucede entre las bambalinas, porque agrega que al mediodía
    siguiente, Julio Gonzáles del solar, "intmpestivamemte,
    exigía¿ que Wewe se pusiera al otro lado del
    teléfono porque esto no era lo que
    acordamos.".

    Lo concreto es
    que este mecanismo financiero les permite a grandes empresas
    endeudadas en dólares, asegurarse determinada cantidad de
    divisas extranjeras, que le será entregada entre uno o dos
    años a la cotización de hoy aun cuando el
    dólar haya crecido su valor en dos, tres o más
    veces.

    En concreto, se trata de una estatización, pues
    el Estado carga con una diferencia muy importante, es decir,
    significa una transferencia de deuda desde el sector privado
    hacia el Estado. Alfredo y Eric Calcarhmo estiman que dicha
    transferencia alcanza, entre 1981 y 1983, a 14.500 millones de
    dólares. Por su parte, Claudio Lozano, posiblemente en
    razon de que los seguros de cambio operan durante un tiempo mas,
    se refieren a la "estatización de cerca de 20.000 millones
    de deuda privada.

    Estadísticas revelan esa transferencia de deuda
    de un puñado de empresas sobre el resto de los argentinos.
    Varias de ellas, las mas importantes, operan luego en el negocio
    de capitalización de la deuda a través del cual se
    privatizan las empresas de servicios públicos.

    Olo que es lo mismo ellas contrajeron deuda externa, la
    transfirieron al Estado a través de la
    estatización, luego cuando esos mismos títulos
    cayeron a valores muy bajos en el mercado mundial, los
    adquirieron convirtiéndose en acreedores de deuda externa
    y con esos mismos títulos –a través de los
    cuales ellos compraban barata la misma deuda externa que
    habían contraído y no habían pagado-ahora
    cotizados a valor nominal, se quedaron con las empresas
    públicas.

    En esa época en que comienzan a implementarse los
    seguros de cambio, aparece otra noticia de naturaleza
    también escandalosa en este mundo financiero. El diario La
    Razón informa:

    Que no produjo consecuencias procesales y que no le ha
    impedido continuar recorriendo el mundo, en representación
    de grandes empresas multinacionales aunque quizás, alguna
    vez, desde la tranquilidad de su castillo normando en
    Chalpadmalad y en esa paz espiritual que otorga el mar, halla
    ojeado las páginas de un libro
    José Luis Torres, publicado en 1940: "algunas maneras
    de vender la patria"
    .

    Argentina:
    La negociación de la deuda
    externa

    Al día de hoy no está definido el
    resultado final del largo y desgastante proceso de
    negociación por la deuda externa con los acreedores
    privados, llevado adelante por el gobierno argentino, porque
    aunque la oferta a los
    bonistas ya fue presentada, ésta contiene diversos
    elementos que pueden significar cambios en los números al
    término de los plazos estipulados.

    Sin embargo hay importantes aspectos que se fueron
    desarrollando en el curso de este año y medio de
    forcejeos, que pueden y deben ser valorados, y permiten acercar,
    por lo menos, un balance parcial.

    El discurso y la
    lógica
    El discurso asumido por las administraciones -ya fueran militares
    o civiles- que nos gobernaron en las últimas tres
    décadas, invariablemente reafirmó antes que nada
    que el país debía honrar la deuda contraída.
    Este gobierno desde que asumió instaló otro
    discurso: no vamos a pagar la deuda con el hambre del
    pueblo.

    Este planteo fue, y es, repetido por todos los
    funcionarios nacionales desde el presidente para abajo, en todos
    los escenarios nacionales e internacionales en los que se
    debate sobre
    la deuda Argentina. La consecuencia es que el planteo actual
    respecto a la reestructuración en curso, es que primero
    deben estar garantizados los recursos para sostener el desarrollo
    económico del país, y en función de esto
    podemos decidir que es lo que se puede pagar.

    Esto implica un cambio cualitativo en la lógica
    con la que se aborda la política económica:se
    piensa que no se van a producir inversiones a través nuevo
    endeudamiento externo -como afirma el discurso neoliberal- sino
    que la posibilidad de acceder a un ciclo de inversiones
    está ligada a que el país garantice un proceso de
    crecimiento sustentable en el tiempo.
    La defensa del actual ciclo de crecimiento
    económico se convirtió entonces en el elemento
    central que guía las propuestas de los negociadores
    argentinos. Y desde la perspectiva del capital financiero,
    representada descarnadamente por el FMI, el objetivo es
    exactamente opuesto: recortar todo lo posible la magnitud del
    excedente que quede en el país, y sobre todo, la
    porción de éste que permanezca en manos del estado
    argentino.

    De ahí que en la discusión con el FMI no
    están sólo presentes las cuotas y los plazos de la
    propia deuda, sino otros aspectos esenciales de la
    política económica: las tarifas de servicios que
    están en manos de las empresas transnacionales, una
    reestructuración del sistema financiero que liquide la
    porción que sigue manejando el estado a través de
    la banca
    pública, la reforma del sistema impositivo para hacerlo
    más regresivo aún, la instrumentación de una nueva ley -que
    podría incluir hasta una reforma constitucional- que
    ahogue las autonomías provinciales en las decisiones del
    gasto, a lo que hay que agregar la participación directa
    del Fondo en el debate sobre la magnitud de la oferta a los
    bonistas.
    Todas estas exigencias fueron rechazadas por el gobierno, y
    motivaron la suspensión transitoria del acuerdo con el
    FMI, lo cual permitió sacar del medio esos temas por
    varios meses, dándole continuidad al dinamismo del mercado
    interno. Este sigue siendo la base del crecimiento actual, y su
    sustentabilidad es la condición indispensable que
    permitirá aprovechar la favorable perspectiva del sector
    externo, en la perspectiva de impulsar un desarrollo nacional
    capaz de iniciar la desconexión de la lógica
    neoliberal que predomina en el escenario
    internacional.

    La suspensión del acuerdo con el FMI, el
    crecimiento económico en tiempo de cesación de
    pagos, la concreción final de una quita cercana al 70%,
    son elementos de un enorme valor en un escenario internacional
    con dominio
    excluyente de las políticas fondomonetaristas,
    difíciles de desafiar por parte de los países
    dependientes, sin pagar enormes costos de
    desestabilización económica y
    política.

    Las
    perspectivas
    La perspectiva para los próximos
    años en el mercado mundial presenta aristas sumamente
    contradictorias. Por un lado, la producción agropecuaria
    argentina vuelve, después de mucho tiempo, a instalarse
    con posibilidades de ofrecer mercancías que se valoricen
    fuertemente a partir de un extraordinario crecimiento de la
    demanda, que
    es muy probable se mantenga durante varios
    años.

    Por otro, la estructura económica nacional
    heredada de varias décadas de aplicación salvaje
    del modelo neoliberal, y su imbricación profunda con la
    estructura internacional de igual signo, constituyen una madeja
    atada con miles de nudos gordianos, que no se cortan con uno ni
    con dos ni con tres tajos.

    En estas últimas semanas hemos asistido a todo
    tipo de planteos aludiendo al mantenimiento
    de las estructuras
    injustas y de la inconsistencia y/o incoherencia de las
    políticas oficiales, acompañados en la
    mayoría de los casos, de programas e
    indicaciones sobre lo que debería hacerse. Programas, que
    según afirman los que los proponen, dependen de la
    voluntad política de cambio, para su aplicación
    automática. Como evidentemente no se aplican estos
    programas, la conclusión es que éste gobierno no
    tiene voluntad política de cambio.
    Nosotros preferimos evaluar la voluntad política del
    actual gobierno, desde el análisis de la
    correlación de fuerzas que tenemos desde el campo popular,
    a la hora de medirnos con las poderosas empresas transnacionales
    que dominan el mercado mundial y controlan gran parte de la
    estructura económica nacional. Porque entendemos que
    cualquier medida que empiece a redistribuir en favor de las
    mayorías nacionales las inmensas riquezas que se siguen
    produciendo en nuestra patria, irá en detrimento de los
    intereses estos poderosos monopolios y será resistido por
    ellos con todos los medios a su alcance, que son muchos.
    La Argentina ha encarado varias reestructuraciones de la deuda
    externa en los últimos años. Entre las más
    recientes podemos mencionar la del plan Brady durante el
    menemismo, y la del megacanje durante la administración De
    la Rua. Ambas contaron con el aval y el apoyo irrestricto del
    FMI, y se desarrollaron en contextos en que la relación
    con los gobiernos era de coincidencias totales con las
    políticas de ajuste que se implementaban y que el poder
    financiero exigía.

    Es exactamente lo opuesto a lo que pasa por estos
    días. La relación con el FMI -a pesar de que cobra
    puntualmente su parte de la deuda- no pasa por su mejor momento.
    Las fricciones no son sólo de discurso, sino porque el
    gobierno ha demostrado voluntad política suficiente para
    resistir las recetas liberales que los funcionarios del Fondo
    siguen recomendando. Es más, la palabra ajuste ha sido
    desterrada del diccionario
    económico por este gobierno.

    Hoy estamos discutiendo: cual es la magnitud de quita de
    la deuda; si la empresa del estado que se crea va a funcionar
    mejor o no con tal o cual figura jurídica; si a los
    aumentos dados a los jubilados y empleados estatales se pueden y
    deben sumar otros y de que magnitud; si lo planificado de obra
    pública se viene ejecutando adecuadamente o no; por cuanto
    tiempo más deben mantenerse las tarifas congeladas; si el
    crecimiento del presupuesto social es suficiente; si el
    decrecimiento de la desocupación será más o
    menos rápido en los próximos años; sobre que
    bases debe desarrollarse el mercado regional, etc.
    Estamos discutiendo si las medidas progresivas que ya viene
    tomando el gobierno nacional, pueden ser mejoradas y como. No
    estamos debatiendo como resistimos nuevos ajustes, como
    sucedió durante las últimas tres décadas en
    la Argentina. Obviamente ninguno de esos temas tienen nada que
    ver con la agenda neoliberal, ni con los programas del FMI, ni
    con las propuestas del G 7. No es casual que, a diferencia de los
    elogiosos comentarios que le prodigaban al liderazgo
    menemista (aun hoy es rescatado con nostalgia por el propio
    presidente del FMI) y a la "honestidad" de De la Rua, desde sus
    principales voceros, tanto en el país como en el exterior,
    surgen permanentemente duros ataques a las políticas del
    gobierno, y a la figura del presidente Kirchner.

    Los próximos
    pasos
    Los pequeños pasos que se han dado en
    dirección contraria al desarrollo
    neoliberal encuentran una fuerte oposición del poder
    financiero, de las multinacionales, de la derecha
    política. Avanzar más rápido y profundizar
    las huellas abiertas, requiere no sólo de voluntad
    política, sino de la fuerza
    suficiente parta sostener esa voluntad. Los ejemplos más
    cercanos que tenemos de confrontación a las
    políticas imperialistas nos dejan claras
    enseñanzas. Cuba y
    Venezuela en
    nuestro continente nos muestran procesos de
    cambio que resisten los ataques del imperialismo, con pueblos
    movilizados y comprometidos, resultado de años de construcción y acumulación
    política, que permitió juntar la fuerza suficiente
    para, hoy, impulsar programas económicos que tienen mas de
    un punto de contacto con el que tenemos en la Argentina. No hay
    ningún proceso de cambio desarrollado por ningún
    gobierno revolucionario o progresista, que haya solucionado por
    un golpe de su voluntad política las tremendas injusticias
    que dejan décadas de aplicación de políticas
    antipopulares. Hay que construir la voluntad política de
    las mayorías, porque esa es la única
    garantía de cambios profundos y duraderos.
    La deuda es injusta, ilegal, e ilegítima. Los banqueros
    que nos piden su pago le deben al pueblo argentino mucho
    más de lo que nos reclaman. Pero de nada vale que nosotros
    lo sepamos y lo repitamos, sino no somos capaces de construir la
    fuerza popular suficiente para que seamos millones los que lo
    exijamos.
    El gobierno de Néstor Kirchner abrió la posibilidad
    de sacar este debate de los pequeños grupos para
    trasladarlo a millones. No vamos a pagar la deuda con el hambre
    del pueblo, dice. Con esa bandera vamos construyendo la voluntad
    política necesaria para sostener en los hechos lo que
    decimos en los discursos.
    A veces se puede avanzar más rápido, a veces hay
    que ir mas despacio. De lo que se trata es saber si vamos en la
    dirección correcta. De eso estamos
    convencidos.

    De que manera
    cada ciudadano argentino paga la deuda.

    Los argentinos debemos hoy a los bancos extranjeros, al
    FMI, al Banco Mundial
    y a otros organismos internacionales

    Unos: 200.000 millones de dólares.

    150.000mll son de la deuda publica,
    que debe pagar el estado en forma directa.

    Los otros 50.000mll los deben pagar las empresas
    privadas.

    Para eso necesitan dólares, que el estado
    está obligado por ley a proveérselos a razón
    de un peso un dólar(ley de convertibilidad.

    La cuenta es sencilla:

    Somos 37 millones de habitantes.

    Cada uno de nosotros debe 5.405 dólares a los
    bancos extranjeros, al FMI y al banco mundial, aun al
    nacer.

    4.054 dólares por la deuda publica.

    1.351 dólares por la deuda de empresas
    privadas.

    Cada jefe de familia tipo,
    debe pagar 21.620 dólares.

    A los cuales se le agregan los intereses anuales, que
    son:

    9.500mlls por la deuda publica y 3.000mlls por la deuda
    privada, sumando un total de 12.500mlls.

    Esto significa, que a cada uno de nosotros le
    corresponden pagar 28 dólares mensuales de por
    vida.

    De esa forma, uno esta pagando ya 112 dólares por
    mes de intereses.

    El aumento de impuestos y la
    rebaja de sueldos estatales, fueron medidas tomadas para pagar
    los 9.500mlls de intereses de la deuda.

    El déficit fiscal del estado es de unos 5.500mlls
    anuales, que, si no tuviéramos que pagar los 9.500mlls de
    intereses,

    Nos sobrarían 4.000mlls, o sea tendríamos
    superávit.

    Con este dinero podríamos construir escuelas,
    hospitales,

    Aumentar las jubilaciones y haber creado 2.200.000
    planes trabajar.

    Para terminar de pagar los intereses va a haber mas
    impuestazos y salariazos.

    Los salarios han
    disminuido en un 25% en los últimos 10 o 12 años,
    por lo que un trabajador que hoy gana $400 mensuales,
    debería estar ganando $530 por mes para estar igual que en
    1.988, hoy gana $130 menos, y los intereses de la deuda son unos
    $112. En conclusión, de los $130 que pierde mensualmente
    cada trabajador, $112 se destinan para pagar los intereses de la
    deuda, y los otros $18 representan la parte de riqueza
    concentrada y que no han fugado aun.

    No es una coincidencia casual.

    Los gobernantes, con la deuda y la política
    económica, provocaron la disminución de los
    salarios y lograron concentrar la riqueza del país en muy
    pocas manos:

    Unos 10 grupos económicos locales,

    Los bancos acreedores extranjeros

    Y las grandes corporaciones multinacionales que se
    quedaron con las empresas publicas y privadas
    argentinas.

    Estos grupos acaparaban nuestras riquezas y
    exigían al banco central dólares, para girar la
    mayor parte de sus ganancias al exterior.

    ¿
    Cuál es el monto actual de la deuda externa
    argentina?

    Asciende a más de 150 MIL MILLONES DE
    DÓLARES
    , que equivalen a que cada niño
    argentino que nace debe 5.400 dólares, que cada argentino
    debería pagar 28 dólares mensuales durante toda la
    vida solo por los intereses, que cada familia tipo argentina debe
    22.000 dólares. Equivale también a un año de
    toda la producción y el trabajo de
    todos los argentinos y a ocho años de todas las
    exportaciones argentinas.

    Es necesario observar que todo el proceso de
    endeudamiento no es algo que comenzara solamente hace veinticinco
    años, sino que por el contrario arranca desde los albores
    de nuestra vida independiente, habiéndose convertido en un
    fenómeno verdaderamente estructural, debiendo exceptuar
    muy contados períodos en los que no tuvimos que afrontar
    los planteos extorsivos de los acreedores externos.

    Conclusión:
    "Cuanto más pagamos, menos tenemos y más nos
    endeudamos".

    Bibliografía

    JULIÁ, Carlos. "La Memoria de
    la Deuda", Vol I, Editorial Biblos, Buenos Aires,
    2002.

    GALASSO, Norberto. "De la Banca Baring al FMI" Historia
    de la deuda externa Argentina, Editorial Colihue, Buenos Aires,
    2002, Primera Edición.

    KANENGUISER, Martín. "La Maldita Herencia. Una
    Historia de la deuda y su impacto en la economía
    Argentina (1976-2003)". Editorial Sudamericana, Buenos Aires,
    2003.

    VITALE, Luis. "Historia de la Deuda Externa
    Latinoamericana y Entretelones del Endeudamiento Argentino".
    Editorial Sudamericana-Planeta, Buenos Aires, 1986.

    Sitios Web

    http://www.mecon.gov.ar

    http://www.indec.gov.ar

    http://www.jubilee2000uk.org/

    http://www.pacificar.com/vernota.hlvs?id=3939

    Andrea Celeste Brecciaroli

    Estudiante de tercer año del Polimodal

    Buenos Aires, Argentina

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